Está en la página 1de 3

sin premeditación o compromisos, Tu Amigo, Justo

sin egoísmos, sin academicismos, y


ocas veces, las letras Momposinas.
P eso sí, con alta dosis de pasión.
ofrecen un i
I
compendio de
escritos con sabor
regional. Esta es una
de esas.
El "Tío Mono", ha
sabido de una
manera sencilla,
autodidacta y con la EN EL PATIO DE DAVID
sensibilidad posible 18. SILVESTRE
de la "Mamá
Esperanza",
mostrarnos a través
de sus escritos, aspectos (pie se H oy me embriague en el patio de David, bajo una
inmensa fronda de ensueños, con música de
confunden con la historia, el
costumbrismo, la poesía y la simple
narrativa.
D on Miguel era en La Villa, todo un señor
caballero, y un patriarca a carta cabal; había
levantado una familia distinguida y apreciada por toda
hojas verdes, sopladas por los vientos libres de un
cálido verano, con las voces de campanitas navideñas
de sus cuatro hijitas y el olor de los nísperos maduros.
la sociedad Momposina, de seis hijos que tenía, el
Tuvo la dicha de pertenecer a esos último era llamado Silvestre. Silvestre había pasado ¡Pero que vaina!, cuando adormitaba plácidamente en
por todos los colegios de la Villa, y en ninguno había la vieja mecedora, mi amigo David me despertó con
afortunados, (pie comparten: El
logrado aprender a leer; Don Miguel cansado ya de voz bajita: Monín, monín, léase este libro de poesías, y
campo y la ciudad, el campesino y el
tanto luchar con él, resolvió internarlo en el colegio del dándome la espalda siguió camino para su nido de
doctor, el "erudito" y el "corroncho";
Profesor Justo; conocido, con mucha fama en toda la amor hecho con migas de oro y ripios de papeles
por supuesto, todos con un sello de Depresión Momposina, por su rígida disciplina militar; viejos. No le menté la madre, por respeto, pero si me
afinidad, ser sus buenos amigos. pero allí, ni con la férula le entraron las letras a recordé la mía. ¿Sacar guayabo con un libro de
Silvestre. El profesor Justo disgustado se lo mandó a poesías?, no, mejor sigo durmiendo para seguir
En sus escritos, el amor, los mitos, Don Miguel con la siguiente cartica: Estimado Miguel, soñando con las mías.
las costumbres regionales y las dice el viejo adagio, que las letras con sangre entran,
singularidades de SANTA CRUZ DE pero a tu hijo creo yo que ni en transfusiones; por lo
MOMPOX se mezclan para, en un tanto, ahí te lo mando; Silvestre vino y silvestre va....
conjunto, allegarnos a una historia
amigos se emborrachen en silencio lona tirante entre poste y poste y debajo un escobillar
en señal de duelo, que no me metan que servía de orinal al público; esta operación tenía
entre ladrillos ni me echen □erra que hacerla Monocuco desde las cinco de la tarde que
negra, que mi mortaja la cubran con era cuando daban el primer toque de sirena de tres que
sonaban para anunciar la película. Estos sirenazos se
arena blanca de mi pueblo, y, si el
oían con claridad en todos 1os pueblos vecinos ya que
cura lo permite, que en la torre de dicho aparato estaba instalado en un palo de piñón de
Santa Bárbara echen las campanas 30 metros de altura con una palanca agregada, que
a vuelo, y mis hijos, cuando yo esté podía divisarse desde cualquier sitio de La Villa; el
en la fosa, saquen blancos pañuelos último de los toques lo daban a las ocho de la noche
20. MI SEPELIO
y sin lágrimas me digan: ¡Adiós para dar comienzo a la película.
viejo, adiós ¡, y con esta despedida
yo me iré lejos, muy lejos

CUENTOS DE MI TIERRA
VIRGILIO di FILIPPO PEÑAS

24. MONOCUCO.

E l día que yo muera, no quiero


viejas rezanderas con trajes
negros, ni quiero calor de velas, si E ra Monocuco un joven inteligente pero muy
desaplicado, hasta el extremo de dejar semanas
quiero, que mi mujer me cierre los enteras sin ir a clases. Así como los mulos se buscan
ojos y ella apriete los suyos y se para rascarse, se encontró un amigo peor que él;
cuando salía p ara el colegio lo esperaba para invitarlo
hunda en la eternidad de los viejos
a un partido de billar y luego lo convidaba a envolver
recuerdos. Que mi mejor amigo me la película, pues era hijo del dueño del único teatro que
moje los labios con la última gota existía en La Villa. Después de enrollar la cinta, le
del mejor vino añejo, que un coro de decía que si quería ver la película se metiera debajo del
niños me cante un bolero. Que mis telón que consistía en dos postes de madera con una

También podría gustarte