Está en la página 1de 3

Implicaciones sociales, económicas y sociales de la contaminación en Bogotá y Medellín

La ecología está en auge: hoy día, se encuentra encabezando las agendas políticas en la
mayoría de Estados Nacionales. Con el avance de las nuevas tecnologías, los movimientos
ambientales han tenido un espaldarazo que les ha permitido visibilizar los problemas
ecológicos a los que una sociedad se enfrenta, así como incentivar el estudio de la
interacción entre los seres vivos y su entorno. Y en Colombia, país que tiene ciudades con
alto índice de contaminación, como Bogotá o Medellín, ya hace tiempo que se ha escuchado
sobre este tema.
En estas dos, donde se ha evidenciado la mayor cantidad de material particulado como
polvo, ceniza, hollín y cemento en el aire, según monitoreos, las implicaciones que tiene en
el plano social, económico y político representan un objeto de estudio del que se pueden
ofrecer recomendaciones. Si partimos del hecho que la ecología (desde una perspectiva
urbana) se nutre a partir de otras disciplinas como la economía, sociología, ciencia política,
antropología, geografía, entre otros (Montenegro, 2000), se hallaría en ella la referencia
teórica de este ensayo que permitirá elaborar su desarrollo a partir del siguiente
interrogante: ¿qué tipo de implicaciones acarrea una problemática ambiental, desde el
plano ecológico?
Primeramente, es menester contextualizar sobre la situación a la que se enfrentan las dos
ciudades anteriormente mencionadas. La contaminación del aire ha sido uno de los
escenarios a los que las grandes ciudades del mundo, en los que la industria y el flujo
vehicular son abundantes, se han enfrentado. La cantidad de gases que estos producen,
sumado a los factores climatológicos, como la ausencia o incremento de lluvias, son los
principales causantes de esa capa parda que posa sobre las urbes, a modo de neblina sucia.
Para intentar contrarrestar esto, en Bogotá y en Medellín se han adoptado medidas que
pueden ser interpretadas como obligatorias y voluntarias. Las primeras de ella, son
representadas a través del Pico y Placa ampliado en el que se ordena la no circulación de
vehículos y motocicletas, incluidos viernes, sábados y domingos (este último no aplica a
Antioquia).
Si bien esta no es una medida desconocida para los habitantes de estas ciudades, debido a
que ya ha sido implementada con anterioridad para atender emergencias similares, se
puede afirmar que el cambio más significativo es el que refiere a la ampliación de la norma
los fines de semana.
Desde un punto de vista ecológico, esto ya supone una implicación social: la contaminación
del aire transforma, indirectamente, las dinámicas sociales. Esto debido a que se evidencia
un cambio dentro de los patrones de comportamiento de una persona que está en contacto
con su entorno, traducido a través del incentivo al uso de transportes públicos (los cuales,
incoherentemente, no suponen una estrategia sostenible al tratarse de buses y taxis, en su
mayoría).
De igual manera, las zonas verdes también empiezan a jugar en el plano social de las
personas. Ante estos problemas ambientales, los parques adquieren otra significación para
los ciudadanos: el ‘respiro’. Es decir que las zonas más arborizadas y verdes de la ciudad
empiezan a ser escenarios de dinámicas sociales, esparcimiento y convivencia debido a sus
condiciones medioambientales, amigables con cualquier sistema respiratorio y, para
muchos, es la representación del escape de la agitada y sucia ciudad.
Siguiendo con las implicaciones sociales, es importante mencionar que no todos los cambios
en los patrones de comportamiento suponen una mejoría para el estilo de vida. Si bien la
reducción del uso de vehículos particulares y la apropiación de parques y zonas verdes
dentro de una cultura ciudadana son, en esencia, cambios para bien del comportamiento,
existen hábitos sanos que son propuestos a ser ‘tachados’ por ser riesgosas para la salud.
En Medellín, por ejemplo, se suprimieron las ciclovías, actividades físicas del INDER o
recreativas de colegios para evitar el contacto con los dañinos elementos contaminantes.
Por otro lado, las afectaciones dentro del campo económico no iban a hacerse esperar.
Como la economía trata de ordenar y tomar decisiones, ante los problemas que afrontan
los individuos y las empresas en relación a sus necesidades particulares y colectivas, la
economía cada vez está más implicada y relacionada con el desarrollo de la ecología en las
ciudades.
Una de las medidas que comparten Medellín y Bogotá frente a la problemática del smog,
fue la aplicación de restricciones a la circulación de volquetas o vehículos de carga de más
de dos toneladas (con excepciones de vehículos de emergencia y con cargas de alimentos,
medicinas e insumos). En el caso de la capital paisa, también se logra ‘impactar’ al gremio
de la Industria imponiéndoles controles en su funcionamiento.
Lo anterior puede encontrar una relación poco provechosa para las empresas, ya que es
evidente que con el funcionamiento anormal de la parte industrial los ingresos se reducirán,
tal cual como lo había indicado Sergio Soto, director regional de Fenalco, quién aseguró que
el comercio sufrirá una reducción en sus ventas de un 80%.
Este impedimento en la parte económica conlleva a una implicación de tipo político, en este
caso, por parte de la Alcaldía de Medellín. Esta última institución tuvo que entablar
conversaciones con Ecopetrol y entidades públicas y privadas, de tal manera que se
pudiesen concretar acuerdos y pactos para el mejoramiento de la calidad del combustible
emitido por la compañía petrolera de Colombia.
Esta acción entra en correspondencia con el plan de acción para alcanzar el desarrollo
sostenible en todo el mundo, que firmó Colombia tras la conferencia de la ONU sobre medio
ambiente y desarrollo en Río de Janeiro, en 1992. En esta, se establecieron una serie de
políticas y principios definitorios de los derechos y responsabilidades de los Estados. El
contenido de su informe acepta la relación directa de las emisiones de gases que lanzamos
con el calentamiento y la contaminación (Unidas, 1992).
A partir de estos encuentros realizados por la ONU (antecedidos por la Cumbre de
Estocolmo de 1972), se empezó a hablar de ecología dentro de la política y dentro de las
agendas estatales. Lo realizado por la administración local de Medellín puede entenderse
como una implicación política, ya que sus acciones posteriores a la emergencia buscan la
reducción de la emisión de gases contaminantes que, según la declaración del 92, deberá
rebajarse entre el 25% y 40% para el 2020.
Luego de haber revisado las diferentes implicaciones que tiene la ecología en distintas
esferas públicas, a partir de un problema como la contaminación en el aire, las
recomendaciones pueden ir dirigidas a trabajarle a conciencia colectiva de hacer un uso
más racional del vehículo, apostar por transportes alternativos y construir una cultura
ciudadana a través del uso de parques. Por la parte institucional, lo mejor será tener
paciencia con proyectos de infraestructura que apuntan en la dirección correcta.
Para concluir, vale la pena recalcar la importancia de la premisa con que inició este escrito:
la ecología está en auge. La etapa que vivimos es tan trascendental, que muchos colectivos
y particulares están demostrando un empoderamiento ciudadano con relación a la relación
de los seres vivos con el entorno. Con el aumento de producción y, consecuentemente,
también del consumo, el incremento de la biodiversidad de las especies no autóctonas en
ciudades, o la variabilidad en los comportamientos climáticos se hace necesario la aparición
de una ecología urbana.
Una ecología capaz de analizar la multitud de variables que influyen la calidad de vida de
los residentes y en la biodiversidad de un espacio y por tanto su sostenibilidad, la presencia
de zonas verdes, la luminosidad, los materiales de construcción, la morfología de la ciudad,
es fundamental para diseñar ciudades en nuestros tiempos (Di Pace, 2004). Una rama de la
ciencia que, evidentemente, ha sido ignorada o infravalorada en la planificación urbana en
ciudades como Bogotá o Medellín.

También podría gustarte