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I. Análisis de los capítulos del libro: “El abogado de las brujas” de Gustav
Henningsen.
Gustav Henningsen, especialista en tradiciones populares y magíster artium en
Folkloristica Nórdica por la universidad de Copenhague, es el autor del texto
“El abogado de las brujas” publicado en castellano en 1983. Gustav dedicó gran
parte de su vida investigando sobre la inquisición y brujería en España, y
analizando el “Banco de datos del Santo Oficio”. El texto se sitúa a principios
del siglo XVII en los países Vascos, momento histórico en el cual tuvo gran
precedencia la “caza de brujas”. Gustav trata diferentes temas referentes a este
acontecimiento histórico, construyendo una línea de tiempo en torno a los
sucesos que en él se presentaron; expone desde los inicios de la caza de brujas,
las motivaciones y datos históricos que conllevaron a esta, pasando por la
inquisición, la persecución, la solución al problema, y finalmente, algunas
reflexiones. El autor se identifica por plasmar sus ideas desde una mirada más
holística, más completa y no a base de otras investigaciones como lo han hecho
numerosos autores citados y mencionados a lo largo del texto, que presentan
ideas preconcebidas y basadas en la investigación de otro.
Gustav inicia su texto hablando de las brujas de Zugarramurdi, donde cita al
autor Pierre de Lancre, quien en la época formó parte de los jueces que
pronunciaron sentencias y realizaron interrogatorios a los sospechosos de
brujería. Argumenta que esta persecución fue de base corrupta y proporcionó
información fragmentaria la cual más adelante diferentes autores como Jules
Michelat, Margaret Murray y Montague Summers usaron para sacar sus propias
conclusiones. Autores como los mencionados presentaron interpretaciones
marxistas y feministas que Gustav en su texto resulta criticando, pues surgieron
de esta “historia a medias” que entregó Lancre, de una persecución sin
escrúpulos y poco racional. A diferencia de estos autores, Gustav se esmeró por
empezar desde el principio de la historia, donde aún reinaba la paz y la
concordia en los pueblos españoles (Henningsen: p. 45-46).
Tomando como referencia la línea de tiempo planteada por Gustav en su texto,
se puede observar cómo desde un inicio se fue constituyendo una “filosofía
brujesca”, llamada así por el autor en su obra (Henningsen: p. 46), como parte
de la vida cotidiana; donde todo evento o suceso que afectaba a las personas era
justificado como un acto proveniente de las brujas. La creencia en la brujería fue
tanta que era la explicación para todo, hasta para lo que parecía ser natural,
como lo son las lluvias, temblores, etc. La sociedad vivía inmersa en la brujería,
estas eran las culpables de todo lo que le sucedía a las personas, desgracias
como la infertilidad en las tierras o en las mujeres, la muerte de ganados, la
pérdida de hijos, eran unos de los cuantos eventos que se podían identificar
como actos de brujería. Cualquiera podía denunciar a una persona de bruja sin
siquiera tener argumentos válidos para tales declaraciones, desde motivaciones
como una enemistad entre vecinos, o simplemente una “mal mirada” bastaba
para involucrar a cualquier persona en este delito tanto para la iglesia como para
el poder secular. Estas personas juzgadas con argumentos poco válidos pasaban
a ser interrogadas por los inquisidores quienes de ninguna manera podían tener
nexos heréticos. Se hacían interrogatorios individuales y privados a base de
pruebas dudosas y testigos falsos o presionados, conducían a la respuesta que
querían oír, la confesión del acusado, así fuese una confesión falsa o culpa
errónea; es aquí donde entra en juego el poder de la sugestión, donde se jugaba
con la mente de las personas para hacer creer algo que en realidad no sucede.
De esta manera fueron continuando los sucesos que construyeron la “caza de
brujas” como la cuenta Gustav en su texto, sin embargo, da cuenta de que no
todos seguían los mismo caminos de la sugestión y la fantasía como la define el
autor. Dentro de esta línea de tiempo llega un personaje que funcionó como
punto de partida o división en esta era de persecución y caza. Un inquisidor
llamado Alonso Salazar que cambió el rumbo del tribunal; se dedicó a retomar
las cosas y analizarlas desde cero, tomando en consideración que los
inquisidores que lo acompañaban, Becerra y Juan DeValle, se estaban basando
en archivos de hace más de 100 años atrás. Es de esta manera como Gustav
inicia hablando de Salazar como la persona que evitó un posible holocausto
gracias a su escepticismo y racionalidad frente al tema, por esta misma razón,
fue acusado por Becerra y DeValle de tener ciertas conexiones con el diablo.
Salazar confronta a los acusados de brujería buscando solo la verdad y se da
cuenta que hay muchas acusaciones falsas basadas en interés propio. También
logra tener en cuenta el contexto social en el que vive la gente y cómo esto
influye dentro de esta problemática. Concluyó que “no hubo brujos ni
embrujados hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos” (Henningsen: p. 9)
Gracias a estas actitudes, se reconoció que todo aquél revuelo se debió a una
falsa alarma y raíz de esto se introdujeron rigurosas reglas para reconocer a las
brujas o brujos (Aguirre, J. 2010- 2011). Salazar fue reconocido como “El
abogado de las brujas”.
Gustav dejó claro y demostró en su texto su fidelidad y apoyo a las creencias y
actos de Salazar, un hombre en búsqueda de la verdad, que no juzga sin
conocer argumentos reales, valiente para desenmascarar a los corruptos. Desde
mi punto de vista, el mismo Gustav se pudo llegar a sentir identificado con
Salazar y sus actitudes, de tal manera que si él hubiese estado presente en tal
época, actuaría igual a este inquisidor.
El texto de Gustav analizado previamente reúne escrupulosamente los detalles
de la investigación inmersiva que vivió el autor en torno al tema de la caza de
brujas, dejando a un lado los estereotipos o estigmas en el que se tiene
identificado el tema. A mi punto de vista personal, el texto es una especie de
defensa y homenaje a las personas de estos países quienes fueron juzgadas
injustamente por un grave error de la sociedad. No percibo una defensa
directamente a los llamados “brujos” o “herejes”, sino más bien a los que en
algún momento fueron acusados siendo o no personas pertenecientes a estos
grupos. El autor se esmeró en contar la verdad, en expresar cada detalle de lo
que fue la caza de brujas sin basarse en investigaciones de otros autores que
trataron el tema, por este motivo, cada subtema que menciona el autor a lo largo
del texto relata los detalles reales, sin sesgos o estigmas, por lo cual los lectores
pueden sentir la tranquilidad de estar absorbiendo información pura. Esto aporta
en gran medida el tema central que se está tratando, puesto que proporciona un
punto de partida limpio para quienes quieran seguir desarrollando el tema, y de
esta manera evitar la propagación de información fragmentada.
Bibliografía
- Aguirre, J. (2010). Gustav Henningsen, Folclorista e historiador.
- Coria, J. (2010). El abogado de las brujas.
- Henningsen, G. (1983). El abogado de las brujas, Brujería vasca e
inquisición española. Madrid: Alianza editorial.