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A mi madre

Te fuiste de mi lado.
En silencio fue tu partida.
Mi corazón se ha desangrado
por tan súbita despedida.

Tu espíritu luchador
a la vida se aferraba.
Más Dios, desesperado,
a su lado te llamaba.

En ángel te has convertido.


Velando por nosotros estás.
Aguardando que se cumpla la cita
de reunirnos en la eternidad.

Sin embargo, me parece tan lejos...


Quisiera ahora poderte abrazar.
Te busco, te llamo. No te encuentro.
Dime... ¿Cómo me he de consolar?

Tu amor incalculable
mis faltas por alto pasó.
Porque el querer de una madre,
ese, no tiene comparación.

Sé que en el cielo habitas.


Al lado de Dios has de estar.
Aguardaré paciente el día
en que nos volvamos a encontrar.

Entonces será para siempre.


Nada ni nadie nos podrá separar.
No temeré cuando llegue mi momento
pues tu presencia me confortará.

Me esforzaré por ganar el cielo


para no perderte nunca más.
Mientras tanto, guía mis pasos.
Ilumina mi senda, enséñame el camino.

Que tu presencia me rodee siempre


Todos los días de mi vida
Que tu amor ilumine mi camino
hasta que se cumpla mi destino.
QUISIERA REGALARTE UNA SONRISA

Quisiera regalarte una sonrisa


que colme de luz tu corazón,
regalarte un abrazo intenso
y con él, todo mi amor.

Que me mires a los ojos


y que en ellos también te mires tú;
Mas ahora añoro esos momentos
Porque ya no estás tú.

Ahora tan lejos están aquellos días


en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías

¡Con qué grato embeleso recogías


la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetías!

Hoy que de la vejez en el quebranto,


mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,

Al recordar tu celestial cariño,


de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en ti, me siento niño

Un golpe di con temblorosa mano


sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respondió... Llamé en vano
porque ¡mi madre ya no existe! mi

Volví a llamar, y del imperio frío


se alzó una voz que dijo: ¡Si existe!
Las madres, nunca mueren... Hijo mío
desde la tumba te vigilo triste...

¡Las madres, nunca mueren!


Si dejan la envoltura terrenal,
suben a Dios, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!
VERSOS PARA MI MADRE

"Mi madre es un poema


de blanca cabellera,
que tiene a flor de labios
un gesto de perdón.

Cuando tras larga ausencia regreso


ella me espera,
me abraza como a un niño,
me besa con pasión.

Mi madre es pequeñita
igual que una violeta,
lo dulce está en su alma,
el llanto en el adiós.

Es dueña de mis sueños,


aunque no soy poeta,
los versos a mi madre
me los inspira Dios.

Radiante de alegría
al lado de sus hijos
cuidando sus nietitos
que santa que es mi madre,
Bendícela, si, bendícela Señor.

Mi madre es una rosa


de pétalos ajados
que guarda su perfume
muy junto al corazón.

Mi madre es como un cromo


de mágica paleta
Canción dolor ternura
de todo hay en su voz.

Es dueña de mis sueños,


aunque no soy poeta,
los versos a mi madre
me los inspira Dios.

Que linda que es mi madre


que suerte es tenerla y
que dichoso al verla
feliz en el hogar."
MADRE

¡Madre... fuente bendita, imaginaria y concreta!


donde nacen las estrellas humanas
con el sol radiante de nobleza,
guardas el amor puro y arcano

Lealtad que desparramas ...


dulzura que reflejas
desde tu mirada seguidora
hasta tu palabra alentadora

Ángel perdurable que salvas


al insensato del abismo lejano
Hogar que levantas sin padre
estando tu corazón herido

Trabajas con señales de sacrificios


incesantes y consecuentes
en pedregoso campo donde gravita
el enlace de la vida y de la muerte,

¡Madre omnipotente...!
con tus sonrisas cubres mantos
en débiles pilares de ojos
plasmando bondad y absoluto reposo

...Vengo hacía ti madre amada


porque eres mi luna que irradia
la luz del futuro añorado y placentero
auxiliándome de la perdición mundana

... Siento otra vez tu pecho


como en los primeros meses de nacido
que me disteis tu caricia celestial
al estar mi cuerpo sobre tus faldas

...Cuantos años de dolor


vividos han pasado
hasta verme grande y orientado
en la cúpula de tu fortaleza

Solo tus retoños podrán secar


los sudores de tu piel callosa y amarilla,
¡Oh Madre! ... eres noche y día
naturaleza y entraña mía.

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