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EL PRINCIPITO NO PASA DE MODA

“El Principito”, ¿qué más pudiera decir de este clásico de literatura? Quizás poco o nada,
pues, es tan famosa que se ha dicho mucho, pero mucho a la vez es nada, cuando de El
Principito se trata. Entonces, en conclusión, sí tengo algo que decir.
Han pasado 75 años desde que el mundo conoció, por medio de un libro, a un niño de
cabellera dorada que vivía en un asteroide con una rosa y dos volcanes como únicas
posesiones.
Aquel pequeño príncipe visitó seis planetas antes de llegar a la Tierra, para conocer el
extraño mundo de los adultos.
El Principito, novela del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), es hoy uno
de los libros favoritos entre los lectores de las más diversas edades en todo el planeta.
Ha sido inspiración en muchas obras de teatro, de narraciones, de series, películas… ufff y
mejor no sigo. Creo que aquí debo de hacer una mención especial al elenco de nuestro
colegio que representó esta obra en un concurso de teatro, aquí en Huacho, hace muchos
años. Lo menciono porque ganó y lo tuvimos en escena por varios días. Pero ahí lo dejo,
pues puede ser materia de un artículo propio.
Hasta la fecha, esta obra ha sido traducida a más de 200 idiomas. ¿Por qué un libro escrito
por un piloto francés y publicado en Nueva York, en 1943, sigue siendo tan popular en todo
el mundo?
Primero, porque es una historia para chicos y también para grandes. La historia fantástica
sobre un niño “caído del cielo” que es amigo de una rosa, habla con los animales y viaja por
los planetas, apela a un público infantil. El texto está acompañado de bellas ilustraciones
que, sin duda, atraen la atención de los más pequeños.
No obstante, el contenido de la obra es profundo, filosófico e invita a la introspección, por
lo que no puede catalogarse como un libro exclusivamente infantil.
El propio autor se disculpa con los niños por dedicar el libro a “una persona mayor”, pero
aclara que este libro es para un adulto (León Weth) cuando era niño. En resumen, yo diría
que este libro le habla al niño que todos llevamos dentro.
Y segundo, su mensaje es un llamado al ser humano. Expone un abanico de valores y
sentimientos universales.
Un niño aterriza en nuestro planeta y tiene un encuentro insólito con un piloto que se
detuvo en el desierto para arreglar su avión averiado, escucha las historias del principito por
varios días y cuando se le acaba el agua, aparece mi ilustración favorita: la que presenta al
principito tratando de extraer agua de un pozo. Para mí, es símbolo de la esperanza: pensar
que, en la inmensidad y desolación del desierto, siempre es posible hallar agua bajo la tierra:
“Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón…”
El libro también enfrenta al ser humano con rasgos de su lado menos amable: avaricia,
vanidad, abuso de poder, consumismo, falta de comunicación y soledad.
En su viaje de exploración por los planetas, el pequeño se topa con una serie de personajes,
ricos en simbolismo que son habitantes únicos de esos mundos. En este viaje al niño le
parece muy extraño el mundo de las personas mayores, porque solo entienden de números,
pero no ven la importancia de una flor, de un volcán, de las estrellas, de una sonrisa…
Pero principalmente es un canto a la amistad verdadera, esa que solo se ve con el corazón
y es capaz de ver un cordero a través de una caja pintada en un papel, esa que no cuantifica
en función de lo material, que es desinteresada y que impulsa a buscar el bien del otro,
antes que el de uno mismo, es decir, uno de los temas centrales de este libro es la
importancia de cultivar la amistad; por eso, creo yo, que uno de los episodios más poderosos
de la novela es el encuentro del protagonista con el zorro. Peculiar personaje que
desencadena toda la reflexión filosófica, pues conduce a la introspección, representa la
sabiduría y nos recuerda que el amor hace que una persona sea distinta y sobresalga de
entre las demás. Me encanta el zorro.
La frase en la que el zorro le revela su secreto al principito es una de las más famosas de la
literatura y encierra un poderoso mensaje: “Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es
invisible a los ojos”. Qué reflexionar, se los dejo de tarea.
Dicen que no leerlo es un pecado, no lo sé. Lo que sí sé es que no leerlo es perderse mucha
sabiduría en relación a cómo vemos la realidad.
Ahora yo digo, que los que la han leído la vuelvan a leer porque cada vez que lo hagan, estoy
segura, encontrarán algo que aprender.
Pues, ya he dicho mucho y nada a la vez. Es lo que genera esta magnífica obra que no pasa
de moda.
Hasta que nos volvamos a comunicar.
MCGA

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