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Del paranoico empezamos a extraer, desde nuestro
trabajo del caso Wagner, otra enseftanza en la que debe-
mos profundizar: Wagner se declara responsable de sus
asesinatos, ;se declaraba por ello culpable? ;Abandonaba
con ello el terreno de la inocencia paranoica?
4De qué otro modo podemos pensar la relacién del
sujeto a la ley, la culpa y el supery6, alli donde el nom-
bre del padre ha sido forcluido? Si bien podemos sostener
que en la psicosis se esté sujeto a una ley superyoica, fal-
ta atin definir dicho supery6, all{ donde no se trata ya de
precariedad de la metafora paterna, sino, lisa yllanamente,
de su ausencia.
Superyé en la psicosisy pasaje al acto
El orden de la culpabilidad, més tardiamente reconocido
bajo el nombre de superyd, constituyé desde siempre en
Ja textualidad freudiana un eje fundamental, desde el cual
se trazaria toda una clinica diferencial. Verbigracia, en el
paranoico, se tratarfa, desde esas coordenadas, de la pues-
ta en juego del mecanismo de la proyeccién aplicado al
autorreproche, el cual, por tanto, vendrfa desde afuera, del
otto y dirigido contra el sujeto. El obsesivo, en cambio, se
defenderfa del autorreproche mediante la represién. Sos-
tiene Freud que en el paranoico hay una in-creencia en el
reproche: son los otros quienes lo culpan, él es inocente.
In-creencia que Lacan articulard a la forclusién del nom-
bre del padre. Esta proyeccién del reproche viene a ser
el modo singular en que, desde el delirio de persecucién
en el paranoico, se localiza el goce en el Otro", Manera
201 En a trode l
dice Lacan que la parano
in francesa de Las memorias de un neurépata,
aula que localiza el goceenelugur del Oto108 PASMIEAL ACOHOMICOA
singular de hacer entrar en las redes de la significacién un
goce de otro modo invasor. Goce que Schreber localizaba
en Dios, y Wagner, como vimos, lo ponia en boca de los
habitantes de Mihlhausen que no cesaban de difamarlo
-se burlaban, lo inculpaban-, y sobre quienes recaerfa su.
brazo vengador y asesino.
En una precisa sintesis, Soler contrapone la inocencia
del paranoico a la indignidad del melancélico, quien dir
gird hacia sf mismo el autorreproche. De un modo muy
singular, la posicién subjetiva de Wagner hard de esta con-
traposicién un delirante punto de juntura, alli donde ta
persecucién del Otro no termina de metabolizar su irre-
ductible indignidad.
De modo agrandado y desfigurado, podemos ver muy
sn la funcién de la instancia critica -luego lamada
“supery6"-, plantea Freud, si reparamos en el delirio de ser
observados en la paranoia”. El sujeto es alli presa de una
‘mirada omnipresente que observa y vigila todas sus accio-
nes, Retomando esta via abierta por Freud, D.Weill lamaré
1 *No nos asombrarfa que nos estuviera deparado halla una instancia plqulea
particular euyo cometid ese velar porelaseguramiento dela satifacién nar
‘sista proventente del deal del yo, ¥ eon ese propésito observase de manera
‘conta al yo actual midiéndolo com el Kea. St una instanca ai existe, c=
Imposble que su descubrimlento nos ome por sorpesa; podemos limitamos a
Aiscerirsusasgosynos eset decir quelo que lamamos nuestaconcincia
‘moral stisoce aa caracevizacén, Admit estinstanca nos posbilta com
prender el llamado deliti de ser notado (Beachtungwain) 0, mejor, de ser
‘bsereado(Beobachtungswal) que con tanta niides allo en la sintomatolo
fia de las enfermedades paranoides, y que puede presentarse también como
{ina enfermedad separada oentreverada con una neuross de waslerenca, Los
enfermas se quejan de que alguien conoce todos sus pensamients, observa y
‘gia sus accones; son informados de impero de esta istanca por voces gue
{de manera caraceristica, les hablan en tercera persona. (Ahora ella piensa de
‘nuevo en es Ahora se march) Eta uj usta, s descrip dela ver
{dad un poder ast, que observa todas nuetasinenciones, se entera de ellasy
lasers, existe de hecho, y por certo en todos nosotros denigo dela vida nor
‘mal Eldeliio de observacion lo figura en forma reresiva yasirevela su genesis
ya ran por ls cual el enfermo se rebea contra (Fre, S,Iroducrdn del
haresisme, Amorort, Buenos Ares, 1978, XIV, p. 82)PASAIEALACTOHONICIOA 09
superyd medusante a aquel que opera en las psicosis™.
Un superyé que dirfa: “Sé todo de ti, no tienes nada que
decit, porque mi mirada funciona como ese saber absolu-
to”, Wagner decia, refiriéndose al onanismo: “los demas
sabjan, se me notaba, todo el tiempo escuchaba alusiones”
El delirio de observacién pone de relieve el papel de
Ja mirada y la voz, en tanto objeto a, en lo real. No dejare-
‘mos de evocar -lo desarrollaremos en capitulos posterio-
res-, en este mismo sentido, la intolerancia que produci
en Christine Papin cualquier “observacién” que le hicieran
sus patronas, As{ como tampoco el papel atribuido por ella
a la mirada de la Sra. Lancelin, una vez producido el viraje
en su posicién subjetiva que la empujaria al acto criminal,
yen el cual se destaca la enucleacidn de los ojos de las
ctimas -la Sra, Lancelin y su hi
Si nuestra pregunta apuntaba a delinear més clara-
mente los contornos del superyé en las psicosis, fue con el
propésito de interrogar por esta via la ley que impera en la
ejecucién del acto homicida, M. Klein no dejé de enfatizar,
refiriéndose a la abrumadora severidad del superyé tem-
prano, que “las mismas raices psicolégicas pueden desa-
rrollarse hasta constituir paranoia o criminalidad"™,
Lacan, en su tesis de psiquiatria, e ingresando ya
al terreno psicoanalitico, propone, a propésito del caso
Aimée, una nueva categoria diagnéstica: la llamada para-~
noia de autocastigo. Plantea, en ese sentido, la nocién
de crimenes del superyé, prolongando de ese modo una
28 Gf intervencién de Alsin-Dider Weill en el Seminario Topolagia yvempo
(Lacan), reuniin de de mayo de 1979,
24 Superyé que debemos diferencia entonces, del superyen la newoss,tomado
enasredessimbglicas dea metifora paterna aunque emer por su mal
Super este timo que no deja de arraigar en el inconeient, tal como lo