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Créditos
Nayari

Clau Yiany JandraNda


Nayari Cjuli2516zc Taydell94
Kath Nelly Vanessa
Gilsha Cruz Mona

Desiree

Nanis

Euma
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Página
Índice
Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
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Página

Kendall Ryan
Sinopsis

Anoche fue la noche más vergonzosa de mi vida.


Yo era esa chica.
Ya sabes, la chica altamente alcoholizada que celebra su trigésimo cumpleaños
con sus dos mejores amigas, que están felizmente casadas. Y cuanto más bebía, más
quería hacer algo temerario para celebrar.
Por temerario, me refiero al sexy y atractivo hombre vestido con un traje de
negocios que está cerca del bar. Conoces ese tipo, alto, oscuro, guapo. Estaba segura
de que él estaba fuera de mi liga, pero había tomado suficiente alcohol como para
que esas cosas ya no importaran. No estoy gorda, eso sí, pero se puede decir que
me gustan las papas fritas, así que así es.
Me llevó a casa y disfruté del mejor sexo de cumpleaños de mi vida. Bueno,
hasta que nos detuvieron en un momento bastante desagradable.
No hay nada como ser interrumpida a mitad del sexo con una vocecita que
preguntaba:
—¿Qué le estás haciendo a mi papi?
Solo mátame ahora... o eso pensé.
Descubrí, que el hombre que monté como un toro en el rodeo también es mi
nuevo propietario.
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Uno

—Necesito acostarme con alguien esta noche.


Jessie se rio mientras Rebecca repartía una ronda de tragos de tequila.
Me bebí el trago de un tiro, fruncí el rostro y saqué la lengua, tratando de no
toser.
—Es tan malo —dije en un quejido, el licor quemando mi garganta.
—Aquí. —Jessie metió una rodaja de limón en mi boca.
Después de nuestra segunda ronda (¿o era la tercera?) de chupitos de tequila,
prácticamente había confirmado que no era mejor para tomarlos ahora que cuando
estaba en la universidad. Y sí, sabía que probablemente era demasiado mayor para
chupitos de tequila, pero estaba decidida a recuperar parte de mi juventud con mis
dos mejores amigas antes de que oficialmente cumpliera los treinta a la medianoche.
—Feliz cumpleaños, Kate —dijo Rebecca, entregándome una Corona esta vez.
—Salud, por los treinta. —Jessie sonrió mientras chocábamos nuestras botellas.
—Treinta e indigente —añadí, tomando un gran trago.
Jessie negó con la cabeza.
—No eres una indigente. Solo… no tienes donde vivir.
Rebecca y yo nos reímos, acostumbradas a su constante optimismo.
Mi compañera de cuarto acababa de comprometerse, y hace un par de
semanas me sentó para decirme que me estaba desalojando. Mi estómago se hundió
cuando pensé en nuestra conversación. Al parecer, ella y su nuevo prometido no me
querían como tercera rueda todo el tiempo. Lo cual era comprensible, pero no hacía
que me molestara menos el hecho de tener que mudarme de mi apartamento de
renta controlada que estaba justo al final de la calle de mi cafetería favorita y mi
tienda de yogurt congelado. Ya sabes lo que dicen… Ubicación. Ubicación. Ubicación.
—¿Cómo va la búsqueda? —preguntó Rebecca, metiendo una rodaja de limón
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en su cerveza.
—Hice un depósito por un apartamento esta semana —le dije, tomando un
trago—. Solo necesito verlo mañana y asegurarme de que el propietario no sea un
psicópata.
Encontré el apartamento a través de un anuncio en línea. Parecía prometedor,
espacioso, con mucha luz y un pequeño rincón donde podía instalar una oficina.
Escribía una exitosa columna de chismes semanales y, como trabajaba desde casa,
un lugar cómodo para escribir era una parte importante de mi espacio vital.
—Basta de cosas de adultos. —Jessie puso su brazo alrededor de mis
hombros—. Estamos aquí para celebrar.
—Una cerveza más y estaré oficialmente borracha —dijo Rebecca, escaneando
la barra—. Lo que significa que deberíamos encontrarte un chico ahora antes de que
empiece la visión alcohólica.
Rebecca, Jessie y yo habíamos sido compañeras de cuarto en la universidad.
Jessie era una monógama en serie que se había casado cuando teníamos
veinticuatro años, y Rebecca se había casado el año pasado con su novio de muchos
años. Desde que dijeron Sí, acepto, han intentado emparejarme básicamente con
todos los hombres disponibles en un radio de cincuenta kilómetros.
No me importaba, siempre y cuando el chico no esperara meterse en algo serio.
Me gustaba mi vida tal como era y vivía según mi lema personal: No dañes lo que
está bien. Además, después de ver a mi hermana pasar por un divorcio muy
complicado con el hombre que se suponía era el amor de su vida, no estaba
exactamente apurada por asentarme.
Miré alrededor de la barra. Había un montón de hombres, pero nadie que me
entusiasmara. Necesitaba encontrar a alguien que estuviera buscando lo mismo que
yo. Diversión, sexo casual. Sin ataduras.
Estaba a punto de rendirme cuando lo vi.
Mi aliento quedó atrapado en mi garganta, y mi corazón dio un pequeño salto
de alegría. Estaba apoyado contra la barra, tomando a sorbos una cerveza. Parecía
estar al final de sus treinta, y confía en mí cuando digo que era el paquete completo.
Alto, con el cabello corto y oscuro y una sonrisa asesina. Llevaba un traje
perfectamente hecho a medida, como si acabara de salir de la oficina. Me volvía loca
por un hombre con un buen traje y, dada la forma en que se ajustaba, tenía la
sensación de que se vería aún mejor sin él.
Se rio, revelando una mandíbula perfecta y pómulos que pertenecían a un
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modelo de portadas de GQ. Tragué, un pequeño escalofrío recorrió mi espalda


mientras lo imaginaba envolviendo esos firmes bíceps a mi alrededor.
Era el hombre más sexy que había visto en mi vida, y parecía que encajaba
mejor en la portada de una revista que bebiendo una Heineken en un bar llamado
Bucky's. Me mordí el labio, sin poder evitar imaginarme escalando encima de él y
celebrando mi cumpleaños montando su…
—Kate, hola.
Rebecca agitó una mano delante de mi rostro. Casi había estado babeando por
Señor Perfecto, olvidando totalmente que mis amigas estaban allí.
—Lo siento. —Me reí, moviendo la cabeza en su dirección—. Creo que encontré
a mi señor de esta noche. Pero no miren al mismo t...
Antes de que pudiera pronunciar esa frase, tanto Jessie como Rebecca estiraron
el cuello para verlo. Mentalmente, me di una palmada en la frente, con la esperanza
de que no las hubiera notado mirándolo directamente.
—Oh, está buenísimo —susurró Rebecca, dándose la vuelta—. Y tiene esta cosa
sobre él.
Ella tenía razón. Tenía una vibra, un atractivo sexual que prácticamente
crepitaba en el aire entre nosotros.
—Si esa cosa es una gran protuberancia en sus pantalones, entonces sí —
agregó Jessie.
Rebecca asintió.
—Bueno, él es muy alto. Estoy pensando que las cosas podrían ser
proporcionales.
—Creo que nos acaba de sonreír —dijo Jessie, sonriendo.
Le eché un rápido vistazo. Definitivamente estaba mirando en nuestra
dirección. Mierda.
—¿Está fuera de mi liga?
—Eres hermosa —dijo Rebecca con seriedad—. Tendría suerte de salir contigo.
Negué con la cabeza.
—No es una cita. Solo es sexo de cumpleaños. Estoy buscando un Señor Para
Esta Noche, no un Señor Para Siempre.
—Pero en serio, míralo. Mierda. Las cosas que le haría si no estuviera casada...
—Jessie se mordió el labio.
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—Exactamente. Es como un doce de diez. Y yo soy… —Miré mi atuendo, un


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vestido de cóctel negro que apenas ocultaba mis curvas.


No estaba gorda. Era agradablemente rellenita. Con curvas. Amplia. Robusta, si
quieres. Pero sí, podrías decir que me gustaban las papas fritas. Y que me gustaba
mojar esas papas fritas en salsa ranch.
Rebecca presionó su mano en la parte baja de mi espalda, sacándome de mi
introspección.
—Eres una ricura total.
—Solo ve allá y saluda —dijo Jessie, tomando mi cerveza vacía y dándome un
pequeño empujón.
Normalmente, sería demasiado tímida para acercarme a un tipo tan atractivo y
asombroso, pero la última inyección de tequila que habíamos tomado
aparentemente había borrado todo mi sentido común, así como mi filtro verbal. Era
mi cumpleaños, y que me maldijeran si al menos no recibía una sesión caliente de
besuqueos. No me había afeitado las piernas y apretado mi trasero en un vestido
demasiado ajustado para nada.
Me di unas pequeñas palabras de ánimo y estaba lista para caminar hacia él
cuando me di cuenta de que ya no estaba allí. Mierda. ¿Había perdido mi
oportunidad?
Mi corazón se hundió.
—Disculpa —dijo una voz profunda detrás de mí.
Me di la vuelta y me sentí ruborizar. Estaba allí parado, en todo su más de metro
ochenta, y me estaba sonriendo. A mí.
—Soy Hunter —dijo, extendiendo una mano—. Pensé que, en lugar de intentar
hacer contacto visual a través de una multitud de personas, debería presentarme.
¿Era sexy, divertido y directo? Estaba en pleno desmayo.
Deslice mi mano en la suya.
—Soy Kate.
Sin ser tímida, miré directamente a sus cálidos ojos marrones, la electricidad
corriendo por mi cuerpo por su toque. Tenía manos grandes, fuertes y un agarre
firme. Me estaba costando sacudirme la imagen de lo que podían hacer esas grandes
manos cuando me di cuenta de que me estaba hablando.
—¿Puedo ofrecerte una bebida?
—Por supuesto. —Sonreí seductoramente, casi sin creer que estaba
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funcionando tan bien. Debo haber tenido un karma mayormente bueno para
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conseguir a este hombre.


Antes de girarse para ordenar, su mirada se deslizó sobre mis curvas,
comprobándome en mi pequeño vestido negro que dejaba muy poco a la
imaginación. ¿Apagaron el aire acondicionado? El calor se precipitó desde mis
mejillas hasta mi pecho y se instaló entre mis piernas.
—¿Qué estás bebiendo? —preguntó. Sus labios llenos y su sonrisa de estrella
de cine hacían que todo lo que decía sonara sucio.
—Lo que sea que esté bien —dije, tratando de mantener la calma—.
Simplemente no tequila.
—Noté que tomaste un chupito antes. No creo que haya visto a alguien hacer
una cara como esa, nunca. —Él sonrió, y puse mi mano en mi cadera en fingida
ofensa.
—¿Siempre eres tan halagador con las mujeres que conoces en los bares?
—Supongo que esa es la razón por la que todavía estoy soltero. —Sonrió,
haciendo señas al barman.
Me reí, preguntándome cómo era posible que este tipo estuviese soltero.
Después de un minuto, volvió con dos martinis.
—Entonces, ¿cuál es la ocasión? —Levantó su vaso en un brindis.
—Es mi trigésimo cumpleaños —dije, chocando mi vaso contra el suyo y
tomando un sorbo.
—Feliz cumpleaños. Entonces, ¿qué se siente tener treinta?
—Te lo haré saber a la medianoche. —Sonreí, mirándolo de arriba abajo—. Pero
tengo la sensación de que me va a parecer bastante increíble.
Jesús, Kate. Por eso no debería tomar tequila. Perdía todas mis inhibiciones.
Tenía miedo de ser demasiado directa, pero a Hunter no pareció importarle. Él
me estaba observando de cerca con una mirada sexy y profunda, su mirada de vez
en cuando bajaba a mis labios mientras hablaba.
¿Qué me acababa de preguntar? Oh sí, me preguntó si tenía algún pasatiempo
interesante.
Contuve el aliento y sonreí.
—Sí, en realidad, me encanta cocinar.
—Qué casualidad. Me encanta comer.
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Riéndome, negué con la cabeza.


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—Entiendes que tus líneas de levante son horribles, ¿verdad?


Me sonrió, una increíble sonrisa mega-blanca que decía que se estaba
divirtiendo y que no le molestaba en lo más mínimo que me estuviera burlando de
él.
—En realidad me alegro de habernos encontrado esta noche. Quiero decir, tu
juego necesita mucho trabajo —agregué.
—¿Y te estás ofreciendo ayudar? —Sus ojos se arrugaron en las esquinas.
Fruncí mis labios, mirándolo.
—Depende. ¿Qué gano yo?
—¿La satisfacción de saber que no estaré en algún lugar usando horribles líneas
de levante con alguna chica confiada?
Me encogí de hombros.
—Suficientemente justo.
Tomó otro sorbo de su bebida, mirándome por encima del borde del vaso.
—¿Por dónde empezamos?
Golpeé mi dedo contra el costado de mi vaso, evaluándolo fríamente.
—Vas a necesitar mucho trabajo.
Su boca se contrajo de diversión.
—Claramente.
Después de colocar mi vaso en la barra, me volví para enfrentarlo
completamente. Fue como ser golpeada en el rostro con una revista GQ.
Tragué.
—Empecemos con... —Mi mirada se fijó maliciosamente en la suya—. ¿Qué está
realmente en tu mente ahora?
Hunter no respondió de inmediato. Su mirada bajó de nuevo, pasando por mi
escote y luego mis labios antes de volver lentamente a mis ojos.
—Quiero saber cómo una mujer como tú posiblemente podría estar soltera a
los treinta. Y quiero saber si sabes tan dulce como te ves.
Mis mejillas se calentaron. Bien, entonces. Tal vez si tenía algún juego.
—¿Eso es todo? —pregunté, un poco sin aliento.
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—Quiero saber los ruidos que haces en la cama. Y otras cosas realmente
inapropiadas de las que no deberías hablar la primera vez que conoces a alguien.
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—Ya veo. —Fue todo lo que pude manejar.


Hunter se inclinó un poco más cerca, nuestras rodillas tocándose debajo de la
barra.
—¿Eso te permite saber dónde está mi mente en este momento y en qué áreas
necesitaré más ayuda?
Prácticamente se podía cortar la atracción zumbando entre nosotros con un
cuchillo. Definitivamente hacía demasiado calor aquí, y mis entrañas se sentían muy
abatidas. De buena manera, no en la forma de voy a vomitar.
—Mucho. —Tomé otro sorbo de mi bebida antes de devolverla a la barra. Es
hora de pasar a un tema más seguro—. Entonces, los martinis, el traje… —Señalé su
atuendo, tratando de mantener mi mente en la conversación y fuera del paquete de
Hunter—. ¿Eres una especie de hombre de negocios de mucho poder?
—No exactamente. —Dio otra risa baja y sexy, frotándose la mano en la parte
posterior de su cuello—. Soy ingeniero civil para el municipio. Ya sabes, proyectos
de construcción y transporte público. Cosas realmente emocionantes —agregó
sarcásticamente.
Sonreí, aliviada de que no fuera un ejecutivo de negocios. Me había acostado
con suficientes de esos para toda una vida. Secos y aburridos, y casi tan
emocionantes como una papa al horno.
—No, creo que es genial.
—La mayoría de las mujeres me ignoran tan pronto como digo transporte
público.
—Bueno, no soy la mayoría de las mujeres —dije con una sonrisa, mirándolo a
los ojos de nuevo.
—Puedo ver eso. —Sostuvo mi mirada por un momento antes de tomar otro
sorbo de su martini.
Normalmente, era tan confiada y relajada, pero este hombre… estaba en otro
nivel de sexy.
—Tengo que admitir —dijo mientras se inclinaba más cerca—, acabo de
ordenar los martinis para impresionarte. Normalmente soy un tipo de cerveza.
Traté de evitar que mi mandíbula cayera. ¿Estaba tratando de impresionarme?
No esperaba eso.
—Entonces, ¿qué haces? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos.
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—Escribo una columna de chismes.


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Por lo general, los chicos me hacían a un lado cuando decía eso, pensando que
era un trabajo idiota o un pasatiempo. Pero Hunter asintió con interés, escuchando
cada una de mis palabras. Y la tensión sexual entre nosotros crepitaba como un
fuego lento, esperando volver a cobrar vida nuevamente.
—Eso es mucho más interesante que mi trabajo. ¿Cómo te metiste en eso?
Me encogí de hombros.
—Siempre me ha gustado escribir. No me imaginé necesariamente escribiendo
sobre celebridades, pero un amigo mío tenía una vacante para este trabajo, y era
algo como natural para mí, así que seguí haciéndolo.
—Eso suena divertido.
—Te sorprendería. —Puse mi vaso vacío en la barra—. Es mucho de sentarme
sola en mi apartamento con sudaderas deportivas, e investigar historias. Pero no me
malinterpretes, me encanta lo que hago.
La conversación fluyó fácilmente entre nosotros, y mientras estábamos allí
conversando, flirteando y riendo durante otra hora, me di cuenta de que no me había
divertido tanto en mucho tiempo. Sus ojos eran un tono hipnótico en algún lugar
entre el café y el coñac, y era refrescante hablar con un hombre que era tan
despreocupado y que realmente parecía estar interesado en lo que tenía que decir
y no en lo que podía hacer por él. Esta gran parte de la conexión realmente no era
necesaria, ya que solo estaba buscando un buen momento, no un socio de por vida.
Pero aun así, fue agradable.
Terminó lo último de su martini.
—¿Deberíamos conseguir otra ronda?
Antes de que pudiera responder, alguien me golpeó por detrás y puse una
mano en el pecho de Hunter para estabilizarme. Debajo de su camisa, era duro y
musculoso; definitivamente no estaba escatimando en el gimnasio.
Tragué, tentada a agarrar su camisa en mi mano y tirar de él hacia mí. En
cambio, me alejé, componiéndome mentalmente. Por lo general, no caía con tanta
facilidad por un hombre, pero había algo en él que hacía latir mi corazón como una
adolescente. No quería otra bebida… quería a Hunter. Además, estaba preocupada
porque una ronda más con él me llevara de adorablemente alegre a
embarazosamente ebria.
—¿Tal vez podríamos salir de aquí? —dije astutamente.
Pareció desprevenido por un segundo, pero rápidamente se calmó.
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—También podríamos hacer eso.


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Nerviosa y emocionada, le dije a Hunter que me encontraría con él en el frente


y fui a buscar a Jessie y Rebecca. Estaban acurrucadas en un rincón de la barra y
obviamente habían estado observando todo el asunto.
—Se veía muy bien contigo —dijo Jessie con entusiasmo mientras caminaba
hacia ellas.
—Vamos a su casa. —Sonreí. Al menos, esperaba que lo hiciéramos porque en
ese momento no tenía hogar. Y estaba bastante segura de que no tendría sexo en el
sofá de mi próxima a ser excompañera de habitación.
—Adelante, chica. —Rebecca le dio a mi trasero una pequeña palmada.
Las atraje en un rápido abrazo de grupo.
—Las quiero, chicas.
—Cuéntanos todo mañana —dijo Jessie, empujándome hacia la puerta.
Hunter estaba afuera esperando con un taxi. Me abrió la puerta y entré,
pensando que nunca había conocido a alguien tan atractivo que también tuviera
buenos modales.
Estaba demasiado consciente de lo cerca que estábamos cuando nos sentamos
en la parte de atrás del taxi, aumentando la tensión con la agenda tácita que se
desarrollaba frente a nosotros. Incapaz de detenerme, me escabullí a su lado, mi
cuerpo descansando contra el suyo. Su duro pecho se presionó contra mi hombro,
e inhalé bruscamente mientras me rodeaba con un brazo. Mi cuerpo reaccionó
instantáneamente, mis partes de dama se dispararon en todos los cilindros.
Pasó sus dedos por mi hombro y bajó por mi brazo, un toque tan inocente, sin
embargo, mantenía la promesa de mucho más por venir. Mi mano acarició
suavemente su muslo tan, tan musculoso, mi mirada se deslizó sobre el resto de él
mientras lo hacía. Si el bulto en sus pantalones era una indicación, estaba muy bien
dotado.
Tragué, repentinamente mareada por lo mucho que lo deseaba. El valor líquido
que había consumido antes estaba en plena vigencia. Si podía hacerme sentir así
completamente vestido en un taxi, no podía dejar de preguntarme qué podía hacer
en el dormitorio.
Fue un viaje corto, pero cuando nos detuvimos en la casa colonial de dos pisos
de Hunter, no pensé que pudiera esperar más.
Sacó las llaves de la puerta de su casa y se detuvo.
—Probablemente debería advertirte. Tengo que pagarle a la niñera.
—¿La niñera? —Mi mente, un poco confusa por todos los tragos de tequila, no
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se estaba poniendo al día. ¿Era este un extraño fetiche sexual?


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—Tengo una hija —dijo, pareciendo nervioso—. ¿Está bien?


Normalmente, no era una persona muy infantil. Pero estaba borracha y había
estado imaginando a Hunter desnudo durante las últimas dos horas, así que no
estaba dispuesta a hacer un escándalo por ninguna descendencia que pudiera tener.
—Por supuesto. Eso está bien para mí —dije rápidamente, y él dejó escapar un
suspiro de alivio.
Entramos, y eché un vistazo alrededor mientras él le pagaba a la niñera. Había
fotos de él con una pequeña niña de cabello oscuro. Me pregunté brevemente acerca
de su madre. Sin embargo, no estaba aquí para conseguir la historia de su vida;
Estaba aquí para sacar provecho de una tradición llamada sexo de cumpleaños.
Cuando la niñera me miró mientras miraba las fotos, hice todo lo posible por
parecer que pertenecía aquí, y que Hunter y yo no estábamos a punto de tener un
revolcón de una noche, borrachos. Después de hablar en voz baja con Hunter
durante un par de minutos, finalmente se fue.
Se quitó la chaqueta, su pecho bien definido y sus bíceps se tensaron contra la
tela de su camisa. Caminé hacia él, más que lista para comenzar mi cumpleaños a lo
grande.
Si así era como estaba yendo mi trigésimo cumpleaños, estaba a punto de ser
el comienzo de un muy buen año.

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Página
Dos

Tal vez era la música. Tal vez era el hecho de que apenas había cenado, además
de beber, cuando nunca bebía mucho para comenzar. O tal vez solo había estado un
poco contenido después de un período de sequía de seis meses, dedicado a tener
fiestas de té y trenzar el cabello de mi hija de cuatro años. Cualquiera sea la razón,
solo había un pensamiento en mi mente la primera vez que puse mis ojos en Kate
desde el otro lado de la barra.
La deseo.
Y una vez que la vi con ese vestido ceñido, haciendo un trabajo horrible de
fingir que no me estaba observando Tuve todo tipo de ideas sobre cómo gastar esa
energía acumulada. Y ahora estábamos aquí, de pie en mi sala de estar, rodeados de
fotos de mi hija. Que era prácticamente lo contrario a un afrodisíaco.
Cuando salimos del taxi, me di cuenta de que el tema de mi hija nunca surgió
en nuestro plática de bar, y que estábamos a punto de enfrentarnos con la niñera.
Realmente no había forma de evitarlo.
Las aventuras casuales no tienden a manejar bien todo el asunto de ser padre
soltero. A las mamás solteras, por otra parte, les encantaba. La idea de un hombre
dedicado a su hija las tenía jadeando durante días. ¿Pero casuales, sin ataduras? Para
ellas, ser un papá gritaba una de dos cosas: o era un imbécil irresponsable que no
podía envolverlo adecuadamente, o era un adicto a un compromiso total que trataba
de atraerlos con mi adorable niña de cuatro años con necesidad de una nueva mamá.
De cualquier manera, por lo general no salía muy bien. Pero hasta ahora, Kate lo
estaba manejando bien.
Luego cruzó la habitación hacia mí, y un solo pensamiento invadió mi cerebro.
Mierda, ella es sexy.
¿Todas esas curvas y su risa gutural, junto con su confianza? Era un completo
tonto por una mujer segura que sabía lo que quería.
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―Feliz cumpleaños ―susurré, poniendo mis manos en su cintura y


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acercándola.
Solo porque esto fuera algo de una sola vez no significaba que quisiera
apresurarme. Todo lo contrario, en realidad. Quería saborear y disfrutar cada minuto
de esto. Empezando por el beso perfecto.
―Es casi medianoche ―murmuró, sus labios a pocos centímetros de los míos.
Colocando una mano en su mejilla, guie su boca hacia la mía, sellando mis
labios sobre los de ella en un suave y simple beso.
Ella respondió perfectamente, abriendo su boca en una invitación silenciosa
para que mi lengua se deslizara contra la de ella. Mis manos encontraron esas curvas
envueltas bajo ese jodido vestido negro que había admirado, y Dios, se sentía aún
mejor bajo mis manos de lo que podía imaginar. Suave y cálido y muy acogedor.
Presioné un beso más lento en sus labios y retrocedí para estudiar su reacción.
Rara vez hacía este tipo de cosas. Tenerla aquí era surrealista... y realmente
excitándome, sabiendo lo que probablemente iba a suceder.
―¿Puedo traerte algo de beber? ―pregunté, deslizando mi mano alrededor
de su cintura. Si ella hubiera cambiado de opinión o hubiera querido ralentizar las
cosas, quería que ella supiera que eso también estaba bien.
―Puedo pensar en otras cosas que preferiría estar haciendo con mi boca
―respondió ella, su voz baja y sensual mientras pasaba las yemas de los dedos sobre
mi pecho.
Dios, amo a una mujer que sabe lo que quiere.
Sin decir palabra, puse mi mano alrededor de su nuca, guiando su rostro hacia
el mío para otro dulce beso. Envolvió sus brazos alrededor de mí y presionó sus
caderas contra mí, alineándose perfectamente con mi erección en rápido
crecimiento.
Mientras nuestras lenguas se movían con mayor urgencia, la guie lentamente
por el pasillo hacia las escaleras. Nuestra respiración se volvió pesada y trabajosa, y
con cada paso más cerca de mi habitación, mi pene crecía más. Estaba seguro que
ella podía sentirla presionando su vientre mientras cruzábamos el umbral hacia mi
habitación.
Apoyé a Kate contra la pared, deslizando mis dedos debajo del borde de su
vestido para sentir la suave y cálida piel de sus muslos. Ella gimió suavemente, y moví
mis dedos hacia la parte delantera de sus bragas, mi pene se contrajo al sentir su
calor contra mi mano. Empujando sus bragas hacia un lado, la encontré ya húmeda
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y lentamente deslice un dedo dentro, haciendo que Kate arrojara su cabeza hacia
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atrás con placer, donde chocó con la pared detrás de ella con un fuerte golpe.
―Oh, mierda, ¿estás bien? ―Hice una pausa, inclinándome ligeramente hacia
atrás para comprobar y asegurarme de que no estaba herida.
Ella se rio entre dientes.
―Sí, estoy bien. No dolió; solo fue ruidoso. ―Sonriendo, me incliné para
besarla de nuevo.
A medida que el beso se hacía más caliente, su lengua acariciando la mía,
comenzó a desabrocharme la camisa con sorprendente facilidad. En unos momentos,
estaba tirando de las mangas hacia abajo por mis brazos y tirando la camisa al suelo.
―Impresionante ―murmuré, moviendo mis labios hacia su cuello, chupando y
mordisqueando su piel. Sabía dulce y olía ligeramente a vainilla.
―No es mi primer rodeo. ―Ella suspiró, alcanzando a desabrocharme el
cinturón.
Sonreí. Dos pueden jugar ese juego.
Deslizando su vestido por encima de su cintura, le quité las bragas con una
mano, y la otra regresó a su trabajo anterior de placer en el lugar húmedo y sedoso
entre sus muslos. El deseo de frotarla y acariciarla hasta que estuviera retorciéndose
y sollozando fuera de control era tan poderoso que casi temblaba.
Dios, ha pasado demasiado tiempo.
Cuando mi mano se movió entre sus piernas, ella se mordió el labio y dejó
escapar un suave gemido. Tirando de mi cinturón, sus dedos torcieron brevemente
la cremallera de mis pantalones antes de tirarlos hacia abajo para revelar el contorno
de mi pene duro como una roca, completamente delineado por mis interiores
negros. Su respiración se volvió más irregular, y sabía que ella estaba lista para más.
Haciendo una pausa para tirar de su vestido el resto del camino hacia arriba y
sobre sus hombros, lo dejé caer al suelo. Kate extendió la mano para desabrochar su
sostén, y luego se unió al resto de nuestra ropa. Acercándola más cerca, me deleité
en la sensación de sus senos llenos contra mi pecho mientras sus dedos tiraban de
la cintura de mis interiores.
De repente, mi necesidad de estar dentro de ella me abrumó. La guie a la cama,
sacándome la ropa interior en los dos pasos necesarios para unirme a ella.
Descendiendo sobre ella, volví a besarla en el cuello, alineando mis caderas con las
suyas mientras ella abría sus piernas para saludarme. Pero antes de que pudiera
deslizar mi doloroso y ansioso miembro contra toda esa carne húmeda que ansiaba,
presionó sus palmas contra mi pecho, incitándome a darme la vuelta sobre mi
espalda.
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¿Mencioné que me gusta una mujer que sabe cuándo hacerse cargo?
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Me acosté y Kate se subió encima de mí.


―¿Está bien? ―preguntó ella.
―Estoy más que feliz de que estés arriba. ―Mis manos exploraron, acariciando
sus senos.
―Es mi cumpleaños, después de todo ―respondió ella con una sonrisa
satisfecha.
―Excelente punto. ―Agarré un condón de la mesa al lado de mi cama, rompí
el paquete con mis dientes y se lo entregué―. ¿Quieres poner eso en mí?
―Con gusto ―susurró ella, enviando todo tipo de escalofríos corriendo por mi
columna vertebral.
Sus dedos inteligentes hicieron un trabajo rápido con el condón. Colocando
una mano en su cadera y la otra en mi eje hinchado, me guie dentro de su apretada
vagina, los dos gimiendo ante el placer tan esperado. Se sentía como un jodido
horno a mí alrededor. Ella era tan caliente y tan sexy posada sobre mí de esta manera.
Rápidamente encontramos nuestro ritmo, mis caderas bombeaban a un ritmo
constante mientras ella se mecía sobre mí. Era el cielo, el cielo puro. Se sentía
increíble, tan apretada, cálida y acogedora. Y los gemidos sexy y guturales que
dejaba escapar estaban destruyendo mi resistencia.
Fue el mejor sexo que había tenido con una aventura de una noche. Sus
gemidos se hicieron más agudos cuando encontré ese lugar dentro de ella y lo
acaricié una y otra vez con mi pene.
Sus palmas se aplanaron contra mis abdominales, y su cabeza cayó hacia atrás
mientras se perdía en el placer.
―Eso es, chica sexy. Vente sobre mi pene ―murmuré.
Pero entonces oí algo... y no era otro de sus gemidos.
No, fue algo que me hizo detener, mis caderas se paralizaron a medio empuje.
El crujido de una tabla del piso en el pasillo. Pies descalzos sobre los pisos de
madera.
Y luego una pequeña voz preguntó:
―¿Qué le estás haciendo a mi papi?
MIERDA.
Parada en la puerta estaba Maddie, mi hija de cuatro años, en pijama de
unicornio, con los ojos muy abiertos mientras se aferraba a su osito de peluche
19

favorito.
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―Mierda, oh Dios mío, mierda, ¡lo siento mucho! ―Kate rápidamente se bajó
de mí, agarrando la manta más cercana para cubrir su cuerpo desnudo.
―Hola, cariño. ¿Qué haces despierta? ―dije con mi voz más serena,
frenéticamente cubriendo mi erección rápidamente muriendo con una almohada.
Kate estaba corriendo por la habitación tratando de encontrar su ropa. De
repente, la forma descuidada en que los estuvimos tirando pareció increíblemente
estúpido.
―Papá está bien. ¿Por qué no vas a esperar en tu habitación, sí?
Maddie frunció el ceño pero obedeció, lanzando una última mirada asesina en
dirección a Kate antes de girarse y regresar a su habitación.
Sin embargo, Kate no pareció notarlo, ya que finalmente encontró su ropa
interior y se estaba vistiendo más rápido de lo que creía que era humanamente
posible. Ella podría literalmente haber ganado el récord mundial en vestirse.
Puse mis manos en mi cabello, dejando escapar un profundo suspiro. Mierda,
¿por qué no había pensado en cerrar la puerta? Debimos haber sido más ruidosos
de lo que pensaba si despertábamos a Maddie. Ella normalmente tenía el sueño
profundo.
―Escucha, Kate, estoy tan...
Antes de que pudiera terminar, salió corriendo de la habitación y, veinte
segundos después, oí que se abría la puerta y se cerraba de golpe.
Suspiré, enterrando mi rostro en mis manos. Perfecto, jodidamente perfecto.
Otra aventura casual arruinada por ser un papá soltero.
Estaba acostumbrado a algunas citas malas de vez en cuando, como recibir un
tu hija acababa de vomitar por el teléfono de parte de la niñera, ¿pero esto? Esto era
diferente a todo lo que había experimentado antes. De hecho, había sido atrapado
en el acto, haciéndolo, chocando los feos, aunque no había una parte fea de Kate, y
estaba realmente enojado porque no pude ver todas las partes desde todos los
ángulos.
Era oficial. Mi hija de cuatro años era una bloqueadora de penes.
Suspirando de nuevo, fui a mi closet y me puse unos pantalones deportivos y
una camiseta antes de juntar el resto de mi ropa y ponerlos en el closet. En el baño,
me lavé las manos y me miré el rostro en el espejo, pasándome los dedos por el
cabello para que no fuera tan obvio que me habían atrapado en medio de tirarme a
una extraña... por mi hija.
20

Cuanta clase.
Página

Era un papá ahora. Necesitaba ser mejor que eso. Más fuerte. Mantener mis
prioridades bajo control. Y mi prioridad era definitivamente mi hija.
Abrí la puerta de la habitación de Maddie para encontrarla acurrucada en su
cama, mirándome con ojos grandes y confundidos.
―Papá, ¿qué te estaba haciendo esa señora? ―preguntó, frotándose los ojos
con sus pequeñas manos.
―Papá y esa señora solo pasaban un tiempo para adultos juntos, eso es todo.
Te diré más al respecto cuando seas mayor, ¿sí? ―Y cuando no sea en medio de la
noche y seas testigo de algo que inevitablemente te asustará de por vida.
Maddie frunció el ceño pero asintió, y ya podía decir que era algo que
recordaría preguntar por la mañana. No había planeado ni siquiera remotamente
tener esta conversación con ella durante al menos otros diez años, así que
mentalmente me recordé de revisar mis libros de crianza para averiguar qué es
normal decirle a los niños de su edad sobre el sexo. No quería que ella fuera uno de
esos niños que todavía creían que las cigüeñas dejaban caer a los bebés en las
puertas cuando tuviera quince años, pero aun así. Cuatro parecía muy joven para
saber todo sobre los pájaros y las abejas.
Segundos después, Maddie se giró y cerró los ojos. Le di un beso en la frente
y una vez que la había arropado, dejé su habitación para prepararme para irme a la
cama. Después de lavarme los dientes y salpicar un poco de agua fría en mi rostro,
me acosté a dormir, solo para encontrar mi mente acelerada.
No podía creer que las cosas hubieran comenzado tan malditamente increíbles
pero que hubieran terminado tan horriblemente. Había pasado tanto tiempo desde
mi última aventura casual, ni siquiera podía decirte si alguna vez me hubiera
imaginado que algo parecido a lo que sucedió esta noche pasara. Tacha eso.
Definitivamente nunca imaginé que mi hija me atraparía teniendo sexo con alguien
que apenas conocía.
Solo pensé que la única vez que me puse allí, me quemé. Había razones por las
que los papás solteros ya no hacían cosas así. Mierda loca como esta sucedía.
Suspirando, volteé mi almohada, tratando de relajarme y ponerme cómodo.
Pero ya sabía que no estaría durmiendo bien esa noche. No pude evitar volver a
reproducir ese momento una y otra vez en mi cabeza, el impacto total de estar en
éxtasis absoluto en un momento, y el siguiente... vergüenza absoluta.
Y lo peor fue que Kate parecía una persona genial. Incluso si ella no fuera el
amor de mi vida, nuestra química era difícil de negar, y no me hubiera importado
21

hacer que nuestro ligue casual fuese una cosa regular.


Página

Por lo menos, hubo un pensamiento que me hizo sentir mejor cuando intenté
quedarme dormido sin éxito.
Al menos nunca tendré que volver a ver a Kate de nuevo.
Tres
―Estás bromeando, ¿verdad? ―preguntó Rebecca, mirándome con la boca
abierta por encima de su café con leche. Acabo de contar cómo mi ligue de
cumpleaños con Hunter había pasado de ser de ensueño a desastrosa.
―Ojalá. ―Gemí, masajeándome las sienes. No solo no pude quitarme de mi
cabeza la imagen del rostro horrorizado de su hija de cuatro años, sino que también
tuve una enorme resaca inducida por el tequila―. Probablemente asusté a esa niñita
de por vida. ¿Así es como son los treinta? ¿Todos los tipos tienen hijos ahora?
Rebecca puso una mano sobre su boca, incapaz de reprimir una carcajada.
―Vamos, no es gracioso ―le dije, pero su risa era contagiosa, y no pude evitar
sonreír―. Está bien, es algo gracioso. O lo será una vez que mi cabeza deje de sentir
que va a explotar.
―¿Qué hiciste cuando te vio? ―preguntó Rebecca, componiéndose.
―Bueno, después de mi desmontaje poco femenino, salí corriendo de allí tan
rápido como pude. ―Me estremecí ante el recuerdo, tomando un sorbo de mi
café―. En serio, probablemente rompí una especie de récord mundial Guinness.
―Al menos hoy vas a conseguir un apartamento ―dijo ella, con tono
reconfortante.
Asentí, contenta de que había un lado positivo el día de hoy.
―Gracias a Dios. Estoy harta de cazar apartamentos.
Antes de este, había ido a ver otros cinco lugares, y todos habían sido un
desastre. Uno no tenía ventanas y el otro era básicamente del tamaño de mi closet
actual. Si este lugar no funcionaba, iba a estar oficialmente en modo de pánico.
Miré mi teléfono.
―Hablando del apartamento, probablemente deberíamos irnos.
22

Rebecca había accedido a venir conmigo para revisar el espacio y reunirse con
el propietario. Había visto demasiados episodios de La Ley & El Orden: USV para
Página

saber que no era una buena idea hacer cosas como esta sola.
Veinte minutos más tarde, nos acercamos a la dirección que había leído en el
correo electrónico de la compañía de administración de propiedades.
―Esto es lindo. ―Rebecca sonrió mientras conducíamos por el vecindario,
señalando una casa de estilo artesanal con un extenso jardín―. Me encanta que
todas tengan un patio.
Era más suburbano de lo que estaba acostumbrada, pero no me importó. En
realidad, eso era algo bueno en lo que a mí respecta. El apartamento que había
elegido estaba encima de un garaje, lo que era diferente, pero no era exigente en
este punto. Había escuchado que muchas parejas jóvenes y nuevos padres se
mudaban a esta área, lo que lo convertiría en un lugar agradable y tranquilo para
trabajar.
Mientras veía pasar las casas, una sensación incómoda se apoderó de mí. Me
sentía extraña, como si hubiera estado en esta calle antes. Todo parecía
extrañamente familiar, lo cual no tenía ningún sentido porque casi nunca venía a esta
área.
―¿Conocemos a alguien que viva por aquí? ―Miré por la ventana, teniendo
un caso importante de déjà vù.
Rebecca negó.
―No que yo sepa. El GPS dice que estamos realmente cerca.
Ella se acomodó en un lugar junto al bordillo. Cuando salimos del auto, miré a
mí alrededor otra vez, molesta de no poder descubrir cuándo había estado aquí
antes. Caminamos por la cuadra y doblamos la esquina, y luego lo vi.
―No es esa casa, ¿verdad? ―le pregunté, un nudo formándose en la boca de
mi estómago.
―Sí, lo es. ―Rebecca miró la dirección en su GPS―. ¿Por qué?
Mi pecho se contrajo, y mi estómago cayó de rodillas. Estaba teniendo
problemas para respirar. Por supuesto, esto era solo mi suerte. Quería girarme y
correr, pero mis piernas seguían avanzando, mi mente demasiado aturdida para
hacer algo más que seguir a Rebecca.
―Kate? ¿Qué pasa? ―Ella me dio una mirada extraña cuando nos detuvimos
frente a la casa.
―Mira, tal vez deberíamos irnos... ―Pero antes de que pudiera terminar mi
23

oración, la puerta principal se abrió.


Página

Era Hunter.
La boca de Rebecca se abrió, y mi corazón se detuvo. Pensé que podría
desmayarme.
Este lugar, el apartamento en el que había puesto un depósito, pertenecía a
Hunter. El hombre con quien tuve sexo increíble de cumpleaños, bueno, más o
menos hasta que su hija nos interrumpió, era el propietario, y estaba enloqueciendo
en silencio.
Los tres nos quedamos boquiabiertos entre sí por lo que pareció una eternidad,
Rebecca miró de mí hacia Hunter y de nuevo a mí. Afortunadamente, ella recuperó
su compostura rápidamente.
―Hola ―dijo ella, extendiendo una mano a Hunter―. Soy Rebecca. Solo estoy
aquí para ayudar a Kate con el apartamento.
Incluso cuando se dieron la mano, pude sentirlo mirándome pero me negué a
mirarlo a los ojos. ¿Cómo sucedió esto? Tenía demasiada resaca para lidiar con esto.
La compañía de administración de propiedades solo se había referido a él como el
dueño; No había pensado en pedir un nombre. Hasta aquí el buen karma que pensé
que tenía.
―Soy Hunter ―le dijo a Rebecca, soltando su mano.
Aproveché la oportunidad para mirarlo. Llevaba jeans y una camiseta blanca.
Sus rasgos se veían aún más pronunciados a la luz del sol, su línea de la mandíbula
resaltada por su cálida sonrisa. Tenía una sombra sexy a las cinco en punto, y su
cabello oscuro estaba desordenado, como si hubiera empujado sus manos a través
de él.
Pero fueron sus ojos los que me atraparon. Profundo y de color moca, y tan
increíblemente expresivos. Si le habían molestado los acontecimientos de la noche
anterior, era bueno ocultándolo. De hecho, parecía que acababa de salir de una
sesión de fotos.
Intenté no pensar en cómo me veía en mis leggings negros y mi suéter
voluminoso para el día de lavandería. Había tenido resaca como para ducharme, así
que probablemente aún olía a alcohol. Gracias a Dios, pensé en ponerme un poco
de rímel antes de salir de casa.
―Entonces ―dijo, volviéndose para mirarme, su boca se inclinó en la más leve
sonrisa―. ¿Querías ver el apartamento?
Todavía sin palabras, solo me quedé viéndolo. ¿Íbamos a fingir que esto no era
una coincidencia totalmente insana?
Lo peor era que, a pesar de estar absolutamente mortificada, descubrí que mi
24

corazón estaba haciendo una pequeña danza feliz al estar cerca de él. No podía
Página

olvidar lo que había sucedido antes de que me viera forzada a huir de su casa
avergonzada, la parte en la que había estado teniendo el sexo más alucinante de mi
vida.
Un recuerdo pasó por mi mente de sus manos alrededor de mi cintura,
jalándome contra él, luego sus dedos empujaron suavemente mi cabello mientras
acercaba mi boca a la suya.
Tomé aliento. Por el amor de Dios. Negué, obligándome a volver al momento.
Todavía no había respondido a la pregunta de Hunter, pero afortunadamente
Rebecca estaba más lúcida que yo.
―Por supuesto que queremos ver el apartamento. Parece genial ―dijo ella,
sonriendo como una participante de concurso de belleza―. Lidera el camino.
Mientras caminaba delante de nosotras, Rebecca me lanzó una mirada y me
dijo contrólate. Sabía que estaba siendo totalmente torpe, pero ¿podría ella
culparme? Estaba sorprendida.
Nos llevó al garaje y abrió una puerta lateral.
―Esta será tu entrada privada ―dijo, subiendo las escaleras―. Es totalmente
independiente de la casa, por lo que no tendrás que preocuparte que te molestemos.
Él me sonrió y le devolví una sonrisa incierta, aún no convencida. La entrada
podría estar separada, pero estaríamos a solo unos metros de distancia, lo que
significaría vernos a diario.
Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras, casi me olvido de lo
mucho que no quería estar ahí. El apartamento era hermoso. Era pequeño pero
estaba bien distribuido e increíblemente limpio. Había pisos de madera oscura y
enormes ventanas que empapaban el espacio de luz solar. Una cocina totalmente
equipada tenía un pequeño rincón frente al ventanal que sería un lugar perfecto para
mi escritorio.
―Yo mismo renové el espacio ―dijo, pasando su mano por la encimera de
granito de la cocina.
―¿En serio? ―preguntó Rebecca―. Eso es increíble. ¿Trabajas en la
construcción?
―No. ―Se encogió de hombros―. Solo soy bueno con mis manos, supongo.
Yo podría haberle dicho eso a ella. Hunter podía hacer mucho más con esas
manos que instalar pisos de madera.
Aunque quería odiar esto y salir corriendo, mi cerebro catalogó todos los
detalles únicos, las perillas de cristal en los gabinetes, los estantes empotrados en la
25

sala de estar. Realmente se había tomado el tiempo para hacer que el apartamento
Página

fuera único en su clase. Caminé hacia la ventana y dejé escapar un grito de emoción
cuando vi una pequeña laguna en el patio trasero. No podría haber sido más
perfecto. Tenía muchas ganas de vivir aquí. Mierda.
―Las dejaré mirar ―dijo, excusándose.
Todavía no podía mirarlo, así que murmuré algo y asentí. ¿Cómo podría vivir
aquí si ni siquiera podía mirar a mi arrendador, y mucho menos tener una
conversación?
Una vez que bajó las escaleras, agarré el brazo de Rebecca.
―Sácame de aquí ―le supliqué.
―Vamos, sabes que este es un apartamento increíble ―dijo ella, apartando su
brazo―. Me gustaría poder vivir aquí. Mira esa laguna; es adorable. Y la cocina es
perfecta para que cocines. ¿Has visto este pequeño gabinete de vinos que él puso?
―Ella se acercó y me indicó que la siguiera.
Asentí, sin ceder.
―Lo sé. Es hermoso y perfecto. ¿Pero también podemos hablar de cómo
anoche su hija vio mi cuerpo desnudo rebotando encima de su muy desnudo papá?
―Está bien, sí ―dijo Rebecca seriamente, asintiendo―. Eso es un problema.
Pero los recuerdos se desvanecen. Y nunca vas a encontrar otro lugar tan agradable
que sea accesible.
No quería admitirlo, pero ella tenía razón. Si quería vivir aquí, tendría que
olvidar todo lo que había sucedido entre Hunter y yo.
―Está bien, lo pensaré. ―Suspiré, luego miré a mi alrededor otra vez,
planeando mentalmente cómo acomodaría mis muebles―. Va a ser muy difícil
pasarlo por alto.
―Solo habla con Hunter ―dijo Rebecca mientras bajábamos las escaleras―.
Tal vez su hija ni siquiera recuerda la noche anterior.
Levanté una ceja hacia ella. Dudé seriamente que la niña olvidara algo tan
traumático, especialmente después de ver cómo reaccionó. Probablemente no le
gustó la idea de una nueva mujer en la foto, alejando a su papá de ella. Y lo entendí,
pero no me hizo sentir mejor acerca de la situación. Lo último que necesitaba era
entrar en algún tipo de guerra territorial con un niño.
Hunter nos estaba esperando cuando salimos afuera.
―Te veré en el auto ―dijo Rebecca rápidamente, despidiéndose de Hunter y
regresando por el camino de entrada.
26

Una vez que Hunter y yo estuvimos solos, finalmente encontré su mirada, mi


corazón latía frenéticamente fuera de mi pecho. Dios, él era sexy. Había algo en sus
Página

ojos que hacía imposible mirar hacia otro lado. Tragué, incapaz de sacudir la extraña
mezcla de vergüenza y deseo.
Cielos, Kate. Me abofeteé mentalmente. Mantén tus pantalones puestos.
―Entonces ―dije, rompiendo el incómodo silencio.
―La noche pasada fue…
―Sí. ―Sonreí torpemente.
Hubo un momento de silencio, y luego ambos nos echamos a reír.
―Escucha, los dos somos adultos ―dijo, levantando las manos―. Si te gusta
el lugar, es tuyo. Podemos olvidar que la noche pasada alguna vez pasó.
―Realmente me encanta ―admití―. Hiciste un trabajo increíble en las
renovaciones.
―Gracias. Mira, necesito un inquilino y tú necesitas un apartamento. No hay
razón para que esto tenga que ser extraño ―dijo sonriendo.
Dudé.
―¿Tu hija no me odia?
Deslizó sus manos por su cabello y se echó a reír, pero podía decir que el humor
en la situación era forzado. Estaba segura de que no había nada gracioso sobre él
teniendo que explicar lo que había pasado la noche anterior cuando la acostó de
nuevo.
―No, ella no te odia. Simplemente no está acostumbrada a ver mujeres aquí.
Me costó mucho creer que Hunter tuviera algún problema para meter mujeres
en su cama. Pero en el interés de no estar sin hogar, decidí creerle.
―Está bien. ―Sonreí, extendiendo mi mano―. Hagámoslo.
Cuando tomó mi mano en la suya, mi estómago dio un vuelco. Un chorro de
electricidad pasó entre nosotros, casi como si nuestros cuerpos estuvieran
recordando lo que habíamos estado haciendo ni siquiera doce horas antes.
Sabía que no estaba de acuerdo en mudarme solamente porque era un
apartamento perfecto; había algo en Hunter que hacía imposible decirle que no.
Solté su mano y lo seguí adentro para completar el papeleo, esperando no
haber cometido un gran error. 27
Página
Cuatro

Unos días después que Kate confirmó que quería el apartamento, estaba
sentado en la sala de estar con Maddie, leyendo el periódico mientras trabajaba en
armar el último juego de Lego que le había comprado. Como ingeniero civil, sentía
que era importante comprarle a mi hija la misma cantidad de proyectos de
construcción que muñecas.
Miré a Maddie y no pude evitar sonreír ante la mirada concentrada y
determinada en su rostro. Ella era toda una solucionadora de problemas, mi pequeña
niña, y me encantaba desafiar su mente con diferentes juguetes y juegos educativos.
Y enseñarle que solo porque un niño la llamara bonita no significaba que tuviera que
compartir su pastelito y muchas otras lecciones importantes de la vida. Aunque la
conversación de la otra noche fue una que hubiese preferido esperar por otros veinte
años.
—¿Cómo te va, cariño? —pregunté, colocando el periódico en mi regazo.
—Bien —canturreó sin levantar la vista, atascando un Lego azul encima de otro
con un gesto elegante. Mirando desde la estructura frente a ella hasta la pila de
Legos a su derecha, escogió cuidadosamente una pieza roja y continuó su lento
proceso de decidir dónde colocarla.
Me reí entre dientes y estaba a punto de reanudar la lectura sobre las quejas
sobre las paradas de autobús de nuestra ciudad cuando escuché un retumbar y un
fuerte chillido enfrente de la casa. Colocando el periódico en nuestra mesa de café,
me puse de pie y caminé hacia la ventana para ver qué estaba pasando.
Una camioneta de tamaño mediano estaba estacionada en el bordillo afuera
de nuestra casa. Y, efectivamente, una vez que la camioneta estuvo completamente
estacionada, Kate salió por la puerta lateral del conductor, girándose para asegurarse
que había estacionado con la suficiente distancia.
Tienes que amar a una mujer a la que le gusta hacerlo por sí misma.
28

Mi ritmo cardíaco se aceleró al verla, haciéndome mirar rápidamente hacia otro


Página

lado y negar. Normalmente no era el tipo de hombre que se excita simplemente


mirando a las mujeres en la calle. Pero volviendo a ver a Kate, después de las cosas
que compartimos en su cumpleaños… bueno, solo digamos que me costó mantener
mis pensamientos inocentes.
Pasándome los dedos por el cabello, me giré para obtener la atención de
Maddie.
—Parece que nuestra nueva vecina está aquí con todas sus cosas. ¿Deberíamos
salir a su encuentro y ayudarla a llevar algunas cosas
—¿Nuestra nueva vecina es una chica? —preguntó Maddie, con voz alta y
emocionada.
—Sí, nuestra nueva vecina es una señorita muy agradable. Creo que te gustará
mucho —le dije calmadamente.
Y le pido a Dios que no la reconozcas a plena luz del día.
Maddie dejó caer los Legos que sujetaba al suelo, corriendo alegremente hacia
el armario para ponerse los zapatos.
Mientras caminaba hacia la puerta y me ponía unos zapatos deportivos,
comencé a sentir pánico ante la pequeña posibilidad que Maddie reconociera a Kate
y cuál sería su reacción. ¿Cuáles eran las posibilidades de que Maddie incluso viera
el rostro de Kate? Maddie no había hablado sobre el incidente en un par de días, y
una parte de mí esperaba que hubiera una buena posibilidad de que lo olvidara por
completo. O al menos hasta que fuera mayor y fuera a terapia.
Salimos por la puerta principal para encontrar a Kate abriendo la parte trasera
de la camioneta, revelando pilas y pilas de cajas de cartón alineadas frente a una
precaria pila de muebles. A primera vista, parecía un montón de cosas para una
persona, pero ¿qué sabía yo? Estaba seguro que si Maddie y yo nos tuvieramos que
mudar pronto, necesitaríamos una camioneta al menos el doble del tamaño de la de
Kate.
Cuando Maddie y yo llegamos a la acera, Kate ya había comenzado a intentar
sacar las cajas de la camioneta, poniéndose de puntillas para llegar a la caja más alta.
Sus dedos apenas rozaron la parte inferior, y no importaba lo lejos que estirara los
brazos, estaba claro que no podía alcanzar la caja.
Me quedé allí mirando un segundo más de lo que debería, divirtiéndome por
su lucha y encontrando que era entrañable, cuando Kate se giró y nos vio allí de pie
mirándola.
29

Mierda. Ahora me veo como un idiota.


Página

—Hola, vecina, ¿necesitas una mano?


Me acerqué a ayudarla, levantando fácilmente la caja de la pila y me aparté de
su camino. Una oleada de molestia se apoderó del rostro de Kate, y aunque solo la
había conocido unos días, estaba bastante seguro que había mucha determinación
e independencia en ella.
—¿Cuánto tiempo ibas a pararte allí y verme luchar? —preguntó, colocando las
manos en las caderas y inclinando la cabeza hacia un lado.
Sabía que habíamos discutido sobre ser adultos y olvidarnos de la otra noche,
pero maldita sea si no era sexy, incluso cuando estaba un poco enojada.
—Bueno, no quería cuestionar tus capacidades y el tipo de contorsiones en que
podrías torcer tu cuerpo para alcanzar esa caja. —Sonreí, levantando una ceja hacia
ella.
Kate sonrió y se pasó los dedos por el cabello, y mi mente volvió a la manera
en que quitó el vestido de su cuerpo, sus pechos rebotando suavemente con el
movimiento.
Jesús, Hunter, concentráte.
—¿Que está haciendo ella aquí? ¿Se olvidó sus braguitas?
La voz de Maddie me sacó de mi trance, devolviéndome a la realidad. Mierda.
Le di a Kate una mirada de disculpa y me volví para negárselo a Maddie.
—No, cariño, ella no olvidó nada. Esta es Kate. Es nuestra nueva vecina. Va a
vivir en el apartamento encima del garaje.
Maddie frunció el ceño, cruzando los brazos con un mmm.
—Pero ella te estaba lastimando, papi.
Podía decir por la expresión de su rostro que estaba cerca de una crisis, y sabía
que tenía que hacer algo, y rápido. ¿Una niña de cuatro años sufriendo un colapso
en su primer día de mudarse a un nuevo apartamento? No era exactamente un buen
augurio para un nuevo inquilino.
—Recuerda, hablamos de esto. Papá y Kate estaban teniendo un tiempo
especial de arrumacos para adultos. Simplemente no es para los niños, es por eso
que Kate tuvo que irse.
Tener que volver a explicar todo eso delante de Kate era vergonzoso.
Rápidamente miré para darle otra mirada de disculpa. Afortunadamente, a pesar que
se veía tan mortificada como yo, me sonrió débilmente antes de hablar con Maddie.
—Tu papi tiene razón. Es algo que aprenderás cuando seas mayor —dijo Kate
30

con calma, inclinándose y asintiendo.


Página

Maddie hizo una mueca amarga a los dos, negando con otro mmm.
—Pero quiero saber ahora —se quejó.
Era hora de sacar las grandes armas.
—En este momento no es el momento de hablar sobre arrumacos especiales
entre adultos. En este momento, necesitamos una niña grande que nos ayude a
trasladar algunas de las cosas de Kate a su apartamento. Si no puedes ser una niña
grande, entonces supongo que solo tendrás que entrar y sentarte solita —le dije con
mi voz más serena.
El rostro de Maddie se desanimó, y entonces rápidamente se animó.
—No, soy una niña grande. ¡Puedo ayudar! —Con una expresión determinada
en su rostro, se dirigió hacia la parte trasera de la camioneta y extendió los brazos
para llevar algo.
Crisis evitada. Por el momento.
Los tres pasamos la siguiente media hora llevando cajas desde la camioneta
hacia el apartamento de Kate, asegurándonos de darle a Maddie los objetos más
livianos que todavía la hicieran sentir involucrada.
Kate no tenía muchas cosas, después de todo, parecía un montón de cosas
puestas en la parte trasera de la camioneta. Pero una vez que todo estuvo puesto en
la sala de estar del apartamento que había pasado los últimos dos años remodelando
y haciendo las cosas bien. Me gustaba la idea de que alguien llenara de vida el
espacio. Había plantas bebiendo del sol en las ventanas delanteras, y utensilios de
cocina en los mostradores.
Una vez que todo fue descargado de la camioneta, puse a Maddie en su
habitación con un libro para sus cuarenta y cinco minutos de silencio. Había
comenzado a superar las siestas hace unos meses, pero descubrí que darle un poco
de tiempo de inactividad, especialmente después de un día agitado, le impedía tener
un colapso en las últimas horas de la tarde.
Me senté en el borde de la cama de Maddie y alisé su cabello sobre su oreja.
—Ya vuelvo, ¿de acuerdo, Mads? Solo necesito ir a darle a Kate las llaves de su
apartamento. —Y hacer todo lo posible para no pensar en ella desnuda.
Maddie frunció el ceño.
—¿Vas a tener otro momento especial de arrumacos para adultos?
Suspiré. No puedes hacer que nada se le olvide a esta niña.
—No, cariño. No volveremos a hacer eso. Solo voy a hablar con ella. Ya vuelvo.
Puse un beso en la frente de Maddie y salí de su habitación antes que pudiera
31

hacer más preguntas sobre esos malditos arrumacos de adultos. Tenía la sensación
Página

que el giro impulsivo de la frase me perseguiría hasta que se graduara de la


universidad.
Tomando las llaves del apartamento de Kate de un tazón en la cocina,
rápidamente revisé mi reflejo en el espejo del pasillo antes de acercarme. Puede que
nunca volvamos a enredarnos, pero no puedo negar mi atracción por Kate. Me alisé
el cabello desordenado que aún no me había peinado hoy y caminé por la puerta,
listo para finalmente hablar con mi nueva vecina sin la observación de águila de mi
hija.
Cuando llegué a la entrada de Kate, la puerta estaba entreabierta, así que
golpeé ligeramente antes de abrirla suavemente.
—¿Kate? —llamé, pasando por la puerta—. Solo quería pasar para dejar tus
llaves y ver si necesitas algo.
—¡Estaré allí en un segundo! —Su voz vino del dormitorio, acompañada por el
sonido de cajas deslizándose por el piso de madera.
Cerrando la puerta detrás de mí, entré en la sala de estar, donde Kate ya había
comenzado a armar una estantería y clasificar cajas. Antes de que pudiera ver qué
tipo de libros le gustaban, vino caminando por la esquina, con el rostro enrojecido,
con pequeñas gotas de sudor en la frente.
—Gracias por dejar las llaves. Me habría olvidado completamente de ellas con
todo el caos de la mudanza. —Se rio entre dientes y se limpió la frente con el dorso
de la mano.
La combinación de su apariencia sonrojada y su voz ligeramente sin aliento me
llevaron de regreso a esa noche en mi casa, su cuerpo voluptuoso presionando el
mío, sus labios en mi piel. Podía sentir una agitación detrás de mi cremallera, así que
rápidamente deambulé por la habitación, nervioso de que notara la acción en mis
pantalones y lo tomara de mala forma.
No es que no quisiera que pensara que estaba interesado. Pero lo último que
quería era parecer un propietario espeluznante que se aprovechaba de su último
inquilino.
—No te preocupes —le dije a la ligera, caminando hacia la estantería—. Parece
que has estado ocupado. Estoy impresionado. —Me giré y le dediqué una sonrisa
mientras hacía un gesto hacia la estantería recién ensamblada, y podría haber jurado
que se sonrojó un poco.
—Bueno, cuando vives sola, tienes que ser capaz de cuidar de ti misma —
respondió, levantando una ceja juguetonamente arqueada.
32

Caminó hasta el extremo opuesto de la estantería, y no pude evitar sentir que


Página

estábamos rodeándonos, probando los límites físicos de nuestra nueva dinámica.


Di un paso hacia ella.
—No dudo que seas más que capaz. Pero debes saber que si alguna vez
necesitas algo, siempre estoy disponible.
—Cuidado. Cualquier cosa es una oferta bastante grande. —Su boca se torció
en una tímida sonrisa.
—Lo digo en serio. Cualquier cosa. —Mantuve su mirada por unos segundos
más de lo apropiado. Dios, lo que no daría por empujarte contra ese muro ahora
mismo.
Kate sonrió y se rio entre dientes suavemente antes de girarse y meterse el
cabello detrás de la oreja.
Tal vez había ido demasiado lejos, pero lo decía en serio. Incluso si nuestra
conexión no era seria, ya me sentía un poco protector con ella. Era una mujer soltera,
y si necesitaba un hombre para algún trabajo, algo dentro de mí quería ser ese
hombre.
Pasando mis dedos por la parte superior de la estantería, dejé que mi mirada
vagara sobre las cajas esparcidas por toda la habitación. Libros, artículos de cocina,
baratijas… vaya.
—Vaya —dije mientras cerraba una caja mucho más grande en un rincón de la
habitación—. Tienes una enorme colección de vinilos. —Caminé hacia ella, mis ojos
se agrandaron por el segundo.
—¿Te gustan los vinilos? —preguntó, con una sonrisa en su rostro.
—Mucho. ¿Te importa si miro?
—Adelante.
Cuando llegué a la caja, me incliné y comencé a hojear sus discos, todos
puestos en sobres inmaculados. Ya había pensado que Kate era genial y sexy, ¿pero
esto? Esto lo estaba llevando a un nivel completamente nuevo.
—Billie Holiday, Miles Davis, los Beatles… tienes todos los clásicos —dije,
incapaz de ocultar la sorpresa y la admiración en mi voz. No podía creer que a Kate
le gustara tanto la música… o que nuestro gusto por la música fuera tan similar.
Se unió a mí delante de la caja.
—Comencé a coleccionarlos cuando tenía dieciséis años. Una vez que empecé,
no pude detenerme. Está un poco fuera de control. —Se rio entre dientes, rodando
los ojos.
33

—No, no, esto es increíble. Como realmente jodidamente genial. —Estaba tan
Página

desconcertado, no tenía nada en mí para ser articulado—. ¿Paul Simon? Me encanta


este álbum. —Me giré para mirarla con los ojos muy abiertos, sacudiendo la cabeza
con incredulidad.
—Si deseas pedir prestado alguno de ellos, puedes hacerlo. Normalmente, me
obsesiono con los discos, pero ahora que lo sabes, supongo que el gato está fuera
de la bolsa, o el álbum está fuera del sobre, en este caso, por lo que eres más que
bienvenido. Y si alguna vez quieres venir a escuchar música, estoy a un corto paseo
de distancia.
—Sí, por supuesto, eso sería genial. A Maddie también le encantan estas cosas.
—Mierda. Nada como mencionar a tu hija para matar el estado de ánimo.
—Tal vez una pequeña fiesta de baile me ayude a caerle en gracia. —Kate me
dio una sonrisa torcida.
—Nah, le caes bien. Solo se está… ajustando. —Esa es una manera de ponerlo.
—Bueno, solo espero que ella, eh, no tenga cicatrices de por vida —dijo Kate.
Ambos nos echamos a reír torpemente, y luché por no imaginarme a Kate
desnuda por décima vez hoy.
—Estará bien —le dije, colocando el disco de nuevo en la caja—. Eso me
recuerda que probablemente debería irme. El tiempo de tranquilidad de Maddie está
terminando pronto, y estará molesta si no vuelvo cuando salga. —Eso, y si
permaneciera en el apartamento de Kate por más tiempo, no estaba completamente
seguro de poder evitar hacer un movimiento con ella.
—Claro, por supuesto. Gracias por pasarte —dijo, y me acompañó a la puerta.
Cuando salí, me giré para despedirme con torpeza antes de doblar la esquina
alrededor del garaje, mi corazón latía rápido. Kate me devolvió el gesto, sonriendo
suavemente, y cerró la puerta.
De vuelta en mi casa, me quedaban unos diez minutos antes que Maddie saliera
de su habitación, insistiendo en que ya no necesitaba un momento de silencio. Tomé
los pocos minutos de silencio para componer mis pensamientos.
Ya podía decir que estaba en problemas cuando se trataba de esta mujer. No
importaba lo mucho que quería olvidar lo que sucedió entre nosotros, cada vez que
estaba cerca de ella, no podía evitar que mi mente vagara ante la vista de su cuerpo
desnudo, la sensación de su calidez a mi alrededor. ¿Y esa colección de vinilos?
Tampoco estaba ayudando a nada. Era sexy e interesante. Y vivía a pocos metros de
mí.
Tenía que encontrar una solución a toda esta energía sexual acumulada, y
34

rápido.
Página
Cinco

El aire acondicionado en el apartamento había decidido morir en el día más


caluroso del año hasta ahora. Peor aún, estaba luchando para sacar la cinta que solía
enrollar en mi alfombra gris.
Había mudado mis cosas hace unos días, pero entre escribir mi columna y varias
reuniones largas con mi editor, apenas había estado en el apartamento, no me
importaba desempacar todo. Ahora, después de una tarde de reorganizar muebles
y desempacar cajas en el calor, estaba sudando como si hubiera corrido un maratón.
Me mantuve motivada diciéndome a mí misma que podría tomar un cóctel una
vez hubiera terminado todo, porque definitivamente iba a necesitar uno. No me iba
bien en el calor, el único lugar en el que me gustaba conseguir este calor y sudor era
en el dormitorio.
A pesar del revés con el aire acondicionado, estaba entusiasmada con la forma
en que el apartamento estaba quedando. Odiaba admitirlo, pero estaba empezando
a apreciar la vida suburbana. Estaba tan tranquilo aquí, y estaba recibiendo el mejor
sueño de mi vida. Tal vez me estaba volviendo vieja y aburrida, pero ver a los
pequeños patos chapotear en la laguna del patio trasero era mi nuevo pasatiempo
favorito.
Era un gran apartamento, y si pudiera desempacar todo, finalmente estaría
arreglado.
Solo había una forma de lidiar con esta situación si no quería fundirme en un
charco. Me quité mi camiseta empapada y los pantalones cortos, optando por
quedarme en sostén y bragas, y me salpiqué un poco de agua fría en el rostro. Saqué
mi altavoz portátil de la parte inferior de una caja y coloqué mi lista de reproducción
"feliz". Nunca había vivido en mi propio lugar antes, pero tenía la sensación de que
me iba a gustar. Especialmente si eso significaba que podía pasar el rato en mi ropa
interior escuchando a Bruno Mars en cualquier momento que quisiera.
35

Miré por la ventana entre las persianas y noté el auto de Hunter en el camino
Página

de entrada. No lo había visto desde nuestro último encuentro incómodo, cuando


Maddie se había dado cuenta por primera vez de que la mujer al azar que había
atrapado a horcajadas sobre su papá se había mudado ahí. Habíamos terminado la
noche con normalidad, pero aún me sentía incómoda por todo el asunto. Él y yo casi
habíamos tenido un encuentro el otro día cuando estaba subiendo a mi auto para
encontrarme con mi editor, pero fingí no verlo. Me dije a mi misma que no lo estaba
evitando; Simplemente había estado ocupada y no había tenido tiempo de charlar
un poco.
Como si fuera una señal, Hunter salió por la puerta de su casa con una bolsa
de basura, y salté lejos de mi ventana, con el corazón acelerado.
Está bien, entonces tal vez lo estaba evitando. Pero parecía que no podía estar
cerca de este tipo sin hacer el ridículo, así que no estaba exactamente apurada por
verlo.
Uptown Funk se encendió y sonreí. Esta era la canción perfecta para hacerme
olvidar todo el drama con Hunter. Sí, sabía que era exagerado, pero aun así me
encantaba y no podía quedarme quieta cuando se encendía. Podría ser una mujer
de treinta años, pero aún sabía cómo bajar.
Estaba entrando en el coro, haciendo mi mejor representación del video
musical y sosteniendo una cuchara de madera como micrófono, cuando escuché una
voz detrás de mí. Me giré, a medio empujar la cadera, y vi a Hunter de pie en la
puerta. Nos miramos el uno al otro por un momento mientras él observaba la escena.
Y esa escena no fue halagadora. Estaba en un sostén básico de algodón blanco
y un par de shorts de neón verde con pingüinos por todas partes.
—Oh, Dios mío —grité mientras Hunter se quedaba boquiabierto. Me zambullí
por mi camiseta.
—Mierda. Lo siento —dijo, girándose para mirar la pared mientras me ponía la
camisa—. No me di cuenta... La puerta estaba abierta. —Se detuvo, parándose
incómodamente mientras yo recogía mis pantalones cortos.
¿En serio? Esta fue la segunda vez que tuve que apurarme para ponerme la
ropa delante de Hunter en la semana.
—Hacía calor, así que abrí la puerta. Supongo que me olvidé de eso —dije,
mortificada e intentando ignorar mis mejillas sonrojadas. No podría haberme
avergonzado más delante de él si lo hubiera intentado.
—Lo siento —dijo de nuevo, una vez que la música estaba apagada—. Venía a
36

revisar la unidad del A/C1. Tiende a quemar su fusible en días realmente calurosos
Página

como este.
—Sí, me di cuenta. —Me abaniqué mi rostro sudoroso. Todavía me estaba
recuperando de la sorpresa, pero me las arreglé para sonreír—. Pero gracias por venir

1
A/C: aire acondicionado.
a comprobarlo. Mi último propietario me habría dejado morir de agotamiento por
calor antes de arreglar algo.
—No te preocupes. —Hunter sonrió—. Sé que puede hacer bastante calor aquí.
¿Te importa si lo reviso?
—Por supuesto. —Señalé hacia la caja de fusibles en la pared.
Desenchufó el aire acondicionado, encendió algunos interruptores y luego se
agachó para enchufarlo. Inmediatamente volvió a la vida.
Sonreí mientras el aire frío pasaba a mi lado.
—Eso fue increíble.
Hice contacto visual con Hunter, y mi estómago dio un salto mortal.
—Normalmente llevo ropa —agregué rápidamente, esperando que mi rostro
no estuviera tan rojo como se sentía—. Pero hacía calor, entonces, ya sabes. Y
entonces esa canción se encendió.
Jesús, Kate, deja de hablar.
Él rio.
—No te preocupes por eso. Es mi culpa por solo entrar. Debería haber llamado
primero.
—Entonces —dije, desesperada por un cambio de tema—. ¿Cómo está
Maddie?
—Ella está bien. —Él sonrió, y sus ojos se iluminaron como lo hacían cada vez
que hablaba de su hija. Aunque no era una persona que le gustaran los niños, tenía
que admitir que era muy adorable—. Está viendo una película en mi cama.
Levanté una ceja.
—¿Así que ella te echó?
Él rio.
—Algo así. Ella es muy persuasiva.
—En ese caso, ¿quieres quedarte y tomarte una cerveza?
Miró por la ventana.
—Está bien si no puedes dejar a Maddie sola —le dije, pero él me detuvo.
—No, ella estará bien por unos minutos. Una cerveza sería genial, en realidad.
37

Le indiqué que se sentara en el sofá mientras iba a tomar dos cervezas de la


Página

nevera. Si realmente estuviéramos en buenos términos, necesitaría pasar un tiempo


para conocer a Hunter, la persona, no al tipo atractivo que había conocido en un bar.
Aunque, con lo bien que se veía en su jean y camiseta casuales, iba a ser más fácil
decirlo que hacerlo.
Le di una cerveza y él tomó un largo trago.
—¿Un largo día en el trabajo? —pregunté.
El tragó.
—¿Es obvio?
—Te ves un poco tenso, eso es todo.
—Entonces, ella es hermosa y perceptiva —dijo, y mi corazón dio un vuelco.
Bajé la vista hacia mi botella de cerveza, repentinamente sin palabras. Aun así,
podría pensar en algunas cosas que me gustaría hacer con Hunter, y la mayoría de
ellas no requerían ropa.
—Entonces —dije, ansiosa por poner mi mente en un tema seguro—. ¿Cuáles
son las novedades en el transporte?
—Nada emocionante. —Sonrió y tomó otro trago—. Acabamos de intentar
cumplir con este plazo, y no va bien. Pero en serio, no quieres escucharlo. Incluso
estoy aburrido de eso.
—Está bien, entonces, ¿qué hay de nuevo en la vida? ¿Algún drama de chicas?
—Hice una pausa, dándome cuenta de lo que estaba diciendo, luego agregué
tímidamente—. Bueno, aparte de mí.
Después de un momento de silencio, ambos nos echamos a reír, y el alivio me
inundó. Parecía que finalmente estábamos pasando la torpeza de esa situación.
—No mucho más. Tú prácticamente te llevaste la palma en eso.
Todavía riendo, dije:
—No fue mi mejor momento.
—Al menos nunca olvidarás lo que hiciste en tu trigésimo cumpleaños. —
Sonrió.
—Gracias a Dios siempre tendré ese recuerdo para atesorar.
Sin dejar de sonreír, se pasó una mano por el cabello oscuro. Lo observé,
tratando de no distraerme por esos ojos expresivos y cuán perfectos se veían sus
labios carnosos y sus dientes blancos y rectos cuando sonreía.
38

Nunca antes me habían excitado los labios de un chico, pero algo sobre Hunter
hacía imposible no pensar en besarlo. Era muy consciente de lo cerca que estábamos,
Página

lo suficientemente cerca como para que pudiera poner fácilmente mi pierna a


horcajadas sobre él. Luché por mantener mi respiración incluso cuando imaginé sus
manos agarrando mis caderas, acercándome más mientras me movía contra él. No
ayudó que supiera exactamente lo bien que se sentía, aún podía sentir sus manos en
mi piel, su boca poseyéndome.
Mierda.
Por suerte, Hunter interrumpió mis pensamientos antes de que las cosas se
pusieran demasiado sucias.
—¿Qué hay de ti? —preguntó—. ¿Cuál es el último chisme de celebridades?
—Eso es información privilegiada. —Sonreí tímidamente. No lo era en realidad,
pero no pensé que le interesaría saber con quién estaba saliendo Jennifer Aniston.
—Está bien, déjame adivinar. Taylor Swift tiene un nuevo novio, y Justin Bieber
hizo el ridículo en un club.
Yo resoplé.
—¿Estoy cerca? —Sonriendo, tomó otro sorbo de su cerveza.
—No te imaginé como el tipo de persona que está al día con chismes de
celebridades. —Me reí.
—Tengo una hija. Solo tiene cuatro años, pero de alguna manera lo sabe todo.
Sonreí.
—Eso es impresionante. Tal vez debería contratarla para que sea mi asistente.
—Estaría aquí diciéndote cómo escribir tu columna el primer día.
Me reí y tomé otro sorbo de cerveza, sintiendo como el calor había vuelto a
subir en la habitación. Sin embargo, no pude negarlo. Las mariposas definitivamente
todavía estaban allí, a pesar de mis mejores esfuerzos para mantener las cosas
platónicas.
Nunca me había sentido así antes con un chico, especialmente después de la
forma en que nuestro ligue había ido. De hecho, incluso cuando las cosas iban bien
con un chico, generalmente me aburría con ellos después de una semana o dos. Por
otra parte, ninguno de los dos terminó esa noche, así que tal vez me estaba
recuperando de la versión femenina de bolas azules. En unas pocas semanas, la
tensión se aliviaría y, con suerte, no estaría imaginando saltar a la cama con él cada
cinco minutos.
—Probablemente debería regresar y asegurarme de que Maddie no haya
prendido fuego a la casa. —Se levantó y se estiró, y su camisa se levantó lo suficiente
39

para que pudiera echar un vistazo a sus abdominales duros como una roca.
Página

Me mordí el labio. No, Kate. Me abofeteé mentalmente. Este era exactamente


el tipo de cosas en las que tenía que dejar de pensar. Lástima que aún pudiera
recordar cómo se sentían esos abdominales bajo mis manos mientras lo montaba.
—Nos vemos. —Sonreí, tratando de fingir que no estaba recordando cómo se
sentía su pene dentro de mí, y lo acompañé a la puerta.
—Gracias por la cerveza —dijo, luego agregó con una sonrisa socarrona—. Y
hazme saber si necesitas algo. A juzgar por lo que vi antes, parece que lo estás
pasando muy bien hasta ahora.
Le di una palmada en el hombro y solté una risa.
—No tienes permitido decirle a nadie sobre eso.
—Está bien, mis labios están sellados. —Él sonrió antes de bajar las escaleras.
Una vez que se fue, me derrumbé en el sofá, tratando de recuperarme de la
montaña rusa que era mi atracción por Hunter. Pero fue bueno saber que podríamos
divertirnos juntos sin volvernos horizontales.
Decidí trabajar aún más duro para mantener nuestra relación estrictamente
arrendador e inquilino. Después de todo, yo era una típica persona con fobia al
compromiso; ni siquiera podía comprometerme con un gato o un color distintivo de
lápiz labial. ¿Qué pensaba que estaba haciendo fantaseando acerca de involucrarme
con un tipo que tenía una hija? No estaba comprometida con ser un modelo estable
para su hija, y no sería justo para él o ella desdibujar las líneas en nuestra relación,
especialmente cuando las cosas inevitablemente iban al sur.
Por mucho que quisiera quitarme la ropa y terminar lo que habíamos
empezado la semana anterior, tenía que mantenerlo en PG2, sin importar cuán lindo
y útil fuera Hunter.

40
Página

2
PG: sigla que en ingles significa para todo los público, utilizado para clasificar películas que
pueden ser vistas por todos.
Seis

—No, no, no, no hay manera de que te deje usar eso en una cita. —dijo Kate,
cruzándose de brazos y sacudiendo la cabeza.
Acabo de salir de mi habitación para mostrarle lo que pensé que era un
atuendo razonable para un tipo de cita casual comencemos con las bebidas y
veamos a dónde va. ¿Pero basado en la mirada horrorizada en su rostro? Estaba
completamente equivocado.
—¿Qué hay de malo en esto? —le pregunté, haciendo un gesto hacia mis
pantalones caqui y mi camisa de cuadros azules. No hubiera llegado tan lejos como
para llamarme un experto en estilo, pero no creía que este atuendo fuera así de malo.
Las cejas de Kate se alzaron hacia arriba, sus ojos se agrandaron con
desaprobación.
—¿Caqui? —exclamó ella—. ¿Para ir a beber?
—Son agradables —dije a la defensiva, alisando la parte delantera de los
pantalones con las palmas.
Kate se ablandó por un momento, sin cruzar sus brazos y suspirando.
—Son agradables —dijo, inclinándose hacia adelante desde su lugar en el sofá
para tomar otro sorbo de su copa de vino—, si vas a la iglesia un domingo y un picnic
después. Pero vas a ir a una cita. Te lo ruego, vuelve a intentarlo. —Ella asintió
autoritariamente, frunciendo el ceño junto con una mirada determinada.
—Bien —murmuré, girándome para volver a subir las escaleras. Pero tuve que
admitir que una parte de mí se estaba volviendo loco por esto, recordando la forma
en que había llamado cursi a mis líneas de ligar esa noche en el bar.
—Ve a ponerte unos jeans. ¡Oscuro, por favor! —me gritó mientras doblaba la
esquina de mi habitación—. Y nada demasiado holgado —dijo de nuevo.
Desabrochándome la camisa, no pude evitar sonreír y negar con la cabeza por
41

lo cómoda que estaba Kate dándome órdenes. Solo hemos sido vecinos durante un
Página

par de semanas, pero parecía que nos conocíamos desde hacía años. Incluso si las
cosas entre nosotros tuvieron un mal comienzo, era bueno tener a otro adulto con
quien compartir una bebida. El solo hecho de tener a alguien con quien hablar y reír
hizo que la casa no pareciera demasiado callada.
El único pequeño problema fue Maddie. No era que no le gustara Kate, pero
aún sospechaba de todo el asunto de tiempo especial entre adultos, algo que
teníamos que andar con cuidado.
Esta noche, sin embargo, Maddie estaba con sus abuelos, lo más probable es
que estuviera siendo extremadamente mimada por ellos. Cuando quedó claro que
la madre de Maddie no iba a ser parte de la imagen, me aseguré de mudarnos más
cerca de mis padres. Honestamente, tenerlos a mano fue una bendición. Amé mi vida
con Maddie y no cambiaría nuestro tiempo juntos por nada del mundo, pero el
hecho es que a veces necesitaba apoyo, sin importar cuánto me gustara asistir a
fiestas de té y usar tiaras.
De pie frente a mi closet abierto, empujé algunas camisas en sus perchas,
buscando algo más adecuado para ir a tomar unas copas. Después de tirar un par
de jeans oscuros en la cama, continué hurgando en mi armario, finalmente
escogiendo un suéter gris. Rápidamente me puse el nuevo atuendo y regresé a la
sala de estar, listo para ser insultado por Kate nuevamente.
Caminé hacia el frente del sofá para encontrarla esperándome con su copa de
vino en la mano. Sonriendo, levante una ceja con curiosidad, y ella rápidamente dejó
la copa en la mesita de café frente a ella. Antes de que pudiera decir algo
remotamente burlón, se puso de pie con un chillido agudo, aplaudiendo y asintiendo
con aprobación.
—¡Mírate! Esto es perfecto. Los jeans son geniales, y ese suéter... —La mirada
de Kate se deslizó sobre mis pectorales y hombros, su expresión se movió lo
suficiente como para que sintiera una leve sacudida de electricidad entre nosotros—
. Es genial —dijo rápidamente, acercando sus ojos a los míos y forzando una sonrisa.
—Me alegra ver que lo apruebas. —Sonreí.
Ella se rio y golpeó mi brazo con el dorso de su mano. Incluso mientras se
acomodaba en su asiento en el sofá, aparentemente casual e imperturbable, todavía
podía sentir la chispa entre nosotros.
—Oye, tu teléfono zumbó mientras te estabas cambiando. No verifiqué quién
era, no importa cuán entrometida quería ser. —Ella alzó las cejas, con una sonrisa
maliciosa en su rostro.
42

—Una copa más de vino, y estarás pirateando mi teléfono en un abrir y cerrar


Página

de ojos. —Tomé mi teléfono y escribí mi código de acceso. Era un mensaje de texto


de Heather, la mujer con la que se suponía que iba a tomar unas copas en treinta
minutos, diciéndome que había surgido una emergencia laboral y que, después de
todo, no podría ir a nuestra cita.
Suspiré.
—Bueno, espero que no tengas planes para el resto de la noche. Mi cita se
canceló, y no hay forma de que esté desperdiciando una noche sin niños.
El rostro de Kate cayó, luego cambió rápidamente a algo más enojado.
—¿Qué demonios? —dijo, poniéndose de pie—. ¿Ella está ignorándote
minutos antes de la cita?
—Para ser justos, estoy muy seguro de que ignorar es cuando simplemente
dejas de responder a alguien de la nada. Al menos tuvo la cortesía de hacerme saber
que esto había terminado antes de que empezara. —Agarré mi copa de vino de la
mesa de café y me senté en el sofá.
La expresión de enojo de Kate se transformó en una de indignación.
—¿Por qué no pareces sorprendido? ¿O enojado? —Se paseó por la sala
mientras me hacía un gesto enfático.
—Porque no lo estoy —dije entre sorbos de vino—. No sería la primera vez que
una cita me busque en las redes sociales y se entere que soy un papá. —Por eso a
veces es mejor hacer estas cosas un poco más espontáneas, como recoger a alguien
en un bar.
—Eso es una tontería —se burló, dejándose caer en el cojín opuesto del sofá,
frunciendo el ceño con frustración—. Entonces, ¿crees que ella canceló porque tienes
una hija?
—Tal vez sí, tal vez no. Pero sucede más a menudo de lo que piensas. Espera
un segundo. ¿No es también ese tu motivo? —Le di una mirada burlona.
—Bueno no. Yo solo, no estoy buscando nada serio. —Tropezó con sus
palabras, obviamente aturdida por mi pregunta—. Con cualquiera —agregó, más
para sí misma que para mí.
Le di una mirada incrédula.
—Entonces me estás diciendo que si quisiera tener una aventura contigo,
puramente sexual, sin ataduras, ¿participarías? —Mientras hablaba, me incliné hacia
ella en el sofá, consciente de nuevo de esa chispa apareciendo entre nosotros.
43

Ella me miró con los ojos abiertos por un momento antes de parpadear.
—Tú y yo tenemos la edad suficiente para saber que eso sería una idea terrible.
Página

Sostuve su mirada un momento más, los recuerdos de la primera noche que


nos vimos pasaron por mi mente. Tal vez ella tenía razón. Tal vez una aventura casual
con mi nueva inquilina era una idea terrible. Y todavía... tal vez era exactamente lo
que ambos necesitábamos.
Me paré y recogí nuestras copas vacías.
—Sexo casual o no, me alisté para una cita, y eso solo puede significar una cosa.
—¿Qué es eso? —preguntó, cruzando una pierna perfectamente esculpida
sobre la otra.
—Es hora de ordenar comida para llevar.

****
Luego de dos copas de vino más y una pizza grande con champiñones y
aceitunas, Kate y yo nos encontramos sentados a la mesa de la cocina, con lágrimas
corriendo por nuestros rostros mientras nos reíamos.
—No lo hiciste —dijo ella, con el rostro enrojecido, limpiando una lágrima de
la esquina de su ojo.
—¿Qué más se supone que debo hacer? Maddie se había cagado los
pantalones, estábamos en medio de un bosque, y en mi apuro por salir por la puerta
para nuestro día de naturaleza, me había olvidado de empacar un par de ropa extra.
—Agité las manos en señal de rendición.
Era la vieja historia de mi hija había cagado en sus pantalones, así que tuve que
atarme una camiseta alrededor de su cintura como un taparrabos durante el resto
de nuestra caminata. No era una de las que normalmente pudieras sacar en una
primera cita.
—Eres increíble —dijo Kate entre risitas, sacudiendo la cabeza y girando el vino
en su copa. Sus mejillas estaban rosadas por la risa y el vino, y su cabello había caído
suelto alrededor de sus hombros, ligeramente despeinado ahora que estaba lo
suficientemente achispada. Sabía que ella era una bomba desde el momento en que
la vi en el bar todas esas noches atrás, ¿pero en este momento? Ella no era
simplemente sexy. Era hermosa.
—Entonces, dime, Kate —dije, inclinando mi cabeza hacia un lado y mirándola
con los ojos entrecerrados—, ¿cómo una chica como tú terminó viviendo sobre mi
garaje? ¿Botaste a un pobre bastardo y lo dejaste para que se valiera por si solo en
el apartamento de la ciudad que solían compartir? —Definitivamente, era el vino lo
que me ponía atrevido, haciendo las preguntas que me había estado guardando
44

durante semanas.
Página

Ella sonrió y sacudió su cabeza.


—No, no fue nada tan emocionante o dramático, al menos para mí. Mi
compañera de habitación acaba de comprometerse, y resulta que, las parejas recién
comprometidas no quieren realmente que haya otra compañera de cuarto alrededor
para bloquearlos todo el tiempo.
Asentí.
—Eso tiene sentido, supongo. ¿Entonces realmente no hay nadie a quien
dejaras atrás? ¿Solo tienes una fobia al compromiso de principio a fin?
—Bueno, no diría que tengo una fobia al compromiso, aunque mis amigas
probablemente sí lo harían —respondió encogiéndose de hombros.
Me recosté en mi silla, crucé mis brazos y le di una larga y mesurada mirada.
—Suena solitario —dije, mi tono bajando.
—Para eso son los bares. —Ella arqueó una ceja y me dio una mirada de
complicidad.
—Touché.
Nos sentamos en silencio por un rato, mirándonos con ojos amables y curiosos.
Cuanto más aprendía sobre esta mujer, más quería saber, pero todavía no podía
decir exactamente a dónde iba todo.
—Probablemente debería irme —dijo con un suspiro, mirando el reloj que
colgaba en la pared detrás de mí.
Me volví para comprobar la hora, sorprendido de ver que era casi medianoche.
Demonios. Era más tarde de lo que esperaba.
—Bueno, gracias por ayudarme a elegir mi ropa, incluso si la cita fue un fracaso.
—dije mientras ambos nos parábamos y Kate recogía sus cosas.
—En cualquier momento —respondió ella, colocando su bolso en el hombro—
. Siento otra vez que esa perra te haya dejado plantado.
—No, no creo que ella sea una perra. Solo tengo miedo de comenzar algo que
podría volverse demasiado real.
Kate me miró sorprendida.
—No puedo decir si eso es profundo o si ambos estamos borrachos.
Nos reímos mientras caminábamos hacia la puerta principal, donde Kate se
detuvo antes de abrirla.
—Lo pasé muy bien esta noche —dijo, mirándose los pies y metiéndose el
cabello detrás de la oreja.
45

Cuando ella me miró, nuestros ojos se encontraron. Esa energía crepitó entre
Página

nosotros otra vez, y de repente, no pude ignorarla más.


Tomando su mejilla en la palma de mi mano, acerqué su rostro al mío, nuestros
labios se encontraron en un profundo, lento y sensual beso. Cuando nos separamos,
ella no respondió por un segundo, la expresión de su rostro comunicaba que estaba
claramente sorprendida. Manteniendo mi mano en su mejilla, la miré a los ojos,
buscando una señal de que ella también quería esto.
Sin una palabra, dejó caer su bolso al suelo y envolvió sus brazos alrededor de
mí, presionando su cuerpo contra el mío. Volví a tomar su boca, profundizando el
beso cuando ella separó sus labios por mí. Mis manos aterrizaron en sus caderas,
disfrutando de su forma suave y flexible, mientras sus manos vagaban sobre la parte
posterior de mi cuello, sus dedos enroscándose en mi cabello.
Un pequeño gemido se le escapó mientras movía mi rodilla entre sus piernas,
sintiendo el calor directamente a través de mis jeans. Mi miembro respondió con una
contracción, deseando ser libre, estar dentro de ella otra vez. Para terminar lo que
empezamos.
Hundí mis dedos en su piel, deseando poder arrancar las capas de mezclilla
entre nosotros. Nuestras lenguas se movieron más rápido y con mayor urgencia, y
nuestras respiraciones se hicieron más pesadas. Cada centímetro de mi cuerpo se
sentía eléctrico a su alrededor, y cuando nos besábamos, era como aumentar la
energía hacia arriba.
De repente, ella se separó, retrocediendo para dejar casi un metro de distancia
entre nuestros cuerpos. Por un momento, los dos nos quedamos allí, respirando
pesadamente, mirándonos con los ojos muy abiertos y atentos.
—Yo, uh... Tengo que irme —tartamudeó, luego recogió su bolso del suelo,
abrió rápidamente la puerta y se marchó, cerrándola detrás de ella.
Podía escuchar sus pasos mientras subía las escaleras, el sonido de la puerta
de su apartamento abriéndose y cerrándose. Me quedé en la puerta por un
momento, mi mente aún cargada con la electricidad de ese beso.
Una vez que contuve la respiración y mi mente dejó de correr, volví a la cocina
y comencé el proceso de limpieza. Cuando me paré sobre el fregadero, enjuagando
las copas, pensé en la expresión en el rostro de Kate justo antes de salir corriendo
por la puerta.
¿Fue de sorpresa? ¿Era la apariencia de alguien que quería más pero sabía que
no debería? No sabía lo que significaba, y no sabía a dónde iba esto, pero ¿lo único
46

que sabía?
Página

Quería hacer eso otra vez y terminar lo que empezamos.


Siete

Rápidamente peiné mi cabello y revisé mis dientes en busca de manchas de


pintalabios antes de salir de prisa por la puerta. Tuve que ir a la ciudad esta mañana
para una reunión con mi editor, lo que me temía. Ya había estado en mi caso toda la
semana para terminar mi columna, y lo último que necesitaba era llegar tarde. Había
estado tan distraída por la mudanza y desempacando que me había costado
sentarme para tener el trabajo listo. Y si era honesta, mi atracción por Hunter no
estaba ayudando nada.
Después de nuestro beso, había estado tan caliente y molesta que había dado
vueltas y vueltas toda la noche. Cuanto más lo pensaba, más quería tirar la
precaución al viento y ver a dónde nos llevaría esta atracción. Después de la noche
anterior, la idea de ceder a la tentación de Hunter era demasiado poderosa para
resistirla. ¿Por qué no arriesgarse? Él mismo lo había dicho; no tenía que llevar a nada
serio. Los dos éramos adultos que teníamos necesidades. Y además, nunca fui
alguien de dejar asuntos pendientes.
Distraída, sopesé mis opciones a lo largo de mi reunión. Era difícil concentrarse
en algo que no fuera la propuesta de Hunter. ¿Había sido serio? ¿Realmente querría
una aventura casual? Pero mi reunión transcurrió sin problemas, y lo tomé como un
buen presagio.
Esa noche, después de ducharme y cambiarme, decidí pasar por el lugar de
Hunter para hablar con él unos minutos. Se había convertido en parte de mi ritual, y
uno que esperaba. Cuando me puse un poco de rímel, se me ocurrió que él solo
podría haber hecho ese comentario sobre nosotros casualmente conectando debido
al vino, o porque simplemente lo habían plantado. Tal vez sonó bien en teoría, pero
cuando se llegó a ello, él podría decidir que no estaba lo suficientemente interesado
como para enturbiar las aguas de nuestra relación.
Molesta por cómo mi mano que sostenía la varita del rímel temblaba, aparté el
rímel y respiré hondo. Tranquilízate, me dije.
47

Esto no era como yo. Nunca me senté preguntándome qué pensaba un chico
Página

sobre mí. En el pasado, cuando las cosas no funcionaban con alguien, siempre sabía
que era lo mejor. Sabía que me estaba moviendo al siguiente capítulo de mi vida, y
lo hacía sin arrepentirme.
De hecho, consideraba un motivo de orgullo que nunca se hubiese roto mi
corazón. Nunca había sido el tipo de mujer que temía decir lo que pensaba, o le
preocupaba lo que un hombre pensaba de ella, y no tenía la intención de empezar
ahora.
Con nueva determinación, respiré hondo y me puse mis sandalias. Haciendo
una pausa antes de salir por la puerta, esperaba estar haciendo lo correcto.
Hunter abrió al primer golpe. Todavía me sorprendía lo atractivo que se veía
cada vez que lo veía, y esta noche no era la excepción.
—Hola —le dije sonriendo.
—Hola, Kate. ¿Qué pasa?
Contuve el aliento mientras miraba sus sexys ojos oscuros, y observé como una
sonrisa transformaba su rostro. Estaba a punto de abrir la boca y derramar todo lo
que había estado pensando, pero luego la cabeza de Maddie se asomó por la puerta.
—Oh, es ella —dijo ella, girándose para volver a entrar con el ceño fruncido.
—Maddie —dijo Hunter en tono de advertencia, pero ella ya se había alejado.
Se volvió hacia mí con una sonrisa de disculpa—. Lo siento por eso. ¿Está todo bien?
Mi sonrisa vaciló. Era tan idiota ¿Por qué pensé que podía irrumpir aquí y soltar
mis sentimientos? Obviamente, Maddie estaba en casa. Necesitaba recomponerme;
Estaba dejando que mi deseo por Hunter nublara todo pensamiento racional.
—Oye. —Sonreí, cambiando las cosas—. Solo quería bajar y preguntarte si
estarías tomando una bebida después del trabajo más tarde esta noche.
—Lo haría, pero estamos en medio de un dilema por aquí —dijo, haciendo un
gesto hacia adentro.
—¿Está todo bien? —Horrorizada, fruncí el ceño. No solo había hecho un
desastre con todo esto, sino que ahora había interrumpido algún tipo de emergencia
familiar. Increíble.
—No, lo siento, nada de eso. No quise sonar dramático. Es más una emergencia
en la cocina que una verdadera emergencia. —Se rio y mi estómago dio un pequeño
vuelco de alivio.
—Ahora estoy libre de gluten. —Maddie había regresado con un libro de
cocina—. Pero él no sabe cómo hacer nada. —Señaló a Hunter, quien se echó a reír.
48

—He sugerido al menos cinco cosas, y no quieres ninguna de ellas —dijo,


medio divertido, medio exasperado. Me lanzó una mirada suplicante.
Página

—Todos sonaban mal. —La niña arrugó la nariz.


En realidad, era bastante linda cuando no me lanzaba dagas con sus ojos. Podía
ver el parecido con su padre con sus ojos oscuros bordeados por pestañas más
oscuras y cabello castaño suave que no podía decidir si quería rizarse o quedarse
lacio.
—En realidad, también estoy libre de gluten —dije, con la esperanza de que tal
vez pudiera ser útil por una vez—. Podría ayudarlos, chicos. Cocino todo el tiempo.
—Eso sería increíble —dijo Hunter rápidamente, el alivio en su rostro fue
obvio—. Hemos estado yendo y viniendo así durante una hora.
Maddie lo miró con escepticismo, pero no dijo nada. Hunter me indicó que
entrara y los seguí a la cocina, donde había una bolsa de comestibles sobre el
mostrador.
—Tengo un montón de cosas sin gluten —dijo, sacando un surtido aleatorio
de artículos de la bolsa.
Lo revisamos. Había espaguetis sin gluten, algunas papas y una bolsa de
quínoa. Levanté una ceja hacia él. ¿Eso era todo?
—No tengo idea de lo que estoy haciendo —admitió.
—No te preocupes —le dije, mirando lo que había comprado—. Tengo un plan.
—Haz lo que tengas que hacer. —Él levantó las manos—. Te lo debo a lo
grande. Lo que quieras, es tuyo.
Saqué cosas de los armarios y las coloqué en el mostrador, preparando una
receta a medida que avanzaba. Sabía lo difícil que podía ser cocinar comidas sin
gluten, y me impresionó que Maddie estuviera dispuesta a probar algo nuevo.
Secretamente, esperaba que cocinar para ellos me diera puntos tanto con Hunter
como con Maddie.
Mientras buscaba miel en su gabinete, me di cuenta de que me estaban
mirando.
—Ustedes dos pueden ir a relajarse. Tengo esto —dije, girándome para
saludarlos después de sacar las pechugas de pollo de la nevera.
Maddie corrió por la puerta hacia el patio trasero, donde comenzó a patear una
pelota de fútbol.
—Lo siento, ella todavía está un poco nerviosa a tu alrededor —dijo Hunter.
49

—Está totalmente bien. —Deseché su preocupación—. Ella me mantiene alerta.


—Si estaba siendo honesta, ahora que la mortificación había desaparecido, estaba
Página

empezando a pensar que era algo gracioso. Me gustaba que Maddie tuviera un poco
de agallas.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —oreció. Todavía llevaba puesta su
ropa de trabajo, un traje azul oscuro con una camisa blanca abotonada, que llevaba
muy bien. Llevaba un traje la primera noche que lo conocí.
Lo único que podía hacer para ayudar a apagar este fuego era inclinarme sobre
la mesa de la cocina, pero por supuesto no podía decir eso.
—Lo tengo. Puedo ser un poco mandona en la cocina, así que probablemente
sea mejor que no seas testigo de eso.
Sobre todo, necesitaba sacarlo de aquí para poder concentrarme en cocinar la
cena en lugar de pensar en asar su salchicha con mi lengua.
—¿Por qué eso no me sorprende? —Se rio entre dientes.
Yo también soy mandona en el dormitorio, pero eso ya lo sabes, pensé, pero
me mordí la lengua. Después habría mucho tiempo para hablar sucio. Es decir, si
todo iba como esperaba.
Intenté no pensar en eso mientras cortaba las papas y freía el pollo. Por suerte,
me metía tanto en la zona cuando cocinaba que pude someter mi libido hiperactivo.
Me sentí sorprendentemente cómoda en la cocina de Hunter, y fue agradable cocinar
para otra persona para variar. Me encantaba probar una nueva receta, pero era
menos emocionante cuando no había nadie con quien compartirla. Cocinar para uno
era simplemente aburrido, así que muchas noches, lo saltaba por completo.
Una hora más tarde, había preparado una comida completa que esperaba que
al menos fuera lo suficientemente agradable para mi pequeña amiga-enemiga. Mi
versión de tiras de pollo sazonada con miel y ajo, ensalada de papa asada y un pastel
de chocolate sin harina para el postre.
Hunter había insistido en que me quedara y comiera con ellos, y no me había
negado.
—Esto es increíble —dijo después de tragar un bocado de pollo—. ¿Esto es
libre de gluten?
—Lo es. Lo he estado haciendo durante años. Y gracias. —Le sonreí, nuestros
ojos se encontraron. Mi pulso saltó como si hubiera perdido un paso.
Rápidamente aparté la mirada, esperando que Maddie no se hubiera dado
cuenta. Tenía la esperanza de que ella y yo pudiéramos cambiar nuestra relación en
la dirección correcta, y que ella me viera babeando sobre su padre no iba a ayudar.
50

Afortunadamente, ella estaba ocupada mirando su plato con suspicacia. La observé


mientras metía su tenedor y le daba un pequeño mordisco. Sus ojos se agrandaron
Página

mientras masticaba, y daba otro bocado.


—¿Cómo está, Maddie? —le pregunté. Claramente no se dio cuenta de que la
había estado observando, porque inmediatamente dejó de masticar y se encogió de
hombros.
—Es bastante bueno —dijo ella en un tono no comprometido.
Tuve que contener una carcajada. Tal vez eventualmente podría ganármela si
seguía alimentándola.
—Entonces, Maddie, ¿cómo está el preescolar? —pregunté.
—Cuéntale sobre tu proyecto de ciencias —dijo Hunter.
Los ojos de Maddie se iluminaron de una manera que nunca había visto antes
cuando describió cómo estaban aprendiendo acerca de las huellas fosilizadas de
dinosaurios.
—Hicimos nuestros propios fósiles al poner nuestras manos en barro, y la
próxima semana iremos al museo para ver huesos de dinosaurios reales —dijo
emocionada, y su entusiasmo era contagioso.
Sonreí.
—Eso es increíble.
Continuó describiendo los fósiles de dinosaurios con más pasión de la que
jamás había visto. Incluso se sabía los nombres propios de dinosaurios de los que
nunca había oído hablar.
Después de que habíamos comido, Maddie corrió afuera para continuar
jugando. La observé por la ventana por un minuto y no pude evitar sonreír. Estaba
practicando volteretas, y la expresión de pura determinación en su rostro era
adorable. Puede que aún no confíe en mí, pero me di una palmadita en la espalda
por comenzar a comunicarme con ella.
Y pasar tiempo con ellos fue más divertido de lo que esperaba, lo que me hizo
sentir más atraída por Hunter. Normalmente no me gustaba todo el tema de papá,
pero definitivamente se veía bien en él. Su hija se portaba bien, y él era cariñoso con
ella, pero firme. Era un hombre de verdad. Uno con responsabilidades, un hogar y
una niña, y algo acerca de que él tuviera su vida bajo control era extremadamente
caliente para mí. Era un tipo de afrodisíaco de padre soltero que nunca antes había
experimentado.
Me volteé desde la ventana, así que estaba frente a Hunter, solo unos pocos
51

centímetros nos separaban.


Página

—Maddie es demasiado terca para decirlo, pero a ella le encantó la comida.


Nunca termina su plato así cuando cocino. Por otra parte, apenas sé cómo hacer
nuggets de pollo congelado.
Sonreí, más conmovida de lo que habría esperado de escuchar que a Maddie
le gustó.
—Espero que esto compense el trauma por el que la he hecho pasar.
Hunter se echó a reír.
—Yo diría que te ha perdonado. Pero en serio, gracias por esto. Eres un
salvavidas.
Hubo un latido de silencio. Era ahora o nunca, y tenía que esperar que él
estuviera a bordo. Si no lo estaba, al menos sabría que había sido honesto. Tomé
aliento
—Entonces escucha. Tal vez estoy leyendo demasiado en esta situación, pero
en caso de que no lo esté... —Lo miré a los ojos, mi pulso acelerado. Traté de pensar
en una forma discreta de expresarlo, luego decidí soltarlo—. Claramente tenemos
una atracción...
Dios, ¿por qué mi estómago está repentinamente en nudos? Era como volver a
ser una estudiante de décimo grado, preguntando si le gustaba a un chico.
Siguiendo adelante, dije:
—Tal vez sea un poco convencional, pero creo que ambos somos lo
suficientemente maduros para manejar algo físico entre nosotros sin dejar que se
ponga demasiado complicado. —Además, cada vez es más difícil no saltar encima
de ti cada vez que te veo.
Mi corazón palpitaba, esperé, incapaz de leer su reacción. Me dije a mí misma
que estaría bien si no estuviera interesado. Había muchos otros hombres ahí fuera,
¿verdad?
Pero su rostro permaneció impasible mientras me miraba, y me preocupé cada
vez más.
Puede haber muchos otros hombres, pero ninguno de ellos era como Hunter.

52
Página
Ocho

Bien, jódeme. La combinación de las palabras que Kate acababa de decir y el


fuego ardiendo en sus ojos hicieron que toda clase de pensamientos sucios pasaran
por mi mente.
Después de lo rápido que se había ido la otra noche en medio de nuestra muy
ardiente sesión de besos, pensé que la puerta estaba cerrada para cualquier cosa
física entre nosotros. Me encantó tenerla aquí, me encantó verla cocinar esta noche,
y me había pasado toda la noche diciéndome que estaba bien porque las cosas eran
estrictamente platónicas.
Pero viendo que me acaba de decir en términos muy claros que quería
comenzar a tener sexo casual, claramente estaba equivocado. Y con la misma
claridad, estaba totalmente y de todo corazón jodidamente abordo al sexo de
cualquier tipo con esta mujer. Casual, comprometido, tántrico, no me importaba. La
erección que había estado luciendo casi sin parar a su alrededor estaba lista para dar
el paso, literalmente.
Gemí y me pasé las manos por el cabello.
—Me estás matando. ¿Lo sabes, verdad?
—¿Me dirás lo que estás pensando? —Kate apoyó sus codos frente a mí en el
mostrador, inclinándose hacia adelante lo suficiente como para darme la vista
perfecta de su escote, causando un revuelo detrás de mi cremallera.
—Estoy pensando que lo último que quiero hacer ahora es jugar a papá y llevar
a mi hija a la cama —le respondí con voz baja y grave.
—Me alegra que estés a bordo —murmuró, su mirada vagando perezosamente
sobre mi cuerpo.
—¿Vienes esta noche después de las nueve? —Si hubiera podido presionarla
contra la pared en ese momento, lo habría hecho, pero lo último que necesitábamos
53

era que Maddie nos atrapara por segunda vez.


—¿Por qué no vienes a mi casa, donde sabemos que no habrá ninguna...
Página

visitante inesperada? —dijo ella, moviéndose a mi lado en el mostrador así podía


sentir el calor de su piel junto a la mía.
Volví a gemir y me froté la nuca.
—Me gusta estar en casa mientras Maddie está dormida. Pero la puerta de mi
habitación tiene una cerradura, por lo que no nos volverán a interrumpir. Lo prometo
—añadí, volviéndome y mirándola a los ojos.
Kate suspiró y cambió de postura. Prácticamente podía ver los engranajes
trabajando en su mente.
Por favor, no dejes que mi hija sea la única cosa que te detenga.
—Está bien —dijo, sonriendo suavemente—. Nos vemos a las nueve.
Poco después de que Kate se fue, llamé a Maddie para que empezara su rutina
nocturna. Afortunadamente, tener a Kate preparando la cena más una media hora
extra de tiempo de juego en el exterior había agotado lo suficiente a Maddie, por lo
que estaba tan dulce y dócil como siempre durante el baño y el cepillado de los
dientes.
Metiendo a Maddie en su cama, le quité el cabello todavía húmedo de la frente
y le di un beso.
—Buenas noches, cariño. Que tengas dulces sueños.
—Lo haré, papi. —Bostezó, rodando sobre su costado—. Buenas noches.
Salí lentamente de su habitación, casi cerrando la puerta detrás de mí. A ella le
gustaba dormir con la puerta entreabierta y la luz del pasillo encendida.
Caminando rápidamente al baño para refrescarme, miré el reloj. Ocho
cincuenta. Todavía tenía algo de tiempo para limpiar la cocina... y tal vez cepillarme
los dientes.
Después de colocar los platos en el lavavajillas, limpié el mostrador de la cocina
lo más rápido que pude antes de regresar a mi baño. Rápidamente me lavé los
dientes y miré mi reflejo en el espejo. Por lo que pude ver, tenía el mismo aspecto
de siempre, pero me pasé los dedos con brusquedad por el cabello unas cuantas
veces, por si acaso.
¿Por qué estaba repentinamente nervioso?
Justo cuando estaba debatiendo si debería encender una vela o dos para
establecer el estado de ánimo, escuché un suave golpe en la puerta, y mi pene ya
estaba en posición firme.
Hagámoslo.
54

Abrí la puerta principal para encontrar a Kate parada allí con una sonrisa
Página

diabólica en su rostro, su cabello ligeramente más despeinado que la última vez que
la vi.
—Estaba medio esperando que aparecieras en una gabardina sin nada más por
debajo —murmuré, llevándola dentro.
Mientras caminaba delante de mí, percibí un ligero olor a perfume con un
aroma delicioso, y no pude evitar sonreír. ¿La idea de Kate en su apartamento a solo
unos metros de distancia, arreglándose y preparándose para nuestro encuentro? Era
bastante sexy.
—¿Una gabardina? Hombre, claramente necesitas acostarte más. —Se rio entre
dientes, girándose y arqueando su ceño hacia mí. Incluso con un simple atuendo de
leggings y un suéter era sexy, y no podía esperar para poner mis manos sobre sus
curvas.
—Esa es la idea —contesté, deslizando mi brazo alrededor de su cintura y
tirando de ella hacia mí. Cerré la puerta principal y envolví una mano alrededor de
su cintura, dejando que mis dedos rozaran y apretaran suavemente su perfecto
trasero.
Inhaló bruscamente y sofocó un pequeño jadeo.
—Sin perder el tiempo, ya veo. —Pasó su mano por mi pecho y abdominales,
deteniéndose tímidamente cerca del bulto creciente en mis jeans.
—He estado esperando demasiado tiempo por esto —gruñí, mi necesidad por
ella volviéndose cada segundo más urgente. Tomé su mano en la mía y la llevé a mi
habitación, asegurándome de cerrar firmemente y bloquear la puerta detrás de
nosotros.
Más vale prevenir que lamentar.
Cuando giré, la mirada de Kate se desvió de la mía a la obvia erección en mis
jeans.
—¿Eso es por mí? —Sonrió.
Me aclaré la garganta.
—Creo que sabes que lo es.
—Ven aquí, chico grande. Creo que deberíamos establecer algunas reglas
básicas primero. —Se sentó en el borde de mi cama y me indicó que me uniera a
ella.
—Está bien. ¿Qué tenías en mente?
55

—Solo quiero asegurarme que estemos en la misma página con todo —dijo
mientras me sentaba a su lado.
Página

Mi piel todavía se sentía eléctrica con el deseo por ella, pero tenía razón.
Necesitábamos hablar sobre lo que estaba pasando.
—Bueno —dijo, echando la cabeza hacia atrás y mirando al techo—, después
de la otra noche... ese beso caliente y totalmente inesperado... me di cuenta que
claramente tenemos química. Y si estás a bordo para algo casual, y yo estoy a bordo
para algo casual, entonces ¿cuál es el punto de negarnos algo que podría ser
mutuamente beneficioso?
Sonreí, incapaz de evitar que mi mirada vagara hacia sus senos.
—Haces que parezca que estamos entrando en una transacción comercial.
—Es algo así —dijo, inclinándose hacia mí—. Cuando no hay restricciones,
debes asegurarte que cada persona obtenga exactamente lo que necesita, nada más
y nada menos.
—Parece que has hecho esto antes. —Le di una mirada burlona.
—El sexo casual resulta ser mi fuerte —respondió con un guiño—. Pero no,
nunca he hecho esto. Oficialmente, al menos. Soy más una chica de una o dos
noches. Tres o cuatro si él merece la pena. —Se echó a reír y me obligué reír con ella.
La idea de que hiciera esto con otro hombre me hizo querer poner mi puño a través
de una pared.
No era que me sintiera posesivo o amenazado por su experiencia. Por el
contrario, estaba claro, más que nunca, que ella sabía exactamente lo que quería.
Yo, por otro lado, aunque no era ajeno al ligue ocasional, una parte de mí
siempre se preguntaba si una conexión podría convertirse en algo más serio. Algo
duradero. Alguien que amaría a Maddie tanto como yo.
Pero lo sabía, en el momento en que incluso hice alusión de querer a alguien
que me aceptara como un paquete, para amarme y amar a mi hija, Kate estaría en el
primer autobús que saliera de la ciudad. Ella no tenía ningún compromiso, y si esto
era todo lo que obtendría de ella, entonces tomaría lo que pudiera.
Me aclaré la garganta, dándome cuenta que ella estaba esperando que
respondiera.
—Eso es justo —dije, apoyándome en mis manos—. Entonces, ¿qué es
exactamente lo que necesitas? Quiero asegurarme de que te sientas cómoda.
—Creo que es mejor que siempre seamos honestos cuando nos
comuniquemos —respondió con tono serio—. En el momento en que uno de
nosotros comience a mentir sobre lo que queremos o evite tener una conversación
56

real, es cuando todo esto se viene abajo y todo se vuelve más complicado de lo que
debería ser.
Página

Asentí. Honestidad. Podía hacer eso.


—Totalmente de acuerdo. ¿Algo más?
—Hmm. —Inclinó su cabeza de lado a lado—. ¿Tal vez no dormir fuera de casa?
Abrazarse durante la noche es una forma segura de atrapar sentimientos.
¿Atrapar sentimientos? Lo hacía sonar como la plaga.
—No dormir fuera de casa, lo tengo. Además, con Maddie, probablemente no
sea una buena idea.
—Exactamente. —Kate asintió, cambiando su posición en la cama así estaba
frente a mí de pleno—. ¿Alguna regla básica que te gustaría establecer?
Sonreí, encontrando la mirada atenta en su rostro adorable e increíblemente
sexy.
—Creo que eso lo cubre. Honestidad y no dormir fuera de casa.
Incliné su barbilla hacia la mía, robando un dulce beso, y cuando sus labios se
separaron, profundicé el beso. La sensación de su lengua explorando la mía me puso
duro de nuevo. Era como si mi cuerpo tuviera memoria muscular y supiera que
estábamos a punto de tener otra oportunidad para esto.
Retrocediendo por un segundo, me encontré con sus ojos.
—Me avisarás si quieres llevar las cosas a un... lugar más pervertido, ¿verdad?
¿No me dirás que te ahogue en el calor del momento sin que nosotros hablemos de
eso primero?
Ella se echó a reír.
—La asfixia no es realmente mi fetiche, pero sí, hablaremos de ello antes de
entrar en cualquier nuevo territorio entre las sábanas. ¿Algún fetiche tuyo del que
tenga que estar enterada?
—Solo lo usual. Me gustan especialmente los orales.
—Hmm, un hombre al que le gustan las mamadas. Estoy atónita.
Me reí.
—Recibir es bueno, pero en realidad me refería a dar.
Ella parpadeó como si esto la sorprendiera.
—Oh.
—Lo he estado pensando durante semanas. Lo que te gustaría, los sonidos que
harías. Qué tan rápido puedo hacer que te vengas por mí —murmuré, llevando mi
boca a su cuello.
57

Kate dejó escapar un ruido suave y lleno de necesidad, acercando sus labios a
Página

los míos. Me incliné y nuestras bocas se encontraron en un suave y cálido beso.


Gimió suavemente, y nuestros besos se hicieron más rápidos, más urgentes. La
levanté encima de mí, balanceando sus piernas sobre mis caderas, de modo que
estuviera a horcajadas sobre mí mientras me sentaba en la cama, apoyándonos a
ambos.
Moví mis labios de nuevo a su cuello, mordisqueando suavemente el lóbulo de
su oreja mientras deslizaba mis manos debajo de su camisa para desabrochar su
sostén.
Una vez que el broche se abrió, rápidamente se sacó la camisa y el sostén sobre
la cabeza y los arrojó por la habitación. Mis manos se movieron a la redondez
completa y flexible de sus pechos, masajeándolos gentilmente y frotando sus
pezones entre el pulgar y el índice. Deleitándome en la sensación ya que nuestro
tiempo había sido tan fugaz esa noche.
Gimió, arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás. Moví mi boca de
su cuello, arrastré mi lengua a lo largo de su clavícula y me hundí en sus pechos. Olía
a cielo. Un cálido aroma femenino con un rastro de vainilla. Su respiración se volvió
pesada cuando comenzó a mover sus caderas sobre las mías, la fricción de nuestra
ropa hacía que mi pene se volviera más rígido por segundo.
—Quítate esto —dijo, deslizándose de mi regazo y tirando de mi pretina.
Después de desabrocharme el cinturón, desabrochó mis jeans y alcanzó mi ropa
interior para sacar mi pene.
Nos besamos de nuevo, más rápido y más áspero que antes, mientras Kate
pasaba su mano sobre mi longitud, causando que gemidos bajos y gruñidos se
elevaran desde lo más profundo de mí.
Jesús. Definitivamente ha pasado un tiempo desde que una mujer me ha
tomado en sus manos.
—Eso se siente increíble.
Mientras ella continuaba con ese movimiento, me quité la camisa y la tiré a un
lado. Nos recostamos en la cama, gimiendo y respirando con dificultad, y deslicé la
mano en sus pantalones, mis dedos encontraron rápidamente el calor y la humedad
entre sus muslos. Froté a lo largo de ella.
—Estás tan mojada —susurré, mi voz se volvió ronca por el increíble
movimiento de su mano.
—Estas como una roca —susurró de vuelta—. Y olvidé lo bonito que era tu
58

pene.
Página

—¿Bonito? —La palabra detuvo el movimiento de mis dedos.


Se echó a reír, bajando la mirada a su mano y disminuyendo sus movimientos
contra mí.
—Sí. Mira.
Mientras su palma trabajaba sobre mi longitud rígida, miré hacia abajo,
tratando de ver lo que ella veía. Una erección gruesa de ocho pulgadas de color
carne que sus dedos ni siquiera podían cerrar. Pero ¿bonito? Eso fue difícil pasar.
—Alteración a nuestro acuerdo. No utilicemos la palabra bonito nunca más en
relación a cualquiera de las partes de mi cuerpo, especialmente mi pene —dije,
presionando mis labios contra los de ella.
—De acuerdo.
Podría haber continuado así para siempre, los dos tomándonos nuestro tiempo,
extrayendo más placer de lo que hicimos antes. Pero esta era la primera vez que
tendríamos relaciones sexuales ininterrumpidas, y no había forma que dejara que
terminara con un trabajo manual.
Me aparté de ella para pararme y salir de mis jeans. Inclinándome, lentamente
quité los leggins del cuerpo de Kate, saboreando cada momento mientras desvelaba
más y más su piel suave y flexible.
—Eres tan jodidamente sexy —murmuré, tomando un vistazo antes de unirme
a ella en la cama. Estaba más que listo para la noche que había estado esperando
desde la primera vez que la vi.

59
Página
Nueve

Apenas podía creer que esto estuviera pasando. Después de que Hunter había
acostado a Maddie, yo había regresado a hurtadillas y no había tardado mucho en
que las cosas se pusieran calientes y pesadas. La anticipación solo me había hecho
quererlo más y apenas habíamos cerrado la puerta antes de que la ropa saliera
volando.
Dejé escapar un suave gemido mientras la lengua de Hunter trazaba sobre mi
pezón. Por suerte, era tan bueno en esto como lo recordaba de la noche de mi
cumpleaños. Se movió al otro pecho, burlándose de mí con su lengua mientras sus
manos se deslizaban hasta la cintura de mis bragas. Arqueé mi espalda, anticipando
que sus dedos se deslizarían contra mí, pero en cambio él movió su mano para
acariciar la cara interna de mi muslo.
Me volveré loca si no me toca pronto.
Levantó su cabeza de mi pecho, mirándome a los ojos mientras movía su mano
de mi muslo al interior de mis bragas negras de encaje. Se movió tortuosamente
lento antes de deslizar suavemente un dedo a lo largo de mi humedad. Dejé escapar
un jadeo mientras me acariciaba con más firmeza, la tensión se acumulaba dentro
de mí. Hunter me miró, su profunda y sexy mirada clavándose en la mía, y mientras
deslizaba dos dedos profundamente dentro de mí, solté un grito de placer. Sus
dedos me tocaban en todos los lugares correctos, y sabía que no iba a durar mucho.
Y luego su boca se movió más abajo, dejando húmedos besos contra mi núcleo
necesitado hasta que encontró mi clítoris y le dio una firme succión.
Mis caderas casi se salieron de la cama por lo bien que se sentía. No había
incomoda torpeza, ni toques tentativos. Sabía exactamente lo que estaba haciendo,
y santo infierno, el hombre tenía una lengua talentosa.
En unos minutos, estaba moliéndome contra él, gimiendo suavemente mientras
su lengua trazaba el patrón más delicioso sobre mi ardiente carne.
60

Gemí su nombre y cada músculo de mi cuerpo se tensó, mis caderas se mecían


Página

con el movimiento de sus dedos dentro de mí. Justo antes de que estuviera a punto
de perder todo el control, retiró su mano. Dejé escapar un gemido, deseando más.
—Necesito estar dentro de ti cuando te vengas —murmuró él, besando mi
muslo interior.
Bajó de la cama mientras intentaba recuperar el aliento, quitándome las bragas
antes de tirarlas al suelo.
Se puso de rodillas, revelando el pene más absolutamente perfecto. Incapaz de
detenerme, me senté y lo alcancé, acariciando lentamente su longitud. Gimió de
placer, y lo empujé de nuevo en la cama para que pudiera sentarme a horcajadas.
Me moví por su cuerpo, besando su pecho, pasando mi lengua por sus pezones.
Pasé mi lengua por sus abdominales, luego hice una pausa antes de moverla sobre
la punta de su miembro.
Inhaló bruscamente cuando lo tomé en mi boca, pasando mi lengua sobre la
punta sensible. Moví mi boca lentamente, tomando más y más de él cada vez.
Mirándolo, me encontré con sus ojos mientras lo tomaba completamente en mi boca
hasta que su pene llegó a la parte posterior de mi garganta. Todo su cuerpo se tensó,
y podría decir que estaba cerca.
—Me estás matando —dijo en un gemido.
Levanté la vista y lo encontré apoyado en sus codos, mirándome con una
expresión de adoración. Me encantaba hacer esto por él, hacerlo sentir bien de esta
manera. Cuanto más lo conocía, más sabía que no recibía muchas dosis de placer de
esta manera.
Hunter nos reposicionó, así que estaba debajo de él, luego separo mis muslos
y agarro un condón.
La última vez, él se había quedado allí tranquilo mientras yo me movía sobre
él, pero esta noche era diferente. Hizo un trabajo rápido con el condón y luego se
dirigió a mi centro. Presionando hacia adelante, empujó dentro de mí. Dejamos
escapar un gemido colectivo, mi cuerpo temblando con la bienvenida invasión.
—Te sientes tan bien —gimió de nuevo, deslizándose más profundo. Los dos
estábamos casi allí, y no nos costaría mucho enviarnos a toda velocidad por encima
del borde en el que estábamos tan precariamente—. Tan cálida.
Arqueé la espalda para poder llevarlo más lejos, deseando sentirlo
completamente dentro de mí. Se movió lentamente, con cuidado al principio, y me
estaba volviendo loca de deseo. Se retiró por completo por un momento y lo alcancé,
necesitando que volviera, necesitando que esa conexión permaneciera intacta. Tomó
61

mis brazos y los inmovilizó sobre mi cabeza antes de sumergirse en mí con un


Página

impulso que casi me roba el aliento.


—¡Hunter!
Grité mientras él empujaba cada vez más rápido, meciendo mis caderas contra
él, el placer se acumulaba de nuevo en mi cuerpo. Estaba gimiendo en voz alta,
perdida en el momento, y él extendió la mano para taparme la boca con su mano, lo
que sólo me excitó más. Lo vi moverse sobre mí mientras el calor corría a través de
mí. Ambos estábamos corriendo hacia la línea de meta, y no pude hacer nada para
detenerlo. Envolviendo mis piernas alrededor de su cintura para que nuestros
cuerpos se entrelazaran lo más cerca posible, finalmente lo solté, sin retener nada
mientras mi cuerpo lo apretaba y ambos nos vinimos.
Ninguno de los dos se movió mientras intentábamos recuperar el aliento, el
pecho de Hunter subía y bajaba contra el mío. Después de un minuto, volvió su
cabeza hacia mí y me besó antes de moverse para acostarme a mi lado.
Se recostó en la cama y dijo:
—Eso fue…
—¿Valió la pena esperar? —pregunté, sonriendo.
—Definitivamente valió la pena esperar. No recuerdo que fueras tan ruidosa la
última vez.
Le di un golpe juguetonamente.
—No parecía importarte.
Él sonrió, deslizando su brazo alrededor de mis hombros.
Me acurruqué en él, poniendo mi brazo sobre su pecho. Había estado
preocupada por la incomodidad después del sexo, pero esto era tan cómodo que
me sentí tentada a acostarme y quedarme dormida.
Esto era tan diferente a mí; generalmente, después de terminar de tener sexo
con un chico, salía por la puerta lo más rápido posible. Acurrucarme tampoco era lo
mío, pero con Hunter todo parecía tan natural. Cerré los ojos y pasé las manos por
su firme y musculoso pecho. Sabía que tenía que volver a mi propia casa, así que me
obligué a sentarme.
—Probablemente debería salir de aquí —dije, saliendo de la cama y buscando
mi ropa.
Él asintió, y pensé ver decepción en su rostro.
—Pero esto fue genial —agregué mientras me ponía la camisa—. Al menos
esta vez, no tengo que salir corriendo avergonzada.
62

—Esa es una gran mejora. —Sonrió, poniéndose una camiseta y sus interiores.
Página

Bajamos de puntillas por las escaleras hacia la puerta principal, cuidando de no


despertar a Maddie con nuestros pasos. Prácticamente contuve la respiración hasta
que estuve afuera; podía decir con seguridad que no quería que me viera en una
posición comprometida con su papá otra vez.
—Buenas noches, Kate —dijo, apoyándose contra el marco de la puerta.
Se veía tan bien parado allí que no pude evitarlo; agarré su camisa y lo atraje
para un último beso. Incluso después de todo lo que acababa de suceder, seguía
sintiendo que me picaba la piel y volteretas en mi estómago. Su lengua se deslizó
dentro de mi boca, y agarré su camiseta más fuerte.
Cuando finalmente se retiró, tuve que recuperar el aliento. Jesús, Kate, acabas
de tener sexo. Necesitaba alejarme de él antes de comenzar a quitarme la ropa de
nuevo.
—Buenas noches —dije, dando un paso atrás.
—¿Te veo mañana?
Asentí, sonriendo, mientras él cerraba suavemente la puerta.
Prácticamente floté hasta mi apartamento. Dejando escapar un suspiro de
felicidad, me recosté en mi cama, dándome palmaditas en la espalda mentalmente
por haber tomado la decisión correcta.
¿Por qué habíamos dudado alguna vez en hacer eso? La mayoría de los tipos
con los que me acosté ni siquiera sabían dónde estaba el clítoris, y los que sí lo sabían
no sabían qué hacer con él cuando lo encontraban. Pero Hunter... él era otra cosa. Y
algunas de las cosas que podía hacer con su lengua deberían ser ilegales.
Todavía estaba saboreando el recuerdo cuando mi teléfono sonó.
Creo que podríamos haber roto la cama.
Dejé escapar un resoplido. Aparentemente, Hunter todavía estaba pensando
en eso también.
Eso no fue nada. Creo que necesitarás una cama nueva para el final de esto.
Me sonreí mientras presionaba ENVIAR.
Totalmente merece la pena.
Sonreí mientras me quedaba dormida. Hunter era sexy, increíble en la cama y
divertido para pasar el rato. No podía creer que hubiera pensado que esto iba a ser
tan complicado. Ahora, no solo tenía un gran apartamento y arrendador, sino que
vivía a solo unos pasos del mejor sexo que había tenido.
63
Página
Diez

Kate inhaló bruscamente mientras caminaba hacia mi cocina, mirando


fijamente el corte en mi mano.
—Hunter, oh Dios mío, ¿qué pasó?
—Está bien; está bien. Solo estaba tratando de hacer galletas —dije, agarrando
un puñado de toallas de papel para absorber la sangre. Aplicando presión al corte,
levanté la mano en el aire sobre mi corazón—. ¿Ves? Todo mejor.
—Pero no hay ningún paso en una receta de galletas que requiera un cuchillo
—exclamó, dejando caer su bolso en el mostrador y mirando alrededor para
descubrir qué fue lo que salió mal—. ¿Estabas tratando de cortar una cáscara de
huevo?
Para ser justos, mi mano estaba sangrando abundantemente, pero se sentía un
poco como si estuviera reaccionando de forma exagerada. Sin embargo, verla
asustada por mi bienestar era algo sexy.
—Escucha, cuando te pedí ayuda con la venta de pasteles de preescolar de
Maddie, no estaba buscando tu juicio —dije, levantando las cejas—. Claramente, las
galletas son un fiasco.
—Cuando acepté ayudarte, no me di cuenta de que estabas tan indefenso —
dijo, colocando sus manos en sus caderas mientras examinaba los ingredientes
alineados en el mostrador. Comenzó a clasificarlos todos, separando los ingredientes
secos de los húmedos, antes de chocar sus palmas y mirarme triunfante—. ¡Lo tengo!
—dijo, sonriéndome mientras se ataba un delantal alrededor de su cintura.
—¿Trajiste tu propio delantal? —Me reí entre dientes. Esta mujer es otra cosa.
—Estoy eligiendo ignorar tu burla. He decidido hacer una tarta en su lugar —
respondió, cortando la mantequilla dentro de un tazón.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó Maddie a Kate, caminando hacia la
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cocina desde el patio trasero, donde había estado jugando afuera.


Página

—Maddie, sé amable con nuestra vecina. Kate está aquí para ayudar —le dije,
levantando una ceja a mi hija mientras recogía los suministros de primeros auxilios
para mí.
—No, está bien. Esa es una buena pregunta. —Kate sonrió, quitándose el
cabello del rostro con el dorso de la mano—. Bueno, Maddie, estoy aquí para
ayudarte con tu venta de pasteles. Tu padre estaba tratando de hacer galletas, pero
no podía entenderlo del todo. Así que ahora estoy haciendo una tarta.
Maddie asintió, mirándome antes de girar y ver a Kate medir una taza de harina
y verterla sobre la mantequilla fría.
—¿La tarta tiene gluten? —preguntó Maddie, arrugando la nariz.
—No esta —respondió Kate, girando la etiqueta en el saco de harina para que
Maddie pudiera verla—. Estoy usando harina sin gluten para la corteza, por lo que
no molestará a tu barriga. O la mía —dijo con un guiño.
Maddie sonrió y se subió a uno de los taburetes del mostrador para observar a
Kate más de cerca. Kate trabajó la harina y la mantequilla juntas, asegurándose de
estar un poco de lado para que Maddie pudiera ver lo que estaba haciendo. Kate
rompió un huevo sobre la masa quebradiza, mezclándolo todo incluso más antes de
girarse para darle a Maddie una mirada larga y mesurada.
—Oye, Maddie, ¿crees que podrías ayudarme? —preguntó.
Los ojos de Maddie se ensancharon cuando asintió.
—Asegúrate de lavarte las manos primero —le dije mientras Maddie bajaba del
taburete. Rápidamente se dirigió al baño de visitas—. ¿Está bien? —Kate se volvió
hacia mí—. Supongo que debería haber consultado contigo antes de preguntarle a
Maddie. Se veía tan interesada. Además, pensé que sería bueno que finalmente se
olvidara de toda esa cosa de tiempo de adultos de una vez por todas. Darle un nuevo
recuerdo para reemplazarlo.
Los dos nos reímos.
—Está más que bien —dije—. Solo espero que no haya heredado mis
habilidades para hornear, o la falta de ellas.
No podía creer con qué facilidad Maddie parecía estar ablandándose con Kate.
Una vez que Maddie regresó corriendo a la cocina, Kate sacó la masa de la tarta y
las dos la pusieron en el molde de aluminio. Para lo anti-niños que Kate me había
dicho que era, no se podía negar que cuando se trataba de dejar que mi hija la
ayudara a hacer una tarta, era natural.
Por un momento, solo las observé, bajo el pretexto de limpiar el desastre que
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había hecho en el mostrador. Pero en realidad, era tan raro que una mujer cocinara
en mi cocina, escuchando las risitas de mi hija mientras trabajaban juntas, que quería
Página

quedarme. No había salido con nadie lo suficientemente en serio como para justificar
una domesticidad como esta desde que nació Maddie.
Kate y Maddie hicieron el relleno juntas, Kate cortando manzanas en un tazón
mientras Maddie les echaba azúcar y jugo de limón. Hice lo mejor que pude para no
merodear, pero sinceramente me fascinaba la facilidad con la que se conectaban.
Siempre me molestó que Maddie no tuviera muchas figuras femeninas en su vida,
además de su abuela y sus maestras, y ella estaba claramente disfrutando.
Las dos continuaron armando la tarta, cocinando las rodajas de manzana sobre
la estufa, agregando más ingredientes que no entendí a la mezcla, y vertiendo el
relleno en el molde. Me sorprendió lo concentrada que estaba Maddie todo el
tiempo y lo bien que escuchaba a Kate. Me pareció que podríamos haber encontrado
un nuevo pasatiempo para que Maddie explorara cuando fuera mayor.
Una vez que pusieron la tarta en el horno, Maddie se volvió y me miró
triunfante.
—¿Viste eso, papi? ¡Kate y yo hicimos una tarta! —Estaba sonriendo de oreja a
oreja, con la harina pegada a su rostro y espolvoreada por toda la ropa.
—Vi eso. Buen trabajo, cariño. —Alcanzándola, chocamos los cinco.
—No puedo esperar a probarlo —dijo Maddie, prácticamente rebotando de
emoción.
—Mientras tanto —dije mientras le quitaba la harina del cabello—. ¿Por qué
no te limpiamos a tiempo para la venta de pasteles?
—¿Puede venir Kate con nosotros? —preguntó Maddie, mirándome con los
ojos abiertos y suplicantes.
—Bien… —Miré a Kate y volví a mirar a Maddie—. Eso depende de Kate. Es
sábado, y probablemente tiene otros planes.
—Por favor, ven con nosotros, Kate —suplicó Maddie, echando la cabeza hacia
atrás y sacando el labio inferior—. Quiero decirles a todos que te ayudé a hacerlo.
Nadie creerá que él lo hizo —agregó, moviendo el pulgar en mi dirección.
Ah, sí, no hay nada como una burla de tu hija para realmente conectar con tu
ligue casual.
Fruncí el ceño y miré a Kate.
—Realmente no tienes que hacerlo. Ya nos has ayudado mucho.
—Me encantaría ir. De ninguna manera te voy a dejar tomar todo el crédito por
nuestra increíble tarta. —Ella le guiñó un ojo.
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Maddie dejó escapar un grito emocionado, rebotando en la cocina mientras


Página

hablaba sobre todas las personas con las que Kate se reuniría en la venta de pasteles.
Kate y yo no pudimos evitar reírnos, viendo a Maddie enloquecer, y caminé hasta
pararme junto a Kate.
—No quiero que te sientas obligada —le dije, con voz baja—. Voy a darle un
baño rápido a la pequeña, y será fácil inventar una excusa para ti. Las ventas de
pasteles en preescolar no eran realmente una cosa en nuestras negociaciones
recientes.
Ella sonrió, arqueando una ceja esculpida en mi dirección.
—No estoy haciendo esto porque me sienta obligada como tu amiga de sexo
duro —susurró, mirando a Maddie para asegurarse que no podía escuchar—. Estoy
haciendo esto porque tu hija me lo pidió y estamos empezando a tomarnos cariño
la una a la otra. Además, hablaba en serio cuando dije que no hay manera de que te
permita tomar el crédito.
Sonreí y me encogí de hombros.
—Lo que digas. Simplemente no vengas a llorar cuando te mueras de
aburrimiento en un evento de preescolar.

****
Una hora más tarde, Kate volvió a llamar a la puerta de nuestra casa, con un
atuendo fresco en jeans, una camiseta roja sin mangas y sandalias. Se veía lo
suficientemente buena para comérsela.
Cuando se fue a cambiar y terminar un pequeño artículo antes de la venta de
pasteles, me dio instrucciones estrictas sobre cuándo verificar el color de la tarta y
cómo saber cuándo estaba listo. Entre darle un baño rápido a Maddie y ponerle ropa
limpia, seguí las instrucciones de Kate lo mejor que pude. Mi única falla fue dejar que
un lado de la tarta se oscureciera un poco más que el otro, un hecho que Maddie no
me dejaría olvidar, sin importar cuántas veces Kate le dijo que estaba bien.
—¡Pero, papi, Kate y yo hicimos una tarta y lo arruinaste! —protestó Maddie,
poniendo esa expresión en su rostro que me decía que estaba a dos minutos de
distancia de una crisis.
Y pensé que hoy iba tan bien.
—Tienes razón; Kate y tú hicieron un gran trabajo con la tarta. Pero como dijo
Kate, la tarta tendrá un buen sabor, incluso si un lado está más dorado que el otro
—dije con calma, alisando el cabello de Maddie, pero ella arrugó el rostro y se apartó
de mí, cruzando los brazos con un humph.
Miré a Kate, disculpándome. De repente, traerla con nosotros a la venta de
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pasteles no parecía tan buena idea. Estaba a punto de abrir la boca para advertir a
Página

Maddie que nuestra vecina no vendría con nosotros si no cambiaba su actitud,


cuando Kate se acercó a Maddie, agachándose para estar al nivel de sus ojos.
—Creo que esta tarta será aún mejor ahora que tu papá nos ayudó. Tú y yo
hicimos muy bien armando la tarta, y tu papá fue de gran ayuda para sacarlo del
horno —dijo con expresión seria, y luego se inclinó un poco más hacia Maddie—. ¿Y
quieres saber un secreto?
Maddie asintió y se inclinó.
—Me gusta la corteza un poco dorada en un lado —susurró Kate.
Los ojos de Maddie se agrandaron, y miró a Kate por un momento antes de
girarse para mirarme.
—Supongo que lo hiciste bien, papi —dijo Maddie con timidez, mirando hacia
el suelo.
Bueno, que me condenen.
—Gracias, es muy agradable de tu parte decirlo. —Le di a Kate una mirada
agradecida—. Ahora, ¿quién está listo para una venta de pasteles?
Los tres nos montamos en mi auto, Kate sosteniendo la tarta en el asiento
delantero mientras yo sujetaba a Maddie en su asiento en la parte de atrás. Durante
todo el viaje a la escuela, Maddie conversó acerca de sus amigos en el preescolar, lo
que sus mamás estaban haciendo y las golosinas que esperaba comprar. Kate
escuchó cortésmente, sorprendiéndose y asombrándose en los momentos
adecuados, mientras me miraba periódicamente con una sonrisa de complicidad.
Hice lo mejor que pude para escuchar y responder a Maddie durante el viaje,
pero no pude evitar dudar en traer a Kate con nosotros a la venta de pasteles.
Muchas de las mamás en el preescolar estaban... demasiado involucradas, tanto en
la vida de sus hijos como en la vida de otros padres. Era uno de los dos padres
solteros en este preescolar, y digamos que, entre los dos, yo era el más buscado. No
quería que salieran garras porque las madres solteras pensaban que tenía una nueva
novia.
Para cuando llegamos a la escuela, el patio delantero ya estaba repleto de
padres y sus hijos alrededor de una larga mesa de madera, donde se exhibían filas y
filas de productos horneados. Maddie rápidamente vio a sus amigas y nos arrastró a
Kate y a mí, donde presenté a Kate a los otros padres como nuestra nueva vecina.
—Kate tuvo la amabilidad de hacer esta tarta para nosotros, con la ayuda de
Maddie, por supuesto —dije—. Soy un desastre cuando se trata de hornear.
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—Cuando entré, estaba tratando de romper un huevo con un cuchillo.


Página

Kate resopló, ya encantando a los otros padres. Todos se rieron y comenzaron


a molestarme por mis horribles habilidades para hornear, sin escatimar detalles en
lo referente a todas las veces que había tratado de pasar las galletas compradas en
la tienda como mías.
—Te habrías librado si hubieras recordado quitar la etiqueta de precio —dijo
mi amiga Sandra, riendo.
Sandra era la madre de Ashley y Ashley era la mejor amiga de Maddie. Las dos
ya estaban riendo y apuntando a todos los diferentes pasteles y galletas alineados
en la mesa, charlando como solo las niñas de cuatro años pueden.
Justo cuando estaba a punto de dar una respuesta, alguien me tocó el hombro.
Me di la vuelta para encontrar a una mujer pequeña parada allí con unos ajustados
jeans y una de las camisetas que el preescolar había hecho para los padres en el
comité. Me estaba sonriendo ampliamente y tiró su cabello sobre un hombro antes
de hablar.
—¡Hunter, no sabía que estarías aquí! ¿Horneaste algo? —dijo en voz alta, su
voz alegre y emocionada.
—Hola, June, ¿cómo estás? No, esta vez tuve que pedir refuerzos. —Retrocedí
para dejar espacio a Kate en la conversación.
June le dio a Kate una rápida ojeada antes de sonreír ampliamente y extender
su mano.
—Bueno, ¡hola, extraña! Soy June, la madre de Erika. ¿Cómo conoces a nuestro
Hunter? —preguntó, mirando rápidamente del rostro de Kate a la mía, y luego de
vuelta a la de Kate.
¿Nuestro Hunter?
—Soy su vecina —dijo Kate, sonriendo y estrechando la mano de June—. No
me di cuenta que tenía tanta reputación de ser un panadero horrible.
June seguía sonriendo, pero algo cambió en sus ojos. No pude evitar sentirme
incómodo por la forma en que estaba mirando a Kate. June había estado insinuando
que estaba interesada en mí por un tiempo, y a juzgar por las dagas visuales que
lanzaba silenciosamente en dirección a Kate, suponía que esos sentimientos no
habían cambiado, a pesar del hecho que nunca había mostrado ningún interés en
ella.
—Bueno, Hunter —dijo June, su voz tomando un tono más serio—, sabes que
puedes llamarme en cualquier momento con cualquier cosa que necesites. Siempre
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estoy aquí para ofrecerte mis servicios —agregó, levantando un poco las cejas.
Mientras hablaba, puso su mano en mi brazo, apretándolo ligeramente.
Página

—Gracias, June, te lo agradezco. —Sonreí educadamente.


June asintió y me dio otro apretón en el brazo antes de alejarse para vigilar a
algunos niños en edad preescolar que robaban lamidas al glaseado de los cupcakes
a la vuelta de la esquina.
—No me di cuenta de lo popular que eras aquí —dijo Kate, mirando a Maddie
y Ashley inspeccionar los brownies a unos pocos metros de distancia de nosotros.
—Sí, todo el asunto del padre soltero me hace sobresalir —respondí mientras
los dos nos dirigíamos en dirección a Maddie.
—Parece que eres un producto bastante bueno por aquí —dijo Kate.
—Supongo. Creo que las mamás están felices de ver a algunos papás de vez
en cuando.
Caminamos en silencio por un rato, mirando a Maddie y ocasionalmente
charlando con los otros padres. Kate continuó siendo encantadora y extrovertida,
pero entre conversaciones, me di cuenta de que algo la estaba molestando. De
repente, me sentí mal por traerla. Estaba seguro que pasar el rato en una venta de
pasteles en un preescolar era lo último que quería hacer en su tarde del sábado.
Genial, aleja a tu ligue con lo aburrida que es tu vida. Muy bien, Hunter.
Maddie escogió los productos horneados que quería y nos pusimos en fila para
pagar. Kate estaba conmigo en la fila mientras Maddie corría por el césped con
Ashley y algunos de sus otros amigos. Me alegré de dejarla sacar lo último de su
energía antes de ir a casa por la tarde.
—Oye —dijo Kate, cruzando los brazos y bajando la voz—. Solo porque
estamos pasando el rato no significa que no puedas tener una cita. Claramente, June
está interesada en ti, y estoy segura que muchas de las otras mamás aquí también
lo están. Si eso es lo que quieres, deberías hacerlo totalmente. Yo solo… me
desvaneceré en el fondo, sin resentimientos.
Sus palabras me golpearon como un puñetazo directo a la entrepierna. No lo
vi venir.
—Kate, yo...
Antes que pudiera terminar, Maddie vino hacia mí, envolviendo sus brazos
alrededor de mis piernas y riendo.
—¡A salvo, estoy a salvo! —gritó ella, riendo histéricamente mientras sus
amigas formaban un círculo alrededor de nosotros, claramente molestos por no
70

poder marcar a Maddie en su juego. Le di a Kate una mirada de disculpa antes de


Página

mirar a Maddie.
—Este es tu aviso de cinco minutos, ¿de acuerdo? Ya casi es hora de irnos.
—Oh, está bien —dijo Maddie, todavía agarrando mis piernas e inclinándose
hacia mí, optando por permanecer a mi lado en lugar de salir corriendo y disfrutar
de los últimos cinco minutos con su mejor amiga.
Pronto, estábamos en la parte delantera de la línea. Pagamos por nuestros dos
brownies y una rebanada de pastel, felices de encontrar que cada rebanada de
nuestro pastel de manzana se había vendido.
—Te dije que un poco marrón en la parte superior lo hace mejor. —Kate se
inclinó y le dijo a Maddie. Las dos se sonrieron, y Maddie corrió a su lado para darle
un pequeño abrazo.
Una vez de vuelta en mi casa, acosté a Maddie por un rato de silencio. Cuando
volví a la cocina, encontré a Kate parada sobre el fregadero, limpiando lo que quedó
de la tarta que se horneó más temprano.
—No tienes que hacer eso —dije, uniéndome a ella junto al fregadero.
—Hice el desastre. Solo tiene sentido que lo limpie —respondió, restregando
los últimos trozos de masa crujiente del recipiente de mezcla.
Tomé suavemente el tazón y la esponja de sus manos.
—No creo que sea así como funciona.
Kate me dejó tomarlos y se apartó del camino, girándose para pararse a mi lado
mientras se apoyaba en el mostrador.
—Realmente aprecio toda tu ayuda hoy —dije, cargando las tazas de medir en
el lavavajillas—. No puedo imaginar lo que habríamos hecho sin ti.
—Sí, por supuesto. No te preocupes por eso. Fue divertido —dijo,
encogiéndose de hombros con una sonrisa.
—También, en cuanto a lo que dijiste antes sobre June… ella ha estado
interesada en mí por un tiempo, y ha sido menos sutil al respecto. Si quisiera salir
con ella, ya lo habría hecho. No estoy interesado.
Kate asintió, pero no me miró, mirando hacia la sala de estar detrás de mí.
—Bueno, incluso si no es ella, solo sé que estoy de acuerdo con eso. Tú saliendo
con alguien más.
Ella estaba tratando de ser amable. ¿Pero por qué ese pensamiento me daba
ganas de golpear algo?
71

Respiré hondo, tratando de mantener la agitación fuera de mi voz.


Página

—Lo tendré en mente.


Once

Miré por la ventana, buscando señales de Hunter. Era un día soleado, y


esperaba que estuviera afuera jugando con Maddie o trabajando en el patio. No lo
había visto desde la venta de pasteles, y parecía que no podía sacarlo de mi mente.
Probé la meditación y el yoga, pero después de mi primera postura del perro,
me rendí. Incluso había considerado ir a correr antes de decidir que no lo necesitaba
tanto fuera de mi mente.
Algo me estaba carcomiendo, haciéndome sentir incómoda, pero no podía
entender por qué. Pensé que tal vez si pudiera verlo, finalmente podría concentrarme
y descubrir qué me pasaba.
Cuando intenté distraerme con el trabajo, mi mente seguió a la deriva, así que
decidí limpiar la cocina. Por lo general, la limpieza y la organización me relajaban,
pero a medida que limpiaba las encimeras, solo estaba cada vez más ansiosa. Quiero
decir, nos lo pasamos muy bien en la venta de pasteles, pero de repente me sentía
como una persona loca.
Cargué los platos en el lavajillas y recogí la botella de detergente, dándome
cuenta que había estado mirando fijamente a la nada, completamente desconectada
durante varios minutos. Después de cerrar el lavavajillas, presioné INICIAR y me alejé,
determinada a dejar de pensar en esto.
Unos minutos más tarde, me sobresalté… había burbujas por todas partes.
Mierda. Estoy enloqueciendo. Respiré hondo, preocupada porque ya no era
adorablemente neurótica, sino que me había vuelto completamente psicótica. En
cualquier caso, tenía una cocina llena de burbujas con las que necesitaba tratar.
Sí, así que quería llamar la atención de Hunter, pero esta no era la forma que
había pretendido.
Solo había una cosa que hacer: llamé a Hunter. Llegó en un par de minutos,
72

luciendo dolorosamente sexy en jeans y una camiseta blanca que se ajustaba


perfectamente a sus musculosos brazos.
Página

—Mierda —dijo cuando entró, dejando su caja de herramientas. El piso de la


cocina estaba lleno de burbujas y agua jabonosa.
—Lo siento mucho. No tengo idea de lo que pasó. —Me quedé detrás de él
mientras examinaba el lavavajillas.
Lo paró y lo abrió, revisando algo dentro.
—Está bien, demasiado detergente —dijo, levantándose de nuevo—. ¿Cuánto
pusiste allí?
Me encogí de hombros, no quería admitir que había estado tan distraída por
los pensamientos que tenía de él que pudiera o no haberme distraido y tirado media
botella de detergente en el interior.
—Lo siento mucho por molestarte. Solo estaba preocupada de haberlo roto o
algo así. —Sonreí disculpándome, esperando que no pensara que era una idiota total
que ni siquiera sabía cómo usar un lavavajillas.
—No hay problema. No estaba haciendo mucho. —Se pasó una mano por el
cabello, flexionando sus bíceps.
Me quedé sin aliento y me obligué a mirar hacia otro lado.
—Supongo que simplemente limpiaré. —Agarré un trapeador y unas toallas—
. De nuevo, gracias por tu ayuda.
—Puedo quedarme y ayudar.
—¿Estás seguro? No quiero acaparar toda tu tarde.
—No acaparaste nada. Maddie está teniendo una cita de juegos y no estará en
casa por otra media hora.
Dejé a un lado la mopa y tiré una de las toallas a Hunter. Frotar el piso de mi
cocina en nuestras manos y rodillas no era la actividad física que había imaginado
en mis fantasías inspiradas en Hunter.
Pronto, tuvimos arreglado el desorden, y Hunter se sentó sobre sus talones
para examinar nuestro trabajo. Se limpió el sudor de la frente, levantando levemente
la camisa para revelar su tonificado estómago. Parecía que había salido de un
comercial de spray corporal.
—¿Qué? —Sonrió.
Maldita sea. Definitivamente había sido pillada mirándolo.
Antes que tuviera tiempo de procesar lo que estaba pasando, me estaba
arrastrando por el suelo para arrodillarme frente a él. Sin una palabra, Hunter levantó
73

mi barbilla y presionó su boca contra la mía en un beso ardiente. Cuando separé mis
labios con gentil invitación, su lengua se deslizó contra la mía.
Página

Dios, este hombre. Era la perfección.


Grandes manos agarraron mis caderas, acercándome más mientras su lengua
acariciaba suavemente la mía. Luego me tiró sobre él mientras se recostaba en el
suelo.
Mientras nos besábamos, deslicé mi mano por su cuerpo, tocando su erección
sobre su jean. Él gimió cuando metí mi mano dentro, envolviéndola alrededor de él
y acariciándolo lentamente hasta que pude sentirlo palpitar en mis manos. Era tan
grueso que no podía envolver completamente mis dedos alrededor de él, y soltó
gruñidos mientras lo acariciaba, agarrando aún más fuerte antes de que finalmente
pasara mi dedo sobre su sensible punta.
—Mierda —gruñó, levantando sus caderas hacia mi toque.
—Te deseo —murmuré.
—Desnudos. —Su voz era un gruñido áspero, y envió una emoción a través de
mí.
Mientras que Hunter se quitaba la camisa y luego se bajaba el jean y el bóxer,
me quité las mías. Luego sacó mi camiseta por mi cabeza y alcanzó el cierre de mi
sujetador, liberando mis pechos.
Me besó de nuevo mientras tomaba mis pechos entre sus manos,
acariciándome lentamente. Apreto un pezón en sus dedos y cerré los ojos, sintiendo
que la sensación se movía a través de mi cuerpo y hacia abajo entre mis piernas,
donde sabía que ya estaba mojada. Se movió al otro pecho, y dejé escapar un
gemido.
Me acerqué para acariciarlo de nuevo, la sensación de lo largo y grueso que
era me estaba volviendo loca de deseo. Me moví para sentarme a horcajadas sobre
él, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, luego me deslicé hacia adelante
hasta que su erección presionó contra mi centro.
Moví mis caderas contra él, sintiendo que me presionaba lo más mínimo. Me
acercó aún más, su mano agarró mi cabello en un nudo en la parte posterior de mi
cabeza mientras continuaba besándome.
Incapaz de resistir por más tiempo, me aparté y susurré:
—Te necesito dentro de mí.
Me levantó de nuevo, con una mano en mi cadera y otra agarrando mi trasero,
y luego nos bajó al suelo.
74

Grité de placer mientras se apretaba contra mi humedad, frotando solo la punta


Página

de su erección contra mí. Gemí su nombre suavemente, empujando mis caderas


hacia delante, necesitando más. Continuó provocándome, presionando solo la punta
contra mí mientras me retorcía debajo de él. Pasé mis manos por sus hombros,
mientras intentaba presionarme más contra su regazo.
—¿Condón? —preguntó.
En circunstancias normales, me habría sentido cohibida corriendo desnuda
hacia mi habitación frente a un hombre, pero nada sobre esta situación era normal.
Lo deseaba. Aquí. Ahora mismo.
Segundos después, estaba de vuelta con el condón.
Hunter se preparó y luego me acercó de nuevo. Me miró a los ojos por un
momento antes de mecerse dentro de mí, metiéndose dentro, moviéndose más
profundo con cada empuje. Inhalé bruscamente cuando se enterró en mí, clavando
mis uñas en sus hombros.
—Te sientes tan bien —dijo, con voz baja y ronca mientras se quedaba quieto,
disfrutando de la sensación de estar enterrado dentro de mí.
Agarró mi trasero, empujándose aún más profundo. Jadeé, cada parte de mi
cuerpo apretándose. Cerrando mis ojos, grité, mis caderas meciéndose contra las de
él.
Estábamos tan frenéticos. No estaba segura si era porque su hija debía llegar a
casa en cualquier momento, o porque estábamos tan desesperados el uno por el
otro.
—Hunter —gemí, inhalando bruscamente mientras el placer se derramaba a
través de cada centímetro de mí.
Minutos después, una poderosa liberación me sacudió, robándome el aliento y
haciéndome contraer casi violentamente a su alrededor.
—Mierda, mierda. Demonios —maldijo, todavía bombeando dentro de mí—.
Me voy a venir.
—Sí —grité, tirando de sus caderas a las mías.
Su respiración cambió, y enterró su rostro contra mi cuello mientras se venía.
Respiramos pesadamente durante unos minutos, nuestros cuerpos
resbaladizos por el sudor. Hunter se agachó y apartó el cabello de mi frente cuando
me acerqué a él.
—Bueno, eso fue inesperado. —Me sonrió y presionó un suave beso en mis
75

labios.
—Sí, no lo vi venir. —Me reí entre dientes.
Página

Una vez que me ayudó a levantarme del piso, recogimos nuestra ropa, y Hunter
tiró el condón y se lavó las manos en el fregadero.
Me quedé quieta ante el sonido de un auto estacionándose en el camino de
entrada, y luego una puerta abriéndose.
—Mierda. Creo que Maddie llegó. —Sonrió disculpándose mientras miraba por
la ventana.
—No hay necesidad de disculparse —le dije, vistiéndome rápidamente—.
Gracias por arreglar el lavavajilla… y el resto de mi plomería. —Le sonreí mientras él
se ponía su ropa.
—En cualquier momento. —Se rio—. Solo llámame si necesitas ayuda con eso,
o cualquier otra cosa, de nuevo.
Hunter se dirigió hacia la puerta, luego se dio la vuelta.
—Además, quería agradecerte nuevamente por todo en la venta de pasteles.
Significó mucho para Maddie.
Sonreí, conmovida al escuchar que ella se lo había pasado bien.
—Por supuesto. También fue divertido para mí.
Me miró a los ojos por un momento, y mi corazón dio un vuelco. ¿Cómo hizo
eso? Era como que cada vez que me miraba, me olvidaba de todo menos de él.
Después de una última cálida sonrisa, se dio la vuelta y bajó las escaleras.
Una vez que había cerrado la puerta, me recosté contra ella y me deslicé hacia
abajo para sentarme en el suelo. Puse mi cabeza en mis manos. ¿Qué era esto? ¿Era
así como actuaban los demás? ¿Arruinando sus lavavajillas para llamar la atención
de un hombre?
No podía negarlo más. Sabía por qué estaba perdiendo la cabeza.
No quiero que Hunter salga con otras mujeres.
Ahí estaba, la fría, dura y fea verdad. Estaba molesta por haberle dicho que
estaba de acuerdo con que saliera con esa mujer de la escuela de Maddie.
Me gustó hornear con ellos… realmente me gustó Se sentía bien estar cerca de
él, y no solo porque sabía lo que estaba haciendo en el dormitorio. Incluso me
gustaba salir con Maddie, ahora que estábamos en buenos términos.
Me puse de pie y miré por la ventana, sin saber cómo manejar mi realización.
Mierda. Estaba hundida. Nunca me había sentido así antes, tan loca y
desesperada por un tipo con el que estaba durmiendo.
76

¿Era esto lo que sentían otras mujeres cuando les gustaba un tipo?
Página

No sabía qué estaba pasando exactamente entre Hunter y yo, pero


definitivamente no había estado esperando este giro.
Doce

—Aquí viene la S.S. Maddie, que regresa de su viaje a través del océano —Me
reí entre dientes, guiando el juguete de plástico de Maddie desde un extremo de la
bañera hasta el otro, haciendo sonidos como si el pequeño bote azul flotara.
—¡Sí! —chilló Maddie, chapoteando con sus brazos dentro y fuera del agua con
emoción.
Los baños de la mañana no formaban parte de nuestra rutina normal, pero
anoche nos habíamos quedado hasta tarde jugando bingo, y me había olvidado por
completo de la hora del baño. No fue hasta que se arrastró a mi cama por algunos
abrazos temprano en la mañana que me di cuenta de que lo habíamos olvidado. Un
olorcito en la parte superior de su cabeza, y supe que era hora de llevar a la S.S.
Maddie a otro viaje.
—¿A dónde irá el bote esta vez, papi? —preguntó, mirándome con ojos
brillantes y excitados.
Dejando el juguete balanceándose frente a ella, eché un chorro de champú en
mi mano y lo metí en su cabello. A medida que el champú formaba espuma bajo mis
dedos, froté suavemente su cuero cabelludo, sonriéndole a las burbujas que se
formaron en su cabeza.
—Bueno, escuché que viajaba hasta Islandia desde la última vez que la vimos.
—¿Islandia?
—Mm-hmm.
—¿Islandia es realmente fría, papi?
—Lo es, pero no tan fría como Groenlandia. ¿Puedes creerlo?
Sus ojos se agrandaron mientras miraba el pequeño bote azul y negaba. Luego
tomó el juguete y comenzó a hablar con él, preguntándole cuánto tardaba en llegar
a Islandia y si veía algún castillo de hielo cuando llegara ahí.
77

Le enjuagué el champú del cabello, sonriendo mientras salpicaba y jugaba en


Página

el agua. Fue uno de esos momentos en los que supe que debería haber estado
mirando el reloj, asegurándome de que llegara a la escuela preescolar a tiempo y yo
no llegar tarde al trabajo, pero no me atreví a apresurarme a hacerlo. O a ignorar
cuán increíblemente preciosos eran estos momentos.
Si alguien me hubiera dicho hace cinco años que mi vida cambiaría por
completo con la llegada de un pequeño e indefenso bebé, les habría dicho que
estaban locos. Pero desde el momento en que la madre de Maddie me dijo que
estaba embarazada, supe que mi vida nunca sería la misma.
Una mirada al ultrasonido, y me enamoré. Y cuando quedó claro que tendría
que criar a Maddie solo, elegí hacerlo en un abrir y cerrar de ojos. No había otra
opción para mí.
Mi pequeña se convirtió en todo mi mundo en el momento en que supe de su
existencia. Incluso si mi vida personal se había resentido un poco porque estaba
ocupado criando a mi hija, cada segundo que pasaba con ella valía la pena. Maddie
lo era todo para mí, y nada podía quitarnos lo que teníamos.
El embarazo obviamente había sido una sorpresa para los dos, pero la mamá
de Maddie no tenía ningún interés. Ahora vivía cruzando el país y llamaba una vez al
año en el cumpleaños de Maddie.
Una vez que terminé de enjuagar lo último del jabón de su cuerpo, ayudé a
Maddie a secarse y tiré del tapón para drenar la bañera. La vestí y rápidamente trencé
su cabello antes de cambiarme a mi ropa de trabajo. Los dos nos cepillamos los
dientes uno al lado del otro en mi baño. Pronto estábamos listos para el día, y
mientras caminábamos por el pasillo hacia la puerta principal, revisé el reloj en la
cocina. Incluso con la hora adicional del baño, estábamos justo a tiempo.
Mientras salía por la puerta principal, mi mirada se dirigió al apartamento sobre
el garaje. No pude evitar que mi mente recordara el otro día en el apartamento de
Kate, cuando habíamos terminado en el piso de la cocina. No es que me estuviese
quejando.
Me sorprendió que alguien tan conocedor de la cocina como ella cometiera un
error de novata con el lavavajillas... pero ¿una vez que terminamos teniendo algo del
mejor sexo de mi vida en el piso de su cocina? Todo tuvo sentido. Y oigan, no era el
tipo de persona que rechazaba sexo rápido en la cocina. No estaba completamente
seguro de que esa esquiva criatura masculina incluso existiera. El sexo era increíble,
sin importar el lugar.
Parpadeando para alejar los eróticos pensamientos, ayudé a Maddie a sentarse
78

en el asiento del auto y me abroché el cinturón de seguridad en el asiento delantero.


Página

—Vamos a llevarte al preescolar.

****
Cuando llegué a la oficina, una enorme pila de papeles me estaba esperando
en mi escritorio. Suspirando, me senté e inmediatamente me puse a trabajar. Las
rutas de autobús en el lado oeste de la ciudad necesitaban reorganizarse, las vías del
tren necesitaban mantenimiento, los baches en la carretera debían taparse... Y todo
lo que podía pensar era en llenar a Kate.
Concéntrate, Hunter, concéntrate.
Afortunadamente, el resto del día pasó en un santiamén, y pronto llegó el
momento de recoger a Maddie de la casa de su mejor amiga. Tenía la sensación de
que mi última reunión del día sería un poco tarde, así que programé un tiempo para
que Maddie jugara con Ashley. Solo una de las muchas habilidades que tuve que
aprender rápidamente como padre soltero.
En el viaje en auto a casa, Maddie me preguntó qué tendríamos para la cena y
luego se quejó cuando le dije que tendríamos pollo y brócoli, una de nuestras cenas
entre semanas.
—¿Por qué no puedes hacer la misma sabrosa cena que nos hizo Kate cuando
vino?
—La vecina Kate es mucho mejor chef que yo —respondí, comprobando la
reacción de Maddie en el espejo retrovisor. No se veía convencida.
—Bueno, ¿por qué no puedes decirle que venga y nos cocine otra vez?
No tienes idea de lo mucho que quiero invitarla.
—Kate nos ha ayudado mucho últimamente. Ha sido muy amable de su parte,
pero no queremos aprovecharnos de su amabilidad.
—Papi, ¿qué significa “aprovecharnos?
Suspiré.
—Solo significa que no podemos esperar que nos haga la cena todo el tiempo.
Tenemos que aprender a hacerlo nosotros mismos.
Además, dejó bastante claro hace un tiempo que no estaba interesada en algo
serio, y lo último que quiero hacer es usar a mi hija para hacerla sentir culpable de
algo.
Maddie se quedó en silencio por un rato, mirando por la ventana desde su
asiento en el auto. Unos minutos después, suspiró y murmuró para sí misma:
79

—Pero odio el brócoli.

****
Página
Pasé toda la cena y toda la rutina de Maddie tratando de encontrar una excusa
para enviarle un mensaje de texto a Kate sin sonar completamente desesperado y
ansioso.
Podría pedirle la receta de esa comida que hizo que a Maddie le gustara tanto,
pero me prometí a mí mismo que dejaría de usar a mi hija como excusa. Podía
comprobar y asegurarme de que su lavavajillas estuviera funcionando bien, pero
estaba claro que todo el fiasco del lavavajillas fue un engaño, y no quería molestarla
por eso.
Para cuando puse a Maddie en la cama, estaba completamente frustrado y listo
para enviarle a Kate un texto de «hola».
Mientras acostaba a Maddie, le daba un beso en la frente y le dije que la quería,
no pude evitar negar ante la estupidez de toda esta situación. Esta pequeña princesa
era la única que realmente importaba en mi vida. Incluso si mi nueva inquilina era
divertida, era primero un papá. Maddie y yo éramos un paquete y, a largo plazo,
necesitaría una mujer que lo entendiera.
—Buenas noches, papi —dijo Maddie en voz baja, con los párpados cerrados.
Mi corazón se apretó mientras miraba su pequeña figura acurrucada bajo las
mantas.
—Buenas noches, cariño. Hasta mañana.
Caminé a mi habitación y agarré mi teléfono de la mesita de noche. Al revisar
la pantalla, me sorprendió ver que tenía un mensaje de texto de Kate.
¿Estás ahí?
Su texto era más directo de lo habitual. Algo podría estar mal. La llamé de
inmediato, preocupado de que pudiera estar en problemas.
—¿Hola? —susurró, su voz apenas un chillido.
—Kate, hola, ¿todo está bien? —Traté de mantener mi voz tranquila y
mesurada. Lo último que necesitaba era que me escuchara asustado.
—Yo, eh, oí un ruido. Creo que podría haber alguien... o algo... aquí. ¿Crees que
podrías venir y comprobarlo?
A los pocos minutos, estaba caminando por la puerta desbloqueada de Kate y
entrando en su oscuro apartamento. Tal vez debería haber agarrado un bate de
béisbol o algo así.
80

—¿Kate? —grité, mis ojos todavía adaptándose a la oscuridad.


Página

—Por aquí —respondió en un fuerte susurro.


Siguiendo su voz, entré en la sala de estar para encontrarla acurrucada en el
sofá debajo de una manta tirada hasta su barbilla. Sus ojos eran del tamaño de
pelotas de softbol y estaban pegados a la película de terror que se estaba
reproduciendo en la televisión. Una parte de mí pensó que se veía realmente
asustada, pero ¿después de la forma en que organizó el desastre del lavavajillas
antes? No estaba tan seguro.
—¿Qué estás viendo? —le pregunté, mi voz neutral. Si estaba realmente
asustada, no quería parecer que me estaba burlando de ella.
—Bueno —dijo, volviéndose a mirarme y abriendo aún más los ojos—, esta
película apareció en la televisión, y al principio no parecía que fuera a dar miedo,
solo se veía muy interesante, así que seguí mirando, y, eh, bueno, realmente me
asusté, y luego escuché un ruido al otro lado del apartamento, y ahora aquí estás.
Lo dijo todo al mismo tiempo, su explicación salió en forma rápida y constante,
casi como si hubiera estado ensayándolo durante los pasados diez minutos. Sonreí.
—Eso suena horrible —dije un poco sarcásticamente, tomando el control
remoto de su mesa de café y apagando la película—. Comencemos por sacar los
gritos de los zombies de tu TV.
—Buena idea —dijo, asintiendo y moviéndose bajo su manta en el sofá.
—Bueno, creo que solo queda una cosa por hacer —dije, metiendo mis manos
en mis bolsillos traseros.
—¿Qué? —Frunció el ceño, con los ojos aún muy abiertos.
—Creo que será mejor que vengas a dormir a mi casa.
Sus ojos se agrandaron aún más.
—¿Podemos hacer eso?
—Fijaremos una alarma para que puedas escabullirte temprano. —No es que
estemos durmiendo mucho.
—Ese será el camino más corto de la vergüenza.
—Al menos hay una buena posibilidad de que nadie te vea.
Los dos nos reímos.
—Sí, creo que dormir estaría bien —dijo, sentándose y metiéndose el cabello
detrás de la oreja.
81

—Bien. —Sonreí—. Ahora, sal de debajo de esa manta para que podamos irnos
Página

de aquí antes de que el zombi en tu habitación nos encuentre.


Ella puso los ojos en blanco pero me siguió hasta la puerta, donde se puso los
zapatos.
Kate y yo nos deslizamos rápida y silenciosamente hacia mi casa, pasamos de
puntillas más allá de la habitación de Maddie y de la mía. Una vez que Kate dio un
paso alrededor de mí, cerré la puerta detrás de nosotros.
Nunca cometeré ese error otra vez.
Me di la vuelta y Kate envolvió sus brazos alrededor de mí, presionando sus
labios contra los míos con sorprendente suavidad.
—Gracias por rescatarme —dijo entre besos, pasando sus manos sobre mi
pecho y hombros.
—Me alegro de que hayas llamado. —Moví mis manos hacia su cintura—.
Nunca se sabe qué tipo de locos estén ahí fuera.
—Mmm —murmuró mientras mi boca se movía hacia su cuello,
mordisqueando suavemente la suave piel debajo de su oreja. Hizo un pequeño
sonido lleno de necesidad y tiró de los botones de mi camisa, desatándolos
lentamente uno por uno.
Mientras sus dedos trabajaban para quitarme la camisa, deslicé las manos
debajo de su top, alcanzando su espalda para abrir el cierre de su sujetador. Ambos
terminamos nuestras tareas al mismo tiempo, haciendo una pausa para sacar
nuestras camisas sobre nuestras cabezas y tirarlas al suelo.
Luego guie a Kate hasta el borde de mi cama, donde le quité lentamente los
leggins negros, disfrutando de cada nuevo centímetro de piel desnuda en exhibición.
Una vez que sus pantalones fueron retirados, rápidamente me quité mi jean. Con los
ojos fijos, nos quitamos la ropa interior al mismo tiempo y nos quedamos allí un
momento, mirándonos.
—Ven aquí. —Mi voz salió más áspera de lo que pretendía mientras tomaba su
mano y la jalaba a mi pecho. La sensación de su piel desnuda contra la mía era
exquisita, y todas esas amplias curvas fueron suficientes para hacer que mi boca se
llenara de agua ante la oportunidad de explorar cada centímetro de su cuerpo.
La levanté en mis brazos y Kate respondió cerrando sus tobillos alrededor de
mis caderas. Su boca se encontró con la mía en un beso hambriento mientras la
bajaba a la cama.
La recosté, arrastrando mi lengua por su cuello y sobre sus pechos, donde me
detuve brevemente para chuparlos y provocar a sus pezones mientras se apoyaba
en las almohadas. Kate gimió al sentir mi lengua rodando sobre su piel, haciéndome
82

aún más ansioso por seguir moviendo mi boca hacia el sur. Deslizando mis labios
Página

por su torso, me detuve justo antes de llegar a mi destino, moviéndome en cambio


hacia su muslo interno.
Kate suspiró con impaciencia y se rio suavemente.
—Eres un... ooh...
Antes de que pudiera terminar su oración, comencé a besar entre sus piernas,
pasando mi lengua sobre su sensible carne. Estaba incluso más mojada de lo que
pensaba, y el calor de su excitación me encendió más.
Continué trabajando mi lengua sobre su vagina, chupando suavemente su
clítoris, haciéndola respirar cada vez más fuerte. Los gemidos de Kate se hicieron
más frecuentes hasta que la envié por el borde y su orgasmo se derramó sobre ella,
causando que su espalda se arqueara.
Cuando su respiración volvió a la normalidad, se apoyó sobre sus codos,
alzando una mano y curvando su dedo hacia mí.
—Ven aquí —susurró.
Acercando mi rostro, alineé mi cuerpo con el de ella, bajándome hasta que
pude sentir sus senos presionando mi pecho.
Me moría por enterrarme profundamente en ese momento, pero
afortunadamente todavía me quedaban suficientes células cerebrales en
funcionamiento para alcanzar la mesa de noche y agarrar un condón. Después de
cubrirme con látex, sentí que el puño de Kate me rodeaba mientras me guiaba de
nuevo a la posición.
Nuestras bocas se mantuvieron unidas cuando me hundí en su fuerte calor.
Kate hizo un sonido de placer sin palabras y se movió para acomodar mi longitud.
Ambos suspiramos mientras me deslizaba lentamente dentro de ella, centímetro a
centímetro. Incapaz de contenerme, aunque lo deseaba, bombeé mis caderas y ella
levantó las suyas con cada empuje, a mi ritmo. Nos estábamos volviendo buenos al
encontrar el ritmo perfecto entre nosotros de forma rápida y sencilla, tanto dentro
como fuera del dormitorio. Todo con ella se sentía tan fácil.
Nuestra respiración se aceleró. Los gemidos de Kate se hicieron cada vez más
frecuentes, alcanzando un nivel de intensidad que me dijo que iba a tener que
cubrirle la boca con la mano otra vez. Regresé mi mano a su pecho, masajeándolo y
enrollando su pezón entre mis dedos mientras pasaba sus uñas por mi espalda,
ocasionalmente alcanzando la parte posterior de mi cuello para tirar suavemente de
mi cabello.
—Eres... increíble —susurró sin aliento, con la espalda arqueada de nuevo
mientras subía por su segundo orgasmo.
83

La sentí apretarse alrededor de mí y supe que mi propia liberación se estaba


Página

acercando. Pero las damas siempre iban primero.


—Vente para mí —murmuré, y en momentos, tomó un tembloroso aliento,
todo su cuerpo tembló—. Eso es... —Empujé más fuerte, encontrando el ángulo que
finalmente la hizo deshacerse.
Eso fue todo lo que me tomó, observándola desenredarse en mis brazos. Me
retorcí dentro de ella, vaciándome en el condón cuando un poderoso orgasmo me
atravesó, haciéndome maldecir por lo bajo.
Cuando abrí los ojos, Kate me miraba maravillada con una pequeña sonrisa en
sus labios.
Jadeando, los dos nos tumbamos en la cama, cubiertos por una fina capa de
sudor. Justo cuando me acomodé en mi almohada, Kate se puso de lado y apoyó la
cabeza en su codo. Me volví para verla y encontré una mirada maliciosa en su rostro,
con una ceja arqueada.
—¿Qué es esa mirada? —le pregunté, copiando su lenguaje corporal y
poniéndome de lado.
—Creo que estoy enamorada de esta pijamada.

84
Página
Trece

—Brindemos por ser adultas.


Jessie sonrió, levantando su margarita. Rebecca acababa de ser promovida en
el trabajo, Jessie estaba celebrando la próxima semana su sexto aniversario de bodas,
y yo finalmente me asenté después de la mudanza.
Las tres no nos habíamos visto por unas semanas, así que habíamos planeado
un día completo para chicas con manicure y pedicure, un masaje, compras y ahora
la hora feliz en mi restaurante mexicano favorito.
Era un cálido sábado y estábamos sentadas en el patio, con gente mirando y
poniéndose al día. Como no había visto a Rebecca ni a Jessie desde que me había
mudado, no tenían idea de lo que había estado pasando con Hunter. Intenté evitar
la conversación porque no estaba exactamente segura de qué decirles sobre él,
especialmente porque ni yo misma entendía realmente nuestra relación.
—Entonces, ¿cómo está el chico sexo de cumpleaños? —preguntó Rebecca
como si pudiera leer mis pensamientos.
Mis mejillas se calentaron. Dios, ¿qué estaba mal conmigo? Era como una
adolescente a la que le preguntaban sobre su enamoramiento. Decidí ponerme a la
defensiva e intentar disimular.
—Digamos que valió la pena la espera. —Sonreí, esperando que no quisieran
demasiados detalles.
—¡Oh Dios mío! ¿Se enrollaron? —exclamó Rebecca, con la mano sobre la boca.
Jessie se había detenido a mitad de morder su taco y me estaba mirando
boquiabierta.
—¿Tuvieron sexo? —preguntó con incredulidad.
—¿Cómo es que no nos lo dijiste antes? —preguntó Rebecca, bebiendo su
margarita.
85

—Simplemente sucedió… —Me detuve—. Unas cuantas veces.


Página

—¡Oh Dios mío! —dijo Rebecca de nuevo. Un grupo de personas que pasaban
por la calle se giraron a mirarnos.
—Estás causando una escena —le dije en voz baja, levantándole una ceja—.
¿Puedes dejar de gritar?
—No puedo creer que estés teniendo sexo con tu arrendador —dijo Jessie, y
finalmente le dio un mordisco a su taco.
—Bueno, suena mal cuando lo pones así. —Fruncí el ceño—. Somos amigos.
Amigos que ven películas y ocasionalmente tienen sexo en el piso de mi
apartamento.
—¿El piso? —Jessie se estaba riendo ahora.
—Eso fue solo una vez. —Sonreí torciendo la boca al recordar—. El resto del
tiempo, hemos llegado a una cama.
—Espera un minuto. —Rebecca levantó una mano—. ¿Qué quieres decir con
ver películas? ¿En realidad están saliendo? ¿No solo enrollándose?
—Más o menos. Él es divertido. —Me encogí de hombros—. Y su hija es linda.
Jessie y Rebecca intercambiaron miradas significativas.
—¿Qué? —pregunté, terminando mi margarita. No había venido preparada
para un interrogatorio, y estaba empezando a asustarme. Afortunadamente, las
margaritas eran fuertes.
—¿La hija que los sorprendió? ¿Ahora todos ustedes pasan el rato?
—Mira, esto es solo amistad. No es gran cosa. No estamos saliendo.
Jessie hizo un gesto con la mano para que el mesero viniera a nuestra mesa.
—Necesitamos tres más, por favor. —Se volvió hacia mí—. Esto es una locura.
Nunca te gusta nadie.
—No me gusta él —dije—. Quiero decir, sí, como amigo. Pero le dije que saliera
con otras personas.
—¡Kate! —Rebecca estaba casi gritando de nuevo.
—¿Qué? —pregunté, exasperada. No me gustaba que me estuvieran
presionando en esto. Dos personas podían pasar el rato y gustarse sin tener citas,
que era lo que Hunter y yo estábamos haciendo.
—¿Finalmente te gusta alguien y le dices que salga con otras personas? —
preguntó Jessie.
—Mira, dijimos desde el principio que es solo algo casual. Me conoces. —
86

Acepté otra bebida de nuestro mesero con gratitud—. No estoy buscando algo serio.
Página

Jessie me dio una mirada curiosa.


—Pero, ¿qué es lo que realmente quieres de esto?
¿Qué quería? ¿Unos cuantos orgasmos? Apenas podía responder esa pregunta
por mí misma, ni hablar de explicarle a mis amigas lo que estaba sintiendo.
—¿Cómo conseguiste gustarle a su hija? —Rebecca levantó sus cejas hacia
mí—. Lo último que supe es que te había echado de su casa.
—Les hice la cena y los ayudé con esta venta de pasteles —dije, tomando otro
gran sorbo de mi margarita—. Me tomó cariño. —Hice una pausa—. Pero no sabe
que su padre y yo estamos enrollándonos, lo que podría cambiar la forma en que se
siente.
Jessie y Rebecca intercambiaron miradas de nuevo.
—¿Pueden ustedes dos dejar de hacer eso? —pregunté.
Rebecca puso su mano sobre la mía.
—Odio decírtelo, Kate, pero parece que tú y Hunter están saliendo. O por lo
menos, teniendo sentimientos el uno por el otro.
Alejé mi mano y crucé mis brazos.
—Oh por Dios, solo somos una aventura.
—Está bien salir con alguien —dijo Jessie, apoyándose en un codo—. No tiene
que ser aterrador. Es justo lo que has estado haciendo. Cocinar, mirar películas, pasar
el rato. Eso es todo lo que son las citas.
Rebecca asintió.
—Te amamos y creemos que eres increíble, y solo queremos que seas feliz. Y
parece que Hunter te hace feliz. ¿Por qué no simplemente ir por ello?
Pensé que hablar con mis amigas me ayudaría a aclarar las cosas, pero solo
había hecho todo más complicado. No salía con la gente simplemente no era quien
era yo. No me gustaba el compromiso.
Hunter y yo nos estábamos divirtiendo ahora, pero ¿qué pasaría unos años
después cuando la diversión se disipara y la realidad se estableciera? Terminaría igual
que mi hermana, en un amargo divorcio. Ella también había estado enamorada una
vez. Ella y su ex habían parecido la pareja perfecta, y ahora ni siquiera podían estar
juntas en la misma habitación. Y nuestros padres tampoco tuvieron una gran
relación. Después de apenas tolerarse mutuamente durante muchos años,
finalmente se divorciaron cuando éramos adolescentes.
87

Esto era exactamente lo que había pasado mi vida tratando de evitar. Odiaba
la idea de amar a alguien, verter todo en una relación y luego que comience a ir todo
Página

mal.
Varias margaritas más tarde, Rebecca y yo compartimos un taxi a casa desde el
restaurante. Mientras miraba por la ventana, me puse a pensar profundamente en la
situación con Hunter.
—Mira, sé que estas cosas te asustan, pero salir es divertido. En serio, estar
casada es divertido —interrumpió mis pensamientos, palmeando mi hombro—. ¿No
estás harta de salir en citas malas y tener sexo decepcionante?
Me encogí de hombros. Realmente no lo había pensado antes, pero después
de conocer a Hunter, la idea de enrollarme con alguien más no me interesaba. Sabía
que estaba en negación. Me gustaba Hunter, pero no sabía cómo manejar esta
situación. Por lo general, cuando las cosas se complicaban, me iba. Pero en lugar de
querer evitarlo, me encontré deseando poder verlo.
Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de Hunter, Rebecca me dio una
simpática palmadita en la rodilla.
—Sé que lo resolverás. —sonrió.
—Gracias, mamá. —Me reí, saliendo del auto. Hice una pausa y me volví hacia
ella—. Pero en serio, eres la mejor.
Me incliné sobre el asiento para darle un rápido abrazo y observé cómo el taxi
bajaba por la cuadra. Una vez que estuve adentro, me cambié a unos pantalones
deportivos y una camiseta cómoda y me recosté en mi cama.
Después de unos minutos de deliberación y un poco de coraje líquido gracias
a esa última margarita, decidí enviarle un mensaje de texto a Hunter.
Oye, ¿quieres ver una película en mi casa?
Caminé por el apartamento, esperando su respuesta, y miré por la ventana. La
luz de su dormitorio estaba encendida, así que era una buena señal. Mi teléfono
envió una señal que él había respondido, y me lancé sobre él.
En realidad voy a tener una cita con la mujer de la venta de pasteles.
¿Quizás mañana?
Me quedé mirando mi teléfono, mi corazón latía con fuerza dentro de mi
pecho. Tiré el teléfono a un lado y puse mis manos sobre mi rostro, cayendo de
nuevo en la cama, casi con el estómago revuelto ante el pensamiento.
¿Qué estaba haciendo? Esto era una locura. Fui yo quien lo animó a ir a una
cita. No tenía derecho a estar molesta... pero lo estaba. No quería que saliera con
88

otras personas, pero ¿cómo podía decirle eso? No quiero estar en una relación, pero
tampoco quiero que empieces una relación con nadie más. Pensaría que era ridícula,
Página

y lo era.
Me tapé el rostro con una almohada y grité mientras intentaba no imaginarme
a Hunter en su cita.

89
Página
Catorce

—¿Más vino, señor? —preguntó el mesero, interrumpiendo


misericordiosamente lo que se estaba convirtiendo rápidamente en la peor cita en
la que había estado en toda mi vida. El encantador lugar italiano solía ser uno de mis
restaurantes favoritos, la combinación perfecta de clase y no demasiado formal,
presumiblemente una excelente opción para una primera cita. ¿Pero en este
momento? Quería irme y nunca volver.
—Sí, por favor, eso sería genial —dije, tratando de ignorar el hecho de que June
había pasado la última media hora hablando sobre los problemas intestinales de su
hija, o bebiendo un vaso tras otro de vino blanco. Creo que estábamos en el número
seis, y estaba empezando a pensar que debería emborracharme para superar el resto
de este desastre.
—Te estás convirtiendo rápidamente en mi mesero favorito —susurró June,
golpeando al joven de aspecto asustado en el brazo. Aparentemente, estaba un poco
más entonada de lo que se había dado cuenta y lo empujó más fuerte de lo que
pretendía, lo que provocó que derramara un poco de vino sobre el mantel blanco.
—Mis disculpas —dijo el mesero, claramente asustado, sacando una toalla del
bolsillo de su delantal y frotando en el lugar.
—¡Upsi! —June se rio y tomó otro largo sorbo de su vino.
—No, nosotros lo sentimos. No te preocupes por eso, gracias. —Le di una
mirada de disculpa al mesero y le hice una seña para que se fuera. Con un gesto de
preocupación, terminó de limpiar el lugar en la mesa y se alejó rápidamente.
June volvió su atención hacia mí.
—¿Y qué me dices de ti? ¿Has pensado en la escuela primaria de Maddie?
Quiero decir, claramente tu mente estaba en el lugar correcto con el preescolar.
Demasiados padres lo pasan por alto como la base de una buena educación, pero
creo que a veces es fácil olvidar lo importante que los próximos pasos pueden ser...
90

Aparentemente, había desconectado por completo la última parte de nuestra


Página

conversación, y de alguna manera habíamos saltado del popó a la escuela primaria.


Abrí la boca para responder, pero June continuó, algo acerca de la importancia
de preparar a nuestros hijos para que tengan éxito lo antes posible.
Involuntariamente, poco a poco comencé a desconectarla. Estuve de acuerdo con lo
que decía en su mayor parte, pero habíamos estado hablando de nuestros hijos
durante tanto tiempo, empezaba a pensar que eran lo único que teníamos en común.
—No lo sé. ¿Qué piensas? ¿Hunter? —June me miraba expectante, sus cejas
prácticamente tocaban su línea de cabello.
—Lo siento. Debo de haberme distraído por un momento. ¿Qué estabas
diciendo?
En cualquier otra situación, habría inventado una excusa, pero en ese momento
no me importaba realmente salvar la cara. Ella estaba ebria, y yo era miserable. No
tenía sentido pretender que esto era algo más que lo que era, ¿verdad?
—Me preguntaba qué piensas acerca de elegir escuelas públicas o privadas.
Pero luego hay escuelas subvencionadas, internados... hay tantas opciones.
—Honestamente, todavía no lo he pensado demasiado. Solo estoy tratando de
aguantar las cosas del día a día. Acabamos de manejar el preescolar —respondí,
haciendo todo lo posible por parecer normal y comprometido. Si Kate fuera la que
estuviera sentada frente a mí en este momento, te garantizo que estaría teniendo
mucha más diversión ahora mismo.
—Ugh, tienes razón. Esta cosa de padre soltero no es una broma. —Asintió,
inclinándose hacia mí con los codos sobre la mesa—. Sabes que siempre estoy aquí
si necesitas algo.
—Aprecio eso, June. Hemos estado manejándolo hasta ahora.
Asintió de nuevo, levantando lentamente una ceja.
—Supongo que ya tienes alguna ayuda extra. Recuerdo la venta de pasteles.
Kara, ¿verdad?
Aquí vamos.
—Kate —le dije con frialdad. Que empiece el interrogatorio.
—Kate, cierto. Fue muy dulce de su parte hornear esa tarta para ustedes. ¿Han
sido tus inquilinos siempre tan serviciales e... involucrados?
—Kate es especial, eso es seguro. —Me oí decir.
La ceja de June se arqueó aún más. Estaba claro que estaba tratando de hacer
que su interés pareciera lo más inocente posible, pero me di cuenta por la expresión
91

de su rostro que sospechaba. Y honestamente, tenía todas las razones para estarlo.
No es que estuviera a punto de hacerle saber eso. Un padre soltero con una amiga
Página

con derechos no era exactamente la reputación que había estado buscando entre
los otros padres de preescolar.
—Kate resultó ser una gran ayuda —agregué, poniendo mi mejor mirada de
padre estresado en mi rostro—. Y Maddie realmente se ha apegado a ella. —Sin
mencionar que Kate es divertida, brillante, confiada, sexy, casi todo lo que podría
desear en una pareja.
—Cuán especial para ti y para Maddie —dijo June, su voz casi demasiado
dulce—. Puede que tenga que robártela. Siempre estoy buscando una mejor ayuda.
—Hizo un guiño, claramente entendiendo mal la naturaleza de la ayuda de Kate.
Pero oye, no estaba por corregirla.
Sonreí débilmente y tomé un sorbo de mi vino. Antes que June pudiera seguir
interrogándome sobre Kate, el mesero llegó con nuestras comidas. Cuando colocó
mi plato delante de mí, el olor del hinojo y la mantequilla perfectamente dorada
brotó del plato, disipando todas mis frustraciones con June.
¿A quién le importaba si estaba en una estúpida cita con una mujer que solo
quería hablar sobre las escuelas a las que nuestras hijas asistirían? ¿A quién le
importaba si ella pedía una ensalada César en un restaurante famoso por su pasta
hecha a mano? Tenía mi salchicha y mi pasta, y en ese momento, eso era todo lo que
importaba.
Si Kate estuviera aquí, habría pedido algo interesante, como los raviolis de
calabaza o la berenjena a la parmesana. Me habría dejado probar algo de su comida,
y habría sacudido su mundo con esta salchicha hecha en casa... antes de balancear
su mundo con mi propia salchicha más tarde.
De acuerdo, tal vez mi comida no era lo único que importaba.
A medida que avanzaba la cita, June logró volverse aún más aburrida. Cuando
agotó por completo el tema de las escuelas de nuestras hijas, pasó a su nueva
película favorita que acababa de ver la semana pasada.
—Tengo una debilidad por cualquier película sobre caballos —dijo, empujando
un crouton3 alrededor de su plato—. Pon un caballo en una película, y estoy allí. ¿Has
visto War Horse? Si no lo has hecho, tienes que hacerlo. Inmediatamente. Es
asombrosa.
Asentí, metiéndome un gran bocado de salchicha en la boca para que quedara
claro que no podía responder cortésmente. Nunca había visto una película sobre
92
caballos en mi vida, y no estaba pensando en comenzar pronto.
Página

—¿Cuál es la última película que viste? —preguntó June, batiendo sus pestañas.

3
Término francés que se aplica a pequeñas porciones de pan tostado o ligeramente frito o salteado
en aceite o en mantequilla.
Mi mente viajó inmediatamente a la última vez que vi a Kate, cuando estaba
acurrucada en el sofá fingiendo estar asustada por una película de terror.
Probablemente fue la llamada sexual más creativa que he recibido en mi vida... pero
una llamada sexual, sin embargo. Y no es realmente el tipo de cosas que mencionas
en una primera cita, sin importar lo horrible que esta sea.
—Probablemente algo con princesas o animales parlantes —dije, reclinándome
en mi silla—. Realmente no tengo tiempo para películas de adultos en estos días.
—¿Películas de adultos? —Una sonrisa socarrona se extendió por el rostro de
June.
Mierda.
—No, así no. No soy realmente un hombre de ver porno. No es que haya nada
malo en ver ese tipo de películas, necesariamente, yo solo, uh, no. Pero sí, eso no es
lo que quise decir. Me refiero a películas no hechas para niños.
No sabía por qué estaba divagando tanto. ¿A quién le importaba lo que
pensara esta mujer? A mí no, eso era seguro. Pero lo último que necesitaba era que
informara a los otros padres en nuestra escuela que yo era un adicto al porno. No
era la mejor imagen para mí. Más importante aún, no sería un buen augurio para
Maddie.
Jesús, solo quiero que esta noche termine.
—Mmm, no te preocupes, entiendo. —June levantó su copa de vino y me dio
un guiño de complicidad.
Genial. Supongo que puedo agregar pervertido local a la lista de cosas por las
que soy conocido entre los padres de preescolar.
Me reí torpemente, devanando mi cerebro por algo que decir para cambiar el
tema. Antes que se me ocurriera algo, el mesero volvió a ver cómo estábamos y nos
preguntó si nos gustaría ver el menú de postres después de mirar nuestros platos
casi vacíos.
Por el amor de Dios, que esta cita termine antes del postre.
—No esta noche —le dijo June al mesero, arrugando la nariz con decepción. Él
asintió educadamente y recogió nuestros platos—. Lo siento por decidir por ti. Mi
niñera acaba de enviar un mensaje de texto que me necesita.
—No te preocupes. Yo también debería regresar —respondí, agradecido de
93

estar concluyendo las cosas—. ¿Está todo bien?


Página

—Oh, sí, todo está bien —insistió—. La niñera sólo tiene un, uh... examen de
matemáticas o algo mañana. Eso es lo que obtengo por contratar a la estudiante de
secundaria de al lado.
Si no lo hubiera sabido mejor, habría supuesto que June era la que escapaba
de mí. Supongo que no soy el único que tiene un mal momento en esta cita, después
de todo.
Cuando el mesero volvió con nuestra cuenta, insistí en pagar. Mis valores
podrían haber estado arcaicos, pero dejar que la mujer pague la primera cita no se
sentía bien conmigo. Kate me mataría si me oyera decir eso en voz alta.
Después de terminar nuestro vino, June y yo caminamos juntos hacia el
estacionamiento, donde esperé hasta que su taxi se detuvo, y luego compartimos un
incómodo abrazo. Ella llevaba demasiado perfume, que encontré abrumador. No era
nada como el sutil aroma de Kate.
Una vez que el taxi se fue, me dirigí a mi auto. No me había dado cuenta que
tomó un taxi para ir al restaurante, y de repente tenía sentido por qué bebía tanto
vino. Probablemente estaba un poco nerviosa por el hecho de que finalmente le
había dicho que sí a su invitación a cenar. Y además, ¿qué madre soltera no querría
dejarse ir un poco de vez en cuando, incluso si eso solo significara tener un par
adicional de copas de vino con la cena?
En el camino a casa, repasé todas las veces que pensé en Kate durante la cena.
Me sentí un poco injusto con June por estar tan distraído durante el tiempo que se
suponía que iba a conocerla, pero no pude evitarlo. Cada vez que pensaba en lo que
quería en una mujer, Kate inmediatamente me venía a la cabeza. El sexo casual y sin
ataduras podría ser el sueño húmedo de todo hombre, pero con la manera en que
iban las cosas, de repente empezaba a parecer una muy mala idea.
Tal vez era por Maddie. Por supuesto que quería un modelo femenino para ella,
y quería que experimentara el amor de una madre.
Claro, había libros para padres y artículos de internet que podrían guiarme a
través de todas las cosas correctas para decirle a mi hija mientras ella se «embarcaba
en su viaje de niña a mujer». Pero en el fondo de mi mente, tenía la sensación de
que eso significaría mucho más de alguien que supiera cómo era, quién lo hubiera
experimentado de primera mano. Alguien que amara a mi hija tanto como yo. Y por
mucho que apestara, esa mujer probablemente no sería Kate. Cerrar la brecha de
ligue a madrastra era un gran salto, y no podía permitirme el lujo de que Maddie y
yo nos conectáramos emocionalmente con Kate si no iba a quedarse.
Cuando me estacioné en la entrada, miré hacia la ventana de Kate que estaba
sobre el garaje. La luz estaba apagada, lo que significaba que estaba fuera o que
94

había dado la noche por terminada. De cualquier manera, mi corazón se hundió un


Página

poco, sabiendo que no podría ir a su casa por unos minutos para contarle sobre mi
horrible cita.
Entré, pagando y agradeciendo a la niñera antes de acompañarla a la puerta
principal. Maddie había estado dormida durante aproximadamente una hora para
entonces, y no quería despertarla dándole las buenas noches.
Cuando me puse una sudadera, pateando mis jeans oscuros en la cesta de la
ropa sucia, se me ocurrió. Todos estos pensamientos sobre Kate no tenían que ver
con Maddie. No completamente, al menos.
Era yo. Yo era el que necesitaba a otra persona, alguien que pudiera llenar los
vacíos con los que luchaba en mi vida, que estuviera allí al final del día para
apoyarme, que fuera divertida, brillante y sexy, una verdadera compañera.
Me senté en el borde de mi cama, enterrando mi rostro en mis manos y
frotándome los ojos. El único problema con estos nuevos sentimientos era que Kate
no quería tener nada que ver con ellos. Dejó perfectamente claro, desde el principio,
que no estaba buscando nada serio, especialmente con alguien que tuviera una hija.
Atrapando sentimientos, lo llamó ella.
Mierda, Mierda, Mierda.
Por mucho que deseara que Kate quisiera algo más que ser solo amigos con
derechos, no quería ser el tipo de persona que aceptaba sexo casual y luego se
asustaba después de unas cuantas noches calientes y pesadas. Estuvimos de acuerdo
en que esto no sería nada serio. Tenía que honrar ese arreglo.
Pero tenía que hacer algo con estos sentimientos. Y rápido.

95
Página
Quince

—Un Martini seco, por favor —le grité al mesero sobre el ruido de la multitud.
Era miércoles por la noche, y me habían enviado a una fiesta de lanzamiento
de un álbum para un cantante prometedor. Según mi editor, habría muchos chismes
en la fiesta, pero hasta ahora todo lo que había hecho era comer demasiadas bolitas
fritas de queso de cabra y escuchar mala música pop durante una hora. El cantante
tenía sólo dieciocho años, y ya había tenido que esquivar a grupos de adolescentes
borrachas en más de una ocasión. Decidí que era necesario un trago para pasar el
resto de la noche.
Sorbí mi martini mientras caminaba por la fiesta. Mi mente vagaba hacia
Hunter, y me preguntaba qué estaba haciendo. La última vez que hablamos, se
estaba preparando para una cita con esa zorra de la escuela de Maddie.
De acuerdo, no era una zorra. Pero odiaba la idea de que él saliera con ella. Y
mientras me moría por saber cómo había ido, no iba a preguntarle a Hunter sobre
ello. Me negué a parecer una novia necesitada, especialmente porque no estábamos
saliendo, y más aún porque yo fui quien lo animó a ir a la cita en primer lugar.
Alguien me tocó el hombro, interrumpiendo mis pensamientos.
—Hola, preciosa —dijo una voz mientras me daba la vuelta. Era Andy, un
compañero columnista.
Me estremecí ante el saludo. Nos habíamos enrollado unas cuantas veces,
generalmente después de beber demasiado en estos eventos. Era atractivo y
divertido salir con él, pero odiaba cuando me ponía apodos de mascota.
—Hola, Andy. —Sonreí mientras me jalaba para un abrazo.
—Hace tiempo que no te veo. —Sonrió, su mirada clavada en mi escote durante
un momento demasiado largo—. Te ves muy bien.
Nos pusimos al tanto de nuestras vidas después que Andy nos comprara otra
96

ronda de martinis. Por lo general, me alegraba verlo, era divertido y fácil estar cerca
de él, pero esta noche nuestra conversación se sentía rancia. No estaba de humor
Página

para coquetear con él, y ciertamente no estaba de humor para ir a casa con él. De
hecho, cuanto más hablaba con Andy, más extrañaba a Hunter.
Mierda. Estaba muy metida.
Le dije a Andy que tenía que ir al baño, pero en realidad, solo quería estar a
solas con mis pensamientos durante unos minutos.
Últimamente, he estado pensando mucho en las relaciones. Todo este tiempo,
había pensado que al evitar una relación estaba siendo fuerte e independiente, pero
en realidad, tenía miedo de crecer. Era demasiado vieja para estar en esta fiesta, y
era demasiado vieja para seguir teniendo miedo de vivir mi vida. Era hora de tomar
decisiones adultas y arriesgarse. Sí, había visto a mi hermana salir quemada, pero
eso no significaba que yo también lo hiciera. Y si lo hiciera, me levantaría. Eso es lo
que haría una mujer verdaderamente fuerte e independiente.
Me miré en el espejo del baño. Durante muchos años, me había perdido de
tener una conexión real con alguien porque tenía miedo. Pero ahora estaba lista.
Emocionada por mi nueva confianza, me sonreí a mí misma. Cuando salí del
baño, tomé un sorbo de mi martini y volví a mirar la fiesta, con la esperanza de ver
un romance en ciernes entre la estrella del pop y una de las asistentes a la fiesta, o
incluso una pelea. Odiaba irme sin algo que llevar para mi columna.
Antes de que pudiera encontrar algo, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué
y contesté:
—¿Hola?
—Kate, hola, soy Hunter. —Sonaba frenético, y no pude oír el resto de lo que
dijo por los ruidos de la fiesta.
—Whoa, más despacio —dije, saliendo rápidamente al balcón donde un grupo
de modelos estaban fumando—. ¿Qué pasó?
—Maddie está en el hospital.
Mi corazón se hundió, y puse una mano sobre mi boca conmocionada.
—¿Está bien? —pregunté, ya dirigiéndome a la puerta.
—Aún no estoy seguro. Acabamos de llegar y los médicos la están revisando.
—Su voz estaba a punto de quebrarse—. Supongo que sólo quería que lo supieras.
—Voy para allá —dije al salir por la puerta principal.
—Está bien, suena como si estuvieras fuera. No tienes que hacerlo —dijo, pero
lo interrumpí.
97

—Hunter, ya estoy en camino. Estaré allí pronto.


Página

****
Llegué al hospital en un tiempo récord y prácticamente subí las escaleras
volando. Cuando vi a Hunter en la sala de espera, corrí hacia él.
—¿Cómo está ella? —pregunté, tratando de recuperar el aliento.
—Está en cirugía —dijo, la preocupación grabada en su rostro—. Es su
apéndice. Dijeron que es un procedimiento simple y que no hay de qué preocuparse.
Me di cuenta de que no estaba convencido. Solo podía imaginar lo que se
sentía como padre al tener a su hija en cirugía.
Arrojé mis brazos a su alrededor y lo abracé con fuerza. Me envolvió con sus
brazos mientras apoyaba la cabeza contra su pecho. Se sintió tan cómodo apoyarme
en él de esa manera, tanto que me demoré, sin querer que el momento terminara.
—Estará bien —le dije, retrocediendo para mirarlo a los ojos. Odiaba el dolor y
la angustia que veía reflejados en ellos—. Tuve la misma cirugía cuando tenía su
edad.
—Gracias por venir. —Extendió la mano para apartar un mechón suelto de mi
rostro.
Nos movimos a la sala de espera y nos sentamos en las sillas duras de plástico.
—Por supuesto que vine. No quería que estuvieras aquí solo.
Me miró a los ojos y mi corazón se aceleró. Ahora no era el momento de decirle
de lo que me había dado cuenta, pero estar aquí para él se sentía muy bien.
—¿Has comido algo? —le pregunté, mirando mi reloj. Eran casi las nueve.
—No, en realidad. —Se pasó una mano por la nuca—. Lo olvidé por completo.
Me puse de pie.
—Déjame ir a buscarte algo.
—No, no tienes que hacerlo —dijo, pero levanté una mano.
—Por favor, es lo menos que puedo hacer.
Él sonrió mientras yo agarraba mi bolso y salía por la puerta. Diez minutos
después, volví con un sándwich y un poco de fruta de la cafetería del hospital.
—¿Alguna noticia? —pregunté mientras dejaba la bolsa.
—Ha salido de cirugía —dijo, sonriendo—. Está bien, se está recuperando, y
puedo ir a verla en un rato.
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Di un suspiro de alivio y le devolví la sonrisa.


Página

—Gracias a Dios. Hace tiempo que no me asustaba tanto.


—Tenerte aquí significó mucho —dijo mientras le daba la bolsa—. Lo siento si
interrumpí tu cita.
Confundida, lo miré un momento y luego agité la cabeza.
—Oh no, no fue una cita. Era una estúpida fiesta de trabajo.
Asintió, y pude ver el alivio en su rostro.
Lo miré fijamente por un momento antes de sonreírme. El darme cuenta de que
Hunter estaba celoso causó un revoloteo en mi estómago.
—Me alegro de que me llamaras —añadí, incapaz de contener mi sonrisa.
Quería decirle lo importante que era para mí estar aquí para él y para Maddie, ser
incluida en momentos como éste, pero no sabía cómo decirlo. En vez de eso, le di
otro abrazo y me derretí al sentir sus brazos envueltos a mi alrededor.
Fuimos interrumpidos por la doctora que se acercaba.
—¿Los padres de Maddie? —preguntó la doctora.
Hunter se puso en pie.
—Solo yo.
Me quedé a su lado, nuestros dedos entrelazados mientras la doctora me
desestimaba y miraba directamente a Hunter con preocupación en sus ojos.
—Maddie está despierta ahora. Lo hizo muy bien. Las visitas son para la familia
si quiere ir a verla ahora. —Hizo un gesto al final del pasillo.
Hunter se volvió hacia mí.
—Gracias de nuevo. Probablemente me quedaré a pasar la noche mientras
Maddie se recupera.
—Sí, por supuesto. —Asentí—. Vigilaré la casa.
Sonreí, pero mi corazón se estaba hundiendo. No quería irme sin ellos e irme a
una casa vacía. Le di a la mano de Hunter un apretón final antes de salir.
Cuando me detuve en la entrada, la casa se veía enorme y amenazante en la
oscuridad, sin luces encendidas. Por lo general, cuando llegaba, podía ver a Maddie
viendo la televisión o jugando un juego en la ventana de la sala de estar. Me golpeó
una punzada de soledad cuando me bajé del auto y me dirigí a mi apartamento. Me
había acostumbrado tanto a tenerlos cerca que no me había dado cuenta de cómo
se sentiría cuando ya no estuvieran.
Una vez dentro, me acosté en mi cama, mirando al techo. Mi teléfono sonó, y
esperando que fuera Hunter, contesté rápidamente sin mirar el identificador de
99

llamadas.
Página

—¿Hunter? —dije al teléfono sin pensarlo.


—¿Quién es Hunter? —Era mi hermana, Kayla.
—Oh, disculpa, no es nadie. ¿Cómo estás?
Entre la mudanza y todo lo que pasaba con Hunter, no había hablado con Kayla
en un par de semanas.
—Bien —dijo ella, estirando la palabra. No la había oído sonar tan alegre en
mucho tiempo.
—¿Qué pasa contigo? —le pregunté—. Suenas atolondrada.
Ella echó a reír.
—¿No puedo estar feliz?
Me mordí el labio. No quería decirlo, pero creí que no la había visto feliz desde
antes de su divorcio.
—Bueno, está bien —dijo antes de que tuviera que responder—. Conocí a
alguien.
Me senté en la cama, con los ojos bien abiertos. Fue la segunda llamada
sorprendente que recibí esa noche.
—¿Qué? Cuéntamelo todo.
—Él es increíble, Kate —dijo, prácticamente desmayándose por teléfono—. Su
nombre es Tyler. Es tan dulce, cariñoso y servicial. Básicamente, todo lo que Jim no
era.
—¿Qué quieres decir? —Siempre pensé que ella y Jim parecían una gran pareja.
Honestamente, nunca había entendido por qué no funcionaron—. Pensé que Jim era
todas esas cosas.
Ella suspiró.
—Mira, Kate, hay muchas cosas que no te dije sobre Jim y yo. Desde el principio
hubo problemas que no quise admitir. Fingí que éramos la pareja perfecta así nadie
se daría cuenta de que no éramos tan buenos el uno para el otro.
Estaba asombrada. Nunca la había oído hablar así de Jim. Él siempre había
parecido agradable en los eventos familiares, pero supongo que en realidad nunca
lo había conocido tan bien.
—Entonces, ¿crees que las cosas son diferentes ahora? ¿Con Tyler?
—Absolutamente. En serio, nunca me había sentido así antes. Sé que parece
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una locura, pero es una gran persona y me entiende.


Me di cuenta de que lo decía en serio. Mirando hacia atrás, me di cuenta de
Página

que nunca había dicho cosas así sobre Jim. Había asumido que todo era genial
porque siempre parecían lo suficientemente felices.
Kayla interrumpió mis pensamientos.
—Creo que lo amo, Kate.
—Vaya, eso es increíble —dije, yendo hacia la ventana. Automáticamente miré
a la ventana de Hunter antes de recordar que él no estaba allí—. En serio, me alegro
mucho por ti.
Nos pusimos al día con todo lo que había pasado entre ella y Tyler antes de
que le dijera que tenía que irme a la cama.
Después de colgar el teléfono, me acurruqué de nuevo en la cama. Realmente
estaba feliz por Kayla. Después de todo lo que había pasado con Jim, merecía
encontrar a alguien más. Y si después de su divorcio fue lo suficientemente valiente
como para intentarlo de nuevo, entonces realmente no tenía una excusa para tener
miedo.
No sabía cómo, pero necesitaba encontrar una manera de hacerle saber a
Hunter cómo me sentía. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.

101
Página
Dieciséis

Abrí la puerta del congelador y saqué la caja amarilla de paletas de helado,


revolviendo los paquetes para encontrar el sabor correcto. Maddie había estado en
casa desde el hospital por unos días, y aprendí rápidamente qué colores prefería. No
era una gran fanática de la uva y absolutamente odiaba el de limón, pero todos los
demás se los comía sin problemas.
Mi mirada se posó en una paleta que parecía ser roja, así que la saqué de la
caja y la levanté hacia la luz. A través del delgado empaque, pude ver un ligero tinte
rojo. Aleluya. El rojo era el favorito de Maddie.
Entré en la sala de estar donde estaba acurrucada bajo una gruesa y peluda
manta en el sofá, todavía vestida con su pijama y su cabello un poco revuelto.
Desenvolví la paleta y se la di, asegurándome de colocar una servilleta en su regazo.
—Ten cuidado que no empiece a gotear —le dije, peinando su cabello detrás
de su oreja.
—Lo sé —dijo en voz baja, asintiendo sin apartar los ojos de la televisión.
Distraídamente sacó el dulce congelado hacia su boca, fallando en su primer intento
y untando con jugo rojo su barbilla.
Tomando la servilleta de su regazo, limpié el jugo, riéndome por lo
impertubable que se veía. Los médicos me advirtieron que necesitaría descansar
mucho después de la cirugía, pero esa mañana, me di cuenta que había empezado
a mejorar por lo fascinada que estaba con sus dibujos animados. Los primeros dos
días en casa, apenas podía mantener los ojos abiertos el tiempo suficiente para
prestarles atención. Pero ahora, estaba enganchada. Ya podía notar que tendría que
ser firme sobre volver a su horario normal de television una vez que estuviera
completamente recuperada.
—Te conseguiré otra servilleta —le dije, besando su cabeza antes de volver a
102

la cocina.
Resulta que no había nada más aterrador en el mundo que tener que llevar a
Página

tu hija al hospital. Lo aprendí de la manera más difícil. Incluso después que los
médicos me aseguraron que estaría bien y que su cirugía fue totalmente rutinaria y
manejable, no podía lidiar con lo impotente que me había sentido.
¿Sentarme en esa sala de espera mientras extraños abrían a mi hija sin nada
más que hacer que sentarme, esperar e intentar no asustarme? Pensé que era una
persona tranquila y racional, pero en base a los sentimientos caóticos que me
atravesaron durante ese tiempo, estaba empezando a cuestionarme todo lo que
creía saber sobre mí mismo. ¿Lo único que no cuestioné? El hecho que Maddie
significaba todo para mí. Era todo mi mundo, y era mi trabajo asegurarme que nunca
le pasara nada malo. Caso cerrado.
Después de tomar una servilleta nueva, volví a la sala y me senté a su lado en
el sofá. Puse la servilleta en su regazo, sonriendo ante el hecho que su paleta ya
estaba medio terminada.
—Papá, ¿podemos comer algo que no sea sopa para la cena esta noche? —
preguntó Maddie, todavía mirando directamente al televisor.
—¿Qué quieres a cambio? —Hice un inventario mental, tratando de recordar
qué víveres teníamos. Había estado haciendo mi mejor esfuerzo para hacer comidas
ligeras y nutritivas con lo que ya teníamos a mano.
—¿Podríamos comer pizza sin gluten? —Me miró con ojos grandes y
esperanzados.
Sonreí. Parecía que alguien estaba empezando a sentirse mejor después de
todo.

****
Unos días después, estaba claro que Maddie y yo necesitábamos salir de la
casa. Nos habíamos quedado sin paletas, y nuestra despensa necesitaba
desesperadamente reabastecerse. Y por mucho que a ella y a mí nos encantara pasar
tiempo juntos, me di cuenta que estaba lista para ver y escuchar a alguien más por
un tiempo. Y sabía a quién llamar.
Después de un par de tonos, la línea se conectó y una voz que no me había
dado cuenta de lo mucho que extrañaba respondió:
—Hunter, hola. ¿Cómo está Maddie?
—Hola, Kate. Está mucho mejor. Gracias por preguntar. —No pude evitar
sonreír a mi teléfono celular. Maldita sea, había extrañado el sonido de su voz.
—¿Va bien la curación de su herida? ¿No hay signos de infección? ¿No hay
103

efectos secundarios extraños de la anestesia?


—Has estado buscando en Google, ¿verdad?
Página

Los dos nos reímos.


—Escucha —dijo, su tono se volvió serio—, esta es la primera cirugía en mi vida
en mucho tiempo, y resulta que hay mucho de qué preocuparse con estas cosas. Los
hospitales están repletos de infecciones y todo tipo de cosas que puedes
contagiarte.
Sonreí. ¿Cómo es que Kate mejora y mejora cada vez que hablamos?
—Bueno, es muy dulce de tu parte preocuparte, pero ella está bien.
—Bien, me alegra oírlo. Me costó cada onza de autocontrol que tenía evitar
enviarte mensajes de texto cada cinco segundos.
—Siempre puedes enviarme un mensaje de texto, Kate. ¿Lo sabes, verdad?
Hizo una pausa, y por un segundo me preocupé por haber dicho demasiado.
Lo que sea, es verdad. Nuestro arreglo físico podría haber sido casual, pero ¿ir
corriendo al hospital para ayudar cuando mi hija tenía que someterse a una cirugía
de emergencia? No es exactamente lo que esperas de un polvo casual.
—Lo sé, solo que… no quería excederme.
—Entiendo —le dije lentamente—. Pero solo para que conste en acta, no
habrías estado excediéndote. En lo más mínimo.
Un silencio más prolongado se extendió entre nosotros, y realmente empecé a
preocuparme por haberla asustado.
—¿Kate? ¿Todavía estás ahí?
—Lo siento, sí, aquí estoy. —Su voz sonaba más pequeña, más tímida que de
costumbre—. Eso fue… dulce, Hunter.
—Es verdad. Entonces, escucha, estaba llamando para ver si querías unirte a
Maddie y a mí en un viaje corto al parque esta tarde. Nos estamos volviendo un poco
locos por aquí. Además, a ella le encantaría verte. —Tenía que aligerar el estado de
ánimo antes que Kate colgara y me descartara como el idiota pegajoso que no sabía
cómo mantener una relación casual con una mujer.
—Me encantaría —respondió—. ¿Cuándo planean irse?
—¿Qué tal a las tres?
—A las tres suena perfecto. Nos vemos en la puerta de tu casa.
—No puedo esperar.
104

Después de colgar, fui a decirle a Maddie las buenas noticias.


—¿Adivina qué? —le pregunté, entrando en la sala de estar y parándome junto
Página

a la televisión.
—¿Qué?
—Hoy tú y yo vamos a ir al parque más tarde. Y acabo de hablar por teléfono
con nuestra vecina Kate, y ella dijo que vendría con nosotros.
—¿En serio? —Maddie se giró para mirarme, con los ojos muy abiertos y las
cejas levantadas. Realmente estaba empezando a derretir mi corazón lo mucho que
disfrutaba pasar tiempo con Kate.
—De verdad.
—¡Sí! —gritó, saltando en su asiento en el sofá y pateando sus piernas con
emoción debajo de la manta.
—Sabes lo que eso significa, ¿verdad? —le pregunté, poniendo mis manos en
mis caderas.
Negó.
—Es hora de que te cambies la pijama.
Maddie y yo pasamos el siguiente par de horas arreglando la sala de estar y
preparándonos para el parque, asegurándonos de mantener su herida limpia y
protegida. Parecía emocionada de ponerse algo de ropa real, y cuando la ayudé a
atarse sus zapatos tenis, me di cuenta por la expresión de su rostro que estaba lista
para jugar afuera.
A las tres en punto, Kate llamó a nuestra puerta. Fui a contestarla con Maddie
detrás, y en el momento en que abrí la puerta, Maddie estiró los brazos alrededor
de los muslos de Kate.
—Oh, hola —dijo Kate, claramente conmovida por el abrazo. Me miró y sonrió,
con sus ojos muy abiertos.
—Me siento mucho mejor —dijo Maddie, soltando a Kate y retrocediendo para
mirarla—. Comí un montón de paletas de helado.
—¿Paletas de helado, en serio? Mmm, estoy celosa. No he comido una de esas
en mucho tiempo —respondió Kate, sacudiendo la cabeza.
Mientras las dos charlaban en la puerta, me colgué al hombro el morral en el
que guardaba los suministros para limpiar la herida de Maddie, por si acaso los
necesitábamos, así como un par de botellas aguas, una chaqueta adicional por si
acaso le daba frío, y un par de barras de granola en caso que tuviera hambre. Sabía
que estaba exagerando un poco, pero bueno, todavía me estaba recuperando de su
105

cirugía también.
Maddie y Kate continuaron charlando durante todo el viaje en auto hacia el
Página

parque, con Maddie explicando cómo era el hospital y exactamente cómo se sintió
cuando se despertó. Me encantó escuchar lo animada que se puso al hablar sobre
toda esta experiencia y aprecié cuán atentamente Kate escuchó y siguió su
conversación. Me había preocupado que Maddie pudiera haber estado un poco
traumatizada por todo el asunto, pero se estaba recuperando incluso más rápido de
lo que esperaba, tanto física como emocionalmente.
En el parque, Maddie nos llevó a Kate y a mí a su zona favorita, donde
rápidamente encontró a otra niñita de su edad para jugar y contarle su historia del
hospital. Kate y yo las observamos charlar y reírse un rato antes de subir a la parte
superior del tobogán, donde se juntaron y se rieron un poco más.
Le pedí a Maddie que recordara tomarse las cosas con calma, no correr ni saltar,
ya que todavía se estaba curando.
—Olvidé lo fácil que es hacer amigos a esa edad —dijo Kate con una sonrisa,
cruzando los brazos sobre su pecho.
—Se siente bien tomar algo de aire fresco. —Suspiré y estiré mis brazos—.
Siento que no he hablado con un adulto en meses.
—Bueno, eso no es del todo cierto —dijo Kate, frotándose el brazo—. ¿Cómo
estuvo tu cita?
Me detuve.
—¿Cita?
Kate bajó la barbilla y me miró con incredulidad.
—¿Con June?
Mierda.
—Oh, cierto. Mi cita con June. Dios, ¿el hecho que me haya olvidado por
completo me convierte en un completo imbécil?
—Solo medio imbécil, creo. —Kate se echó a reír. Tal vez solo era una ilusión,
pero podría haber jurado que se veía un poco aliviada.
—Lo tomaré. —La miré con una media sonrisa—. Bueno, la cita no fue genial,
si eso no estaba ya claro. —Me reí entre dientes, pasando mi mano por la parte de
atrás de mi cuello.
—¿Qué pasó?
—Ella no hizo nada malo. Simplemente no teníamos nada en común además
de nuestras hijas.
106

Kate inclinó la cabeza, mirándome de reojo.


—Eso me parece algo muy importante para tener en común.
Página

—Pensarías que sería de ayuda, ¿no? —Le sonreí con ironía—. Pero resulta que
pegar a dos padres solteros en la misma mesa no es una receta segura para el
romance.
—No estoy segura de que exista receta —dijo, mirándose los pies.
—Tal vez no, pero resolví una cosa en esa cita.
—¿Qué?
—Que te extrañé.
Kate se detuvo entonces, mirándome con ojos grandes y aturdidos, claramente
sorprendida.
—Hunter…
—No te preocupes, lo sé. No estoy tratando de empujarte en una relación. Lo
que tenemos es casual. Estrictamente físico. Es solo… mentiría si dijera que mi cita
de mierda no me hizo desear que tú fueras con quien estuviera cenando. No June.
—No es que no…
—Realmente, no tienes que explicar. No te estoy pidiendo nada más. Es solo
que a veces me gustaría que quisiéramos lo mismo. Pero no soy ese tipo. Dejaste
claro lo que quieres. Solo necesito aceptar eso. Es mi culpa.
Kate abrió la boca para hablar, pero antes que pudiera pronunciar una palabra,
Maddie se acercó a nosotros con una sorprendente cantidad de energía.
—Papi, ¿puedo tomar un bocadillo? —preguntó, agarrando mi mano y
jalándome hacia ella.
—Claro, solo dame un segundo.
Saqué una barra de granola del bolso y se la entregué. Rápidamente lo
desenvolvió y dio un gran mordisco. Cuando miré mi reloj, tenía sentido por qué
tenía tanta hambre. Eran las cuatro y media, su hora normal de la paleta de helado
antes de la cena.
Realmente necesito volver a nuestra rutina normal.
—¿Maddie, te sientes cansada? —le pregunté.
—No estoy cansada —dijo, frunciendo el ceño y dándome una mirada terca en
su rostro.
—Está bien, puedes jugar un poco más —le contesté.
Maddie se escabulló para conseguir su turno en el columpio con su nueva
amiga.
107

—¿El trabajo ha sido comprensivo con todo lo que ha estado pasando? —


preguntó Kate.
Página

Sonreí, repentinamente agradecido por su cambio de tema. Continuamos


charlando por el resto de nuestro tiempo en el parque y durante todo el viaje en
auto de regreso a la casa. Para entonces, todo parecía volver a la normalidad, y en
silencio esperaba que ella dejara ir para siempre mi pequeña confesión.
No es que me arrepintiera de haberle dicho a Kate cómo me sentía. Deseaba
que quisiéramos las mismas cosas. Pero dejó claro desde el principio lo que quería,
y eso no incluía un compromiso a largo plazo o una niña.
No importaba lo que estaba empezando a sentir, o lo que quería, una cosa
estaba clara.
Necesitaba superarlo.

108
Página
Diecisiete

¿Qué están haciendo hoy ustedes dos?


Esperé la respuesta de Hunter mientras buscaba cosas divertidas por hacer en
la ciudad. Necesitaba hacerle saber cómo me sentía, y dado que la comunicación no
era exactamente mi fuerte, decidí mostrárselo en lugar de decírselo. Estaba lista para
todo, la relación, el compromiso, incluso intentar la maternidad. ¿Y qué mejor
manera de mostrárselo que planear un día divertido de cita con él y Maddie?
Vamos a pasar el rato hoy. ¿Qué tal?
Nos vemos afuera en treinta minutos. Tengo una idea.
Sonreí mientras me alistaba, colocándome un ligero vestido de verano que era
favorecedor y apropiado para un día de familia.
Después de mucho pensarlo, decidí llevarlos al zoológico. Tienen una
exhibición especial con zorros bebés de la que he estado escuchando, y pensé que
sería lindo que Maddie los viera. Se lo mucho que amó mirar a los esqueletos de
dinosaurios, y esperaba que se emocionara de la misma manera al ver animales que
siguen vivos.
Espere por ellos al frente, nerviosamente golpeando con mi pie, esperando que
no fuera demasiado espontanea el acaparar todo su día. Mentalmente me golpeé.
¿Dónde estaba mi seguridad? El día iba a estar genial.
Todas mis dudas salieron de mi cabeza mientras Hunter salía de la casa con
una camiseta negra y jeans. Se veía tan guapo como siempre, y tuve que resistir darle
un beso de saludo. Maddie corrió detrás de él, llevando una falda rosa con una
camiseta gris que decía Pow! En grandes letras blancas.
—Genial atuendo —dije, sonriendo. Era perfecto para ella.
—Gracias. —Ella sonrió, colocándose unos lentes de sol negros.
109

Contuve la risa, mirando a Hunter. Sus expresivos ojos cafés se iluminaron con
una sonrisa que envió a mi corazón en espiral.
Página

—Hola —dije, cubriendo mis ojos del sol—. Gracias por estar de acuerdo con
mi espontaneidad.
—Siempre podemos usar algo de emoción. —Me devolvió la sonrisa.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo, admirando mi vestido. Mi
respiración se detuvo mientras su mirada se detenía un momento en mis senos, que
estaban presionándose contra el delgado material. Sentí mis pezones endurecerse y
esperaba que no lo notara. Mi mirada permaneció en él unos segundos más antes
de darme cuenta que Maddie nos estaba mirando a los dos.
—Muy bien —dije rápidamente, apartando la mirada de Hunter—. Entonces,
¿están listo para ir de aventura? —comencé a caminar hacia mi auto cuando Hunter
sacudió la cabeza y nos guio al suyo.
—Sillita para niños —dijo.
Ah. Cierto. Supongo que tengo mucho que aprender.
Me subí, y él abrió la puerta del asiento trasero mientras Maddie subía.
—¿A dónde vamos a ir? —preguntó ella sospechosamente.
—Es una sorpresa. Pero prometo que será divertido.
Hunter abrochó el cinturón en su asiento antes de ir al frente.
Conforme nos acercábamos al zoológico, miré hacia atrás y vi a Maddie pegada
hacia la ventana, tratando de averiguar a dónde íbamos. Cuando giramos la esquina,
jadeó.
—¿Vamos a ver a los zorros?
—¿Cómo sabes sobre esa exhibición? —pregunté, levantando una ceja en
dirección a Hunter.
—Todo mundo sabe de eso —exclamó ella.
Me reí, tan aliviada de que estuviera emocionada por esto, que ni me importo
que la sorpresa estuviera arruinada.
Cuando entramos al zoológico, Maddie prácticamente salió volando hacia la
exhibición de los zorros. Miramos a través del vidrio a los zorritos, sus grandes orejas
levantándose.
—¿Te gustan? —le pregunté a Maddie, que estaba presionando su rostro
contra el vidrio y saludándolos.
—Son tan geniales —dijo, sin apartar la mirada de ellos.
—¿Quieres jugar con uno?
110

Ella giró hacia mí con la boca abierta, aparentemente sin palabras.


—Compre un boleto especial para que puedas cargar a uno —le dije, sacando
Página

el ticket de mi bolso. Sus ojos se abrieron con sorpresa, y miró a Hunter.


Él levantó las manos.
—No me mires a mí. Todo esto fue idea de Kate.
Él me sonrió mientras Maddie se quedaba boquiabierta.
—Vamos. Entremos. —Señalé hacia la taquilla.
Los trabajadores del zoológico nos guiaron hacia un cuarto especial. Maddie
estaba tan emocionada, que estaba brincando en anticipación, y en ese momento
me sentí tan orgullosa de mí misma. Cuando finalmente trajeron al zorro bebé,
Maddie dejó escapar un pequeño grito. Sonreí a Hunter mientras ella levantaba una
mano nerviosa para acariciar su suave pelaje.
La mano de Hunter se presionó sobre mi espalda baja.
—Esto es increíble. Gracias por arreglar todo esto.
—El gusto es mío. Estoy divirtiéndome.
—No tanto como ella —dijo, señalando a Maddie, que estaba chillando de
emoción mientras el pequeño animal lamia su mano.
—Nadie ha tenido tanta diversión como ella. —Me reí, sacando mi celular para
tomar una fotografía.
Cuando terminó, Maddie regreso a nosotros y envolvió sus brazos alrededor
de mis piernas, diciéndome que este era el mejor día que había tenido.
Sorprendida, la abracé. Sabía que estaba emocionada, pero no me esperaba
esto. Lagrimas inesperadas cubrieron mis ojos, y rápidamente las aparte. Contrólate
Kate. Aparentemente me había vuelto una blandita.
Mientras caminábamos por el zoológico, no pude ocultar la sonrisa de mi
rostro. Pasar tiempo con Hunter y Maddie era mucho más divertido de lo que había
anticipado. Se sentía tan natural estar con ellos así, y no podía evitar sino
imaginarnos haciendo esta clase de cosas todos los fines de semana.
Llegamos a la exhibición de los grandes felinos, donde un león acababa de
tener una cría. Una enorme multitud se reunía en frente de la exhibición, y cuando
finalmente llegamos al frente, pudimos ver a la leona con su bebé.
—Ese es el papá —dije, apuntando al león que estaba cerca dándose un baño
de sol.
Observé mientras Maddie se inclinaba contra el barandal, y toda esa charla
sobre bebés y sus mamás y papás hizo que me preguntara algo. ¿Las personas
111

alrededor de nosotros piensan que soy la mamá de Maddie?


Mi estómago dio un vuelco ante ese pensamiento, y me di cuenta que
Página

secretamente estaba deseando que pensaran eso. Normalmente no era una bola de
emociones, pero la idea de los tres siendo una familia me hizo sentir bien por dentro.
La idea de pertenecer, de ser parte de mi propia tribu, sonaba mejor de lo que podía
imaginar.
Observé a Hunter mientras se agachaba y recitaba datos sobre leones a
Maddie. Su cabello oscuro había crecido un poco desde la última vez que lo había
visto, y tenía una sombra de barba formándose sobre su fuerte mandíbula.
Calidez se esparció a través de mí mientras lo observaba. Lo deseaba ahora
incluso más que la primera noche cuando él solo era algún tipo atractivo sin nombre
en el bar. Ahora, él era mucho más que eso.
Se paró y me miró. Cuando nuestros ojos se encontraron, un cálido escalofrío
subió por mi cuerpo. ¿Qué tenía este hombre que destruía todas mis defensas?
Deseando poder alejar de mi mente todas las emociones repentinas que estaba
sintiendo, sugerí subirnos al pequeño tren que nos paseaba por todo el zoológico.
Maddie se divirtió levantando sus brazos como si estuviera en una montaña rusa, y
para cuando terminamos el paseo, mi rostro dolía de tanto reír.
Para cuando terminamos de pasear por el zoológico, ya casi era hora del cierre.
—Tengo mucha hambre —declaró Maddie mientras caminábamos hacia el
carro.
—Si ustedes quieren, conozco un buen lugar para cenar por aquí cerca. Yo
invito —dije mientras Hunter abrochaba a Maddie en el asiento trasero.
—Ya has hecho suficiente, Kate —dijo Hunter mientras se sentaba en el asiento
delantero.
—Quiero hacerlo. —Sonreí—. Además, necesito continuar con tu educación
culinaria.
Me regaló una sonrisa torcida.
—Bueno, si va a ser educacional, no puedo decir que no, ¿cierto?
Le di las instrucciones para llevarnos a unos de mis restaurantes veganos
favoritos. Es difícil complacer a los niños, en especial con comida saludable, pero
tenía el presentimiento que Maddie lo apreciaría. Especialmente porque sabía que
tenían un extenso menú sin gluten.
Una vez que nos sentamos en nuestra mesa, levanté mi vaso con agua.
—Brindo por un gran día.
112

—Fue increíble —dijo Maddie mientras golpeábamos nuestros vasos. Ella tomó
el menú, sosteniéndolo al revés.
Página

Le di la vuelta al menú y le leí algunas de las opciones, sintiendo la mirada de


Hunter en mí mientras ayudaba a Maddie a elegir unos macarrones con queso sin
gluten. Cuando la comida llegó. Hunter y Maddie devoraron su comida
emocionados.
—Esto es realmente bueno —dijo Hunter, sorpresa en su voz mientras mordía
una vez más su sándwich.
Maddie parecía igual de impresionada.
Terminamos nuestra comida compartiendo un cupcake vegano. Una ola de
tristeza me golpeó mientras nos íbamos del restaurante; no estaba lista para que
terminara la noche, pero no creía poder seguir con el secuestro por mucho más.
Cuando llegamos a la casa, Maddie saltó del carro y corrió al interior.
—Maddie, ¿qué tienes que decirle a Kate? —preguntó Hunter antes que
entrara.
Se detuvo, girando hacia mí, luego corrió y me dio otro abrazo.
—Gracias —dijo, su cabeza descansando en mi regazo.
—Cuando quieras. —Le di una palmadita en su cabeza, mi corazón lleno.
Después de que entró, Hunter me acompañó a mi puerta.
—Gracias por hoy. La pasamos bien. —Me sonrió, haciendo una vez más que
mi interior se sintiera cálido—. Tengo el presentimiento que Maddie va a hablar de
este día por un tiempo.
Me recargue contra la puerta. Sus labios se veían tan bien que me contuve para
no besarlo.
—También la pasé muy bien. —Sonreí, prolongándolo a propósito.
Me pregunté si debería decirle cómo me estaba sintiendo, simplemente
soltarlo y sacarlo a la luz, pero no pude encontrar las palabras. Era un momento
perfecto; todo lo que tenía que hacer era decirlo.
Dios, era tan terrible con esto. No me sorprendía porque nunca había estado
en una relación. Necesitaba encontrar la manera de decirlo ahora antes de que
perdiera por completo la cabeza.
—Bueno, buenas noches —dije finalmente, sin poder soportar más el silencio.
—Buenas noches.
Su mirada en la mía parecía tan pesada, casi magnética, casi como si no pudiera
113

apartarla. Sentí como si él estuviese esperando que dijera algo más, pero mi corazón
estaba latiendo tan fuerte que no creía poder sacar las palabras. Rápidamente entré
Página

y le sonreí una vez más antes de cerrar la puerta detrás de mí.


Mientras subía las escalaras de mi apartamento, suspiré Este no era mi
momento más fluido. Él probablemente había estado esperando a que hiciera el
primer movimiento, y en su lugar, lo arruiné todo por actuar completamente extraño.
Cuando pasé por la ventana, me di cuenta que la luz en la habitación de Hunter
estaba encendida. Sentí otra punzada de tristeza por no estar yendo a casa con él y
Maddie. Él día había estado tan divertido y cómodo; casi se sintió que éramos una
verdadera familia.
Esperaba que él pudiera entender lo que le estaba tratando de decir al planear
el día, pero sabía que tenía que reunir el coraje para decirle cómo me sentía antes
de perderlo.

114
Página
Dieciocho

Hoy había sido completamente inesperado. Nunca me hubiera imaginado que


Kate, de todas las personas, planeara una cita tan apta para niños. Ver su emoción
cuando entramos al zoológico y ver a Maddie iluminarse con los zorritos,
honestamente había sido el mejor día en mucho tiempo.
Quizás era loco de mi parte el pensarlo, pero era verdad. Hasta que Kate llegó
a nuestras vidas, no me había dado cuenta de lo mucho que deseaba una verdadera
relación con una mujer.
Por supuesto, era con la misma mujer con la que me había sentado previo a
tener nuestro primer encuentro sexual y me había hecho prometerle que lo
mantendríamos casual y habíamos hablado sobre evitar desarrollar sentimientos
como si se tratara de una enfermedad mortal. Dios, deseaba tanto que ella quisiera
las mismas cosas que yo.
Después del día que habíamos tenido, no me sorprendió lo rápido que Maddie
se durmió. Mientras salía de su habitación, cerrando la puerta detrás de mí con
cuidado, tomé el monitor que raramente usaba, planeando caminar hacia la casa de
Kate para agradecerle una vez más y decir buenas noches.
Hoy había trascurrido tan bien, incluso después de haber admitido mis
sentimientos por ella en el parque el otro día. Me preocupaba que lo que hubiera
dicho la alejara, pero después del día que tuvimos, se sentía como si hubiera dejado
escapar esa indiscreción.
Llamé a la puerta de Kate, y en unos instantes, la abrió, una pequeña sonrisa en
su rostro. A pesar de haber pasado todo el día juntos, no podía evitar estar
impresionado de su belleza. Su cabello estaba recogido hacia atrás en una trenza
suelta, y se había cambiado a unos pantalones de yoga y una camiseta de aspecto
suave. Incluso en su atuendo casual, se veía atractiva. Y la manera en que me estaba
mirando, con esa pequeña y dulce sonrisa y esa mirada en los ojos. Mi corazón se
115

aceleró.
Página

—¿Maddie está dormida? —preguntó, apartándose para dejarme entrar.


Levanté el monitor.
—Apenas y pude mantenerla despierta para que se lavara los dientes.
A pesar de haber estado en el departamento de Kate una docena de veces, ver
lo que había hecho con el lugar todavía llevaba una sonrisa a mi rostro. Cuando había
puesto en renta este pequeño apartamento arriba de mi garaje, había imaginado a
algún solitario mudándose a él, alguien que apenas entrara en mi radar con
excepción de una vez al mes para pagar la renta y utilidades. Pero Kate le había dado
vida a lo que solía ser un lugar vacío y sin usar. Parte de mi se preguntaba si todavía
hablaba del apartamento o de mi corazón.
Desde sus impecables utensilios de cocina a su increíble colección de música,
a su sonrisa, y su atractivo sexual. Kate era una total y completa sorpresa para mí.
Honestamente, no podía imaginar mi vida sin ella.
—¿Puedo traerte algo para beber? ¿Agua? ¿Vino? Tomé una botella de vino
tinto hace unos días que pensé podía ser decente, a pesar de solo haber costado
seis dólares. —Caminó a la cocina y sacó una botella oscura con una etiqueta blanca,
levantándola para leer la descripción.
—Una copa de vino seria genial.
La seguí a la cocina y me senté en la mesa. Ella colocó la botella en el mostrador
y sacó el sacacorchos de uno de los cajones.
—¿Necesitas algo de ayuda para abrir la botella? —pregunté.
—El día que necesite a un hombre para abrir mi vino será el día en que deje de
beberlo —se burló, sacando el corcho con gran facilidad—. Aunque, aprecio que lo
preguntaras —agregó con una sonrisa.
Después de tomar un par de copas de vino del estante, Kate nos sirvió una copa
y se reunió conmigo en la mesa. Le agradecí y tomé la copa en mi mano, muy
consciente de nuestros dedos rozándose con el intercambio.
—Por mujeres independientes —dije, levantando la copa.
Kate sonrió, levantando una ceja juguetonamente e inclinando la cabeza.
—Y por los hombres que son lo suficientemente seguros para dejar que sigan
de esa manera —dijo, chocando su copa con la mía.
Sonreí y tomé un sorbo del vino mientras Kate hacia lo mismo. Era más dulce
de lo que esperaba, y no sabía exactamente a vino, pero era aceptable.
—Jugo de uva. Esto sabe exactamente a jugo de uva —dijo Kate, sacudiendo
116

la cabeza y girando el licor alrededor de su copa.


—Nada mal para ser una botella de seis dólares de jugo de uva —respondí,
Página

regalándole una sonrisa.


Kate se encogió de hombros y dio otro sorbo.
—Así que, oye, solo quería darte las gracias por hoy —dije, tratando de
mantener en orden mis pensamientos antes de asustarla por completo—. La mamá
de Maddie no está cerca, y entre más va creciendo, más me preocupo sobre tener
buenas figuras femeninas en su vida. Así que, pasar todo este tiempo contigo,
especialmente hoy… significa mucho. Sé que realmente no estás interesada en esto
de los niños, lo que entiendo por completo, pero aun así, fuiste muy buena.
Kate me miró, sus ojos abiertos en sorpresa y sus cejas levantadas. Luego se rio
un poco, mirando a sus manos y sacudiendo la cabeza.
—Eso era lo que quería demostrar hoy. No solo quería decírtelo con palabras,
quería que vieras que es lo que quiero, cómo me siento sobre Maddie… y sobre ti.
Ella miró hacia mí, sus ojos encontrándose con los míos con una ternura que
nunca le había visto.
—Me he enamorado de ti —dijo Kate, sus ojos todavía fijos en los míos—. De
ambos. Sé que son un paquete, y eso es lo que quiero. No pensé que quisiera esto
en mi futuro; siempre pensé que estar atada se sentiría como, bueno, estar atada.
No tenía idea de lo bien que podía sentirse, como si finalmente hubiera encontrado
a mi gente, a la tribu a la que pertenezco.
Mi garganta estaba espesa con la emoción, pero Kate no había terminado.
—Una vez que te conocí y vi cómo podría verse mi futuro, todo se volvió tan
claro. Quiero más.
Extendí las manos y las tomé entre las mías, deslizando mis pulgares sobre sus
nudillos.
—No tienes idea de lo bien que se siente escucharte decir eso. —Llevé sus
dedos a mis labios, dejando que la realidad de las palabras de Kate se asentaran.
Esto era todo lo que siempre desee—. Vamos —dije, todavía tomando su mano
mientras me levantaba de mi asiento.
—A dónde vam…
Ella se levantó y comenzó a hablar, pero antes de que pudiera terminar la
oración, la llevé hacia mí y presioné mis labios en los de ella. Suspiró, su cuerpo
relajándose contra el mío mientras envolvía sus brazos a mi alrededor. Un beso lento
se convirtió en tres o cuatro más rápidos.
—Vamos —dije, de pronto apartándome y guiando a Kate por la puerta del
117

frente. Ella asintió y me siguió, su boca ligeramente abierta mientras nos dirigíamos
a mi casa.
Página

Una vez en el interior, ambos subimos por las escaleras y pasamos


silenciosamente el cuarto de Maddie hacia el mío. Kate y yo quizás estábamos en la
misma página, pero todavía no había hablado con Maddie acerca de esto, y lo último
que necesitaba era asustarla una vez más.
Cuando llegamos a mi habitación, hice entrar a Kate, cerrando la puerta y
asegurándome, como siempre, de poner el seguro a la puerta.
Me giré para encontrarla sentada a la orilla de mi cama. Nuestros ojos fijos en
el otro y extendiendo su mano hacia mí, girándola y doblando su dedo índice hacia
ella en una señal de acércate. Mi pene se agitó en mis pantalones mientras caminaba
hacia ella, mi mente nadando con todas las cosas que quería hacerle.
Era una cosa poderosa saber que se sentía de la misma manera por mí como
yo por ella.
Me uní a ella en la cama, apoyándome sobre su cuerpo. Nuestras bocas se
encontraron con una nueva urgencia, nuestros cuerpos moviéndose instintivamente
uno contra el otro. Deslizó sus manos por mi espalda y hacia mi cuello, tomando mi
cabello con sus dedos. Regué besos en su suave piel y en el hueco de su cuello, y
Kate gimió silenciosamente. Mi pene volvió a sacudirse ante los sonidos que ella
estaba haciendo, y de pronto odie el hecho que ambos continuáramos con nuestra
ropa puesta.
Sentándome, jalé a Kate conmigo, tomando el dobladillo e su camisa entre mis
dedos. Levantó los brazos sobre su cabeza cuando saqué la suave tela de su cuerpo,
revelando un sostén de encaje rosa claro. No pude evitar el bajo gruñido al ver sus
senos perfectos.
Ella sonrió, sacándome la camisa también. Envolvió sus brazos alrededor de mi
cuello mientras volvíamos a besarnos, y llevé las manos hacia su espalda para abrir
su sostén desde atrás. En segundos, lo había abierto, y ambos suspiramos mientras
ella presionaba sus senos contra mi piel desnuda.
Perfección. Ella era completa perfección.
Mi lengua se arremolinó contra la suya y tomé su seno en mi mano,
masajeándolo gentilmente y pellizcando su pezón entre mis dedos. Kate gimió
suavemente, moviendo su mano por mi muslo hacia la creciente erección en mis
pantalones.
Gruñí al sentir sus dedos sobre mi miembro, y rápidamente me frustré más por
la tela entre nosotros. Mientras Kate continuó frotando mi virilidad, yo deslicé mis
118

dedos debajo de sus leggins, llegando a sus húmedas bragas.


Ella jadeó cuando mis dedos se encontraron con su piel empapada.
Página

Después de unos momentos, necesitaba más, y aparté la mano lejos de sus


leggins, provocando que llorara suavemente. Arrancando los leggins lejos de ella,
deslicé mi lengua por su muslo mientras bajaba centímetro a centímetro, mordiendo
con cuidado su suave piel. Una vez que sus leggins estuvieron fuera, quité sus bragas
también, lanzándolas al suelo. En un rápido movimiento, me quité mis pantalones y
ropa interior, mi pene liberado y deseoso de estar dentro de ella.
Kate se recostó y abrió las piernas invitándome a acercarme. Me bajé hacia ella,
alineándome en el lugar necesitado entre sus piernas.
—Te quiero dentro de mí —susurró, moviendo sus caderas para provocar mi
punta.
—¿Condón? —pregunté.
Ella sacudió la cabeza.
—Estoy en control de natalidad. Y confío en ti.
Mirándonos fijamente, entré en su interior, enterrando mi eje lentamente
dentro de ella, centímetro a centímetro. Cuando estuve completamente dentro, Kate
suspiro y cerró los ojos, revelando el placer de ser completamente llenada.
Llevé mis labios a los suyos mientras movía mis caderas, lenta y gentilmente al
inicio, nuestros besos tiernos y suaves. Kate moviendo sus caderas al compás de mis
movimientos, y mientras encontrábamos el ritmo, ambos gruñimos de placer.
Cuando la sentí apretándose alrededor de mí y sentí que estaba cerca, moví la
mano para deslizar mi pulgar sobre su húmedo botón, un movimiento que siempre
la había vuelto loca. En el momento en que aplique presión ahí, lanzó la cabeza hacia
atrás con un jadeo que rápidamente se volvió un gemido.
Verla disfrutar de su placer y escuchar los sonidos que hacía me excitaba
inmensamente, provocando que mis bolas se apretaran y la presión se fuera
construyendo en mi espina baja. Justo cuando ella comenzó a dejarse llevar, su
cuerpo se contrajo alrededor del mío, la seguí sobre el borde, olas de placer
arrastrándonos al mismo tiempo.
Una vez que las olas se calmaron, giré sobre mi espalda junto a Kate, ambos
jadeando.
—Eso… fue… increíble —dijo tratando de recuperar el aliento, deslizando su
mano sobre mi pecho.
—Tú eres increíble. —Acaricié cada centímetro de suave piel que pude
encontrar, sus hombros, la curva de su cadera, sus muslos.
119

Kate giró a un lado y colocó su cabeza sobre su codo, una nueva chispa en sus
ojos.
Página

—Un buen final para un buen día, ¿no crees?


—Absolutamente. —Me incliné y besé el dorso de su mano.
Ella sonrió, luego se inclinó hacia mí y colocó un largo y profundo beso en mis
labios.
—Ya regreso —dijo, levantándose y caminando al baño.
Mientras Kate se limpiaba, me recosté en la cama y miré al techo, una mano
debajo de mi cabeza. Todavía no podía creer que ella realmente quisiera más,
después de todo lo que juró que nunca querría. Parecía casi demasiado bueno para
ser verdad.
Giré a mi costado y vi mi celular en la mesita de noche. Un pensamiento me
golpeó, y mi estómago se hundió.
Todavía estaba el asunto de hablar con Maddie. Aunque a ella parecía que le
gustaba Kate, y yo obviamente apreciaba la presencia de Kate en su vida, lo último
que quería era que Maddie se sintiera pasada por encima. Mi hija y yo nunca
habíamos hablado realmente sobre lo que sucedería si entraba en una relación, y
entre más lo pensaba, más me preocupaba sobre cómo lo tomaría.
Kate regresó del baño y se metió a la cama junto a mí, acurrucando su cuerpo
junto al mío.
—¿En qué estás pensando? —preguntó, deslizando sus dedos por mi
mandíbula.
—Nada —dije, todavía mirando al techo. Cuando Kate no respondió, pude
sentir su mirada sobre mí y sabía que tenía que decirle algo—. En realidad, acabo de
recordar. Deberíamos poner una alarma para la mañana, para que podamos
levantarnos y movernos antes de que Maddie lo haga.
Kate apartó la mano de mi cabello. Y giré para mirarla y me sorprendí al ver la
mirada herida en su rostro. Ella sabía que era papá, que tenía obligaciones. Luego
me dio una sonrisa con labios cerrados y asintió.
—Hablaremos sobre esto en la mañana. —Coloqué un suave beso en su frente
antes de girar y tomar mi teléfono. Coloqué una alarma a las cinco y media, mi mente
todavía zumbando con preocupación sobre cómo este nueve futuro funcionaría.
120
Página
Diecinueve

Miré por la ventana, perdida en mis pensamientos. Todavía no podía creer


que le había dicho a Hunter cómo me sentía y que él sentía lo mismo. Habían pasado
menos de veinticuatro horas, y todavía estaba recuperándome de la experiencia. El
momento fue tan perfecto que me estaba costando convencerme que no fue
demasiado bueno para ser verdad.
Y sin embargo, un trozo de duda me molestaba. Cuando puso la alarma para
que me escapara esta mañana, me dolió, pero intenté razonar conmigo misma de
que él simplemente no quería que Maddie lo descubriera de esa manera.
Probablemente le traería recuerdos traumáticos verme salir de la habitación de
Hunter por la mañana, y lo entendí. Pero no pude evitar preguntarme si el hacer eso
significaba algo completamente distinto. ¿No estaba seguro de comenzar una
relación? ¿O no veía un futuro a largo plazo para nosotros?
Sabía que estaba siendo infantil, pero no podía evitarlo. Aparentemente, esto
era lo que te hacía tener sentimientos por alguien, te hacía totalmente irracional.
Estaba decidida a no dejar que mi imaginación hiperactiva me desanimara,
especialmente porque Hunter me había enviado un mensaje de texto antes
pidiéndome que viniera. Supuse que quería discutir lo que le había dicho anoche,
pero no me había dado ninguna pista sobre qué tenía que decir exactamente al
respecto.
Me rocié perfume en mis muñecas y las froté. Estaba tratando de mantener la
calma, pero en verdad, era un manojo de nervios. Nunca me había expuesto de la
manera que lo hice ayer, y estaba aterrorizaba de ser rechazada, o que de alguna
manera todo saliera mal.
Me lavé los dientes y bajé las escaleras, enviándome energía positiva. Llamé
al timbre de la puerta, esponjándome el cabello mientras esperaba a que
respondiera.
121

Cuando Hunter abrió la puerta, mi corazón saltó a mi garganta al verlo. Incluso


después de todo lo que había sucedido, todavía estaba impresionada por lo atractivo
Página

que era. Y no solo su cuerpo ardiente y su sonrisa asesina, sino también por el
pequeño baile feliz que yo hacía por dentro cada vez que estaba cerca de él.
—Hola, entra. —Me hizo un gesto hacia adentro, y lo seguí.
—¿Dónde está Maddie? —pregunté cuando entré en la sala de estar,
esperando verla allí.
—Fue a la casa de una amiga para una fiesta de cumpleaños —dijo,
llevándome al sofá.
Me acomodé, alisando mi falda ansiosamente mientras se sentaba a mi lado.
Tan nerviosa como estaba, todavía me encontraba distraída por estar cerca de
Hunter. Se había afeitado recientemente, haciendo que su mandíbula cincelada fuera
aún más prominente, y el aroma de la loción para después de afeitarse flotaba en el
aire entre nosotros. Podía distinguir la definición de sus bíceps debajo de su
camiseta, y en el camino hacia el sofá, había visto lo bien que se veía su trasero en
sus jeans negros.
Él sonrió, y quise besarlo en ese momento. Pero no lo hice.
Primero hablar.
—Entonces —dijo, frotándose la nuca—. Anoche...
Cuando se calló por un momento, mi corazón se hundió. Luego respiró hondo
y continuó.
—Solo quería que estuviéramos en la misma página sobre lo que esperamos
de esto. Realmente me gustas. Me gustaste desde el principio, pero sabía que no
querías involucrarte en algo serio. Entonces, supongo que me pregunto si todo lo
que dijiste anoche fue en serio.
Me acerqué más a él en el sofá. Mis pensamientos y emociones corrían una
milla por minuto, pero estaba empezando a sentir que mi ansiedad se desvanecía. Él
quería que esto fuera serio tanto como yo.
—Por supuesto que lo dije en serio —dije, poniendo una mano sobre la suya
para asegurarle—. Estoy lista para esto. Quiero estar aquí para ti. Y para Maddie. Sé
que siempre he dicho que no quería una relación, pero fue solo porque tenía miedo.
Y obviamente no había encontrado a la persona adecuada.
Una sonrisa apareció en su rostro y él puso su brazo alrededor de mí, pasando
sus dedos por mi hombro.
Sus ojos se encontraron con los míos, y un temblor encantado me recorrió.
122

—Si hacemos esto, lo quiero todo.


Mi corazón latió más rápido.
Página

—Todo. Es tuyo.
Estaba lista para dejar atrás todos mis miedos y dudas, y estar en una relación
comprometida con Hunter, y con Maddie. Y ahora que estábamos aquí en este
momento, mis preocupaciones casi parecían ridículas. ¿De qué había tenido tanto
miedo? Estar con Hunter era lo más fácil en el mundo.
Se inclinó para besarme, sus labios llenos presionándose contra los míos.
Después de unos cuantos besos dulces, me retiré.
—Si vamos a hacer esto, quiero hacerlo bien. Antes de seguir adelante, creo
que tenemos que decírselo a Maddie. —Ella me había tomado cariño más de lo que
esperaba últimamente, así que esperaba que todo saliera bien.
—Sí, supongo que sí. —Suspiró, la preocupación grabada en su rostro.
Levanté una ceja hacia él.
—Hunter, ¿tienes miedo de tu propia hija?
—¿Qué puedo decir? Ella es intimidante. —Él sonrió, luego extendió la mano
para pasar mi cabello detrás de mi oreja—. Pero en serio, no importa cómo reaccione
cuando le digamos, todo estará bien. Se acostumbrará a ello. Además, ella realmente
te quiere. Espero que entiendas mi ansiedad; solo hemos sido ella y yo todos estos
años.
Me atrajo hacia él para que mi cabeza descansara sobre su pecho. Mi corazón
se hinchó mientras lo miraba.
—Lo sé, Hunter. No te preocupes, todo saldrá bien.
Suspiré, permitiéndome fundirme en sus brazos. Por el bien de todos,
esperaba que tuviera razón.

****
—Maddie, la cena está aquí —la llamó Hunter por la puerta trasera. Ella había
sido dejada por la mamá de una amiga justo a tiempo para la cena. Habíamos
ordenado en su restaurante mexicano favorito, además había salido para
abastecerme de ingredientes para helados con chocolate caliente. Pensamos que si
le dábamos suficiente comida buena, sería más probable que apoyara nuestra
relación.
Entró corriendo y su rostro se iluminó cuando vio lo que se extendía.
123

—¿Por qué conseguiste esto? —preguntó ella, su sonrisa feliz tornándose en


una mirada sospechosa.
Página

—Solo queríamos hacer algo especial. —Hunter sonrió, alborotando su


cabello.
Si todavía estaba sospechado, lo mantuvo en secreto. Apilé su plato con carne
de taco, frijoles y arroz.
—¿Cómo estuvo la fiesta, Maddie? —pregunté mientras nos acomodábamos
para comer. Pensé que primero la sedaríamos con la comida, y luego
mencionaríamos el cambio en nuestra relación: de arrendador e inquilina a novios.
—Me subí a un trampolín —dijo emocionada después de tragar un bocado
de arroz.
—Eso es impresionante. —Le sonreí—. Le tuve miedo a los trampolines hasta
los seis años.
—No tengo miedo de nada —dijo Maddie con orgullo.
Resoplé.
—¿Sabes qué? Te creo.
Pronto, habíamos terminado de cenar, y comencé a preparar la barra de
helado.
—Entonces, tenemos chocolate y helado de vainilla, chispas, fudge, maní y
cerezas. —Le mostré las diferentes opciones que había establecido.
—Genial. —Ella sonrió, poniéndose de puntillas para ver mejor.
—¿Qué ingredientes quieres? —preguntó Hunter, poniendo vainilla en un
tazón para Maddie.
—Quiero que Kate lo haga —dijo, mirándome fijamente.
Hunter se rio, levantando las manos.
—Supongo que ella ya no confía en mi cocina ahora que has venido —dijo,
entregándome el tazón.
No podía creer lo bien que se sentía estar con ellos de esta manera, y esperaba
que Maddie se sintiera igual.
—¿Fudge y chispas? —pregunté a Maddie, y ella asintió con entusiasmo.
Una vez que todos nos sentamos con nuestro helado, Hunter y yo hicimos
contacto visual. Ahora era el momento perfecto para decirle. Respiré hondo,
preparándome mentalmente para el peor de los casos.
—Entonces, Maddie, tenemos algo que decirte —comenzó Hunter con
124

suavidad.
Se detuvo con la cuchara a medio camino de la boca, y el helado goteando
Página

por los lados.


—¿Qué? —preguntó ella, bajando la cuchara.
—Bueno, Kate y yo hemos estado pasando mucho tiempo juntos...
Traté de mantener la sonrisa pegada en mi rostro, pero en realidad, solo
quería que lo escupiera. La paciencia realmente no era mi fuerte.
Por suerte, continuó rápidamente.
—Realmente nos gustamos, y estamos en una relación ahora. Así que la verás
aún más por aquí.
Hubo un latido de silencio.
—¿Eso es todo? —preguntó Maddie, recogiendo la cuchara de nuevo y dando
un mordisco—. Duh. Lo sabía. —Se detuvo—. Creo que es genial.
Hunter y yo intercambiamos miradas, luego nos echamos a reír.
—¿Qué? —Maddie nos dio a ambos una mirada perpleja—. Ustedes son tan
raros.
Sonriendo estúpidamente para no reírme, sumergí mi cuchara en el helado y
tomé un bocado. Las cosas podrían haber comenzado de manera poco convencional,
pero tenía la sensación de que íbamos a tener un final muy feliz.

125
Página
Veinte

Seis meses después


El olor de jengibre y especias flotaba en el aire mientras caminaba por la puerta
principal, una bolsa plástica de comestibles colgando de mi mano. La puerta se cerró
detrás de mí, y entré a la cocina para encontrar a Kate y Maddie muy juntas alrededor
de la mesa, enfocadas en construir una épica casa de jengibre libre de gluten.
—¿Cómo están mis chicas? —pregunté, colocando la bolsa de dulces sobre la
mesa e inclinándome para colocar un beso en la cabeza de Maddie.
—¿Recordaste conseguir los pequeños botones rojos? —preguntó Maddie,
mirándome como si su pregunta fuera la cosa más seria que me haya preguntado y
como si mi vida dependiera de la respuesta.
—Sí, señora —respondí, caminando alrededor de la mesa para besar a Kate—.
También tengo algo para ti —añadí.
—Aw, gracias, cielo —dijo Kate, apenas levantando la mirada de su tarea. Ella
estaba apretando un tubo grande de glaseado blanco, repartiendo meticulosamente
el pegamento azucarado entre dos bloques de pan de jengibre.
Una vez que terminó de colocar el glaseado, puso el tubo sobre la mesa y
suavemente presiono los dos bordes juntos.
—De acuerdo, Maddie, ahora solo necesitamos esperar a que esta última pared
se seque, y entonces será momento de comenzar a decorarla.
Maddie asintió en silencio, con sus ojos fijos en el glaseado recientemente
colocado.
—¿Qué tal un poco de chocolate caliente mientras esperamos? —ofrezco,
desempacando los dulces de la bolsa.
—¡Yupi! —Maddie rápidamente bajó de la silla junto a la mesa y corrió hacia la
126

despensa para ayudarme a conseguir los ingredientes para el chocolate caliente.


Una vez que Maddie estuvo fuera del alcance del oído, coloqué una mano en
Página

el hombro de Kate y pregunté:


—¿Cómo se portó mientras no estuve? ¿Te está haciendo caso, cierto? ¿Sin
problemas?
Kate se carcajeó y sacudió su cabeza.
—Solo porque me haya mudado aquí no significa que las cosas vayan a cambiar
entre Maddie y yo. Ella es perfecta. Realmente no necesitas preocuparte por
nosotras.
Dejé salir un suspiro de alivio. Kate se había mudado para bien la semana
pasada. Imaginé que podría ser un periodo de adaptación para nosotros tres, pero
hasta aquí, las cosas habían ido satisfactoriamente.
—Sé que tienes razón. Solo que a veces me preocupo ¿sabes? Esto todavía es
territorio nuevo para todos nosotros.
—Bueno, aprecio tu preocupación, pero créeme, todo está perfecto. —Kate
sonrió, y me incliné para besarla de nuevo, esta vez un poco más largo que el
anterior.
—¡Papi! —gritó Maddie—. ¡Ven a ayudarme a hacer chocolate caliente!
Me separé del beso, y Kate dejó salir una pequeña risita.
—Supongo que es algo a lo que tendremos que acostumbrarnos ¿no?
—Pensarías que ya estaríamos acostumbrados a ser interrumpidos para ahora
—dije con un guiño. Ambos reímos, caminé hacia la nevera y saqué la leche.
—¿Oye, papi?
—¿Sí, Maddie?
—¿Kate vivirá con nosotros para siempre?
Mierda. Cuando Kate y yo decidimos que ella debería mudarse, habíamos
hablado con Maddie sobre eso, pero ella no tuvo muchas preguntas en ese
momento. Kate había dicho que pensaba que eso era una buena señal, pero yo había
estado preocupado. ¿Y ahora Maddie me estaba preguntando cosas como esa? No
estaba seguro de cuál sería su reacción, sin importar como respondía.
—Ese es el plan —dije, poniendo el fuego bajito y colocando la cuchara de
madera en la encimera—. ¿Eso está bien contigo? Ya sé que lo habíamos hablado
antes y dijiste que estaba bien, pero también está bien si estás asustada por eso
ahora.
Maddie sacudió su cabeza, mirando a sus dedos de los pies.
127

—No, no estoy asustada —dijo, quitando una pieza de glaseado atrapada en


su camiseta.
Página

—¿Entonces qué pasa, cariño?


—Solo que realmente me gusta que ella viva aquí ahora.
Sonreí, agachándome y dándole a Maddie un abrazo.
—A mí también.
Revuelvo el chocolate caliente una última vez antes de sacar tres tazas del
gabinete. Mientras vertía el líquido caliente en las tazas, Maddie seguía de cerca,
soltando un puñado de mini malvaviscos dentro de cada uno.
—¿Quieres un bastón de caramelo en la tuya? —pregunté, abriendo la bolsa y
sacando uno de los mini dulces blanco y rojos.
Maddie sacudió su cabeza vigorosamente.
—No, eso es asqueroso.
—Bueno, yo quiero uno —enganché un bastón de caramelo sobre el borde de
la taza—. ¿Kate, quieres un bastón de caramelo en tu chocolate caliente? —le
pregunté.
—No, eso es asqueroso —respondió ella.
Maddie y yo nos reímos.
—¿Ves? Te lo dije. —Maddie levantó sus cejas y colocó sus manos sobre sus
caderas.
Tal vez no estaba preparado para esta cosa de dos contra uno como pensaba.
Era lo suficientemente difícil con un género XX en la casa, sin hablar de dos. Estaba
seriamente superado en números.
Llevé las tazas de Kate y Maddie sobre la mesa mientras Maddie trepó en la
silla junto a Kate, sentándose en sus rodillas para tener una mejor vista de la casa.
—¿Está listo? —preguntó Maddie.
—Casi. —Sonrió Kate—. Mientras tanto, porqué no empezamos por abrir esta
bolsa de dulces.
—Les traeré algunos tazones —dije. Mientras caminaba por la cocina hacia el
gabinete, Maddie y Kate continuaron parloteando detrás de mí, sus risas y carcajadas
trayendo una sonrisa gigante a mi rostro.
Kate y Maddie se pusieron a trabajar en decorar la casa, Maddie señalando los
lugares en los que quería poner una gomita, y Kate poniendo un pequeño punto de
glaseado en el lugar exacto. Ellas eran un gran equipo. Kate fue paciente con Maddie
cuando ella continuamente cambiaba de opinión en el último segundo, y Maddie
escuchaba cada palabra de Kate. Fue dulce. Realmente no pude haber elegido una
128

mejor mujer para que mi hija admirara. Kate era fuerte, segura, e independiente,
todas las cosas que deseaba que Maddie fuera.
Página

Para el tiempo en que estaban haciendo los toques finales cerca de una hora y
media después, la casa de jengibre lucía perfecta, y ellas dos estaban completamente
cubiertas en glaseado y azúcar.
—¿Qué piensas, papi? —preguntó Maddie cuando terminaron, orgullosamente
extendiendo sus brazos alrededor de su creación.
—Ustedes dos hicieron un gran trabajo.
Ella sonrió, mirando la casa de jengibre con orgullo. Repentinamente, su mirada
se disparó hacia Kate.
—¿Cuándo lo comeremos?

****
Un par de horas después, pusimos a Maddie en su cama y nos dirigimos a
nuestra habitación. Me aseguré de cerrar la puerta, pero no necesitaba ponerle
seguro nunca más, Maddie sabía que debía tocar si necesitaba algo.
Mientras me cambiaba, Kate estaba en el baño lavándose los restos de
glaseado de las manos.
—No sé si alguna vez conseguiré quitar está azúcar de debajo de mis uñas —
dijo ella, sacando un cepillo para las uñas del cajón y cepillando las puntas de sus
dedos.
—Eso significa que serás incluso más dulce de lo que ya eres —respondí,
lanzando mis jeans en el cesto de la ropa sucia y sacándome la camiseta.
Kate resopló.
—Eso es súper cursi, cielo.
—Las bromas de papá vienen con el territorio. —Me encogí de hombros—.
¿Teniendo segundos pensamientos sobre mudarte?
Ella sonrió, su mirada deambulando perezosamente por mi pecho desnudo.
Caminó hacia mí y recorrió sus manos por mis bíceps antes de envolverlas alrededor
de mi cuello.
—Ni siquiera un poco.
La acerqué, levantando su barbilla para encontrarse con la mía y tomar sus
labios en un dulce beso.
Mi pene dio una ansiosa sacudida en mi bóxer. Y juzgando por la mirada en el
rostro de Kate, ella también lo sintió.
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Arqueó una ceja y presionó su cuerpo incluso un poco más fuerte con el mío.
—¿Cómo lo estás haciendo ahí, chico grande?
Página

Dejé a mis manos vagar de su espalda a su trasero perfecto, tomando sus


nalgas en cada mano y apretando, causando que arqueara su espalda, frotando su
cuerpo contra el mío.
—Creo que sabes cómo lo estoy haciendo —gruñí, llevando mis labios a su
cuello, raspando el punto sensible debajo de su oreja.
Ella suspiró, inclinando su cabeza hacia atrás y pasando por mi cabello.
—¿Por qué no me muestras? —dijo sin aliento, arrastrando sus uñas sobre mí
espalda, disparando el deseo directo a mi columna vertebral.
Gruñí de nuevo en su cuello, mi pene ahora tirante contra mis bóxers y
presionándose en su vientre.
Liberando su trasero, saqué su camiseta sobre su cabeza, rápidamente
deshaciendo el broche de su sostén para revelar sus llenos y suaves pechos.
Tomando uno de sus pezones en mi boca, lo succioné suavemente y Kate gimió,
corriendo sus dedos por mi cabello otra vez.
Mientras continuaba besándola y succionando sus pechos, moví mis manos a
la pretina de sus pantalones, desabotonándolos y bajando el cierre.
Dirigiéndola a nuestra cama, puse Kate encima de mí, sus piernas a horcajadas
sobre mis caderas. Tomando mi pene en sus delicadas manos, me guio mientras se
bajaba a sí misma, tomando pulgada tras pulgada, ambos gimiendo mientras lo
hacía. Una vez que estaba completamente dentro de ella, Kate se inclinó hacia abajo,
trayendo sus labios a los míos, y por un momento ninguno de los dos se movió,
saboreando lo increíble que se sentía al ser uno.
Cuando nuestros labios se separaron, coloqué mi mano en su mejilla, mis ojos
buscando los suyos.
—Hay algo que quiero decirte —susurré, corriendo mi pulgar sobre su piel.
—¿Qué es? —susurró de vuelta, volteando su rostro para colocar un pequeño
beso en mi palma.
Me detuve, tomando su belleza por lo que se sintió de nuevo como la primera
vez. Su cabello, sus ojos, sus llenos y sensuales labios... ella era todo. Nunca pensé
que encontraría a alguien que pudiera manejar a Maddie y a mí como un paquete, y
de alguna manera, engañé al universo para que me diera a Kate. No podía creer cuan
suertudo era, y ya no podía mantener mis sentimientos para mí mismo.
—Te amo —dije, mirando profundamente sus ojos—. Y quiero tenerte por
siempre.
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Sus ojos se abrieron ampliamente por un momento, luego brillaron con


lágrimas no derramadas. Estuvo en silencio por algunos segundos más antes de dejar
Página

salir una suave risa.


—También te amo —respondió ella, sonriendo y limpiando la esquina de su
ojo—. Pero el para siempre es un tiempo muy largo ¿Estás seguro?
—Para siempre no estará cerca de ser lo suficientemente largo. —Tiré de ella
para otro beso, la energía entre nosotros de repente eléctrica. Nuestras bocas se
movían rápida y urgentemente la una contra la otra mientras nuestros cuerpos
encontraban un ritmo placentero.
Kate sacudió sus caderas obre las mías, enviando olas inmediatas de placer a
través de todo mi cuerpo.
—Sí, eso es. Justo así —gemí, colocando una mano en su trasero para guiar sus
movimientos, y trayendo la otra entre sus piernas para frotar su clítoris.
Sus gemidos se hicieron más ruidosos mientras los míos fuero más profundos,
y nuestras respiraciones se volvieron irregulares. Mientras Kate se acercaba más al
orgasmo, sus ojos nunca dejaron los míos. Cielos, podría haberla mirado toda la
noche justo así, el placer en su rostro todo por mí.
El para siempre definitivamente no estaría cerca de ser suficiente.

131
Página
Veintiuno

Nunca pensé que sería del tipo de mujer que quisiera un gran vestido blanco y
esponjoso. Primero, estaba el gasto, y segundo, era tan poco práctico. Tercero, era
incómodo y desagradable, y algo que usabas solo una vez. Parecía un completo
desperdicio.
Sin embargo, cuando llegó el momento de planificar nuestro gran día, una
parte recién descubierta de mí que nunca había conocido comenzó a expresar sus
opiniones. Le dije a Hunter que esto sería un asunto discreto, por lo que a mí
respecta, una simple barbacoa en el patio. Pero cuanto más avanzábamos en la
planificación, más específicas se hacían mis peticiones.
De repente, el patio trasero no era suficiente, pero una sala de banquetes era
demasiado estéril; un traje pantalón era algo que usabas en un funeral, y un vestido
de verano era demasiado casual. Él había sido dulce y complaciente con todos mis
caprichos, que fue como llegamos a estar sentados en la habitación privada de
nuestro restaurante favorito, yo con un impresionante vestido blanco que me costó
tanto como mi primer auto. Había un pequeño piso de parquet para bailar, y
alrededor de cincuenta de nuestros amigos y familiares más cercanos reunidos
alrededor de nosotros.
Y en cuanto al vestido blanco, solo se vive una vez, amigos. En este momento,
me sentía como una princesa, y no de una manera cursi me he conformado, pero sí
en una manera de estallido de felicidad, finalmente he encontrado a mi Príncipe
Encantado.
Miré a través de la habitación y vi a Maddie hurgando en la bolsa de regalo
que había dejado para ella, charlando alegremente con los padres de Hunter y mi
mamá.
El día había sido perfecto. Nuestra ceremonia fue corta y dulce, y ahora la
música suave de jazz flotaba en el aire cuando los meseros circularon con copas de
132

champán burbujeante en pequeñas bandejas de plata. No pude evitar la sonrisa


sobrepasando mis labios.
Página

Cuando Jessie y Rebecca se pusieron de pie y se movieron hacia el frente de la


habitación, ya podía oler problemas. Jessie tenía esa sonrisa familiar que había
llegado a reconocer que significaba travesura, y Rebecca tambaleándose a su lado,
ya bastante achispada con el champán.
El temor me llenó. ¿Qué iban a decir? Se suponía que este era un evento
familiar.
Jessie sonó una cuchara contra un vaso, atrayendo la atención de todos.
La mirada de Hunter se encontró con la mía, y él estaba sonriendo. Dios, este
hombre. Se veía tan feliz, tan lleno de vida. Sus ojos brillaban, su cabello estaba muy
bien peinado y su traje negro le quedaba perfectamente. No pensé que alguna vez
me acostumbraría a lo guapo que era.
—Si pudiéramos tener su atención, por favor —dijo Jessie—. Nos gustaría decir
algunas palabras a los novios.
La multitud se calló, y todos los ojos estaban sobre Jessie mientras enderezaba
sus hombros, sacando la barbilla.
—Primero, tenemos que felicitar a Hunter. —Ella lo miró fijamente mientras
hablaba, y Rebecca sonrió conspirativamente—. Por domar a nuestra amiga con
fobia al compromiso. Ella solo estaba buscando a un hombre para una noche, y
estamos tan felices de que haya encontrado a su Hombre para Siempre.
El “aww” colectivo de la multitud solo alivió ligeramente mi vergüenza. No hay
nada como que tus suegros sepan que una vez disfrutaste mucho sexo sin
compromiso.
—¡Brindemos por Kate y Hunter! —dijo Rebecca, y estallaron los aplausos.
La mano de Hunter encontró la mía debajo de la mesa, y la apretó.
—¿Dudas?
—Ni una —dije, refiriéndome de cada palabra. No dejaría que el brindis de
Jessie y Rebecca me avergonzara. Tenía miedo al compromiso. Pero Hunter había
cambiado todo eso.
—Te amo, cariño —murmuró, acercándose.
—Te amo más.
Pronto, los aperitivos fueron entregados a las mesas y mis amigos tomaron sus
asientos una vez más. Más tarde habría cena y baile, y luego una noche especial en
una suite de hotel para Hunter y para mí mientras Maddie se quedaba con sus
133

abuelos. Y el próximo mes, tomaríamos nuestra luna de miel, un viaje de siete noches
a Escocia con el que había estado soñando durante meses.
Página

Pero no fue el vestido, ni la fiesta, ni la luna de miel lo que más me entusiasmó.


Fue toda una vida siendo la esposa de Hunter y la mamá de Maddie lo que hizo que
mi corazón estuviera a punto de estallar.
—¡Papi! —Maddie se acercó a la mesa donde Hunter y yo nos sentamos
juntos—. ¡Mira lo que tengo! —Levantó el botín de su bolsa de regalo—. Es un libro
de princesa para colorear.
Hunter asintió, palmeando su hombro.
—Kate eligió todo eso para ti.
Su brillante mirada se giró hacia mí.
—¡Gracias, Kate!
—De nada. Quería asegurarme de que también te divirtieras esta noche.
Hunter sonrió, observando nuestra interacción.
—Y luego, cuando estés cansada, la abuela y el abuelo te llevarán a casa, ¿de
acuerdo?
—No estoy cansada —insistió Maddie—. Quiero bailar.
Hunter y yo nos echamos a reír mientras la observábamos desfilar en su vestido
de fiesta.
—¿Kate? —preguntó Maddie, su expresión de repente se volvió seria—. Ya que
estás casada con mi papi, ¿eso significa que eres mi mami?
Mi estómago se retorció mientras miraba a Hunter, esperando algo de ayuda.
Pero él solo sonrió.
—Um, bueno, me encantaría ser tu mami. No creciste en mi vientre, pero te
quiero mucho y yo...
—Está bien —dijo Maddie rápidamente—. ¿Entonces ahora puedo empezar a
llamarte mami?
Mi garganta se apretó mientras las lágrimas se reunían en mis ojos.
—¿Te gustaría?
—¡Sí! —Maddie aplaudió.
Acerqué su pequeño cuerpo, envolviéndola en un abrazo, y podría jurar que mi
corazón aumento tres tallas.
—Me encantaría eso.
Después de eso, ella se alejó corriendo, dejando que Hunter y yo nos
134

miráramos con lágrimas contenidas. Puso su mano en mi mejilla, mirándome con


tanta emoción en sus ojos.
Página

Me había costado mucho aprender lo que un niño de cuatro años ya sabía. Una
mamá era alguien que te llevaba al zoológico y besaba tus heridas y te hacía galletas
de chispas de chocolate. Alguien que pasaba cada día asegurándose de que fueras
feliz y amada.
Maddie tenía razón. Era su mamá ahora.
Sonreí a Hunter, incapaz de ocultar mi sonrisa.
—Eso fue increíble.
Él asintió.
—Fuiste hecha para este rol. —Su cálida mirada se mantuvo pegada a la mía, a
la vez pareciendo calmarme y comunicarme tú tienes todo esto.
Presioné un rápido beso en sus labios.
—Señor de una noche, ¿eh? —preguntó, recordando las palabras de Jessie.
Rodé mis ojos.
—Obviamente, eso no funcionó.
—Yo diría que funcionó perfectamente.
Contra el telón de fondo de los cubiertos de plata contra la cristalería, presioné
mis labios contra los de Hunter otra vez.

135
Página
Epílogo

—Un poco a la izquierda —le dije a Hunter, moviendo mis caderas—. ¡Justo
ahí! Eso es perfecto.
Se ajustó y continuó acariciando mi muslo interno.
—Solo quiero que estés cómoda, cariño.
Incluso después de estar casados por casi un año, todavía estábamos tan
calientes y excitados como siempre. Y no dolió que estuviera embarazada de nueve
meses y que mis hormonas me dieran la libido de un adolescente. El problema era
que no siempre podíamos encontrar una posición que funcionara para mi gigantesca
barriga. ¿Y mencioné que estaba teniendo gemelos?
Hunter movió su mano más abajo y acarició exactamente donde lo quería.
—Estás muy mojada, cielo —susurró mientras dejaba escapar un gemido.
Avanzó, listo para colocar su erección contra mí, cuando sentí una punzada de dolor
en mi abdomen.
Jadeé, agarrando mi estómago.
—¿Qué es? —preguntó, preocupación en su voz—. ¿Son los bebés?
El dolor disminuyó, y solté un suspiro de alivio.
—Está bien, solo sigue —le dije.
Nos tomó quince minutos descubrir la posición perfecta, y que me condenaran
si me daba por vencida en un orgasmo ahora. Hunter no parecía convencido, así que
puse una mano en su gruesa erección, moviendo mi mano hacia arriba y hacia abajo.
Moví mis caderas hacia adelante, lista para que él entrara en mí, cuando fui golpeada
con otra ola.
—Mierda —susurré, el dolor me cortó la respiración.
—Creo que deberíamos ir al hospital —dijo, saltando y comenzando a ponerse
136

la ropa.
Página

—No daré a luz hasta la próxima semana —protesté, sacudiendo la cabeza.


Puso su mano en mi mejilla, metiendo mi cabello detrás de mi oreja.
—Vamos, creo que deberíamos revisar esto. No te quiero con dolor.
—No, estoy bien. Creo que es una falsa alarma —dije, moviendo mi mano—.
Solo voy a descansar un poco.
Hunter no estaba convencido. Ignorándome, sacó mi bolsa de viaje del armario
y recogió mi ropa del suelo.
—Tienes que ponerte esto —dijo, pasando mis pies a través de mis bragas y
levantándolos para mí. Luego agarró su celular.
Sus padres habían acordado vigilar a Maddie mientras estábamos en el
hospital, y esperaban en la sala de espera.
De mala gana, me puse el resto de mi ropa antes de sentarme en la cama
mientras Hunter le hablaba a su madre. Cuando colgó, agarró la maleta.
—Voy a cargar el auto mientras ellos se dirigen hacia allá —dijo, inclinándose
para presionar un beso en la parte superior de mi cabeza.
A lo largo del embarazo, Hunter había sido un conjunto de nervios. Cada vez
que caminaba demasiado rápido o me tropezaba en la acera (que, lamentablemente,
lo hacía mucho), corría hacia mí para asegurarse de que los bebés y yo estuviéramos
bien. Pensé que sería el más sensato desde que ya había pasado por esto antes. Por
otro lado, yo había estado sorprendentemente tranquila durante los últimos nueve
meses, aparte de mis hormonas furiosas y los antojos intensos de chocolate y
pepinillos.
Pero de repente, no estaba tan segura. Todavía no me sentía lista para traer
dos vidas a este mundo.
¿Era demasiado tarde para retirarse de todo esto?
Nos habíamos enterado de que estaba embarazada un par de meses después
de la boda. Poco después, adopté legalmente a Maddie, y cuando le contamos
acerca de sus nuevos hermanos, nos preocupó que ella estuviera molesta. Al estilo
típico de Maddie, ella había sido madura en todo y no podía esperar para conocerlos.
Ya había hecho una lista de actividades que podían hacer juntos una vez que los
gemelos tuvieran la edad suficiente. Y hasta entonces, tenía una lista de cosas que
podía hacer para ayudarnos. Ella nos recordó que con dos bebés alrededor, no habría
tanto tiempo para arrumacos de adultos, así que ella cuidaría a sus hermanos para
que aún pudiéramos hacer eso.
Hunter corrió escaleras arriba. Sin aliento, me ayudó a levantarme.
137

—Vamos a llevarte al auto ahora para que podamos estar listos. —Tomó una
respiración profunda—. Deberían estar aquí en cualquier momento.
Página

Me mordí el labio, sin moverme.


—¿Kate? —preguntó, finalmente deteniéndose por un momento para darme
una larga mirada—. ¿Son las contracciones? ¿Te duele demasiado caminar?
Negué, sin mirarlo.
—¿Qué es? —Se acercó a mí y me abrazó.
—Vi un montón de reality shows —solté, sintiendo que las lágrimas brotaban.
—¿De qué estás hablando? —preguntó, confundido.
—¿Sabes cómo se supone que debes escuchar a Mozart mientras estás
embarazada para que tu bebé se vuelva más inteligente? Bueno, no lo hice. Acabo
de ver un montón de reality shows, y ahora los gemelos van a ser estúpidos y es mi
culpa. —Puse mi cabeza en mis manos mientras Hunter me rodeaba con un brazo—
.Ya soy una mala mamá.
De acuerdo, sabía que probablemente estaba siendo un poco histérica, pero
no podía detenerme. La realidad de que estaba a punto de dar forma a dos vidas me
estaba golpeando más fuerte que nunca. Esto era adulto a un nivel completamente
nuevo. ¿Estaba realmente lista?
—Oye, no serán estúpidos —dijo en voz baja, frotándome el hombro—. Van a
ser geniales. Y vas a ser una gran mamá. Ya lo eres, cariño. Mira cómo eres con
Maddie.
No convencida, asentí. Otro golpe de contracción, y apreté la mano de Hunter
hasta que el dolor pasó.
—Vamos, tenemos que irnos —dijo, tomando mi mano y guiándome hacia el
pasillo.
—No, no estoy de parto —dije, sacudiendo la cabeza—. Todavía falta una
semana.
De repente, sentí algo entre mis piernas. Miré a Hunter.
—Creo que mi fuente se rompió —dije con incredulidad.
Saltó a la acción, me cargó y bajó por las escaleras. Sus padres se detuvieron
justo cuando él me estaba ayudando a subir al auto. Nos saludaron con la mano
mientras nos alejábamos, la madre de Hunter ya lloraba de felicidad.
Todavía estaba sorprendida mientras conducíamos al hospital. Por supuesto,
estaba preparada para este momento, habíamos ido a todas las clases, habíamos
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leído los libros que debíamos leer. Habíamos comprado dos cunas y un cochecito
doble, y teníamos una cómoda llena de ropita de bebé y recién lavada. Hunter y yo
Página

habíamos practicado envolver a un bebé falso unas mil veces. Pero ahora que estaba
sucediendo, me sentía completamente desprevenida.
Nos detuvimos en el hospital en un tiempo récord. Hunter quería correr
adentro para conseguirme una silla de ruedas, pero insistí en entrar.
—¿En serio, Kate? —preguntó mientras salía del auto.
—Puedo hacerlo. —Resoplé, apoyando una mano en el auto por un momento
mientras una contracción se disparaba a través de mí. ¡Santo infierno!
—Quédate aquí —me dijo—. Lo digo en serio. No te muevas.
No apreciaba que me regañaran, pero decidí rendirme. Después de todo, las
relaciones eran para dejarse apoyar por otra persona. Había sido un camino largo,
pero finalmente había aprendido esa lección. A veces necesitaba dejar de lado mi
independencia y dejar que Hunter tomara la iniciativa.
Todo dentro del hospital era un torbellino; se sintió como unos segundos
después de que me pusieran una bata y estuviera sentada en una cama de hospital.
El dolor se intensificó rápidamente. No me consideraba una llorona, pero en serio
esto no era un juego. Cuando el dolor era casi insoportable, la enfermera me dirigió
una sonrisa comprensiva.
—Es casi la hora de empujar —dijo con entusiasmo.
Otra oleada de dolor surgió a través de mí. ¿Por qué estaba tan feliz? Quería
abofetear a la perra.
Hunter me ofreció algunos trocitos de hielo para masticar, algo que la
enfermera le había indicado que hiciera. Lo despedí con la mano.
—Cambié de opinión sobre esto. —Jadeé, mirando frenéticamente a Hunter.
Tenía una expresión desconcertada en su rostro, todavía sosteniendo los trocitos de
hielo. Esto era insoportable. ¿En qué diablos me había metido?
—Estará bien, nena. Puedes hacer esto —dijo, agarrando mi mano firmemente.
—¿Por qué me hiciste esto? —gemí.
El médico entró en la habitación, junto con un par de enfermeras que
comenzaron a preparar dos cunas.
Mis regiones inferiores se sentían como si estuvieran en llamas. Miré a Hunter
y traté de calmarme mirando sus cálidos y oscuros ojos. Su expresión estaba llena
de preocupación cuando agarré su mano con cada oleada de dolor. Traté de decirme
que esto sería una historia divertida una vez que mis partes de dama dejaran de
139

sentirse como si estuvieran llenas de brasas calientes.


Unos momentos más tarde, mis rodillas fueron extendidas y me dijeron que
Página

pujara. Lo que sea qué demonios significara eso.


—Lo estás haciendo muy bien —dijo Hunter.
Dejé escapar varios gruñidos en respuesta. Si no fuera del tamaño de una
ballena, hubiera saltado de la cama y hubiera salido corriendo de aquí.
—Solo sigue mirándome —me dijo.
Mirar a Hunter era lo único que me mantenía en tierra, así que mantuve mis
ojos fijos en los suyos mientras seguía empujando.
Después de algunos empujones más, justo cuando estaba a punto de rendirme
y vivir como una mujer embarazada por el resto de mi vida, un bebé fue entregado.
Pequeños gritos llenaron la habitación, y quise sollozar de alivio.
—Es perfecto —dijo la enfermera con entusiasmo después de mirarlo.
—Uno listo, falta el otro —dijo el doctor, sonriéndole a Hunter.
Mierda.
Después de otros varios empujones, el segundo bebé se colocó en posición y
finalmente salió.
Agotada, me recosté hasta que las enfermeras me los trajeron, uno a la vez. Les
eché un vistazo y estallé en lágrimas. Eran tan pequeños y adorables. Mi corazón
estaba tan lleno, que realmente se sentía a punto de estallar.
Hunter se inclinó y pasó un dedo por sus pequeñas mejillas.
—Son nuestros —susurró con entusiasmo.
Traté de controlar mis lágrimas, pero no pude. Los bebés eran demasiado
perfectos. No podía creer que alguna vez cuestionara tener una familia. Esto fue por
mucho, la cosa más grandiosa que jamás haya experimentado.
Observé a Hunter mientras miraba a nuestros bebés, y pensé en lo increíble
que sería cuando Maddie los conociera.
En el camino había tenido muchas dudas sobre el noviazgo, el matrimonio y el
tener una familia, pero este momento eclipsó todas las dudas que había tenido. Esta
era mi familia, mi tribu, mi todo, y era absolutamente perfecto.

140
Página
Próximo libro
Si te gustó, Mister Tonight... ¡Te encantará Love
Machine!

Después de una noche de chicas bastante incómoda que involucró a una


instructora que empuñaba pepinos con ojos juiciosos, me veo obligada a admitir mis
debilidades. En lugar de echarle la culpa a mi falta de vida sexual, estoy listo para
arremangarme y ponerme a trabajar.
Como una ejecutiva junior que avanzó en la escalera corporativa, el fracaso no
está en mi vocabulario. Confiada y audaz en otras áreas de mi vida, debo admitir que
es hora de mejorar mi vida sexual.
Preguntarle a mi amigo Slate Cruz es realmente la única opción. Slate es como
una cartelera ambulante para el sexo. El hombre consigue más culo que un inodoro.
No hay manera de que vaya a querer más de este playboy que una pequeña
inspiración para revivir a mi gatita sexual interna.
Excepto, ¿qué pasa si lo hago?
141
Página
Capítulo 1

Sonreír y aguantar.
Es una frase familiar para aquellos de nosotros que pasamos la mayor parte de
nuestras vidas complaciendo a la gente. Pero yo, Keaton Henley, vendedora de
software y extraordinaria mejor amiga, no solo sonrío y aguanto en la despedida de
soltera de mi persona favorita. Sonrío y lo uso.
—¡Esto es muy divertido! —le digo a la mujer del momento, Karina. Hemos sido
mejores amigas desde nuestros días de universidad, cuando las fiestas eran en casas
de fraternidades con poca iluminación y las bebidas se mezclaban casi
exclusivamente con vodka barato.
Aprieto su brazo, abrumada por un momento de nostalgia. Ella casi derrama su
mimosa en las dos.
—No estás engañando a nadie —me susurra Karina borracha, con sus ojos
marrones perforando profundos agujeros en mi entusiasmo fraudulento.
—¿Qué? ¿Estás bromeando? —miento, con los dedos de pistola preparadas—
. Así es. Muy. Divertido. —Pow, pow, pow.
Las mujeres que nos rodean en la despedida de soltera se sientan en un círculo
amistoso en la hermosa sala de estar, descansando en cómodos sofás y almohadas,
charlando sobre sus últimos encuentros sexuales. Ariana, la hermana menor de
Karina, compañera de cuarto y dama de honor, habla en el susurro borracho más
fuerte borracho y explica con mayor detalle los placeres inesperados del sexo anal.
Todas están mucho más borrachas que yo, pero eso es bastante normal en
nuestro grupo de amigas. A esta hora del día, por lo general tomo mi tercera taza
de café, no mi tercer cóctel. Bueno, eso es una exageración, pero aun así.
Karina levanta las cejas ante mis dedos humeantes.
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—Siempre usas dedos pistolas cuando estás mintiendo, Keaton.


Le disparo de nuevo, solo por diversión. Ella pone los ojos en blanco, así que
Página

agarro su mano y le doy un rápido beso.


—El nivel de estrógeno en esta sala es simplemente más alto al que estoy
acostumbrada —le recuerdo.
Trabajo con un equipo de ventas de software altamente dominado por
hombres. Volver a conectar con nuestras amigas de la universidad y conocer a
algunas de las compañeras de trabajo de Karina por primera vez ha sido un cambio
de velocidad que requiere cierto tiempo para acostumbrarse. Por lo general, mis
conversaciones diarias consisten en maximizar las ventas, expandir nuestra
demografía y desarrollar nuevas técnicas de marketing. Hoy, todas escuchamos a
Ariana hablar sobre maximizar el placer, ampliar su lista de parejas y desarrollar
nuevas técnicas sexuales.
—Todo es cuestión de confianza —dice Ariana en esa voz adorablemente
frustrante de he-estado-allí-y-he-hecho-eso. Ella es respondida con asentimientos
colectivos, liderada por mi otra amiga Gabby, quien levanta su copa con triunfo.
—¡Por el anal! —grita Gabby, guiñando un ojo a Karina y a mí.
Gabby es probablemente la criatura más aventurera sexualmente que he
conocido; ha tenido muescas grabadas en el poste de su cama desde que tenía
quince años. Con todas las curvas y la confianza, ella recibió todo tipo de imbécil
imaginable cuando Karina y yo estábamos demasiado ocupadas consiguiendo todo
tipo de rechazo.
Karina termina su bebida de un solo trago y toma mi mano.
—Vamos. Necesito algo más fuerte.
Ella me levanta de un tirón y nos escabullimos de los sofás de la moderna sala
de estar hacia la cocina aún más moderna. Karina sabe exactamente dónde está el
alijo de whisky de su hermana: escondido detrás del aceite de oliva en el estante
superior. Mientras desenrosca la tapa y vierte el contenido en dos tazas de café,
escuchamos a Ariana comenzar otra historia sobre una aventura completamente
diferente de la naturaleza sexual.
—¿Por qué tu hermana siempre tiene las mejores historias de sexo? ¿No es
como cinco años más joven que nosotras? —pregunto con tristeza.
Karina se ríe, sorbiendo su whisky con una sonrisa.
—Ella es un tornado. Espera a que escuches lo que ha planeado para el resto
de la fiesta.
—Más bebida, espero.
—Oh sí. Definitivamente necesitarás beber más para lo que viene.
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Eso no suena prometedor.


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Como si fuera una señal, hay un golpe en la puerta. Mis oídos se levantan y me
inclino alrededor de la isla de la cocina para echar un vistazo por el vestíbulo.
Gabby corre para abrir la puerta.
—¡Voy! —grita, abriendo la puerta. Volviéndose para mirar por encima del
hombro al resto de las damas, sonríe y dice—: Bueno, todas lo haremos pronto.
Una mujer está parada allí, vestida con un vestido de volantes con una canasta
de picnic y un lápiz labial rojo brillante.
—Hola, ahí —dice con una sonrisa, extendiendo la mano.
Gabby toma su mano y de inmediato mira las tetas de la mujer sin pretensiones.
—Whoa. Santos melones —ronronea ella.
Karina gime en su taza, y me río. Desvergonzada, esa mujer.
Ariana se apresura hacia la puerta y lleva a la mujer al apartamento que
comparte con su hermana como si estuviera a punto de presentarnos la encarnación
viva de la cura para el cáncer.
—¡Todos, conozcan a Claire! Claire es nuestra mejor amiga hoy, porque va a
cambiar nuestras vidas.
—No sé sobre eso. —Claire se ríe. Ella parece estar en sus veinticinco años.
Oh, ser cinco años más joven y ponerte ese tipo de escote de nuevo.
Ella comienza a desempacar el contenido de su cesta de picnic en la mesa de
café: lociones, toallas, pepinos. Nuestras amigas se inclinan, intrigadas.
—¡Oh, sí, hora del spa! —animo, dejando mi whisky con un tintineo en el
mostrador, y luego salto para abrazar mi felicidad.
—De alguna manera, no creo que eso sea lo que… —me grita Karina, pero es
demasiado tarde.
Agarro uno de los pepinos, mirando a Claire con una sonrisa.
—Hola. Prefiero estos en mi estómago en lugar de en mis ojos —explico,
bastante segura de que el whisky ha robado mi filtro.
Los labios rojos de Claire se curvan en una sonrisa mientras me envuelvo
alrededor de la verdura, preparándome para un bocado.
—En realidad —dice ella—, son para la presentación del sexo oral.
Crunch. Siento que mis mejillas queman mientras mis amigas estallan en risas.
—Oh, está bien —murmuro a través de un bocado de pepino—. Sáquenlo de
sus sistemas, señoritas.
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Miro a Karina en la cocina con un desesperado pedido de ayuda.


Página

Ella simplemente levanta su taza hacia mí.


—Empecemos.
****
De pie en el vestíbulo delantero del apartamento de Ariana y Karina, me
despido con un abrazo de ella y le digo adiós, balanceándome de un lado a otro en
mi borrachera. Las otras mujeres se están cambiando a sus sexy atuendos de bar,
caminando campantemente en varios niveles de desnudez.
Ellas están listas para ir a la ciudad después de pre-juego con Claire y sus
pepinos. ¿Yo? Estoy lista para ir a la cama
Le susurro borracha al oído de Karina.
—Te quiero mucho, mucho, mucho. Por favor, mátame ahora mientras estás en
el apogeo de tu felicidad y yo estoy en el nivel más bajo.
—No fue tan malo —dice ella, dándome palmaditas en la espalda.
Fue tan malo. Babeé por todo mi pepino, haciendo un completo desastre de
mi misma y convirtiéndome en la fuente de entretenimiento de esta noche para
todas nuestras amigas. Sus músculos abdominales probablemente duelen con lo
fuerte que se rieron de mí.
—Ojalá pudieras quedarte. —Ella suspira—. Ya nunca te veo. Y me voy a casar,
lo que significa que probablemente ya no seré más divertida y te veré aún menos.
—Tonterías —le digo, plantando un beso en su mejilla. Aprendí mi lección
acerca de quedarme hasta tarde con estas mujeres. No lo hagas, a menos que tengas
tiempo para cuidar una resaca malvada por la mañana.
—Está bien. —Ella hace un puchero, levantando la mano para enderezar mis
lentes, un poco torcidas por nuestro abrazo de oso—. ¿Te veo pronto?
—Lo prometo, señorita. —Sonrío.
—Lo prometeees —me responde arrastrando las palabras.
—Gabby —llamo por encima del hombro de Karina, y Gabby asoma la cabeza
fuera del baño, usando solo su ropa interior y empuñando un rizador—. ¿Por favor,
recuerda cuidar a nuestra chica esta noche? ¿Y no desaparezcas con cualquiera?
Ella sonríe y me muestra el dedo. Es como la universidad otra vez.
—¡Las quiero a todas! —declaro a las masas y me encuentro con un coro de
amor de mi gente favorita. Cierro la puerta detrás de mí y suelto un profundo suspiro.
145

Una sensación de inquietud me recorre mientras estoy de pie en la calle,


esperando que llegue mi Uber. El aire de la noche se está sacudiendo, pareciendo
Página

magnificar todas mis emociones.


Dios, eso fue humillante. Me maldigo a mí misma por estar tan sexualmente
detrás de todas los demás. Pensé que mis mamadas eran normales; no pensé que
fuera tan malo. La pequeña sonrisa de veinteañera de Claire me hizo sudar las
pelotas.
Recuerdo cómo dejé caer el pepino al suelo, mis manos resbaladas por los
nervios y mi propia saliva.
Claire había sonreído alentadoramente y dijo, delante de todas:
—No te preocupes, Keaton. Dudo que hagas que el pene de alguien se caiga...
Bueno, no a menos que muerdas, eso es.
Perra.
Mi Uber se detiene. Subo al oscuro interior y cierro la puerta con más fuerza de
la necesaria, preocupada de que me convierta en una mujer aterradora, enojada y
sin sexo.
Una pequeña voz en mi cabeza me recuerda que soy buena en muchas cosas.
Fui a una maldita escuela de la Ivy League, por el amor de Dios Pero una asistencia
perfecta y un certificado de cuadro de honor no significan que sepa cómo hacer
rodar mi lengua alrededor de un pene, y eso es en lo que estoy obsesionada
actualmente.
Saco mi teléfono. Las listas siempre me ayudan a ordenar mis pensamientos.
Recuerdo las historias de Ariana y golpeo mis dedos contra la pantalla rápidamente.

Lista De Cosas Por Hacer De Keaton Para El Sexo


Número 1: Mamadas.
Número 2: Hablar sucio.
Número 3: Nuevas posiciones.
Número 4: Anal.
Núm…

Mi tipeo es interrumpido por un pensamiento molesto. Keaton, entiende, estás


soltera. ¿Vas a salir todas las noches y enrollarte con cualquiera, esperando que les
parezca bien que experimentes sexualmente con ellos?
Eso suena agotador. Gimo, tirando mi teléfono en mi bolso. Mi cabeza aterriza
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con un ruido sordo contra el incómodo reposacabezas.


—¿Estás bien? —pregunta el conductor.
Página

—Ya lo creo —digo, imitando un arma con los dedos.


Zumbido. Alguien me está enviando un mensaje.
Cavo alrededor de mi bolso por mi teléfono. SLATE CRUZ, se lee.
¿Han terminado con la despedida de soltera? Necesito a mi co-piloto.
Respondo con pulgares arriba.
Terminé, pero no estoy en condiciones de ser la copiloto de nadie.
El Uber se detiene en mi edificio de apartamentos. Doy las gracias al conductor
y camino hacia el ascensor, buscando las llaves. Necesito un poco de ibuprofeno y
una manta para enterrarme para siempre.
¿Borracha? ¿O cansada?
Ambos. Día largo.
Puedo escuchar el sonido familiar del maullido agravado de Penny incluso
antes de abrir la puerta.
Ella me mira con sus grandes ojos verdes, enseñándome todos los dientes.
Aliméntame.
—Lo sé, Pen —murmuro—. Ya pasó la hora de la cena.
Me quito el abrigo, el bolso y los zapatos antes de arrastrarme a la cocina para
sacar algo de comida para el pequeño monstruo. Penny sigue de cerca mis talones,
enojada porque tiene que depender de un humano para su sustento. Lo cual
entiendo totalmente. Dependo solo de mí misma, que es exactamente como me
gustan las cosas.
—Aquí tienes. Vuélvete loca —digo, dándole una rápida caricia en la espalda
mientras ella se sumerge en su comida. Rara vez me deja acariciarla ahora que ha
crecido, la pequeño gruñona. Tomo lo que puedo obtener cuando ella elige repartir
su afecto.
Voy arrastrando los pies a mi habitación para ponerme ropa de estar en casa.
Estoy en medio de amontonar mi cabello en un moño desordenado en la parte
superior de mi cabeza cuando mi teléfono vuelve a sonar.
Pagaré por tu viaje aquí. Vamos. Estoy desesperado. Mírame.
Aparece un mensaje con la foto de una mesa de café cubierta con horribles
bocadillos, una pizza a medio comer, una bebida energética abierta y algún tipo de
nachos con... ¿chocolate goteado por encima?
147

Zumbido.
Estoy en una espiral de aburrimiento.
Página

No puedo suprimir un resoplido. Mis dedos vuelan por el teclado.


No me necesitas a tu lado para tener sexo. Además, ya estoy en casa. Me he
quitado el sujetador. He terminado por la noche. Estas son verdades
inmutables.
Reabro la foto del mensaje. Sí, eso es definitivamente chocolate en sus nachos.
No entiendo cómo vive este hombre. Conocí a Slate durante mi primer año de
universidad a través de amigos en común, y ahora parece que nos conocemos desde
siempre. Al principio, me sorprendió lo ridículamente atractivo que era. Alto,
musculoso y ojos afilados de color marrón, cabello castaño claro, mandíbula
definida, labios carnosos y una sonrisa que podría derretir todos los corazones en la
habitación.
Nos hicimos amigos rápidos en poco tiempo. Me atrajo su intrepidez, su
carisma, su sentido del humor. Slate estaba totalmente dispuesto a disparar la
mierda conmigo, sin preocuparse por mi “autoritarismo”. Me dejó una impresión que
se convirtió en una de las amistades más cómodas que he tenido con un chico.
Zumbido.
Bien. Háblame de la fiesta. ¿Hubo strippers?
Eso es lo que tú preguntarías.
¿Qué? Déjame vivir indirectamente a través de ti.
Slate, tienes muchos culos. No pretendamos que mi vida es más salvaje de lo
que realmente es.
Él ignora este comentario.
¿Qué es una despedida de soltera sin strippers?
Suspiro. ¿Realmente voy a decirle cuál fue el evento principal de esta fiesta?
¿Por qué no? El zumbido de tres mimosas y un whisky todavía me tiene cálida
y confusa.
La hermana de Karina reservó una clase de sexo oral. Apesté.
Literalmente.
Hay un ligero retraso antes de su próxima respuesta.
Estoy seguro de que estuviste genial.
No en serio. Mordí el pepino.
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Oh Dios mío, ¿no lo hiciste?


Lo hice.
Página

Esa es la única regla, Keat. Sin dientes.


Es por eso que apesto. Apesto en chupar. Y no sé cómo mejorar.
La burbuja de escritura comienza y luego se detiene. Comienza de nuevo. Se
detiene.
Frunzo el ceño a mi teléfono. ¿Cuál es su problema? Finalmente, se da cuenta
de lo que quiere decir.
¿Estás realmente molesta por esto?
Pongo los ojos en blanco. Qué cosa para decir un hombre.
¿Por qué no lo estaría? Estoy aceptando el hecho de que no soy una
persona con talento sexual. No es exactamente la mañana de Navidad para
mí.
Oh, vamos, tienes que tener habilidades. Además, eres hermosa.
Probablemente solo necesitas un poco de práctica.
Parpadeo más allá del cumplido. Slate tiene la costumbre de decir cosas
realmente maravillosas de manera demasiado casual. Siempre le he dicho que
persuadirá a una pobre chica siendo tan amable todo el tiempo.
Lo que necesito es un campo de entrenamiento.
¿Campamento de entrenamiento?
Y luego lo arruina. Clásico.
Penny entra en mi habitación, su barriga llena y redonda. Se sube a la cama y
encuentra su lugar favorito, acurrucada exactamente en el centro del colchón. He
intentado pelear con ella por esto, pero es en vano. Cedo, envolviendo mi cuerpo
alrededor de su calor.
No estoy bromeando, Slate. Me siento muy mal por esto.
El pensamiento que me acecha a continuación viene de la nada. Antes de que
la Sobria Keaton pueda arruinarlo, La Borracha Keaton toma el volante para dar un
suave giro más allá del punto de no retorno.
¿Puedo preguntarte algo?
Claro.
Mis dedos son unos malditos traidores, tecleando contra mi mejor juicio. Ya
estoy cayendo en picada por este agujero de mierda de conejo. ¿Podría también
hacer un chapoteo?
149

¿Qué tal si dejas de hacer bromas y me ayudas a ser una mejor amante?
Aire muerto. Ninguna burbuja de escritura, ninguna respuesta ingeniosa, nada
Página

que rompa esta tensión que he creado.


¿Qué he hecho?
Tiro el teléfono a un lado en mi edredón y gimo. Penny se aleja de mí,
disgustada por mi retorcimiento. Aparentemente, he interrumpido algo importante,
y ella está menos que emocionada.
Zumbido.
Oh, mierda. Me apresuro a buscar mi teléfono, casi dándole un codazo a la bola
de pelos naranja que domina la mayor parte de la cama.
¿Quieres que te enseñe a follar?
Bueno, eso lo dice todo.
Olvídalo. Sabía que lo convertirías en una broma.
Tan pronto como se entrega el mensaje, mi teléfono suena. Me está llamando.
Tiempo para un poco de control de daños. Contesto.
—Oye, Slate, mira…
—No estoy bromeando. —Su voz suena tensa. Casi rígida. Que no se parece a
Slate.
Puedo imaginarlo sentado en el borde de su sofá con esa mirada que tiene en
su rostro cuando está realmente concentrado. Ciertamente no es un mal aspecto,
con el ceño fruncido, la mirada enfocada, el pulgar presionando contra su labio
inferior. Es un poco sexy, para ser honesta.
Dejo escapar una risita nerviosa.
—Quiero decir, estoy borracha. No sé lo que estoy diciendo. Sé que
probablemente no estés interesado, de todos modos. Demonios, obtienes más culos
que un asiento de inodoro en Taco Bell, y no estoy a punto de ser sobras en tus
planes de fin de semana. Sin ofender—
—Whoa, Keaton —dice—. No tengo ningún plan de fin de semana.
—¿Qué significa eso? —pregunto, mi corazón ahora galopando. ¿Esto está
sucediendo? ¿Estoy a punto de hacer a una de mis mejores amistades totalmente,
irrevocablemente rara?
—Significa que podría, bueno, tomar un descanso.
—Vaya, que honorable —digo con una mueca.
—Vamos, Keat, no seas así. —Suspira. Puedo imaginarlo pasando una mano
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por su cabello, pasándoselo por la nuca.


—Lo siento —murmuro—. Ni siquiera estoy segura de lo que estoy pidiendo.
Página

Puede que ni siquiera lo recuerde mañana.


—Está bien —responde. Suavemente.
¿Qué hice yo para merecer tan buen amigo?
Justo cuando creo que ya no puede sorprenderme, me golpea con:
—¿Qué tal si hablamos mañana? Los dos estaremos sobrios. Podemos
establecer algunas reglas básicas.
—¿Reglas básicas?
—Para... —Él vacila, solo por un segundo—. Sea lo que sea esto. O lo que sea
que esto pueda ser.
—De acuerdo. Eso suena bien.
—Bien. Hablamos mañana, Keat. Duerme un poco.
—Tú también —digo, y colgamos.
Penny abre un ojo, como diciendo: ¿Qué has hecho ahora, humano?
—No tengo ni idea —murmuro. Esto podría ser la cosa más humillante en la
que me he metido.
Pero entonces, sin previo aviso, me encuentro sonriendo. Una sonrisa de
borracha, que no es necesariamente mi mejor look, pero me pregunto si Slate
también está sonriendo.
En todo caso, esto definitivamente va a ser interesante.

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Kendall Ryan

Kendall Ryan, autora más popular del New York Times, Wall Street Journal y
USA TODAY, ha vendido más de dos docenas de libros. Kendall Ryan ha vendido más
de dos millones de libros y han sido traducidos a varios idiomas en países de todo
el mundo. Sus libros también han aparecido en la lista de libros más vendidos del
New York Times y USA TODAY más de dos docenas de veces. Kendall ha aparecido
en publicaciones como USA TODAY, Newsweek e In Touch Magazine. Vive en Texas
con su esposo y sus dos hijos.

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