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Visión Escotista: «No se puede desear o querer aquello que no

se ama primero»

«La lógica de la voluntad es la lógica de la libertad»


El mundo existe porque es querido por Dios. El mundo antes que un efectum (efecto) es un
vonitum (algo querido). No es que el mundo sea un decreto arbitrario de Dios (Ockham), más
bien Dios crea siguiendo un orden, pero no es un orden único posible.
Dios crea entre los diversos mundos posibles, Dios elige entre una serie de posibilidades y realiza
la creación de potencia ordinata, Dios de potencia absoluta (omnipotente) puede crear cualquier
mundo de los posibles, pero decidió crear potencia ordinata, no porque sea racional, sino porque
eligió uno de los distintos e infinitos órdenes que tenía para elegir. La voluntad divina quiere
porque quiere, pero no es una voluntad caprichosa y voluble, porque la esencia divina es infinita
coherencia, el mundo finito ha sido creado por Dios en conformidad con las ideas (con los posibles
mundos) que han servido de modelo y paradigma. Dios tampoco estaba obligado a crear el mejor
de todos los mundo posibles en cuanto a un orden sin pecado (problema del mal), no es un decreto
irracional, el mundo no es tanto una racionalidad necesaria, sino que es un diseño de amor. Por
eso el escotismo se basa mucho en los himnos paulinos sobre la predestinación de Cristo para
expresar todo el amor por los hombres y a sí mismo ad extra, es un diseño de amor. El mundo es
Vonitum una cosa buena querida por Dios, no una cosa necesaria producto de un orden necesario.
[La voluntad como autodeterminación]
La relación entre el intelecto y la voluntad; al final por más que el intelecto sea el que nos da a
conocer el objeto conocido es la voluntad libremente la que decide querer esa cosa o no quererla.
La voluntad siempre es libre, «quiere porque quiere», tiene la capacidad de decidir respecto al
mundo, respecto a Dios, respecto a lo que pareciera razonable al intelecto, la voluntad siempre es
libre.
Esta primacía de la voluntad pareciera contradecir «Nihil volitum, quin praecognitum», es decir
«nada puede ser querido que no haya sido primero conocido», pero no, porque si se entiende por
conocimiento determinadas cosas concretas que han de ser conocidas para ser queridas o
apetecidas, entonces hay que negar este apotema, por lo menos en toda su universalidad, porque
el amor descubre en los objetos cualidades que si no amara no podría descubrir, si
yo siento una antipatía por alguien, un prejuicio, de esa persona solo podría conocer los defectos,
solo las cosas negativas; en cambio si yo amo a esa persona podré ver cualidades que la persona
que la odia no podrá descubrir porque su prepucio le hará imposible descubrir esas cosas buenas
que tiene. Por eso es por lo que la buena voluntad.
«Solo se conoce aquello que se ama»
Hay distinción en la voluntad:
Voluntad Natural/Tendente (Voluntas ut Natura): Es de apetito racional, es tendencial
porque se tiende naturalmente a desear ciertas cosas y rechazarlas, intrínsicamente, de forma
instintiva, la inclinación natural que se siente hacia ciertas cosas.
Voluntad Libre (Voluntas ut Libera): Voluntad bajo determinación que siempre es libre, y
no depende de nada, puede decir que no a la voluntad natural a la voluntad que me inclina hacia
un objeto que se ve bueno y necesario, es completamente libre.
Un ejemplo de ambas voluntades:
“Para Scoto el apetito natural pertenece a la naturaleza misma de la voluntad, y ello porque una
naturaleza para ser tal debe tender hacia la propia perfección, de la misma forma que una
piedra tiende naturalmente hacia el centro de la tierra” - Bernardino Bonacci.
“La prueba de la existencia de estas dos tendencias (activa y pasiva), natural y libre, la
encontramos en el conflicto que enfrentan o experimentan los mártires que eligen morir por un
acto libre de su voluntad a pesar del miedo natural que sienten ante la muerte” – Bernardino
Bonacci.

«Para él [Scoto], un acto libre resulta del concurso de la inteligencia y de la voluntad; y si é habla
de un “primado” de la voluntad, lo justifica precisamente porque la voluntad sigue siempre al
intelecto.» - Benedicto XVI
«La libertad, como todas las facultades de las que el hombre está dotado, crece y se perfecciona
—afirma Duns Scoto— cuando el hombre se abre a Dios, valorizando la disposición a la escucha
de la voz divina: cuando escuchamos la revelación divina la Palabra de Dios, para acogerla, nos
alcanza un mensaje que llena de luz y de esperanza nuestra vida y somos verdaderamente
libres.» - Benedicto XVI
Antes que renunciar a su fe, la voluntad libre hace que se ofrezca en martirio nuestro Señor:
“Padre, que no se haga no voluntad, sino la tuya”. La voluntad libre para dar la vida por Dios.
Dios crea todo siguiendo un orden, Ockham separa el Logos de la voluntad, pero Scoto si dice que
la creación de Dios tiene un orden, es Ockham el que da pautas para el relativismo y el
modernismo actual, pero no de Scoto. Dios pudo haber creado cualquier mundo pero no con un
orden distinto al presente, es incapaz obrar si no es en la dirección del bien y de la verdad, Dios
nos guía hacia la belleza y no puede contradecirse, no es un límite, la contradicción en Dios es una
imperfección por lo que no es una limitación, la libertad perfecta e infinita de Dios no es arbitraria,
Dios es amor. Dios ha querido salvar al género humano, esa es la lógica sobrenatural de Dios, para
redimirnos no había necesidad que Cristo padeciera, pero precisamente esa era la forma más
amorosa y perfecta de hacerlo, así, nosotros viéndolo en la cruz también lo amemos libremente.
«El otro aspecto que quería compartir es el de la relación entre estudio y vida espiritual. Vuestro
compromiso intelectual, en la enseñanza y en la investigación, en el estudio y en la más amplia
formación, será tanto más fecundo y eficaz cuanto más animado esté por el amor a Cristo y a la
Iglesia, cuanto más sólida y armoniosa sea la relación entre estudio y oración. Esto no es algo
antiguo, esto es el centro» - Papa Francisco – Discurso a la Universidad Gregoriana, 10 de abril
de 2014.
«En el proceso de las generaciones de la historia humana, crece siempre la noticia de la verdad,
porque el espíritu de esa verdad nos guía hacia la verdad completa» - Duns Scoto.
Escoto es el perfeccionador de Bonaventura.
Amamos a Dios, pero no le conocemos. ¿Cómo es eso?
Dios está presente en toda la realidad creada, Dios no es realidad objeto, sino realidad
fundamento, fundamenta la existencia y la propia libertad. Scoto menciona que no podemos tener
intuición directa de Dios a no ser que Dios lo conceda por un don sobrenatural de su gracia, en
principio la visión beatífica está reservada para la estadía en el cielo, por eso la metafísica y la
teología pueden acceder a Dios pero no lo puede conocer en un et esencia, es decir a cómo es su
esencia concreta, por eso no podemos conocer el rostro de Dios, por eso no se le puede ver cara a
cara en esta vida, para Scoto todo lo que existe es singular (otra cosa es que se puedan crear
conceptos), esa singularidad de Dios no la podemos conocer en vida, pero si lo podemos ver
presente en las criaturas, el intinerarium, como lo finito rendía a lo infinito. Toda realidad por el
hecho de ser realidad remite a su fundamento, por eso cuando aprendemos sobre una realidad
aprendemos sobre su fundamento porque estamos religados sobre el poder de lo real que nos
reenvía al fundamento.
«El amor nos hace ver cosas que si no amamos no podríamos conocer» - Xavier Zubiri
«Ciertamente, el amor rebasa el conocimiento y es capaz de percibir más que el simple
pensamiento, pero es siempre el amor del Dios «logos» » - Benedicto XVI
Eso demuestra que no hace falta conocer las cosas concretas, si por praecognitum entendemos
cosas concretas que hay que conocer para luego poder desearlas entonces se estaría mal, porque
si no las amas no las podrás conocer, no tendrás acceso a ese conocimiento, en cambio si por
realidad entendemos que por el hecho de estar en la realidad ya estás instalado entre las cosas
reales, entonces sí, hay un praecognitum, hay que reconocer que se está instalado en una realidad,
pero no tenemos que conocer las cosas en concreto para tener que desearlas o amarlas. Sea cual
sea la realidad concreta estamos instalados en la realidad, en eso consiste nuestra vida, estar
instalado en una realidad, pero no necesitamos conocer cosas concretas para poder desearlas,
porque es el amor el que guía y el que hará que podamos conocerlas, por eso solo se conoce lo que
se ama, y ahí hay un reconocimiento de que porque amamos la realidad de forma inconsciente
podemos conocerla. Hay un primado del amor en la voluntad o en otras palabras en el primado
de la voluntad debe ser predominante el amor.
El intelecto no ha tenido una aprensión clara y verdadera que haga que la voluntad tenga que
necesariamente tenga que seguir el bien, en Scoto la voluntad siempre es libre e independiente si
la aprensión es clara u oscura, por más claro que yo vea que Dios me habla yo podré decirle que
no a Dios, no puede ser coaccionada por Dios es completamente libre. Ante la presencia de Dios
mi voluntad sigue siendo libre, aunque no tengo inclinación al pecado, se puede decidir incluso si
se quiere desear ver a Dios o no, precisamente un ejemplo de esto se da en los ángeles caídos que
decidieron no obedecer al plan de Dios.

Visión Tomista: «Nihil volitum, quin praecognitum» No se puede


desear aquello que no se conoce.

«La lógica del intelecto es la lógica de la necesidad»


El problema de la razón es que si se sigue, precisamente a la razón, todo es necesario, porque todo
es consecuencia de una causa, o efectos que son consecuencias necesarias de las causas que lo han
provocado. Dios ha sido libre para crear, es un acto libre de la voluntad divina la creación, pero
que una vez que Dios ha decidido crear no tiene más remedio que crear según ese orden lógico
que es producto de su razón, y por tanto solo hay un modo de creación de una serie de causas.
Si el intelecto presenta una cosa como lo conveniente, razonable o lo que hay que hacer, la
voluntad no tiene más remedio si quiere obrar según la recta razón, seguir lo que resuelve la
misma razón, si el intelecto me dice algo como bueno, la voluntad debe regirse bajo lo que el
intelecto da. La visión beatífica no podemos decirle que no. Para santo Tomás de Aquino, que
sigue a san Agustín, la libertad no puede considerarse una cualidad innata de la voluntad, sino el
fruto de la colaboración de la voluntad y del intelecto.

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