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Corrección de Estilo
Corrección de Estilo
1.1. CORRECCIÓN
(1)a. Luca Brasi le apuntó a la cabeza y mi padre le dijo que podía elegir entre sus sesos o su
firma al pie del contrato. (El Padrino. Versión de 1972)
(1)b. Luca Brasi le apuntó a la cabeza y mi padre le dijo que podía elegir entre sus sesos y su
firma al pie del contrato. (El Padrino. Versión de 2008)
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
Problemas de expresión en español actual Página 2 de 46
«La cuestión es la siguiente: cuando decimos que elegimos entre dos elementos,
¿En la versión del 1972 es posible que usaran "o" porque en inglés es "or"?
o «Luca Brasi held a gun to his head, and my father assured him that either
his brains or his signature would be on the contract.»
la innovación,
y el descuido inconveniente.
Comenzando por el principio, por el brillante ejemplo advertido por CFR, la frase (1a) de
El Padrino de 1972, podría considerarse como un anglicismo, o descuido inconveniente
Pero vamos a apuntar algunos motivos bastante sólidos para suponer más bien que
manifiesta una innovación, y que no había motivo para corregirla en la versión de 2008
de El Padrino.
Identificados los puntos esenciales de la cuestión, empezaremos por donde apunta CFR,
la conjunción ‘o’, para seguir luego con la preposición ‘entre’ y la expresión verbal ‘podía
elegir’, ascendiendo por la estructura de la frase.
Mejor y más claro, un clásico de nuestra gramática descriptiva, S. Gili Gaya, decía lo
siguiente:
Por otro lado, el elemento subordinante de entre sus sesos o su firma al pie del
contrato, en El Padrino de 1972, es ‘entre’. Y de esta preposición dice la
gramática que “requiere rasgos de pluralidad en su término, ya que pone en
relación dos o más personas o cosas”. (NGRAE, 2009, §29.6o).
Este sentido conjuntivo de ‘entre’ lo explica bien M. Seco, cuando apunta que, entre
otras acepciones, significa
Y habría que precisar y destacar, que desde hace algún tiempo, en la historia de
la lengua: también con ‘o’, insistimos.
Para saber en qué casos ‘entre’ se puede construir con ‘o’ (entre A o B) iremos a la
gramática, y para saber desde cuándo, podemos ir a los corpus, al CORDE.
c). Mientras yo, atónita, dudaba entre darle el bastón o echar a correr. (1953,
Borita Casas);
“Los gobiernos tuvieron que escoger entre agradar ostensiblemente a los unos o
a los otros” (Marco Fidel Suárez, 1923-1927, Los sueños de Luciano Pulgar, 4, p.
22)
Por tanto, parece que ‘entre A o B’ es perfectamente genuino en español, con ejemplos
sancionados por el uso desde mediados del siglo XIX, y en determinadas condiciones:
con verbos, nombres o adjetivos de vacilación o de elección.
Algo distinto serían los casos de recreación y transformación figurada (con función
humorística o irónica) de formas de expresión disponibles en la lengua, que destacamos
en este ejemplo (2):
(2). «Esto es el principio del fin, lo presiento. Por lo pronto, ya se me ha secado el humor
vítreo. Sí, sí, tú ríete del prójimo, que es gratis, ya te llegará tu San Martín de Porres. Resulta
que, pasada la cuarentena, además de caérsete los pellejos a media asta y ponérsete patas
de gallo de pelea mexicano, también se te arrugan los ojos por dentro.» (L. Sánchez-Mellado).
(3)a. «Cuando se anunció La Ceremonia, me las prometía felices con la pamela que pillé para
el descenso de Cristina por la Cuesta de los Imputados del juez Castro, y el palabra de honor
de Nochevieja, que siempre te saca de un apuro. Pero, en estas, van y apuestan por el perfil
bajo y me dejan compuesta y sin boato. Total, que ahora a ver por dónde tiro. Ídems cortos
o largos. Porque en esto del término medio ya se sabe que o te pasas o no llegas,» (L. Sánchez-
Mellado).
b. Acabo de leerme toda la lista de todas las citas históricas [de la historia] que tenemos que
glosar para no perder el tren de la ídem [historia], y me han entrado unas agujetas que ríete
tú de las que debió de coger Pedro Sánchez después de colgarse por la entrepierna de lo alto
de un molino de viento de Iberdrola en el programa de Jesús Calleja. (Luz Sanchez-Mellado,
El País, 3/01/2015, http://elpais.com/elpais/2015/01/02/estilo/1420218270_825460.html)
c. No, en serio, te voy a ser sincera: 2015 me da una pereza que te excretas. Sí, ya sé que a los
trabajos hay que venir supermotivada, superpositiva y superentusiasta, y más a principios de
curso, que te cruzas con prebostes que ni te dirigen la palabra el resto del año y te felicitan el
ídem como si te acabara de tocar la lotería. (Luz Sanchez-Mellado, El País, 3/01/2015,
http://elpais.com/elpais/2015/01/02/estilo/1420218270_825460.html)
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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(4)a. «El mismo día en que se ordenó el desalojo dimitió el director de los Mossos tras perder el
apoyo de ERC, el partido que tiene un pacto parlamentario con Artur Mas para la consulta, pero,
a la vez, desde la oposición, dirige la movilización soberanista en la calle.» (Editorial, El País)
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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Por eso hemos tachado (4a) como un lapsus inconveniente. Como ocurre con el
caso de (5a):
(5)a. Entre las inspiraciones más conocidas de Don Quijote figuran a la que hiciera referencia
Menéndez Pidal del Entremés de los romances, de autor desconocido, donde aparece alguien
que enloquece leyendo romances. (Winston Manrique Sabogal, El País, 8/12/2014,
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/07/actualidad/1417983722_234613.html )
(5)b. Entre las inspiraciones más conocidas de Don Quijote figura aquella a la que hiciera
referencia Menéndez Pidal del Entremés de los romances, de autor desconocido, donde aparece
alguien que enloquece leyendo romances.
(5)c. Entre las inspiraciones más conocidas de Don Quijote figura la del Entremés de los
romances, a la que hiciera referencia Menéndez Pidal, de autor desconocido, donde aparece
alguien que enloquece leyendo romances.
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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(5)d. La del Entremés de los romances figura entre las inspiraciones más conocidas de
Don Quijote.
"Luca Brasi le apuntó a la cabeza y mi padre le dijo que podía elegir entre sus
sesos o su firma al pie del contrato".
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(1) El Congreso de los Diputados, aquel verano de 1977, tenía la emoción de la nave
zarandeada por una marea que nadie sabía el derrotero que iba a tomar. (M. Vicent, El País,
1/09/13,
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/31/actualidad/1377963897_149214.html )
(2) Aventura significa estar a merced del viento. La salida del franquismo requería un
aventurero con la buena estrella necesaria para gobernar un vendaval que nadie sabía a qué
suave bahía mandaría aquella nave o contra qué acantilado la iba a estrellar. (M. Vicent, El
País, 1/09/13,
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/31/actualidad/1377963897_149214.html )
(3). Ricos felices en verdad eran aquellos que antaño vivían dentro de un capullo de oro como
gusanos de seda y al final se volvían crisálidas. Yo tenía una amiga de esta especie, que fue la
primera en hablar gangoso. Un día paseaba con ella y su Lulú por Recoletos y un mendigo se
acercó a pedirnos limosna. […] Recién salida de su capullo era al primer pobre que veía de
cerca. (M. Vicent, El País, 26/01/14,
http://elpais.com/elpais/2014/01/25/opinion/1390669585_293078.html)
Dos ejemplos bellísimos, los de (1) y (2), de dominio de la lengua por parte de un
autor de referencia en el columnismo literario español.
En concreto, en estas frases, además de las expresiones (a) elegidas por el autor
hubieran sido posibles las expresiones (b):
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(1)a. tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2 que1/*2 nadie sabía el
derrotero3 que3 ∆1 iba a tomar.
(1)b. tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2, que1 nadie sabía el derrotero3
que3 ∆1 iba a tomar.
(2)a. La salida del franquismo requería un aventurero con la buena estrella necesaria para
gobernar un vendaval1 que1 nadie sabía ∆1 a qué suave bahía ∆1 mandaría aquella nave.
(2)b. La salida del franquismo requería un aventurero con la buena estrella necesaria para
gobernar un vendaval1 del que1 nadie sabía ∆1 a qué suave bahía ∆1 mandaría aquella nave.
¿Por qué son posibles estas dos expresiones, la del autor (a) y la que se propone
aquí en (b)?
(1) tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2 que1 [la cual nave1a] nadie sabía
el derrotero3 que3 [∆1 la nave1b] iba a tomar.
(2) La salida del franquismo requería un aventurero con la buena estrella necesaria para
gobernar un vendaval1 que1 nadie sabía [∆1, del vendaval1a] a qué suave bahía [∆1, el
vendaval2b] mandaría aquella nave.
(1)a. tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2 que1/2 nadie sabía [de ∆1a, la
nave1] el derrotero que [∆1b, la nave1] iba a tomar.
(2)a. un vendaval1 que1 nadie sabía [∆1, del vendaval1a] a qué suave bahía [∆1b, el vendaval1b]
mandaría aquella nave. .
(1)b. tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2, que1 [∆1a, la cual nave1] nadie
sabía el derrotero3 que3 [∆1b, la nave1] iba a tomar.
(1)c. de la nave1 zarandeada por una marea2, de la que1a nadie sabía [de ∆1a, la nave1] el
derrotero que [∆1b, la nave1] iba a tomar.
(2)b. un vendaval1 del que1a nadie sabía [de ∆1a, el vendaval1] a qué suave bahía [∆1b, el
vendaval1] mandaría aquella nave.
(1)b. tenía la emoción de la nave1 zarandeada por una marea2, que1 nadie sabía el
derrotero3 que3 iba a tomar.
(1)c. de la nave1 zarandeada por una marea2, de la que1 nadie sabía el derrotero que iba a
tomar.
(2)b. un vendaval2 del que2a nadie sabía a qué suave bahía mandaría aquella nave.
Así, con la coma, se excluye la referencia al nombre adyacente (una marea2, que1
nadie sabía el derrotero3) en una lectura apresurada de enunciados complejos y
literarios de autor: [[la nave1 zarandeada por una marea2] que1…
Es algo distinto de lo que ocurre en (2), donde por una tendencia actual de confundir
la función de la conjunción (que) con la función del pronombre relativo (que) que ha de
manifestar (‘arrastrar’, dicen algunas gramáticas) la preposición correspondiente (nadie
sabía [de ∆1, el vendaval1)
>> Por tanto, al margen de la posible sorpresa para el lector, muy bien:
(1)a. la nave1 zarandeada por una marea2 que nadie sabía el derrotero que iba a tomar.
(2)a. un vendaval que nadie sabía a qué suave bahía mandaría aquella nave.
(1)b. la nave zarandeada por una marea, que nadie sabía el derrotero que iba a tomar.
(2)b. un vendaval del que nadie sabía a qué suave bahía mandaría aquella nave.
El caso de (3) es diferente. Del mismo autor, M. Vicent, y del mismo asunto, la
expresión de las cláusulas complementarias de relativo, pero de un aspecto distinto: la
manifestación de la preposición del pronombre relativo en su antecedente, un
comportamiento particular y extraño del español, pero bien ‘autorizado’, como se verá.
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(3)a. Recién salida de su capullo era al primer pobre que veía de cerca.
(3)b. Recién salida de su capullo era el primer pobre al que veía de cerca.
(3)a. Recién salida de su capullo era al primer pobre que veía de cerca.
(3)b. Recién salida de su capullo era el primer pobre1 al que1 veía de cerca.
Según esto, serían aceptables, aunque raras hoy, de autorización clásica, las
expresiones siguientes:
o No sabes del pintor que hablo.
o Pocos entienden de los asuntos que discuten.
o Sé con los amigos que cuento.
o Ya conoces al asunto que me refiero.
o Sabíamos con la chica que bailaría.
o El conferenciante destacó en las condiciones que se ha hecho la consulta
a los ciudadanos.
He aquí algunos ejemplos de el en que y el con que en textos literarios del Siglo de
Oro:
o Do se dice que aquella columna, que debía ser una de las con que se
señalaban las millas, se levantó en el octavo consulado de Augusto (Mariana,
Historia de España, UI, 23);
o Concejo abierto se llama / El en que señor se escoge (Moreto, Los jueces de
Castilla, U, 6);
o Hiciéronlo, y volví muy de mejor gana de la con que fui. (M. Alemán, Guzmán
de Alfarache, II, 3, 5).
>> Por tanto, también en (3), al margen de la sorpresa para algún lector, muy
bien, la elección en (3a) de M. Vicent, autoridad él mismo, y ‘autorizado’ por la cita de
§3.20.5.a de S. Gili Gaya del Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, de
1973.
(3)a. Recién salida de su capullo era al primer pobre que veía de cerca.
(3)b. Recién salida de su capullo era el primer pobre1 al que1 veía de cerca.
Desde una consideración así se puede suponer que datos como (3a) o los
siguientes casos de (4) y (5) son una forma rara (un ‘idiotismo’ o particularidad del
español), con algunas semejanzas, de las tradicionales cláusulas de relativo; pero Plann
(1984) argumenta que se explican mejor como ‘cláusulas cuantificadas’, y Moreno
Cabrera (1999) las considera más bien como ‘perífrasis de relativo’ con un componente
llamado de ‘relativa libre’, sin necesidad de hablar de un salto de la preposición desde
el pronombre relativo a su antecedente, que sería tan singular.
(4). Lo único que les hicieron a los tipos que estaban en la habitación con él fue expulsarlos.
Ni siquiera los mandaron a la cárcel. Sin embargo, eso era en lo único que podía pensar. En
las dos monjas que encontré tomando el desayuno, y en James Castle, el chico que conocí en
Elkton Hills. (Méndez de Andes y Salinger)
(5). Dibujar croquis era un modo haragán de cumplir el trabajo inútil de la mañana. Es, sin
embargo, en nuestros ocios, en nuestros sueños, que la sumergida verdad suele salir a flote.
(Borges y Woolf, Un cuarto propio, 1936: 21)
(6)a. Pero lo malo era que no podía concentrarme. En lo único que conseguía pensar era en
aquellas dos pobres monjas que andaban por ahí recolectando fondos en una vieja y
destrozada canastita de mimbre. (Méndez de Andes y Salinger)
(6)b. Después de liquidar unos trabajos para publicidad, aquí estoy otra vez pensando en las
musarañas, que es en lo único que vale la pena pensar. (J. Marsé, España, 1978, CREA)
Las oraciones de (6) parecen ser más bien del tipo de las llamadas por Moreno
Cabrera (1999) ‘perífrasis de relativo’, que focalizan el énfasis enunciativo en un
constituyente de la oración, el constituyente escindido (puesto así de relieve enfático),
mediante una fórmula copulativa, y seguido de una relativa libre (sin antecedente), en
diferentes colocaciones: Para su padre es para quien trabaja; Es para su padre para
quien trabaja; Para quien trabaja es para su padre.
Según Moreno Cabrera (1999: 4283), mientras que las auténticas perífrasis de
relativo suponen un señalamiento doble de la función del constituyente escindido, en el
sintagma escindido y en el pronombre relativo de la relativa libre (A Juan fue a quien vi),
en las estructuras de relativo conjuntivas, como sería el caso de (3a), “se introduce
simplemente que en vez del relativo con una función sintáctica específica”, que no
ocurre en (3a), (4) y (5), donde que no se entendería como referente a lo único, el primer
pobre, y nuestros sueños. Serían estructuras completivas enfatizadas y no de relativo, a
pesar de su apariencia. Son expresiones de énfasis, como advirtió Bello, como lo son las
estructuras enfatizadas de (7), genuinamente peninsulares.
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(7)a. La gente es que se vuelve loca en cuanto ve el solazo. La gente es que es tonta, pensaba
la que suscribe entre acelerón y frenazo. Y es que para la gente, […] la gente son los otros.
(Luz Sánchez-Mellado, “Qué gente”, El País, 10/11/2016, p. 56)
(7)b. La gente ha querido que Donald Trump sea presidente de Estados Unidos. Mira que les
hemos advertido. Mira que le hemos sacado los trapos sucios. Mira que las encuestas le daban
perdedor por los pelos hasta el último minuto. Pues nada. (Luz Sánchez-Mellado, “Qué
gente”, El País, 10/11/2016, p. 56)
(8)a. La gente se vuelve loca en cuanto ve el solazo. La gente es tonta, pensaba la que suscribe
entre acelerón y frenazo. Y para la gente, […] la gente son los otros.
(8)b. La gente ha querido que Donald Trump sea presidente de Estados Unidos. Les hemos
advertido. Le hemos sacado los trapos sucios. Las encuestas le daban perdedor por los pelos
hasta el último minuto. Pues nada.
En fin, que las oraciones de (3a), (4) y (5), que reitero para más comodidad, no
serían oraciones de relativo, con anteposición de la preposición al antecedente, como
se quiso explicar en S. Gili Gaya.
(3)a. Recién salida de su capullo era al primer pobre que veía de cerca.
(4). Lo único que les hicieron a los tipos que estaban en la habitación con él fue expulsarlos.
Ni siquiera los mandaron a la cárcel. Sin embargo, eso era en lo único que podía pensar. En
las dos monjas que encontré tomando el desayuno, y en James Castle, el chico que conocí en
Elkton Hills. (Méndez de Andes y Salinger)
(5). Dibujar croquis era un modo haragán de cumplir el trabajo inútil de la mañana. Es, sin
embargo, en nuestros ocios, en nuestros sueños, que la sumergida verdad suele salir a flote.
(Borges y Woolf, Un cuarto propio, 1936: 21)
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(1). Orenga educa a los júniores: “Si suspendéis no vendréis a entrenaros”.- B. Pérez [pie de
foto]. En este expívot de 2,07 metros se esconde un entrenador con alma de profesor que
sabe comprender al jugador porque antes él sintió lo mismo. Recuerda, por ejemplo, cuando
entrenó al equipo júnior de Estudiantes. [...] Recuerda con cariño sus inicios en el instituto
Francisco Ribalta, en Castellón -en el equipo júnior, él era el pívot y el alero tirador era Alberto
Fabra, presidente de la Generalitat Valenciana-, y dice que si no fuera por la canasta, hoy sería
“un arquitecto de 2,07 metros”. (Juan Morenilla, El País.
http://elpais.com/diario/2011/09/27/ultima/1317074402_850215.html)
(2). Hay un momento en que pasas de júnior a sénior. Sucede en todos los trabajos, hasta en
el más antiguo del mundo. Y no me refiero al que tenéis en mente, malpensados, sino al oficio
de vivir, que dijo Pavese, aunque sea del cuento. [...] Amortizadas las sénior Preysler,
Penélope y Pataky, hay relevo asegurado. Las júnior Ana, Sara y Jessica están al quite. (Luz
Sánchez-Mellado, El País,
http://elpais.com/elpais/2012/02/10/gente/1328890592_214309.html)
(3). Para generaciones de astrónomos y de colegiales, Júpiter fue el objeto más extravagante
del sistema solar. Hoy sabemos que no es sino un miembro de una de las familias más
numerosas de nuestra galaxia. Los astrónomos han descubierto ya más de 400 planetas
extrasolares, y casi todos ellos son júpiteres. Si Zeus tiene una receta secreta para crear un
sistema planetario, solo Juno [una nave interplanetaria de la NASA diseñada específicamente
para investigar las entrañas del enigmático gigante gaseoso del sistema solar] podrá
descifrarlo. (El secreto de Júpiter, El País,
http://elpais.com/diario/2011/08/07/opinion/1312668001_850215.html)
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En los dos primeros textos, el pie de foto de (1), y la cita de (2) de Luz Sánchez-
Mellado (¡qué bella prosa las de sus columnas de género ‘aparentemente’ rosa!)
encontramos dos soluciones distintas para el plural de júnior: los júniores, o bien los
junior.
silábica”, o sea, que “el acento español no puede manifestarse en la tercera sílaba si la
segunda es de núcleo complejo, en diptongo (a.mian.to, re.cuen.to, sar.mien.to,
ca.zue.la, a.cei.te, dul.zai.na), o está trabada por una consonante”. Por eso ha de ser
juniores y seniores, sin acento ortográfico, porque estas palabras, asimiladas en español
(ni latinas ni inglesas), son ‘llanas’, y la segunda sílaba es un diptongo: ju.nio.res y
se.nio.res, y no pueden manifestar el acento en la tercera sílaba, donde se manifiesta
en las formas singulares correspondientes. El acento se ha de desplazar a la derecha.
Respecto a esta condición del acento español solo se ha advertido una única
excepción genuina: el topónimo español, de Palencia, Fró.mis.ta; porque podemos
considerar no genuinas las formas de pénalti (de algunos usos americanos), Róbinson,
Mánchester, Ámsterdam, Róterdam, frente a las correspondientes penalti o Robinsón,
hispanizadas.
Por tanto, lo más recomendable habría de ser juniores y seniores, como propone
M. Seco y de acuerdo con buenas citas de J. M. Merino o Laín Entralgo, que se pueden
encontrar en el CREA.
La alternativa de L. Sánchez Mellado, las júnior y las sénior, parece tan brillante
como su prosa. No deja de tener un cierto fundamento en las soluciones recomendadas,
por más usadas, para las ómicron, los asíndeton, los polisíndeton, los cárdigan, los
mánager y los trávelin.
El texto de L. Sánchez Mellado no usa la solución las junioras y las senioras, que
parecen tan poco frecuentes como las omicrones y los hiperbatones.
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PERO, NO los *jú.nio.res, los *sé.nio.res, con acento en la tercera sílaba con un
diptongo en la segunda /nio/.
Lo cual no quiere decir que los hablantes de español no puedan usar palabras de
otras lenguas, con el acento de otras lenguas (más común en la tercera sílaba, como en
inglés), aunque sea distinto del que corresponde a las condiciones del acento en
español.
Por eso sorprende más la propuesta de un ‘diccionario de dudas’, que propone una
solución con acento en la tercera sílaba siendo la segunda un diptongo, cuando dice:
Veamos ahora este otro ejemplo precioso y muy raro, que nos permite referirnos a
otra condición del acento en español, ¿y en todas las lenguas naturales?
(3)a. Los astrónomos han descubierto ya más de 400 planetas extrasolares, y casi todos ellos
son júpiteres.
Pero el autor prefirió usar como adjetivo la palabra júpiter en: ‘un planeta
júpiter’; y en plural tenemos una sílaba más, con lo que el acento se ha de trasladar a la
derecha: ‘unos planetas jupíteres’, por una condición universal, conocida
metafóricamente como Ventana de las Tres Sílabas, del acento de las palabras de las
lenguas naturales, que exigen que el acento se manifieste en una de las tres últimas
sílabas (sin contar los pronombre enclíticos).
Por eso se traslada el acento en las formas del plural en los ejemplos que se suelen
citar del español:
El caso de traslaciones como las de júnior / juniores, sénior / seniores, se debe a una
condición particular del español, que no permite acento en la tercera sílaba si la segunda
es de rima compleja: un diptongo o una vocal seguida de consonante.
Sobre esta condición advierte J.J. Harris la excepción del topónimo Frómista, que ya
hemos citado.
Por esta misma condición, admitiendo que las [rr] múltiples se explican desde dos
/r/ simples heterosiábicas /r.r/ se supone que no serían posibles palabras como *víborra
(y sí, víbora), algo que ya apuntó A. Bello (1835: Parte II, §IV: pág. 174-175) así:
El siguiente gráfico Ngram visor para Jupíteres,Júpiteres, confirma lo dicho sobre los
usos de la manifestación del acento en el plural Jupíteres.
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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(1). Su mirada vagó hasta detenerse en la ventana, que tenía un cristal teñido y rugoso.
Probablemente para evitar que se viese desde fuera a la gente que había dentro. (Petirrojo,
trd. C. Montes, B. RBA, p. 66)
(2). Suspiró y se volvió de nuevo para mirar la ventana. Detrás del rugoso cristal pasaban
coches informes, como en una película psicodélica. (Petirrojo, trd. C. Montes, B. RBA, p. 67).
(3). —¿Quién es? —gritó desde el interior una voz débil y temerosa. Harry adivinó su silueta
a través del cristal rugoso. —Soy Hole. Llamé antes de venir... (Petirrojo, trd. C. Montes, B.
RBA, p. 268).
(4). Volvió a abrir los ojos. Concentró la mirada en las placas de escayola del techo, abombadas
por encima de la puerta. Cuando le pagaran su dinero, contrataría a un albañil para que les
arreglase la fuga de agua de la que su madre llevaba quejándose tanto tiempo. (Petirrojo, trd.
C. Montes, B. RBA, p. 222).
(5). Un barco ha de tener los maderos bien sellados, de lo contrario, se hundiría a la menor
fuga de agua. (Petirrojo, trd. C. Montes, B. RBA, p. 254).
En primer lugar, el uso de cristal rugoso en (1), (2) y (3) es una incoherencia,
porque se repite en distintas páginas (no es una variación que evite la reiteración), y
porque en español un ‘cristal rugoso” es el cristal esmerilado.
Quizá se deba a un puro calco, innecesario, del inglés, porque se reitera en tres
sitios diferentes y porque lo he encontrado en otras versiones de otros textos del inglés.
Por tanto no se puede decir que sea un término de uso local, exclusivo de un
territorio.
(4). Cuando le pagaran su dinero, contrataría a un albañil para que les arreglase la fuga de
agua de la que su madre llevaba quejándose tanto tiempo.
(5). Un barco ha de tener los maderos bien sellados, de lo contrario, se hundiría a la menor
fuga de agua.
Por tanto, muy bien en (4), donde se ha de interpretar que el líquido sale del
interior de la cañería hacia afuera, donde se sitúa el hablante, en el sentido de la
expresión fuga de agua.
Por eso es preferible vía de agua, en una embarcación, y, está muy bien, fuga de
agua, en las cañerías o conductos de fluidos del servicio de la casa.
Lo cual no quiere decir que no se puedan hacer juegos de palabras con las frases hechas
y con los modismos o expresiones fijas, alterándolos, dislocándolos o cruzándolos.
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
Problemas de expresión en español actual Página 34 de 46
Pero no me parece que sea éste el caso de los ejemplos de (4) y (5), cuyas diferencias
de uso en los libros se pone de manifiesto en el siguiente gráfico del Visor Ngram de
Google (los términos de la consulta se separan por una coma sin espacios):
Veamos ahora el uso de una frase hecha, en (6), donde se ha producido una
alteración, que no parece justificada por algún motivo:
Este ejemplo procede de una columna, que publica cada semana su autora, y
dedicada, con un tono más o menos festivo, irónico, y hasta sardónico, a asuntos de
actualidad y de aparente género ‘rosa’, pero con una prosa muy original, que juega con
las frases hechas, expresiones y modismos, con formas más o menos distorsionadas,
alteradas en su configuración más común o cruzadas (con intención expresiva literaria)
con otras frases o expresiones parónimas. Una prosa muy original y creativa, en este
sentido, porque hace uso de un estilo particular.
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
Problemas de expresión en español actual Página 35 de 46
Precisamente la expresión arranca con la frase tener la negra, y juega con ella
bromeando con lo del ‘lenguaje políticamente correcto’, pero la usa en sentido recto,
por la aclaración que hace cuando advierte, por si acaso alguien se perdiese, que se
refiere a ‘su suerte’. José María Iribarren, en El porqué de los dichos, explica la expresión
y sus variantes: tocarle a uno la negra, o tener una suerte negra, o venirle la negra, así:
Acerca del origen de estas expresiones, tomo, del citado Iribarren, la nota de Julio
Cejador y Frauca a la copla 739 del Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita. Dice así:
“El tirar a suertes es cosa viejísima, por creer que Dios manifestaba así su voluntad. Así
la suerte, en frase de Platón (Leges, 6) es juicio y sentencia de Dios. Hacíase en Grecia y
Roma con habas blancas y negras, v. gr., para la elección de los magistrados públicos,
metiendo cada uno la suya en el cántaro y sacando al azar. La blanca era la venturosa;
la negra, la desventurada. Otras veces se hacía con piedrezuelas blancas y negras. De las
habas o piedras negras y blancas se dijeron las suertes blancas y negras, y los hados, que
son los juicios divinos manifestados por ellas.”
Y continúa la explicación de Iribarren: “Los colores blanco y negro han sido siempre
considerados como signos de felicidad y de desgracia respectivamente. En la fábula de
las Parcas se dice que estas divinidades infernales que tejen y cortan el hilo de la vida,
hilaban lana blanca para una vida feliz y prolongada, y lana negra para una existencia
corta y desdichada. Y que cuando la vida de los mortales se acercaba a su fin, hilaban
siempre lana negra”.
Veamos:
Primero, se dice ‘de color naranja’, pero no ‘*de color naranjo’, aunque sí se dice
‘de color castaña’ y ‘de color castaño’, a pesar de las precisiones que M. Seco, en la
entrada de colores de la Parte II de su Diccionario de dudas y dificultades, cuando
apunta: “Las palabras que designan colores, originariamente nombres de cosas, aunque
funcionen como adjetivos calificativos, suelen conservar su significación concreta
originaria; por ello no conciertan en género y muchas veces tampoco en número, sobre
todo cuando al adjetivo de color se agrega otro adjetivo calificativo, concertado o no:
«Paisajes malvas» (J. R. Jiménez), «Luces violeta» (F. Cossio). Si el agregado es un
nombre, se vacila entre la yuxtaposición —«Sombrero gris perla» (Agustí)— y el enlace
preposicional —«Negro de melocotón» (D’Ors)—. La claridad exige a veces emplear la
fórmula de color de: «Las murallas de un color de miel» (Baroja); pero esta fórmula no
es necesaria cuando el objeto descrito pide por su naturaleza un adjetivo de color:
«Rubor amaranto» (Hernández). Una fórmula muy extendida, tanto en la lengua escrita
como en la hablada, es (de) color + nombre de color: «Hebras de pelo color cerveza
blonda» (Pardo Bazán); «Una falda de color malva» (Azorin); «La nieve antaño blanca es
hoy de color violeta» (Diego 1918-41,107); «Un pueblo color amarillo» (Cela 1948, 86);
«Llevaba siempre un jersey de punto color beige» (íd. 1951, 18).”.
Tercero, una cosa es el uso de los nombres de cosas para designar colores
(naranja, castaña, butano, etc.) y otra la expresión ‘Pasar una cosa de castaño oscuro’,
que ya cita José María Esbarbi en su Refranero general español, de 1874-1878, y que
define así: “Dícese de todo aquello que por extremadamente abusivo se hace ya de todo
punto intolerable”.
Con la misma forma lo define María Moliner: «pasar una cosa de castaño oscuro.
Ser ya abusiva e intolerable.» Y el Diccionario: «pasar de castaño oscuro algo. 1. loc.
verb. coloq. Ser demasiado enojoso o grave.»
Así se corrobora en los corpus, porque en el CREA aparecen 15 casos, en todos los
medios, de la expresión de castaño oscuro, con ejemplos de C. Martín Gaite, E. Mendoza
y de otras fuentes actuales, y un único ejemplo de una variante de un autor argentino:
Como aquello pasaba de castaño a oscuro, me acerqué a una secretaria y le dije que
le reiterase a la Señora que yo estaba allí desde más de una hora. (Posse, Abel: La pasión
según Eva, Argentina, Planeta, Barcelona, 1995),
Y así se confirma en los gráficos de Google Ngram Visor, y en los datos y el gráfico de
los usos en español actual del Corpes XXI:
En las fuentes librescas de Google, desde 1800, solo se encuentra de castaño oscuro:
Así, la expresión ‘Tengo la negra, […] pero de castaña oscura para arriba’, o es
una alteración o creación literaria, como las que suele hacer la autora de este ejemplo,
que no lo parece, o es una confusión, que debió decir mejor: ‘Tengo la negra, […] pero
de castaño oscuro para arriba’.
(7)a. No abandonaron la cama más que para ir al baño o comer un poco, aunque no sólo
hicieron el amor; también pasaron horas y horas acostados pies contra cabeza hablando del
futuro… (S. Larsson, Millennium 1, trd. de M. Lexel y J.J. Ortega. Ed. Destino. pág.: 50)
(8)a. Pero Gottfried seguía siendo un Vanger; además, era encantador y tenía don de palabra.
(M-I, p. 306)
(9)a. Tenía calentura y se escondieron en el bosque como fugitivos. No había dónde encender
fuego. Ningún sitio seguro. El chico permanecía sentado en la hojarasca observándole. Al
borde del llanto. ¿Te vas a morir, papá?, dijo. ¿Te vas a morir? (C. McCarthy: La carretera.
Trad. de Luis Murillo Fort, 1ª ed. B., Mondadori, 2007)
(10)a. Quedaron en un bar de mala muerte, entre Sunset y Hollywood, al este de Highland.
Niñas con uniformes de escuelas católicas esperaban autobuses frente a los escaparates de
mercerías, peleterías, lencerías y zapaterías llenas de tacones de aguja a partir de la talla 41.
Driver reconoció al tipo apenas entró por la puerta. Pantalón de pinzas bien planchado,
camiseta oscura, chaqueta sport. En la muñeca, cómo no, el reloj de oro. Proliferación de
anillos y aros en dedos y orejas. Música de jazz suave en el local, un trío de piano, tal vez un
cuarteto, rítmico y resbaladizo, como una anguila, imposible de atrapar. (J. Sallis, Drive, trd.:
J. Estrella, B. RBA, 2009: 21)
(7)a. pasaron horas y horas acostados pies (7)b. pasaron horas y horas acostados cara
contra cabeza hablando del futuro… a cara hablando del futuro
Es un calco directo del original, que no se puede admitir cuando se dispone de una
expresión específica ‘cara a cara’ como en “Benítez quedó cara a cara con Leonardo
Romay, pero el arquero tricolor tapó providencialmente con su cuerpo”, del CORPES.
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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(8)a. Pero Gottfried seguía siendo un Vanger; además, (8)b. era encantador y tenía don de
era encantador y tenía don de palabra. (M-I, p. 306) gentes // facilidad de palabra.
Según esto, parece que lo más coherente con la cualidad de encantador en (8)a, sea
cualquiera de estas dos expresiones, quizás don de gentes.
don de gentes
1.1. Corrección, estilo y variaciones de la lengua española
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Facilidad de palabra
Y
don de palabra, en todos los medios, en CREA
6 casos en 6 documentos.
El caso de los ejemplos de (10) tiene interés porque ponen de manifiesto las
restricciones de uso de las palabras por motivos de especialización cultural, de léxico
especializado en determinado ámbito, regional, de variante de lengua, en el caso de
zapatos de la talla 41.
(10)a. zapaterías llenas de tacones de aguja a (10)b. zapaterías llenas de tacones de aguja a
partir de la talla 41. partir del número 41.
[…] Música de jazz suave en el local, un trío de […] Música de jazz suave en el local, un trío
piano, tal vez un cuarteto, rítmico y de piano, tal vez un cuarteto, rítmico y
resbaladizo, como una anguila, imposible de escurridizo, como una anguila, imposible de
atrapar. atrapar.
Muy bien el diccionario que especifica para ‘talla’ un sentido de la acepción ‘2. f.
Estatura o altura de las personas’; y un sentido de la acepción ‘4. f. Medida convencional
usada en la fabricación y venta de prendas de vestir’; pero no dice nada de las ‘unidades
de medida del calzado’, que en mi variante de lengua es el ‘número’, de manera que
serían ‘zapatos del número 41’.
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por tanto, no estaría autorizado por el uso, que parece más una confusión que una
creación.
Por otro lado, en los datos del CREA, entre otros contextos, se confirma el uso de
resbaladizo, referido a ‘terreno, suelo, pavimento’; mientras que escurridizo se
encuentra referido a ‘persona, actitud, comportamiento’, que parece más coherente
con el ‘cuarteto imposible de atrapar’.
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