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SUEÑO

1.Al amor de la lumbre

Dulcissime vanus Homems

Al amor de la lumbre cuya llama


como una cresta de la mar ondea.
Se oye fuera la lluvia que gotea
sobre los chopos. Previsora el ama

supo ordenar se me temple la cama


con sahumerio. En tanto la Odisea
montes y valles de mi pecho orea
de sus ficciones con la rica trama

preparándome el sueño. Del castaño


que más de cien generaciones de hoja
criara y vio morir, cabe el escaño

abrasándose el tronco con su roja


brasa me reconforta. ¡Dulce engaño
la ballesta de mi inquietud afloja!
-MIGUEL UNAMUNO

2. EN UN CEMENTERIO DE LUGAR CASTELLANO

Corral de muertos, entre pobres tapias,


hechas también de barro,
pobre corral donde la hoz no siega,
sólo una cruz, en el desierto campo
señala tu destino.
Junto a esas tapias buscan el amparo
del hostigo del cierzo las ovejas
al pasar trashumantes en rebaño,
y en ellas rompen de la vana historia,
como las olas, los rumores vanos.
Como un islote en junio,
te ciñe el mar dorado
de las espigas que a la brisa ondean,
y canta sobre ti la alondra el canto
de la cosecha.
Cuando baja en la lluvia el cielo al campo
baja también sobre la santa hierba
donde la hoz no corta,
de tu rincón, ¡pobre corral de muertos!,
y sienten en sus huesos el reclamo
del riego de la vida.
Salvan tus cercas de mampuesto y barro
las aladas semillas,
o te las llevan con piedad los pájaros,
y crecen escondidas amapolas,
clavelinas, magarzas, brezos, cardos,
entre arrumbadas cruces,
no más que de las aves libres pasto.
Cavan tan sólo en tu maleza brava,
corral sagrado,
para de un alma que sufrió en el mundo
sembrar el grano;
luego sobre esa siembra
¡barbecho largo!
Cerca de ti el camino de los vivos,
no como tú, con tapias, no cercado,
por donde van y vienen,
ya riendo o llorando,
¡rompiendo con sus risas o sus lloros
el silencio inmortal de tu cercado!
Después que lento el sol tomó ya tierra,
y sube al cielo el páramo
a la hora del recuerdo,
al toque de oraciones y descanso,
la tosca cruz de piedra
de tus tapias de barro
queda, como un guardián que nunca duerme,
de la campiña el sueño vigilando.
No hay cruz sobre la iglesia de los vivos,
en torno de la cual duerme el poblado;
la cruz, cual perro fiel, ampara el sueño
de los muertos al cielo acorralados.
¡Y desde el cielo de la noche, Cristo,
el Pastor Soberano,
con infinitos ojos centelleantes,
recuenta las ovejas del rebaño!
¡Pobre corral de muertos entre tapias
hechas del mismo barro,
sólo una cruz distingue tu destino
en la desierta soledad del campo!
-MIGUEL UNAMUNO

3.HASTA QUE SE ME FUE NO HE DESCUBIERTO… (SUEÑO Y MUERTE)


Hasta que se me fue no he descubierto
todo lo que la quise;
yo creía quererla; no sabía
lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
costumbre..., que se dice...;
pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
a quien nadie resiste.

Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas


en ella nací al írseme;
lo que creí yo sueño era la vela;
he nacido al morirme.

Por fin ya sé quién soy... no lo sabía...


¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
lo que la nada dice?

Mi madre nació en mí en aquel día


que se me fue Teresa... Madre, dime
de dónde vine, adónde voy perdido,
por qué al amor me diste...
-MIGUEL UNAMUNO

4.MORIR SOÑANDO (SUEÑO Y MUERTE)


Au fait, se disait-il a lui-même, il parait que
mon destin est de mourir en rêvant.
(Stendhal, Le Rouge et le Noir, LXX,
«La tranquillité»)

Morir soñando, sí, mas si se sueña


morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña


del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?


¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida


escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?
-MIGUEL UNAMUNO

5.OFELIA DE DINAMARCA
Rosa de nube de carne
Ofelia de Dinamarca,
tu mirada, sueñe o duerma,
es de Esfinge la mirada.
En el azul del abismo
de tus niñas - todo o nada,
?ser o no ser?-, ¿es espuma
o poso de vida tu alma?

No te vayas monja, espérame


cantando viejas baladas,
suéñame mientras te sueño,
brízame la hora que falta.
Y si los sueños se esfuman
- ?el resto es silencio? -, almohada
hazme de tus muslos, virgen.
-MIGUEL UNAMUNO

MUERTE
1.ME DESTIERRO A LA MEMORIA
Me destierro a la memoria,
voy a vivir del recuerdo.
Buscadme, si me os pierdo,
en el yermo de la historia,

que es enfermedad la vida


y muero viviendo enfermo.
Me voy, pues, me voy al yermo
donde la muerte me olvida.

Y os llevo conmigo, hermanos,


para poblar mi desierto.
Cuando me creáis más muerto
retemblaré en vuestras manos.

Aquí os dejo mi alma-libro,


hombre-mundo verdadero.
Cuando vibres todo entero,
soy yo, lector, que en ti vibro.
-MIGUEL UNAMUNO

2.SI TÚ Y YO, TERESA MÍA, NUNCA…


Si tú y yo, Teresa mía, nunca
nos hubiéramos visto,
nos hubiéramos muerto sin saberlo:
no habríamos vivido.

Tu sabes que morirse, vida mía,


pero tienes sentido
de que vives en mí, y viva aguardas
que a ti torne yo vivo.

Por el amor supimos de la muerte;


por el amor supimos
que se muere; sabemos que se vive
cuando llega el morirnos.

Vivir es solamente, vida mía,


saber que se ha vivido,
es morirse a sabiendas dando gracias
a Dios de haber nacido.
-MIGUEL UNAMUNO

3.EL CRIMEN FUE EN GRANADA


1. El crimen

Se le vio, caminando entre fusiles,


por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
?sangre en la frente y plomo en las entrañas?
... Que fue en Granada el crimen
sabed ?¡pobre Granada!?, en su Granada.

2. El poeta y la muerte

Se le vio caminar solo con Ella,


sin miedo a su guadaña.
?Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque? yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»

3.

Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
-ANTONIO MACHADO

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