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Coraggio El Papel de La Economia Popular en La Estructura Económica
Coraggio El Papel de La Economia Popular en La Estructura Económica
EN LA ESTRUCTURA ECONÓMICA1
Resumen
1. Introducción
La doctrina neoliberal examina las economíías reales con la perspectiva utoí pica de
un sistema de mercado perfecto, lo que considera condicioí n de posibilidad del
crecimiento sin líímites de la riqueza. Desde allíí evaluí a, diagnostica y propone
polííticas en la líínea ya conocida: la privatizacioí n, la reduccioí n del Estado social y
1
Presentado en el Seminario Internacional “Rol de la Economíía Popular y Solidaria
y su Aporte en el Sistema Econoí mico Social y Solidario”, 24-26 de julio del 2013,
Quito, Ecuador.
1
regulador, la mercantilizacioí n generalizada y abierta al mercado global y la
minimizacioí n de las garantíías estatales de cumplimiento de los derechos sociales,
dejando librada la vida de cada uno a su propia iniciativa, negando los efectos
destructores del mercado capitalista.
Los efectos de tres deí cadas de esas polííticas para Ameí rica Latina quedan a la vista.
Entre otros: polarizacioí n y fragmentacioí n social, peí rdida de consistencia e
identidad de las clases sociales, extendiendo un lumpen-proletariado por
destitucioí n o insercioí n nunca lograda; peí rdida de seguridad social;
desindustrializacioí n con la consecuente peí rdida de complejidad y articulacioí n
interna de las actividades productivas; acentuacioí n del perfil especulativo del
empresariado, financiarizacioí n y compradorizacioí n; reinsercioí n internacional
basada en el extractivismo y la produccioí n de commodities; crecimiento sin
desarrollo humano ni pleno empleo digno; dependencia externa de las
importaciones y recursos de capital y una exorbitante deuda acumulada. En el caso
de Ecuador se agrega la peí rdida de soberaníía monetaria.
Para una perspectiva de cambio estructural como la del Buen Vivir es importante
diferenciar entre:
2
a) el sistema econoí mico deseado (un sistema económico social y solidario), a
alcanzar, de produccioí n y reproduccioí n material de la vida con dignidad, cuya
nueva estructura y modos de coordinacioí n estaí n por ser definidas en la teoríía y en
la realidad como objetivos estrateí gicos,
b) el sistema econoí mico existente (un sistema económico periférico, con dominio de
la lógica capitalista aunque estructuralmente heterogéneo,), que aun sigue
coordinado directa o indirectamente por la loí gica dominante del mercado global y
la reproduccioí n del capital, y
2. La economía mixta
Para ubicar la Economíía Popular (EP), sustrato socioeconoí mico de la EPS, puede
ser uí til la visioí n de una economíía que combina tres sectores en un solo sistema de
generacioí n y apropiacioí n de recursos, con tensiones y contradicciones: 2
iii) un amplio sector de Economía Popular, altamente heterogeí neo, con una parte
cristalizada (como su sector financiero o en determinados servicios) y con escasa
vinculacioí n con la actividad productiva, ademaí s de fragmentada, y otra en estado
magmaí tico en buena medida limitada a una economíía de subsistencia;
2
Ver la Tabla 1 anexa a este capíítulo.
3
el capital invertido; a pesar de defender ideoloí gicamente el mercado no deja
de demandar la proteccioí n y subsidio del Estado.
Los actores de los tres sectores coexisten –representando baí sicamente el capital, el
Estado y el trabajo- interactuando en un sistema econoí mico nacional, que estaí
abierto a relaciones con actores de otras economíías, otros Estados, otras
sociedades, en un campo de fuerzas no separado de la políítica y la sociedad.
Al menos durante las deí cadas de los 50 a los 70, bajo el paradigma desarrollista
extendido en Ameí rica Latina, el teí rmino “Economíía Mixta” hacíía referencia a un
sistema compuesto por un sector de economíía estatal y otro de economíía
empresarial privada, tambieí n presentado como una contraposicioí n entre plan y
mercado. En los extremos se contraponíían dos racionalidades: a) la del orden
modernizador, idealmente planificado centralmente desde el Estado desarrollista y
regulador, considerado condicioí n para el progreso de la sociedad, b) la del orden
resultante de la multiplicidad de iniciativas y fuerzas que configuran un sistema
3
Es muy importante prestar atencioí n al adjetivo “ampliada”. En contrapunto con la reproduccioí n
ampliada del capital, que no tiene líímites, pues esa es la naturaleza del capital, “reproduccioí n
ampliada de la vida” quiere decir “en las mejores condiciones posibles en cada momento”. De lo
cuantitativo del capital pasamos a lo cualitativo de la vida (con dimensiones subjetivas pero
tambieí n objetivas, tanto por sus bases orgaí nicas como por la legitimacioí n social de esa buena vida
deseada). Esto no implica un ansia sin líímites de acumular medios de vida, lo que no tendríía
sentido, sino una mejora cualitativa de la vida de cada uno que, obviamente, requiere bases
materiales. Pero mejorar la calidad de vida puede requerir bajar el nivel excesivo de consumo, pasar
a un consumo suficiente o prudente, puede implicar estar dispuesto a pagar precios justos para
sostener las vidas de otros o la de la naturaleza, sin las que la nuestra no solo no tiene sentido sino
que no es posible. No se trata entonces de idealizar a los sectores que tienen una vida de baja
calidad por la ausencia de bienes necesarios, y postular que son “felices sin camisa”, o que son
solidarios de por síí. A partir de una situacioí n de exclusioí n y pauperismo masivos, ir un paso maí s
allaí de lo solidario, avanzando para todos hacia un modo digno de vida implica una fuerza colectiva
dinaí mica, creativa, innovadora, al menos equivalente a la del capital que pretende crecer al infinito.
Esto supone, claro estaí , una sociedad en que la justicia es un valor compartido o en que la
correlacioí n de fuerzas permite avanzar en esa direccioí n.
4
(incompleto e imperfecto) de mercados, considerado condicioí n para la
reproduccioí n de la estructura econoí mico-social tradicional, baí sicamente centrada
en la extraccioí n de renta y su redistribucioí n parcial con la mediacioí n del Estado. 4
En todo caso, en nombre de “la verdadera racionalidad” se enfrentaban dos
proyectos polííticos, uno de transformacioí n en nombre del progreso, otro
conservador.
4
Una opcioí n intermedia era la llamada “planificacioí n indicativa”, mediante la cual el estado
orientaba y pautaba las praí cticas de los diversos aí mbitos de la inversioí n nacional y extranjera de
capital. Cuando se comenzaba a hablar de planificacioí n participativa colapsoí el paradigma del
desarrollo industrializante. En todo caso la planificacioí n del desarrollo, en tanto procedimiento
formal de decisioí n, fue en general ineficaz como base de las polííticas puí blicas, con la excepcioí n de
Cuba, donde asumioí formas altamente burocratizadas. Esto no fue oí bice para que el Estado fuera
promotor eficaz de la industrializacioí n y todos los cambios concomitantes.
5
contratado precariamente en el “sector informal”, se acentuoí el rasgo de ilegalidad
que se le atribuíía.
Para ese imaginario econoí mico el desarrollo consistíía, entre otros aspectos, en la
reinsercioí n de ese sector “atrasado” al sistema de divisioí n social del trabajo como
trabajadores uí tiles desde la perspectiva de su contribucioí n directa o indirecta al
crecimiento econoí mico medido por el PIB. Ello implicaba su conversioí n a las
formas modernas, ya fuera como asalariados con derechos sociales, como
trabajadores autoí nomos individuales o asociados, o como empresarios
empleadores. Todo lo cual se daríía en un contexto dinaí mico de urbanizacioí n,
industrializacioí n, extensioí n del mercado despersonalizado y monetizacioí n de las
transacciones, y de reduccioí n de la heterogeneidad medida en teí rminos de la
productividad y de diferencias culturales, acabando con la denominada
“heterogeneidad estructural”. En esto, ya fuera con el concurso de la inversioí n
extranjera o mediante la clausura parcial de la economíía para fomentar la
capitalizacioí n de nacionales, se confiaba en la combinacioí n interdependiente de
inversioí n privada y puí blica orientada por la políítica estatal de desarrollo. En ese
modelo la EP como sector y sus actores fueron visto como objeto de las polííticas,
invisibilizados como sujetos econoí micos, y se especuloí con que con suficiente
crecimiento su segmento mercantil informal seríía integrado por la víía del
“derrame”.
Una primera opcioí n de coí mo salir de la crisis dentro del mismo sistema capitalista
es retomar y completar aggiornado aquel modelo de accioí n estatal, en el supuesto
de que la produccioí n y la distribucioí n pueden ser separadas, que primero hay que
hacer crecer la torta y luego distribuirla. En esta concepcioí n sigue la incomodidad
conceptual y praí ctica frente a la presencia masiva, no marginal en absoluto, de la
EP.
Sin embargo, ese modelo parece perimido, en parte porque cambiaron las
condiciones: se viene experimentando una globalizacioí n acelerada que diluye las
barreras nacionales al libre juego del mercado controlado por grandes grupos
globales. Una cosa es cerrar el campo nacional para la circulacioí n de la renta
internacional, otra es hacerlo para una estructura industrial compleja. A esto que
suma la financiarizacioí n y extroversioí n del capital de origen nacional, el regreso a
6
los comportamientos como enclave extractivo de excedente de la inversioí n
extranjera y la condicionalidad y costo del financiamiento externo. Todo lo cual
hace hoy difíícil contar con una inversioí n dirigida al desarrollo de largo plazo del
mercado interno, lo que situí a a la captacioí n de renta internacional por la venta de
commodities como la principal fuente de excedente para la indispensable
redistribucioí n y a la vez para la inversioí n para el crecimiento econoí mico. La opcioí n
es una pugna por el excedente que captan los sectores empresariales nacionales, lo
que implicaríía reconocer que el capital privado no seraí el actor del desarrollo
buscado y desechar la idea de que se puede coexistir en base al intereí s compartido
aunque haya diferencias polííticas. Tal escenario puede verse como riesgoso desde
el punto de vista de la gobernabilidad.
Auí n desde otra propuesta de lo posible, el adversario comuí n siguen siendo los
grupos capitalistas maí s concentrados, apoyados por los Estados de las grandes
potencias (grupo de Davos) y por la institucionalidad global neoliberal (FMI, BM,
OMC, CIADI…) pretenden sostener y hacer irreversible la brutalmente desigual
economíía de mercado. Frente a eso, hacer factible una verdadera economíía
alternativa supone un alto grado de recentramiento y “desconexioí n” -nacional y
regional- y de resistencia a esa estrategia.
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distingue tanto por sus formas baí sicas de organizacioí n como por su loí gica,
contrapuesta (pero eventualmente funcionalizada) a la del capital. En su alcance
maí s amplio, la EP es la economíía de los trabajadores, sus familias y comunidades
primarias y, como anticipamos maí s arriba, su loí gica no es la de la acumulacioí n sin
líímites sino la de obtencioí n de medios para la reproduccioí n de sus vidas en las
mejores condiciones posibles. Esto se diferencia en varios aspectos de la
caracterizacioí n basada en la comparacioí n con el sector “formal” orientada por el
tipo ideal de las empresas capitalistas (centrada en las actividades mercantiles de
la EP, y caracterizaí ndolas como empresas ineficientes):
5
Se suele hablar del capital de los emprendimientos (e incluso de las familias) por referencia a los
medios y condiciones de produccioí n. Sin embargo, si el capital es valor cuya loí gica intríínseca es que
se valoriza, esa condicioí n no se da en la gran mayoríía de los casos, y cuando comienza a darse la
organizacioí n productiva pasa el sector empresarial con explotacioí n del trabajo ajeno por el meí todo
capitalista. Un concepto alternativo que se aplica recientemente en las polííticas sociales es el de
formacioí n de un “portafolio de activos” de los pobres, que incluye desde la educacioí n hasta el
“capital social”. Esa propuesta surgioí de un cuestionamiento a las transferencias monetarias.
8
UNIDADDOMESTICA
ECONOMIA PUBLICA ECONOMIA
EMPRESAS
SERVICIOS Im
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PUBLICOS: es
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Educación, nsf
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EMPRENDIMIENTOS
MERCANTILES
Sindicatos FONDO DE Individuales, familiares,
Mutuales
TRABAJ O Asocia vos, coopera vas,
comunitarios
Asociaciones Barriales
PRODUCCIÓN
Movimientos de DDHH PARA
AUTOCONSUMO
Movimientos y MERCADOS
Comunidades Etnicas
TRUEQUE
9
cualquier transformacioí n profunda de la matriz productiva del paíís
requiere tambieí n la contribucioí n y eventual transformacioí n de la EP.
10
paíís.6 En todo caso, salvo formas elementales de vinculacioí n recurrente, la
economíía popular tiene un caraí cter magmaí tico, en sus partes relativamente
estables (cooperativas, comunidades…) constituye un conjunto inorgaí nico,
altamente fragmentado y por su continua adaptacioí n a las oportunidades
cambiantes y rechazos de un mercado altamente competitivo. (ver
Diagrama 2)
6
Esta es una contradiccioí n equivalente a la de la extraccioí n de recursos naturales. Sin
soberaníía monetaria, el modelo de produccioí n y reproduccioí n realmente existente
necesita ingentes divisas, a lo cual contribuyen decisivamente las remesas de trabajadores
en el exterior, por otro lado es eí ticamente requerido procurar el regreso de los emigrados
por razones de supervivencia, pero no se cuenta con proyectos de magnitud, tiempos de
maduracioí n y calidad suficientes como para efectivamente producir ese reflujo. Soí lo
trastocamientos mayores en la matriz productiva podríían superar esas contradicciones.
Las remesas son un ejemplo de coí mo lo que desde una visioí n econoí mica tradicional
aparece como insignificante (cada familia, cada migrante), al cobrar una dimensioí n masiva
se vuelve decisivo para una economíía nacional, no digamos local. El “sector” de EP es un
agregado de microunidades, que aunque puede registrar encadenamientos parciales no se
pretende que sea un todo orgaí nico ni un subsistema.
7
La Economíía Mixta incluye una pluralidad de formas de organizacioí n econoí mica. Las
formas circulares representan diversas formas de organizacioí n de la EP (UD, redes,
cooperativas, mutuales y asociaciones, comunidades, etc.), las hexagonales las empresas y
cadenas del sector empresarial, los rectaí ngulos las entidades econoí micas del aparato de
estado.
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ECONOMIA MIXTA
ECONOMÍA PUBLICA
m
m
ECONOMÍA EMPRESARIAL
.
CAPITALISTA
P
.
m
.
e
. .
. . .
. ..
.
. . .
.
de
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. .. . . .
.
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.
. ..
. . .
.
.
ECONOMIA POPULAR
. .
. . .
..
ModuloI - Coraggio
.
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Ver tabla 1 anexa a este capíítulo.
9
Definimos la EP como economía de los trabajadores, es decir de quienes dependen de la continua
efectivizacioí n de su trabajo y que en caso de incorporarse al segmento de desempleados sufriríían
un fuerte deterioro de su calidad de vida, pues no pueden vivir de rentas o de ganancias. Esta
12
Efectivizar el potencial de la EP implica redistribuir recursos desde el resto de la
economíía, por medio del Estado o por la recuperacioí n de activos (empresas
quebradas, tierras y suelo urbanos ociosos, territorios ancestrales,
desprivatizacioí n de conocimientos, etc.) asíí como articular los segmentos de la
heterogeí nea EP, combinando sus recursos y promoviendo formas de organizacioí n
asociativas, cooperativas, redes solidarias y subsistemas productivo-reproductivos
complejos, desarrollando formas de representacioí n y coordinacioí n que vayan maí s
allaí de los miembros de cada micro-organizacioí n, dando lugar a lo que podemos
denominar Economíía Popular Solidaria (que lo es objetivamente y no solamente
por valores). (ver diagrama 3)
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En tanto sea solidaria en sentido extendido, la EP asume responsabilidad por la
calidad social de los satisfactores que genera, que incluyen las relaciones
intersubjetivas, sociales, y con la naturaleza. En la realidad, la produccioí n,
distribucioí n y consumo de bienes y servicios concretos y la de relaciones sociales y
significados no son separables. La concepcioí n burdamente materialista
(neoliberal) de la economíía, se limita a analizar el flujo de los bienes materiales
que toman la forma de mercancíías, considerados como la uí nica riqueza, y postula
que su crecimiento es la medida de su racionalidad. Para esa corriente seríía el
mercado formador de precios lo que orienta y juzga si las decisiones que toman los
agentes econoí micos son racionales (lo que se manifiesta por su rentabilidad)
cualesquiera sean las relaciones sociales y con la Naturaleza que se generen. De
hecho, el neoliberalismo postula que la mercantilizacioí n del trabajo y la naturaleza
son condiciones para objetivarlas y asíí poder expandir esa racionalidad en la
administracioí n de las cosas a nivel del sistema econoí mico como un todo.
Loí gicamente, las polííticas puí blicas orientadas con la perspectiva de construir un
SESS deben tener en cuenta cuales son las funciones de la EPS como sector –
particularmente cuando estaí articulada al nivel meso-socioeconoí mico- en la
reproduccioí n y desarrollo de la matriz productiva y reproductiva nacional. Con
frecuencia se encontraraí que sus actores pueden y estaí n dispuestos a resolver
14
problemas econoí micos con mayor eficiencia que el sector empresarial en el uso de
los recursos escasos. Un ejemplo de esto es la soberanía alimentaria, que es
congruente con el sentido histoí rico de la economíía campesina mientras que el
agrobusiness no soí lo no puede sino que no tiene intereí s de encararla. Otro ejemplo
es el del desarrollo local, donde los enclaves de inversioí n privada o las obras
puí blicas pensadas en clave nacional no tejen redes sociales, no construyen
sociedad, y en la eí poca de la globalizacioí n estaí n maí s orientadas a las ganancias o a
los efectos de dinamizacioí n econoí mica que al Buen Vivir. 10
15
sectores claves del consumo nacional, ampliando el dinamismo del mercado
interno, como su proyeccioí n a los mercados externos, son componentes claves de
una matriz productiva con capacidad de auto reproduccioí n soberana. Un indicador
de la importancia en la economíía nacional de este sector y sus estrategias es el ya
mencionado peso en el balance externo y monetario de las remesas obtenidas por
los emigrantes. Esas emigraciones resultan de estrategias de las UD y suponen
disposicioí n al riesgo, factor fundamental para un proceso de transformacioí n. La
nocioí n de que soí lo la empresa arriesga e innova ha sido refutada, tanto por las
limitaciones que ha mostrado ese sector como por la capacidad demostrada por los
emprendimientos de la EP para sobrevivir y avanzar a traveí s de las peores crisis
del sistema.
Sin embargo, bajo la hegemoníía auí n presente del proyecto de desarrollo capital
intensivo, la EP sigue siendo vista, para muchos, como parte del polo marginal de la
economíía, hasta siendo criminalizada y fuera de la ley. Incluso en el imaginario
popular sus actores se identifican como los desvalidos y asistidos pobres e
indigentes. Es importante para la economíía lograr una comprensioí n y
reconocimiento social de la contribucioí n de la EP (algo que las mujeres vienen
logrando) y del alto potencial productivo que puede efectivizar su incorporacioí n al
sector solidario. A esto contribuiraí una políítica puí blica despojada de su
focalizacioí n exclusiva en los sectores “sociales” (los maí s pobres) y trabajando con
comunidades territoriales de composicioí n social plural, incluyendo en particular a
sectores medios en tanto profesionales, productores y consumidores, y en alianzas
con las MIPyMES cuando ello es conducente. La magnitud y calidad de un proceso
de movilizacioí n y orientacioí n de esas capacidades y recursos no tiene
antecedentes y plantea numerosos desafííos ya no solo conceptuales sino de
efectiva realizacioí n material, que requieren tanto futuras experimentaciones
11
Proí ximamente se contaraí con un registro de esas contribuciones, a traveí s de una cuenta sateí lite
del sistema de cuentas nacionales en elaboracioí n por el Banco Central del Ecuador (ver un esquema
de matriz parcial de flujos mercantiles, tabla 1).
12
Las cooperativas maí s desarrolladas y el mismo movimiento cooperativista pueden jugar un papel
fundamental al aportar recursos y apoyar el desarrollo de formas solidarias de la EP.
16
responsables y fundadas como la recuperacioí n de las importantes experiencias
puntuales acumuladas en el paíís y en otras sociedades de Ameí rica Latina.
13
Un elemento poleí mico es el relativo a las transferencias monetarias como opcioí n a, o como
complemento transitorio de, las polííticas de autoempleo, discusioí n que requiere una concepcioí n
adecuada de la dinaí mica de la EP.
14
Asíí, las formas del trabajo inmediato, del intercambio, y las de distribucioí n y consumo son
consideras satisfactores ellas mismas. No es lo mismo el trabajo servil que el trabajo asalariado o el
auto-gestionado como satisfactor de la necesidad de identidad y reconocimiento social,
comercializar teniendo opciones que estar de hecho sometido a un comprador con poder para
imponer condiciones unilateralmente, o tener acceso a alimentos mediante la asistencia social que a
traveí s del ejercicio de derechos sociales, o de la propia produccioí n o el intercambio. Para la ESS
tampoco es indiferente consumir productos producidos en condiciones de discriminacioí n,
explotacioí n o de expoliacioí n de la naturaleza.
17
Para cumplir con sus objetivos y funciones en el sistema econoí mico y ser sujeto de
su transformacioí n, la EPS debe pasar por un denso proceso de complejizacioí n e
innovacioí n a traveí s de la invencioí n o adaptacioí n de tecnologíías sociales para
producir los satisfactores que actualizan las necesidades. Se trata de opciones
teí cnicas que, a la vez que desarrollan con mayor eficacia las bases materiales
restituyendo la naturaleza, generan o consolidan relaciones sociales solidarias: son
planteadas participativamente, y evaluadas no en teí rminos de la maí xima
rentabilidad del capital sino de: (i) su eficacia para producir a fin de resolver
necesidades prioritarias y/o contribuir al mejor funcionamiento del sistema
econoí mico social y solidario en su conjunto, y de (ii) su efecto positivo directo e
indirecto sobre las relaciones sociales y el contexto natural. En esto seraí
fundamental romper la dependencia de tecnologíías generadas por la loí gica
capitalista, experimentando responsablemente y sistematizando colectivamente
los aprendizajes acumulados por las experiencias reflexivas. La creacioí n de centros
regionales de difusioí n de tecnologíías sociales, investigando en terreno e incubando
proyectos innovadores, es una condicioí n importante para lograr ese objetivo. Su
efecto sobre el dinamismo y la complejidad de las actividades econoí micas
solidarias es tambieí n un criterio relevante.
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de las necesidades sociales, como demuestran los mismos indicadores de pobreza e
indigencia. La dependencia pasoí a ser en muchos casos alimentaria.
Asíí como Ameí rica Latina pudo industrializarse desde los 50, con el consecuente
desarrollo de una clase obrera, a partir de la voluntad políítica, contradiciendo el
sentido comuí n que decíía que no era posible romper con el modelo primario-
exportador, la economíía actual tampoco es el resultado de una evolucioí n necesaria.
Es consecuencia de un programa políítico expreso de ataque a la clase trabajadora,
mediante dictaduras y la tenaza de la deuda eterna, como estaí claramente
expresado en documentos de los cuales el Consenso de Washington es la muestra
maí s divulgada.15 Pero el sentido comuí n parece indicar que, como dijo la Thatcher,
“no hay alternativa”. En el contexto de la globalizacioí n, la loí gica de los capitales
indica que hay que invertir y elegir las tecnologíías para obtener ganancias a corto
plazo, atesorar en activos que sean una posible reserva de valor, especular con
otros en una loteríía continua, finalmente jugando compulsivamente a no perder. La
fuerza de trabajo que requieren esas tecnologíías es mucho menor que la que la
poblacioí n ofrece para insertarse en el sistema de divisioí n social del trabajo. En
esas condiciones estructurales, la integracioí n de la mayoríía de los excluidos solo
puede ser parcial, apenas por el consumo elemental a partir de transferencias de
ingreso, maí s eficientes que repartir comida. Por otro lado, si asumimos la
perspectiva de una integracioí n por el lado de la produccioí n, no es posible que el
trabajo se reproduzca solamente con el trabajo. Son necesarios recursos y
condiciones productivas que hoy controlan el capital o el Estado y cuyo acceso
requiere reformas legales o de hecho en los regíímenes de propiedad.
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c) La anticipacioí n de queí sujetos sociales y polííticos relativamente autoí nomos
ya existen, o podríían constituirse, que asuman como co-constructores el
proyecto de transformacioí n en la direccioí n consensuada.
Por lo pronto, en Ameí rica Latina el Estado en sentido restringido -si es que no en el
sentido amplio de Gramsci- estaí de vuelta. Pero soí lo podraí ser un factor decisivo en
la construccioí n de otra economíía si se reinventa y responde a un proyecto nacional
hegemonizado por los movimientos populares. Las acciones del capital, sobre todo
el gran capital y el capital extranjero, deberaí n ser subordinadas a los
requerimientos del proyecto nacional y popular. No se trata de abolirlo, como no se
trata de abolir al mercado.
El desafíío es movilizar y redirigir recursos para una produccioí n racional que, bien
distribuida, avance decididamente en resolver las necesidades de todos y a la vez
afirme una desconexioí n soberana, reduciendo la dependencia externa. Atravesar el
difíícil perííodo de concrecioí n de esos logros requiere un pleno involucramiento del
pueblo como actor econoí mico con iniciativa propia y como sujeto políítico. La
insuficiencia de voluntad y capacidad de la clase capitalista puede ser compensada
por la accioí n orgaí nica de los trabajadores del campo y la ciudad, tanto los
asalariados como los autogestionarios, en articulacioí n con su Estado, un Estado
que “mande obedeciendo”, como dicen los Zapatistas. En Venezuela se demostroí
que movilizaciones masivas (las “misiones”) pueden activar las fuerzas de la
juventud para resolver problemas estructurales de larga data. 16 Parte de las
penurias de la poblacioí n pueden encararse con el trabajo domeí stico fortalecido y
expresamente apoyado maí s allaí de las transferencias de ingreso para el consumo
de mercancíías.
El corto, el mediano y el largo plazo son todos estrateí gicos. La legitimidad de los
gobiernos depende tanto de los resultados de su accioí n sobre la vida cotidiana de
las mayoríías como de la existencia proactiva de proyectos plausibles de
transformacioí n estructural a mediano y largo plazo. Para la ESS los plazos no se
definen en teí rminos de maduracioí n de la inversioí n empresaria de capital sino de
procesos que trascienden esa perspectiva microeconoí mica. En términos del proceso
de transformación de la base productiva de una economía centrada en el trabajo
humano y la naturaleza, el corto plazo es el del desarrollo del potencial de esta
16
De hecho, durante el gobierno de Rodrigo Borja, Ecuador logroí bajar la tasa de analfabetismo con
una campanñ a integrada por joí venes de colegios secundarios, un claro ejemplo de satisfactor
sineí rgico. Sin embargo, el gobierno se sintioí amenazado y desmovilizoí esa fuerza juvenil cuando
preguntaban “cuaí l es la proí xima tarea”?
20
generacioí n con el espectro de tecnologíías existentes y la puesta en marcha de
procesos de restauracioí n de la naturaleza, necesariamente parciales pero
irreversibles; el mediano plazo es el que lleva para que la proí xima generacioí n esteí
en condiciones de asumir los procesos productivos con tecnologíías y modos de
consumo propios y completar la institucionalizacioí n del proceso de restauracioí n
de la naturaleza. El tiempo de la produccioí n y el de la restauracioí n de la naturaleza
estaí n en conflicto y ello es inevitable por la loí gica de la reproduccioí n material de la
sociedad. A su vez, ambos tiempos entran en conflicto con los de la legitimacioí n
para la renovacioí n políítica de los gobiernos empenñ ados en tales transformaciones.
La compatibilidad entre todos ellos debe construirse polííticamente, con sujetos
colectivos, polííticos y socioeconoí micos, que, no siendo reducibles a una clase,
deben estar atravesados por la condicioí n de trabajadores, en una sociedad donde
son a la vez productores directos y titulares de la riqueza.
La ESS anticipa que esa otra economíía deberaí poner el trabajo humano asociado en
su centro, un trabajo autogestionado, creativo, organizado y reproducido
responsablemente, restaurador de la naturaleza. El trabajo autogestionado y
libremente asociado puede cobrar escala y organicidad con polííticas adecuadas en
un marco de lucha contra-hegemoí nica que incluye, entre otras cosas, la
demostracioí n praí ctica de que esas formas son viables y en muchos sentidos
superiores al trabajo asalariado o al cuentapropismo individual. Los trabajadores
asalariados del Estado pueden aumentar su productividad social poniendo sus
capacidades al servicio de las prestaciones a la ciudadaníía y del cumplimiento de
las nuevas funciones puí blicas que reclama la transformacioí n productiva. Los
asalariados del capital pueden contribuir a controlar el uso de los recursos que
hace el capital que los emplea. Las polííticas puí blicas de insercioí n laboral pueden
combinar transferencias de ingreso con programas de desarrollo de las
capacidades y oportunidades de inversioí n para el segmento marginalizado de la
fuerza de trabajo. (Esto uí ltimo no es contradictorio, como suele plantearse, sino
complementario y necesario.)
La Constitucioí n del Ecuador define la Otra Economíía como un Sistema Econoí mico
Social y Solidario. La transicioí n a un SESS implica un salto en la calidad y escala de
la solidaridad. Supone pasar, en primer lugar, de la solidaridad intra UD
familiares/comunitarias y emprendimientos econoí micos (ya sean los micro-
17
En esto cabe destacar que el concepto de “territorio” no es equivalente al de “regioí n”, en tanto se
refiere a un entramado socio-natural articulado de relaciones de proximidad y no meramente a un
segmento geograí fico que “contiene” recursos y poblacioí n.
21
emprendimientos familiares o las grandes cooperativas y asociaciones) a la
cooperacioí n y complementacioí n orgaí nica conscientemente acordada entre
diversas organizaciones de un mismo territorio, sector o encadenamiento
intersectorial (nivel meso). Asociaciones de comunidades que resuelven
colectivamente condiciones generales de su vida; productores que comercializan y
se abastecen juntos, que comparten marcas y responsabilidades por la calidad de
sus productos; asociaciones de consumidores y usuarios de servicios que compran
o gestionan juntos; ahorristas que agregan sus ahorros y definen conjuntamente
polííticas de creí dito solidario que se orientan al desarrollo de la comunidad local;
cooperativas que se hacen responsables por la calidad social y ambiental de sus
productos, que se unen entre síí para invertir en las condiciones generales de la
produccioí n y la vida comunitaria; comunidades que acogen e integran a los
discriminados, a los que nunca tuvieron empleo, a los excluidos por el capital;
vecinos que conforman asociaciones de gestioí n conjunta del haí bitat que se
articulan con otras para resolver condiciones de infraestructura compartida o
encarar otras necesidades (empleo de los joí venes, educacioí n, actividades
culturales…); diversidad de organizaciones econoí micas autogestionadas que dan
tiempo voluntario para participar en instancias de deliberacioí n y accioí n por la
comunidad, maí s allaí de su intereí s material inmediato; redes locales, nacionales e
internacionales de comercio justo; comunidades que organizan sus propias
finanzas solidarias, que emiten y gestionan monedas locales para el intercambio
endoí geno y solidario de sus trabajos y productos; redes que comparten
conocimiento econoí micamente valioso, como las redes de software libre; la
diversidad de redes de proteccioí n solidaria o de defensa de derechos sociales
basadas en el trabajo voluntario; universidades y escuelas que comparten
infraestructura, coordinan estrategias de formacioí n e investigacioí n, y mucho maí s.
En todos esos casos es evidente que solidaridad es inseparable de co-
responsabilidad social.
Nada de esto debe ser pequenñ o para ser hermoso, se pueden alcanzar aí mbitos y
escalas superiores a las de las mismas empresas de capital, como es el caso de
complejos cooperativos que se inician a nivel local y terminan con alcance nacional
o internacional, o las grandes urbanizaciones auto-gestionadas por sus vecinos; o
las redes globales de comercio justo o de programacioí n de software libre. Maí s allaí
de los simples actores econoí micos populares e internamente solidarios, supone la
constitucioí n de sujetos econoí micos populares, conscientes de las fuerzas del
contexto y las propias para proyectar y transformar ese mismo contexto. Sujetos
que no estaí n motivados solamente por la mera ventaja particular obtenida
mediante la competencia en el mercado y que encaran proactiva y dinaí micamente
el sistema de necesidades comunitarias en toda su complejidad generando
satisfactores sineí rgicos.18 Al desarrollarse la solidaridad se vuelven a vincular la
economíía y los derechos sociales, la produccioí n material y la cultura, la
autogestioí n y la democracia participativa, se afirma y valora la diversidad, se
comparte la preocupacioí n por el entorno natural compartido.
18
Un satisfactor sineí rgico es el que estaí constituido de tal modo que satisface no una sino diversas
necesidades, y no se agota en el tener bienes para consumir sino que implica el ser, el estar y el
hacer. Por ejemplo, ubicarse con certidumbre en el contexto de metas planificadas y apoyadas por
polííticas de estado actualiza una necesidad de contencioí n, pero hacerlo participativamente afirma
la identidad como ciudadano, como miembro de un movimiento o una organizacioí n.
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Sin que se trate de etapas definidas, el mismo proceso de construccioí n de
relaciones solidarias lleva a la necesidad compartida de que el sistema mismo sea
estructuralmente solidario. Esto no es posible sin el Estado. Un estado democraí tico
que aplica con justicia el principio de redistribucioí n de la riqueza, que regula los
mercados atacando la especulacioí n y el monopolio, que recupera los bienes
comunes, que centraliza y canaliza recursos en funcioí n del proyecto de una
economíía que sea una base material congruente para un proyecto de emancipacioí n
humana y de reconocimiento de la naturaleza.
23
la EPS se sujetiza superando el corporativismo y asumiendo objetivos
estrateí gicos trascendentes asumiendo responsabilidades dentro de la
transformacioí n general de la matriz productiva y la economíía en general.
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disponibilidad y uso social de las capacidades de trabajo debe incluir el trabajo de
restitucioí n de la naturaleza y el trabajo domeí stico de reproduccioí n como trabajos
uí tiles socialmente reconocidos, no necesariamente remunerados pero síí cubiertas
por los sistemas de seguridad social (ingreso míínimo, atencioí n meí dica, derecho al
creí dito, jubilacioí n, entre otros) y apoyados mediante recursos de inversioí n
completa o complementaria para la construccioí n de las condiciones generales de
resolucioí n de las necesidades (infraestructura sanitaria, haí bitat en general)
promoviendo las formas colectivas (asociaciones de vecinos con diversas
finalidades: gestioí n del haí bitat, redes solidarias de cuidado, creí dito solidario para
inversiones en infraestructura de uso comuí n, fondos de ayuda mutua, etc.) y
velando por el estrechamiento de las brechas de discriminacioí n, particularmente
en lo referente al geí nero y a la juventud que no ha podido ingresar a un primer
trabajo ni estudia. Todo ello parte de la EP realmente existente en su transicioí n a la
EPS. Implica que las polííticas usualmente denominadas “sociales” y las de
economíía social se articulan como polííticas socioeconoí micas, y que la produccioí n
para el mercado se promueve junto con la produccioí n para el propio consumo
individual o preferentemente colectivo.
La EPS, con su sustrato socioeconoí mico, la EP, es una gigantesca fuerza productiva,
esencial para una transformacioí n de la matriz productiva del Ecuador. Su potencial
puede efectivizarse a traveí s de polííticas especííficas, basadas en la comprensioí n de
su loí gica, que no es la de la acumulacioí n ni la del crecimiento per se, y en la
inseparabilidad de sus muí ltiples dimensiones: lo productivo y lo reproductivo, lo
productivo y lo cultural, lo productivo y lo políítico, lo afectivo e interpersonal y lo
sisteí mico, como indican los cuatro equilibrios que plantea el Buen Vivir.
Posiblemente los sujetos de esas polííticas, co-construidas para su mayor eficacia,
seraí n nuevas configuraciones de sujetos colectivos acompanñ ados por formas
Estatales democratizadas. En esto seraí importante reiterar que el punto de partida
cultural estaí muy marcado por el efecto de treinta anñ os de neoliberalismo, y que el
sentido comuí n sobre lo econoí mico es campo principal de la pugna contra
hegemoí nica.
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Tabla 1: Economíía mixta: matriz intersectorial de flujos de bienes y servicios
Economía Empresarial
Economía Pública-EstatalEP Resto del Mundo
Capitalista
Recepcioí n de bienes
Economía Pública-
puí blicos (salud, educacioí n,
Estatal
etc.)
Importacioí n de medios de
consumo,
Resto del Mundo
bienes para la reventa,
insumos.
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Tabla 2: Las formas econoí micas del Sistema Econoí mico Social y Solidario (Constitucioí n del Ecuador)
SISTEMA ECONÓMICO SOCIAL SOLIDARIO (Constitución del Ecuador)
PRIVADA Empresarial Privada Empresas grandes, medianas, pequenñ as, micro, clusters…
Cooperativa Cooperativas (de producción, producción y gestión del habitat, servicios públicos, financieras… )
Empresas recuperadas
Asociativa Asociaciones económicas de derecho (sindicatos, asociaciones de productores, consumidores,
mutuales de seguros, redes comercio justo,…)
Comunitaria Asociaciones económicas de hecho (producción conjunta, comercialización conjunta, redes de
trueque y monedas locales, gestión condiciones de uso colectivo. Consumidores, crédito
solidario…)
Redes de producción (Software libre...)
POPULAR Y SOLIDARIA Redes de ayuda mutua
Sistemas comunitarios
UD: Trabajo Domeí stico familiar (Bs y Ss para autoconsumo)
Domeí stica
Emprendimientos mercantiles familiares
Familiar
Trabajadores independientes, autoí nomos (servicios, artesanos, campesinos…)
Autoí noma
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