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Las cifras de la tragedia parecen contradecir la lógica. La bomba de Hiroshima mató instantáneamente a
70,000 personas e hirió a otras tantas de gravedad. El radio de la explosión redujo a cenizas todo en un
radio de 1.6 kilómetros. Eso sin contar los incendios y la lluvia radiactiva. Pese a todo ello, hoy es posible
pasear y vivir por las mismas calles sobre las que detonó la bomba.
En Chernobyl, al contrario, y según el informe de la Agencia para la Energía Nuclear la explosión del
reactor sólo produjo la muerte de dos empleados de la planta como consecuencia directa de la explosión
esa misma noche, y otros 29 en los tres meses siguientes. Sin embargo, el número de muertes provocadas
por la radiación posiblemente nunca se sepa con seguridad. El reactor es hoy el epicentro de una zona de
exclusión de 30 kilómetros de radio. 160,000 personas fueron evacuadas y los niveles de radiación cercanos
superan cientos de veces el máximo permitido en algunos puntos.
Hay varias razones por las que un lugar es habitable y el otro no, pero fundamentalmente se reduce a tres:
En Chernobyl, , la explosión se produjo al nivel del suelo y, aunque fue mucho menos potente, fue mucho
más efectiva a la hora de diseminar isótopos radiactivos. La deflagración y el incendio posteriores
evaporaron los materiales del reactor y los repartieron alrededor de la planta en dosis masivas.
La bomba de Hiroshima generó una fuerza equivalente a 21 kilotones (un kilotón equivale, en masa, a 1.000
toneladas de explosivo TNT). La bomba elevó la temperatura instantáneamente hasta un millón de grados,
creando una esfera de fuego de 256 metros de diámetro antes de que pasara un segundo. Pese a ese poder
destructivo, solo el 10% de la radiación liberada por la bomba era radiación de neutrones, que es la que
impregna la materia no radiactiva haciéndola radiactiva. El resto eran rayos gamma, que son letales en el
momento, pero no dejan la misma impronta en el terreno o los objetos. Los isótopos de Chernobyl,
altamente radiactivos, muchos de ellos gases, lo impregnaron todo.
Las dosis de radiactividad en el área de Chernobyl siguen siendo, en muchos casos, letal en un plazo de
días o semanas. La radiación ambiental que emite nuestro propio planeta oscila entre 0,1 y 0,2 microsieverts
o μSv por hora (un microsievert es la millonésima parte de un Sievert o 1/1.000.000 Sv). El lugar sobre el
que explotó la primera bomba nuclear en Hiroshima ronda los 0,3 μSv. Hay zonas del mundo que reciben
más radiación de forma natural.
En Chernobyl, la radiación depende mucho del lugar. En algunos sitios los niveles son normales. En otros
son de 20, 30 y hasta 300 μSv. Las personas que trabajan en el nuevo sarcófago de la central sólo pueden
hacerlo en turnos de unas pocas horas muy separados entre sí. Lo peor del asunto es que, aunque se ha
logrado no volver a arrojar artefactos nucleares sobre ninguna ciudad desde Hiroshima y Nagasaki, los
accidentes en centrales siguen sucediendo, y Fukushima es el más triste ejemplo.
Fuente: Gizmodo