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Es difícil rastrear el concepto de Fe en las culturas del ámbito no cristiano y más aún
fuera del terreno no teísta. En el antiguo testamento el vocablo no es muy usado
como tal, siendo la idea más que la palabra lo que se evoca de diversas maneras.
En el nuevo testamento ocupa un lugar prominente siendo la fe en Cristo el eje de
su doctrina.
El término tiene sus orígenes en el latín fides y entre sus acepciones más amplias, es
el conjunto de creencias de un grupo humano o de una religión. Básicamente
significa creer o tener confianza en alguien o algo. En el contexto del Cristianismo es
una revelación dada por Dios. La Fe es la primera de las virtudes teologales y
constituye el único medio de salvación, la única posibilidad de trascendencia a la
muerte y acceso la vida eterna. La Fe en el Judaísmo es un acto racional
alcanzable sólo mediante el estudio profundo y prolongado de las escrituras,
diferente del dogma irracional que exige absoluta sumisión; y en el Islam
encontramos el término “Imán”, que refiere a una especie de estado de gracia
(felicidad) adquirido mediante la profesión de fe, oración, limosna, ayuno y
peregrinación. La Fe hace al Islam penetrar, de manera profunda y constructiva, en
todos los aspectos de la vida. De acuerdo con el Islam, la Fe auténtica ejerce un
efecto decisivo en la suerte espiritual y material del hombre y, también, en su
comportamiento personal y social, además de su conducta política y su actividad
financiera.
La teología que, por su origen etimológico, debería cubrir todo estudio sobre lo
divino, ha seguido en occidente una tendencia progresiva a circunscribirse
exclusivamente al contexto del Cristianismo, asumiendo inclusive el estudio de las
otras religiones desde la perspectiva cristiana. Sin embargo, la teología misma, en el
mundo Cristiano, ha experimentado procesos de cambio tanto en el razonamiento
de sus concepciones fundamentales y su materialidad simbólica, como en sus
alcances a corrientes que tradicionalmente eran desterradas del ámbito religioso
institucionalizado, tendiendo cada vez más hacia la abstracción y la subjetividad
individual. Es así como surgen algunas de las tendencias actuales de las diferentes
teologías contemporáneas21, que siguiendo la línea de las iglesias reformadas y las
demandas de movimientos, que de manera integral conllevan las luchas étnicas y
regionales (Asia, Africa y América Latina), han dinamizado el concepto de Fe,
como lo ha hecho particularmente la problemática de la liberación de la mujer,
que aportando no solamente contenidos sino métodos al estudio, propone formas
nuevas que desafían a la misma institucionalidad eclesiástica patriarcal22.