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Los cementos alcalinos ofrecen, en muchos casos, comportamientos durables similares o incluso

mejores, que los que ofrecen los cementos de Pórtland tradicionales. Cabe destacar su buena
resistencia al ataque por sulfatos (Bakharev T., 2005; Fernández Jiménez A. et al., 2007) y mejor
resistencia ante ataques ácidos (clorhídrico, sulfúrico, acético) (Bakharev T., 2005; Fernández
Jiménez A. et al., 2007). Además, no presentan los problemas de expansión derivados de la
reacción ―árido-álcali‖ que se produce, bajo determinadas condiciones, en el caso de morteros y
concretos de cemento Pórtland (Fernández Jiménez A. et al., 2007) y sí presentan una muy buena
adherencia con las estructuras de acero (Miranda J. M. et al., 2005; Fernández Jiménez A. et al.,
2010). Estudios han puesto de manifiesto que estos materiales mantienen sus buenas propiedades
a altas temperaturas y pueden actuar como inmovilizadores de determinados residuos tóxicos o
peligrosos, e incluso de residuos nucleares (Deja J., 2002; Shi C. y Fernández Jiménez A., 2006). De
todo esto se deduce que estos materiales poseen un enorme potencial para ser empleados, no
sólo en el sector de la construcción, sino en otros muchos campos.

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