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"¿Aquél?" Esta vez, el otro hombre ubicó su silla para poder ver bien a la figura
más famosa del mundo de la propaganda. "Parece un hombre común, ¿no es
así?".
"Sí", mirándolo uno nunca se imaginaría que sea el famoso Adams Obvio, de la
mayor agencia de publicidad de Nueva York. Y para decir la verdad, no consigo
entender por qué es endiosado por todo el mundo".
Mientras los dos hablaban de él, Adams seguía trabajando para el éxito. Cerró el
menú e hizo algunos dibujos y anotaciones en el reverso. Para cualquier persona
que pudiese espiarlo, sus apuntes podrían parecer insignificantes, pero Adams
parecía muy contento con el resultado. Balanceó la cabeza en señal de
aprobación y guardó el menú en el bolsillo, mientras el mozo llegaba para ayudarle
solícitamente a ponerse el abrigo.
Media hora más tarde, el teléfono sonó en la biblioteca de una suntuosa mansión
de una ciudad de Iowa. Y sonó una segunda vez, antes de que el hombre, que
estaba recostado en un gran sillón de caoba frente a la chimenea, se levantase a
tomar el teléfono. "Hola" dijo sorprendido y medio irritado por la interrupción. "Hola.
¡Ah!, ¿es usted Adams? ¡No esperaba tener noticias suyas tan pronto! ¿Dónde
está? ¿Chicago? Ah, ¿ya tiene un plan? Bien, yo estaba sentado, pensando
precisamente en eso y me mastiqué tres cigarros intentando imaginar lo que
deberíamos hacer al respecto."
"¿Pero, por qué diablos ninguno de nosotros pensó en eso? Era la cosa más
natural del mundo y tuvimos que traer un hombre de Nueva York para que nos lo
mostrase. Sea como sea, ese Adams es una maravilla". Al no recibir respuesta de
las paredes, encendió su cuarto cigarro y fumó.
Esta era la otra cara de la moneda. Este era el modo en que las personas bien
informadas hablaban de Adams.
Hemos comenzado la historia por el final. Para conocer a Adams Obvio y para
entender el misterio de su éxito, precisamos conocer el inició de su vida.
Es la historia de un niño que comenzó como Oliver B. Adams, en una pequeña
tienda de comestibles, de una también pequeña población de Nueva Inglaterra y
que luego se volvió famoso en el mundo de los negocios como Adams Obvio.
Adams provenía de una familia muy pobre. Sus padres eran campesinos y tenían
apenas el curso primario de la escuela rural. Cuando Oliver tenía 12 años, su
padre murió y él comenzó a trabajar en un almacén. Era un chico común. No
mostraba mucha iniciativa y raramente tenía ideas brillantes. Pero de algún modo,
la tienda comenzó a crecer sólidamente, día a día. Cualquiera que conociese al
dueño, el viejo Ned Snow, diría que él no era el responsable de ese crecimiento,
pues no era del tipo emprendedor. Pero, el viejo Snow, cayó enfermo y murió.
Entonces, la tienda fue vendida y Oliver quedó sin empleo.
Comienzo difícil.
Los seis años siguientes en la vida de Adams transcurrieron sin que nadie oyese
hablar de él, y el mismo tenía muy poco para contar de aquel periodo. Cuando la
tienda fue vendida, Adams juntó el poco dinero que había conseguido economizar
y se fue a New York, donde trabajaba durante el día en el mercado municipal y de
noche asistía a la escuela.
La recepcionista comunico al señor Oswald que Adams estaba allí y que quería
una entrevista; pero el gran hombre estaba ocupado. Adams pensó unos
instantes: "Dígale que puedo esperar una hora y diez minutos".
La joven quedó sorprendida. No tenía costumbre de tomar ese tipo de recado para
el gran jefe. Pero había alguna cosa en la presencia y actitud del joven que hacía
que el mensaje pareciese perfectamente natural. Sin disimular su asombro, se lo
repitió al presidente palabra por palabra. Cuando salió, seguía sorprendida.
Su primer aviso.
Después que el nuevo plan llevaba tres meses funcionando fue nuevamente hasta
el jefe y le dijo que todo estaba marchando tan bien que cualquier joven, ganando
la tercera parte de su salario, podría ocupar su lugar. ¿No habría otro cargo mejora
para él? Adams agregó que había notado que los redactores estaban trabajando
hasta de noche