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Notas incipientes para un trabajo sobre Boedo.

Por Oscar Blanco

-El trabajo esta presidido por una hipótesis formulada por Nicolás Rosa: la
vanguardia, y la crítica que la ha entronizado, ha impedido que sea leída una zona
importante de la literatura argentina. Boedo -por utilizar una terminología barrial que ya
está instalada-, y una escritura, que en la contemporaneidad, aparece como resistente a ser
leída; pero que coloca en el centro la problemática del realismo y una cuestión persistente e
insidiosa en su interrogación que nos asalta hasta el presente: ¿es posible representar la
miseria y la pobreza?.
-El trabajo inicia a partir de un autor del llamado grupo de Boedo: Elías
Castelnuovo. Un corpus preliminar se estructura a partir de tres textos de dicho autor:
Memorias, Tinieblas y Larvas.
-Las notas que siguen contemplan una serie de puntos, de zonas, de cuestiones,
dictadas por la resonancia de las lecturas, no exenta de instancias azarosas, y relaciones
con otras lecturas efectuadas con anterioridad. La articulación de las siguientes notas
implica parte del trabajo futuro, en ciernes y en marcha.
-La literatura de Boedo como la continuación crítica de la novela naturalista
argentina, cuya producción se basaba en una fuerte metaforización médica. Boedo y la
inclusión de la pobreza y la miseria en el relato como crítica a la mirada médica positivista
de la novela naturalista de finales del siglo XIX en nuestro país. A los médicos escritores
naturalistas, Boedo le opone la miseria, la pobreza, lo que aquellos no ven ni nombran. Ese
es el dato que siempre falta a los observadores escritores naturalistas argentinos, la miseria
y la pobreza material. La literatura de Boedo continúa, pero por otros medios, la
novelística médica positivista de nuestro medio, pero criticándola fuertemente al ampliar y
amplificar el dato faltante en aquella: la miseria moral que focalizan los naturalistas
argentinos es consecuencia y producto de la miseria material y la pobreza extrema.
Dos escenas contrapuestas de dos relatos, uno de la novela naturalista argentina, y
otro de un texto de Castelnuovo, pueden marcar en su contraste ese itinerario escriturario,
instancia probatoria de lo dicho anteriormente. En Irresponsable de Manuel Podesta, el
amante presencia la disección de su amada muerta (una prostituta) en una clase práctica de
anatomía en la Facultad de Medicina. En “Desamparados”, relato que integra Tinieblas de
Castelnuovo, el amante, presidiario, se entera del suicidio de su amada (como en el relato
anterior, también una prostituta) al leer un texto que analiza un caso psiquiátrico en un
tratado sobre el suicidio, que tiene que poner en letras de molde para su impresión en su
trabajo de linotipista en la prisión. En Irresponsable estamos ante una disección anatómica,
corporal, un hecho material, que la literatura positivista naturalista la hace jugar en el
campo moral. En “Desamparados” vemos el resultado de dicha inflexión; una disección
moral, psicológica, que el narrador del texto recoloca en el orden material, corporal y
social. Y en este punto es claro el procedimiento: el que sufre la miseria y la pobreza en
carne propia es el único que tiene derecho a hablar; la palabra del médico psiquiatra
siempre es descalificada mediante este recurso, la palabra de Aurelia, la prostituta que se
suicida, su texto, está sobrescrito sobre el tratado, el texto, del criminólogo psiquiatra, es
decir se opone internamente en el mismo texto-tratado “a la voz fría del médico”.
Castelnuovo realiza, así, ficcionalmente, o en clave de ficción, lo que mucho
después llevará a cabo Jorge Salessi (Médicos, maleantes y maricas) en la forma ensayo: la

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voz del “marica” es sustraída de la escritura del médico psiquiatra que analiza el caso de un
“pervertido”, travestido, homosexual.
Una concepción de la literatura, el romanticismo (El Wherther de Goette, como
instancia paradigmática citada), por un lado, y la ciencia, por el otro, impiden al médico
psiquiatra leer la miseria y la pobreza inscripta en el texto de Aurelia en la medida que ha
sido constituida en caso (psiquiátrico, no exento de ribetes de caso policial). Las palabras
claves que se repiten a lo largo del relato: “Nunca, jamás y desgraciada”, señalan en su
insistencia y en su articulación, un uso desviado de los procedimientos del melodrama.
La cuestión de este pasaje de la novela naturalista argentina (escritura médica y de
médicos, en gran parte) a la literatura de Boedo, pero implementando al mismo tiempo una
relectura crítica de dicha textualidad, puede volver a constatarse en Larvas de Castelnuovo,
en donde aparentemente los relatos que lo integran llevan a cabo un análisis de casos
psiquiátricos, pero el centro y lo que hace la diferencia es su inscripción en la dimensión
social de la explotación y la pobreza.
Entonces, si los naturalistas argentinos, toman el programa literario de Zolá, pero
invirtiendo su signo ideológico (ver al respecto Gladys Onega), la literatura de Boedo
produce una nueva torción que reinstala, aunque de otra manera, la perspectiva originaria
francesa del naturalismo.
-Es a partir de lo anterior que la literatura de Boedo coloca la cuestión social como
centro de toda instancia de relato. Representación, realismo, realidad política,
responsabilidad social y compromiso, son todas cuestiones que vuelven a actualizarse al
leer hoy dicha escritura. La representación de los desclasados, y la marginación social
implican la instancia material de lo corporal. La miseria y las marcas en el cuerpo. La
deformidad corporal y la deformidad social: jorobas, rengueras, etc.; al mismo tiempo que
el signo de la enfermedad (sífilis, tisis, etc.) señalan y denuncian la explotación y la
injusticia social.
-La pobreza no produce memoria, la miseria va corroyendo, vaciando la memoria,
como un virus. “Los pobres no tienen historia, nacen y mueren en la oscuridad”
(“Tinieblas”). Por eso la pobreza no constituye relato (y eso es lo que intenta esta literatura
como desafío, contar la pobreza y la miseria). Por otro lado, los pobres no son sujetos de la
Historia (en la medida que no producen historia, relato). No son visualizados y por lo tanto
no entran, no son materia de la Historia. Esta literatura quiere hacer entrar la miseria y la
pobreza en la historia, relato y en la Historia (el discurso histórico).
-En las Memorias de Castelnuovo puede ubicarse una escena que ficcionaliza en
registro autobiográfico la instancia de producción de su escritura (opuesta a las escenas de
lecturas que en la tradición de la literatura argentina (por ejemplo Sarmiento) señalan un
futuro de escritura). Refugiado por cuestiones políticas en una isla del Tigre, concientiza a
los isleños para que se opongan a su explotación, finalmente estos son reprimidos por la
prefectura; es entonces que se señala que se escribe un relato, el primero, de un tirón. La
represión de estado sobre los luchadores por los derechos obreros como motivación de la
escritura. Literatura obrera, literatura de denuncia y literatura política.
-A la búsqueda del escritor de procedencia obrera. El escritor y la experiencia del
trabajo manual. El escritor como trabajador manual. De la linotipo al periodismo. El
escritor como un oficio útil, como un trabajo manual. El escritor y la lectura como
formación autodidacta. Prostitución y lectura. Una relectura de la relación entre escritor y
prostituta planteada por el modernismo (ver Ramos, Desencuentros de la modernidad en la
América latina). Trabajar con el cuerpo y trabajar con la lectura (linotipista). Hacer la

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misma actividad, por la cual se obtiene el sustento, después del trabajo, en el momento del
ocio; pero allí esa misma actividad que se ejerce en el trabajo cobra en el ocio otro sentido,
la misma práctica se inflexiona de distinta manera.
-Tinieblas como relato de viajes de la pobreza; opuesta y distinta a los relatos de
viaje de los escritores de la oligarquía. Itinerarios narrativos de la pobreza: de mal en peor.
No hay retorno, no hay salida cuando se esta abajo. Todo fracasa. No hay posibilidad de
salida individual. Lo contrario del folletín y la novela semanal. No es una narrativa de
consolación. No es una literatura que represente el cambio social, ni la revolución.
Pretende transmitir un sentimiento de opresión, de no salida, tal que el lector sea el que
tiene que pasar a la acción, militante, revolucionaria. “Se presenta al hombre lleno de
cadenas con el fin de desencadenarlo” (instancia de redención). “No se rebela el autor sino
el lector. Porque la piedad fomenta la rebeldía” (instancia de la piedad). (Prólogo de
Castelnuovo con el seudónimo de Roland Chávez a Versos de una…).
-La literatura de Boedo compite y se opone, ya no tanto a Florida, sino a la novela
semanal (las novelas sentimentales trabajadas por Beatriz Sarlo en El imperio de los
sentimientos), no solo en el uso distorsionado, exacerbado de los procedimientos del
melodrama, sino también desde el formato de edición; literatura barata para abastecer los
kioscos, que pelea en el terreno de la constitución de ese público lector (ver Zamora editor
y Los pensadores y Claridad).
-El modelo de la literatura social rusa, pero donde lo psicológico se articula sobre lo
social (el tipo, el ejemplo), como instancia de oposición al sainete y a la novela sentimental
semanal. Usos del melodrama. Un uso desviado del melodrama, opuesto al folletín y a la
novela semanal.
-Epígrafes bíblicos de Tinieblas de Castelnuovo (no presentes en todas las
ediciones): tensiones entre el anarquismo y las enseñanzas de Cristo. Un anarquismo
crístico (ver Nicolás Rosa).
-El escritor inmigrante, pero de la otra orilla. Horacio Quiroga, Florencio Sánchez,
Amorín, Castelnuovo, etc.
-La vanguardia sobre las formas como continuación de la literatura burguesa. La
vanguardia corta con el pasado y con cualquier tradición. La literatura política, proletaria,
instaura una tradición, y continúa al mismo tiempo, con una tradición, la de la lucha,
rescata el pasado de lucha. Abjura de la tradición burguesa y conservadora (del arte) pero
no de un pasado y de una tradición, que relee y cambia de signo al usar las formas
instaladas (ver Trosky).
-Las Memorias de Castelnuovo, contrastadas con los relatos centrales de Tinieblas
o con el texto Larvas, comprueban que los restos autobiográficos se constituyen en una
matriz que engendra el relato. La transformación ficcional del dato autobiográfico, el
mismo ya otra ficción. El relato se constituye en el pasaje entre una ficción a otra, de la
autobiografía al cuento, a la novela corta o a la novela. Otra vez: puede narrar el que sufrió
o sufre la miseria y la pobreza en carne propia, la autobiografía se constituye así en una
instancia retrospectiva de validación de los relatos “ficcionales”. Y la escritura del yo se
instaura como escritura de y sobre los otros que se construyen como un nosotros, los
pobres los explotados, no mediante la mediación del (un) escritor, sino por un escritor que
intenta constituir en experiencia la miseria sufrida (ver Benjamín, “Experiencia y
pobreza”).
-Modo de escritura de Boedo: lo opuesto a lo que escriben los otros, o cambiar de
signo ideológico la tradición literaria existente. Por ejemplo, en “Desamparados”, página

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113: Un autor diserta sobre un tema, el linotipista mientras lo pone en letras de molde,
construye mentalmente un texto que es diametralmente lo opuesto al que esta leyendo. Una
lectura polémica e invertida.
-Un corpus complementario al establecido al principio del trabajo: Tinieblas de
Castelnuovo, la miseria y la pobreza de los desposeídos. Cuentos de oficina de Mariani, la
indefensión laboral de la clase media que se supone privilegiada por no ser obrera. Y
Camas desde un peso de Tuñón, la miseria del artista bohemio. Inflexiones de la
explotación capitalista.
-Prólogos, seudónimos y fisonomías de escritores como marca que también
constituye a esta escritura.
-Variantes del viaje del intelectual que ha propuesto David Viñas. Viaje intelectual
por la literatura rusa. Alemania y los albores del nazismo. El viaje a la Unión Soviética
(Memorias de Castelnuovo).
-Boedo y Florida, es leída retrospectivamente por Leónidas Barletta desde la
tensión entre vanguardia política y vanguardia literaria o artística, tensión desplegada
internamente en el campo literario o en la especificidad, o en una ideología de la literatura.
Para Barletta, Boedo y Florida son dos ramas opuestas de una misma inquietud producida
por la revolución rusa. Dos respuestas diferentes, Florida: “revolución para el arte”, Boedo,
“el arte para la revolución”. La polémica Boedo y Florida para Barletta fundó la cultura y
el auge literario en Argentina; la revolución rusa es el metro que mide la obra artística, es
un antes y un después, un punto de inflexión.
-En las memorias y crónicas sobre Boedo y Florida se establecen genealogías,
precursores, listas de nombres y también pasajes de un lado a otro. Pero se esta en contra
de la categoría de generación. Fisionomías de escritores y artistas. La pelea por establecer
que Roberto Arlt (que ya se sabe canonizado por la crítica, Contorno, por ejemplo) ha sido
un escritor de Boedo. (Lo que instaura otra resistencia para leer los textos “boedistas”, si
Arlt es Boedo, es preferible su lectura, tiene todos sus componentes pero es ya una lectura
aceptada y recomendada por la academia y el periodismo especializado).
-Florida: forma, Boedo: contenido. Como si no hubiera una forma en las maneras
de narrar de Boedo y un contenido en Florida.
-La inflexión que permite el pasaje de la novela naturalista argentina a la narrativa
de Boedo, es decir la apropiación crítica que Boedo hace de la literatura naturalista
argentina instaurándola en tradición es la revista Ideas y la narrativa de Manuel Gálvez.
Allí puede encontrarse el “eslabón perdido”, poniéndolo en términos afín al positivismo,
combatido y sin embargo imbricado en las propias escrituras que se construyen como su
oponente.
-Ideas (1903), propugnó una inflexión nacionalista, que trae como consecuencias
casi inmediatas el revisionismo histórico en el campo literario institucional, Ricardo Rojas
y la construcción de un pasado literario para el país, y una producción acorde con el
tratamiento de asuntos nacionales y locales en el ámbito de la prosa, particularmente en la
novela.
Más allá de la controversia en torno al problema de la constitución de un canon de
literatura nacional, sin embargo fue ostensible que la actividad crítica de Ideas también se
jugó en la fijación de una serie de obras que constituyeran un corpus sobre el cual asentar la
demorada construcción de una literatura nacional; y en ese sentido, a diferencia de las
generaciones literarias anteriores, tanto la de los gentleman escritores como la de los

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modernistas, que habían privilegiado la poesía, como un resabio del romanticismo
vernáculo, Ideas privilegió la prosa en su vertiente novelística y también al teatro.
Entonces, en Ideas -privilegiando lo nacional-, se articuló una poética de la novela,
que con Gálvez alcanzará su máxima expansión, constituyendo en tradición la producción
reciente de la novela naturalista argentina. La novela es así recolocada como el género
literario más jerarquizado para la construcción de un público ampliado a la nueva clase
emergente, teniendo en cuenta dos inflexiones peligrosas: el folletín, como variante popular
y la novela psicológica que desnuda la decadencia burguesa, ya que lo que se intenta
justamente es donar valores espiritualistas para la construcción de una identidad nacional
basada en la clase burguesa en construcción a partir de los hijos de los inmigrantes. Y es
desde allí, también, que va a ser central la ciudad como espacio de representación ficcional
de la sociedad argentina moderna.
Debía, entonces, cambiarse o transformarse la función social de la literatura y el
arte, y esto implicó construir una tradición nacional de la novela; una tradición literaria
argentina moderna a partir del realismo y el naturalismo, leídos por Gálvez y Becher en la
literatura francesa y por Rojas en la novelística española de Blasco Ibáñez, lo que permitió
leer la producción local de fines del siglo XIX. Un cúmulo de producción novelística con
base en el naturalismo: Manuel Podestá, Antonio Argerich, Julián Martel, que podría
extenderse a Vicente F. López y al mismo Paul Groussac (Fruto vedado), y que contaba ya
con un novelista central como Eugenio Cambaceres, culminando en El libro extraño de
Francisco Sicardi.
Y es desde allí donde también se transformó el lugar de la literatura en lo social, ya
no se circunscribe a una clase, la dominante, sino que se pretende extender su influencia
sobre la incipiente clase media argentina, como un elemento de control y nacionalización.
Para lo cual tiene que centrarse en otros géneros que los considerados fundamentales por la
generación de gentleman escritores, es entonces que Ideas privilegió la novela (y en menor
medida el teatro), ya que es el género medular sobre el que se articuló la conformación de
la clase burguesa.
Dedicarse a la producción escrituraria, o una fuente de experiencia, mediante la
observación, para acumular los materiales que abastecerán la futura obra literaria. El
escritor pasa a construir su obra a partir de “investigar” en ámbitos de lo social que no son
los suyos. Boedo dará una vuelta de tuerca a esta cuestión al colocarse como pertenecientes
a esos ámbitos sociales “bajos”, suburbanos, de pobreza sobre los que escriben.
Desde Ideas, además, se fomentó y saludó emprendimientos que expandieron el
mercado precario de los bienes de capital simbólico, como fueron las ediciones baratas de
La Nación, porque se veía en ellas otra forma de insertar valores “espirituales”, base de
una identidad nacional en las capas medias, emergentes, alfabetizadas, de los hijos de la
inmigración. Es por eso que se saluda desde Ideas “La Biblioteca de La Nación”, con sus
reediciones baratas de textos representativos del naturalismo argentino, como
Irresponsable del médico escritor Manuel Podestá (texto que puede leerse como base de
Nacha Regules del propio Gálvez), en donde el mercado puede presentar una alternativa
editorial masiva, que construya herramientas útiles en la lucha por la “espiritualización” y
en pos de una identidad nacional para los hijos de la inmigración recientemente
alfabetizados.
Otro rasgo que caracterizó a este grupo y que lo ubica tal vez como precursor fue
que se trató de la primera generación de escritores que desplegó lo que veinte años después
fueron las estrategias de la vanguardia de la revista Martín Fierro: denostar la generación

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anterior de escritores, sobre todo los encumbrados (como fue Lugones en el caso de los
martinfierristas) y recolocar en el centro a alguien desplazado o no reconocido por la
generación anterior (el caso de Macedonio Fernández para la vanguardia literaria
vernácula). En particular, la generación de Ideas se ensañó fundamentalmente con los
consagrados Miguel Cané, Calixto Oyuela, Estanislao Zeballos y Lucio V. Mansilla;
mientras que Almafuerte y, en menor medida, Sicardi fueron los Macedonio Fernández
propuestos para ocupar el centro de la escena literaria.
La participación de Sicardi y Almafuerte como colaboradores de la revista Ideas
puede percibirse como un gesto de reconocimiento a dos maestros directos. Por un lado,
Sicardi fue reconocido por ser una figura central de la tradición novelística naturalista
argentina, aunque con una particular modulación. Por otro lado, el caso de Almafuerte
implicó una vertiente anarquista cristiana a lo Tolstoi en el terreno de la poesía, que señaló
una inflexión de una mirada sobre la pobreza y lo popular, la cual se trasladó a la prosa, a la
novela y al teatro. En ambos casos, se articuló en la producción local una instancia en que
la representación de la inmigración, con las salvedades y límites del caso, no fue
meramente negativa, disvalorativa, como fue percibida por la producción novelística de los
80 y 90 del siglo XIX en la Argentina. Y es desde allí también que, Ideas y las
estribaciones futuras, parecieron no escamotear la mirada sobre la miseria y las carencias de
la realidad social.
-Esta tendencia será retomada por la literatura de Boedo, pero a partir de la
focalización central de la pobreza y la miseria material. Es decir, la pobreza espiritual de las
clases desposeídas es consecuencia del embrutecimiento del trabajo capitalista mal
remunerado y la miseria que el mismo capitalismo concita. Por ello es que algunos
exponentes de Boedo reconocieron en Gálvez a un maestro, al menos en los procedimientos
literarios de la construcción de la novela y del realismo, aunque no en lo ideológico.
-La expansión del mercado editorial hace posible además una producción
novelística continuada y sostenida como la de Manuel Gálvez, uno de los referentes de la
revista Ideas. Manuel Gálvez propone al realismo como estudio social (Zola). Del estudio
de casos (naturalismo argentino) al estudio social. Del naturalismo argentino (positivismo,
psiquiatría, criminología) que cambia el signo ideológico a Zola, al realismo de Boedo, que
vuelve a cambiar el signo ideológico al naturalismo argentino. La estación intermedia en
este itinerario es Gálvez. De Irresponsable de Podestá a “Desamparados” de Castelnuovo,
pasando por Nacha Regules de Gálvez.
Hay trazas en Boedo de dicha inflexión e itinerario marcado: “En 1923, Stanchina
dedica a Manuel Gálvez, “el primer novelista argentino”, su libro Desgraciados. Al año
siguiente, junto con Olivari, publica Manuel Gálvez: Ensayo sobre su obra, apología que
también podría leerse como la presentación de una estética que, legitimándose en Gálvez,
expone un programa opuesto al de las vanguardias”. (Beatriz Sarlo Una modernidad
periférica). “Stanchina y Olivari. Recién llegados al campo intelectual, carentes de toda
credencial frente a la buena sociedad, pobres en capital simbólico, atiborrados de literatura
de traducción fundamentalmente romántico-realista, preocupados (tanto como Gálvez, pero
desde una posición ideológica diferente) por la „cuestión social‟, ambos escritores proponen
a Gálvez una alianza en el plano estético y moral. La alianza Stanchina-Olivari con Gálvez
tiene también una base en el público ampliado de la ficción realista, diferente de la fracción
de público de la nueva poesía”. “Los unifica una preocupación por los „contenidos‟ de la
literatura y la disidencia de los nuevos programas de las vanguardias. La función social es
entendida como actitud moral hacia los desposeídos” (Sarlo). Hay también una defensa del

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realismo en tanto búsqueda de la „vida como fuente de inspiración‟. Comparten con Gálvez
que la literatura realista es en sí misma moralizante. La alianza supone un público en
común, la franja del público ampliado por los procesos de urbanización y alfabetización
que presupone una densa red barrial de periódicos y asociaciones culturales, y también se
establece un enemigo en común: la literatura sentimental que circulaba en revistas, las
publicaciones semanales. Pero afirmar a Gálvez como el primer novelista argentino es una
operación que borra a Cambaceres. (Ver Sarlo, al respecto).
-Gálvez en sus memorias literarias se reconoce como precursor y maestro de Boedo,
en lo técnico narrativo, ya que es dificultoso en lo ideológico. Es decir refrenda ese
movimiento de alianza planteado por algunos miembros de Boedo (es verdad también que
Castelnuovo se va a oponer a dicha operación y posiblemente sea una de las causas del
alejamiento de Nicolás Olivari de Boedo, aunque no del tipo de literatura que sigue
ejerciendo y enarbolando (es decir, más allá de la concurrencia posterior de Olivari, de los
Tuñón u otros a Florida, lo determinante es el tipo de literatura que producen)).

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