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OBJETIVOS TERMINALES:
A partir de un determinado tema componer un texto argumentativo estructurado, comprensible y adecuado en su organización y
contenido.
Expresarse por escrito con claridad y orden lógico en la disposición de las ideas, utilizando un léxico adecuado.
Aplicar las convenciones básicas de puntuación a los escritos y controlar el cumplimiento de las reglas ortográficas.
Presentar correctamente en soporte informático la versión definitiva del trabajo realizado.
Identificar imágenes y expresiones que denoten alguna forma de discriminación y evitar el uso de las mismas.
Del enfoque basado en las funciones, que considera la clase de lengua como el lugar de aprendizaje de una función
comunicativa determinada según el destinatario en la lengua que se aprende (Cassany, 1990), se toman los conceptos de
competencia comunicativa (Hymes, Gumperz), función comunicativa y acto de habla (Austin, Searle). Los objetivos de
esta fase se centran en las necesidades de comunicación de los alumnos, en la adquisición de la competencia
comunicativa concretada en actos de habla. Esta metodología (Johnson, 1981) fomenta las situaciones interactivas (juego
de papeles, actividades por parejas, dinámica de grupos) y permite trabajar en el aula la lengua tal como se usa
habitualmente. Se incorporan, también, los hallazgos más importantes de la lingüística del texto (Bronckart, Werlich,
Adam, Van Dijk, Hallyday-Hassan) y de la pragmática, como son los conceptos sobre las propiedades del texto
(cohesión, coherencia, adecuación, etc.) y las tipologías de textos.
La aplicación práctica más relevante del enfoque basado en el proceso se da a través de los proyectos de escritura, que
ponen el énfasis en el texto escrito como un producto compartido que debe planificarse, escribirse, revisarse y
reescribirse. Lo importante no es enseñar sólo cómo debe ser la versión final de un escrito, sino mostrar y aprender todos
los pasos intermedios y las estrategias que deben utilizarse durante el proceso de creación y redacción (Flower, 1985). En
consecuencia, en el aula el trabajo se centra en el escritor, en el alumno, y no en el texto ya escrito.
El movimiento de «escritura a través del currículo» dentro del enfoque basado en el contenido ha sido el punto de
partida para organizar las actividades que conforman la fase de reflexión. Esta metodología, basada en las necesidades
académicas de los alumnos, aprovecha el potencial creativo de la composición escrita como instrumento de aprendizaje
de las materias escolares (Griffin, 1982; Noguerol, 1989). Lo que más interesa, según esta corriente, es lo que el texto
dice, su contenido, es decir, si las ideas son claras, originales, creativas, si están bien ordenadas y estructuradas con
argumentos sólidos. Las fuentes de escritura son básicamente bibliográficas: libros de texto, apuntes, artículos, charlas,
conferencias...
Esta tercera fase se inspiró en un método más tradicional: la programación basada en los contenidos gramaticales,
aunque quedó restringida al estudio de los conectores relacionados con aspectos como cohesión, coherencia interna y
externa y estructura del texto.
Estas actividades más específicas de teoría gramatical quedan, pues, incardinadas en un proyecto de creación
textual.
Fueron los mismos que aparecen explicitados en la primera fase, se trataba de consolidar lo aprendido aplicándolo a
los nuevos escritos.
MARCO CONCEPTUAL
TAREAS/ACTIVIDADES (5 sesiones y con la duración aproximada, incluidas
Actividades de evaluación inicial, continua y final.) AGRUPAMIENTOS MATERIALES ESPACIO
PAUTAS PARA EVALUAR LA ADECUACIÓN METODOLÓGICA DE LAS UNIDADES
DIDÁCTICAS
La propuesta de actividades tiene previstas experiencias específicas variadas para cada objetivo
terminal desarrollando efectivamente la capacidad que aparece en su formulación.