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LA CAÍDA DEL LIBERALISMO 117

del gobierno autoritario, el respeto del sistema constitucional con gobiernos


libremente elegidos y asambleas representativas que garantizaban el· imperio
de la ley, y un conjunto aceptado de derechos y libertades de los ciudadanos,
como las libertades de expresión, de opinión y de reunión. Los Yal.Qres que
debían imperar en el estado y en la sociedad eran la razón, el debate público,
la educación, la ciencia y el perfeccionamiento (aunque no necesariamente la
perfectibilidad) de Ja condición humana. Parecía evidente que esos valores
habían progresado a lo largo del siglo y que debían progresar aún más. Des-·
pués de todo, en 1914 incluso las dos últimas autocracias europeas, Rusia y
Turquía, habían avanzado por la senda del gobierno constitucional y, por su
Capítulo IV parte, Irán había adoptado la constitución belga. Hasta 1914 esos valores sólo
eran rechazados por elementos tradicionalistas como la Iglesia católica, que

LA CAÍDA DEL LIBERALISMO levantaba barreras en defensa del dogma frente a las fuerzas de la moderni­
dad, por algunos intelectuales rebeldes y profetas de la destrucción, proce­
dentes sobre todo de «buenas familias» y de centros acreditados de cultura
Es muy difícil realizar un análisis racional del fenómeno del
-parte, por tanto, de la misma civilización a la que se oponían-, y por las
. fuerzas de la democracia, un fenómeno nuevo y perturbador (véase La era
�az�smo. Bajo la dirección de un líder que hablaba en tono apoca­
hptico de conceptos tales como el poder o la destrucción del mun­ del imperio). Sin duda, la ignor.ancia.y el atraso de esas masas, su firme-deci­
do,. Y de un régimen sustentado en la repulsiva ideología del odio sión de destruir la sociedad burguesa mediante la revolución social, y la irra­
racial, uno de los países cultural y económicamente más avanza­ cionalidad latente, tan fácilmente explotada por los demagogos, eran motivo
dos d� Europa planificó la guerra, desencadenó una conflagración de alarma. Sin embargo, de esos movimientos democráticos de masas,
mundial que se �obró l �s vidas de casi cincuenta millones de per­ aquel qu e entrañaba el peligro más inmediato, el movimiento obrero socia­
son�s Y perpetro atrocidades --que culminaron en el asesinato lista, defendía, tanto en la teoría como en la práctica, los valores de la razón,
masivo y mecanizado de millones de judíos- de una naturaleza y la ciencia, el progreso, la educación y la libertad individual con tanta en ergía
una escal� qu� �esafían los límites de la imaginación. La capaci­
como pudiera hacerlo cualquier otro movimiento. La medalla conmemorati­
dad del histonador resulta insuficiente cuando trata de explicar lo
ocurrido en Auschwitz. va del 1.º de mayo del Partido Socialdemócrata alemán exhibía en una cara
la efigie de Karl Marx y en la otra la estatua de la libertad. Lo que rechaza­
IAN KERSHAW (1993, pp. 3-4) ban era el sistema económico, no el gobierno constitucional y los principios
¡Morir por la patria, por una idea! ... No, eso es una simple­ de convivencia. No hubiera sido lógico considerar que un gobierno encabe­
za. Incluso en el frente, de lo que se trata es de matar ... Morir zado por Victor Adler, August B ebel o J ean Jaures pudiese suponer el fin de
no es nada, no existe. Nadie puede imaginar su propia muerte. la «civilización tal como la conocemos>>. De todos modos, un gobierno de tal
Matar es la cuestión. Esa es la frontera que hay que atravesar. Sí, naturaleza parecía todavía muy remoto.
es un acto concreto de tu voluntad, porque con él das vida a tu Sin duda las instituciones de la democracia liberal habían progresado en
voluntad en otro hombre. la esfera política y pare cía que el estallido de la barbarie en 1914-1918
De la carta de un joven voluntario de la República había servido para acel e rar ese progreso. Excepto en la Rusia soviética,
social fascista de 1943-1945 (Pavone, 1991, p. 431) todos los regímenes de la posgue rra, vie jos y nuevos, eran regímene s parla­
mel)tarios repres en tativos, incluso el de Turquía. En .1920, la Europa situa­
da al oeste de la frontera soviética estaba ocupada en su totalidad por ese
1 tipo de estados. En efecto, el elemento básico del gobierno constitucional
liberal, las elecciones para constituir asambleas representativas y/o nombrar
. De todos �os �contecimien�o� de esta er� de las catástrofes, el que mayor-.
. presidentes, se daba prácticam ente en todos los estados independientes de la
.mente impresiono a los supervivientes del siglo XIX fue el hundimiento de los
época. No obstante, hay que recordar que la mayor parte de esos estados se
valores e institucion es de la civilización liberal cuyo progreso se daba por
hallaban en Europa y en América, y que J.�J�reera parte de la población de l
sentado en aquel siglo, al menos en las zonas del mundo «avanzadas» y en las
mu.n do vivía bajo el sistema colonial. Los únicos países en los que no s e
que estaban avanzando. Esos valores implicaban el rechazo de la dictadura y
cele braron elecciones de ningún tipo en el período 1919-1947 (Etiopía,
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Mongolia, Nepal, Arabia Saudí y Yemen) eran fósiles políticos aislados. En y elegidos (según como se califique a algunas repúblicas latinoamericanas),
otros cinco países (Afganistán, la China del Kuomintang, Guatemala, Para­ en 1938, diecisiete, y en 1944, aproximadamente una docena. La tendencia
guay y Tailandia, que se llamaba todavía Siam) sólo se celebraron eleccio­ mundial era clara.
nes en una ocasión, lo que no demuestra una fuerte inclinación hacia la Tal vez convenga recordar que en ese periodo la amenaza para las insti­
democracia liberal, pero la mera celebración de tales elecciones evidencia tuciones liberales procedía exclusivamente de,Ja, derecha .dado_ que .entre
cierta penetración, al menos teórica, de las ideas políticas liberales. Por 1945 y 1989 se daba por sentado que procedía esencialmente .del comunis­
supuesto, no de?en sacarse demasiadas consecuencias del hecho de que se mo. Hasta entonces el t�rmino,-«totalitarismo», inventado como descripción,
ce!ebraran elecciones, o de la frecuencia de las mismas. Ni Irán, que acudió o autodescripción, del fascismo italiano, prácticamente sólo se aplicaba a ese
seis veces a las urnas desde 1930, ni Irak, que lo hizo en tres ocasiones, tipo de regímenes. La Rusia soviética (d�sde 1923, la URSS) estaba. aislada
podían ser consideradas como bastiones de la democracia. y no podía extender el comunismo (ni deseaba hacerlo, desde que Stalin
subió al poder). La revolución social de inspiración leninista dejó de pro­
. A pesar de la existencia de numerosos regímenes electorales representa­ pagarse cuando se acalló la primera oleada revolucionaria en el período de
tIvos, en los veinte años transcurridos desde la «marcha sobre Roma» de
�ussolini �ast� el apogeo de las potencias del Eje en la segunda guerra mun­ po�guerra: Los movimientos socialdemóeratas (marxistas) ya no eran fuerzas
dial se registro un retroceso, cada vez más acelerado, de las instituciones subversivas, sino partidos que sustentaban el estado, y su compromiso con la
políticas liberales. Mientras que en 1918-1920 fueron disueltas, o quedaron democracia estaba más allá de toda duda. En casi todos los países, los mo­
moperantes, las asambleas legislativas de dos países europeos, ese número vimientos obreros comunistas eran minoritarios y allí donde alcanzaron
a�mentó a seis en los años veinte y a nueve en los años treinta, y la ocupa­ fuerza, o habían sido suprimidos o lo serían en breve. Como lo demostró
ción alemana destruyó el poder constitucional en otros cinco países durante la segunda oleada revolucionaria que se desencadenó durante y después de la
la �egunda guerra mundial. En suma, los únicos países europeos cuyas insti­ segunda guerra mundial, el temor a la revolución social y al papel que pudie­
tuciones políticas democráticas funcionaron sin solución de continuidad ran desempeñar en ella los comunistas estaba justificado, pero en los veinte
durante todo el período de entreguerras fueron Gran Bretaña, Finlandia (a años de retroceso del liberalismo ni un solo régimen democrático-liberal fue
duras penas), Irlanda, Suecia y Suiza. · desalojado del poder desde \a izquierda. 1 El peligro procedía exclusivamente
En el continente americano, la otra zona del mundo donde existían estados de la derecha, una derecha que no sólo era una amenaza para el gobierno
independientes, la situación era más diversificada, pero no reflejaba un avan­ constitucional y representativ.o, sino una amenaza ideológica para la civili­
ce general de las instituciones democráticas. La lista de estados sólidamente zación liberal-como tal, y un movimiento de posible alcance.mundial, para el
constitucionales del hemisferio occidental era pequeña: Canadá, Colombia, cual la etiqueta de «fascismo», aunque adecuada, resulta insuficiente.
Costa Rica, Estados Unidos y la ahora olvidada «Suiza de América del Sur», Es insuficiente porque no todas las fuerzas que derrocaron regímenes
y su única democracia real, Uruguay. Lo mejor que puede decirse es que en el liberales eran fascistas. Es adecuada porque el fascismo, primero en su forma
período transcurrido desde la conclusión de la primera guerra mundial hasta la italiana original y luego .en la versión alemana del nacionalsocialismo,. inspi­
de la segunda, hubo corrimientos hacia la izquierda y hacia la derecha. En ró a otras fuerzas antiliberales, .las apoyó-y dio a la derecha internacional una
cuanto al resto del planeta, consistente en gran parte en dependencias colo­ c¿�fianza mstórica. En los años treinta parecía.la.fuerza del futuro. Como ha
niales y al margen, por tanto, del liberalismo, se alejó aún más de las consti­ afirmado un experto en la materia, «no es fruto del azar que ... los dictado­
tuciones liberales, si es que las había tenido alguna vez. En Japón, un régimen res monárquicos, los burócratas y oficiales de Europa oriental y Franco (en
moderadamente liberal dio paso a otro militarista-nacionalista en 1930-1931. España) imitaran al fascismo» (Linz, 1975, p. 206).
Tailandia dio algunos pasos hacia el gobierno constitucional, y en cuanto a Las fuerzas que derribaron regímenes liberales democráticos eran de tres
Turquía, a comienzos de los años veinte subió al poder el modernizador mili­ tipos, dejando a un lado el sistema tradicional del golpe militar empleado en
tar progresista Kemal Atatürk, un personaje que no parecía dispuesto a per­ Latinoamérica para instalar en el poder a dictadores o caudillos carentes de
mitir que !as elecciones se interpusieran en su camino. En los tres continentes una ideología determinada. Todas eran contrarias a la revolución social y en
de Asia, Africa y Australasia, sólo en Australia y Nueva Zelanda estaba sóli­ la raíz de todas ellas se hallaba una reacción contra la subversión del viejo
damente implantada la democracia, pues la mayor parte de los surafricanos orqen social operada en 1917-1920. Todas eran autoritarias y hostiles a las
quedaban fuera de la constitución aprobada para los blancos. instituciones políticas liberales, aunque en ocasiones lo fueran más por razo-
En definitiva, esta era de las catástrofes conoció un claro retroceso del
liberalismo político, que se aceleró notablemente cuando Adolf Hitler asu­ 1. El caso que recuerda más de cerca una situación de ese tipo es la anexión de Estonia
mió el cargo de canciller de Alemania en 1933. Considerando el mundo en por la URSS en 1940, pues en esa época el pequeño estado báltico, tras algunos años de gobier­
su conjunto, en 1920 había treinta y cinco- o más gobiernos constitucionales no autoritario, había adoptado nuevamente una constitución más democrática.
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nes pragmáticas que por principio. Los reaccionarios de viejo estilo prohi­ sentación de los grupos de intereses económicos y profesionales. Para desig­
bían en ocasiones algunos partidos, sobre todo el comunista, pero no todos. nar este sistema se utilizaban a veces los términos democracia o participación
Tras el derrocamiento de la efímera república soviética húngara de 1919, el «orgánica», que se suponía superior a la democracia sin más, aunque de
almirante Horthy, al frente del llamado reino de Hungría -que no tenía ni hecho siempre estuvo asociada con regímenes autoritarios y estados fuertes
rey ni flota-, gobernó un estado autoritario que siguió siendo parlamentario, gobernados desde arriba, esencialmente por . burócratas y t�cnó�ratas. En
pero no democrático, al estilo oligárquico del siglo xvm. Todas esas fuerzas todos los casos limitaba o abolía la democracia electoral, sustltuyendola por
tendían a favorecer al ejército y a la policía, o a otros cuerpos capaces de una «democracia basada en correctivos corporativos», en palabras del primer
ejercer la coerción física, porque representaban la defensa más inmediata ministro húngaro conde Bethlen (Rank, 1971). Los ejemplos más acabados
contra la subversión. En muchos lugares su apoyo fue fundamental para que de ese tipo de estados corporativos hay que buscarlos e� a�gunos países
la derecha ascendiera al poder. Por último, todas esas fuerzas t.endían a ser católicos, entre los que destaca el Ponugal,del profesor Ohveira Salazar, el
naciQnalistas, en__ Q.ª-!1� por resentimiento contra algunos estados extranjeros, régimen antiliberal de derechas más_ duradero de Europ_a (1927-1974), pe�o
por las guerras perdidas o por no haber conseguido formar un vasto imperio, ,
también son ejemplos notables Austna desde la destruccion de la democracia
y en parte porque agitar una. bandera nacional era una forma de adquirir legi­ hasta la invasión de Hitler (1934-1938) y, en cierta·medida, la, España de
timidad y popularidad. Había, sin embargo, diferencias entre ellas. Franco.
Los autoritarios o conservadores de viejo cuño --el almirante Horthy en - Pero aunque los orígenes y las inspiraciones de este tipo de regímenes
Hungría; el mariscal Mannerheim, vencedor de la guerra civil de blancos reaccionarios fuesen más antiguos que los del fascismo y, a veces, muy dis­
contra rojos en la nueva Finlandia independiente; el coronel, y luego maris­ tintos de los de éste, no había una línea de separación entre ellos, porque
cal, Pilsudski, libertador de Polonia; el rey Alejandro, primero de Serbia y compartían los mismos enemigos, si no los mismos objetivos. Así, l� Iglesia
luego de la nueva Yugoslav.ia unificada; y el general Francisco Franco de católica, profundamente reaccionaria en la versión consagr�da o�cialmente
España- carecían de una ideología concreta, más allá del anticomunismo por el Primer Concilio Vaticano de 1870, no sólo n.? era fasc1�ta, _smo qu_e por
y de los prejuicios tradicionales de su clase. Si se encontraron en la posición su hostilidad hacia los estados laicos con pretensiones totahtanas debia ser
de aliados de la Alemania de Hitler y de los movimientos fascistas en sus considerada como adversaria del fascismo ... Y sin embargo, la doctrina del
propios países, fue sólo porque en la coyuntura de entreguerras la alianza «estado -coi:porativo», que alc-anzó· su..máxfma expresión en países católicos,
«natural» era)a de todos los sectores de la derecha. Naturalmente, las consi­ había sido formulada en los círculos fascistas- (de Italia), que bebían, entre
deraciones de carácter nacional podían ioterponerse en ese tipo de alianzas. otras en las fuentes de la tradición católica. De hecho, algunos aplicaban a
Winston Churchill, que era un claro, aunque atípico, representante de la dich�s regímenes la etiqueta de «fascistas clericales». En los países católicos,
derecha más c.onservadora, manifestó ci�rta simpatía hacia la Italia de Mus­ determinados grupos fascistas, como el movimiento rexista del belga Leon
solini y no apoyó a la República española contra las fuerzas del general Degrelle, se inspiraban directamente en el catolicismo integrista. Much_as
Franco, pero cuando, Alemania se convirtió en una amenaza para Gran Bre­ veces se ha aludido a la actitud ambigua de la Iglesia con respecto al racis­
taña, Pé!SÓ a ser el líder de la unidad antifascista internacional. Por otra par­ mo de Hitler y, menos frecuentemente, a la ayuda que personas integradas en
te, esos reaccionarios tradicionales tuvieron también que enfrentarse en sus la estructura de la Iglesia, algunas de ellas en cargos de importancia, presta­
países a la oposición de genuinos movimientos fascistas, que en ocasiones ron después de la guerra a fugitivos nazis, muchos de ellos �cusa�os de c?­
gozaban de un fuerte apoyo popular. menes de guerra. El nexo de unión entre la·Iglesia, los reaccionanos de vie­
Una segunda corriente de la derecha dio lugar a los que se han llamado jo cuño y los�fascistas--era·el·odio común a la Ilustración,del siglo �m, a la
«estados orgánicos» (Linz, 1975, pp. 277 y 306-313), o sea, regímenes con­ revolución francesa·y a cuanto creían fruto de esta última: la·democr.acia, el
servadores que, más que defender el orden tradicional, recreaban sus princi­ liberalismo y, especialmente,- «el comunismo ateo».
pios como una forma de resistencia al individualismo liberal y al desafío que La era fasc,ista señaló un cambio de rumbo en la historia del catolicismo
planteaban el movimiento 0brero y eLsocialismo. Estaban animados por la porque..la identificación de la Igl�sia, con - una ?e!ech� cuyos principales
nostalgia ideológica de una Edad Media o una sociedad feudal imaginadas, exponentes internacionales eran Hitler y Mussohm creo ·graves�·probl�mas
en las que se reconocía la existencia de clases o grupos económicos, pero se morales a los católicos. c.on preocupac,iones -sociales y, cuando el fascismo
conjuraba el peligro de la lucha de clases mediante la aceptación de la jerar­ comenzó a precipitarse hacia una inevitable derrota, causó _serio_s problemas
quía social,· y el reconocimiento de que cada grupo social o «estamento» políticos a una jerarquía eclesiástica,_ cuyas convicciones antifascistas �o er�n
desempeñaba una función en la sociedad orgánica formada por todos y debía muy firmes. Al mismo tiempo, el antifascismo, <> _Ji,gip�em�nte la �es1�t�ncia
ser reconocido como una entidad colectiva. De ese sustrato surgieron diver­ patriótica al conquistador extranjero, legitimó por primera_ vez al catolic1sm?
sas teorías «corporativistas» que sustituían la democracia liberal por la repre- de:g:i.ocrático (Democracia Cristiana) en el seno de la-Iglesia. En algunos pai-
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ses ?onde ��s católicos er � una mi norí a importante comenzaron a aparecer
. que había estado ausente de su movimiento hasta 1938, y de la hist oria de
partidos pohtico� que agl utmaban el voto católico y cuyo interés primordial Italia desde su unificación. 3 Sin embargo, el fascismo italiano no tuvo un
era defende r los mtereses de l a Iglesia frente a l os estados laicos. Así ocurrió
gran éxito internacional, a pesar de que intentó inspirar y financiar movi­
en �lema nia � en los P aíses B aj os. D ond e el catolici smo era la religión
mientos similares en otras partes y de que ejerció una cierta influencia en
oficial, la Igle�ia se oponía_ a �se tipo de concesiones a la política democráti­ lugares inesperados, por ejemplo en Vladimir Jabotinsky, fundador del «revi­
ca, pero la pujanza del ' sociali smo ateo la .impulsó a adoptar una innovación si oni smo » sioni sta, que en los años setenta ejerció el poder en Israel con
rad1c �l, la formulación, en. J 8Q1, de una p.olítica social que. subrclyªba la
M enahem Begin.
necesidad d� dar a !ºs trabajad ores lo que por derecho les correspondía, y
De no haber mediado el triunfo de Hitler en Alemania en los primeros
que mantem� el _cru:acter sacrosanto de la_ familia y de la propiedad privada, meses de 1933, el fascismo no se habría convertido en un movimiento gene­
pero no del cap1tah smo COf!IO tal. La encíclica,Rerum.No.varum sirvió de
2
ral . De hech o, salvo el italiano, todos l os movimientos fascistas de cie rta
b:ase_ para los católico� �ociales y p�a ?tros grupos dispuestos a organizar importancia se establecieron después de la subida de Hitler al poder. Desta­
sm�icatos obr�ros catohcos, y más mclmados por estas iniciativas hacia la
can entre ellos el de los Fleeha -Gruz tle· Hungría, que consiguió el 25 por 100
v�rtlente más hberal del catolici smo. Excepto en Italia, donde el papa Bene­ de los sufragios en la primera votación secreta celebrada en este país (1939),
dicto �V (1914-�922) permitió, después de la primera guerra mundial, la y el de la Guardia ·de ·Hierro .rumana, que gozaba �e. un apoyo aún m�yor.
formación �e un importante Partido Popular (católico), que fue aniquilado Tampoco los movimientos financiados por Mussohm, coi:no los t�rr�nstas
p�r el fascis�o, los _católicos democráticos y sociales eran tan sólo una croatas ustachá de Ante Pavelic, consiguieron mucho m se fascistlzaron
, _
mmona_ pohtic a margmal . Fue el avance del fascismo en los años treinta lo
ideológicamente hasta los años treinta, en que algunos de ellos buscaron ins­
que -Ies impulsó a �ostrarse más activos. Sin embargo, en España la gran ma­ piración y apoyo financiero en Alemania. Además, s�o, eLtriunfo de �itl�r en
_
yona �e los católicos a poyó a Franco y sólo una minoría, aunque de gran Alemania no se habría desarrollado la -idea del fascismo como movimiento
altu �a _mt�lectual, se ma�tuvo al lad o de la República. La Resistencia, que unwersal, como una suerte de equiv alente en la derecha del comunismo
podi� justificarse �n función de principi os patrióticos más que teológicos, les internacional, con Berlí n como su Moscú. Pero de todo ello no surgió un
ofreció su oportumdad y l a victoria les permitió. aprovech arla. Pero los triun­
movimiento sólido, sino tan sólo algunos colaboracionistas ideológicamente
fos de la d�mocracia cri sti ana en Europa, y en América Latina algunas déca­ motivados en la Europa ocupada por los alemanes. Sin embargo, muchos
das d�s pues, �orrespo?den ? un perí odo posterior. En el período en que se ultraderechistas tradicionales, sobre todo en Francia,-se negaron a cooperar
produjo la cruda ?el hb erahsmo, la Iglesia se complació en esa caída, con con los al�manes,_pese a que .eran. furibundos reaccionarios, porque ante todo
muy raras excepciones. eran _ n �cionalistas . Algunos incluso participaron en la R esistencia. Si Alema ­
ni� �� hubiera alcanzado una posición de potencia mundial de primer orden,
en franco ascenso, el fascismo no habría ejercido una influencia importante
11 fuera de Europa y los gobernantes reaccionarios no se habrían preocupado de
declarar su simpatía por el fascismo, como cuando, en 1940, el portugués
. Hay que referirse ahor� a los moy:\mientos a los que puede darse con pro­ Salazar afirmó que él y Hitler estaban «unidos por la misma ideología» (Del­
piedad el nombre de fa scistas . El pnmero de ellos es el .italiano, que dio zell, 1970, p. 348).
nombre al fenómeno, y que fue la c reación de u n periodista socialista rene­
No es fácil decir qué era lo que desde 1933 tenían en común las dife­
gado, Benjto Mussolini, cuyo nombre de pila, homenaje al presidente mexi­ rentes corrientes del fasci smo, aparte de la aceptación de la hegemonía ale­
cano anticle?cal Benit o _Juárez, simbolizaba el apasionado antipapismo de su mana . La teoría no era el punto fuerte de unos movimientos que predicaban
_
�o.mana nati�a. El propio Adolf Hitler reconoció su deuda para con Musso­ la i nsuficiencia de la razón y del racio nalism o y la superioridad del instinto
hm Y le mamfestó su respeto, incluso cuando tanto él como la Italia fascista y de la voluntad. Atraj eron a todo tipo de teóricos re�ccionari�s en países
demo�traron su debilidad e incompetencia en la segunda guerra mundial . A con una activa vida intelectual conservado ra -Alemania es un eJ emplo des -
cambio, Mussolini tomó de Hitler, aunque en fecha tardía, el antisemitismo
3. En honor a los compatriotas de Mussolini hay que decir que durante la guerra el ejér­
_ 2. Esta doctrina se �lasmó en la encíclica Rerum Novaru m , que se complementó cuarenta
1

anos más tarde --en medio de la Gran Depresión, lo cual no es fru to de la casualidad- con la cito italiano se negó taxativamente, en las zonas que ocupaba, y especialmente _e� el sureste de
Francia, a entregar judíos a los alemanes, o a cualquier otro, �ara su extermm:10. Aunqu� la
Quadra?esimo Anno . Dicha encíclica continúa siendo la columna vertebral de la política social de
administración italiana mostró escaso celo a este respecto, lo cierto es que muneron la mitad
la Iglesia, como lo co�firma la encíclica del papa Juan Pablo II Ce ntesimus Annus , publicada
de los miembros de la pequeña comunidad judía italiana, si bien al�unos de �ll?s e�contrar?n
en � 991 , en el centenano de la Rerum Novaru m . Sin embargo, el peso concreto de su condena ha
la muerte en la lucha como militantes antifascistas y no como víctimas propiciatonas (Stem­
vanado según los contextos políticos.
berg, 1 990; Hughes, 1 983).
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LA CAÍDA DEL LIBERALISMO

tacado de ell�, per o éstos eran más bie n elementos decorativos que estruc­ el é!-PºYº de las -mas as,. y por unas ideologías -y en ocasiones cultos- de
car-áeteF · laico.
tu r�les del fascis�o. M�ssol ini podía haber prescindido perfectamente de su
El pasado al que apelaban era un artificio. Sus tradiciones eran inventadas.
?losofo Gi_ ovanm Genttle y Hitler probablemente ignoraba -y no le habría El propio racism o de Hitler no era ese sentimiento de orgullo por un� ascen­
impo�ad o saberlo- que contaba co n el a po y o del filósofo Heidegger. No
denc ia común, pu ra y no interrumpida q ue pr ovee a los gen� alog1stas de
e� po�ible tampoc o identificar a l fascismo con una forma concreta de orga­
mzación de� estado, el estado corpo rativ o : la Alemania nazi perd ió rápida ­ encargos de norteamericanos que aspiran a demostrar que des�1�nden de u!1
_
mente mteres por esas i_ deas, tanto más en cua nto entrab an en conflicto con yeoman de Suffolk del siglo xv1. Era, más bien, una elucubrac1on posdarw 1 -
el principio de un a única e indivisible Volksgemeirtschaft o com unidad del niana formula da a finales del siglo XIX, que reclamaba el ª!!<?Yº (y, por des­
puebl o. Inclu so un elemento aparentemente tan crucial como el racismo gracia, lo o btuvo frecuentemente en Alemania! ?e la n�eva ciencia de �a gené­
estaba a�sente, al p rincipi o, del fascismo italiano. Por otra parte, como tica o más exactamente, de la rama de la genettca aphcada («eugenesia») que
_ s�ñaba con crear una superraza.humana.mediante la reproducción selectiva -y
hemos visto, el fascismo compartía el nacionalismo, el anticom unismo el
a ntiliber alismo, etc., c n otros elementos no fascista s de la d erecha. Al� u ­
la elimi11ación de los men�s aptos. La raza destinada a dominar el mundo con
� ttitÍ�r ni siqu iera tuvo un nombre hasta 1898, cuando un antropólogo acuñó e1
no s de ellos, en especial los gru po s reaccionarios franceses no fascistas
co mpartían también co n él la co ncepción de la po lítica com o vi o lenci�
término «nórdico». Hostil como era, po r principio, a la Ilustración y a la revo­
callejera. lución francesa, el fascismo no podía creer formalmente en la modernidad Y
La princi�� diferencia entre la derecha fascista y la no fascista era que la en el progreso, pero no tenía dificultad en combinar-,un- conj unte ,absurdo de
pnme. ra m ihzaba a las masas desde abajo. Pertenecía a la era de la políti­ creencias con la modernización tecnol0gica en-la-práctica, excepto en. algunos
�� casos en -que paralizó la inv estig ació n científica básica por motivos' ideoló ­
ca democratt�a y po pular que los reacci on arios tradicionales re chazaban y .
que lo s paladmes del «estado orgánico» intentaban sobrepasar. El fascismo gic. os (véase el capítu lo XV III). El fascismo triunfó � obr� el liberalis�o al
se complacía en las movilizaciones de masas, y las conservó simbólicamen­ proporcionar la prueba de que los hombres pueden, s�n dificultad, conJugar
unas creencias absurdas sobr e el mundo con un domim . o eficaz de la alta tec ­
te, como una forma de escenografía política -las concentraciones nazis de
Nuremberg, las masas de la Piazza Venezia contemplando las gesticulaciones nología contemporánea. Los años finales del siglo XX, con las sectas funda­
de Mu ss?lini desde su balcón-, incluso cuando subió al poder ; lo mismo rnentalistas que manejan las armas de la televisión y de la colecta de fondos
cabe decir de los �ovimientos comunistas. Lo.� .fascistas eran-los· revolucio­ programada por ordenador, � os ha� familiarizad� más co�_es�e fenómeno .
,
narios de la contrarre.Y.olución: en su retórica, en su atractivo para cua ntos se Sin embargo, es necesano explicar esa combmaci_ on de valores- conserva-
dores, de tée nicas-, de-la� democracia-de-masas y de_ un_a iq�,..2lo� i� � n�v31-dora
consideraban víctimas de la sociedad, en su llamamiento a transformarla de
deyiolenciajrracional , centrada fundament�l rnente en el l}ac1onalismo. Ese
forma radical, e in cluso en su deliberada adaptación de los símbolos y nom­
bres d e los revoluci onarios sociales, tan evidente en el caso del «Partido tipo ,d� 1!1.ovimientos· no tradicionales. de la derech a radic�l habían surgi?o en
,
varios pa íses europeo s a finales. del s1glp ]{IX como reacc1on c�ntra eHibera­
?brer� Naciona�socialista» de Hitler, con su bandera roj a (modificada) y la lismo (esto es, contra la transformación acelerada de las sociedades ,por el
mmediata adopción del l.º de may o de los roj os como fiesta oficial, en 1933.
capi�"1lismo) y co9:tr� los mov imientos_ socialistas obreros en ascenso y, más
Análogamente, aunque el fascismo también se especializó en la retórica
del r�tom o de� pasado tradiciona l y obtuvo un gran apo y o entre aquellos que en general , contra la q)lTÍente de.extranjeros que se desplazaban de uno ª
otro lado de l p laneta en el may or movimiento mig ratorio que la �_ sto na .
habnan prefendo borrar el siglo anterior, si hubiera sido posible, no era rea l­ .
mente un movimiento tradicionalista del estilo de los carlistas de Navarra había registra do hasta ese momento. Los hombre� y las � uJeres e�mgraban
que apo yaron a Fran co en la guerra civil, o de las campañas de Gand hi en no sólo a través de los océanos y de las fro nteras mtemac1onales, smo desde
pr o del retom o a lo s te lares man uales y a los ideales rurales. Propugnaba el campo a la ciudad, de una r�gión a otra dentro del mismo país, en suma,
desde la «pa tria» hasta la tierra de los extranjeros y, en otro sentid . o, como
mucho s valores tradicionales, lo cual es otra cuestión. Den unciaba la eman­
c��ac ión libera l -la mujer debía permanecer en el hogar y dar a luz muchos
extranjeros hacia la patria de otros. Casi quince de cada cien polac�s aban­
donaron su país para siemp re, además del medio millón anual de emigrantes
hiJos-:- y desconfiaba de la insidiosa influencia de la cultura moderna y,
especialmente, de l arte de vanguardia, al que los nacionalsocialistas alema­ estacionales, para integrarse eff la clase obrer a de los países rece�tores. Los
,
años finales del siglo-XIX anticiparon lo que ocurriría en las postnmenas �el
nes t�ldaba n de «b�lchevismo cul tural» y de degenerado. Sin embargo, los
pnn _ c1pales movimient
_ os fascistas -el it al iano y el alemán- no recurrieron
siglo xx'e· iniciaron l�Jtenofobia .m asiv a, de la que el racismo -la prote� c1ón
de la raza pura nativa frente a la contaminación, o incl��o el p�edomim _ o, de
a los g uard ianes históricos del orden · co nserva dor, la Iglesia y la monarquía.
Antes al contrari o, intentaron suplantarlos por un . principio , de liderazgo las hordas subhumanas invasoras- pasó a ser la expres10n halntual. Su fuer­
totalmente nuevo encam ado en el hombre hecho a sí mismo y legitimado por za puede calibrarse no sólo por el temor" llacia 19� inutigt'.l!fltes polacos que
126 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES LA CAÍDA DEL LIBERALISMO 127
indu jo al gran sociólogo alemán Max Weber a apoyar temporalmente la Liga El antisemitismo popular dio un fundamento a los movimientos f�scistas de
Pangermana, sino por la campaña cada vez más febril contra la inmigración la Europa oriental a medida que adquirían una base de masas, particul�en­
de masas en los Estados Unidos, que, durante y después de la segunda guerra te al de la Guardia, de Hierro rumana y al de los Flecha Cruz de Hungria . En
mundial, llevó al país de la estatua de la Libertad a cerrar sus fronte ras a todo caso en los antiguos territorios de lo s Habsburgo y de los Rom�ov,
aquellos a quienes dich a estatua debía dar la bienvenida.
e sta cone¡ión era mu_ cho .más elara�que en el Reich. alemán, donde el antis�­
El sustrato común de esos movimientos era el resentimiento de los humil­ mitismo popular rural y provinciano, aunque fuerte y pr?fu?damente enrai­
des en una sociedad que los aplastaba entre el gran capital, por un lado, y los zado, era menos violento, o incluso más tolerante. Los JUd1os que en 1938
movintientos .obreros_ �n ascenso, por el o tro. O que, al menos, les p,rj_yaba de e sc aparon de la Viena ocupada h aci a Berlí� se aso �braron ante la ausen­
la posiaión respetable que ha bían ocupado en el orden--social y que creían _
ci a de antis emitism o en las ca lles. E n Bedm (po r eJ emplo, en n oviembre
merecer, o de la situación a que creían tener derecho en el seno de una socie­ de 1938), la.violencia fue decretada desde arriba (Kershaw, 1983). A pes� de
dad dinámica. Esos sentimientos,encontraron.su �xpresión más característi­ ello, no existe comparación posible entre la viol��cia ocas10n _ al e mt
_ e_?lllten­
ca en el antisemjJismo, que en el último cuarto del siglo XIX comenzó a animar,
te de los pogroms y lo que ocurriría una generacion más tar�e. El punado de
en diversos países, movimientos políticos específicos basad os en la h ostilidad
muertos de 1881, los cuarenta o cincuenta del pogrom de Kis�_ �e.v de 1903,
hacia los judíos. Los judíos estaban prácticamente en todas--partes y. podían ofendieron al mundo -j ustamente - porque antes de que se 1ru c1ara la bar­
simbolizru_:_ f�cilmente lo más odioso -de un mundo injusto, en buena medid a barie ese número de víctimas era considerado intolerable por un mundo que
por su aceptación de las ideas de la Ilustración y de la revolución francesa que confi ab a en e l pro greso de la civiliza ción. En cuant? a los p�gr oms mucho
los.bahía emancipado y, con ello, los había hecho más .visibles. P odían servir más importantes que acomp añaron a los l evantarmentos de las masas de
como símbolos del odiado ca pitalista/financiero; del agitad or revolucionario;
campesinos durante la revolución rusa de 1905, sólo pr�vocaron, en compa­
de la influencia destructiva de los «intelectuales desarraigados» y de los nue­ ración con los episodios posteriores, un núme ro de b�Jas modesto, tal v_ez
vos medios de comunieación de masas; d� lª compe tencia --q ue no podía ser ochocientos muertos en total. Puede compararse esta cifra con los 3.800 JU­
sino «inj u§�»- que les 0!9.rgaba un número desproporcionado de puestos en díos que, en 1941, murieron en tres días en Vilnius (Vilna) a m anos de los
detenni9_adas profesiones que exigían un nivel de· instrucción; y del extranje­ lituanos, cuando los alemanes invadieron la URSS y antes de que comenza-
ro y del intruso como tal. Eso sin mencionar la con vicción generalizada de los
ra su exterminio sistemático.
cristianos más tradicionales de que ha bían matado a Jesucristo.
Los nuevos movimientos de la derecha radical que respondían a estas tra-
El rechazo de los judíos era general en �l mundo occidental y su posición diciones antiguas de intolerancia, pero qu e las tr_ansform�on fundam�ntal­
en la sociedad decimonón ica era verdaderamente ambigua. Sin embargo, el
mente, cala ban especialmente en las cap as,medias Y· b�Jas.-de.la...sOG1oo ad
hech o de que los trabajadores en huelga, aunque est uvieran integrados en europea, y su r�tórica y su teoría fue ron formuladas por mtelect-u�es. nac 10- _
movimientos obreros no racistas, atacaran a los ten�.leros judíos y considera­ � _
nalistas que comenzaron a aparecer en la década de 1.�90. El propio terrmno
ran. a sus patronos com o judíos (muchas veces con razón, en amplias zonas :
«nacionalismo» se acuñó durante esos años para descnbrr_ a esos �uevos por­
de Europa central y oriental) no debe inducir a considerarlos com o proto­ tavoces de la reacc ión. Los militantes de las clases medias Y baJas se mte­
nazis, de igual forma que e l antisemitismo de los intelectuales lib erales bri­
graron en la derecha radical, sobre todo en los países en los que no prevale­
tánicos del reinado de Eduardo VII, como el del grupo de Bloomsbury, tam­ cían las ideología;de la democracia y el liberalismo, o entre las cl�es q':1e no
poco les convertía en simpatizantes de los antisemitas políticos de la derech a se identificaban con ellas, esto es, sobre todo allí donde no se habia registra­
radical. El antisemitismo agrario de Europa central y oriental, donde en la do un acontec imiento equ ivalente a la revolución frances�. En efe�to, en los
práctica el judío era el punto de . contacto entre el - campesino y la economía países centrales del liberalismo occide?�al -Gran � ret�a� Fr��;ª Y Est�­
exterior de la que dependía su susten to, era,más permanente y explosi vo, y lo dos Unidos- la hegemonía de la tradición revolucionana impi�io la apari­
fue cada vez más a m edida que las sociedades-rurales eslava, magiar o ruma­ ción de mov imientos fasc istas importantes. Es un error con fund� e l racismo
na se conmovieron com o consecuencia de las incomprensibles sacudid as del de los populistas norteamericanos o el chauvinis1!1º. de los re�ubl�canos fran­
mundo modern o. Esos grupos incu ltos podían c reer�las historias que circula ­ ceses con el protofascismo, pu es estos eran m ovirmentos de 1zqme�da .
ban acerca de que los judío s sacrificaban a los niños cristianos, y los momen­ Ello no impidió que, una vez arrinconada la hegemonía de la Libertad, la
tos de explosión social desembocaban en pogroms, alentados por los ele­ Igualdad y la Fraternidad, los viej os instintos se vincularan a nu_ �vos lem as
mentos reaccionarios del imperio de l zar, especialmente a partir de 1881, año políticos. No hay duda de que un gran porcentaje de los activista� de la
en q ue se prod uj o el asesinato del zar Alejandr o II po r los revolucionarios esv ástica en los Alpes austria cos procedían de las filas de lo� pr�fes1�n ales
sociales. Existe por ello una continuidad directa entre el antisemitismo .popu­ provincia les -veterinarios, topógrafos, · etc.-, que ant�s hap1an sido libera­
lar original y el exterminio de los judíos durante la segunda guerra mundial. les y ha bían formado una minoría educada y emancipada en un entorno
LA CAÍDA DEL LIBERALISMO 129
128 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES

dominado por el clericalismo rural. De igual manera, la desintegración de los nental que, durante el período de entreguerras, daban apoyo a·la ultraderecha.
movimientos proletarios socialistas y obreros clásicos de finales del siglo xx: En 1921 (es decir, antes de la «marcha sobre Roma») el 13 por 100 de los
han dejado el terreno libre al chauvinismo y al racismo instintivos de muchos miembros del movimiento fascista italiano eran estudiantes. En Alemania, ya
trabaja�or�s manuale�. Hasta ahora, aunque lejos de ser inmunes a ese tipo en 1930, cuando la mayoría de los futuros nazis no se interesaban todavía por
de sentimientos, habian dudado de expresarlos en público por su lealtad a la figura de Hitler, eran entre el 5 y el 10 por 100 de los miembros del Parti­
unos partidos que los rechazaban enérgicamente. Desde los _años sesenta, la do Nazi (Kater, 1985, p. 467; Noelle y Neumann, 1967, p. 196). Como vere­
xenof ob�a.� el racismo político de la. Europa occidental es unJe.nómeno que mos, muchos fascistas eran ex ofici_ales de clase media, para los cuales la gran
se da pnncipalmente entre los trabajadores manuales. Sin embargo, en los guerra, con todos sus horrores, había sido la cima de su re_aliza�i�n perso1:al,
decenios de incubación del fascismo se manifestaba en los grupos que no se desde la cual sólo contemplaban el triste futuro de una vida civil decepcio­
manchaban las manos en el trabajo. nante. Estos eran segmentos de la clase media que se sentían particularmente
Las capas medias y medias bajas fueron la espina dorsal de esos movi­ ati;aídos pQr.�L ªctiyismo. En general, la.atra�c.ión de_ la derecha radical.era
�e�to� durante. tod� el período de vigencia del fascismo. Esto no lo niegan mayor cuanto más fuert� era la amenaza, real o temida, que se cernía sobre la
m siqmera los histonadores que se proponen revisar el consenso de «virtual­ posición de un grupo de la clase media, a..medida qu.e s_e__ des.barataba.�1-mar­
mente» cualquier análisis del apoyo a los nazis realizado entre 1930 y 1980 co .que se s�ponía. que tenía que mantener.. eJ). su lugar el orden social. En
(Childers, 1983; Childers, 1991, pp. 8 y 14-15). Consideremos tan sólo uno Akm�ia, la gran.inflación, que redujo a cero el valor de la moneda, y la Gran
d� los num�ro�os casos en que se ha estudiado la afiliación y el apoyo de Depresión que la siguió radicalizaron_ ineluso"a: -algunos estratos de la clase
dichos movim1entos: el de Austria en el período de entreguerras. De los media, como los funcionarios de los niveles medios y superiores, cuya posi­
nacionalsocialistas elegidos como concejales en Viena en 1932, el 18 por 100 ción parecía segura y que, en circunstancias menos traumáticas, se habrían
eran trabajadores por cuenta propia, el 56 por 100 eran trabajadores adminis­ sentido satisfechos en su papel de patriotas conservadores tradicionales, nos­
trativos, oficinistas y funcionarios, y el 14 por 100 obreros. De los nazis ele­ tálgicos del emperador Guillermo pero dispuestos a servir a una república pre­
gidos en cinco asambleas austriacas de fuera de Viena en ese mismo año, el sidida por el mariscal Hindenburg, si no hubiera sido evidente que ésta se
16 �� 100 eran trabajadores por cuenta propia y campesinos, el 51 por 100 estaba derrumbando. En el período .de. entr�guerras, la gran mayoría de la
oficimstas, etc., y el 10 por 100 obreros no especializados (Larsen et al., población"alemana que no tenía intereses políticos recordaba con nostalgia el
1978, pp. 766-767). imperio de GuiUermo JI. En los años sesenta, cuando la gran mayorí� �e los
No quiere ello decir que los movimientos fascistas no gozaran de apoyo alemanes occidentales consideraba, con razón, que entonces estaba viviendo
entre las clases obreras menos favorecidas. Fuera cual fuere la composición el mejor momento de la historia del país, el 42 por 100 de la población de más
de sus cuadros, el apoyo a los Guardias de Hierro rumanos procedía de los de sesenta años pensaba todavía que el período anterior a 1914 había sido
campesinos pobres. Una gran parte del electorado del movimiento de los Fle­ mejor, frente al 32 por 100 que había sido convertido por el «milagro eco­
cha Cruz húngaros pertenecía a la clase obrera (el Partido Comunista estaba nómico» (Noelle y Neumann, 1967, p. 197). Entre 1930 y 1932, los votantes
prohibido y el Partido Socialdemócrata, siempre reducido, pagaba el precio de los partidos burgueses del centro y de la derecha se inclinaron en masa por
de ser tolerado por el régimen de Horthy) y, tras la derrota de la socialdemo­ el partido nazi. Sin embargo, no fueron ellos los constructores del fascismo.
cracia austriaca en 1934, se produjo un importante trasvase de trabajadores Por la fo rma en que se dibujaron las líneas de la lucha política en el
hacia d Partido Nazi, especialmente en las provincias. Además, una vez que período de entreguerras, esas capas medias conservadoras eran suscep�ibles
los gobiernos fascistas habían adquirido legitimidad pública, como en Italia de apoyar, e incluso de abrazar, el fascismo. La amenaza para la sociedad
y Alemania, muchos más trabajadores comunistas y socialistas de los que la liberal y para sus valores parecía encamada en la derecha, y la amenaza para
tradición izquierdista está dispuesta a admitir entraron en sintonía con los el orden social, en la izquierda. Fueron sus temores los que determinaron la
nuevos regímenes. No obstante, dado que el fascismo tenía dificultades para inclinación política de la clase media. Los conservadores tradicionales se
atraer a los elementos tradicionales de la sociedad rural (salvo donde, como sentían atraídos por los demagogos del fascismo y se mostraron dispuestos a
en Croacia, contaban con el refuerzo de organizaciones como la Iglesia cató­ aliarse con ellos contra el gran enemigo. El fascismo italiano tenía buena
lica) y que era el enemigo jurado de las ideologías y partidos identificados prensa en los años veinte e incluso en los años treinta, excepto en la izquier­
con la clase obrera organizada, su principal apoyo natural residía,,_en las capas da del liberalismo. «La década no ha sido fructífera por lo que respecta al
medias de la sociedad. arte del buen gobierno, \se exceptúa el experimento dorado del fascismo»,
Hasta qué punto caló el fascismo en la clase media es una cuestión sujeta escribió John Buchan, eminente conservador británico y autor de novelas
a discusión. Ejerció, sin duda, un fuerte atractivo entre los jóvenes de clase policiacas. (Lamentablemente, la inclinación a escribir novelas policiacas
media, especialmente entre los estudiantes universitarios de la Europa conti- raramente coincide con convicciones izquierdistas.) (Graves y Hodge, 1941,
130 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES
LA CAÍDA PEL LIBERALISMO 131
p. 248.) Hitler fue llevado al poder por una coalición de la derecha tradicio­ habría existido el fascismo, pues aunque había habido demagogos ultradere­
nal, a la que muy pronto devoró, y el general Franco incluyó en su frente chistas políticamente activos y agresivos en diversos países europeos desde
nacionalista a la Falange española, movimiento poco importante a la sazón, finales del siglo XIX, hasta 1914 habían estado siempre bajo control. Desde
porque lo que él representaba era la unión de toda la derecha contra los fan­ ese punto de vista, los apologetas del fascismo tienen razón, probablemente,
tasmas de 1789 y de 1917, entre los cuales no establecía una clara distinción. cuando sostienen que Lenin engendró a Mussolini y a Hitler. Sin embargo,
Franco tuvo la fortuna de no intervenir en la segunda guerra mundial al lado no tienen legitimidad alguna para disculpar la barbarie fascista, corno lo
de Hitler, pero envió una fuerza de voluntarios, la División Azul, a luchar en hicieron algunos historiadores alemanes en los años ochenta (Nolte, 1987),
Rusia al lado de los alemanes, contra los comunistas ateos. El mariscal afirmando que se inspiraba en las barbaridades cometidas previamente por la
Pétain no era, sin duda, ni un fascista ni un simpatizante nazi. Una de las revolución rusa y que las imitaba.
razones por las que después de la guerra era tan difícil distinguir en Francia Es necesario, además, hacer dos iJI1portantes matizaciones a la tesis de
a los fascistas sinceros y a los colaboracionistas de los seguidores del régi­ que la reacción de la derecha fue en lo esencial una respuesta a la izquierda !�

men petainista de Vichy era la falta de una línea clara de demarcación entre revolucionaria. En primer lugar, suJ?.esUma.,.,el.impacto que la primera guerra
ambos grupos. Aquellos cuyos padres habían odiado a Dreyfus, a los judíos mundial tuvo sobre un importante segmento de las capas medias y medias
y a la república bastarda -algunos de los personajes de Vichy tenían edad bajas, los soldados o los jóvenes nacionalistas que, después de noviernbr� de
suficiente para haber experimentado ellos mismos ese sentimiento- engro­ 1918 comenzaron a sentirse def:r:audados por haber perdido-su oporturudad
saron naturalmente las filas de los entusiastas fanáticos de una Europa hitle­ de ac'ceder al heroísmo. El llamado <�soldado del frente» (Frontsoldat) ocupa­
riana. En resumen, durante el período de entreguerras, la alianza «natural» de ría un destacado lugar en la mit.oJogía de los movimientos de la derecha. radi­
la derecha abarcaba desde los conservadores tradicionales hasta el sector más caL-Hitler fue uno de ellos- y séría un elemento importante en los prime­
extremo de la patología fascista, pasando por los reaccionarios de viejo cuño. r�s grupos armados ultranacionalistas, como los oficiales que asesinar?n � �os
Las fuerzas tradicionales del conservadurismo y la contrarrevolución eran líderes comunistas alemanes Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg a pnncipios
fuertes, pero poco activas. El fascismo les dio una dinámica y, lo que tal vez de 1919, los squadristi italianos y el Freikorps alemán. El 57 por 100 de los
es más importante, el ejemplo de su triunfo sobre las fuerzas del desorden. fascistas italianos de primera hora eran veteranos de guerra. Como hemos
(El argumento habitual en favor de la Italia fascista era que «Mussolini había visto, la primera guerra mundial fue una máquina que produjo la brutaliza­
conseguido que los trenes circularan con puntualidad».) De la misma forma ción del mundo y esos hombres se ufanaban liberando su brutalidad latente.
que desde 1933 el dinamismo de los comunistas ejerció un atractivo sobre la El compromiso de la izquierda, incluidos los liberales, con los mov� -
izquierda desorientada y sin rumbo, los éxitos del fascismo, sobre todo des­ mientos pacifistas y antimilitaristas, y la repulsión popular contra el e�tefffil­
de la subida al poder de los nacionalsocialistas en Alemania, lo hicieron apa­ nio en masa de la primera guerra mundial llevó a que muchos subesurnaran
recer corno el movimiento del futuro. Que el fascismo llegara incluso a la impertancia de un grupo pequeño en términos rel�tivo�, pero numer�so en
adquirir importancia, aunque por poco tiempo, en la Gran Bretaña conserva­ términos absolutos, una minoría para la cual la expenencia de la lucha, inclu­
dora demuestra la fuerza de ese «efecto de demostración». Dado que todo el so en las condiciones de 1914-1918, era esencial e inspiradora; para quien el
mundo consideraba que Gran Bretaña era un modelo de estabilidad social y uniforme;· la disciplina y el sacrificio -su propio sacrificio y el de �os
política, el hecho de que el fascismo consiguiera ganarse a uno de sus más demás-, así como las armas, la sangre y el poder, eran lo que daba senudo
destacados políticos y de que obtuviera el apoyo de uno de sus principales a su vida masculina. No escribieron muchos libros sobre la guerra aunque
magnates de la prensa resulta significativo, aunque el movimiento de sir (esp�cialmente en Alemania) alguno de ellos lo hizo. Esos Rambos de su
Oswald Mosley perdiera rápidamente el favor de los políticos respetables y tiempo eran reclutas naturales de la derecha radical.
el Daily Mail de lord Rothermere abandonara muy pronto su apoyo a la La segunda matización es que la reacción derechista no fue una respues­
Unión Británica de Fascistas. ta al bolchevismo como tal, sino a,t�dos los movimientos, sobre todo los- de
la cl�se obrera organizada, que arnenazabán- el orden vigente de la s_ociedad,
o a los que se podía responsabilizar de su desmoronamiento. Lenm era el
III símbolo de esa amenaza, más que su plasmación real. Para la mayor parte de
los políticos, la verdadera-amenaza no residía tanto en los parti�os_ socialis­
Sin ningún género de dudas el..ascenso de la derecha radical después de tas obreros, cuyos líderes eran moderados, sino en el fortalecument� �el
la primera guerra mundial fue una respuesta al peligro, o más bien a la reali­ poder, la confianza y el radicalismo de la clase obrera, que daba a los vi�J��
dad, de la revolución social y del fortalecimiento de la clase obrera en gene­ partidos socialistas una nueva fuerza política y que, de hec�o, los conv�rtio
ral, y a la revolución de octubre y al leninismo en particular. Sin ellos no en el sostén indispensable de los estados liberales. No fue simple casualidad
132 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES LA CAÍDA DEL LIBERALISMO 133

que poco después de concluida la.guerra se aceptara en todos los países de independencia. Esos hombres podían ser reaccionarios y optar por un gobier­
Europa la exigencia fundamental de los agitadores socialistas desde 1889:. la no autoritario, por razones que se analizarán más adelante, pero en el perío­
jornada laboral· de.. ooho horas. do de entreguerras era la retórica lo que identificaba con el fascismo .aJa
Lo que helaba la sangre de los conservadores era la amenaza implícita en derecha antidemocrática-europea. No hubo un movimiento fascista importan­
el reforzamiento del poder de la clase obrera, más que la transformación de te en la nueva Polonia, gobernada por militaristas autoritarios, ni en la parte
los líderes sindicales y de los oradores de la oposición en ministros del checa de Checoslovaquia, que era democrática, y tampoco en el núcleo ser­
gobierno, aunque ya esto había resultado amargo. Pertenecían por definición bio (dominante) de la nueva Yugoslavia. En los países gobernados por dere­
a «la izquierda» y en ese período de disturbios sociales no existía una fron­ chistas o reaccionarios del viejo estilo -Hungría, Rumania, Finlandia e
tera clara que los separara de los bolcheviques. De hecho, en los años inme­ incluso la España de Franco, cuyo líder no era fascista- los movimientos
diatamente posteriores al fin de la guerra muchos partidos socialistas se fascistas o similares, aunque importantes, fueron controlados por esos gober­
habrían integrado en las filas del comunismo si éste no los hubiera rechaza­ nantes, salvo cuando intervinieron los alemanes, como en Hungría en 1944.
do. No fue a un dirigente comunista, sino al sociª1ist� Ma,tteotti a quien Mus­ Eso no equivale a decir que los movimientos nacionalistas minoritarios de
solini hizo..asesinar después de la «marcha .sobre,Roma». Es posible que la los viejos o nuevos estados no encontraran atractivo el fascismo, entre otras
derecha tradicional considerara que la Rusia atea encarnaba todo cuanto de razones por el hecho de que podían esperar apoyo económico y político de
malo había en el mundo, pero el levantamiento de los generales españoles en Italia y -desde 1933- de Alemania. Así ocurrió en la región belga de Flan­
1936 no iba dirigido contra los comunistas, entre otras razones porque eran des, en Eslovaquia y en Croacia.
una peqµeña minoría dentro del Frente Popular (véase el capítulo V). Se diri­ Las condiciones óptimas para el tritmfo de esta ultraderecha extrema eran
gía contra un movimiento popular que hasta el estallido de la guerra civil un estado ,caduco cuyos mecanismos de gobierno no funcionaran correcta­
daba apoyo a los socialistas y los anarquistas. Ha sido una racionalización a mente; una masa -de ciudadanos-desencantados y· descontentos que no supie­
posteriori la que ha hecho de Lenin y Stalin la excusa del fascismo. ran en quién confiar; unos movimientos socialistas fuertes que amenazasen
Con todo, lo que es necesario explicar es por qué la reacción de la dere­ -o así lo pareciera- con· la revolución ·social, pero que no estaban en situa­
cha después de la primera guerra mundial consiguió sus triunfos cruciales ción de realizarla; y urnesentimiento· nacionalista ·contra tos·tratados. de paz
revestida con el ropaje del fascismo, puesto que antes de 1914 habían exis­ de 1918-1920. En esas condiciones, las viejas elites dirigentes, privadas de
tido movimientos extremistas de la ultraderecha que hacían gala de un otros recursos, se sentían tentadas-a-recurrir-a-lns·radfcá.lés-extreinistas, como
nacionalismo y de una xenofobia histéricos, que idealizaban la guerra y la lo hicieron los liberales italianos c<;mlos-fascistas.de Mussolini en 1920-1922
violencia, que eran intolerantes y propensos a utilizar la coerción de las y los conservadores.�alemanes con'los nacionalsocialistas: .de Hitler en 1932-
armas, apasionadamente antiliberales, antidemócratas, antiproletarios, anti­ 1933. Por la misma razón, esas fueron también las condiciones que convirtie­
socialistas y antirracionalistas, y que soñaban con la sangre y la tierra y con ron los movimientos de la derecha radical en poderosas fuerzas.paramilitares
el retorno a los valores que la modernidad estaba destruyendo. Tuvieron organizadas,. y, -� veces, uniformadas (los squadristi; las tropas de asalto) o,
cierta influencia política en el seno de la derecha y en algunos círculos inte­ como en Alemania durante la Gran Depresión, en ejércitos electorales de
lectuales, pero en ninguna parte alcanzaron una posición dominante. masas. Sin embargo, el fascismo no «conquistó el poder» en ninguno de los
Lo que les dio la oportunidad de triunfar después de la primera guerra dos estados fascistas, aunque en ambos recurrió frecuentemente a la retórica
mundial fue el hundimiento ·de los viejos regímenes y, con ellos, de,.Jas,__vie­ de «ocupar la calle» y «marchar sobre Roma». En-los dos pafses,-eHascismo
jas.Glases dirigentes y de su maquinaria de,poder, influencia y hegemonía. En accedió al poder.con la connivencia del viejo régimen o (como en Italia) por
los países en los que esos regímenes se conservaron en buen estado no fue iniciativa del mismo, esto es, por procedimientos «constitucionales».
necesario el fascismo. No progresó en Gran Bretaña, a pesar de la breve con­ La nov.edad del fascismo consistió en que, una vez en-el poder, se negó a
moción a que se ha aludido anteriormente, porque la derecha�conservadora re�petar las viejas normas-del ·juego -político y, cuando le fue posi�le: im��­
tradicional siguió controlahdo-lá situación, y tampoco consiguió un progreso so .uiia'.·autoridad absoluta. La transferencia total del poder, o la ehmmac10n
significativo en Francia hasta la derrota de 1940. Aunque la derecha radical de todos los adversarios, llevó mucho más tiempo en Italia (1922-1928) que
francesa de carácter tradicional -la Action Fran1raise monárquica y la Croix en Alemania (1933-1934), pero una vez conseguida, no hubo ya límites polí­
de Feu (Cruz de Fuego) del coronel La Rocque- se enfrentaba agresiva­ ticos internos para lo que pasó ·a· ser la diGtadura. ilimitada de un «líder»
mente a los izquierdistas, no era exactamente fascista. De hecho, algunos de popuJi���_supremo- (duce-- e-.Fübrer).
sus miembros se enrolaron en la Resistencia. Llegados a este punto, es necesario hacer una breve pausa para reooazar
El fascismo tampoco fue necesario cuando una nueva clase dirigente dos-tesis igualmente incorrectas sobre el fascismo: la primera de ellas fascis­
nacionalista se hizo con el poder en los países que habían conquistado su ta, pero adoptada por muchos historiadores liberales, y la segunda sustentada
134 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES LA CAIDA DEL LIBERALISMO 135

por el marxismo soviético ortodoxo. No hubo una «revolución fascista», ni el nuó el proceso de unificación nacional del siglo xrx, con la creación de un
fascismo fue la expresión del «capitalismo monopolista» o del gran capital. gobierno más fuerte y centralizado, consiguió también logros importantes.
Los movimientos fascistas tenían los elementos característicos de los Por ejemplo, fue el único régimen italiano que combatió con éxito a la mafia
movimientos revolucionarios, en la medida en que algunos de sus miembros siciliana"'y .a la eamorra napolitana. Con todo, su significación histórica no
preconizaban una transformación fundamental de la sociedad, frecuentemen­ reside tanto en sus objetivos y sus resultados como en su función de adelan­
te con una marcada tendencia anticapitalista y antioligárquica. Sin embargo, tado mundial de una nueva versión de la contrarrevolución triunfante. Mus­
el fascismo revolucionario no tuvo ningún predicamento. Hitler se apresuró a solini inspiró a Hitler y éste nunca dejó de reconocer la inspiración y la prio­
eliminar a quienes, a diferencia de él mismo, se tomaban en serio el compo­ ridad italianas. Por otra parte, el fascismo italiano fue durante mucho tiempo
nente «socialista» que contenía el nombre del Partido Nacionalsocialista Ale­ una anomalía entre los movimientos derechistas radicales por su tolerancia, o
mán del Trabajo. La utopía del retorno a una especie de Edad Media pobla­ incluso por su aprecio, hacia la vanguardia artística «moderna», y también
da por propietarios campesinos hereditarios, artesanos como Hans Sachs y (hasta que Mussolini comenzó a actuar en sintonía con Alemania en 1938)
muchachas de rubias trenzas, no era un programa que pudiera realizarse en por su total desinterés hacia --el racismo antisemita.
un gran estado del siglo xx (a no ser en las pesadillas que constituían los En cuanto a la tesis del «capitalismo monopolista de estado», lo cierto
planes de Himmler para conseguir un pueblo racialmente purificado) y menos es que el gran capital puede alcanzar un entendimiento con cualquier régimen
aún en regímenes que, como el fascismo italiano y alemán, estaban interesa­ que no pretenda expropiarlo y que cualquier régimen debe alcanzar un enten­
dos en la modernización y en el progreso tecnológico. dimiento con él. El fascismo no era «la expresión de los intereses del capi,tal -
Lo que sí consiguió el nacionalsocialismo fue depurar radicalmente las mogoPQlista>}.en-maJor·��dida_� el gobierno norteamericarío del N.e�_Ík_al,
viejas.. elites y las estructuras institucionales imperiales. El viejo ejército,aris­ el gobierno laborista británico o la República de Weimar. En los corruenzos
tocrático prusiano fue el único grupo que, en julio de 1944, organizó una de la década de 1930 el gran capital no mostraba predilección por Hitler y
revuelta contra Hitler (quien lo diezmó en consecuencia). La destrucción de habría preferido un conservadurismo más ortodoxo. Apenas colaboró con él
las viejas elites y de los viejos marcos sociales, reforzada después de la gue­ hasta la Gran Depresión e, incluso entonces, su apoyo fue tardío y parcial.
rra por la política de los ejércitos occidentales ocupantes, haría posible cons­ Sin embargo, cuando Hitler accedió al poder, el capital cooperó decidida­
truir la República Federal Alemana sobre bases mucho más sólidas que las mente-.con él, hasta el punto de utili_z.ar durante la segunda guerra mundial
de la República de Weimar de 1918-19.33, que no había sido otra cosa que el man,9_de...obra....esclava y de los campos de exterminio. Tanto las grandes
imperio.. derrotado sin el Káiser. Sin duda, el ,n�i_smo tenía un prpgrama como las_pequeñas empresas, por otra parte, se benefi_�jaron de.la expro­
social ·para las masas, que. cumplió parcialmente: vacaciones, d�portes, el piacj.ÓJLQe los ju_g_íos.
«coche.. del pueblo», que el mundo conocería después de la segunda guerra Hay que reconocer, sin embargo, que el f!,t9j�J!!9 e_resentaba algunas
mundial como el «escarabajo» Volkswagen. Sin embargo, su principal logro importantes V{!Jm1j�s para el c-ªpitalque.no..tenían.otros r�gü;nen�s. En primer
fue haber superado la Gran Depresión con mayor éxito que ningún otro lugar, eliminó o venció a la revolución social izquierdista_ y pareció conver­
gobierno,· gracias a que el antiliberalismo de los nazis les permitía no com­ tirse en el principal bastión contra ella. En segundo lugar;süprimi.9 l9�_g!!di­
prometerse a aceptar a priori el libre mercado. Ahora bien, el nazismo, más catoS-Obreros y otros elementos que limitaban los derechos de la patronal en
que un régimen radicalmente nuevo y diferente, era el viejo régimen renova­ su relación con la fuerza de trabajo. El «p.rincipio de liderazgo»-fascista co­
do y revitalizado. Al igual que el Japón imperial y militarista de los años rrespondía al que ya aplicaban la mayor parte de los empresarios. en la re­
treinta (al que nadie habría tildado de sistema revolucionario), era.una- eco­ lación con sus subordinados y_ el fas.cismo 10 legitimó. En tercer lugar, la
nomía capitalista no liberal que consiguió una sorprendente dinamización del des�cción d��l-0s..m�v.imientos.o.breros contribu-yó-a·g-arantizar a los capita­
sistema industrial. Los resultados económicos y de otro tipo de la Italia fas­ lis�s una respuesta muy {ayorable a la Gran Depresión. Mientras que en los
cista fueron mucho menos impresionantes, como quedó demostrado durante Estados.. Unidós el 5 por 100 de la población con mayor poder de consumo
la segunda guerra mundial. Su economía de guerra resultó muy débil. Su vio disminuir un 20 por 100 su participación en la renta nacional (total) entre
referencia a la «revolución fascista» era retórica, aunque sin duda para 1929 y 1941 (la tendencia fue similar, aunque más modestamente igualitaria,
muchos fascistas de base se trataba de una retórica sincera. Era mucho más en Gran Bretaña y Escandinavia), en Alemania ese 5 por 100 de más altos
claramente un régimen que defendía los intereses de las viejas clases diri­ ingresos aumentó en un 15 por 100 su parte en la renta nacional durante . el
gentes, pues había surgido como una defensa frente a la agitación revolucio­ mismo período (Kuznets, 1956). Finalmente, ya se ha señalado que e�_1s­
naria posterior a 1918 más que, como aparecía en Alemania, como una reac­ mg.Jlinaroizá }:'...mo_demiió las_ economías indvs_tliales, aunque no o�tuvo �';Il
ción a los traumas de la Gran Depresión y a la incapacidad de los gobiernos buenos resultados como las democracias occidentales en la plamficac1on
de Weimar para afrontarlos. El fascismo italiano, que en cierto sentido conti- científico-tecnológica a largo plazo.
136 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES LA CAÍDA DEL LIBERALISMO B7

Mussolini e hizo del fascismo un poderoso movimiento político de alcance


IV mundial. La política de expansión militarista agresiva que practicaron con
éxito ambos estados (véase el capítulo V) -reforzada por la de Japón­
. Pr_obab�emente, el fascismo no habría alcanzado un puesto relevante en la dominó la política internacional del decenio. Era natural, por tanto, que una
histona umversal de no haberse producido la Gran Depresión. Italia no era serie de países o de movimientos se sintieran atraídos e influidos por el fas­
por sí sola un punto de partida lo bastante sólido como para conmocionar al cismo, que buscaran el apoyo de Alemania y de Italia y �ado el expansio­
mundo. En los años veinte, ningún otro movimiento europeo de contrarrevo­ nismo de esos dos países- que frecuentemente lo obtuvieran.
luci?n derechista radical �arecía tener un gran futuro, por la misma razón que Por razones obvias, esos movimientos correspondían en Europa casi
habia hecho fracasar los mtentos de revolución social comunista: la oleada exclusivamente a la derecha política. Así, en el sio_�ismo (movimiento encar­
�e��lucionaria posterior a 1917 se había agotado y la economía parecía haber nado en e.ste período por los judíos-askenazíes..que vivíall,..en �uropa), el ala
�mcia�o una fase de recuperación. En Alemania, los pilares de la sociedad del movimiento que se sentía at@ída por el. fascismo -italiano, los «rell-isio­
I��nal, los generales, funcionarios, etc ., habían apoyado a los grupos para­ nistas» de Vladimir Jabotinsky, s� definía como de dei:ecl!�,j�nt0<--a--los
mihtares de la derecha después de la revolución de noviembre, aunque (com­ núcle.9S-Sionis.tas_may.oritacios,_que eran socialistas y lib�rales. Pero aunque
prensible �ente) habían dedicado sus mayores esfuerzos a conseguir que la en los años treinta la infl.Qenc.ia.deLfascismo se dejase sentir a escala mun­
_
nueva repubhca fuera conservadora y antirrevolucionaria y, sobre todo, un dial, entre otras cosas porque era un m0-vi-miento--im�ulsado por_dos �_ten­
estado capaz de conservar una cierta capacidad de maniobra en el escenario cias.....din�micas y activas, fuera..de. .Europa-m>--0*-istían condicjQnes fa�or_�bles
internacional. Cuando se les forzó a elegir, como ocurrió con ocasión del par� .la �p-arici§n� de_ g@P-QL��istas. Por consiguiente, ��ando surgie��n
putsch derechista de Kapp en 1920 y de la revuelta de Munich en 1923 en la .
movimientos fascistas, o de influencia fascista, su defimcion y su funcion
que ".'-dolf Hitl�r d��empeñó por primera vez un papel destacado, ªfl�y�on políticas resultaron mucho más problemáticas.
_
sm nmguna vacilac10n eLstatu quo. Tra�Ja_recuperación económica de 1924 Sin duda, algunas características del fascismo europeo encontraron eco
el Partido Nacionalsocialista quedó regµ_cido �l 2,5-3 po�OOde los votos: en otras partes. Habría sido sorprendente que el muftí de Jerusalén y los gru­
Y en las elecciones de 1928 obtuvo poco más de la mitad de los votos que pos árabes que se oponían a la colonización judía en Pal�stina (y � los �titá­
consig�ió el pequeño y civilizado Partido Demócrata alemán, algo más de .
nicos que la protegían) no hubiesen visto con buenos OJOS el antisemitismo
una qumta parte de los votos comunistas y mucho menos de una décima de· Hitler, aunque choc ara con la tradicional coexistencia del islam con los
parte de los conseguidos por los socialdemócratas. Sin_emhargo,_d.osJ1ños infieles de divers.os credos. Algunos hindúes de las castas superiores de la
má� tarde_ consiguió el apoyo de_roás del 18 por 100 del electorado convir­ India eran conscientes, como los cingaleses extremistas modernos en Sri
tién3ose en el segun.dQ_partido_ªlemán. Cuatro años después, en el v�¡;�o de Lanka, de su superioridad sobre otras razas más oscuras de su propio sub­
19}7, era con diferencia el primer partido, con más del 37 por 100 de los c ontinente, en su condición de «arios» originales. También los militantes
votos, aunqm� no conservó el mismo apoyo durante todo el tiempo que dura­ bóers, que durante la segunda guerra mundial fueron recluidos como proale­
ron las elecciones democráticas. Sin ningún género de dudas, fue. la Gran manes -algunos de ellos llegarían a ser dirigentes de su país en el período
Depres_tó�la que .transformó a Hitler de.un fenómeno de la política m-;il!.al del apartheid, a partir de 1948-, tenían afinidades ideológicas con Hitler,
en eLpos1ble, .y_ luego real,.. dominador de Alemania. tanto porque eran racistas convencidos como por la influencia teológica �e
Ahora bien, ni siquiera la Gran Depresión habría dado al fascismo la las corrientes calvinistas de los Países Bajos, elitistas y ultraderechistas. Sm
fuerza y la influencia que poseyó en los años treinta si no hubiera llevado al embargo, esto no altera la p.r�sa-bás-iea--de--q.u���L (����!�ID.-Q, <!_djfgencja del
poder un movimiento de este tipo en Alemania, un estado destinado por su comynismo,_n.o-at=f-ª1g:Ó:..en..ah&.Ql!!tQ._�n-Asia-y-Afric a ( excepto entre algunos
tamaño, su potencial económico y militar y su posición geográfica a desem­ gru;x;s de europeos) po1q!!e- no-tespondía..a l-ª§._ ���ua�!o��s---:�l;Í�icas.�les.
peñ� un papel político de primer orden en Europa con cualquier forma de Esto es cierto, a grandes rasgos, incluso para Japón, aunque estuviera
gobierno. Al fin y al cabo, la derrota total en dos guerras mundiales no ha aliado con Alemania e Italia, luchase en el mismo bando durante la segunda
impedido que Alemania llegue al final del siglo xx siendo el país dominante guerra mundial y estuviese políticamente en manos de la derec ha. Por
del continente. De la misma manera que, en la izquierda, la victoria de Marx supuesto, las afinidades entre las ideologías dominantes de los componentes
en el más extenso estado del planeta ( «una sexta parte de la superficie del oriental y occidental del Eje eran fuertes. Los jl!P-Qn.e.ses sustentaban con más
mundo», como se jactaban los comunistas en el período de entreguerras) dio empeño que nadie sus convicciones de _s_upetioridad...racial...y--de-la--necesidad
al comunismo una importante presencia internacional, incluso en un momen­ de la. pureza de la raza, así como la creencia-en-fas vLrtud�!__tajJ.� del
to en que su fuerza política fuera de la URSS era insignificante, la conquista sacrifiefo:pe�sonal, del cumplimiento_.estt:ict-0--d_� ói:�en�s...recibidas, de la
del poder en Alemania por Hitler pareció confirmar el éxito de la Italia de abnegª�-ión y del estoicismo. Todos los samurai habrían suscrito el lema de
138 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES LA CAÍDA DEL LIBERALISMO

las SS hitlerianas ( «Meine Ehre ist Treue», que puede traducirse como «El En América del Norte, ni los personajes ni los movimientos de inspira­
honor implica una ciega subordinación»). Los' valores pre_d..9minlµ1tes en la ción europea tenían gran trascendencia fuera de las comunidades de inmi­
sos�dad .japonesa eran la j�!.arqufa rígida, la dedicación total deljndividuo grantes cuyos miembros traían consigo las ideologías de sus países de origen
(en la medida en que ese término" pudiera tener un significado similár al que --como los escandinavos y judíos, que habían llevado consigo una inclina­
se le daba en Occidente) aJa nación y a su divino emperador,::-y.eLrechazo ción al socialismo- o conservaban cierta lealtad a su país de origen. Así,
totakdt la libertad, la igualdad y la fraternidad. Los japoneses comprendían los sentimientos de los norteamericanos de origen alemán -y en mucha
perfectamente los mitos wagnerianos sobre los dioses bárbaros, los caballe­ menor medida los de los italianos- contribuyeron al aislacionismo de los
ros medievales puros y heroicos, y el carácter específicamente alemán de la Estados Unidos, aunque no hay pruebas de que los miembros de esas comu­
montaña y el bosque, llenos de sueños voelkisch germánicos. Tenían la mis­ nidades abrazaran en gran número el fascismo. La parafernalia de las mili­
ma capacidad para conjugar un comportamiento bárbaro con una sensibilidad cias, las camisas de colores y el saludo a los líderes con los brazos en alto no
estética refinada: la afición del torturador del campo de concentración a los eran habituales en las movilizaciones de los grupos ultraderechistas y racistas,
cuartetos de Schubert. Si los japoneses hubieran podido traducir el fascismo cuyo exponente más destacado era el Ku Klux Klan. Sin duda, el antisemi­
a términos zen, lo habrían aceptado de buen grado. Y, de hecho, entre los di­ tismo era fuerte, aunque su versión derechista estadounidense -por ejemplo,
plomáticos acreditados ante las potencias fascistas europeas, pero sobre todo los populares sermones del padre Coughlin en radio Detroit- se inspiraba
entre los. grupos terroristas ultranacionalistas que asesinaban a los políti­ probablemente más en el corporativismo reaccionario europeo de inspiración
cos que no les parecían suficientemente patriotas, así como en el ejército de católica. Es característico de la situación de los Estados Unidos en los años
Kw�n!ung que estaba conquistando y esclavizando a Manchuria y China, treinta que el populismo demagógico de mayor éxito, y tal vez el más peli­
habia Japoneses que reconocían esas afinidades y que propugnaban una iden­ groso de la década, la conquista de Luisiana por Huey Long, procediera de lo
tificación más estrecha con las potencias fascistas europeas. que era, en el contexto norteamericano, una tradición radical y de izquierdas.
Pero el fascismo europeo no podía ser reducido a un feudalismo oriental Limitaba la democracia en nombre de la democracia y apelaba, no a los
con una misión nacional imperialista. Pertenecía esencialmente a la era de la resentimientos de la pequeña burguesía o a los instintos de autoconservación
democracia y del hombre común, y el concepto mismo de «movimiento», de de los ricos, sino al igualitarismo de los pobres. Y no era racista. Un movi­
movilización de las masas por objetivos nuevos, tal vez revolucionarios, tras miento cuyo lema era «Todo hombre es un rey» no podía pertenecer a la tra­
unos líderes autodesignados no tenía sentido en el Japón de Hirohito'" Eran el dición fascista.
e�é�:it�_Jrcldición -prusianas, ..más que Hitler, los que encajab_an...e_o._su Fue en América Latina donde la influencia del fas�istnQ_ -�llropeo _resultó
v1s10_!!_4el _mundo. En resumen, a pesar de las similitudes con el nacionalso­ abierta y rec����id-;� t�nto sobre personajes como el colombiano Jorge Elie­
cialismo alemán (las afinidades con Italia eran mucho menores), ··)apón..no · cer Gaitán (1898-1948) o el argentino Juan Domingo ��rón (1895-1947),
era fa.§.�is...ta. como sobre regímenes como el Estado Novo (Nuevo Estado) brasileño de
···· En cuanto a los estados y movimientos que buscaron el apoyo de Alema­ Getuli.Q_Vargas de 1937-1945. De hecho, y a pesar de los infundados temores
nia e Italia, en particular durante la segunda guerra mundial cuando la victoria de Estados Unidos de verse asediado por el nazismo desde el sur, la princi­
del Eje parecía inminente, las razones ideológicas no eran el motivo funda­ pal repercusión del influjo fascista en América Latina fue de carácte_r:_ inter­
mental de ello, aunque algunos regímenes nacionalistas europeos de segundo no. Aparte de Argentina, que apoyó claramente al Eje -tanto antes como
orden, cuya posición dependía por completo del apoyo alemán, decían ser de�¡més de que Perón ocupara el poder en 1943-, lós_g?bie�os del hemis­
más nazis que las SS, en especial el estado ustachá croata. Sería absurdo con­ ferio occidental participaron en la guerra al lado de Estados Umdos, al menos
siderar «fascistas» al Ejército Republicano Irlandés (IRA) o a los nacionalis­ de forma nominal. Es cierto, sin embargo, que en algunos..países suramerica­
tas indios asentados en Berlín por el hecho de que en la segunda guerra mun­ nos el ej. ército había sido or�i:@9Jt s.egún _el sistema ale_mán o entrenado
dial, como habían hecho en la primera, algunos de ellos negociaran el apoyo por..cuadros .alemanes o incluso nazis.
alemán, basándose en el principio de que «el enemigo de mi enemigo es mi No es difícil explicar la influencia del fascismo al sur de Río Grande.
amigo». El dirigente republicano irlandés Frank Ryan, que participó en esas Para sus vecinos del sur, Estados Unidos no aparecía ya, desde 1914, como
negociaciones, era totalmente antifascista, hasta el punto de que se enroló en un aliado de las fuerzas internas progresistas y un contrapeso diplomático de
las Brigadas Internacionales para luchar contra el general Franco en la gue­ las fuerzas imperiales o ex imperiales españolas, francesas y británicas, tal
rra civil española, antes de ser capturado por las fuerzas de Franco y envia­ como lo había sido en el siglo XIX. Las c�:mquistas_imperiali-stas--de-Estados
do a Alemania. No es preciso detenerse en estos casos. Unidos. a costa de España en 1898, la reY.olución mexicana y el des.arr.Q!� de
Es, sin embargo, innegable el iqipacto ideológico del fascismo eu_r.opeo la prº®�...C.ión .deL.pe.tr_óleo_y de los plátanos hizo surgir un a.!!.!iiJ!l�ria!ismo
en el co�tinente americano. antiyanqui-en Ja polític.a. l_a!�noamericana, que la afición de Washington a uti-
141
140
LA CAÍDA DEL LIBERALISMO
LA ERA DE LAS CATÁSTROFES

era la clase obrera y su m aquinaria política era una especie de partido obr�­
lizar la diplomacia de la fuerza y las operaciones de desembarco de mari nes ro organiza do en torno al movimiento sindi cal que él impulsó. En Brasil,
duran te el primer tercio del sigl o no contribuyó a menguar. V íctor Raúl Haya
Getulio Vargas hizo el mismo descubrimiento. Fue el ejército el que le derro­
d� la �orre, fu? dador de la antiimperialis ta APRA (Alianza Popular Revolu­
có en 1945 y le llevó al suicidio e n 1954 , y fue la clase obrera urbana, a la
c10naria Amen cana), con a mbición de extenderse por toda Améri ca Latina
que había prestado protección social a cambio de su ªP?Yº polític�, la que le
aunque de hecho sól o se implantara en su Perú natal, proyectaba que su�
lloró como el padre de su pueblo. Mientras que los regimenes fascistas euro­
fuerzas rebeldes
_ fuesen entrenadas por cuadros del rebelde antiyanqui Sandi­ peos aniquilaron los mo.vin:uentos obrerQs, l��:Jl.irigentes._ latinQ;mie�cru:i?s
no en Nicaragua. (La larga guerra de guerrillas que libró Sandino contra la inspirados por él fuel;s>n �us _�f�.c!.d.otes. Con md�pendencia de su �h�cion
o�upació n esta dou ni dense a partir d e 1927 inspiraría la revol uci ó n «sandi ­
_ intelectual, no puede decirse que se trate d e la rrnsma clase de movirrnento .
msta» en Ni caragua en los años ochenta.) Además, en la década de 1930
Estados Unidos , de?ilitado por la Gran Depresión, no parecía una potenci�
tan Pº?eros a y dommante como antes. La dfCͧ!ÓJlii� Fra�!din D. Roosevelt V
de olvi,garse d . e
. Jas - ca ñoner�� y de los marines de sus p.r.edecesores--podía ver­
;
se no solo com o una «polí-tica_ d�_P_!:1�_11--ª-YYC.indad», sino tambi én, err_ónea ­
texto del declive y caí­
m�.!�:. como un signQ..d�.QebiJtcJ.Jld. En res umen, en los años treinta América Con todo, esos movimientos han de verse en el con en es cierto que el
l er de l s tá tr fe , pues si bi
da del liberalismo en
s o s
Lattñá no se sentía inclinada a dirigir su mirada hacia el norte. a a a ca
n más dramá�ica del_ retro­
Des?e _ la óptic a del otro lado del Atlántico, el fascism o parecía el gran ascenso y el triunfo del fascismo fueron la expre�ió
e e retroc e , m luso en los anos tremta, en
ceso liberal es erróneo considerar
so c
�c�ntecim1ento de la década. Si había en el mundo un modelo al que debían s
capítulo es necesario, por
imitar los �uev os políticos de un continente que siempre se había inspirado función únicament� del fascismo. Al concluir este no. Y mpezar clarifi-
tanto, preguntarse cóm o debe explic ar e e s te fe n óme �
e� las regi ones culturales hegemónicas , esos lídere s potenciales de países s
i mo con el nacion�1smo.
sie1:1pre en bu sca de la receta que les hiciera modernos, ricos y grandes, cando la con fu ó que i de n tifica al fa sc s .
a estimular lru¡ p_!\§_10-
si n
hab1an de e?co?tr'":lo �i? dud� �n Berlín y en Roma, porque Londres y París Es innegable que los m.pvimei ntos fascistas tendíanón católica los estados
ya no ofrecian msp1rac1on pohtica y Washington se había retirado de la esce­ nes y_pr�uicios nacionalistas, aun
que por su inspiraci
P ortugal y Austria en 1934-1938, .
reserva­
na. (Moscú se veía aún como un modelo de revolución social , lo c ual l imita­ corporativos semifascistas, co m o
nte.
e cre difere
ban su odio mayor par a los pueblos y naciones ate tas consiguieran atraer a
os o d do
ba su atractivo político. ) fas i
Por otra parte, era difícil que los mov i mient os c s .
. Y, sin embargo, ¡ cuán diferentes de sus modelos europeos fueron las acti­ los nacionalistas en los países conquistados y ocup esta os sob e sus pro­
ados por Alemania o Ita­
vidades y los logros políticos de unos hombres que reconocían abiertamente
lia, o cuyo destino dependiera de la victoria de est es, Pai�ses BaJOS, �
os
su deuda i ntelectual para con Mussolini y Hitler! Todavía recuerdo la con­ (Fl Esc�­
moción que sentí cuando el presidente de la Bolivia revolu cionaria lo admi­ pios gobierno ional e s. E n algu nos casos and
s nac
lema e m p e e un grupo racial
dinavia), podían identificarse con
n s co o art d
tió sin la menor vacilación en una conversación privada. En Bolivia, unos los a
e t má s adecuado (fuertemente
teutónico más amp , per u pl te a m i n o
soldados y políticos que se inspira ban en Alemania organizaron la revol ución
o n an
) era, para­
lio
c tor Goebbels dur�nte l a gue�a
de1952, que nacionalizó las minas de esta ño y dio al campesinado indio una apoyado por l a propa ganda del do
. A em !_lEt-�J a,_ _con�14e _ r_ ªdª_ �º�º
dójicamente, de carác ter
ref?1;11ª a�raria �adi�al. En C�lombia, el gran tribuno popular Jorge Eliecer intern acion alista l a
eo, el mamdo
el corazón y la única garantía de un futuro orden europ con
Gai�an, leJ os de mclmarse hacia la derecha, lleg� a ser el dirigente del parti­ Se tr ta e un a fase �el d�sarro­
re"cúrso a Carlomágno ·y al t mu nis mo. a d
do liberal �· como preside nte, lo habría hecho evolucionar con toda seguridad
an ico
_ no les gusta detenerse a los histo
nadores
en un sentido radical, de no haber sido asesinado en Bogotá el 9 de abril de llo de la idea de Europa en la que
guerr . L uni e m tare s no ale� a­
194.8, a� on te�imient o _q�e provocó la inmediata insurrección popular de la de la Comunidad Europea de l a p os a as dad s ili
a germana en l a segunda guerra
mundial,
capital (mc lmda la pohcia) y la proc la mació n de comunas revoluci onarias en nas que lucharon bajo la bander
SS, re t ban ge er lme te e se el emento
encuadradas sobre tod o en las sal a n a n
n�i:neros os �unicipi�s del país. Lo .9�� !Qffiª1'Q.n �eLfa�gsmQ __ �_µrºpeo los
transnacional. . , .
dingentes_latll;1.Q�!Jlen c cl!).QS_ fo� lª- éllviniza�ió� de líderes -�i�tªs__ ililo.ra­ 0� nacionali�mos sim-
do�__ por s u. ac t�v1smo. Pero las qiasas cuya movilizadóñpretendían, y consi­ Por otra parte, es evidente también que no todos1. c1o nes de Hitl er, Y en
gmeron, �o eran aquellas que temían por lo que pudieran perder, sino las que patizaban con el fascismo, y no sólo porque las amb1 amen z a para algunos de
menor medida las de Mussolin i, s upo ní an una a
nad�.teman que perder, y los_enemigos contra los cuales las movilizaron no ( pítulo VJ, � movi­
ellos, como los polacos o los checos. Como verempaíses_un.. p.atno.1!§.IDO-- de
os ca
eran._extranjeros y grupos marginal es (aunque sea innegable el contenid� 1l ó e ·atgun
ant_ isemi�a en los peronistas y en_ �tros grupos políticos argenti nos), §i-n.o....rla lización, contra-el -fas cismo · imp'i s n os

ohgarqma >i, los. ne os ,. l a c la se dmge n te loe.al. El apoyo principal de Peró n i zq.uie.r.da � sobre todo durante
la guerra, en la que la resistencia al Eje se
142 LA CAÍDA DEL LIBERALISMO 143
LA ERA DE LAS CATÁSTROFES

encarnó en «frentes nacionales», en gobiernos que abarcaban a todo el espec­ patronos y los trabajadores organizados,-que-la.había mantenido a flote. La
e
tro político, con la única exclusión de los fascistas y de quienes colaboraban industria y el gobierno consideraron que no tenían otra opción . que la . d
s y s ciales, y el esemple generali za h i zo
con los ocupantes. En términos generales, el alineamiento de un nacionalis­ imponer recortes económic o o d o do

mo local junto al fascismo dependía de si el avance de las potencias del Eje el resto. A mediados de _1932 los na,cienalsocialis.tas . .y.J.os-Gomu-ni-stas obtu­
podía reportarle más beneficios que inconvenientes y de si su odio hacia el vieron la may..oría_absolu.ta de-los.vo,tos . .alemanes y l os partidos co�prome­
comunismo o hacia algún otro estado, nacionalidad o grupo étnico (los ju­ tidos con la República quedaron reducidos a poco más de un tercio. A la
díos, los serbios) era más fuerte que el rechazo que les inspiraban los alema­ inversa, es innegable que la estabiliqad de. los regíin�nes demoefáticos tras

nes o los italianos. Por ejemplo, los polacos, aunque albergaban intensos la segunda guerra-mundial, empezando por-el de l� nueva República F:d
sentimientos antirrusos y antiju díos, apenas colaboraron con la Alemania ral de Alemania, -��-.ci_ me_l!tÓ en el milagw ecgnóm ic o de es,tos an o s (vease
y
nazi, mientras que sí lo hicieron los lituanos y una parte de la población de el capítulo IX). Allí donde los gobiernos pueden rec!istri-1:?JJ.ir: lo sufici�nte
n de un mvel e _vida en
Ucrania (ocupados por la URSS desde 1939-1941). donde la mayor parte de los ciudadanos disfruta
d
d .
¿ Cuál es la causa de que el liberalismo retrocediera en el período de asc�nso, la temperatura de la política democrática no suele s�bir demasia ?
�l �pn_ s enm tienden a.prev �
_ l��er, pues mclus o lo s mas
· entreguerras, inclus o en aquellos países que rechazaron el fascismo ? Los El co rnpr o mis o . . y_ -
la
radicales, socialistas y comunistas occidentales de ese período se sentían apasionados partidarios del derrocamiento d�l capitalismo encuentran
e en la práctica que en la te ría, f! , ncluso l os defen­
inclinados a considerar la era de la crisis mundial como la agonía final del situación más tolerabl o i

sistema capitalista. El -c.ªp_italismQ,_ �:tJ}�aban, no_.podía pennitir�_�_seguir sores a ultiá��a d�l capitalismo aceptan la existencia desistemas de seguri­
gobernando mediante la democracia parJ�ent.aria y con una serie de liberta­ da<L.i<?.f 1�f'y'de )_1_egoc-iaeiones _ con \os sindicatos
para fijar las subidas sala­
des que, por otra parte, habían constituido la base' de los movimientos obre­ riales y otros beneficios.
ros reformistas y moderados. La buntyesía, enfrentada a unos problemas eco­ Pero, como demostró la Gr_an Depresión, esto es sólo una parte de la re�-
nómicos insolubles y/o a una clase obrera cada vez más revolucionaria, se puesta. Una situación muy similar ·..:._1a ��g�tiva de los trabajador(?� organ�­
veía ahora obligada a recurrir a la fuerza_ y a la co�rción, esto es, a algo simi­ zadq�.. ª acep�8:1.:J�� re<?ortes impu_es�os po_r _l_ a Depresión---:- llevó al hu?di ­
lar al fascismo. miento, del sistema_p_;rrlam.entario y, finalmente, a la candidatura de Hitler
Como quiera que el capitalismo y la democracia liberal protagonizarían para la Jefátura del gobierno· én Alémania, mientras que en Gran Br�taña sólo
un regreso triunfante en 1945, tendemos a olvidar que en esa interpretación entrañó el cambio de un góbiemQ laborista .a, un ��gobierno nacional» (cg_º­
.•
había una parte de verdad y mucha retórica agitatoria. Los sistemas democrá­ servador), pero siempre dentro de un sist�ma parlan.ientario esté:lb_l�)' sólido
ticos no pueden funcionar si no existe un consenso básico entre la gran mayo­ La Depresión nó supuso la suspensión automática o la atiólición de la demo­
ría de los ciudadanos acerca de la aceptación de su estado y de su sistema cracia representativa, como es patente por las consecuencias políticas �ue
social o , cuando menos, una disposición a negociar para llegar a soluciones de conllevó en los Estados Unidos (el New Deal de Roosevelt) y en Escandma­
compromiso. A su vez, esto último resulta mucho más fácil en los momentos via (el triunfo de la socialdemocracia). Fue sólo en América Latina, en que la
s
de prosperidad. Entre 1918 y el estalli do de la segunda guerra mun dial esas economía dependía básicamente de las exportaciones de uno o dos producto
primarios, cuyo precio experimentó un súbit y pr �un hun � imient ?. (véa­
condiciones no se dieron en la mayor parte de Europa. El cataclismo social o o do

parecía inminente o ya se había producido. El miedo a la revolución era tan se el capítulo 111), donde la Gran Depresión se traduj o en la cai�a �as1 inme­
intenso que en la mayor parte de la Europa oriental y suroriental, así como en diata y automática de los gobiernos que estaban
en el poder, pnncipalmente
cia e g lpes militare s. Es necesari o añadir, por lo demás,
una parte del Mediterráneo, no se permitió prácticamente en ningún momen­ como consecuen d o
to que los partidos comunistas emergieran de la ilegalidad. El abismo insupe­ _ que en Chile y en Colombia la transformación política se produjo en la direc-
rable que existía entre la derecha ideológica y la izquierda moderada dio al ción opuesta.
traste con la democracia austriaca en el período 19 30-1934, aunque ésta ha La v_ulnex;wfü.d.ad de la ROlíticaJiberal estribaba en que§u. forma car_acte-
_ er
fl orecido en ese país desde 1945 con el mismo sistema bipartidista constitui­ rística de¡obiemo , la democracia representatjva, deqiostró pocas vece� s.
e
do por los católic os y los socialistas (Seto n Watson, 1962, p. 184). En el dece­ una-fo_rma_��mvin<tente de dirigir los estados, y las condiciones de la era dy
las catiitrqfes no le ofrecier n las c n ici nes que p ían hacerla . .viable
nio de 1930 la democracia española fue aniquilada por efecto de las mismas o o d o od

tensiones. El contraste con la transición negociada que permitió el paso de la eficaz.


dictadura de Franco a una democracia pluralista en los años setenta es ver da­
deramente espectacular. 4. En 1931, el gobierno laborista se dividió sobre esta cuesúón . Algunos di?gente� l�bo ­
La principal razón de la cafd a de la República . de--Weimar fue que la.. ristas y sus seguidores liberales apoyaron a los conservadores, que ganaron las elecc10nes siguien­
Qran Depresión hiz o imposible mantener el pacto tácito entre el estado, los tes debido a ese corrimiento y pennanecieron cómodame nte en el poder hasta mayo de 1940.
LA CAÍDA DEL LIBERALISMO
145
144 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES

· o CQ_J! dos o_ tres,


La PQlllera de esas. condiciones era que gozar.a-del--eonsens.o_y�pta­ ci91tale�, cada.u-ntK i� ,ellos id_enti_ -- --ficado--con-una · ;--e- · a-lo-sum
enor- de -�us-1-ront..eras.
&.

ci:§g ge�er�!es. La democracia se sustenta en ese consenso, pero no lo pro­ de las-Gom u!lÍdad e s étnica sexist e nt e s-en-- - �1- - mt .
los g b1er­
duce, aunque en las democracias sólidas y estables el mismo proceso de vota­ La terc..era-condición que hacía posible la democraci� era que .. gobi�erno.
nsa..de
ción pe riódica tiende a hacer pensar a los ciudadanos -incluso a los que nos democráticos no tuvieran que desempeñar...unaJahor..mte
rnar c�mo para
forman parte de la minoría- que el proceso electoral legitima a los gobiernos Los parlainentos se habían CCUl��ituido nQ; t�n,to. para g_9b�
qu _ -lo hacían , funció n que todavi a e s eviden �e en
surgidos de él. Pero en el período de entregtierras muy pocas democracias conu:olir ef poder de los e

eran sólidas. Lo ci e rto es que hasta comi enzos del siglo xx la d emocracia Ia;-;�la�ion es entre- el Congreso y la preside ncia d e los Estado � Umdos.
como- fr nos. y qu , sin embar go, tuvi er n..q.ue
existía en pocos sitios aparte de Estados Unidos y Francia (véase La. era del Eran mec..anismos concebidos- e e ?
moto _ s . Las-a' s ambl as -- -sob eran,as el egidas por � ufragio res­
imperio, capítulo 4). D e hecho, al menos diez de los estados que existían en actµar. como re e

Europa después de la primera guerra mundial eran completamente nuevos o tringido -aunque de extensión creci e nt e - � ran cada v e,z .mas fr
'.
e cu � � es
n
r voluci on s, p ro la soci dad burgu esa decimon�mca
tan distintos de sus antecesores que n o tenían una legitimidad especial para desde la era de las e e e e
e sarrollana no
sus habitantes. Men os eran aún las democracias estables. La crisis es el asumía que la mayor parte d e la vida de sus ciuda�anos se d
rno sino n la d la conom ta auto e gula�a Y e el
en la e sf era del gobi � . �
e e
rasgo característico de la situación política de los estados en la era d e las
e e
civil»). La
catástrofes. mundo de las asociaciones privadas e informales («la sociedad _ de as ­
edio
La segunda cendición era_ un __ ci�rto grado de compatibili- dad- entrn--los sociedad burguesa esquivó las dificultades de gobernar por m una accion ��
s en dos formas : no sp rando d e los parlamentos
diferéntes-cemponentes del «pueblo», cuyo voto sob�rano habfa-de..�rgli­ bleas elegida e e
e la labor de
n ar el gobierno común. La teoría ofici�I de la soci edad burguesa lib eral no
de gobierno o incluso legislativa muy intensa: y velando por qu
d admini stració n- pudi ra d sarroll ars e a pes de las
gobierno -o, m e jor, e e � 3;
recon ocía al «pueblo» como un conjun to de grupos, comunidades u otras h e�os _vist� (véase e_l capitulo 1),
extravagancias de los parlamentos. �om�
colectividades con intereses propios, aunque lo hicieran los an tropólogos, los entes Y per­
sociólogos y los políticos. Oficialmen te, el pueblo, concept-0 teórico más que la existencia de un cuerpo de func1onanos pubhcos mdepend1 los estados
manentes se había con vertido en una caract e rística es e ncial d e
un conjunto real de seres humanos, con�istía en un conjun to de_indiriduos fundamental
modernos. Que hubiese una mayoría parlamentaria s?lo era scendent s Y
ind�p�n �i����_s_ c;_uyos votos se sumaban para constituir mayQ�_L_m.inorías donde había que adoptar o aprobar decisione s e j e cutivas tr � �
controvertidas, y donde la tarea de organizar ? .mantener un nucl�o o , pues
aritm.étj.__c��· que se traducían, en asambleas dirigidas..�RII!.e>..goQ��.!!1ª)'0ri­ suficien­
truiQ�_y_c¿C>,!!_�posi<;.�on��-rajn9ritarias. La democracia era viable allí donde el te de seguidores era la labor principal de los dmgentes de �os gobi�rn �
J ecuttvo no
voto democráti_cqjba más allá de las divisiones de la población nacional o (excepto en Nort eamérica) en los regímenes parlamentanos el e d n e el
donde era ¡iosible conciliar o desactivar los conflictos internos. Sin embargo, era, por regla g eneral, el egido directame
nte. En aquellos estados ? �
en una erª_ de- re voluciones- y de tensiones. sociale��. Ja_no� era la lucha de limitad o ( l l ctorado e staba formado p�m.cipal­
derecho de sufragio era e e e
clases__trasladada ª Lct.Q.<;>_lítj�_a y.. no la_ Pé!Z e�tr�-1� diversas__da_se_ s¿La-intransi­ m nt po los ricos, los pod e rosos o una minorí a influyente). ese obJ e?vo �e
és colectivo (el «mteres
e e r
gencja ideológ��a y_ qe clase podía hacer naufragar al- gobiemu_d_emoorátieo. veía facilitado por el consenso acerca de su int er
Además, ef ioiµe...acu.erd O--d e paz de_l 2..18 -ITI.YJtiplicó lo que ahora, cuando el nacion al»), así como po r el r e curso d e l patrona zgo . . e er de
siglo XX llega a su final, sabemos que es un vin,ts fatal para la--d�9Cracia: la Pero en el siglo xx se m_u.Jtiplicaron-las ocas10nes en las qu . �aba
di.visión del cuerpo de ciudadan_os e 11Jl}n<;ión de criteriQ�_�tnico-nacionales-o qu los go!:J.i rnos gobem ar an. El estado que se l11mt
impolj:ancia crucial e e
_ _ ,
econonua Y
religiosos (Glenny, 1992, pp. 146-148), como en la ex Yugoslavia y en Irlan­ a proporcionar las normas básicas para el funcionamiento de la s para
armada
da del Norte. Como es sabido, tre ... comunidades étnico-religiosas que votan de la sociedad, así como la policía, las cárceles y las f�erzas obsoleto.
en bloque , como en Bosnia; do� comunidades irr econciliables, como en el afrontar todo tipo de peligros, internos y externos,. habia quedado ias _ de
era la riqp_ � za __ )' Ja p_.r_ os.
. p n_ d ad. Las d emocrac
Ulster; sesenta y dos partidos políticos, cada uno de los cuales representa a La cuarta condición e
la contrarr ­
una tribu o a un clan , como en Somalía, no pueden constituir los cimientos los años veinte se quebraron bajo la tensión de la r�volució� y es �Polom�a
y Portug al) o d los confltc tos nacion al
de un sistema político democrático, sino -a menos que un o de los grupos volución (Hungría, Italia e
tensiones de
enfrentados o alguna autoridad externa sea lo bastante fuerte como para es­ y Yugoslavia), y en los años treinta sufrieron los efectos de l�. a de la Ale -
tablecer un dominio no democrático- tan sólo de la inestabilidad y de la la crisis mundial. No hace falta sino compa rar la atmósfe ra poht1c
guerra civil. La.caída de los tres imperios-111ultinacional es.. .de-Au-s-tria-Hun­
góa, Rusia y Turquía significó la sustitucjpn de tres e$tados..supranaci<;males, en Occidente �orno en ?ne�te, la
5. En los años ochenta se dejaría oír con fuerza, tanto _
cuyos gobiernos eran n eutrales con respecto a ías numerosas na_c�ion alidades ía un retomo totalmen te imposible a un siglo XIX 1deahzado,
retórica nostálgica que persegu
so�re las que gobernaban, por un número mucho mayor_de estados multina- basado en estos supuestos.
147
146 LA ERA DE LAS CATÁSTROFES
.
LA CAÍDA DEL LIBERALISMO
.
. eró que la de mocr acia
se revitalizaría
mania de Weimar y la de Austria en los años veinte con la de · la Alemania Lewis, 1935). Nadie predi. jo, m esp q'ue al principio de los años noventa
Federal y la de Austria en el período posterior a 1945 para comprobarlo. In­ después de la guerra y much� menosla a redominante de gobierno en
cluso los conflictos nacionales eran menos difíciles de solventar cuando los sería, aunque fuese por po_ co tiempo� ��:nro analizan lo ocurrido en el
políticos de cada una de las minorías estaban en condiciones de p�veer ali­ todo el planeta. P�a qmen�s e; es es, la caída de los siste
­
e as os �uerras mundial
e

me0:tos suficientes para toda la población del- estado. En ello residía-Hcfo�::. perí odo com p ndid o entr ista s c lar del
.,
mterrupc10 n n s con
mas políticos liberales es una breve r
re
lez�A�LPartido :Agré!tio en la única_ d�Jno.cracia é!Uténtka _ge Jª_Eyrnp-ª._cen­ incerti-
e u

ª 1 u evo Jenio las


e u u

Por d sgra cia, conf orm e s� ap


trQo!:_Í�!!tal, Checoslovaquia: en que ofrecía b�qeficios aJ,oq9s_lo_Lg&os planeta. ��: n� p:recen ya tan remotas. Es
dumbres que rodean a la ,democraci�:�;e:o lamentablemente, en un perío­
e
nacionales. Pero en. los años treinta, ni siquiera Checoslovaquia podía man­
tener juntos a los checos, eslovacos, alemanes, húngaros y ucranianos. posible que el mundo_ este entrando
tan evidentes como lo parecían ent
do en que sus ventaJas no parezcan
re
En es� circuns.t�!!_cias, la d em��a�ia era más bien un II_leCª!!!�!JlQ_ para
formalizar_las divisiones en_tre grupos.irreconciliables. Muchas veces, no cons­ 1950 y 1990.
tituía una base estable para un gobierno democrático, ni siquiera en las mejo­
res circunstancias, especialmente cuando la teoría de la representación demo­
crática se aplicaba en las versiones más rigurosas de la representación propor­
cional.6 DQ11de en las épocas de crisis no ��istía.. JJ!I� mayoría__ parlamentaria,
como ocurrió en Alemania (en contraste eón Gran Bretaña),7 la tentación de
pensa!: en otras formas de gobierm>_�r_::i._ Il)uy.Juerte. Incluso en las democracias
estables, muchos ciudadanos consideran que las divisiones políticas que impli­
ca el sistema son más un inconveniente que una ventaja. La propia retórica de
la política presenta a los candidatos y a los partidos como representantes, no
de unos intereses limitados de partido, sino de los intereses nacionales. En los
períodos de crisis, los costos del sistema parecían insostenibles y sus benefi­
cios, inciertos.
En esas circunstancias, la democracia parlamentaria era una débil planta
que crecía en un suelo pedregoso, tanto en los estados que sucedieron a los
viejos imperios como en la mayor parte d el Mediterráneo y de América Lati­
na. El más firme argumento en su favor --que, pese a ser malo, es un siste­
ma mejor que cualquier otro- no tiene mucha fuerza y en el pe ríodo d e
entreguerras pocas v eces resultaba realista y convincente . Incluso sus defen­
sores se expresaban con poca confianza. Su retroceso parecía inevitable, pues
hasta en los Estados Unidos había observadores serios, pero innecesariamen­
te pesimistas, qu e señalaban qu e también «pu ede ocurrir aquí» (Sinclair

6. Las incesantes modificaciones de los sistemas electorales democráticos -proporcio­


nales o de otro tipo-- tienen como finalidad garantizar o mantener mayorías estables que per­
mitan gobiernos estables en unos sistemas políticos que por su misma naturaleza dificultan ese
objetivo.
7. En Gran Bretaj'ia, el rechazo de cualquier forma de representación proporcion¡¡l ( «el
vencedor obtiene la victoria total») favoreció la existencia de un sistema bipartidista y redujo la
importancia de otros partidos políticos (así le ocurrió, desde la primera guerra mundial, al otro­
ra dominante Partido Liberal, aunque continuó obteniendo regularmente el 10 por 100 de los
votos, como ocurrió todavía en 1992). En Alemania, el sistema proporcional, aunque favoreció
ligeramente a los partidos mayores, no permitió desde 1920 que ninguno consiguiera ni siquie­
ra la tercera parte de los escaños (excepto los nazis en 1932), en un total de cinco partidos mayo­
res y aproximadamente una docena de partidos menores. En la eventualidad de que no pudiera
constituirse una mayoría, la constitución preveía procedimientos de emergencia para el ejercicio
del poder ejecutivo de manera temporal, esto es, la suspensión de la democracia.

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