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El riesgo (R), en su definición más simple, es el producto de la probabilidad del evento (P) y el
potencial de su consecuencia (C).
R=P x C
Es la formulación básica del riesgo lo que permite la definición de los principales interesados en la
seguridad contra incendios. El primer interesado es el "público". El "público" debe asumirse como un
participante ignorante y pasivo. El "público" no está obligado a comprender el nivel de seguridad de la
infraestructura que utiliza. Está claro que los simulacros de incendio, la información y el
comportamiento inducido están destinados a moldear las acciones del "público" para lograr el objetivo
de la seguridad contra incendios. Sin embargo, no se espera que el "público" juegue un papel activo o
tenga una comprensión explícita de su papel en la implementación de la seguridad contra incendios.
Por lo tanto, el "público" está allí para ser protegido. El papel del "público" en los eventos del 11 de
septiembre de 2001 puede considerarse como un ejemplo. El "público" siguió el comportamiento ideal y
fue guiado de la manera más efectiva posible.
El papel del "público" es el único rol que se puede definir fácilmente cuando se trata de la seguridad
contra incendios. Otras partes interesadas solo pueden definirse dentro del contexto del marco
regulatorio. Por lo tanto, se definirán brevemente las principales características del marco que regula la
seguridad contra incendios.
La complejidad de este proceso no está en su estructura, sino en la definición de quiénes son los
"diseñadores" y los "aprobadores". El desarrollo de la infraestructura involucra numerosas disciplinas y
los límites entre éstas no siempre son claros. Estos límites se vuelven aún menos claros a medida que
los "diseñadores" pasan a convertirse en "consultores de código". Además, en un entorno prescriptivo,
las competencias permanecen indefinidas porque lo que está regulado es el proceso (reglas y
aprobación). A medida que los "diseñadores" se aproximan hacia los "consultores de código", es
esencial definir la competencia. La Sociedad de Ingenieros de Protección contra Incendios (SFPE) ha
definido la competencia en este campo y se implementa a través de un proceso de examen que define
rigurosamente al Ingeniero Profesional (PE). Sin embargo, dado que el proceso no está regulado, no es
obligatorio involucrar solamente a Ingenieros Profesionales (desde el punto de la competencia según la
SFPE).
En el caso del World Trade Center 1 y 2, los principales "diseñadores" son los arquitectos, los ingenieros
estructurales y los ingenieros de protección contra incendios. Las obligaciones de seguridad contra incendios
fueron compartidas por el arquitecto y el ingeniero de protección contra incendios. El arquitecto y el
ingeniero de protección contra incendios definieron juntos los medios de egreso necesarios, el ingeniero
de protección contra incendios definió todas las medidas activas de protección y el arquitecto definió la
resistencia estructural al fuego siguiendo las reglas existentes sobre protección térmica de la estructura
de acero. El "aprobador" fue en este caso la Autoridad de Nueva York y Nueva Jersey. Si bien existe
cierta controversia sobre este asunto, aquí asumiremos que se consideró que todas las reglas satisfacían
los requisitos prescriptivos y que el "aprobador" estableció el cumplimiento de una manera adecuada.
Los ingenieros estructurales no tuvieron ningún papel en la provisión de seguridad contra incendios.
Es importante señalar que, en este caso particular, la singularidad de la infraestructura amplió los
límites de la aplicabilidad de la prescripción e hizo que todas las partes interesadas operaran como
"consultores de código". Esta particularidad le dio al "cliente" una influencia significativa en el
resultado.
En el caso del diseño basado en el desempeño, las herramientas de ingeniería deben utilizarse de
manera competente para ofrecer un resultado que proporcione un nivel explícito de seguridad. El
"diseñador" y el "aprobador" son ahora profesionales cuya competencia debe ser definida y regulada.
Como cualquier otra disciplina profesional, los "profesionales" tienen derecho a monopolizar sus
profesiones. El proceso, en este caso, no está regulado y corresponde a los "profesionales" ponerse de
acuerdo sobre las metodologías que se utilizarán para definir explícitamente el riesgo. El "cliente" junto
con el "aprobador" (podría ser una autoridad o una compañía de seguros) deberá acordar qué es un
nivel aceptable de riesgo. El "diseñador" está allí para informar al cliente y la autoridad (de manera
convincente) de la probabilidad de todos los eventos potenciales e introducir técnicas de mitigación que
reducen las consecuencias a un nivel aceptable para el "cliente" y el "aprobador". No es el rol del
"diseñador" definir qué es un nivel aceptable de riesgo o una probabilidad insignificante. El rol del
diseñador es proporcionar de manera competente y ética la información necesaria para que el "cliente"
y el "aprobador" tomen una decisión si la solución propuesta proporciona un nivel aceptable de riesgo.
Es importante señalar que actualmente no existe una definición clara de competencia profesional para
los ingenieros de seguridad contra incendios que deben operar dentro del marco profesional requerido
para el diseño basado en el desempeño. En cambio, la seguridad contra incendios aún opera en un
entorno prescriptivo regulado donde los "consultores de código" han ampliado su función para cubrir
este vacío. El derecho al monopolio profesional no se ejerce en ninguna parte, por lo que pueden
observarse diferencias drásticas en la competencia entre los que se denominan Ingenieros de Seguridad
contra Incendios.
En el caso del 11 de septiembre de 2001, se ha discutido mucho sobre la naturaleza del evento. Un
avión completo de combustible impactó en cada edificio. La probabilidad de que tal evento ocurra es
extremadamente baja, pero las posibles consecuencias son muy altas. Muchos argumentarán que,
debido a su baja probabilidad, no debería requerirse diseñar edificios altos para tal evento. En un
entorno prescriptivo, este es un punto discutible porque las probabilidades no están involucradas en el
proceso de diseño y el resultado del diseño será el mismo si estos eventos fueran considerados o no. Si
se debe seguir un enfoque de diseño basado en el desempeño, el evento siempre se debe evaluar
porque su probabilidad no es cero (al menos dos de estos eventos se han registrado en Nueva York en
los últimos 100 años). El "cliente" y el "aprobador" pueden considerar que las consecuencias resultantes
de tal evento son aceptables, pero esta conclusión debe hacerse de manera explícita sobre la base de un
análisis de consecuencias. Los "diseñadores" no juegan ningún papel en este proceso de toma de
decisiones más allá de proporcionar una evaluación explícita de las consecuencias.
Los eventos del 11 de septiembre de 2001 revelaron la complejidad de este asunto y cómo la pobre
definición del proceso y las partes interesadas pueden tener consecuencias negativas no deseadas.
World Trade Center 1 y 2 fueron diseñados en vista de la seguridad contra incendios por "consultores
de código" que ampliaron la aplicabilidad de los códigos sobre la base de la influencia del "cliente". El
diseño siguió un marco prescriptivo y se puede aceptar que fue "aprobado" sobre la base de cumplir
con los requisitos del código. Bajo este marco, los arquitectos definieron todos los requisitos
estructurales de seguridad contra incendios (aislación/ protección) sin competencia en ingeniería
estructural. Los ingenieros estructurales y los ingenieros de protección contra i
En contraste, el diseño estructural, dada la singularidad de su tipo, no se pudo clasificar dentro del
procedimiento estándar, por lo tanto, fue diseñado por profesionales competentes que operan en un
marco de diseño basado en el desempeño. El desempeño de la estructura se evaluó explícitamente, se
consideró el escenario de una aeronave que impactaba en el edificio y las consecuencias fueron
consideradas aceptables por "cliente" y "aprobador". Desde una perspectiva estructural, la presencia de
combustible en la aeronave era irrelevante (porque el edificio estaba protegido a partir de los requisitos
prescriptivos) y el evento de un incendio después del impacto no tuvo que ser considerado.
En resumen, los "diseñadores" no actuaban como un grupo integrado interdisciplinario, por lo tanto,
diferentes disciplinas operaban en diferentes marcos y bajo diferentes definiciones de competencia. La
definición inadecuada de los interesados que resultó de esta confusión desarticuló el proceso de
aprobación. Nunca se realizó un análisis exhaustivo de las consecuencias, por lo que la decisión de
aprobación se tomó con información insuficiente. Las posibles consecuencias de este incendio no se
manejaron correctamente y el resultado fue un desastre.
Si bien la debilidad del proceso de diseño parece obvia, después de más de una década, las discusiones
sobre el WTC se mantendrán en torno a los medios de egreso, las interpretaciones erróneas del código y
las malas prácticas de construcción. Además, la baja probabilidad de un evento similar se evoca
constantemente como justificación para no considerar un evento de esta naturaleza para el diseño. La
consideración de la probabilidad de tal evento solo es relevante si se utiliza un marco basado en el
desempeño, en cuyo caso todos los problemas técnicos descritos anteriormente, si bien son relevantes,
son secundarios al comportamiento estructural. En una disciplina que evoluciona regularmente sobre
la base del análisis forense de fallas (diseño por desastre), este escenario parece paradójico. ¿De qué se
trata el WTC que desarticula la disciplina de destilar de un estudio forense conocimientos suficientes
para mejorar el diseño, en lugar de simplemente derivar en paliativos de menor importancia? Hay
muchas razones que impulsan este comportamiento y van desde la logística a la política. Sin embargo,
la razón fundamental es que la base de conocimiento existente de 2001 no fue suficiente para ofrecer
una evaluación cuantitativa del rendimiento de un edificio de la complejidad del WTC. Por lo tanto, la
información que surgió del estudio forense no fue lo suficientemente sólida, no lo suficientemente
concluyente y no lo suficientemente clara como para alentar a la práctica a mejorar su comprensión del
problema. En términos simples, no estábamos listos para diseñar un edificio como el WTC y,
definitivamente, no estábamos listos para realizar un estudio forense de dicho edificio.
Cuestiones:
1. El WTC puede ser visto como una oportunidad perdida para demostrar que la brecha entre lo que
estamos construyendo y lo que sabemos cómo construir ha aumentado tanto que estamos en el proceso
de construir muchos desastres futuros provocados por el hombre. ¿Qué se necesitaría para obtener este
entendimiento explícito?
2. ¿Cómo pasa la sociedad de una práctica mal formulada a una consistente con la tarea en cuestión?
¿Cómo profesionalizamos disciplinas como ingeniería de seguridad contra incendios?
3. Nuestro marco legal está desarticulado cuando los "expertos" no se pueden definir. ¿Cómo podemos
emplear nuestro marco legal para forzar una definición adecuada de experiencia técnica?
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