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Lección 9

LA SEMANA LITERAL

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos
19:1)

Domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y ¡sábado! Dios dio la primera semana como
modelo desde la creación, hasta el fin de los tiempos. Seis días fueron usados para la obra de
creación y en el séptimo el Señor descansó, luego lo bendijo y lo apartó para que los hombres
también descansaran.

Más tarde, cuando Dios le dio la ley a Moisés en el Sinaí, también recalcó la importancia de
guardar el día sábado (Exo. 20:8-11), diciendo lo que debe hacerse de domingo a viernes y lo
que no debe hacerse en el día santo. Así entendemos que los días de la creación son literales,
por lo cual el sábado debemos guardarlo como recordatorio del reposo del Creador.

Pero hay un enemigo que quiere destruir el sábado que nos recuerda a nuestro Creador, por
eso a través de los años ha inventado teorías que buscan enseñar que la obra de los siete días
literales es mentira, hay algunos científicos e incluso algunos que dicen ser cristianos que
aseguran que los acontecimientos de la primera semana de la historia requirieron miles de
años para completarse. Pero la Palabra no reconoce nada de esto, todo lo contrario, cada día
de la creación las Santas Escrituras declaran que era una tarde y una mañana, como todos los
días.

Hay quienes tratan de explicar la creación como un resultado de causas naturales y se oponen a
las verdades bíblicas, algunos dicen que las profecías de Daniel y Apocalipsis son muy difíciles
de entender, pero aceptan con facilidad las suposiciones de otros hombres que contradicen el
Génesis, ¡qué ilógico aceptar teorías sobre cosas que Dios no ha revelado!

“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio
29:29), el Señor no reveló cada detalle de la obra de creación y la ciencia humana no puede conocer
los secretos del Altísimo. Y aun las personas más inteligentes, si no son dirigidas por la Palabra, se
confunden porque las obras del Creador les resultan incomprensibles. Pero las Escrituras no se
deben juzgar con las ideas científicas de los hombres, “la sabiduría humana no es una guía en la cual
no se puede confiar” (PP).

Aunque nuestra mente es limitada, podemos comprender por principio que la naturaleza es
sierva de su Creador y muestra que hay un Dios que obra mediante ella (Nehemías 9:6). En cada
palpitación del corazón, en cada respiración, en el movimiento ordenado de los planetas, en las
hermosas flores, en el diminuto insecto y en la gigante ballena azul, en el caliente sol y en la fría
lluvia, en el viento que rosa la mejilla del bebé más indefenso y en los fuertes relámpagos que
iluminan el cielo, en cada espacio y sonido de la naturaleza podemos constatar que Dios es el
fundamento de todas las cosas, que él sostiene nuestro mundo y el universo entero.

“Si escudriñas, ¿podrás entender a Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más
alta que los cielos: ¿qué harás? Es más profunda que el infierno: ¿cómo la conocerás? Su
dimensión es más extensa que la tierra, y más ancha que el mar” (Job 11:7-9) No podemos
comprender a Dios, pero las obras de la naturaleza hablan de su grandeza y poder, “Los cielos
cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19:1)

Nota para padres. Esta lección está basada en el capítulo 9 del libro Patriarcas y
Profetas. Se recomienda leer el capítulo completo y contestar junto a sus hijos las
siguientes preguntas:

¿En cuántos días realizó Dios la obra de creación?

¿En qué día descansó?

¿Qué nos dejó el Señor para recordarlo como Creador?

Analicen ¿por qué podemos asegurar que los días de la creación son literales y no un proceso
de miles de años?

Observen la naturaleza y describe algunas de las cosas sorprendentes que Dios creó y que
sostiene con su gran poder.

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