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Para describir las infancias que aparecen en el cuento “Frankenstein o el mito de la educación

como fabricación” Philippe Meirieu comenzaremos citando “el hombre no es su propio


origen”(Meirieu, P. (s.f). p.10) sino que este está condicionado por el mundo ya existente, con
sus normas, valores, una lenguaje costumbres, etc. y entonces esto nos lleva a introducirnos,
integrarnos en él “La integración en la domus siempre es una empresa de domesticación, una
cuestión de horarios que respetar y de costumbres que adoptar, de códigos que adquirir y de
obligaciones a las cuales hay que someterse”. (Meirieu, P. (s.f). p.10). Esto nos lleva a pensar
que el niño llega al mundo y debe integrarse a un mundo ya existente, se debe “domesticar”
con sus costumbres y normas, y además con sus semejantes. “el niño debe aprender todo lo
que le permitirá vivir con sus semejantes” (Meirieu, P. (s.f). p.10) además de interpretar su
entorno con ayuda, con el “sostén” de los adultos “El niño necesita, pues, ser acogido;
necesita que los adultos lo ayuden a estabilizar progresivamente las capacidades mentales que
le permitirán vivir en el mundo, adaptarse a las dificultades que encontrará y a construir por sí
mismo sus saberes.”(Meirieu, P. (s.f). p.11)

Por otra parte sostiene “Todo hombre viene al mundo desprovisto de todo y, por ello, todo
hombre debe ser educado” (Meirieu, P. (s.f). p.11) donde la educación es una herramienta
para que niño/a se inserte en el entorno “educar no es solamente desarrollar una inteligencia
formal, capaz de afrontar dificultades de orden matemático. Educar también es desarrollar una
inteligencia histórica capaz de saber en qué herencias culturales nos inscribimos” (Meirieu, P.
(s.f). p.12).

Meirieu afirma de que el/la niño/a ah sido “hecho” y esto nos lleva a pensar en la educación
como “fabricación”, donde el educador busca de hacer al otro, o inculcarle sus propias
convicciones y que todos/todas pueden ser educados postulando al “El educador moderno
quiere hacer del hombre una obra, su obra”( Meirieu, P. (s.f).p.16) donde ademas“Es capaz de
identificar las situaciones que permiten “hacer a un hombre”. Es incluso capaz de llegar a
realizar sus propias predicciones a través de la fuerza de su mirada, a través de la atracción
intrínseca de sus propias convicciones.” (Meirieu, P. (s.f). p.17)

Así mismo compara la educación moderna, precisamente el educador morderno con el mito
griego de Pigmalión, donde el “un escultor taciturno, (…)dedicando toda su energía a la
confección de una estatua de mármol que representa a una mujer tan bella “que no podía
haber recibido su belleza de la naturaleza” (Meirieu, P. (s.f). p.17). Tiene el deseo de darle vida
y casarse con ella. “Un hombre dedica toda su energía, toda su inteligencia a “hacer” una
mujer, una mujer que es verdaderamente su obra y que es tan lograda que quiere darle vida”.
(Meirieu, P. (s.f). p.17) de esta misma forma sostiene que el educador moderno quiere hacer lo
mismo con sus alumnos/as que cumplan sus expectativas, que le ha dedicado toda su
inteligencia en “hacer” en construir. Meirieu afirma “un proyecto fundador, una intención
primaria de hacer del otro la propia obra, una obra viva que remita a su creador la imagen de
una perfección soñada con la cual pueda mantener una relación amorosa en la que estuviera
borrada toda alteridad, y que se lleve a cabo en una total transparencia. Amar la propia obra
es amarse a sí mismo” (Meirieu, P. (s.f). p.18).

Luego postula otros ejemplos como el del cuento de “Pinocho” donde plantea que los/as
niños/as suelen actuar como “marionetas” cumpliendo las expectativas de los adultos, pero
llega un momento que se “vuelve yo” plantea su voluntad, un/a niño/a plantado/a “Ya no está
encerrado en la oscilación infernal del buen alumno estudioso que complace a todo el mundo
exhibiendo los resultados que se esperan de él y del mal alumno profesional cuyas insolencias
no son una sorpresa para nadie. Sale de las imágenes, de lo ya visto, de lo previsible, de lo
esperado por todos y en todas partes: se atreve a hacer un gesto que viene de otro lado, es
decir, en el fondo, de él mismo... un gesto que no está dictado por los otros, un gesto que
nunca ha hecho todavía y que no sabe hacer, pero que es necesario que haga para aprender
precisamente a hacerlo... En pocas palabras, un gesto en el que “se vuelve yo”. (Meirieu, P.
(s.f). p.22). y otros ejemplos como “amo y esclavo” para explicar la educación como fabricación
no es determinante, el/la niño/a adquiere sus propios objetivos, caminos, tiene capacidad de
pensar por si solo/a. entonces “¿Se puede “formar” sin “fabricar” un ser que se nos parezca,
que nos deba todo y que, respecto de nosotros, no esté obligado a nada? (…) ¿podemos
renunciar a “hacer al otro” sin por ello renunciar a educarlo? (Meirieu, P. (s.f). p.29)

Por ultimo plantea como ejemplo el caso de Frankenstein

“ese cuerpo “es” Frankenstein porque el doctor puso en él, a la vez, todo su saber, toda su
energía, toda su voluntad: así lo quiso”. Comparándolo con el/la niño/a, los
educadores/adultos colocan toda su voluntad en hacer a los educandos/hijos/as, como
quieren, con sus expectativas, su modo de pensar, imitadores, como queriendo “fabricar un
objeto en el mundo” pero “no soportan que el otro se les escape y quiera dominar totalmente
su “fabricación” (Meirieu, P. (s.f). p.34).

Pero en el momento (Meirieu, P. (s.f). p.29)

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