Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Ingenieria y El Comportamiento PDF
La Ingenieria y El Comportamiento PDF
Resumen
Presentación
Formo parte de los que describen el origen del hombre como resultado de una
efectiva evolución genética, proveniente de un proceso adaptativo al medio, que se
produjo a lo largo de millones de años. Pero la esencia de esta transformación
reside en un órgano básico: el cerebro.
Hace 400.000 años para el Homo Erectus, el dominio del fuego fue la base para su
alimentación y la sobrevivencia era una respuesta de carácter biológico.
La Historia de la ingeniería
Hacia el año 4000 a.C., con los asentamientos alrededor de los ríos Nilo, Éufrates e
Indo, aparecen poblaciones estables y comunidades en crecimiento.
Con ello la primera demanda de ingeniería fue la protección de las mismas, creando
“muros protectores”. Luego la necesidad de asegurar las cosechas, plantearon la
conveniencia de mejorar la “irrigación de los terrenos”. Esas mejoras hicieron
atractivas su conquista por otras comunidades y con ello los primitivos “ingenieros
civiles”, personas dedicadas a construir artefactos que aseguraban la
sobrevivencia, se transformaron en “ingenieros militares”; pensando no sólo en
como crecer sino como defender propiedades y poblaciones.
En cada cultura hay numerosas muestras de esas acciones, obras que en muchos
casos han trascendido en el tiempo, y hoy son “maravillas de la humanidad” y
lugares turísticos por excelencia.
En la Mesopotamia, región al norte del actual Irán, en el delta de los ríos Tigris y
Eufrates, los sumerios construyeron murallas para ciudades y templos y canales de
irrigación de sus tierras. La ciudad de Babilonia, es el mejor ejemplo de esas
construcciones y de esa evolución que se transformó en centro de la civilización.
Luego fue conquistada por los asirios, un pueblo guerrero, que aprovechó esa
primitiva capacidad de ingeniería existente para construir las primeras armas
usando el hierro, creando los carros de asalto y el ariete, una viga gruesa con una
cabeza metálica que se usaba para abrir una brecha en las murallas rivales.
Este relato histórico, ¿Qué nos demuestra? Varias cosas. Una, que la evolución de
la civilización y la sociedad siempre estuvieron acompañada de los avances y
creaciones del intelecto, entre ellas, las obras de ingeniería.
De este breve relato histórico surge otra evidencia obvia, que hay una relación
permanente entre la obra de ingeniería y la necesidad de considerar desde el diseño
hasta la ejecución, las capacidades humanas que la harán viable.
Sin embargo a pesar de esta evidencia, por muchos años, tanto la formación como
la actividad profesional de los ingenieros estuvieron alejadas de la interpretación
del comportamiento humano.
Esta condición, ha llevado a la creencia generalizada que detrás de un ingeniero se
esconde un individuo calculador, insensible, súper racional y nada emocional.
Esta descripción de carácter universal recoge una evidencia, generada por años,
donde se concibió la capacidad del ingeniero centrada en el diseño y el cálculo y se
dejaba en manos de otras profesiones u oficios, la ejecución de las obras que aquel
pensaba. Esta disociación y alejamiento entre el pensar y el hacer, está reafirmada
en la formación y la práctica profesional del ingeniero “tradicional”.
Hasta casi 1750 todas las empresas de gran escala eran gubernamentales. El
famoso Arsenal de Venecia era del Estado, como también las “manufacturas”
destacadas, como las fábricas de porcelana de Meissen y Sevres, eran del gobierno.
Pero ya en 1830 la empresa privada comenzaba a dominar en Occidente y
cincuenta años más tarde a la fecha de la muerte de Marx en 1883, la empresa
capitalista privada se había difundido por todas partes con excepción de algunas
regiones de Asia y de África.
Una vez más, la ingeniería no estuvo ajena a encontrar soluciones a los problemas
de la sociedad derivados de la Revolución Industrial.
El management o la llamada Teoría General de la Dirección, nació de la iniciativa
de los ingenieros, con el objetivo de encontrar equilibrio y organización en los
lugares de trabajo. Aunque, contradictoriamente, en la opinión pública, los
ingenieros, seamos identificados por estar solo centrados en las ecuaciones y
alejados de los problemas humanos de la sociedad.
Todas las fuentes acuerdan que esta rama de la ingeniería, nace del impacto de la
Era industrial, y es la consecuencia de la creciente importancia que generó la
necesidad de resolver los problemas técnicos y organizativos en las plantas
industriales. Si bien ello comenzó a ocurrir a mediados del siglo XVIII, recién en
1909, se registra el primer curso con la denominación específica de Ingeniería
Industrial en la Pennsylvania State University y casi veinte años después, la
Cornell University otorga el primer doctorado en ingeniería industrial a Ralph M.
Barnes, destacado precursor de la especialidad.
Hasta ese momento, todo hace pensar que el primer siglo de la Era Industrial,
estuvo apoyado desde la ingeniería en el diseño y construcción de máquinas e
instalaciones, propiciada por un conjunto de inventos, pero postergando toda
consideración sobre las necesidades humanas y los aspectos económicos que
surgían de las decisiones en el uso de los distintos recursos productivos.
Una muestra de ello es una breve e incompleta reseña de los aportes aparecidos
desde 1930 hasta el 2000, que han sido ya incorporados al conocimiento y la
profesión de los ingenieros industriales en el mundo.
La Segunda Guerra Mundial, fue el escenario dinamizador de todos los aportes que
la Ingeniería Industrial. Muchos afirman que gran parte del éxito aliado, estuvo
fundamentado en la mejora significativa de la productividad americana, en la
producción de equipamiento militar y de transporte.
Esto puede haber sido así, pero lo cierto es que el proceso de reconstrucción tanto
de Europa como de Japón, estuvo guiado de la mano de muchos ingenieros
americanos que difundieron las técnicas productivas en los ámbitos fabriles de esas
regiones. De la mano del Plan Marshall se produjo la más importante
transferencia deliberada de tecnología de gestión de procesos que registra la
humanidad en tan corto tiempo.
Se proponía para los egresados de la carrera, una evidente diferencia con los
restantes ingenieros y una competencia creciente con los profesionales de ciencias
económicas: contadores y licenciados en administración, que compartían alguna
formación similar alrededor del funcionamiento de las empresas y organizaciones.
El perfil original del ingeniero industrial, que hasta esa época estaba representado
por las cátedras de industrias, guiadas por los ingenieros: Rene Dubois, Jorge
Gaibisso y Francisco Grasso; se complementó con el aporte destacado de los
ingenieros Mario Bertoletti, Pablo Maronna, Isidoro Marín, Osvaldo Mermoz y
Manuel Solanet, entre tantos otros, que con sus conocimientos sobre los aspectos
de la gestión de las empresas, fueron completando el perfil del ingeniero
industrial.
Logré una beca del Gobierno de Bélgica, para estudiar “management” o ciencia de
la dirección, lo que me permitió tomar cursos en las mejores universidades y
escuelas de Europa. Luego completé mi formación en el Oxford Center for
Management Studies, con un postgrado en Ciencias de la Dirección. Participé de
estudios comparados de productividad de la industria automotriz europea y
japonesa y completé una formación en desarrollo organizativo y gestión del cambio,
que me resultó esencial en mi trayectoria durante diez años en la transformación
industrial de Siderca, la fábrica de tubos de acero sin costura del Grupo Techint.
El impacto de los conocimientos recibidos en Europa fue tal que a partir de ello
impulsé la incorporación de la informática en la escuela técnica, la enseñanza dual
(escuela-empresa), la formación profesional de oficios y técnicos, la incorporación
de las disciplinas humanísticas en los planes de estudio de ingeniería, el desarrollo
del pensamiento sistémico en los directivos y la aplicación de las técnicas de
productividad, a través del mejoramiento continuo en las industrias.
¿Cuál fue la principal lección que recibí? Algo que desde el primer día en que mi
abuelo me “invitó” a trabajar en su fábrica, teniendo once años, comencé a
aprender. Pero que en mi formación universitaria, nunca me lo mencionaron.
Toda idea por creativa o genial que sea, solo se transforma en un hecho innovador y
efectivo, cuando se conjugan el intelecto con la voluntad de los que lo tienen que
hacer. Por ello se requiere el respeto y la comprensión de la gente que trabaja.
No hay espacio para logros duraderos, cuando creemos que ello surge de la soberbia
de los “inspirados”, ni de la imposición de la autoridad que solo proviene de la
jerarquía o del conocimiento técnico.
Parto de una posición que resulta ser mi creencia fundamental, reiterada en esta
presentación: la ingeniería no se puede ejercer sin tener alguna comprensión del
comportamiento humano. Desde sus orígenes, como lo hemos comentado, ella dio
respuesta a las necesidades de sobrevivencia y crecimiento del hombre. Desde su
ejecución, toda obra de ingeniería se basa en la participación del hombre en
algunas de las etapas de transformación.
Frente a ello parece paradójico, la insuficiencia de la formación humanística en
todos los planes de estudio de la formación de un ingeniero.
Como resultado de esta convergencia: átomos, bits y genes son los nuevos
componentes de la innovación. La competitividad de una empresa y de una nación
depende de cómo puede darse respuesta a esta integración fenomenal de
conocimientos, que no tienen respuesta desde el enfoque tradicional de la formación
de un ingeniero. Por ello, es que en la mayoría de las sociedades, el sistema
educativo está inadaptado a los rápidos cambios que se han producido en la
evolución tecnológica.
Uno, son temas de la complejidad. Esos temas no pueden ser comprendidos sin un
entrenamiento en el pensamiento sistémico.(Francois,1986). Pues responden a la
existencia de muchas variables interaccionantes, que no pueden ser comprendidas
desde una única profesión. No pueden ser resueltos con modelos reduccionistas, ni
fórmulas algorítmicas, a las que con frecuencia hemos recurrido en la ingeniería
tradicional. Requieren integrarse con variables sociales, económicas y ecológicas.
Segundo, son temas éticos y políticos. No pueden ser resueltos solo con un enfoque
económico o tecnológico. Requieren capacidad de comprensión de los intereses
puestos en juego, capacidad de diálogo y cooperación. No pueden ser resueltos
desde la imposición y mucho menos sin una evolución del nivel de conciencia que
permita valorizar el bien común. Exigen competencias interpersonales en las que
al menos, los ingenieros no hemos sido formados.
Se requiere una forma de aprender de segundo orden, reconsiderando y
reconceptualizando en base a un diálogo generativo, donde se incorporen distintos
enfoques. (Roces, 2011)
Para ser facilitadores de los cambios necesarios en las organizaciones de esta nueva
sociedad, esa capacidad de pensar y hacer, debe enriquecerse con la vocación de
liderar las transformaciones. Ello no se logrará sólo a través de nuestra
especialización técnica, es preciso estimular desde temprano en la formación del
ingeniero, su sentido social, basado en el respeto de los hombres, fomentando
comportamientos generadores de credibilidad y confianza. Su formación técnica es
una condición necesaria, pero no suficiente para enfrentarse a los dilemas de la
complejidad.
Los ingenieros además de saber responder el know what y el know how, debemos
ser conscientes de poder responder al know when y al know who.
En este mundo complejo, dejamos de ser “enciclopedistas del saber-hacer” y
necesitamos convertirnos en “enciclopedistas del ser –sabiendo hacer”.
Pero hoy la profesión no está preparada plenamente para encarar ese rol frente a
la sociedad.
Son escasos los ingenieros que asumen como parte de su rol profesional, la
participación pública o política en instituciones o partidos políticos, que tengan
impacto en decisiones que afecten a la sociedad.
Son pocos los ingenieros que se interesan por temas de importancia social, la
mayoría concentra sus energías en posiciones directivas o como tecnólogos en
empresas y organismos públicos y privados.
Estas son algunas pocas razones por las cuales las ofertas de capacidades de
ingeniería y la demanda de solución de problemas complejos, no se encuentran
como deberían. Sin embargo, paradójicamente, en otras profesiones como las de
abogacía y ciencias económicas, sin tener las capacidades tecnológicas que se
requieren, suelen ser las que con más frecuencias lideran esas soluciones.
Las sistémicas, con los comportamientos clave para enfrentarse con los temas de la
complejidad “micro” y “macro”. Dependiendo de ello, la posibilidad de interpretar
totalidades, interacciones, recurrencias y dinámicas de las variables que
intervienen en cualquier situación. Ello incluye la comprensión del entorno, el
ambiente y la cultura. La ingeniería actual se ha vuelto “sistémica e híbrida” y
tiende a ser una profesión “integradora del todo” (M.Sobrevila, 2006). Requiere
experiencias formativas extracurriculares y docentes dispuestos a estimularlas,
En los últimos siete años, el Centro de desarrollo de Liderazgo (CDL) del ITBA es
responsable de la formación de más de 500 líderes, como resultado de esta
iniciativa. (Roces y otros, 2012)
La Royal Academy of Engineers, expresa uno de los objetivos del desarrollo de los
ingenieros como:
Referencias