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IX
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nas, Ello acaso contribuye a su modernidad, a la vez que Apuntar a ese cambio cualitativo de la ml'se en romá.
obliga al crftico a concentrarse en el texto. De forma ¡esu- en creación novelística, verdadera originalidad de Chré-
mida, dentro del marco asignado a un breve prólogo a esta tien, obliga a recordar el origen de la leyenda artúrica. Ha-
segunda edición, esbozaremos algunos rasgo!, delipo for_ cia I155, es decir, unos veinticinco años antes de que com-
mal unos y sociológicos otros, que concurren en tan tempra_ pusiera aquél sus novelas, el escritor anglo-normando Wace
na muestra de la novelfstica europea. había desarrollado para los Plantagenéts el gran proyecto ge-
A través de la corte de Champaña, es decir, del enfou_ nealógico-político de reapropiación de la fabulosa figura de
rage de la condesa Marfa, hija del rey I¡uis VII de Francia y Ar'turo como legitimadora de la dinastía. Así concluye su
de Leonor de Aquitania, y gracias a sui continuos contactos obra Bruf, llevando de Roma a Bretaña la estirpe imperial:
con la cultura anglo-normanda, recoge Chrétien de Troyes
la herencia de Io que se ha venido llamando desde Ci talt /a gesfe des Bretuns
¡ean'no_
del r¡nateria de Bretañar, es decir, la leyenda artúiica. por Et Ia lignee des baruns
la corte de Champaña, como por la de l,eonor de Blois, pa_ Ki del lignage Bruti vindrent,.,
saron ilustres visitantes, allí buscarla refugio un Thomas Flst Mestre Wace cest romanz (w.14.859-866).
Becket durante su exilio, pero sobre todo uñ vaivén sin fin Pero este romanz del maestro Wace es más bien un libro
de juglares y trovadores. Eüos, tanto como los manuscritos de linajes, próximo aún a las crónicas como las de Geoffrey
que Chrétien dice haber encontrado en el scrlptorium d,e de Monmouth, inventor del mito artúrico, acierto político
Beauvais e, lo que probablemente no es más que un recurso que proporcionó a la monarquia anglo-normanda un pa-
para dar una fingida autenticidad a su relato, le proveerlan sado tan venerable como el de los Capetos con los doce pa-
de un amplio repertorio narrativo s. porque Ch¡étien de Tro- res de Carlomagno. Pronto se qhallaríanr las tumbas del rey
yes, ensartador de fábulas, sabía mejor que nadie que se in-
Arturo y de la reina Ginebra en la abadía de Gladstonbury,
venta copiando o traduciendo, H no escapa a esa febril que pudo cumplir un papel semejante al de la abadía de
translatio sfud¡i que recorre el siglo xn, anunciando ya los po- Saint Denis con sus reyes taumaturgos y el mito carolingio.
dérosos ideales renacentistas, para metre en romanz, es de- AsÍ, en la generación que precede a la de Chrétien, la de
cir, vertir del latín al romance, parte del legado clásico y.de Wace, Gaimar y Benoit de Saint Maure, todavía andan con-
la literatura latina medieval. pero su geniaiidad consisté en fundidas épica y novela, gesfe y romanz, porque las tribu-
la reelaboración formal, une molt bele conjoinfure I o urdim- laciones amorosas de un protagonista son inseparables de
bre de muchos hilos, de fuentes tan variadas como la Ant! las aventuras, a veces de complejo matiz político, de todo
güedad clásica, Ovidio en particular, y la gesta juglaresca
su linaje. Es Chrétien quien inicia el camino real de la no-
de los caballeros del rey Arturo. vela, ciñéndose a un tiempo narrativo y encerrando a su
personaje en un espacio puramente literario. Esta búsque-
da del centro de gravedad del relato alcanza su perfección
.¡ La alusión ligura en er prólogo del c/rgés; cesfe esfo¡ie f¡ouvons es-
crile,/ Que oonler vos wel et ritraire, el * des fiyres ae liunAÁ ¡ en Yvain o EI Caballero del León, que va más allá de la en-
Mon seignor sat'nt pere a Biauveez; (vv. 1ig-Zt). carnación de un arquetipo del caballero, y donde estamos
t Entre ellos unas leyendas galesas.que
recogidas por los juglares, ante la crisis de identidad de un personaje, por motivos in-
constituirfan un modelo, tanto para chrétien como-para ios na¡ínúlói
cuenlos galeses, que ofrecen coincidencias narrativas con las ouiás del" ternos de la narración y para mayor interés y verosimilitud,
novelista: Gereint - Erec , Owein - yvain , peredur - percevai, no incompatible con lo fantástico, de lo historiado.
I Verso 14 de Erec. Estas consideraciones sobre la reelaboración de
XI
es la escena fantástica del taller de las hilanderas, donde
fuentes textuales que hace Chrétien, no deben sin embar- unas doncellas, envueltas en el harapo común de su mise-
go relegar a un segundo plano el testimonio excepcional ria, exponen con toda crudeza a su futuro libertador la ex-
que sobre su época constituye la obra del novelista, Como plotación económica en que las mantiene su innoble condi-
lo expuso Erich Kóhler en una magistral interpretación so- ción de trabajadoras, como bien podrían haberlo hecho sus
ciológica, el motivo central de E/ Caballero del León es el pa- contemporáneas, las bordadoras de orofrés de Troyes. Con-
pel de la consuetudo o costume, es decir, de la costumbre. dición social que sin embargo en nuestra historia resulta ser
Con ella se inicia la aventura de Yvain tras el fallido intento obra de criaturas demoniacas, los netu¡s o rneptunos), es
del antihéroe Calogrenante. Se encuentra el caballero artú- decir, hijos del diablo, que mantienen en cautiverio y ser-
rico con el señor que asume la defensa de un derecho con- vidumbre a sus rehenes t¡asta que surja el caballero inven-
suetudinario, impidiendo el paso a quien franquee el vado cible que }as redima. Fascinante transposición literaria don-
y se acerQue a la fuente maravillosa. Tras una serie de prue- Ae, ¡aio ta mirada del dios Amor clásico, el autor va teiien-
bas y una pérdida de identidad que le lleva hasta la locura, do la materia mágica de las leyendas de Bretaña, junto con
Yvain sustituirá al dueño de la costumbre no sólo en el co- los finos hilos de la doctrina cortés, y los célebres pleitos
razón de su dama, sino como señor de la fuente. Bajo el lado amorosos de la corte de Champaña, con detalles que la his-
mágico de la triada árbol-fuente-tormenta, sübyace una de- toriografia nos revela como realistas.y veraces, propios de
fensa de la ley como uso consuetudinario, y la integración la sociedad y la época del autor; de esta forma, gracias en
de la costumbre en la armonía ideal del reino artúrico, gran parte a Chrétien de Troyes, el romanz juglaresco va
frente a las fuerzas de un mundo hostil, léase, f¡ente a los metamorfoseándgse ante nuestros oios en algo que termina-
nuevos valores de una sociedad urbana y burguesa. Así re- rá siendo la novela burguesa europea.
flejaría Chrétien la amenaza económica y política que se
cernfa sobre algunos sectores de la nobleza feudal con el Marie-José L,emarchand
afianzamiento de unas monarquías nacionales, que se apo- Bilbao, marzo de 1986
yaban en nuevos estamentos, y en especial en la naciente
clase burguesa. Eran precisamente las ferias de Troyes, pa-
tria de nuestro autor, rdomicilio de cambio de Europar 5, uno
de los lugares donde se estaba gestando un nuevo código,
del trabajo, el comercio y el crédito, con nuevos documen-
tos mercantiles como el pagaré con que florentinos y siene-
ses se llevaban de Champaña los panni francesi, Valores
propios de las transacciones comerciales, y sus reflejos cón-
tables, frente a las virtudes caballerescas de la largueza y
del.don sin contrapartida.
Léase o no en clave sociológica, resulta admirable la su-
til alianza lograda por Chrétien entre rasgos maravillosos y
detalles del realismo más desgarrado. Buen ejemplo de ello
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NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
XV
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por puro pintoresquismo unos vocablos en desuso, como la
excesiva modernidad, que al adaptar palabras medievales
al lénguaje contemporáneo prescinde del necesario distan-
ciamiento, que señala hitos de épocas y culturas no sólo ale-
O arntr fl4la.r¡t ¡'¡r O¡Úr!
jadas en el tiempo, sino de difícil comprensión entre sí o
desde el presente. Por último huelga decir que la calidad
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EL CABALLERO DEL LEÓN
I
vv.92-150
vv.35-91
que tratan de aquel rey tan ejemplar' que se sigue hablan- Kay-, si no ganamos nada en
-Señora -contesta perdamos
do de é1, aquí y más allá de estos reinos' Estoy de acuerdo vuestra compañía, cuidad que por lo menos no
con los Bretones: su fama permanecerá siempre, y gracias más. No creó haber dicho nada que se me pueda
tomar a
es cor-
a ella, se seguirá recordando a los nobles caballe¡os a los mal, pero os ruego que no hablemos más de-ello: no
no
que eligió y que se esforzaron con gran honrg
' peio tés ni razonabls soitener pleitos ociosos. Esta disputa
dé importancia' En
aquét día se sorprendieron mucho al ver que. el debe proseguir para que nadie Ie más
que
rey se levañtaba muy pronto de la mesa, cosa que pesÓ,a cambü, oe¡éis ordenarle que siga contando la historia
algunos y dio mucho que hablar, pues nunca antes había empezó, porque no guardá relación con estos reproches'
'
abandonado tan gran fiesta para retirarse a sus aposentos a calogrenánte qui-ere interveni¡ para replicar a aquellas
dormir o descansar. Pero ocurrió aquel día que le retuvo la palabras:
reina, y tanto se demoró a su lado, que luego, olvidándose esta querella casi no me afeeta:
de los demás, se abandonó al sueño. ' po"o-Señora -dice-,
lrago de ella le doy escasa importancil'
y S-i- Kav
salvajes, horribles fieras errantes que luchaban entre sí, con en ningún otro lugar, de ninguna forma, si no está atada y
tal estampido e indomable fiereza que, os lo he de confesar, encerrada.
no pude reprimir el echarme un poco atrás, porque no hay r-Yo sf quqrdo estas y cuido que no salgan nunca de
bestia tan fiera ni tan indomable como un toro. este coto.
rUn villano, que se parecía a un moro por su monstruo- r-¿Tú sabes mandarlas? Dime la verdad.
sa y desmedida fealdad, criatura más fea de lo que se po- r-En cuanto me ve venir, no hay bestia que se atreva
drÍa decir con palabras, estaba se4tado encima de un tron- a moverse, porque cuando puedo coger una, la agauo por
co, con un gran mazo en la mano. \41 acercarme al villano, los dos cuernos, con estos puños que tengo, tan duros y fuer-
vi que tenía la cabeza muy gruesá,'más que la de ut rocin tes, de modo qud las demás se echan a temblar de miedo,
u otro animal de mala traza, el pelo hirsuto, la frente pelada, y se juntan a mi alrededor, como para implorar piedad; no
de más de dos palmos de ancha, enormes orejas velludas, iray,nadie salvo yo que pueda fiarse de ellas: cualquier otro
como las de un elefante, cejas espesas y cara plana, ojos de qul r" les aqorcáse moiiría en el acto. Así que yo éoy señol
búho y nariz de gato, boca hendida comp la de un lobo, col- de mis aniniales, y tú me tendrías que decir ahora qué cla-
millos afilados y rojos, como los de un jabalí, roja la barba se de hombre eres y qué andas buscando.
y torcidos los bigotes, la barbilla hundida en el pecho y una r-Yo soy un caballero -contesté-' que busca lo que
larga espalda, encorvada y gibosa, Apoyado en el mazo, iba encontrar no puede; bastante larga ha sido ya mi búsque-
vestido con un sayo tan extraño, que no era de lino ni de da, pero nada encontré.
lana, sino que llevaba, atadas al cuello, las pieles de dos to- )-¿Y qué querrlas tú encontrar?.
ros o dos bueyes recién desollados ¡-Ávelturá, para poner a prueba mi valor y audacia.
¡El villano, en cuanto vio que me acercaba, se puso en Te lo ruego, pido y suplico, cuéntame lo que sepas' si tú has
pie de un salto; acaso quería ponerme la mano encima, no oldo de alguna aventura o hecho prodigioso. -l
sé qué era lo que se proponía, pero cuidé de quedarme a r-Eso lo seguirás echando en falta: de aventura yo no
la defensiva, mientras le veía quieto y sin moverse, subido sé nada, ni nunca ol hablqffero si tú quisieras ir hasta una
encima del tronco mediría por lo menos diecisiete pies fuente, cerca de aquí, te sería dificil volver sin haber cum-
-él
de alto- mirándome sin decir palabra, como si de un plido con su costumbre 0. Aquf cerca encontrarás en segui-
animal se tratara; y pensé que no sabÍa hablar y que no te- áa un sendero, que te llevará hasta ella. Mantén siempre tu
.nía uso de razón. Sin embargo, me arriesgué hasta pre- ruta derecha, si no quieres malgastar tus pasos' porque se-
guntarle: ría fácil que te desviaras: hay otros muchos caminos. Verás
r-Oye tú, dime si eres criatura de Dios o del diablo. cómo hieive la fuente, pese a que está más fifa que el.már-
rY él me contestó que era un hombre mol. L,e da sombra el árbol más hermoso que haya podido
r-¿Qué espeqie de hombre eres tú? crear Naturaleza. En todas las estaciones perduran sus ho-
r-Tal como lo ves, no soy de otra manera. jas, porque ni siquiera las pierde con el invierno. Allí está
r-¿Qué haces tú aquí? cargada una vasija de hierro, de una cadena tan larga que
¡-Yo me quedo aquí para guardar los animales de este toca hasta el fondo de la fuent.e.' Al lado del manantial en-
bosque, contrarás un escalón, que no te puedo describir, pues nun-
)-iQue los guardas! Pero, ¡por San Pedro de Roma, si ca vi ninguno semejante: ya lo verás; y al otro lado, una er-
estos animales no conocen al hombre! No creo que en una mita, pequeña pero preciosa; si quieres coger agua con la
llanura o en un soto se pueda guardar una bestia salvaje, ni vasijay áerramarla encima del escalón, verás entonces tal
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ri' r:,{:i í' r, l ;,i
r i1',i.f i ' ¡l:i, .-: ,':: ,l
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vv. 395-458
vv. 459-524
tormenta, que no quedará bestia en esta floresta, ni ciervo
ni cervatillo, ni gamo ni jabalí, y hasta los pájaros cima del pino que, por increfble que parezca, no se vela
rama ni hoja, porque el árbol entero estaba cubierto de pá-
"r""páian
de allí. verás caer tal rayo, los árboles hechos trizas con tal jaros, que coronaban su hermosura. Dulcemente cantaban
vendaval, y llover, tronar y relampaguear con tal fuerza, que
si logras salir sin duelo ni quebrantó, serás el caballero r"- los pájaros al unísono, pero con distintas modulaciones: la
jor aventurero que haya estado allí. melodfa que cantaba uno, no se la ofa cantar a otro. Me re-
rMe despedÍ del villano en cuanto me hubo indicado gcijé con su gozo, y me quedé escuchando a placer todo
el su oficio. Nunca ol música tan jubilosa, ni creo que la pueda
cam-ino-.SerÍa quizás la hora tercia, puede ser que cerca
del alcánzar a olr nadie, si no va hasta aquella fuente de her-
mediodía ya, cuando distinguí el árboÍ y la fuente. Del árbor
puedo.decir que era el más hermoso pino que haya mosura, que tanto me hechizó que crei enloquecer,
crecido rTan absorto andaba que me sorprendió un ruido como
sobre la faz de la tierra. creo que pór muóho qúe hubiese
de diez caballeros al menos esto pensé al principio-,
pero era uno solo el-o
llovido, no habría atravesado su foriaje ni una gota: toda el
agua resbalarla encima de su espesa copa, Vi, Jolgando del que con tanto estrépito llegaba. Cuan-
árbol, la vasija: era der oro más tino quejamás se ploo do me di cuenta que venía sin compañla, sujeté las cinchas
prar en ninguna feria. Aquella fuente, podéis creerme, "oo,- de mi caballo y lo monté sin demora; aquél cabalgaba con
her_ gran furia, más rápido que un alerión, y bravo en aparien-
vÍa a borbotones. Er escalón era de esmeralda, ahuecado
como una jarra, y con cuatro rubfes ?, de un rojo más lla_ cia, como un león. Gritando todo lo que podía, me empezó
a desafiar:
meante que el sol de la mañana cuando despunta hacia
oriente
r-Vasallo, habéis cometido una infamia y me habéis
que en todo cuanto os estoy contando no hay
palabra -juro
que no sea verdad.
causado un grave perjuicio, sin previo desaffo. Deberlais ha-
rsentí curiosidad por aquel prodigio de los truenos y berme requerido, si para ello tenlais motivo, o por lo menos
la haber reclamado vuestro derecho, antes de atacarme. pero
tempestad y cometí una gran imprudencia: de haber póOi_
si puedo, sobre vos, señor vasallo, recaerá el daño que me
do, habría renunciado tan pronto como hube derramabo er
a-gua de la vasija encima del escalón. pero demasiada
ha causado este perjuicio patente, del cual tengo por testi-
debi go mi bosque abatido. Quíen recibe golpes tiene motirios
de verter, me temo, porque vi entonces el.cielo aesgá¡ais"
para quejafse, y yo me quejo con razón de que me hayáis
en pedazos, con más de catorce relámpagos que mJhórían
la vista, mientras las nubes revueltas de árriua abajo lanza- expulsadó de mi mansión, con lluvia y rayo; gran pesar me
habéis causado, y maldito el que se alegre, pues habéis asal-
ban lluvia, nieve y granizo. Tan horrorosa y violónta fue
tado de tal forma mi bosque y mi castillo, que no me habría
aquella tempestad, que cien veces crel morirme con los ra-
yos que caían a mi arrededor y los árboles que valido la ayuda de ninguna atalaya o alta mu¡alla. Nadie ha-
se abatían. brfa quedado a salvo, ni dentro de una fortaleza, fuese de
¡Sabed que me asusté y esperé que el tiempó se apacijua-
ra! Pero Dios me dio pronto sosiego y no pásó o'u"tro tÉ.- dura piedra o de madera. Pero t'ened por seguro que de
po hasta que los vientos amainaron y, en cuanto quiso, ya aquf en adelante no os daré tregua ni descanso.
rTras estas palabras, nos lanzamos el uno contra el otro,
no se atrevieron a soplar las ráfaga.s,J
sujetando cada uno el escudo por la embrazadura, para cu-
rCuando vi el cielo claro y puro, me sentí feliz y volví
brirnos con é1. El caballero tenla buen caballo y lanza tan rf-
a-tener confianza, porque la alegrfa acaso gocé áe eila
-sipena gida como para no doblarse, además me llevaba sin lugar
alguna vez- pronto hace olvidar la mái honda. En a dudas toda la cabeza; así quiso mi mala fortuna que yo fue-
cuanto pasó la tormenta, vi tantos pájaros amontonados en-
ra más pequeño que él y su caballo mejor que el mfo. Os
,,:,.,- .r .::.r:t, . ,,.i l: ,,
vv. 591-649
vv. 525-590
que no r"Ui" callado-. Caben más palabras en una
digo toda la verdad, sabedlo bien, para ampararme ante járra de vino "rtu-rre
que en un barril de cerveza, y dice el refrán
esta afrenta. Le asesté un golpe con toda la fuerza de la que que gato cebado, gato fogoso. Después de comer cualquie-
era capaz nunca regateo esfuerzo- y le alcancé en el s
ra püeAe matar moros y hasta al sultán Loradín sin mover-
-y
brqcal del escudo; había golpeado con tal potencia que mi r" d" su silla, y vos iríais a tomar venganza del rey Forré'
lanza voló en pedazos, pero la suya se quedó entera, por- sacado bri-
¿Tenéis guarnecido ya vuestro escudo? ¿Habéis
que no era nada ligera, sino que pesaba, a mi parecer, más de calzas y desplegado vuestros es-
llo al hierro vuestras
que cualquier lanza de caballero: lanza tan gruesa no se la tandartes? iDaos prisa, mi señor Yvain! ¿Cuándo saldréis de
vi a ningún otro, El caballero me golpeó tan fuertemente en- aquí, esta noche o mañana? Cuando vayáis camino del mar-
cima de la grupa del caballo, que me derribó y cal abatido tirio, hacédnoslo saber, buen caballero, porque os queremos
sobre el suelo raso; sin dignarse mirarme siquiera, me deió acompañar: no habrá preboste ni veedor que no se preste
con toda la afrenta y humillación, Se llevó mi caballo y em- a darós escolta; así que no os marchéis, os lo ruego, sin to-
prendió el camino de retorno, dejándome abandonado, Y mar licencia. Y si esta noche tuvierais alguna pesadilla,
yo, que no sabía cuál era mi papel s, me quedé pensativo y abandonad el ProYecto.
angustiado. Me senté un rato al lado de la fuente y perma-
¿Acaso os habéis vuelto loco de tabia, mi se-
neci descansando un poco; no me atrevf a seguir al caba- -¡Cómol
ñor Kay la reina- que vuestra lengua no puede
llero, por temor a cometer una locura -exclama
-de haberme atre-
vido, tampoco sabía dónde había ido a parar-, Al fin decidí
callarse nunca? ¡En mala hora usáis de vuestra lengua'
r0.
amarga como la escamonea! En vetdad' vuestra lengua
cumplir con lo que había prometido a mi huésped y volver os odñ, pues a cada uno dice lo peor, pase lo que pase. iMal-
donde é1. La idea me gustó y asl lo hice; deiando en el sue- dita sea la lengua que nunca se cansa de hablar mall L'a
lo todas mis armas para caminar más ligero, regresé sintien- vuestra consigue haceros odioso a todos: peor no os puede
'.;
¡ do toda la afrenta. traicionar, Sabed que si fue¡a mía, yo la requiriría por trai-
;i ¡Cuando volví por la noche al hostal, encontré a mi hués-
ción. Un hombre al que no se le püede corregir tendría que'
ped igual que antes: tan alegre y cortés como le habfa de- estar atado a las rejas del coro de la iglesia, como los locos'
jado, y no noté para nada que él o su hija me mirasen de mi señor Yvain-, que
fe mia-s-eñora
otra manera o me tratasen con menos consideración que la -A -contesta
no me importan sus sarcasmos. Tal es el poder y tan gren-
noche anterior, Todos los de la mansión me rodeafon de de el saber y el valor de mi señor Kay, en todas las co¡tes,
grandes honores les sean dadas- porque, según que nunca se quedará mudo ni sordo. Tiene el arte de con-
-gracias
decían, de memoria de hombre no se había ofdo que nadie tástar a las yillanías con cortesía y prudencia, y nunca ac;
volviese de donde yo volvía, sino que todos habían queda- tuó de otro modo -vos sabréis si miento...-. Pero no quiero
do allf, muertos o apresados. Asl marché, así volvl. Ya iuve andar con querellas ni emprender locuras. No decide el
la insensatdz de contaros lo que nunca hubiese querido combate quien asesta el primer golpe, sino el que toma ven-
contar. ganza. Quien es capaz de insultar a un compañero, se que-
fe mía, mi señor Yvain-, vos sois mi iellaría hasta con un extraño. No quiero parecerme al dogq'
primo -Ay nos -exclama
debemos mutuo afecto, pero loco os tengo que que se eriza y descarga su rabia cuando los mastines ense-
llamar por haberme ocultado tanto tiempo esta aventura. Si ñan los colmillos.
os he llamado loco, no os deis por ofendido, os lo ruego, pues Mientras así conversaban, salió el rey de su aposento,
si puedo y me es lícito, iré a vengar vuestra afrenta. donde se había quedado largo rato durmiendo hasta este
se ve que estamos de sobremesa! Kay,
-¡Cómo -salta II
' 'i 1 l0
,¡ffit .;ii'!
"S$;,di;rl,
vv.650-?ll
vv.712-775
momento. En cuanto le vieron, los barones se pusieron
en verá, si es posible, el escalón y la fuente, la vasija, y los pá-
pie ante él; el rey les mandó sentarse y tomó
ásiento junto jaros reunidos encima del pino; hará llover y ventiscar, pero
a la reina, quien inmediatamente re votúio n"tái, páí"ür"
por palabra, todas las aventuras de Calogrenante, nadie sabrá de su propósito hasta que la cosa se haya re-
" cón ef suelto, con gran afrenta o mayor honra: sólo entonces sal-
gran talento que ella tenfa para contar.
drá a la luz su empresa.
Rey las oyó con mucho interés e hizo tres juramen,
tos, sobre el alma de Uterpendragón, su padrer¡, Mi señor Yvain se marcha de la corte, sin reunirse con
soble la nadie, y se va hacia su hostal. Allí encuentra a toda su mes-
de su hijo y sobre la de su madre:-prometfá ir a ver
la fuen- nada,.manda ensillar su caballo y llama a un escudero suyo,
te'.la tormentg v el prodigio antes áe que transcurriera
una con el que no.tenía secretos.
quinc,ena.. Allf estará la vfspera de la firesta
de mi ,ená, i"n
Juan Bautista y se hospedará por la noche; añadió qu" f" -le adice-,
-Mira Voy
mis armas.
ven aqul fuera conmigo y tráeme
salir por aquella puerta con mi palafrén
acompañaran todos quisieran. Con este pro ecto ahora mismo. Procura no demorarte, que me es preciso via-
del réy, se acrecentó_cuantos
la estima qu.le tenla toda la corte,
y muchos, ro mismo barones que "njóvenes y futuros cabalre- jar muy lejos. Cuida de que pongan buena herradura a mi
ros, quisieron acompaña¡le. corcel y tráemelo pronto; luego te llevarás a mi palafrén.
Pero guárdate bien, te lo ordeno, cuando alguien te pregun-
Pero mi señor yvain, en medio de tanta alegrla y gozo,
se encontraba dolido, porque él hubiese preferid-o
te por mí, de darle la menor noticia. porque si no, si tú aho-
uná ra en algo te fías de mí, ya sólo confiarías para tu desgracia.
tura solitaria; le causaba angustia y ansiedad que tru¡iese "'u"n-
decidido el rey esta salida. Ire pesaba por una sola razón: el escudero-, estad tranquilo, que
er por mí-Señor
nadie -contesta
sabrá nada. Marchaos, yo os seguiré.
convencimiento de que la batalla la librarfa, con toda
cer- Pronto monta mi señor Yvain su caballo;no volverá has-
teza, mi señor Kay, a nada que hiciese el requerimiento:
no ta vengar, si puede, la afrenta de su primo, Corre ahora el
se lo iba a negar el rey. ¿O quizás mi señof Gauvain
haria escudero hacia el buen caballo y lo monta sin demora, por-
el requerimiento er primero? con que cualquiera de ros
dos que no le faltaba clavo ni herradura. Al galope siguió a su
lo.requiriese, la batalra no les serfa denegaoa. pero él
no les señor hasta verle: habia descabalgado y le esperaba en un
esperará por nada del mundo: no echaln falta su compa_
sitio apartado del camino desde hacía algún rato. Le trae su
1?; ira solo, a su guisa, caminando con gozo o con duelo. arnés y todo su aparato y él va vistiendo sus armas,,
Quien.quiera quedarse, que se demore, pero é1, ante5 de
tres dlas, pretende estar en Brocelandia. -Buscará con Mi señor Yvain, una vez armado, no se concedió des-
toáo canso y empezó a cabalgar a lo largo y ancho de los bos-
ahlnco y, si-es posible, por todo qr"
-encontrará, ques, recorriendo en cada jornada muchos montes y valles,
pondrá em ello, la estrecha "f "rOoi
senda frondosa, la randa y r,r i*- lugares hostiles y salvajes, fránqueando pasos angostos,
taleza, el deleite y solaz de la cortés damisela, ,u grá"i"
hermosura,la hospitalidad, pródiga en honores, aát noUtev desfiladeros traidores y peligrosos, hasta llegar a la estre-
cha senda tenebrosa, llena de zarzales: tuvo entonces la cer-
valvasor y de su hija, que se esfuerzan con todo el
propio de personas.de franco y buen linaje. t uego "*p"ño teza de no poder ya extraviarse.
vera tós Por muy caro que le cueste, no se detendrá hasta ver
toros Ja artiga del bosque y al villanó gigan-te que los
_en
guarda. I¡a verdad es que siente impacie-náa por ver-a el pino que da sombra a la fuente, el escalón y la tempestad
que arroja lluvia, granizo, trueno y ventisca.
aquel villano, tan extraordinariamente feo, gigantesco,
Por la noche tuvo, como podéis figuraos, hospitalidad
horrible y monstruoso, y tan negro como un herleio. Lruego
tal como esperaba, pues el trato de consideración con que
T2
l3
., ,,r1;. ,-- . ,,.,,
le honró el valvasor sobrepasó todo lo que os que he narra- te. Cuidan de no malgastar sus golpes y los emplean lo me-
do y en la doncella encontró como cien veces más sabidu- jor posible, abolladosy doblados los yelmos, teñidas con la
ría y hermosura de lo que había contado Calogrenante, por- r"ngt" que se roban las lorigas, cuyas mallas vuelan hacia
que es imposible sumar o medir los méritos de una mujer y et cíeto. A cuchilladas se golpean en pleno rostro. Tan cai
de un hombre de valor, cuando despliegan sus cualidades das y desmalladas tienen ya las lorigas' que no les prote-
con toda caballerosidad: sería interminable de contar, por- g"n'"t cuerpo más que si llevasen hábito de monje' Cual-
fe-
que el le¡rguaie no alcanza a describir todo el bien de que {uiera se máravillaría viendo cuánto durá una batalla tan
tienen tan fiero e indomable co-
c"paz uñ hombre de honor' Aquella noche, mi señor lvain rbzmente dura. Pero ambos
"s
quedó muy bien alojado y muy complacido. razón, que ninguno cedería un palmo de terreno sin empu-
Al dia siguiente, llegÓ hasta la artiga del bosque y vio jar al otro hasta la muerte. Irucharon con tanta lealtad, que
los toros y al villano, que le indicó el camino, pero más de nune" malhirie¡on o lastimaron en parte alguna a sus caba-
cien veces se persignó, sin dejar de hacerse cruces ante el llos, y no'quisieron apearse ni unl sola vez, sino que siguie-
prodigio que tenía a la vista: ¿Cómo había podido Naturale- ron én sul monturas: asf resultó más hermosa la batalla.
: za acometer obra tan fea villana?
Y Al fin, mi señor Yvain desgajó el yelmo del caballero,
Luego cabalgó hasta la fuente y vio todo cuanto anhe- que quedó aturdido y descalabrado; le entró pavor po: gol-
laba ver. Sin detenerse ni un instante, derramó sobre el es- p. t"i mortal como ñunca habfa recibido; bajo la cofia de
calón la vasija llena de agua' Inmediatamente, empezÓ a i¡i"rro, hendido el cráneo, le salla el cerebro, tiñendo con
I ventear, llover y hacer el tiempo que debía hacer. Y cuan- sangre las mallas de su brillante loriga. Tan hondo dolor sin-
I
I
do Dios devolvió sosiego al tiempo, acudieron los pájaros a tió, lue a poco le falló el corazón' Al saberse herido de
i
posarse sobre el pino e hicieron una fiesta maravillosa en- .. mueite, empezó a ltuir iba a hacer?-, pues ya era
-¿qué
I
I
cima de la fuente peligrosa. incapaz de defenderse.
Huyó apresuradamente, con el propósitó de alcanzar
:I
Antes de que terminara aquel concierto,llegó, más en-
colerizado que brasa ardiente, un caballero con tanto estré- sin demora!u castillo, cuyo puente levadizo se encontlab'a
pito como si cazara un ciervo en celo' En cuanto ambos se bajado y su portal abierto dé par en par. Con todo lmpetü,
vieron, cada uno se lanzó al encuentro del otro, y en sus dos misenoi yváin espolea su caballo para seguirle. Como per-
rostros se leÍa un mutuo odio a muerte. Armados con sen- sigue, alzando el vuelo desde lejos' el gerifalte a la grulla,
das lanzas duras y resistentes, intercambian tan duros gol- üJgando tan cerca que, cuando ya cree tener cogida su pre-
pes, que los dos se atraviesan los escudos de parte a parte; sa,-se le escapa, asf segufa nuestro caballero al fugitivo, tan
se desmallan las lorigas, se resquebrajan las lanzas y se ha- cerca como para agarrarle casi, pero sin conseguir Slcan-
cen trizas, saltando los pedazos por los aires. Siguen'enton- zarie, pese á que puede olr los quejidos que le arranca el
ces combatiendo con la espada. Con fragorosas cuchilladas, dolor. úno sigue huyendo mientras que el otro le acosa- con
han cortado las correas de los escudos que, astillados por to- todo el ahínco, porque teme haber malgastado sus esfue¡-
das partes, ya no les sirven para cubrirse: los han destroza- zos, si no lográ capturarle, vivo o muerto, pues se acuerda
do de tál forma, que ya ensayan sus destellantes espadas de los sarcasmos de mi señor Kay. Todavfa no se siente li-
contra flancos, caderas y pechos al descubierto. Se ponen bre de la promesa que hizo a su primo, porque no darfdn
a prueba con toda crueldad y sin ceder un solo pie de terre- crédito a su hazaña en absoluto, si no volviese con pruebas
no, como si fueran dos rocas; nunca sostuvieron lucha tan en- tangibles de la verdad.
carnizada dos caballeros empeñados en precipitar su muer- Espoleando óu montura, el fugitivo le ha llevado hasta
I4 I5
'ñaya, pues nunca ol encontrarán si no os movéis de este le- Rií inan todos enardeciéndose, buscando airados por
chó. Éronto veréis esta sala llenarse de gente: sañuda y toda la sala, golpeando paredes, lechos y bancos;de 1o.1.qo|;
cruel,queacudiráaqulconlaseguridaddeencontra:os'Es ;;ród; íatvO et techo donde estaba recostado el éába-
posiU'te que aquí traigan 9\ 9u.9¡no antes de enterrarlo' Em- ilero, al que ni apalearon, ni tocaron siquiera' pero libraron
pezarán á buslaros deuaid $é]io9 bancos, debajo de los le- toda unabatalla, dando estacazos a su alrededor' como
cie-
thot; quien no tuviese miedo, casi se podría divertir y re- gos buscando a tientas'
crear, viendo tanta gente dai'rdb pálos de ciego, porque to- Mientrasibanhurgandoyvolcandolechosytaburetes'
dos andarán tan cegados, engañados e impotentes' -que se llegó una de las damas más bellas que se haya visto en esta
pondrán rabiosos AJira. No ospuédo deÓir más por ahora' ni tieíra criatura tan hermosa no se oyó jamás contar pa-
me atrevo a quedar.me. Pero agiadézco a Dios que me haya -de
labra-, pero andaba enloquecida de dolor, casi a puntogri-de
dado ocasión'y medio¡ parq Cómplacelos, pues de ello sen- matarse,-alternando arrebátos y desmayos: se alzaba,
tía gran deseo.
I9
l8
i:,',.
¿r' :; i _:1_:
ü;ii:
'i. '¡ j -"1.:
vv. 1386-1446
vv. t447-1505
gran lástima cuando Amor es tan vil como para albergarse ción yvillanía, y lo afirmo para que lo oiga quien quiera, no
en el peor lugar que encuentra, como si'fuera el mejoi hos_ tiene derecho a ningún gozo.
pedaje. Pe¡o esta vez, en cambio, le acoge una mo¡ada no- rEn cuanto a ml, no desmereceré y siempre amaré a mi
ble, un lugar donde gustará de morar y demorarse. Así de- enemiga, porque no debo odiarla, si aAmoino quiero trai-
berí-a comportarse siempre Amor, que es de muy noble na- cionar: lo que quiere Amor, debo yo amar.
turaleza, porque no deja de ser sorprendente que se atreva rPero ¿y ella? ¿Debe llamarme su amigo? Claro que
vergonzosamente a alojarse hasta en los lugares más infa_ .
.sí, porque yo la amo, y yo la llamo enemigá
mes. Se parece entonces al que derrama bálsamo sobre el mfa, porque
me odia, con todo derecho: yo he mata.do át oU¡"tó de su
polvo, al q¡e odia el honor y gusta áe la deshonra, al que amor. ..
incorpora hollín a la miel y mezcla azúcar con la hiel. pero r¿Soy enemigo suyo entonces? Ciertamente
en esta ocasión, Amor se ha alojado en un feudo franco y no_ .
sino su amigo.
no lo soy,
blg y esto nadie se lo puede reprochar - r¡cuánto suplicio padezco por sus hermosos cabelos!
-
Después del entierro, marchóse toda la gente: no que- Nada cref amar nunca tanto. Dg tanto como relucen, su be_
daron ni clérigos, ni caballeros u hombres de armas, ni da- lleza sobrepasa la del oro fino. Me incendia e irrita el alma
mas, salvo la qüe no oculta su dolor. Ella permanece sola y con ira al verlos romper y destrozar.
a menudo se lleva las manos a la garganta, aprieta los pu- r¡Que no pueda jamás enjugar las lágrimas que caen
de
ños, se golpea las palmas, otras u"ó"r lee sus salmos en un sus ojos! ¡cuánto me disgusta todo e[or ojos tan hermosos
salterio iluminado con letras de oro.
Mi señor Yvain sigue apostado en la ventana, desde lync-" se vieron, pese a estar llenos de incósantes lágrimas.
Me duele cuanto llora y nada me causa tal congoja-, como
donde la contempla; cuanto más la mira, más hermosa la en- verla herirse un rostro, que no hubiese merecido tal mar-
cuentra. ¡Cuánto quisiera que dejase sus llantos y su lectura tirio: nunca vi otro tan bien dibujado, ni tan fresco de
y consintiera en conversar con éll Amor le ha conquistado colo¡.
. en la ventana, arrojándole a este querer, que le desespera rPeroircaléscorazona sobre todas las cosas el que,sea
porque no puede pensar ni creer que tal deseo llegue a su propia enemiga. Realmente, no finge e intenta todó lo po_
y asf se debate:
'cumplirse loco puedo tenerme, cuando quiero lo que nunca
sible para destruir la belleza de su iostro, cuando no.hay
- --- t
podré -Por
poseer: a su esposo herl de muerte, ¡y pienso que
cristal taú transparente ni tan pulido espejo.
r¡Dios mfo! ¿Por qué comete tan gran locura hiriéndose
hará las paces conmigol las manos? ¿Por qué retuerce sus pre-cior", *"no, y ,é ur"-
r¡A fe mla, como si no supiera que ahora ella me odia y ña el pectro? ¿No serfa pura maravilla verla ategre, cuando
con todo derechol enfurecida resulta tan bella?
r'Ahora', dije, hablando con sabidurfa, porque la mujer rSf, es verdad, puedo jurarlo, Naturaleza jamás pudo
so_
tiene más de cien estados de ánimo y esta tesitura, en la brepasarse hasta tal punto, como creando eita beileza: ha
que ahora se encuentra, quizá cambie pronto. sobrepasado la medida, ¿o acaso no ha tenido parte en esta
rY sin 'quizá': seguro que cambiará y estoy loco por obra?
desesperarme. Dios le conceda cambiar pronto de parecer, ré!ómo pudo ser esto? ¿De dónde surgió tan gran be_
pue's si asl lo quiere Amor, me es preciso quedar en su po-
..
lleza? Dios la hizo, con su mano desnuda, pára que-la Natu-
der para siempre: quien no accede de buen grado al reque- raleza se quedase soñando. podrfa malgastar to'do su tiem-
rimiento de Amor en cuanto le atrae a su vera, comete trai- po, si quisiera imitarla, porque ya ni Dlos podrfa volver
a
24 25
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' :.i".,,, 'irl ¡,it1i .,
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uu, isoz-tur t
vv. lbuo-lcol .
y me
traer al muirdo, si se empeñara, semejante iriatura ni, creo lo que vi, y Dios me sea testigo, me complace todavfa
yo, a nadie podría enseñar tal modelo, por más que se es- complacerá siemPre.
forzara.,. lD"j"ros por ahora este asunto -contesta la donce-
Así describe mi señor Yvain a la dama, quebrantada lla, que sá¡e captar muy bien el. significado de sus afirma-
por el duelo, y nunca ocurrió, que yo sepa' que un homb¡e cionés-, no soy tan necia ni tan insensata como para no en-
ápresado, con tal suerte como la de mi señor Yvain, es de- tenderperfectamentevuestraspalabras,peroahoraseguid-
esta misma
cir, temiendo por su vida, amase tan locamente a quien aca- *", quá trataré de haceros sali¡ de esta prisión: en buen lu-
so jamás, ni él ni otro de su parte, pudiese requerir de noche o mañana, si os place, os dejaré a salvo
amores. p"to venid ahora, que os conduciré'
t"t;'lT"ned
I
] .:.:
.
;,tr.{rt. .. '---..i,l
'"=if'. r' ', ',* a- 'il I
' i 'f:.: .E
vv. 1612-1667
vv. 1668-1729
. ¡-¡cáilate y desaparece de mi vista! Nunca encontraré -iAh, señora, os parece mérito el mataros de dolor! por.
Dios, no os castiguéis así, renunciad a esta deshonra: a dama
otro igual.
podríais, señora, si aceptarais. pero'ahora de tan alto linaje, no conviene mantener tan largo duelo.
-si
me-sin enfadaros,, ¿vuestra tierra, quien decid_ Acordaos de vuestra honra y de vuestra cortesfa.
¿Es que
do llegue t"y Arturo, que la,"ü"n"
n oerenJeiñ-run_ pensáis que toda proeza ha muerto con vuestro señoi? Otros
9l próxima ha de acu_ tan buenos o rnejores quedan en el mundo.
dir.al, escarón y a la fuenie?
¿g, qu. no habéis recibido re_ me confunda si no mientesl y sin embargo nóm-
cado sobre ese asunto en la clartatu" -¡Dios
or mandó ra Doncera brame un solo caballero que haya dado pruebas dé valen-
lalvajg? iAvt ieué bien ha-empreaáo'ela ti"*por-culiao
deberlais estar prep"ranaoos-"rrori tia como hizo mi esposo a lo largo de su vida.
mismo"r para defender
vuestra fuente, no cesáis de torar.
esta,decisión, queridaseñora, pues
No debárfáir á"ror", -Y vos no me lo agradecerfais, sino que volveríais a
enojaros y a amenazarme.
es cierto qu", ñi"n te doy mi palabra de que no lo haré.
sabéis, todos los cabateror qú" i;néir "oio -No,
no u"i"n'"""'"i;"- sea, para vuestra felicidad futura, si la aceptáis,
rista'hasta el que más se pr"ói", no _ -Asf
ágera ni escudo ni lan- ¡y Dios quiera que lo decidáis asl! No veo razón por lá que
za. Tenéis a mucha_gente, pero'co¡áráe
t"O" V no't"_ deba callar, ya que no hay nadie para escuchar ni olrnos.
brá ninguno con suficiente auoacápara "ffu,
montar su caballo, Acaso me tendréis por impertinente, pero me parece que
mientras el rey que viene con su ejército
todo sin encontrar resistencia
," bien puedo haceros esta pregunta: cuando dos caballeros
"foO"i.ria" han librado combate, midiéndose con las armas,
La dama lo sabe muy bien y piensa que
le aconseja con ¿cuál de
buena fe, pero lleva deniro un. lós dos creéis que vale más, si uno vence al otro? pór lo que
de locura, común a
otras mujeres: toda_s, o.óasi, ,"-"rp""ie a mf respecta, doy el premio al vencedor,
¿y vos? ¡
que revelan su insensatez negánaosl de tal manera, parece que me estás tendiendo una trampa, y que
"órnportan
a aceptar su propia -Me goger con la palabra.
me quieres
voluntad.
fe mía, podéis entender que yo voy por el camino
Déjame en paz. Si alguna - verdad,
de la-A
vgz -¡Márchate!
oigo -contesta_.
mencionar este asunto, ramentarás haberlo he-
y os estoy demostrando irrefuiablemente que
!e tuvo más valor que vuestro esposo el que le venció:le derro-
cho..Pero desaparece ya, pues den¡asiado
tó y persiguió atrevidamente hasta agul, encerrándole ade-
tus discursos. "n;d.";;;;"n más en su propia gasa.
-¡Enhorabuena, señoral
_exclama_. Cómo se ve gue
of tamaño disparatel ¡Este es el mayor que se
sois mujer, pü€s ras mujerer ru"l"n
nes sólo pretenden daries un buen
ánr"d;;;ür Jil,"_ me ha -¡Nunca
dichol ¡Vete, malévola, y nunca vuelvas a menóionar
consejo. ante mí una sola palabra sobre ese caballerol
Se ma¡chó entonces, dejando sola
a lá darna, que volvió señora, ya sabla yo muy bien que no
a da¡se cuenta de cómo se úabía -Ciertamente,
equivocado; r,ú¡iár" qu"_ tendrfa de voFllmenor gratiiud, y yabs to ai¡e antej, pero
rido saber cómo podrfa la doncella áLmostrarle
que era po_ me hablais prometido que no os ibais a enojai, ni guaidar-
sible encontrar mejor caba'ero ae io que
habfa sido su es- me rencor por ello. Mal habéis cumplido vuestra promesa
poso. De buen grado se lo oirla
contar, pero ella misma se y asl me ha ocurrido: vos me habéis dicho cuan¡o habéis
28
; . r, l:':l
vv. l?81-1831
vv.1730-l/8u
querido, y yo he perdido buena ocasión de callarme' su mismo ardor, como un humeante fuego, que de repente
Tras estas palabras, vuelve la doncella a su aposento' prende en vivas llamaradas, sin que le atice ningún soplo
donde demora mi señor Yvain, a quien cuida, colmándole de -Yii ahora viniese la doncella, sin duda ganaría la cau-
-- aire.
de todas las atenciones. Pero a él no hay nada que le agra-
de, si no puede ver a la dama. En cuanto a las propuestas sa por la que tanto abogó, y que le valió copiosas re-
en su favór que hace la doncella, él no sospecha ni sabe criminaciones.
nada. Alamañanasiguiente,vo}vióaquéllayretomósuslati.
Sin embargo toda la noche, la dama' muy preocupada nes dOnde los habíá dejado, mientras la dama le escuchaba
como estaba por defender su fuente, estuvo haciéndose gra- cabizbaja, sintiéndose culpable de haberla amonestado tan
ves reproches a sí misma. Así empieza a arrepentirse de ha- injustamente:Esta vez traia de enmendar su conducta y le
ber reprobado, regañado y maltratado a su doncella' por- ná¡ta con prudencia y humildad, para preguntarle el nom-
que tiene la absoluta certeza de que'ella nunca le propon- bre del caballero, su condición y linaie
dría algo por interés de premio o recompensa, o por favo- implorar vuestro perdón por el 9{av-9 ultraie
-Quieró
y la manera orguilosa e insensata en que os hablé..Ahora se-
recer al caballero: la ama más a ella que a é1, y no le acon-
sejaría por nada del mundo algo deshonroso o que le cau- guiré los precéptos de vuestra escuela. Pero decidme, si lo
sara perjucio, porque es demasiado leal amiga suya' Y con íabéis, este caballero, del que me habéis hablado tanto,
y qué casa o linaje? Si me igua-
este pensamiento, vie¡ais cambiar a la dama; cree que nun- ¿qué clase de hombre es de
ca, a ningún precio, volverá a hacello, y que debe amarla la en rango, y no hay obstáculo por su parte, le haré, os lo
de todo corazón. En cuanto al caballero que acaba de re- prometo, ieñor de mi tier¡a y de mi persona. Pero conven-
chazar, buscará muy leales argumentos para disculparle: drá llevar este negocio de tal forma que yo no dé que ha-
según la razón y el derecho, no la ha ofendido en nada. Con blar, ni se pueda decir de mí: esta es la que se casó con el
grán ardor, empieza a llevar el debate, como si estuviera que mató a su esPoso.
en un pleito y tuviese enfrente al acusado: el nombre de Dios, señora' asl se hará' Tendréis
-En
además el esposo más noble, más cortés y más hermoso que
¿pretendes negar -exclama- que de
-Entonces,
mano tuya muriese mi señor? nunca salió de linaje de Abel.
tal hecho no sólo no reniego -contesta-, sino se llama?
-De -¿Cómoseñor Yvain.
que os lo confieso sin reParo. -Mi fe mía, no tiene nada de villano, sino que es de no-
entonces por qué lo hiciste' ¿Para causarme -A
-Dime
daño? ¿Por odio o por desPrecio? ble alcurnia.este nombre, Ya lo sé: es el hijo del rey l)rién.
yo al instante si lo hice por causaros daño! señora, decís verdad.
-¡Muera tú no me han ofendido en nada, ni tampoco -Ciertamente,
cuándo Podremos tenerlo?
-Entonces -¿Y de cinco días'
hacia él tuviste culpa alguna, porque, de haber podido, él -Dentro
también te hubiera matado. un plazo demasiado largo, y si dependiese de mí,
-Es
ya estaría aquí. ¡Que venga esta misma noche o mañana a
rMe parece que con justicia he juzgado, y que este es
fallo conforme a derecho. más tardar!
Así se demuestra a sí misma, encontrando argumentos no creo que siquiera un páiaro pueda volar
-Señora,
tanto en un solo día. Pero le mandaré recado despachando
en la justicia y la razón, que no tiene derecho a odiarle, y
siguiendo el discurso de su propio deseo, se enciende en a uno de mis mozos, muy experto jinete, que será capaz,
30
3I
Le lleva entonces la doncella, que tan pronto asusta al no mentiré si os digo que no hay fuerza en el
-Señora,
mundo que me obligue, salvo la que me ordena doblegar-
pobre caballero como le tranquiliza, y le habla, jugando a
disfrazar sus palabras, de esta prisión donde le van a en- me en todo ante vuestra voluntad. Nada temo cumplir de lo
cerrar, pues no hay amigo que no conozca de amor el cau- que os plazca mandarme, y si pudiera enmendar la muerte
tiverio, y ella piensa que tiene derecho a reivindicar esta con la que os he ofendido, la enmendaría sin reparos.
cárcel, fuera de la cual no hay amigo. la dama-. Contestadme, y así que'
-¿Cómo? -replica
La doncella lleva de la mano a mi señor Yvain hasta daréis libre de expiar vuestra culpa, si al matar a mi espo-
el lugar donde ha de ser muy amado, pero él en cambio so, no habéis sido culPable ante mí.
teme ser muy mal acogido -temor que no tiene nada de perdonadme si os pregunto:
-Señora -respondg-,
cuando me atacó vuestro esposo, ¿qué culpa tuve al defen-
extraño.
Hallaron a la dama, sentada encima de una rica colcha derme? Si un caballero quiere matar o apresar a otro y su
bermeja. Mi señor Yvain se llevó, os aFeguro, un gran susto adverlario le mata en defensa propia, decidme si este úhi-
en el umbral de la habitación donde se encontraba la dama, mo es culpable.
que no se inmutó y siguió sin decir palabra;este prolonga- absoluto, si se atiende al derecho. Pienso además
-En
que aunque os condenase a muerte, de nada me serviría'
do silencio fue lo que le atemorizó y se quedó aturdido por
el miedo, porque llegó a pensar que habia sido traicionado, Me agradaría mucho saber, en cambio, de dónde viene esta
Se mantuvo en el umbral sin dar un paso, hasta que.tomó la fuerza que os manda plegaros a mi voluntad, sin ningún re-
palabra la doncella y exclamó: paro. Sentaos, y os dejaré libre de toda culpa y repara-
sea quinientas veces quien lleva a la habita- ción, si me contáis cómo os tiene así de esclavizado y
-¡Maldita
ción de una hermosa dama a un caballero que no se le acer- dominado
ca, ni tiene lengua, ni boca, ni ingenio para saber abordarla!
mi señor Yvain-, de mi colazÓn,
que -Señora
-contesta
os pertenece, surge esa fuerza; es mi corazón el que
Entonces ella le sacude y le agarra del brazo di-
ciéndole: me arrojó a este querer.
acá, caballero, no tengáis miedo, que mi seño- -Y al corazón, hermoso y tierno amigo, ¿quién le
ra no-Venid
os morderá. Pedidle paz y concordia y yo os apoyaré subyugó?
para rogarle que os perdone la muerte de su esposo, Escla- --Mis ojos, señora.
dos el Pelirrojo. los ojos, ¿quién?
-Y agran , r
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,,i1,+,¡1',,.,'',i,.'i
.
r..ti::'¡,.. -..
Í;¡
vv.2028-2078
w.2079-2126
guna otra morada puedo albergar mis pensamientos, Tal
Empezó entonces su parlamento el senescal, que era
que a vos me entrego por entero y os amo más que a mí mis_
hombre prudente y sensato:
mo, y que a vuestra merced y discreción, poi vos quiero mo_
rir o vivir, según os plazca,l -Seño¡es -dice-, nos amenaza una guerra: no hay
día que el rey no mande preparar cuanto dispoñe, para ata-
,-üY os atreveríais a emprender combate en mi nom_ car y devastar nuestras tierras. Antes de que pasen dos se-
bre, en defensa de mi fuente?
manas, toda nuestra tierra quedará asolada, si no encuentra
-Sí, ciertamente, señora, contra la humanidad toda.
entonces que acordamos la paz entre nos.
un buen defensor, Cuando mi señora se casó, no hace seis
-Sabed
Y asl, en tan breve plazo, quedaron reconciliados. L¡a
años'todavía, lo hizo por consejo de sus señorlas, pero su es-
poso ha muerto, lo que la sume en la aflicción.
dar4a, que antes habfa reunido en consejo a sus barones, le
¡Ahora Quien tuvo a todo este país y lo llevó con tan
dice:
buen gobierno, sólo posee una toesa de tierra. ¡Cuánto de-
,-Vayamos hasta aquella sala, donde están mis conse_ bemos lamentar la pérdida tan tempranal L,a mujer no pue-
jeros, que acaban de auto¡izarme a que vuelva a tomar es-
de llevar escudo ni golpear con la lanza, pero sí, en cambio,
poso, por la necesidad que ven en ello. Allí mismo, me en_
enmendar su estado y elevar su rango, tomando esposo de
tregaré a vos, sin buscar más lejos otro pretendiente, pues alta condición. En esta necesidad, más fuerte que núnca, se
no debo rechazar como esposo a buen caballero é- hijo encuentra ahora nuestra señora; así que debéis aconsejarle
de iey.
todos que tome esposo, para preservar la costumbre que ha
. Así vio logrados y cumplidos la doncella todos sus pro-
pósitos. En cuanto a mi señor yvain
mantenido a este castillo, desde hace más de sesenta años.
lo puedo atésti- Después de oír estas palabras, todos manifiestan su
guar- -os
no sintió ningun enojo por tan feliz desenlace, ni cuando
acuerdo con esta propuesta, que les parece justa. Luego, ro-
se lo llevó consigo la dama hasta la sala, que estaba llena
dean a la dama, cayendo a sus pies, ansioios por conocer
de caballeros y hombres de armas a su servlcio. Todos que-
su decisión.
daron admirados ante la nobleza de mi señor yvain; a su lle-
Ella se hace de rogar para aceptar lo que más le agra-
gada se levantaron e inclinándose para saludarle, fueron co-
da, hasta que al final¡.otorga, como si fuera a ,u perui, lo
mentando lo que ya adivinaban:
' es el que tomará por esposo nuestra señora. Mal_
que habría llevado a cabo, aunque todos, uno por uno, se hu-
dito -Este
biesen opuesto, y declara:
quien se lo prohíba, pues parece un caballero de una
puesto que os complace oílme, os diré que
nobleza admirable. ciertamente, él sería digno esposo has- -Señorfas,
este caballero, aquí sentado a mi lado, me ha rogado y re_
t? de la emperatriz de Roma. ¡Ojalá le hubiéra juráOo ya fi- querido con insistencia: quiere ponerse a mi seriicio, para
delidad y ella Ie hubiese prometido su mano! Ásí, hoy'mis- defender mi feudo y mi persona, como hombre ligio, loque
mo o mañana, podrían casarse.
le agradezco; vuestras señorías también se lo agrádecerán.
Estos comentarios se iban oyendo y otros del mismo es_
rCiertamente, hasta el día de hoy no le habla visto nun_
tilo' Al fondo de la sala, había un banco, donde fue a tomar ca, pero sí había oído nombrar a menudo a este afamado ca-
asiento la dama, de modo que toda la asq-mblea podía ver-
ballero, pues es hombre de alto linaje: ¡sabed que es hijo
ll Yi ryñor Yvain pareció querer sentarse a sus pies, pero del rey Urién!
ella le hizo levantarse, para que estuviese a su laáo. Luego, ¡Además de ser de tan elevada condición, es de tal va_
invitó a su senescal a tomar la palabra, para que le oyei"n lentía, cortesía e ingenio, que nadie me debe desaconsejar
todos.
esta unión, Todos, creo yo, habéis oído hablar de mi señor
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Yvain de forma elogiosa, pues él en persona es quien pide mir en la sobremesa de que iría a vengar a su primo? Me
mi mano: así que tomaría por esposo, si llega ese día, a un imagino que habrá huido, porque no se hubiera atrevido a
caballero de más alto linaje que el de mi. propio rango. venir aquí, por nada del mundo. Todo fue pura jactancia, y
Y todos exclaman: soberbia desmesura.Muy osado hay que ser, para osar atri-
buirse unos méritos que los demás no le conceden y afian-
-Si obráis sabiamente, no pasará el día de hoy sin que
se celebren los esponsales, pues negocio provechoso es in- zar su fama sobrb el mero testimonio de una vanagloria fa-
sensato demorarlo, aunque sólo sea por una hora. laz, Dista mucho el cobarde del valiente: el primero discurre
Tanto insisten rogándole, que ella otorga lo que hu- junto al fuego, deshaciéndose en elogios sobre su propia
biese hecho contra viento y marea, pues Amor le manda personá y toma por necios a los demás, a nada que sospe-
cumplir aquello para lo cual pide consejo y aprobación, pero che que no goza de su aprecio. El segundo, en cambio, sen-
a mayor honra se casará, si tiene licencia de_ su mesnada. tiría angustia al oír relatar en su presencia tantas proezas
Tantos ruegos no le importunan, sino bien al contrario, le como,acometió, Sin embargo, la verdad es que estoy com-
aguijonean el corazón e incitan a seguir su inclinación: ca- pletamente dq.acuerdo con el cobarde: no se equivoca al
ballo que trota, al galope se lanza, en cuanto se le espolea. pensar que, si no hablase él mismo a su favor, ¿quién.iba a
Delante de todos sus barones, se enüega la dama a mi hacerlo? Cierto es que los heraldos callan sus nombres,
señor Yvain, y él recibe, de la mano de su capellán, a lrau- cuando poregonan las hazañas de los valerosos por las
dina de Landuc, hija del duque de Laududez, aquel héroe cuatro esquinas, y a los cobardes mandan a tomar vientos,
del que se canta un cuento. Aquel mismo día, sin demora, así que no encuentran a nadie que mienta en beneficio
la tomó por esposa y se celebfaron los esponsales. Se con- suyo.
gregaron multitud de cruces y mitras, por tantos obispos y Estos comentarios iba haciendo mi señor Kay, pero in-
abades como había convidado la dama, y acudieron muchas tervino mi señor Gauvain:
personas de alta nobleza; en fin, cundió la alegría y el re- mi señor Kay, piedad! Mi señor Yvain no está
gocijo más de lo que os podría contar, aunque empleara mu- -¡Piedad,
aquí todavía, pero vos ignoráis qué tarea le retiene. Tened
cho tiempo en hacerlo, y por esta razón ahora prefiero ca- por cierto que él jamás se rebajó a hablar mal de vos, pueÉ
llarme, en vez de seguir con esta historia. sabe demasiado de cortesía para actuar de forma tan
villana,
Kay-, me callo y hoy no me oiréis
' -Señor -contesta
Ahora mi señor Yv.ain es el dueño y señor, y olvidado hablar más de este asunto, pues veo que os enoja.
queda el muerto. Quien le mató tomó a su viudá y ambos Entonces el rey, que querÍa presenciar el aguacero, ver-
comparten el mismo lecho. La gente tiene al vivo en mayor tió la vasija'liena de agua encima del escalón, debajb del
aprecio y estima de los que dispensaron al difunto, Se pu- pino, e inmediatamente empezó a llover, y cafan chuzos de
sieron a su servicio con mucho afán durante las bodas, que punta.
duraron hasta las vísperas del día en que el rey llegó, con No tardó nada en llegar mi señor Yvain, que ya habÍa
su séquito, hasta la fuente y el escalón prodigioso. En esta entrado armado en el bosque, y venía galopando sin parar,
aventura, cabalgaba el rey al frente de toda su mesnada, montado en un caballo muy grande, recio, fuerte, rápido y
pues no había dejado allí ni uno solo de'sus hombres. fogoso,
Dios! mi señor Kay-. üQué habrá sido de A mi señor Kay se le antojó abrir combate, pues sin im-
I
mi señor -dijo
-¡PorYvain, que no ha venido, después de tanto presu- portarle el desenlace, siempre quería empezar justas y tor-
38 39
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vv. 2229-2280
vv.2281-2337
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neos, enfureciéndose mucho si no se le concedía este ho-
nor, En presencia de todos, se cae de rodillas ante el rey, tado, sino también aturdido por la vergüenza, mudo y
rogándole que le deje emprender la batalla. anonadado.
Los demás, en cambio, se alegran mucho y celebran go-
el rey-, puesto que os complace y lo ha_
béis -Kay -dice
solicitado el primero, no se os áebe vedai el honor de
zosamente que el honor de mi señor Yvain haya salido vic-
torioso. Hasta el rey mostró satisfacción y agrado, pero el jú-
esta batalla.
bilo de mi señor Gauvain superó con creces al de cualquie-
le da las gracias y monta su caballo. Mi señor yvain
-Kay ra, porque apreciaba la compañía de mi señor Yvain por en-
se. alegraría y sentiría gran satisfacción, gi pudiera
ahora hu- cima de la.de cuantos caballeros conocía.
millar a este fanfar¡ón, al que ha reconociáo fácilmente por
El rey le pide encarecidamente que les cuente, si no le
s,us
?.Tlnas. 9og"
el escudo por las enarmas, y Kay el suyo. importa, qué hazañas habia acometido hasta llegar aquí,
.6,guuoneando sus caballos, se lanzan uno contra otro, bajan-
pues tenía'gran deseo de conocer su aventura, y le invita a
do las lanzas, que tenfan apoyadas en lo alto, hasta soste_
relatarla lo más fielmente posible. Tódo les fue contado en-
nerlas'sólo por las empuñaduras. con tar ansiedad se en-
tonces por mi señor Yvain: la generosidad con que le trató
frentan y se esfuerzan con sus golpes al chocar, que ambas
la doncella y el favor que le hizo. No faltó palabra a su re-
lanzas rompen a la vez, y se les ván resquebrajando en los
lato, ni se olvidó de ningún detalle. L,uego rogó al rey que
puños.
le acompañase a su castillo, para hospedarse allí, con todos
.haceTan fuerte golpe le asesta a Kay mi señor yvain, que le
caerse de la silla, dar una voltereta e hincársele el yel-
sus caballerosr pues albergarles bajo su techo sería para él
un honor y un.placer. Contestó el rey que gustosamente le
mo en la tierra. No le quiere infligir más castigo mi señor
haria compañía, durante ocho días enteros, con toda amis-
Yvain, que ahora descábalg" y i" quita el cáballo a su
tad y alegrla. Se lo agradece mi señor Yvain, y sin demora
adversario.
montan sus cabdllos para encaminarse hacia el castillo. Pero
Se alegraron muchos de los que contemplaban la justa,
mi señor Yvain manda por delante de la comitiva a un es-
y h.ubo algunos para decirle:
cudero con un.halcón grullero para avisar a la dama, que
-i]a! i]al ¡Qué bien os sienta estar ahí derrumbado, no le sorprenda una llegada inesperada y que sus gentes
cua¡do no habéis dejado de despreciar a los demás! pero
fueran ado¡nando sus mansiones en honor al rey.
justicia que os hayan perdonado la vida, porque no
9g 9" ha_ Cuando se entera la dama de la llegada del rey, siente
bíais conocido todavfa la derrota.
gran alegría, y no hay nadie que no se ponga contento al
Mientras tanto, se acercó mi señor yvain ante el rey, lle-
oír la noticia, ni al que deje de importarle tal acontecimien-
vando-el caballo por ra brida, porque Io quería devolver, y
to. I¡a dama convoca a todos, para aconsejarles que vayan
así se lo manifestó:
al encuentro del rey, y ellos, sin discutir ni regañarr cum-
mandad recoger este corcel, porque haría mal plen su deseo de buen talante.
-Señor, con
quedándome algo que os pertenece. Al encuentro del rey de Bretaña van todos montados so-
quién sois vos? el rey_. Sólo por
-¿Pero -pregunta bre grandes caballos españoles, y saludan con una fuerte
la voz me costaría reconoceros, si no os.viese u oy"ru ovación, al rey Arturo primero, y luego a todos los de su
nombrar.
séquito:
Entonces revela su nombre mi señor yvain, y es tan
grande para Kay la humillación, cuando él ha ucusádo a ,u -¡Bienvenida
sea
-gritan- esta compañía de tan va-
lientes caballeros! ¡Bienvenido sea quien les lleva y nos trae
vencedor de haber huido, que ahora no sólo queda derro-
a tan valiosos huéspedes!
1:ji. r'::-3r.::j.
,,,1.:.i;:..i;,'iI,,:.::,;..¡;:;r.
vv. ¿JvJ-zgcl
El castillo entero resuena del júbilo con que se celebra atendidas. Si no temiese malgastar mis palabras, no me har-
la llegada del rey. Paños de seda se han desplegado afue- taiía de contaros tanto regocijo, pero sólo voy a recordar,
ra, a modo de adorno, y con alfombras encima del pavimen- en un breve relato, la entrevista secreta, celebrada entre la
to, han tapizado las calles en honor del rey, cuya llegada luna y el sol.
aguardan. En sus preparativos, no se han olvidado de res-
¿Sabéis ?_quiénes quiero referirme? Aquel que fue se-
guardar del sol al rey, y han dispuesto colgaduras que cu- ñor de caballerbs, y de todos el más afamado, bien merece
bren las balles de un lado a otro. Campanas, cuernos y trom- llamarse qsob: hablo de mi señor Gauvain¡ por quien queda
pas retumban en el castillo con tal estruendo, que no se oi- ilumináda toda la caballería, del mismo modo que el sol de
ria ni a Dios tronar, Por donde bajan las doncellas, suenan la mañana, al penetrar con sus rayos, devuelve la claridad
flautas y violas, zampoñas, panderos y tambores. En otros lu- a cuantos lugares alcanza.
gares, ágiles saltimbanquis dan muestra de su arte, con sal- En cuanto a la <L,unar, no puedo hablar más que de Una,
tos y piruetas, Todos rivalizan en festiva alegria, y prepa- de gian lealtad y entrega. Sin embargo no lo digo sólo por
ran con gozo una acogida a la altura de tal circunstancia. su fama, sino'porque Luneta era su nombre.
Ahora ha salido la dama, que lleva un atuendo digno de Así que Luneta se llamaba la doncella, que era una ama-
una emperatriz: vestido ribeteado de armiño nuevo, y en la ble morenita, hábil, sagaz y astuta. Se gana la tierna amis-
cabeza, una diadema, toda engarzada de rubíes. De su ros- tad del señor Gauvain, que la aprecia y quiere mucho, e in-
tro ha desaparecido toda huella de enojo y la dicha ilumina cluso la llama su amiga, Como ella ha salvado de la muerte
su sonrisa a mi parecer, más hermosa que una a su amigo y compañero, él se pone a su servicio. Ella, por
diosa.
-resultaba,
su parte, le cuenta con detalle todos los esfuerzos que des-
Todo el gentío se arremolinaba alrededor, gritando una plegó, para persuadir a su señora de que tomara a mi señor
y otra vez: Yvain por esposo, y cómo le salvó de sus perseguidores: ¡él
sea el rey, señor de todos los reyes y se- estaba en medio de ellos, pero nadie le veia! L,e dijo enton-
-¡Bienvenido
ñores de este mundo! ces mi señor Gauvain, que se había reído mucho duraúte su
Se queda el rey sin poder contestar a todos y ahora ve historia:
venir hacia él a la dama, que esboza el gesto de sujetarle mía, os entrego con mi persona a un caballe-
el estribo; como el rey adivina su intención, se le adelanta, -Amiga
ro tal como es, dispuesto a serviros sin contrapartida; este
apresurándose en desmontar, Cuando ha descabalgado, ella caballero, no lo cambiéis por otro jamás, si no pensáis ga-
le saluda con estas palabras: nar con el cambio; vuestro soy, sed de aqul en adelante ami-
cien mil veces sea el rey mi señor, y ben- ga mÍa.
-¡Bienvenido
dito su sobrino, mi señor Gauvain! doy las gracias, señor ella.
y vuestro espíritu, -Os
Así intercambiaron ambos -contesta
-¡Alegría tengan vuestroelcuerpo
hermosa criatura rey-, y que seáis muy
promesas de amor, pero
-contesta otros se entregaban también a juegos amorosos, porque da-
dichosa! mas había quizás noventa, a cual más hermosa, llenas de
Luego el rey la abrazó, cogiéndola por la cintura, en un cortesía, donaire, talento, valor y prudencia, y todas de gran
gesto de franca cortesía, y ella le rodeó con sus brazos. nobleza y alto linaje, Con ellas podían los caballeros sola-
No voy a seguir con todas las manifestaciones de bien- zarse, abrazándolas y besándolas, conversar e intercambiar
venida con .que la dama acogió al resto del séquito, pero miradas, sentarse a su lado: este privilegio por lo menos, to-
nunca oÍ hablar de personas tan festejadas, honradas y bien dos pudieron disfrutarlo...
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42 43
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i,r,r14i¡,.t; u.:¡t;; o:l,lil
vv.2452-2507
vv.2508-2561
¡Qué fiesta ahora para mi señor yvain, el compartir su rNo lo dudéis, es preciso que nos acompañéis,
morada con el reyl lra dama honra con tanta consideración no ten_
dréis escapatoria. Cuidad, noble compañero, de no
a cada uno de los convidados en particular y a todos en ge_ aparta_
ros de nuestra compañía; por mi parte, la mía
neral, que hay insensatos como para creer que este trato úe- no os faltará
nunca,
no de atenciones, que ella les proporciona, está inspirado r¿Acaso no es sorprendente que se pueda
por el amor: necios merecen ser llamados los que piensan seguir de_
seando un placer que siempre peráura?
ser amados cuando una dama es bastante cortés para dar ¡irero si ga"ná la fe_
licidad en demorarse! Es más oülce de apurar un
muestras de cariño a un infortunado, acariciarle y abrazar- ínfimo pla-
cgr.q'ue !9 ha demorado, que uno J"r;;;;;"r"
le; con sólo hermosas palabras, er tonto enloquece de alegría sin interrupción. El goce dei amor que 'n.vii
se demora, ,. p-"r"_
y pronto los demás se burlan de é1. ce al verde'ieño cuándo arde: cuanto más t"rJu'"n
Toda la semana, los invitados pasaron el tiempo re- der, más calor desprende y más tiempo se consume. ñi."-
creándose con toda suerte de placeres: muchos se .ntretu- Ade_
más, uno puede ilegar a afer¡arse a una costumbre
vieron, dedicándose a la caza por el bosque, y a la pesca, de tal
forma, que ceiil-lez es más penoso el abandonarla,
mientras otros, que quisieron recorrer la tierraconquistada e impo_
sible luego, aunque se quiera.
por mi señor Yvain al casarse con la dama, salieron á diver- rPese a todo cuando os estoy diciendo, si yo
tirse.por los castillos de los alrededores, hasta las seis le- tuviera tan
bella amiga como tenéis, querido y noble companero.pio,
guas, o cinco, o cuatro, a la redonda. y todos los santos me sean testigos, con qué obtor ta aban-
Cuando el rey estimó que ya no debía prolongar su es- donaría! Piensp que andaría locó de amor por ella.
tancia, mandó emprender los preparativos para su salida. Así da
buenos consejos, quien no sabría aconsejaise a sí
mismo,
Pero durante la semana, todos los compañeros de mi señor gomo Ios predicadores, que enmascaran su desvergonzada
Yvain habían puesto su empeño en lograr que él les acom- lujuria, elogiando en sus sermones todo el bien que io quie_
pañara. ren llevar a la práctica,
mi señor Gauvai¡r-- ¿Seríais acaso
de los-¡Cómo! -le adecÍa
que echan perder su valía por culpa de su mujer?
Tanto insistió mi señor Gauvain, abogando con estos
gumentos, y tantas veces le suplicó, queél le prometió
ar-
tra_
¡P.or Santa María, quede deshonrado quien se case para des- tar de este asunto con su mujer: se maicharía, si ella
merecer! Quien tiene una noble y hermosa dama por ámiga le daba
licencia; a locas o sabiendai, pondrá todos los medios para
o mujer, debe ganar méritos, pues es justo que ella le defu, que ella se la conceda, y pueda retornar a Bretaña.
si van a menos su fama y su valor. Tened por cierto que su Se reúne con la dama, qúe no sospecha nada
de esta pe_
amor os llegaría a enojar, si fuese ¡notivo de demérito. Una tición, y le dice:
mujer no vacila en retirar su amor, y está en su derecho, si
desprecia al que ha desmerecido, nada más hacerse señor . mi querida señora mía, vos que sois corazón y alma
mía, -Muy bien, mi alegría y solaz, tenéis que prometerme una
de su reino. cosa, sobre vuestro honor y el mío.
¡Lo más importante es que se acreciente vuestra honra. La dama, que ignora lo que quiere pedirle, se lo con_
_
Romped el freno y el cabestro, e iremos a tórnear, vos y yo, cede de antemano, diciéndolé:
que no se os pueda llamar cobarde, No debéis soñar des- esposo, vos podéis mandarme
pierto, sino frecuentar torneos, disputar justas, y abandonar -Querido lo que os
parezca,
todo lo demás, cueste lo que cueste. Demasiado sueña,
- Ahora le pide mi señor yvain licencia para acompañar
I
-..f*,,,i \1..,.i¡iiiiiíj
vv.2674-2733
w.2734-2789
dejarle casi siempre los honores del combate, y así le hizo
demorarse tanto, que no sólo transcurrió el añó, sino parte ban son unos rufianes, que fingen ser nobles caballeros,
siendo unos hipócritas e impostores, y se empeñan en que-
del siguiente, hasta mediados de agosto, cuando el rey reu-
nió a su corte, con vistas a celebrar unos festejos. darse con un corazón que nada les importa. El leal amigo,
en cambio, vaya donde vaya, cuida con amor, hasta devol-
La víspera de la fiesta, los dos volvi_eron áe un torneo,
donde habÍa luchado mi señor yvain, y ambos caballeros se verlo, el corazón que tiene en su custodia.
rMi señor Yvain ha matado a mi señora, porque ella pen-
habían llevado todo el mérito del encuentro
me parece, la historia. -esto cuenta, saba que guardaría sú corazón y se lo devolvería, antel de
que h[biese transcurrido el año.
Los dos compañeros acordaron no hospedarse en la ciu-
r¡Qué ólvidadizo has sido yvain, incapaz de acordarte
dad, y haciendo mo¡tar su pabellón fuera del recinto para-
ciegb, reunieron allí a su corte, sin acercarse a la cortó der de que debías volver al lado de mi dama, antes de un añol
Ella te dio-como plazo hasta la fiesta de San Juan, y tú has
r€y; en cambio, el rey vino a la suya, pues con ellos estaba
actuado con tal desprecio, que jamás volviste a acordarte.
toda,la flor de la caballería.
Mi señora, en cambio, ha ido marcando día a dla, cada mo-
El rey Arturo se acababa de sentar entre ellos, cuando
mento, en su cámara, pues el que ama vive en una continua
Yvain empezó a meditar. Jamás desde que se despidió de
ansiedad, todas las noches, contando y sumando, sin permi-
su dama, le habÍa sorprendido pensamiento como él que te
tirse nunca un sueño feliz, los días que vienen y r" uurr, por-
invadía ahora, en que se percataba de que había traióiona-
do su promesa, traspasando el término fijado. A duras pe_
que así porñan contra témporas y estaciones, los leáles
amantes.
nas, iba reteniendo sus lágrimas, y sólo la vergüenza que
rNo es sinrazón su queja, ni es prematura, y no estoy
sentÍa la ayudaba a contenerlas. I
hablando para formular una querella, sino que insisto: noi I
Mientras así se hallaba, meditabundo, vieron venir una
ha traicionado el que ha traspasado el término señalado pot I
doncella, que cabalgaba derecho hacia ellos. Al galope lle-
mi señora.
gaba, montada sobre un palafrén negro, con motás dé color ¡
rYvain, mi dama no siente por ti más que desamor, y.f
pío. Descabalgó delante del pabellón, sin que nadie le ayu-
me manda decirte que no vuelvas jamás a su lado, ni te que- if
dase a desmontar, ni fuera a coger su caballo. En cuanto
des por más tiempo con su anillo. por mi mediación aquí prq:l
pudg ver al rey, dejó caer su manto, y sin esta prenda, pe_
sente, te manda decir que se lo envfes. ¡Devuélvelo, como I
netró en el pabellón y se presentó justo delante del rey. i
es tu obligaciónl
-Mi señora
y a todos -dijo-
los demás,
saluda al rey, a mi señor Gauvain
salvo a Yvain, el mentiroso, el pérfido
Yvain no puede contestarle, porque le fallan el sentido
y las palabras, y la doncella se precipita hacia él y le arran-
felón e impostor, que la ha traicionado y engañado. póro ella
ca el anillo del dedo. L,uego la doncella encomienda a Dios
ya se ha dado cuenta de su deslealtad. Él fingfa ser un aman_
al rey y a todo su séquito, salvo a aquel al que abandona su-
te leal, cuando no era más que un falso seductor y un la-
mido en profundo sentimiento. Crece mientras, para el des-
drón. Sedujo a su dama sólo para despojarla, y ella, tóda ino-
dichado, el desasosrego hasta tal punto, que todo lo que ve
cencia ante el mal, en absoluto pudo sospechar que la des-
le apena, que cuanto oye le enoja, yfilesearía haber huido,
poseería de su corazón, pues amantes leales no roban cora-
encontrarse solo en una tierra tan salvaje que no se supie-
zones, y sólo les llaman ladrones los ciegos que no saben
ra dónde buscarle, ni existiera alma viviente con más noti-
nada de amor. El verdadero amigo coge el corazón de su
,l cias suyas que si se hubiese hundido en un abismo.,|No hay
amiga no para robarlo, sino para cuidarlo, y quienes lo ro-
'i nada en el mundo que odie tanto como a sí mismo,l se pre-
;i 48 ,o
gunta quién podrÍa ofrecerle consuelo, cuando él es el artí-
fice de su propia pérdida. Pero antes preferiría desangrar- costaría más de cinco sueldos el sextario de grano con que
se hizo, pues era más amargo que la levadura, amasado con
se hasta la muerte, que dejar de tomar venganza de sí mis-
mo, por haberse despojado de su dicha,
cebada y p.i", enmohecido y seco como la corteza de un ár-
bol. Peró él ñambre, cuando es ya tan apremiante y sin me-
Abandona la asamblea de los barones, porque teme vol-
verse loco en su compañía. Como nadie sospecha su esta- dida, empuja a comer cualquier cosa' Así que mi señor
Yvain se ápiesuró acomer el pan del ermitaño, que le supo
do, le dejan marcharse solo, pensando que no le importan
a gloria, y se bebió'el agua fresca del cántaro'
sus conversaciones y su trato.
lRnda errante largo rato, hasta alejarse mucho de tien- Nadá más comer, volvió al bosque en busca de ciervos
das y pabellones, Entonces le va subiendo a la cabeza tal y ciervas. Cuando le ve irse el santo varón, que seguía bajo
vértigo, que le hace perder la razón, Camina enloquecido, iecho, ruega a Dios que le guarde y proteja' para que no
rompiendo y haciendo trizas sus vestiduras, huyendo por los vuelva a aparecer poi sus lares aquel demente' Pero nadie
;;; i;tg,G Ininitno de sentido común, deja de volver de'
campos labradollAhora, con gran desconcierto, se pregun-
tan sorprendidas sus gentes dónde puede estar, y le bus- Éu"n gtáao al iugar donde le han hecho algún bien;-así 9le ¿.
can a diestra y siniestra, por setos y vergeles, donde acos- desd e en tonces, y mien tras si guió psle:i5l-oior Sglgl-d gllf ie " ^
tumbran a acomodarse los caballeros, es decir, le buscan furioso, nunca dejó pasar más de ócho ¿ías sin colocar de-
justo donde no está. fáñie áe su puerta alguna bestia salvaie que hubiera caza-
Él sigue un buen trecho, hasta encontrar al lado de un do. Desde entonces, esta vida llevó: el e¡mitaño se encar-
cercado a un mozo que llevaba un arco con cinco flechas, gaba de desollar las piezas de caza y guisarlas en cantidad
de puntas muy anchas y aceradas. Yvain camina hacia el íuficiente; cada día éstaban en la ventana el pan y el cán-
mozo, a quien quiere coger el arco y las flechas, que lleva- taro de agua, para aptacar al furioso' y además tenía para
ba en la mano. comersu*propiacaza'aunquefuerasinsalnipimienta,y
fya no se acuerda de ninguno de sus actos pasados. agua frescá dé la fuente para beber. También se preocupa-
Anda por el bosque, al acecho de los animales, para luego bá el santo varón de vender las pieles, para comprar pan
matarlos y alimentarse con esta caza totalmente cruda. de cebada Y centeno sin levadura.
Llevando esta vida de loco salvaje, iba vagando por el Transcurrieron semanas, con su buena ración de pan y
bosque desde hacía cierto tiempo, cuando encontró una caza, hasta que un buen día le encontraron durmiendo en
casa bajita y pequeña que era de un ermitaño. Su dueño an- el bosque dos doncellas, que iban en compañla de una ¡
daba artigando el bosque con fuego, para desb¡ozarlo, dama, a cuya mesnada pertenecían. Al ver a aquel hombre
Cuando vio el ermitaño aquel hombre desnudo, se 9io desnudo, uña de las tres descabalga y corre hacia é1. Le es.-
cuenta sin lugar a dudas de que no tenía uso de raz6n, y con- tuvo mirando mucho tiempo, antes de distinguir en su cuer-
vencido de que se trataba de un locolse metió todo asusta- po alguna señal que le permitiera reconocerle, y sin embar-
do en su choáa, Sin embargo, por carióad, cogió el santo va- go, eÍa que tantole había visto, pronto le habría reconocido
rón un pedazo de su pan y un cántaro de agua fresca, y lo li hubi"r" vestido el rico atuendo que siempre solía llevar.
dejó afuera, en el borde de una ventana estrecha. Se acer- Tardó mucho en reconocerle, pero a fuerza de examinarle,
ca entonces el pobre hambriento, con unas ganas enormes distinguió en su cara la larga huella dgung -her!$a,-.Mi se-
de coger el pan e hincarle el diente. Creo que jamás había ñor Yvain llevaba idéntica señal, ella lo sabía por habérsela
probado pan tan áspero y tan poco refinado, seguro que no visto a menudo, Por aquella cicatriz lo ha reconocido, y que
es él en persona no lo duda un instante, pero le sorprende mu-
50 51
:.¡, .i..;1.i'l'r',1..,;: i' ¡ r,i' i. . _,.,i
vv. 2903:2964
vv, 2965-3018
cho encontrarle en tan distinto estado de pobreza y desnu-
dez' se persigna ante tan extraño hecho y rin tocurrl ni des- sólo sienes y frente, insiste, y que guarde con cuidado lo
pertarle, vuelve a montar a caballo, para reunirse con las que sobre, pues aparte del cerebro no le duele ninguna otra
demás y narrarles llorando su aventura. cosa.
No me demoraré mucho contando el duelo que le cau_ La dama ha mandado sacar atavíos forrados de piel,
só aquel espectácuro, y referiré sólo ras palabras una túnica y un manto de seda escarlata. Todo lleva ton-
entre sollozos a su señora:
luá oi¡o sigo la doncella, que por la diestra conduce a un buen pa-
he encontrado a yvain, er cabailero más esfor- lafrén. Ella ha añadido a este atuendo, como regalo suyo,
-señora,
zado del mundo, una camisa ¡¡ calzones de tela fina, y delicada calzas
99 más probado mérito, pero no sé-por
qué,infortunio ha"lcaído negraS. .l
en tanta desgracia un hombre de
condición tan noble. Acaso arguna desventura le haya pro- Se aleja deprisa con todo este equipaje, y pronto en-
vocqdo esta conducta extraña. gu pue$g enloquece¡'de'do- cuentra, en el mismo lugar donde lo-había dejado, al caba_
vl lor, y salta a la visa que él no eiiá-en éu sano juicio, porque llero, todavía dormido, Deja a sus caballos bien atados en
jamás, de verdad, habría podido comportarse un bosquecillo, y se encamina, con el traje y el ungüento, ha-
con tát ua¡e- cia el durmiente; con gran decisión y valor, sé acerca a
za, de no haber perdido el uso de la razón.
aquel loco furioso, hasta probar a tocarle y palparle. Coge
.r¡Ojalá Dios le devolviera el juicio, tan bueno o mejor
queantes, y le permitiera acudir en vuestra ayuda! pues el ungüento y le unta, hasta que no queda en el tarro ni onza
de- de bálsamo, pues tanto desea su curación, que se esmera
masiado daño os causan los ataques del conde Alier, que
guerrea contra vos. La gueffa entre ambos se resolveríá en frotarle todo el cuerpo. Gasta con prodigalidad, pues no
a le importa ni se acuerda de las recomendaciones dé su se-
vuestro favor, si Dios le diese tan buen hado que recobrara
la razón y se encargara de prestaros ayuda en tan grave ñora, y echa más de lo necesario, porque le parece que
apremio. siempre estará bien empleado; no sólo le frota las sienes y
la frente, sino el cuerpo entero, hasta los dedos de los pies.,.
-No ossipreocupéis
guramente, no huye de-le contesta la dama_, porque se_
Tanto le frotó, al sol ardiente, las sienes y todo el cuei- i/
aquel lugar, creo que con la ayu-
po, qu-e consiguió sacar del cerebro toda la furia y la me-'r[
da de Dios, le libraremos la cabezá de tal frenesí, pero nos
conviene actuar rápidamente porque me acuerdo .ju" ." lancolía, perb fue una insensatez lo de untarle todo el cuet'- il
po, porque no había ninguna necesidad que, si
dio un ungüento la sabia Morgana, diciéndome que no tray
delirio.tan violento, que no tenga la virtud de aliviar y qui, ella hubiese tenido cinco sextarios de báliamo,-pero creo
hab¡ia he-
itar de Ia cabeza. cho lo mismo. Ahora huye, para esconderse al lado de sus
Cabalgan aprisa hacia el castillo, que estaba muy cer_ caballos, llevándose el cofrecillo, pero no la ropa, porque
ca, pues no distaba más de media legua _leguas de'aquel quiere que cuando se despierte, el caballero la vea átti dis-
país, donde una equivale a dos de las nuestras, y dos puesta y la coja para vestirse.
a cua_ La doncella permanece al acecho, detrás de un alto ro-
tro de aquf.
Yvain permanece soro y dormido, mientras Ia donceüa ble, hasta que el caballero, que ya ha dormido lo suficiente
va en busca del ungüento. Abre la dama una de sus arque_ como para encontrarse sano y repuesto, recobra el sentido
tas, saca un cofrecillo, y lo entrega a la doncella, rogándole
y la memoria. Al verse desnudo como una estatuilla de mar-
que no despilfarre tan precioso bálsamo, y le frote lá frente fil, siente 9ren V,,er9üenza hubiese sentido, de ha_
ber sabido su aventura- pero -mayor
ignora por qué se encuentra
y las,sienes, sin necesidad de untar otra parte del cuerpo,
desnudo. Ve delante de él estos atavíos nuevos y se pre-
n^
":
' ' ''r :l'li- l':lt:
vv. 3u/g-Jl'4
vv. 3ulv-JUll
gunta, con una sorpresa sin límite, cómo y por qué prodigio lo menos unos quince días. coged el caballo que llevo a la
llegaron aquí, y tan estupefacto y desconcertado está ante diestra y cabalgaremos hacia el castillo.
su desnudez, que piensa que habría sido para él muerte y AquéI, que no pedía otra cosa, lo coge y se monta' y
traición si en tal estado, alguien le hubiese encontrado y re- van catalgunao n"Át" llegar a un puente, encima de un
conocido. Sin embargo se viste, sin dejar de mirar por el torrente qúe bramaba, desapacible y ruidoso' Al agua arro-
bosque, por si viese venir algún ser humano. Piensa poder ja de pronto la dbncella el tarro, que llevaba vacío, pensan-
oo quL asÍ podrá disculparse ante su dama por el
h¡álsamo
levantarse y sostenerse de pie, pero no consigue andar: ne-
cesita encontrar ayuda, para apoyarse y caminar¡ porque el maliastado' td-¿ila que, al pasar el puente, quiso la mala
pa-
mal le ha afectado hasta tal punto, que apenas puede tener- suerte que se le cayera al agua, porque, al tropezar s]r
lafrén, ,L l" ercupó el cofrecillo del puño en que lo tenía en-
se en pie.
En este preciso momento, la doncella, que ya no quiere cerrado, y poco faltó para que le siguiese 91 l" $du
permanecer escondida por más tiempb, pasa delante de é1, _pero enion".", habría sido más grave la pérdida-. Toda
cabalgando como si ignorase que está allí, y el caballero, fánuta, hará creer a su señora, cuando esté en su
que tenía gran necesidad de ayuda :no le importaba ""t"
presencia
Juntos han cabalgado hasta llegar al castillo'
La.dama
cuál- para que le llevasen hasta un castillo donde recobrar y sólo cuando am-
ha aóogido a mi señor Yvain con alegría,
la salud, la llama con grandes esfuerzos. La doncella va mi- y
bas quédaron a solas, preguntó a la doncella por el tarro,
rando a su alrededor, vuelve a pasar de largo, como si no
ésta le contó la mentira que tenía preparada, pues no se
supiera nada de su presencia, se hace la sorprendida, lleva
el caballo de un lado a otro, porque no quiere cabalgar de- atrevió a decirle la verdad. se irritó mucho la dama y le dijo:
recho hacia donde él está. Y él sigue llamando: una pérdida muy enojosa, porque estoy segura de
-Es
que jamás volveré a conseguir ungüento tan valioso, pero
por aquí, por aquí!
-¡Doncella,
Y la doncella, por fin, endereza hacia él el trote de su ya qúe ha desaparecido, no queda más que renunciar a.ello'
palafrén. Le hizo creer con esta finta, prueba de recato y A veces cree uno desear su felicidad, y sólo está deseándo
cortesía, que no sabla nada de é1, ni le había visto nunca, su desgracia: así con este vasallo, que creí que me propor-
Ahora se presenta ante é1, diciendo: cionará alegría y dicha cuando me ha hecho perder lo más
caballero, ¿qué queréis de ml, cuando con tal caro y mejor de cuanto tenía. Sin embargo' os ruego que le
-Señbr
ürgencia me llamáis? atendáis con todos los honores. ' '
damisela, no sé por qué des- Señora, ¡qué bien decís, pues qué mala jugada
-¡Ah! -contesta-:;gentil -¡Ah!
sería el convertir una desgracia en dos! -¡esponde la
gracia, me encuentro en este bosque. Por Dios.y vuestra fe,
os ruego que me prestéis como galardón o me regaléis este doncella.
palafrén que lleváis Del bálsamo ya no se vuelve a hablar y ambas rodean
buen grado, señor, pero acompañadme adonde a mi señor Yvain con todas las atenciones habidas y por ha-
voy.
-De ber: le dan un baño, le lavan la cabeza, le afeitan -pues se
le podían haber arrancado de la cara puñados de barba-,
-¿A dónde? -pregunta.
de este bosque, hasta un castillo próximo. le lrotan y le vuelven a frotar, con aceites y perfumes' No
-Fuera decidme de verdad si me necesitáis. hay deseo suyo que no se apresuren a satisfacer: ¿Quiere
-Damisela, pero creo que en este momento no armas? En seguida se las proporcionan' ¿Un caballo? L'e de-
-Sí -contesta-,
os valéis muy bien vos mismo; os convendría descansar, por jan el más grande, hermoso, fuerte y vigoroso'
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vv.3135-3193
vv.3tg4-3248
Así pasó su estancia, hasta que, cierto martes, llegó ante enemigos obliga a doblegarse, requiriéndoles con tan recia
el castillo el conde Alier, con su séquito de cabalieros y firmezal A¡remete contra sus filas, como el león entre los ga-
hombres de armas, que iniciaron el ataque, sembrando de mos, cuando le acosa y persigue el hambre. ieué fieros e in-
incendios y pillaje todo a su alrededor. Suben aprisa las gen- trépidos se han vuelto nuestros caballeros, eü€ luchan con
tes del castillo, para proveerse de armas, y salen todos, con desconocido arrojo, cuando si no fuera por su ejemplo, no
armas y sin ellas, hasta alcanzar al enemigo, ya preparado, hubiesen quebrado lanza ni desenvainado espada para pe-
que no se digna ni moverse, porque les está esperando en lear! Cuando.se encuentra a un hombre tan noble, hay que
un desfiladero, rodearle de afecto y estima.
Mi señor Yvain, que tras este prolongado descanso ha >Mirad qué pruebas de valor está dando este caballero
recuperado toda su fuerza, arremete a golpes contra la y con qué firmeza se mantiene ante el cerco de los comba-
apretada hueste. Con tal fiereza golpea a un caballero en tientes, ¡Cómo tiñe ahora de sangre. su lanza, y su espada
medio del escudo, que me parece que dejó volteados a ca- desnuda! Ya veis cómo se abre paso, empujando a sus ene-
ballo y caballero, uno encima del otro, sin que el caballero migos en tropel, cómo se lanza, pasa adelante, esquiva el
pudiera jamás volver a levantarse: quebrada ya la espalda golpe y se vuelve, iQué rapidez, cuando esquiva, pero cómo
por el medio, se le reventó en la tripa el corazón, Se echa se demora para encararse al volver! Mirad, cuando arreme-
un poco atrás mi señor Yvain pára tomar distancia, y pronto te en medio de la lucha, qué poco caso hace de su escudo
vuelve a la carga, y cubriéndose con el escudo se lanza para y deja que lo despedacen. No tiene piedad, ni poca ni mu-
abrirse paso. ¡veríasele derribar a cuatro caballeros en un cha, sólo siente el fuerte deseo de vengarse de los golpes
santiamén, con más facilidad y en menos tiempo de lo que que le dan.
se tarda para contarlos, uno, dos, tres y cuatrol rSi le hubiesen fabricado lanzas con el bosque de Ar-
Gracias a él iban cobrando coraje sus compañeros de gona entero, creo yo que a estas horas de la noche no que-
armas, porque un hombre de corazón cobarde, cuando tie- daría ninguna, pues no dan abasto para colocarle en el fiel-
né ante sus ojos a un.caballero que se esfuerza en su tarea tro del arz6n tantas como va quebrando.
con tal valentía, se siente invadido por una deshonra tan rAhora, mirad cómo saca y blande la espada. Ni Roldán
grande, que la vergüenza empuja al corazón pusilánime que con Durandal, luchando contra los turcos, hizo tal masacré,
lleva en el cuerpo, y le sostiene, dándole coraje y coraáón ni en la batalla de Roncesvalles, en España. Si tuviera el re-
de caballero. Asf de valientes se tornaron sus compañeros, fuerzo de algunos compañeros del mismo temple, pronto se
y cada uno estuvo perfectamente en su lugar durante el retiraría vencido el felón que nos aqueja, o saldría deshon-
combate. rado del combate.
La dama, subida a lo alto de la torre de su castillo, si- Y añaden a estos comentarios, que en buena hora ha-
gue los combates, y el ataque que matca la reconquista del bría nacido la mujer a quien entregase su amor, é1, cuya bra-
desfiladero, contemplando heridos y muertos que yacen en vura con las armas se reconoce entre todos, como un cirio
el suelo, tanto de sus gentes como del enemigo, pero más entre las velas, como la luna entre las estrellas, como el sol,
de estos últimos, porque el cortés, el valiéñté-y noble señor cuyos rayos hacen palidecer a la luna; con sus proezas,
Yvain los tiene a su merced, como el halcón a las cercetas. se ha ganado los corazones de todas las gentes: cada uno,
Los hombres y las mujeres que se han quedado en el casti- y cada una, hubiera querido que tomara por esposa a la
llo, desde donde observan la batalla, exclaman: dama del castillo y que quedase el feudo bajo su go-
-¡Ay! ¡Qué guerrero tan valiente! ¡Con qué vigor, a sus bierno.
"" ";r;;;e
yas pruebas adujere, volviendo a edificar cuantas casas
todos, hombres y mujeres, cantaban alabanzas
haya destruido.
del preciado caballero, pero lo que contaban era pura ver- Cuando quedaron asentadas estas capitulaciones a gus-
dad, pues a tantos enemigos alcanzó, que huyeron a cual
to de la damá, mi señor Yvain le pidió licencia para irse,
mejor. Pero él los acosa desde muy cerca, seguido de to- cosa que ella nunca le habría otorgado, si él hubiese queri-
dos sus compañeros, que a su lado se encuentran tan se-
do tomarla por esposa o amiga; pero no es el caso: ni siquie-
guros como si estuviesen rodeados por una alta y espesa
ra deja que te acompañen y hagan escolta, y se marcha in-
muralla.
mediátamente, sin que valga súplica alguna. Reemprendió
Dura mucho el acoso, porque los perseguidores andan
su camino sin demora, dejando muy afligida a la dama, a la
a Ia caza de los agotados fugitivos, y cuando los alcanzan, que acababa de colmar de alegría. Precisamente porque
los despedazai y destripan sus caballos. Ruedan los vivos
tánta felicidad le había proporcionado, mayor era ahola su
encima de los muertos, hiriéndose o matándose entre ellos pesar y desesperación, al ver que no quiere quedarse inás
en lucha encarnizada.
ii"mpo, cuando ella hubiese deseado cubrirle de honores.
A toda prisa huye el conde, pero mi señor Yvain no va- oe haber aceptado, Ie habría hecho señor de todos sus feu-
cila en perseguirle y hostigarle, hasta que le alcanza al pie
dos, o a cambirn de su servicio, le habría dado cuantiosas sol-
de una empinada cuesta, muy cerca de la entrada de una dadas, a su antojo. Pero él se negó a.escuchar las razones
fortaleza que le pertenecía. Allí quedó detenido en su hui-
de nadie, fuera hombre o mujer. Así se separa entonces de
da el conde, pues nadie acudió en su ayuda, y sin súplicas
la dama y de su séquito, pese al profundo pesar que todos
ni dilaciones, le tomó mi señor Yvain juramento de sumisión,
sienten, porque no quiere permanecer entre ellos'
porque estando los dos solos, de igual a igual, el conde no
tenía defensa ni posibilidad de escápar, o esquivar sus obli-
gaciones; así que le prometió por su honor, que se entrega- Mi señor Yvain camina meditabundo por un espeso bos-
ría a la dama de Norisón, rindiéndose preso y atendiendo a que,cuandogYesalirdelsotoungritodedolordesgarra-
sus condiciones de paz. Después de tomarle juramento, le
do. se dirige entonces hacia el lugar desde donde había
hizo desarmarse, y quitado el yelmo de la cabeza y el es- partido el {rito, y al llegar a un claro del bosque, ve en el
cudo del cuello, se rindió el vencido haciendo entrega de
iu"go ¿e tá artiga a un león, al que una serpiente tenÍa
su espada desnuda.
agairado por la óola, y le iba quemando la espalda a llama-
. I-¡e cayó entonces en suerte a mi señor Yvain el honor radas. Sin entretenerse mucho contemplando este prodigib'
de llevar preso al conde, para entregarle a sus enemigos, mi señor Yvain delibera en su fuero interno a cuál de los
que no se alegrarian poco de esta aventura. Pero la noticia
de tan señalado acontecimiento empezó a corier, antés de
;;;;;"Ies prestar ayuda. Ya lo tiene pensado, se yp'ondfá
de parte del león, porque a las especies traidoras vene-
que llegase al castillo; así que todos van saliendo a su en-
norás sólo se las debe dañar, y tanta felonía rezuma la ser-
cuentro, con la dama a la cabeza. Mi señor Yvain le hace en- piente venenífera, que vomita fuego por Ia boca' Poresta ra-
trega del preso, al que lleva de la mano. Entonces jura y pro-
zón, decide mi señor Yvain que lo primero es matarla. saca
mete el conde hacer su voluntad, sin reparos, atender a sus
la espada y avanza hacia la bestia, el escudo delante de la
condiciones como vencido, respondiendo ante ella, con to-
cara para que no lé alcance la llama, que la bestia va echan-
das las garantías, del cumplimiento de tal compromiso: le
Oo pór una boca más ancha que una olla. Si el león le asalta
promete por su honor que mantendrá la paz con ella de aquí
luego, ya tendrá batalla por respuesta, pero ocurra después
en adelante, y la compensará de todas las pérdidas cu-
59
58
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vv. 3363-3423
vv. 3424-3483
der el camino. Sigue su marcha flanqueado por re;;;;"n_ Mientr.as estuvo comiendo, el león se quedó echado de-
el león, lante de é1, sin moverse ni un ápice, pero sin dejar de'mi-
se apartará de su lado: de rarle, mientras iba comiendo tan grueso asado, hadta que-
:::^f i11i:
qulere acompañarle siempre, estar a su "qui
ér,
"a"lante, dar totalmente satisfecho. Sólo entonces, empezó el león a
- -- .---- y
iervicio r pro_
tegerle. ¡'
devorar las sobras del cervatillo, comiéndose hasta los hue-
El león va por delante, para abrir el camino, y
.husmea cuando
en el viento el olor áe algún animal sarva¡á p""i"n-
sos. Toda la noche descansó el caballero con la cabeza en-
cima del escudo, pero el león tenía tanta prudencia, que se
do, se queda quieto, como al aceJho. El hambre
le empujan a buscar vái*li"t"
presa y cazarla, p"r" práu""i." o"
quedó en vela, y vigilaba también al caballo, que iba pa-
-la ciendo una yerba escasa, con la que poco habría de en-
su alimento: es ley de Naturaleza. Sigue.un poco la pista, gordar.
para mostrar a su señor que ha olfateado y
iastreadó un" Al día siguiente marcharon juntos, y me parece que re-
bestia salvaje, pero después se detiene y te mira
atentamen- pitieron lo de la noche anterior. I¡levaban viviendo de esta
te, porque quiere servirle obedeciendo sus deseos, guisa casi quince días, cuando la aventura les llevó hasta la
V no ira
a ninguna parte en contra de ra voluntad de su
.m-ó.'iri" l" fuente, debajo del pino. Al acercarse a la fuente, junto al es-
60 6I
calón y a la ermita, ¡ayl, poco faltó para que mi señor Yvain de la soledad propicia, ¿por qué estoy perdonándome la
volviera a enloquecer, Mil veces se acusa, llamándose mi- vida? ¿Acaso no he visto a este león llevar tanto duelo por
serable e infortunado, y de tanta desesperación cae desma- mi persona, que golpeándose con la espada, quiso atrave-
yado. En la caída, su espada deslizándose en la vaina se es- saise con ella el pecho?
capó del forro, y cayó apuntándole al cuello, cerca de la me- rYo; que el- gozo en duelo he trocado, ¿acaso debo
jilla, a t¡avés de las mallas de la loriga, y como no hay ma- temer a la muerte? De mí, como de un extraño, ha huido
lla que no se desclave, la hoja de la espada le cortó la piel toda alegría. ¿Alegría? ¿Qué clase de alegría? No, no diré
del cuello, haciendo brotar la sangre encima'del blanco ni una palabra más: ¡Qué pregunta más vana hice, a la que
gorjal. ,;.
nadie sabría responder! Sólo sé que, cuando tenfa asegura-
El león, que cree ver muerto a su compañero y señor, da de todas las dichas la más dichosa, no la apuré ni hice
jamás había sentido pena mayor, Empieza a dar señales de .que durara. Quien deja que se malogre por desatino su pro-
duelo, manifestando su desamparo, con tales arrebatos, que pia véntura, no merece aventura lograda.
yo nunca oí contar nada parecido: se retuerce, entre alari- Mientras.así se queja[a el caballero, una cautiva, en-
dos, rasguños y arañazos, resuelto del todo a quitarse la cerrada en la ermita, estuvo viéndole y oyendo sus lamen-
vida, con la espada que según cree ha matado a su noble taciones, a través de una brecha de la pared. En cuanto, tras
señor. Con los dientes, la saca de la herida, y adosándola este acceso de desesperación, se incorporó,el caballero,
contra un árbol caído, la mantiene apoyada con otro tronco ella le llamó: ..:!l
por detrás, pues teme que se resbale cuando se golpee el ¿Qué veo allí? ¿Quién es el que tan-
pecho contra su hoja, El león ya iba a cumplir su fatal deseo -¡Dios!
to se queja?
-grita-.
cuando el caballero, recobrado el sentido, le letuvo, quién
-¿Y soy sois una
vos? -responde é1.
agarrándole con todas sus fuerzas, para arrancarle de una cautiva, el ser más doliente que
muerte a la que a ciegas se arrojaba con la demencia de un -Yo -dice-,
exista en esta tierra.
jabalí furioso. El caballero le reprende:
Cuando volvió en sí, tras su desmayo encima del esca- insensatal ¡Tu dolor es alegría! Lo tuyo es un
lón, mi señor Yvain se hizo reproches por haber dejado tras-
-¡Calla,
bien, comparado con los males que.pádezco. Quien ha teni-
currir más de un año, lo que había sido la causa del odio do por escuela el gozo y el deleite, se queda más descon-
que le tenía ahora su dama, y de este modo se lamentaba: certado y abrumado que otro hombre cuando le surge el
puede hacer, sino matarse, el desventurado a agobio. El débil lleva su carga por uso y costumbre, mien:
-¿Qué
quien la alegrÍa ha abandonado? ¿Qué voy a hace.r yo, des- tras otro más fuerte, por nada del mundo podrfa cargal con
dichado, sino matarme? ¿Acaso puedo demorar"mi muerte, tan pesado lastre.
cuando veo el desamor que mi dama me tiene? ¿En mi cuer- fe mía ella-, ya sé que cuanto decís es
po, por qué se queda mi alma? óQué hace ésta en tan do- -A -replica
verdad, sin embargo no me convence de que estéis más
liente morada? De haberla abandonado, no padecería tal aquejado que yo, y no lo puedo creer por la siguiente ra-
martirio. zón: vos sois libre de ir a cualquier lugar que se os antoje,
>Odiarme, culparme, anonadarme con desprecio, es mientras yo aqui permanezco apresada, En tal trance me en-
para mí un deber, al que no falto, Quien pierde alegría y so- cuentro además, que mañana vendrán aquí, para llevarme
laz por su culpa, comete un delito y debe odiarse a muerte. a cumplir una sentencia de muerte.
Ha de matarse por odio hacia sí mismo, y yo, que ahora gozo ¡Dios! ¿por qué delito?
-¡Ay! -exclama-,
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,t; ";il't!!
1
't:l .' ':
"::
vv. 3590-3639
vv. 3640-3694
caballero, ¡que Dios no se apiade jamás de mi verdad es que no dudé en ayudaros con toda buena fe,
-Señor
alma, si en algo dejé de servirlet Ahora mismo oi oiré la ver-
I¡a
y fui yo quien persuadl a mi señora de que os tomara por
dad, sin recurrir a ninguna mentira. Aqul estoy encarcela-
esposo; ella creyó en mi consejo y siguió mis recomenda-
da porque me requieren por traición, y no encuentro a quien
ciones, pero yo, lo juro por Nuestro Séñor, pensaba actuar,
me,defienda de tal acusación e impidá que mañan"
men en la hoguera o me lleven a la horca.
*" qu"- y todavÍa lo pienso, más en beneficio de ella que de vos: aho-
ra puedo confesároslo, tanto he buscado, Dios me salve, lo-
yo de verdad puedo volver a afir_ grar el bien de ella como satisfacer vuestro deseo. pero
mar -Pero
que el duelo enojo mlo -insiste-,
l sobrepasan vuestro dolor, por-
que vos gozáis de la posibilidad de quedar libre de este pe-
cuando sucedió que habíais sobrepasado el plazo de un año,
al cabo del,cual debfais volver al lado de mi señora, pronto
lig¡o-, que desaparecerfa, si viniess cualquiera en vuestra
se enfadó'conmigo, pensando que al haberse fiado de mi
ayuda.
consejo,,había sido víctima de una traición. Cuando se en-
-¡sfl Pero no sé. todavia quién podrfa librarme: sólo hay teró el senescal traidor, de una deslealtad criminal-,
do$ caballeros en er mundo que oürfan
éste, que me tenfa -ungran envidia, porque mi señora en más
en mi defensa, luchando en duelo contra "*práno"i¡"t"rr"
tres combatientes. de un asunto confió más en mis consejos que en los suyos,
¡Por Dios! ¿Cómo puede ser esto? se dio cuenta de que podría sembrar la discordia entre ella
-¡Tres!
señor, a fe mía, tres son los que me acusan de
-Sl, y yo. Asf que en plena corte, delante de todos, me acusó de
traición. haber traicionado a mi señora en beneficio vuestro, y yo me
quiénes son los que en tal estima os tienen, que
-¿Ytanto
tendrían valor, como para atreverse a luchar, uno solo
quedé sin el apoyo ni la ayuda de nadie, pues no hubo quien
respaldara rni testimonio, cuando declaré que nunca había
contra tres, para defenderos y salvaros? cometido ni urdido traición contra mi señora.
lo diré sin mentir: uno es mi señor Gauvain y el
otro -Os
es mi señor Yvain, por cuya culpa mañana seré entre- . rSeñor, por Dios, creedme, yo todo asustada, de pronto,
sin tomar consejo, prometí buscar la defensa de un caballe-
gada inocentemente al mortal suplicio. ro, que lucharía contra tres adversarios. Jamás habrla sido
-¿Por culpa de quién habéis dicho? tan cortés el senescal, como para dignarse rehusar mi pro-
que Dios me -pregunta_
ayude, por óulpa del hijo del rey
-- . _ -Señor,
'Urién, puesta, relevarme de mi juramento o cambiar de parecer.
Nada de ésto se le hubiera ocurrido, sino al contrario,'me
demasiado os he entendido. pero jamás permiti- tomó la palabra y tuve que comprometerme, entregando
-Ya,
rá que muráis por esta causa, pues antes morirfa é1. yo mis_ una prenda, a encontrar a un caballero, que peleara contra
mo soy ese Yvain, por cuya culpa estáis sumida en esta des.
tres, en un plazo de cuarenta días. t uegó mé marché a va-
gracia, y sois vos, estoy seguró, la doncella que me prote-
rias cortes: visité al rey Arturo, pero allí no encontré ampa-
gió en la sala: vos me salvasieis la vida cuandojapr"r"áo
ro ni protección, ni a nadie que me dijera algo.que me bon-
tre ambas puertas corredizas, me encontraba présa de ra "n- an- viniese saber sobre vos, pues no tenlan noticias.
gustia, dolido y desconcertado; y sin la va[ósa ayuda que
cómo! ¿Y mi señor Gauvain, el noble y amable
me brindasteis, allí me habrfan capturado y dadó muerte. -¡Pero,
caballero, dónde estaba entonces? Su ayuda nunca le ha fal-
Pero decidme ahora, dulce amiga mía.
{uiénes son los que tado a ninguna doncella desamparada.
os acusan de traición y os han apresado y encarcelado en
hubiese sido una gran alegría para mí encontrar-
este lugar.
le en-Yala corte: estoy segura de que no hay requerimiento
ya que os complace saberlo, no os lo ocultaré. mío al que se hubiese negado. Pero, según me dijeron, a la
-Señor,
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t v. v¡uv'uuvu
reina se la ha llevado un caballeror{, pues el rey cometió la de,este bosque,'pues no conozco ningún castillo por aqui
loca imprudencia de dejarla irse tras é1, e incluso'creo que cerca.
Kay, el senescal, acompañó a la reina' hasta que se reunie- la doncella-, Dios os dé buen hospe-
se con su raptor, Mi señor Gauvain ha emprendido la peno- -Señor.-contesta
daje buen
y. descanso, y os guarde, como es deseo mío, de
sa tarea de ponerse en busca de la reina, y jamás se con- todo cuanto os Pueda Perjudicar
cederá descanso, ni por un día, hasta volver'a encontrarla. ' Se despiclermi señor Yvain y se marcha, siempre segui-
Ya os he contado toda la verdad sobre.mi aventura. Maña- do del léon.
na moriré de muerte infame, y me quemarán sin apelación,
por una acusación injusta, y por el odio que os tienen.
quiera Dios el'caballero-, que Caminaron largo rato, hasta llegar a una fortaleza, que
-¡Nunca -exclama
por culpa mía os hagan ningún daño! ¡Mientras esté en mi pertenecía a un barón, y estaba rodeada en todo su recinto
'de
poder, jamás moriréis! Podéis fiaros de mí; mañana, habré esilesas y altas.murallas. Con tantas fortificaciones, este
aunado todas mis fuerzas, para poner mi persona a vuestro castilio no ienía nada que temer del asalto dé trabucos o ba-
se¡vicio y libraros, como es mi obligación. Pero debéis guar- listas. Pero, tras estas murallas, aquella plaza estaba total-
daros de cualquier alusión o comentario con la gente sobre mente desierta y arrasada: no quedaba ninguna casa, ni una
mi identidad, Cualquiera que sea el desenlace de esta ba- choza siquiera tendréis ocasión de oÍr la razón de cosa
talla, cuidad de que no me reconozcan -ya
tan extraña, más adelante, cuando venga a cuento.
os aseguro que ni en caso extremo descubri- Se dirige'mi señor Yvain hacia Ia fortaleza por el cami-
-Señor,nombre, ya que así lo queréis, y que antes sufri
ré vuestrci no más recto. Salen hasta siete mozos a su encuentro; para
ría la muerte. Pero ahora, os ruego que por mí no volváis al bajarle el puente, pero á la vista del león que le acompaña,
combate. No quiero que emprendáis una lucha tan arries- sienten verdadero espanto y'le ruegan que tenga la bondad
gada y desigual. Os agradezco tan generosa promesa como de dejar en,la puerta a su león, para que no les ataque y
me hicisteis, y que cumpliríais con total entrega, pero yo os mate. Él les cóntesta:
relevo por completo de este compromiso, porque prefiero insistáis porque sin él no entraré: o los dos nos po-
ser la única en morir, antes de ver a aquéllos alegrarse por -No
demos hospedar aquí, o me quedaré fuera, porque le quie-
vuestra muerte y la mía: yo jamás escaparía a la muerte, si ro tanto como a mi propia persona. Pero no tenéis nada que
ellos llegasen a mataros, y más vale que sigáis con vida a que teiner, porque lo vigilaré muy bien, y estaréis completamen-
muramos ambos por la misma causa. te a salvo,
tristeza llevan vuestras palabras,,noble ami- Le responden que haga como quiera. Se adentranen el
ga! -¡Cuántami señor Yvain-. ¿Acaso renu4ciáis a.libra- castillo, y siguen hasta encontrar caballeros, damas, hom-
ros -replica
de la muerte o despreciáis el amparo y dyuda que os bres de armas, y unas doncellas'muy agraciadas, que le
brindo? No voy a disputar con vos, sino sólo a daros una ra- ayudan a descabalgar y se ocupan de desarmarle, tras sa-
zón: es tan grande la deuda que he contraído con vos, que ludarle con estas Palabras:
es mi deber el no dejar de respaldaros siempre que lo ne- seáis, entre nosotros, noble señol, y Dios
cesitéis, Entiendo muy bien vuestros temores, pero, si así lo -Bienvenido
os conceda una larga estancia, en'la que podáis aunar hon-
quiere Dios, en el que tengo fe, los tres combatientes que- ra y ventura.
darán afrentados y derrotados. Desde el mayor hasta el más pequeño, todos se afanan
>Ahora me marcho, para acomodarme en algún lugar en festejarle y le llevan hasta el palacio,'con gran júbilo'
66 67
*-ií;fi
ti'r.'*r¡¡,.:t; i,
vv, 3807-3862
vv. 3863-3922
Pero después de agasajarle largo rato, el
dolor que aflige a ces, para que luego nadie pueda dignarse tomarla por es-
todos les hace olvidar ra alegríá, y reanudan
entonces sus posa. Para mañana puedo esperar esta desgracia, si Dios no
gritos y llantos, infligiéndos" r"rgúños
en arrebatos Je ae- acude en mi ayuda, y encontrándonos ante tal infortunio, no
sesperación. Asf alternan sin cesár ras muestra,
con las de duelo; fingen estar alegr€S, pdra honrar
áá"r"gri" deben sorprenderos nuestros llantos, noble y preciado ami-
a su hués- go; para honraros, sin embargo, nos esforzaremos a su vez
ped, pero no tienen humor para éllo, porque
se encuentran en aparentar alegria, dentro de lo que podemos, porque in-
presa de una terrible angustia, por una aventura
que es_ se¡sato es quien atrae a su vera a un caballero valiente y
peran para el dla sigüiente, y ello ha de ocurrir,
todos están cortés. y no le tributa los honores, y vos me parecéis caba-
seguros, antes de que den las doce.
llero de giandes cualidades.
Mi señor yvain, asombrado ante tan súbitas mudanzas, rEn suma, acabo de exponetos, señor, las razones de
al ver sus muestras de júbilo tan pronto trocadas
en mani- nuestrá angustia. Ni castilloi ni fortalezas noS ha dejado el
festaciones de duelo, inquirió la rázón pt"guntánáor"
gigante; sólo lo que aquf queda. Si habéis prestado atención
ñor del castillo: "r,"- anoche, ya habréis visto cómo, fuera de estas murallas, nada
Dios, noble, amable y querido señor, decidme,
-Por por qué
os place,
si ha dejado a salvo, ni por el valor de una tabla, pues sometió
me. habéis ácogido con tantas honras y todas las gaS¡rg a pillaje, y después de llevarse el botín, pren-
gozo, para echaros a llorar luego.
dió fuego a las demás, tal es la felonía con que se burla de
--Sí, ya que es vuestro deséo, pero serla preferible que
os dierais por satisfecho si lo callaia y ocultaia,
mí.
costará deciros algo que os aflija. Dejádnos r"joi
poiqul r" Mi señor Yvain escuchó entero el relato de su huésped,
los nuestro duero, sin que eiló afecte a vuestro corazón.
ii"i"t ,o- y luego tomó la palabra para darle su parecer:
me duele y causa honda aflicción vuestro in-
es del todoimposible: ¿cómo iba yo a contemplar -Señor,
vuestro-Esoduelo, sin sentir nada en mi corazónt o"r"o"on
fortunio, pero hay algo que no deja de sorprenderme: ¿cómo
too" no fuisteis a buscar ayuda a la corte del gran rey Arturo?
mi alma saber cuál es su causa, por mucho que me pese.
Ningún hombre tiene tanta virtud, como para no hallar en
-Entonces -contesta-, os tó oiré: me na caus"áá,nu-
. cho daño un gigante,
su corte a quienes quieran poner a prueba su valor con el
que pretende que yo le entregue a mi suyo.
hija, cuya belleza sobrepása la de ¡ooai las aondé[as
der L¡e confiesa entonces el noble señor que, de haber po-
mundo. Este gigante pérfido, a quien Dios confunOa,
sá Ua_ dido encontra¡ a mi señor Gauvain, habría contado con una
ma Harpfn de la Montaña. No pása dla sin qu","
ayuda segura,
de cuanto pueda coger en mis posesiones, ñadie tiene "páá"re
más hubiese apelado a su ayuda en vano, porque mi
razones que yo para quejarse, sentirse afiglido y
dar mues_ mujer-Noes hermana suya. Pero un caballero extranjero, veni-
tras de duelo, Debe¡ía haberme vuelto tóco Oá áofoi,
que tenía seis hijos Vo, do de'otra tierra, llegó a la corte en busca de la reina, a la
he conocido a más hermosos que tiene ahora en su poder. Jamás se la habría llevado, de
lleros en el mundo--no iy a los seis meses se los ha lrevado ""¡"-
er gi- no haber engañado al réy ese bribón de Kay, para que de-
gante! r[ató a dc de ellos, ante mis propic.ojc,
y manana matara jara a la reina bajo su protección. El rey demostró una te-
a los otros cuatro, si no encuentr-o a quien liúre
batalla con- meridad insensata, y la reina, atolondrada, se fio a la ligera
tra é1, para salvarlos, o si no le entrego a mi hija; y
cuando de su escolta, pero a mí me ha perjudicado en exceso y cau-
la tenga, la cederá para su entreteniñriento a lás mozos
oe sado un gravísimo daño, porque con toda certeza, si se hu-
su,casa, a los criados de más baja extracción, los
más soe- biera.enterado de esta aventura mi señor Gauvain, el vale-
éli
me
bal
vac
sus
hijo=
derr
maE
que=
sl
dre
par
sus
des-
yla
ta
el
par
val
a to-
sen
mg-
hast
sólo
n
t\
..t t'
) ',:: -: ,tt.: .'. - -i, .
no
roso, habría acudido aprisa en ayuda de sus sÓbrinos. Pero pronto, antes de obligarme a violar un.compromiso' pues
'me
peimitiría, por náda det mundo' dejar de atendeT' *"-
él ignora la desgracia que tanto me abruma, que a poco se
me parte el corázón, porque anda persiguiendo a aquel ca- ;;ná mediodía, el asunlq más importante con que jamás
"i enfrentado
me haya
ballóro, sobre quien caiga la justicia divina, por haberse lle- ahsoluta
vado a la reina. Aúnque él nolquiera darles una seguridad
Al escuchar estas palabras mi señor Yvain no deja de t"m" qud él gigante no acuda a una hora bastan-
-porque
t" t"*pruna, paia:que-pueOa llegar.a tiempo y salvar asus la
suspirar, por la lástima que le inspiran,' y le responde:
y apreciado señor, de buen grado me compro- doncelia apresada én la ermita-, sin embargo bastan
Todos'.ho*-
-Noble
metería en esta aventura peligrosa, si el gigante y vuestros ;;;;;t;t iara infundirles una g.ran esperanza'
y hacia
[i"t por ello' sienten
hijos llegasen mañana a una hora bastante temprana' para no V tu¡"r"r, le dan las gracias
ér uná graá confianza' pensándo que muy noble
y cortés ca-
demoraime demasiado, porque mañana mismo tendré que
marchar de aquí al mediodía, para atender una promesa ballerJÉerá, cuando tiene por compañero a este león' tan
*untu y g"ntit*"nte echadó a su lado, como hiciera un cof-
ou" derito, Por la esperanza que iienen en é1, se sienten
confia-
I"Ñ;ole señor, os doy las gracias una y mil veces, por
de aflicción.
este ofrecimiento que me hacéis. dos y se alegran, sin dai ya ninguna muestra
Entonces salió de un aposento la doncella, hermosa de buandoltegó la hora de dormir, le llevaron a un apo-
cuerpo y de rostro muy bello y deleitoso. Caminaba cabiz- sentoclaro;ladoncellaysumadreleacompafiarontambién'
baja, recatada y calladamente, mirando hacia el suelo, como p"át V" le ienían muchó cariño, y más le hubiesen tenido to-
proe-
si no viese nunca el fin de su desgracia; a su lado, iba su ma- davíade haber sabido de toda su cortesía y grandes
los dos:
dre, pues el señor del castillo lés había mandado buscar' zas, Se acostaron ambos, el león y é1, y descansa¡on
descanso en
para presentárselas a su huésped, Llegaron embozadas en más g"nte no se habría atrevido a compartir su
precau-
sus mantos, para ocultar sus lágrimas, pero él les manda el miimo cuarto, y no sólo esto, sino que tomaron-la
bajo llave, para que no pudieran salir
destaparse la cara y levantar la mirada, diciéndoles: ción de
"n""rruri"s
siguiente, clando cláreara con el despuntar del
debe enojaros lo que os mando, puesto que Dios hasta el día
-No
y la buena ventura nos han traído aquí a un caballero de tan- alba,
Cuando quedó abierto el aposento, se levantó
y oyó
ta generosidad y largueza, que me promete luchar contra
el gigante. Así que no demoréis el arrodillaros a sus pies, misamiseñorYvain,ySequedóesperandohastalahora.de.
como lo [qD!g promb-tido'.I'legado este momento'
lla-
para agradecérselo. .:-. pii*", y,le
quiera que contemple tal espectáculo ma delante Oe ioOós al señor del castillo en persona ,
.t8í,,1*?;;,,,
,.:.¡ri'::11¡.: ;it¡
. vv. {040-fl0l
vv. 4102-4163
.-
agarrando la estaca con ambas manos, para arremeter con-
en medio de la plaza, puede volver a acometer la mismd ma- tra é1, pero cuando cree alcanzarle, el león esquiva el golpe
tanza. Ruegan a Dios que le guarde de tan mortal suerté'y con un brinco y cae la maza cerca de mi señor Yvain, pero
se lo devuelvan sano y salvo, otorgándole la muerte del gi- sin alcanzarle. ¡Con ninguno de los dos'ha podido el gigan-
gante; todas estas plegarias. elevan cada uno, rezando con te! Ahora mi señgr Yvain blande la espada y con dos gol-
gran fervor, Y al mismo tiempo el monstruo denuesta al'ca- pes, le déja entreterado el cuerpo: antes de que se dé cuen-
ballero, amenazándole con todo atrevimiento: ta, con el filo de la espada'le ha desgajado el hombro del tron-
aprecio te tenía quien aquí ie mandó, por mis co, y a.la segunda cuchillada, toda la hoja le ha atravesa-
-¡Poco
ojosl Mejor no podía haberse vengado de ti, por,nada del do, entrando por el pecho e hincándosela hasta el hlgado.
mundo. ¡Buena revancha se ha tomado ya de la fechoría que Rozándole la muerte se desploma el gigante. Mayor estruen-
le hicistel do no causarfa, creo yo, la cafda de un gran roble, que la
discusiones el caballero; que no de aquel monstruo retumbando al caer.
-Huelgan
teme a nada-, lucha lo mejor -contesta
que sepas, que yo lo haré Con este último lance, dejan sus puestos todos los que
también, pues me cansan los discursos ociosos. asistlan al combate desde las almenas, y acortando distan-
E inmediatamente mi señor Yvain, que siente gran im- cias los más rápidos, se lanzan como jaurfa al encarne, cuan-
páciencia por salir, se abalanza sobre el gigante para gol- do los perros están a punto de cobrar la bestia que han for-
pearle en el pecho, donde sólo lleva una piel de oso, a gui- zado. Asi corren-hombres y mujeres; apresurándose sin es-
sa de armadura. Haciendo fuerza con la estaca y todo su catimar esfuerzos hasta el lugar donde yace el monstruo
peso, el gigante se le echa encima, pero mi señor Yvain le boca arriba. El mismo señor del castillo corre hacia allf, con
asesta tal golpe en medio del pecho que, no sólo le arranca toda su corte, y allí también acuden madre e hija, Ahora tras
el pellejo que le servía de loriga, sino que le hinca la lanza tantos sufrimientos,los cuatro hermanos se entregan a la ale-
en el cuerpo, tan adentro que moja el hierro en la sangre gría. Saben con certeza que nadie podría retener ya a mi se-
como si fuera salsa, mientras el adversario le golpea con tan ñor Yvain, por nada del mundo, peio [e ruegan que, vaya.
fuertes mazazos, que lo deja doblado. Pero ahora mi señor donde vaya, vuelva a su lado, para celebrar unos festejos,
Yvain saca la espada, en cuyo manejo destaca por su vigor, tan pronto como haya llevado a cabo'su empresa. L,es con-
y encuentra desprotegido al gigante: tanto se ha fiado éste testa que no se atreve a prometérselo, porque no puede adi-
en la fuerza de su cuerpo, que no ha querido armadura, En- vinar cómo saldrá de aquel trance, pero hace al señor el si-,
tonces arremete contra él el caballero con la espada, y gol- guiente ruego: quiere que su hija y sus cuatro hijos se lle-
peándole, no con el filo sino con la hoja, le arranca de la me- ven al enanó y vayan a ver a mi señor Gáuvain, cuando,se-,
jilla un tajo de carne, como para una carbonada,'pero con pan que ha vüelto, para contarle cómo ha luchado, porque
tan terrible embestida le responde el gigante, clue lo voltea en nada tiene !u valor, quien quiere que se oculte.
de bruces encima de su corcel. sería justo contestan; callar una proeza tan
Con este golpe, el león, la melena erizada por la ira, sal- -No -le
ejemplar. Cumpliremos con vuestra voluntad, pero sólo que-
ta enfurecido, para ayudar a su señor, y. atacando al gigan- remos preguntaros, señor, a quién podremos atribuir esta
te con toda su fuerza, le raja la piel velluda, como si fuera hazaña, cuando estemos delante de mi señor Gauvain, si no
la corteza de un árbol, y cuando ya lo tiene casi desollado, sabemos cómo os llamáis.
le arranca de la cadera un buen pedazo, y le sigue tajando estéis en su presencia responde mi se-
nervios y carne del muslo. El gigante, mugiendo como un -Cuando que el -les del L,eón os
ñor Yvain-, podréis decirle Caballero
toro, porque el león lo ha lastimado de muerte, se alza
75
74
vv. 428t-43{3
vv. 434{-4407
dije que era mi nombre, y además debo rogaros que
le man_ sosiego ahoga sus suspiros, para que no los oiga la gen_
déis decir de mi parte lo siguiente: que éÍ me
te. Siente gran compasión, vien¿o y oyendo Junas-po_
fectamente, como yo a é1, plse a quó ignore quién "¿;;;;;""
tre tte_ b¡es.damas, gpe llevaban un extrañó dúelo, diciendo
gado a ser. Nada más tengo que peáirorlporqu" en_
aá¡oLar_ tre sf:
charme de aquí y nada me asustá tanto como el pensar
que Dios! ¡Qué desamparadas y abandonadas nos va-
me haya demorado demasiado. -iAy,
quedar, al perder tan buena amiga, que tanto nos ayu-
Se marcha entonces, no sin que le haya rogado T?s "
antes el
9ü" y apoyaba en la corte! Gracias a sus consejos, mi se-
señor, con toda la nobleza que le caracterizabá, que
vara a sus cuatro hijos, y si lo hubiese'aceptado, toáos
," lt"- ñora nos regalaba sus vestidos, guarnecidos dá petigrís,
se ha- pero mucho va a cambiar ahora nuestra suerte, sin nádie
brfan afanado en servirle pero, sin querer compafifa de
na- que nos defienda. Maldito sea quien nos la quita. Maldito
die,'abandonó la plaza.
3gu9l
por cuya culpa vamos a perderla, con tán grave per-
juicio. Ya no habrá nadie en la corte.para decir:
rY este manto, este brial también, aquella túnica otrosl,
Ahora tan aprisa como puede llevarrrsu caballo, retor- querida señora, dadlos a esta noble mujer, porque sin lugar
-
na hacia la ermita, siguiendo el camino hermoso y,"óto qu" a dudas, bien empleadas estarán estas prenOas, si se las re-
tan bien conoce. pe¡o antes de que llegara fa
yu galáis, pues ella anda muy necesitada.
" "rmita,
habfan sacado a ra donceila, y préparad-o la hoguera
¿ónoe Así se lamentaban aquellas damas, y mi señor yvain,
iba a ser quemada sin otra prénoá que su camisa. Ante er que se encontraba entre ellas, iba oyendo perfectamente
lu"gg, la iban agarrotando, quienes injustamente la acusa_ sus quejas, qué no eran afectadas ni fingidas, cuando con:
b_an.de lo que jamás habra soñado siquiera. Llegó
,"no, siguió ver a Luneta de rodillas, despojada de toda prenda,
Yvain, y al verla tan cerca de Ia hoguera, don-de^i quieren salvo su camisa, y que ya confesada, había pedido perdón
arrojarla, debió sentir una profunda angustia: ni cortés
ni sa- aDios por sus pecados y proclamado su culpa. É1, que tanto
bi_o sería quien nunca temiese a nada.-rra
verdad quá," afecto le había tenido, se acercó a ella y le ayudó a levaq_
",
afligió mucho, pero confiando en que Dios y el dereciro"r_
tarse, diciéndole:
tarfan de su parte: se fía mucho de su ayudá, y tampoco
re_ mfa, ¿dónde están los que os culpan y acu-
san?-Doncella
niega de la de su león. Se abre paso entre el gentíó,que
arremolinaba, g¡itando:
se Ahora mismo, si no la rechazan, les será únraáa ná-
talla.
-¡Dejad a la doncella, bribones, dejadla! ¡No es justo
que arda en la hoguera, cuando ningún aétito tra Ella, sin haberle visto ni mirado todavÍa, exclamó:
co_ Dios es quien os manda en tan grave apremio.
metido! -Señor,
Los que levantan falso testimonio contra mí ya tenñn pre_
Unos y otros se van apartando y abriéndole paso, mien_
tras él siente impaciencia por contlmplar con sus o¡os
parada esta hoguera, y si os hubieseis demoiado algo más,
a ta ya sería brasas y ceniza. Habéis venido para defenáerme,
qu.e su corazón sigue viendo, en cualquier lugar
donde se Dios os dé poder para ello, como tan veráad es que yo soy
halle' Tanto la busca con la mirada, que ya ra-encuentra, y
lo que ve pone su corazón a tal prueb", qu" ¿r .e inocente de lo que me acusan.
Tras oír estas palabras, el senescal, qúe estaba coñ sus
"riulir"
en refrenarlo, como cuando uno intenta a áuras penas rete- -
hermanos, empezó a gritar.
ner con el freno a un caballo desbocado. Sin ,"
"rnbargo, mujer, criatura parca en verdades y pródiga en
complace en contemplarla suspirando, pero con gran desa_ -¡Ah,Poco
mentiras! prudente es quien, fiándose de tus palabras,
76
-;.:,,,,.i , .' .
quie-
Entonces manda al león echarse atrás y quédarse
carga .con "tal peso. ¡Qué malhadado el caballero que vino
to, y éste obedece sus órdenes.
a morir poi ti, pues él está solo, frente a nosotros tres! Pero
Ahora que el león se ha retirado, dejan los combatien-
le permito escapar, antes de que le ocurra tamaña des- para tomar
tes discursos yJüigios por otras lides y se alejan
gracia. al galope contra mi señor Yvain
campo. Juntos
El caballero, enojado por este discurso, le replica "r¡"*"i"n paso a su en-
sus ires-adversaiios, mientras él se dirige al
airado: el pri-
tenga miedo, que se marche! Yo no temo a cuentro, porque.no quiere apurarse ni desviarse con
en-
-¡Quien
vuestros tres escudos, como para darme por vencido sin mer gotpL. L,és deja quebrarsus lanzas y guarda la suya
combatir. Vosotros esperáis de mí que, sano y'salvo, deje iái",-".gtimiendó sú escudo, para esquivar sus golpes'
salda con
como si fuera un estafermo, donde cada intento se
campo libre, abandonándoos la plaza, pero no os complace- espuelas para to-
ré. Mientras me quede vida y salud, no huiré ante esta cla- un" t"nr" hecha añicos. L,uego hinca las
y se aleja de ellos un arpende, pero pronto vuel-
se de amenazas. Pero a ti, senescal, te invito a que procla- ;;;;ñ" vuel-
mes la inocencia de la doncella, a la que has acusado injus-
ve a la plt"á, sin pieocupación por demorarse' En su
qüe cabalga delante de sus dos her-
yo la creo, porque me lo ha ju- ta, alcanza al senescal,
tamente, pues ella dice soberbio ha
rado por su honor, con
-y
peligro de condeRar qu alma por per- r.nor, quebrándole su ianza en el cuerpo' Tan
ca-
sido el gblpe, que su adversario a su pesar se desploma.'
jurio- que nunca traicionó a su señora, con actos o con pa- que ya nada le
labras, ni con el pensamiento siquiera. Yo creo absolutamen- V""o" át su.fo, donde yace largo rato, sin
importe.
te todo cuanto ella me ha afirmado, y la defenderé hasta
donde pueda, porque su derecho me si¡ve de auxilio. A de-
Ahora los otros dos arremeten contra él' y blandiendo
sus espadas desenvainadas, ambos le golpean
vigorosamen-
cir verdad, Dios está del lado del derecho. Si Dios y el de- que reciben' pues uno
recho, que se mantienen unidos, acuden en mi ayuda, ten- te, peio más fuertes son los golpes
Tan ma-
go mejor compañía y auxilio que tú. soló de los suyos vale por dos de sus adversarios.
gistralmente se defien-de, que no logran ninguna ventaja'.
Pero el senescal le responde temerariamente, que pue- y tanto se es-
de emplear todos los medios a su antojo para lastimarles, iero ahora el senescal se vuelve a levantar'
pero que no les haga daño el león. Yvain alega que no ha iu"rrun entre los tres, que le dejan lastimado y malherido'
El león, que está mirando el combate, no tarda en acu-
traído a su león como campeón, y que sÓlo quiere poner en
juego su propia persona, pero que si su león les requiere, dir en ,u ayúda, porque le parece que la necesita' f,oda¡
ce-
las damas, que tienen en gran estima a la doncella' no
Que se defiendan, porque él no les puede garantizar nada de Dios, rogándole de
a este respecto. san de invocar al unísono él nombre
todo corazórÍ que no permita por nada del mundo
que nli sd-
lo que digas si no.castigas a tu
-Digas -replican-,
león, para enseñarle a estarse quieto, no tienes por qué per- ñor Yvain, ariojado a esta pelea por salvar a la doncella'
manecer aquí: márchate, será más sensato, pues siendo co- pierda la vida o la libertad en este trance' Con plegarias le
nocido por todo el país cómo ella ha traicionado a su seño- áyudan sus mercedes, a falta de bastonazos"'
En cuanto al león, es tan valiosa su ayuda desde la
pri-
ra, es de justicia que el fuego y las llamas le devuelvan su golpeado-al senes-
merecido. mera embestida, que con todo ímpetu ha
lo quiera el Espíritu Santo el caballe- cal, que se enbueritra desarzonado y sin montura' haciendo
volar como si fuesen pajas, las mallas de su loriga' Al
suelo
-No
ro, que
-responde
sabe la verdad-, y Dios me conceda el no marchar- arran-
lo derriba, y arremeté contra éI con tal fuerza' que le
me hasta que la haya liberado.
?9
78
vv.4522-4583
vv. 4584_4628
ca un tendón desde el hombro por todo el
flanco, y le va des_ obtenido el perdón de mi dama: cuando remita su furor y
garrando en carne viva hasta las vísceras. pagarán
caro sus cese su ira hacia mí, entonces finalizarán mis pruebas,
dos compañeros la derrota del senescal, porqíe
ut oáiu ¡ur_
ta ha de enfrentar a los combatientes de igual lamento de verdad
-Locortés ella-, y no tengo
puede escapar a la muerte er senescal, que-se
a iguui. Irro por muy a la dama cuyo-replica
corazón siente rencor hacia
estrémece y vos, No debe¡ía cerrar su puerta a un caballero de vuestra
revuelve en las olas de sangre bermeja, qu" Urot"n
áá ,u valia, a no ser que hayáis cometido algo deshonroso para
cuerpo' El león ataca a ros otros, porque mileñor yvain
está ella.
demasiado malherido c.omo parJpoOlr amonestarle
y apar_
tarle, pero además está seguro el león de que
,u ,Jnol no -Señora, por mucho que me pese, cuanto a ella se le
desprecia su ayuda. en abÁoluto, sino que, al contrario, antoja, a mf-me complace, pero no esperéis que os hable
le
hace'amarle más; así arremete fieramente contra
sus adver- 1ás.de sus motivos, o de la culpa que tuve, porque no ha_
sarios, mientras ellos se quejan de sus golpes y blaré de ello po-r nada del munáo, ialvo con ior qu" saben
no Oejan Ae de este pleito.
malherirle y lastimarle.
Cuando mi señor yvain ve herido a su león, se hay alguien, aparte de los dos, que esté al tan_
to de-¿Acaso
le re- .
vuelve el corazón en ras entrañas, con toda razón; este asunto?
se esfuer-
za en vengarle, abalanzándose contra ellos con
tal arrojo, -Sí, ciertamente,
si place,
señora.
qug
10
pueden opo_nel resistencia y se entregan a
su mer_ _ y así
ñor, -Pero,
os decidnos vuestro nombre, noble se-
ced. Decisiva ha sido la ayuda del léón, ahora deserp"r"oo marcharéis totalmente libre,
y espantado por las heridas que lleva. Mi señor yvain, por -¿Libre del todo, señora? No lo estaré, porque debo
más de.lo que podré devolver. Sin embargo, nb he de ocul_
su parte, tampoco está a salvo, pero no le asusta
tanto su mal_ taros cómo me hago lramar: jamás oiréis tráblar de mí si no
tratado cuerpo, como contemplar los sufrimientos de
su es por el nombre de Caballero del León, pues así quiero
león.
AsÍ, tal como quería, ha librado a su doncella, a quien que me llamen.
aplacada toda su ira, ha perdonado la señora
de buen'gra_ -Por Dios, noble señor, ¿cómo puede ser que no nos
hayamos visto nunca, ni os hayamos óído nombrai? ¡
do. En a aquellos traidores, ardieron en ta t ág,i"."
-cuanto esto os demuestra que soy caballero de es_
encendida para la doncella, porque es de justicia qu"
acusa a otro injustamente, tenga que morir de iui"n caso-Señora,
renombr'e.
ia inlsrrru La dama volvió a la carga:
muerte que había sentenciado.
¿y Luneta? Está alegre y fe-
liz después de haberse reconciliado con su señorá, y
am- -Una vez más, si no temiese enojaros, os rogaría que
os quedarais.
bas celebran este desenlace con un alborozo extraoidina-
rio. Todos se ofrecen a ponerse al servicio de su
señor: se -En verdad, señora, no podría aceptar, hasta tener la
certeza de-haber recobrado el amor de mi dama,
brindaban a llevar a cabo lo que verdaderamente
era su marchaos con Dios, noble señor, ¡y que Él
obligación, pero es que nadie lé tra¡ía reconocido, -Entonces,
e inclu- tenga a bien tornar.en alegría el dolor que os atormenta!
so la dama dueña de su corazón, ignoraba su
identidad: le
rogó encarecidamente que se dilgnara,permanecer -Señora -contesta-, ¡Dios os oiga!
con Luego añadió, murmurando entre dientes:
ellos, hasta que se repusireran ae sús heridas, et y
su teon. vos, señora, quien lleváis la llave,.quien poseéis
Pero le contesta: -Sois y el arca,
la cerradura donde encerrada está mi atégría, y
no podré quedarme aquí, mientras no haya
-Señora, no Io sabéis...
80
, ,. a-aa -tt'
inientras otros se llevan su montura a las caballerizas, y los En esto, ya llegó a la corte la hermana menor' vestida
escuderos, como es su obligación, le quitan y se llevan su con un manto d" escarlata, guarnecido de- armiño.
arnés. Nada más enterarse de la noticia de su llegada, acu- iiás oias hacia "otó
que habla vuelto la reina, librada del cauti-
junto con otros pre-
de al patio el señor del castillo, para saludarle, seguido de verio en que la había tenido Meleagante,
su esposa, hijo y todas sus hijas, a los que acompañan otras sos, mieniras L,anzarote habla sido encerrado a
traición en
muchas gentes. Ire acogen con gran alborozo y le hospedan la torre. ocurrió que aquel mismo día en que ladoncella lle-
la noticia de que el gi-
en un cuarto muy tranquilo, porque le parece que está en- lO," f" corte, allí se náUia recibido habfa sido exterminado
fermo, y redoblan sus atenciones, al dejar iunto a él a su iante, aquel monstruo de crueldad, parte de este último,
león. Dos doncellas, expertas en remedios, se afanan en cui- Én áu"fo'por el Caballero del L,eón. De
a mi señor Gauvain, relatán-
darle: eran las hijas del señor del castillo. habían saludado sus sobrinos
servicio que les ha-
Cuántos días permaneció el caballero, no lo sé, hasta dole su sobrina el valioso e inapreciable
82 83
-r*li'
"l
: ir I i.L-----,
vv. 4750-4802
vv. 4803-4856
bia nres]qdo aquel caballero en nombre de su amistad, y vuestro antojo y como os plazca. A mí no me afecta ni me
cómo había añadido que, aun sin saber quién era, mi concierne, y no tengo derecho a desacatarlas, enfrentándo-
señor
Gauvain conocía bien al caballero. me a vos, así que debo aceptar este plazo, si. ella lo solicita.
Ha oído estas declaraciones la doncella, que anda Entonces la hermana menor manifiesta su requerimien-
de_
samparada, desconcertada y presa del desasbsiego, pen_ to: ella desea y reclama que así se haga. Luego encomien-
san{9 que ya no podrá encontrar en la corte ayuOá ni pro- da al rey a Dios, y declara que, por todas las ti,erras, busca-
t99c]ó1,.ahora que le ha fallado el mejor de los caballeros: rá sin cesar al Caballero del L,eón, que no ahorra esfuerzos
ella había intentado convencerle de múchas. maneras, supli- para socofrer a las doncellas, cuando de su ayuda tienen
cándole que interviniese en nombre de su amistad: ' menester. '-
.,
-En vano
no puedo,
me rogáis, amiga, para que emprenda lo que
porque no me lo permitiría otro asunto, en el que
Emprendió al punto la doncella su búsqueda, recorrien-
do varias comarcas. Pero del caballero no tuvo la menor no-
andp comprometido. ticia, lo que le afligió tanto, que cayó enferma. euiso sin em-
Le deja entonces la doncella, y se presenta ante el rey: bargo su buena fortuna que pudiera hospedarse donde uno
he acudido a ti y a tu corte en busca de sus mejores amigos, y allí, nada más verla, se percata-
de apoyo, -dice--,
-Rey pero ha sido en vano. Me asombra no encontrar ron de que su salud estaba muy quebrantada, por lo que se
ayuda, sin embargo fartaría a la cortesía, si me marchase esforzaron en retenerla, y fue tal su solicitud, que eúa les
sin
tu licencia. En cualquier caso, sepa mi hermana que le ce_ contó el motivo de su preocupación. Una doncellá se brindó
dería algo de la parte mía, por la vía amistosa, si io acepta_ entonces para emprender la aventura que ella había inicia-
se, pero que por la fuerza, mientras sea capaz, aunque yo do, y se lanzó en busca del caballero; así pudo la enferma
no haya encontrado amparo ni protección, no le abandona- quedarse descansando.
ré mi herencia. Ira otra doncella cabalgó de un tirón y sin escolta du-
muy razonable lo que decís el rey-, rante toda una jornada, hasta que llegó la noche oscura, Con
-Es que
y puesto ella está aquí presente, yo -contesta.
le aconsejo, ruego el anochecer, sintió gran desasosiego, y la lluvia redobló sus
e insto, a que os dbje la parte que os corresponáe según temores, pues llovÍa con toda la furia e ímpetu con que Dios
derecho. es capaz de,descargar las aguas del cielo, cuando ella se en-
P?t9 la otra, que se sentía apoyada por el mejcír caba_
.-
llero del mundo, responde con vehemencia:
contraba precisamente en lo más hondo del bosque. La no-
che y el arbolado le atemorizaban, y con mayor pavor que
-Señor, ¡que Dios me confunda, si alguna vez compar_
to con ella algo de mi tierra, castillo, villa, artiga, bosque,
la noche o el bosque, el aguacero. Tan malo era ádemás el
lla- camlno que, una y otra vez, su caballo quedó embarrado
nura o cualquier cosa! pero si hay caballero que se'atreva hasta las cinchas, o-casi. ieué desasosegada caminaba la
a tomar armas en su defensa, sea quien sea, y acepte sos_ doncella por el bosque, sin otra compañía que sombra y tor-
tener su causa, que se presente ahora mismo. menta, y en una noche tan oscura que ni podía ver la mon_
que proponéis no es aceptable _replica el rey_, tura que cabalgaba! Así que no dejaba de invocar a Dios pri-
pues-Lro
este asunto requiere más tiempo, y_élla puede prócu- mero, luego a su Madre, y después a todos los santos y san-
rarse el campeón que quiera, de aquí aCuarenta díai, y so- tas del paraíso, y pasó toda la noche rezando a Dios, para
meterse a juicio ante cualquier corte, que le hiciera salir de este bosque, y le llevase a buen
Le responde la doncella: hospedaje.
I
,-Noble señor, rey, podéis establecer vuestras leyes a Al cabo de tantas plegarias, oyó tocar el cuerno, y sin-
lt 84
tió gran alegría al pensar que encontraría hospedaje, siem- sé Dios sea testigo' pero mañana
pre que pudiera halla¡ el camino hasta alll. Se dirige hacia -No lo -contesta-,
os pondré en el camino por donde se
fue'
me ha traído aquí donde me. dan no-
aquella parte, tomando una calzada, que le lleva recta hacia
-Dios -dice-' persona' mi ale-
el cuerno cuyo sonido sigue oyendo, cuando tres veces ticias suyas, pero si logro áncontrarle en
vuelve a sonar, largo tiempo y con mucha fuerza. Guiándo- fría no ónorá límites. hasta que se re-
se por el sonido, camina derecho, hasta llegar a una cruz, a Así estuvieroh largo rato conversando'
la diestra de la calzada. Espolea su cabállo, pensando que tiraroti a áescansar. C-uando despuntó el alba'-la.doncella'
levan-
por allÍ puede estar el cuerno y quien lo toca, y. al aproxi- impaciente por encontrar lo quebr'r'scabá'ya se había
marse a un puente, distingue las blancas murallas y la bar- i"á", v tamüieñ-t-señor de la casa y sus compañerol' 9u"
dejan en la buena senda de la fuente bajo el pino'
bacana de un castillete redondo. -- -
frontó la
siguien-
Así le llevó Aventura al castillo, guiada por la voz del Hqcia aquet castillo cabalga aprisa la doncella,
los primeros que
cuerno, que el vigía había tocado subido a la torre. Tan pron- do la vía recta, Rt:ilegar alü,lreguntó a
to como la ve, éste le saluda, baja, coge la llave, y le abre encontró si podían iriformarle acérca del caballero
y del
en este mismo
la puerta, diciéndole: té-on, que andaban en mutua compañía. Justo
lugar, habían visto a ambos derrotar a tres caballeros' le
doncella, quienquiera que seáis; esta no-
-Bienvenida,
che tendréis lluen hospedaje. contestan.
Dios ella-, ya que me habéis dado
-No pido más por esta noche -contesta
mientras le lleva el atalaya. Después de
la doncella,
tantas pruebas y tra-
-Por -exclama
estanuevatanimportante,nomedebéisocultarnada'sies
bajos soportados todo el día, le resulta muy grato poder que sabéis algo más.
albergarse. no sabemos más de lo que os
Al terminar la cena, su huésped le pregunta en la con-
-Nada -contestan-,
hemos contado, e ignoramos qué ha sido de él' Si Ia donce-
nadie po-
versación sobre el destino de su viaje y el objeto de su bús- ii; ;" cuya ayuda ácudió no os da noticias suyas'más que en:'
queda, a lo que ella responde: drá hacerlo. si queréis hablar con ella, no tenéis
y oír
a quien jamás he visto, creo yo, ni conocido. caminaros hasta aquella iglesia,.donde ha ido a rezar
Sólo -Busco
con sus
me han dicho que anda en compañía de un león, y que misa; ya lleva tanto rato que detie habe¡ terminado
si lo encuentro, podré tener entera confianza en é1. oraciones.
. -Yo mismo, su huésped- puedo dar fe de Segúnibancomentandoestascosas,salióprecisamen'
la te-
ello, porque cuando -afirma
me hallaba desamparado ante un grrave pe- te Lunáa de la iglesia y dijeron a la doncella: r¡Ahf
e inte¡cambiaron saludos' In;
ligro, Dios condujo a este caballero hasta mí antedyer. ¡Ben- néis!> Ella fue ,ú
ditos los caminos por donde llegó a mi castillo;.,porqüe me " "n"ulntio
mediatamente la doncella pregunta a I¡uneta lo que quería
saber, y ella contesta que hará ensillar un palafrén
suyo'
vengó de un mortal enemigo mío, y me colmó de alegría ma-
tándole ante mis propios ojos, delante de esa misma puertal p"t" á"t*pañarla y llevarla hasta un bosquecillo' donde ha
Mañana, podréis ver el cuerpo de un gigante, con el que áái"¿o al caballero. La otra se lo agradece de todo corazón'
acabó tan pronto, que apenas si le dio tiempo a pasar NotardanentraerleaLunetaelpalafrén'niellaenmoritar-de
sudores. lo. Mientras cabalgan, le va contándo cómo fue acusada
Dios, señor la doncella-, debéis de- iraición, y cómo, e"ncendida ya la hoguera donde ella.había
cirme -Por -exclama
con toda exactitud, si lo sabéis, adónde se marchó y de perecer, acudió el caballero, cuando más menester
te-
en qué lugar ha de permanecer. nía de su aYuda,
86 87
lir:,'..:t ,, "l
vv. 49?9-5035
vv. 5036-5089
Así conversando, le acompañó hasta
el mismo camino to tiempo, He acertado sin apartarme de sus huellas,.pero
donde.había dejado a mi señof yvain.
Después oe escottar-
la, le dijo: ¿de qué me valdrá seguirle y alcanzarle, si no logro coger-
le? De poco o nada, verdaderamente, pues si no conéigo
-Mantendréis este camino, hasta llegar adonde, si así
lo quiere que vuelva conmigo, habré malgastado mis esfuerzos.
Dios y el.Espíritu santo, os darán noticias
más re_ Así discurría apresurándose; y chorreando sudor su pa-
cientes que las mías. yo me acuerdo qu"
no. r"ffirno, lafrén por tan-endiablado paso, para su montura, llega junto
muy cerca de este l-ugar, o aquí mismo, pero
no nos hemos al caballero y le saluda, a lo que él pronto contesta:
vuelto a encontrar desde entónces, y
no sé qué habiá sioo os guarde, hermosa criatura, y os libre de todo
él,porque cuando se despidió de mí, necesitaba
9.
de_algún ungüento. por este camino
la cura enojo-¡DioS
y pesar'es!
os mando en su busca, vos también, señor, en quien pongo mi esperanza,
y Dios os conceda el encontrarle sano,
ñana, Ahora os encomiendo a Dios. No
hoy rn"¡oiqu" ru_ pues-¡Ade tcjdos ellos podríais librarme!
me atrevo a acom- Luego, poniéndose a su lado, sigue diciéndole:
pañaros, no vaya a ser que se enfade
mi señora. he estado buscándoos. La gran fama de vues-
Con esto se separan las dos doncellas, pues -Señor,
prende el retorno mientras la otra prosigue una em_ tra honra me hizo franquear varios reinos, soportando todas
,u las fatigas. Después de tan larga búsqueda, gracias a Dios,
bllg,ando largo rato, hasta encontrai el castillo, ""rni*, "u-
donde se ha- me encuentro aquí, en vuestra compañía, y no lamento nin-
ola nospectado mi señor yvain, hasta quedar
totalmente cu_ guno de mis males padecidos, ni me quejo, ni los recuerdo
rado, Ve gente delante de la puerta: dámas,
vidores, así como el señor dól castillo. Tras"u¡ufi"iár,
,"r_ siquiera, pues no me pesan ya nada; se han aliviado todos
saludarl,es, les mis miembros, porque tan pronto como me reuní con vos, él
pregunta si saben-_algo y pueden darre'-argun"r
acerca de un caballero al que busca,
náii"i", dolor se alejó volando de mí, Sin embargo, el asunto que me
más significativo en é1, según me han dicho,
trae no me concierne. Quien me manda donde vos es una
león -Lo
es un persona de alto linaje, de mayor rango y mérito que yo. pero
del que nunca se separa.
fe mía, damisela _contesta el señor_, se despi- si se ha equivocado esta doncella al recurrir a vós, será
dió de -Anosotros hace muy poco y troy mismó r"'p'oiáf,'"r-
vuestra honra quien le traicione, porque ella sólo en vos es-
si no os apartáis áe las pír"oá, de su pera encontrar amparo y ayuda, para defender su cause,
"ál?"I,
cuidad de no demoraros.
p"ro frente a una hermana suya, que pretende privarla de su he-
""Éuiro;
me libre de ello, señor! _exclama_. pero rencia; no se le puede convencer de que otro caballero po-
cidme -¡Dios
ahora, hacia dónde he de seguirle.
de_ dría ayudarle, sino que rechaza la idea de requerir otro
ahí, todo recto _le contela, rogándole que
auxilio que el vuestro. Verdaderamente, tened por seguro
lude-Por
le sa_ que si podéis llevaros el trofeo de esta victoria, habréis ton-
de s.u parte, pero de poco les sirvió la recomendación,
porque ella ya no les escuchaba, sino que quistado y salvado el feudo de la desheredada, y habrá cre-
se puso al galope cido también vuestra honra. para defender su herencia, es-
a toda brida. pese a que su parafrén üni" ulto,
ra, su paso le resultaba demasiado lento.
;Éñ"- perándolo todo de vos, ella emprendió aventura, para re-
¿'si recoii;;fgu- queriros en persona, y no habría dejado a nadie a este cui-
lope cenagales, ro mismo que caminos
de fi;il;i;;á"] r,.r- dado, si no se lo hubiera impedidci una grave enfermedad,
ta alcanzar con la vista ar que lleva en su
compañia un reón. que le obliga a guardar cama. Ahora, respondedme, os lo
Grita entonces con alegría:
ruego: ¿os atreveréis a acudir en su defensa o habréis de
-¡Dios me ayude! Ahora veo al que he perseguido tan_ descansar?
8B
'' li .l'rr'3 l\' '
',i.::ri-
vv.5l95-5249 vv. 5250-5306
ceñida, pues carecían hasta de cintas p.ra. atar sus vesti- he venido por otro motivo
dos, que por codos y pechos iban hec-hos jirones y iléva_ -lrlo -contestó,
ocurrió hace mucho tiempo, que el rey de la
ban las camisas con manchas en ra esparda. Tenían Ío, -Señor,
Isla de las Doncellas emprendió aventura, de corte en cor-
llos 9escarnados y pálidos los rostroi de hambre y dolor. "u"- te, de país en país, en busca de nuevos saberes, y tanto ca-
y ellas a é1, e inmediatamente encogen el cuer_
minó, con harta imprudencia e ingenuidad, que se embarcó
po, -El.lasve
bajan la mirada y se echan a llorar. Así se qüedan largo
en una situación peligrosa. En mala hora se aventuró en esta
rato' sin ánimo para enfrentarse a su tarea, sintiéndose tan
búsqueda, causa de deshonra y dolor para nosotras, pobres
descorazonadas que no quitan la vista del suelo.
cautiias, aquí encerradas, sin haber merecido para nada tal
Mi señor Yvain las mira y se da media vuelta, para vol_
castigo. Flasta vos mismo, tenedlo por cierto, podéis augu-
ver iacia la puerta, pero se le abalanza el porteró, que le
rar de todo'éste asunto la peor afrenta, si no aceptan las con-
clerra el paso, gritándole:
diciones de vuestro rescate,
-De nada
ra {uerriais
os servirá, ya no saldréis, buen señor, Aho_
estar afuera, pero, por mi cabeza, de nada os
rPero, sea como fuere, ocurrió Que mi señor vino a este
castillo, donde moran dos hijos del diablo, y no vayáis a
valdrá' Antes padeceréis mayor afrenta de la que podréis
creer que os cuento una fábula: de una mujer y de un duen-
soportar. Fue gran imprudencia por vuestra partá venir
de nacieron estos monstruos, Ambas criaturas malignas hu-
aquí, de donde es imposible volver a salir.
.-Ni lo deseo tampoco, buen hermano bieron de luchar contra el rey, lo que resultó para él una
mi se_ terrible prueba, pues no teniendo cumplidos los dieciocho
ñor Yvain-, pero dime, por el alma de tu padré, -replica
de dónde años, se arrie.-qqqla a que le degollaran como a un tierno cor-
vinieron estas doncellas a las que acabo de ver en este cas-
derito. Sintió tal pavor el rey, que se libró como pudo; juró
tillo, tejedoras de seda, bordadoras de orofrés, cuyas labo_ que mientras viviese, mandaría aquí cada año a treinta de
res tanto me han qustado; aunque me haya disgustado, en sus doncellas, y quedó liberado con esa renta, siendo cort-
cambio, la delgadéz de sus cu"ipos y rosiros, páuoo, y do-
venido por juramento que tal tributo debería durar tanto
to.ridos, Me parece que serlan muy hermosas y graciosas, si como la vida de los dos demonios, y que sólo el dfa que fue-
disfrutasen de lo necesario.
ran derrotados y vencidos en combate, se libraría el rey de
-Yo nada os diré sobre este asunto. Buscad a otro que
os informe
esta servidumbre, y también nosotras, aquí entregadas.a
unas vidas de vergüenza, miseria y sufrimiento, quedaría-
-Así lo
Buscó
haré, si no hay otro remedio.
un rato y encontró la puerta del patio donde tra_
mos libres
rPero hablar de nuestra liberación es pura niñería, por--f
bajaban las doncellas. Avanzó hacia ellas, saludándolas a to-
que jamás saldremos de aquí. Siempre tejeremos telas de
das a la vez, y vio entonces correr por sus rostros las lágri-
seda, sin andar por ello mejor vestidas' Siempre seremos
mas, que les caían de los ojos, de tanto como lloraban,
pobres éliremos desnudas. Hambre y sed tendremos siem-
-Dios tenga a bien dijo-, aligerar vuestros co_
-lescáusa pre. Nunca daremos abasto, para ganar lo suficiente y pro-
razones de este duelo, cuya ignoro, mudándolo en veernos con más comida; a duras penas, logramos una ra-
alegría. ..,
ción de pan, parca por la mañana, por la noche todavía más
a quien
habéis invocado una de
-¡Dios, -iesponde escasa, pues de la obra de sus manos, cada una de nosotras
ellas-, escuche vuestra plegarial No os ocultaremos quié_ saca sólo cuatro denarios por libra't y con ello no podemos
nes somos, ni de qué país venimos, acaso sea esto precisa_
procurarnos víveres y telas en cantidad suficiente, pues
mente lo que queréis inquirir.
resulta que quien suministra una ganancia de veinte suel-
92
.t, ; lj:. .
dos por semana, por ello no se libra de la miseria' Sin em- vestido con gran riqueza y, delante de é1, a una doncella,
que iba leyendo una novela sé de quién ni de qué tra-
barjo, podéis tener la seguridad de que el trabajo de cada -no
taba- y para escuchar esta lectura, que iba siguiendo re-
una de nosotras procura una ganancia de veinte sueldos
o más: ¡bastante como para hacer la fortuna de un duque! costada, habla acudido una dama. Ella era la madre de la
doncella; y el seflor, su padre. lQué gozo sentfan ambos al
Aquí estamos sumidas en la pobreza mientras se enrique-
ce con nuestros sueldos aquel por cuya cuenta trabaja- contemplarla y esóucharla, pues no tenfan más hijos que
mos, Aclemás de la jornada que pasamostrabajando todo esta niña de dieciséis años escasosl
el día, nos quedamos gran parte de la noche en vela, por- Era de una belleza tan exquisita aquella doncella que,
que él nos ámenaza con dejarnos tullidos los migmbros de haberla mirado, el dios Amor no hubier.a permitido que
si descansamos, y no nos atrevemos a hacer ninguna fuera amada por otro. Para ponerse a su servicio, no hubie-
pausa. ra.dudado en hacerse hombre y en renuncia¡ a su divini-
r¿Para qué seguiros contando? Padecemos tantos ma- dád disparándose en su propio cuerpo el da¡do cuya heri-
les, que no os podria decir la quinta paite. Pero lo que nos da es incurable,.si no se afana en su cuidado un médico des-
vuelve locas de ira y desesperación es ver a tantos caballe- leal; tal es su naturaleza, que nadie debe intentar curarla
ros jóvenes y valienies morir luchando contra estas dos cria- hasta descubrir su deslealtad, y quien cura de otra manera
turás diabóiicas: ¡qué caro pagan su hospedaje! Así haréis no es leal amante. De herida de amor, podrfa entreteneros
mañana, en que soto y desvalido, tendréis que combatir, lo en larga plática, antes de agotar este tema, si gustaseis de
queráis o no, poniendo en juego vuestra fama, frente a esos ofr esta historia, pero pronto surgirfa alguno diciendo
dos diablos encarnados.-| que ando divagando sobre quimeras, porque la gente ya
el rey verdádero, que reina sobre los cielos me no fantasea con ensueños amorosos, hoy no se ama como
-¡Dios,
defienda contra ellos y os devuólva honra y felicidad, si así se amaba antaflo, y de amor no se quiere of¡ hablar
le place! Ahora debo dejaros, para ver qué acogida me dis- siquiera.
pensan las gentes de este castillo. Pero oíd ahora cómo es acogido mi señor Yvain, con
entonces, señor, y ique os proteja quien qué talante y trato se le recibe. En cuanto le vieron todos
-Marchaos
otorga y quita todoslos bienes! los que estaban en aquel vergel, se pusieron de pie en su
camina entonces hasta la sala, que atraviesa sin encon- honor, diciéndole--
trar a nadie que le dirija la palabra, par? bien o para mal' buen señor, por obras y palabras di-
-¡Enhorabuena,
vinas seáis bendito, vos y todo lo vuestrol
Reborren los tres todo el castillo hasta,ll'egar a un vergel,
sin que nadie les hable ni se les ofrezca para llevar sus ca- Acaso pretendan engañarle, no lo sé, pero le recibgn
ballos, ¡Qué importal La verdad es que sí los pusieron e4las como albricias y parecen estar muy complacidos, agasaján-
caballerizas, cón la idea de adueñarse de ellos después de dole con la hospitalidad más entrañable. Le sirve la hija del
la batalla; creo que no se les ocurrió pensar' que así com- señor en persona, que le atiende con todos los honores de-
batiría el caballero con una montura descansada, y con ello bidos a un huésped de calidad; no sólo le quita el a¡nés, sino
ganaron sus caballos cebada y una litera de heno hasta me- que de sus manos, ella misma le lava el cuello, la cara, y el
dio cuerpo. rostro entero. Su padre quiere que le prodiguen todas las se-
Mi seño¡ Yvain, siempre seguido del león y de la don- ñales de consideración, y ella cumple con su deseo. Saca
cella, se adentra en el vergel, donde ve, tumbado encima de un arca suya una camisa plisada y calzas blancas; le vis-
de una tela de seda, reclinado sobre el codo, a un hombre' te con estas prendas y, con aguja e hilo, le va cosiendo las
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vv. 542t-5475
vv. 5476-5535
mangas. ¡Quiera Dios que no le cueste parte! Guardad vuestra hija, que de tomarla por esposa el
demasiado caro tan-
to halago y lisonjar para vestir encima
de la.camir.,-r" ,"- emperador de Alemania quedaría muy satisfecho, porque
gala una túnica nueva, y re abrochd
al cuelló o" es muy hermosa y de una educación muy refinada.
escarrata forrada, hecho sin recortes y
de una "" "Lrié" ,o-
pieza.-i"
dea de tantas atenciones, que él se -Callaos, buen huésped -replica el señor-, de nada
sirve que escuche cómo esquiváis
desconcertado, pero la don-cella es tanQueda avergonzado y unas obligaciones de las
cortés, nóUi" V g"_ que no podéis escapar. Mi castillo y mi hija, así como toda
nerosa, que todavía piensa haber hecho la tierra, deberán recaer en el caballero que pueda vencer
demasiado po"o,
Sabe que a su madre ie gustará que
no deje a ,u en campo cerrado a los que acometerán la lucha contra vos,
con que pueda halagar a este huésp'ed. ""igo;r"o" Se trata de un combate que no se puede de ningún modo
, lot la-noche, fue servida una abundancia de aplazar ni rehuir. Tengo la certeza de que la cobardía es la
manjares, hasta en demasía; de tantos ""n" "on como había pu-
platos que os anima a rechazar a mi hija, así pensabais escabulli-
dje¡on llegar a cansarse los veedores encargados ros, eludiendo el torneo, pero tened por seguro que debe-
viclo de mesa. Al terminar la velada, le acompañaron del ser-
y réis afrontar esta lucha irrevocable: no puede escapar nin-
llevaron a acostarse con gran pompa, proporcionándole le gún caballero que en este castillo se hospede a esta costum-
un
holgado acomodo. cuandó estúvo recostado bre bién establecida, que aquí se mantendrá, hasta que vea
en la cama, to-
dos se retiraron y el león se quedó tum¡aáoá.* casada a mi hija y muertos o derrotados a estos dos
piao ,"_
gún su costumbre.
contendientes.
. Al.día siguiente, cuando Dios hubo alumbrado el día con -Así sea, si me es'preciso combatir ahora mismo, en
su luminaria tal como corresponde al orden contra de mi voluntad, pero hubiera prescindido de ello
de la creación,
se levan_tó muy temprano mi señor yvain;
f" áon""ff" qu" f" gustosamente, os lo aseguro, Libraré batalla a pesar mío, ya
acompañaba madrugó también; ambos se que no puedo evitarlo.
fueron a latapi-
lla a oír una misa en honor del Espíritu santo, que Surgen ahora, monstruosamente feos y negros, los dos
rue cete-
brada con gran cele¡idad. hijos del diablo. Ambos blandían una clava de cornejo en-
Después de misa, mi señor yvain recibió cornado, que habían-mandado aparejar con pinchos de óo-
a traición una
noticia muy enojosa. Él pensaba marcharse rin qu" bre y guarnecer con alambre de auricalco. Desde la espal-
'lo impidiera' náá"."
pero no pudo cumprir su próposito, pu.rü"n- da hasta la rodilla llevaban armadura, pero iban con la Ca-
do dijo: rSeñor, si me lo permitisr me voy y beza y el rostro descubierto y con las piernas, que no eran
me despido de
vos' con vuestra licenciar, re contestó el-düeño nada pequeñas, desnudas. Así armados avanzaban esgri-
oel tasiitto:
todavfa no es tiempo de que os la conceda,.y miendo en la mano un escudo redondo, rob¡rsto y de ligero
no puedo-Amigo,por una razón muy jujta; este castillo tiene manejo.
blecida una costumbre diab-órica, que tengo obligaciónesta_ El león ssestremece en cuanto los ve, porque comprende
de
mantener. Mandaré.venir aqul a dol de mis,"ruiáoi"r, perfectarhente, por las armas que llevan, que vienen a luchar
los-más altos y fornidos, y cbntra ambos,,p"r"
o"
mal, os será preciso tomar las armas. si,iográis
bi"o o i"r" contra su señor. Se le eriza el pelo, toda la melena se Ie levan-
ta, se echa a temblar con ira y furia, da coletazos en el suelo,
vuestra vida, venciéndoles a muerte, mi ñi¡a
á"tlrio",
ós tomá por'es- con el vehemente deseo de acudir en ayuda de su señor an-
poso y os espera este castillo, con todas tes de que le maten. Nada más verle, gritan los monstruos:
sus dependlncias,
-Señor -contesta-,
posesiones'
no quiero ninguna i" uu"rtr", -Vasallo,
apartad a vuestro león que nos está amena-
¡A este precio no mé concedabios ni ru *ini,nu zando, o daos por vencido si no, porque, creednos, es vues-
96 97
tra obligación dejarle en un lugar donde no pueda lastimar-
nos, lo que resultarÍa una ayuda para vos. Solo es como de- tuvo con él su geiéloso señor, ahora privado de su ayuda' Ya
béis divertiros en nuestra compañía, porque el león no de- le gustaría devólverle este gran favor, sin escasear la medida,
jarÍa de prestaros apoyo, si pudiera. con moyos y sextarios llenos, siempre que pudiese escapar'
vosotros mismos, si le tenéis miedo Busca por todas partes, pero no encuentra ninguna glida'
plica-Apartadle
mi señor Yvain-. Yo en cambio contemplaré gustoso -re- como t-e ttega el ruido de esta peligrrosa y empedernida lucha,
cómo os deja malheridos, si lo logra, y me.agradará su ayuda. siente tal dolor con cada estrepitoso golpe, que enloquece
Dios! está fuera de lugar que re- de rabia.viva, Al'ir buscando, se acerca al umbral de la
-¡Por
cibáis auxilio en -contestan-,
esta pelea, Esforzaos en luchar por vues- puerta, que empezaba a pudrirse a ras del suelo, de tal ma-
tra cuenta, solo y sin esfuerzo ajeno. Vos habéib de estar nera que consigue arrancar lo suficiente para abrir una bre-
solo, y nosotros debemos ser dos: si el león estuviese a vues- cha, por donde, aplastando todo su cuerpo, logra introdu-
tro lado para luchar contra nosotros, ya no estarías solo, sino cirse hasta los riñones.
dos contra nosotros dos, contraviniendo con esta igualdad Mi'señor Yvain ya se encontraba preso del agotamiento
la costumbre¡ que os impone, ya lo sabéis, apartar a vuestro y bañado en sudor, al enfrentarse con la fuerza, la resisten-
león, de buen grado o mal que os pese. cia y el engaño-cie-los dos gigantes. Habla recibido un sin
queréis que esté? ¿Dónde os parece que lo fin áe golpes, que había devuelto lo mejor que podla, pero
deje?-¿Dónde pregunta entonces el caballero, y le contestan sin alcanzar a herir a sus adversarios, demasiado expertos
¡les
enseñándole un cuartito: en la ciencia de la esgrima. En cuanto a sus escudos eran
aqul. de tal naturaleza, que ninguna espada, pqr muy acerada y
-Encerradle
queráis cortante que fuera, podía hacer mella en ellos. Asl que mi
-Como -dice.
I¡leva entonces allí al león y lo deja encerrado. pronto señor Yvain tenía sobradas razones para temer la muerte.
ha ido en busca de su arnés, para vestir las armas. Le traen Sin embargo aguantó con gran coraje, hasta que surgió el
su caballo y lo monta. Impacientes por dejarle maltrecho y león, que tras mucho rascar y escarbar el suelo, había lo-
deshonrado, arremeten contra él los dos campeones, ya sin grado escaparse.
temor al león, encerrado en el cuarto, Tan vlolentas embes- Si ahora no quedan de¡rotados estos rufianes, jamás lo
tiduras le asestan con sus mazos, que de poco le sirven es- serán, pues no les concederá tregua el león' mientras sepa
cudo y yelmo; cuando le alcanzan en el yelmo, se resque- que están vivos. Agarra a uno de ellos y lo sacude hasta el
b¡aja y rompe, y del escudo hecho trizas, no queda más ias- suelo, como si de un carnero se tratara. Entonces sienten,
tro que del hielo fundido, Tan destrozado se lo han dejado, miedo los canallas, y en toda la plaza no hay un hombre cuyo
que se puede pasar el puño por cada agujero. corazón no se.llene de alegrla, Ya no se levantará el de¡no',
¡eué temi- nio derribado, si no le presta auxilio su compinche' Acude
bles resultan sus golpes! ¿y é1, cómo se enfréntá a estás dos
criaturas del diablo? Encendido su ardor por el temor y la tanto para socorrerle como en su propio beneficio' porque
vergüenza,'se defiende con toda su fuerza e intenta fatigo_ teme que el león arremeta contra él en cuanto haya rema-
samente infligirles pesados y terribles golpes la hóra tado a su compañero derribado, y le tiene más miedo al ani-
de repartir regalos, no se queda atrás, sino que -a les propina mal que a su señor
los suyos, devolviéndoles sus favores por partida ¿óUte. Ahora que su adversario se le ha puesto de espaldas,
Mientras tanto el león, que sigue preso en el aposento, ofreciéndole el cuello al descubierto, mi seflor Yvain come-
siente dolor e inquietud, al acordarse del gesto tan noble que tería una insensatez si le dejara vivir más tiempo, cuando
se le brinda una ocasión tan oportuna. Le entrega su cabeza
98
99
; '.:,. :,. -'il
vv. 6580-6635
vv. 6636-6682
-¡Ea, cambiad
mi castillo,.
de lenguaje, damiselal No hay nadie en
con quien puedá Dios y de sus santos, mi corazón no perderá
para'defender ra fuente ánimo, ni
y el escalón. pero,.si Dios quiere,
"óni"t verenos ahorrará esfuerzos, para devolver a
lo que pueden ese caballero los gra-
vuestra cordura,y pu:n tino, porque ciosos favores que le concedió su
como se suele decir, dama, siempre que esté
es en la necesidad donde ," pon" a prueba en mi poder.
la amistad. Ahora Luneta ya
si pensara que se iba a encontrar u-qui"n cumplido sus designios. Nada ha
-Señora,
mató al giganle y derrotó a ios tres deseado tanto, c9m9 lo -ha
que acaba de lograi. i" ü t"n¡"n
cabalreros, merecerÍa la preparado un palafrén de muy mansa
pena ir en su busca. pero mientras
subsist" l;;;;;;iu-o monta, llevando en er rostro todá la
ambladura. Ella lo
su dama, y ella siga enfrentándose "on alegría y ¡,i¡iü á"ilun-
con ira y resentimiento,
creo que no hay en este mundo hombre hasta_llegar al pino, donde jusro encuentra
guiese, a_no ser que Ie jure y garantice
;"t;;;i que si_ 3lj*"lga
qulen no pensaba hallar tan- cerca, pues a
que" hará cuanto está preciso aventurarse.en una larga
óreía que te sería
poder para reconciliarlé con su da¡na, búsqueda antes de llegar
:-1:_"
tanto rigor que le están matando el
qr" ü ü"1. hasta é1. A su león, le,""ono"á enluanto
duelb'y ," uni""i¿n.
"on Ie ve. Se dirige
ha.cia él at galope y descabatga.
dispuesta entonces la dama_, Dásoe que t" ,r" ápJL".,
que -.Erlgy
salgáis en su busca -dice ante, ae
a comprometerme por juramento:
a lo lejos, mi señor yvain tarñ¡ién lia ha
reconocido. Inter-
si viene aquí, me esforzaré, sin engaño cambian saludos y ella le dice:
ni ringi;i;io, en
conseguir para él el perdón de su dlama,
,i"rñi"'qu" -Señor, ¡qué alegría me da el haberos encontrado tan
pronto!
a mi alcance. "rt¿
E insiste Luneta: acaso andabais buscándome? _le pregunta
-¿Cómo,
mi señor Yvain.
tengo.por seguro que podréis conseguirle
esta -Señora,
reconciliación, si en ello ponéis,v-uestro ciertamente, y nunca he sido tan dichosa
si no os resulta inoportuno, os'tomáie
empeño,"p"ro que -SÍ,
nací, B-óique he tevado a mi señora
desde
Juramento ahora mis- a volver a ser, so
mo, antes de ponerme en camino. P"n1 de perjurio, vuestra dama, y vos su señor, como anta_
No tengo inconveniente _contesta la dama. ño. Como os lo cuento, es la pura verdad.
_
Luneta, que sabía mucho de cortesí", Mi señor yvain siente gran gozo pói esta
'. dó
.. traer un .ágrid" rn"n_
un relicario ricamente aaornaoo. La dama nueva' que jamás esperaba llegar a
sorprendLnte
se arro- oír, No áipr"-
dilla. Al juego de Ia verdad le ha cogido
Luneta, ,ry
sgr s¡r.gratitud a eui,en tanto-hJlograclo "r""ná"
en su nombre y, be_
corteses ardides. con este juramento, ya sándole los ojos y el rostro, le dicl:
remató su"on
obra la
muy precavida doncella, que no descuído amiga mía, ya sé que no existe galardón
n"aa páia ftr"r que de-Dulce
alguna manera.pudiera premiaros.
con
sus fines. Te¡ño que me fa_
lle la ocasión y el medio_de
-Señora -dice_, alzad la mano. No quiero que pasa_
do mañana te, sirv.iéndoos y honrándoos. "oir"rptnderos
oportunamen-
me vayáis a reprochar lo que sea, cuando
se tra_
ta de vuestro propio-interés y no del mío.
¡uraá, ;i-;. p"r"_ -Señor -contesta la doncella_, esto no os debe cau_
sar preocupación
ce, que en nombre del Caballero del L9ón,
vos os empena_
réis con toda leartad en que recobre los,favores
o. desasosiego, ya hallaréis
sión,para dar pruebas de uu"iti" rárgueza,
ti,r;;;; ;""_
der corazón a mí como a ros
de su dama, tal como los gozó antaño. demás. Si yo he cumplido con mi
áL¡er, no se me debe
La dama levanta entoñces la mano diestra, y proclama: agradecer.más que al deudor cuandá
reembolsa un présta_
mo' Además, no creo haberos devuelto
. -Tal como lo has dicho, lo repetiré. Con fá O" todo cuanto os debÍa.
que habéis cumplido, válgame Dios,
"Vrá. -¡Si y qrinLnt",
ll6
a
.\,
mil veces más allál Nos iremos en cuanto Io tengáis a bien.
el perjurio; jamás, a ningún precio, le concedería paz y con-
Pero, ¿acaso le habéis revelado quién soy?
cordia. Como el fuego que arde bajo la ceniza, siempre ani-
a fe mía, ella sólo os conoce bajo el nombre del
-No, del
Caballero León.
daría en mi corazón aquello que no me place recordar aho-
ra, cuando me es preciso reconciliarme con é1.
Siguiendo con su plática, se van alejando la doncella y
el caballero siempre seguidos del león, caminando los tres Mi señor Yvaln comprende que sus asuntos van por tan
hasta llegar al castillo. En las calles, no cruzaron palabra con
buen camino, que obtendrá paz y perdón, e implora a su
dama:
las gentes, hasta encontrarse en presencia de la dama.
merece misericordia el pecador. He pagado
Se alegró mucho aquélla al oír la noticia de que volvÍa -Señora,
su doncella, y trayendo consigo al caballero acompañado
por mi ceguera lo que era de justicia. Fue la locura lo que
de su león. Ella ardÍa en deseos de verle, conocerle e inti- me hizo demorarme lejos de vos, pero confieso mi culpa.
mar con é1. Mi señor Yvain cae a sus pies, con todas sus ar- Fue gran osadía el atreverme a comparecer ante vuestra
mas. A su lado está Luneta:
preseúcia, pero si ahora consentís en retenerme a vuesiro
lado, jamás os faltaré en nada,
-Señora y-le dice-, levantadle y poned todos vues- la dama-, acepto, pues se-
tros cuidados dones en procurarle la paz y el perdón, pues -Ciertamente -contesta
sois la única en el mundo que pueda lograrlo. rÍa perjurio por mi parte el no poner todo mi empeño en res-
Entonces la dama Ie manda levantarse y dice: taurar la paz entre nosotros. Si asÍ os place, os la concedo.
os estoy mil veces agradecido, y
todo mi poder a disposición del caballero y es-
-Pongo a cumplir -Señora
que me -dice-,
ayude el Espíritu Santo, Dios no podía hacerme más
toy dispuesta con sus deseos, para complacerle
en todo cuanto está a mi alcance dichoso,
Mi señor Yvain ya ha alcanzado el perdón, y podéis
-Verdaderamente, señora -interviene Luneta-, no
lo dirÍa si no fuese cierto: todo está creer que después de tan larga y cruel desesperación, ja-
en vuestro poder, y bas-
tante más de lo que os he dicho. Pero ahora me toca confe- más gozó de tanta felicidad, Superadas todas las pruebas,
saros la verdad, y os la voy a revelar. Nunca tuvisteis, ni ten- ha logrado ser'arnado y querido por su dama, eüe cotres:
dréis jamás a tan buen amigo como este caballero. Dios, que ponde a su amor, Ya no se acuerda de ninguno de los su-
quiere ver reinar entre vos y él una paz perfecta y un amor frimientos que le atormentaron, porque los va borrando de
tan puro, que no pueda cesar nunca, ha permitido que me su memoria el tierno goce de su amiga.
encontrara con él hoy mismo, muy cerca de aquí. La ver- En cuanto a Luneta, también está feliz, porque ha vistg
dad se basta a si misma'para probarse, y jamás eonviene colmados sus de.:eos al hilar la paz de un amor sin fin entre
alegar otras razones, Señora, olvidad vuestra ira y perdo- mi señor Yvain el cortés y su dulce y perfecta amiga.,.
nadle, porque no tiene otra dama que vos este caballero, mi Así acaba Chrétien su novela del Caballero del León.
señor Yvain, vuestro esposo. Estas son todas las aventuras que oyó contar, y ya no oiréis
Con estas palabras, la dama se estremece: más, porque no quiere añadir mentiras.
me salve Aquí termina EI Caballero del León,
con qué trampa me has
-¡Dios
cogido! A quien ni me -exclama-,
ama ni me estima, pretendes que
quiera a mi pesar. iQué triunfo has logrado! ¡eué hermoso
favor me has hecho! HabrÍa preferido sufrir ráfagas y tem-
pestades toda mi vida, y si no fuera cosa villana e innoble,
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;l ,,;' ,'
t
,ii;¡*i!f
'rr"l.
NOTAS
2. v. I97 r... un azor ya mudado): se trata del azor más preciado por
los cetreros, porque en aquellos tiempos las mudas resultaban una enfer-
medad a veces mortal para aves como azores y halcones, Con cada muda
iban oscureciéndose las plumas y adquiriendd mayor precio el ave cuan-
do tenía el color ya fijado.
4. v.217 *.. sobre aquel d'sco d¡b el valvasor tres golpev: aunque
aquí sea otra lá finalidad de la llamada, pues se trata de avisar de la lfe-
gada del caballero a la rmesnadar, es decir, a la gente del castillo, pare-
ce que su función primitiva en los hipotéticos relatos anteriores que uti-
lizara Chrétien sería reminiscencia de ritos propiciatorios para hacer llo-
ver. Así, disco, fuente, escalón y vasija formaban parte del mismo motivo
de la tormenta desencadenada, pues discos de cobre yrlo tambores cu-
yos redobles imitan el ruido del trueno, constituyen un rito ancestral para
atraer la lluvia (cf. C. B. Irewis, tfihe function of lhe gong in the source o[
Chrétien dé Troyes' Yvaint in Zeitschrift für romanische Philologie,
t. XIJVII, 1927, pp.294:70).
5. v.231 t.. escarlata azul como pavo real, ribeteado con piel de pe-
tigrÍv: la escarlata, de lana o seda, no era necesariamente roja. En cuan-
to al petigrís era una piel muy apreciada, de una ardilla nada común traí-
da de Siberia y moteada de gris y blanco, de ahí su calificativo de cva-
riadar en el antiguo francés yair.
a
" \/
6. v 37l r.. sin haber cumprido con su cosr.unbr.*..sobre er papet fun-
damental de la costumbre en ia obra, véase el epírogo y-sus-r,ii"i.n"iu, zados por gigantes, meteor-os y dragones figuran en la H¡'slon'a regum Bri-
a los estudios de E. Kóhler. lanniae que compuso Geoffrey de Monmouth hacia I l3S.
7. v. 424 t,.. era de esmeralcla.., y con cualro rubies¡; ta virtud de ha- .las .12.. v. ll80 t... prueba mani[iestat:
es una alusión a la creencia de que
cer llover atribuida a ciertas piedrai como ra esr¡reralda, figura en iapr- heridas de un hombre muerto violentamente volvían a sangrar para
$¡¡1os de.la época, ral como lo señató p. Meyer (en Romaniá, r. XXXVIII, delatar si se le aproximaba el autor de su muerte.
1909, citado por Nitze, v. bibliografía). Ahí se encuentran
ros mismos ere-
mentos que en el relato de chrétien: ru.untq y_vasijai esmeralda y rubíes,
s.ol, he¡vir del agua y aguacero. No cabe duda que como 13. v. ISBS t.. aún esplvoreada con üzat: se trata de una prenda nue-
eri el baso del va aún.sin estrenar, pues se utilizaba la tiza como apresto y iara la con-
disco (v. nota 4), se lrala de una cristianización d'e los antiguos ritos pro_
piciatorios, que subyacen en toda ra mitología crásica. pe servación de las pieles (cf. nota de w. Foerster al v. lggs ¡i tát la croiet¡.
ár¡i qu" á-.,Ln-
sores de las fuenres cellisras-de chrétien partidarios oet tejáooét,asi-
f
co hayan podido polemizar durante más dó hredio siglo. 14. v' 3698 u]Tllleina se /a ia |levado un caba|Iero...¡; ch¡étien alu-
dé. a lás jrventuras de Lanzarote y Gauvain tras el rapto de lJ reina Gi-
8. v 544 r... cuár era mi papert: está ciesconcertado porque su adver- nebra qrre constituyen la materia de su Cl¡eyalier de la Charrette, alu_
sario no ha acluado según er código de caballería, qu"''nuÉááiáo,á, sión que ha desencadenado conjeturas opuestas en cuanto a la composi-
ramento al vencido en el mismo lugar de la derrota. bt vencido debía re_ ¡u- ción de ambas novelas: para unos se demuestra asl su simultaneidad.bara
conocerse como tal, jurando que se constituia preso, lo que no llevaba otros la anterioridad del Yvain. La complementariedad de las dos nbve-
confinamiento sino obligación de aceptar las condiciones del vencedor y las no reside sólo en la implicación de la trama narrativa, sino en intrin-
dar a conocer su derrota anre ta corie más próxima. ¡si suceoe Luanao cados lazos familiares. Así, más adelante en el relato, el castellano hués-
Yvain toma juramento al conde (vv.3274 y síg.) y le lleva rrás¡a er ped de Yvain, que resulta ser cuñado de Gauvain (vv. 3gl0 y sig.), vuel-
de la dama de Norisón, que re dictará sús cóncíiciones (vv. sáea "árriuo
y srq ¡. ve a contar lo que será la trama de Lancelot. pero la interdlepándencia
En todas las victorias de yvain que no se saldan cpn lu mueile áél .n.- de ambos relatos no sólo se debe a que son obra de un mismoiutor, sino
migo, sus derrotados contrincanies se ponen a su merced. Tras la iusta a la imbricación de todas las aventuras protagonizadas por los miimos
final que opone Yvain a Gauvain, ambós caballeros pugnan poi ñó"ji: personajes-en el ámbito del ciclo artúrico, de áhf que resulte tan arries-
mar cada uno su derrota en un largo-debate, al que gado establecer una cronología.
loñe ¡in Lt réy muy
hábilmente, pero sóro enronces pueden dejar loi cdmnatiéntés-ói" 1".
quiten sus armas (vv. 6439-46). pór ranto, la óonducta oe un vÁnceáói r,u-
yendo es del todo anómala, y se puede pensar que chrétien na querioo 15. v. 4069 L.. ni por el reino de Tarsot: .que por le réaume de C.ar_
con ello conferir a ra aventura-un cárácter éxtraño, ruyanáo'"n se, reza el manuscrito 794. Mario Roque sugieré qu-e c a r s e podría leer-
ro
fantástico. :e ?3 T s e Gpeut-étre Tarser, op, cit. p. Zl'5), es áecir, Tarso,'la patria de
san Pablo. En cuyo qaso no quéda clára la ielación con ra exprLsion co-
mún, equivalente a (ni por todo el oro del mundor, a la que átuAia én la
9. v. 594 r,.. el sultán Loradint: se trata del sultán Nur_ed_DÍn, al que primera edición. En cambio las proverbiales riquezas dél reino de Tar-
combatían los cruzaclos en Tierra santa. El año de su muerte, t tii, sirvio srs, para los semitas, ?a¡lesos, para tos grecorromanos, responderfan per- ,
a-algunos autores como G..c.ohen para situar ra fecha de feclamenre al contexto. Figura en Anaóreonte, citado por'Estrabón
ou 1lit, z,
luarn, ante-poniéndola a dicho añó y, por tanto, a ra der "onipori"ién
chei,a tier de ta 14) el mismo tipo de locución proverbial: ¡yo mismo no desearla'ni el
cnar.reue (t ancelot), pero esta alusión histórica en ninqún caso puede cuerfro de Amaltea, ni reinar cienlo cincuenta años en ?arlesos.r (Véase ,
servrr oe rere.rencra, pues como apuntó J. Frappier, es évidente
Lue la a García y_Bellido, rProtohistoria: Tartesosr, en la H¡sfona de Espina ae
muerte del sulrán no impediría qué se siiuiesé áluOi¿n¿ole. Menéndez Pidal, I, 2, 1952, pp. 281 y sig.) Ello hace pensar que lá alusión
a miticas riquezas, hoy confirmada-s pór descubrimientos aiqueol¿qicos
10. v. 614
("^:i:?. en especial J. Mata Carriazo, Tarfesos y et Carambojo, Maárid,
c... amarga como ra escarnonea).'se trata de una planta de 1973) llegaría a ser una expresión común en la Édad crásica, y
la familia del volubilis, rraída de Asia Menor y utilizada ináái"inu la Edad V"oi1, que habia perdido la referencia a Tartesos,'peio á*i;¿go
purgante, por tanto, la comparación que hace ia reina no "omo re en-
deja de ser hu- contraba familiarizada con Tarso a través de la Biblia, haya-iustituido al
millante.para el senescal. reino de Argantonio por la patria de San pabto.
t22 123
,t.
,
1'1. v. 6433 ,... y sea nueslra vasallar: según los documentos jurÍdicos MINIATURAS DEt MANUSCRITO
cie la época (véase Jonin, op. cit., pp. 49-50), se trata de un régimen de
sucesión que establece la enfeudación del hermano menor al mayor. A (Biblioteca Nacional de Paris, Ms 1433)
cambio de beneficiarse de parte del feudo, debe obediencia a su herma-
no o serlor, a quien sirve como hombre ligio: rgu'ñomo rneus est [eoda]ist
es la fórmula que figura en un texto sucesorio, en el cual una heimana
menor acepta su parte de la herencia, de mano de la mayor que la reci-
be co¡no vasalla, in hominem eam recipiensr. Aquf es interesante obser-
var cómo emplea Chrétien la palabra {amet con la misma significación
de vfnculo de vasallaje que tiene thominemt en el documento citado, Dice
.asf el texto original:
l24