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La música popular y su enseñanza


Reflexiones introductorias y debates
Por Santiago Romé
Profesor Superior de Guitarra egresa- En nuestro país, al igual que en gran
do de la Facultad de Bellas Artes (FBA) parte del continente, la música ocupa un
de la Universidad Nacional de La Plata lugar central en lo que respecta a su grado
(UNLP). Profesor Titular de la cátedra o nivel de participación en la vida de los
Producción y análisis musical I-III de la habitantes. Está asociada a distintas fun-
carrera de Música Popular, FBA, UNLP. ciones o usos sociales: desde aquellos más
Participó en la elaboración y redacción generales, como la identidad o la perte-
nencia (cultural, generacional, geográfica,
de los Diseños Curriculares de las carre-
de clase, etc.), hasta aquellos particulares,
ras de Licenciatura, Profesorado y Tec-
en vinculación o como soporte de la danza,
nicatura en Música Popular, FBA, UNLP,
la palabra (el caso de la canción) y diversos
y del Profesorado en Música con Orien- rituales (religiosos, escolares, patrióticos,
tación en Música Popular de la provincia generacionales, entre otros).
de Santiago del Estero. Actualmente se El repertorio de música popular argen-
desempeña como Secretario de Asuntos tina, en consonancia con la música la-
Académicos, FBA, UNLP. tinoamericana, es particularmente rico,
heterogéneo y dinámico. El porqué de
estas cualidades seguramente pueda en-
contrarse en el complejo proceso de con-
figuración político y cultural de nuestro
continente y, en particular, de nuestro
país, constituido bajo el manto de la dis-
puta colonialista entre España e Inglaterra,
expandido con el genocidio aborigen y la
guerra del Paraguay, y reconfigurado con
los procesos migratorios de fines del siglo

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xix, principios del xx y del período de en- tista que busca los materiales para su obra
treguerras. Sumado y en paralelo a esta en dos direcciones: “buceando” en su más
situación, movimientos políticos y sociales íntima subjetividad, o en la parte menos
como el yrigoyenismo, el peronismo, el contaminada por un “afuera” social y/o
movimiento obrero, el nacionalismo revo- histórico –si esto fuera posible–, o bien en
lucionario y el conservador, las corrientes los cánones formales e interpretativos pro-
marxistas locales, los sectores liberales, las venientes del modelo de las “bellas artes”
FF.AA., el neoliberalismo y los movimien- desarrollados en la modernidad.
tos de desocupados, entre otros, han sido En este contexto, desde la cátedra Pro-
y son causa y consecuencia de un amplí- ducción y análisis musical, perteneciente a
simo y dinámico escenario cultural en el la carrera de Música Popular de la Facultad
cual la música juega un importante papel. de Bellas Artes de la Universidad Nacional
La ausencia de un corpus teórico consis- de La Plata, intentamos aportar a la cons-
tente, la fragmentaria investigación sobre trucción de un enfoque que analice la mú-
la música argentina –tanto en sus carac- sica popular argentina como emergente y
terísticas sintácticas y gramaticales, como parte constitutiva de condiciones sociales,
en su relación con características cultura- culturales e históricas estructurales, en el
les e históricas más generales– y la impor- ámbito de América Latina. Sobre la base de
tación acrítica de modelos pedagógicos y esta premisa, el presente trabajo desarro-
de análisis musical, basados en la tradición lla ideas tendientes a repensar la música en
musical centroeuropea y/o en corrientes vinculación con el contexto y sus potencia-
epistemológicas norteamericanas (funda- les contribuciones a la formación general
mentalmente las desarrolladas bajo el mo- de los sujetos.
delo conductista), evidencian en el terreno
del arte el problema al que, según Alcira La categoría “popular”
Argumedo, se enfrentan las ciencias socia-
les en nuestro país y en nuestro continente, Si bien hay cierto grado de acuerdo so-
que consiste en suponer, implícitamente, bre trabajos teóricos relacionados con lo
que somos sociedades sin historia.1 popular considerados clásicos (Bajtin, Bur-
Esta conjetura también puede observar- ke, Gramsci, Bollème, Ginzburg, Escuela
se (más o menos subyacente) en el perfil de de Birghmingan, Escuela de Frankfort), no
formación que ofrecen las instituciones de puede estimarse como un campo donde
educación artística, todavía instaladas en el existan consensos estructurales en torno a
paradigma de las “bellas artes” europeas, categorías teóricas desde donde abordarlo,
orientado por un enfoque idealista que partiendo desde una perspectiva latinoa-
postula que para alcanzar un grado “ple- mericana y teniendo en cuenta que es una
no o superior” de desarrollo la dimensión problemática en constante movimiento.
estética de la realidad cultural debe estar Sobre todo, a partir de que en el siglo xx,
escindida de otros aspectos que regulan o de la mano de la participación de grandes
intervienen en la vida del hombre (la eco- masas en la escena política, la cultura po-
nomía, la política y la cultura). Si llevamos pular devino masiva.
este modelo de formación al extremo, nos Sin embargo, sobre la base de la re-
encontramos con el imaginario de un ar- ferencia de Peter Burke,2 podemos en-

1
“Hay un desconocimiento de la propia historia vinculado tal vez con la convicción de que no existe originalidad en este
continente y, por lo tanto, es posible analizar sus procesos con categorías y conceptos universales sin ningún tipo de refor-
mulación crítica o creación autónoma”. Ver: Alcira Argumedo, Los silencios y las voces en América Latina, 2004.
2
Peter Burke, La cultura popular en la Europa moderna, 1991.

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contrar una idea que atraviesa distintos tes de distintos sectores sociales. El ya clási-
enfoques, algunos afirmándola y otros re- co escrito de Umberto Eco, Apocalípticos e
lativizándola: la existencia en el marco de integrados, sigue arrojando luz en torno al
una misma sociedad de dos tipos cultura- tema.3 Sus afirmaciones respecto al carác-
les jerarquizados: alta y baja cultura. Estos ter necesariamente masivo e industrial que
polos han sido definidos según diversas adquieren distintas expresiones artísticas o
visiones: oficial, dominante, hegemónica, culturales, tanto en el proceso de produc-
de elite, por un lado; y popular, no ofi- ción como de circulación en el marco de
cial, subalterna, explotada, excluida, por las sociedades contemporáneas de tipo in-
otro. A su vez, algunos enfoques destacan dustrial, resultan evidentes. Sobre todo en
el carácter heterogéneo, plural y por tanto la constatación de que este carácter masivo
asistemático de la cultura popular en con- no ha sido exclusivo de las sociedades ca-
traposición a la sistematizada cosmovisión pitalistas: desde los regímenes comunistas
dominante, así como los modos en que, (URRSS y China) hasta los fascistas (Alema-
según sostienen distintas corrientes, estos nia e Italia) han desarrollado este tipo de
polos se relacionan: oposición, confronta- cultura de masas. En este contexto, resulta
ción, resistencia, circulación, autonomía, pertinente la observación de Eco respecto
intercambio, etcétera. al carácter aristocrático (y por tanto prein-
A esta dicotomía inicial se agrega el he- dustrial) de quienes demonizan lo masivo y
cho de una creciente influencia del proceso de quienes lo juzgan como un disvalor:
de industrialización sobre el arte y la cultura,
desde el advenimiento y consolidación del Y no carece ciertamente de motivos bus-
capitalismo en los albores de la modernidad car en la base de todo acto de intolerancia
hasta la actualidad; desde la invención de la hacia la cultura de masas una raíz aristocrá-
imprenta (el libro como producto industrial tica, un desprecio que sólo aparentemente
y de masas) hasta los medios masivos de se dirige a la cultura de masas, pero que
comunicación y la denominada industria en realidad apunta a toda la masa […] Por-
cultural contemporánea. Por lo tanto, la que en el fondo existe siempre la nostalgia
creciente posibilidad de “reproductibilidad por una época en que los valores culturales
técnica” del arte, condenada por algunos y eran un privilegio de clase y no eran pues-
alabada por otros, configura un tercer ele- tos a disposición de todos indiscriminada-
mento que atraviesa los debates y enfoques mente.4
contemporáneos: la denominada cultura
de masas. Para algunos autores supone una En este sentido, y en relación con la
terceridad a la dicotomía “alta y baja cultu- transformación histórica del concepto se-
ra” que agregan al esquema jerárquico en ñalada por Burke, respecto del tránsito de
distintas posiciones –entre medio o debajo “lo popular” como lo hecho por el pueblo,
de las categorías clásicas–, según la valora- hacia “lo popular” como lo hecho para el
ción que hagan de la misma. pueblo –típico de la cultura de masas–, es
Algunos enfoques, en tanto, simple- interesante pensar en los términos que pro-
mente separan a la cultura de masas como pone Eco: en el marco de sociedades de
un tipo cultural distinto, ni alto ni bajo, ni tipo industrial muy pocos productos cultu-
popular ni de elite, mientras que otros la rales escapan a la producción industrial. Por
postulan como una instancia superadora lo tanto, “el pueblo” no hace directamente
que sintetiza democráticamente los apor- sus canciones como así tampoco su ropa,

3
Umberto Eco, Apocalípticos e integrados, 2008.
4
Ibídem, p. 53.

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sus herramientas de trabajo, sus imáge- simbólica de la cultura. De este modo, la
nes, su literatura, sus juegos, sus medios de hegemonía, siempre y cuando no sea debi-
transporte, etcétera. litada o puesta en crisis, establece los límites
Ahora bien, si pensamos que los distin- de lo “decible”: hay cosas –el dominio– que
tos modelos culturales se relacionan en no se nombran. Difícilmente haya censura
términos de dominación (clase dominante explícita en un contexto de hegemonía, sino
y clase subalterna), como propone Anto- que, mediante sofisticados y fragmentarios
nio Gramsci, resulta razonable pensar, en discursos, se elude y deslegitima silenciosa-
el contexto del capitalismo monopólico mente aquello que no debe ser dicho, límite
en que vivimos, que una industria cultural que generalmente llega hasta el eufemis-
concentrada sólo promueve manifestacio- mo.5 Sólo cuando esta hegemonía es con-
nes culturales y artísticas inherentes a los frontada y/o debilitada, la violencia, aquella
intereses y a la cosmovisión dominante. De que se utiliza para sostener el statu quo, pasa
este modo estaríamos adhiriendo a las crí- de ser simbólica (silencio y deslegitimación)
ticas que se le hace a la cultura de masas a ser física (represión) y, en consecuencia,
desde perspectivas cercanas a la Escuela la resistencia gramsciana de los subalternos
de Frankfurt, aquellas que, genéricamente, pasa del plano simbólico y cultural al neta-
Eco denomina como posiciones “apocalíp- mente político.
ticas”. Pero resulta que, en tal caso, el pro-
blema radicaría en la concentración de los Música popular argentina:
medios (de producción y circulación sim- entre la independencia y la integración
bólica) y no en la potencial masividad que
estos promueven y producen. Reflexionar sobre la música popular en
Por otro lado, y eludiendo la tentación de nuestro continente, tras 200 años de lu-
orientar el análisis cultural por caminos un cha por la independencia y la integración,
tanto esquemáticos y deterministas, Grams- es una tarea ardua y problemática, que
ci propone el concepto de “hegemonía”, nos permite vislumbrar ciertos aspectos
que representa el modo complejo y dinámi- de la compleja y contradictoria, aunque
co a partir del cual los intereses dominan- necesaria, unidad latinoamericana. Tal
tes son incorporados por el conjunto de la vez debido al intrincado devenir histórico
sociedad como intereses colectivos. El pro- que nos define y que atraviesa todas las
ceso mediante el cual dichos intereses son dimensiones de nuestra cultura, esa “rea-
naturalizados por los sectores subalternos lidad desaforada” a la que hace mención
como intereses comunes se desarrolla en la García Márquez en su memorable discur-
cultura no sin contradicciones, negociacio- so al recibir el premio Nobel de literatura.
nes e intercambios. Y tal vez ésas sean carac- Un devenir particularmente desaforado y
terísticas estructurales de la cultura popular: complejo en el caso de nuestro país, con
la contradicción, el mestizaje y una tensa sucesivas reconfiguraciones (políticas, te-
transformación permanente, con momentos rritoriales, demográficas, culturales, etc.)
de estabilidad y momentos de crisis y ruptu- y mestizajes posteriores a la declaración
ra. Sin dudas, éste es el terreno en donde de su independencia: el primer modelo
se dan –siguiendo con Gramsci– las mani- oligárquico de Rivadavia versus Moreno
festaciones de resistencia, no en el sentido y San Martín; la separación de la Banda
defensivo del término, sino de resistencia a Oriental; Rosas y la Confederación; la re-
la dominación, al menos en la dimensión unificación unitaria de Mitre; la guerra de

5
Algunos se escuchan muy frecuentemente en los medios de comunicación, donde son enunciados como certezas indis-
cutibles: “carenciados”, “institucionalidad”, “paz social”, “seguridad jurídica”, entre otros.

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la Triple Alianza; la “Conquista del desier- La independencia del objeto estético
to” y el primer “estímulo” a la inmigración moderno (en este caso la música) respecto
del proyecto liberal inglés de la generación de diversas funciones sociales (identidad y
del 80; las olas inmigratorias de principios pertenencia cultural, geográfica, de clase,
y mediados del siglo xx; los primeros mo- generacional, etc.) y de distintos tipos de
vimientos políticos de masas con el primer rituales (religiosos, políticos y otros), no ha
sindicalismo e Yrigoyen; el Estado de bien- sido un fenómeno muy característico de la
estar peronista, su violenta destitución y música popular latinoamericana, sino todo
el período de proscripción e inestabilidad lo contrario. Rasgos formales, poéticos e in-
político institucional; la sangrienta restau- terpretativos de distintos agrupamientos ge-
ración conservadora de la última dictadura néricos dan cuenta de múltiples interrelacio-
militar, coronada con el menemismo, sos- nes con las funciones mencionadas. Por lo
tenida y confrontada por diversos sectores tanto, cualquier análisis crítico en torno de
políticos y económicos hasta la actualidad. la categoría “popular” en el marco de las so-
A riesgo de incurrir en un reduccionis- ciedades contemporáneas latinoamericanas
mo, estos antecedentes, al igual que en ofrece profundas resistencias a algunos po-
una vasta parte de nuestro continente, han sicionamientos, muy instalados, que subya-
estado en gran medida atravesados por un cen tanto en ámbitos académicos como en
denominador común: la lucha entre un cierto imaginario colectivo. Fundamental-
modelo político, económico y cultural con- mente, ofrece resistencias frente a aquellas
centrado y subsidiario de intereses exter- concepciones de tipo sustancialistas en las
nos (España, Inglaterra, EE.UU.-URRSS y la que predomina la idea de una esencia cultu-
Unión Europea), y un modelo de desarrollo ral mítica, auténtica y legítima, portadora de
con cierto grado de autonomía política y la identidad de un pueblo, cristalizada en un
cultural y mayores niveles de distribución determinado momento y permanentemen-
de la riqueza. En este marco es que intenta- te amenazada por el paso del tiempo. Con-
mos analizar el desarrollo de nuestra músi- cepción estática, y por lo tanto inmutable,
ca, que, si bien como toda nuestra cultura de una identidad que se cosifica en algunas
se ha visto comprometida con esta perma- expresiones culturales concretas.
nente tensión, se resiste a ser clasificada o Dentro de estas concepciones sustancia-
tal vez cosificada, y mucho menos a que- listas podemos distinguir dos grandes co-
darse quieta. Su relación incondicional con rrientes: aquella en la que prevalece la idea
la danza y con la palabra torna más estériles de que la cultura “auténtica” está determi-
los intentos de abordarla con métodos de nada a partir de cierta ligazón con la tierra,
análisis de sesgo racionalista provenientes el pago o región en donde se vive, a la que
de la música clásico-romántica europea o se suele denominar telúrica; y aquella que
de las sucesivas vanguardias estéticas de la enfatiza aspectos biológico y genéticos (ra-
modernidad tardía. Y sus vínculos perma- ciales y étnicos)6 como predeterminantes
nentes con diversos tipos de fenómenos so- de la identidad cultural. En la concepción
cioculturales contradicen la autonomía del folclórica latinoamericana se sintetizan am-
arte declarada en los albores del iluminis- bos posicionamientos y, según la región y
mo europeo, ratificada por el romanticismo su historia política y demográfica, prevale-
alemán y practicada por la música acadé- ce alguna por sobre otra. Recordemos que
mica contemporánea. el folclore es una categoría construida en

6
El concepto de raza, y su derivado “etnia”, ha sido ampliamente discutido por distintas disciplinas y enfoques que en tér-
minos generales concluyen que las razas no existen en el género humano, y que las semejanzas epidérmicas no involucran
ningún otro rasgo biológico genético.

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Europa en el siglo xix durante el movimien- ropea, monoteísta, liberal y machista) y por
to histórico denominado Nacionalismo ro- tanto positivista. Pero, paradójicamente,
mántico, que sirvió de sustento filosófico tanto la metodología adoptada para su in-
al proceso de configuración, unificación y vestigación –una suerte de empirismo cul-
disputa política y cultural de los incipientes tural que tiende a cosificar las expresiones
Estados Nación.7 En algunos casos, como culturales y a clasificarlas–, y también sus
justificación del colonialismo y el expansio- hipótesis y conclusiones, como el esencia-
nismo, en otros, como mecanismo de de- lismo cultural que subyace en todas sus
fensa frente a esa amenaza. afirmaciones, resultan ser profundamente
De este modo el folclore, como arqueo- positivistas.
logía cultural, dotaba de un sentido meta-
físico y paradójicamente científico al pro- Identidad musical argentina en la
ceso político y económico y tenía como constitución del Estado Nación: bar-
finalidad última descubrir la fisonomía del barie gaucha y barbarie urbana
“espíritu” o la “esencia cultural” de un país
determinado, sin discutir la existencia o las Repensar las grandes conceptualizaciones
condiciones de existencia de dicho espíritu. en torno de “lo popular” (Gramsci, Bakhtin,
Existía la necesidad de “descubrir” –en rea- Hall, Guinzburg, Eco) en nuestro contexto
lidad, de construir– cualidades culturales latinoamericano implica un gran desafío. Y
comunes entre los habitantes de los nuevos nuestro país no es una excepción, sino una
Estados, de aquellos que estaban amena- confirmación, tal vez extrema, de ese desa-
zados por sus vecinos o habían sido inva- fío. Haciendo un gran esfuerzo de síntesis
didos. Por supuesto que este movimiento histórica, podemos decir que el nuestro es
expresaba y anticipaba, también en Euro- un país con un proceso de industrialización
pa, las contradicciones y la incipiente crisis tardío e incompleto y, por tanto, económi-
de las sociedades industriales. ca y políticamente dependiente: un primer
Uno de los objetivos explícitos de quie- modelo agroexportador impuesto por la ge-
nes institucionalizaron las indagaciones neración del 80; un desarrollo industrial inci-
folclóricas fue “rescatar” y preservar cier- piente con Yrigoyen y Alvear, profundizado,
tas tradiciones y costumbres que, desde nacionalizado y sostenido por el peronismo;
un punto de vista social, estaban siendo y un proceso progresivo de desindustriali-
amenazadas por la creciente urbanización zación, endeudamiento, concentración y
y proletarización de los sectores populares. extranjerización de los bienes que se inició
Esto explica, en parte, la idealización bucó- durante la última dictadura y se continuó
lica de un campesinado imaginario como durante la década del 90.
paradigma del “auténtico modo de ser”, Esta situación tiene su correlato en la pro-
e, indirectamente, la deslegitimación de la ducción, circulación –con las respectivas
nueva cultura popular, urbana e industrial. instancias e instituciones de legitimación– y
A su vez y en apariencia, el folclore –como apropiación del arte. Por lo tanto, la socie-
categoría que rotula una parte de la cultura dad industrial, lúcidamente señalada por
popular– representaba cierta reacción de Eco como marco para el desarrollo de la cul-
sectores letrados a una concepción de la tura de masas, tendría en nuestra realidad
realidad sociocultural e histórica linealmen- nacional y continental una serie de matices
te evolucionista y etnocéntrica (centroeu- significativos. En nuestro panorama cultural,

7
La primera utilización formal del término folclore se le adjudica, no casualmente, a un arqueólogo inglés llamado Williams
Thoms, en 1846, aunque el prefijo proviene del alemán volk y fue utilizado por muchos intelectuales de toda Europa a
comienzos del siglo xix.

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además de las profundas asimetrías deriva- cenario cultural argentino. De este modo,
das de la inequidad social, existen desarrollos el interior, empobrecido desde la economía
culturales acordes con distintas realidades colonial pero tenaz opositor a las políticas
regionales e históricas. Podemos observar, de dependencia –fundamentalmente las
en función del momento histórico como así implementadas por la generación del 80–,
también de la región (cultural y geográfica) con mayor ascendencia aborigen en su
en que se han desarrollado, procesos diacró- proceso de mestizaje, productor de mate-
nicos y sincrónicos muy diversos. rias primas de origen agropecuario, y por lo
Esta complejidad no puede analizarse tanto rural, incorporó el paradigma folcló-
por fuera de la traumática fragmentación rico proveniente de Europa, y en gran me-
política de América Latina a lo largo del dida de sectores de elite, como el legítimo
siglo xix, y atravesada en nuestro país por portador de su identidad.
una dicotomía política fundacional herede- En la ciudad puerto de Buenos Aires y sus
ra también de las confrontaciones ideoló- alrededores, conducida por una elite liberal
gicas posteriores a la Revolución de Mayo: de origen mercantilista devenida en terra-
el interior versus Buenos Aires; unitarios li- teniente, con abruptos crecimientos de-
berales (autonomistas o centralistas) versus mográficos producto de las diferentes olas
federales (neofeudales o revolucionarios). inmigratorias y sus consecuentes procesos
Esta situación tal vez dé cuenta de la exis- de mestizaje –condensados por el grado de
tencia de dos grandes grupos genéricos explotación y exclusión social al que fue-
representativos de la identidad musical ron sometidos los inmigrantes y migrantes
fundacional: el denominado folclore argen- pobres–, se forjaba una identidad musical
tino, derivado de la zamacueca o “ternario urbana a partir de la milonga bailada (he-
colonial” y la música binaria del altiplano; y redera de diversas danzas populares euro-
la música rioplatense argentina, fundamen- peas reinterpretadas por criollos mestizos y
talmente el tango y la milonga.8 esclavos negros), la murga y la comparsa
Al interior de cada una de estas reali- callejera (con antecedentes españoles y de
dades confrontadas existen, a su vez, ten- diversas procedencias de los esclavos ne-
siones, disputas, contradicciones de clase gros), y un tango cantado y tocado con un
y heterogeneidades identitarias (genera- altísimo grado de complejidad técnica que
cionales, regionales, etc.) atravesadas dia- terminó de cristalizar la identidad porteña.
crónicamente por la historia. Sin duda, las En la otra costa del Río de la Plata,9 y en el
disputas entre estos dos bloques políticos, marco de una gran semejanza cultural con
desplegadas a lo largo de un siglo muy sig- Buenos Aires, se dio un mayor y más soste-
nificativo en el proceso de configuración de nido desarrollo de la música de comparsa
nuestro país –desde la independencia has- y procesión callejera en su versión blanca
ta la etapa denominada de “democracia con la murga, y su versión negra con el
ampliada” encabezada por Irigoyen–, han candombe. En este último género se mani-
tenido un fuerte y vigente impacto en el es- fiestan en forma más clara las concepciones

8
La milonga representa también al mundo semirural de finales del siglo xix y principios del siglo xx de la periferia de la
Capital Federal y el interior de la provincia de Buenos Aires. Es importante señalar que ambos grupos genéricos poseen un
repertorio prolífero y de un nivel de profundidad y riqueza musical como pocos en el mundo, y dan lugar a permanentes
reinterpretaciones y nuevas derivaciones extraordinarias.
9
Recordemos que la Banda Oriental, posteriormente independizada con el nombre de República Oriental del Uruguay,
fue forzosamente separada de las Provincias Unidas del Río de la Plata por presión e intervención de Inglaterra (Francia
en menor medida), el Imperio portugués y la activa complicidad de Rivadavia, a partir de la derrota del proyecto político
revolucionario encabezado por Artigas.
10
En Montevideo, la población negra y sus descendientes ha sido más significativa que en Buenos Aires por diversas razo-
nes históricas (entre ellas, seguramente, Artigas ha de ser una importante).

29
cercanas al sustancialismo de tipo biológico gaucho nómade o montonero perseguido
genético asociadas a la raza.10 Según esta por Sarmiento, y luego idealizado poética-
concepción, las manifestaciones culturales mente por la elite ilustrada, pasando por el
están en gran medida predeterminadas por compadrito orillero y arrabalero, hasta el
el color de la epidermis –la raza– y no en inmigrante obrero y campesino que, jun-
todo caso por las condiciones sociales que to con el cabecita negra que migra hacia
los negros compartían: ser esclavos. En este la ciudad industrial con el peronismo, va a
sentido, se mistifica la ascendencia con el terminar constituyendo, junto al rock na-
mote eufemístico de “afro” y se realizan cional, el tercer grupo de música popular
discriminaciones positivas (en general con representativo de la Argentina: la cumbia y
la intención de reivindicar esa cultura silen- el cuarteto.
ciada) del tipo “la cultura o la música afro Estos géneros, herederos mestizos de la
uruguaya”. Claro que deberíamos analizar, polca, la tarantela y el paso doble, la cum-
en primer lugar, si es posible encontrar ras- bia colombiana y la saya boliviana, confi-
gos culturales comunes entre las distintas guran el tercer conjunto de música popular
regiones de donde provenían los esclavos,11 argentina desarrollado desde mediados del
y si esos rasgos tienen relación con los de- siglo xx hasta la actualidad. A pesar de ser
sarrollos criollos de dicha cultura originaria heterogéneas en diversos aspectos del len-
a lo largo del tiempo y las generaciones, guaje, estas músicas poseen rasgos comu-
y, en segundo lugar, por qué no se realiza nes presentes en gran parte de la música
la misma operación conceptual cuando se popular latinoamericana: la danza y, en me-
habla de otras músicas con influencia mar- nor medida, otros rituales y usos sociales,
cadamente europea y blanca (por ejemplo, el conflicto rítmico –expresado sobre todo
nadie denomina al vals música “euro uru- mediante la superposición acentual distri-
guaya” o “blanco peruana”). buida en el registro– y la presencia prota-
En nuestro país, este tipo de enfoques gónica de la palabra cantada, con todas sus
no se ha desarrollado debido al mayor implicancias semánticas, poéticas, políticas
porcentaje de inmigrantes de ascendencia y sociales. Estos tres rasgos, presentes en
europea que, sumado al genocidio abori- gran parte del repertorio latinoamericano
gen, terminaron de conformar la base de- de los últimos dos siglos, dan cuenta de
mográfica. Situación que también ha sido una historia común de luchas y ruidosos
exagerada desde la mirada centralista por- silencios, y de un obstinado presente que
teña, dado que sobre todo en el interior encuentra en la música de hoy el eco de los
más antiguo12 el mestizaje histórico ha sido proyectos integradores de Bolívar, Artigas,
más complejo y con una marcada heren- Moreno y San Martín.
cia aborigen (calchaquí, araucana, guaraní,
etc., rebautizados por el peronismo como
“cabecitas negras”). De allí que, y en con-
sonancia con el escenario musical descrito,
los personajes paradigmáticos construi- Bibliografía
dos y transformados en íconos de nuestra ARGUMEDO, Alcira: Los silencios y las voces en
identidad han sido heterogéneos: desde el América Latina, Buenos Aires, Ediciones del Pen-

11
Una de las principales tácticas esclavistas consistía, ni bien arribados a América los contingentes de esclavos, en mez-
clarlos (distintas lenguas y costumbres, a veces de manifiesta enemistad en sus lugares de origen) de modo tal de que les
resultara difícil luchar unificadamente por su liberación. Ver: Luis Ferreira, Los tambores del candombe, 1997.
12
Nos referimos a las rutas coloniales hacia el Alto Perú (centro político económico hasta la creación del Virreinato del Río
de la Plata, en 1776), en mayor medida, y en menor medida hacia Chile (Cuyo) y el Litoral (Paraguay y Brasil).

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Artículo
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