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Hasta hace poco tiempo, se asumía que la responsabilidad de las empresas era únicamente

generar utilidades; sin embargo, la concepción de la empresa como organización


responsable y sostenible comprometida con sus grupos de interés es el fundamento de su
legitimidad en nuestros días.
Actualmente, las consecuencias medioambientales de las actividades comerciales de las
empresas dedicadas al mármol llevan poniendo en peligro la perdurabilidad del
medioambiente tal y como lo conocemos. Y no solo eso, sino que se ha ido más allá. Juan
Romero, líder corporativo de Cemex, señala que “ser líder en sustentabilidad es minimizar
nuestra huella y maximizar la contribución positiva a la sociedad, a la vez que fortalecemos
nuestra competitividad a largo plazo, haciendo que el mundo sea un mejor lugar para vivir
todos nosotros y las generaciones por venir” (Pizzolante Negrón, 2009, p. 249).

Sin embargo, la responsabilidad social es definida por Boatright (2000) “como la adopción
voluntaria de responsabilidades que van más allá de las responsabilidades meramente
económicas y legales de la empresa” (p.23); en el caso que nos atañe, el sector del mármol
ha demostrado una fuerte capacidad de modificar el entorno geográfico y con ello el
económico y social pues la actividad minera ha propiciado el sacrificio del uso agrario,
ganadero de pastos y masas forestales. Se sacrifican los grandes paisajes verdes a cambio
de generar riqueza, conllevando la degradación del medio ambiente vecino, tanto por el
polvo que recubre las plantas, suelos y superficies húmedas que puede haber en las
proximidades. El panorama sucumbe ante la actividad, la sobreexplotación de la tierra
modifica el entorno propiciando la pérdida visual y ambiental de montañas.
Por ello es necesario, hoy por hoy que las empresas de este tipo sean socialmente
responsables pues con ello permiten operaciones sustentables en todos los aspectos, ya
sea en lo económico, social y ambiental, buscando la preservación del medio ambiente para
las generaciones futuras. En este tenor dichas empresas, deben apostar al cuidado del
entorno a través de estrategias que sean rentables y hagan frente a las nuevas demandas
de responsabilidad social y gestión ética y sostenible. Una estrategia consiste en la
adopción de instrumentos de autoregulación, tales como códigos de conducta, que
establezcan principios de comportamiento medioambiental y social. Otra alternativa reside
en la incorporación de objetivos sociales en la planificación estratégica de la empresa, que
mejoren las relaciones con la comunidad y que se orienten a la disminución progresiva de
los impactos en el entorno y en la sociedad.
En conclusión, cabe destacar la implantación de un sistema de gestión de Responsabilidad
Social Corporativa, que se integre en la misión y valores de la propia empresa y que incluya
la ética y la sostenibilidad en todas las acciones y decisiones que se tomen.

Bibliografía
Boatright, J. R. (2000). Ethics and the Conduct of Business. Upper Saddle River, NJ:
Prentice Hall.
Pizzolante Negrón, I. (2009). De la responsabilidad social empresarial a la empresa
socialmente responsable. Castellón, España: Ciencias Sociales.

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