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Breve explicación del Avemaría – Por San Luis María Grignón de Montfort

¿Estás en la miseria del pecado? Invoca a la divina María; dile:


“Ave”, que quiere decir: “Te saludo con profundo respeto, oh Señora, que eres sin pecado, sin
desgracia.” Ella te librará del mal de tus pecados.
¿Estás en las tinieblas de la ignorancia o del error? Ven a María; dile: “Ave, María”, es decir:
“Iluminada con los rayos del sol de justicia.” Ella te comunicará sus luces.
¿Has perdido la gracia? Honra la abundancia de gracias de que Dios llenó a la Santísima Virgen;
dile: “Llena de Gracia” y de todos los dones del Espíritu Santo. Ella te dará sus gracias.
¿Te sientes solo y abandonado de Dios? Dirige a María y dile: “El Señor es contigo” más noble
e íntimamente que en los justos y los santos, porque eres con Él una misma cosa; pues, siendo
tu Hijo, su carne es tu carne, y, dado que eres su Madre, estás con el Señor por perfecta
semejanza y mutua caridad. Dile, en fin: “Toda la Trinidad Santísima está contigo, pues Tú eres
su Templo precioso.” Ella te colocará bajo la protección y salvaguardia de Dios.
¿Has llegado a ser objeto de la maldición de Dios? Di: “Eres bendita entre todas las mujeres” y
de todas las naciones por tu pureza y fecundidad; Tú cambiaste la maldición divina en
bendición. Ella te bendecirá.
¿Estás hambriento del pan de la gracia y del pan de la vida? Acercate a la que ha llevado el pan
vivo que descendió del cielo; dile: “Bendito es el fruto de tu vientre”, que concebiste sin
perjuicio de tu virginidad, que llevaste sin trabajo y que diste a la vida sin dolor. Sea
bendito “Jesús”, que rescató del cautiverio al mundo, que curó al mundo enfermo, resucitó al
hombre muerto, hizo volver al desterrado, justificó al hombre criminal, salvó al hombre
condenado. Sin duda tu alma será saciada del pan de la gracia en esta vida y de la gloria eterna
en la otra. Amén.
Concluye tu oración con la Iglesia, y di: “Santa María”, santa en cuerpo y alma, santa por tu
abnegación singular y eterna en el servicio de Dios, santa en calidad de Madre de Dios, que te
ha dotado de una santidad eminente, como convenía a tan infinita dignidad.
“Madre de Dios” y también Madre nuestra, nuestra Abogada y Mediadora, Tesorera y
dispensadora de las gracias de Dios, procúranos prontamente el perdón de nuestros pecados y
nuestra reconciliación con la Majestad divina.
“Ruega por nosotros, pecadores”, pues tienes tanta compasión con los miserables, que no
desprecias ni rechazas a los pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador.
“Ruega por nosotros ahora”, durante el tiempo de esta corta vida frágil y miserable; “ahora”,
porque sólo nos pertenece el momento presente; ahora, que estamos acometidos y rodeados
noche y día de poderosos y crueles enemigos.
“Y en la hora de nuestra muerte”, tan terrible y peligrosa, en que nuestras fuerzas estarán
agotadas, en que nuestros espíritus y nuestros cuerpos estarán abatidos por el dolor y el
terror; en la hora de nuestra muerte, en que Satanás redoblará sus esfuerzos por nuestra
eterna perdición; en esa hora en que se decidirá nuestra suerte dichosa o desgraciada para
toda la eternidad. Ven en auxilio de tus pobres hijos; Oh Madre compasiva, abogada y refugio
de los pecadores; aleja de nosotros en la hora de la muerte a los demonios, enemigos y
acusadores nuestros, cuyo aspecto horroroso nos espanta. Ven a iluminarnos en las tinieblas
de la muerte. Condúcenos, acompáñanos al tribunal de nuestro Juez, tu Hijo, intercede por
nosotros para que nos perdone y nos reciba en el número de tus escogidos en la mansión de la
gloria eterna. “Amén.” Así sea.
"Dios te salve, María": El Ángel Gabriel viene del cielo, saluda a la Virgen de parte de Dios, y le dice: “¡Alégrate, Virgen
María, porque Dios te ha elegido para que seas la Madre de Dios Hijo, la Madre de Jesús!” Junto con el ángel, también
nosotros te saludamos y nos alegramos contigo, Dulce Virgen María.

"Llena eres de gracia": La gracia es como una luz que Dios da al alma, y que nos hace ser buenos como Dios. La Virgen,
desde que nació, no solo no tuvo nunca ninguna mancha en su espíritu, porque no tenía pecado original, sino que tuvo
siempre su alma toda llena de la luz y del amor de Dios.

"El Señor es contigo": Desde que naciste, Dios estuvo siempre contigo, porque Dios estaba dentro de ti y tú estabas en
Dios, y ahora, que estás en los cielos, también Dios sigue contigo. ¡Dios está contigo, y nosotros también queremos estar
contigo en el cielo!

"Bendita tú eres entre todas las mujeres": Porque eres Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa de Dios Espíritu
Santo. Nadie, ni el cielo ni en la tierra, se comparan a ti, porque eres más pura y más santa que todos los ángeles y santos
juntos.

"Y Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús": Porque de tu vientre santo, lleno de la luz y del amor de Dios, nació el
bendito Niño Jesús, como un sol que atraviesa un cristal. ¡Bendito sea, ahora y para siempre, el fruto de tu vientre, Jesús!

"Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores": Madre del cielo, muchas veces nos portamos mal, y por
eso te pedimos a ti, que estás cerca de tu Hijo Jesús, que ruegues por nosotros, para que cada día que pasa aprendamos
a evitar el mal y obrar cada vez más el bien. ¡Ruega por nosotros, Madre de Dios y Madre nuestra, para que alejándonos
del pecado y de las obras malas, vivamos siempre contigo, refugiados en Tu Corazón Inmaculado!

"Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.": Te pedimos que reces por nosotros, Madre de Dios, Virgen María,
ahora, en este momento, para que nuestros corazones se mantengan siempre dentro de tu Corazón Inmaculado, y para
que nunca se aparten de él, pero ruega también por nosotros el día de nuestra muerte, para que así, dentro de tu
Corazón, pasemos de esta vida a la otra vida, en el cielo, junto a ti y a Jesús, ¡para siempre!

"Dios te salve, María": El Ángel Gabriel viene del cielo, saluda a la Virgen de parte de Dios, y le dice: “¡Alégrate, Virgen
María, porque Dios te ha elegido para que seas la Madre de Dios Hijo, la Madre de Jesús!” Junto con el ángel, también
nosotros te saludamos y nos alegramos contigo, Dulce Virgen María.

"Llena eres de gracia": La gracia es como una luz que Dios da al alma, y que nos hace ser buenos como Dios. La Virgen,
desde que nació, no solo no tuvo nunca ninguna mancha en su espíritu, porque no tenía pecado original, sino que tuvo
siempre su alma toda llena de la luz y del amor de Dios.

"El Señor es contigo": Desde que naciste, Dios estuvo siempre contigo, porque Dios estaba dentro de ti y tú estabas en
Dios, y ahora, que estás en los cielos, también Dios sigue contigo. ¡Dios está contigo, y nosotros también queremos estar
contigo en el cielo!

"Bendita tú eres entre todas las mujeres": Porque eres Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, y Esposa de Dios Espíritu
Santo. Nadie, ni el cielo ni en la tierra, se comparan a ti, porque eres más pura y más santa que todos los ángeles y santos
juntos.

"Y Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús": Porque de tu vientre santo, lleno de la luz y del amor de Dios, nació el
bendito Niño Jesús, como un sol que atraviesa un cristal. ¡Bendito sea, ahora y para siempre, el fruto de tu vientre, Jesús!

"Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores": Madre del cielo, muchas veces nos portamos mal, y por
eso te pedimos a ti, que estás cerca de tu Hijo Jesús, que ruegues por nosotros, para que cada día que pasa aprendamos
a evitar el mal y obrar cada vez más el bien. ¡Ruega por nosotros, Madre de Dios y Madre nuestra, para que alejándonos
del pecado y de las obras malas, vivamos siempre contigo, refugiados en Tu Corazón Inmaculado!

"Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.": Te pedimos que reces por nosotros, Madre de Dios, Virgen María,
ahora, en este momento, para que nuestros corazones se mantengan siempre dentro de tu Corazón Inmaculado, y para
que nunca se aparten de él, pero ruega también por nosotros el día de nuestra muerte, para que así, dentro de tu
Corazón, pasemos de esta vida a la otra vida, en el cielo, junto a ti y a Jesús, ¡para siempre!

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