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NATURALEZA (I)
Las monografías sobre animales Dibujando conchas de moluscos
La fermentación
EL EXPERIMENTO DE DARWIN.
Las plantas verdes segregan unas hormonas denominadas auxina que regulan el
crecimiento vertical del tallo. Estas hormonas funcionan y actúan normalmente y en
mayor potencia con la luz solar, pero se descontrolan, en esquizofrenia biológica, en
ausencia de luz. Es como si la escasez de luz les imperase a hacer crecer
desorbitadamente a la planta en su afán de encontrar, por supervivencia vegetal,
algún resquicio luminoso. La palabra auxina proviene del griego, auxo, aumentar,
acrecentar. La auxina es activista pletórico del crecimiento de la planta desde la
punta, desde el ápice de la matita.
Darwin, fue un naturista inglés del siglo XIX, que realizó un viaje de cinco años en
barco, con el capitán británico Fitz-Roy, visitando las islas del Pacífico y América del
Sur. Tras muchas observaciones y apuntes sobre la naturaleza formuló la inverosímil
teoría del Origen de las especies (1859).
Material empleado: Quince gramos de alpiste; un recipiente cuadrangular de
plástico, madera o metal y de unos cinco centímetros de altura, que emplearemos para
realizar el cultivo experimental; tierra fértil en una cantidad suficiente; papel de
estaño y el bloc de notas o de “Experimentos”. Como realizaremos también la prueba
germinativa con semillas de ricino (Ricinus conmunis), nos haremos de otro recipiente
(puede ser un envase de yogour o un frasco cristalino protector de mayonesa u otro
condimento).
Desarrollo: Tomamos quince gramos de alpiste, los humedecemos y los plantamos en
un recipiente con tierra fértil. Regamos cuidadosamente el recipiente. Mantendremos
la temperatura en 20 grados centígrados, a ser posible, con el fin de acelerar el
proceso biológico. Cuando los tallitos verdes vayan alcanzando una altura de 5 cm., los
coronaremos con un mínimo cucurucho de estaño (lo más pequeño posible, para evitar
que el peso curve en exceso el tallo y lo ampute). Esta delicada y paciente operación
sólo la efectuamos en media docena de tallos de alpiste, el resto sin tapar sus
extremos, así tendremos referencias comparativas en el proceso de observación del
experimento. Con el paso del tiempo las plantas crecerán, y posiblemente las
cubiertas con papel de estaño serán más largas y delgadas.
El experimento realizado con una semilla de ricino es sorprendente. Te cuento: Hace
unos años, dejé una semilla humedecida en una maceta en el interior de una habitación
oscura, al cabo de un mes, la planta alargada hasta lo inaudito recorría el suelo vacío
en búsqueda de luz (un metro y medio de tallo delgado, como el tentáculo de un
molusco extraterrestre). ¡Cuidado con las semillas de Ricino! ¡Su deglución es tóxica!
PROYECTOS, EXPERIMENTOS Y OBSERVACIONES
LA FERMENTACIÓN.
Los azúcares frutales fermentan y se transforman en diversos alcoholes. La fermentación es causada por mohos, bacterias y
levaduras, que se encuentran en el aire, denominadas enzimas, sustancias que son determinantes en la fermentación, es decir, que todas las
fermentaciones son de carácter enzimático. La fermentación alcohólica es conocida desde los tiempos de Matusalén; en ella, la levadura transforma
la maltosa y levulosa en alcohol y anhídrido carbónico:
C6H12O6 = 2 C2H6O + 2 CO2 + 20 Kcal.
Es una reacción química que desprende calor.
Materiales empleados: Un mortero para machacar y triturar las uvas; un colador para filtrar el azucarado zumo; un recipiente de laboratorio, tipo
Erlenmeyer, con tapón y orificio de salida de gases. Desde luego que también son necesarios los elementos naturales, tales como un racimo de uvas
(con 250 gr. bastará) y una pizca (lo que quepa entre dos dedos de un niño chico) de levadura de cerveza (no es necesaria la levadura, el proceso de
fermentación se realizará de igual forma, la levadura sólo aligera en unos días la reacción química). No olvidemos el bloc de notas de “Experimentos”.
Desarrollo: Con ayuda del mortero y el colador obtenemos el zumo de uva con el que vamos a experimentar. Sería aconsejable realizar varios filtros
para intentar que el líquido quede lo más limpio posible de orujo. A continuación lo introducimos en el Erlenmeyer y añadimos una pizca de levadura.
Apuntamos la fecha, y dejamos que la fermentación vaya cursando los cambios y reacciones a lo largo de las horas. Es bueno que el vaso Erlenmeyer
lo situemos en un lugar apropiado: con poca luz y temperatura no superior a quince grados centígrados. Al cabo de las horas un elixir fresco y de
alcohol vitícola llenará la atmósfera del habitáculo. Hay que tener la paciencia del buen científico, pues, a veces, los procesos químicos se dilatan en el
tiempo por circunstancias varias (calidad de azúcar en el zumo, cantidad de levadura, compuestos biológicos del aire ambiental, temperatura, etc.)
FIN