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Créditos
Nayari
Desiree
Nanis
Euma
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Índice
Sinopsis
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
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Kendall Ryan
Sinopsis
en su cerveza.
—Hice un depósito por un apartamento esta semana —le dije, tomando un
trago—. Solo necesito verlo mañana y asegurarme de que el propietario no sea un
psicópata.
Encontré el apartamento a través de un anuncio en línea. Parecía prometedor,
espacioso, con mucha luz y un pequeño rincón donde podía instalar una oficina.
Escribía una exitosa columna de chismes semanales y, como trabajaba desde casa,
un lugar cómodo para escribir era una parte importante de mi espacio vital.
—Basta de cosas de adultos. —Jessie puso su brazo alrededor de mis
hombros—. Estamos aquí para celebrar.
—Una cerveza más y estaré oficialmente borracha —dijo Rebecca, escaneando
la barra—. Lo que significa que deberíamos encontrarte un chico ahora antes de que
empiece la visión alcohólica.
Rebecca, Jessie y yo habíamos sido compañeras de cuarto en la universidad.
Jessie era una monógama en serie que se había casado cuando teníamos
veinticuatro años, y Rebecca se había casado el año pasado con su novio de muchos
años. Desde que dijeron Sí, acepto, han intentado emparejarme básicamente con
todos los hombres disponibles en un radio de cincuenta kilómetros.
No me importaba, siempre y cuando el chico no esperara meterse en algo serio.
Me gustaba mi vida tal como era y vivía según mi lema personal: No dañes lo que
está bien. Además, después de ver a mi hermana pasar por un divorcio muy
complicado con el hombre que se suponía era el amor de su vida, no estaba
exactamente apurada por asentarme.
Miré alrededor de la barra. Había un montón de hombres, pero nadie que me
entusiasmara. Necesitaba encontrar a alguien que estuviera buscando lo mismo que
yo. Diversión, sexo casual. Sin ataduras.
Estaba a punto de rendirme cuando lo vi.
Mi aliento quedó atrapado en mi garganta, y mi corazón dio un pequeño salto
de alegría. Estaba apoyado contra la barra, tomando a sorbos una cerveza. Parecía
estar al final de sus treinta, y confía en mí cuando digo que era el paquete completo.
Alto, con el cabello corto y oscuro y una sonrisa asesina. Llevaba un traje
perfectamente hecho a medida, como si acabara de salir de la oficina. Me volvía loca
por un hombre con un buen traje y, dada la forma en que se ajustaba, tenía la
sensación de que se vería aún mejor sin él.
Se rio, revelando una mandíbula perfecta y pómulos que pertenecían a un
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funcionando tan bien. Debo haber tenido un karma mayormente bueno para
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—Quiero saber los ruidos que haces en la cama. Y otras cosas realmente
inapropiadas de las que no deberías hablar la primera vez que conoces a alguien.
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Por lo general, los chicos me hacían a un lado cuando decía eso, pensando que
era un trabajo idiota o un pasatiempo. Pero Hunter asintió con interés, escuchando
cada una de mis palabras. Y la tensión sexual entre nosotros crepitaba como un
fuego lento, esperando volver a cobrar vida nuevamente.
—Eso es mucho más interesante que mi trabajo. ¿Cómo te metiste en eso?
Me encogí de hombros.
—Siempre me ha gustado escribir. No me imaginé necesariamente escribiendo
sobre celebridades, pero un amigo mío tenía una vacante para este trabajo, y era
algo como natural para mí, así que seguí haciéndolo.
—Eso suena divertido.
—Te sorprendería. —Puse mi vaso vacío en la barra—. Es mucho de sentarme
sola en mi apartamento con sudaderas deportivas, e investigar historias. Pero no me
malinterpretes, me encanta lo que hago.
La conversación fluyó fácilmente entre nosotros, y mientras estábamos allí
conversando, flirteando y riendo durante otra hora, me di cuenta de que no me había
divertido tanto en mucho tiempo. Sus ojos eran un tono hipnótico en algún lugar
entre el café y el coñac, y era refrescante hablar con un hombre que era tan
despreocupado y que realmente parecía estar interesado en lo que tenía que decir
y no en lo que podía hacer por él. Esta gran parte de la conexión realmente no era
necesaria, ya que solo estaba buscando un buen momento, no un socio de por vida.
Pero aun así, fue agradable.
Terminó lo último de su martini.
—¿Deberíamos conseguir otra ronda?
Antes de que pudiera responder, alguien me golpeó por detrás y puse una
mano en el pecho de Hunter para estabilizarme. Debajo de su camisa, era duro y
musculoso; definitivamente no estaba escatimando en el gimnasio.
Tragué, tentada a agarrar su camisa en mi mano y tirar de él hacia mí. En
cambio, me alejé, componiéndome mentalmente. Por lo general, no caía con tanta
facilidad por un hombre, pero había algo en él que hacía latir mi corazón como una
adolescente. No quería otra bebida… quería a Hunter. Además, estaba preocupada
porque una ronda más con él me llevara de adorablemente alegre a
embarazosamente ebria.
—¿Tal vez podríamos salir de aquí? —dije astutamente.
Pareció desprevenido por un segundo, pero rápidamente se calmó.
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Dos
Tal vez era la música. Tal vez era el hecho de que apenas había cenado, además
de beber, cuando nunca bebía mucho para comenzar. O tal vez solo había estado un
poco contenido después de un período de sequía de seis meses, dedicado a tener
fiestas de té y trenzar el cabello de mi hija de cuatro años. Cualquiera sea la razón,
solo había un pensamiento en mi mente la primera vez que puse mis ojos en Kate
desde el otro lado de la barra.
La deseo.
Y una vez que la vi con ese vestido ceñido, haciendo un trabajo horrible de
fingir que no me estaba observando Tuve todo tipo de ideas sobre cómo gastar esa
energía acumulada. Y ahora estábamos aquí, de pie en mi sala de estar, rodeados de
fotos de mi hija. Que era prácticamente lo contrario a un afrodisíaco.
Cuando salimos del taxi, me di cuenta de que el tema de mi hija nunca surgió
en nuestro plática de bar, y que estábamos a punto de enfrentarnos con la niñera.
Realmente no había forma de evitarlo.
Las aventuras casuales no tienden a manejar bien todo el asunto de ser padre
soltero. A las mamás solteras, por otra parte, les encantaba. La idea de un hombre
dedicado a su hija las tenía jadeando durante días. ¿Pero casuales, sin ataduras? Para
ellas, ser un papá gritaba una de dos cosas: o era un imbécil irresponsable que no
podía envolverlo adecuadamente, o era un adicto a un compromiso total que trataba
de atraerlos con mi adorable niña de cuatro años con necesidad de una nueva mamá.
De cualquier manera, por lo general no salía muy bien. Pero hasta ahora, Kate lo
estaba manejando bien.
Luego cruzó la habitación hacia mí, y un solo pensamiento invadió mi cerebro.
Mierda, ella es sexy.
¿Todas esas curvas y su risa gutural, junto con su confianza? Era un completo
tonto por una mujer segura que sabía lo que quería.
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acercándola.
Solo porque esto fuera algo de una sola vez no significaba que quisiera
apresurarme. Todo lo contrario, en realidad. Quería saborear y disfrutar cada minuto
de esto. Empezando por el beso perfecto.
―Es casi medianoche ―murmuró, sus labios a pocos centímetros de los míos.
Colocando una mano en su mejilla, guie su boca hacia la mía, sellando mis
labios sobre los de ella en un suave y simple beso.
Ella respondió perfectamente, abriendo su boca en una invitación silenciosa
para que mi lengua se deslizara contra la de ella. Mis manos encontraron esas curvas
envueltas bajo ese jodido vestido negro que había admirado, y Dios, se sentía aún
mejor bajo mis manos de lo que podía imaginar. Suave y cálido y muy acogedor.
Presioné un beso más lento en sus labios y retrocedí para estudiar su reacción.
Rara vez hacía este tipo de cosas. Tenerla aquí era surrealista... y realmente
excitándome, sabiendo lo que probablemente iba a suceder.
―¿Puedo traerte algo de beber? ―pregunté, deslizando mi mano alrededor
de su cintura. Si ella hubiera cambiado de opinión o hubiera querido ralentizar las
cosas, quería que ella supiera que eso también estaba bien.
―Puedo pensar en otras cosas que preferiría estar haciendo con mi boca
―respondió ella, su voz baja y sensual mientras pasaba las yemas de los dedos sobre
mi pecho.
Dios, amo a una mujer que sabe lo que quiere.
Sin decir palabra, puse mi mano alrededor de su nuca, guiando su rostro hacia
el mío para otro dulce beso. Envolvió sus brazos alrededor de mí y presionó sus
caderas contra mí, alineándose perfectamente con mi erección en rápido
crecimiento.
Mientras nuestras lenguas se movían con mayor urgencia, la guie lentamente
por el pasillo hacia las escaleras. Nuestra respiración se volvió pesada y trabajosa, y
con cada paso más cerca de mi habitación, mi pene crecía más. Estaba seguro que
ella podía sentirla presionando su vientre mientras cruzábamos el umbral hacia mi
habitación.
Apoyé a Kate contra la pared, deslizando mis dedos debajo del borde de su
vestido para sentir la suave y cálida piel de sus muslos. Ella gimió suavemente, y moví
mis dedos hacia la parte delantera de sus bragas, mi pene se contrajo al sentir su
calor contra mi mano. Empujando sus bragas hacia un lado, la encontré ya húmeda
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y lentamente deslice un dedo dentro, haciendo que Kate arrojara su cabeza hacia
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atrás con placer, donde chocó con la pared detrás de ella con un fuerte golpe.
―Oh, mierda, ¿estás bien? ―Hice una pausa, inclinándome ligeramente hacia
atrás para comprobar y asegurarme de que no estaba herida.
Ella se rio entre dientes.
―Sí, estoy bien. No dolió; solo fue ruidoso. ―Sonriendo, me incliné para
besarla de nuevo.
A medida que el beso se hacía más caliente, su lengua acariciando la mía,
comenzó a desabrocharme la camisa con sorprendente facilidad. En unos momentos,
estaba tirando de las mangas hacia abajo por mis brazos y tirando la camisa al suelo.
―Impresionante ―murmuré, moviendo mis labios hacia su cuello, chupando y
mordisqueando su piel. Sabía dulce y olía ligeramente a vainilla.
―No es mi primer rodeo. ―Ella suspiró, alcanzando a desabrocharme el
cinturón.
Sonreí. Dos pueden jugar ese juego.
Deslizando su vestido por encima de su cintura, le quité las bragas con una
mano, y la otra regresó a su trabajo anterior de placer en el lugar húmedo y sedoso
entre sus muslos. El deseo de frotarla y acariciarla hasta que estuviera retorciéndose
y sollozando fuera de control era tan poderoso que casi temblaba.
Dios, ha pasado demasiado tiempo.
Cuando mi mano se movió entre sus piernas, ella se mordió el labio y dejó
escapar un suave gemido. Tirando de mi cinturón, sus dedos torcieron brevemente
la cremallera de mis pantalones antes de tirarlos hacia abajo para revelar el contorno
de mi pene duro como una roca, completamente delineado por mis interiores
negros. Su respiración se volvió más irregular, y sabía que ella estaba lista para más.
Haciendo una pausa para tirar de su vestido el resto del camino hacia arriba y
sobre sus hombros, lo dejé caer al suelo. Kate extendió la mano para desabrochar su
sostén, y luego se unió al resto de nuestra ropa. Acercándola más cerca, me deleité
en la sensación de sus senos llenos contra mi pecho mientras sus dedos tiraban de
la cintura de mis interiores.
De repente, mi necesidad de estar dentro de ella me abrumó. La guie a la cama,
sacándome la ropa interior en los dos pasos necesarios para unirme a ella.
Descendiendo sobre ella, volví a besarla en el cuello, alineando mis caderas con las
suyas mientras ella abría sus piernas para saludarme. Pero antes de que pudiera
deslizar mi doloroso y ansioso miembro contra toda esa carne húmeda que ansiaba,
presionó sus palmas contra mi pecho, incitándome a darme la vuelta sobre mi
espalda.
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¿Mencioné que me gusta una mujer que sabe cuándo hacerse cargo?
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favorito.
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―Mierda, oh Dios mío, mierda, ¡lo siento mucho! ―Kate rápidamente se bajó
de mí, agarrando la manta más cercana para cubrir su cuerpo desnudo.
―Hola, cariño. ¿Qué haces despierta? ―dije con mi voz más serena,
frenéticamente cubriendo mi erección rápidamente muriendo con una almohada.
Kate estaba corriendo por la habitación tratando de encontrar su ropa. De
repente, la forma descuidada en que los estuvimos tirando pareció increíblemente
estúpido.
―Papá está bien. ¿Por qué no vas a esperar en tu habitación, sí?
Maddie frunció el ceño pero obedeció, lanzando una última mirada asesina en
dirección a Kate antes de girarse y regresar a su habitación.
Sin embargo, Kate no pareció notarlo, ya que finalmente encontró su ropa
interior y se estaba vistiendo más rápido de lo que creía que era humanamente
posible. Ella podría literalmente haber ganado el récord mundial en vestirse.
Puse mis manos en mi cabello, dejando escapar un profundo suspiro. Mierda,
¿por qué no había pensado en cerrar la puerta? Debimos haber sido más ruidosos
de lo que pensaba si despertábamos a Maddie. Ella normalmente tenía el sueño
profundo.
―Escucha, Kate, estoy tan...
Antes de que pudiera terminar, salió corriendo de la habitación y, veinte
segundos después, oí que se abría la puerta y se cerraba de golpe.
Suspiré, enterrando mi rostro en mis manos. Perfecto, jodidamente perfecto.
Otra aventura casual arruinada por ser un papá soltero.
Estaba acostumbrado a algunas citas malas de vez en cuando, como recibir un
tu hija acababa de vomitar por el teléfono de parte de la niñera, ¿pero esto? Esto era
diferente a todo lo que había experimentado antes. De hecho, había sido atrapado
en el acto, haciéndolo, chocando los feos, aunque no había una parte fea de Kate, y
estaba realmente enojado porque no pude ver todas las partes desde todos los
ángulos.
Era oficial. Mi hija de cuatro años era una bloqueadora de penes.
Suspirando de nuevo, fui a mi closet y me puse unos pantalones deportivos y
una camiseta antes de juntar el resto de mi ropa y ponerlos en el closet. En el baño,
me lavé las manos y me miré el rostro en el espejo, pasándome los dedos por el
cabello para que no fuera tan obvio que me habían atrapado en medio de tirarme a
una extraña... por mi hija.
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Cuanta clase.
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Era un papá ahora. Necesitaba ser mejor que eso. Más fuerte. Mantener mis
prioridades bajo control. Y mi prioridad era definitivamente mi hija.
Abrí la puerta de la habitación de Maddie para encontrarla acurrucada en su
cama, mirándome con ojos grandes y confundidos.
―Papá, ¿qué te estaba haciendo esa señora? ―preguntó, frotándose los ojos
con sus pequeñas manos.
―Papá y esa señora solo pasaban un tiempo para adultos juntos, eso es todo.
Te diré más al respecto cuando seas mayor, ¿sí? ―Y cuando no sea en medio de la
noche y seas testigo de algo que inevitablemente te asustará de por vida.
Maddie frunció el ceño pero asintió, y ya podía decir que era algo que
recordaría preguntar por la mañana. No había planeado ni siquiera remotamente
tener esta conversación con ella durante al menos otros diez años, así que
mentalmente me recordé de revisar mis libros de crianza para averiguar qué es
normal decirle a los niños de su edad sobre el sexo. No quería que ella fuera uno de
esos niños que todavía creían que las cigüeñas dejaban caer a los bebés en las
puertas cuando tuviera quince años, pero aun así. Cuatro parecía muy joven para
saber todo sobre los pájaros y las abejas.
Segundos después, Maddie se giró y cerró los ojos. Le di un beso en la frente
y una vez que la había arropado, dejé su habitación para prepararme para irme a la
cama. Después de lavarme los dientes y salpicar un poco de agua fría en mi rostro,
me acosté a dormir, solo para encontrar mi mente acelerada.
No podía creer que las cosas hubieran comenzado tan malditamente increíbles
pero que hubieran terminado tan horriblemente. Había pasado tanto tiempo desde
mi última aventura casual, ni siquiera podía decirte si alguna vez me hubiera
imaginado que algo parecido a lo que sucedió esta noche pasara. Tacha eso.
Definitivamente nunca imaginé que mi hija me atraparía teniendo sexo con alguien
que apenas conocía.
Solo pensé que la única vez que me puse allí, me quemé. Había razones por las
que los papás solteros ya no hacían cosas así. Mierda loca como esta sucedía.
Suspirando, volteé mi almohada, tratando de relajarme y ponerme cómodo.
Pero ya sabía que no estaría durmiendo bien esa noche. No pude evitar volver a
reproducir ese momento una y otra vez en mi cabeza, el impacto total de estar en
éxtasis absoluto en un momento, y el siguiente... vergüenza absoluta.
Y lo peor fue que Kate parecía una persona genial. Incluso si ella no fuera el
amor de mi vida, nuestra química era difícil de negar, y no me hubiera importado
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Por lo menos, hubo un pensamiento que me hizo sentir mejor cuando intenté
quedarme dormido sin éxito.
Al menos nunca tendré que volver a ver a Kate de nuevo.
Tres
―Estás bromeando, ¿verdad? ―preguntó Rebecca, mirándome con la boca
abierta por encima de su café con leche. Acabo de contar cómo mi ligue de
cumpleaños con Hunter había pasado de ser de ensueño a desastrosa.
―Ojalá. ―Gemí, masajeándome las sienes. No solo no pude quitarme de mi
cabeza la imagen del rostro horrorizado de su hija de cuatro años, sino que también
tuve una enorme resaca inducida por el tequila―. Probablemente asusté a esa niñita
de por vida. ¿Así es como son los treinta? ¿Todos los tipos tienen hijos ahora?
Rebecca puso una mano sobre su boca, incapaz de reprimir una carcajada.
―Vamos, no es gracioso ―le dije, pero su risa era contagiosa, y no pude evitar
sonreír―. Está bien, es algo gracioso. O lo será una vez que mi cabeza deje de sentir
que va a explotar.
―¿Qué hiciste cuando te vio? ―preguntó Rebecca, componiéndose.
―Bueno, después de mi desmontaje poco femenino, salí corriendo de allí tan
rápido como pude. ―Me estremecí ante el recuerdo, tomando un sorbo de mi
café―. En serio, probablemente rompí una especie de récord mundial Guinness.
―Al menos hoy vas a conseguir un apartamento ―dijo ella, con tono
reconfortante.
Asentí, contenta de que había un lado positivo el día de hoy.
―Gracias a Dios. Estoy harta de cazar apartamentos.
Antes de este, había ido a ver otros cinco lugares, y todos habían sido un
desastre. Uno no tenía ventanas y el otro era básicamente del tamaño de mi closet
actual. Si este lugar no funcionaba, iba a estar oficialmente en modo de pánico.
Miré mi teléfono.
―Hablando del apartamento, probablemente deberíamos irnos.
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Rebecca había accedido a venir conmigo para revisar el espacio y reunirse con
el propietario. Había visto demasiados episodios de La Ley & El Orden: USV para
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saber que no era una buena idea hacer cosas como esta sola.
Veinte minutos más tarde, nos acercamos a la dirección que había leído en el
correo electrónico de la compañía de administración de propiedades.
―Esto es lindo. ―Rebecca sonrió mientras conducíamos por el vecindario,
señalando una casa de estilo artesanal con un extenso jardín―. Me encanta que
todas tengan un patio.
Era más suburbano de lo que estaba acostumbrada, pero no me importó. En
realidad, eso era algo bueno en lo que a mí respecta. El apartamento que había
elegido estaba encima de un garaje, lo que era diferente, pero no era exigente en
este punto. Había escuchado que muchas parejas jóvenes y nuevos padres se
mudaban a esta área, lo que lo convertiría en un lugar agradable y tranquilo para
trabajar.
Mientras veía pasar las casas, una sensación incómoda se apoderó de mí. Me
sentía extraña, como si hubiera estado en esta calle antes. Todo parecía
extrañamente familiar, lo cual no tenía ningún sentido porque casi nunca venía a esta
área.
―¿Conocemos a alguien que viva por aquí? ―Miré por la ventana, teniendo
un caso importante de déjà vù.
Rebecca negó.
―No que yo sepa. El GPS dice que estamos realmente cerca.
Ella se acomodó en un lugar junto al bordillo. Cuando salimos del auto, miré a
mí alrededor otra vez, molesta de no poder descubrir cuándo había estado aquí
antes. Caminamos por la cuadra y doblamos la esquina, y luego lo vi.
―No es esa casa, ¿verdad? ―le pregunté, un nudo formándose en la boca de
mi estómago.
―Sí, lo es. ―Rebecca miró la dirección en su GPS―. ¿Por qué?
Mi pecho se contrajo, y mi estómago cayó de rodillas. Estaba teniendo
problemas para respirar. Por supuesto, esto era solo mi suerte. Quería girarme y
correr, pero mis piernas seguían avanzando, mi mente demasiado aturdida para
hacer algo más que seguir a Rebecca.
―Kate? ¿Qué pasa? ―Ella me dio una mirada extraña cuando nos detuvimos
frente a la casa.
―Mira, tal vez deberíamos irnos... ―Pero antes de que pudiera terminar mi
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Era Hunter.
La boca de Rebecca se abrió, y mi corazón se detuvo. Pensé que podría
desmayarme.
Este lugar, el apartamento en el que había puesto un depósito, pertenecía a
Hunter. El hombre con quien tuve sexo increíble de cumpleaños, bueno, más o
menos hasta que su hija nos interrumpió, era el propietario, y estaba enloqueciendo
en silencio.
Los tres nos quedamos boquiabiertos entre sí por lo que pareció una eternidad,
Rebecca miró de mí hacia Hunter y de nuevo a mí. Afortunadamente, ella recuperó
su compostura rápidamente.
―Hola ―dijo ella, extendiendo una mano a Hunter―. Soy Rebecca. Solo estoy
aquí para ayudar a Kate con el apartamento.
Incluso cuando se dieron la mano, pude sentirlo mirándome pero me negué a
mirarlo a los ojos. ¿Cómo sucedió esto? Tenía demasiada resaca para lidiar con esto.
La compañía de administración de propiedades solo se había referido a él como el
dueño; No había pensado en pedir un nombre. Hasta aquí el buen karma que pensé
que tenía.
―Soy Hunter ―le dijo a Rebecca, soltando su mano.
Aproveché la oportunidad para mirarlo. Llevaba jeans y una camiseta blanca.
Sus rasgos se veían aún más pronunciados a la luz del sol, su línea de la mandíbula
resaltada por su cálida sonrisa. Tenía una sombra sexy a las cinco en punto, y su
cabello oscuro estaba desordenado, como si hubiera empujado sus manos a través
de él.
Pero fueron sus ojos los que me atraparon. Profundo y de color moca, y tan
increíblemente expresivos. Si le habían molestado los acontecimientos de la noche
anterior, era bueno ocultándolo. De hecho, parecía que acababa de salir de una
sesión de fotos.
Intenté no pensar en cómo me veía en mis leggings negros y mi suéter
voluminoso para el día de lavandería. Había tenido resaca como para ducharme, así
que probablemente aún olía a alcohol. Gracias a Dios, pensé en ponerme un poco
de rímel antes de salir de casa.
―Entonces ―dijo, volviéndose para mirarme, su boca se inclinó en la más leve
sonrisa―. ¿Querías ver el apartamento?
Todavía sin palabras, solo me quedé viéndolo. ¿Íbamos a fingir que esto no era
una coincidencia totalmente insana?
Lo peor era que, a pesar de estar absolutamente mortificada, descubrí que mi
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corazón estaba haciendo una pequeña danza feliz al estar cerca de él. No podía
Página
olvidar lo que había sucedido antes de que me viera forzada a huir de su casa
avergonzada, la parte en la que había estado teniendo el sexo más alucinante de mi
vida.
Un recuerdo pasó por mi mente de sus manos alrededor de mi cintura,
jalándome contra él, luego sus dedos empujaron suavemente mi cabello mientras
acercaba mi boca a la suya.
Tomé aliento. Por el amor de Dios. Negué, obligándome a volver al momento.
Todavía no había respondido a la pregunta de Hunter, pero afortunadamente
Rebecca estaba más lúcida que yo.
―Por supuesto que queremos ver el apartamento. Parece genial ―dijo ella,
sonriendo como una participante de concurso de belleza―. Lidera el camino.
Mientras caminaba delante de nosotras, Rebecca me lanzó una mirada y me
dijo contrólate. Sabía que estaba siendo totalmente torpe, pero ¿podría ella
culparme? Estaba sorprendida.
Nos llevó al garaje y abrió una puerta lateral.
―Esta será tu entrada privada ―dijo, subiendo las escaleras―. Es totalmente
independiente de la casa, por lo que no tendrás que preocuparte que te molestemos.
Él me sonrió y le devolví una sonrisa incierta, aún no convencida. La entrada
podría estar separada, pero estaríamos a solo unos metros de distancia, lo que
significaría vernos a diario.
Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras, casi me olvido de lo
mucho que no quería estar ahí. El apartamento era hermoso. Era pequeño pero
estaba bien distribuido e increíblemente limpio. Había pisos de madera oscura y
enormes ventanas que empapaban el espacio de luz solar. Una cocina totalmente
equipada tenía un pequeño rincón frente al ventanal que sería un lugar perfecto para
mi escritorio.
―Yo mismo renové el espacio ―dijo, pasando su mano por la encimera de
granito de la cocina.
―¿En serio? ―preguntó Rebecca―. Eso es increíble. ¿Trabajas en la
construcción?
―No. ―Se encogió de hombros―. Solo soy bueno con mis manos, supongo.
Yo podría haberle dicho eso a ella. Hunter podía hacer mucho más con esas
manos que instalar pisos de madera.
Aunque quería odiar esto y salir corriendo, mi cerebro catalogó todos los
detalles únicos, las perillas de cristal en los gabinetes, los estantes empotrados en la
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sala de estar. Realmente se había tomado el tiempo para hacer que el apartamento
Página
fuera único en su clase. Caminé hacia la ventana y dejé escapar un grito de emoción
cuando vi una pequeña laguna en el patio trasero. No podría haber sido más
perfecto. Tenía muchas ganas de vivir aquí. Mierda.
―Las dejaré mirar ―dijo, excusándose.
Todavía no podía mirarlo, así que murmuré algo y asentí. ¿Cómo podría vivir
aquí si ni siquiera podía mirar a mi arrendador, y mucho menos tener una
conversación?
Una vez que bajó las escaleras, agarré el brazo de Rebecca.
―Sácame de aquí ―le supliqué.
―Vamos, sabes que este es un apartamento increíble ―dijo ella, apartando su
brazo―. Me gustaría poder vivir aquí. Mira esa laguna; es adorable. Y la cocina es
perfecta para que cocines. ¿Has visto este pequeño gabinete de vinos que él puso?
―Ella se acercó y me indicó que la siguiera.
Asentí, sin ceder.
―Lo sé. Es hermoso y perfecto. ¿Pero también podemos hablar de cómo
anoche su hija vio mi cuerpo desnudo rebotando encima de su muy desnudo papá?
―Está bien, sí ―dijo Rebecca seriamente, asintiendo―. Eso es un problema.
Pero los recuerdos se desvanecen. Y nunca vas a encontrar otro lugar tan agradable
que sea accesible.
No quería admitirlo, pero ella tenía razón. Si quería vivir aquí, tendría que
olvidar todo lo que había sucedido entre Hunter y yo.
―Está bien, lo pensaré. ―Suspiré, luego miré a mi alrededor otra vez,
planeando mentalmente cómo acomodaría mis muebles―. Va a ser muy difícil
pasarlo por alto.
―Solo habla con Hunter ―dijo Rebecca mientras bajábamos las escaleras―.
Tal vez su hija ni siquiera recuerda la noche anterior.
Levanté una ceja hacia ella. Dudé seriamente que la niña olvidara algo tan
traumático, especialmente después de ver cómo reaccionó. Probablemente no le
gustó la idea de una nueva mujer en la foto, alejando a su papá de ella. Y lo entendí,
pero no me hizo sentir mejor acerca de la situación. Lo último que necesitaba era
entrar en algún tipo de guerra territorial con un niño.
Hunter nos estaba esperando cuando salimos afuera.
―Te veré en el auto ―dijo Rebecca rápidamente, despidiéndose de Hunter y
regresando por el camino de entrada.
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ojos que hacía imposible mirar hacia otro lado. Tragué, incapaz de sacudir la extraña
mezcla de vergüenza y deseo.
Cielos, Kate. Me abofeteé mentalmente. Mantén tus pantalones puestos.
―Entonces ―dije, rompiendo el incómodo silencio.
―La noche pasada fue…
―Sí. ―Sonreí torpemente.
Hubo un momento de silencio, y luego ambos nos echamos a reír.
―Escucha, los dos somos adultos ―dijo, levantando las manos―. Si te gusta
el lugar, es tuyo. Podemos olvidar que la noche pasada alguna vez pasó.
―Realmente me encanta ―admití―. Hiciste un trabajo increíble en las
renovaciones.
―Gracias. Mira, necesito un inquilino y tú necesitas un apartamento. No hay
razón para que esto tenga que ser extraño ―dijo sonriendo.
Dudé.
―¿Tu hija no me odia?
Deslizó sus manos por su cabello y se echó a reír, pero podía decir que el humor
en la situación era forzado. Estaba segura de que no había nada gracioso sobre él
teniendo que explicar lo que había pasado la noche anterior cuando la acostó de
nuevo.
―No, ella no te odia. Simplemente no está acostumbrada a ver mujeres aquí.
Me costó mucho creer que Hunter tuviera algún problema para meter mujeres
en su cama. Pero en el interés de no estar sin hogar, decidí creerle.
―Está bien. ―Sonreí, extendiendo mi mano―. Hagámoslo.
Cuando tomó mi mano en la suya, mi estómago dio un vuelco. Un chorro de
electricidad pasó entre nosotros, casi como si nuestros cuerpos estuvieran
recordando lo que habíamos estado haciendo ni siquiera doce horas antes.
Sabía que no estaba de acuerdo en mudarme solamente porque era un
apartamento perfecto; había algo en Hunter que hacía imposible decirle que no.
Solté su mano y lo seguí adentro para completar el papeleo, esperando no
haber cometido un gran error. 27
Página
Cuatro
Unos días después que Kate confirmó que quería el apartamento, estaba
sentado en la sala de estar con Maddie, leyendo el periódico mientras trabajaba en
armar el último juego de Lego que le había comprado. Como ingeniero civil, sentía
que era importante comprarle a mi hija la misma cantidad de proyectos de
construcción que muñecas.
Miré a Maddie y no pude evitar sonreír ante la mirada concentrada y
determinada en su rostro. Ella era toda una solucionadora de problemas, mi pequeña
niña, y me encantaba desafiar su mente con diferentes juguetes y juegos educativos.
Y enseñarle que solo porque un niño la llamara bonita no significaba que tuviera que
compartir su pastelito y muchas otras lecciones importantes de la vida. Aunque la
conversación de la otra noche fue una que hubiese preferido esperar por otros veinte
años.
—¿Cómo te va, cariño? —pregunté, colocando el periódico en mi regazo.
—Bien —canturreó sin levantar la vista, atascando un Lego azul encima de otro
con un gesto elegante. Mirando desde la estructura frente a ella hasta la pila de
Legos a su derecha, escogió cuidadosamente una pieza roja y continuó su lento
proceso de decidir dónde colocarla.
Me reí entre dientes y estaba a punto de reanudar la lectura sobre las quejas
sobre las paradas de autobús de nuestra ciudad cuando escuché un retumbar y un
fuerte chillido enfrente de la casa. Colocando el periódico en nuestra mesa de café,
me puse de pie y caminé hacia la ventana para ver qué estaba pasando.
Una camioneta de tamaño mediano estaba estacionada en el bordillo afuera
de nuestra casa. Y, efectivamente, una vez que la camioneta estuvo completamente
estacionada, Kate salió por la puerta lateral del conductor, girándose para asegurarse
que había estacionado con la suficiente distancia.
Tienes que amar a una mujer a la que le gusta hacerlo por sí misma.
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Maddie hizo una mueca amarga a los dos, negando con otro mmm.
—Pero quiero saber ahora —se quejó.
Era hora de sacar las grandes armas.
—En este momento no es el momento de hablar sobre arrumacos especiales
entre adultos. En este momento, necesitamos una niña grande que nos ayude a
trasladar algunas de las cosas de Kate a su apartamento. Si no puedes ser una niña
grande, entonces supongo que solo tendrás que entrar y sentarte solita —le dije con
mi voz más serena.
El rostro de Maddie se desanimó, y entonces rápidamente se animó.
—No, soy una niña grande. ¡Puedo ayudar! —Con una expresión determinada
en su rostro, se dirigió hacia la parte trasera de la camioneta y extendió los brazos
para llevar algo.
Crisis evitada. Por el momento.
Los tres pasamos la siguiente media hora llevando cajas desde la camioneta
hacia el apartamento de Kate, asegurándonos de darle a Maddie los objetos más
livianos que todavía la hicieran sentir involucrada.
Kate no tenía muchas cosas, después de todo, parecía un montón de cosas
puestas en la parte trasera de la camioneta. Pero una vez que todo estuvo puesto en
la sala de estar del apartamento que había pasado los últimos dos años remodelando
y haciendo las cosas bien. Me gustaba la idea de que alguien llenara de vida el
espacio. Había plantas bebiendo del sol en las ventanas delanteras, y utensilios de
cocina en los mostradores.
Una vez que todo fue descargado de la camioneta, puse a Maddie en su
habitación con un libro para sus cuarenta y cinco minutos de silencio. Había
comenzado a superar las siestas hace unos meses, pero descubrí que darle un poco
de tiempo de inactividad, especialmente después de un día agitado, le impedía tener
un colapso en las últimas horas de la tarde.
Me senté en el borde de la cama de Maddie y alisé su cabello sobre su oreja.
—Ya vuelvo, ¿de acuerdo, Mads? Solo necesito ir a darle a Kate las llaves de su
apartamento. —Y hacer todo lo posible para no pensar en ella desnuda.
Maddie frunció el ceño.
—¿Vas a tener otro momento especial de arrumacos para adultos?
Suspiré. No puedes hacer que nada se le olvide a esta niña.
—No, cariño. No volveremos a hacer eso. Solo voy a hablar con ella. Ya vuelvo.
Puse un beso en la frente de Maddie y salí de su habitación antes que pudiera
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hacer más preguntas sobre esos malditos arrumacos de adultos. Tenía la sensación
Página
—No, no, esto es increíble. Como realmente jodidamente genial. —Estaba tan
Página
rápido.
Página
Cinco
Miré por la ventana entre las persianas y noté el auto de Hunter en el camino
Página
revisar la unidad del A/C1. Tiende a quemar su fusible en días realmente calurosos
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como este.
—Sí, me di cuenta. —Me abaniqué mi rostro sudoroso. Todavía me estaba
recuperando de la sorpresa, pero me las arreglé para sonreír—. Pero gracias por venir
1
A/C: aire acondicionado.
a comprobarlo. Mi último propietario me habría dejado morir de agotamiento por
calor antes de arreglar algo.
—No te preocupes. —Hunter sonrió—. Sé que puede hacer bastante calor aquí.
¿Te importa si lo reviso?
—Por supuesto. —Señalé hacia la caja de fusibles en la pared.
Desenchufó el aire acondicionado, encendió algunos interruptores y luego se
agachó para enchufarlo. Inmediatamente volvió a la vida.
Sonreí mientras el aire frío pasaba a mi lado.
—Eso fue increíble.
Hice contacto visual con Hunter, y mi estómago dio un salto mortal.
—Normalmente llevo ropa —agregué rápidamente, esperando que mi rostro
no estuviera tan rojo como se sentía—. Pero hacía calor, entonces, ya sabes. Y
entonces esa canción se encendió.
Jesús, Kate, deja de hablar.
Él rio.
—No te preocupes por eso. Es mi culpa por solo entrar. Debería haber llamado
primero.
—Entonces —dije, desesperada por un cambio de tema—. ¿Cómo está
Maddie?
—Ella está bien. —Él sonrió, y sus ojos se iluminaron como lo hacían cada vez
que hablaba de su hija. Aunque no era una persona que le gustaran los niños, tenía
que admitir que era muy adorable—. Está viendo una película en mi cama.
Levanté una ceja.
—¿Así que ella te echó?
Él rio.
—Algo así. Ella es muy persuasiva.
—En ese caso, ¿quieres quedarte y tomarte una cerveza?
Miró por la ventana.
—Está bien si no puedes dejar a Maddie sola —le dije, pero él me detuvo.
—No, ella estará bien por unos minutos. Una cerveza sería genial, en realidad.
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Nunca antes me habían excitado los labios de un chico, pero algo sobre Hunter
hacía imposible no pensar en besarlo. Era muy consciente de lo cerca que estábamos,
Página
para que pudiera echar un vistazo a sus abdominales duros como una roca.
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Página
2
PG: sigla que en ingles significa para todo los público, utilizado para clasificar películas que
pueden ser vistas por todos.
Seis
—No, no, no, no hay manera de que te deje usar eso en una cita. —dijo Kate,
cruzándose de brazos y sacudiendo la cabeza.
Acabo de salir de mi habitación para mostrarle lo que pensé que era un
atuendo razonable para un tipo de cita casual comencemos con las bebidas y
veamos a dónde va. ¿Pero basado en la mirada horrorizada en su rostro? Estaba
completamente equivocado.
—¿Qué hay de malo en esto? —le pregunté, haciendo un gesto hacia mis
pantalones caqui y mi camisa de cuadros azules. No hubiera llegado tan lejos como
para llamarme un experto en estilo, pero no creía que este atuendo fuera así de malo.
Las cejas de Kate se alzaron hacia arriba, sus ojos se agrandaron con
desaprobación.
—¿Caqui? —exclamó ella—. ¿Para ir a beber?
—Son agradables —dije a la defensiva, alisando la parte delantera de los
pantalones con las palmas.
Kate se ablandó por un momento, sin cruzar sus brazos y suspirando.
—Son agradables —dijo, inclinándose hacia adelante desde su lugar en el sofá
para tomar otro sorbo de su copa de vino—, si vas a la iglesia un domingo y un picnic
después. Pero vas a ir a una cita. Te lo ruego, vuelve a intentarlo. —Ella asintió
autoritariamente, frunciendo el ceño junto con una mirada determinada.
—Bien —murmuré, girándome para volver a subir las escaleras. Pero tuve que
admitir que una parte de mí se estaba volviendo loco por esto, recordando la forma
en que había llamado cursi a mis líneas de ligar esa noche en el bar.
—Ve a ponerte unos jeans. ¡Oscuro, por favor! —me gritó mientras doblaba la
esquina de mi habitación—. Y nada demasiado holgado —dijo de nuevo.
Desabrochándome la camisa, no pude evitar sonreír y negar con la cabeza por
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lo cómoda que estaba Kate dándome órdenes. Solo hemos sido vecinos durante un
Página
par de semanas, pero parecía que nos conocíamos desde hacía años. Incluso si las
cosas entre nosotros tuvieron un mal comienzo, era bueno tener a otro adulto con
quien compartir una bebida. El solo hecho de tener a alguien con quien hablar y reír
hizo que la casa no pareciera demasiado callada.
El único pequeño problema fue Maddie. No era que no le gustara Kate, pero
aún sospechaba de todo el asunto de tiempo especial entre adultos, algo que
teníamos que andar con cuidado.
Esta noche, sin embargo, Maddie estaba con sus abuelos, lo más probable es
que estuviera siendo extremadamente mimada por ellos. Cuando quedó claro que
la madre de Maddie no iba a ser parte de la imagen, me aseguré de mudarnos más
cerca de mis padres. Honestamente, tenerlos a mano fue una bendición. Amé mi vida
con Maddie y no cambiaría nuestro tiempo juntos por nada del mundo, pero el
hecho es que a veces necesitaba apoyo, sin importar cuánto me gustara asistir a
fiestas de té y usar tiaras.
De pie frente a mi closet abierto, empujé algunas camisas en sus perchas,
buscando algo más adecuado para ir a tomar unas copas. Después de tirar un par
de jeans oscuros en la cama, continué hurgando en mi armario, finalmente
escogiendo un suéter gris. Rápidamente me puse el nuevo atuendo y regresé a la
sala de estar, listo para ser insultado por Kate nuevamente.
Caminé hacia el frente del sofá para encontrarla esperándome con su copa de
vino en la mano. Sonriendo, levante una ceja con curiosidad, y ella rápidamente dejó
la copa en la mesita de café frente a ella. Antes de que pudiera decir algo
remotamente burlón, se puso de pie con un chillido agudo, aplaudiendo y asintiendo
con aprobación.
—¡Mírate! Esto es perfecto. Los jeans son geniales, y ese suéter... —La mirada
de Kate se deslizó sobre mis pectorales y hombros, su expresión se movió lo
suficiente como para que sintiera una leve sacudida de electricidad entre nosotros—
. Es genial —dijo rápidamente, acercando sus ojos a los míos y forzando una sonrisa.
—Me alegra ver que lo apruebas. —Sonreí.
Ella se rio y golpeó mi brazo con el dorso de su mano. Incluso mientras se
acomodaba en su asiento en el sofá, aparentemente casual e imperturbable, todavía
podía sentir la chispa entre nosotros.
—Oye, tu teléfono zumbó mientras te estabas cambiando. No verifiqué quién
era, no importa cuán entrometida quería ser. —Ella alzó las cejas, con una sonrisa
maliciosa en su rostro.
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Ella me miró con los ojos abiertos por un momento antes de parpadear.
—Tú y yo tenemos la edad suficiente para saber que eso sería una idea terrible.
Página
****
Luego de dos copas de vino más y una pizza grande con champiñones y
aceitunas, Kate y yo nos encontramos sentados a la mesa de la cocina, con lágrimas
corriendo por nuestros rostros mientras nos reíamos.
—No lo hiciste —dijo ella, con el rostro enrojecido, limpiando una lágrima de
la esquina de su ojo.
—¿Qué más se supone que debo hacer? Maddie se había cagado los
pantalones, estábamos en medio de un bosque, y en mi apuro por salir por la puerta
para nuestro día de naturaleza, me había olvidado de empacar un par de ropa extra.
—Agité las manos en señal de rendición.
Era la vieja historia de mi hija había cagado en sus pantalones, así que tuve que
atarme una camiseta alrededor de su cintura como un taparrabos durante el resto
de nuestra caminata. No era una de las que normalmente pudieras sacar en una
primera cita.
—Eres increíble —dijo Kate entre risitas, sacudiendo la cabeza y girando el vino
en su copa. Sus mejillas estaban rosadas por la risa y el vino, y su cabello había caído
suelto alrededor de sus hombros, ligeramente despeinado ahora que estaba lo
suficientemente achispada. Sabía que ella era una bomba desde el momento en que
la vi en el bar todas esas noches atrás, ¿pero en este momento? Ella no era
simplemente sexy. Era hermosa.
—Entonces, dime, Kate —dije, inclinando mi cabeza hacia un lado y mirándola
con los ojos entrecerrados—, ¿cómo una chica como tú terminó viviendo sobre mi
garaje? ¿Botaste a un pobre bastardo y lo dejaste para que se valiera por si solo en
el apartamento de la ciudad que solían compartir? —Definitivamente, era el vino lo
que me ponía atrevido, haciendo las preguntas que me había estado guardando
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durante semanas.
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Cuando ella me miró, nuestros ojos se encontraron. Esa energía crepitó entre
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que sabía?
Página
Esto no era como yo. Nunca me senté preguntándome qué pensaba un chico
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sobre mí. En el pasado, cuando las cosas no funcionaban con alguien, siempre sabía
que era lo mejor. Sabía que me estaba moviendo al siguiente capítulo de mi vida, y
lo hacía sin arrepentirme.
De hecho, consideraba un motivo de orgullo que nunca se hubiese roto mi
corazón. Nunca había sido el tipo de mujer que temía decir lo que pensaba, o le
preocupaba lo que un hombre pensaba de ella, y no tenía la intención de empezar
ahora.
Con nueva determinación, respiré hondo y me puse mis sandalias. Haciendo
una pausa antes de salir por la puerta, esperaba estar haciendo lo correcto.
Hunter abrió al primer golpe. Todavía me sorprendía lo atractivo que se veía
cada vez que lo veía, y esta noche no era la excepción.
—Hola —le dije sonriendo.
—Hola, Kate. ¿Qué pasa?
Contuve el aliento mientras miraba sus sexys ojos oscuros, y observé como una
sonrisa transformaba su rostro. Estaba a punto de abrir la boca y derramar todo lo
que había estado pensando, pero luego la cabeza de Maddie se asomó por la puerta.
—Oh, es ella —dijo ella, girándose para volver a entrar con el ceño fruncido.
—Maddie —dijo Hunter en tono de advertencia, pero ella ya se había alejado.
Se volvió hacia mí con una sonrisa de disculpa—. Lo siento por eso. ¿Está todo bien?
Mi sonrisa vaciló. Era tan idiota ¿Por qué pensé que podía irrumpir aquí y soltar
mis sentimientos? Obviamente, Maddie estaba en casa. Necesitaba recomponerme;
Estaba dejando que mi deseo por Hunter nublara todo pensamiento racional.
—Oye. —Sonreí, cambiando las cosas—. Solo quería bajar y preguntarte si
estarías tomando una bebida después del trabajo más tarde esta noche.
—Lo haría, pero estamos en medio de un dilema por aquí —dijo, haciendo un
gesto hacia adentro.
—¿Está todo bien? —Horrorizada, fruncí el ceño. No solo había hecho un
desastre con todo esto, sino que ahora había interrumpido algún tipo de emergencia
familiar. Increíble.
—No, lo siento, nada de eso. No quise sonar dramático. Es más una emergencia
en la cocina que una verdadera emergencia. —Se rio y mi estómago dio un pequeño
vuelco de alivio.
—Ahora estoy libre de gluten. —Maddie había regresado con un libro de
cocina—. Pero él no sabe cómo hacer nada. —Señaló a Hunter, quien se echó a reír.
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empezando a pensar que era algo gracioso. Me gustaba que Maddie tuviera un poco
de agallas.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —oreció. Todavía llevaba puesta su
ropa de trabajo, un traje azul oscuro con una camisa blanca abotonada, que llevaba
muy bien. Llevaba un traje la primera noche que lo conocí.
Lo único que podía hacer para ayudar a apagar este fuego era inclinarme sobre
la mesa de la cocina, pero por supuesto no podía decir eso.
—Lo tengo. Puedo ser un poco mandona en la cocina, así que probablemente
sea mejor que no seas testigo de eso.
Sobre todo, necesitaba sacarlo de aquí para poder concentrarme en cocinar la
cena en lugar de pensar en asar su salchicha con mi lengua.
—¿Por qué eso no me sorprende? —Se rio entre dientes.
Yo también soy mandona en el dormitorio, pero eso ya lo sabes, pensé, pero
me mordí la lengua. Después habría mucho tiempo para hablar sucio. Es decir, si
todo iba como esperaba.
Intenté no pensar en eso mientras cortaba las papas y freía el pollo. Por suerte,
me metía tanto en la zona cuando cocinaba que pude someter mi libido hiperactivo.
Me sentí sorprendentemente cómoda en la cocina de Hunter, y fue agradable cocinar
para otra persona para variar. Me encantaba probar una nueva receta, pero era
menos emocionante cuando no había nadie con quien compartirla. Cocinar para uno
era simplemente aburrido, así que muchas noches, lo saltaba por completo.
Una hora más tarde, había preparado una comida completa que esperaba que
al menos fuera lo suficientemente agradable para mi pequeña amiga-enemiga. Mi
versión de tiras de pollo sazonada con miel y ajo, ensalada de papa asada y un pastel
de chocolate sin harina para el postre.
Hunter había insistido en que me quedara y comiera con ellos, y no me había
negado.
—Esto es increíble —dijo después de tragar un bocado de pollo—. ¿Esto es
libre de gluten?
—Lo es. Lo he estado haciendo durante años. Y gracias. —Le sonreí, nuestros
ojos se encontraron. Mi pulso saltó como si hubiera perdido un paso.
Rápidamente aparté la mirada, esperando que Maddie no se hubiera dado
cuenta. Tenía la esperanza de que ella y yo pudiéramos cambiar nuestra relación en
la dirección correcta, y que ella me viera babeando sobre su padre no iba a ayudar.
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Página
Ocho
Abrí la puerta principal para encontrar a Kate parada allí con una sonrisa
Página
diabólica en su rostro, su cabello ligeramente más despeinado que la última vez que
la vi.
—Estaba medio esperando que aparecieras en una gabardina sin nada más por
debajo —murmuré, llevándola dentro.
Mientras caminaba delante de mí, percibí un ligero olor a perfume con un
aroma delicioso, y no pude evitar sonreír. ¿La idea de Kate en su apartamento a solo
unos metros de distancia, arreglándose y preparándose para nuestro encuentro? Era
bastante sexy.
—¿Una gabardina? Hombre, claramente necesitas acostarte más. —Se rio entre
dientes, girándose y arqueando su ceño hacia mí. Incluso con un simple atuendo de
leggings y un suéter era sexy, y no podía esperar para poner mis manos sobre sus
curvas.
—Esa es la idea —contesté, deslizando mi brazo alrededor de su cintura y
tirando de ella hacia mí. Cerré la puerta principal y envolví una mano alrededor de
su cintura, dejando que mis dedos rozaran y apretaran suavemente su perfecto
trasero.
Inhaló bruscamente y sofocó un pequeño jadeo.
—Sin perder el tiempo, ya veo. —Pasó su mano por mi pecho y abdominales,
deteniéndose tímidamente cerca del bulto creciente en mis jeans.
—He estado esperando demasiado tiempo por esto —gruñí, mi necesidad por
ella volviéndose cada segundo más urgente. Tomé su mano en la mía y la llevé a mi
habitación, asegurándome de cerrar firmemente y bloquear la puerta detrás de
nosotros.
Más vale prevenir que lamentar.
Cuando giré, la mirada de Kate se desvió de la mía a la obvia erección en mis
jeans.
—¿Eso es por mí? —Sonrió.
Me aclaré la garganta.
—Creo que sabes que lo es.
—Ven aquí, chico grande. Creo que deberíamos establecer algunas reglas
básicas primero. —Se sentó en el borde de mi cama y me indicó que me uniera a
ella.
—Está bien. ¿Qué tenías en mente?
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—Solo quiero asegurarme que estemos en la misma página con todo —dijo
mientras me sentaba a su lado.
Página
Mi piel todavía se sentía eléctrica con el deseo por ella, pero tenía razón.
Necesitábamos hablar sobre lo que estaba pasando.
—Bueno —dijo, echando la cabeza hacia atrás y mirando al techo—, después
de la otra noche... ese beso caliente y totalmente inesperado... me di cuenta que
claramente tenemos química. Y si estás a bordo para algo casual, y yo estoy a bordo
para algo casual, entonces ¿cuál es el punto de negarnos algo que podría ser
mutuamente beneficioso?
Sonreí, incapaz de evitar que mi mirada vagara hacia sus senos.
—Haces que parezca que estamos entrando en una transacción comercial.
—Es algo así —dijo, inclinándose hacia mí—. Cuando no hay restricciones,
debes asegurarte que cada persona obtenga exactamente lo que necesita, nada más
y nada menos.
—Parece que has hecho esto antes. —Le di una mirada burlona.
—El sexo casual resulta ser mi fuerte —respondió con un guiño—. Pero no,
nunca he hecho esto. Oficialmente, al menos. Soy más una chica de una o dos
noches. Tres o cuatro si él merece la pena. —Se echó a reír y me obligué reír con ella.
La idea de que hiciera esto con otro hombre me hizo querer poner mi puño a través
de una pared.
No era que me sintiera posesivo o amenazado por su experiencia. Por el
contrario, estaba claro, más que nunca, que ella sabía exactamente lo que quería.
Yo, por otro lado, aunque no era ajeno al ligue ocasional, una parte de mí
siempre se preguntaba si una conexión podría convertirse en algo más serio. Algo
duradero. Alguien que amaría a Maddie tanto como yo.
Pero lo sabía, en el momento en que incluso hice alusión de querer a alguien
que me aceptara como un paquete, para amarme y amar a mi hija, Kate estaría en el
primer autobús que saliera de la ciudad. Ella no tenía ningún compromiso, y si esto
era todo lo que obtendría de ella, entonces tomaría lo que pudiera.
Me aclaré la garganta, dándome cuenta que ella estaba esperando que
respondiera.
—Eso es justo —dije, apoyándome en mis manos—. Entonces, ¿qué es
exactamente lo que necesitas? Quiero asegurarme de que te sientas cómoda.
—Creo que es mejor que siempre seamos honestos cuando nos
comuniquemos —respondió con tono serio—. En el momento en que uno de
nosotros comience a mentir sobre lo que queremos o evite tener una conversación
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real, es cuando todo esto se viene abajo y todo se vuelve más complicado de lo que
debería ser.
Página
Kate dejó escapar un ruido suave y lleno de necesidad, acercando sus labios a
Página
pene.
Página
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Página
Nueve
Apenas podía creer que esto estuviera pasando. Después de que Hunter había
acostado a Maddie, yo había regresado a hurtadillas y no había tardado mucho en
que las cosas se pusieran calientes y pesadas. La anticipación solo me había hecho
quererlo más y apenas habíamos cerrado la puerta antes de que la ropa saliera
volando.
Dejé escapar un suave gemido mientras la lengua de Hunter trazaba sobre mi
pezón. Por suerte, era tan bueno en esto como lo recordaba de la noche de mi
cumpleaños. Se movió al otro pecho, burlándose de mí con su lengua mientras sus
manos se deslizaban hasta la cintura de mis bragas. Arqueé mi espalda, anticipando
que sus dedos se deslizarían contra mí, pero en cambio él movió su mano para
acariciar la cara interna de mi muslo.
Me volveré loca si no me toca pronto.
Levantó su cabeza de mi pecho, mirándome a los ojos mientras movía su mano
de mi muslo al interior de mis bragas negras de encaje. Se movió tortuosamente
lento antes de deslizar suavemente un dedo a lo largo de mi humedad. Dejé escapar
un jadeo mientras me acariciaba con más firmeza, la tensión se acumulaba dentro
de mí. Hunter me miró, su profunda y sexy mirada clavándose en la mía, y mientras
deslizaba dos dedos profundamente dentro de mí, solté un grito de placer. Sus
dedos me tocaban en todos los lugares correctos, y sabía que no iba a durar mucho.
Y luego su boca se movió más abajo, dejando húmedos besos contra mi núcleo
necesitado hasta que encontró mi clítoris y le dio una firme succión.
Mis caderas casi se salieron de la cama por lo bien que se sentía. No había
incomoda torpeza, ni toques tentativos. Sabía exactamente lo que estaba haciendo,
y santo infierno, el hombre tenía una lengua talentosa.
En unos minutos, estaba moliéndome contra él, gimiendo suavemente mientras
su lengua trazaba el patrón más delicioso sobre mi ardiente carne.
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con el movimiento de sus dedos dentro de mí. Justo antes de que estuviera a punto
de perder todo el control, retiró su mano. Dejé escapar un gemido, deseando más.
—Necesito estar dentro de ti cuando te vengas —murmuró él, besando mi
muslo interior.
Bajó de la cama mientras intentaba recuperar el aliento, quitándome las bragas
antes de tirarlas al suelo.
Se puso de rodillas, revelando el pene más absolutamente perfecto. Incapaz de
detenerme, me senté y lo alcancé, acariciando lentamente su longitud. Gimió de
placer, y lo empujé de nuevo en la cama para que pudiera sentarme a horcajadas.
Me moví por su cuerpo, besando su pecho, pasando mi lengua por sus pezones.
Pasé mi lengua por sus abdominales, luego hice una pausa antes de moverla sobre
la punta de su miembro.
Inhaló bruscamente cuando lo tomé en mi boca, pasando mi lengua sobre la
punta sensible. Moví mi boca lentamente, tomando más y más de él cada vez.
Mirándolo, me encontré con sus ojos mientras lo tomaba completamente en mi boca
hasta que su pene llegó a la parte posterior de mi garganta. Todo su cuerpo se tensó,
y podría decir que estaba cerca.
—Me estás matando —dijo en un gemido.
Levanté la vista y lo encontré apoyado en sus codos, mirándome con una
expresión de adoración. Me encantaba hacer esto por él, hacerlo sentir bien de esta
manera. Cuanto más lo conocía, más sabía que no recibía muchas dosis de placer de
esta manera.
Hunter nos reposicionó, así que estaba debajo de él, luego separo mis muslos
y agarro un condón.
La última vez, él se había quedado allí tranquilo mientras yo me movía sobre
él, pero esta noche era diferente. Hizo un trabajo rápido con el condón y luego se
dirigió a mi centro. Presionando hacia adelante, empujó dentro de mí. Dejamos
escapar un gemido colectivo, mi cuerpo temblando con la bienvenida invasión.
—Te sientes tan bien —gimió de nuevo, deslizándose más profundo. Los dos
estábamos casi allí, y no nos costaría mucho enviarnos a toda velocidad por encima
del borde en el que estábamos tan precariamente—. Tan cálida.
Arqueé la espalda para poder llevarlo más lejos, deseando sentirlo
completamente dentro de mí. Se movió lentamente, con cuidado al principio, y me
estaba volviendo loca de deseo. Se retiró por completo por un momento y lo alcancé,
necesitando que volviera, necesitando que esa conexión permaneciera intacta. Tomó
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—Esa es una gran mejora. —Sonrió, poniéndose una camiseta y sus interiores.
Página
—Maddie, sé amable con nuestra vecina. Kate está aquí para ayudar —le dije,
levantando una ceja a mi hija mientras recogía los suministros de primeros auxilios
para mí.
—No, está bien. Esa es una buena pregunta. —Kate sonrió, quitándose el
cabello del rostro con el dorso de la mano—. Bueno, Maddie, estoy aquí para
ayudarte con tu venta de pasteles. Tu padre estaba tratando de hacer galletas, pero
no podía entenderlo del todo. Así que ahora estoy haciendo una tarta.
Maddie asintió, mirándome antes de girar y ver a Kate medir una taza de harina
y verterla sobre la mantequilla fría.
—¿La tarta tiene gluten? —preguntó Maddie, arrugando la nariz.
—No esta —respondió Kate, girando la etiqueta en el saco de harina para que
Maddie pudiera verla—. Estoy usando harina sin gluten para la corteza, por lo que
no molestará a tu barriga. O la mía —dijo con un guiño.
Maddie sonrió y se subió a uno de los taburetes del mostrador para observar a
Kate más de cerca. Kate trabajó la harina y la mantequilla juntas, asegurándose de
estar un poco de lado para que Maddie pudiera ver lo que estaba haciendo. Kate
rompió un huevo sobre la masa quebradiza, mezclándolo todo incluso más antes de
girarse para darle a Maddie una mirada larga y mesurada.
—Oye, Maddie, ¿crees que podrías ayudarme? —preguntó.
Los ojos de Maddie se ensancharon cuando asintió.
—Asegúrate de lavarte las manos primero —le dije mientras Maddie bajaba del
taburete. Rápidamente se dirigió al baño de visitas—. ¿Está bien? —Kate se volvió
hacia mí—. Supongo que debería haber consultado contigo antes de preguntarle a
Maddie. Se veía tan interesada. Además, pensé que sería bueno que finalmente se
olvidara de toda esa cosa de tiempo de adultos de una vez por todas. Darle un nuevo
recuerdo para reemplazarlo.
Los dos nos reímos.
—Está más que bien —dije—. Solo espero que no haya heredado mis
habilidades para hornear, o la falta de ellas.
No podía creer con qué facilidad Maddie parecía estar ablandándose con Kate.
Una vez que Maddie regresó corriendo a la cocina, Kate sacó la masa de la tarta y
las dos la pusieron en el molde de aluminio. Para lo anti-niños que Kate me había
dicho que era, no se podía negar que cuando se trataba de dejar que mi hija la
ayudara a hacer una tarta, era natural.
Por un momento, solo las observé, bajo el pretexto de limpiar el desastre que
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había hecho en el mostrador. Pero en realidad, era tan raro que una mujer cocinara
en mi cocina, escuchando las risitas de mi hija mientras trabajaban juntas, que quería
Página
quedarme. No había salido con nadie lo suficientemente en serio como para justificar
una domesticidad como esta desde que nació Maddie.
Kate y Maddie hicieron el relleno juntas, Kate cortando manzanas en un tazón
mientras Maddie les echaba azúcar y jugo de limón. Hice lo mejor que pude para no
merodear, pero sinceramente me fascinaba la facilidad con la que se conectaban.
Siempre me molestó que Maddie no tuviera muchas figuras femeninas en su vida,
además de su abuela y sus maestras, y ella estaba claramente disfrutando.
Las dos continuaron armando la tarta, cocinando las rodajas de manzana sobre
la estufa, agregando más ingredientes que no entendí a la mezcla, y vertiendo el
relleno en el molde. Me sorprendió lo concentrada que estaba Maddie todo el
tiempo y lo bien que escuchaba a Kate. Me pareció que podríamos haber encontrado
un nuevo pasatiempo para que Maddie explorara cuando fuera mayor.
Una vez que pusieron la tarta en el horno, Maddie se volvió y me miró
triunfante.
—¿Viste eso, papi? ¡Kate y yo hicimos una tarta! —Estaba sonriendo de oreja a
oreja, con la harina pegada a su rostro y espolvoreada por toda la ropa.
—Vi eso. Buen trabajo, cariño. —Alcanzándola, chocamos los cinco.
—No puedo esperar a probarlo —dijo Maddie, prácticamente rebotando de
emoción.
—Mientras tanto —dije mientras le quitaba la harina del cabello—. ¿Por qué
no te limpiamos a tiempo para la venta de pasteles?
—¿Puede venir Kate con nosotros? —preguntó Maddie, mirándome con los
ojos abiertos y suplicantes.
—Bien… —Miré a Kate y volví a mirar a Maddie—. Eso depende de Kate. Es
sábado, y probablemente tiene otros planes.
—Por favor, ven con nosotros, Kate —suplicó Maddie, echando la cabeza hacia
atrás y sacando el labio inferior—. Quiero decirles a todos que te ayudé a hacerlo.
Nadie creerá que él lo hizo —agregó, moviendo el pulgar en mi dirección.
Ah, sí, no hay nada como una burla de tu hija para realmente conectar con tu
ligue casual.
Fruncí el ceño y miré a Kate.
—Realmente no tienes que hacerlo. Ya nos has ayudado mucho.
—Me encantaría ir. De ninguna manera te voy a dejar tomar todo el crédito por
nuestra increíble tarta. —Ella le guiñó un ojo.
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hablaba sobre todas las personas con las que Kate se reuniría en la venta de pasteles.
Kate y yo no pudimos evitar reírnos, viendo a Maddie enloquecer, y caminé hasta
pararme junto a Kate.
—No quiero que te sientas obligada —le dije, con voz baja—. Voy a darle un
baño rápido a la pequeña, y será fácil inventar una excusa para ti. Las ventas de
pasteles en preescolar no eran realmente una cosa en nuestras negociaciones
recientes.
Ella sonrió, arqueando una ceja esculpida en mi dirección.
—No estoy haciendo esto porque me sienta obligada como tu amiga de sexo
duro —susurró, mirando a Maddie para asegurarse que no podía escuchar—. Estoy
haciendo esto porque tu hija me lo pidió y estamos empezando a tomarnos cariño
la una a la otra. Además, hablaba en serio cuando dije que no hay manera de que te
permita tomar el crédito.
Sonreí y me encogí de hombros.
—Lo que digas. Simplemente no vengas a llorar cuando te mueras de
aburrimiento en un evento de preescolar.
****
Una hora más tarde, Kate volvió a llamar a la puerta de nuestra casa, con un
atuendo fresco en jeans, una camiseta roja sin mangas y sandalias. Se veía lo
suficientemente buena para comérsela.
Cuando se fue a cambiar y terminar un pequeño artículo antes de la venta de
pasteles, me dio instrucciones estrictas sobre cuándo verificar el color de la tarta y
cómo saber cuándo estaba listo. Entre darle un baño rápido a Maddie y ponerle ropa
limpia, seguí las instrucciones de Kate lo mejor que pude. Mi única falla fue dejar que
un lado de la tarta se oscureciera un poco más que el otro, un hecho que Maddie no
me dejaría olvidar, sin importar cuántas veces Kate le dijo que estaba bien.
—¡Pero, papi, Kate y yo hicimos una tarta y lo arruinaste! —protestó Maddie,
poniendo esa expresión en su rostro que me decía que estaba a dos minutos de
distancia de una crisis.
Y pensé que hoy iba tan bien.
—Tienes razón; Kate y tú hicieron un gran trabajo con la tarta. Pero como dijo
Kate, la tarta tendrá un buen sabor, incluso si un lado está más dorado que el otro
—dije con calma, alisando el cabello de Maddie, pero ella arrugó el rostro y se apartó
de mí, cruzando los brazos con un humph.
Miré a Kate, disculpándome. De repente, traerla con nosotros a la venta de
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pasteles no parecía tan buena idea. Estaba a punto de abrir la boca para advertir a
Página
estoy aquí para ofrecerte mis servicios —agregó, levantando un poco las cejas.
Mientras hablaba, puso su mano en mi brazo, apretándolo ligeramente.
Página
mirar a Maddie.
—Este es tu aviso de cinco minutos, ¿de acuerdo? Ya casi es hora de irnos.
—Oh, está bien —dijo Maddie, todavía agarrando mis piernas e inclinándose
hacia mí, optando por permanecer a mi lado en lugar de salir corriendo y disfrutar
de los últimos cinco minutos con su mejor amiga.
Pronto, estábamos en la parte delantera de la línea. Pagamos por nuestros dos
brownies y una rebanada de pastel, felices de encontrar que cada rebanada de
nuestro pastel de manzana se había vendido.
—Te dije que un poco marrón en la parte superior lo hace mejor. —Kate se
inclinó y le dijo a Maddie. Las dos se sonrieron, y Maddie corrió a su lado para darle
un pequeño abrazo.
Una vez de vuelta en mi casa, acosté a Maddie por un rato de silencio. Cuando
volví a la cocina, encontré a Kate parada sobre el fregadero, limpiando lo que quedó
de la tarta que se horneó más temprano.
—No tienes que hacer eso —dije, uniéndome a ella junto al fregadero.
—Hice el desastre. Solo tiene sentido que lo limpie —respondió, restregando
los últimos trozos de masa crujiente del recipiente de mezcla.
Tomé suavemente el tazón y la esponja de sus manos.
—No creo que sea así como funciona.
Kate me dejó tomarlos y se apartó del camino, girándose para pararse a mi lado
mientras se apoyaba en el mostrador.
—Realmente aprecio toda tu ayuda hoy —dije, cargando las tazas de medir en
el lavavajillas—. No puedo imaginar lo que habríamos hecho sin ti.
—Sí, por supuesto. No te preocupes por eso. Fue divertido —dijo,
encogiéndose de hombros con una sonrisa.
—También, en cuanto a lo que dijiste antes sobre June… ella ha estado
interesada en mí por un tiempo, y ha sido menos sutil al respecto. Si quisiera salir
con ella, ya lo habría hecho. No estoy interesado.
Kate asintió, pero no me miró, mirando hacia la sala de estar detrás de mí.
—Bueno, incluso si no es ella, solo sé que estoy de acuerdo con eso. Tú saliendo
con alguien más.
Ella estaba tratando de ser amable. ¿Pero por qué ese pensamiento me daba
ganas de golpear algo?
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mi barbilla y presionó su boca contra la mía en un beso ardiente. Cuando separé mis
labios con gentil invitación, su lengua se deslizó contra la mía.
Página
labios.
—Sí, no lo vi venir. —Me reí entre dientes.
Página
Una vez que me ayudó a levantarme del piso, recogimos nuestra ropa, y Hunter
tiró el condón y se lavó las manos en el fregadero.
Me quedé quieta ante el sonido de un auto estacionándose en el camino de
entrada, y luego una puerta abriéndose.
—Mierda. Creo que Maddie llegó. —Sonrió disculpándose mientras miraba por
la ventana.
—No hay necesidad de disculparse —le dije, vistiéndome rápidamente—.
Gracias por arreglar el lavavajilla… y el resto de mi plomería. —Le sonreí mientras él
se ponía su ropa.
—En cualquier momento. —Se rio—. Solo llámame si necesitas ayuda con eso,
o cualquier otra cosa, de nuevo.
Hunter se dirigió hacia la puerta, luego se dio la vuelta.
—Además, quería agradecerte nuevamente por todo en la venta de pasteles.
Significó mucho para Maddie.
Sonreí, conmovida al escuchar que ella se lo había pasado bien.
—Por supuesto. También fue divertido para mí.
Me miró a los ojos por un momento, y mi corazón dio un vuelco. ¿Cómo hizo
eso? Era como que cada vez que me miraba, me olvidaba de todo menos de él.
Después de una última cálida sonrisa, se dio la vuelta y bajó las escaleras.
Una vez que había cerrado la puerta, me recosté contra ella y me deslicé hacia
abajo para sentarme en el suelo. Puse mi cabeza en mis manos. ¿Qué era esto? ¿Era
así como actuaban los demás? ¿Arruinando sus lavavajillas para llamar la atención
de un hombre?
No podía negarlo más. Sabía por qué estaba perdiendo la cabeza.
No quiero que Hunter salga con otras mujeres.
Ahí estaba, la fría, dura y fea verdad. Estaba molesta por haberle dicho que
estaba de acuerdo con que saliera con esa mujer de la escuela de Maddie.
Me gustó hornear con ellos… realmente me gustó Se sentía bien estar cerca de
él, y no solo porque sabía lo que estaba haciendo en el dormitorio. Incluso me
gustaba salir con Maddie, ahora que estábamos en buenos términos.
Me puse de pie y miré por la ventana, sin saber cómo manejar mi realización.
Mierda. Estaba hundida. Nunca me había sentido así antes, tan loca y
desesperada por un tipo con el que estaba durmiendo.
76
¿Era esto lo que sentían otras mujeres cuando les gustaba un tipo?
Página
—Aquí viene la S.S. Maddie, que regresa de su viaje a través del océano —Me
reí entre dientes, guiando el juguete de plástico de Maddie desde un extremo de la
bañera hasta el otro, haciendo sonidos como si el pequeño bote azul flotara.
—¡Sí! —chilló Maddie, chapoteando con sus brazos dentro y fuera del agua con
emoción.
Los baños de la mañana no formaban parte de nuestra rutina normal, pero
anoche nos habíamos quedado hasta tarde jugando bingo, y me había olvidado por
completo de la hora del baño. No fue hasta que se arrastró a mi cama por algunos
abrazos temprano en la mañana que me di cuenta de que lo habíamos olvidado. Un
olorcito en la parte superior de su cabeza, y supe que era hora de llevar a la S.S.
Maddie a otro viaje.
—¿A dónde irá el bote esta vez, papi? —preguntó, mirándome con ojos
brillantes y excitados.
Dejando el juguete balanceándose frente a ella, eché un chorro de champú en
mi mano y lo metí en su cabello. A medida que el champú formaba espuma bajo mis
dedos, froté suavemente su cuero cabelludo, sonriéndole a las burbujas que se
formaron en su cabeza.
—Bueno, escuché que viajaba hasta Islandia desde la última vez que la vimos.
—¿Islandia?
—Mm-hmm.
—¿Islandia es realmente fría, papi?
—Lo es, pero no tan fría como Groenlandia. ¿Puedes creerlo?
Sus ojos se agrandaron mientras miraba el pequeño bote azul y negaba. Luego
tomó el juguete y comenzó a hablar con él, preguntándole cuánto tardaba en llegar
a Islandia y si veía algún castillo de hielo cuando llegara ahí.
77
el agua. Fue uno de esos momentos en los que supe que debería haber estado
mirando el reloj, asegurándome de que llegara a la escuela preescolar a tiempo y yo
no llegar tarde al trabajo, pero no me atreví a apresurarme a hacerlo. O a ignorar
cuán increíblemente preciosos eran estos momentos.
Si alguien me hubiera dicho hace cinco años que mi vida cambiaría por
completo con la llegada de un pequeño e indefenso bebé, les habría dicho que
estaban locos. Pero desde el momento en que la madre de Maddie me dijo que
estaba embarazada, supe que mi vida nunca sería la misma.
Una mirada al ultrasonido, y me enamoré. Y cuando quedó claro que tendría
que criar a Maddie solo, elegí hacerlo en un abrir y cerrar de ojos. No había otra
opción para mí.
Mi pequeña se convirtió en todo mi mundo en el momento en que supe de su
existencia. Incluso si mi vida personal se había resentido un poco porque estaba
ocupado criando a mi hija, cada segundo que pasaba con ella valía la pena. Maddie
lo era todo para mí, y nada podía quitarnos lo que teníamos.
El embarazo obviamente había sido una sorpresa para los dos, pero la mamá
de Maddie no tenía ningún interés. Ahora vivía cruzando el país y llamaba una vez al
año en el cumpleaños de Maddie.
Una vez que terminé de enjuagar lo último del jabón de su cuerpo, ayudé a
Maddie a secarse y tiré del tapón para drenar la bañera. La vestí y rápidamente trencé
su cabello antes de cambiarme a mi ropa de trabajo. Los dos nos cepillamos los
dientes uno al lado del otro en mi baño. Pronto estábamos listos para el día, y
mientras caminábamos por el pasillo hacia la puerta principal, revisé el reloj en la
cocina. Incluso con la hora adicional del baño, estábamos justo a tiempo.
Mientras salía por la puerta principal, mi mirada se dirigió al apartamento sobre
el garaje. No pude evitar que mi mente recordara el otro día en el apartamento de
Kate, cuando habíamos terminado en el piso de la cocina. No es que me estuviese
quejando.
Me sorprendió que alguien tan conocedor de la cocina como ella cometiera un
error de novata con el lavavajillas... pero ¿una vez que terminamos teniendo algo del
mejor sexo de mi vida en el piso de su cocina? Todo tuvo sentido. Y oigan, no era el
tipo de persona que rechazaba sexo rápido en la cocina. No estaba completamente
seguro de que esa esquiva criatura masculina incluso existiera. El sexo era increíble,
sin importar el lugar.
Parpadeando para alejar los eróticos pensamientos, ayudé a Maddie a sentarse
78
****
Cuando llegué a la oficina, una enorme pila de papeles me estaba esperando
en mi escritorio. Suspirando, me senté e inmediatamente me puse a trabajar. Las
rutas de autobús en el lado oeste de la ciudad necesitaban reorganizarse, las vías del
tren necesitaban mantenimiento, los baches en la carretera debían taparse... Y todo
lo que podía pensar era en llenar a Kate.
Concéntrate, Hunter, concéntrate.
Afortunadamente, el resto del día pasó en un santiamén, y pronto llegó el
momento de recoger a Maddie de la casa de su mejor amiga. Tenía la sensación de
que mi última reunión del día sería un poco tarde, así que programé un tiempo para
que Maddie jugara con Ashley. Solo una de las muchas habilidades que tuve que
aprender rápidamente como padre soltero.
En el viaje en auto a casa, Maddie me preguntó qué tendríamos para la cena y
luego se quejó cuando le dije que tendríamos pollo y brócoli, una de nuestras cenas
entre semanas.
—¿Por qué no puedes hacer la misma sabrosa cena que nos hizo Kate cuando
vino?
—La vecina Kate es mucho mejor chef que yo —respondí, comprobando la
reacción de Maddie en el espejo retrovisor. No se veía convencida.
—Bueno, ¿por qué no puedes decirle que venga y nos cocine otra vez?
No tienes idea de lo mucho que quiero invitarla.
—Kate nos ha ayudado mucho últimamente. Ha sido muy amable de su parte,
pero no queremos aprovecharnos de su amabilidad.
—Papi, ¿qué significa “aprovecharnos?
Suspiré.
—Solo significa que no podemos esperar que nos haga la cena todo el tiempo.
Tenemos que aprender a hacerlo nosotros mismos.
Además, dejó bastante claro hace un tiempo que no estaba interesada en algo
serio, y lo último que quiero hacer es usar a mi hija para hacerla sentir culpable de
algo.
Maddie se quedó en silencio por un rato, mirando por la ventana desde su
asiento en el auto. Unos minutos después, suspiró y murmuró para sí misma:
79
****
Página
Pasé toda la cena y toda la rutina de Maddie tratando de encontrar una excusa
para enviarle un mensaje de texto a Kate sin sonar completamente desesperado y
ansioso.
Podría pedirle la receta de esa comida que hizo que a Maddie le gustara tanto,
pero me prometí a mí mismo que dejaría de usar a mi hija como excusa. Podía
comprobar y asegurarme de que su lavavajillas estuviera funcionando bien, pero
estaba claro que todo el fiasco del lavavajillas fue un engaño, y no quería molestarla
por eso.
Para cuando puse a Maddie en la cama, estaba completamente frustrado y listo
para enviarle a Kate un texto de «hola».
Mientras acostaba a Maddie, le daba un beso en la frente y le dije que la quería,
no pude evitar negar ante la estupidez de toda esta situación. Esta pequeña princesa
era la única que realmente importaba en mi vida. Incluso si mi nueva inquilina era
divertida, era primero un papá. Maddie y yo éramos un paquete y, a largo plazo,
necesitaría una mujer que lo entendiera.
—Buenas noches, papi —dijo Maddie en voz baja, con los párpados cerrados.
Mi corazón se apretó mientras miraba su pequeña figura acurrucada bajo las
mantas.
—Buenas noches, cariño. Hasta mañana.
Caminé a mi habitación y agarré mi teléfono de la mesita de noche. Al revisar
la pantalla, me sorprendió ver que tenía un mensaje de texto de Kate.
¿Estás ahí?
Su texto era más directo de lo habitual. Algo podría estar mal. La llamé de
inmediato, preocupado de que pudiera estar en problemas.
—¿Hola? —susurró, su voz apenas un chillido.
—Kate, hola, ¿todo está bien? —Traté de mantener mi voz tranquila y
mesurada. Lo último que necesitaba era que me escuchara asustado.
—Yo, eh, oí un ruido. Creo que podría haber alguien... o algo... aquí. ¿Crees que
podrías venir y comprobarlo?
A los pocos minutos, estaba caminando por la puerta desbloqueada de Kate y
entrando en su oscuro apartamento. Tal vez debería haber agarrado un bate de
béisbol o algo así.
80
—Bien. —Sonreí—. Ahora, sal de debajo de esa manta para que podamos irnos
Página
aún más ansioso por seguir moviendo mi boca hacia el sur. Deslizando mis labios
Página
84
Página
Trece
—¡Oh Dios mío! —dijo Rebecca de nuevo. Un grupo de personas que pasaban
por la calle se giraron a mirarnos.
—Estás causando una escena —le dije en voz baja, levantándole una ceja—.
¿Puedes dejar de gritar?
—No puedo creer que estés teniendo sexo con tu arrendador —dijo Jessie, y
finalmente le dio un mordisco a su taco.
—Bueno, suena mal cuando lo pones así. —Fruncí el ceño—. Somos amigos.
Amigos que ven películas y ocasionalmente tienen sexo en el piso de mi
apartamento.
—¿El piso? —Jessie se estaba riendo ahora.
—Eso fue solo una vez. —Sonreí torciendo la boca al recordar—. El resto del
tiempo, hemos llegado a una cama.
—Espera un minuto. —Rebecca levantó una mano—. ¿Qué quieres decir con
ver películas? ¿En realidad están saliendo? ¿No solo enrollándose?
—Más o menos. Él es divertido. —Me encogí de hombros—. Y su hija es linda.
Jessie y Rebecca intercambiaron miradas significativas.
—¿Qué? —pregunté, terminando mi margarita. No había venido preparada
para un interrogatorio, y estaba empezando a asustarme. Afortunadamente, las
margaritas eran fuertes.
—¿La hija que los sorprendió? ¿Ahora todos ustedes pasan el rato?
—Mira, esto es solo amistad. No es gran cosa. No estamos saliendo.
Jessie hizo un gesto con la mano para que el mesero viniera a nuestra mesa.
—Necesitamos tres más, por favor. —Se volvió hacia mí—. Esto es una locura.
Nunca te gusta nadie.
—No me gusta él —dije—. Quiero decir, sí, como amigo. Pero le dije que saliera
con otras personas.
—¡Kate! —Rebecca estaba casi gritando de nuevo.
—¿Qué? —pregunté, exasperada. No me gustaba que me estuvieran
presionando en esto. Dos personas podían pasar el rato y gustarse sin tener citas,
que era lo que Hunter y yo estábamos haciendo.
—¿Finalmente te gusta alguien y le dices que salga con otras personas? —
preguntó Jessie.
—Mira, dijimos desde el principio que es solo algo casual. Me conoces. —
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Acepté otra bebida de nuestro mesero con gratitud—. No estoy buscando algo serio.
Página
Esto era exactamente lo que había pasado mi vida tratando de evitar. Odiaba
la idea de amar a alguien, verter todo en una relación y luego que comience a ir todo
Página
mal.
Varias margaritas más tarde, Rebecca y yo compartimos un taxi a casa desde el
restaurante. Mientras miraba por la ventana, me puse a pensar profundamente en la
situación con Hunter.
—Mira, sé que estas cosas te asustan, pero salir es divertido. En serio, estar
casada es divertido —interrumpió mis pensamientos, palmeando mi hombro—. ¿No
estás harta de salir en citas malas y tener sexo decepcionante?
Me encogí de hombros. Realmente no lo había pensado antes, pero después
de conocer a Hunter, la idea de enrollarme con alguien más no me interesaba. Sabía
que estaba en negación. Me gustaba Hunter, pero no sabía cómo manejar esta
situación. Por lo general, cuando las cosas se complicaban, me iba. Pero en lugar de
querer evitarlo, me encontré deseando poder verlo.
Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de Hunter, Rebecca me dio una
simpática palmadita en la rodilla.
—Sé que lo resolverás. —sonrió.
—Gracias, mamá. —Me reí, saliendo del auto. Hice una pausa y me volví hacia
ella—. Pero en serio, eres la mejor.
Me incliné sobre el asiento para darle un rápido abrazo y observé cómo el taxi
bajaba por la cuadra. Una vez que estuve adentro, me cambié a unos pantalones
deportivos y una camiseta cómoda y me recosté en mi cama.
Después de unos minutos de deliberación y un poco de coraje líquido gracias
a esa última margarita, decidí enviarle un mensaje de texto a Hunter.
Oye, ¿quieres ver una película en mi casa?
Caminé por el apartamento, esperando su respuesta, y miré por la ventana. La
luz de su dormitorio estaba encendida, así que era una buena señal. Mi teléfono
envió una señal que él había respondido, y me lancé sobre él.
En realidad voy a tener una cita con la mujer de la venta de pasteles.
¿Quizás mañana?
Me quedé mirando mi teléfono, mi corazón latía con fuerza dentro de mi
pecho. Tiré el teléfono a un lado y puse mis manos sobre mi rostro, cayendo de
nuevo en la cama, casi con el estómago revuelto ante el pensamiento.
¿Qué estaba haciendo? Esto era una locura. Fui yo quien lo animó a ir a una
cita. No tenía derecho a estar molesta... pero lo estaba. No quería que saliera con
88
otras personas, pero ¿cómo podía decirle eso? No quiero estar en una relación, pero
tampoco quiero que empieces una relación con nadie más. Pensaría que era ridícula,
Página
y lo era.
Me tapé el rostro con una almohada y grité mientras intentaba no imaginarme
a Hunter en su cita.
89
Página
Catorce
de su rostro que sospechaba. Y honestamente, tenía todas las razones para estarlo.
No es que estuviera a punto de hacerle saber eso. Un padre soltero con una amiga
Página
con derechos no era exactamente la reputación que había estado buscando entre
los otros padres de preescolar.
—Kate resultó ser una gran ayuda —agregué, poniendo mi mejor mirada de
padre estresado en mi rostro—. Y Maddie realmente se ha apegado a ella. —Sin
mencionar que Kate es divertida, brillante, confiada, sexy, casi todo lo que podría
desear en una pareja.
—Cuán especial para ti y para Maddie —dijo June, su voz casi demasiado
dulce—. Puede que tenga que robártela. Siempre estoy buscando una mejor ayuda.
—Hizo un guiño, claramente entendiendo mal la naturaleza de la ayuda de Kate.
Pero oye, no estaba por corregirla.
Sonreí débilmente y tomé un sorbo de mi vino. Antes que June pudiera seguir
interrogándome sobre Kate, el mesero llegó con nuestras comidas. Cuando colocó
mi plato delante de mí, el olor del hinojo y la mantequilla perfectamente dorada
brotó del plato, disipando todas mis frustraciones con June.
¿A quién le importaba si estaba en una estúpida cita con una mujer que solo
quería hablar sobre las escuelas a las que nuestras hijas asistirían? ¿A quién le
importaba si ella pedía una ensalada César en un restaurante famoso por su pasta
hecha a mano? Tenía mi salchicha y mi pasta, y en ese momento, eso era todo lo que
importaba.
Si Kate estuviera aquí, habría pedido algo interesante, como los raviolis de
calabaza o la berenjena a la parmesana. Me habría dejado probar algo de su comida,
y habría sacudido su mundo con esta salchicha hecha en casa... antes de balancear
su mundo con mi propia salchicha más tarde.
De acuerdo, tal vez mi comida no era lo único que importaba.
A medida que avanzaba la cita, June logró volverse aún más aburrida. Cuando
agotó por completo el tema de las escuelas de nuestras hijas, pasó a su nueva
película favorita que acababa de ver la semana pasada.
—Tengo una debilidad por cualquier película sobre caballos —dijo, empujando
un crouton3 alrededor de su plato—. Pon un caballo en una película, y estoy allí. ¿Has
visto War Horse? Si no lo has hecho, tienes que hacerlo. Inmediatamente. Es
asombrosa.
Asentí, metiéndome un gran bocado de salchicha en la boca para que quedara
claro que no podía responder cortésmente. Nunca había visto una película sobre
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caballos en mi vida, y no estaba pensando en comenzar pronto.
Página
—¿Cuál es la última película que viste? —preguntó June, batiendo sus pestañas.
3
Término francés que se aplica a pequeñas porciones de pan tostado o ligeramente frito o salteado
en aceite o en mantequilla.
Mi mente viajó inmediatamente a la última vez que vi a Kate, cuando estaba
acurrucada en el sofá fingiendo estar asustada por una película de terror.
Probablemente fue la llamada sexual más creativa que he recibido en mi vida... pero
una llamada sexual, sin embargo. Y no es realmente el tipo de cosas que mencionas
en una primera cita, sin importar lo horrible que esta sea.
—Probablemente algo con princesas o animales parlantes —dije, reclinándome
en mi silla—. Realmente no tengo tiempo para películas de adultos en estos días.
—¿Películas de adultos? —Una sonrisa socarrona se extendió por el rostro de
June.
Mierda.
—No, así no. No soy realmente un hombre de ver porno. No es que haya nada
malo en ver ese tipo de películas, necesariamente, yo solo, uh, no. Pero sí, eso no es
lo que quise decir. Me refiero a películas no hechas para niños.
No sabía por qué estaba divagando tanto. ¿A quién le importaba lo que
pensara esta mujer? A mí no, eso era seguro. Pero lo último que necesitaba era que
informara a los otros padres en nuestra escuela que yo era un adicto al porno. No
era la mejor imagen para mí. Más importante aún, no sería un buen augurio para
Maddie.
Jesús, solo quiero que esta noche termine.
—Mmm, no te preocupes, entiendo. —June levantó su copa de vino y me dio
un guiño de complicidad.
Genial. Supongo que puedo agregar pervertido local a la lista de cosas por las
que soy conocido entre los padres de preescolar.
Me reí torpemente, devanando mi cerebro por algo que decir para cambiar el
tema. Antes que se me ocurriera algo, el mesero volvió a ver cómo estábamos y nos
preguntó si nos gustaría ver el menú de postres después de mirar nuestros platos
casi vacíos.
Por el amor de Dios, que esta cita termine antes del postre.
—No esta noche —le dijo June al mesero, arrugando la nariz con decepción. Él
asintió educadamente y recogió nuestros platos—. Lo siento por decidir por ti. Mi
niñera acaba de enviar un mensaje de texto que me necesita.
—No te preocupes. Yo también debería regresar —respondí, agradecido de
93
—Oh, sí, todo está bien —insistió—. La niñera sólo tiene un, uh... examen de
matemáticas o algo mañana. Eso es lo que obtengo por contratar a la estudiante de
secundaria de al lado.
Si no lo hubiera sabido mejor, habría supuesto que June era la que escapaba
de mí. Supongo que no soy el único que tiene un mal momento en esta cita, después
de todo.
Cuando el mesero volvió con nuestra cuenta, insistí en pagar. Mis valores
podrían haber estado arcaicos, pero dejar que la mujer pague la primera cita no se
sentía bien conmigo. Kate me mataría si me oyera decir eso en voz alta.
Después de terminar nuestro vino, June y yo caminamos juntos hacia el
estacionamiento, donde esperé hasta que su taxi se detuvo, y luego compartimos un
incómodo abrazo. Ella llevaba demasiado perfume, que encontré abrumador. No era
nada como el sutil aroma de Kate.
Una vez que el taxi se fue, me dirigí a mi auto. No me había dado cuenta que
tomó un taxi para ir al restaurante, y de repente tenía sentido por qué bebía tanto
vino. Probablemente estaba un poco nerviosa por el hecho de que finalmente le
había dicho que sí a su invitación a cenar. Y además, ¿qué madre soltera no querría
dejarse ir un poco de vez en cuando, incluso si eso solo significara tener un par
adicional de copas de vino con la cena?
En el camino a casa, repasé todas las veces que pensé en Kate durante la cena.
Me sentí un poco injusto con June por estar tan distraído durante el tiempo que se
suponía que iba a conocerla, pero no pude evitarlo. Cada vez que pensaba en lo que
quería en una mujer, Kate inmediatamente me venía a la cabeza. El sexo casual y sin
ataduras podría ser el sueño húmedo de todo hombre, pero con la manera en que
iban las cosas, de repente empezaba a parecer una muy mala idea.
Tal vez era por Maddie. Por supuesto que quería un modelo femenino para ella,
y quería que experimentara el amor de una madre.
Claro, había libros para padres y artículos de internet que podrían guiarme a
través de todas las cosas correctas para decirle a mi hija mientras ella se «embarcaba
en su viaje de niña a mujer». Pero en el fondo de mi mente, tenía la sensación de
que eso significaría mucho más de alguien que supiera cómo era, quién lo hubiera
experimentado de primera mano. Alguien que amara a mi hija tanto como yo. Y por
mucho que apestara, esa mujer probablemente no sería Kate. Cerrar la brecha de
ligue a madrastra era un gran salto, y no podía permitirme el lujo de que Maddie y
yo nos conectáramos emocionalmente con Kate si no iba a quedarse.
Cuando me estacioné en la entrada, miré hacia la ventana de Kate que estaba
sobre el garaje. La luz estaba apagada, lo que significaba que estaba fuera o que
94
poco, sabiendo que no podría ir a su casa por unos minutos para contarle sobre mi
horrible cita.
Entré, pagando y agradeciendo a la niñera antes de acompañarla a la puerta
principal. Maddie había estado dormida durante aproximadamente una hora para
entonces, y no quería despertarla dándole las buenas noches.
Cuando me puse una sudadera, pateando mis jeans oscuros en la cesta de la
ropa sucia, se me ocurrió. Todos estos pensamientos sobre Kate no tenían que ver
con Maddie. No completamente, al menos.
Era yo. Yo era el que necesitaba a otra persona, alguien que pudiera llenar los
vacíos con los que luchaba en mi vida, que estuviera allí al final del día para
apoyarme, que fuera divertida, brillante y sexy, una verdadera compañera.
Me senté en el borde de mi cama, enterrando mi rostro en mis manos y
frotándome los ojos. El único problema con estos nuevos sentimientos era que Kate
no quería tener nada que ver con ellos. Dejó perfectamente claro, desde el principio,
que no estaba buscando nada serio, especialmente con alguien que tuviera una hija.
Atrapando sentimientos, lo llamó ella.
Mierda, Mierda, Mierda.
Por mucho que deseara que Kate quisiera algo más que ser solo amigos con
derechos, no quería ser el tipo de persona que aceptaba sexo casual y luego se
asustaba después de unas cuantas noches calientes y pesadas. Estuvimos de acuerdo
en que esto no sería nada serio. Tenía que honrar ese arreglo.
Pero tenía que hacer algo con estos sentimientos. Y rápido.
95
Página
Quince
—Un Martini seco, por favor —le grité al mesero sobre el ruido de la multitud.
Era miércoles por la noche, y me habían enviado a una fiesta de lanzamiento
de un álbum para un cantante prometedor. Según mi editor, habría muchos chismes
en la fiesta, pero hasta ahora todo lo que había hecho era comer demasiadas bolitas
fritas de queso de cabra y escuchar mala música pop durante una hora. El cantante
tenía sólo dieciocho años, y ya había tenido que esquivar a grupos de adolescentes
borrachas en más de una ocasión. Decidí que era necesario un trago para pasar el
resto de la noche.
Sorbí mi martini mientras caminaba por la fiesta. Mi mente vagaba hacia
Hunter, y me preguntaba qué estaba haciendo. La última vez que hablamos, se
estaba preparando para una cita con esa zorra de la escuela de Maddie.
De acuerdo, no era una zorra. Pero odiaba la idea de que él saliera con ella. Y
mientras me moría por saber cómo había ido, no iba a preguntarle a Hunter sobre
ello. Me negué a parecer una novia necesitada, especialmente porque no estábamos
saliendo, y más aún porque yo fui quien lo animó a ir a la cita en primer lugar.
Alguien me tocó el hombro, interrumpiendo mis pensamientos.
—Hola, preciosa —dijo una voz mientras me daba la vuelta. Era Andy, un
compañero columnista.
Me estremecí ante el saludo. Nos habíamos enrollado unas cuantas veces,
generalmente después de beber demasiado en estos eventos. Era atractivo y
divertido salir con él, pero odiaba cuando me ponía apodos de mascota.
—Hola, Andy. —Sonreí mientras me jalaba para un abrazo.
—Hace tiempo que no te veo. —Sonrió, su mirada clavada en mi escote durante
un momento demasiado largo—. Te ves muy bien.
Nos pusimos al tanto de nuestras vidas después que Andy nos comprara otra
96
ronda de martinis. Por lo general, me alegraba verlo, era divertido y fácil estar cerca
de él, pero esta noche nuestra conversación se sentía rancia. No estaba de humor
Página
para coquetear con él, y ciertamente no estaba de humor para ir a casa con él. De
hecho, cuanto más hablaba con Andy, más extrañaba a Hunter.
Mierda. Estaba muy metida.
Le dije a Andy que tenía que ir al baño, pero en realidad, solo quería estar a
solas con mis pensamientos durante unos minutos.
Últimamente, he estado pensando mucho en las relaciones. Todo este tiempo,
había pensado que al evitar una relación estaba siendo fuerte e independiente, pero
en realidad, tenía miedo de crecer. Era demasiado vieja para estar en esta fiesta, y
era demasiado vieja para seguir teniendo miedo de vivir mi vida. Era hora de tomar
decisiones adultas y arriesgarse. Sí, había visto a mi hermana salir quemada, pero
eso no significaba que yo también lo hiciera. Y si lo hiciera, me levantaría. Eso es lo
que haría una mujer verdaderamente fuerte e independiente.
Me miré en el espejo del baño. Durante muchos años, me había perdido de
tener una conexión real con alguien porque tenía miedo. Pero ahora estaba lista.
Emocionada por mi nueva confianza, me sonreí a mí misma. Cuando salí del
baño, tomé un sorbo de mi martini y volví a mirar la fiesta, con la esperanza de ver
un romance en ciernes entre la estrella del pop y una de las asistentes a la fiesta, o
incluso una pelea. Odiaba irme sin algo que llevar para mi columna.
Antes de que pudiera encontrar algo, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué
y contesté:
—¿Hola?
—Kate, hola, soy Hunter. —Sonaba frenético, y no pude oír el resto de lo que
dijo por los ruidos de la fiesta.
—Whoa, más despacio —dije, saliendo rápidamente al balcón donde un grupo
de modelos estaban fumando—. ¿Qué pasó?
—Maddie está en el hospital.
Mi corazón se hundió, y puse una mano sobre mi boca conmocionada.
—¿Está bien? —pregunté, ya dirigiéndome a la puerta.
—Aún no estoy seguro. Acabamos de llegar y los médicos la están revisando.
—Su voz estaba a punto de quebrarse—. Supongo que sólo quería que lo supieras.
—Voy para allá —dije al salir por la puerta principal.
—Está bien, suena como si estuvieras fuera. No tienes que hacerlo —dijo, pero
lo interrumpí.
97
****
Llegué al hospital en un tiempo récord y prácticamente subí las escaleras
volando. Cuando vi a Hunter en la sala de espera, corrí hacia él.
—¿Cómo está ella? —pregunté, tratando de recuperar el aliento.
—Está en cirugía —dijo, la preocupación grabada en su rostro—. Es su
apéndice. Dijeron que es un procedimiento simple y que no hay de qué preocuparse.
Me di cuenta de que no estaba convencido. Solo podía imaginar lo que se
sentía como padre al tener a su hija en cirugía.
Arrojé mis brazos a su alrededor y lo abracé con fuerza. Me envolvió con sus
brazos mientras apoyaba la cabeza contra su pecho. Se sintió tan cómodo apoyarme
en él de esa manera, tanto que me demoré, sin querer que el momento terminara.
—Estará bien —le dije, retrocediendo para mirarlo a los ojos. Odiaba el dolor y
la angustia que veía reflejados en ellos—. Tuve la misma cirugía cuando tenía su
edad.
—Gracias por venir. —Extendió la mano para apartar un mechón suelto de mi
rostro.
Nos movimos a la sala de espera y nos sentamos en las sillas duras de plástico.
—Por supuesto que vine. No quería que estuvieras aquí solo.
Me miró a los ojos y mi corazón se aceleró. Ahora no era el momento de decirle
de lo que me había dado cuenta, pero estar aquí para él se sentía muy bien.
—¿Has comido algo? —le pregunté, mirando mi reloj. Eran casi las nueve.
—No, en realidad. —Se pasó una mano por la nuca—. Lo olvidé por completo.
Me puse de pie.
—Déjame ir a buscarte algo.
—No, no tienes que hacerlo —dijo, pero levanté una mano.
—Por favor, es lo menos que puedo hacer.
Él sonrió mientras yo agarraba mi bolso y salía por la puerta. Diez minutos
después, volví con un sándwich y un poco de fruta de la cafetería del hospital.
—¿Alguna noticia? —pregunté mientras dejaba la bolsa.
—Ha salido de cirugía —dijo, sonriendo—. Está bien, se está recuperando, y
puedo ir a verla en un rato.
98
llamadas.
Página
que nunca había dicho cosas así sobre Jim. Había asumido que todo era genial
porque siempre parecían lo suficientemente felices.
Kayla interrumpió mis pensamientos.
—Creo que lo amo, Kate.
—Vaya, eso es increíble —dije, yendo hacia la ventana. Automáticamente miré
a la ventana de Hunter antes de recordar que él no estaba allí—. En serio, me alegro
mucho por ti.
Nos pusimos al día con todo lo que había pasado entre ella y Tyler antes de
que le dijera que tenía que irme a la cama.
Después de colgar el teléfono, me acurruqué de nuevo en la cama. Realmente
estaba feliz por Kayla. Después de todo lo que había pasado con Jim, merecía
encontrar a alguien más. Y si después de su divorcio fue lo suficientemente valiente
como para intentarlo de nuevo, entonces realmente no tenía una excusa para tener
miedo.
No sabía cómo, pero necesitaba encontrar una manera de hacerle saber a
Hunter cómo me sentía. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde.
101
Página
Dieciséis
la cocina.
Resulta que no había nada más aterrador en el mundo que tener que llevar a
Página
tu hija al hospital. Lo aprendí de la manera más difícil. Incluso después que los
médicos me aseguraron que estaría bien y que su cirugía fue totalmente rutinaria y
manejable, no podía lidiar con lo impotente que me había sentido.
¿Sentarme en esa sala de espera mientras extraños abrían a mi hija sin nada
más que hacer que sentarme, esperar e intentar no asustarme? Pensé que era una
persona tranquila y racional, pero en base a los sentimientos caóticos que me
atravesaron durante ese tiempo, estaba empezando a cuestionarme todo lo que
creía saber sobre mí mismo. ¿Lo único que no cuestioné? El hecho que Maddie
significaba todo para mí. Era todo mi mundo, y era mi trabajo asegurarme que nunca
le pasara nada malo. Caso cerrado.
Después de tomar una servilleta nueva, volví a la sala y me senté a su lado en
el sofá. Puse la servilleta en su regazo, sonriendo ante el hecho que su paleta ya
estaba medio terminada.
—Papá, ¿podemos comer algo que no sea sopa para la cena esta noche? —
preguntó Maddie, todavía mirando directamente al televisor.
—¿Qué quieres a cambio? —Hice un inventario mental, tratando de recordar
qué víveres teníamos. Había estado haciendo mi mejor esfuerzo para hacer comidas
ligeras y nutritivas con lo que ya teníamos a mano.
—¿Podríamos comer pizza sin gluten? —Me miró con ojos grandes y
esperanzados.
Sonreí. Parecía que alguien estaba empezando a sentirse mejor después de
todo.
****
Unos días después, estaba claro que Maddie y yo necesitábamos salir de la
casa. Nos habíamos quedado sin paletas, y nuestra despensa necesitaba
desesperadamente reabastecerse. Y por mucho que a ella y a mí nos encantara pasar
tiempo juntos, me di cuenta que estaba lista para ver y escuchar a alguien más por
un tiempo. Y sabía a quién llamar.
Después de un par de tonos, la línea se conectó y una voz que no me había
dado cuenta de lo mucho que extrañaba respondió:
—Hunter, hola. ¿Cómo está Maddie?
—Hola, Kate. Está mucho mejor. Gracias por preguntar. —No pude evitar
sonreír a mi teléfono celular. Maldita sea, había extrañado el sonido de su voz.
—¿Va bien la curación de su herida? ¿No hay signos de infección? ¿No hay
103
a la televisión.
—¿Qué?
—Hoy tú y yo vamos a ir al parque más tarde. Y acabo de hablar por teléfono
con nuestra vecina Kate, y ella dijo que vendría con nosotros.
—¿En serio? —Maddie se giró para mirarme, con los ojos muy abiertos y las
cejas levantadas. Realmente estaba empezando a derretir mi corazón lo mucho que
disfrutaba pasar tiempo con Kate.
—De verdad.
—¡Sí! —gritó, saltando en su asiento en el sofá y pateando sus piernas con
emoción debajo de la manta.
—Sabes lo que eso significa, ¿verdad? —le pregunté, poniendo mis manos en
mis caderas.
Negó.
—Es hora de que te cambies la pijama.
Maddie y yo pasamos el siguiente par de horas arreglando la sala de estar y
preparándonos para el parque, asegurándonos de mantener su herida limpia y
protegida. Parecía emocionada de ponerse algo de ropa real, y cuando la ayudé a
atarse sus zapatos tenis, me di cuenta por la expresión de su rostro que estaba lista
para jugar afuera.
A las tres en punto, Kate llamó a nuestra puerta. Fui a contestarla con Maddie
detrás, y en el momento en que abrí la puerta, Maddie estiró los brazos alrededor
de los muslos de Kate.
—Oh, hola —dijo Kate, claramente conmovida por el abrazo. Me miró y sonrió,
con sus ojos muy abiertos.
—Me siento mucho mejor —dijo Maddie, soltando a Kate y retrocediendo para
mirarla—. Comí un montón de paletas de helado.
—¿Paletas de helado, en serio? Mmm, estoy celosa. No he comido una de esas
en mucho tiempo —respondió Kate, sacudiendo la cabeza.
Mientras las dos charlaban en la puerta, me colgué al hombro el morral en el
que guardaba los suministros para limpiar la herida de Maddie, por si acaso los
necesitábamos, así como un par de botellas aguas, una chaqueta adicional por si
acaso le daba frío, y un par de barras de granola en caso que tuviera hambre. Sabía
que estaba exagerando un poco, pero bueno, todavía me estaba recuperando de su
105
cirugía también.
Maddie y Kate continuaron charlando durante todo el viaje en auto hacia el
Página
parque, con Maddie explicando cómo era el hospital y exactamente cómo se sintió
cuando se despertó. Me encantó escuchar lo animada que se puso al hablar sobre
toda esta experiencia y aprecié cuán atentamente Kate escuchó y siguió su
conversación. Me había preocupado que Maddie pudiera haber estado un poco
traumatizada por todo el asunto, pero se estaba recuperando incluso más rápido de
lo que esperaba, tanto física como emocionalmente.
En el parque, Maddie nos llevó a Kate y a mí a su zona favorita, donde
rápidamente encontró a otra niñita de su edad para jugar y contarle su historia del
hospital. Kate y yo las observamos charlar y reírse un rato antes de subir a la parte
superior del tobogán, donde se juntaron y se rieron un poco más.
Le pedí a Maddie que recordara tomarse las cosas con calma, no correr ni saltar,
ya que todavía se estaba curando.
—Olvidé lo fácil que es hacer amigos a esa edad —dijo Kate con una sonrisa,
cruzando los brazos sobre su pecho.
—Se siente bien tomar algo de aire fresco. —Suspiré y estiré mis brazos—.
Siento que no he hablado con un adulto en meses.
—Bueno, eso no es del todo cierto —dijo Kate, frotándose el brazo—. ¿Cómo
estuvo tu cita?
Me detuve.
—¿Cita?
Kate bajó la barbilla y me miró con incredulidad.
—¿Con June?
Mierda.
—Oh, cierto. Mi cita con June. Dios, ¿el hecho que me haya olvidado por
completo me convierte en un completo imbécil?
—Solo medio imbécil, creo. —Kate se echó a reír. Tal vez solo era una ilusión,
pero podría haber jurado que se veía un poco aliviada.
—Lo tomaré. —La miré con una media sonrisa—. Bueno, la cita no fue genial,
si eso no estaba ya claro. —Me reí entre dientes, pasando mi mano por la parte de
atrás de mi cuello.
—¿Qué pasó?
—Ella no hizo nada malo. Simplemente no teníamos nada en común además
de nuestras hijas.
106
—Pensarías que sería de ayuda, ¿no? —Le sonreí con ironía—. Pero resulta que
pegar a dos padres solteros en la misma mesa no es una receta segura para el
romance.
—No estoy segura de que exista receta —dijo, mirándose los pies.
—Tal vez no, pero resolví una cosa en esa cita.
—¿Qué?
—Que te extrañé.
Kate se detuvo entonces, mirándome con ojos grandes y aturdidos, claramente
sorprendida.
—Hunter…
—No te preocupes, lo sé. No estoy tratando de empujarte en una relación. Lo
que tenemos es casual. Estrictamente físico. Es solo… mentiría si dijera que mi cita
de mierda no me hizo desear que tú fueras con quien estuviera cenando. No June.
—No es que no…
—Realmente, no tienes que explicar. No te estoy pidiendo nada más. Es solo
que a veces me gustaría que quisiéramos lo mismo. Pero no soy ese tipo. Dejaste
claro lo que quieres. Solo necesito aceptar eso. Es mi culpa.
Kate abrió la boca para hablar, pero antes que pudiera pronunciar una palabra,
Maddie se acercó a nosotros con una sorprendente cantidad de energía.
—Papi, ¿puedo tomar un bocadillo? —preguntó, agarrando mi mano y
jalándome hacia ella.
—Claro, solo dame un segundo.
Saqué una barra de granola del bolso y se la entregué. Rápidamente lo
desenvolvió y dio un gran mordisco. Cuando miré mi reloj, tenía sentido por qué
tenía tanta hambre. Eran las cuatro y media, su hora normal de la paleta de helado
antes de la cena.
Realmente necesito volver a nuestra rutina normal.
—¿Maddie, te sientes cansada? —le pregunté.
—No estoy cansada —dijo, frunciendo el ceño y dándome una mirada terca en
su rostro.
—Está bien, puedes jugar un poco más —le contesté.
Maddie se escabulló para conseguir su turno en el columpio con su nueva
amiga.
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108
Página
Diecisiete
Contuve la risa, mirando a Hunter. Sus expresivos ojos cafés se iluminaron con
una sonrisa que envió a mi corazón en espiral.
Página
—Hola —dije, cubriendo mis ojos del sol—. Gracias por estar de acuerdo con
mi espontaneidad.
—Siempre podemos usar algo de emoción. —Me devolvió la sonrisa.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo, admirando mi vestido. Mi
respiración se detuvo mientras su mirada se detenía un momento en mis senos, que
estaban presionándose contra el delgado material. Sentí mis pezones endurecerse y
esperaba que no lo notara. Mi mirada permaneció en él unos segundos más antes
de darme cuenta que Maddie nos estaba mirando a los dos.
—Muy bien —dije rápidamente, apartando la mirada de Hunter—. Entonces,
¿están listo para ir de aventura? —comencé a caminar hacia mi auto cuando Hunter
sacudió la cabeza y nos guio al suyo.
—Sillita para niños —dijo.
Ah. Cierto. Supongo que tengo mucho que aprender.
Me subí, y él abrió la puerta del asiento trasero mientras Maddie subía.
—¿A dónde vamos a ir? —preguntó ella sospechosamente.
—Es una sorpresa. Pero prometo que será divertido.
Hunter abrochó el cinturón en su asiento antes de ir al frente.
Conforme nos acercábamos al zoológico, miré hacia atrás y vi a Maddie pegada
hacia la ventana, tratando de averiguar a dónde íbamos. Cuando giramos la esquina,
jadeó.
—¿Vamos a ver a los zorros?
—¿Cómo sabes sobre esa exhibición? —pregunté, levantando una ceja en
dirección a Hunter.
—Todo mundo sabe de eso —exclamó ella.
Me reí, tan aliviada de que estuviera emocionada por esto, que ni me importo
que la sorpresa estuviera arruinada.
Cuando entramos al zoológico, Maddie prácticamente salió volando hacia la
exhibición de los zorros. Miramos a través del vidrio a los zorritos, sus grandes orejas
levantándose.
—¿Te gustan? —le pregunté a Maddie, que estaba presionando su rostro
contra el vidrio y saludándolos.
—Son tan geniales —dijo, sin apartar la mirada de ellos.
—¿Quieres jugar con uno?
110
secretamente estaba deseando que pensaran eso. Normalmente no era una bola de
emociones, pero la idea de los tres siendo una familia me hizo sentir bien por dentro.
La idea de pertenecer, de ser parte de mi propia tribu, sonaba mejor de lo que podía
imaginar.
Observé a Hunter mientras se agachaba y recitaba datos sobre leones a
Maddie. Su cabello oscuro había crecido un poco desde la última vez que lo había
visto, y tenía una sombra de barba formándose sobre su fuerte mandíbula.
Calidez se esparció a través de mí mientras lo observaba. Lo deseaba ahora
incluso más que la primera noche cuando él solo era algún tipo atractivo sin nombre
en el bar. Ahora, él era mucho más que eso.
Se paró y me miró. Cuando nuestros ojos se encontraron, un cálido escalofrío
subió por mi cuerpo. ¿Qué tenía este hombre que destruía todas mis defensas?
Deseando poder alejar de mi mente todas las emociones repentinas que estaba
sintiendo, sugerí subirnos al pequeño tren que nos paseaba por todo el zoológico.
Maddie se divirtió levantando sus brazos como si estuviera en una montaña rusa, y
para cuando terminamos el paseo, mi rostro dolía de tanto reír.
Para cuando terminamos de pasear por el zoológico, ya casi era hora del cierre.
—Tengo mucha hambre —declaró Maddie mientras caminábamos hacia el
carro.
—Si ustedes quieren, conozco un buen lugar para cenar por aquí cerca. Yo
invito —dije mientras Hunter abrochaba a Maddie en el asiento trasero.
—Ya has hecho suficiente, Kate —dijo Hunter mientras se sentaba en el asiento
delantero.
—Quiero hacerlo. —Sonreí—. Además, necesito continuar con tu educación
culinaria.
Me regaló una sonrisa torcida.
—Bueno, si va a ser educacional, no puedo decir que no, ¿cierto?
Le di las instrucciones para llevarnos a unos de mis restaurantes veganos
favoritos. Es difícil complacer a los niños, en especial con comida saludable, pero
tenía el presentimiento que Maddie lo apreciaría. Especialmente porque sabía que
tenían un extenso menú sin gluten.
Una vez que nos sentamos en nuestra mesa, levanté mi vaso con agua.
—Brindo por un gran día.
112
—Fue increíble —dijo Maddie mientras golpeábamos nuestros vasos. Ella tomó
el menú, sosteniéndolo al revés.
Página
apartarla. Sentí como si él estuviese esperando que dijera algo más, pero mi corazón
estaba latiendo tan fuerte que no creía poder sacar las palabras. Rápidamente entré
Página
114
Página
Dieciocho
aceleró.
Página
frente. Ella asintió y me siguió, su boca ligeramente abierta mientras nos dirigíamos
a mi casa.
Página
Kate giró a un lado y colocó su cabeza sobre su codo, una nueva chispa en sus
ojos.
Página
que era. Y no solo su cuerpo ardiente y su sonrisa asesina, sino también por el
pequeño baile feliz que yo hacía por dentro cada vez que estaba cerca de él.
—Hola, entra. —Me hizo un gesto hacia adentro, y lo seguí.
—¿Dónde está Maddie? —pregunté cuando entré en la sala de estar,
esperando verla allí.
—Fue a la casa de una amiga para una fiesta de cumpleaños —dijo,
llevándome al sofá.
Me acomodé, alisando mi falda ansiosamente mientras se sentaba a mi lado.
Tan nerviosa como estaba, todavía me encontraba distraída por estar cerca de
Hunter. Se había afeitado recientemente, haciendo que su mandíbula cincelada fuera
aún más prominente, y el aroma de la loción para después de afeitarse flotaba en el
aire entre nosotros. Podía distinguir la definición de sus bíceps debajo de su
camiseta, y en el camino hacia el sofá, había visto lo bien que se veía su trasero en
sus jeans negros.
Él sonrió, y quise besarlo en ese momento. Pero no lo hice.
Primero hablar.
—Entonces —dijo, frotándose la nuca—. Anoche...
Cuando se calló por un momento, mi corazón se hundió. Luego respiró hondo
y continuó.
—Solo quería que estuviéramos en la misma página sobre lo que esperamos
de esto. Realmente me gustas. Me gustaste desde el principio, pero sabía que no
querías involucrarte en algo serio. Entonces, supongo que me pregunto si todo lo
que dijiste anoche fue en serio.
Me acerqué más a él en el sofá. Mis pensamientos y emociones corrían una
milla por minuto, pero estaba empezando a sentir que mi ansiedad se desvanecía. Él
quería que esto fuera serio tanto como yo.
—Por supuesto que lo dije en serio —dije, poniendo una mano sobre la suya
para asegurarle—. Estoy lista para esto. Quiero estar aquí para ti. Y para Maddie. Sé
que siempre he dicho que no quería una relación, pero fue solo porque tenía miedo.
Y obviamente no había encontrado a la persona adecuada.
Una sonrisa apareció en su rostro y él puso su brazo alrededor de mí, pasando
sus dedos por mi hombro.
Sus ojos se encontraron con los míos, y un temblor encantado me recorrió.
122
—Todo. Es tuyo.
Estaba lista para dejar atrás todos mis miedos y dudas, y estar en una relación
comprometida con Hunter, y con Maddie. Y ahora que estábamos aquí en este
momento, mis preocupaciones casi parecían ridículas. ¿De qué había tenido tanto
miedo? Estar con Hunter era lo más fácil en el mundo.
Se inclinó para besarme, sus labios llenos presionándose contra los míos.
Después de unos cuantos besos dulces, me retiré.
—Si vamos a hacer esto, quiero hacerlo bien. Antes de seguir adelante, creo
que tenemos que decírselo a Maddie. —Ella me había tomado cariño más de lo que
esperaba últimamente, así que esperaba que todo saliera bien.
—Sí, supongo que sí. —Suspiró, la preocupación grabada en su rostro.
Levanté una ceja hacia él.
—Hunter, ¿tienes miedo de tu propia hija?
—¿Qué puedo decir? Ella es intimidante. —Él sonrió, luego extendió la mano
para pasar mi cabello detrás de mi oreja—. Pero en serio, no importa cómo reaccione
cuando le digamos, todo estará bien. Se acostumbrará a ello. Además, ella realmente
te quiere. Espero que entiendas mi ansiedad; solo hemos sido ella y yo todos estos
años.
Me atrajo hacia él para que mi cabeza descansara sobre su pecho. Mi corazón
se hinchó mientras lo miraba.
—Lo sé, Hunter. No te preocupes, todo saldrá bien.
Suspiré, permitiéndome fundirme en sus brazos. Por el bien de todos,
esperaba que tuviera razón.
****
—Maddie, la cena está aquí —la llamó Hunter por la puerta trasera. Ella había
sido dejada por la mamá de una amiga justo a tiempo para la cena. Habíamos
ordenado en su restaurante mexicano favorito, además había salido para
abastecerme de ingredientes para helados con chocolate caliente. Pensamos que si
le dábamos suficiente comida buena, sería más probable que apoyara nuestra
relación.
Entró corriendo y su rostro se iluminó cuando vio lo que se extendía.
123
suavidad.
Se detuvo con la cuchara a medio camino de la boca, y el helado goteando
Página
125
Página
Veinte
mejor mujer para que mi hija admirara. Kate era fuerte, segura, e independiente,
todas las cosas que deseaba que Maddie fuera.
Página
Para el tiempo en que estaban haciendo los toques finales cerca de una hora y
media después, la casa de jengibre lucía perfecta, y ellas dos estaban completamente
cubiertas en glaseado y azúcar.
—¿Qué piensas, papi? —preguntó Maddie cuando terminaron, orgullosamente
extendiendo sus brazos alrededor de su creación.
—Ustedes dos hicieron un gran trabajo.
Ella sonrió, mirando la casa de jengibre con orgullo. Repentinamente, su mirada
se disparó hacia Kate.
—¿Cuándo lo comeremos?
****
Un par de horas después, pusimos a Maddie en su cama y nos dirigimos a
nuestra habitación. Me aseguré de cerrar la puerta, pero no necesitaba ponerle
seguro nunca más, Maddie sabía que debía tocar si necesitaba algo.
Mientras me cambiaba, Kate estaba en el baño lavándose los restos de
glaseado de las manos.
—No sé si alguna vez conseguiré quitar está azúcar de debajo de mis uñas —
dijo ella, sacando un cepillo para las uñas del cajón y cepillando las puntas de sus
dedos.
—Eso significa que serás incluso más dulce de lo que ya eres —respondí,
lanzando mis jeans en el cesto de la ropa sucia y sacándome la camiseta.
Kate resopló.
—Eso es súper cursi, cielo.
—Las bromas de papá vienen con el territorio. —Me encogí de hombros—.
¿Teniendo segundos pensamientos sobre mudarte?
Ella sonrió, su mirada deambulando perezosamente por mi pecho desnudo.
Caminó hacia mí y recorrió sus manos por mis bíceps antes de envolverlas alrededor
de mi cuello.
—Ni siquiera un poco.
La acerqué, levantando su barbilla para encontrarse con la mía y tomar sus
labios en un dulce beso.
Mi pene dio una ansiosa sacudida en mi bóxer. Y juzgando por la mirada en el
rostro de Kate, ella también lo sintió.
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Arqueó una ceja y presionó su cuerpo incluso un poco más fuerte con el mío.
—¿Cómo lo estás haciendo ahí, chico grande?
Página
131
Página
Veintiuno
Nunca pensé que sería del tipo de mujer que quisiera un gran vestido blanco y
esponjoso. Primero, estaba el gasto, y segundo, era tan poco práctico. Tercero, era
incómodo y desagradable, y algo que usabas solo una vez. Parecía un completo
desperdicio.
Sin embargo, cuando llegó el momento de planificar nuestro gran día, una
parte recién descubierta de mí que nunca había conocido comenzó a expresar sus
opiniones. Le dije a Hunter que esto sería un asunto discreto, por lo que a mí
respecta, una simple barbacoa en el patio. Pero cuanto más avanzábamos en la
planificación, más específicas se hacían mis peticiones.
De repente, el patio trasero no era suficiente, pero una sala de banquetes era
demasiado estéril; un traje pantalón era algo que usabas en un funeral, y un vestido
de verano era demasiado casual. Él había sido dulce y complaciente con todos mis
caprichos, que fue como llegamos a estar sentados en la habitación privada de
nuestro restaurante favorito, yo con un impresionante vestido blanco que me costó
tanto como mi primer auto. Había un pequeño piso de parquet para bailar, y
alrededor de cincuenta de nuestros amigos y familiares más cercanos reunidos
alrededor de nosotros.
Y en cuanto al vestido blanco, solo se vive una vez, amigos. En este momento,
me sentía como una princesa, y no de una manera cursi me he conformado, pero sí
en una manera de estallido de felicidad, finalmente he encontrado a mi Príncipe
Encantado.
Miré a través de la habitación y vi a Maddie hurgando en la bolsa de regalo
que había dejado para ella, charlando alegremente con los padres de Hunter y mi
mamá.
El día había sido perfecto. Nuestra ceremonia fue corta y dulce, y ahora la
música suave de jazz flotaba en el aire cuando los meseros circularon con copas de
132
abuelos. Y el próximo mes, tomaríamos nuestra luna de miel, un viaje de siete noches
a Escocia con el que había estado soñando durante meses.
Página
Me había costado mucho aprender lo que un niño de cuatro años ya sabía. Una
mamá era alguien que te llevaba al zoológico y besaba tus heridas y te hacía galletas
de chispas de chocolate. Alguien que pasaba cada día asegurándose de que fueras
feliz y amada.
Maddie tenía razón. Era su mamá ahora.
Sonreí a Hunter, incapaz de ocultar mi sonrisa.
—Eso fue increíble.
Él asintió.
—Fuiste hecha para este rol. —Su cálida mirada se mantuvo pegada a la mía, a
la vez pareciendo calmarme y comunicarme tú tienes todo esto.
Presioné un rápido beso en sus labios.
—Señor de una noche, ¿eh? —preguntó, recordando las palabras de Jessie.
Rodé mis ojos.
—Obviamente, eso no funcionó.
—Yo diría que funcionó perfectamente.
Contra el telón de fondo de los cubiertos de plata contra la cristalería, presioné
mis labios contra los de Hunter otra vez.
135
Página
Epílogo
—Un poco a la izquierda —le dije a Hunter, moviendo mis caderas—. ¡Justo
ahí! Eso es perfecto.
Se ajustó y continuó acariciando mi muslo interno.
—Solo quiero que estés cómoda, cariño.
Incluso después de estar casados por casi un año, todavía estábamos tan
calientes y excitados como siempre. Y no dolió que estuviera embarazada de nueve
meses y que mis hormonas me dieran la libido de un adolescente. El problema era
que no siempre podíamos encontrar una posición que funcionara para mi gigantesca
barriga. ¿Y mencioné que estaba teniendo gemelos?
Hunter movió su mano más abajo y acarició exactamente donde lo quería.
—Estás muy mojada, cielo —susurró mientras dejaba escapar un gemido.
Avanzó, listo para colocar su erección contra mí, cuando sentí una punzada de dolor
en mi abdomen.
Jadeé, agarrando mi estómago.
—¿Qué es? —preguntó, preocupación en su voz—. ¿Son los bebés?
El dolor disminuyó, y solté un suspiro de alivio.
—Está bien, solo sigue —le dije.
Nos tomó quince minutos descubrir la posición perfecta, y que me condenaran
si me daba por vencida en un orgasmo ahora. Hunter no parecía convencido, así que
puse una mano en su gruesa erección, moviendo mi mano hacia arriba y hacia abajo.
Moví mis caderas hacia adelante, lista para que él entrara en mí, cuando fui golpeada
con otra ola.
—Mierda —susurré, el dolor me cortó la respiración.
—Creo que deberíamos ir al hospital —dijo, saltando y comenzando a ponerse
136
la ropa.
Página
—Vamos a llevarte al auto ahora para que podamos estar listos. —Tomó una
respiración profunda—. Deberían estar aquí en cualquier momento.
Página
leído los libros que debíamos leer. Habíamos comprado dos cunas y un cochecito
doble, y teníamos una cómoda llena de ropita de bebé y recién lavada. Hunter y yo
Página
habíamos practicado envolver a un bebé falso unas mil veces. Pero ahora que estaba
sucediendo, me sentía completamente desprevenida.
Nos detuvimos en el hospital en un tiempo récord. Hunter quería correr
adentro para conseguirme una silla de ruedas, pero insistí en entrar.
—¿En serio, Kate? —preguntó mientras salía del auto.
—Puedo hacerlo. —Resoplé, apoyando una mano en el auto por un momento
mientras una contracción se disparaba a través de mí. ¡Santo infierno!
—Quédate aquí —me dijo—. Lo digo en serio. No te muevas.
No apreciaba que me regañaran, pero decidí rendirme. Después de todo, las
relaciones eran para dejarse apoyar por otra persona. Había sido un camino largo,
pero finalmente había aprendido esa lección. A veces necesitaba dejar de lado mi
independencia y dejar que Hunter tomara la iniciativa.
Todo dentro del hospital era un torbellino; se sintió como unos segundos
después de que me pusieran una bata y estuviera sentada en una cama de hospital.
El dolor se intensificó rápidamente. No me consideraba una llorona, pero en serio
esto no era un juego. Cuando el dolor era casi insoportable, la enfermera me dirigió
una sonrisa comprensiva.
—Es casi la hora de empujar —dijo con entusiasmo.
Otra oleada de dolor surgió a través de mí. ¿Por qué estaba tan feliz? Quería
abofetear a la perra.
Hunter me ofreció algunos trocitos de hielo para masticar, algo que la
enfermera le había indicado que hiciera. Lo despedí con la mano.
—Cambié de opinión sobre esto. —Jadeé, mirando frenéticamente a Hunter.
Tenía una expresión desconcertada en su rostro, todavía sosteniendo los trocitos de
hielo. Esto era insoportable. ¿En qué diablos me había metido?
—Estará bien, nena. Puedes hacer esto —dijo, agarrando mi mano firmemente.
—¿Por qué me hiciste esto? —gemí.
El médico entró en la habitación, junto con un par de enfermeras que
comenzaron a preparar dos cunas.
Mis regiones inferiores se sentían como si estuvieran en llamas. Miré a Hunter
y traté de calmarme mirando sus cálidos y oscuros ojos. Su expresión estaba llena
de preocupación cuando agarré su mano con cada oleada de dolor. Traté de decirme
que esto sería una historia divertida una vez que mis partes de dama dejaran de
139
140
Página
Próximo libro
Si te gustó, Mister Tonight... ¡Te encantará Love
Machine!
Sonreír y aguantar.
Es una frase familiar para aquellos de nosotros que pasamos la mayor parte de
nuestras vidas complaciendo a la gente. Pero yo, Keaton Henley, vendedora de
software y extraordinaria mejor amiga, no solo sonrío y aguanto en la despedida de
soltera de mi persona favorita. Sonrío y lo uso.
—¡Esto es muy divertido! —le digo a la mujer del momento, Karina. Hemos sido
mejores amigas desde nuestros días de universidad, cuando las fiestas eran en casas
de fraternidades con poca iluminación y las bebidas se mezclaban casi
exclusivamente con vodka barato.
Aprieto su brazo, abrumada por un momento de nostalgia. Ella casi derrama su
mimosa en las dos.
—No estás engañando a nadie —me susurra Karina borracha, con sus ojos
marrones perforando profundos agujeros en mi entusiasmo fraudulento.
—¿Qué? ¿Estás bromeando? —miento, con los dedos de pistola preparadas—
. Así es. Muy. Divertido. —Pow, pow, pow.
Las mujeres que nos rodean en la despedida de soltera se sientan en un círculo
amistoso en la hermosa sala de estar, descansando en cómodos sofás y almohadas,
charlando sobre sus últimos encuentros sexuales. Ariana, la hermana menor de
Karina, compañera de cuarto y dama de honor, habla en el susurro borracho más
fuerte borracho y explica con mayor detalle los placeres inesperados del sexo anal.
Todas están mucho más borrachas que yo, pero eso es bastante normal en
nuestro grupo de amigas. A esta hora del día, por lo general tomo mi tercera taza
de café, no mi tercer cóctel. Bueno, eso es una exageración, pero aun así.
Karina levanta las cejas ante mis dedos humeantes.
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Como si fuera una señal, hay un golpe en la puerta. Mis oídos se levantan y me
inclino alrededor de la isla de la cocina para echar un vistazo por el vestíbulo.
Gabby corre para abrir la puerta.
—¡Voy! —grita, abriendo la puerta. Volviéndose para mirar por encima del
hombro al resto de las damas, sonríe y dice—: Bueno, todas lo haremos pronto.
Una mujer está parada allí, vestida con un vestido de volantes con una canasta
de picnic y un lápiz labial rojo brillante.
—Hola, ahí —dice con una sonrisa, extendiendo la mano.
Gabby toma su mano y de inmediato mira las tetas de la mujer sin pretensiones.
—Whoa. Santos melones —ronronea ella.
Karina gime en su taza, y me río. Desvergonzada, esa mujer.
Ariana se apresura hacia la puerta y lleva a la mujer al apartamento que
comparte con su hermana como si estuviera a punto de presentarnos la encarnación
viva de la cura para el cáncer.
—¡Todos, conozcan a Claire! Claire es nuestra mejor amiga hoy, porque va a
cambiar nuestras vidas.
—No sé sobre eso. —Claire se ríe. Ella parece estar en sus veinticinco años.
Oh, ser cinco años más joven y ponerte ese tipo de escote de nuevo.
Ella comienza a desempacar el contenido de su cesta de picnic en la mesa de
café: lociones, toallas, pepinos. Nuestras amigas se inclinan, intrigadas.
—¡Oh, sí, hora del spa! —animo, dejando mi whisky con un tintineo en el
mostrador, y luego salto para abrazar mi felicidad.
—De alguna manera, no creo que eso sea lo que… —me grita Karina, pero es
demasiado tarde.
Agarro uno de los pepinos, mirando a Claire con una sonrisa.
—Hola. Prefiero estos en mi estómago en lugar de en mis ojos —explico,
bastante segura de que el whisky ha robado mi filtro.
Los labios rojos de Claire se curvan en una sonrisa mientras me envuelvo
alrededor de la verdura, preparándome para un bocado.
—En realidad —dice ella—, son para la presentación del sexo oral.
Crunch. Siento que mis mejillas queman mientras mis amigas estallan en risas.
—Oh, está bien —murmuro a través de un bocado de pepino—. Sáquenlo de
sus sistemas, señoritas.
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Zumbido.
Estoy en una espiral de aburrimiento.
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¿Qué tal si dejas de hacer bromas y me ayudas a ser una mejor amante?
Aire muerto. Ninguna burbuja de escritura, ninguna respuesta ingeniosa, nada
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Kendall Ryan
Kendall Ryan, autora más popular del New York Times, Wall Street Journal y
USA TODAY, ha vendido más de dos docenas de libros. Kendall Ryan ha vendido más
de dos millones de libros y han sido traducidos a varios idiomas en países de todo
el mundo. Sus libros también han aparecido en la lista de libros más vendidos del
New York Times y USA TODAY más de dos docenas de veces. Kendall ha aparecido
en publicaciones como USA TODAY, Newsweek e In Touch Magazine. Vive en Texas
con su esposo y sus dos hijos.
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