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Edad de Piedra

La Edad de Piedra o también Etapa Lítica es el período de la prehistoria que abarca desde que
los seres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedrahasta el descubrimiento y uso
de metales. La madera, los huesos y otros materiales también fueron utilizados (cuernas, cestos,
cuerdas, cuero, u otros ) pero la piedra (y, en particular, diversas rocas de rotura concoidea, como
el sílex, el cuarzo, la cuarcita, la obsidiana) fue utilizada para fabricar herramientas y armas, de
corte o percusión. Sin embargo, esta es una circunstancia necesaria, pero no suficiente para la
definición de este período, ya que en él tuvieron lugar fenómenos fundamentales para lo que sería
nuestro futuro: la evolución humana, las grandes adquisiciones tecnológicas
(fuego, herramientas, vestimenta), la evolución social, los cambios climáticos, la diáspora del ser
humano por todo el mundo habitable (ecúmene), desde su cuna africana, y la revolución
económica desde un sistema recolector-cazador, hasta un sistema parcialmente productor (entre
otras cosas). El rango de tiempo que abarca este período es ambiguo, discutido y variable según
la región en particular. Aunque es posible hablar de este período en concreto, para el conjunto de
la humanidad: no hay que olvidar que algunos grupos humanos nunca desarrollaron la tecnología
de la fundición de metales y por tanto quedaron sumidos en una edad de piedra hasta que se
encontraron con culturas tecnológicamente más desarrolladas. Sin embargo, en general, se
considera que este período comenzó en África hace 2,8 millones de años, con la aparición de la
primera herramienta humana (o prehumana).3 A este período le siguió el Calcolítico o Edad del
Cobre y, sobre todo, la Edad de Bronce, durante la cual, las herramientas de
esta aleación llegaron a ser comunes; esta transición ocurrió entre 6000 a. C. y 2500 a. C.

África
A diferencia de Eurasia e, incluso, América, los cambios climáticos ocurridos durante la
prehistoria en el continente africano no son glaciaciones sino periodos de mayor humedad
(pluviales) alternados con otros de más aridez (interpluviales), si bien su determinación y
cronología es bastante difícil de delimitar (para algunos los episodios pluviales corresponden con
las glaciaciones, para otros, con los interglaciares):
 Kagueriense: sería el pluvial conocido de mayor antigüedad, identificado en el valle del
río Kaguera (Uganda) y coetáneo con la glaciación Günz centroeuropea.
 Kamasiense: es el segundo episodio pluvial, coetáneo con la glaciación Mindel europea.
Su duración y sus fases son tema de fuerte controversia.
 Kanjeriense: el tercer pluvial recibe el nombre de la pequeña localidad keniana de Kanjera
a orillas del lago Victoria, donde además se han localizado algunos asentamientos
olduvayenses. Aunque el Kanjeriense sería contemporáneo del Riss centroeuropeo, hay
quien lo considera un estadio subsidiario del Kamasiense.
 Gambliense: Existe una lógica duda sobre si considerarlo el tercero o el cuarto pluvial
africano (dependiendo de la categoría que se le dé al Kanjeriense). En cualquier caso,
suele asociarse a la última glaciación, el Würm centroeuropeo. Fue identificado por
primera vez en los sedimentos de la cueva de Gamble (Gamble's Cave), en la localidad
de Elmenteita (Kenia), donde Louis Leakey lo asoció con el Stillbayense.
 Makaliense: este episodio no es un pluvial, sino una fase húmeda atestiguada en los
sedimentos del río Makalia (Kenia). Sucede a un periodo árido conocido como
Postgambliense y ambos parecen ser contemporáneos del postglaciar europeo.
Aparentemente, el Makaliense se asocia estrechamente al desarrollo de la cultura Wilton
en el sur del continente.

Norte de África
El África Mediterránea tiene durante la Edad de Piedra, una periodización esencialmente paralela
a la europea, al menos hasta el Neolítico, pero después, la influencia de la civilización egipcia y
la llegada de colonizadores fenicios acelera el ritmo evolutivo respecto a Europa.
El Paleolítico
Las culturas más antiguas pueden inscribirse en el Olduvayense, localizado en yacimientos como
Sidi Abderramán en Casablanca(Marruecos), estudiado por el profesor Pierre Biberson y datado
en cerca del millón de años, el cual ha podido establecer una transición gradual desde una cultura
en la que predominan los cantos tallados, hasta otra en la que el bifaz es el fósil director. Las
industrias de Sidi Abderramán podrían vincularse al tipo humano hallado por Camille
Arambourg en Ternifine (Argelia), el llamado Atlanthropus mauritanicus (en realidad una
variedad de Homo heidelbergensis).

El Paleolítico medio norteafricano nace por la llegada de los neandertales, probablemente,


procedentes de Europa portando su cultura Musteriense. Actualmente se ha reavivado la
controversia sobre la ruta que siguieron los neandertales entre África y Europa, ya que, aunque
se había llegado al consenso de que fue a través del Próximo Oriente, recientes descubrimientos
parecen demostrar que cuando menos hubo comunicación a través del estrecho de Gibraltar,
probablemente en ambos sentidos.9 Sin embargo, el Paleolítico medio norteafricano, tan similar
al europeo hasta hace poco más de 50 000 años, inicia un periodo ocupado por una industria sin
paralelo, llamada cultura Ateriense, que recibe el nombre del yacimiento de Bir el-Ater (Argelia).
El Ateriense es muy similar al musteriense y, de hecho, algunos sostienen que deriva de éste,
pero se distingue de él porque la mayor parte de los útiles son pedunculados (raspadores, puntas,
raederas, etc.) y piezas foliáceas con retoque cubriente. Se asocia al tipo humano de Jebel
Irhoud (Marruecos). El Ateriense es muy abundante durante unos 20 000 años (Bir el-Ater,
Taforalt, Temara, Dar-es-Soltan...), pero hace 30 000 años comienza su declive, aunque perdura
marginalmente hasta el Holoceno, hace 12 000 años. El Ateriense se asocia a condiciones
climáticas secas, por lo que su máxima expansión coincide con periodos de aridez. De hecho, se
sospecha que sus raíces se hunden hasta el año 70 000 a. C. En cambio, su ocaso es producto de
un clima más benigno en el Sáhara, lo que provocó la llegada de pueblos más avanzados,
humanos modernos con culturas laminares, fundamentalmente el Iberomaurisiense y otras que
se citan a continuación. De todos modos, durante varias decenas de miles de años las industrias
aterienses conviven con las industrias laminares, ocupando nichos ecológicos diferentes.
EDAD DE PIEDRA
Edad de los Metales

La Edad del metal es una de las dos grandes etapas tecnológicas en las que tradicionalmente se
ha subdividido la Prehistoria euroasiática. Por definición, es el período que siguió a la Edad de
Piedra y durante el cual el ser humano empezó a fabricar objetos de metal1 fundido. La existencia
de procesos metalúrgicos es indispensable para establecer la adscripción de una cultura
arqueológica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las
fases iniciales del Neolítico. Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzaría con las
primeras evidencias de fundición del cobre, que son del VI milenio a. C.(en Anatolia y los
montes Zagros) y acabaría con la progresiva entrada en la Historia de cada región
(en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con
el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allí es plenamente histórica.

Los primeros indicios de metalurgia en Europa proceden del área de los Balcanes, a mediados
del V milenio a. C. y son de origen autóctono. Para el resto del continente las evidencias aparecen
durante la segunda mitad del IV milenio a. C., aunque su generalización y el consecuente
abandono de la piedra como elemento básico para la fabricación de artefactos solo se materializó
con la llegada del hierro. Debido a la escasez de materia prima, en el Egipto faraónico esta
sustitución nunca se llegó a producir.

Dado que no existen rupturas en el desarrollo de las tecnologías metalúrgicas entre la prehistoria,
la protohistoria y la historia, en este artículo se incluyen procesos que se dieron en periodos
claramente históricos.

Europa, Oriente Medio y Asia


Esta etapa en Eurasia se ha subdividido tradicionalmente en Edad del Cobre o Calcolítico, Edad
del Bronce y Edad del Hierro. De manera simplificada, el Calcolítico coincide en la mayor parte
de Europa con la segunda mitad del IV milenio a. C. y casi todo el III milenio; el Bronce
correspondería al II milenio a. C.; y el Hierro con el I milenio a. C., época en la que el continente
entró en la Historia.

El cobre
El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales utilizados en la Prehistoria,7 tal
vez porque, a veces, aparece en forma de pepitas de metal nativo. El objeto de cobre más antiguo
conocido hasta el momento es un colgante oval procedente de Shanidar (Irán), que ha sido datado
en niveles correspondientes al 9500 a. C., o sea, a principio del Neolítico8 Sin embargo, esta
pieza es un caso aislado, ya que no es hasta 3000 años más tarde cuando las piezas de cobre
martilleado en frío comienzan a ser habituales. En efecto, a partir del año 6500 a. C., en varios
yacimientos se han encontrado piezas ornamentales y alfileres de cobre manufacturado a partir
del martilleado en frío del metal nativo, tanto en los Montes Zagros (Ali Kosh en Irán), como en
la meseta de Anatolia (Çatal Hüyük, Çayönü o Hacilar, en Turquía).
Varios siglos después se descubrió que el cobre podía ser extraído de diversos minerales
(malaquita, calcopirita, etc.), por medio de la fundición en hornos especiales, en los que se
insuflaba oxígeno (soplando por largos tubos o con fuelles) para superar los 1000 °C de
temperatura. El objeto de cobre fundido más antiguo que se conoce procede de los Montes
Zagros, concretamente de Tal-i-Blis (Irán), y se data en el 4100 a. C., junto a él se hallaron hornos
de fundición, crisoles e incluso moldes.

La técnica de fundición del cobre es relativamente sencilla, siempre que los minerales utilizados
sean carbonatos de cobre extraídos de algún yacimiento metalífero; la clave está en que el horno
alcance la temperatura adecuada, lo cual se conseguía inyectando aire soplando o con fuelles a
través de largas toberas. Este sistema se denomina «reducción del metal». Se mezclaba el mineral
triturado, por ejemplo, malaquita (carbonato de cobre), con carbón de leña. Con el calor las
impurezas van liberándose en forma de monóxido y dióxido de carbono, reduciendo el mineral a
un cobre relativamente puro; al alcanzar los 1000 °C, el metal se licúa depositándose en la zona
inferior del horno. Un orificio en el fondo del horno permite que el líquido candente fluya hacia
el exterior, donde se recoge en moldes; parte de la escoria queda en el horno y las impurezas del
mineral flotan en el metal fundido, por lo que es fácil eliminarlas con un utensilio llamado
escoriador.

Como el cobre podía volver a fundirse muchas veces, este solía convertirse en lingotes, a veces
con una forma peculiar (como los del Mediterráneo oriental, que recuerdan al pellejo de un
animal), para luego fabricar diversos objetos por fusión y colado en moldes. El cobre es
muy maleable y dúctil, podía martillarse en frío o en caliente, con lo que se duplicaba su
consistencia y dureza. En cualquier caso, resultaba imposible eliminar todas la impurezas del
cobre, pero, mientras que algunas eran perjudiciales, como el bismuto, que lo hace quebradizo,
otras eran beneficiosas, como el arsénico, que reduce la formación de burbujas en su fundición,
pues impide la absorción de gases a través de los poros del molde, asegurando un producto de
mejor calidad. El cobre con alto contenido natural en plomo es más blando, lo cual puede ser una
ventaja para fabricar recipientes por medio del martilleo de una plancha en forma de disco,
curvándola en forma cóncava, para elaborar calderos o cuencos; incluso podía ser repujado.
Algunos metalurgistas consideran que estos cobres con impurezas beneficiosas son, en realidad,
«bronces naturales».

La técnica del cobre no tardó en difundirse por todo el Próximo Oriente, coincidiendo con
el nacimiento de las primeras civilizaciones históricas de la zona, principalmente Sumeria y
el Antiguo Egipto; pero muchos estudiosos consideran que pudo inventarse en fechas muy
parecidas en otras partes del Viejo Mundo. Concretamente en Europa hay un avanzado
núcleo calcolítico en los Balcanes que incluye ocasionalmente objetos de cobre fundido entre sus
hallazgos del IV milenio a. C. (cultura Gulmenita) y todo parece apuntar hacia una invención
local. Durante el siguiente milenio y también con carácter autóctono, se detectan procesos
metalúrgicos en poblados fortificados del sur de la península Ibérica, como Los Millares o Vila
Nova de Sao Pedro. Estos primeros metales se difundieron por la Europa central y mediterránea
durante el III milenio a. C., asociados al vaso campaniforme y a la cerámica cordada.
En Asia central u oriental no puede hablarse de una Edad del Cobre con entidad suficiente, dada
su corta duración, ya que el desarrollo de la metalurgia en lugares como
la India o China comenzó realmente con el bronce.
EDAD DE LOS METALES
Edad Antigua

La Edad Antigua es un período tradicional, muy utilizado en la periodización de la historia humana,


definido por el surgimiento y desarrollo de las primeras civilizaciones que tuvieron escritura,
llamadas por ello "civilizaciones antiguas". Tradicionalmente ha sido el período inicial de
la historia propiamente dicha, iniciada con la invención de la escritura, precedida de la prehistoria.
Algunos esquemas periódicos consideran que existe una etapa llamada "protohistoria", entre la
prehistoria y la Edad Antigua, definida por el surgimiento de las primeras civilizaciones sin escritura.
Durante la Edad Antigua surgieron y se desarrollaron cientos de civilizaciones de gran importancia
en todos los continentes, muchas de las cuales generaron productos, instituciones, conocimientos y
valores que aún se encuentran presentes en la actualidad, desde Sumeria (IV milenio a. C.) y
el Antiguo Egipto, pasando por las antiguas civilizaciones védicas en la India, la China Antigua, las
antiguas Grecia y Roma, el Imperio aqueménida en Persia, el Imperio jemer en Indochina, entre
muchos otros.
En el curso de la Edad Antigua surgieron las ciudades y el proceso de urbanización, el Estado,
el derecho y la ley, así como grandes religiones como el budismo, el judeo-cristianismo y el islam.

Características de la Edad Antigua


Sea cual fuera el criterio empleado, coincidiendo en tiempo y lugar, unos y otros procesos
cristalizaron en el inicio de la vida urbana (ciudades muy superiores en tamaño, y diferentes en
función, a las aldeas neolíticas); en la aparición del poder político (palacios, reyes) y de
las religiones organizadas (templos, sacerdotes); en una compleja estratificación social; en grandes
esfuerzos colectivos que exigen la prestación de trabajo obligatorio; en el establecimiento
de impuestos y el comerciode larga distancia (todo lo que se ha venido en llamar «revolución
urbana»). Este nivel de desarrollo social, que por primera vez se alcanzó en la Sumeria del IV
milenio a. C. (espacio propicio para la constitución de las primeras ciudades-estado competitivas a
partir del sustrato neolítico), llevaba ya cuatro milenios desarrollándose en el Creciente Fértil.2 A
partir de ellas, y de sucesivos contactos (tanto pacíficos como violentos) de pueblos vecinos
(culturas sedentario-agrícolas o nómada-ganaderas que se nombran tradicionalmente con términos
de validez cuestionable, más propios de familias lingüísticas que de razas
humanas: semitas, camitas, indoeuropeos, etc.), se fueron conformando los primeros estados de gran
extensión territorial, hasta alcanzar el tamaño de imperios multinacionales.

Final de la Edad Antigua


El final de la Edad Antigua en la civilización occidental coincide con la caída del Imperio romano
de Occidente, en el año 476 (el Imperio romano de Oriente sobrevivió toda la Edad Media hasta
1453 como Imperio bizantino), aunque tal discontinuidad no se observa en otras civilizaciones. Por
tanto, las divisiones posteriores (Edad Media y Edad Moderna) pueden considerarse válidas solo
para aquella, mientras que la mayor parte de Asia y África, y con mucha más claridad América, son
objeto en su historia de una periodización propia.
Algunos autores culturalistas hacen llegar la Antigüedad tardía europea hasta los siglos VI y VII,
mientras que la escuela «mutacionista» francesa la extiende hasta algún momento entre los
siglos IX y XI. Distintas interpretaciones de la historia hacen hincapié en cuestiones económicas
(transición del modo de producción esclavista al modo de producción feudal, desde la crisis del siglo
III), políticas o ideológicas (desaparición del imperio e instalación de los reinos germánicos desde
el siglo V), religiosas (sustitución del paganismo politeísta por los monoteísmos teocéntricos:
el cristianismo —siglo IV— y posteriormente el islam —siglo VII—), filosóficas (filosofía
antigua por la medieval) y artísticas (evolución desde el arte antiguo —clásico— hacia el arte
medieval —paleocristiano y prerrománico—).

Geografía de la Edad Antigua


Las civilizaciones de la Antigüedad son agrupadas geográficamente por la historiografía y la
arqueología en zonas en que distintos pueblos y culturas estuvieron especialmente vinculados entre
sí; aunque las áreas de influencia de cada una de ellas llegaron en muchas ocasiones a interpenetrarse
e ir mucho más lejos, formando imperios de dimensiones multicontinentales (el Imperio persa, el
de Alejandro Magno y el Imperio romano), talasocracias («gobierno de los mares») o rutas
comerciales y de intercambio de productos e ideas a larga distancia; aunque siempre limitadas por
el relativo aislamiento entre ellas (obstáculos de los desiertos y océanos), que llega a ser radical en
algunos casos (entre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo). La navegación antigua, especialmente la
naturaleza y extensión de las expediciones que necesariamente tuvieron que emprender las culturas
primitivas de Polinesia (al menos hasta la Isla de Pascua), es un asunto aún polémico. En algunas
ocasiones se ha recurrido a la arqueología experimental para probar la posibilidad de contactos con
América desde el Pacífico. Otros conceptos de aplicación discutida son la prioridad
del difusionismo o del desarrollo endógeno para determinados fenómenos culturales
(agricultura, metalurgia, escritura, alfabeto, moneda, etc.) y la aplicación del evolucionismo en
contextos arqueológicos y antropológicos.

Antiguo Oriente Próximo


El Antiguo Oriente Próximo o Antiguo Oriente es el término utilizado para denominar las zonas
de Asia occidental y noreste de África donde surgieron las civilizaciones anteriores a la civilización
clásica grecorromana, y que actualmente se denomina Oriente Próximo u Oriente Medio. Para la
misma región, Vere Gordon Childe acuñó la denominación Creciente Fértil, al definirla como la
zona donde surgió primero la Revolución neolítica (VIII milenio a. C.) y posteriormente
la Revolución urbana (IV milenio a. C.). Son los actuales países de Irak, parte de Irán, parte
de Turquía, Siria, Líbano, Israel, los Territorios palestinos, Jordania, Arabia y Egipto.
Cronológicamente, se entiende como un periodo que va desde el inicio de las
civilizaciones históricas en torno al IV milenio a. C. (en esta zona la aparición de la escritura,
las ciudades y los templos es simultánea a la Edad del Bronce) hasta la expansión del Imperio
aqueménida en el siglo VI a. C. a. C.
EDAD ANTIGUA
Edad Media

La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización


occidental comprendido entre el siglo v y el xv. Convencionalmente, su inicio se sitúa en el
año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de
América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir
con la invención de la imprenta —publicación de la Biblia de Gutenberg— y con el fin de la guerra
de los Cien Años.
A día de hoy, los historiadores del período prefieren matizar esta ruptura entre Antigüedad y Edad
Media de manera que entre los siglos iii y viii se suele hablar de Antigüedad Tardía, que habría sido
una gran etapa de transición en todos los ámbitos: en lo económico, para la sustitución del modo de
producción esclavista por el modo de producción feudal; en lo social, para la desaparición del
concepto de ciudadanía romana y la definición de los estamentos medievales, en lo político para la
descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano que dio paso a una dispersión
del poder; y en lo ideológico y cultural para la absorción y sustitución de la cultura clásica por
las teocéntricas culturas cristiana o islámica (cada una en su espacio).
Suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (ss. v-x, sin una clara
diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (ss. xi-xv), que a su vez puede
dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (ss. xi-xiii), y los dos últimos siglos que
presenciaron la crisis del siglo xiv.
Aunque hay algunos ejemplos de utilización previa,Nota 1 el concepto de Edad Media nació como
la segunda edad de la división tradicional del tiempo histórico debida a Cristóbal Cellarius (Historia
Medii Aevi a temporibus Constantini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam
deducta, Jena, 1688),3 quien la consideraba un tiempo intermedio, sin apenas valor por sí mismo,
entre la Edad Antigua identificada con el arte y la cultura de la civilización grecorromana de
la Antigüedad clásica y la renovación cultural de la Edad Moderna —en la que él se sitúa— que
comienza con el Renacimiento y el Humanismo. La popularización de este esquema ha perpetuado
un preconcepto erróneo: el de considerar a la Edad Media como una época oscura, sumida en el
retroceso intelectual y cultural, y un aletargamiento social y económico secular (que a su vez se
asocia con el feudalismo en sus rasgos más oscurantistas, tal como se definió por los revolucionarios
que combatieron el Antiguo Régimen). Sería un periodo dominado por el aislamiento, la ignorancia,
la teocracia, la superstición y el miedo milenaristaalimentado por la inseguridad endémica, la
violencia y la brutalidad de guerras e invasiones constantes y epidemias apocalípticas.
Sin embargo, en este largo período de mil años hubo todo tipo de hechos y procesos muy diferentes
entre sí, diferenciados temporal y geográficamente, respondiendo tanto a influencias mutuas con
otras civilizaciones y espacios como a dinámicas internas. Muchos de ellos tuvieron una gran
proyección hacia el futuro, entre otros los que sentaron las bases del desarrollo de la
posterior expansión europea, y el desarrollo de los agentes sociales que desarrollaron una sociedad
estamental de base predominantemente rural pero que presenció el nacimiento de una incipiente vida
urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollarán el capitalismo. Lejos de ser una época
inmovilista, la Edad Media, que había comenzado con migraciones de pueblos enteros, y continuado
con grandes procesos repobladores (Repoblación en la Península Ibérica, Ostsiedlung en Europa
Oriental) vio cómo en sus últimos siglos los antiguos caminos (muchos de ellos vías
romanas decaídas) se reparaban y modernizaban con airosos puentes, y se llenaban de toda clase de
viajeros (guerreros, peregrinos, mercaderes, estudiantes, goliardos, etc.) encarnando la metáfora
espiritual de la vida como un viaje (homo viator).
También surgieron en la Edad Media formas políticas nuevas, que van desde el califato islámico a
los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el Imperio bizantino y los
reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental(aculturación y evangelización de Cirilo y
Metodio); y en menor escala, todo tipo de ciudades estado, desde las pequeñas ciudades episcopales
alemanas hasta repúblicas que mantuvieron imperios marítimos como Venecia; dejando en la mitad
de la escala a la que tuvo mayor proyección futura: las monarquías feudales, que transformadas
en monarquías autoritariasprefiguran el estado moderno.
De hecho, todos los conceptos asociados a lo que se ha venido en llamar modernidad aparecen en la
Edad Media, en sus aspectos intelectuales con la misma crisis de la escolástica.6 Ninguno de ellos
sería entendible sin el propio feudalismo, se entienda este como modo de producción (basado en las
relaciones sociales de producción en torno a la tierra del feudo) o como sistema político (basado en
las relaciones personales de poder en torno a la institución del vasallaje), según las distintas
interpretaciones historiográficas.

Es impropio hablar de Edad Media en otras civilizaciones


Las grandes migraciones de la época de las invasiones significaron paradójicamente un cierre al
contacto de Occidente con el resto del mundo. Muy pocas noticias tenían los europeos del milenio
medieval (tanto los de la cristiandad latina como los de la cristiandad oriental) de que, aparte de
la civilización islámica, que ejerció de puente pero también de obstáculo entre Europa y el resto
del Viejo Mundo,7 se desarrollaban otras civilizaciones. Incluso un vasto reino cristiano como el
de Etiopía, al quedar aislado, se convirtió en el imaginario cultural en el mítico reino del Preste Juan,
apenas distinguible de las islas atlánticas de San Brandán y del resto de las maravillas dibujadas en
los bestiarios y los escasos, rudimentarios e imaginativos mapas. El desarrollo marcadamente
autónomo de China, la más desarrollada civilización de la época (aunque volcada hacia su propio
interior y ensimismada en sus ciclos dinásticos: Sui, Tang, Song, Yuan y Ming), y la escasez de
contactos con ella (el viaje de Marco Polo, o la mucho más importante expedición de Zheng He),
que destacan justamente por lo inusuales y por su ausencia de continuidad, no permiten denominar
a los siglos V al XV de su historia como historia medieval, aunque a veces se haga, incluso en
publicaciones especializadas, más o menos impropiamente.
EDAD MEDIA
Edad Moderna

La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide convencionalmente
la historia universal, comprendido entre el siglo XV y el XVIII. Cronológicamente alberga un
periodo cuyo inicio puede fijarse en la caída de Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de
América (1492), y cuyo final puede situarse en la Revolución francesa (1789) o en el fin de la década
previa, tras la independencia de los Estados Unidos (1776). En esta convención, la Edad Moderna
se corresponde al período en que se destacan los valores de la modernidad (el progreso,
la comunicación, la razón) frente al período anterior, la Edad Media, que es generalmente
identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura. El espíritu de la Edad Moderna
buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad Antigua identificada como Época Clásica.
Tras pasar el tiempo, la Edad Moderna se ha ido alejando de tal modo, que desde el siglo XX se
suele añadir una cuarta edad, denominada como Edad Contemporánea, en la cual no solo no se
aparta, sino que también se intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, ya que
sus características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa el momento de éxito
y desarrollo espectacular de las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban
gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma
paralela: la nación y el Estado.
En la Edad Moderna se encontraron los dos "mundos" que habían permanecido casi absolutamente
aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África).
Cuando se consolidó la exploración europea de Australia se habla de Novísimo Mundo.
La disciplina historiográfica que la estudia se denomina Historia Moderna, y sus historiadores,
"modernistas"

Localización en el espacio
En su tiempo se consideró que la Edad Moderna era una división del tiempo histórico de alcance
mundial, pero a 2017 suele acusarse a esa perspectiva de eurocéntrica (ver Historia e Historiografía),
con lo que su alcance se restringiría a la historia de la Civilización Occidental, o incluso únicamente
de Europa. No obstante, hay que tener en cuenta que coincide con la Era de los descubrimientos y el
surgimiento de la primera economía-mundo.nota 3 Desde un punto de vista todavía más restrictivo,
únicamente en algunas monarquías de Europa Occidental se identificaría con el período y
la formación social histórica que se denomina [[Antiguo Régimen] ]

Localización en el tiempo
La fecha de inicio más aceptada por los historiadores es en la cual ocurrió la toma
de Constantinopla y caída definitiva de todo vestigio de la antigüedad, esta ciudad fue destruida y
tomada por los otomanos en el año 1453 –coincidente en el tiempo con el comienzo del uso masivo
de la imprenta de tipos móviles y el desarrollo del Humanismo y el Renacimiento, procesos que se
dieron en parte gracias a la llegada a Italia de exiliados bizantinos y textos clásicos griegos–).
Tradicionalmente también se toma el Descubrimiento de América (1492) porque está considerado
como uno de los hitos más significativos de la historia de la humanidad, el inicio de la globalización
y en su época una completa revolución.
En cuanto a su final, algunos historiadores anglosajones[defienden que no se ha producido y que
todavía estamos en la Edad Moderna (identificando al periodo comprendido entre los siglos XV al
XVIII como Early Modern Times –temprana edad moderna– y considerando los siglos XIX, XX y
XXI como el objeto central de estudio de la Modern History), mientras que las historiografías más
influidas por la francesa denominan el periodo posterior a la Revolución francesa(1789) como Edad
Contemporánea. Como hito de separación también se han propuesto otros hechos: la independencia
de los Estados Unidos (1776), la Guerra de Independencia Española (1808) o las guerras de
independencia hispanoamericanas (1809-1824). Como suele suceder, estas fechas o hitos son
meramente indicativos, ya que no hubo un paso brusco de las características de un período histórico
a otro, sino una transición gradual y por etapas, aunque la coincidencia de cambios bruscos, violentos
y decisivos en las décadas finales del siglo XVIII y primeras del XIX también permite hablar de
la Era de la Revolución.nota 5 Por eso, deben tomarse todas estas fechas con un criterio más bien
pedagógico. La edad moderna transcurre más o menos desde mediados del siglo XV a finales del
siglo XVIII.

La Edad Moderna suele secuenciarse por sus siglos, pero en general los historiadores la han definido
como una sucesión cíclica, que algunos han intentado identificar con ciclos económicos similares a
los descritos por Clement Juglar y Nikolái Kondrátiev, pero más amplios, con fases A de expansión
y B de recesión secular.
En el siglo XVI, tras la recuperación de la Crisis de la Baja Edad Media, en economía se produjo lo
que se denomina Revolución de los Precios, coincidente con la Era de los Descubrimientos que
permitió una expansión europea posibilitada en parte por los adelantos tecnológicos y de
organización social que surg.1 Pocos hechos cambiaron tanto la historia del mundo como la llegada
de los españoles a América y la posterior Conquista y la "apertura" de las rutas oceánicas que
castellanos y portugueses lograron en los años en torno a 1500. El choque cultural supuso el colapso
de las civilizaciones precolombinas. Paulatinamente, el océano Atlántico gana protagonismo frente
al Mediterráneo,2 cuya cuenca presencia un reajuste de civilizaciones: si en la Edad Media se dividió
entre un norte cristiano y un sur islámico (con una frontera que cruzaba al-Ándalus, Sicilia y Tierra
Santa), desde finales del siglo XV el eje se invierte, quedando el Mediterráneo Occidental,
(incluyendo las ciudades costeras clave de África del Norte) hegemonizado por la Monarquía
Hispánica (que desde 1580 incluía a Portugal), mientras que en Europa oriental el Imperio
otomano alcanza su máxima expansión. Las civilizaciones orientales de carácter milenario
(India, China y Japón), reciben en algunas ciudades costeras una presencia puntual portuguesa,
(Goa, Ceilán, Malaca, Macao, Nagasaki misiones de san Francisco Javier), pero tras los primeros
contactos se mantuvieron poco conectados o incluso ignoraron olímpicamente los cambios de
Occidente; por el momento se lo podían permitir.
EDAD MODERNA
Edad Contemporánea

Edad Contemporánea es el nombre con el que se designa al periodo histórico comprendido entre
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos o la Revolución francesa, y la actualidad.
Comprende, si se considera su inicio en la Revolución francesa, de un total de 230 años, entre 1789 y
el presente. En este período, la humanidad experimentó una transición demográfica, concluida para
las sociedades más avanzadas (el llamado primer mundo) y aún en curso para la mayor parte
(los países subdesarrollados y los países recientemente industrializados), que ha llevado
su crecimiento más allá de los límites que le imponía históricamente la naturaleza, consiguiendo la
generalización del consumo de todo tipo de productos, servicios y recursos naturales que han
elevado para una gran parte de los seres humanos su nivel de vida de una forma antes insospechada,
pero que han agudizado las desigualdades sociales y espaciales y dejan planteadas para
el futuro próximo graves incertidumbres medioambientales.
Los acontecimientos de esta época se han visto marcados por transformaciones aceleradas en la
economía, la sociedad y la tecnología que han merecido el nombre de Revolución industrial, al
tiempo que se destruía la sociedad preindustrial y se construía una sociedad de clases presidida por
una burguesía que contempló el declive de sus antagonistas tradicionales (los privilegiados) y el
nacimiento y desarrollo de uno nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual se plantearon
distintas alternativas al capitalismo. Más espectaculares fueron incluso las transformaciones
políticas e ideológicas (Revolución liberal, nacionalismo, totalitarismos); así como las mutaciones
del mapa político mundial y las mayores guerras conocidas por la humanidad.
La ciencia y la cultura entran en un periodo de extraordinario desarrollo y fecundidad; mientras que
el arte contemporáneo y la literatura contemporánea (liberados por el romanticismo de las
sujeciones académicas y abiertos a un público y un mercado cada vez más amplios) se han visto
sometidos al impacto de los nuevos medios de comunicación de masas (tanto los escritos como los
audiovisuales), lo que les provocó una verdadera crisis de identidad que comenzó con
el impresionismo y las vanguardias y aún no se ha superado.
En cada uno de los planos principales del devenir histórico (económico, social y político), puede
cuestionarse si la Edad Contemporánea es una superación de las fuerzas rectoras de la modernidad o
más bien significa el periodo en que triunfan y alcanzan todo su potencial de desarrollo las fuerzas
económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y
la burguesía; y las entidades políticas que lo hacían de forma paralela: la nación y el Estado.
En el siglo XIX, estos elementos confluyeron para conformar la formación social
histórica del estado liberaleuropeo clásico, surgido tras la crisis del Antiguo Régimen. El Antiguo
Régimen había sido socavado ideológicamente por el ataque intelectual de
la Ilustración (L'Encyclopédie, 1751) a todo lo que no se justifique a las luces de la razón por mucho
que se sustente en la tradición, como los privilegios contrarios a la igualdad (la de condiciones
jurídicas, no la económico-social) o la economía moral5 contraria a la libertad (la de mercado, la
propugnada por Adam Smith -La riqueza de las naciones, 1776). Pero, a pesar de lo espectacular de
las revoluciones y de lo inspirador de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad (con la muy
significativa adición del término propiedad), un observador perspicaz como Lampedusa pudo
entenderlas como la necesidad de que algo cambie para que todo siga igual: el Nuevo Régimen fue
regido por una clase dirigente (no homogénea, sino de composición muy variada) que, junto con la
vieja aristocracia incluyó por primera vez a la pujante burguesía responsable de la acumulación de
capital. Esta, tras su acceso al poder, pasó de revolucionaria a conservadora,6 consciente de la
precariedad de su situación en la cúspide de una pirámide cuya base era la gran masa de proletarios,
compartimentada por las fronteras de unos estados nacionales de dimensiones compatibles
con mercados nacionales que a su vez controlaban un espacio exterior disponible para su expansión
colonial.
En el siglo XX este equilibrio inestable se fue descomponiendo, en ocasiones mediante violentos
cataclismos (comenzando por los terribles años de la Primera Guerra Mundial, 1914-1918), y en
otros planos mediante cambios paulatinos (por ejemplo, la promoción económica, social y política
de la mujer). Por una parte, en los países más desarrollados, el surgimiento de una poderosa clase
media, en buena parte gracias al desarrollo del estado del bienestar o estado social (se entienda este
como concesión pactista al desafío de las expresiones más radicales del movimiento obrero, o como
convicción propia del reformismo social) tendió a llenar el abismo predicho por Marx y que debería
llevar al inevitable enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. Por la otra, el capitalismo fue
duramente combatido, aunque con éxito bastante limitado, por sus enemigos de clase, enfrentados
entre sí: el anarquismo y el socialismo (dividido a su vez entre el comunismo y
la socialdemocracia). En el campo de la ciencia económica, los presupuestos del liberalismo
clásico fueron superados (economía neoclásica, keynesianismo -incentivos al consumo e
inversiones públicas para frente a la incapacidad del mercado libre para responder a la crisis de 1929-
o teoría de juegos -estrategias de cooperación frente al individualismo de la mano invisible-).
La democracia liberal fue sometida durante el período de entreguerras al doble desafío de
los totalitarismos estalinista y fascista(sobre todo por el expansionismo de la Alemania nazi, que
llevó a la Segunda Guerra Mundial).
En cuanto a los estados nacionales, tras la primavera de los pueblos (denominación que se dio a la
revolución de 1848) y el periodo presidido por la unificación alemana e italiana (1848-1871),
pasaron a ser el actor predominante en las relaciones internacionales, en un proceso que se generalizó
con la caída de los grandes imperios multinacionales (español desde 1808 hasta
1976, portugués desde 1821 hasta 1975; ruso, alemán, austrohúngaro y turco en 1918, tras su
hundimiento en la Primera Guerra Mundial) y la de los imperios
coloniales (británico, francés, neerlandés y belga tras la Segunda). Si bien numerosas naciones
accedieron a la independencia durante los siglos XIX y XX, no siempre resultaron viables, y muchos
se sumieron en terribles conflictos civiles, religiosos o tribales, a veces provocados por la arbitraria
fijación de las fronteras, que reprodujeron las de los anteriores imperios coloniales. En cualquier
caso, los estados nacionales, después de la Segunda Guerra Mundial, devinieron en actores cada vez
menos relevantes en el mapa político, sustituidos por la política de bloquesencabezados por
los Estados Unidos y la Unión Soviética. La integración supranacional de Europa (Unión Europea)
no se ha reproducido con éxito en otras zonas del mundo, mientras que las organizaciones
internacionales, especialmente la ONU, dependen para su funcionamiento de la poco constante
voluntad de sus componentes.
EDAD CONTEMPORÁNEA

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