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AMÉRICA DESPUÉS DE LAS INDEPENDENCIAS

Fueron tres siglos de dominio español y tras las guerras por la independencia
quedaron asuntos sin resolver. América no se convirtió en una sola nación, que era
uno de los anhelos del Libertador, los conflictos por el poder se multiplicaron, las
divisiones y disputas territoriales se agudizaron. En sus últimos días de vida, durante
un recorrido por el curso del río Magdalena, Simón Bolívar vio viudas que parecían
cuervos, tal como narra García Márquez en ‘El general en su laberinto’. Durante esa
difícil transición, después de tantas batallas, quedaron flotando muchas dudas. En
uno de esos contactos personales con la gente, alguien pregunta al Libertador: “Ya
tenemos la independencia general, ahora díganos ¿qué hacemos con ella?”. El
general murió en Santa Marta en 1830, cuando la Gran Colombia comenzaba a
desintegrarse. No vio lo que vino a continuación, guerras por problemas limítrofes
que no fueron resueltos por los españoles. Después de ese dominio comenzaron a
llegar otras potencias con intereses diferentes. Entre esos conflictos destaca la
Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay) contra Paraguay, entre 1864
y 1870. En el mismo siglo, se libró la Guerra del Pacífico (1879-1883), conocida
también como el conflicto del guano y del salitre. Tres países en conflicto: Bolivia,
Perú y Chile. La más perjudicada por esa guerra, que se escenificó en el mar y en
el desierto, fue Bolivia porque perdió su soberanía marítima. En el siglo siguiente la
guerra del Chaco (1932-1935), que enfrentó a Bolivia con Paraguay. En 1941 y en
1995 se registraron los conflictos Ecuador-Perú. Cada guerra tiene sus
consecuencias nefastas de miseria y dolor, también la pérdida de extensos
territorios. Las heridas y los recelos entre los países demoran mucho en cicatrizar.
Pero no siempre se pierde territorio en un conflicto bélico, ese es el caso sui géneris
de Bolivia con el estado brasileño de Acre. El legendario Barón de Río Branco,
considerado el padre de la diplomacia brasileña, fue el autor de este “acuerdo” que
derivó en la pérdida para Bolivia del estado amazónico de Acre. Esos territorios
fueron bolivianos como consecuencia de un Tratado firmado en 1867, mediante el
cual se garantizaba la neutralidad de La Paz durante la guerra de la Triple Alianza.
Bolivia nunca logró posicionarse por completo en un territorio, que fue ocupado por
productores brasileños de caucho e inversores de Estados Unidos, Gran Bretaña y
Francia. En 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis, Brasil se quedó con 142 900
kilómetros cuadrados, más 48 100 km2 que nunca estuvieron en disputa. A Bolivia
le dieron 3 000 km2 y una salida al Alto Paraguay, una compensación de dos
millones de libras esterlinas y el ofrecimiento de construir el ferrocarril Madeira-
Mamoré, que nunca se concretó.
SURGIMIENTO DE LOS ESTADOS
El Estado Moderno surgió entre los siglos XV y XVI, cuando los reyes aprovecharon
la crisis del feudalismo para retomar su poder, y su proceso de surgimiento se
aceleró en el Renacimiento, con profundas transformaciones en los mecanismos
del gobierno y en el ejercicio del poder.
Este proceso estuvo respaldado por la burguesía, clase social que se fue
fortaleciendo con este tipo de Estado. El Estado moderno poseía identidad, estaba
organizado, estructurado y era formal; era reconocido políticamente por esto y el
poder estaba centralizado. Su formación tuvo varias consecuencias a nivel político,
económico y social.
A partir de los siglos XIV y XV, los reyes europeos iniciaron el proceso de formación
del Estado moderno, al comenzar a concentrar y centralizar el dominio sobre sus
tierras. Aprovechando la crisis que enfrentaban los señoríos tras las guerras,
hicieron pactos con los señores feudales para recibir sus tierras a cambio de algún
privilegio, o si no debieron reconquistarlas a través de guerras sangrientas.
Los reyes fueron "ayudados" en este proceso por los burgueses que deseaban
desprenderse de los señores feudales, ya que se veían perjudicados por la
condición de vasallos de éstos y la economía feudal. Para asegurar la
gobernabilidad, el respeto de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones el
Estado cuenta con diversos organismos, conformados por funcionarios, que crean
las leyes.
Sin embargo, hay posturas que consideran que el surgimiento del Estado moderno
no significó una ruptura total con las estructuras políticas medievales puesto que la
aristocracia feudal conservó su poder político sobre las masas rurales, de tal manera
que “El absolutismo fue esencialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado
de dominación feudal (…) fue el nuevo caparazón político de una nobleza
amenazada”.1 No obstante es claro que con el Estado moderno surgieron
estructuras gubernamentales nuevas.
Hacia finales del siglo XV la autoridad monárquica y la unidad política lograron
estabilizarse a niveles nacionales,2 dando lugar a las primeras monarquías con
elementos constitutivos modernos, como fue el caso de los reinados de Luis XI en
Francia, los Reyes Católicos en España y Enrique VII en Inglaterra.
AMÉRICA LATINA EN EL SIGLO XIX
Una vez alcanzada la independencia de España y
de Portugal, los nuevos Estados latinoamericanos
se convirtieron, con alguna excepción, en
sistemas republicanos de corte liberal,
controlados por los criollos, los principales
promotores y beneficiarios de los procesos
emancipadores. El primer problema interno casi
común fue el mantenimiento, cuando no el
incremento, de la desigualdad social. Los criollos contaban con todos los resortes
del poder político y económico, frente al resto de la población, eminentemente
campesina. El segundo problema de estos Estados fue la inestabilidad política que
padecieron y que generó dictaduras y el fenómeno del caudillaje. Muchos
terratenientes decidieron intervenir en política. Levantaron ejércitos y movilizaron a
la población de sus extensas propiedades para hacerse con el poder. El uruguayo
José Artigas destacó en la zona rioplatense al reunir bajo su mando a muchos
caudillos locales en la década de los veinte del siglo XIX. En Paraguay, los caudillos
rurales del Partido Blanco fueron muy activos. Por fin, en Argentina brilló entre todos
los caudillos la figura de Juan Manuel de Rosas, que dominó la vida política del país
entre 1820 y 1852. En la zona norte de la América Latina uno de los hechos más
destacados fue la guerra entablada entre Estados Unidos y México, que se inició en
el año 1846. El resultado de la contienda fue muy grave para México, ya que en
1848 perdió casi el 50% de su territorio. Eso provocó la creación de nuevos estados
que se integraron en los Estados Unidos: Texas, California, Nevada, Utah, Nuevo
México y Colorado.
Bajo la presidencia de Benito Juárez, el país sufrió la invasión de tropas francesas,
españolas y británicas para obligar al país a pagar sus deudas. Pero muy pronto se
vio el interés de Napoleón III por imponer un nuevo sistema político en el país más
acorde con ciertos intereses económicos relacionados con la posibilidad de
construir un nuevo canal interoceánico. Para ello, impuso al príncipe Maximiliano de
Habsburgo como emperador, aunque el experimento político terminaría en un
fracaso rotundo y con la vida del propio emperador.
En el cono sur destacaría Argentina. Conseguida la independencia en 1816, el país
entró en una serie de conflictos internos, como hemos tenido oportunidad de
apuntar, aunque con el tiempo consiguió cierta estabilidad unida a un gran
desarrollo económico bajo las presidencias de Mitre y Sarmiento, al comenzar a ser
explotada la inmensa riqueza ganadera del país, vinculándose con la exportación.
Muy pronto, Argentina se convertiría en tierra de acogida de inmigrantes italianos y
españoles. Por su parte, Brasil se proclamó imperio independiente de Portugal en
el año 1822, iniciando una época de expansión agrícola bajo el gobierno del
emperador Pedro I.
PERIODO CONSERVADOR Y QUE PASO CON BELICE
En 1821, Guatemala se declaró independiente de España y se inició una pugna
entre los grupos más conservadores de la sociedad –que después se agruparon en
las filas del Partido Conservador– y los ideólogos del liberalismo político que
formaron el Partido Liberal. Las luchas entre liberales y conservadores enturbiaron
los primeros años de la independencia y el Congreso Federal de 1823, fue escenario
de los intentos de las facciones para conquistar el poder político y económico del
país (Móbil, 2011).
Después de muchos problemas, en 1831, el doctor Mariano Gálvez llegó a ocupar
la primera magistratura del Estado de Guatemala. Gálvez inició una profunda labor
de reestructuración del Estado, que comprendió un control sobre los bienes de la
iglesia y la expulsión del arzobispo Ramón Casaus y Torres. Este control consistió
además de la supresión de los tributos que se pagaban a la iglesia, la confiscación
de sus bienes, la supresión de asuetos religiosos, la autorización del matrimonio
civil y la legislación del divorcio (Móbil, 2011).
Además, puso en evidencia el sistema lancasteriano de educación, creó una
escuela de minerología y otra de educación moral, y sustituyó la Universidad de
Guatemala por una Academia de Estudios (Móbil, 2011).
Gálvez también inició una política de colonización de tierras incultas que serían
pobladas por extranjeros, la cual motivó la resistencia de los terratenientes, quienes
veían amenazada su propiedad. A la vez, cambió el sistema de tributación y recurrió
a establecer un impuesto de dos pesos per cápita, utilizó los bienes de la iglesia e
impuso préstamos forzosos a los propietarios ricos. También estableció un impuesto
de viabilidad que soportaron principalmente los campesinos, con el objetivo de
ampliar la red de carreteras del país (Móbil, 2011).
Historia Belice: A lo largo de la historia, Guatemala ha hecho innumerables intentos
por resolver la disputa territorial, encontrando siempre la oposición primero de Gran
Bretaña y luego de Belice, por lo que considera la evidente conveniencia de
mantener el statu quo de ocupación ilegítima del territorio de Belice.1 Aunque en
1991, el gobierno de Guatemala reconoció la independencia de Belice, éste se
refería a la determinación del pueblo beliceño, pero dejó pendiente el asunto del
diferendo territorial.
CAUDILLISMO
El caudillismo' es un fenómeno político y social surgido durante el siglo XIX en
Hispanoamérica. Consiste en la llegada de líderes carismáticos a cada país cuya
forma de acceder al poder y llegar al gobierno estaba basada en mecanismos
informales y difusos de reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes,
que depositaban en "el caudillo" la expresión de los intereses del conjunto y la
capacidad para resolver los problemas comunes. El caudillismo fue clave para la
dictadura y para las luchas entre los partidos políticos decimonónicos. El poder de
los caudillos se basaba en el apoyo de fracciones importantes de las masas
populares. Este apoyo popular se tornaba en su contra cuando las esperanzas
puestas en el poder entregado al caudillo se veían frustradas, y se decidía seguir a
otro caudillo que lograra convencer de su capacidad de mejorar el país o la
provincia. Este fenómeno se dio en América Latina durante prolongados períodos
de su historia republicana; en algunos casos desembocó en fuertes dictaduras,
represiones a la oposición y estancamiento económico y político, pero en otros
canalizó las primeras modalidades democráticas y federales en las repúblicas
latinoamericanas, así como proyectos de desarrollo autónomo, frente a las
expresiones políticas neocoloniales.
Causas: Las causas de la llegada del caudillismo fueron principalmente la ausencia
de consenso político y las teorías de gobierno utópicas de los aristócratas. Para
acceder al poder, los caudillos se rebelaban aliándose con militares, deponían al
gobernante actual, disolvían el Congreso y se auto proclamaban presidentes
provisionales. Después de un corto plazo se elegía un nuevo congreso y se
convocaba a elecciones presidenciales. En las elecciones salía elegido el caudillo
que había presidido anteriormente la revolución y deposición del antiguo gobernante
o diputados. Los principales partidarios de los caudillos, aparte de sus hombres de
armas de confianza, fueron los miembros de las clases enriquecidas. Así, estos
aseguraban un flujo de dinero para el Estado del caudillo de turno y este se
comprometía a darles beneficios.
El caudillismo se desarrolló principalmente en México pero no completamente ya
que sufrió ciertos detalles a partir de su desarrollo que no fueron siempre positivos
(donde hubo una gran cantidad de presidentes militares en 50 años); en Chile con
el gobierno de José Miguel Carrera a comienzos de la república; en Perú, donde
hubo tres grandes "periodos de militarismo": a los inicios de la república, durante la
reconstrucción nacional después de la guerra con Chile, y tras el oncenio de Leguía;
en Argentina con el gobierno de Juan Manuel de Rosas; en Colombia con el
gobierno de Pedro Alcántara Herrán que promovió a la vez la constitución de 1843;
y también en Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela.
ESTADO DEMOCRÁTICO
Según las clásicas clasificaciones de gobiernos encontramos que los filósofos de la
antigua Grecia (Platón primero y Aristóteles después) definían a la Monarquía como
el gobierno de uno; Aristocracia como el gobierno de pocos; y por último a la
Democracia como el gobierno de la multitud (Platón) o "de los más" (Aristóteles).
Etimológicamente encontramos que la terminología proviene de la antigua Grecia.
Encontramos en el diccionario de la real academia que la democracia es una
"doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno. Predominio
del pueblo en el gobierno político de un Estado."
El Estado Democrático está definido como "el gobierno de las mayorías, el gobierno
del pueblo y para el pueblo". Este sistema permite la participación del pueblo en la
esfera de gobierno, generalmente por medio del sufragio y del control sobre la toma
de decisiones de sus representantes. El estado democrático está fundamentado por
toda la organización política de la nación en conjunto, y a su vez identifica como
recurso indispensable para el constitucionalismo a la representación del pueblo por
dirigentes políticos, mejor conocido como democracia indirecta o representativa, y
por elementos de organización popular mejor conocidos como democracia directa
o participativa. Encontramos que la democracia participativa es superior a la
representativa, debido a que en la democracia representativa es el pueblo quien
acompaña a su represéntate elegido, lo supervisa, lo apoya y lo sanciona para que
este cumpla los propósitos de su representación, sin menospreciar sus aportes
personales.
Todo estado democrático debe respetar el principio de soberanía popular, que
contradice el establecimiento de monarcas o caudillos; y la regla de la mayoría, que
establece al sufragio como el método más efectivo para resolver controversias. En
un estado democrático todos los representantes o partidos políticos que participen
en el sufragio, deben someterse al mismo reglamento y respetar el resultado, ya
que este representa la voluntad de las mayorías electorales.
Podemos entender que la democracia no se presenta como una ideología
especifica, sino a formas y mecanismos para regular, a través de diferentes
normativas, la representación y el ejercicio del poder político. No se puede hablar
de democracia cuando el sistema no está fundamentado en los valores de igualdad,
libertad y pluralidad.

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