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están supeditados los otros dos […] Todo el esfuerzo del Buddha tiende a conseguir dicho silencio y, para ello, el Buddha
y el budismo han puesto en primer lugar no la especulación o una doctrina, sino la meditación, la contemplación, la
quietud de la mente, el silencio interior». R. Panikkar, El silencio del Buddha. Una introducción al ateísmo religioso.
«Tres maneras hay de silencio. El primero es de palabras, el segundo de deseos y el tercero de pensamiento. En el primero,
de palabra, se alcanza la virtud; en el segundo, de deseos, se consigue la quietud; en el tercero, de pensamiento, el interior
recogimiento. No hablando, no deseando, no pensando, se llega al verdadero y perfecto silencio místico, en el cual habla
Dios con el ánima, se comunica y la enseña en su más íntimo fondo la más perfecta y alta sabiduría». Miguel de Molinos,
Guía espiritual.
«Atenderé a mis caminos para no pecar con mi lengua […] Quedé silencioso, mudo; callé aun el bien». Salmos (39,2-3).
«En el mucho charlar no falta el pecado, el que refrena sus labios es sabio». Proverbios (10,19)
«La función del lenguaje de conducir la realidad puede convertirse asimismo, en cuanto tal, en función alienadora de la
realidad. El mundo concebido lingüísticamente es de hecho, en primer lugar y mayormente, una red mundial y una jaula
mundial, en las que estamos atrapados». Shizuteru Ueda, filósofo japonés.
“En los estados germinales, intermedios y finales de la actividad humana está el silencio escondido en medio de las
turbulencias y algarabías; incluso se podría decir que el lenguaje es la excusa para que emerja el silencio; éste sobreviene
cuando callan todas las voces, y contiene a su vez cada uno de los susurros y estruendos; es el vasto reservorio al que van
a parar todos los sonidos; el silencio no es la antítesis de la palabra, es el receptáculo donde se asienta la misma. En el
Tao te ching (XLI) leemos: «El gran sonido es silencioso».” María Teresa Román López, Reflexiones sobre el silencio y el
lenguaje a la luz de oriente y occidente.
“«El que va conociendo, no habla; el que habla, no conoce» (Laotse, del Tao). Callar es un medio de contemplar el todo.
Las palabras son un medio para dividir en partes. El «todo» no puede ser ni visto ni hecho, sólo puede ser callado y no
expresado. En esto se funda el desconcierto de los poetas: Al intentar dar forma a sus visiones, éstas se escurren entre
las palabras.” María Teresa Román López, Reflexiones sobre el silencio y el lenguaje a la luz de oriente y occidente.
«La palabra perfecta es la ausencia de palabras» (Zhuangzi, filósofo taoísta de la antigua China, XXII.XI); «El que no habla,
se hace uno con la naturaleza de las cosas» (XXVII, I). Y en el Tao te ching leemos: «El que sabe no habla, el que habla no
sabe»
Kierkegaard dijo: «El estado actual del mundo es morboso, toda la vida está enferma. Si yo fuera médico, y se me
preguntase: ¿qué aconsejas? contestaría: ¡silencio! Procura que los hombres se callen. La palabra de Dios no puede ser
oída de esta manera. Y si se la proclama estrepitosamente, con la aplicación de medios ruidosos, de modo que sea oída
aun en medio del ruido, ya no es la palabra de Dios. Por lo tanto, ¡silencio!»
“Pascal está más cerca de la corriente principal de la sensibilidad clásica de Occidente cuando dice que el silencio del
espacio cósmico le aterra. Para el taoísta ese mismo silencio transmite la tranquilidad y la inminencia de Dios. La primacía
de la palabra, de lo que puede decirse y comunicarse en el discurso, es característica del genio griego y judío y llegó hasta
el cristianismo. El sentido clásico y el sentido cristiano del mundo se esfuerzan para ordenar la realidad bajo el régimen
del lenguaje.
“La obra entera de Wittgenstein (filósofo vienés) comienza preguntándose si hay una relación verificable entre la palabra
y el hecho. Lo que llamamos hecho podría ser acaso un velo tejido por el lenguaje para alejar al intelecto de la realidad.
Wittgenstein nos obliga a preguntamos si puede hablarse de la realidad, si el habla no será sólo una especie de regresión
infinita, palabras pronunciadas a propósito de otras palabras.[…] El lenguaje sólo puede ocuparse significativamente de
un segmento de la realidad particular y restringido. El resto —y, presumiblemente, la mayor parte— es silencio.” G.
Steiner, El lenguaje y el silencio.
“Poseedor del habla, poseído por ésta, cuando la palabra eligió la tosquedad y la flaqueza de la condición humana como
morada de su propia vida imperiosa, la persona humana se liberó del gran silencio de la materia.” G. Steiner, El lenguaje
y el silencio.
“[Se escucha] en uno de los últimos mensajes recibidos por el mundo exterior durante el alzamiento del gueto de Varsovia
[durante la ocupación de los nazis]: «El mundo está en silencio. El mundo sabe (es inconcebible que no sepa) y permanece
en silencio. El vicario de Dios en el Vaticano permanece en silencio; hay silencio en Londres y Washington; los judíos
estadounidenses permanecen en silencio. Este silencio es sorprendente y horroroso».” G. Steiner, El lenguaje y el silencio.
“El parloteo constante de nuestra mente y de nuestra boca agotan el Chi y nos debilitan considerablemente. La mente
evita el silencio porque el silencio no tiene límites no tiene forma y no se puede definir. Aprende a ser como el Universo
escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios.” (del Tao)
“El silencio habla siempre, es el flujo perenne del “lenguaje”. Es interrumpido por la palabra pues las palabras obstruyen
este “lenguaje” mudo. Las conferencias pueden entretener a las personas por horas sin mejorarlas. Por otra parte el
silencio es permanente y beneficia a toda la humanidad... El silencio es elocuencia incesante. Es el mejor lenguaje.” de Sri
Ramana Maharshi, hinduista indio.