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Universidad de Palermo, Facultad de Ciencias Sociales.

Carrera: Licenciatura en Psicología

Materia: Obras Maestras de la Literatura Universal.

Tema: Análisis de la Tragedia de Medea de Eurípides.

Prof.: Dr. Del Percio, Daniel.

Alumna:

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Obra: MEDEA-EURIPIDES.

Jasón en cumplimiento de la orden del rey Peliá s, reúne una tripulación de


héroes con el objetivo de buscar el vellocino de oro a La Cólquida, paiś bastante
distante de Grecia. Fúe este, un viaje colmado de aventuras y peligros, los Argonautas,
nombre dado a la tripulación de héroes de la expedición, llegan a su destino, donde
Jasón debe superar unas pruebas de valor, impuestas por el rey Eetes de la Cólquida.
Pero Jasón recibe ayuda para superar estas pruebas y tambien para robar el vellocino de
oro. Quien lo ayuda, es la propia hija de Eetes, Medea, quien se ha enamorado de Jasón
y juntos huyen de La Cólquida, ya una vez en Grecia se casan y tienen dos hijos. La
familia se establece en la ciudad de Corinto. Con el transcurso del tiempo, los afectos e
intereses de Jasón cambian y se enamora de la joven hija del rey de Corinto, Creonte. Se
promete con ella y repudia, a Medea como su esposa, abandonandola.
Medea entra en un estado de ansiedad, tristeza, nervios, y un asentuado mal
carácter.
La nodriza de los hijos de Jasón, percibe este cambio, y está preocupada ,teme
Tiene que Medea planee algo malo, aunque no está segura de qué puede ser. Comparte
este miedo con el pedagogo de los niños, y le ruega que aleje en lo posible a los hijos de
su madre.
Medea comparece ante el coro de mujeres corintias, lamentando la actitud del
hombre que la ha traicionado, hombre por el que ella dejó su hogar, su tierra y su
familia.
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El rey Creonte concurre donde mora Medea y le ordena que abandone la tierra de
Corinto, que salga como desterrada. Antiǵ ona le suplica que la deje allí algún diá más
para poder preparar su marcha.
No solo el rey va a hablar con Medea, tambien Jasón lo hace y esto da lugar a se
produce una fortiś ima discusión entre ellos.
Medea, pergueña entonces un plan para vengarse de Jasón, este consiste en
asesinar a la hija de Creonte, la princesa prometida de Jasón y, continuar asesinando a
sus propios hijos, para que Jasón no pueda quedarse con ellos y para no sufrir ella la
vergüenza de su repudio y su destierro. Asi,́ convoca de nuevo a Jasón y con palabras
dulces pero falsas le hace creer que ella acepta su destino y que le parece bien su boda
con la hija del rey. Jasón se marcha tranquilo. Medea queda entonces liberada para
llevar a cabo su plan y prepara entonces una pócima mortal con la que impregna un
vestido como regalo para la princesa. Envia el vestido con sus propios hijos para que
estos se lo entreguen a la princesa. La princesa desconfiá del regalo, pero se lo prueba
igualmente y cuando se lo pone, el vestido se le adhiere a la piel y el veneno le quema la
carne como un ácido, causando la muerte de la joven entre terribles dolores. El rey, al
ver a su hija agonizando, la abraza desconsolado yes allí cuando el vestido se pega
también al cuerpo de Creonte provocando en él el mismo efecto que en la proncesa y
ocasionándole la muerte en una fuerte agonía. Jasón de entera de lo que ha pasado,
desolado, corre a pedir explicaciones a Medea, pero la mujer, aún no ha terminado y en
presencia de Jasón, asesina con un cuchillo a sus hijos, huyendo de Corinto en un carro
tirado por caballos alados.
La propuesta freudiana.
En Medea hay otra versión de la maternidad, tan real como aquella
universalmente alabada: La madre por la cual se muere o se puede morir, madre que se
contrapone con aquella que nutre, que da la vida. Medea es la mujer que mata a sus
hijos por celos.
El mito de Medea, esta mujer maléfica e inmortal, posibilita con una pócima
mágica que Jasón conquiste el Vellocino de Oro, símbolo de la potencia masculina.
Después de traicionar a su padre Eetes y matar y descuartizar a su hermano Apsirto,
huye con Jasón y se casa con él. Es, en este punto bisagra, en el que Eurípides comienza
su tragedia.
Medea ¿por que actúa, como actúa? Reacciona al abandono de Jasón, su marido,
con celos mortales, sin herramientas internas para elaborar de modo adaptativo, la
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perdida del afecto de Jasón. Pero con capacidad de planear asesinar a Creusa, la
prometida de Jasón, le envía un vestido envenenado que la mata al igual que a su padre
Creonte, que muere abrazado a ella. Este acto permite diferenciar la actitud de la madre
que mata a su cría con el lazo de un padre con su hija que no duda en abrazarla en su
agonía aunque en ello le va la vida.
“ Así mi esposo sufrirá la más cruel mordedura!”
Medea no termina de actuar su rabia allí, pronunciando “Es totalmente necesario
que mueran, y ya que así lo es, les daré muerte yo misma que les di la vida.”, mata a los
hijos que tuvo con Jasón y huye.
Con esta actitud, Medea lo que procura es asesinar psíquicamente a su marido
quien osara repudiarla para tomar a Creusa por esposa y colmar así su ambición de
acceder al trono de Corinto.
¿Que maternidad es esta, que en vez de nutrir para la vida, sega el fruto mas
preciado ? Esta maternidad esta investida del poder de dar y quitar la vida de unos hijos,
objetivados, fetiches, llamados a colmar imaginariamente la falta.
Medea es dueña de sus hijos, no madre de los mismos. El asesinato y la
apropiación de los cadáveres exhiben esto. Disponiendo del derecho a la vida de
aquellos a quienes se las ha dado, encarna la figura amenazadora de la madre que
reclama para sí su producto si es abandonada por otra, como si se tratara de un derecho
natural y no de un acto simbólico. ¿De qué madre se trata?
Cuando Jasón elige a otra mujer, Medea se desmorona y en una explosión de
odio, con el narcisismo herido de muerte, mata a sus hijos reivindicándolos así como
objetos de su propiedad. Propiedad de las madres en detrimento del nombre del tercero
que garantiza la nominación y la vida, como acto simbólico que resignifica el
engendramiento biológico.
Los hijos aparecen así como objetos de la propiedad de la madre. Evidenciando
que el narcisismo, pulsión de muerte y celos mortales van de la mano. Medea no se
suicida, huye.
Como el síntoma se repite, ella repite la traición al padre y el asesinato del
hermano, reniega de la castración simbólica en una vuelta al linaje matriarcal y cree
asombrosamente que puede recomenzar, negando el tiempo, lo acaecido… la historia.-

Pronuncia frases como “Yo misma los enterraré con estas manos, llevándolos al
santuario de Hera, Diosa de la Colina…Instituiremos una solemne fiesta y celebraciones
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en expiación de esta impía matanza. Yo me iré a la patria de Erecteo a vivir con


Egeo…” Ese Yo permanente en el discurso, tan reforzado, y sin embargo en Medea el
conflicto que se presenta entre el Superyó, el Yo y el Ello, es ganada por el Ello quien
rechaza totalmente la idea del sometimiento a la moral. Se pone en acto. En esta
relación dinámica, los conflictos no han sido resueltos con la aparición del Yo, instancia
psíquica que se regiría por el principio de la realidad y que se encuentra más enfocado
hacia el exterior, y nos lleva a pensar en las consecuencias prácticas de lo que hacemos
y los problemas que puede generar una conducta demasiado desinhibida; tampoco con
la aparición del Superyó, instancia psiquica que presiona para realizar grandes
sacrificios y esfuerzos con tal de hacer que la personalidad de uno mismo se acerque lo
máximo posible a la idea de la perfección y del bien.

Como el Ello y el Yo, a pesar de tratar de frenar las pulsiones, también se mueve
por objetivos egoístas centrados en la supervivencia y lo pragmático de adaptarse al
entorno, El Superyó se enfrenta a ambos. En Medea se pasa al acto, no hay impulso
frenado o intento de hacer el bien.

La mujer enloquecida por los celos evidencia la evitación de la circulación del


falo como significante de lo que siempre falta, falta que queda trágicamente al desnudo
al fallar la constancia del amor. Esta mujer se relacionaría con la teoría a la madre fálica
y omnipotente de un primer tiempo edípico, donde tanto a la madre como al niño nada
les falta, por completarse imaginariamente. Estas son las mujeres que en la clínica
aparecen como patológicamente celosas con sus diferentes modalidades.
No hay sujeto sin constitución fantasmática del deseo y el amor loco producirá,
tal como muestra la tragedia, celos mortales.
Medea exhibe los efectos de los celos narcisistas, el no a la castración simbólica,
la renegación de la herida y la no capacidad de elaboración, la alienación en el ser y la
no aceptación de la falta que garantiza la vida psíquica. Para ella es imposible tramitar
la falta.
En la literatura, el cine, los periódicos y noticieros hay cada tanto Medeas,
mujeres a las que lo único que les importa es vengarse de su Jasón.
Algunas no lleguen al pasaje al acto como la mentada heroína griega pero en
todas circulan fantasías de venganza, hay goce en intentar el dolor del otro, ocupando
energía y espacio psíquico dedicado únicamente a destruir al hombre que las engañó.
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De repente mujeres “normales”, neuróticas y sensatas se transforman en


monstruosas y sórdidas Medeas dispuestas a todo por la herida y el rencor. Echando por
la borda el resto de la vida, teniendo como único objetivo ver pasar el cadáver del
enemigo, u ocupando toda su energía en arruinar la vida de aquel que la dejo de amar,
no importando todo el sufrimiento que esta situación les genere a los hijos, los cuales
son objetivados.

No todas las mujeres pueden elaborar que una de las tantas situaciones que
puede deparar la vida es ser amadas de repente dejar de serlo, dejar de ser la elegida,
esto tiene una pregnancia particular que puede conducirlas a los celos mortíferos y al
desastre psíquico.
Lacan en El Sinthome que para todo hombre, una mujer es un síntoma, mientras
que el hombre es para la mujer todo lo que se quiera, una aflicción peor que un síntoma,
incluso un estrago.
Elina Wechsler en Medea o la locura de celos dice que los celos cristalizan
entonces como síntoma privilegiado del trastorno. La falta en ser, determina la pasión
del ser, marcando el estilo femenino erotomaníaco que pone en primer plano la
convicción del amor y la irrupción de los celos mortíferos frente al abandono.
La mujer Medea suele presentarse al mundo de la relación como amando,
odiando y sufriendo en nombre del verdadero amor y si hay abandono, clamando
venganza por la ofenza irrenunciable. En esta mujer suele encontrarse presente un
narcisismo velado y sostenido, ese anhelo secreto de haber sido amadas de modo
exclusivo y por siempre por el Otro primordial. Búsqueda insaciable del Uno imposible.
Aquel vedado.
Este anhelo devenido en mania hace que toda detención de la venganza sea,
mientras permanezca inconsciente el circuito, una renuncia inaceptable. No podrá
tramitarse otra cosa que el acto. No hay escape. De fijarse allí la feminidad, se
desarrollará al modo de una tragedia, basada en una subjetividad puesta entre paréntesis
por la loca pasión celosa.
Entonces se puede decir que la pasión femenina se asienta sobre una pregunta
sobre el ser. Si la pregunta tiene vigencia inconsciente, en los celos que arrastran habrá
una respuesta en acto.
Como se dijo previamente, el trastorno se produce cuando la dependencia al
objeto se perpetúa inclusive cuando el fin de esa historia de amor no tenga vuelta atrás.
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Se tiene en claro que no hay reciprocidad pero las proyecciones recaen sobre el otro, el
odio marcha indefectiblemente con todo su peso hacia él y hacia su nueva Otra.
Cuando la feminidad esta planteada de esta manera, se produce una patología,
una fijación sado-masoquista extrema de graves y perdurables consecuencias para la
vida. La mujer apela entonces al Otro exhibiendo su ubicación plena en la castración
imaginaria desafiándolo a remediar lo irremediable.
Amarán y odiarán espantosamente a un hombre sin ser ya correspondidas.
Porque allí habita su reto, se juega su deseo, su desafío y su venganza.
Esto se inscribe muchas veces en el cuerpo, hay una captura sintomática del
mismo. Disturbios alimentarios y del sueño, llanto, mal carácter, etc. Es un cuerpo
puesto al servicio de la cristalización fantasmática, cargara sobre sí las marcas y
cicatrices de la castración imaginaria. Desfallece como ha desfallecido la pregunta que
la habita.
Esta mujer se vacía de si misma en el acto, esta vocación de des-posesión de
todo tener, por los celos, es un intento fallido de simbolización del objeto de deseo,
siempre esquivo, necesariamente insatisfactorio al mismo tiempo que satisface
sintomáticamente la actividad fálica, omnipresente en continuar una lucha que de haber
un triunfo será con más daño del vencedor que del vencido.
Wechsler, E dice que aunque haya caído el modelo patriarcal y que cada vez
más mujeres obtengan más gratificaciones fálicas del orden del tener –dinero, prestigio
profesional– siguen siendo estas las que siguen presentando celos como síntoma
habitual y privilegiado.
La celotipia seria en el hombre, a menudo síntoma de una paranoia. La libido
masculina no suele basarse en la exclusividad, suele tener soportes femeninos múltiples
siempre que la fobia no los detenga mientras que el amor femenino se basa en la
exclusividad.
Esto no quita que hay hombres que aman como mujeres y mujeres que aman
como hombres, no se trata de una referencia a la realidad biológica sino a las
identificaciones psíquicas.
En la mujer hay una demanda de amor particular, femenina, el interés y el gusto
por las cuestiones de amor, es un goce en sí mismo, y el miedo a perder ese amor
equivale, para Freud, a la angustia de castración masculina. Si embargo, a pesar de los
cabios ocurridos por los movimientos que ubican a la mujer en otros espacios, el
arrebato pasional femenino aunque cambiante en las formas por las modalidades de los
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tiempos sigue apareciendo como la marca femenina por excelencia.


El arrebato de celos y los actings a los que puede conducir conciernen también a
los hombres, con sus peculiaridades, ejemplo de ello los femicidios pero atribuir un
femicidio a los celos, es una simplificación inconducente en todas las áreas pero
principalmente en lo psicológico, de no tenerse en cuenta otros factores. Los celos, en
esos casos, con epicentro en la paranoia, mueven el piso e insuflan temor en
el partenaire.
Pensar al amor como propiedad, tiene como consececuencia un aumento del miedo a ser
“desalojado del Otro”. Todo aquello que de si se vacia, pasa a ser “el texto” que escribe
los impulsos del sujeto, compulsa a esperar más y a entregar menos. La posesividad
desmedida, aliena nuestra visión del Otro, y los espacios indefinidos que habitan los
avatares afectivos se completancon oscuros guiones que obligan a representar temibles
papeles que “evolucionan” de la desconfianza al sometimiento de ambos exponentes.
Medea en nuestra cultura se muestra como un paradigma femenino, otros
arquetipos de la literatura representan la celotipia masculina.

Bibliografía
Eurípides: Medea. Alianza editorial. Madrid. 1990.
Freud, S. (1914): “Introducción del narcisismo”, Bs. As. Amorrortu, Vol. XIV. 1992.
— — (1921): “Enamoramiento e hipnosis”. En “Psicología de las masas y análisis del
Yo”. Bs. As. Amorrortu. Vol. XVIII.
Guyomard, P.: El goce de lo trágico. Bs. As. Ediciones de la Flor. 1997.
Lacan, J: El sinthome. Paidós.2006.
Poissonnier, D: La pulsión de muerte. De Freud a Lacan. Nueva Visión. Bs. As. 1999.
Wechsler, E: Psicoanálisis en la Tragedia. De las tragedias neuróticas al drama
universal. Madrid. Biblioteca Nueva.2000.
Wechsler, E Medea o la locura de celos.-ImagoAgenda, Nº 187.Buenos Aires 2014,
recuperado de http://www.imagoagenda.com/revista-indice.asp?IdRevista=160
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