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Siendo el menor de siete hermanos, Thomas Alva Edison nació en Milan -una

pequeña población en el estado de Ohio- el 11 de febrero de 1847. Milan era una


localidad marginada por el ferrocarril en tiempos de la Revolución Industrial y, por
ello, la familia Edison tuvo que emigrar a Port Huron (Michigan) donde el futuro
genio asistiría por primera vez a la escuela. Precisamente, sería en Port Huron donde
tuvo lugar un suceso determinante para el provenir del pequeño Thomas. A los tres
meses de asistir al colegio el director le expulsó, alegando falta de interés y torpeza
intelectual.

Gracias a la verdadera torpeza intelectual del director del colegio de Port


Huron, Nancy Elliot, madre de Edison, tomaría las riendas de su educación. Nancy
había ejercido como profesora en su etapa de soltera y consiguió inculcarle una de
las lecciones más importantes y difíciles de su historia: despertar en él un afán de
curiosidad sin límites, que le acompañaría hasta el final de sus días. En este sentido,
a los diez años, Edison ya había montado un laboratorio en el sótano de su casa y
daba sus primeros pasos en el ámbito de la química y la física. Fue aquí donde el
pequeño inventor descubrió que su creatividad le podía servirle para ganarse la vida.

El joven Edison abandonó la casa de sus padres a los 16 años y dio varios palos de
ciego hasta asentarse en la vida: trabajó en la línea de tren entre Port Huron y
Detroit durante la Guerra de Secesión, fundó un periódico amateur -Weekly Herald-
, fue telegrafista, etc. Asimismo, ciudades como Indianápolis, Cincinnati, Nashville y
Memphis fueron testigos del paso de Edison en busca de la estabilidad hasta que en
Boston abandonó su puesto de trabajo y, empujado por el libro del
británico Michael Faraday Experimental Researches in Elctricity, decidió hacerse
inventor autónomo.

En 1868 registró su primera patente. Se trataba de un contador eléctrico de votos


para el Congreso de los Estados Unidos, pero los congresistas de la época
calificaron su instrumento de “superfluo”. Debido a este otro incidente, Edison
aprendería otra de las lecciones más determinantes en su carrera profesional: “Un
invento, por encima de todo, debía ser necesario”.

Pero su desarrollo como inventor no llegaría hasta 1876, cuando se instaló en una
granja deshabitada a las afueras de Nueva York, en Menlo Park, invirtiendo los
ahorros que había ganado a lo largo de toda su vida por su fama de ‘arréglalo-todo’.
“La fábrica de inventos”, como Thomas Edison nombró a su laboratorio, era su
cuartel general y de allí salieron artefactos como el micrófono de gránulos de
carbón (1876), la lámpara incandescente (1879) y el contador
eléctrico (1886).

Una vez alcanza la fama, Edison mudó su diminuta “fábrica de inventos” en Menlo
Park por un gran centro tecnológico, el Edison Laboratory, en West Orange
(Nueva Jersey) donde llegarían a trabajar más de cinco mil personas. En este centro,
el gran inventor dio luz a una nueva forma de producir cemento, algunas materias
químicas, la separación electromagnética del hierro, y la fabricación de baterías y
acumuladores para automóviles. No obstante, el gran invento de esta etapa fue
el kinetoscopio (1891): una rudimentaria cámara de cine que albergaba un
novedoso mecanismo para reproducir imágenes en movimiento.

El 18 de octubre de 1931, en West Orange, fallecía a causa de una arteriosclerosis


que fue minando su salud poco a poco, dejando para la historia de la humanidad
más de 1.000 inventos. Estas son algunas de las curiosidades que aún te quedan
por saber:

 En 1877, Edison propuso la palabra ‘hola’ como código de saludo


para las llamadas telefónicas y parece que la idea funcionó.
 Hollywood se instaló en Los Angeles (California) huyendo de las
patentes de Edison, en aquella época establecido en Nueva Jersey.
 Su íntimo amigo Henry Ford guardó su último aliento en un tubo
de ensayo que, hoy en día, se expone en el museo Ford (Detroit).
 El fonógrafo (1876) apareció con el objetivo de grabar las últimas
palabras y deseos de los muertos.
 Edison propuso matrimonio a su esposa, Mary Stilwell, utilizando
el código morse

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