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J. M.

KEYNES Y LAS CONSECUENCIAS


ECONÓMICAS DE UNA PAZ MAL
NEGOCIADA
Asignatura
Seminario de tesis doctoral I

Presenta
Fabio Leonardo Cifuentes Villalobos
faleocifuentes64@gmail.com

Maestra
Dra. María del Refugio Navarro Hernández

Colombia Ciudad Bogotá. Marzo, 29 de 2019


J. M. KEYNES Y LAS
CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS DE UNA PAZ
MAL NEGOCIADA
__________________

Cifuentes Villalobos Fabio Leonardo (2019). J. M. Keynes y las consecuencias de una paz
mal negociada.

Palabras clave: Keynes, Reforma Rural Integral, acuerdo de paz, desarrollo agrícola, Misión
Rural.

Resumen: Enviado por el Tesoro Británico como su representante, Keynes viaja a Francia para
asesorar los preparativos del Tratado de Versalles que buscaba dar fin a la Primera Guerra
Mundial. Convencido de que los términos del Tratado eran inferiores al verdadero objetivo que
él consideraba debía ser la reconstrucción europea, Keynes dimite de su cargo y la historia
termina dándole la razón con el origen de un nuevo conflicto que más parece la continuación
del anterior. Haciendo un paralelo con la que es considerada una paz mal negociada, el autor
busca establecer puentes y lecciones por aprender con un análisis de la viabilidad del primer
punto de los Acuerdos de Paz de La Habana. Las partes en diálogo ven en el capítulo de
Reforma Rural Integral el sustento de una paz estable y duradera, pero la filosofía que esconde
dicha negociación puede frustrar un anhelo histórico de la sociedad colombiana y dar origen a
nuevos conflictos o la continuación del anterior.

Cifuentes Villalobos Fabio Leonardo. (2019). J. M. Keynes and the consequences of a


badly negotiated peace.

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Keywords: Keynes, Integral Rural Reform, peace agreement, agricultural development, Rural
Mission.

Abstract: Sent by the British Treasury as its representative, Keynes travels to France to advise
the preparations for the Treaty of Versailles that sought to end the First World War. Convinced
that the terms of the Treaty were inferior to the real objective that he considered should be the
European reconstruction, Keynes resigns from his position and the story ends up giving him
the reason with the origin of a new conflict that seems more the continuation of the previous
one. Making a parallel with what is considered a poorly negotiated peace, the author seek to
establish bridges and lessons to be learned with an analysis of the viability of the first point of
the Havana Peace Accords. The parties in dialogue see in the chapter of Integral Rural Reform
the sustenance of a stable and lasting peace, but the philosophy that hides this negotiation can
frustrate a historical yearning of the Colombian society and give rise to new conflicts or the
continuation of the previous one.

INTRODUCCIÓN

En noviembre de 1918 Alemania aceptó el armisticio propuesto por los aliados dando así fin a
las confrontaciones bélicas de la Primera Guerra Mundial. Seis meses después Alemania es
llamada a Francia a negociar el fin formal de la guerra, pero cuando se sienta a la mesa se
encuentra con la sorpresa de un acuerdo de rendición de una guerra que jamás perdió.

La filosofía que enmarca los acuerdos es la de la revancha y la humillación de Alemania.


Entendiendo esto y sobre todo las consecuencias negativas que tal tratado podría dejar para la
necesaria reconstrucción de Europa, John Maynard Keynes, representante del Tesoro Británico
para los acuerdos, da un paso al costado vaticinando las peores consecuencias para el continente
y para infortunio del mundo, el tiempo le daría la razón.

En 1919 Keynes publicó el libro Las Consecuencias Económicas de la Paz; en este se


manifestó una serie de reparos con respecto a lo negociado en el Tratado de Versalles, que fue
un acuerdo de paz para dar fin a la Primera Guerra Mundial entre los Aliados y la Alemania
del segundo Reich. El principal punto del Tratado consistió en afectar económicamente a
Alemania, en sus tres aspectos más importantes: 1) El comercio marítimo, 2) La explotación
de su carbón y hierro, y 3) El transporte y sistema aduanero. Fue esta la razón por la que Keynes
describió el proceso político del tratado de Versalles como un proceso egoísta, que solo velaba
por las convicciones personales mas no colectivas, sin tener en cuenta que Europa era una sola
y el fracaso de Alemania iba a repercutir sobre todo el continente. De esta forma Keynes
advirtió sobre los riesgos de una paz mal llevada, de una paz en la que los puntos acordados no
solo eran difíciles de cumplir sino imposibles.

El presente ensayo busca advertir, al igual que lo hizo Keynes en su momento, sobre los
posibles riesgos que existen en el Acuerdo de Paz que se firmó en el año 2016 entre las FARC-
EP y el gobierno colombiano. Como en el Tratado de Versalles, el problema que se derivó no

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fue territorial, político, ni ideológico sino económico, el análisis a realizar para el caso
colombiano se focalizará precisamente en este aspecto, que en lo referente al Acuerdo de La
Habana es el primer punto o también conocido como la Reforma Rural Integral (RRI).

La reflexión que constituye este artículo puede dividirse en tres partes: la primera es un
diagnóstico de la situación del campo basado en el Informe Nacional de Desarrollo Humano
del año 2011 escrito por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y dirigido
por el profesor Absalón Machado. La segunda parte hace una descripción de los aspectos más
relevantes del primer punto del Acuerdo de Paz de La Habana, el punto que consideramos
contiene la viabilidad económica de una paz estable y duradera. La tercera parte se enfoca en
el análisis de los costos de la institucionalidad establecida en los Acuerdos de Paz que hace La
Misión para la Transformación del Campo del DNP en el año 2015 y que es dirigida por José
Antonio Ocampo. Cerraremos la reflexión con una serie de consideraciones.

Los Acuerdos

Rezan los acuerdos de paz con las FARC-EP, que el campo colombiano debe ser sujeto a
transformaciones sustanciales. Sin embargo, el paradigma de fondo que motiva esta
transformación es distinto en ambos bandos. Para el gobierno es necesario resarcir el impacto
del conflicto en el campo y con esto lograr que deje de ser un caldo de cultivo para futuros
conflictos. Por otro lado, las FARC-EP encuentran en la situación precaria del campo
colombiano el origen del conflicto.

Se puede analizar la situación de Colombia con la tesis cepalina de la heterogeneidad


estructural; en donde conviven en un mismo espacio económico sectores desarrollados con
otros poco o nada desarrollados. Para nuestro caso esta última corresponde a la actividad
agraria que desde hace muchos años ha sido objeto de un modelo de desarrollo que lo vuelve
sistemáticamente inviable en lo económico y tristemente en algunas regiones también inviable
social y políticamente. Pero la comprensión de la situación precaria de la ruralidad colombiana
no es algo nuevo ni mucho menos algo que solo apareció a raíz de los Acuerdos de la Habana.

Según la Misión para la Transformación del Campo (DNP 2015) el 60% de los territorios
municipales del país pertenece a la ruralidad y este espacio está ocupado por poco más del 30%
de la población. En estos territorios puede verse la gran heterogeneidad en su composición
social y prácticas económicas; mostrando regiones con buen desarrollo empresarial a pesar de
sus prácticas de producción tradicionales de bajo rendimiento y también otras regiones con
marcado atraso económico. Todo esto transversalizado por la concentración de la tierra, las
dinámicas del paramilitarismo y narcotráfico. Los indicadores de pobreza multidimensional
muestran claramente el atraso del campo en estos temas y no permiten dilucidar un avance y
una salida ni siquiera a largo plazo. Si bien en los últimos diez años ha habido gran mejoría, es
evidente la brecha entre campo y ciudad en acceso a pensiones, protección social, salud y
educación de calidad, así como en otros servicios públicos. Para la Misión Rural la clase media
en el campo representa la desalentadora cifra de 11% sobre el total, mientras el 89% es
población pobre o vulnerable de caer en la pobreza. Cabe aclarar que la mejoría en la situación

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social rural ha sido más consecuencia del asistencialismo o los programas gubernamentales que
debido a mejores condiciones económicas de la producción agropecuaria.

El comportamiento económico del sector rural es por lo menos decepcionante, siendo incluso
su participación en el PIB una de las más bajas de América Latina (DNP, 2015). Este proceso
encuentra su explicación en el modelo económico colombiano que sustenta el desarrollo en el
crecimiento económico y éste a su vez en una política puramente extractivista.

Como ya se mencionó, la problemática del campo no es nueva, viene en ascenso y arrastra


rezagos que datan ya de un siglo atrás. El modelo ha querido construir una ruralidad de
agronegocios y megaproyectos al servicio del sector terciario, es decir “un campo sin
campesinos”(pp).

Entre las pretensiones del Acuerdo y el éxito de la Reforma Rural Integral se encuentra el
diagnóstico del sector rural colombiano realizado por PNUD en el 2011. En términos del
Acuerdo la viabilidad del sector rural en la que descansa la posibilidad de una paz estable y
duradera se encuentra la triste realidad de un sector al cual que el Estado como política
sistemática ha decidido dar la espalda. No es fortuito que la incidencia de la pobreza y la miseria
presente los niveles más inaceptables en el campo.

La concentración de la tierra es tal vez el elemento que concentra la mayor parte de la


explicación de la persistencia del problema agrario, pero en el campo coexisten otra serie de
conflictos que determinan la relación con el suelo como la imposición de la minería a gran
escala y de los megaproyectos de infraestructura, el uso agrícola para la producción de
biocombustibles y el impacto que esto tiene sobre la seguridad alimentaria, el uso del suelo de
acuerdo a su vocación productiva, la deforestación voraz y la ampliación de la frontera agrícola
con las consecuencias ambientales que esto pueda tener. Nótese que hasta aquí no se habla de
cultivos ilícitos y violencia, que hacen parte fundamental de la dolorosa realidad del campo.

Este modelo no sólo no promueve el desarrollo humano, sino que es excluyente y en cambio
promueve la desigualdad, debilita las organizaciones campesinas y la institucionalidad rural.
El resultado no puede ser distinto al 86% del Gini de tierras o al 80% del microfundio en
pobreza extrema. Digamos que un proceso de destrucción de la economía campesina no puede
terminar diferente. Ante este panorama se requieren soluciones profundas e integrales, este es
el campo que debe ser superado por la RRI, un problema del cual se espera que Estado y
gobernantes estén a la altura.

La Reforma Rural Integral

La Reforma Rural Integral, como punto central del Acuerdo de Paz (2016), busca la
transformación estructural del campo colombiano, con el fin de mejorar sus condiciones y
cerrar la brecha que existe entre el campo y la ciudad. Para esto se propone metas como la
erradicación de la pobreza, la promoción de la igualdad, la garantía de los derechos de la

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población y la integración entre las regiones. Se piensa así, que las transformaciones
encaminadas en este sentido harán posible la no repetición del conflicto.

Uno de los problemas históricos más profundos que presenta el campo colombiano ha sido la
concentración de tierra; y uno de los mecanismos que contempla el Acuerdo para combatir esta
concentración está a cargo del Fondo de Tierras para la Reforma Rural Integral que tiene como
propósito combatir esta concentración a través de la democratización de la tierra mediante la
distribución gratuita de esta, que en sus primeros 12 años contempla una disponibilidad de 3
millones de hectáreas. Asimismo, se considera que el acceso debe ser integral, esto quiere decir
que el gobierno tiene la obligación de ejecutar planes de acompañamiento en materia de
vivienda, asistencia técnica, capacitación, proyectos productivos, entre otros.

Por otra parte, se crean los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), que
buscan subir los niveles de calidad de vida en el campo de manera eficiente. Para esto se tendrán
planes de acción diferentes para cada región que tengan en cuenta las características propias en
el ámbito cultural, social, político y ambiental. De esta forma se establecen las necesidades que
cada región requiere para su transformación, necesidades que el Plan Nacional de Desarrollo
PND tendrá que acoger.

Adicional a lo anterior, el Gobierno debe encargarse de ejecutar los Planes Nacionales para la
RRI; estos tienen como finalidad la erradicación de la pobreza de manera sustancial, así como
también la superación de la desigualdad. De esta forma la brecha entre el campo y la ciudad irá
disminuyendo.

Para lograr estos objetivos, el gobierno debe crear la infraestructura necesaria que permita la
integración regional. Para esto se crearán 3 planes diferentes, el primero se creará a través del
Plan Nacional de Vías Terciarias, que dará cuenta de la infraestructura vial necesaria que
permita el acceso al mercado y logre una reducción de costos; el segundo, el Plan Nacional de
Riego y Drenaje, estará encargado de promover el acceso democrático al agua y así lograr
impulsar el desarrollo agrícola; y el tercero es el Plan Nacional de Electrificación y
Conectividad Rural, que busca impulsar las condiciones a través de la conectividad y la
cobertura eléctrica.

Por último, dentro de estos Planes Nacionales para la RRI también está un primer componente
de desarrollo social, que busca la erradicación de la pobreza y mejorar las condiciones en
materia de salud, educación y vivienda; y un segundo componente que tendrá como tarea
promover la producción agrícola a través de programas de acompañamiento, subsidios,
créditos, entre otros. De esta forma está estructurado el primer punto de la RRI, que busca la
transformación estructural del campo con el fin de garantizar la no repetición del conflicto
armado. (Gobierno Nacional de Colombia y FARC-EP, 2016).

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Misión Rural - DNP y los costos de la RRI

La Misión Rural del DNP (2015) elabora un documento llamado El Campo Colombiano, Un
Camino Hacia el Bienestar, Allí, además de plantear un diagnóstico económico del campo
colombiano, realiza una estrategia que permite su viabilizarían hacia un desarrollo sostenible
tanto de la producción agraria como de la población campesina. Plantea una estructura de
costos basada en lo propuesto en los Acuerdos de La Habana que va desde el 2016 hasta el
2030. La estrategia concluye un costo de 195.5 billones de pesos para darle cumplimiento a los
programas de inclusión productiva, social e infraestructura, lo que con unas perspectivas
modestas de crecimiento económico representaría un 1.2% del PIB. Es de notar que el
documento de la Misión Rural si bien apunta a dar solución a la problemática agraria indicada
en los Acuerdos, no contempla ni establece rubros rigurosamente específicos del Acuerdo. (Ver
Anexo 1).

Consideraciones Finales

No podemos medir aún la efectividad del Acuerdo de Paz de La Habana ni de la estrategia


planteada por la Misión Rural para solucionar la problemática del agro y del campesinado
colombiano, pero la vulnerabilidad de los mismos radica en su financiación, la cual se espera
provenga del Sistema General de Participaciones. La financiación es vulnerable en la medida
que el actual gobierno, el mismo que firmó los Acuerdos no se dejó vigente ni reglamentada la
estructuración del SGP, dejándola a la buena voluntad del gobierno entrante. En teoría, las
FARC EP firman un acuerdo de paz con un Estado, lo cual establecería relaciones de
obligatoriedad para los gobiernos venideros. pero en su práctica parece que se firmó con un
gobierno, lo cual se manifiesta en la necesidad de refrendación. Finalmente, todo está sujeto a
la voluntad política de los sucesivos gobiernos cuya disposición para seguir adelante con lo
pactado puede no ser equivalente a la mostrada por la liderada por el Premio Nobel, que ya
tiene sus días contados.

Si el origen del conflicto y guerra interna colombiana, descansa sobre la ruralidad, la


concentración de la tierra, el mal uso de la misma y el bajo desarrollo económico del campo,
es apenas lógico que al hablar de paz se hable de la problemática del campo. Bajo esa
perspectiva, no solucionar los problemas del agro es dejar una paz inconclusa y mal elaborada,
que al igual que en Versalles después de la segunda guerra mundial puede fácilmente degenerar
una nueva confrontación.

No pretendemos realizar un juicio de valor sobre el Acuerdo de paz, si es ó no el mejor acuerdo,


o si se debía firmar ó no. Es de resaltar que apenas estamos evaluando el componente
económico del mismo y evidenciando su vulnerabilidad. Otros aspectos como la JEP, la
participación política, los cultivos ilícitos y víctimas, solo añaden más vulnerabilidad a un
proceso apenas incipiente.

Keynes hace cien años nos enseñó que la paz entendida como revancha sólo da origen a nuevas
guerras y nos enseñó a través de un análisis netamente económico que si las partes que negocian

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utilizan los tratados para reivindicar su razón o sacar provecho del posconflicto y que mientras
los pueblos y sus dirigentes no estén dispuestos a la reconciliación, a pasar la página del
conflicto y a encaminarse en el verdadero objetivo que debe ser la reconstrucción de la
sociedad, esos mismos pueblos van a estar condenados a repetir el horror.

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Anexo: Estrategias Contempladas por la Misión Rural:

* Costo de las estrategias de la Misión y necesidades netas de recursos, 2016-2030 (Millones


de pesos de 2015). Fuente: Fedesarrollo. Tomado de Misión para la Transformación del Campo
DNP 2015.

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Referencias

Departamento Nacional de Planeación (2015). “El Campo Colombiano: UN Camino hacia el


Bienestar y la Paz. Misión para la Transformación del Campo”. Nuevas Ediciones S.A.

Gobierno Nacional de Colombia y FARC-EP (2016). Acuerdo final para la terminación del
conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.

Keynes John M. (1919). “Las Consecuencias Económicas de la Paz”. King's College,


Cambridge. Crítica Editorial 1987.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD (2011) “Informe Nacional de
Desarrollo Humano 2011. Colombia Rural: Razones para la Esperanza”.

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