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Primera edición: 2004
Plaza y Valdés, S. A. de C. V.
Manuel María Contreras, 73. Colonja San Rafael
México, D. F., 06470. Teléfono: 5097 20 70
editorial@plazayvaldes.com
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1
CLÉRIGOS EN NUEVA ESPAÑA y CHILE
Mecenazgo y literatura: los destinos dispares de Juan
de Narváez y de Sigüenza y Góngora
Enrique González González......... . .......... . ......... . . 17
Alonso de Cuevas Dávalos: arzobispo místico,
criollo docto y dócil
Leticia Pérez Puente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Los límites de la carrera eclesiástica en el arzobispado
de México (1730-1747)
Rodolfo Aguirre Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Carrera eclesiástica, Real Patronato y redes de poder
en las consultas de la Cámara de Indias del clero secular
chileno en el siglo xvm
Lucrecia Enríquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
11
JuRISTAS EN PERú Y NUEvA ESPAÑA
Los abogados de Lima colonial (1550-1650): formación,
vinculaciones y carrera profesional
Teodoro Hampe Martínez y Renzo Honores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
"Si saben ustedes de los méritos". Escritura, carreras de abogados
y redes personales en Nueva España (1590-1700)
Marcelo da Rocha Wanderley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
Universitarios mexicanos y encomiendas (1597)
Armando Pavón Romero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Los rectores del Ilustre y Real Colegio de Abogados de México:
la primera generación (1760-1783)
Alejandro Mayagoitia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Mecenazgo y literatura: los destinos
dispares de Juan de Narváez
y de Sigüenza y Góngora
Enrique González González'
r
. .· -E· _ n una sociedad estamental como la novohispana, la ideología
dominante justificaba y consagraba las diferencias jerárquicas
existentes en su seno: respondían ·a un orden inmutable, que-
rido por Dios y gobernado, en lo temporal, por el rey. A cada indivi-
. c(uo, én tanto que miembro de un estrato social, le tocaba aceptar las
. li~Úa:ciones y los privilegios inherentes a su estado.
' ·10'-' En la Nueva España, semejante ideología, importada.y fomentada
:• pbP1os conquistadores, tenía un peso incuestionable; con todo, la rea-
:, li~~9, cotidiana de los miembros del estamento hispano difería en
, muCho de la reinante en la metrópoli. El tejido social del Nuevo M un-
:. ~o era infinitamente ~ás ·complejo y la movilidad ocurría en todos los
i ·-g~~os y de modo incontenible. En principio, españoles, indios y ne-
pg¡;o~ constituían ent:idades separadas, y los ~os primeros grupos con-
< taoan con su respectiva "república", perfectamente delineada en lo
~ )~ídico. En,la práctica, el fenómeno creciente del mestizaje ~estiona
~J~ª'· a d.iariQ la frontera entre los es~entos· y su inmutabilidad.
· •~ · Los mismos españoles, que en conjunto formaban el estrato privile-
;:- giado, distaban de constituir un conjunto estable y homogéneo; de-
. bían asimilar el constante flujo de inmigrantes ansiosos de enriquecerse
·. ~ de ganar prestigio a cualquier precio, sin importar los intereses de
17
\.
18 MECENAZGO Y UTERATURA
1 Una visión de conjunto sobre las diferencias sociales, étnicas y culturales en la capital
virreinal, en R. Douglas Cope, The Umits of Racial Domination. Plebeia.n Society ilt Mexico
City, 1660-1720, Madison, The University of W!Sconsin Press, 1994, con bibliografía. Para la
primera mltad de la centuria resulta ya un clásico, Jonathan D. Israel, Rnzas, clases sociales y
vida política en el Mhico colonial (1610-1660), México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
2 De la abundante bibliografía sobre la universidad colonial, Armando Pavón ofrece una
· ,:,. tas facultades tenían sus aulas o "gener~les", donde se impartí~n las
· r~spectivas cátedras. El edificio albergapa ·también un aula de mayo-
res proporciones, o "general de actos", donde se conferían los grados .
. de bachiller y se celebraban los actos academices que implicaban a la
- Univérsidad en su conjunto. En el edificio existía, asinúsmp, una capi-
lla para los actos religioso? de la corporación y un salón. grande donde
to~os aquellos individuos que ostentaban el grado doctoral .se reunían
periódicamente. Esas juntas teníari el nombre de "claustro de doctores"
o "claustro pleno" y en ellas se examinaba y debatía todo lo concernien-
te a la marcha de las escuelas, a las rentas con que se sostenía la Uni-
versidad y cuantos asuntos guardaran relación con aquella "cofradía"
a
' de doctores: la asistencia o no urta feS:Íívidad pública, a las ceremo-
~as de llegada del nuevo virrey o· arzobispo, a los fastos y lutos reJa-
donados con la dinastía: reinante, etcétera.
En sentido estricto, quien accedía-a un grado académico obtenía
autorizaGión oficial para enseñar públicamente aquellos saberes apren-
didos en ias aulas de su facultad.4 Esa licencia docente.implicaba que
el graduado poseía una ciencia, misma que en adelante se le autoriza-
. ba ?t ense.;ñar. Po~ ~o mismo, el título era un certificado de competencia
en de.t~rmir).ada rama del saber. Afirmaba que el graduado en artes
conocía .la lógica y la -fil~sofía aristotélica; el médico era experto e¡;1la
9_bra de Galeno; el graduado en leyes,. perito en derecho romano y,_sin
,d uda también, en la legislación del r:eino; el canonista sabía de leyes
eclesiásticas y, por último, el teó~ogo tenía capacidad para detern;linar
en asuntos de fe y de ortodoxia. Por lo mismo, el graduado p9día com-
petir ventajosamente por acceqer a aquellos cargos que requerían de
un experto en determinada materia. Cada· vez con mayor frecuencia,
'.sólo se otorgaban cargos en la administración civil y eclesiástica a los
,. graduados en la Universidad. Por lo Inismo ésta, en ta:hto que corpo-
·,ración de graduados de docto~, tenía un gran pes0 social: sus miem-
bros ocupaban cargos destacados en la Real Audiencia, en el poderoso
cabildo de catedral, en gobierno arzobispal, en las parroquias y en los
triburlales.eclesiásticos.
Los doctores recibían unas insignias,llamadas ínfulas, que ostentaban
sobre su bonete o sombrero y los distinguían del 'resto de la sociedad.
Acudían en calidad ~e "cuerpo".a cuantas celebraciones contribuy eran
co en el siglo xvr", en Enrique González González y Leticia Pérez Puente (coords.), Colegios
y Universidades l. Del antiguo régimen al liberalismo, México, UNAM (La Real Universidad de
México. Estudios y textos XI), 2001, pp. 241-267.
20 MECENAZGO Y LITERATURA
5 Santa Teresa tuvo siempre muy claro el peligro que constituía para ella y los suyos
6
Rodolio Aguirre Salvador ha estudiado los mecanismos internos y externos de promo-
ción de los graduados. universitarios~ Por el camino de las letras. El ascmsoprojesional de los
catedráticos juristas de la Nueva España. Siglo xvm, México, CESU-UNAM (La Real Universidad
de México. Estudios y textos Vlli), 1998, y en "Universidad y Sociedad. Los graduados de
bi. Nueva España en el siglo xvm", tesis para obtener el grado de doctor en Historia, México,
UNAM, 2000.
1
Sebastián de Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua castel/ana o españpla, Madrid, Cas-
talia, 1995; Luis de Góngora, Obras completas, Madrid, Aguilar, 1956, Soneto al conde de
Villamediana, celebrando el gusto qu~ tuvo en diamantes, pinturas y caballos, p. 519.
22 MECENAZGO Y LITERATURA
II
•9 Trirmfó..., op. cit., pp. 38-59. Antonio Rubial Carda, Enrique González González, " Los
rituales universitarios: su papel polCtico y corporativo", en el Catálogo de In Exposición 450
mios de In Univers idad de México, México, UNAM, en prensa.
10
Archivo General de la Nación, México, Ramo Universidad (en adelante, ACN- RU),
vol. 365. Expediente por los grados de licenciado y doctor en teologfa del bachiller Juan
de Narváez. Las noticias sobre la familia de Narváez de ahí proceden. Agradezco a Ma-
risa Vega_ el cotejo de estos documentos.
11
Por ejemplo, Triunfo , pp. 136, 236, 241, 327, entre otras.
11
Enrique González González, "La Universidad : estudiantes... ", op. cit.
24 MECENAZGO Y LITERATURA
13
RU, vol. 365. .
14
Armando Pavón ha:calculado los costos para el siglo XVI, en " Doctores en la Universi-
dad de México..."; estima que oscilaban entre 500 y 70(') p esos para el doctorado, cuando el
claustro se componía de menos de 50 doctores y se debía dar 13 pesos de propina a cada
uno. En 1645las constituciones de Palafox tratan de fijar, para evitar abusos, los de licencia-
tura en 6QO pesos (const. 292), pero no habla de reducir las cuotas para el doctorado. Los
gastos fijos para caja, rector, maestrescuela y oficiales, suman unos 250 pesos; además, ha-
1 bía que dar 25 pesos a cada doctor de la fawltad asiste:1te, más 20 a los otros (:::onst. 324).
Esto significa que si asistían 40 doctores de la facultad, debía gratificarlos con mil pesos, y
si los de las otras facultades sumaban 60, otros 1 200. Plaza calculó en 130 el número total
de doctores vivos (Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén, Crónica de In Real y Pontificia Uni-
versidad de México, versión paleográfica, proemio, notas y apéndice de Nicolás Rangel, Méxi-
co, UNAM, 1931, dos vols.; vol. Il, P?· 295-297).
ENRIQUE GONZÁLEZ GoNZÁLEZ 25
decirlo: quien carecía del metálico imprescindible para los grados ma-
yores no necesitaba solicitar dispensas de tiempos o de cursos.
A comienzos del siglo xvn, si no es que ya desde poco antes, la Uni-
yersidad requirió una información escrita sobre antecedentes familia-
res a los pretendientes de grados mayores. La corporación, en manos
de la casta española "pura", no podía permitirse l_íi infamia de tener en
su gremio a individuos de "mala raza".15 Esta circunstancia permitía a
los mejor situados alegar descendencia de conquistadores, de viejos
pobladores, o vínculos de sangre con la nobleza peninsular. Los me-
nos favorecidos, genealógicamente hablando, se contentaban con que
el tránúte se les diera por bueno. N~áez no presentó título nobiliario
.ni alegatos de limpieza de sangre, sino un simple testimonio de morí-
bus et vita. Dos declarantes, ninguno con título de "don", dieron cuen-
ta de la legitimidad de sus padres y abuelos p·a ternos y maternos,
manifestando que eran "tenidas por personas nobles y de calidad".
El padrino de Narváez, don Juan de Ortega, capitán, sargento ma-
yor y alcalde ordinario, tampoco parecía ostentar excesivo lustre fami-
liar. Era un criollo recién admitido en orden militar. Su padre, un capitán
homónimo, luego de enviarlo a ~studiar con los jesuitas, optó por dar
al vástago carrera en la milicia y en cargos de república, y en 1671 le
compró un hábito de Santiago.16 N arváez fue apadrinado por un caba-
llero de título, pero con escasos cinco años de ejercerlo. Sin duda, el
mismo padrino ganaba prestigio al ser invitado a tomar parte en tan
solemne acto académico.
15 Los estatutos de Farfán (1580) nada dicen en los títulos 14 y 15 sobre demostrar antece-
dentes familiares. Los de Cerralvo (1626), no sabemos si copiando a los de Moya (1586),
exigían ál que pretendía grado de licenciado dar información "sumaria" al secretario de
sus estudios, de tener los libros de la facultad, "y ser persona no ynúame por ymfamia
bulgar" [Proyecto de estatutos ordenados por el virrey Cerralvo (1626), edición crítica de Enrique
González, México, lJNAM (La Real Universidad de México. Estudios y textos III), 1991, tít.
23.4, p.106]. Palafox, en 1645, fue más lejos. Prohibió el acceso a gra"d os a todo descendiente
de penitenciados por la Inquisición y a los que ~' tuviesen algún grado de infamia". Los "ne-
gros, ni mulatos, ni los que comúnmente se llaman chinos morenos, ni qualquiera género de
esclavo o que lo a s[do", no podían ser admitidos ni siquiera a matrícula. En cuanto a los
indios "como vasallos libres de su majestad, pueden y deben ser admitidos a matrícula y
grados": const. 246. Por lo mismo, a la hora de graduarse de licenciados debían dar "infor-
mación sumaria ante el secretario de que no es persona de las prohibidas en estas constitu-
ciones": const. 276. Cito de la edición provisional en el segundo tomo de "Legislación y
poderes en la universidad colonial de México (1551-1668)", tesis para optar por el grado de
doctor en historia, Valencia, Universidad de Valencia, 1990, dos volúmenes.
16 Guillermo Lohman Villena, Los americanos en las órdenes nobilinrins, Madrid, CSIC, 1993,
t. 1, pp. 294-296.
26 MECENAZGO Y LITERATURA
17
)osé Toribio Medina, La. imprenta en México (1539-1821), Santiago de Chile, Imprenta
del Autor, 1909-1912, ocho vols., vol. U, núm. 1188. Un inejor conocimiento de los impresos
de esos años probablemente revelarfa nuevos datos.
18
Narváez dotó de su peculio los premios a los concursantes en los torneos literarios del
Triunfo parténico, y también repartió obsequios, como se verá, al momento de ganar su asiento
en el cabildo. Las fuentes de la época aseguran que se pagaban verdaderas fortunas para
compra de votos [véase J<lvier Palao Gil, "Provisión de cátedras y voto estudiantil", en Docto-
res y escolares. li Congreso Internacional de Historia de li!S Universidades Hispánicas (Valencia,
1995), Prólogo de Mariano Peset, Valencia, Universitat de Valencia, 1998, dos vols.; vol. ll, p.
187-201]. Asimismo, Leticia Pérez Puente, "Una revuelta universitaria en 1671, ¿intereses
estudiantiles o pugna de autoridades?", en R. Marsiske (coord.), Movimientos estudiantiles en
la historia de América Latina, México, CESU-UNAM, 1999, vol. l, pp. 19-39. Cuando por fin ganó
la cátedra de escritura, en julio de 1683, eLdiarista Robles indicó que, en la celebración del
vfctor se realizó "con muchas galas, hubo muchos fuegos" (Antonio de Robles, Diario de
sucesos notables, México, Porrúa, 1972, tres vals.;' vol. !1, p. 51).
19 Véase nota 6.
ENRIQUE GONZÁLEZ GONZÁLEZ 27
el siglo xvr", en Doctores y escolares..., op. cit., vol. !l, pp. 203-223. Leticia Pérez Puente, Uni-
versidad de doctores ..., op. cit. ·
23 Así lo afirma Sigüenza en Triunfo, p. 132; pero véase, adelante, nota 29.
2' Palafox, const. 394.
28 MECENAZGO Y LITERATURA
25 Todavía se le adeudaba alguna cantidad en 1694 (Ru, 19, ff. 7-9), cuando Narváez tuvo
problemas con el tribunal de la Santa Cruzada, la cual pretendía confiscar a la Uni_yersidad
el saldo.
16
Plaza y Jaén, Crónica ... , op. cit., v. II, p. 205.
ENRIQUE GoNZÁL.EZ GoNZALEZ 29
27
Hace falta un estudio sobre este excepcional criollo. Puede verse, entre tanto, a Medina,
vol. 3, pp. 147 y 1498; y Enrique González González, "Universitarios n ovohispanos e im-
prenta", en Clara Inés Ramírez, Armando Pavón y Mónica Hidalgo (coords.), Tau lejos, tan
cerca, n 450 años de la Real Universidad de México, México, UNAM, 2001, pp. 59-73.
23 Antonio de Robles, Diario de sucesos notables, México, Porrúa, t. 2, 1972, p. 118.
30 MECENAZGO Y UTERATURA
Durante los 22 años que aún vivió (moriría de 54), lo que sabemos
de Narváez carece de relieve. O, si se prefiere, u.na vez logrado su ob-
jetivo, habría renunciado a los grandes actos protagónicos; sus actua-
ciones se normalizaron hasta confundirse su suerte con la de otros
doctores que combinaron la cátedra universitaria con una plaza en el
cabildo. En los claustros universitarios, hay regish·o de que, en enero
de 1697, se firmó escritura con Narváez para ·perpetuar la fiesta de la
Inmaculada¡ él donaría 1 400 pesos para convertir la sacristía vieja en
tienda, y de su alquiler se pagaría la fiesta. Entregó únicamente 350
pesos en efectivo, y el resto se pagaría con los 1 OSO que la Universidad
le debía de salarios atrasados por su cátedra: nada excepcionalmente
generoso. 29 Ese mismo año de 1697, a raíz de que el rector encontró
"fuera de estilo" la Crónica de la Universidad del recién fallecido se-
cretario Plaza, en claustro se acordó darla a algunos doctores para que,
puliéndola, se imprimiera. Se propuso darla a Narváez, "quien a ello
se sentía inclinado u [a] otro cualquiera". Pero en un claustro del año
siguiente reprocr.an que no hubiera hecho r>.ada.30
Por lo que hace a su carrera extrauniversitaria, en 1698 concursó,
sin éxito, por la canonjía magistral y, no obstante, al año siguiente pu-
blicó el sermón con el que había opositado. En los repertorios biblio-
gráficos no se detectan más de cinco impresos a lo largo de toda su
vida, todos sermones. El arzobispo lo nombró examinador sinodal y, a
la muerte del prelado, el cabildo lo hizo vicario de los conventos de
Santa Inés y de Regina.31 Muy esporádicamente aparece como califica-
dor de libros. Habría formado parte -como también Sigüenza- del
círculo de afines a Aguiar y Seijas; así se explica que el racionero apro-
bara las dos vidas del arzobispo, publicadas en 1699 por su confesor, el
padre José•de Lezamis.32 Por esa misma cercanía, el cabildo encomen-
dó al racionero el sermón de las honras fúnebres de.Aguiar, en 1698,
con asistencia del virrey, la audiencia, las órdenes religiosas, "y todos
los tribunales", incluida la Universidad. Ése habría sido el último acto
29 RU, vol. 19, ff. 84v-88v. Un resumen, en A. M. Carréño, Efemérides de la Real y Pontificia
Universidad de México segiÍn sus libros de claustros, México, UNAM, 1963, dos vols.; vol. 1, p. 369.
30 RU, vol. 19, ff. 115-116; cito de Carreil.o, Efemérides ... , op. cit.,l, p. 374.
31
Robles, no sin reprobación, al describir el sepelio del prelado, menciona que: "Repar-
tió el cabildo entre sus prebendados los conventos de monjas, con título de vicarios, y quitó
los lugares de entierro a muchos que los teruan, y los distribuyeron entre sí", Diario, m, op.
cit., p. 79.
32 Mecüna, núm. 1733, que es una vida del apóstol Santiago, al frente de la cnal Lezamis
incluyó una semblanza que pronto transformó en libro aparte, núm. 1733.
ENRIQUE GONZÁLEZ GONZÁLEZ 31
III
36
Enrique González, "Sigüenza y Góngora y la Universidad.... ", op. cit., pp. 204-218.
34 MECENAZGO Y UTERATURA
40
No conocemos ejemplares de la edid6n de enero de 1681; Sigüenza lo reimprimió en
1690 en la Libra, donde ocupó las páginas 8 a 19.
" Sebastián de Guzmán y Córdoba, ''Prólogo a quien leyere", al frente de la Libra
astronómica y filosófica. Véase la espléndida "Introducción" de Jaime Delgado a su edición
ENRIQUE GONZÁLEZ GONZÁLEZ 37
crítica de La piedad heroyca de don Fernando Cortés, Madrid, José Porrúa Tranzas, 1960, en
especial las páginas LXXXIII-LXXXV, en las que destaca la impórtancia de este magno e
inconcluso proyecto de Sigüenza, que da unidad a tantas de las noticias sueltas relativas
a sus escritos.
42 Véase Clara Inés Ramírez y Prisc:ila Vargas, "Los retratos del salón de actos de la
Universidad durante el siglo xvn", en Enrique González y Leticia Pérez Puente, 450 años de
historia universitaria en México, México, UNAM, 2002; y Clara Inés Ramírez, Armando Pavón
y Mónica Hidalgo, Tan lejos, tan cerca... , op. cit.
43 Enrique González, "Sigüenza y Góng~ra y la Universidad" ... , op. cit., pp. 223-224.
38 M ECENAZGO Y LITERATURA