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DROGAS Y ESTRATEGIAS PREVENTIVAS

UNIDAD Nº II
Ámbitos y estrategias de intervención preventiva

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SEMANA 3

Introducción
La prevención da cuenta de un proceso por el cual, realizando acciones particulares, se
pretende evitar o postergar, en este caso, el consumo de drogas en una población.

Ahora bien, el objetivo de esta nueva unidad es adentrarse en las múltiples posibilidades
que existen a la hora de planificar y diseñar un programa de prevención. No hay una
formula universal que garantice el éxito en la búsqueda de la consecución del objetivo,
más bien, existen estrategias que deben adecuarse a cada contexto donde la
problemática se visibiliza para poder comenzar lineamientos de trabajo dirigidos hacia el
fin preventivo.

En este documento se revisarán estrategias preventivas en tres ámbitos: el educacional,


laboral y comunitario, mirando de forma teórico-práctica distintos elementos a tener en
consideración, de modo de poder manejar una gama de conocimientos que permita
adecuarse a los distintos contextos que la vida en sociedad proporciona.

Como uno de los planteamientos importantes a tener en cuenta al momento de leer este
apartado, es que nunca se debe tomar como cierta una metodología de trabajo que
pretenda asegurar el éxito en cada uno de los ambientes de la sociedad, el trabajo previo
donde se identifique un diagnóstico, la población afectada y la magnitud del daño
causado, deben ser los pilares de la confección de un plan desarrollado a la medida de
las necesidades de prevención o intervención en un grupo social determinado.

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Ideas Fuerza

Existen distintos ambientes donde la prevención puede llevarse a cabo: La


problemática de la drogodependencia puede darse en ámbitos educacionales,
laborales, comunitarios, penales, familiares y en individuos, mostrándose de forma
distinta, con consecuencias y riesgos distintos en cada uno de ellos.

No hay fórmulas universales para el trabajo de la prevención: Cada estrategia


interventiva para la búsqueda de resultados a nivel de prevención debe ser adecuado
a la medida de las necesidades de cada ámbito, no existiendo una fórmula de éxito
universal para todos ellos en general.

Las estrategias preventivas requieren una planificación exhaustiva: Poder


considerar los distintos elementos a desarrollar en un plan de acción y las formas de
anticiparse a las potenciales problemáticas influye directamente en el éxito del trabajo.

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Desarrollo
Estrategias preventivas en el ámbito educacional

Dada su importancia a nivel social y su influencia directa en el desarrollo de niños,


niñas y adolescentes, el colegio es la institución clave para la realización de
programas de promoción de la salud. Fomentar los factores de protección y reducir
los factores de riesgo, teniendo en cuenta que los comportamientos que se
comienzan a dar en la infancia y en la adolescencia tienen una gran probabilidad de
mantenerse en la edad adulta y que el involucramiento de los más jóvenes en
actividades de promoción de la salud puede reducir notablemente el riesgo de
enfermedades prevenibles y otras consecuencias negativas para el desarrollo
personal de los jóvenes, y consiguientemente incrementar el estado de salud de la
población debe ser el objetivo primordial (Casal, 2011).

Se definirá la educación escolar en materia de prevención del uso de drogas como los
“programas, políticas, procedimientos y otras experiencias docentes que contribuyen
a alcanzar objetivos más amplios en materia de salud, como por ejemplo la
prevención del uso de drogas.” (ONUDD, 2005) Debe considerarse que la educación
para la prevención del uso de drogas incluye tanto los programas de estudios oficiales
y oficiosos en materia de salud, la creación de un entorno escolar seguro y sano, la
prestación de servicios de salud y respaldo apropiados, así como la intervención de la
familia y de la comunidad para la planificación y la ejecución de los programas.

Para poder generar y desarrollar un programa de educación e intervención escolar en


materia de prevención del uso de drogas, es necesario tener en cuenta los siguientes
componentes: (ONUDD, 2005)

1. Un programa fundamentado en los principios rectores de la educación


escolar para la prevención del uso de drogas, el cual constituye un componente
básico del programa de estudios escolares y se centra en la posibilidad de
proporcionar a los jóvenes información acerca de las drogas, las aptitudes necesarias
para que puedan resolver diferentes situaciones sin recurrir a las drogas, la capacidad
de resistir a la presión ejercida para que consuman drogas y una comprensión de lo
que son las drogas.

2. Un entorno escolar de seguridad y apoyo, posibilitado gracias a un conjunto de


políticas y procedimientos claramente expuestos que brinden cuidado, asesoramiento
y respaldo para todos los estudiantes y que fomenten un enfoque cooperativo entre
personal, estudiantes, familiares, y profesionales afines, organismos y la policía.
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3. Estrategias para conseguir que todos los miembros de la comunidad escolar
contribuyan a las políticas escolares de apoyo y a los procedimientos para tratar
de las cuestiones relacionadas con drogas.

5. Desarrollo profesional apropiado y capacitación para el personal interesado.

6. Información y apoyo para los familiares, en particular para los padres de


estudiantes que intervengan en el consumo de drogas ilícitas y de otras drogas que
no estén sancionadas.

7. Mecanismos para el examen y la supervisión continuos del enfoque escolar a


la educación para la prevención del uso de drogas y a la gestión de incidentes.

Por otro lado, la manera práctica de llevar estos programas para la prevención del uso
de drogas también debe estar regida por componentes fundamentales, a saber:

1. Políticas y procedimientos para tratar de los incidentes relacionados con


drogas sobre la base de los principios rectores para la educación escolar encaminada
a la prevención del uso de drogas que tengan en cuenta toda la vida del estudiante y
hasta qué punto el estudiante puede controlar sus actos y sus decisiones.

2. Planes para la reacción inicial y la reacción a largo plazo en caso de incidentes


relacionados con droga, encaminados a proteger la salud de todos los estudiantes y
de la comunidad escolar.

3. Un plan para gestionar los incidentes relacionados con drogas que sea
compatible con leyes y reglamentos locales, así como con políticas escolares locales
y nacionales en materia de drogas.

4. Una estrategia de comunicación para los incidentes relacionados con drogas


que vele por que todo el personal esté al corriente de procedimientos escolares o
relativos a todo el sistema cuando se ponga en contacto con los medios informativos
o responda a dichos medios.

5. Una lista de profesionales y organismos, incluida la policía, que pueda brindar


oportunidades en materia de recursos, asesoramiento y desarrollo profesionales.

6. Acuerdos con profesionales y organismos, incluida la policía, para formalizar y


fortalecer el enlace cooperativo y las disposiciones de remisión.

7. Apoyo para los estudiantes involucrados en incidentes relacionados con


drogas a fin de que puedan seguir participando en programas educativos.

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8. Registro de incidentes relacionados con drogas: conviene mantener ese tipo de
registro y prestar la debida atención a la protección de los derechos y de la privacidad
de todos los involucrados. La presente publicación procurará orientar al lector a través
de todos los elementos antes indicados.

(Extraído de ONUDD, 2005)

No olvidar…

Tener en cuenta los elementos guía al momento de realizar una intervención, la


correcta ejecución depende en gran medida de aquel acto.

Para el éxito de la educación escolar para la prevención del uso de drogas es


fundamental que se haga hincapié en los resultados de la enseñanza, en los factores
ambientales y en las asociaciones de colaboración. Los colegios que tienden a
modificar directamente el comportamiento en materia de consumo de drogas corren el
riesgo de no poder conseguirlo porque dicho "objetivo" se encuentra fuera de su
control. Hay que reconocer que las colegios influyen en el comportamiento, aunque no
lo determinan, mediante el desarrollo de los conocimientos y aptitudes de los
estudiantes y el cultivo de sus valores. A su vez, esto requiere que se dedique tiempo
suficiente a conseguir resultados docentes claramente indicados y asociaciones de
colaboración con la familia y la comunidad que se lleven a cabo en una atmósfera que
promueva el crecimiento personal y académico.

Los resultados docentes relacionados con las drogas deben tratarse en el marco del
programa de estudios en materia de salud u otras esferas docentes que puedan
brindar orden, progresión, continuidad y vínculos con otras cuestiones de salud que
repercuten en la vida de los estudiantes Los programas aislados no pueden brindar
los elementos de amplitud y desarrollo corrientes que estimulan el desarrollo de
valores y aptitudes personales y sociales. Así como el uso de drogas no existe sin
más sino como parte de toda la vida del joven, la educación para la prevención debe
incorporar otras cuestiones de importancia para los jóvenes, entre ellas el desarrollo
en la adolescencia, el estrés y su superación, la sexualidad, la colaboración entre el
hogar y el colegio y las relaciones personales.

El entorno escolar debe prestarse a conseguir resultados docentes y a establecer


asociaciones productivas Los estudiantes responden positivamente a un entorno
escolar -con inclusión de la cultura, el entorno, el espíritu, el sentimiento de

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comunidad, los objetivos y un sentimiento de orden- en el que estiman que se les trata
equitativamente. Los estudiantes salen ganando cuando el colegio tiene razón de ser,
cuando los colegios dejan establecido lo que deben hacer y conocer los estudiantes, y
de qué forma esos resultados han de ser conseguidos y medidos.

Conviene establecer asociaciones de colaboración para la adopción de decisiones


Los estudiantes, el personal escolar, los parientes, los que intervienen en las
funciones de prevención, los órganos que intervienen en la remisión y la comunidad
en general deben colaborar en la adopción de decisiones sobre cuestiones
relacionadas con las drogas, incluida la gestión de incidentes relacionados con
drogas. Un enfoque colaborativo respecto del desarrollo normativo refuerza los
valores apetecidos y el debido comportamiento en el colegio, en el hogar y en el seno
de la comunidad.

La enseñanza y el aprendizaje deben ser interactivos Las técnicas de enseñanza


interactiva como, por ejemplo, debates, mancomunación de recursos, adopción de
decisiones, capacitación en materia de claridad de expresión o desempeño de
funciones diversas, así como nuevas aptitudes de interpretación y comportamientos,
estimulan la activa participación de todos los estudiantes. Un clima positivo en las
aulas se promueve desarrollando actividades en grupos más pequeños, lo que
fomenta la comunicación inter pares y un máximo de participación.

Los programas educativos para la prevención del uso de drogas deben ser globales y
suscitar el interés Los programas educativos para la prevención del uso de drogas
deben tener en cuenta los grados de consumo de drogas entre las personas y en la
sociedad, los factores de riesgo y protección, el género, la etnia, la cultura, el idioma,
el grado de desarrollo, el grado de capacidad, la religión y la orientación sexual. La
interacción con los estudiantes de una forma que reconozca la realidad de sus
antecedentes y experiencias crea oportunidades para obtener datos interesantes de
los estudiantes con destino a la educación mediante programas para la prevención del
uso de drogas. Los estudiantes reaccionan positivamente cuando se reconocen sus
necesidades individuales y las necesidades de los usuarios y no usuarios quedan
reconocidas y se dejan abiertos los canales de comunicación sin con ello tolerar el
consumo de drogas.

Capacitando a los profesores en la enseñanza para la prevención del uso de drogas


se mejora el impacto y la sostenibilidad de los programas de prevención del uso de
drogas Ofreciendo a los profesores un desarrollo profesional, que consiste en
brindarles una orientación hacia la educación en materia de prevención del uso de
drogas que les permita utilizar diversas estrategias de enseñanza, recursos y técnicas
de evaluación apropiadas para las necesidades de los estudiantes, en vez de ofrecer

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capacitación únicamente en la utilización de un recurso o un programa específicos,
hace que los programas tengan mayor impacto y mejor sostenibilidad. Debe ofrecerse
a los profesores el apoyo de los dirigentes escolares, así como asesoramiento técnico
y oportunidades de trabajar en red para que compartan tanto los éxitos como los
problemas.

Los programas, las estrategias y los recursos deben concebirse de forma que apoyen
al profesor, que ayuden a conseguir resultados docentes relacionados con las drogas
y que contribuyan al mejoramiento a largo plazo del entorno y el espíritu escolares
Los programas y recursos docentes en materia de drogas deben seleccionarse de
forma que complementen la función del profesor en las aulas con recursos externos
que realcen dicha función y no que la reemplacen. La credibilidad del papel de los
profesores cuando atienden a las necesidades de los estudiantes puede verse
comprometida si en los colegios se imponen programas desarrollados fuera de ella.

Los programas de prevención del uso de drogas y sus resultados deben ser
evaluados periódicamente para que puedan probar su valor y para mejorar el
contenido de programas futuros Los colegios pueden evitar las prácticas inadecuadas
si se remiten a principios, directrices y modelos de buena práctica como referencias
para orientar la evaluación de programas y resultados e informar sobre ellos.

Las normas y los procedimientos para la gestión de incidentes relacionados con


drogas en las colegios deben elaborarse con ánimo colaborativo y deben recibir
amplia publicidad a fin de que puedan suscitar una reacción positiva Hay algunas
reacciones al consumo de drogas que pueden marginar y estigmatizar a los
estudiantes. La detección del consumo de drogas con fines exclusivamente punitivos
no es una estrategia productiva a no ser que se hallen comprometidas la salud y la
seguridad de la comunidad escolar, y pueda separar a los estudiantes en situación de
riesgo del único lugar en el que hay personas y actividades que pueden respaldar sus
esfuerzos para cambiar su comportamiento.

Estrategias preventivas en el ámbito laboral

El uso, abuso y dependencia de tabaco, alcohol y otras drogas entre la población


trabajadora constituye un importante problema de salud, el cual también se relaciona
con la dinámica productiva y la vida social y familiar de quienes lo presentan. En
términos generales, el abuso y la dependencia de tabaco, alcohol y de otras drogas
afecta seriamente la salud, la calidad de vida y el rendimiento del trabajador,
disminuyendo la calidad de su trabajo, la de su equipo, su productividad y la de la
empresa. Asimismo, es causa frecuente de conflictos del trabajador con sus

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superiores y/o con sus pares, ausentismo laboral, accidentes e incapacidad por
enfermedades asociadas al consumo, por no mencionar los daños a la planta laboral
que en ocasiones se producen como consecuencia de los accidentes de trabajo.

Es por ello que en el contexto internacional y nacional se ha cobrado conciencia de la


necesidad de impulsar el desarrollo e instrumentación de intervenciones costo-
efectivas, basadas en evidencias que contribuyan desde el ámbito laboral a la
disminución de los problemas relacionados con el consumo de tabaco, alcohol y otras
drogas, particularmente desde el punto de vista de la prevención.

Un objetivo fundamental en el establecimiento de las políticas públicas en materia de


prevención y atención de las adicciones en el ámbito laboral, es que los trabajadores
en quienes sea detectado el uso, abuso o dependencia de tabaco, alcohol y otras
drogas, puedan seguir contando con su fuente de trabajo, al mismo tiempo que la
empresa implemente acciones de prevención y se invite al trabajador a hacer uso de
los servicios de salud, encaminados al tratamiento y rehabilitación y, por lo tanto, el
mejoramiento en su desempeño personal, familiar y laboral.

Integrando las recomendaciones de la OIT (Organización Internacional del Trabajo)


para el establecimiento de políticas públicas para la atención de los factores
psicosociales que afectan al trabajo y la promoción de la salud entre los trabajadores,
así como los problemas vinculados al consumo de tabaco, alcohol y otras drogas en
el ámbito laboral, y las posibilidades para su atención a través de la red de servicios
para la prevención y el tratamiento de las adicciones, existe una propuesta a partir de
un Decálogo de Lineamientos con el propósito de orientar el diseño de programas de
prevención y fundamentar políticas públicas, a saber:

1. Partir del enfoque preventivo, basado en evidencia: Las políticas y los programas
en materia de adicciones deben promover la prevención, la reducción y el tratamiento
de los problemas que se presentan por el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas
en el lugar de trabajo, tomando en cuenta todos los tipos de empleo, públicos y
privados. Las intervenciones deberán partir de un diagnóstico situacional que
establezca las necesidades particulares de la empresa que se habrán de abordar en
el programa. Se deberá hacer un trabajo previo de sensibilización y concientización
del problema a partir de la difusión de datos duros que hagan constar el costo -
beneficio tanto para el empresario como para los trabajadores.

2. Ofrecer atención universal: Las consecuencias relacionadas con el consumo de


alcohol, tabaco y otras drogas deben considerarse problemas de salud y, por
consiguiente, tratarse sin discriminación alguna, como cualquier otro problema de

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salud en el trabajo, y quedar al alcance de los servicios de salud (públicos o privados),
según corresponda.

3. Formalizar un acuerdo de participación: En la evaluación de los efectos del


consumo de alcohol, tabaco y otras drogas en el lugar de trabajo, los empresarios
(contratantes, patrones, empleadores), los trabajadores y sus representantes
cooperarán en la elaboración, por escrito, de una política específica para la empresa.

4. Promover la participación: Los responsables de los servicios preventivos en


seguridad y salud en el trabajo en la empresa, de acuerdo con lo que establece la
NOM-030-STPS-2009, Servicios Preventivos de Seguridad y Salud en el Trabajo-
Funciones y Actividades, deben incorporar en el programa de seguridad y salud en el
trabajo o en la relación de acciones preventivas y correctivas de seguridad y salud en
el trabajo, las acciones y programas para la prevención integral de las adicciones que
recomienden o dicten las autoridades competentes (Guía de Recomendaciones para
la Promoción de la Salud y la Prevención de Adicciones en los Centros de Trabajo),
así como realizar el seguimiento de los avances.

5. Evitar la discriminación respetando la equidad: El empleador deberá aplicar en todo


momento el principio de no discriminación en el empleo a los trabajadores que
consumen o consumían alcohol u otras drogas, de conformidad con la legislación y
los reglamentos nacionales. Los trabajadores que quieran recibir tratamiento y
rehabilitación para sus problemas relacionados con el consumo de alcohol, tabaco u
otras drogas no deberán ser objeto de discriminación por parte del empleador, y
podrán gozar de la seguridad del empleo usual y de las mismas oportunidades de
traslado y ascenso profesional que sus colegas. El empleador deberá aplicar idénticas
restricciones o prohibiciones respecto del alcohol, tabaco y otras drogas, 22 Comisión
Nacional contra las Adicciones tanto al personal directivo como a los trabajadores,
para evitar toda ambigüedad e incertidumbre en su política. Considerar en la medida
de lo posible, las diferencias de género para el abordaje del problema de las
adicciones en los trabajadores.

6. Promover la educación continua: Para fomentar la seguridad y la salud en el lugar


de trabajo se deberán llevar a cabo acciones de información, instrucción y
capacitación sobre prevención del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, los
cuales se encuentran ya integrados en el Programa de Acción Específico. Prevención
y Tratamiento de las Adicciones, y los Programas contra el Tabaquismo, contra el
Alcoholismo y el Abuso de Bebidas Alcohólicas y contra la Farmacodependencia, en
su actualización 2011- 2012. Considerar, en la medida de lo posible, brindar
facilidades para que los empleadores se mantengan informados y capacitados en el
tema de la salud y la prevención de adicciones.

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7. Garantizar la confidencialidad: • Es de suma importancia hacer un trabajo previo de
concientización sobre la enfermedad de las adicciones, así como la responsabilidad
compartida que se tiene desde el sector salud como el sector empresarial para el
abordaje de la misma. Dicho trabajo debe estar orientado al abordaje de dicha
problemática desde una perspectiva ética y humana. Los empleadores deben
establecer un sistema para asegurar el carácter confidencial de toda la información
que atañe a los problemas relacionados con el consumo de tabaco, alcohol, tabaco y
otras drogas entre los trabajadores. Habría que informar a los trabajadores acerca de
las excepciones a la confidencialidad debidas a cuestiones de tipo ético o de
seguridad inminente, por ejemplo, cuando la vida del trabajador se encuentre en
riesgo. Para la aplicación de pruebas de tamizaje o de exámenes para la detección
del consumo de drogas ilícitas (pruebas antidoping), es necesario contar con el
Consentimiento Informado del trabajador, salvo aquellas excepciones contenidas en
la legislación vigente (por ejemplo, en el caso de actividades de riesgo, como el ramo
del transporte), en donde se establecen las condiciones específicas de la
confidencialidad, bajo qué circunstancias se puede aplicar y las medidas que se
toman en caso de salir negativo o positivo en la prueba.

8. Respetar la voluntariedad: La aplicación de instrumentos de tamizaje o encuestas y


los análisis toxicológicos (o pruebas antidoping) para determinar el consumo de
tabaco, alcohol y otras drogas en el ámbito del trabajo plantean problemas de orden
moral, ético y jurídico, de ahí que haya que suscribir un acuerdo o Consentimiento
Informado en donde el trabajador firme que está de acuerdo, conoce los riesgos y
determina cuándo se siente preparado para realizarlos, salvo en aquellas excepciones
que marque la legislación vigente.

9. Garantizar la estabilidad laboral: La estabilidad que ofrece un empleo es a menudo


un factor importante para facilitar la superación de los problemas relacionados con el
consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. Por esta razón, los copartícipes sociales
deberán reconocer el papel especial que puede desempeñar el lugar de trabajo para
ayudar a las personas que tienen estos problemas.

10. Mantener la legalidad: Debe reconocerse que la empresa tiene autoridad para
sancionar a los trabajadores cuya conducta profesional sea impropia, como
consecuencia de problemas relacionados con el consumo de tabaco, alcohol y otras
drogas. Sin embargo, es preferible que los remitan a los servicios de orientación,
consejería, tratamiento y rehabilitación en vez de aplicarles sanciones disciplinarias.
Si un trabajador no colaborara plenamente con el tratamiento, el empleador podrá
tomar las medidas disciplinarias que considere oportunas y acordes con la legislación
vigente.

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No es azarosa la manera de realizar estrategias de prevención de drogas,
enmarcarse en el sistema legal de cada país resulta fundamental para no entrar en
dilemas éticos dentro del trabajo.

Por otro lado, se pueden graficar las distintas formas de trabajo según las estrategias
seleccionadas, según la siguiente tabla:

(Extraído de CONADIC, 2001)

Estrategias preventivas en el ámbito laboral

La prevención comunitaria en drogodependencias pretende prevenir el consumo de


drogas en una comunidad concreta poniendo en marcha distintos recursos para lograr
este fin.

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El objetivo que pretende es reforzar los mensajes y normas de la comunidad en
contra del abuso de drogas y la preservación de la salud. Implica poner en marcha
distintos recursos y medios comunitarios y, con ello, la participación y movilización de
distintas instituciones, organizaciones, colectivos, grupos y personas de la comunidad.
Ello indica que un programa comunitario es comprensivo y puede abarcar cualquier
aspecto de la comunidad. Cuantos más participen, siempre que haya un adecuado
nivel de coordinación, más fácil será conseguir el objetivo preventivo.

Habitualmente un programa comunitario incluye otros subprogramas o programas que


a su vez funcionan independientemente, como la prevención escolar, la familiar, la
laboral, etc., pero que si se coordinan dentro de un programa comunitario pueden
funcionar sinérgicamente todos entre sí. De ahí la relevancia de adecuar todo
programa comunitario a las necesidades concretas de esa comunidad y de las
personas que tienen mayor problema de consumo de drogas.
Los pasos que sigue el diseño y aplicación de un programa comunitario pueden ser
los de: análisis de necesidades e identificación de las poblaciones de riesgo,
establecimiento de las metas de la prevención, establecimiento de los objetivos,
planificación y establecimiento de estrategias de cambio, identificación de recursos,
adecuación de recursos-necesidades (entre lo que se tiene y lo que se necesita, en
función de metas y objetivos concretos), establecimiento de canales de comunicación
y asignación de tareas, implementación, evaluación y revisión del programa en
función de los resultados obtenidos con el mismo. De especial relevancia es el
conocimiento de la comunidad. Esto implica saber cuál es el nivel de consumo de
drogas (nivel epidemiológico), los recursos existentes en esa comunidad (barrio,
ciudad, municipio, etc.), grupos con mayores problemas de consumo de drogas,
zonas en donde se consumen drogas o se venden, nivel de participación ciudadana
en otras actividades para conocer la respuesta al programa comunitario, nivel de
apoyo que se puede lograr de estamentos claves sociales (ej., hoteleros, policía,
asociaciones de vecinos, etc.), si se cuenta con el apoyo de los medios de
comunicación de masas y de las personas claves de esa comunidad (ej., periodistas,
políticos, empresarios, etc.) y, especialmente, seleccionar cuidadosamente la
población a la que se va a dirigir el programa objetivo. (SENDA, s/a)
La prevención del consumo de drogas supone poner en marcha intervenciones
orientadas a minimizar la influencia de los factores de riesgo y a potenciar la influencia
de los factores de protección, permitiendo la realización de una gran variedad de
acciones que pueden desarrollarse en uno o varios niveles de intervención (primaria,
secundaria o terciaria) y en uno o en los dos ejes en torno a los cuales gira la acción
preventiva (específica o inespecífica).

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El trabajo preventivo desde el ámbito comunitario se articula sobre cuatro líneas, cada
uno de las cuales puede afectar a diversos factores de riesgo y protección:

 Creencias y actitudes acerca de la salud y las drogas.

 Asunción de responsabilidades sociales.

 Educación social y tiempo libre.

 Vertebración social de la comunidad.

El papel del mediador social en la prevención comunitaria es de vital importancia ya


que gracias a él se recoge e interviene en los problemas de drogas existentes en la
comunidad, consiguiendo dinamizarla y sensibilizarla, de modo que sea posible la
transformación de valores y actitudes Introducción positivos hacia la salud en general
y de la prevención de drogodependencias en particular. También es el puente de
conexión con las instituciones de la comunidad y sus miembros, convirtiéndose en el
agente preventivo junto con el experto en drogodependencias, que será el que
promueva la información y formación de los mediadores sociales con el objetivo de
que éstos, desde su capacidad para dinamizar, multipliquen las oportunidades de
promover hábitos saludables.
Se pueden considerar mediadores sociales a miembros de asociaciones juveniles,
voluntarios de distintos tipos de asociaciones, grupos de apoyo social, religiosos,
deportivos, docentes, educadores, trabajadores sociales, personal sanitario,
policías,… Teniendo en cuenta lo expuesto, la intervención comunitaria se diferencia
de la intervención social, por su hincapié en la planificación del cambio y la
participación de la comunidad como elemento central, y además implica la presencia
de técnicos expertos que guíen la acción en colaboración de los propios agentes
sociales existentes en la comunidad.

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Conclusión
Al finalizar el contenido, se puede apreciar como cada uno de los ámbitos donde se
requiere trabajo preventivo en la temática de drogas influye en la forma de abordaje
de la temática.

Poder posicionarse en la realidad que se enfrenta y poder flexibilizar las estrategias


acomodándolas al contexto se vuelve un ejercicio fundamental a la hora de buscar el
éxito de las propuestas de trabajo para cada necesidad.

Se espera que a lo largo del tiempo, manejar los contenidos antes entregados
suponga una herramienta importante a la hora de realizar aportes cuando de diseño y
gestión de proyectos de prevención se trate.

Tener en cuenta lo fundamental de la educación en el desarrollo de los niños y


adolescentes, del trabajo en la sociedad y en el bienestar laboral de las personas y de
lo comunitario en la vida de las familias y miembros de un grupo en particular, es
fundamental a la hora del tomarle el peso a la temática del consumo de drogas y de
poner el máximo de variables de trabajo a los programas diseñados para generar un
cambio.

Recordar constantemente que no son los ámbitos donde se desarrolla la intervención


los que se tienen que acomodar a la misma, sino que es la intervención y la
metodología de trabajo la que debe acomodarse a cada ámbito.

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Bibliografía

Casal, K. (2011) Prevención de las drogas en el ámbito escolar. Disponible en:


http://www.ianamericas.org/prevencion-de-las-drogas-en-el-ambito-escolar/

CONADIC (2001) Lineamientos para la Prevención y atención de las adicciones en el


ámbito laboral mexicano. Distrito Federal, México.

Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (2005) Colegios: Educación
escolar para la prevención del uso de drogas. Viena, Austria.

SENDA CHILE (s/a) Glosario. Disponible en: http://www.senda.gob.cl/?page_id=2528

Torres, J., Martínez, J., Huertas J, et al. (2006) Manual para la prevención comunitaria
de las drogodependencias y adicciones en Andalucía. Sevilla, España

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