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Primera Bendición:
Un inicio extra;o para un grupo de tres extra;o.
Nos situamos en los años 2200, ¿algo bastante alejado de nuestro alcance no lo
creen? Y, les voy a contar algo aun mas irónico, Aquí lo que llamamos "Magia" se
podría decir que «existe». Curioso, ¿no lo creen? Bueno, más de esto no les puedo
contar ya que, pues, sí lo hago se pierde toda la trama. En fin, es hora de que la
narradora haga su trabajo. Narrar.
El canto de los gallos que se podría oír desde la lejanía anunciaban el despertar del
día y por ende, los relojes de jóvenes se oían sonar para despertar a los atrapados
en los cómodos brazos de Morfeo. Dieron las siete en punto en un despertador de
tonalidades oscuras, sonando y sonando, tratando de despertar a la persona debajo las
sábanas de un morado casi negro. El pitido del reloj hacia aparición de manera
desesperante provocando el revoltijo en aquél que se escondía bajo las telas hasta
sacarlo a la luz.
Una joven que no pasaba de los diecinueve o dieciocho, de orbes amarillos como el
girasol,su larga cabellera de un gris con ciertos mechones de un color fucsia
oscurecido y piel pálida. Chica que, golpeó el objeto situado en una mesa de noche
colocada justo en la derecha de la fémina, para así agarrar el reloj y revisar la
hora para levantarse con pereza.
Terminando con todo lo que es su rutina salió de su hogar con una bufanda negra, un
sueter azul oscuro, una larga falda de jean negra con detalles en blanco y unos
converse negros. En su cabello gris suelto, justo en el lado lateral de su cabeza se
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visualizaba una calavera con un lazo de color morado. También llevaba encima un
abrigo de color negro.
Dando paso por la calle de Carnaby Street con suma paciencia y claros temblores por
el frío del invierno que pasaba gracias a la suave brisa abanicando los árboles.
Atacó, así en ella, un escalofrío por culpa del viento pasajero de la mañana. Paró
sólo para frotarse y darse calor, aún con el abrigo podía sentir el helado aliento de
las tempranas horas provocando un tormento en ella.
Antes de dar el siguiente paso, oyó un grito que la llamaba y un borrón rojo seguido
por otro repleto de colores pastel fue lo que a primera vista logro ver. Frunció el
ceño la ojiamarillo al reconocer a las personas frente a ella desde aquella
distancia, suspiró cuando recordó que sí o sí tenía que seguir aquel camino sí quería
llegar a su destino. Sonrió de manera leve, casi invisible al notar el cansancio de
los individuos quiénes corrieron hacia ella apenas supieron que captó su mensaje.
Pero la propia muchacha de mechones fucsias sabía que aunque lo hubiese captado o no
estos correrían hacia ella solo para darle una sorpresa. La voz aguda de la pelirroja
captó su atencion provocando que subiera hacia arriba la mirada:
— Gracias chicos, por preocuparse por mí pero... —Observó un reloj cercano el cual
daba las siete y cuarenta.— Deberíamos darnos prisa sí queremos llegar temprano a
clases, recuerden que es nuestro último año en preparatoria y... —Fue interrumpida,
en seguida el grito colosal que soltó la menor de los tres, se oyó por todo Carnaby
St., logrando atrapar la atención de las personas cercanas.
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— Oh... Ehm... —Bajó su vista cual mar hacia el suelo, jugando con los volantes de
su abrigo claro y observando sus botas cortas con tacón bajo de un blanco con
cuerdas negras.— Lo siento... —Miró como niño regañado a la más alta, bajando de
vez en vez su azuleada mirada para tratar de evitar a la severidad de los orbes
amarillos. Sintió la dulce caricia de una gran mano en su cabeza ocasionando que
dirigiera sus azulejos claros a los oscuros del único hombre entre las dos.—
¿Lance...? --Mencionó el nombre del joven de vestimentas color pastel quién sólo
sonrió de forma dulce.
— Deja de decir sandeces, Lance. —Regañó Catherine para empezar a caminar, pasando
por el lado izquierdo de Kate y Lance para después de una debida distancia –como
minimo eran unos dos metros– parar tapando la mitad de su cara con su bufanda.— Pero
solo por hoy me agradarán tus elogios.—Siguió su camino dejando a los dos mejores
amigos de ella mirándose entre sí para después correr hacia ella con una sonrisa en
sus rostros. Al conseguir estar al lado de la chica empezaron a conversar sobre
múltiples cosas.
La caminata se les hizo corta y el buen humor de Catherine se había ido al notar como
las personas se agrupaban para molestar a otras, eso a ella en cierta forma le
molestaba ya que aveces ella misma era el objetivo de aquel grupo de "Bullys".
Suspiró al notar la nueva presa de estos.
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— Ojalá dejaran de molestar a los demás... —Masculló claramente irritada por los
gritos de auxilio de la víctima y las personas que le insultaban, «Podría hacerles
pagar con mi toque pero... No quiero usar ese método.» pensó sintiéndose agobiada
de manera instantánea a como se sentía antes. Aquél cambio fue notado por Alea, pero
cuando iba a preguntar apareció un raro chico con prendas parecidas a las de un
cazador seguido de uno con las ropas desarregladas. La vista de todos fue directa a
aquel par.
— ¡Bien! —Exclamó el chico de la cicatriz.— Será mejor que dejen a ese chico,..
O... Conocerán las consecuencias. —Miró de forma indiferente al grupo, los más
fuertes al notar aquella provocación rieron. El otro que estaba detrás de él sólo
suspiraba como si lamentaba estar en el mismo lugar y en aquel momento.
— ¿Cuando me dejaran con una buena suerte? —El pelinegro de cicatriz empezó a
reírse dejando en duda al castaño.— ¿Que sucede, Fred? Parece que algo te está
divirtiendo... —Esperaba el de ropas sucias una respuesta que no tenga nada que ver
con la pelea o guerra que iba a empezar allí.
— Heh, es solo que me es muy gracioso que tú pidas buena suerte cuando no la
tienes. —Sonrió el de orbes café a la vez que se preparaba para el combate contra
los grandulones, ante esto, Kate calló y simplemente agarró de la mano a la
peligris y al de cabellos cual galaxia empezando a caminar hacia el salón de los
tres.
Catherine no pudo evitar prestar atención a los dos chicos, parecía que entre
aquellos dos solo habían palabras claves para identificarlos. A lo lejos, cierta
chica de cabello azul ceniza con degradado a un azul rey en las puntas miraba a
aquellos tres, sosteniendo un bolígrafo y un cuaderno de notas para empezar a
escribir lo que necesitaría... ¿Para qué? Aún no lo sabremos.
Al llegar al aula de clases, el trío de amigos se separó para volver a sus puestos
designados, siendo la ojiambar quien se sentó detrás de una de las chicas más
populares de aquella academia. Observó el cabello castaño con degradado vinotinto en
las puntas hablando con cualquier persona a su vista.
La chica en frente de ella era la reina de los populares, tenía a todos los chicos
-exceptuando al par desastroso y el peligalaxia- a sus pies, algo que a ella en
cierta forma no le molestaba pero se le hacía "raro" por así decirlo. Si, era linda y
todo pero, ¿por qué provocaba esa reacción en los chicos sin extraños poderes como
ellos?
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Borró lo que había escrito en su cuaderno de lengua para empezar a mirar dudosa su
hoja, frunciendo sus labios y sus cejas mientras negaba con su cabeza, le estaba
dando muchas vueltas a algo realmente "estúpido" a sus ojos. En un mal movimiento,
su borrador cayó hasta el suelo de cerámica achocolatada y en un intento de
alcanzarlo en el aire alzó su brazo siendo fallido su inútil intento de recuperar el
objeto, el cual ya no se hallaba a su alcance, sino del de cierta ojicafé. Catherine
logró decir cualquier maldición en casi todos los idiomas que conocía al hacer tal
barbaridad.
Respiro hondo, poco queriendo pedirle ayuda a su contraria más negó ante tal
pensamiento. Debía considerar a los demás por una vez en su vida.— Srita. Beaumont.
—Soltó en voz baja, acercándose a la castaña lentamente soltando suspiros para
alarmarla. Nada.— Srita. Beaumont... —Volvió a decir, nada, parecía que tenía que
acudir al toque. Tocó el hombro contrario tres veces, en la parte desnuda del hombro
donde se podía notar la perfecta piel bronceada de la contraria. Beaumont se giró,
observando las matices doradas en los ojos de su compañera y notar la enorme
sorpresa en estos.
— Puedo tocarte sin que mueras... —Fue lo que soltó, llevándose la mirada castaña
asombrada con lo dicho.
— Hablamos después de clases. —Las últimas palabras que dieron inicio a las
clases, las cuales a ser terminadas conducirán a tres personas en un mundo donde
gente como ellos realmente existía.
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Segunda Bendición:
Cupido en camino.
Un paso, dos pasos, tres pasos. Grimlock caminaba con apuro a su destino, detrás
suyo se encontraban sus compañeros los cuales exigían una respuesta, claramente no
entendían lo que estaba sucediendo y la misma no se los respondería. El de cabellos
rosados con morado observó dudoso a la peligris, quién llevaba cara de pensar
demasiado sobre el tema, concluyó en que ella tampoco sabía en qué rayos se había
metido.
— Ey, Cath, ¿adónde nos estas llevando? —La peligris parecía no haber escuchado su
pregunta, seguramente por las cosas que tenía en mente y el por qué su ataque mortal
no sirvió contra Beaumont. Lance oír ricio el hombro de Catherine, como tratando de
tranquilizarla pero se detuvo al notar como ésta se detenía lentamente.
Alzó una ceja, claramente extrañado por la mirada tan fija de la chica a un punto
fijo. Observó a Alea, notando que su vista se abría de par en par y ambas susurraban
la misma palabra: Amor. Era obvio que él no entendía, más al observar a dónde estas
miraban pudo soltar lo mismo sin saberlo.
Beaumont, con su vestido rojo radiante y su coleta alta, sus orbes de una especie de
combinación de todas las tonalidades de rojo existente aunque estaba camuflado en un
bello café, su piel morena y limpia de cualquier rastro de cicatrices y acné junto
con una sonrisa cautivadora dejaba a los hombres en bandeja de plata, y ni qué decir
sobre las mujeres. El trío de amigos sólo podían llegar a una conclusión, bueno a
dos, Beaumont era REALMENTE bella y hermosa o tenía poderes como ellos. Salieron de
su trance, negando varias veces. Ya vería después sí era tal cual como o simplemente
había nacido siendo incluso más bella que el mismo diamante.
Los chicos se le acercaban con regalos, flores, incluso con ropa y demás. Ese no era
nuestro punto. Grimlock, asombrada con lo que veía se empezaba a hacer paso de forma
extraña y anormal de ella, Lance, quien la conocía más debido a que pasaba mas tiempo
con ella, tragó duro. Sacudió a Reed, sacándola de su estado de sorpresa para
dirigirse a su compañero algo extrañada.
— ¿Sucede algo, Lance? -Preguntó, no muy segura siquiera de sus palabras. Observó,
pues, como el contrario alzaba su brazo y apuntaba a Catherine, temblando con
claridad.— ¿Pasa algo con Cath? —Volvió a preguntar al notar que no tenía
respuestas.
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VII
— Hey, calmada. —El pelimorado agarró por los hombros a su amiga y empezó a
mantenerla quieta.— Si pasa algo... Te tenemos a ti. —Confesó con seguridad,
tratando de mantener calmada a Reed quién lo miró y se apuntó a sí misma como
trataba de entender sí se refería a ella y no a otra persona. El de cabellos cual
galaxia asintió y ella tragó saliva.
El más alto iba a decir alto pero... Ya había comenzado el desastre antes de poder
decir pío.
— ¡Está muerto! —Gritó una rubia, apuntando a un joven unos años menor que ella.
— ¿Qué? —La peligris miró a todos lados, no muy segura de lo que pasaba.
— ¡Ella lo mató! —Le apuntaron con lo primero que podrían haber encontrado, pero
antes de cualquier catastrofe, la pelirroja de orbes azules fue al rescate.
— Salvándote el pellejo.
Alea, miró al chico, aún caliente y acolorado. Sonrió ante el cadaver, riéndose por
una broma mala.
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— Si este chico está mejor que un roble, anda. —Golpeó varias veces la cara del
muchacho, regresandole el calor perdido para después reírse otra vez al ver a los
incrédulos observando sorprendidos la escena.— ¿Ven? Sólo era una mentira barata.
—Soltó para después despertar de un golpe al muchacho y correrlo del lugar.
Elisson los observó en todo momento, sorprendida del poder de la chica gótica y
asombrada por la forma de traer vida de su contraria. Se acercó sonriendo curiosa,
siendo así capaz de escuchar una parte de su discusión.
— Si, murió. —Soltó sin mucha delicadeza Grimlock, siendo golpeada en el hombro
por quien considera su hermana menor.— Auch... —Se quejó, sobando el area donde
fue golpeada.
— Murió pero lo reviví. —Sacándose el pecho orgullosa de sí, había dicho aquellas
palabras la de nombre Kate.
— ¿Cómo? —
— Fácil, al contrario de Cath, que su toque mata a quién sea, el mío da vida.
-Concluyó con la explicación.
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— Sí.
— Yep, aunque en palabras simples vería de que yo doy vida y Cath la quita. —
Resumió en palabras simples, sin mucha complicacion.
— Ya...
La sorpresa de Catherine.
El temblor de Kate.
Quién pudo salir primero de su estado de sorpresa fue la misma Grimlock personaje
que, con una mirada de incredulidad observó de arriba a abajo a la castaña y así
después acariciar su barbilla sosteniendo su codo con su otro brazo, analizando lo
dicho de la otra chica para después asentir. Bajó sus brazos, sonriendo levemente
ante lo dicho y apuntarla de forma burlesca.
— ¿Cupido? ¿De nuestro "Olimpo"? —Empezó a decir, haciendo comillas con sus dedos
para reír de forma sarcástica, Beaumont la observó extrañada, curiosa por la forma
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en que su contraria había dicho aquello. La peligris detuvo su risa para observar a
su compañera de clases.— No me hagas reír. —Observó a la "cupido" con una mirada
fría y molesta. Única de Catherine.— No estamos jugando a ser los dioses griegos.
Y, dime entonces, ¿qué puedes hacer? —Preguntó con claro malhumor, usual debido al
día de locos que había vivido en su preparatoria. Cruzó sus brazos, bufando, no era
soberbia ni arrogancia lo que acompañaba sus aires. Era desconfianza y un poco de
temor.
Rebecca fruncio el ceño, algo molesta por el trato más sin otra opción respondió.—
Sí. Puedo hacer que dos personas destinadas a estar juntas se enamoren. —Sonrió
feliz al recordar dicha cosa, las miradas sorprendidas fueron captadas por su vista,
ensanchando su sonrisa.
— Pero... Pensé que sólo era un cuento... —Soltó el hombre con ropas algo
afeminada.
— Hehehehe, para los demás sí, pero para mí... Negativo, señor. —Se irguió sacando
su pecho y sonriendo orgullosa.— En fin, a lo que quiero llegar es que puedo ver el
hilo rojo atado en sus meñiques. —
—- ¿Y nos diras quienes son? —Sonrió entusiasmada, más que todo por saber con
quién se quedaría su mejor amiga y hermana mayor del alma.
— Hmmmm... —Los observó y después empezó a pensar. Mirando a cada uno y observando
sus hilos rojos del destino. Pero, durante aquellos momentos de observación notó
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algo singular, algo raro, el hilo rojo de Catherine no era uno solo, eran dos y el de
Lance no había su final lo mismo que le pasaba para saber con quién se quedaría
Catherine. Suspiró ante aquello para después notar cuán problemático era también
saber con quién se quedaría Kate.— No. —Soltó, negando con su cabeza sobre aquella
vista. El trío algo sorprendido simplemente -aunque Alea lo hizo de mala gana- se
mostraron satisfechos de que no eran los únicos con aquellas rarezas y sonrieron.
— Sería genial que estuvieses con nosotros... Como amigos. —Comentó algo tímido
ante la contraria, mostrándose cordial.
— Uuuuuh, yo soy Kate Reed, soy "La vida" del grupo, un placer. —Sonrió de forma
radiante, luciendo una pulsera de flores que siempre se mantenia viva en sus
muñecas.
— Lance Stone, a su servicio, soy... —Se ruborizó ante lo que pensaba para
después suspirar.— "El estrellado" del grupo. —Notó las risas de Beaumont, de Reed
y la mirada burlona de Grimlock, por una vez en su vida lanzaría un meteorito en su
escuela y haría homicidio y suicidio conjunto debido a la vergüenza que estaba
pasando.
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Tercera bendición.
Las guerras tienen una muy mala suerte.
Pasaron muchos días en los cuales nuestro trío de amigos pudo conocer, más que todo
su peligris amiga, quién sin falta empezaba a hablar con esta en su punto de
encuentro después de clases, pues habían quedado en clases diferentes. Kate era un
año menor que todos ellos mientras que Lance iba en otra clase al igual que Rebecca.
Y tenía que admitir una cosa... Extrañaba que los, ahora, cuatro estuviesen juntos.
Miró a la ventana observando como dos muchachos hablaban entre sí y reían por sus
ideas y locuras, negó con la cabeza al notar las payasadas que hacían para así seguir
con el dibujo que hacía, cosa que uno de ellos captó y en seguida se acercó para ver
mejor lo que la chica hacía, asombrándose de lo que la contraria creaba en el papel
de su cuaderno.
Con sus orbes cual citrinoe brillante y su cabello plateado con ciertos mechones
coloreados en un fucsia oscuro, de camisa manga larga negra con una calavera en el
pecho, unos guantes sin dedos de color blanco con detalles en negro junto a unas
deportivas de una tonalidad gris junto con su inseparable calavera en lazo morado en
su cabello el cual estaba suelto.— En... —Empezó a decir, haciendo sonreír al joven
por escuchar la grave pero no muy grave voz de la contraria.— No te importa. —
Agarró sus cosas, respirando hondo para así sentarse en otro asiento con
absolutamente todas sus cosas, el de hebras casi negras la observó con una mirada
rara al percatarse de la negativa y defensiva forma de la chica para deshacerse de
él.
Observo a su compañero quién fue a su lado para otorgarle ayuda con sus consejos la
mayor parte del tiempo buenos.— Bueno, Fred... Podrías al menos no ser tan...Idiota.
—Soltó el de saco marrón con agujeros y camisa de un color casi beige por la
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XIII
— Uh... Podría hacerlo sí no se aislara tanto. —Subió sus hombros y los bajo,
observó al gato negro ahora en el regazo de su mejor amigo.— ¿De dónde rayos salió
el gato? —Preguntó curioso, apuntando al animal siendo acariciado por su compañero.
— Ni idea pero eso da igual. —Contestó importándole poco aquello, siguiendo con
las caricias en la cabeza y el lomo del gato quién los recibía gustoso.— Además...
Creo que ahora sí puedes actuar, Fred, la chica viene hacía acá. —Apuntó con su otra
mano hacia la peligris caminando hacia ellos, aparentemente observando al gato negro.
El castaño de cabellos casi ceniza observó como acomodaba su falda de tela negra con
detalles en forma de huesos y diamantes para arrodillarse en el suelo y observar al
gato negro que se acostaba libremente en las piernas del azabache. Ambos le miraron
raro para después mirarsen entre sí.
— ¿Lo quieres acariciar? —Preguntó el chico de ojos cafés con algunas tonalidades
en ambar.
— Por que no puedo. —Suspiró realmente ilusionada por poder tocar al minino.
No pudieron decir más preguntas por el sonido de la campana que anunciaba sobre el
inicio de clases, en aquel tramo el gato habia escapado del trío, los dos jóvenes se
sentaron en dónde antes estaban y la joven se había acomodado en el puesto recién
tomado, empezaban con artes, la materia favorita de la peligris.
XIII
XIV
El par de amigos eran realmente buenos en aquella materia más el mejor de los dos
era el de cicatriz, quién miraba de vez en vez a la de orbes cual pétalo de girasol
curiso, notando una mirada nostálgica en ella. El chico de ropas de cazador estaba
auto dibujándose en medio de una guerra, sonrió al terminar su "obra maestra". El
otro chico, el desarreglado dibujaba un callejon oscuro, lleno espejos rotos,
escaleras de cualquier tipo y muchos gatos negros, sin contar la sal en el suelo.
Catherine, por mientras, dibujaba a una pareja feliz junto a una niña de mirada
amarillenta y detrás de estos un cadáver enorme con una hoz y una capucha abrazando
a la pareja, la habitación del dibujo era oscura por lo que los orbes amarillos con
una especie de marrón café como intruso era el único color que se veía en escena
aparte de los orbes rojizos de la calavera.
La peligris guardó todas sus cosas en su bolso para dejarlo en su puesto y así irse
corriendo del salón buscando a su círculo de amistad. Al notar al de cabellos cual
galaxia y a la pelirroja se tiró para abrazarlos a lo que Stone y Reed
correspondieron su abrazo.
— Oh, sí, sí. Tenemos que aprovechar la hora de descanso, seguramente no has comido
mucho y tampoco has logrado llevar comida para comer aquí, o ¿no? —Replicó la
XIV
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— Bueno... pues... He hecho mucha comida para mí solo... Pensé en que Cath comiera
de lo que sobró. —Empezó a reírse nervioso por la mirada inquisitiva de la
pelirroja.
Catherine tuvo un mal presentimiento, Lance un escalofrío por tener un par de ojos
encima suyo y Kate la más grande curiosidad del mundo a la vez que la sorpresa de
Rebecca, quién había llegado antes de aquel par.
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— ¿Que hacen aqui? —Preguntó con voz de ultratumba la chica de ropas oscuras.
— Uh, estamos aquí por que queremos conocerte. —Soltó el de ropas rotas y llenas de
manchas y demás.
_ Ah, pues deberían irse, no tienen nada que hacer aquí. —Dijo con el mismo tono
frío, indiferente ante la presencia de ambos. Empezó a caminar alejándose del par,
con ella el chico estrellado.
Silencio absoluto.
— Ehrm... ¿Que les pasa? —Preguntó el de piel morena observando a las chicas para
después observar a la de calavera con una cinta morada.— ¿Sucede algo? —Volvió a
decir, mirando a su amigo.
— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. —Gritaron al
mismo tiempo la pelirroja y la castaña, cayéndose al instante. Ante tal cosa, la
peligris había perdido el equilibrio y el pelimorado, saliendo de su estado de
sorpresa, la atrapó situándose ambos en una especie de pose de algún baile al
estilo flamenco o salsa.
XVI
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— Ehm... ¿Por que tendríamos que morir al tocarla? —Soltó su duda el de cabellos
chocolate oscuro apuntando con su dedo a Grimlock.
— ¿Estás bien, Cath? —Cuestionó algo preocupado por la de orbes amarillos quién
sólo suspiró y asintió.— Me alegra... —Sonrió risueño aunque dicha risa se borró
al notar un extraño escalofrío al sentir una mirada fija en él.
— Ejem. —Tosió el de orbes plata, con la mirada más fria que se podría ver en la
historia, mirada que sólo se llevó un bufido de la peligris.
— Todo lo que toco que tenga vida muere. —Informó, cruzandose de brazos.
XVII
XVIII
— Yo soy Frederick Blackesley, pero prefiero que me llamen Fred. —Guiñó el ojo
para son rue sonreír de forma altanera, cruzado de brazos.
_ Bueno, yo soy Rebecca Reed, el placer es mío. —Sonrió coqueta la de ropas rojizas,
jugando con sus cabellos castaños con las puntas de color vinotinto.
— Yo, yo, yo. Es mi turno. —Saltaba la de cabellos rojizo con una mano alzada.—
Soy Kate Reed, ¡un muy buen placer! -
Todos miraron a la de cabellos grises con mechas fucsias, personaje que se encontraba
cruzado de brazos mirando hacia cualquier lugar menos al par. La pelirroja empezó a
tratar de incentivarla a presentarse más era ignorada, la castaña hizo lo mismo pero
ni una palabra, el estrellado hizo lo que pudo para solo escuchar como ella
suspiraba.
— Ellos saben mi nombre, no tengo por que presentarme. —Soltó mirando a las
personas a su alrededor.
Otro silencio.
XVIII
XIX
Después de aquello, la hora del descanso acabo dando pasos a las clases. Al terminar
éstas, el ahora grupo de seis personas empezaban a conversar y reírse aun cuando a
Grimlock le desagradase a los nuevos miembros de su grupo de amigos.
Una chica de cabellos negros con las puntas de estos de un color azulado claro,
vestida con ropas victorianas, sonreía a la lejania al ver a aquel grupo bastante
animado también observando a un joven de ropas caras observando totalmente a la nada
y después se fue.
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Cuarta Bendición
¿Quién diría que el dinero sale de sus bolsillos?
Ya estaban en Abril, el 25 de Abril para ser mas precisos, el grupo de seis personas
seguían su camino entre bromas, risas y conversaciones aunque debido al animado
ambiente Catherine se empezaba a sentir cada vez más fuera de ello añadiendo que aún
no le agradaba tener al par de mejores amigos con ellos. A Rebecca se lo permitía por
que empezaron a platicar cada vez más hasta contarse casi todo, por supuesto,
Catherine no gustaba de hablar mucho sobre ella misma.
Y se preguntaran... ¿Por qué la desconfianza? Aquello se debía a las veces en las que
debía visto a los dos chicos en varios problemas desde que inició la preparatoria y
le desagradaba ser observada de forma fija por cualquiera de ellos dos. Estaba tan
distraída y pensativa que no se había dado cuenta de que uno de sus dos mejores
amigos estaba tratando de hablar con ella pero ciertamente no lo conseguía.
Suspiró, no esperaba ser amenazado y menos por la peligris. Observó a aquel par y
notó lo cercanos que eran.— Se conocieron hace diez o nueve años. —Se acercó la
XX
XXI
pelirroja informándole aquello.— Lance salvó a Cath de alguien malo, una persona
mala que podía tocarla... Pero antes de que le hiciera algo a Cath, Lance pudo
prevenirlo. Desde entonces empezaron hablarse y a conocerse. —Siguió diciendo ya a
sabiendas de haber capturado la atención del moreno.— Lance vive solo por varias
razones y una de ellas fue por un accidente. —Al terminar de decir aquello suspiró
al recordar la cara de sufrimiento de su amigo.— En él perdió muchas cosas
importantes para el... —Se alejó de su lado al haber dicho más que suficiente,
dejando al de cazadora pensativo,
— ?Oyeron eso? —Preguntó Stone algo extrañado, se suponía que durante esas horas
todo debería estar en silencio.
— ¿El qué? —Respondió con otra pregunta Kate curiosa para después exaltarse al
escuchar un golpe y caerse.— ¡Eso sí que lo oí! —Soltó temerosa, asustada por aquel
sonido.
— Viene de adentro. —Dijo Beaumont, colocando sus manos detrás de sus oidos para
escuchar mejor.
— Esto no puede ser verdad... —Gruñó la de cabellos grises con mechone fucsias.—
Ya vuelvo. —Se levantó para después ser seguida por Kate.
XXI
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— ¿Qué hacen, chicos? —Decía desde atrás una voz conocida pero por la sorpresa
todos, menos Catherine, quién lo había notado saliendo del baño de hombres hace unos
minutos.
— AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
—Gritaron Rebecca, Kate y Lance, abrazándose los unos a los otros esperando que
quién se le halla ocurrido asustarlos dijera que era una broma cosa que no sucedió
ya que solo oyeron un quejido y un suspiro.
— Sabía que era feo... Pero no tanto. —Soltó un suspiro entristecido por el haberse
asustado con su persona, el trío se había aliviado y empezaron a disculparse con el
chico.
— Son realmente unos tontos al no haber notado su presencia... —Dijo ésta vez la
peligris cruzada de brazos, recibiendo miradas enfurecidas para eón rue sonreír
amigable.— Pero son los tontos que quiero. —Se rió ante las miradas confusas de
los tres para después seguir adelante. Loughty se le acercó curioso por la dirección
y los golpes, por lo que le preguntó a la gótica quién enseguida le respondió:
— Escuchamos unos golpes cuando estábamos los cuatro reunidos en nuestro lugar de
siempre, nos dimos cuenta muy tarde cuando tú y Blackesley se habían aventurado en la
preparatoria. —Comentó dándole poca cosa, admiró sus alrededores aún guiándose por
el sonido de dos personas gritando sobre algo.
Miraron hacia abajo al notar como la pelirroja caía de golpe por haberse resbalado
con algo, Lance ayudó a Kate a pararse para después Beaumont arrodillarse junto a
Grimlock y notar que con lo que se había caído Reed era con...
XXII
XXIII
— Y hay más por allá. —Apuntó hacia una habitación con la puerta casi destruida,
todos se miraron las caras, como queriendo saber sí alguien se iba a atrever y se
adentraría a saber que pasaba en aquella aula.
— ¿Yo? —Ellos asintieron y el se quejó, sus amigos lo empujaron para después notar
como el captaba el mensaje.— Ya, ya... Entendí, voy yo. —Murmuró algo que nadie
escucho y aquello lo agradecía. Empezó a caminar y abrir completamente la puerta, se
asomó y miró a todos lados para después suspirar y mirar a su grupo.— Está
despejado. —Lance, Catherine, Rebecca y Kate se miraron las caras, otra vez, sólo
para salir de su escondite y caminar siguiendo al de ropas desaliñadas.
La persona que estaba estampado en la pared empezo a moverse para despues chillar por
su figura pegada en la pared y como pequeños escombros salían de ellos. Observó al
joven de piel oscura con aquella cicatriz en el lado izquierdo de su cara, algo muy
notable en el pero además de eso se notaba como sus orbes plata se fundían en un
morado intenso.
— Dios santo, Blakesley, debería medir su fuerza ¿no lo cree? Así accidentes como
este no pasarían... Ahora tendre que pagar denuevo la reparación... —Decía aquel
joven de cabellos castaños claros empezando a arreglar su traje blanco aparentemente
claro y observar cuánto era el dinero que había salido de su bolsillo.— Sigo sin
entender por qué se esfuerza tanto por una información que no tengo y no hago
contrabandos de información. La última vez que me confundieron con ese tipo de cosas
me preguntaron sobre el próximo examen de Álgebra. —Comentó apuntándole mientras
notaba los rasguños en el saco de su traje.— Oh, rayos... Bueno, da igual, compraré
otro... —Habló para sí mismo para después mirar como los ojos plateados que ya no
eran casi morados y dirigir su mirada al grupo de cinco cerca de ellos.— Oh. —Fue
lo único que dijo, mirando de arriba hacia abajo a cada uno de ellos.
XXIII
XXIV
— ... Él... Me debe dar algo y no me lo ha dado. —Dijo lo más sereno posible.
— Bien, ¿y que era como para que te pusieras así? —Ésta vez quién intervino fue
Rebecca, acomodando un mechón de su cabello mirándolo con aquellos orbes cafes de
una tonalidad rojiza.
— Mi colgante, es importante para mí. Él debía de saber donde estaba. —Lo miro,
nuevamente enojado. Un escalofrío le recorrió al de ropas caras y otro al de ropas
algo rotas.
— ¿Te refieres a éste? —Subió su mano, tembloroso sacaba del bolsillo de su abrigo
el colgante con forma de una espada y un escudo hecho con plata pura. El de cazadora
marron fue corriendo hacia su mejor amigo y agarró el colgante para despues sonreír.
XXIV
XXV
- En el suelo. —Subió sus hombros para después irse de allí pero se detuvo al notar
la mirada amarillenta de la chica gótica.
— ¿Que tiene de especial ese colgante? —Fue lo que preguntó, apuntando al bolsillo
del chico, este sonrió para palmear su bolsillo.
— Era de mi hermana. —Fue lo único que dijo para despues irse de allí con su amigo.
Todos se quedaron estáticos sin saber que decir, ambos jóvenes caminaban por el
pasillos para después detenerse, girar y devolverse con los chicos. Los observaron
curiosos.
— ¿De donde salió tanto dinero? -Fue la pregunta de todos, exceptuando al de mirada
plateada.
— Cool... —Contestaron todos para así después, sonreír -la mayoría y saludarlo.
— Soy Christian, Christian Ayers, un placer. —Soltó sonriendo para tocar el hombro
descubierto de la peligris.— ¿Con esto afirma todo, no? —Cerró sus orbes verdes
claros, sonriendo ampliamente.— Y no se preocupen por decirme sus nombres, son muy
conocidos por tener amistades con Doña Cupido, Señor Buscaproblemas y... Pequeño
mala suerte. —Contestó el castaño sonriente para después empezar a caminar.
XXV
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— Bien, yo invito entonces. —Ayers se ofreció y todos asintieron, cada uno empezo
a caminar siguiendo a quién iba de primero y reírse por la conversación dejando que
los únicos que se quedaran en la habitación casi destrozada fueran la misma
Catherine y Frederick.
Frederick se mantuvo quieto, no muy seguro de saber si eso era bueno o malo pero
sonrió triunfante al conseguir hacer algo bien sin que se acabe en una pelea, empezó
a correr hacia sus amigos sonriente para después abalanzarse encima de ellos,
riéndose en el acto provocando que los demas rieran.
Y en esa tarde, comieron helado juntos, celebraron por los nuevos integrantes de su
grupo de amistad y lo mejor de todo era... Qué Catherine y Frederick hicieron las
pases.
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Quinta Bendición.
Oh, ella es la chica más inteligente... Aunque no
lo parezca.
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