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156 LOS COMPONENTES ESCÉNICOS

táculo y de decidir su ritm o de paso, de sus pausas, de sus cam bios de velocidad. ES 3. Espacio, tiem po y acción
director de escena asum e la función de «tem pógrafo» del espectáculo: controla su
tem poralidad y sirve de interm ediario entre lo que propone y nuestras expectativas.
E! «tem pógrafo» — o al m enos el director cuidadoso con la estructura temporal

Patrice Pavis

El análisis de los espectáculos


Teatro, mimo, danza, cine

_ .. m enudo ías riuouas im borrables q i^


cadas en los espectadores. No se dejan m edir ni identificar por el análisis. Los vol­
vem os a encontrar al abordar otros sistem as de signos más visibles — com o el actor
o el espacio— y otros elem entos m ateriales de la representación, pero todos estos sis­ Hasta este punto, el análisis del espectáculo se ha concentrado en el cuerpo m is­
temas no tienen la sutileza de los fenóm enos m usicales y vocales, ni se imponen mo de la representación y en la presencia física deí actor. Su voz y el ritm o de su
com o ellos. dicción o de su gestual ya se han m ostrado m ucho más difíciles de apreciar, aunque
se encuentren en el corazón de esa inasible presencia. Podríam os esperar que el es­
pacio, la acción y el tiem po fueran elem entos m ás tangibles de! espectáculo, pero la
dificultad consiste, no en describirlos separadam ente, sino en observar su interac­
ción. U no no existe sin los otros dos, pues el espacio/tiem po dram ático, el trinom io
^ s p aClg/frém^po/acción\ actúa com o un solo cuerpo que atrae hacia sí, com o por
tm ^rFacT ónT arresto de la rep resen tació n . A dem ás, se sitúa en la intersección
del m u n ^ o x o n c re to del escenario (com o m aterialid ad ) con la ficción im aginada
com oyTiundo pogi b ! ^ C onstituye un m undo concreto y un m undo posible en donde
se m ezclan todos ios elem entos visuales, sonoros y textuales del escenario.
Un sim ple triángulo ilustrará fácilm ente la interdependencia de los tres vértices
del trinom io y la necesidad que tiene cada uno de recurrir a los otros dos para d efi­
nirse:

34. Manuel García-Martínez, op. cit , pág. A.


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El tiem po Nos queda establecer si la hom ología de estos dos triángulos es o no fortuita, y
Se m anifiesta de m anera visible en ei espacio. si el m odelo freudiano puede ayudam os a elucidar las relaciones esp acio -tem p o ra­
les de ia representación.
La acción Pero, antes de d e ja rla experiencia espacio-tem poral del espectador basada en su
Se concreta en un lugar y recepción de cronotopos, recordarem os las condiciones de una ex periencia espacial
un m om ento dados. y de una experiencia tem poral.
El espacio
Se sitúa donde la acción tiene lugar;
se efectúa con una determ inada duración. 1. La experiencia espacial

C onsiderado en sí m ism o, cada vértice produciría un arte que no es el del teatro: En lugar de recorrer cronológicam ente los tipos de escenario a los que recurre
el teatro a lo largo de su historia, preferim os evocar la experiencia espacial de! es­
— Sin espacio, el tiem po sería pura duración, coino la m úsica, por ejem plo. pectador: su form a de sentir, de leer y de evaluar los espacios en los que se d esarro ­
— Sin tiem po, el espacio sería el de la pintura o la arquitectura. lla. Existen num erosas y excelentes historias de la escenografía,3 pero su utilización
— Sin tiem po y sin espacio, la acción no se puede desarrollar. no es una garantía para la buena com prensión de los espacios de la puesta en esce­
na contem poránea.
La alianza de un tiem po y de un espacio constituye lo que M ijaíl B ajtín, en el Todas las teorías del espacio parecen oscilar entre las dos siguientes p o sibilida­
caso de la novela, llama «cronotopo», una(jjnid ad .cn la que los indicios esp ád a les y des de experiencia espacial, tanto en ei teatro com o fuera de él:
tem porales foiiBan un todq in’teligíBjejy concreto. A plicados al teatro, la acción y el
cuerpo del actor se conciben com o la am algam a de un espacio y de una tem porali­ L Concebim os el espacio com o un espacio vacío que hay que llenar, com o se lle­
dad: el cuerpo no solam ente está^n^pl espacio, dice^M erleau-PQn ty , sino que tam­ na un contenedor, o com o un m edio q ue hay que dom inar, llenar y lograr que se
bién está^hecho. ¿/e\ese esp acio 1 — a lo que podríam os añadir: y de ese tiempo. exprese. E sta concepción sería la propia de Artaud: «D igo que ei escenario es un
Este espacio-tiem po es concreto (espacio teatral y tiem po de la representación) lugar físico y concreto que reclam a que se lo llene, y que se le haga hablar en su
y, a ia vez, abstracto (lugar ficticio y tem poralidad im aginaria). La acción que re­ lenguaje concreto».4
fIfwm' m »' , ||M|, ... ir

sulta de esta pareja es tan pronto física com o im aginaria. El esp acío -tiem p o acció n 2. C onsideram os que el espacio es invisible e ilim itado y que está ligado a sus
se percibe por tanto hic et nunc com o un m undo concreto y en «otro escenario» usuarios, a partir de sus coordenadas, de sus desplazam ientos y de su trayecto­
com o jaiTni un jx> s stl n^\gí ag r|g ^ ) ria, com o una sustancia no a llenar, sino a extender.
Al decir de S a m i-A li,^ re u d ) entiende que el in consciente coordina espacio,
tiem po y cuerpo del siguiente modo: «En el inconsciente, e! tiem po se transform a A estas dos concepciones antitéticas del espacio corresponden dos m aneras
en espacio y el espacio en unidad corporal. En el transcurso de esta transform ación, m uy distintas de describirlo: el espacio objetivo exterior y el espacio gestual.
el cuerpo, que funciona com o un esquem a de representación, form a la m ediación
entre ei tiem po y el espacio».3
Lo podem os ilustrar m ediante un nuevo triángulo en el que aparecen los tránsi­ 1.1. E l ESPACIO OBJETIVO EXTERIOR
tos de un vértice a otro.
Es ei espacio visible, a m enudo frontal, que se puede llenar y describir. En él se
Tiem po distinguen las siguientes categorías:

— El lugar teatral', el edificio y su arquitectura, su inscripción en la ciudad o en el


U nidad corporal
paisaje; pero también el lugar no previsto para una representación que se ha deci­
dido instalar, sitio específico no transferible a un teatro o a otro lugar. En el lugar
Espacio
3. Especialmente las de Denis Dablet, L e D é c o r de théálre de 1870 á 1914. París. C N R S, 1965, y
1. Maurice Mcrlenu-Ponly. P h én o m éiin lo g ic (ir la p e rc e p iio n . np. rit. L es R é v n lu lio n s s cé n iq u e s ou X X c siecle, París, Socié té Internationale d'Ar(, 1975.
1. Sami-A li, L 'F .sp n cr im a g itw ire, París. Gallimard. 1974. pág. 241. 4. Antonin Artaud, op. cil.. pág. 53.
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institucíonalm ente teatral, observarem os la disposición de los espacios interiores — La experiencia kinestésica del actor se puede apreciar en su percepción del m o ­
(sala, escenario, pasadizos, saloncillo, etc.) y exteriores (terraza, hall y vestíbulo). vimiento, del esquem a corporal, del eje de gravitación y del tem po-rüm o. Estos
— El e s p a d o escénico: el lugar en el que se m ueven los actores y el personal téc* datos, en teoría, son exclusivos del actor, pero éste los transm ite más o m enos
nico, es decir, el área de juego propiam ente dicha y sus prolongaciones hacia los voluntariam ente al espectador.
bastidores, la sala y todo el edificio teatral. Ejem plo (en M arat/Sade): una paciente, vigorosam ente sostenida por dos
— El esp a cio lim in o r. es el que m arca la separación (más o m enos clara, pero siem­ «herm anas», avanza arrastrando una pierna; dom ina tan sólo parcialm ente su
pre inalienable) entre ci escenario y la sala, o entre el escenario y los bastidores. cuerpo, dom ado y enderezado por la institución penitenciaria; y, cuando entrega
El lím ite se m arca m ás o m enos, con las luces de la ram pa, candelas, o el «círcu­ de repente un ram o de flores a M adam e Coulm ier, nosotros tam bién sentim os ia
lo de atención» que el actor traza m entalm ente para aislarse de la m irada del otro. agresión involuntaria e inesperada de ese gesto.
— La subpartitura en la que se apoya el actor, sus puntos de referencia y de orien ­
Estos espacios objetivos y m ensurables se pueden describir fácilm ente; de he­ tación en el espacio, y los m om entos fuertes que facilitan su anclaje en el espa­
cho, han sido descritos m uchas veces a lo largo de la historia. C orresponden a usos cio y el tiem po proporcionan un recorrido y un trayecto que .se inscriben en el es­
históricam ente atestiguados del escenario. Ni su im bricación, ni su interacción, ni la pacio, del m ism o m odo que el espacio se inscribe en ellos.
dinám ica de sus cam bios plantean tam poco serios problem as al com entador, a con­ Ejemplo', desde 1a exposición de AÍarat/Sade, sentim os gestual m ente la tra­
dición, sin em bargo, de que no petrifique todas estas categorías y establezca, en yectoria de cada cual, una especie de «gesto psicológico» al estilo de M ichael
cam bio, transiciones de una a otra: el espacio urbano se puede transform ar así en es­ Chekhov; la trayectoria de los pacientes es sinuosa; ia de los guardianes, batiente;
pacio de juego; y el espacio del saloncillo o del público se puede transform ar en un la de Coulm ier, segura y felina; y la del locutor, contradictoria y esquizofrénica.
área de m aniobra para los actores. La jerarq u ía de los espacios se puede modificar — L?. proxém ica es una disciplina establecida** que da cuenta de la codificación
en todo m om ento. cultural de las relaciones espaciales de los individuos.
Lo im portante es precisar desde qué punto de vista se realiza la descripción: E jem p lo : la joven del ram o asusta a la señora y a la señorita C oulm ier p o r­
desde dónde asistim os al espectáculo, qué vislum bram os en él, qué se nos escapa y que su gesto es una intrusión en la esfera privada de la representación social y
qué verán los dem ás por su parte. Hay que observar tam bién los lím ites evolutivos porque no se ha visto precedido de una aproxim ación y unos cum plidos al uso.
del área de juego, el lugar relativo de los actores en esos espacios m odulares, y — El espacio centrífugo del actor se constituye desde el cuerpo hacia el m undo e x ­
cóm o se hacen y se deshacen los m arcos espacio-tem porales que engloban a todas terior. El cuerpo encuentra una prolongación en la dinám ica del m ovim iento. A
las acciones. veces, el cuerpo se prolonga con accesorios o vestuario: el teatro de la Bauhaus
Al querer m antener la m ayor flexibilidad posible en la aprehensión de los espa­ ata a las extrem idades del actor bastones q ue acentúan y am plifican sus actitu­
cios, advertim os que nos dirigim os cada vez más claram ente hacia la concepción des; los velos de una bailarina visualizan su trayectoria y su volum en (Lo'íe Fu-
del espacio gestual. 11er). El cuerpo del actor en situación de representación es, según la im agen de
Barba, un «cuerpo dilatado», es decir, que tiende a expresar lo más fuertem ente
posible sus actitudes, sus elecciones y su presencia. AI contrario, el espacio en ­
1.2 . E L ESPACIO GESTUAL m arcado y por llenar es centrípeto: va desde el m arco hacia el individuo y cen­
tra todos los m ovim ientos en un foco interior del escenario.
Es el espacio que crean la presencia, la posición escénica y los desplazam ientos
de los actores; un espacio «em itido» y trazado por e! actor, inducido por su corpo­
ralidad, un espacio evolutivo susceptible de extenderse o de replegarse. Estaremos 1.3. E s p a c io d r a m á t ic o y e s p a c io e s c é n ic o

particularm ente atentos a las siguientes m anifestaciones de este espacio gestual:


A unque el espacio dram ático, es decir, el espacio m encionado y sim bolizado
— El terreno que el actor cubre con sus desplazam ientos; su «estela» deja en el es­ por el texto, no com pete al análisis del espectáculo y no pertenece al espacio obje­
pacio una señal de tom a de posesión del territorio; la estela desaparece en cuan- tivo o gestual, conviene tenerlo presente. El espacio dram ático, que com prende in­
) to la atención de i espectador se fija en otro elem ento del escenario. dicaciones sobre el lugar ficticio, el personaje y la historia contada, incide necesa­
I Ejem plo (en AÍarat/Sade): la entrada de los enferm os en el espacio carcela- riamente en el espacio escénico. Se produce una interferencia entre la iconicidad del
j rio, su m anera de titubear y de ir conociendo ese lugar cerrado en el que giran espacio concreto y el sim bolism o del lenguaje. El espectador/auditor ya no puede
^ j sobre sí m ism os; por contraste, la llegada procesional y segura de C oulm ier y su
‘ form a de inspeccionar los lugares tom ando posesión de los mism os. 5. Edward Hall, La D im ensión coch ée, París, Scui!, 1971.
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establecer una diferencia entre lo que ve con sus ojos y lo que percibe in the m ind s 1.4. O t r a s m a n e r a s d e a b o r d a r e l e s p a c io
eye.6
Sin em bargo, en la tradición teatra! occidental, se m antiene a toda costa la dis­ Antes que de «otros tipos» de espacio, es preferible hablar de otras m aneras de
tinción entre lenguaje y escenario; de ahí la separación entre literatura dram ática y abordar, conceptuar o vivir el espacio.
práctica espectacular. Esta distinción es una prim era exclusión del cuerpo en prove­
cho de la visión: visión concreta del ojo y, sobre todo, visión fantasm ática, in the — El espacio textual, que no hay que confundir con el espacio dram ático (lo que el
m ind' s eye. La visión — el theatron griego, por ejem plo— rechaza la dim ensión ol­ texto dice dei espacio), escuna rnetáfonypara ía enunciación deí texto en eí espa-
fativa, gustativa y sobre todo táctil del acontecim iento teatral. Se afirm a y se cons­ ^ - t j e m p o , para su arquitectura rítm ica, esa «pura configuración de las obras de
tituye por oposición a la tactilidad, excluyendo el gesto del tacto y la experiencia arte» de la que habla C opeau.9 Es la m anera en que el espectador inscribe en el
corporal en beneficio de la experiencia de la m irada. Al final de esta prom oción de espacio su recitación del texto.
ío visual en detrim ento de lo gestual, la teoría occidental de lo espectacular unlver­ — El espacio interior (nada que ver con e! espacio de las habitaciones cerradas) es
saliza la dim ensión visual y llega a excluir, o al m enos a desvalorizar, cualquier otro la representación de un fantasm a, de un sueño, de un sueño despierto, suscitados
tipo de experiencia sensible. El teórico del teatro D arko Suvin llega a ver incluso, por ia puesta en escena, cuyos procesos de desplazam iento y de condensación
en esta separación de la m irada y de la m ano, una característica antropológica de podem os estudiar. El escenario se convierte en un espacio falto de realidad, su s­
todo teatro (con lo que, por otra parte y en nuestra opinión, «m ete — profundam en­ ceptible de figurar los m ecanism os de! sueno en los que el espectador podrá p ro ­
te— la pata»). yectarse. Es el caso del teatro jap o n és N n r donde el juego evoca un sueño o un
fantasm a, y tam bién el de las piezas en las que un personaje contem pla su m u n ­
El teatro enraiza en el hecho antropológicamente fundamental y constitutivo d eq u e ta do interior figurado por la escena (Si Vété reven a it, de A rthur A dam ov) o el de
posición pragmática de los espectadores está específicamente separada de la tactili­
determ inados m om entos de evocación visual debidos a la puesta en escena.
dad: pueden mirar, pero no tienen derecho a locar. El mundo posible del teatro está
— El espacio ergonóm ico del acto r,,n es decir, su círculo de trabajo y de vida, co m ­
constituido centralmente por la separación fundam ental, y vivida por el público, en­
prende la dim ensión proxém ica (relaciones entre las personas), haptogénica
tre los espacios visual y táctil?
(m anera de tocar a los dem ás y a uno m ism o) y kinésica ('movimiento del propio
cuerpo).
Esta tesis de Suvin se puede aplicar tal vez a la tradición occidental, pero de nin­
gún modo a otras prácticas espectaculares que no han rechazado el cuerpo ni el tac­ — El espacio de instalación. C onviene describir el espacio teatra! diferenciándolo
del espacio de una arquitectura o de una instalación y teniendo en cuenta la pre­
to. A dem ás, y sobre todo, nuest ra hipótesis seria más bien que la m irada del especta­
sencia y los desplazam ientos de los actores. Sin em bargo, hay que señalar que
dor, incluso la del espectador occidental, tam bién es siem pre un poco^«haptogénica»:
tam bién ei teatro se instala a veces en un lugar, o en un edificio, com o si se tra­
toca con los ojos; su cuerpo sólo está aparentem ente inmóvil y pasivo, pero imita
tara de una instalación, algo que hem os de considerar si pretendem os co m p ren ­
interiorm ente ia tactilidad y la gesíualidad. Sólo hay com prensión cuando ésta vuel­
der el funcionam iento de su espacio-tiem po.
ve a ejecutar im aginariam ente los m ovim ientos y activa los esquem as corporales.
La consecuencia de esta hipótesis es que, en el análisis del espacio escénico o
gestual. no deberíam os separar radicalm ente visualidad y gestualidad — espacio ob­
jetivo y espacio gestual— , sino, al contrario, buscar unidades que participen indis­
tintam ente de una o de otra. Más adelante, verem os que los cronotopos constituyen
conjuntos espacio-tem porales que corresponden a tipos específicos de corporalidad.
Ya hem os señalado, en el ejem plo sobre la trayectoria y el m odo de andar de los gru­
pos de M aratlSade, que cada cual encarna {o «incorpora») una identidad corporal y
cronotópica m uy específica. Es decir, que hay espacios encarnados;.8

6. En palabras de Mamtet, literalmente: «en el ojo de la mente».


7. Darko Suvin, «The Performance Text as A udiencc-Sfage D ialog: induem g a Possible W orid», en
V e rjw , n° 4 2 . 1985, págs. 1.VI6.
8. En e! sentido en que Garrlner habla de h o d ied sp a cc s en su libro B ndied Spoces. P h en om enology
and P erform ance in C nntem porary D ram a, op. <:it.

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