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LA ESPAÑA DEL DESARROLLO

En los años cincuenta el régimen se consolida gracias al fin del aislamiento internacional
que sufría el país, ya que con el principio de la Guerra Fría, Franco comienza a ser considerado
como un aliado seguro contra el comunismo, y España, un terreno ideal para instalar algunas bases
militares de la OTAN (Torrejón, Rota o Zaragoza). Además el aperturismo económico y la difusión
de medidas liberalizadoras provocaron un claro crecimiento y desarrollo económico, que se vio
reflejado en una leve apertura también en lo político y lo social.
La firma de un acuerdo bilateral con EEUU, a cambio de la instalación de las mencionadas
bases, supuso la llegada de la ayuda americana (fin del racionamiento y aumento de la producción
gracias a los créditos). Además, posibilitó la entrada de España en la UNESCO (1952), la ONU y
el FMI (1955). La visita de Eisenhower en 1959, supuso la consagración internacional del
Régimen, mientras que la ratificación moral del mismo se alcanzó con la firma del Concordato con
la Santa Sede en 1953. Mientras, en Europa, Franco sigue siendo visto con recelo por las
democracias occidentales, que rechazan de plano los intentos de España por entrar en la CEE
(antigua UE).
Los años cincuenta suponen así, el comienzo del fin de la terrible autarquía económica y el
inicio de una tímida recuperación del crecimiento, que no se conocía desde antes de la guerra.
Pero al mismo tiempo, crece la oposición organizada contra el Régimen. En 1956 se produce la
primera gran protesta universitaria, y el entonces ministro de Educación, el aperturista Joaquín
Ruíz-Jimenez se vio forzado a dimitir. La represión fue dura y evidencia que España sigue siendo
una dictadura. Mientras, la oposición obrera consigue convocar con éxito distintas huelgas en
defensa de sus derechos, como las de los tranvías de Barcelona (1951) o las de la minería asturiana
en 1957-58. En Euskadi aparece la ETA (Euskadi ta Askatasuna), movimiento independentista que
inició la lucha armada para conseguir la unificación de las provincias vascas españolas y francesas
al margen del Estado español.
Durante los años `60 el Régimen es consciente de que debe adaptarse para sobrevivir y se
produce una renovación de los dirigentes políticos. El evidente desarrollo económico da legitimidad
a la dictadura al aumentar notablemente el nivel de vida de gran parte de la población (primeros
automóviles familiares, vacaciones, etc.). Los nuevos dirigentes se dividían en dos claras familias
políticas (nombre que recibían popularmente los distintos sectores del franquismo ante la ausencia
de partidos políticos reales); por un lado, los tecnócratas, vinculados al Opus Dei y apoyados por
el propio Carrero Blanco (entre ellos Laureano López-Rodó, uno de los principales artífices del
milagro económico español). Proponían liberalizar la economía para modernizar el país pero
manteniendo intactos los principios autoritarios y ultracatólicos del Régimen. De otro lado, los
reformistas apoyaban ciertas reformas que condujeran a la evolución política del sistema, y entre
ellos, destacaron Fernando Castiella (Exteriores) o Manuel Fraga Iribarne (Información y Turismo).
El nuevo gobierno aprobó la Ley de Convenios Colectivos, que permitía cierta negociación de las
condiciones laborales entre obreros y empresarios, aceptó la creación de un sistema de Seguridad
Social y elaboró una Ley de Prensa a cargo de Manuel Fraga, que eliminaba la censura previa, pero
permitía los castigos, multas y secuestros de periódicos que atentaran contra el Régimen. La Ley
Orgánica del Estado (1967) instauraba el sistema de democracia orgánica e introducía un sufragio
muy limitado para elegir a un tercio de las Cortes (el tercio familiar); por su parte, la Ley de
Sucesión designó a Juan Carlos como sucesor legítimo de Franco, cuyo evidente deterioro físico
(enfermedad de Parkinson) precipitó los acontecimientos.
El llamado milagro económico español, es el escenario en el que tiene lugar todo esto. En
1959 se desarrolla el primer Plan de Estabilización destinado a liberalizar la economía: control del
gasto público, impulso a las exportaciones, incentivos a las inversiones extranjeras, congelación de
los salarios, etc (los logros son inmediatos, el Estado gana liquidez y reactiva la economía, aunque
los costes sociales son serios). A partir de ese momento ven la luz los sucesivos Planes de
Desarrollo (desde 1964), que consistían en planificaciones periódicas, de cuatro años de duración,
en las que el Estado, indicaba las directices a seguir en materia económica, eran de obligado
cumplimiento para el sector público, y voluntarios para el privado, y aunque el resultado en cifras
fue evidentemente positivo, también hay que recordar que los planes están en el origen de la
polarización industrial española (los famosos polos de desarrollo), o del descontrolado crecimiento
urbanístico de nuestras costas.
Durante los años ´70, Franco y el Régímen comienzan a manifestar cada vez más síntomas
de decadencia. En 1969 había estallado el caso MATESA, el primer escándalo de corrupción
conocido de la época franquista, algunos ministros se vieron implicados en el uso indebido de
créditos públicos. Además, las tímidas medidas liberalizadoras o sociales ( Ley de Asociaciones
Políticas o Ley General de Educación), no desviaron la atención sobre los últimos escándalos
políticos del sistema: en 1970, ante la presión popular, y hasta la del propio Vaticano, Franco se vio
obligado a conmutar por cadena perpetua, las penas capitales que contra 16 miembros de ETA se
habían sentenciado en el conocido Proceso de Burgos. En 1973, la llamada Operación Ogro,
perpetrada por el mencionado grupo terrorista, acaba con la vida del recién elegido presidente del
gobierno, el inmovilista Luís Carrero Blanco, un Franco ya muy anciano nombrará a Carlos Arias
Navarro nuevo presidente en lo que será la recta final de la dictadura.

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