Está en la página 1de 13

NOTAS Y DISCUSIONES

La historia de la filosofía como problema filosófico

MIGUEL CANDEL
Universidad de Barcelona

¿Úl filosofía como historia o la historia do meticulosamente su carácter idiosincrá-


como filosofía? tico y específico, de modo tal que no pue-
dan aparecer en el presente sino como un
conjunto de piezas de museo.'
En el siglo X'VIII la verdad cesó de con-
siderarse eterna y su persecución pasó
Dicho con otras palabras, la histori-
a tener sentido como tal: como movi-
cidad de la filosofía suele entenderse,
miento en pos de un objeto también
según la querencia o el lastre escolásti-
móvil. Vico, Herder, Hegel, Marx,
co de cada uno, de una de estas dos
Comte marcan una época en la que el
maneras antitéticas e irreconciliables:
viejo término griego historia deja de
a) Como doxograita preliminar al
denotar una mera descripción de obje- tratamiento actual de los problemas, al
tos para convertirse en interpretación modo como la Escolástica medieval y
de acontecimientos. moderna introducía la discusión de
Desde entonces, no sorprende que una tesis con el recordatorio de las
muchos filósofos, cuando no científi- opiniones de los clásicos. Es el enfo-
cos positivos, traten de identificar el que que reduce la filosofía no actual a
saber con la historia del saber. Pero en historia.
filosofía no hay tautologías perfectas. b) Corno recreación del pensamiento
Historia y filosofía no son términos anterior dentro de las categorías del
con los que pueda construirse una contemporáneo; procedimiento que,
ecuación: para bien o para mal (o para como señala Foucault (Les mots el les
ambas cosas), el filósofo, a diferencia choses), es el característico del género
del matemático, suele interpretar el «comentario», propio a su vez de la
signo '=' no como 'identidad con' sino exégesis premoderna, insensible al
como 'reducción a'; y aquí no cabe la anacronismo. Es el enfoque que redu-
propiedad conmutativa. Por eso hay ce la historia a filosofía actual.
que preguntarse si lo que el hístoricís- Rodolfo Mondolfo, uno de los más
mo filosófico representa es una reduc- grandes historiadores de la filosofía de
ción del primer término al segundo o este siglo, ofrece una postura de apa-
viceversa. rente síntesis cuando afirma, siguiendo
a Vico, que «la naturaleza de una cosa
Desdichadamente es fácil encerrarse en el la da su nacimiento" y que, por tanto,
siguiente dilema: o bien leemos las filoso- los problemas filosóficos sólo pueden
fías del pasado en forma tal que ellas se tor- penetrarse adecuadamente por una vi-
nen relevantes para nuestros problemas y
nuestras empresas contemporáneas, trans-
sión que los enfoque a partir de sus
formándolas. en la medida de lo posible, en orígenes históricos. El hecho de que la
lo que ellas habrían sido en caso de formar especulación filosófica de cada época,
parte de la filosofía actual [' ..J: o bien, en cualquiera que sea su orientación
lugar de ello. nos tomamos gran cuidado en (dogmática, crítica o escéptica), aspire
leerlas en sus propios términos, preservan- en definitiva a una elucidación de su

194 ISEGORíAl9 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

objeto sub specie aetemi no sólo no es A los que respondan negativamente


incompatible con un planteamiento ge- a esta pregunta les lloverán sin duda
nético (sub specie temporis) de ese mis- los reproches de las diferentes escuelas
mo objeto, sino que la consideración analíticas, entre otras, que unirán por
histórica se hace imprescindible para una vez -y sin que siente preceden-
purificar la propia reflexión, hic et te- sus voces a las de los neoescolástí-
nUl1C, de aquellos condicionamientos cos veneradores de una hipotética phi-
contingentes, históricos, que «contami- losophia perennis. Uno, que no se con-
nan» su presunta pureza intemporal: sidera analítico ni neoescolástico, se
quien, como Descartes, pretenda haber sumaría también con decisión al caco-
hecho borrón y cuenta nueva de la fi- fónico coro si previamente pudiera de-
losofía anterior, deberá esperar que un jar sentada la siguiente aclaración, de
Gilson publique su Index scholastico- resonancias escolástico-empiristas: ni-
cartésien. particular en el que se pon- hil est in philosophia quod prius non
gan en evidencia las insospechadas [uerat in historia. Para añadir, por su-
deudas contraídas con el pasado.' puesto, inmediatamente, pero ya den-
Podemos suscribir provisionalmente tro del coro: nisi philosophia ipsa.
este planteamiento. Pero a condición En efecto -aunque una posición de-
de añadir la siguiente distinción: finitiva al' respecto se precisará más
Según Mondolfo, parece claro que adelante-, no parece que pueda haber
no se puede hacer filosofía hoy sin ni siquiera doxograffa sin un determí-
ajustar cuentas con el ayer, sin una vi- nado punto de vista filosófico, por más
sión diacrónica de los problemas (o que los grandes doxógrafos antiguos
falsos problemas) en torno a los que no rayaran a gran altura como filóso-
gravita cada constelación sincrónica de fos -a excepción de Aristóteles, siem-
ideas. En otras palabras, si el fin per- pre y cuando se demuestre que el pro-
seguido por la actividad intelectual es pio Aristóteles no bebió en la fuente de
de naturaleza filosófica, el medio para las Physikún doxai de su discípulo-
alcanzarlo no puede ser sino historio- compañero Teofrasto.
gráfico. (Quizá podría decirse incluso, Cabe, por supuesto, la escapatoria
con MacIntyre, que el ejercicio de la del eclecticismo. Pero ser ecléctico no
filosofía requiere una patente que sólo es carecer de punto de vista filosófico,
Platón está autorizado a expedir, como sino combinar puntos de vista filosófi-
«inventor» del género filosófico, lo que cos diferentes, seleccionar (ése es el
haría consustancial a dicho ejercicio significado etimológico de eklégein, de
la retrospeccíón histórica; volveremos donde deriva 'ecléctico') conceptos filo-
más adelante sobre esta apreciación.) sóficos entresacados de diferentes sis-
Pero, ¿acaso hay que entender tam- temas o doctrinas para articularlos li-
bién la imbricación filosofía-historia bremente en un ejercicio personal de
en el sentido inverso, a saber, que no interpretación no circunscrito a ningu-
se puede hacer historia de las ideas sin na escuela determinada. Ejercicio, por
partir de una determinada concepción cierto, que no es lícito condenar de an-
filosófica tendencíalmente intemporal temano como no sea en aquellos casos
(en el sentido, simplemente, de buscar en que los elementos conceptuales re-
situarse, como juez que rehúsa ser par- combinados resulten incompatibles en-
te, fuera del objeto estudiado, el .cual tre sí. De hecho puede decirse que la
resulta indisociable de la temporalidad historia de la filosofía, en sus líneas
y la contingencia)? más fecundas, es un proceso, no de

ISEGORíN9 (1994) 195


NOTAS Y DISCUSIONES

creación ex novo, sino de síntesis inno- ran los significados y, por descontado.
vadora de elementos preexistentes: la las referencias.
diferencia entre el malo y el buen Los ejemplos históricos abundan.
eclecticismo radica en que este último Por citar uno muy caro a los estudio-
opera con los elementos a modo de sos del Doctor Angelícus, me referiré a
multiplicandos; aquél. en cambio, a la formulación de la famosa teoría to-
modo de simples sumandos (que no mista de la participación. Como es sa-
pocas veces, además, se convierten en bido. la definición que en dicha teoría
sustraendos). se hace del ens, el ente, es: id quod ha-
Pero. sea ello corno fuere. lo que bet esse, «aquello que tiene ser". A par-
aquí hace al caso es la idea de que no tir de dicha definición, y aplicando un
se puede explicar historia de la filoso- recurso -éste sÍ- típicamente aristo-
fía sino desde la filosofla. sea ésta una télico. a saber, la transposición de una
filosofía exclusivista o de escuela, sea estructura sintáctica en estructura on-
una filosofía híbrida, ecléctica o, como tológica, Tomás de Aquino llega a esta-
sería preferible llamarla, «epistemoló- blecer la nada aristotélica distinción
gicamente tolerante". Y ello es así por- entre esse y essentia, o existencia y
que, si tiene razón Hegel al afirmar esencia, distinción real y no meramen-
que la historia -sin adjetivos- no es te nominal ni de razón. que constituye
la narración de un idiota (y creo que la lo que luego se llamaría «diferencia
tiene, por lo que luego veremos), con ontológica», base de la analogia de pro-
más razón hay que presuponer una ló- porcionalidad por la que cada ente tie-
gica y un significado en esa parte de la ne en común con los demás el hecho
historia que quiere ser a su vez, preci- de participar (literalmente: «tomar» o
samente, la búsqueda de la lógica y el «tener parte») en el ser, ser único per
significado del todo en el que se inser- se, por más que participado, y se dife-
ta: historia de las ideas. rencia de los otros entes en el hecho
El doxógrafo puede parecer mejor de poseer una esencia propia y exclusi-
historiador que el hermeneuta por la va (si bien, en el caso de los entes ma-
simple razón de que, en general, repite teriales. el esquema se complica con
las ideas del autor comentado con las una participación de segundo grado de
mismas palabras de éste. Pero la con- los individuos. materialmente distin-
ciencia lingüística de la filosofía actual tos, en una misma esencia o forma ei-
nos impide caer en la ilusión de creer dética común a todos ellos).
que los mismos términos significan las Pues bien, todo este entramado con-
mismas cosas en contextos históricos ceptual se sustenta en un colosal ma-
diferentes (ilusión que explica. en últi- lentendido derivado de la errónea in-
mo término. el enorme esfuerzo estéril terpretación literal de la locución que
de la Escolástica medieval con su pre- ciertos comentaristas griegos de Aris-
tensión de -dicho heideggeríanamen- tóteles empleaban para designar el
te- desvelar el Ser sin considerar el concepto de existencia. En efecto. el
Tiempo). Repetir las mismas palabras, verbo griego etnai, que en el periodo
pues, no sólo no es garantía de fideli- clásico bastaba para expresar la noción
dad a las mismas ideas, sino más bien que nosotros cubrimos con el verbo
causa cierta de 10 contrario: de la ter- 'existir' (más aún: tenía ésa como acep-
giversación de las ideas. El más grave ción principal. según se puede ver en
anacronismo se da cuando, so pretexto la lógica de Aristóteles), se había des-
de mantener los significantes, se alte- gastado de tal modo en la baja anti-

196 ISEGOAiN9 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

güedad que, para expresar el sentido bajar las respectivas «cotizaciones» de


fuerte de 'ser' como existir, la koiné tar- los valores filosóficos, el enfoque doxo-
día hubo de recurrir a la perífrasis gráfico se aviene a la componenda con
échein etnai, que sólo una visión mítífí- los principales pretendientes a los
cadora de las palabras como portado- puestos de privilegio. Eclecticismo de
ras de «valores eternos» podía creer simple suma (o resta), que criticába-
correcto traducir literalmente por ha- mos antes, y que se sustenta en el pre-
bere esse (etener ser»), expresión que supuesto de que la filosofía es una «es-
en latín, a diferencia del griego origi- pecie natural», una esencia definible
nal, correspondía a una noción com- de una vez por todas iphilosophia pe-
pleja en virtud de la cual la mera facti- rennis) a cuyo paradigma ideal las di-
cidad de la existencia (esse) quedaba versas filosofías concretas se aproxi-
objetivada y elevada gratuitamente a man más o menos y, en función de su
una dignidad conceptual que nunca proximidad, merecen ocupar un rango
tuvo en la doctrina aristotélica sobre el más o menos elevado en el cuadro de
ente. honor de la historia de las ideas.
La doxografía, pues, al menos tal En ninguna de estas dos acepciones
como se ha entendido desde Díógenes parece admisible la doxografía. Haga-
Laercío, bajo la apariencia de respeto mos tan sólo la salvedad de que, aun
fiel a la regla historiográfica según la siendo aplicable esa etiqueta, en uno u
cual «de ningún agente puede afirmar- otro de los sentidos, a la práctica tota-
se definitivamente que haya dicho o he- lidad de los manuales de historia de la
cho algo que nunca se le podría hacer filosofía, ningún estudioso de ésta pue-
aceptar como descripción correcta de de renunciar a su auxilio, a sabiendas
lo que ha dicho o hecho»,' apariencia de que es una muleta, pero precisa-
sustentada en el mantenimiento formal mente por ello necesaria para paliar
de un mismo vocabulario, oculta un -no curar- la cojera inherente a
entramado de sentidos y referencias di- cualquiera que desee tener visiones de
ferentes que falsean por completo toda . conjunto siendo -como somos to-
hipotética interpretación <ditera}". dos- incapaz de profundizar en algo
Claro que, según Richard Rorty, hay más que unos cuantos hitos del dilata-
otra acepción menos cruda de 'doxo- do curso histórico que desemboca en
grafía': aquella que puede aplicarse, en nuestro presente. Con ello estamos,
general, a todos los manuales de histo- por supuesto, justificando de paso la
ria de la filosofía, y que el propio tarea de los «tibios» reformuladores de
Rorty describe como «un intento tibio textos filosóficos pretéritos que son, en
de contarnos una nueva historia del cuanto tales, los redactores de histo-
progreso intelectual describiendo todos rias generales de las ideas. No es nin-
los textos a la luz de descubrimientos gún desdoro para un especialista en
recientes»,' Rorty lo califica de intento Descartes tratar de ofrecer una pano-
«tibio» porque no afronta con suficien- rámica global de los problemas plan-
te decisión la tarea de modificar el teados y las soluciones propuestas por
«canon» o sistema vigente de valores todos aquellos a quienes considere in-
historiográficos con arreglo al cual se terlocutores reales o potenciales del
adjudican rangos relativos y honores padre del racionalismo, filósofos en
absolutos a las diversas figuras de la . definitiva. Sólo que sus lectores habre-
historia del pensamiento. En lugar de mos de tener la cautela de no admitir
forzar esos cambios que hagan subir o como obvio lo que él nos presente

18EGORí.AJ9 (1994) 197


NOTAS Y DISCUSIONES

como tal y procurar re formular por nifestaciones más extremas, repre-


nuestra cuenta -y riesgo- las formu- sentadas por el positivismo lógico y la
laciones que nos proponga. A la «tibie- filosofía analítica, situar el libro del Gé-
za» de las fórmulas con que parafrasee nesis de su biblia filosófica en los escri-
los textos alejados de su campo especí- tos de Hume, el Éxodo en Kant y, de
fico habremos de oponer, alternativa- ahí. saltar ya a un Nuevo Testamento
mente, el frío de nuestro escepticismo inaugurado por el Evangelio de Frege.)
o el calor de nuestras propias ideas o Y, sin embargo, en una cosa al me-
intuiciones sobre el asunto. nos tienen razón, siquiera formalmen-
Hecha esta salvedad consistente en te, los filósofos analíticos: en su enfo-
salvar las no por deficientes inútiles que «reformulador» de las proposicio-
historias de la filosofía al uso, hemos nes filosóficas del pasado. Es el suyo
de dar la razón a Rorty cuando dice: un tipo de actuación historiográfica
que a los ojos de un historiador «puro»
Para desembarazamos de esa idea de que puede parecer espúrea y directamente
la filosofía es una especie natural hacen fal- ahistórica. Rorty la llama, con toda
ta, por un lado, más y mejores reconstruc- propiedad, «reconstrucción racional».
ciones históricas y, por otro. más Geistes- Un ejemplo reciente entre nosotros 10
geschichte segura de si. Debemos darnos constituye el estudio sobre la evolu-
cuenta de que las cuestiones que las «con- ción de la racionalidad práctica em-
tingentes convenciones» de la época presen- prendido por Antoni Dornenech en su
te nos hacen ver como las cuestiones, son
cuestiones que pueden ser mejores que las obra De la ética a la politica» El presu-
que nuestros predecesores se plantearon, puesto de estos enfoques, que proba-
pero que no necesitan ser las mismas. No blemente violan la regla de Skinner
son cuestiones con las que cualquier ser hu- arriba citada (lo cual, en principio, no
mano pensante necesariamente se haya to- dice nada en pro ni en contra de su
pado. Debemos vemos, no corno respon- validez), podría enunciarse así:
diendo a los mismos estímulos a los que
nuestros predecesores respondieron, sino Regla de reformulacion 1 (R.refl);
como habiendo creado para nosotros mis- Dado un conjunto D de enuncia-
mos estímulos nuevos y más interesantes. dos considerados mutuamente com-
Debiéramos justificarnos afirmando que
formulamos mejores cuestiones, no afir- patibles por su autor, es posible for-
mando que damos mejores respuestas a las mular otro conjunto D' de enuncia-
«cuestiones profundas y fundamentales» dos que, conservando idéntica refe-
permanentes a las que nuestros antepasa- rencia x que los primeros, exhiba ya
dos respondieron mal.s en su misma forma lógica dicha
compatibilidad, o bien admita un
Sólo una cautela que añadir: nada reordenamíento por el que unos
garantiza que nuestros planteamientos, enunciados sean deducibles de otros
siendo en efecto distintos de los de fi- o de axiomas comunes no explicita-
losofías anteriores. sean necesariamen- dos en D, o bien muestre contradic-
te mejores. como parece presuponer ciones que hagan unos enunciados
Rorty dejándose llevar, quizá, por su a incompatibles con otros, refutando
duras penas reprimida querencia analí- por tanto aD.
tica. (Sabido es que la tradición filosó-
fica anglosajona, con la prepotencia' El punto débil de esta regla es, por
que la caracteriza -revestida, eso sí, de supuesto, x, la referencia presuntamen-
irónica modestia- quisiera, en sus ma- te idéntica a ambos discursos, para

198 ISEGOAfN9(1994)
NOTASY DISCUSIONES

cuya determinación carecemos de cri- a continuación; pero quizá lo que Pla-


terios no intuitivos. Un planteamiento tón se negaría a aceptar como idea
más cauto formularía esta regla casi al suya (Skínner) le llegara a halagar
revés: como idea nuestra sobre él, con lo que
<muestro» Platón podría contar con la
Regla de reformulación 2 (R.ref.2J: aquiescencia del Platón real aun sin
Supuesta una referencia x para identificarse con éste. Y, en último tér-
un conjunto D de enunciados, siem- mino, «nuestro» Platón nos ayudaría a
pre será posible elaborar un conjun- pensar a nosotros, cuya fidelidad a no-
to D' tal que, si denota con mayor sotros mismos es un valor superior a
univocidad que D la supuesta refe- cualquier fidelidad histórica.
rencia x y exhibe una forma tal que Si R.ref2 parece un criterio idóneo
permita apreciar un grado igual o para hacer historia de la filosofía vol-
mayor de consistencia entre los enun- cada al presente, no menos clara pare-
ciados individuales o, por el contra- ce la validez de un procedimiento
rio, revelar cualquier posible con- como el que ahora describiremos para
tradicción entre ellos, podamos con- hacer historia de la filosofía volcada al
cluir que D' es una refonnulación pasado. Me refiero a lo que Rorty lla-
adecuada de D en el sentido de que ma «reconstrucción histórica», y que
confirma o invalida x como su refe- consiste, no en la búsqueda de un nue-
rencia. vo lenguaje adaptado a nuestro contex-
to, como prescriben Rrefl y R ref. 2,
De momento quede registrado así sino en la búsqueda exhaustiva del
nuestro juicio positivo sobre la legiti- contexto al que se adapta el lenguaje
midad de lo que, en lenguaje más tra- original. Podríamos formularlo tam-
dicional, deberíamos llamar actualiza- bién en forma de regla, ésta sí compa-
ción del pensamiento de otras épocas, tible con la ya mencionada regla de
y que, como hemos dejado sentado en Skinner:
Rref.2, debe aceptar siempre un mar-
gen de indeterminación respecto a la Regla de contextualización (Rcon.):
referencia de los enunciados «actuali- Dado un conjunto D de enuncia-
zados», una duda razonable sobre si dos, trataremos de hallar una refe-
con el nuevo lenguaje sobre un tema rencia x tal que haga compatible
platónico, por ejemplo, estaremos real- el sentido S de D con los sentidos
mente hablando de lo mismo que Pla- S¡...S" de los conjuntos de enun-
tón. Sí no es así, podremos sin embar- ciados D¡...D", cuyas referencias
go, como filósofos, encogemos de respectivas, X¡ ...X", son ya cono-
hombros y consolarnos diciendo aque- cidas.
llo de que «se non e vera, e ben trova-
to»: si la referencia atribuida al discur- Mientras que en el enfoque presidi-
so reformulado no es la que realmente do por R,1"e{J y R.ref2 dábamos por
era, por 10 menos habremos arrojado supuesta una referencia para el discur-
luz sobre una referencia interesante so objeto y tratábamos, según el caso,
para nosotros y que, precisamente por de conservarla o confirmarla a través
resultamos interesante, hemos creído de otro discurso cuyo sentido se adap-
descubrir en un texto del pasado. tara a nuestro propio contexto, en el
Como historiadores no podremos per- nuevo enfoque historicista es precisa-
mitimos tanta licencia, según veremos mente esa referencia fontal la que bus-

ISEGORiAl9 (1994) 199


NOTAS Y DISCUSIONES

camas, la que constituye propiamente contextualízador exhiben tan diferen-


una x, una incógnita. En contraparti- tes méritos cuando se los pasa por un
da, el ejercicio de actualización renun- mismo rasero epistemológico. Pero
cia a penetrar en el sentído propio del ello, lejos de ser un óbice, es un acica-
discurso objeto, mientras que el ejerci- te para verlos como herramientas com-
cio historiográfico torna ese sentido plementarias, igualmente indispensa-
como punto de partida y renuncia, en bles en manos de un historiador de la
cambio, a dotar de nuevo sentido, me- filosofía. Porque ni un historiador pue-
diante un discurso actual, a la referen- de resignarse a ignorar el sentido de
cia investigada. Y así como R.ref2 un discurso del pasado y a dar por su-
aceptaba un margen de indetermina- puestas sin contrastación sus referen-
ción en x pese a asignarle un valor cias, ni un filósofo puede avenirse a re-
dado hipotético (R.refl, que no lo petir discursos cuyo sentido es irrele-
acepta porque considera categórico el vante para dar cuenta de las referen-
valor dado a x, sólo puede ser válida cias que motivan su reflexión actual.
en casos en que D tenga una referencia
objetiva perfectamente contrastada, Filosofía en la historia,
cosa altamente improbable en textos historia en la filosofía
filosóficos), Ricon. admite un cierto
grado de indeterminación en S pese a El historiador de la filosofía que no
asignarle un valor dado hipotético. quiera contrariar a ninguna de sus dos
La diferencia entre uno y otro tipo «naturalezas» deberá, pues, aplicar al-
de indeterminación estriba en que el ternativamente las dos reglas mencio-
sentido, por definición (y corno ya He- nadas. Ello le coloca sin duda, como
gel, antes que Frege, afirma, por ejem- «trabajador intelectual», en desventaja
plo, en la primera página de su Intro- respecto de investigadores más unilate-
ducción de 1823 a la Historia de la Fi- rales, como el simple historiador y el
losofía), se agota por entero en la rela- «simple» filósofo (las comillas son ne-
ción de un discurso o fragmento dis- cesarias en este caso porque, como ve-
cursivo con el todo o universo al que remos, un filósofo no puede ser verda-
pertenece, en tanto que la referencia es deramente simple sin ser también sim-
el absoluto factual, inaprensible cierta- plista, atributo que supone una contra-
mente fuera de todo entramado rela- dictio in adjecto). La desventaja estriba
cional, pero irreductible en si a su en que aquél tiene que realizar dos tra-
mera posición en dicho entramado, bajos donde éstos sólo han de habérse-
como sostén último que es de esa las con uno: el doble cargo implica
misma estructura, al modo como la una doble carga.
materia, la hyle aristotélica, sustenta No es que el historiador, por mucho
las configuraciones eidéticas que la in- que se ciña estrictamente a su labor de
forman y que, en definitiva, la mani- contextualización del pasado y de bús-
fiestan. queda de las referencias pretéritas
Por esa asimetría (que motiva, en úl- ocultas a partir de las manifiestas, pue-
timo término, que en el enunciado de da librarse totalmente de los condicio-
nuestras reglas metodológicas designe- namientos del presente: los conoci-
mos la referencia con un símbolo de mientos y las ideas vigentes en cada
variable independiente, a diferencia de. momento determinan qué es lo que apa-
lo que hacemos con el sentido) es por rece como manifiesto y qué lo que se
lo que el enfoque reformulador y el adivina oculto y, a la vez, digno de ser

200 ISEGORfAl9 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

investigado allá en el pretérito. Pero el filosofema prét el penser, de quienes no


historiador se limita a adoptar el enfo- cabe tanto criticar su falta de profesio-
que que se desprende de esas ideas y nalismo como su exceso de éste). Ese
conocimientos adquiridos sin interro- prurito crítícísta, definitorio del filóso-
garse sobre su fundamento. fo frente a otros productores de ideas,
No es tampoco que el filósofo sin impide prescribir a la historiografía fi-
más pueda tratar de dar forma racio- losófica una suerte de regla de reglas
nal a sus preocupaciones sin servirse, que consista en imponer a éstas una
en todo o en parte, de esta o aquella ordenación del tipo:
forma racional ya acuñada en el pasa-
do para dar curso intersubjetivo a Si Ricon. (D). entonces y sólo entonces
Rref.(D)
preocupaciones análogas (aunque mm-
ca idénticas), porque el carácter secun- ¿ Quiere eso decir que hay que inver-
dario, indirecto, de las «referencias» tir el orden y subordinar la regla de
del discurso filosófico las hace intrín- contextualización a la regla de refor-
secamente dependientes (cuando no mulación. tratando previamente de dar
directamente derivadas) del sentido de sentido actual al discurso cuya referen-
discursos anteriores. lo que hace del fi- cia nos parece afín a nuestros intere-
losófico un discurso esencialmente re- ses. para tratar luego de confirmar °
currente. Pero el filósofo sin más se descartar esa afinidad? Si lo hacemos
desentiende de la adecuación o inade- así, perderemos fácilmente de vista la
cuación de esas formas racionales urdimbre histórica real, pues iremos
«prestadas» respecto a las preocupa- saltando de aquí para allá en el tiem-
ciones pasadas que las originaron. po, seducidos por las apariencias de
El historiador de la filosofía debe, afinidad referencial que nos ofrezcan
pues -Würde mit Bürde-:-, hacer ese tales o cuales discursos del pasado, sin
doble trabajo, seguir las dos reglas conexión directa entre sí.
arriba enunciadas. ¿En un orden deter- ¿Nos hallamos, pues, como Ulíses,
minado? ante una Escila y Caribdis epistemoló-
El buen juicio parece aconsejar que, gica? Sí. Y ésa es la causa de que en
antes de aplicar Rref.l o Rn~f.2. empe- los anales de la navegación histórico-
cemos tratando de determinar con cer- filosófica se cuenten por bastante más
teza el valor de x, la referencia del dis- que docenas los naufragios. Más aún:
curso filosófico estudiado, cosa que quizá haya que decir que la historia de
sólo lograremos aplicando Rxxm. esa navegación es la historia de un
Ahora bien, ¿qué es lo que determi- naufragio, como en último término
na, como en el caso del simple histo- viene a decirnos Rorty,
riador, la elección de tal o cual x como Pero, si es así. habrá que concluir
incógnita cuyo despeje resulte inte- que se trata de un naufragio necesario
resante? Los conocimientos, ideas y y que el arte de navegar por esas
«prejuicios» adquiridos. vigentes en aguas es el arte de naufragar. No nau-
cada momento en la mente del histo- fragan, por supuesto, quienes desisten
riador de la filosofía. Pero éste. a dife- de la travesía y se quedan firmemente
rencia del historiador no doblado de fi- anclados en uno u otro puerto, como
lósofo, tiene como divisa resistirse a puros historiadores o como filósofos
aceptar y aplicar ciegamente esquemas «síncronícistas» (y la mayor parte de
preconcebidos (por más que hoy abun- . las escuelas contemporáneas, empe-
de tanto el intrusismo de los adictos al zando por el neopositivismo y la filo-

18EGORíN9 (1994) 201


NOTAS Y DISCUSIONES

soffa analítica, siguiendo con el es- desencadenante de nuestros intentos


tructuralismo y acabando en el textua- de solución presentes.
lismo desconstruccionista, propenden Precisamente porque la filosofía de
a la más estricta -y estrecha- sin- hoy contiene, reducida a cuadro sin-
cronía). crónico, una historia de respuestas in-
Los que acepten, en cambio, esa vi- satisfactorias que han provocado y
sión trágica del pensamiento que pro- prestado sus términos a la pregunta de
pugna Eugenio Trías y se aventuren hoy, por eso precisamente la historia
rumbo al seguro naufragio podrán contiene entre sus desarrollos también
consolarse con la idea romántico-hege- un desarrollo filosófico, un flujo dia-
liana (también schilleriana) de la supe- crónico de preguntas. Y viceversa. Cir-
ración (Aufhebung), tan mal compren- cularidad aparente que oculta, a los
dida por los sincronicístas de todos los ojos miopes del síncronícísta, un avan-
tiempos. Esa paradójica síntesis de su- ce real en el que nunca se regresa al
presión-conservación que define a la punto de partida: vamos constante-
Aufhebung se zafa de las cadenas del mente de Escila a Caribdis y a la inver-
irrefutable principio de no contradic- sa, pero avanzamos porque Escila y
ción por la dimensión extralógica de la Caribdis no son meras ideas persis-
temporalidad, abstracción cuyo corre- tentes en la abstracción, sino manifes-
lato concreto es precisamente la histo- taciones concretas de una realidad que
ricidad (quizá habría que decir incluso materialmente no es nunca la misma.
que, justamente porque la ley objeti- Esta conciencia de la condición del
va que expresamos con el principio de filósofo historiador encuentra cumpli-
no contradicción impide que un mis- da expresión en Hegel, para quien la
mo sujeto reciba y no reciba un mismo filosofía es el producto del pensamien-
atributo al mismo tiempo, por eso mis- to que trata de producirse a sf mismo;
mo los sujetos existen en el tiempo: autoproduccíón que es en realidad un
para poder desplegar a lo largo de él Entdeckungsreise, un «viaje de explora-
todo su significado; significado que, ción que el pensamiento emprende
como señala Wittgenstein, adquiere su para descubrirse a sí mismo»."
plenitud en la contradicción y se redu- Si a esa exposición le rebajamos el
ce a nada en la tautología). optimismo idealista que la lleva a exa-
El historiador de la filosofía, por gerar el aspecto autocreatívo del pen-
consiguiente, naufraga porque es im- samiento, tendremos una pintura bas-
posible recuperar en un discurso con tante aproximada del diacronísmo in-
sentido actual la realidad en cuanto ternamente generado que es predso
enunciada por otro discurso cuyo sen- reconocer en· la reflexión filosófica.
tido ha dejado -supresión- de ser ac- Hegel, por supuesto, no habla de «nau-
tual ('actual' = 'contextualízable en el fragio»; pero admite que ese viaje de
universo discursivo vigente'). Pero no exploración es «milenario» (lo que es
puede dejar de navegar hacia el nau- tanto como admitir que ninguno de los
fragio porque, en cuanto filósofo histo- barcos fletados hasta ahora por el pen-
riador, reconoce que ningún discurso samiento -los sucesivos filósofos indi-
actual tiene sentido si se corta el cor- viduales- ha arribado nunca a puer-
dón umbilical (la «sagrada cadena», di- to). Por otro lado, tampoco la del nau-
ría Herder) que lo une -conseroa- fragio es una metáfora que pueda to-
ción- a los discursos del pasado,. cuya marse al pie de la letra o en sentido
problematicidad irresuelta es justo el absoluto: mientras subsista la especie

202 ISEGORíAl9 (1994)


NOTAS Y DISCUSIONES

humana y no se precipite en la barba- var la conciencia de éstas perdería por


rie ínsensíbílízadora (distinta, por cier- un extremo lo que ganara por el otro
to, de la recaída en el salvajismo pri- (y éste no es un postulado idealista,
mitivo, como señala agudamente Schi- sino todo lo contrario: la pura idea es-
Iler), en los sucesivos naufragios que- taría, como tal, siempre presente a
dará siempre un superviviente: la vo- sí misma, mientras que la necesidad
luntad, contra viento y marea, de se- de actualizarse es propia de un pen-
guir filosofando. samiento que tiende a perderse cons-
Hegel expresa también de otra ma- tantemente en la materia de la que
nera esa tarea inacabable (no porque aflora).
haya, como Sísifo, que volver conti- Modelo, pues, que integra la refor-
nuamente a subir la misma montaña, mulación y la contextualización en un
sino porque a cada momento se descu- movimiento alternativo de la una a la
bre que la montaña es más alta de lo otra en el que la una y la otra van col-
que parecía): dice, en efecto, que, así mando sus vacíos respectivos a la vez
como la religión afirma una verdad que abren nuevos vacíos de un orden
inconmovible y consagrada de una superior. Singladuras siempre nuevas y
vez por todas, y las ciencias particula- nunca definitivas que, desde la exigen-
res acumulan sucesivos conocimientos cia de saber absoluto al que la filosofía
que, salvo en contadas ocasiones (10 -ilusoria pero no ilegítimamente-- as-
que hoy llamaríamos «revoluciones pira, no pueden por menos de conside-
científicas»), no suponen una altera- rarse naufragios reiterados pero nunca
ción o modificación de los ya adquiri- definitivos.
dos, sino la simple adición o incorpo- Pero si la filosofía no puede separar-
ración de los nuevos a los viejos, la fi- se de su historia es, en último término,
losofía, en cambio, es «el espectáculo porque no puede separarse de la histo-
de unas alteraciones constantes dentro ria. Nada hay en la historia que la filo-
del todo». En efecto, el esptritu, cuya sofía deba considerar ajeno. El ápice
historia constituye la filosofía, es ac- de intemporalidad que caracteriza al
ción; y la acción se ejerce, sobre la ma- filosofar como búsqueda de una ver-
teria que es su objeto, no mediante dad que no por histórica puede nunca
simples aumentos o reducciones cuan- dejar de ser verdad en su lugar y tiem-
titativos, sino mediante transformacío- po es justamente lo que le permite
nes cualitativas. B penetrar en cualquier época y circuns-
Esa constante creación de sentidos tancia.
nuevos, motivada, paradójicamente, por Tiene, pues, razón Alain Badíou
el intento de comprender el sentido de cuando dice (Manifeste pour la philo-
lo ya creado con anterioridad, es lo sophie, París, Seuil, 1989) que la filoso-
que Rorty llama, rindiendo el mereci- fía requiere unas condiciones mínimas
do tributo a Hegel, Geistesgeschichte, que no siempre se han dado ni tienen
«historia del espíritu». Y ése es el mo- por qué seguir dándose en el futuro:
delo historiográfico que la filosofía re- no todo lo que está en la historia es
clama para sí. Modelo cuya referencia filosofía. Pero, en cambio, no tiene ra-
es el pensamiento de la realidad en el zón cuando dice, con otras palabras,
acto de crearse a sí mismo al recrear a que no todo 10 que es historia puede
ésta; acto que, para consumarse, ha de estar en la filosofía.
recrear en cada nueva fase todas sus Por supuesto, al sostener esto se vie-
creaciones anteriores, porque sin reno- ne a suscribir, como ya se anunció, el

18EGOAíN9 (1994) 203


NOTAS V DISCUSIONES

lema hegeliano: «todo lo real es racio- una realidad natural que se diluye en
nal», Sólo al confundir esta pura afir- el tiempo y de una conciencia que sólo
mación de hecho con un juicio de va- escapa a esa disolución creando para
lor (stodo lo que es, es como debe sf .artíficios intemporales que son, por
sen», o al convertir el predicado 'racio- ello mismo, modelos desnaturalizados
nal' de categórico en apodíctico (etodo de aquella realidad.
lo que es, tenía necesariamente que ser La racionalidad de lo real es el pre-
así»), ha podido verse en ese lema un supuesto básico de toda filosofía, su
exceso idealista. Si todo lo real no fue- condición de posibilidad (tanto si la fi-
ra pensable y explicable (adjetivo, este losofía de que se trate en cada caso lo
último, no sinónimo de 'justificable'), reconoce como si no). Las constriccio-
nadie podría sostener siquiera que tal nes recién mencionadas son, a su vez,
o cual cosa es irracional, distinguién- la causa de su historicidad como filo-
dola así, siquiera Implícitamente, de sofías. Los excesos logicístas y finalis-
otras que no lo son. En efecto, esa dis- tas de la interpretación de aquel lema
tinción presupone una relación; ahora por Hegel no constituyen base alguna
bien, la racionalidad es, por definición, para su refutación, de la misma mane-
sinónimo de relacianabilidad o con- ra que la falsación de la teoría aristoté-
mensurabilidad. Así, de la raíz cuadra- lica de los lugares naturales no refuta
da de 2 se dice que es «irracional» no la caída de los cuerpos. El lema es vá-
en sentido absoluto sino, etimológi- lido y la filosofía, por tanto, posible, a
camente, porque expresa el valor de condición, simplemente, de reconocer
la diagonal de un cuadrado a cuyo la materialidad y la temporalidad, no
lado se ha asignado el valor 1, y am- como dimensiones extrarracíonales,
bas magnitudes resultan inconmensu- sino como los «contornos» propios de
rables, es decir, no mensurables con el la racionalidad, como los límites inma-
mismo patrón de medida por el cual nentes necesarios para su constitución
consideramos a una de ellas como uni- como racionalidad de algo. Esos lími-
dad; pero, por supuesto, tanto la dia- tes impiden que la razón le imponga
gonal como el lado son perfectamente una finalidad a la historia. Pero su in-
mensurables cada uno con arreglo a manencia impide asimismo que la his-
una u otra escala y perfectamente toria le imponga un final a la filosofía.
conjugables, pensables conjuntamente Como dice Badíou, «concederíamos
dentro de una relación geométrica pre- una inmerecida victoria a Hitler y a
cisa. La irracionalidad se manifiesta, sus esbirros si así, por las buenas, los
pues, como imposibilidad de relacio- declaráramos capaces de haber íntro-
nar entre sí determinadas realidades ducído lo impensable en el pensamien-
con arreglo a determinados patrones, to, de haber logrado el cese de su ejer-
nunca como imposibilidad de estable- cicio estructurado»,"
cer tipo alguno de relación.
De modo que ni siquiera lo que he- Conclusión: idea, realidad y praxis
mos llamado metafóricamente «nau-
fragío» histórico-filosófico es un ab- Como vimos más arriba, la filosofía es
surdo inexplicable, carente de senti- para Hegel el (sub)producto resultante
do, irracional en suma. Es, en Cam- de la autoproduccíén del pensamiento.
bio, el resultado necesario y perfecta- . De forma menos paradójica e inmo-
mente anticipable de unas determina- desta lo expresa Antonio Gramsci al
das constricciones: constricciones de decir que las ideas no son reflejos in-

204 16EGORíN9 (1994)


NOTASY DISCUSIONES

mediatos de la realidad, sino que están cepticísmo nominalista. La reducción


mediadas por la práctica; que no son de los conceptos a estructuras lingüís-
tanto representaciones del ser como ticas es legítima si y sólo si, como
autopresentaciones del hacer. Tarski y Davidson, reconocemos en el
Este enfoque epistemológico no teo- fondo de todo sentido una referencia.
retícísta, que hace pasar el vínculo en- Ahora bien, esta última deja de resul-
tre el cerebro y los objetos a través de tamos inasible y paradójicamente ex-
la mano, es también el de Charles Tay- tralingüística como la kantiana «cosa
lor, y en él justifica la necesidad que la en sí» sólo cuando la situamos, no en
filosofía tiene de la historia: el mundo de las cosas, sino en el mun-
do de los actos, del que también forma
Así, para entendernos a nosotros mismos parte el lenguaje.
en el presente nos vemos llevados al pasado Este enfoque, que en lo esencial
en busca de las afirmaciones paradigmáti-
cas de nuestras explícitaciones formativas. ---como pone de manifiesto Charles
Nos vemos forzados a retroceder hasta el Taylor- es un ejercicio critico con las
descubrimiento pleno de aquello en 10 que ideas recibidas, reconoce no obstante,
hemos estado. o en lo que nuestras prácti- con Epícuro, la necesidad para toda fi-
cas fueron forjadas, [...] esta necesidad pue- losofía de un momento dogmático o de
de surgir como resultado de un cambio o autoafírmacíón, pues es imposible cri-
de un desarrollo. Pero también puede surgir ticar sin creer, al menos, en la propia
en razón del modo en que las explicitado-
crítica. Pero es a la vez un enfoque con
nes pueden distorsionar u ocultar en parte
lo que está implícito en las prácticas," la suficiente dosis de tolerancia (deri-
vada del reconocimiento de que ningu-
Éste es también, en definitiva, el en- na idea carece por completo de senti-
foque que aquí se defiende. Enfoque do, pues todas proceden en último tér-
que ve las ideas más como produc- mino de alguna experiencia práctica
tos que como reflejos, verum [actum. real) como para entreverar las propias
(Vico). Enfoque que sólo justifica el re- afirmaciones con repliegues de sano
conocimiento a Platón de los derechos escepticismo, fundamento último de
de patente sobre la filosofía en la me- una «República de las Ideas» democrá-
dida en que Plat6n fue el primero en tica y pluralísta.
derivar una teoría sobre el mundo y el El estudioso de la filosofía que se
hombre a partir de una experiencia y deje persuadir por este planteamiento
un proyecto de organización social. El de su historia, aun siendo consciente
primero en subordinar toda idea uni- de que es imposible conocer el pasado
versal abstracta a la idea universal en cuanto tal, encontrará en su com-
concreta de fin práctico: la idea de prensión de las ideas del presente, no
Bien. s610 toda la densidad acumulada en
Ver el pensar como producción ínte- ellas por las ideas producidas en el
ríorízada permite superar la antinomia pretérito. sino todo el espacio de posi-
lenguaje-pensamiento que, mal resuel- bilidades que esas ideas abrieron y que
ta a favor del primero, ha acabado ge- hoy está sin ocupar, envolviendo nues-
nerando ese formidable equívoco que tra práctica real como el vacío envuel-
llamamos textualismo o desconstruc- ve los cuerpos y determinando, en toda
cionísmo y que constituye la -por su relatividad. la posición que hoy ocu-
hoy- postrera forma conocida de es- pa nuestro pensamiento.

ISEGORíAl9 (1994) 205


NOTAS Y DISCUsrONES

NOTAS

1. Alasdaír Maclntyre••La relación de la filoso- 5. tu«, p. 85.


fía con su pasado», en R. Rorty et al., La frlasofÚl eIt 6. Barcelona, Crítica, 1989.
la historia, Barcelona, Paidós Ibérica, 1990, p. 49. 7. Op. cit., p. 2.
2. Problemas y métodos de la investigación en his- 8. Introducción de 1816 a la Historia de la Filo-
toria de la filosofía, Tucumán, 1949, pp. 28 Y ss, sofía, pp. 17 Y 14 de la ed. de J. Hoffrneister,
3. Q. Skínner, «Meaning and understanding in Hamburgo, F. Meíner, 1966.
the hístory of ideas», History and Theory; 8 9. Op. cu., p. 11.
(1969), 3·53. 10. C. Taylor, .La filosofía y su historia", en R.
4. .La historiografía de la ñlosoña-, en R. Rorty et al., op. cit., p. 41.
Rorty et al., op. cu., p. 84.

206 rSEGOR1N9 (1994)

También podría gustarte