“ Don Francisco y su esposa, doña Dolores Sellares, acompañados por su hijo Melchor, todos de Sallent, Barcelona, España, se embarcaron rumbo a la Argentina a fines de la década del 80, pisando el suelo del puerto Buenos Aires aproximadamente en 1980, Doña Dolores, que era viuda de Ignacio Serra en primera nupcias, sin hijos, contrajo matrimonio en segundas nupcias con su primo Francisco Vilaseca. De inmediato rumbearon hacia nuestra vecina Avellaneda, donde vivía Don José Sellares, hermano de doña Dolores, Allí se arremangaron y le dieron sin asco al oficio de ladrillero, al duro oficio de hacer ladrillos, hacerlos manualmente uno por uno. A la par del incansable yugar, fueron llegando sus hijas: Margarita, Carmen, Mercedes, y Benita, todas nacidas en Avellaneda, que sumadas a Melchor totalizaban cinco hijos. Por entonces, el matrimonio se fijó una meta: comprar un terreno en Reconquista, construir de acuerdo a sus planes y poner un almacén. Así lo hicieron. En 1898 quedo terminado el edifico de General Obligado y Alvear, tal como se lo puede ver todavía, hoy con un siglo de vida encima. El terreno media cincuenta metro de lado. La fachada del frente se halla original, salvo la modificación de tres puertas que se convirtieron en ventanas. El Interior de la casa ha sido objeto de subdivisiones y otros. Un inmenso patio a lo largo de una galería, una parte del mismo con un emparrado, lindaba con el jardín y la huerta, y más allá estaban los árboles frutales y el gallinero. Y aun sobraba extensión para una vaca lechera que los proveía de leche. Ese mismo año se mudó allí la familia Vilaseca y abrió las puertas del almacén. Ni bien comenzó a trabajar, se empezó a ampliar y diversificar, y no demoro en convertirse en ramos generales: comestibles, tienda, zapatería, bazar, corralón, ferretería, armería, forraje y bar. El bar, que no era el tipo de bar que conocemos hoy, pues allí no se bebía sino que se servían algunos platos típicos catalanes, atendía también los domingos, y tenía como habituales concurrentes a los campesinos que salían de la misa de las 10. En ese lugar podían comer tortilla con cebolla, chorizo colorado y otros. Doña Ana Brandolín de Vicentín, de Los Laureles, fue una asidua visitante dominical. Luego de oír la misa, se dirigía al almacén a saborear los exquisitos platos españoles. La acompañaban su esposo y varios hijos. Entre estos se hallaba un muchachito que después de seria ordenado sacerdote, más tarde sería párroco de Malabrigo y, por ultimo Obispo de Corrientes: Monseñor Francisco Vicentin. Vilaseca fue el primer comerciante que trajo a Reconquista los famosos bizcochos Canalé, las masitas Bagley y las alpargatas Luna, entre muchos otros productos de primera calidad. Sin ninguna duda, fue un pionero del comercio minorista de nuestro pueblo. Las primeras dos décadas fueron decisivas para su afianzamiento económico, pero el camino de prosperidad continuo hasta empezar la década del 40. En esas cuatro décadas adquirió diversas propiedades en el pueblo y en las afueras. Dentro de estas últimas se hallaba una quinta de seis hectáreas ubicada en lo que es Resinfor S.A., en el Parque Industrial, donde construyo un hermoso Chalet, ya desapareció, sobre lo que hoy es la calle 44. Casi medio siglo existió el almacén, el animado ir y venir de los vecinos, de la gente de afuera, de los viajantes, de la infaltable asistencia de los campesinos al salir de la misa, del abrir las puertas al despuntar el día y cerrarlas ya entrada la noche. El 4 de octubre de 1939, falleció doña Dolores, que había sido el emblema de la inquebrantable laboriosidad de ese grupo familiar. Su Muerte significo el preludio para que el almacén también entrara en las sombras. Don Francisco y Melchor siguieron en la lucha unos dos o tres años más, ya que franca decadencia, finalmente, en 1943 o 44, cerraron las puertas. En 1946, le alquilaron la propiedad al Ministerio de Educación para que funcione allí la Escuela Nacional de Comercio. Melchor y Margarita construyeron una vivienda en el fondo del terreno y, cuando ellos fallecieron se incorporó la misma a la parte que ya alquilaba la escuela.” Florentino Hernandez. (2012). Don Francisco Vilaseca. En Crónicas de nuestra Ciudad, Reconquista(79, 80, 81, 82). Reconquista: Fondo Editorial de la Municipalidad de Reconquista.