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LA ETICA DE LA CONDUCTA MINISTERIAL

LA ÉTICA DE LA CONDUCTA MINISTERIAL

La palabra ética viene de un vocablo griego que se define como carácter. Ética es la parte de la filosofía
que trata la valorización moral de los actos humanos, y es un conjunto de principios y normas que
regulan las actividades humanas. "Es la ciencia de la moralidad", entendiéndose por moralidad el
conjunto de juicios que la gente hace referente a lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, en las
relaciones interiores o entre individuos.

La palabra ética viene de un vocablo griego que se define como carácter. Ética es la parte de la filosofía
que trata la valorización moral de los actos humanos, y es un conjunto de principios y normas que
regulan las actividades humanas. "Es la ciencia de la moralidad", entendiéndose por moralidad el
conjunto de juicios que la gente hace referente a lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, en las
relaciones interiores o entre individuos.

Concluimos diciendo que la ética tiene como objectivo orientar a las personas a fin de que sepan cómo
deben proceder para que su vida sea correcta, especialmente en relación con el bien y el mal.

DEFINICIONES

1.LA ÉTICA CRISTIANA

En cambio la ética cristiana "es la ciencia de la conducta humana, tal como está determinada por la
conducta de Dios".

Cuando hablamos de ética cristiana, estamos pensando en la conducta que debe observar el cristiano
en todo momento y en toda circunstancia. El apóstol Pedro escribe: "Como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó
es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos,
porque yo soy santo" (1 P 1.14-16).

La ética cristiana nos desafía a mejorar nuestra manera de vivir porque demanda que vivamos según las
normas de santidad que Cristo vivió. El apóstol Juan escribe: "El que dice que permanece en él debe
andar como él anduvo" (1 Jn 2.6).

La ética cristiana sólo puede vivirla plenamente el cristiano, ya que solo él puede alcanzar ese nivel de
conducta como resultado del poder del Espíritu Santo obrando en su vida. En Romanos 8.5-6, el apóstol
Pablo nos explica: "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
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Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del
Espíritu es vida y paz".

Cuando el apóstol Pablo escribe sus cartas explica el cambio de vida que debe experimentar toda
persona después de aceptar a Cristo como salvador (Ef 4.17-32). Declara que los que están en Cristo
son una nueva criatura y que las cosas viejas, las formas de vida, y aun las motivaciones deben ser
hechas nuevas (2 Co 5.17). El cristiano debe ser un ejemplo de vida para el mundo sin Cristo, tanto en
su conducta personal como en su relación con la familia, la sociedad y las autoridades (Ef 5.21, 6.9).

2.LA ÉTICA MINISTERIAL

Es el conjunto de normas escriturales que rigen los ministros cristianos tanto en la esfera de las
motivaciones como en la de sus acciones y que determinan su conducta en relación con Dios, la
sociedad, su familia, su iglesia, la denominación a la que pertenece y las instituciones cristianas.

Es importante notar que llamamos ministro a todo cristiano que desarrolla un ministerio de liderazgo
dentro de la iglesia, en su denominación, o dirigiendo un ministerio o entidad de servicio.

LA NECESIDAD DE ESTE ESTUDIO

Somos parte de una sociedad sin Dios que está gobernada por un relativismo moral alarmante. Hay una
falta total de ejemplos de ética en todas las esferas. En el periódico La Nación, salió un artículo titulado
"El fracaso moral de la civilización", en el cual se expresa: "Desde el Decálogo de Moisés a través de
toda la poderosa influencia moral del cristianismo, la civilización occidental había mantenido
tenazmente un conjunto de reglas morales y de principios éticos que constituían la base misma de la
educación y de la conducta civilizada.

El reconocimiento de esos grandes principios morales llegaban a conformar una manera de distinguir
fácilmente entre lo que era el bien y lo que era el mal. Lo que ha ocurrido desde la Primera Guerra
Mundial equivale a una inmensa hecatombe moral de nuestra civilización. Se ha ido estableciendo
tenazmente un divorcio entre los principios éticos y las realidades de la vida social, con inmensas
consecuencias destructivas del ideal mismo de una civilización digna de ese nombre".

Lo grave es que ese relativismo moral y la filosofía hedonista de nuestra decadente sociedad ha
ingresado a las iglesias.

1.LA SOCIEDAD

Todos conocemos la situación moral de nuestros países latinoamericanos. Nuestros dirigentes no son
un modelo de conducta ética. La mentira, la vida ostentosa, el fraude, la corrupción, la impunidad, la
falta de justicia y de seguridad y un nivel de transgresión generalizado han creado un ambiente de
libertinaje.

Los medios masivos presentan, además, como súmmun de felicidad, el tener cosas, el ser exitoso,
aunque no virtuoso. Propone disfrutar de la vida, pero sin responsabilidad. Por otro lado las mafias de
la droga y la pornografía así como los grandes emporios de la diversión, han abierto las puertas a todo
tipo de posibilidades de placeres sin pensar en el daño que hacen.
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Pareciera que el apóstol describe nuestra sociedad moderna cuando dice: "Estando atestado de toda
injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños
y malignidades.... quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son
dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican" (Ro
1.29-32; véase 1 Ti 3.1-5).

Frente a estas situaciones nos preguntamos: ¿Qué es correcto hoy? ¿Quién lo determina? Nuestra
sociedad no puede. Sabemos que como cristianos evangélicos esa es nuestra responsabilidad, pero
¿tenemos la capacidad y la disposición para hacerlo? Jesús dijo que somos la sal de la tierra, pero que si
la sal pierde sus propiedades y no cumple su función "no sirve más para nada, sino para ser echada
fuera y hollada por los hombres" (Mt 5.13). ¿Estaremos perdiendo nuestra capacidad de ser sal?

2.LA IGLESIA

Al analizar la conducta de muchos líderes y congregaciones evangélicas, nos asombra encontrar un


relativismo moral similar al que rige a nuestra sociedad sin Dios. Pero peor aun es descubrir en nuestras
iglesias y en ministerios cristianos los mismos pecados, las mismas situaciones censurables que
encontramos en nuestra sociedad contemporánea.

En esas congregaciones no se viven la santidad, la pureza, el amor, la verdad, la humildad y el respeto o


temor a Dios. Algunos líderes obran como si fueran dueños de las congregaciones, de los ministerios y
de los recursos, cayendo en los mismos excesos y pecados que condenan en los líderes que no son
cristianos. Bien se expresó Cipriano cuando dijo: "Los pecados de los cristianos han debilitado el poder
de la iglesia".

Mencionaré algunos casos reales:

Después de abandonar a su familia, un hombre fue a otra ciudad en la cual fue designado evangelista y
enviado a otro pueblo para iniciar una iglesia.

En una iglesia un líder llevaba a las mujeres jóvenes a un salón aparte para liberarlas de "espíritus
inmundos de sexo"; les hacía sacar prendas íntimas y las manoseaba mientras pretendía reprender a
los demonios.

Un pastor designó a un matrimonio joven como misioneros a otro pueblo, y les pidió que vendieran su
casa y que le entregaran el dinero. Cuando regresaron se encontraron sin su casa y estafados por su
pastor que había usado el dinero para otros fines.

Un pastor recibió la propiedad de unos ancianos como ofrenda, a cambio de que la iglesia les permita
usarla y les brindaran atención ya que no tenían familiares. Poco después, comenzó a tener problemas
para brindarles la debida atención. Los envió a un geriátrico y se quedó con la propiedad.

Un pastor se ufanaba de que los vecinos le vendían sus casas a él a muy poco precio. La razón era que
ya no se podía vivir en las cercanías del templo por el ruido que hacían en las reuniones. Los dueños se
las vendían a un valor muy inferior con tal de irse del barrio.

Un pastor se ofreció a cooperar con ocho pastores del interior del país para que ellos cobraran la
asignación familiar que otorga el gobierno. Les hizo firmar un poder autorizándole a cobrar por ellos.
Durante tres años este pastor cobró mensualmente el dinero de sus colegas y a quienes jamás se los
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remitió. Cuando el organismo estatal le requirió la documentación correspondiente, la fraguó


falsificando firmas de sus colegas y dando gracias a Dios porque no había sido descubierto.

3. EL RELATIVISMO MORAL QUE ESTÁ INVADIENDO NUESTRAS IGLESIAS.

En un curso de ética ministerial que dictaba solicité una lista con faltas de ética más comunes el
ministerio. Estos son algunos de resultados:

Falta de integridad, tanto en la enseñanza como en el trato con los demás. Falta de un verdadero
espíritu de servicio. Marcado interés por lo material. En muchos casos, se anuncia que el Señor
castigará a quienes no ponen sus diezmos y ofrendas. El dar el diezmo se transforma en una especie de
seguro contra la pobreza. Falta de respeto por otros ministros y ministerios. No ser personas de
palabra. Prometer y no cumplir. lmpuntuales crónicos. Falta de interés por aprender o capacitarse para
ser mejores ministros. Hacer acepción de personas, especialmente cuando tienen dinero.

Terminaremos mencionando las más obvias categorías del relativismo moral de la sociedad
contemporánea y su influencia en la iglesia.

A )ORGULLO Y OSTENTACIÓN

Algunos líderes viven y se comportan como si fueran magnates del evangelio. Sus casas, sus autos, su
vestuario y la suntuosidad de sus templos (y ministerios) contrasta totalmente con el estilo de Jesús y
con la pobreza de los miembros de sus iglesias.

Visten y actúan como estrellas del cine o de la televisión. Hacen de cada culto un "show" para
demostrar todo lo que pueden hacer o cuánta "unción" o " poder" tienen.

La idea de que todo cristiano debe vivir en prosperidad no es una enseñanza bíblica. Los ministros que
viven en lujos y sin privarse de nada, mal usando las ofrendas que dan con amor al Señor cristianos que
no tienen casi para comer, es un pecado que Dios condena.

B) ABUSO DE PODER

El poder que tenemos por causa de nuestra posición en el ministerio nos corromperá si no lo usamos
en sujeción al Señor, sirviendo a la iglesia. Aprovechándose de las estructuras administrativas de su
denominación, hay líderes que se rodean de personas que los adulan, los secundan y los protegen de la
gente. Hay pastores que condicionan a los miembros de su iglesia para que ofrenden, asistan y
cooperen con las actividades y lo hacen no por amor, sino por temor. Otros ministros son duros con los
miembros pero muy permisivos con sus líderes y familiares. Algunos asumen actitudes de caudillismo,
manejando la congregación como si fuera su feudo y haciéndose acompañar por guardaespaldas.

Un caso lamentable lo constituye Diótrefes quien "...no contento con estas cosas (criticar al apóstol
Juan) no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se los prohibe, y los expulsa de la iglesia"
(3 Jn 9,10).

C )LA MENTIRA
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En nuestras congregaciones e instituciones se miente, exagerando las estadísticas sobre la membresia y


la asistencia. Se miente cuando se promete a la gente la solución inmediata de todos sus males y la
provisión divina para cubrir todas las necesidades. Como consecuencia, miles de personas se sienten
estafadas y/o defraudadas por los cristianos evangélicos que les prometieron en forma muy definida
cosas que no se cumplieron.

Una familia conocida tenía una anciana internada en un hospital en estado muy grave. Algunos
cristianos les aseguraron que para la Navidad la anciana estaría sentada con ellos en la mesa
compartiendo esa fecha tan especial. Para esa fecha la abuela estaba sepultada y la gente
decepcionada con los evangélicos. Ellos nos decían que si no los hubieran ilusionado dándoles tanta
certeza de sanidad, no se hubieran sentido tan desanimados y frustrados.

D) PECADOS SEXUALES

Nuestros jóvenes en porcentajes importantes tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio y se
casan apurados por un embarazo no deseado. Por otro lado cada vez son más los líderes y pastores que
caen en pecados sexuales.

Agrava el problema la falta de disciplina para con algunos líderes que caen en pecados sexuales. Aparte
del mal ejemplo que dan, esa falta de disciplina transmite el falso mensaje de que no es tan grave la
fornicación o el adulterio porque si ellos, que son los líderes, caen y no hay sanciones, da la impresión
de que se protejen entre sí y por lo tanto no se aplican disciplinas. Tienen la sensación de que los
miembros regulares pueden y deben ser amonestados y sancionados pero los pastores no. ¿Por qué no
puede pecar un miembro y ser perdonado sin tener disciplina?

4.LA NECESIDAD DE MODELOS

Es fundamental que los líderes y pastores cristianos evangélicos vivan éticamente, como modelos de
conducta cristiana. Esta responsabilidad tiene dos dimensiones, una hacia la iglesia, que necesita ver en
sus ministros modelos de vida cristiana, y la otra, hacia la sociedad sin Dios, que necesita
desesperadamente ver la posibilidad de cambiar y de alcanzar un estilo de vida que sea mejor.

La gente en nuestros días necesita con urgencia encontrar una posibilidad de comenzar de nuevo, de
vivir mejor y de vencer la presión de una sociedad enajenante. Nosotros sabemos que el evangelio es
esa alternativa porque es "poder de Dios para salvar" (Ro 1.16). Pero la iglesia no será ejemplo a menos
que sus líderes sean modelos que los miembros de las congregaciones puedan seguir. Como el apóstol
Pablo, debemos estar en condiciones de decir "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." (1 Co
11.1; véase 4.16; Fil 3.17).

Escribiendo a los cristianos de Tesalónica, Pablo les recuerda la conducta que él y su equipo. habían
tenido en medio de ellos y los insta a imitarlos apartándose de los que vivían desordenadamente.
"Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos hemos portado de una manera santa, recta e
irreprochable con ustedes los creyentes; ...les hemos encargado que se porten como deben hacerlo los
que son de Dios que los llama a tener parte de su propio reino y gloria." (1 Ts 2.10-12 VP).
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"Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier
hermano que lleve una conducta indisciplinada y no siga la tradiciones que recibieron de nosotros" (2
Ts 3.6-9 VP).

Nuestra responsabilIdad es grande y no debemos fallarle ni al Señor quien nos llamó al ministerio, ni a
la iglesia que espera que no seamos guía viviendo delante de ellos como es digno de un siervo de Dios.

Frente a lo expuesto, no podemos menos que concluir declarando que urge estudiar y vivir la ética
ministerial para ser ejemplos a nuestras iglesias como lo fue Jesús para sus discípulos y para su
generación, y como lo fue el apóstol Pablo para las iglesias y líderes de su tiempo.

PASTOREAR: EL DESAFÍO

El pastorear es nuestra tarea, debemos formar pastores, pero nunca dejar de pastorear y convertirnos
en ejecutivos sin relación con la grey de Dios.

En cierta congregación, durante el tiempo de testimonios en el culto, doña Carmen agradeció al Señor
porque al convertirse había encontrado en su iglesia local la familia que nunca había tenido. Había sido
aceptada, amada y pastoreada.

Varios años después visité nuevamente esa congregación, había crecido, pero doña Carmen ya no
estaba y pocos sabían algo de "la hermana Carmen".

Eso me ha hecho meditar en los desafíos que tenemos en la pastoral hispanoamericana. Cuando el
evangelio llegó por primera vez a nuestras tierras, una de las grandes ventajas de la pastoral evangélica
fue la atención que logró darle a las personas. Las conversaciones, las oraciones, el consejo y el aprecio
expresado por los primeros pastores (unido a otras formas de actuar del Espíritu de Dios) ayudaron a
preparar el terreno para el gran crecimiento que ha tenido la iglesia en nuestros países. Sin embargo,
¡no pude encontrar a doña Carmen en su iglesia local! ¿por qué?

Como consecuencia del crecimiento numérico, la pastoral se ha ido profesionalizando e


institucionalizando cada vez más y hemos dejado elementos fundamentales, así como aceptado
modelos no muy convenientes.

Muchos pastores hemos asimilado el modelo de «consultorio sicológico» en la atención de los


feligreses y esperamos que ellos lleguen cuando tienen necesidades (¡Eso sí, con previa cita!).

El modelo «gerencial» (Organización, planificación y delegación, ¡lograr que las cosas se hagan!) nos ha
afectado al punto que somos tentados a perder el contacto con las ovejas que Dios nos dio a cuidar.

Hemos tragado la idea de que el pastor debe dedicarse a formar líderes (lo cual es cierto) y dejar que
estos sean los que tengan el contacto con las ovejas. De repente llegamos a ser figuras de púlpito,
diferentes a Jesús, quien fue el pastor de los discípulos (más de 70) y también de las calles, de los niños,
de las multitudes.
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Es necesario que volvamos a nuestras raíces pastorales. No estamos hablando del modelo de pastor
que se dedicaba a mantener el culto y a visitar a los hermanos. La tarea y demandas pastorales son
amplísimas y no estamos para hacer lo mínimo.

Lo que debemos recordar es que el pastor «huele a oveja» (no sólo a la adulta o a la líder) y para ser
pastores, debemos estar con el rebaño. Es estar con los hermanos, reír y llorar con ellos, enseñarles y
aprender de ellos. Permitir que en nuestra relación con las ovejas, los formemos y seamos formados.

¿Ha meditado sobre la forma que Jesús le dijo a Pedro de cómo podía mostrar su amor hacia el
Maestro? «Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas» (Jn 21.15–17). Pedro enseñó que la corona
que vamos a recibir del Príncipe de los pastores, tiene mucha relación con haber cumplido nuestra
tarea: «pastorear la grey de Dios» (1 Pe 5.4).

Es necesario volver a las prácticas y a los principios que dieron origen al crecimiento, los cuales son el
modelo del Nuevo Testamento (Hch 2.42–47):

Bautismo e integración de los convertidos a la comunidad de fe (pastoreo directo)

Formación doctrinal

Comunión entre los creyentes (comidas, santa cena, entre otros)

Orar juntos

Ayudar al necesitado

Alabanza y adoración a Dios

Señales del poder de Dios

Para mejorar en nuestro trabajo, es necesario que nos evaluemos:

¿Cuánto tiempo le estamos dedicando a las tareas y cuánto a las personas?

¿Qué tipo de relación estamos sosteniendo con los hermanos?

¿Estamos dedicando tiempo sólo a los líderes u «ovejas adultas»?

¿Estamos compartiendo con los recién convertidos y con los no convertidos (niños jóvenes y adultos)?

¿Qué propósito tenemos al relacionarnos con los hermanos? (oración, consejo, diversión, ver su estado
espiritual, ¿qué más se nos ocurre?)

Los apóstoles delegaron en los diáconos responsabilidades que les estaban distrayendo de su prioridad,
pero nunca delegaron su llamado y su función prioritaria (Hch 6.1–7). El pastorear es nuestra tarea,
debemos formar pastores, pero nunca dejar de pastorear y convertirnos en ejecutivos sin relación con
la grey de Dios.

Comparto un bello ejemplo que leí en un libro. Un hermano en la fe, gerente de un Banco, al llegar a su
oficina saludaba por nombre a la persona que abría la puerta, a la del ascensor, a la que limpiaba y
claro está a sus colaboradores inmediatos. No tenía problema en detenerse y preguntar por el hijo
enfermo o por el proyecto de vivienda de alguno de ellos. ¡Mente prodigiosa! Tal vez, pero lo que se
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dejaba ver en ese hombre era su interés en las personas, en los que de alguna manera Dios había
puesto a su cuidado. Si eso hizo un gerente de banco, ¿cuánto esperará el Señor de los pastores?

¡Cuán bello es compartir con las ovejas, verlas crecer y madurar!, a pesar de que en alguna ocasión
debamos sufrir.

Cuando el Señor regrese y lo vea decirle sonriente: —Ven buen siervo y fiel (pastor) sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré… ¡Qué satisfacción! ¡qué realización!

Le podremos decir entonces: ¡Misión cumplida, Gran Pastor!

SER LÍDER NO ES FÁCIL... PERO NO IMPOSIBLE

NOS VENDIERON UNA IMAGEN EQUIVOCADA DE LOS LÍDERES...

Nos engañaron... definitivamente nos engañaron... ¿La razón? La sociedad que nos rodea nos vendió a
través de todos los medios –impresos y audiovisuales-- una imagen estereotipada de los líderes...

Los presentan como los protagonistas de alguna película en la que jamás les ocurre nada y siempre, al
final de la historia, aparecen sonrientes en la pantalla mientras que a lo lejos se aprecia el sol muriendo
entre las montañas. Inmediatamente después aparecen los créditos de los realizadores del filme y
quedamos con la íntima sensación de que no estamos refiriéndonos a seres comunes sino a una
especie de súper-hombres y súper-mujeres que jamás cometen errores, a quienes todo les sale a pedir
de boca, que superan con facilidad cualquier obstáculo, que no se desesperan a pesar de las
circunstancias adversas, y si llegan a sufrir algún ataque que los derriba, se levantan airosos
limpiándose el polvo que se adhirió a sus ropas.

No... Definitivamente esa no es la realidad de los líderes triunfadores de carne y hueso...

Tampoco es la que ofrecen las tiras cómicas o tal vez los programas de dibujos animados en los que el
personaje central puede caer desde un edificio muy alto o quizá recibir todo el peso de un enorme
piano, y aunque en el instante quedan aplanados como si se tratara de sellos postales de correo, se
restablecen con facilidad y, armados de un sonrisa que nunca abandona sus rostros, reemprenden la
jornada...

¿Qué puede pensar el pequeño empresario que lucha una y otra vez por colocar sus productos en el
mercado, mientras que la competencia despiadada agota sus esfuerzos para sacarlo del camino?
¿Acaso aquellos que hoy lucen satisfechos en las fotografías de los diarios como productores sólidos y
emprendedores no enfrentaron alguna vez y, al igual que él, las mismas dificultades?¿O tal vez los
empresarios que tienen buenos ingresos hoy no aprendieron ayer de los fracasos y los desengaños
cuando las cosas no salían como esperaban?

¿Y qué razonará el promotor de libros y enciclopedias que concluye su jornada sin que haya vendido
tan siquiera un texto?¿Qué podrá decir si en las conferencias de motivación le aseguraron que sería tan
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fácil como saludar al potencial comprador y despacharle --en cuestión de minutos-- todas las ventajas
de los manuales, para encontrarse sobre el terreno que apenas perciben que se trata de un
comercializador le cierran las puertas en la cara?

¿De qué manera asimila los fracasos la persona corriente que adquirió un libro de superación --de esos
que se leen en cuestión de horas y que ofrecen un cambio extraordinario de la vida con sólo disponerse
a ser un triunfador—cuando enfrenta la realidad de que los famosos principios hacia el éxito no son
aplicables a su realidad?

Y ¿Qué decir del hombre que renunció a su empleo recién abierta una pequeña iglesia de provincia
para dedicarse al pastorado a tiempo completo pero que, una vez inicia su trabajo, encuentra que
pasan las semanas y nadie llega al templo?

¿Y el joven que comenzó a dirigir el grupo de alabanza de la congregación para encontrarse, a vuelta
de poco tiempo, que las personas a su cargo no quieren atender sus instrucciones y cada quien quiere
hacer las cosas a su manera?

¿Usted ha enfrentado una situación similar o probablemente aproximada? Si es así, ¡Bienvenido! ...este
material fue diseñado para analizar junto a usted y con detenimiento –porque el afán no es concluir el
curso a la mayor brevedad sino asimilar el mayor volumen de conocimientos posible—las pautas de
vida que rodearon a líderes de carne y hueso, que enfrentaron frustraciones, que tropezaron con el
fracaso, que en ocasiones se rindieron a las dificultades y que finalmente vencieron, sobreponiéndose a
toda adversidad para navegar en las aguas –unas veces turbulentas y otras quietas—del liderazgo...

Caminaremos a lo largo de las siguientes páginas para apreciar de cerca --tal como si asistiéramos a una
buena cinta cinematográfica--, a los hombres de la Biblia que cambiaron el curso de la historia...

Ellos fueron líderes triunfadores... sin embargo también se equivocaron y fracasaron... En ocasiones
cayeron bajo el peso del desánimo y en otras, se alentaron y levantaron su mirada dispuestos a seguir
aun cuando todo a su alrededor decía que era imposible...

UN LÍDER NO LE TEME A LO DESCONOCIDO...

El sol comenzó a brillar en lo alto y poco a poco, como si despertaran de un prolongado sueño, las
nubes fueron abriendo paso a un cielo azul y limpio que servía como telón de fondo a la inmensa
estructura de madera que se levantaba en mitad del amplio terreno.

--Otra jornada...—murmuró quedamente Noé mientras se apuraba una bebida caliente para comenzar
el día. A un costado, sobre la mesa, el martillo y, en el suelo, desperdigados unos y apilados otros,
estaban enormes tablones que iban dando forma al Arca.

Uno de los curiosos sonrió. Otro meneó la cabeza y un tercero dijo con ironía:--Está loco...
definitivamente loco--.
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Noé no prestó atención a sus comentarios. Estaba acostumbrado a las voces contrarias, a las frases
burlonas y a las críticas que comenzaron el día en el que recibió instrucciones de Dios para construir la
estructura.

--No se parece en nada a Lamec, su padre. El sí que era sensato. Tenía puestos los pies sobre la tierra.
Noé en cambio es un soñador... —prosiguió comentando el hombre mientras se alejaba con una
expresión de burla en su rostro.

Tras él, la armazón: inmensa, desafiante, inverosímil. Semejaba una casa. Una primera ojeada permitía
establecer al espectador que se encontraba frente a una construcción de 130 metros de largo por 20
metros de ancho y 13 metros de alto. Las tablas y listones se entretejían hasta configurar lo que
parecían tres pisos. Arriba, en el techo, una enorme ventana que servía para iluminar la estancia.

Noé se dispuso a reemprender la labor, mientras que sus hijos Sem, Cam y Jafet le ayudaban untando
de brea las tablas. Sin duda aquella era una nave que rompía todos los esquemas de la época, y lucía
muy extraña en un territorio en el que ni siquiera caían lluvias. Sin embargo Noé se empecinaba a
advertir que pronto vendría un enorme diluvio que arrasaría con aquellos que no escucharan el
mensaje de Dios.

Mientras clavaba unas tablillas, recordó como si devolviera las páginas amarillentas de un álbum viejo,
las imágenes que se sucedieron con una rapidez sorprendente y que quedaron grabadas para siempre
en su memoria.

EL LÍDER TOMA FUERZA EN MEDIO DE LA COMPETENCIA

Samuel Padilla es un pequeño empresario peruano residente en la ciudad de Trujillo. Por espacio de
cuatro años recibió formación básica sobre cómo planear, estructurar y poner en marcha una empresa.
Los libros que leyó durante su formación académica fueron apasionantes. Siempre pensó que sería
fabuloso terminar la colegiatura para iniciar su propio negocio.

Sin embargo después de los alegres momentos que experimentó en la graduación y el posterior
ejercicio profesional, le llevaron a comprender que existe una enorme brecha entre la teoría y la
práctica. Una cosa es el cúmulo de enseñanzas que recibimos en las aulas universitarias o colegiales, y
otra bien distinta la realidad que enfrentamos. El primer gran obstáculo fue determinar qué producto
elaborar; el segundo conseguir el crédito necesario, y el tercero, incursionar en el mercado. Lo intentó
varias veces. Si lograba superar una dificultad se topaba con otra y así sucesivamente hasta que se vio
navegando en las aguas turbulentas de la desesperación.

Samuel dirige hoy su propia factoría. Es pequeña pero rentable. El produce utensilios de cocina de
plástico. Son económicos y atrayentes al público. Tienen buena demanda entre las amas de casa.
Comenzar no fue fácil. Lo intentó con varios elementos: tablas para picar alimentos, electrodomésticos
importados que compraba en Lima y revendía en su ciudad y adornos elaborados con cerámicas. En sus
primeros intentos fracasó porque el mercado estaba saturado. Fue entonces cuando entendió que
siguiendo el curso de los demás, jamás llegaría a ningún lado.
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Martha Lucía Ramírez vivió sometida por muchos años a las drogas. Hasta el nacimiento de su segundo
hijo y la ruptura de tres relaciones que inicialmente creyó, serían estables, le llevó a reorientar sus
pasos.

Una primera gestión, tras estabilizar su familia, fue la de ayudar a los necesitados. Y lo hace en su
modesta vivienda, al oriente de Santiago de Cali, que ha convertido en albergue de tránsito de las
familias que salieron huyendo de sus fincas y parcelas como consecuencia de la violencia que azota a
Colombia.

Recientemente las autoridades caleñas le otorgaron un premio que se suma a otros reconocimientos
de organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos humanos. Todos reconocen su liderazgo
y el esfuerzo que le ha costado luchar para sacar adelante su sueños con todas las circunstancias en
contra.

EL LÍDER NADA CONTRA LA CORRIENTE

Líderes en circunstancias y países distintos. Sin embargo convergen en un principio que experimentó
Noé: los líderes nadan contra la corriente.

Observe lo que dice la Biblia acerca de nuestro personaje: “Noé, hombre justo, era perfecto entre los
hombres de su tiempo; caminó Noé con Dios. Y engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet”(Génesis 6:9, 10).

¿Se da cuenta? Era una persona como usted o como yo. Si lo encontráramos en alguno de nuestros
pueblos y ciudades, seguramente lo confundiríamos entre la multitud de hombres y mujeres que van
de un lado para otro, presurosos, afanados por llegar a tiempo a la oficina o quizá, ocupar los primeros
lugares en la larga fila de quienes esperan el autobús.

El pasaje Escritural no nos dice que era más alto, más bajo o quizá más robusto que cualquiera otro. En
absoluto. Es más, nos advierten que era padre de familia. Tenía sobre sus hombros la responsabilidad
de una esposa y tres hijos. ¡Nada fácil!.

Hasta allí todo marcha bien. Sin duda lo invitaríamos a tomar un buen café tinto si lo halláramos alguna
vez. Pero... --el inevitable pero-- Noé era además de un ciudadano como los que vemos en medio
nuestro, alguien que reunía tres principios que rompían todos los esquemas: Primero, “...era justo”, es
decir, alguien centrado con principios y valores; segundo, era “perfecto entre los hombres de su
tiempo”. En otras palabras, así media ciudad estuviese tras él en procura de encontrarle alguna falla, se
llevarían tremendo chasco porque era “perfecto”, sin una conducta inclinada a errar, engañar, poner
trampas a los demás o tomar ventaja de ellos en cualquier trato o negocio que concretara.

Hay un tercer aspecto que no podemos pasar por alto: “...caminó Noé con Dios”. ¿Se da cuenta?
Estamos hablando de un líder... de un auténtico líder... alguien que, aunque a primera vista luciera
similar a todos, marcaba la diferencia no solo por su manera de pensar sino por las actitudes que
diferían del común de las gentes. Noé fue un líder que impactó a su generación. Tenía algo diferente...

Pero ¿cuál era el medio en el que se desenvolvía? “La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la
tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había
corrompido su camino sobre la tierra”(Génesis 6.11, 12).
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Es evidente que todo en derredor era un caos. Y él junto con su familia se encontraban en el ojo del
huracán.

Para Noé hablar de recobrar principios y valores en el quehacer cotidiano, significaba tanto como nadar
contra la corriente. Era avanzar contra una enorme ola o quizá, intentar escalar cuando el viento está
en contra y golpea nuestro rostro despiadadamente. ¡No era fácil!. ¡Que enorme diferencia entre las
palabras motivadoras que podía recibir cada día, y la horda de enemigos, libertinos y criticones que
debía enfrentar!.

Si viviera en nuestros días, seguramente estaría abrumado –como nos ocurre a usted y a mi—cuando
encendemos la televisión para encontrarnos con una enorme carga de pornografía en programas que
se transmiten en franjas de audiencia supuestamente familiar; abriría el diario para hallar un sumario
de muertes y violencia; transitaría las calles para toparse con la víctima de un atraco o quizá de una
violación que no puede hacer mucho porque las autoridades son lentas y pareciera que amparan la
delincuencia y la impunidad; trabajaría en una empresa en la que robar y poner trampas está a la orden
del día, o voltearía la mirada a un lugar a otro para hallarse –a boca de jarro—con el hecho de que los
matrimonios se desmoronan ante el avance incontenible de la promiscuidad y el adulterio...

Es probable que me diga: “Un momento, yo no soy religioso, quiero hechos prácticos ¿Qué relación
tiene Noé con mi vida?”. De acuerdo. Usted y yo nos movemos en circunstancias similares a las de este
hombre de la antigüedad porque, como en su tiempo, había deslealtad, se engañaba a los patrones o a
su vez los patrones engañaban a los empleados; los políticos eran mañosos y aspiraban cargos de
relevancia para taparse en dinero y popularidad; las separaciones matrimoniales eran frecuentes y
además, quien no se comportara de acuerdo con el parámetro común, era mirado como un espécimen
raro.

Ese es el panorama que tenemos enfrente y que sin duda no difería mucho del que enfrentaba Noé. A
él como a nosotros le tocó “Nadar contra la corriente”. Quizá lo aprendió a fuerza de fracasos y de
intentarlo nuevamente, pero su liderazgo se fortaleció enfrentando una concatenación de
adversidades. Muchos en su lugar, quizá habrían renunciado. Pero él, como líder, tenía claro que es
teniendo el viento en contra que los que vuelan en cometas llegan más alto...

EL LÍDER NO SE SUJETA A LOS PARÁMETROS COMUNES

Lo normal y aceptable en la sociedad de su tiempo para Noé, y para nosotros hoy, sería ajustarse a los
principios vigentes. Así él y nosotros ahora, quedaríamos bien con todos. Sin embargo la Biblia insiste
en un hecho: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”(Génesis 6:8).

Ese hecho marcó la diferencia. En apariencia algo intrascendente, pero en la práctica, algo de suma
importancia. Sin duda rompió todos los esquemas. Esa determinación le permitió avanzar. De lo
contrario, sujeto a lo que todos pensaban y hacían, sin duda nunca habría llegado a ninguna parte.
Habría encontrado personas negativas a su paso, a quienes consideran que nada se puede hacer
diferente porque ellos no pudieron hacerlo y quienes miran mal a los que tan solo se atreven a pensar
diferente.

¿Usted imagina qué pasaría con nuestra sociedad si un buen grupo de personas, al igual que Noé,
hallaran gracia ante Dios? Sencillamente que comenzaríamos a cambiar el mundo. Los conductores
13

respetarían las normas de tránsito; los vendedores retornarían el vuelto correcto a sus clientes; quienes
acuden a solicitar un servicio respetarían la fila sin tratar de colarse por encima de quienes llevan rato
esperando; el médico ejercería a cabalidad su profesión mientras que el periodista se ceñiría a los
hechos y no a la especulación... definitivamente el mundo sería diferente...

LA OBEDIENCIA, UN PRINCIPIO QUE IDENTIFICA AL LÍDER

¿Ilógico? Definitivamente si. Todo en la misión que Dios encomendó a Noé parecía ilógico.
No comprendía bien cuál era el propósito, sin embargo actuó en obediencia. “E hizo Noé conforme a
todo lo que le mandó Jehová”(Génesis 7:5).

Esa disposición de sujetarse a las pautas trazadas por dios la apreciamos en la preparación y posterior
embarque de todo el género animal así como de su propia familia (versículos 9 y 16). No discutió, no
argumentó, no contradijo. Tenía claro que nuestro amado Creador no improvisa cuando nos manda a
hacer algo.

Un hombre o mujer que se hayan matriculado en la “Escuela de Dios” para potencializar sus
capacidades como líder en aras lograr crecimiento permanente y sostenido, asume la obediencia como
un principio ineludible.

Cuando seguimos las instrucciones al pie de la letra, Aquél que nos llamó a servirle en Su obra nos irá
mostrando la ruta a seguir. Algo diametralmente opuesto ocurre cuando obramos a nuestra manera.
Generalmente tropezamos una y otra vez porque estamos moviéndonos en nuestras fuerzas y no en las
de Aquél que nos envió a cumplir la misión.

LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO

¿Ha sentido alguna vez la satisfacción de concluir cabal y exitosamente con su trabajo? Esa misma
sensación fue la que embargó a Noé cuando terminó el diluvio, la tierra se secó y todo retornó a la
aparente normalidad ¡Había cumplido la misión!

El desenvolvimiento de este patriarca que aprendió lecciones de liderazgo en la práctica y no en el


instituto bíblico o quizá en una escuela de formación superior, contrasta con personas que hoy día
comienzan una tarea y no la concluyen. Se especializan en hacer las cosas “a medias”.

Nunca terminan aquello que empiezan. El entusiasmo con el que emprenden las labores se agota poco
tiempo después de iniciar la jornada y permiten que los embargue la pereza o el desánimo.

Tales personas difícilmente llegan a ninguna parte. Los hallamos en todas partes: en la iglesia pero
también en el trabajo, la universidad o en el sector que habitamos. Con su inconsistencia no hacen otra
cosa que pagar la colegiatura para ser fracasados.

¿Acaso Dios quiere esa actitud derrotista para nosotros. En absoluto. El nos creó para ser triunfadores.
Pero en cierta medida, lograrlo sólo es posible cuando caminamos conforme a la voluntad de El,
trazada en la Palabra, y aplicamos esos principios que --si bien es cierto-- en ocasiones no entendemos,
nos llevarán a puerto seguro.

En el relato leemos que “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo:”Fructificad multiplicaos y llenad la
tierra”(Génesis 9:1). A través de este visionario el Señor había cumplido su tarea de sanear el mundo.
14

Cuando cesó la voz del Creador, Noé dio vuelta y se encaminó a su tienda donde le esperaban su
esposa y sus ojos. Sonrió con satisfacción y razonó que había valido la pena todo el esfuerzo. Sentado
en una silla mientras caía la tarde, volvió a sonreír y pensó en todo lo que había aprendido en la
“Escuela de Dios”. Sin proponérselo, había marcado toda una generación con su liderazgo...

EL LLAMAMIENTO Y LA RENUNCIA EN LA VIDA DEL LÍDER - EL LÍDER ANTE UN MOMENTO CRUCIAL

La noche cayó con una sorprendente rapidez. Su esposa se encontraba unos metros más allá. Dormía.
El no podía conciliar el sueño.

Hacía calor. Sudaba. Hubiera querido beberse otro vaso con agua fría, pero asumió que lo mejor era
salir por un rato de la estancia y dejarse arrullar por la brisa que—cerca de la medianoche—golpeaba
con fuerza sobre el caserío.

--¿A dónde vas?—preguntó la mujer.

--Afuera, no tardo—respondió él mientras cruzaba el umbral de la puerta.

El cielo lucía hermoso, tachonado de estrellas que se perdían en el infinito. Alrededor, las gentes
dormían. Estaban ajenos a su realidad. El no hacía otra cosa que pensar. La vida le había sonreído.
Tenía el reconocimiento de sus coterráneos, gozaba de solidez económica, de un hogar apacible, de
una familia que le amaba y de vastas extensiones de tierra que se perdían en el horizonte.

--Definitivamente la vida me ha sonreído...—musitó al recordar con satisfacción los años pasados, con
la misma sensación de bienestar de quien vuelve atrás las páginas de un viejo álbum en el que guarda
fotografías de momentos agradables.

Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando escuchó la voz apacible de Dios, como la había
escuchado otras tantas veces: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra
que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra”(Génesis 12:1-3).
15

Las palabras quedaron resonando en su cabeza. No podía asimilarlas fácilmente. Dios le acababa de
plantear dos asuntos que no estaban dentro de su presupuesto mental: el primero, cumplir una misión
que iba más allá de toda previsión; el segundo, renunciar prácticamente a todo...

El líder toma decisiones trascendentales

Llegar a la cima no se logra de la noche a la mañana. No es tan sencillo como cerrar y abrir los ojos.
¡Ojalá todo fuera tan fácil! Sin embargo se necesita mucho más que eso. Escalar la montaña implica
que todo líder debe aprender: Primero, a fijarse una meta. Significa determinar a dónde queremos
llegar, así inicialmente no tengamos claridad respecto de cuáles son las etapas necesarias para lograr
ese objetivo.

Aquí ya estamos configurando la misión, es decir aquello que bien nos fue asignado o simplemente, lo
que queremos lograr.

Segundo, volver nuestros esfuerzos hacia la conquista de ese propósito. Esta fase implica
determinación y constancia. Y el tercero, ajustar todo cuando pensamos y hacemos para llegar a la
meta propuesta.

Defina una meta en su vida

Todos los seres humanos tenemos un propósito en la existencia. No somos producto del azar ni
tampoco un accidente del cosmos.

Bajo este convencimiento es fundamental que nos fijemos una meta. Sólo quienes lo hacen llegan a
algún lado, de lo contrario, agotará sus fuerzas dando tumbos de un lugar a otro.

En el caso de Abram, Dios le puso de presente su misión: “Vete... a la tierra que te mostraré. Y haré de
ti una nación grande...”

Dios le instruyó respecto al propósito al que estaba llamado, aunque no le mostró inmediatamente
todo el itinerario a seguir. Le iría señalando paso a paso cuál era el camino.

Dios nos llama con un propósito


16

Dios no improvisa. Todo lo tiene cuidadosamente calculado. Sabe dónde estamos y a dónde podemos
llegar si permanecemos en el centro mismo de su voluntad. El tiene un plan para cada uno de nosotros.
El dijo: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestro caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros
caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”(Isaías 55:8, 9).

Si llega a experimentar el llamado divino, sin duda hay un propósito en esa convocatoria. ¿Recuerda el
encuentro que tuvo el Señor Jesús con cuatro de sus primeros discípulos?

Llamamiento de Pedro y Andrés

“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón llamado pedro, y Andrés su
hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo. Venid en pos de mi, y os
haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron”(Mateo 4:18-
20).

Llamamiento de Jacobo y Juan

“Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con
Zebedeo su padre, que remendaban sus redes, y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su
padre, le siguieron”(Mateo 4:21, 22).

En el caso de Abram el llamamiento era para ser el gestor de una gran nación. Por el contrario, en el
caso de Pedro, Andrés, Juan y Jacobo, la convocatoria era para ser pescadores de hombres.

En uno y otro caso, había un propósito.

Dios no llama a nuestra puerta por importunar únicamente. Hay detrás una misión por cumplir.

En su vida...

Quizá su vida ha sido tocada por la voz apacible de Dios. Siente que lo llama. Es una misión compleja. Es
probable que piense que no es capaz de cumplir la encomienda. “Es demasiado para mi”, razona una y
otra vez. Sin embargo se equivoca. Dios conoce sus potencialidades. El ve en usted un líder mientras
que alrededor tal vez lo ven como alguien común y corriente.
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Deje a un lado el temor. Dios sabe lo que hace. Recuerde que El no improvisa. No se preocupe de cómo
se irán dando las cosas o tal vez los costos que implican avanzan hacia la meta, con ayuda de Dios.
Adelante, sólo llegan al final quienes emprenden el camino.

¿Le hace falta algo? Si, a decir verdad apenas hemos dado el primer paso al concluir en la necesidad de
pedir a Dios que nos muestre cuál es nuestra misión en la vida. Ahora, el segundo principio que vamos
a asimilar es...

El líder asume la necesidad de renunciar

Es frecuente que hallemos en el camino a decenas de hombres y de mujeres que, aunque tuvieron el
llamamiento a grandes metas y, sin embargo, ¡Jamás llegaron ningún lado!¿Cuál fue la razón? Les faltó
aprender qué significa el término “Renuncia”.

¿Es fácil? Por supuesto que no. Recuerde que Abram tenía una familia, una identidad cultural y una
solidez económica grande a costo de esfuerzo. Mucho pero mucho esfuerzo. Pero Dios lo llamaba a una
misión específica y eso implica renunciar prácticamente a todo, pagar el precio y aprender a depender
del Señor.

En las Escrituras leemos que “...se fue Abram como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de
edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abraham a Sarai su mujer, y a Lot hijo
de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán; y
salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron”(Génesis 12: 4, 5).

Sin duda pudo transcurrir mucho tiempo entre el llamamiento de Dios y el instante en que tomó la
determinación de seguirle. Es probable que haya enfrentado la duda, la incertidumbre y el temor. Pero
al tomar la decisión, nada lo detuvo.

Algo similar ocurrió con los discípulos. En el caso de Simón y Andrés “Ellos entonces, dejando al
instante las redes, le siguieron”(Mateo 4:20). Y con Juan y Jacobo, los hijos de Zebedeo pasó algo
similar: “Y ellos, dejando al instante la barca, y a su padre, le siguieron”(Mateo 4:22).
18

El ser llamados y la decisión de renunciar juegan un papel transcendente en la vida del líder cristiano.
Ore a Dios y pida su dirección.

Ahora quizá me diga: “Eso está bien para quien es cristiano que aspira servir en la obra de Dios. ¿Y qué
de mi vida? Recién estoy asistiendo a la iglesia y tengo centrada mi mirada en la vida secular y no en la
religiosa?¿Hay algo para mi?”.

Por supuesto que si. En la vida de los hombres de Dios que marcaron generaciones enteras vemos que
tenían definidas metas claras en la vida, volcaron sus esfuerzos para alcanzarlas y, con ayuda de Dios,
no se dejaron amilanar por las adversidades.

En la Biblia leemos: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”(Salmo 37:5).

Con ayuda de Dios no hay proyecto que conciba en su mente y en su corazón que no pueda llegar a
realizarse. ¡Hoy es el día para comenzar!

EL CAMINO DE UN LÍDER SE CONSTRUYE PASO A PASO - LA TRANSPARENCIA DEBE IDENTIFICAR AL


LÍDER

Imagine por un instante al más grande líder social y político de cualquier país latinoamericano. Es
respetado por todos, aparece en los diarios cada día y no existe noticiero de televisión que no registre
al menos una noticia acerca de su desplazamiento a barrios marginales para estrechar la mano de las
gentes desfavorecidas, proponer soluciones a sus problemas e identificarse con su realidad de pobreza
y desesperanza.

Alrededor, sus inmediatos colaboradores lo idolatran. Los seguidores consideran que no hay ni habrá
en los próximos años nadie que pueda igualar su carisma, esbozar una sonrisa confiada cuando todo
alrededor amenaza con derrumbarse, y tener ideas claras acerca de cuál debe ser el destino de la
nación.

Alguien afirma con optimismo en la voz:--Será el próximo Presidente de la República. Tiene las
capacidades para serlo...—.

Así las cosas, todos coinciden en asegurar que el destino de su patria tendrá perspectivas mucho más
sólidas en manos de aquél que, progresivamente y en un hecho que nadie puede ignorar, ha ido
escalando peldaños hacia el éxito.
19

Un día cualquiera todos despiertan sorprendidos con los titulares de los diarios revelando que aquél a
quien todos consideraban ejemplar en sus actuaciones, incurrió en acciones dolosas destinando hacia
sus arcas personales los recursos que se habían destinado inicialmente a trabajo social.

--¿En quién creer?—comentó un periodista de televisión al referirse al incidente que ponía en tela de
juicio a un líder nacional.

TRANSPARENCIA, UNA CARACTERÍSTICA

La transparencia debe identificar las acciones de quienes ostentan posiciones de liderazgo en la vida
secular o eclesial. Desconocer este principio, además de acarrearnos múltiples problemas,
desencadenará la pérdida de credibilidad. Y eso sí es muy grave.

¿Se ha preguntado por qué muchas de las sillas permanecen vacías en nuestras iglesias?

Hay múltiples respuestas para este interrogante. El cambio de los tiempos, es una; la concepción
errada de que las personas llegarán al templo si tenemos una programación variada y atrayente y que
no necesitamos ir a las calles en su búsqueda, es otra; pero hay una tercera razón: muchos no
encuentran en el cristiano un verdadero ejemplo y alguien que asume liderazgo en el lugar en el que se
desenvuelve.

Han descubierto que tales creyentes viven a Cristo “a medias tintas”. Dicen una cosa y hacen otra
totalmente diferente, que riñe con las enseñanzas que proclaman. Carecen de transparencia.

Una situación así es contraproducente en una sociedad en la que se han perdido valores y principios.
No olvide que en medio de tanta desesperanza las gentes buscan algo en lo cual confiar. Ese hecho
lleva a otro de suma importancia: creyentes que adolecen de transparencia, antes que estimular la
proclamación del evangelio generan un peligroso revés.

¿Tiene problemas con sus actitudes?¿Le falta transparencia en todo cuanto hace?¿Piensa que quizá,
ahora mismo, ha perdido terreno en las labores porque dejó de ser claro y coherente entre lo que
piensa y lo que hace?

Lo invito para que revisemos un pasaje en la vida de Abram. “Hubo entonces hambre en la tierra; y
descendió Abram a Egipto para vivir allí, porque era mucha el hambre en la tierra. Y aconteció que
cuando estaba próximo a entrar en Egipto, dijo a Sarai, su mujer:”Se que eres mujer de hermoso
aspecto; en cuanto te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer”. Entonces me matarán a mí, y a ti te
dejarán con vida. Di, pues, que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya; así, gracias a ti,
salvaré mi vida” (Génesis 12:10-13).

¿De qué manera incurrió Abram en falta de transparencia en sus actuaciones? Primero, mintió para
lograr sus propósitos. Jamás un líder debe ampararse en las estratagemas y engaños para escalar
peldaños hacia el éxito, o bien, para obtener beneficios personales.

Un segundo aspecto fue la utilización de otras personas—en este caso de su esposa Sarai--, para lograr
su objetivo. ¿Ha visto a su alrededor líderes utilitaristas? Sin duda que si; pero paralelamente se
20

identificará conmigo en el hecho de que, quienes obran de esta manera, despiertan una extraña
sensación de engaño.

Es importante que se tome el tiempo suficiente para evaluar hasta qué punto sus ejecutorias han
defraudado a quienes le rodean.

Abram había recibido promesas grandiosas de parte de Dios, pero si bien es cierto abandonó su tierra y
su parentela tal como le ordenó el Señor (Génesis 12:1-3), caminó durante la primera etapa del
trayecto tomado de la mano del Creador pero cuando llegaron los problemas, como la escasez de
alimentos en la tierra, tomó el control de la situación en sus propias fuerzas.

DETERMINACIÓN Y PERSEVERANCIA

La vida de Abram como líder fluctuaba entre períodos de victoria y etapas de declive.

Pareciera que unas veces confiaba en el poder de Dios, y en otras, obraba conforme a sus propias
capacidades y raciocinio. Quien obra igual que él, no avanzará con la solidez y rapidez que se pudiera
esperar. La ambivalencia en sus actuaciones lleva a que el paso con que se desplaza sea lento y en
muchas ocasiones, poblado de incertidumbre.

En la carta del Señor Jesús a la iglesia que se reunía en Laodicea, advierte: “Escribe al ángel de la iglesia
en Laodicea: “El amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y
no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3:14-16).

¿Puede captar el mensaje? En la vida del cristiano se necesita tomar la determinación de vivir a Cristo a
plenitud, sujeto a los principios trazados por las Escrituras y, segundo, perseverancia para permanecer
en el camino, firmes por encima de la adversidad. No hay lugar para los reveses como aquellos que dan
un paso y retroceden dos por que no tienen sólidos fundamentos de fe.

EN LA VOLUNTAD DE DIOS, TODO SALDRÁ BIEN...

Cuando estamos caminando en la realización de una misión, bien sea para Dios o en el camino secular,
es probable que nos toque tomar decisiones. Algunas altamente satisfactorias, porque conocemos de
antemano qué consecuencias pueden desatar. En otras oportunidades, decisiones que adoptamos en
fe, solo confiados en que si vamos de la mano de Dios, El nos guiará por la senda indicada.

Cuando desarrollamos esa plena confianza en nuestro amado Señor, generalmente no albergamos
temores de que algo pueda salir mal.

Tras regresar de Egipto con su esposa Sarai y su sobrino Lot, trayendo consigo sus posesiones,
decidieron encaminarse al Neguev y luego hacia Bet-el que representaba, a los ojos de cualquier buen
negociante o ganadero, una tierra promisoria.

Todo iba bien hasta el momento, pero... Y surge el inevitable pero que no desearíamos que apareciera
enfrente nuestro cuando todo va “viento en popa”. Sin embargo en nuestra condición de líderes
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debemos estar preparados para enfrentar circunstancias inesperadas. En el día a día es previsible que
emerjan dificultades. Es algo que no debe ni sorprendernos ni llenarnos de angustia.

“Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían
morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del
ganado de Lot...” (Génesis 13: 6, 7).

El panorama no era nada halagador. Ameritaba de Abram una actitud calmada. Ninguna decisión
debemos tomarla acalorados, con la mente nublada por pensamientos derrotistas o tal vez de
venganza. Obrar así no traerá buenos resultados ni en nuestro desenvolvimiento personal, ni en la
iglesia y menos en nuestras labores en el plano secular.

La propuesta de Abram fue separarse para no agravar las cosas. Le dijo a su sobrino: “¿No está toda la
tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha;
y si tu a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda
ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en dirección de Zoar, antes que
destruyese Jehová a Sodoma y Gomorra” (versículos 9, 10).

Al patriarca le correspondió un territorio que no era halagüeño mientras que su sobrino Lot, que no era
ajeno a las ventajas que se derivaban de poder escoger, tomó para sí las mejores vegas...

La pregunta que nos hacemos: ¿Por qué permitió que tomaran aparente ventaja sobre él? Porque la fe
de Abram, al menos en ese período de su vida, estaba cifrada en Dios. Este siervo tenía claro que con
el Señor, con su divina ayuda, nada podría salir mal como lo señala el salmista: “Deléitate asimismo en
Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón”(Salmo 37:4).

Esa confianza en el Creador, que es la misma que estamos llamados a desarrollar usted y yo, se vio
reflejada en un pleno respaldo de Aquél que todo lo puede: “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se
apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente, y
al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu
descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu
descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la
daré” (Génesis 13:15-17).

Si de algo tenemos que asegurarnos es de que caminemos por la senda que nos trazó el Señor. Al
movernos en el centro mismo de Su voluntad, tenemos asegurada la victoria. Apartarnos de ese
camino para hacer las cosas a nuestra manera, traerá problemas.

Siempre he imaginado a Dios como un padre que advierte a su hijo pequeño –que somos usted y yo
cuando estamos creciendo espiritualmente y en la fe—sobre los peligros de jugar con fuego.

“Es peligroso”, advierte con calma. Pero su hijo, queriendo conocer el por qué, mete sus manos –por
ejemplo—en la llama de una veladora. ¿Las consecuencias? Se quema. Aunque el incidente no pase a
mayores, paga las consecuencias de hacer las cosas a su manera. Igual quienes dejan de lado las pautas
marcadas por Dios y quieren resolver problemas, dificultades y circunstancias inesperadas conforme a
sus propias capacidades.
22

Como habrá podido apreciar hasta el momento, Abram –a quien Dios le cambiaría el nombre por el de
Abraham—es presentado como uno de los grandes héroes de la fe: “Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa...” (Hebreos 11: 8, 9).

De acuerdo con el pasaje que hallamos en el Nuevo Testamento, refiriéndose a su desenvolvimiento


como hombre de Dios, tenía claro cuál era el curso a seguir. Pero no nos menciona que tuvo errores.
Visto desde esta perspectiva, comprendemos que el camino del líder se construye paso a paso. Es
probable que en algunos casos hayan problemas, tal vez errores, pero si la mirada está puesta en el
Supremo Hacedor, lograremos llegar a la meta...

EL LÍDER VIVENCIA LA RELACIÓN ENTRE EL DECIR Y EL HACER

- NOS VENDEN IMÁGENES IRREALES

Con frecuencia me sorprenden los anuncios de televisión y de la radio promocionando, a tiempo y a


destiempo, algún tipo de producto. Conciben unos comerciales de película que nos transportan a
situaciones propias del mundo ilimitado de la fantasía y casi, en cuestión de segundos, nos convierten
en los protagonistas de tramas inverosímiles, generalmente con finales felices...

Enciende la tele y aparece una promoción. El presentador, con una sonrisa amplia, anuncia que si
compra tal o cual aparato, con la más alta tecnología disponible en el mercado, adelgazará diez kilos
por mes. “Es una oferta”, advierte, para anotar a continuación que la decisión de seguir con sobrepeso
o tener un cuerpo perfecto, sea hombre o mujer, está en sus manos. Venden la idea de que ser gordito
es una desgracia.

En otro canal, una mujer rejuvenecida anuncia que está disponible, por unos cuantos dólares, la fuente
de la eterna juventud. Es una crema que reduce progresivamente todas las arrugas hasta hacerlas
desaparecer. “Se verá joven nuevamente”, anuncia.

Seguimos pasando de un canal al otro y de pronto las imágenes son diferentes. En un auto último
modelo, acompañado por dos chicas, un hombre que comparte su secreto con los televidentes. Era
pobre hasta que adquirió el manual en el que se encuentran todos los números ganadores de la lotería.
De la noche a la mañana su suerte cambió. Ahora es millonario, las mujeres le siguen y todo parece
sonreír a su alrededor. El espectador guarda la sensación de que ser pobre antes que una condición, es
lo peor que puede ocurrirle a un ser humano.
23

La lista sería interminable. La sociedad nos condiciona a pensar y a actuar de determinada forma. Y en
el caso del liderazgo, nos presenta la imagen errada de que todos aquellos que marcaron un hito en la
historia de la humanidad, fueron siempre hombres y mujeres con principios y valores que
determinaron su éxito futuro. Ninguno –en apariencia—cometió fallas.

En caso de tratarse de servidores de Dios, fueron perfectos desde el mismo momento de su


concepción. Nos presentan un concepto equivocado en el que todos aquellos que ejercen liderazgo,
jamás se equivocan, no tienen fallas, evidencian las mejores relaciones interpersonales y, además, todo
cuanto hacen sale bien.

Es tanto como vender un producto de la tele. Hay marketing de por medio. Una estrategia bien
concebida para presentar unas características inigualables que crean necesidad y además, ofrecen una
perspectiva muy novelesca de quien puede ocupar una posición relevante.

¿Un líder tramposo?

Ahora le formulo un interrogante ¿Qué pensar de un líder que buena parte de su vida se caracterizó
por ser un tramposo?¿Cómo depositarle nuestra confianza cuando de antemano sabríamos que
deseaba sacar ventaja?¿Qué lo llevó a convertirse en pieza clave para el cumplimiento de los planes de
Dios?

Es probable que al meditar en estos tres interrogantes haya hecho un parangón con su vida y piense:”Si
Jacob con esas “cualidades” llegó a cumplir una misión divina, ¿acaso no llegaré yo a ser un vaso útil en
su obra?”. Sin duda que puede. Resta que se someta al Creador y permita que El lime todas las aristas,
de manera que pueda constituirse en el instrumento que necesita para cumplir Sus planes en medio
nuestro.

Un líder es visionario, pero no ventajoso

Suelo recordar los tiempos acerca de los cuales nos compartía mi abuelo Angelino Barco sobre un Vijes
tranquilo, de casas grandes y solares interminables, con tejas de barro, chambranas de madera tallada
a mano y callecitas polvorientas en las que la palabra empeñada tenía el valor de una Escritura Pública.

El fue desde siempre el Notario Público de aquél pueblecito y ante él se suscribían los documentos para
la compra y venta de inmuebles así como el registro de quienes nacían. Pero salvo anotar en los libros
24

quiénes veían la luz de la vida, tenía poco trabajo. Por años los textos en los que debía asentar
información sobre negocios permanecieron en blanco. ¿La razón? Las personas hacían cualquier
negociación confiando solamente en la palabra de su interlocutor. Había seriedad y compromiso para
cumplir lo prometido. La palabra era suficiente.

Los tiempos cambiaron. Hoy nadie confía en nadie y menos, alguien depositará su confianza en quienes
históricamente han faltado a lo prometido. Esa es la razón por la cual deducimos que Jacob –hijo de
Isaac, de quien podemos leer en el capítulo 25 del libro, no era persona con la cual que se podía hacer
ningún trato.

¿Un ejemplo sencillo? Lo invito para que leamos las Escrituras, y como si estuviéramos presentes en la
escena, observemos qué ocurrió: “Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a
Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado
su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He
aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este
día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las
lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. “Génesis
25:29-34).

Es probable que piense: “La culpa fue de Esaú que no valoró ser el primogénito”, pero ¡Cuidado! No
podemos pasar por alto los atributos negativos de Jacob: oportunista, ventajoso, egoísta, carente de
toda sensibilidad humana y miserable. ¿Podría el Señor obrar a través de un hombre así? Sin duda,
pero fue necesario que se matriculara en la “Escuela de Dios”.

Algo que no podemos desconocer, sin embargo, es que Jacob pensó en el futuro. Fue visionario pero su
forma de ejercer esa condición, y los medios que utilizó, no fueron los más recomendables.

¿Por qué utilizó Dios a Jacob? Para cumplir un plan previsto con antelación, en plena coincidencia con
la promesa hecha a Isaac: “Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré;
porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham
tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas
tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,( por cuanto oyó Abraham mi
voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.”(Génesis 26:3-5). En tales
circunstancias resultaba apropiado que Aquél que todo lo puede, puliera a Jacob hasta tenerlo en el
punto necesario para ser Su instrumento.

El líder se gana los beneficios, no los sustrae


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Imagine un grupo de encuestadores que llega a un Instituto Bíblico en cualquier ciudad de cualquier
país. Distribuyen los formatos y, en el momento de procesarlos, encuentra que los futuros pastores
aspiran tener “Una congregación enorme con solidez económica”.

Terminada la formación teológica, se encuentran con la necesidad de emprender la anhelada


plantación de una iglesia a partir de cero, es decir, sin miembros, sin recursos económicos y sin templo.

¡Qué gran desilusión! Seguramente eso jamás lo imaginó el recién graduado. Esperaba que, concluido
su ciclo académico, pondrían bajo sus hombros la guía de una comunidad de creyentes establecida.
Olvidó que es necesario ganarse los beneficios y no esperar que todo caiga del cielo, como el maná.

Si Jacob hubiese ido al Instituto Bíblico, habría sido uno de tales estudiantes. Era el tipo de personas
que esperan llegar a la cima, pero no subiendo el sendero, sino utilizando un teleférico.

¿Una razón? Lo que hizo para agenciarse la bendición de su anciano padre Isaac. Era ya viejo, no podía
ver, y fácilmente podía confundir la voz de las personas.

En tales circunstancias “...llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. Y él
dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y
sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que
yo te bendiga antes que muera Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo...”(Génesis
27:1-5).

Lo que describe el pasaje a continuación es muy similar al argumento de una novela de buenos y malos,
en el que la madre malvada recomienda a su hijito Jacob que engañe a su padre utilizando piel de
carnero en sus brazos y ropas de su hermano, para que al acercarse su progenitor le confunda con Esaú
y obtener así la preciada bendición.

“Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las
manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le
bendijo.”(Génesis 27:18-23).

¿Se imagina la crisis que desencadenó este engaño? Jacob fue repudiado por su hermano Esaú cuando
se enteró de las estratagemas que utilizó para robarle la bendición patriarcal. El desenlace lo podemos
leer en el capítulo 27 del Génesis, versículos del 30 al 41.
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Un líder cuida de sus acciones

Hace pocos días en la televisión observaba a un ministro evangélico mejicano. Resaltó en su


conferencia la importancia de cuidar las acciones del presente, previniendo que en el futuro no
experimentemos las consecuencias de los errores.

Sin embargo con frecuencia los líderes caen en el emocionalismo que les lleva a reaccionar más con el
corazón que con la razón, o quizá bajo el amparo del cargo que ocupan y llegan a obrar con tiranía.

Todo lo que se deriva de sus actos se puede apreciar con el paso del tiempo. Eso fue justo lo que
ocurrió con Jacob: “Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y
dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob. Y fueron
dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo:
He aquí, Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo mío,
obedece a mi voz; levántate y huye a casa de Labán mi hermano en Harán...”(Génesis 28:41-44).

¿Ha tomado tiempo para revisar sus actuaciones? Es importante que lo haga, cualquiera sea la posición
de liderazgo que ocupe. Recuerde que en el futuro cosechará lo que sembró hoy.

El auto examen es fundamental en la vida del cristiano. Nos permite identificar errores y a la vez,
crecer. Forma parte del proceso que cumplimos cuando, camino a ser líderes de excelencia, nos
matriculamos en la “Escuela de Dios”.

EL SECRETO: APRENDER DE LOS ERRORES - DIOS TRAE SEGURIDAD A LA VIDA DEL LÍDER

¿Estoy en el camino correcto?¿Los pasos que he dado hasta el momento llevarán al cumplimiento de
los propósitos de Dios en mi vida?¿Por qué transcurre tanto tiempo sin que nada extraordinario
ocurra?¿Acaso Dios no escucha mis oraciones?¿Por qué en la vida de otros líderes pareciera que todo
se desenvuelve a las mil maravillas mientras que en el ministerio a mi cargo pareciera experimentar
estancamiento?
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Usted se encuentra dando vueltas en cama. Es pasada la medianoche y no halla respuestas para sus
interrogantes, que aumentan con el correr de los días.

Hace pocas horas tuvo una reunión. Tres de los maestros de Escuela Dominical presentaron renuncia al
cargo y advierte que hay cambios en el comportamiento del co-pastor; lo más seguro es que aceptó la
oferta que le hicieron en una iglesia creciente del centro de la ciudad y pronto pasará la carta de
dimisión.

--¿He fallado en algo?—vuelve y se interroga. El reloj despertador ha corrido inmisericorde y todavía no


logra conciliar el sueño.—Señor, si tuviera una respuesta tuya...--.

Sin duda una y otra vez ha experimentado la misma situación. No es fácil. Solo usted y quienes conocen
el desierto de dolor, preocupación e incertidumbre, saben de qué hablo.

La idea que muchos tienen en torno a que el camino de los líderes es color de rosa no solo es ajena a la
realidad sino que además, no consulta el proceso de formación de quienes, en medio del trabajo,
aprenden y a partir del nuevo conocimiento previenen fallas a futuro.

Jacob era tramposo. Nadie lo pone en duda. Aprovechaba las circunstancias difíciles de los demás y
sacaba ventaja, estamos de acuerdo. Y a todas estas características sumaba una tercera que es
contraproducente para quienes ejercen el liderazgo: tenía una excesiva dependencia de su madre.

En su caso particular, puede ser una dependencia enfermiza de un superior jerárquico o tal vez de la
solidez económica con la que está seguro, podrá financiar los proyectos.

Es probable que depender sea una palabra que se aplica a su existencia cuando se refiere a la opinión
de los demás. No hace absolutamente nada sin consultarles y, justo por estar haciendo consenso,
termina obrando en contravía de lo que hubiese querido.

El líder debe romper toda observancia humana y someterse a Dios, quien no solo guía acertadamente
nuestros pasos, sino que es quien nos llevó a trabajar en la obra del Reino. ¿Y si mi desempeño es
secular? Igual, es necesario que rompa cadenas o como solemos repetir en Latinoamérica, que no
estemos sujetos al “cordón umbilical”.
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Le invito para que volvamos las Páginas de nuestra Biblia y vamos, como espectadores que no quieren
perder detalle, al tránsito de Jacob a Padan-aram, huyendo de su hermano Esaú:

“Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol
se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.
Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí
ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual
dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la
daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al
occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu
simiente. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a
esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño,
y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: !!Cuán terrible es
este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”(Génesis 28:10-18).

DIOS NOS ACOMPAÑA

El encuentro que experimentó Jacob con Dios fue altamente favorable por varias razones. La primera,
porque entendió que en medio de su trasegar no estaba solo. Por el contrario, Dios iba con El. “He
aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra”.

¿Cuántas veces nos sentimos abandonados a nuestra suerte mientras desarrollamos algún ministerio?
Los esfuerzos parecen infructuosos y es probable que hayamos razonado que estamos predicando en
un desierto. Es factible incluso que nos embargue la sensación de que estamos dando todo de nosotros
pero no recibimos nada a cambio.

Pero nos equivocamos. Dios conoce la situación que atravesamos y está esperando que volvamos a El
nuestra mirada, en procura de Su intervención. No hará nada que vaya en contravía de lo que
pensamos o hacemos. Pero tiene libertad plena cuando le pedimos no solo que trate con nuestra
existencia sino que tome control del desenvolvimiento eclesial y secular.

Un segundo elemento que aprendió Jacob fue que:

Debemos permanecer en las promesas de Dios


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Aunque todas las circunstancias estén en contra, es esencial permanecer en las promesas de Dios. Este
hecho implica una total dependencia de Su voluntad y obrar en nosotros.

Cuando el Señor promete algo, debemos estar seguros de que cumplirá. La ilustración más aproximada
a este concepto es el hombre que, tras el naufragio de la embarcación en la que se desplazaba, se
prende de un pedazo de madera como su única posibilidad de salvar la vida.

Observe el texto nuevamente. El Señor fue claro al recordarle: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu
padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu
descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y
todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”.

La paz que embargó a Jacob renovó sus fuerzas. ¡Podía seguir luchando!... Valía la pena.

Aplique esa Palabra a su existencia. No desista del trabajo que está realizando. Si le asiste el
convencimiento que es el propósito de Dios para usted, siga firme. No renuncie. No importa cuántos
obstáculos puedan levantarse. Recuerde que ganador no es quien comienza la carrera con mucho
entusiasmo y renuncia en la mitad del camino, sino quien llega hasta el final, así sea el último.

Un tercer principio que aprendió Jacob fue:

Hay que permanecer en la voluntad divina

Hay varias formas de desplazarse de Buenaventura, en Colombia, hasta Lima, en el Perú. Los dos son
puertos. Imagine por un instante que debe transportar una carga enorme.

Usted puede acudir al desplazamiento por tierra. Tardará en lograr el objetivo, los costos serán altos,
correrá peligro de ser asaltado en carretera, deberá hacer muchas pausas en ciudades y pueblos a los
que llegue y posiblemente la mercancía llegará maltratada.

Una opción rápida aunque demasiado costosa es por avión. Nada impide que llegue a Quito, a menos
que la aeronave se precipite a tierra. Es cierto, la mercancía llegará en buen estado pero lo más
previsible es que el valor del flete será tan alto que disminuirán los márgenes de ganancia.
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Una tercera alternativa es por vía marítima. El traslado se haría de puerto a puerto. Los costos son
bajos, hay altos márgenes de seguridad, la movilización es relativamente rápida y los productos
llegarán en buen estado.

Le pregunto. ¿Cuál de las tres posibilidades es la más aconsejable?. “El transporte por mar”, me
responderá. Y coincidimos, pero usted habría tenido la oportunidad de escoger.

Igual cuando el Señor depositó en nosotros una misión. Podemos hacerlo a la manera de Dios, a
nuestra manera y a la manera del mundo. Sólo cuando marchamos en el centro mismo de la voluntad
del Supremo Hacedor, tenemos asegurada la victoria.

Este principio debe llevarle a un examen juicioso de cómo está su desenvolvimiento. ¿Está en la
voluntad divina?¿Obra conforme le orienta su corazón?¿Consulta qué decisiones tomar con todos los
que pasan a su lado? El resultado de la evaluación permitirá que reoriente su sendero y le corroborará
que es necesario hacer constantemente un alto en el camino para mirar si estamos transitando
acertadamente hacia la meta.

LA TRANSPARENCIA IDENTIFICA AL LÍDER

Ya lo sabemos: Jacob era tramposo. Era una de sus muchas facetas. Quería llegar a la meta pero
tomando atajos. Quien se desenvuelve así, no solo tendrá problemas a corto y mediano plazo sino que
más temprano que tarde hallará un timador igual.

Y a nuestro líder experimentó esa situación. Primero, su suegro Labán lo hizo trabajar siete años por la
mujer de sus sueños: Raquel, sin embargo le entregó primero a Lea aduciendo que así estilaban en la
región, y después –por el trabajo de otros siete años—a Raquel. (Génesis 29: 16-30).

Con la inquietud en su corazón por semejantes tretas, a Jacob le tocó definir con Labán su salario. Tras
pensarlo bastante, le pidió las ovejas manchadas de color y las oscuras (Génesis 30:31-36). Hasta allí
todo estaba bien, sin embargo “Tomó luego Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y
descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. Y puso las varas que
había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber
las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber. Así concebían las ovejas delante de las varas; y
parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. Y apartaba Jacob los corderos, y
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ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato
aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán. ”(Génesis 30:37- 40).

¿Le suena familiar esta actitud? Seguro que sí. Es el mismo Jacob de siempre. Probablemente con un
poco más de barba y menos cabello, pero el mismo. No ha cambiado nada.

Es probable que le asistan no el engaño sino otros comportamientos que empañan su


desenvolvimiento ministerial o secular. ¿Qué puede ocurrir? Que se estancará y siempre arrastrará la
imagen de alguien en quien no se puede confiar. ¿Qué resta? Permitir que Dios trate con su existencia.
El no utilizará a quienes todavía estén bajo el engaño y la mentira. No son prácticas que se estilan en el
pueblo santo y, si le abre las puertas, operará los cambios que son necesarios en su existencia.

Jamás olvide que una de las pautas que aprende un buen líder es a rodear su desempeño con
transparencia en todo cuanto piensa y hace.

EL PERDÓN DEBE PRIMAR EN EL LÍDER

Llegar a una posición de liderazgo no nos otorga prerrogativas como el poder odiar y guardar
resentimiento hacia aquellos que de una u otra manera nos provocaron mal. En absoluto. El perdón
debe ser una característica que identifique nuestro desenvolvimiento tanto eclesial como secular.

El principio de perdonar lo debió aprender Jacob como ya lo había aplicado Esaú. Jamás imaginó que
tendría que recurrir a su hermano, pero como solemos repetir en Latinoamérica “La vida da muchas
vueltas y es probable quedar en el mismo sitio”. Ante lo inevitable de un encuentro, envió varias
delegaciones que le prepararan el camino con el recado: “Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he
morado, y me he detenido hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a
decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos.”. (Génesis 32:4, 5).

Contrario a lo que pensaba, Esaú tenía un corazón que en apariencia era duro pero estaba inclinado a
dejar de lado las molestias que pudieran despertarle aquellos que le ofendían.” Alzando Jacob sus ojos,
miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea
y Raquel y las dos siervas. Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a
su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y
lloraron.”(Génesis 33:1-4).
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No puedo comprender cómo alguien puede ministrar con un corazón lleno de rencor y resentimiento
hacia su prójimo. Si es su caso, llegó la hora de volver la mirada a Jesucristo y pedirle que trate con su
vida de tal manera que sane las heridas emocionales y coloque perdón donde antes primaba el odio.

Recuerde que un líder que aspire llegar a la cumbre, debe estar dispuesto para que Dios aplique los
ajustes necesarios en su existencia...

LOS TROPIEZOS EN LA VIDA DEL LÍDER - ES NECESARIO APRENDER A MANEJAR LA ADVERSIDAD

La alegría del pastor Alfonso Cabrera jamás se vio diezmada pese a que, cuando saludaba a ciertos
hermanos de la congregación con una sonrisa de oreja a oreja, se encontraba con respuestas frías y la
expresión hosca que no hacía otra cosa que decir, sin palabras: “¿Para qué nos saluda si no queremos
contestarle”.

No dudo que debió pasar malos momentos y es probable que en más de una ocasión haya sentido el
deseo de no hacerlo de nuevo. Pero era el pastor. Y aquellos esperaban que los saludara; de lo
contrario hubiesen socializado entre los creyentes que “El pastor no se dignaba mirarlos”.

Una situación que bien acompasa con un refrán popular en Latinoamérica: “Palo por que bogas, palo
por que no bogas”, al aludir a los duros tratos de los capataces a los esclavos en los períodos de
colonización, quienes buscaban el menor pretexto para descargar su ira, rencor y frustraciones en las
espaldas de quienes tenían a cargo.

Igual en la vida cristiana. Siempre encontraremos personas a las que, sin haberles causado daño
alguno, buscan traer problemas y ponen tropiezo a quienes son sus líderes o también a aquellos que
buscan vivir conforme a las pautas trazadas por nuestro amado Señor.

Si viajamos atrás en el tiempo nos hallaremos a José, quien aprendió a fuerza de depositar su confianza
en Dios, de qué manera debía enfrentar airoso el cúmulo de dificultades que surgían a su paso.

OBRAR EN CONSONANCIA CON SÓLIDOS PRINCIPIOS

Al recorrer las páginas de la Biblia en procura de conocer la Hoja de Vida de José, hallamos que
“...apacentaba José ovejas con sus hermanos...”(Génesis 37:2 a). Hasta allí todo normal. Se desenvolvía
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socialmente y al igual que usted y yo, tenía una ocupación con múltiples responsabilidades que
atender. Sin embargo no compartía el desempeño amoral de quienes le rodeaban “...e informaba José
a su padre la mala fama de ellos...”.(Génesis 37:2 b).

Trabajar, estudiar o tener trato a diario con personas sin principios ni valores, no implica que debemos
identificarnos con su comportamiento errado y menos que estemos obligados a asimilar lo que dicen o
hacen. Es uno de los aspectos que debe asumir el líder en el trabajo seglar y en el plano eclesial.

Ahora, sin proponérselo—como puede ocurrir con su vida—algunas circunstancias que rodeaban a José
despertaron los celos y animadversión de sus hermanos. “Y amaba Israel a José más que a todos sus
hijos, porque lo había tenido en su vejez...”(Génesis 37:3).

¿Se da cuenta qué ocurre cuando alguien advierte preferencias alrededor? Emergen la envidia y un
deseo sutil pero contundente y peligroso de causar daño a quien en la mayoría de los casos es inocente
y recibe todas las atenciones.

Es un fenómeno universal. Ocurre en las empresas, en entidades académicas y también en la iglesia.

El recibir reconocimiento de su progenitor, llevó a que en la vida de José aparecieran los malos
momentos porque sus hermanos “le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”(versículo 4 b).

LA PRUDENCIA, ESENCIAL EN EL LÍDER

Cuando hay alrededor quienes expresan animadversión hacia usted, lo menos aconsejable es
compartirles experiencias exitosas. Este hecho avivará la molestia que les embarga. ¿Qué hacer? La
prudencia nos recomienda guardar silencio en estos casos. Al fin y al cabo, ¿qué gana usted
proclamando sus logros? Aún si guarda silencio, tales logros hablarán por si solos poniendo de relieve
sus ejecutorias.

Con la mejor de las intenciones y fruto de la nobleza de José, compartía a todos lo que acontecía en su
vida. “Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerlo más
todavía”(Génesis 37:5).

Lo que soñaba, lo que pensaba, lo que hacía, todo se conjugaba en una sumatoria de motivos para que
sus hermanos pusieran tropiezo a su desenvolvimiento(lea por favor los versículos 8 y 11).
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Un hecho que cabe resaltar en este punto del análisis es que José no permitió que el resentimiento
tomara forma en su corazón. Una pauta de Vida Cristiana Práctica que le invitamos a asumir: pida a
Dios la prudencia y sabiduría necesarias para enfrentar exitosamente cualquier ataque producto de la
envidia, que se produzca a su alrededor.

Hacer caso omiso de este principio dimensionará sin razón las diferencias que hayan con quienes le
envidian hasta convertirse en un problema de impredecibles consecuencias.

Volvamos a José. Sus problemas no pararon solo en la molestia que despertaba en sus familiares. En
cierta ocasión que iba camino de Dotán, en donde apacentaban ovejas, se encontró a boca de jarro con
un incidente que cambió dramáticamente el curso de su historia. “Cuando ellos lo vieron de lejos, antes
que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle”(Génesis 37:18).

¿Quién sufre más? Sin duda quien guarda rencor. No solo recogerá aquello que siembra sino que
además, tal actitud se reflejará en su propia salud y estado de ánimo. El veneno que acompañaba a los
hermanos de José, les llevó a venderle como esclavo a un grupo de comerciantes ismaelitas que iban
camino de Egipto (versículo 18). Estos a su vez lo vendieron a Potifar, oficial de Faraón, máximo
gobernante egipcio.

BENDECIDOS PARA BENDECIR

Un hombre o mujer de Dios se convierte en instrumento de bendición donde quiera que vaya. La
presencia del Altísimo nos acompaña y se reflejará en todo cuanto hagamos.

Aún en medio de la adversidad, nos permitirá bendecir a quienes nos rodean: en el hogar, en la
universidad, en el trabajo y en la iglesia.

¿Dejó solo Dios a José? En ningún momento. Por el contrario, bendijo todo lo que tocaba. “Más Jehová
estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio”(Génesis 39:2).

¿Un jefe o superior jerárquico difícil? No faltarán donde quiera que estemos. Sin embargo si Dios
marcha con nosotros, ocurrirá lo que con José y que se reflejó en su lugar de trabajo: “Así halló José
gracia en sus ojos...”(versículo 4).
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Hay un texto que me parece muy significativo y lo comparto con ustedes, tomado de una versión
popular: “Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido
llamados por Dios de acuerdo a su propósito”(Romanos 8:28. Nuevo Testamento: la Palabra de Dios
para todos”.

Es probable que sienta soledad. Quizá ha razonado que en medio de las circunstancias adversas, ni
siquiera puede escuchar la voz de Dios. Pero está equivocado. A pesar de los densos nubarrones,
nuestro Padre nos acompaña. No nos deja solos y, sin duda, no lo hará. ¿Una razón? Guardó a José en
todo instante:

“...Jehová bendijo la casa del egipcio por causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo
que tenía, así en casa como en el campo”(Génesis 39:5).

LA TRANSPARENCIA MORAL EN LA VIDA DEL LÍDER

Que alguien alrededor tenga un desliz moral nunca será tan cuestionado como cuando el protagonista
no es alguien del común sino quien ocupa una posición de liderazgo, en la iglesia o en el plano secular.

De un evangelista internacional escuché decir que jamás se dejaba acompañar de una dama porque,
señalaba: “Alguien podría tomar una fotografía y publicarla en los diarios aduciendo adulterio en mi
vida”.

¿Se va a los extremos? Creo que no. Por el contrario, es una forma sensata de cuidar su
desenvolvimiento. No olvide que las personas que nos rodean esperan el más mínimo error para
cuestionarnos.

Una oración que no debe faltar jamás en nuestro devocional, es pidiendo a Dios la fortaleza para
vencer la tentación.

José experimentó una situación crítica cuando Satanás se atravesó en su paso, poniendo un motivo de
hacerle caer. “Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme
conmigo, y él no quiso...”(Génesis 40:7, 8).
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Las estratagemas de Satanás son tremendas; no en vano advirtió el apóstol Pedro:” Sed sobrios, y
velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien
devorar;”(1 Pedro 5:8).

Una vez el enemigo se da a la tarea de poner tropiezos, no descansará hasta encontrar el momento
oportuno para producir nuestra caída. Por esa razón es necesario permanecer tomados de la mano del
Señor Jesucristo.

Observe lo que desencadenó el mal deseo de la mujer de Potifar: aprovechó un momento que
consideró oportuno y “... lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en
manos de ella, y huyó y salió”(Génesis 39:12).

Como consecuencia de la calumnia, el joven israelita experimentó un nuevo vuelco en su existencia: “Y


tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.
Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la
cárcel”(versículos 20, 21). Allí también se apreció lo que en casa de Potifar: por amor a José, Dios
prosperó al carcelero.

EL MANEJO DE LA DESILUSIÓN

Algo a lo que no podemos sustraernos y menos quien está matriculado “En la escuela de Dios” camino
al liderazgo, es que siempre encontraremos en el camino a los ingratos. Personas que no valoran lo que
hagamos por ellos.

Su insensibilidad les lleva a sentir que, cuanto hicimos a su favor, es mínimo o no vale la pena
considerarlo. Es el tipo de situaciones que debemos aprender a manejar en nuestro desenvolvimiento
cotidiano.

¿Ejemplos claros? José y dos personas a las que cuidó en la cárcel. Uno era el copero de Faraón y el
otro, su jefe de panaderos. Al primero le interpretó un sueño, por obra de Dios, que resultó para bien
del hombre; al segundo, se le cumplió el anuncio pero en detrimento de su vida porque fue ajusticiado
por orden del monarca.

A quien servía las copas en palacio, José le recomendó: ”Acuérdate, pues, de mi cuando esté bien, y te
ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mi a Faraón, y me saques de esta casa. Y
el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó”(Génesis 40:14, 23).
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LA GLORIA TODA SEA A DIOS

¿Ha visto líderes que se roban toda la gloria y estando en la cumbre del éxito se olvidan de Dios y de
que fue El quien les ayudó a ascender? Probablemente si. Hay pastores, obreros y hombres que
parecen atribuir a sus méritos y no al poder divino, los logros que cosechan en su desenvolvimiento
eclesial o secular.

Con el paso del tiempo, Faraón tuvo un sueño ¿Recuerda el incidente bíblico? Sí, está en lo correcto.
Soñó con siete vacas flacas que devoraban igual número de vacas gordas y, a continuación, con siete
espigas menudas que se tragaban a siete de buen tamaño y producción. La situación despertó
preocupación en el gobernante.

En tales circunstancias, el jefe de los coperos le dijo al recordar su período en la cárcel: “Estaba allí con
nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él interpretó nuestros
sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño”(Génesis 41:12).

Aquí viene lo interesante. Cuando el joven hebreo fue llevado a presencia del monarca para resolver el
asunto, “Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mi; Dios será el que de respuesta propicia a
Faraón”(versículo 16).

Pregúntese ahora cuántas veces ha robado a Dios el lugar de primacía que le corresponde. Es probable
que como líder o siervo disfrute de los momentos de reconocimiento, pero es a El a quien debemos
exaltar. Nunca olvide que usted y yo somos solo eso, siervos que cumplen una misión. La honra y gloria
corresponden al Supremo Hacedor.

UNA MISIÓN ESPECÍFICA PARA ALGUIEN ESPECÍFICO

En la pantalla del televisor pasan las imágenes, primero del entorno selvático, y de fondo, la playa que
lleva a un mar azul, tranquilo e infinito. Después, un acercamiento rápido de la cámara permite ver el
rostro del hombre que sonríe mientras deja escapar unas lágrimas que se pierden en espesa barba
espesa. Es un sobreviviente de un conjunto de doce personas que concursaron por ganar un premio de
quinientos dólares.

A primera vista nadie explica el por qué de las lágrimas. Pero si usted conoce el contexto de la historia,
se dará cuenta que participó junto con tres mil personas más en diferentes ciudades del país, para
lograr la selección entre los aspirantes a sobrevivir a circunstancias difíciles en una isla distante. Una
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versión moderna de Robinson Crusoe, sólo que ahora hay cámaras de televisión por todos lados que
llevan a la audiencia hasta el más mínimo detalle de cuanto ocurre en el lugar.

Los días se sucedieron con rapidez para la inmensa ola de teleespectadores que estaba frente al
televisor cada noche después de las ocho. Para aquellos hombres y mujeres los días fueron
excesivamente largos. No veían la hora en que terminara su odisea. Unos, para regresar tristes a casa,
otros, para recibir un estímulo económico, y uno solo, para obtener la suma de dinero que lo motivó a
enfrentar y sobreponerse a mil penurias.

Los realitys están tomando fuerza en el mundo entero. Millares de personas se inscriben para ser parte
de las eliminatorias y selección. Hacen lo que esté en sus manos para ganar. Su más caro anhelo es
participar y llegar hasta el final.

¿Imagina qué ocurriría si el llamamiento de hombres y mujeres a cumplir misiones específicas en


circunstancias adversas tuviera tanta acogida? La respuesta es sencilla: el mundo no tendría problemas.
Todo marcharía a las mil maravillas.

Sin embargo la realidad es otra. Si hay algo que encuentra resistencia es hacer algo, por si mismo y por
los demás. ¿Ha visitado a alguien que habita zonas marginales de cualquier ciudad latinoamericana?
Muchos se levantan cada día con un deseo indeclinable de sobreponerse a los problemas; una buena
cantidad prefiere seguir así. No quieren esforzarse en lo más mínimo para salvar los obstáculos y
atravesar el muro de las situaciones contrarias que les impiden salir adelante.

ALGUIEN LLAMADO A SER DIFERENTE DE LOS DEMÁS...

Un líder es alguien distinto de los demás, así no se lo proponga. Su visión de la vida es diferente. Incluso
su forma de pensar y de actuar, difiere de las concepciones que asisten a quienes le rodean. A algunos
los caracteriza una perspectiva que razona y se mueve, no para el presente sino sentando bases para el
futuro. Hay quienes son osados, obran midiendo consecuencias o tal vez con demasiada rapidez sin
detenerse a calcular lo que podrían desencadenar sus acciones. Con virtudes y defectos, logran el
cometido para el que fueron llamados, bien por sus superiores en el plano secular, o por Dios mismo,
cuando se trata de alguien que sirve en la extensión del reino del Señor aquí en la tierra.

Moisés brilla con luz propia en la galería de hombres que sirvieron en un espacio específico de la
historia de la humanidad. Su desempeño ejerció una poderosa influencia en los acontecimientos que
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rodearon al pueblo de Israel en su tránsito temporal por Egipto y su posterior establecimiento en la


“tierra prometida”.

¿Qué tarea le correspondió? Aliviar la carga impuesta por los egipcios quienes “... pusieron sobre ellos
comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de
almacenaje, Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de
manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel
con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del
campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.”(Éxodo 1:11-14).

No era una encomienda fácil; por el contrario, era de las más difíciles que un ser humano pueda
asumir. Enfrentó problemas consigo mismo cuando quiso “hacer las cosas para Dios” pero a su manera;
la incomprensión de sus congéneres a quienes buscaba liberar; la persecución de aquellos con quienes
creció y en cuyo círculo real se desenvolvió por mucho tiempo, hasta llegar a una etapa crucial: el
destierro.

Cuando alguien me comparte respecto a su desánimo por la situación que experimenta, no puedo
menos que animarlo y caminar con él, a través de las páginas de la Biblia, hasta escenas como la de
Moisés al nacer. Estaba condenado a ser un fracaso, sin embargo venció. ¡Dios estaba con él!, y eso es
más que suficiente para asegurar que ningún obstáculo nos detendrá.

POR ENCIMA DE LA PERSECUCIÓN

Cuando Dios escoge a alguien para que le sirva, ajusta cuidadosamente todas las condiciones que
rodean su existencia para que cumpla el propósito para el que lo llamó. La orden real era que las
parteras debían dar muerte a todo varón hebreo que naciera en el territorio. (Éxodo 1:15, 16). “Pero las
parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a
los niños.”(versículo 17). La fidelidad de estas mujeres al Señor llevó a que recibieran
bendición(versículos 20, 21).

Es probable que usted haya sentido una y mil veces que va a desfallecer ante la concatenación de
problemas que ponen obstáculos al desenvolvimiento ministerial que Dios le encomendó.
Probablemente en el trabajo secular advierte que todo se encuentra ensombrecido. Muchos le
persiguen, difaman, buscan oportunidad para hacerle tropezar y de inmediato levantar un dedo
acusador en su contra. Pero aún cuando todo luzca poblado de densos nubarrones a su alrededor, no
es hora de renunciar.
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En momentos así, recuerde que usted sirve a un Dios de poder que está en control de todas las cosas y
que si marcha en el centro mismo de Su voluntad, dependiendo de El y no de sus propias fuerzas,
saldrá airoso en cualquier tormenta que enfrente. ¡Usted es un vencedor!

La historia de Moisés es muy conocida. Primero, porque está en la Biblia, y segundo, porque alrededor
de su nacimiento se han escrito muchos artículos, se han filmado películas e incluso se han realizado
sinnúmero de tiras cómicas. El argumento de esta novela es sencillo: nace de una familia descendiente
de Leví, su madre le escondió tres meses y luego lo arroja al río Nilo en una barquilla recubierta con
brea. La intervención divina hace que la hija del Faraón descubra al pequeño y contrata, a la propia
madre de Moisés, para que le prodigue cuidados. Ella lo cuidó hasta que fue joven y lo entregó a la
corte faraónica (Éxodo 2:1-10).

TRABAJANDO A “NUESTRA MANERA”

Hasta aquí todo ha transcurrido bajo un marco de normalidad. El problema surgió realmente cuando, al
crecer y por razones que no especifica el texto bíblico, Moisés se entera de su procedencia hebrea.
Confrontado por la realidad social y económica de su pueblo, sometido por aquel entonces a la dureza
del trato egipcio, decidió actuar... pero lo hizo a su manera...

“En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y
observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y
viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.”(Éxodo 2:11, 12).

Dios no le hizo ese encargo, por el contrario, fue el razonamiento de humano más que la dependencia
divina, lo que llevó a Moisés a pensar que así debían ser las cosas. Y cometió un grave error. Días
después, cuando vio a dos hebreos peleándose e intervino para evitar que se hicieran daño, recibió
como respuesta las siguientes palabras: “... ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?
¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha
sido descubierto.”(Éxodo 2:14).

Me asalta aquí una pregunta y estoy seguro que a usted también: ¿Cuántas veces obramos a nuestra
manera y no conforme Dios lo dispone?¿Hemos buscado la ayuda del Señor para salir airosos en toda
empresa?¿Cuáles han sido las consecuencias?

Si le ha ocurrido tal como a mi, que por avanzar conforme a mi visión y fuerzas, he chocado sinnúmero
de veces para encontrarme de nuevo en el suelo, aturdido por el impacto y sin deseos de seguir
adelante, entonces estoy seguro que me comprenderá.
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Este sencillo hecho debe llevarnos a reevaluar de qué manera pensamos, nos movenos y actuamos.
Seguramente encontraremos que es necesario aplicar muchos correctivos al desenvolvimiento; al
principio será duro, pero conforme pasa el tiempo y aprendemos de los errores, descubriremos que lo
más sensato fue hacer un alto en el camino, identificar en qué estábamos fallando y cambiar la ruta...

EL DESÁNIMO, PODEROSO ALIADO DE SATANÁS

Cuando enfrentamos la incomprensión, inmediatamente nos asalta el desánimo y en la mayoría de los


casos, una fuerte ola de desesperanza.

Esa situación que tal vez ha vivido muchas veces, fue la que enfrentó Moisés. ¡Su propio puedo, aquél
por el cual luchaba, levantaba un dedo acusador para sacarle en cara la muerte de un egipcio!

Se sorprendería al saber cuántas personas vuelven atrás en sus sueños, metas y propósitos como
consecuencia del desánimo. También quedaría sin palabras al saber de cuántos pastores, obreros,
misioneros y líderes no siguieron adelante porque enfrentaron la intolerancia de la congregación o por
que nadie valoró sus esfuerzos.

¿Qué hacer? Seguir adelante. Nada nos puede detener. Si tenemos conciencia de haber sido llamados
por Dios, es necesario que nos tomemos de Su mano y demos un nuevo paso. No fuimos llamados a la
derrota sino a vencer. Esa es la característica con la que nos creó el Señor y que por el sacrificio de
Jesús en la cruz, quedó reafirmada en nuestra vida.

Ahora, si volvemos a la escena, nos encontramos a un hombre lleno de incertidumbres, sobre quien
pesa una amenaza de muerte de Faraón (Exodo 2:15 a). La reacción no se dejó esperar “...pero Moisés
huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.”(versículo 15 b).

Sin proponérselo, forzado por las circunstancias, este líder en potencia entró en la Escuela de Dios,
donde recibió la formación necesaria para cumplir los planes y propósitos del Señor en su existencia.

“DIOS, ¿TENGO LAS CAPACIDADES PARA ASUMIR ESTA MISIÓN?" - UN LÍDER FRENTE A SUS
LIMITACIONES
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“¿Seré capaz de asumir ese reto?”. Sin duda es la pregunta que se ha formulado muchas veces. Yo
también. En general, todos. En uno u otro momento de la existencia, lo hacemos. Nos despierta temor
vernos confrontados por un cambio que se avecina o tal vez, una tarea para la que consideramos que
no tenemos las capacidades.

En sí el interrogante arroja resultados positivos. Nos permite evaluar hasta qué punto nos hemos
preparado para asumir compromisos grandes. También pone de manifiesto nuestras falencias. Todo se
traduce en puntos positivos y puntos en los que es necesario aplicar ajustes.

¿Sabía usted que muchas personas, una vez se encuentran dando vueltas a esta pregunta, se dan por
vencidos sin haber siquiera comenzado a trabajar en aquello que les desafía y prefieren volver atrás,
dejando incluso parte del trabajo que habían adelantado?

Cuando leemos acerca de la vida de Moisés es fundamental que aprendamos de todas las etapas por
las que atravesó. En particular, su llamamiento nos pone frente a un espejo en el que probablemente
nos miramos muchas veces asumiendo que tenemos limitaciones antes que valorar las enormes
ventajas y posibilidades que nos asisten.

El patriarca israelita es muy cercano a nuestras vivencias. Si bien es cierto se constituyó en un gran
líder, no nació así. Pagó el precio. Ese precio estuvo representado en el aprendizaje a partir de las
dificultades, pero también, en aplicar ajustes una vez identificaba que un camino no era el más
apropiado para alcanzar las metas propuestas.

MOISÉS: UN LÍDER QUE APRENDIÓ A ESPERAR

El primer paso en su larga asignatura en la “Escuela de Dios”, fue aprender el valor de la espera. El
exilio fue el camino para que comprendiera que no todo se puede lograr inmediatamente y que hay
una enorme brecha entre aquello que anhelamos y lo que finalmente se logra.

Generalmente imaginamos situaciones, con pelos y detalles, pero en la práctica las circunstancias son
totalmente diferentes. Moisés no pudo liberar al pueblo israelita a su manera, por el contrario, debió
huir y lo hallamos en el desierto...
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¿Ha atravesado períodos de la vida en los que considera que sus metas quedaron atrás?¿Llegó acaso a
sentir desánimo?¿Pensó que tal vez Dios se había olvidado de usted? Se preguntó, ¿de qué sirvió tanto
esfuerzo? Si alguna de estas inquietudes le asaltó en alguna ocasión, seguramente comprenderá a
Moisés.

Cuando creía que sus días terminarían escuchando el balido de las ovejas mientras que largas
extensiones de desierto o quizá rocosas montañas serían lo último que vería, tuvo un encuentro
personal con Dios. La espera había concluido. Igual con usted: es probable que esté a punto de rendirse
y echar por la borda todos los sueños, metas y esperanzas que ha albergado por años. Cree que nada
ocurrirá. Puede estar equivocado. Recuerde que, cuando estamos en el plan de Dios, cualquier cosa
puede ocurrir. El llega en el momento oportuno, no cuando nosotros queremos...

En cierta ocasión, mientras cuidaba el rebaño de su suegro Jetro, llegó al monte de Roed. “Estando allí,
el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba
envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: “¡Qué increíble!” Voy a ver por qué no se
consume la zarza”(Éxodo 3:3. Nueva Versión Internacional).

Puede que en su caso específico no haya sido una zarza ardiendo sino otra señal la que utilizó el Señor
para llamarle.

Escuché al Hermano Pablo, el evangelista latinoamericano que ha llegado por años a nuestros hogares
con “Un mensaje a su conciencia”, mientras relataba su llamamiento a la obra misionera.

Insiste que no quería. Consideraba que aquello no era para él. Y en visión pudo apreciar un campo de
algodones florecidos. Las bellotas, conforme iban pasando los minutos, tomaron formas de rostros y
entendió que era los hombres y mujeres de todos los países americanos en los que no se había
predicado la Palabra. De pronto uno de ellos le dijo: “Ven, compártenos la Palabra”.

Aquella imagen fue definitiva. Comprendió que aquel llamamiento al que se negaba era justamente lo
que Dios quería para El.

En ocasiones el Señor nos llama de una manera inverosímil. Al fin y al cabo somos importantes delante
de Su presencia, y el tratamiento es individual, único e irrepetible.

TÚ ERES EL ESCOGIDO
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La idea que tenemos de un líder capaz es la misma que nos vendieron las películas o tal vez las
telenovelas.

No sabemos de dónde sacó Moisés la imagen que tenía sobre las cualidades que debía reunir quien
ejerciera liderazgo, pero evidentemente él no figuraba entre los elegibles.

Apenas Dios le habla desde la zarza, algo que él jamás imaginó ni siquiera pudo concebir, le compartió
sus planes de liberar a los israelitas de la opresión egipcia. Inmediatamente le anuncia que los llevaría a
buena tierra, fértil y próspera. Y concluye: “Así que disponte a partir. Voy a enviarte al faraón para que
saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo”(Éxodo 3:6-10. Nueva Versión Internacional).

Imagínese. Moisés no alcanzaba a salir de su asombro frente a las noticias, y encima, Dios le indica que
él, Mosiés, sería el encargado de cumplir la tarea. No solo se sorprendió sino que estuvo a punto de
sufrir un colapso.

Tal vez ha ocurrido con usted. En el plano secular recibió noticia sobre su promoción a un cargo que
jamás siquiera pensó, o en la iglesia el pastor le confirma su designación en un ministerio para el cual
considera que los demás están mejor preparados.

¿Qué hacer? Generalmente alguien que experimenta una sorpresa así, se niega. Lo más fácil es decir:
“No puedo”. Lo más complejo y verdaderamente valioso es decir:”Voy a hacerlo”. Lo apenas aceptable
es que diga: “Voy a intentarlo”. Moisés se limitó a expresar su escepticismo: “¿Y quién soy yo para
presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?”(versículo 11).

DIOS TRATA CON NUESTRA VIDA

Es un hecho que humanamente miramos y en cierta medida nos dejamos llevar por las apariencias.
Dios mira el corazón. No presta atención a lo que se aprecia a primera vista. Le interesa lo que hay
dentro de cada uno. Esa es la razón por la cual, cuando llama a alguien, no mira lo que es ahora sino lo
que podría a llegar a ser en sus manos.
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¿Recuerda al Señor Jesús cuando llamó a los discípulos? El no reparaba en lo rustico de Pedro, lo
ambicioso de Mateo o lo delicado de Juan. Veía en ellos a potenciales líderes que serían fundamentales
en la tarea de extender el Reino de Dios.

En el proceso de prepararnos para una tarea, el Supremo Hacedor trata con nuestra vida. Eso fue
exactamente lo que le anunció a Moisés: “Yo estaré contigo—le respondió Dios--. Y te voy a dar una
señal de que soy yo quien te envía;: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me
rendirán culto en esta misma montaña”(Éxodo 3:11).

DIOS ES QUIEN CONCEDE LA AUTORIDAD

Si algo me parece apasionante en el diálogo que sostiene el patriarca con el Padre, es la serie de
inconvenientes que pone de presente. Primero, esgrimió la posibilidad de que no creyeran a su misión
de sacar al pueblo israelita de Egipto porque, creía, desconocerían quién lo había mandado.

“—Yo soy el que soy—respondió Dios a Moisés--. Y esto es lo que tienes que decirle a los israelitas: Yo
soy me ha enviado a ustedes”(versículo 14).

Eso bastaba, pero a este pastor asombrado por su reto, no le pareció así. Desconocía o al menos no
quería entender que Dios concede autoridad a aquél a quien envía.

DIOS ES QUIEN PROVEE LOS MEDIOS

En su rápido razonamiento sobre la forma de salirse del compromiso, Moisés salió al paso con un
nuevo impedimento: ¿Qué ocurriría si no le creían?.

Dios inmediatamente le preguntó que tenía en su mano. Era una vara. “—Déjala caer al suelo—ordenó
el Señor. Moisés la dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente. Moisés trató de huir de
ella, pero el Señor le mandó que la agarrara por la cola. En cuanto Moisés agarró la serpiente, ésta se
convirtió en una vara en sus propias manos.—Esto es para que crean que yo el Señor, el Dios de tus
padres, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me he aparecido a ti...—“(Éxodo 4:3-6. Nueva Versión
Internacional).
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Dios mismo nos proveerá de los medios necesarios para que cumplamos la tarea cabal y exitosamente.
No se preocupe por eso; preocúpese por disponerse para El.

DIOS ES QUIEN CONCEDE LA CAPACIDAD

Un tercer pretexto de Moisés fue su incapacidad física, específicamente en cuanto al habla. “—Señor,
yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra—objetó Moisés--. Y esto no es algo que haya
comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho
trabajo hablar”(Éxodo 4:10).

Con frecuencia Satanás nos vende la idea de que no tenemos las capacidades para desarrollar alguna
tarea, bien en el plano secular o eclesial. Pero no es otra cosa que su estratagema para sacarnos del
camino. Dios no busca hombres perfectos, porque quizá el orgullo los ha doblegado y no podrán
cumplir su misión. Busca hombres que permitan el trato divino. Es a ellos a quienes puede moldear y a
quienes usa en sus planes.

Por eso le respondió que El podría suplir esa situación. Y fue tajante: “Anda, ponte en marcha, que yo
te ayudaré a hablar y te diré lo que debas decir”(versículo 12).

“¿POR QUÉ A MI, POR QUÉ AHORA?”

Esta frase popularizada entre quienes rehuir grandes responsabilidades, fue la que expresó Moisés
como última alternativa. “Señor—insistió Moisés--, te ruego que envíes a otra persona”(versículo 13).

Hay quienes desprecian enormes oportunidades porque dimensionaron lo que creían eran sus
limitaciones físicas, académicas o de liderazgo. Con el paso del tiempo se arrepienten.

El Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se decida a serle útil. Es comprensible que sienta
miedo, pero recuerde que Dios está en control de todo. No lo dejará solo. El velará por usted, y
además, le ayudará a cumplir su misión...

Piénselo. Tal vez debe tomar esa decisión ahora. No tarde. Dios y el mundo le esperan para grandes
misiones...
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UN LÍDER EN LA ENCRUCIJADA

Tomar decisiones que cambien el curso de nuestra historia no ha sido fácil y seguramente nunca lo
será. Decidir implica modificar cosas, hacer ajustes y reorientar planes.

Ahora sume otro ingrediente. A la complejidad de tomar una determinación acompañe un anuncio: el
camino que le resta es difícil y jamás faltarán los obstáculos. ¿Le parece estimulante una situación así?
Sin duda que no.

Moisés recibió instrucciones específicas del Señor para que abandonara Madián, en donde tras el exilio
se encontraba cómodo con su familia, ¡para regresar a Egipto!.

“Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las
maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón de modo que no dejarán ir a mi
pueblo”(Éxodo 4:21). El reto no solamente era muy grande sino que a la luz de la razón parecía no
tener lógica.

Imagine por un instante la situación de un estudiante de seminario bíblico que recibe, justo cuando
está cursando el último semestre, notificación de que una vez graduado debe ir a un sector rural
distante de la ciudad. “No será fácil—advierte la comunicación—pero confiamos que Dios le
acompañará en este propósito de plantar una nueva congregación en ese lugar. De momento se
encontrará con una familia de creyentes. Son los únicos”.

Sobra decir que llegar al sitio fue traumático. Era necesario viajar cinco horas en carro por una
carretera sin pavimentar que más parecía una trocha. Los cinco cristianos, pertenecientes a una sola
familia, le asignaron en medio de su pobreza una habitación donde abundaban toda suerte de bichos.
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Fue de parcela en parcela predicando y después de dos años y tres meses, se reunían en los cultos
dominicales, treinta y dos personas.

¡Ahora sí encontraba sentido a la misión que le habían encomendado!.

Justo en esas condiciones le envían una nueva carta. Debe desplazarse a la capital para iniciar trabajo
en un barrio marginal. Allí no hay ningún creyente conocido, pero la denominación desea plantar una
iglesia en el sector.

¿Qué hacer? ¿Renunciar? ¿Seguir adelante? Ese es el punto crucial. Es tanto como caminar en medio
de una encrucijada.

LAS ASIGNATURAS COMPLICADAS EN LA ESCUELA DE DIOS

Cuando tenemos la firme determinación de estar en el centro mismo de la voluntad del Señor, es
necesario cursar las asignaturas más complicadas. Usted lo sabe, lo ha sabido siempre y si no es así, es
probable que actualmente esté aprendiendo el precio que debe pagar quien se matricula en la Escuela
de Dios.

Nadie que no haya sido tratado de manera personal por el Creador, podrá aspirar a grandes misiones.

El hecho de que haya recibido una orden directamente del Supremo Hacedor, no significa que todos
atenderán sus instrucciones. Así es que no manifieste extrañeza cuando aquellos a quienes enseña en
la congregación o quizá en un grupo de estudio bíblico, expresan rebeldía. Es previsible. Ocurre cuando
algo choca contra sus concepciones de siempre. No quieren recibir algo nuevo.

¿Comprende ahora lo que podía sentir Moisés? Su condición emocional no era la mejor. “Entonces el
rey de Egipto les dijo: Moisés y arón, ¿por qué hacéis cesar al pueblo de su trabajo? Volved a vuestras
tareas”(Éxodo 5:4).

La corte faraónica no esperaba que alguien diferente a sus magos les hablara de deidades. Y más
tratándose de Moisés que había sido de la realeza y fruto de dar muerte a un egipcio, se había dado a
la fuga.
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Luis Sánchez, quien lidera una creciente congregación del sur de Santiago de Cali insiste en lo
complicado que resulta a un ex pandillero, quizá a un ex delincuente o otrora borracho o adúltero
predicar una vez se convierte a Jesucristo. ¿La razón? Quienes están alrededor desestiman sus
mensajes o piensan que el cambio será transitorio. Están a la expectativa de que caigan en pecado.
Sencillamente no lo pueden concebir.

En respuesta a la exhortación de Moisés, el Faraón impuso nuevos trabajos y más pesados que los
anteriores a los israelitas, por aquél tiempo esclavos (Éxodo 5:5-11).

RECHAZADO POR SU PUEBLO

Con frecuencia recuerdo la historia de un pastor a quien le correspondió una dura tarea: plantar una
iglesia en un sector popular de una ciudad. No fue fácil. Llegar con el evangelio de Jesucristo a gente
sumida por mucho tiempo en las tradiciones, no hizo otra cosa que generar rechazo.

Finalmente, cuando ya tenía un buen número de congregantes, alguien se levantó en división. Lo


dejaron literalmente solo y para destruir su ministerio, tres personas del liderazgo levantaron
calumnias. Le tocó comenzar de nuevo.

--El día que literalmente me sacaron del templo, descubrí el enorme dolor que despierta ser rechazado
por aquellos por quienes sufriste desvelos y situaciones complicadas—me dijo.

A Moisés la escena no le fue ajena. “Y encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos
cuando salían del Faraón, les dijeron: Mire Jehová sobre vosotros, y juzgue; pues nos habéis hecho
abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos
maten”(Éxodo 5:20, 21).

El impacto debió ser demoledor para el patriarca. Es probable que se preguntara si valía la pena tanto
esfuerzo. “¿Qué gano yo a cambio de esta tarea?”, se preguntaba mientras miraba el desierto a lo lejos.

¿Se ha preguntado acaso de qué sirven sus desvelos? Es probable. Pero recuerde como líder que, justo
cuando llegan las circunstancias adversas es cuando debe volver su mirada al Señor en procura de
ayuda.

EN LAS FUERZAS DE DIOS, NO EN LAS NUESTRAS


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El líder que permite que las cargas producto de su labor ministerial o secular se acumulen y busca
resolverlas a su manera, probablemente desistirá de las tareas a su cargo o se dará por vencido con la
firme decisión de no intentarlo nuevamente jamás.

¿Qué hacer en casos así? ir a nuestro Padre en procura de su ayuda, como hizo Moisés.

“Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo?¿Para qué me
enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablar en tu hombre, ha afligido a este pueblo; y tu
no has librado a tu pueblo”(Éxodo 5:22, 23).

Dios no espera que luchemos en nuestras fuerzas sino en las de El. Este principio bíblico tiene
aplicación tanto en nuestro desempeño eclesial como secular. Es una pauta que debemos tornar
práctica. Los resultados no se harán esperar, como ocurrió con Moisés:

“Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará
ir, y con mano fuerte los echará de su tierra”(Éxodo 6:1).

Es necesario que aprendamos a desarrollar una confianza plena en Aquél que tiene control de
absolutamente todas las cosas y nos puede ayudar a superar las crisis, cualesquiera que sean.

La decisión como alguien que sirve a Jesucristo y tal vez está en una encrucijada, es dejar en manos del
Señor sus cargas y no dar lugar para que el desgano o la desilusión ganen terreno. ¡Usted puede
lograrlo!

Cambie su concepción de “todo-lo-puedo” de quienes luchan a su manera con los obstáculos y no en


las pautas y principios trazados por el Señor.

LA DURA TAREA DE SUBIR LA MONTAÑA


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¿Alguna vez escaló una montaña? Sin duda descubrió que conforme salvamos la distancia que nos
separa de la cima, las dificultades para avanzar y respirar son mayores. La presión, el viento y otros
factores ajenos a nuestro manejo, tornan imposible desplazarnos con la rapidez que anhelamos.

La imagen de un hombre o mujer subiendo a una cumbre es la mejor ilustración sobre las múltiples
tentaciones que asaltan a un líder cuando cumple una misión. Hay quienes desisten rápidamente y, así
hayan andado la mitad del trecho, vuelven atrás. Otros se desaniman porque consideran que “todavía
falta mucho” para llegar al punto más alto y no persisten. Un buen número prosigue la marcha pero
influidos por sus compañeros, llegan a considerar que las jornadas son muy difíciles. El grupo que llega
a la cresta de la montaña es reducido, sino es que solamente uno solo lo logra.

¿Ha experimentado una situación similar? Entonces comprenderá los complejos momentos que
atravesaron Moisés y Aarón en el proceso de librar a los israelitas del cautiverio egipcio.

NO SE DESESPERE ¡DIOS LO RESPALDA!

Graciela Fleytas es una misionera argentina de las Asambleas de Dios asignada a Mozambique, en el
África. Llegó al lugar con una y mil iniciativas que pronto encontraron resistencia. Entre ellas la creación
de un orfanato y de un hospitalito.

Emprender la tarea no ha sido fácil. Por el contrario, en un mundo animista como el que habita en ese
continente, problemas y obstáculos son lo que encontró a su paso. Pero no se dejó vencer. Avanzar
asida de la mano del Señor Jesús constituyó la base para sobreponerse a la adversidad.

¿Qué descubrió en su ministerio? Que si Dios da la visión, el concede la provisión y asegura la


bendición. Tres elementos determinantes para toda persona que asume una enorme misión. ¿Quién
permitirá materializar la misión? El Señor mismo.

¿Recuerda dónde quedamos en las lecturas sobre la difícil tarea asignada a Moisés? Pues bien, sus
tropiezos iniciales no fueron nada comparado con lo que vendría. Tales hechos y la forma como los
enfrentó representan un ejemplo para nosotros hoy.

Los primeros versículos del capítulo 7 del Éxodo nos revelan aspectos sumamente interesantes que le
invito a considerar y a aplicar en su vida.
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“Toma en cuenta le dijo el Señor a Moisés que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón
será tu profeta. Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su
parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. Yo voy a endurecer el corazón del
faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces
descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi
pueblo, los israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas,
sabrán los egipcios que yo soy el Señor.”(Exodo 7:1-5. Nueva Versión Internacional).

REPRESENTAMOS A DIOS MISMO

Colóquese por un instante en los zapatos de Moisés. Aquél que todo lo puede le encomendó una
misión. En ningún momento le prometió que sería fácil; por el contrario, es a través de la dura
experiencia de estar matriculado y cursando asignaturas en la “Escuela de Dios”, que aprendió sobre
los alcances de su nueva condición.

AL DECIR SÍ AL LLAMAMIENTO DIVINO, SE CONVIRTIÓ EN SU REPRESENTANTE ANTE FARAÓN.

Moisés fue puesto “por Dios ante el faraón”. Son las credenciales del Todopoderoso las que confieren
autoridad y las posibilidades para desarrollar el trabajo propuesto. No es en nuestras fuerzas, sino en
las de Dios.

Quizá usted oró por un trabajo. El se lo proveyó. Hoy siente que no puede. ¿Quién respondió a sus
oraciones? El Señor mismo. Es sabio y por tanto, abrirá una salida a vista suya. No está solo ni en un
laberinto del que no puede salir.

¿Ejerce el liderazgo en una iglesia y siente que no puede seguir adelante?¿Todos están en contra
suya?¿Enfrenta la intolerancia y la incomprensión? Es posible vencer. Usted es el representante de
Dios. ¿Acaso no depende de Él? Entonces, ¿qué impide que alcance los objetivos de la misión que
recibió?.

NUESTRA OBLIGACIÓN: CUMPLIR AQUELLO QUE DISPUSO DIOS

El Señor no necesita que le demos “una ayudadita”. El es poderoso para hacer cuanto se ha propuesto.
Empujar junto a Dios no es otra cosa que poner un obstáculo atravesarnos en Su camino. Es necesario
dejarlo que obre.
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Dios fue claro con Moisés: “Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano
Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas”.

¿Ha intentado hacer las cosas a su manera creyendo que Dios le respaldará? La advertencia del
Supremo Hacedor fue clara: el patriarca debía limitarse a hacer aquello que se le había ordenado. Igual
nosotros. Obediencia es una de las palabras clave para un ministerio exitoso.

DIOS ES QUIEN PELEA LA BATALLA

Hace poco tiempo recibí la carta de una pareja pastoral. Fueron asignados a un territorio dominado por
el tradicionalismo religioso. Llevaban varios meses predicando sin que se produzca ninguna conversión
a Cristo.

“No sabemos qué hacer—decía la comunicación--. Hemos invertido buena parte de nuestro tiempo
evangelizando, distribuyendo tratados, haciendo cultos callejeros. Estamos desesperados. ¿Considera
que lo más apropiado es regresar a nuestra ciudad? Podríamos trabajar vendiendo algo y así
restablecer nuestra vida secular”.

¿Cuál sería su respuesta? Pues le compartiré cuál fue la mía: “Quédense en el mismo lugar. Dios los
llamó, Dios responderá. El hará prosperar Su obra. No luchen en sus fuerzas, luchen en las fuerzas del
Señor”.

Dios es quien pelea con nosotros, tal como lo prometió a Moisés: “...y aunque haré muchas señales
milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto”.

Es probable que como líder considere que ya hizo mucho y no puede más. Ha pensado en renunciar.
¿Es aconsejable? En absoluto. Cumpla lo que Dios le llamó a hacer, y si las luchas son enormes, deje
que Él pelee por usted. Dios finalmente cumplirá aquello que se propuso: “Y cuando yo despliegue mi
poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor”.

¡EL ENEMIGO SE OPONE!


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Por supuesto que Satanás y sus huestes salen al paso tratando de impedir que cumplamos la misión. Es
algo apenas previsible. No es nada nuevo, por el contrario, ha sido así desde la misma creación del
Universo.

Cuando Dios confió a Moisés el poder para demostrar a Quién representaba, el diablo quiso imitar
todo. Y lo hizo a través de los hechiceros al servicio de Faraón: “Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y
cumplieron las órdenes del Señor. Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la
vara se convirtió en serpiente. Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes
secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y
cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos
ellos.”(Éxodo 7:10-12. Nueva Versión Internacional).

¿Acaso le ha ocurrido que al interior mismo de la congregación hay quienes se levantaron en su contra
y pusieron en tela de juicio el liderazgo que desarrolla? ¿Enfrentó en algún momento los aires de la
división en la iglesia?¿Fue blanco de ataques injustificados? Sin duda que responderá afirmativamente
a uno de los tres interrogantes sino es que dice si a todos.

Satanás es astuto. Es el artífice de muchas doctrinas de error que arrastran a hombres y mujeres,
alejándolos de la Salvación de Cristo. Pero lo grave es que engaña incluso a quienes están en el Camino
correcto.

Al diablo hay que confrontarlo en las fuerzas de Dios. Y una estrategia eficaz es orar al Padre pidiendo
su intervención, y declarando rotas las estratagemas satánicas que se levantan en contra. No olvide
que usted tiene la autoridad que le confirió el Señor Jesucristo, y es necesario ejercerla...

NUNCA LO OLVIDE: EL PODER ES DE DIOS, NO SUYO

Despierta preocupación que decena de líderes cristianos son humildes en tanto comienzan su labor.
Pero una vez Dios los utiliza como instrumentos con poder y autoridad, olvidan que el poder proviene
del Altísimo y no es fruto de méritos propios.

¿Recuerda las plagas con las que el Señor asoló a los egipcios? Personalmente siempre me han
parecido algo extraordinario que rompió toda lógica y demuestra en Quién hemos creído.

Recordémoslas de nuevo. Son nueve plagas: de la sangre (Éxodo 7:14-25), de las ranas (Éxodo 8:1-15),
de los piojos (Éxodo 8:16-19), de las moscas (Éxodo 8:20-32), de la muerte del ganado (Éxodo 9:1-7), de
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las úlceras a personas y bestias (Éxodo 9:8-12), del granizo (Éxodo 9:13-35), de las langostas (Éxodo
10:1-20) y de las tinieblas (Éxodo 10:21-29).

El colofón de todo fue el anuncio sobre la muerte de los primogénitos (Éxodo 11:1-10) que tuvo
cumplimiento unos cuantos versículos más adelante (Éxodo 12:29-35).

El poder fue enorme. Pero era de Dios. Moisés lo entendió así y no se llenó de vanagloria. No vaya a
ocurrir en su vida que confunda cuál es la fuente de poder.

Quienes incurren en este desliz, rápidamente caen. Terminan frustrados. Sus vidas se vuelven un caos y
en el colmo de su descaro, echan la culpa a Dios. ¡Tremendo error! Son los orgullosos quienes
desconocen el obrar divino.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO

Necesitamos examinar nuestro corazón como siervos y evaluar la disposición.

Disposición es la acción o efecto de disponer. Disponer es colocar, poner las cosas en orden y en
situación conveniente. Hay cosas que tienen que ser puestas en orden en estos últimos tiempos.
"Pero...todo está en orden hermano. ¿No ve el despertar espiritual que estamos teniendo en América
Latina? ¿No ve cómo están creciendo nuestras iglesias? ¿Usted no ve el nuevo movimiento espiritual
que estamos observando, todo lo que estamos experimentado? ¿La nueva prosperidad que
proclamamos? ¿No está observando los últimos avances en materia de guerra espiritual y nuestras
nuevas fórmulas de fe?" Sí, lo veo y doy gracias a Dios por ello. Me gozo junto con usted, pero no cierro
mis ojos a la realidad.

¿Cómo se mide el corazón y la disposición de un siervo? ¿Por su actitud ante los logros, los éxitos y los
avances? ¿Por la manera cómo es admirado por la gente y sus seguidores? ¿Por cuántos votos logra en
las asambleas y en la convención? ¿O, quizá, por cuántos programas de televisión tiene o cuán grande
es la megaiglesia que pastorea? ¿Será acaso por la entrega al asumir grandes responsabilidades y la
forma de iniciar nuevos retos?
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No, el corazón de un siervo se mide por la disposición a ser examinado durante la obra y al terminar la
misma. El corazón se mide por la actitud que tiene cuando necesita entregar el cargo a otro. Samuel
demostró su verdadero corazón cuando le entregó el pueblo a Saúl, primer rey de Israel.

Samuel fue el último de los jueces de Israel. Los jueces fueron individuos que ejercieron gran influencia
sobre las tribus de Israel por su fuerte personalidad, estatura moral y el hecho de tener acceso directo
a Dios. El corazón de Samuel se pudo ver el día que él dio su discurso final ante el pueblo para
entregarle la dirección de Israel a Saúl. En el corazón de Samuel había una total disposición para Dios y
para el pueblo, y de ello nosotros necesitamos aprender como siervos.

Para estudiar esta actitud vamos a 1 Samuel 12:1-5. En este pasaje Samuel no sólo clarificó su propio
carácter sino que se colocó como ejemplo ante Saúl. En sus últimas palabras antes de marcharse
Samuel demostró:

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A ESCUCHAR

"He aquí, yo he oído vuestra voz en todo cuanto me habéis dicho, y os he puesto rey" (12:1).

Como siervos necesitamos aprender a escuchar al pueblo. Sin embargo, antes de aprender a escuchar
al pueblo necesitamos aprender a escuchar a Dios. "Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en
todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine
sobre ellos" (1 S. 8:7). Cuando aprendemos a oír a Dios, Él nos guiará para que oigamos a los que Él
quiere que oigamos. Es difícil escuchar todo, pero a menudo es necesario. Es fácil escuchar lo dulce,
pero difícil aquello que sabemos que no tiene sentido. Un buen siervo sabe escuchar. Estemos
dispuestos a escuchar al pueblo sin temor ni angustia. Muchas veces como líderes tenemos miedo de
escuchar lo que el pueblo quiere decir.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A REPRODUCIRSE

"Yo soy ya viejo y lleno de canas; pero mis hijos están con vosotros…" (12:2).

Hemos sido llamados para reproducirnos, jamás para perpetuarnos. En efecto Samuel les dijo: "Ya he
terminado, estoy viejo, pero quedan entre ustedes mis hijos, la generación que sigue". Estamos en la
obra de Dios para hacer discípulos, y que el día que entreguemos lo que estamos haciendo podamos
decir también: "Ya estoy viejo... pero aquí quedan los que he estado formando para que ellos
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continúen". El Señor Jesús nos dejó el ejemplo, y el mismo modelo lo encontramos en Pablo cuando
dijo: "Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos
para enseñar también a otros" (2 Ti. 2:2). Debemos dar los pasos para reproducirnos en otros.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER MODELO

"Yo he andado delante de vosotros" (12:2).

Andar delante implica estar expuesto a ser observado y analizado. Muchos siervos quieren andar
detrás, impulsando a la gente. Sin embargo, lo más importante es estar adelante, porque el mundo se
ha cansado de las palabras. Lo que la gente quiere son modelos. Si no hay un modelo de vida, surge la
angustia. Pero no modelos de televisión. Muchos de los que sirven al Señor parecen más modelos de
televisión que de vida. Debemos permitir que el evangelio sea encarnado en nuestra vida y que
podamos decirle al pueblo: "Yo he andado delante de vosotros".

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER PERSEVERANTE

"…desde mi juventud hasta este día." (12:2).

Cuando Samuel expresó tal declaración estaba diciéndole al pueblo: "Ustedes saben que desde mi
juventud hasta este día, cuando ya mi cabeza está llena de canas y mi cuerpo sin fuerzas, he sido
perseverante". La perseverancia estimula y anima a los seguidores. Samuel pudo hablar con firmeza:
"He estado con ustedes desde mi juventud hasta ahora". No es asunto de comenzar... es asunto de
mantenerse y terminar fielmente. Vivimos en un mundo lleno de inconstancia y flexibilidades, pero a
los siervos se nos exige ser constantes y la perseverantes. Que bueno es encontrar aún siervos que con
su vida han demostrado fidelidad y perseverancia. El mejor mensaje que podemos transmitir a los
discípulos es esa clase de vida. Cuántas son las personas en las iglesias y en los centros de comunidad
que tienen sus corazones frustrados porque no ven disposición a ser perseverantes en la vida de sus
líderes.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER EVALUADO

"Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido…" (12:3).


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¿Liderazgo es exponerme a ser evaluado? ¿Ponerme delante para ser medido? "Jamás. Nunca lo
toleraría". Ésa es la expresión de centenares de líderes, quienes tienen miedo a ser evaluados. Hoy, en
los últimos años de esta última milla que nos corresponde correr, los líderes somos llamados a la
disposición a ser evaluados. El Señor Jesús nos dio la medida. Un día él llamó a sus discípulos y les dijo:
"¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías;
y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente. Entonces les respondió
Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre
que está en los cielos" (Mt. 16:13-17).

El Hijo de Dios se expuso a ser evaluado. Como siervos no podemos aislarnos y vivir sin ser evaluados y
sin rendir cuentas a nadie. La evaluación de nuestras vidas necesita extenderse a áreas vitales de
nuestro ministerio. Samuel estuvo dispuesto a ser evaluado en diferentes áreas y nuestro corazón
necesita estar a la disposición de ser evaluado en las siguientes áreas, al igual que Samuel.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER EVALUADOS EN LA ADMINISTRACIÓN

"…si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno…" (12:3).

Como siervos de Dios se nos ha encomendado bastante para que lo administremos, y necesitamos
responder a Dios y al pueblo con toda transparencia. Cuántos líderes han descuidado esta tarea y viven
sin ser evaluados en el área administrativa. Tenemos una responsabilidad que jamás podemos evadir.
Administramos recursos ajenos. Son, primeramente, los recursos de Dios y luego son los recursos de la
gente con la que estamos trabajando. No tengo derecho de tomar algo que le pertenece al Señor y al
pueblo. Jamás caigamos en el gravísimo error de llamarnos los "siervos e hijos del Rey" sólo para tener
el derecho de administrar los recursos financieros y físicos sin rendir cuentas.

Cuando yo comenzaba a pastorear recibí el consejo de una anciana misionera americana en mi país, de
quién aprendí muchísimo. Un día ella me dijo: "Serafín, cuando estés en el pastorado administrando los
diezmos y ofrendas de la iglesia, antes de hacer cualquier gasto pregúntate: ¿se justifica este gasto? ¿se
ajusta al propósito de Dios y a la prioridad de la iglesia? Recuerda que ese dinero que administras, a ti
no te ha costado mucho...pero sí le ha costado bastante al campesino que se levanta a las cinco de la
mañana para vender sus verduras en el mercado; le ha costado a la mujer que lava ropa ajena para
mantener a sus hijos, y al taxista que día a día está detrás de un volante y de allí ha sacado su diezmo
para la iglesia. A ellos les ha costado y no es justo que gastes ese dinero en lo que no es justo". Tales
palabras calaron profundo en mi corazón de joven. Hoy, casi treinta años después, no las he olvidado y
me frenan cuando quiero escoger mi propio camino en materia de administración. Mantengamos la
disposición a ser evaluados en el área de la administración.
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LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER EVALUADO EN LA CONVERSACIÓN

"…si he calumniado a alguien…" (12:3).

El tema de nuestra conversación es determinante. La Biblia claramente declara que de la abundancia


del corazón habla la boca (Mt. 12:34). Necesitamos cuidar nuestros labios para no calumniar a nadie. Es
imperioso ser evaluados por otros en el área de la conversación. Que bueno es poder decirle al pueblo
y a otros compañeros: "Si ustedes oyen que mis palabras están desenfrenadas y destruyendo a alguien,
por favor....evalúenme". Qué triste es encontrar en el largo camino de la vida más de un centenar de
líderes que han quitado de sus labios el freno y se han atrevido a calumniar a otros sin ningún temor.
Me refiero a calumnias que se levantan sólo por el impulso del espíritu de competencia, envidia,
deseos malsanos de derribar al compañero a quien Dios está usando. Mentiras, calumnias,
maquinaciones y artimañas han sido usadas en las últimas décadas por líderes inseguros que no han
tenido el más pequeño temor ante palabras que brotan con facilidad de la fuente malsana de su lengua
impura. Mantengamos la disposición a ser evaluados en nuestra conversación.

LA DISPOSICIÓN DEL SIERVO A SER EVALUADO EN LA RELACIÓN

"…si he agraviado a alguien…" (12:3).

Agraviar es engañar o defraudar. Podemos como siervos usar el ministerio para engañar o defraudar a
la gente, mas un día seremos expuestos a la luz. Necesitamos estar expuestos a ser evaluados en
cuanto a nuestras relaciones: con otros pastores, con los líderes con los cuales trabajamos y con la
gente o la congregación en la cual nos desenvolvemos por la gracia de Dios. Por muchos años consideré
el tema de las relaciones como algo periférico de mi vida y de mi ministerio hasta que un día fui
confrontado directamente por la Palabra de Dios acerca de la centralidad de ese tema. Nuestro Dios es
un Dios de relaciones y Él desea que sus siervos las manejen y administren bien.

Es imprescindible estar dispuestos a ser evaluados en nuestras relaciones con el sexo opuesto y jamás
defraudar a nadie en este sentido. En los últimos diez años la iglesia ha sufrido las dolorosas caídas de
ministros y líderes, que jamás estuvieron dispuestos a ser evaluados en ese aspecto. Jugar sutilmente
con el sexo opuesto sin mantener los límites adecuados está llevando a muchos siervos al camino del
engaño. Sabemos por el Espíritu de Dios, quien nos advierte, y por la lógica que Dios nos ha dado como
regalo cuando comenzamos a pasar los límites claros. Sonrisas, miradas, toques especiales, regalos
cariñosos, llamadas telefónicas disfrazadas de atención espiritual son juegos peligrosos que al igual que
a Sansón pueden llevarnos a un desastre total. Qué bueno sería pedirle a ministros amigos y aún a los
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hermanos que nos rodean que tengan la libertad de llamarnos la atención y darnos una palabra de
advertencia antes de que la ceguera espiritual nos alcance y sea demasiado tarde.

Con el sexo opuesto no se puede jugar. En la oficina pastoral y el escritorio de consejería nacen con
frecuencia las primeras semillitas de adulterio o fornicación. Detrás de muchas oraciones de
«restauración» comienzan a germinar las primeras miradas tiernas y debilitantes. Amado consiervo...
detén tu camino, párate ahora mismo, da media vuelta y comienza a caminar por el sendero estrecho
de la disposición a ser evaluado en tus relaciones.

LA DISPOSICION DEL SIERVO A SER EVALUADO EN LA OMISIÓN

"…o si de alguien he tomado cohecho para cegar mis ojos…" (12:3).

Jamás se encuentre en la evaluación de nuestra vida el hacer la vista ciega a pecados de personas por el
simple hecho de recibir ayuda monetaria de ellos. Resistir la tentación a ignorar ciertas cosas para
lograr nuestros propósitos y metas debe ser un anhelo constante en la vida de un siervo. Podemos
fácilmente tomar el camino de la omisión si nos toca tomar decisiones frente al pecado y el desvío de
aquella persona, la cual precisamente aporta los más grandes diezmos y ofrendas, que está
sosteniendo el 80 por ciento del proyecto, el ministerio, la iglesia o la organización. Sin embargo,
ninguna cosa caminará sin la debida consecuencia. Tarde o temprano seremos alcanzados por la onda
expansiva de la omisión. Hace unos meses leía en un periódico de Centroamérica un gran titular que
decía: «pastor evangélico acusado de violación de una adolescente en su iglesia». Con asombro
comencé a leer las descripciones tristes de la acusadora y las consabidas defensas del acusado. Me
encontré estremecido por las palabras dichas por el presidente de la organización donde este pastor
trabajaba y, ante la pregunta del periodista acerca de cuál era su opinión, el líder nacional de esa iglesia
dijo a la prensa las siguientes palabras: "Estamos investigando para encontrar la verdad y, si el caso
resultara ser cierto, procederemos a cambiar a este pastor de iglesia y enviarlo a otro lugar para
pastorear". Cerré el periódico y me quedé mirando a la distancia mientras mi mente daba tumbos de
un lado a otro y en mi corazón dije: "Esta expresión la he escuchado muchas veces o de palabra o de
hecho". Omisión. Omisión. Algunos líderes parecen intocables: su trayectoria, su renombre, su
aparentemente limpia reputación y el largo historial de «éxitos» los hace intocables, por lo tanto es
mejor omitir. "No hagamos de esto algo demasiado grande". "Es mejor no dañar al pueblo". "Esto
quedará entre nosotros". ¿Creemos que podemos engañar al pueblo? Jamás, el pueblo tarde o
temprano lo sabrá. La gente no pide de sus líderes perfección… pero, sí busca y demanda honestidad.
Corazones heridos hay muchos, y sobran almas secas y sedientas por el valle de la omisión.

LA DISPOSICION DEL SIERVO A SER EVALUADO EN CUANTO A DISPOSICIÓN A RESTITUIR


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"…y os lo restituiré." (12:3).

La restitución es esencial para cultivar la confianza de aquellos a quienes hemos herido. Samuel estuvo
dispuesto a restituir. Pedir evaluación sin restitución es hipocresía. Muchos quieren pedir perdón, pero
no demuestran la disposición a la restitución. ¿De qué sirve pedir perdón si no devuelvo el dinero que
tomé? ¿De qué sirve pedir perdón si no me esfuerzo para reponer lo que dañé y ultrajé? La respuesta
del pueblo fue: "Nunca nos has oprimido ni maltratado, ni te has dejado sobornar —dijeron ellos" (1 S.
12:4 VP). Que emocionante es, para quienes hemos trabajado, recibir la respuesta del pueblo diciendo:
nunca nos has defraudado o, si una vez lo hiciste, has pedido perdón y los has restituido. Samuel, con
firmeza pero con gozo interno, dijo: "El Señor y el rey que él ha escogido son testigos de que ustedes no
me han encontrado culpable de nada" (1 S. 12:5 VP).

REFLEXIÓN

Necesitamos examinar nuestro corazón como siervos y evaluar la disposición. El pueblo se alimentará
de lo que llena nuestro corazón. ¿Cómo responderemos en el momento en que tengamos que salir de
donde estamos y entregar a otro lo que Dios en su misericordia nos ha permitido operar? Cuando
murió Samuel, todo el pueblo lo lloró. Cuando murió Saúl, dejó consternación. Samuel traspasó su
cargo con honor. Saúl se aferró a su cargo y persiguió a David, porque no toleraba dejar el poder.
¿Estás dispuesto a traspasar tu cargo con honor o acaso te estás aferrando al mismo y persiguiendo a
quien pudiera sustituirte? Hoy es el día del gran comienzo.

Serafín Contreras es misionero de la Misión Internacional Cuadrangular para Centroamérica y miembro


del Comité Consejero de la Conferencia Mundial Pentecostal.

LA MADUREZ DE UN MINUTO

¿Cómo lograr la autenticidad espiritual, la oración vital y la congregación que diezma? Un pastor que se
sentía descontento y culpable en cuanto a su falta de desarrollo espiritual nos comparte su experiencia
de cómo incorporó las disciplinas espirituales en su vida de pastor. El descubrió que si nuestra
demanda central es ser igual a Cristo, esta se logra siguiendo el estilo de vida que el Señor escogió para
sí mismo. La única manera de llegar a asemejarse a él es arreglar nuestra vida como él arregló la suya.
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Compré El gerente de un minuto. Luego compré Colocando al gerente de un minuto a trabajar. Me


gusta la idea de convertirme en un gran líder en sesenta segundos. Dada la propensión eclesiástica
para bautizar y poner en el mercado tendencias seculares unos años más tarde de su apogeo, he
estado esperando que alguien saque El pastor de un minuto —una guía de sesenta segundos para la
autenticidad espiritual, la oración vital y la congregación que diezma.

Desearía que fuera posible. Algunas veces siento que sesenta segundos son todo lo que tengo. Entré en
el ministerio pastoral porque creo que la búsqueda de Dios trasciende a toda otra búsqueda. Sin
embargo, encuentro que la mera actividad de este trabajo entorpece mi búsqueda de Dios, más que
cualquier otro obstáculo. A menudo el ministerio refuerza mi falta de atención para con Dios. Pero
tengo días cuando siento que si Dios realmente quiere que este trabajo sea hecho, mejor que se ocupe
de su trabajo personal conmigo en un minuto.

Un llamado de un feligrés dio justo en la tecla. «Quiero conocer más a Dios, pero la oración y la lectura
siempre me resultan todo un esfuerzo. ¿Será que alguna vez cambiará?» Le cité algo de C. S. Lewis, «Lo
que parecen nuestras peores oraciones, menos apoyadas por un sentir devocional, tal vez sean, a los
ojos de Dios, nuestras mejores oraciones». Pero no pude decir más que eso porque la pregunta que me
había hecho era la misma que yo me hacía.

Comencé a preguntarme: ¿Es que estoy haciendo algún progreso en mi espiritualidad? ¿Es que me
asemejo más a Cristo hoy en día que hace cinco años atrás? ¿Cómo puedo lograrlo? Me sentía
descontento y culpable en cuanto a mi falta de desarrollo espiritual.

Luego una frase en El Espíritu de las Disciplinas de Dallas Willard me golpeó: "Mi demanda central es
que podemos ser como Cristo haciendo una cosa —siguiéndole en el estilo de vida que él escogió para
sí mismo". Si Jesús practicó el silencio, la oración, el estar a solas, la vida sencilla, la sumisión y la
adoración regularmente, la única forma para que yo llegue a asemejarme a él es arreglar mi vida como
él ordenó la suya. Fue así que comencé a incorporar las disciplinas espirituales en la vida de un pastor
de un minuto. Comencé con el retiro y el silencio.
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ACOMPAÑADO EN LA SOLEDAD

Thomas Merton llama a la soledad la más básica de las disciplinas, diciendo, "La verdadera soledad
limpia el alma". Esto era imposible de hacer en casa. Con tres niños menores de cinco años, nuestra
casa no tiene paz ni quietud. Por lo que todos los días comencé a ir a la oficina una o dos horas antes
del horario en el que los demás llegaban para aprovechar la quietud.

Luego decidí asignar un día entero lejos de la iglesia para estar a solas. Esperaba hasta encontrar una
semana en la que pudiera tomarme un día de trabajo libre. Nunca llegó. Por lo que finalmente designé
un día de retiro en el calendario y decidí trabajar en torno al mismo.

Nunca había separado tiempo para un retiro así antes, y no estaba seguro de lo que debía hacer. En mi
tradición, un retiro es algo que uno hace con muchas otras personas, donde uno tiene la oportunidad
de escuchar a distintos oradores, mucha música, y donde siempre hay ruido y actividad para evitar que
haya silencio y soledad. Un buen retiro según nuestro razonamiento, es aquel que llega a requerir de
una semana de descanso, después de finalizado.

Sin embargo mi retiro comenzó en una capilla con vista al mar. La capilla está mayormente recubierta
por cristales, dando la impresión para el que está parado a sólo unos metros de distancia, de que
realmente no está allí. Me senté adentro, solo, y comencé a orar siguiendo una lista que había
preparado para aquel día —en caso de que no tuviera nada para hacer.

Precisamente eso fue lo que ocurrió. Mis temores se materializaron. Para las 10:30 a.m., ya no tenía
nada más para orar. Había dicho todo lo que tenía que decir, y Dios no había dicho nada. Hubiera
deseado que uno de los dos fuese más conversador.

Por lo que bajé hasta la playa, y observé al oleaje rompiendo en la costa; inhalé la salada brisa del mar y
no pensé en nada. Me sorprendió descubrir lo bueno que era en esto.

Mirando a las gaviotas planeando y a los pelícanos bajando en picada, arremetiendo, virando
bruscamente y luego descendiendo rápidamente en busca de su almuerzo, comprendí el propósito
para el cual estaba allí, algo que debía aprender: mi propia vida estaba atada a la tierra, y no tenía alas.
Yo me encontraba yendo fatigado de una tarea a otra, con anteojeras, abstraído del drama y la pasión
de la vida real. Me había bloqueado (trabado) a mí mismo a causa del temor de no complacer a otros.
Había esculpido mensajes para tener la aceptación de aquellos que tenían poder sobre lo que yo
rotulaba como éxito —a pesar de que su comprensión de la vida espiritual no fuera igual que la mía.
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Estando a solas observé que el propósito del vuelo no es solamente el de encontrar peces o un lugar
para aterrizar. El propósito del vuelo, es el de volar, por el simple placer de hacerlo.

El propósito de la vida no es simplemente encontrar técnicas para ser exitoso. El propósito de la vida es
reír, llorar, orar, llevar alegría a mi esposa e hijos, conocer a Dios. El ser salvo es mucho más que la
mera afirmación de un credo y el evitar unos pocos comportamientos altamente visibles. Significa vivir.
Sin embargo, el estilo de vida del pastor de un minuto, no me daba tiempo para vivir, ni tiempo para
ser salvo.

Ahora a menudo paso mis días de retiro en la costa. Aun tengo luchas con la intranquilidad, un sentir
como que debo estar haciendo algo. Pero el saber que estas olas han estado rompiendo en la costa
miles de años antes de mi existencia y seguirán rompiéndose por miles de años después de mí, me ha
ayudado a poner mi vida en la perspectiva correcta, ayudándome también a ser un poco menos
mesiánico.

Según la Historia Anglorium, Canuto, uno de los reyes de Inglaterra del siglo XI, decidió contrarrestar la
adulación de sus consejeros yendo hasta la playa, donde sentado en una silla, prohibió que la marea
entrara. Cuando la marea continuó entrando, se quitó la corona y la colgó en una estatua del Cristo
crucificado, y jamás volvió a usarla.

EL SILENCIO ES…

Una vez a la semana me fijo "un día tranquilo", un ayuno del ruido. Trato de hablar lo menos posible.
Trato de aprovechar todas las oportunidades de tranquilidad que se me presenten. Por ejemplo, no
escucho casetes ni la radio cuando estoy conduciendo. Durante estos días me doy cuenta de cuán
adicto al ruido me he vuelto.

Practicando el silencio, me he dado cuenta que mucho de lo que digo es parte del juego de "causar una
buena impresión en otros", con el objetivo de resaltar mi imagen. Me encontraba en una conferencia
de pastores hablando con dos pastores, cuando uno de ellos le preguntó al otro cómo andaba su
iglesia, lo que en realidad en el ámbito viene a significar "¿Cómo es de grande tu iglesia?" y "¿Cuán
importante eres?". Luego me hicieron la misma pregunta, y sin pensarlo me encontré agrandando la
asistencia de mi iglesia en cincuenta personas.
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En un momento de silencio antes de hablar, se me ocurrió. "¿Qué es lo que estoy tratando de hacer?
¿Es que realmente voy a impresionar a estas personas convenciéndolas con que la iglesia tiene
cincuenta personas más de las que tiene? ¿Es que realmente estoy dispuesto a sacrificar mi integridad
a fin de lograr cierto status usando el recurso de unas cincuenta personas más?" (Si es que voy a
comprometer mi integridad; por qué no agrandar la cifra en quinientas personas, para que realmente
valga la pena).

LEYENDO LAS ESCRITURAS INÚTILMENTE

El área de la lectura bíblica es otra donde tengo que librar la batalla de un minuto. Acostumbraba a
ahorrar tiempo usando los mismos textos que estaría usando en mis sermones para la reflexión
personal. He sabido de pastores que centran su lectura devocional en torno al material que estarán
usando en la predicación dentro de tres años.

Pero cuando trato de hacer algo así, termino concentrándome en la forma como habré de usar el texto
en un mensaje aplicándolo a cada alma, menos a la mía. Por lo que deliberadamente leo los textos
bíblicos que no estaré usando en las predicaciones.

También he comenzado a leer libros que dan ejercicios específicos para visualizar o meditar en las
Escrituras. El libro Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, me ha ayudado mucho por ejemplo
llevándome a examinar mi conciencia para descubrir el pecado que pudiera destruirme más o
contemplar las consecuencias del pecado.

LA LIBERTAD DE LA CONFESIÓN

La disciplina de la confesión me asustaba más que cualquier otra disciplina. A pesar del hecho de que
nuestra cultura valoriza la autenticidad (o genuinidad), el ser pastor coloca ciertos límites a la auto
exposición. No podemos llegar al púlpito y simplemente decir, "He tenido luchas con la codicia esta
semana y no creo haber logrado la victoria aún".

Sin embargo justamente quería hacer eso con alguien a quien yo respetaba por su espiritualidad,
alguien en quien podía confidenciar, que me aceptaría incondicionalmente, y que sería absolutamente
veraz conmigo. Al final me dirigí a un amigo que conocía desde hace diez años, también muy activo en
el ministerio.
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Nos reunimos semanalmente para un tiempo de confesiones. Trato de exponer mis actitudes y
comportamientos con los cuales he tenido luchas durante la semana. A estas alturas él conoce mis
principales tentaciones, por lo que a menudo se dirige a mí con preguntas muy directas también.

El encontrar el lugar apropiado para reunirse podrá ser un desafío mayor que el encontrar a la persona
adecuada. Habíamos decidido reunirnos en el restaurante de un club. Un miércoles, mientras
conversábamos, uno de nosotros (el que permanecerá en el anonimato) habló de tentaciones sexuales.
Cuando nos levantábamos para irnos, nos dimos cuenta de que habían dos niños de diez años en la
mesa contigua, los que habían estado pendientes de cada palabra que dijimos.

Por lo que ahora tomamos cuidado de sentarnos en una mesa apartada o bien nos reunimos en una
cancha de tenis vacía, para evitar que otros nos escuchen.

Así como me costó al principio habituarme a la confesión, ahora me cuesta imaginar no hacerlo. El
saber que voy a tener que reportarme a alguien me ayuda a no caer en trampas que de otro modo no
podría evitar. Y de la confesión a otra persona experimento un tremendo alivio.

Dietrich Bonhoeffer escribió, "La confesión es el remedio dado por Dios para no caer en el autoengaño
y la autocomplacencia. Cuando confesamos nuestros pecados a un hermano cristiano, mortificamos el
orgullo de la carne, entregándolo a la vergüenza y a la muerte a través de Cristo. Luego con la palabra
de absolución nos elevamos como hombres nuevos… La confesión es así una parte genuina de la vida
de los santos, y uno de los dones de la gracia".

EL SERVICIO COMIENZA EN CASA

La disciplina del servicio tal vez venga a ser lo menos natural en mí. Uno de los lugares claves en los que
he tratado de practicar esta disciplina es en casa. Muy a menudo me siento tentado a jugar el «he
tenido un día más difícil que el tuyo, por lo que merezco ser atendido por ti» con mi esposa. (El ser
pastor agrega puntos en mi favor en el juego, ya que no sólo estoy trabajando, sino que estoy haciendo
la obra de Dios).

Recientemente cuando nos encontrábamos de vacaciones, mi esposa, nuestro hijito y yo, habíamos
caminado cerca de un kilómetro cuando nos dimos cuenta de que habíamos dejado el biberón en el
automóvil; alguien tenía que buscarlo. Como había una asunción tácita (la mía) de que el asegurarse
que teníamos el biberón con nosotros era tarea de mi esposa, le di a entender a mi esposa que me
frustraba tener que buscarlo.
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No le dije nada directamente (como la mayoría de los pastores, sólo fruncí los labios) pero le di
suficientes pistas como para sugerirle que lo sentía como una imposición.

No fue hasta la mañana siguiente que me di cuenta que había convertido lo que podría haber sido un
acto de servicio —aunque pequeño— hecho con alegría y por amor, en un acto de separación y de auto
preocupación.

Por lo que he comenzado a incluir en mi agenda tiempos donde me ocupe de los niños o haga tareas en
casa, y me comprometo interiormente a no llevar la cuenta de lo que hago. Por supuesto que no he
hecho cosas maravillosas, dignas de admiración y alabanza. Pero por lo menos algunas veces he hecho
huevos revueltos. Y he limpiado la cocina después.

EL CURSO DEL AYUNO

No estaba seguro de cómo debía usar el ayuno cuando probé hacerlo inicialmente. La actividad me era
totalmente desconocida. Evocaba en mi imaginación distintos tipos de imágenes demacradas en
taparrabos.

El primer descubrimiento que hice el primer día que ayuné fue el de la gran cantidad de restaurantes
con comidas rápidas que existían en mi comunidad.

También he descubierto cuán ligada está la vida de la iglesia a la actividad comestible. Dondequiera
estén dos o tres hermanos de la iglesia reunidos, estará el café y las galletas en medio de ellos. Ha sido
humillante descubrir lo mucho que pienso en la comida.

Sin embargo, el ayuno, progresivamente, está resultando más fácil. De alguna manera —y no sé qué
conexión hay —cuando ayuno percibo con mayor claridad lo acelerado que vivo. También he
descubierto un vínculo real entre el ayuno y la capacidad de resistencia ante antojos de otras cosas
aparte de la comida.

El ayuno es a veces difícil de reconciliar con la vida del hogar. Una noche cuando olvidé mencionarle a
mi esposa que estaba ayunando, llegué a casa para encontrarme con un plato de "spaghetti" casero
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que mi esposa había preparado especialmente para mí. Decidí rápidamente que la disciplina del
sometimiento y de agradar a mi esposa era más importante esa noche que mantener el ayuno.

¿UN PASTOR INDISCIPLINADO?

¿Es que practicar estas disciplinas me han hecho un mejor pastor? No lo sé. Titubeo en preguntármelo;
uno de mis problemas como pastor de un minuto es la tendencia de medir todo en función del
mejoramiento de mi carrera.

Sé una cosa: No soy bueno en ninguna de estas disciplinas aún. Thomas Merton escribió, "No queremos
ser principiantes. ¡Pero convenzámonos de que no seremos otra cosa que principiantes durante toda
nuestra vida!"

Supongo que lo que he logrado de las disciplinas hasta ahora es la esperanza —de que el esfuerzo de
asemejarme más a Cristo tiene una forma definida. Ya no es más un deseo ambiguo. Hay cosas que yo
puedo hacer. Y en el período de toda una vida, el cambio es posible.

Eso es una buena noticia, porque no hay ángeles de un minuto.

TENGO QUE SEGUIR

Cuando la soledad, la crisis y el desaliento sobrevienen en la vida pastoral, también lo hace el deseo de
desprenderse de las responsabilidades y "tomar el primer avión".

De todos los hombres que han hecho bien a mi vida, al que más admiro es a Jesús de Nazaret. Y estoy
convencido de que Él tenía un lema que, si bien no lo menciona tal cual en la Biblia, para mí resume
toda su vida y ministerio: "Tengo que seguir".

Jesús fue un hombre de problemas. ¡Él los tuvo en abundancia! Cuando era adolescente, teniendo
escasos doce años, lo llevaron a Jerusalén caminando desde Nazaret. Según dicen algunos eruditos, el
viaje duraba unos cinco días (cuatro para los más jóvenes). Me imagino ese camino de la forma en que
mi amigo Samuel Coleman lo describe: "Cuando Jesús caminaba, sus ojos puros y límpidos de
adolescente iban apreciando a su alrededor el espectáculo multicolor de la gente en la caravana (Lc.
2:41 ss.). Allí se veían los que tenían algún burrito, los que podían contar con un carro o hasta los más
prósperos con sus ‘camellos importados’. Dicen los historiadores que acostumbraban a cantar salmos.
Cantaban, sí, pero recordemos que eran un pueblo incrédulo. Estaban acostumbrados a cantar, de la
misma forma que no pocas de nuestras iglesias cantan por costumbre. Jesús veía que muchos de ellos
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cantaban pensando en otra cosa. Y sus ojos le dejaban ver todo eso. Las mamás comentaban sobre
temas domésticos, interrumpiendo para llamar a sus niños; los papás hablaban entre hombres de sus
cosas, mientras cantaban y caminaban".

"La llegada a Jerusalén estaba signada —sugiere Coleman— por las filas que los hombres debían hacer
para presentar sus ofrendas en el templo, mientras los sacerdotes iban oficiando los sacrificios a los
miles que se acercaban a aquella ciudad. Parece ser que eso duraba entre dos y tres días, en los cuales
los levitas dirigían canciones, los rabinos instruían en la doctrina, los hoteles no alcanzaban y la gente
se dispersaba haciendo campamentos y picnics por doquier. Todo era una oportunidad, una ocasión
social. Todos disfrutaban de las situaciones sociales, con poco recuerdo del verdadero significado de la
Pascua". (Curiosamente suele suceder lo mismo en días como Navidad y en algunos congresos
evangélicos).

El pequeño Jesús caminaba y miraba todo esto. Dirigía su mirada hacia este grupo, hacia aquel otro
montón de personas y, seguramente, se hacía preguntas sobre todo esto. Él era transparente, puro,
pero estaba en medio de un pueblo incrédulo.

Él no se detenía en el aspecto social. Tanto es así, que se quedó, mientras José, María y sus parientes se
volvían a Nazaret. La gente estaba en otra cosa, pero Jesús no. ¿Qué hacía Jesús?, ¿qué pasaba por su
cabeza? Él se paseaba en medio de los sacrificios, del olor del humo y de la sangre derramada, del
balido de las ovejas y de las distintos agrupaciones de gente. Mientras caminaba, observaba a los
grupos cantando y la gente que rodeaba a alguno que otro rabino. Los sacerdotes hacían su liturgia y
los mercaderes aprovechaban la ocasión. Los niños correteaban y las mamás, por detrás, buscándolos.
Todo esto veían sus ojos de adolescente: esta realidad de la costumbre. Tal vez fue ése el tema de
discusión con aquellos líderes en el templo. Quería preguntar, escuchar, observar, debatir. ¡Así
comienza su relación con ese pueblo! ¡Allí tenía que ministrar y algo le mordía en su corazón al pensar
en los negocios de su Padre! Él quería preguntar y que le contestaran, no quería hacer gala de gran
magisterio, sino ir al meollo de la cuestión. Tal vez su pregunta era: "¿Por qué esta gente está tan vacía,
tan hueca? ¿Por qué no pasa nada aquí?" Se estaba viviendo en medio de costumbres, y ése fue uno de
los primeros problemas que enfrentó Jesús.

Con el correr del calendario, cuando Jesús comienza verdaderamente su ministerio, debe enfrentarse a
un problema mayor, uno que, para nosotros, sería de terrible desaliento. Él llega a la sinagoga en
Nazaret y comienza a hablar: "El Espíritu del Señor es sobre mí, ... etcétera, etcétera". Comienza a decir
las cosas y es rechazado por la congregación. Mi hermano, esto es fácil de leer en el texto bíblico, pero
qué difícil es enfrentarnos con una congregación que corta nuestro mensaje ¡y nos echa del templo!
Cuando uno es joven y tiene treinta años, es conciente del tremendo ministerio que debe cumplir, se
ha preparado largamente para ese ministerio y su primera experiencia es ésta, ¿qué siente en ese
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momento? Lo expulsaron, lo sacaron del lugar, exclamando: "No es posible que se pare alguien a
decirnos lo que no nos gusta oir!" "¡A éste hay que echarlo de aquí!»"

Y Jesús sale. Yo no sé con qué expresión abandonó ese lugar. Lo que sí sé es que Él, a pesar de ser Dios,
era también verdaderamente hombre. ¡Y yo sí sé cómo me hubiera sentido si eso me hubiera pasado a
mí! ¡Hubiera salido "con el rabo entre las piernas"! Me habría desmoralizado, desalentado; habría
tenido un inmenso sentimiento de soledad.

Hace algunos años me tocó vivir una experiencia parecida; sin embargo, no puedo ni imaginar en toda
su dimensión lo que Jesús vivió. Es de esos momentos en que dan ganas de decir: "¡Dejo todo! ¡Que se
arreglen solos!" Pero Jesús recién comenzaba. Hasta ese momento, esa "media predicación" había sido
todo su ministerio público, y ya estaba derrumbado. Fue, entonces, en su soledad y crisis que pensó:
"Tengo que seguir".

Cuando uno ve problemas en el pueblo, trata de dirigirse a los líderes; si siente que "tiene un mensaje"
para dar, entonces lo enfoca hacia los que dirigen. Y muchas veces uno encuentra lo mismo que
encontró Jesús: indiferencia, burla, ridiculización, ataque, saña y todo aquello que Él recibió de parte de
los escribas, sacerdotes y fariseos: las "autoridades" contemporáneas. Hubo momentos en que Él se
enojó con ellos. Llegó a llamarlos "sepulcros blanqueados", pero no lo escucharon.

Me imagino cómo me hubiera sentido yo si los principales intelectuales y pensadores de mi tiempo se


hubieran acercado a mí para decirme: "Tú estás loco", o para tratar de hacerme caer en una trampa.
Habría dicho: "Si los que estaban presentes en la sinagoga me echaron, es una cosa, al final de cuentas
era el pueblo llano, pero ¡esta gente! ¡Ellos son los que conocen la Palabra de Dios! ¡Son los que se han
nutrido de ella! Si ellos vienen a decirme: ‘¡No!’, es como para decir: ‘Si ni el pueblo ni sus líderes
quieren oírme, allá ellos. Yo ya les prediqué. ¡Que se arreglen!’". Sin embargo, Jesús otra vez decidió:
"Tengo que seguir".

Quien no conoce o recuerda bien la historia bíblica podría decir: "Bueno, por lo menos Jesús contaba
con el apoyo de su familia". ¿La familia? Ellos creían que estaba loco. Dice la Biblia que vinieron a
buscarlo "porque creían que estaba fuera de sí". Uno piensa: "Llego a casa después de soportar horas
de una sociedad corrupta, molesta, y alterada; entonces, descanso, me relajo y comparto con los míos
las frustaciones que he sufrido". Jesús se encontró con que ni siquiera María lo entendía. Sus mismos
hermanos eran los que se encargaban de decir: "Está fuera de sí", "ha perdido la razón".

Piense, hermano, que esto sucedió mucho antes de la cruz; forma parte de los padecimientos de Cristo,
de los cuales nosotros mismos somo partícipes. Si uno aspira a ser pastor de una iglesia, tiene que estar
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dispuesto a poner esto por delante y saber que pueden venir momentos en que, aun los que amamos,
no nos entenderán. Tal vez ni siquiera dentro de nuestra propia casa encontremos el apoyo que
necesitamos.

En esos momentos Jesús se encontraba completamente solo. Sin embargo, los discípulos estaban con
Él. ¿Los discípulos? ¿Esa multitud frenética que a veces lo seguía, que se gozaba cuando Él multiplicaba
los panes y los peces, que lo alababa cuando hacía milagros, pero que decía: "¡Uy! ¡Dura es esta
palabra!", daba media vuelta y se iba? Y éstos no eran los de la sinagoga, eran los que "simpatizaban"
con Él. Pero cuando Jesús les habló de identificarse con su sangre y con su muerte, la respuesta fue la
espalda. Y Él, una vez más: "Tengo que seguir".

Es allí cuando mira a los doce y les pregunta: "¿Quieren irse ustedes también?" Y ellos dicen no. "¿A
quién iremos?", le contestan.

¡Qué apoyo!. ¿Y quiénes eran "los doce"? Allí estaban: Pedro, con un montón de problemas que
culminaron en una negación o, mejor dicho, una traición; Tomás, quien fue un incrédulo hasta después
de la resurrección; Felipe, que no entendía lo fundamental (tanto que Jesús tuvo que decirle: "¿Hace
tanto tiempo que estoy con ustedes y todavía no me has entendido?"); Jacobo y Juan, que todo lo que
querían era tener los puestos de la derecha y de la izquierda, y que descendiera fuego del cielo para
destruir a los samaritanos. Contra ellos y los demás Jesús llegó a enojarse y decir: "¡Hasta cuándo
tendré que lidiar con ustedes!" Esos eran "los doce".

Mi estimado colega, si los teólogos se burlan y me quieren tender trampas, si se me viene en contra la
congregación y me echan del lugar, si la familia me trata como a un loco, si los que me siguen ya no lo
hacen más y los pocos discípulos que me quedan no me entienden, entonces renuncio. Pero Jesús dice:
"Tengo que seguir".

Hermano, si a ti te desalientan las cosas que te ocurren, ten presente que a Jesús le sucedieron muchas
peores. ¡Y antes de la cruz! La soledad que tú vives, Él la vivió; el dolor que sientes, Él también lo sintió.
¡Si tienes un mensaje para el mundo, dilo ahora, aunque el mundo entero te rechace! Aun cuando
suceda lo peor, ¡tú tienes que seguir!

Llega el momento en que mi Señor arriba a Jerusalén. Habían pasado tres años desde aquella expulsión
en Galilea; tres años que significarían treinta, cuarenta o cincuenta en nuestros ministerios. Años de
múltiples esfuerzos, de sacrificios y de amor derramado. Y al llegar, encuentra la turba de discípulos
inconstantes e inconsecuentes que lo rodea para hacer la revolución, que lo interpreta como un líder
político, pero que después lo abandonará. ¿Por qué lloró Jesús al entrar en Jerusalén? ¿Por qué no se
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sintió apoyado y reconfortado? ¿Por qué no experimentó el gozo que hay en el corazón de Dios cuando
es alabado y adorado, cuando es reconocido como rey? En ese momento, esa ciudad vivía dos
sentimientos: el de la fiesta de la Pascua, con el festejo de los panes sin levadura, y el de los que creían
que venía un nuevo rey terrenal. Jesús sabía que se encontraba en medio de un pueblo ciego y sordo a
su verdadero mensaje, y esto, hermano, duele mucho. Es triste sentirse alabado, palmeado, vitoreado y
engrandecido, pero descubrir que allí no hay nada más que vacío. Por eso Jesús lloró. Lloró por la gente
de esa ciudad, que pensaba mucho en los corderos de la Pascua, pero que a Él, el verdadero cordero,
no lo reconocía como tal.

"¡Hosana al que viene en el nombre del Señor!" Tal vez, en su corazón, surgió aquella frase que los
profetas habían transcripto: "Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí". Mi
hermano, cuando uno es como "cantor de amores", al que la gente palmea por lo bien que canta, pero
a quien nadie escucha, el corazón se duele. Y Él no puede ni siquiera volver a confiar en los doce.
Pronto les dirá que todos lo abandonarán, que se quedará solo.

Si tu eres siervo de Jesús y alguna vez te sientes solo, estás identificado con Él. Si llegas a experimentar
tristeza, aflicción y piensas que el camino de la cruz se está volviendo una agonía, recuerda que Aquel
también lo padeció. Si sientes que el mundo entero, aun tus amigos más cercanos, se vuelven contra ti,
y que la senda de la cruz es ya demasiado dura, piensa que Jesús la transitó en una forma más dolorosa
todavía, ¡y sin culpa ni responsabilidad!

En estos momentos Jesús ya está frente a un cuadro en sobremanera frustante. Su muerte es debida a
la indiferencia, la incredulidad y el pecado de los otros. Él ya está agonizando cuando llega a
Getsemaní, es muy dura la copa que está bebiendo. Desea otra situación, y dice al Padre: "Si es posible,
que yo no beba esta copa"; es decir, que no siga en esta misión heroica con una grey que me
abandona, un rebaño que me deja solo, tener que estar en la cruz desamparado por los hombres y por
Dios. Si es posible, yo no quiero beber esta copa.

En ese lugar Jesús está diciendo: "Quisiera dejar, pero ¡tengo que seguir!" Y se levanta, y los discípulos
están dormidos. Es tremendo. Uno está orando angustiosamente, lleva a sus dos mejores amigos para
que lo acompañen y, al rato, se queden dormidos. Este hombre oró y lloró en gran conmoción, pero se
levantó y dijo: "Voy".

Entonces, Pedro lo niega; el otro, lo vende; Juan lo sigue de lejos, y de los demás no se sabe nada. Él va
a enfrentarse con todo y con todos. En esos momentos de la pasión, sobre los cuales tanto podríamos
decir, Él va pensando: "Tengo que seguir".
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Mientras es llevado por aquellas calles, de lo de Pilato a lo de Herodes y viceversa, así como en el
camino hacia el Gólgota, va encontrando rostros conocidos: «éste es el paralítico al que sané la vez
pasada; éste es el leproso a quien curé; aquel otro es el ciego a quien devolví la vista; éste que se hace
el indifirente es aquel a quien libré de tal enfermedad». Rostros y más rostros; todos amontonados y
apiñados viéndolo pasar. Solo. Nadie se acercó a agradecerle. En los evangelios no leemos que alguien
haya venido, sino que Isaías da testimonio diciendo: "Desechado y despreciado entre los hombres".
Algunas mujeres lloraban, pero nada más. ¡Y va a la cruz! Sigue.

Ya en la cruz, a lo lejos puede ver el humo de los que seguían con la ceremonia de la Pascua. Muchos
continuaban con su celebración a Dios, aunque Él estaba fuera del campamento llevando nuestro
vituperio. Jesús mira y se siente desamparado. "Estos son los que Dios llamó. Éste es el pueblo de
Dios". Todavía vienen y le dicen: "Si eres el Hijo de Dios, bájate de la cruz". ¡Claro que tuvo ganas de
bajarse! ¡Por supuesto que sintió ganas de abandonar! No lo hizo, pero en cualquiera de nosotros
hubiera existido la gran tentación desde el principio. Es que para ser siervo de Dios hay que estar
dispuesto a ir a la cruz. Si se desea ser siervo del Altísimo, hay que estar listo para derramar hasta la
última gota de sangre. ¡Por amor a los verdugos, a los negadores, a los cobardes, a los traidores (uno de
los cuales estaba ya colgnado de un árbol)! ¡Por amor a ese rebaño que no lo había comprendido!

Jesús sabía que tenía que morir solo, y cuando debo hablar de ese "Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?", se me hiela la sangre en las venas.

¿Sabe una cosa, hermano? Si Jesús hubiera terminado su obra allí, nada sería muy diferente hoy. Aun
resucitado, los discípulos de Emaús no lo reconocieron y los doce andaban escondiéndose. Fue
necesario que Él derramara su Espíritu Santo, el Consolador, para que nosotros no estuviéramos solos.
"Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo"; "no están solos".

Querido colega, cuando camines tu ministerio de soledad, piensa en lo que hizo Jesús: "¡Tengo que
seguir!" y, lo que es hermoso, Él está contigo.

DESARROLLANDO UN CARÁCTER DURO Y CRISTIANO

Observé que no es un problema de los pastores solamente. Muchos cristianos nos compartieron que
ellos lo padecen también. Deglutimos falsa doctrina, rehusamos preguntar, esquivamos confrontar,
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sofocamos las protestas, nos mantenemos callados cuando debiéramos hablar, permitimos que nos
manipulen, todo porque tememos que las personas no nos acepten si no las complacemos.

Hace algunos años atrás, un comité de una gran iglesia del Sur me invitó a almorzar y me pidió que yo
considerara la posibilidad de ser su pastor.

"Háblenme de la iglesia" —dije—, y después de referirse a una serie de aspectos, me aclaró uno de
ellos: "Esteban, nuestra iglesia tiene un grave problema, está controlada por un hombre. Él da mucho
dinero y posiblemente es el que más tiempo ha estado en ella. Por ser quien es, logra todo según su
deseo. Los últimos tres pastores se fueron por su causa. Pero creemos que tenemos la mayoría y lo
podremos doblegar".

"No están buscando un pastor", —comenté. "Están buscando un sargento que imponga disciplina".

"Bueno" —replicó—, «yo no lo diría de esa forma, pero sí, probablemente es eso, y tú eres el único que
conocemos tan cruel como para limpiar la basura».

Le comenté rápidamente que no me sentía guiado a ser su pastor, pero que tenía una impresionante
lista de amigos clérigos que gustosamente les facilitaría para su consideración.

Más tarde, cuando pensé en el incidente, me horroricé por la reputación que de alguna manera había
desarrollado. ¿Cómo es posible que fuera conocido como un sargento cuando todo lo que yo quería era
ser un hombre fiel y piadoso? Ese incidente fue hace ya bastante tiempo. Ahora soy más viejo y un
poco más prudente, y he valorado mi reputación de sargento. De hecho, comencé a verla como una
manifestación de fidelidad y piedad.

NO MÁS SEÑOR

Paso parte de mi tiempo enseñando a estudiantes seminaristas, y una de las características del pastor
que les insto a desarrollar es lo que llamo un "rasgo duro". A menudo, los pastores se convierten en
oyentes de los miembros neuróticos de la iglesia (y estos son una minoría). Si no les gusta cómo se
peina el pastor, o el vestido de su esposa, etcétera, etcétera, se sienten en libertad para decírselo. ¡No
creerían los comentarios que escucho en mi oficina durante un año! Algunos piensan que pueden
criticar y corregir al pastor por cosas que nunca lo harían con otra persona.
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No hace mucho estuve conversando con un pastor que tenía un serio problema con su congregación.
Había sido ridiculizado de una manera vergonzosa. Mientras conversábamos me di cuenta que este
joven hombre necesitaba desarrollar un rasgo duro para sobrevivir. Me contó que sentía un llamando a
amar a su gente, comprenderlos aun cuando fueran crueles y abusivos.

"Junto a tus manifestaciones de misericordia y bondad", —le dije—, "también es importante que seas
honesto y fuerte. ¿Por qué no traes ante el consejo a las personas que hacen tales comentarios, y que
justifiquen su actitud, que ha estado afectando la paz y la unidad de la iglesia?, o vete de ahí".

La respuesta fue interesante: "Esteban, yo sé que debo hacer eso, pero no estoy hecho para ello. Siento
que mi ministerio es derramar aceite sobre turbulentas aguas, y no prender un fósforo". Innecesario
decirlo, dejó el ministerio. No tuvo suficiente aceite para tantas turbulentas aguas, ahora está
vendiendo seguros.

Un jugador profesional de fútbol americano me contó de un macizo jugador de línea. En su primera


jugada, su oponente le bajó el casco sobre sus ojos. El joven fue al instructor y le preguntó: "¿Qué
hago?".

El entrenador sonrió y le contestó: "Hijo, no dejes que lo haga".

NO BUSCAR COMPLACER

Una de las duras lecciones que tuve que aprender fue que no podía complacer a todo el mundo. Yo lo
quería, deseaba ser lo que cada uno quería que fuera. Quería que todos me amaran. El problemas es
que, sencillamente, no podía hacerlo. Y hasta que comprendí esto, no pude ser efectivo.

Observé que no es un problema de los pastores solamente. Muchos cristianos nos compartieron que
ellos lo padecen también. Deglutimos falsa doctrina, rehusamos preguntar, esquivamos confrontar,
sofocamos las protestas, nos mantenemos callados cuando debiéramos hablar, permitimos que nos
manipulen, todo porque tememos que las personas no nos acepten si no las complacemos.

C.S. Lewis escribió, en un ensayo profundo titulado "The inner ring" (El círculo interior): "Creo que en la
vida de todos los hombres, en ciertos períodos, y en algunas personas, durante todo el período entre la
infancia y la ancianidad, uno de los elementos predominantes es el deseo de pertenecer al círculo local
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y el terror de estar fuera… De todas las pasiones, la pasión de pertenecer al círculo interior es la mejor
para hacer que un hombre, que todavía no es muy malo, realice malas acciones".

Comprendo la necesidad de pertenecer al círculo interior, de ser aceptado, porque es uno de mis
problemas. ¿Has notado que la liturgia cristiana no sucede durante el culto, sino después? El pastor se
dirige hacia la puerta y todos se ponen en fila. Mientras pasan, la liturgia les requiere decir: "Pastor, fue
un hermoso sermón". Luego de acuerdo con la liturgia, el pastor responde: "Gracias. Me alegro de que
Dios lo use".

Esto siempre es así, excepto cuando predico una bomba. Yo lo sé, y la congregación también lo sabe.
Durante el sermón, la gente mira sus relojes y luego se mueven para asegurarse de que no han sido
tocados. Todos están aburridos y el sermón se diluye antes de llegar al primer banco.

No importa. La liturgia cristiana está esculpida en la roca. Sin embargo, debo ir a la puerta con esa
atmósfera, y aun así, la gente pasa ante mí mascullando el mismo comentario y recibiendo la misma
respuesta. Estoy seguro de que usted también ha tenido alguno de esos días.

Pero, el problema se avecina cuando uno decide esquivar esos días más que ninguna otra cosa en el
mundo. Entonces escribimos mensajes para agradar a la congregación. Sabemos que debemos decir
una verdad, pero no lo hacemos porque posiblemente ofenderemos a alguien. Sabemos que debemos
ser fuertes, pero si lo somos, enojaremos a la gente, entonces, salimos del paso con un piadoso sermón
que no ofende a nadie.

A causa de que nuestra identidad está atrapada en lo que somos en el púlpito, la distancia entre lo que
somos en ese lugar y lo que somos en las otras áreas de nuestra vida se reduce a ser amable, dulce e
insípido.

EL CORAJE DE OFENDER

Solía tener en mi biblioteca un libro (prestado y nunca devuelto), del cual no recuerdo el autor, pero
tenía por título La Biblia en el bolsillo; un revólver en la mano. Comentaba sobre los predicadores
itinerantes en el tiempo y la determinación de estos a predicar el evangelio, lo quisieran escuchar o no.
Seguramente estuvieron incómodos en muchas iglesias. De hecho, muchas iglesias se sintieron
incómodas con ellos. Simplemente estos predicadores no se dispusieron a participar del juego de
querer complacer.
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Al examinar el registro bíblico, sin ideas preconcebidas, se hace notorio que la mayor parte de los
hombres y mujeres de la Biblia y de la historia de la iglesia fueron también desagradables a quienes los
escuchaban. El enojo de Moisés fue tal que lo movió a romper las tablas. Juan el Bautista perdió la
cabeza porque su mensaje ofendió.

De alguna manera muchos han interpretado el liderazgo en términos de servidumbre y amor, pero las
connotaciones que se han dado a estos términos no están de acuerdo al sentido bíblico que estos
tienen. Como resultado, se ha generado un estilo de liderazgo suave, lo cual ha convertido a los que
encajan en él en blancos para cualquier miembro de iglesia enojado con una pistola teológica o
cultural. Tales pastores se beneficiarían con un rasgo duro.

Tenemos en nuestras iglesias personas que piensan que el pastor debe ser amable con ellos y que el
llamado de este es el de contarle a otros cómo ser amables. ¡Y luego dicen que hay "una crisis de
liderazgo en el pastorado"! Creo que la crisis tiene que ver más con la incapacidad de desarrollar
dureza que con el consumirse en el ministerio, o con la falta de dinero o instrucción.

Si se representa la imagen del pastor con una sonrisa inofensiva, y además, se interpretan las Escrituras
desde una perspectiva cultural, pronto los pastores comenzaremos a ser lo que todos piensan que
somos. Mucho del enojo dirigido a líderes cristianos francos y templados, no es por lo que ellos dicen,
sino porque se supone que no deben decir nada. La francos y templados rompen el patrón de
delicadeza que por tradición se ha establecido, y, simplemente, ¡eso no se hace!

CONSIGUE PRINCIPIOS DUROS

No soy un experto, pero sí un sobreviviente. Después de más de veinte años de sobrevivir, he aislado
cuatro principios que he violado sólo en mi contra. Los comparto con ustedes.

Primero, el principio de las olas: Cada vez que usted rehuse a provocar olas cuando debiera, más
adelante tendrá que encarar otras… y mayores.

Casi siempre que esquivé un problema, mirándolo de otra manera, o cubriéndolo con suavidad y
ligereza —cuando debiera haberlo confrontado con honestidad, templanza y amor desde el principio—,
se transformó en un monstruo, que requirió un enorme esfuerzo al final. Por suavizar la situación,
innecesariamente herí a otros, a la iglesia y a mí mismo.
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La pregunta de Elías a la gente, "¿hasta cuándo van a seguir indecisos?" (1 Re. 18.21 NVI), es una
apropiada advertencia para aquellos de nosotros que posponemos la difícil tarea de encarar los
problemas. Ministré una congregación donde un empleado renunciaba constantemente cuando las
cosas no se hacían a su manera. Traté de ser amable, para comprenderlo y calmarlo, pero mi proceder
no daba los resultados buscados. Finalmente, acepté su renuncia, puse a otro en su lugar, y lo llamé a
mi oficina para explicarle lo que había hecho y por qué.

Pensé que él dejaría la iglesia, pero no lo hizo. El terminó entregándose a Cristo, hizo una confesión
pública ante toda la congregación. Un anciano de la iglesia donde estoy ahora dice: "Esteban, siempre
has lo correcto y tendrás lo correcto. Pero, si no obtienes lo bueno, te sentirás bien habiendo hecho lo
correcto."

Segundo principio, la imagen: La gente ve a los pastores como representantes de Dios. Y


lamentablemente, por cómo han conceptuado al pastor, la imagen de Dios ha sido feminizada.

Pablo dice que somos embajadores en nombre de Cristo (2 Co. 5.20), y un embajador debe representar
íntegramente a su gobierno. Si soy suave cuando debo enojarme, débil cuando debo ser fuerte, y
amable cuando debo ser duro, no represento adecuadamente a mi gobierno. Y la gente puede
comenzar a caracterizar a nuestro "temible" Señor de la manera en que les permitimos que nos
caricaturicen a nosotros.

Pedro Cartwright, predicador metodista itinerante, no se permitía esa pérdida de orientación de su


carácter. Cuando llegaba a una ciudad o pueblo, a menudo se paraba en las afueras, miraba a sus
amigos, y decía: "Percibo olor a infierno." El hedor del pecado lo fastidiaba. Cuán fácil es tratar de
cubrir el olor del infierno con el perfume de la trivialidad, pero si queremos ser fieles a la imagen que
representamos, no podemos hacer esto.

Cierto día me visitó una pareja pidiéndome que yo los casara. Mientras discutía la situación con ellos
me di cuenta de que él no era cristiano y ella sí. En ese punto yo tendría un problema si apoyaba ese
matrimonio. Les dije: "Queridos, me agradan ustedes mucho, pero no puedo celebrar su boda", y les
expliqué las razones bíblicas por las que no podía casarlos.

La joven comenzó a llorar, y el joven se enojó. Me dijo: "¡Pensé que los pastores estaban aquí para
ayudar a la gente, y usted la ha hecho llorar!"
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Entonces le contesté: "Hijo, yo te estoy ayudando; te estoy diciendo la verdad. Si no te gusta la verdad,
puedes ir a algún lugar donde te mientan". Él y su novia dejaron mi oficina enojados, pero puedo vivir
con eso. Tal vez cuando, en el futuro, ellos piensen en los pastores, la imagen no será la misma. No les
gustarán los pastores, pero sabrán que los pastores no tienen miedo de decir la verdad.

Tercer principio, el mandato: Habiendo sido dado por Dios el mandato de liderar, usted debe liderar, o
su pecado será la infidelidad.

Me encanta la orden de Dios a Josué, y he asumido que también se dirige a mí y a cada pastor llamado
por Dios: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová
tu Dios estará contigo dondequiera que vayas." (Jos 1.9)

Alguien dijo en cierta ocasión refiriéndose al liderazgo: "¡Uno u otro, lideras y sigues, o te sales del
camino!" Recientemente completé un programa de construcción, y en medio de esa responsabilidad
casi todo lo hice mal. Me mantenía asustado porque cualquier decisión que tomara, podía dividir la
iglesia. Mi indecisión causaba problemas significativos. Pero un día, mi buen amigo Jaime Baird me
demostró que me amaba lo suficiente, me dio a conocer la verdad.

"Esteban", —me dijo—, «si no deseas pagar el precio del liderazgo, entonces no esperes que suceda
nada». Eso me sacudió lo suficiente como para ponerme de pie, liderar y completar el proyecto.

Finalmente está el principio de pasar: Guíe su iglesia livianamente y espere salir pronto.

Lo admito, me gustaba mucho jugar a las cartas y aprendí un montón de la vida con este juego. Aprendí
que hay momentos en que uno necesita pasar y esperar una mejor mano. Otras veces, simplemente se
tiene que dejar la mesa. No creo que un pastor deba renunciar ante la señal de una banderita que baja,
o ante problemas triviales, pero sí creo que hay asuntos importantes por los que el pastor debe dejar la
congregación... y lo haga rápido.

Jesús sabía de nosotros, creo que él dio la instrucción de sacudir el polvo de los pies también para
nosotros: "Si alguno no los recibe bien ni escucha sus palabras, al salir de esa casa o de ese pueblo,
sacúdanse el polvo de los pies." (Mt. 10.14 NVI) No lo hagas a menudo, pero cuando la situación se da,
es efectivo.
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Tengo archivadas una serie de renuncias sin fecha, y el hecho de saber que están ahí y que deseo
usarlas me cuida de vender mi alma. No deseo capitular sobre algo importante solamente por
permanecer en la iglesia. El conocimiento de que puedo usarlas ha cubierto multitud de pecados.

LA FASE DURA DEL MINISTERIO

Desarrollar un rasgo cristiano y duro es, por supuesto, otro nombre para la audacia. "Huye el impío sin
que nadie lo persiga; mas el justo está confiado como un león." (Pr 28.1) Sin valentía no podemos servir
adecuadamente a Dios.

Me enojo con las estructuras que dicen que no puedo enojarme. Me enojo conmigo mismo cuando me
comprometo en lugares erróneos. Me enojo cuando la sociedad y la iglesia me dicen que no debo ser lo
que Dios me ha dicho que sea, un embajador obediente de Jesucristo.

En "Perelandra", el segundo libro de C.S. Lewis sobre una trilogía de ciencia ficción, el protagonista
Ransom, es enviado al planeta de "Perelandra" a prevenir una caída similar a la de Adán en la Tierra. El
adversario, en forma de hombre, llamado Weston, también está en "Perelandra" trabajando contra los
esfuerzos de Ransom.

Ransom reconoce con horror al diablo representado por Weston, y gradualmente comprende que debe
enfrentar y destruir a Weston en una batalla. Es un proyecto espeluznante. Durante la oscura noche de
"Perelandra", Ransom considera el hecho de que puede enfrentarlo y pelear, o huir. Más allá de la
oscuridad se escucha una voz que dice: «Mi nombre también es Ransom».

Con Ransom encaramos la misma decisión. Podemos enfrentar y pelear, o huir temerosos. Nos desafía
a actuar de una manera que da honor al nombre que sostenemos, cristianos. Si sólo deseamos ser
amables, gente de maneras suaves, deberemos cambiar nuestro nombre o cambiar nuestro llamado.

Ahora, ¿no sientes que un rasgo duro está creciendo en ti?

APRENDA A MOTIVAR

¿Cómo es posible vencer la inercia y poner en acción a un hombre? No importan todas las habilidades
que una persona tenga, si esta carece de motivación, nadie la hará avanzar en su desarrollo. Por eso es
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tan importante que el pastor aprenda a motivar. Aquí encontrará diez principios básicos para que se
convierta en un motivador.

El problema más grande al cual se enfrenta el proceso educativo (y con el cual debe luchar todo líder)
es el de la motivación. Es decir, cómo se puede vencer la inercia y poner en acción a un hombre.
Siempre resulta más fácil dirigir un objeto que ya está en movimiento, que darle movimiento a uno
detenido. Por esto, el líder debe estar siempre más interesado en la aplicación y el desarrollo que se le
pueda dar a un hombre, que en sus habilidades. Todas las habilidades del mundo no ayudarán a una
persona que carece de motivación.

Antes de considerar algunos conceptos que influyen en la motivación de un individuo, debemos definir
claramente lo que es un motivo. Motivo es aquel factor en una persona que lo impulsa a realizar una
acción determinada. Dentro de este concepto podemos encontrar dos clases de motivaciones: la
motivación extrínseca, que no proviene del individuo sino de las cosas que lo rodean, y la motivación
intrínseca, que sí proviene del individuo mismo.

Las motivaciones intrínsecas son siempre las más importantes, porque provienen netamente del
individuo. A menudo, con los factores extrínsecos, el individuo tiende a hacer algo por la presión que se
está ejerciendo sobre él, y no porque realmente lo desee. Este sería el caso de una persona en la iglesia
que enseña en la Escuela Dominical porque "no hay nadie que lo haga". Si esa misma persona tuviera
una motivación intrínseca, estaría enseñando porque realmente siente que eso es lo que desea estar
haciendo. Por esta razón, el líder realmente efectivo va a desarrollar las motivaciones intrínsecas en sus
congregaciones.

No debemos, sin embargo, desechar el uso de toda motivación externa. Las motivaciones extrínsecas
tienen mucho valor, pero solamente cuando éstas sirven para despertar en el individuo sus
motivaciones intrínsecas. Lamentablemente, en muchos casos se han usado las motivaciones externas
sin que éstas apelen a las internas de la persona. El resultado es casi siempre el mismo: el individuo
hace las cosas por obligación y de mala gana.

Una de las motivaciones extrínsecas más usadas es la de dar premios por ciertas acciones. Le
prometemos a la persona que si ella hace esta tarea va a recibir tal o cual recompensa. El problema con
este enfoque es que, en cuanto desaparezca el premio, la persona ya no sigue haciendo su tarea. La
prueba contundente que siempre demuestra si una motivación extrínseca es buena o mala, es la de ver
si ha ayudado al individuo a volverse una persona de iniciativa, que busca emprender nuevas
actividades por sí solo.
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Y bien... ¿Cómo podremos hacer mejor uso de las motivaciones a fin de ayudar a nuestras
congregaciones a ministrar más efectivamente? Quisiera compartir con ustedes ocho formas que he
encontrado muy eficaces.

EXPONGA LA PERSONA A LA REALIDAD

La primera forma de motivar a las personas es creando una necesidad al exponerlas a la realidad. De
este modo, una persona puede responder a una necesidad que antes ignoraba. Sería el caso de una
persona que no siente deseos de aliviar la carga de los pobres, porque no cree realmente que sea
necesario, ni que el pobre sea tan pobre. Pero si damos a esa misma persona la oportunidad de estar
expuesto a la realidad, ya sea visitando un sector marginado de la ciudad, o viviendo con una familia
pobre por algunos días, va a ver que las necesidades son inmensas y que es mucho lo que se puede
hacer. ¡No solamente esto, es muy probable que desee comenzar a hacer algo él mismo!

De la misma manera, no podemos motivar a una persona a cambiar de actitud o comportamiento si


ella no percibe la necesidad de cambiar. Existen multitudes de personas que tienen abundancia de
problemas, pero nunca hacen nada al respecto, porque no son conscientes de esos problemas en sus
propias vidas. Y, en este sentido, he notado que nosotros, en los círculos cristianos, usamos una mala
filosofía. No trabajamos en solucionar los problemas, sino que muchas veces nos dedicamos a
enseñarles cosas que no necesitan en ese momento. Es como darle a un individuo una guía telefónica y
pedirle que la memorice, "para el día en que instalen un teléfono en su casa".

Si no dedicamos tiempo para mostrar a las personas cuáles son sus necesidades y ofrecerles soluciones
pertinentes, vamos a lograr pocos resultados como líderes.

Si observamos el ministerio de nuestro Señor Jesús, vamos a ver inmediatamente que ésta era una de
sus reglas de trabajo. Él daba a sus discípulos suficiente enseñanza como para que pudieran ser eficaces
en una situación. Luego los mandaba a practicar. Durante la práctica (al estar expuestos a la realidad)
se daban cuenta de que les faltaba mucha más preparación. Entonces volvían al Señor llenos de
preguntas y deseos de aprender. Luego el Señor procedía a darles un poco más de preparación
mandándolos otra vez a practicar (y estar de nuevo expuestos a la realidad). De esta manera vemos
que había un balance perfecto entre lo que recibían y lo que deseaban, como resultado de una
constante exposición a la realidad.

Como pueden ver ustedes, lo que realmente ayuda a motivar a una persona es exponerla a la realidad,
a los hechos y a las circunstancias reales de la vida. Esto no es solamente bueno para el individuo
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porque le ayuda a cambiar, sino también porque le da oportunidades de desarrollar su sentido de la


responsabilidad y lo estimula al crecimiento.

Allí está su más importante responsabilidad como líder. Hacer que las personas desarrollen sus
capacidades al máximo. Puede estar seguro de que cuanto más invierta en motivar a las personas, más
desarrolladas van a estar. Y recuerde esto: cada vez que usted le da a una persona una responsabilidad
que no requiere casi ningún esfuerzo, le está escamoteando una oportunidad para crecer. El Señor no
se conformó con pedirle a los discípulos que ordenaran a las personas en grupos. Les dio una
responsabilidad mucho más grande: «Denles de comer ustedes» (Mt. 14:13-21). Su impotencia frente a
esto los motivó a aprender más de cómo ministrar adecuadamente. Cuando vea usted personas que
pueden dar más, deles una mayor responsabilidad.

PROVEA ESTÍMULO Y RECONOCIMIENTO

Un segundo método por el cual se puede motivar efectivamente a una persona es proporcionándole
estímulos y reconocimiento. A menudo ocurre que las personas se desaniman porque se les está
señalando en forma constante lo que hacen mal, en vez de reconocer lo que hacen bien. Las constantes
críticas tienden a desinflar hasta a los más entusiasmados.

El problema que he visto con gran frecuencia en muchos líderes es que tienden a entusiasmarse en
gran manera con lo que ellos mismos están haciendo, pero tienen muy poco entusiasmo por lo que
otros a su alrededor hacen. Recuerdo con gran claridad el caso de un joven médico que había
descubierto una gran verdad en la Biblia. Como yo era su profesor, él se acercó a mí con gran
entusiasmo para mostrarme lo que había encontrado. ¡Su entusiasmo era tal, que uno podía llegar a
pensar que ni Calvino, ni Lutero, ni ningún otro gran teólogo en la historia de la iglesia habían
descubierto eso! El asunto era que yo también había descubierto esa verdad hacía ya veinticinco años,
cuando recién comenzaba a estudiar en el seminario. Si hubiera dicho esto, aquel estudiante se hubiera
desilusionado grandemente. Así que dejé que él me contagiara con su entusiasmo y lo alenté a que me
contara sobre lo que había descubierto. El hecho de que yo me mostrara interesado lo animó a seguir
estudiando la Palabra en busca de otras verdades. El entusiasmo y el reconocimiento habían
aumentado significativamente su motivación.

La verdadera prueba de la eficiencia de un maestro no se encuentra en lo que él sabe, sino en lo que


saben sus alumnos. Sin la adecuada cantidad de reconocimiento y estímulo, ellos jamás van a tener la
motivación para aprender lo que su maestro sabe. La desconfianza en nuestras propias habilidades es
un resultado directo de la falta de estímulo y reconocimiento en nuestras vidas. No olvide el proveer
siempre esto para los que usted está formando.
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PROVEA MODELOS

Una tercera forma de motivar es por medio de una demostración de cómo deben hacerse las cosas. El
problema con muchas de las iglesias es que tienen demasiadas personas que están dedicando su
tiempo a exhortar a la congregación a "hacer" cosas, pero nadie explica y demuestra exactamente
cómo deben ser hechas. Un exceso de exhortaciones no lleva a la acción, sino a un montón de personas
con complejos de inferioridad y sentido de culpa. La realidad es que casi todos los creyentes saben lo
que deben hacer, pero pocos lo hacen debido a que no se les ha mostrado de qué manera hacerlo.

Por ello, es importante que usted no se concentre solamente en exhortar, sino también en explicar y
demostrar. La razón por la cual Cristo fue tan eficaz en motivar a los discípulos es que jamás les enseñó
algo sin demostrarlo en su propia vida. Les exhortó a amar, porque Él amó; les exhortó a servir y Él
sirvió; les exhortó a predicar y mostró cómo lo hacía Él, etcétera.

IRRADIE ENTUSIASMO

Usted puede motivar a las personas irradiando entusiasmo personal. Uno de los problemas más
comunes con que se enfrenta el líder cristiano es el de seguir manteniendo el entusiasmo a través de
los años. Muchas veces parece que el ministerio se vuelve una rutina aburrida que no tiene dinamismo
alguno. Si usted se siente así, es muy lógico que no motive a nadie en la iglesia, pues esa actitud nos
está diciendo que la vida cristiana es aburrida.

En cierta oportunidad tuve que hablar en una iglesia y sólo asistieron tres personas. El pastor se me
acercó y me dijo: "Éste es uno de los problemas con estas personas, ellos no se entusiasman para nada
y son incumplidores". Su actitud demostraba claramente que pensaba que era una pérdida de tiempo
seguir con tan pocos. Luego de la reunión, me preguntó cuál me parecía que era el problema. «Si
quiere que sea franco» —le dije— "le diría que usted es el problema. La prueba del verdadero líder se
encuentra en la forma en que dirige una reunión. ¡Su entusiasmo debe ser tan grande cuando hay dos
personas como cuando hay dos mil!"

El entusiasmo es contagioso. Si usted quiere motivar a su congregación, va a tener que demostrar


abundantes cantidades de entusiasmo en todo lo que haga y diga.
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Este método requiere mucho más trabajo que otros, pues uno debe estar dispuesto a demostrar todo
lo que enseña. Sin embargo, lo desafío a invertir en esta forma de motivación: verá que los resultados
serán realmente extraordinarios.

REMUEVA LAS BARRERAS EMOCIONALES

Creo firmemente que va a ser muy difícil motivar a una persona que está enojada, llena de rencor o
dolorida por cierta razón. Lo que usted significa para una persona es mucho más importante que lo que
usted pueda decirle o hacer por ella. Es más, esto va a determinar la manera en que escuchará lo que
tenga que decirle. Entre un líder y sus seguidores, debe haber un clima de total aceptación.

Sea sincero con aquellos que le rodean: permítales verlo tal como es. A menudo he visto caer a algún
líder por querer aparentar saber todas las cosas. Eso no produce aceptación; la gente se siente inhibida
y, lo que es peor, también se da cuenta de que el líder no es honesto con ellos.

INTENSIFIQUE LAS RELACIONES PERSONALES

Recuerde siempre este principio: cuanto más cerca esté usted de una persona, cuanto más estrechos
sean los lazos que los unen, más grandes serán las posibilidades de motivarlo. Nuestro problema es que
muchas veces deseamos motivar a las personas sin conocerlas ni mostrar interés por sus vidas
personales. Por esto, yo me he creado el hábito de aprovechar siempre los momentos informales en
reuniones, porque se puede conocer a la gente y estrechar los vínculos.

Donde quiera que vaya, cultive las relaciones personales con quienes le rodean. Tómese tiempo para
interiorizarse en lo que están viviendo otros. Elija también, de entre su congregación, algunas personas
con las cuales pueda pasar gran cantidad de tiempo, conviviendo con ellos. Verá cuán motivados
estarán cuando quiera alentarlos a una actividad determinada.

DEMUESTRE AMOR INCONDICIONAL

He dedicado veintisiete años a estudiar la vida de Jesús. Creo que ningún factor influyó tanto en el nivel
de su motivación hacia los discípulos como el amor incondicional que Él demostró hacia ellos. Por más
graves que fueran sus errores, siempre los siguió amando profundamente, a pesar de lo que eran. Es
digno de notarse que el Señor nunca reprendió a los discípulos por sus errores: solamente los
reprendió por su falta de fe. El amor produce lealtad, entrega y dedicación.
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CREA EN LO QUE DIOS PUEDE HACER

Una de las lecciones más importantes que he aprendido a través de los años es que Dios no llama a una
persona por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser. Todas las personas tienen valor para la causa
de Cristo y, como líderes, es nuestra responsabilidad comunicar esa verdad constantemente.

A menudo, tendemos a escapar de las personas que nos parecen medio "raras", y nos apegamos a
aquellos que realmente parecen ser mucho "mejores". Pero, les diré, ha sido mi experiencia el ver que,
caso tras caso, los que generalmente vemos como "raros" son los que llegan a ser los más fieles al
Señor. ¿Por qué? Porque llegan a comprender sus posibilidades en el Señor y trabajan para lograr eso.

Cuando estuve en quinto grado tuve una maestra con la cual me llevaba muy mal. Ella siempre parecía
estar disciplinándome por alguna cosa y, cuanto más lo hacía, más rebelde me tornaba. Después de un
tiempo, había llegado a ser conocido entre los maestros como el "niño desobediente". Cuando pasé a
sexto grado, la nueva maestra me llamó y me preguntó: "Tú eres Hendricks, ¿verdad?". Yo estaba
aterrado, sabía que mi maestra de quinto grado le había contado de los muchos problemas que
habíamos tenido. "Quiero decirte que aunque he oído mucho de ti, no creo nada de lo que me han
dicho". Esta persona creía en mí, y mi confianza volvió a florecer. Mi sexto grado fue una hermosa
experiencia.

Es mi deseo que esta oración pueda ser también la suya: «Padre, como motivador por excelencia que
eres, acércanos a ti mediante tu amor. Te pido que me hagas un individuo contagiado por tu amor y
que me recuerdes que tu especialidad es obrar lo imposible en la vida de los hombres. Que tomas
individuos sin esperanza, desahuciados, y que los conviertes en hombres y mujeres de valor para el
servicio de tu amado Hijo Jesús. Ayúdame a vivir de tal manera que pueda motivar a otros a servirte y
amarte con vidas entregadas y comprometidas. Amén».

El presente trabajo fue adaptado de una presentación del autor en conferencias especiales de Cruzada
Estudiantil y Profesional para Cristo. Usado con permiso.

TRABAJEMOS JUNTOS
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"Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad,
que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y
de diez. Ellos juzgarán al pueblo por ti; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto
pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo" (Ex. 18: 21, 22).

El liderazgo tiene que ver con personas. Dios ha dotado generosamente a su pueblo con talentos y
capacidades para servirle en la iglesia y en el mundo. Los líderes deberían redescubrir y potenciar lo
mejor de los miembros. Tendrían que facilitar el uso de los dones.

Este artículo explora la dinámica del liderazgo corporativo. ¿Cuáles son algunas de las directrices
bíblicas para trabajar juntos? También adaptaremos algunas ideas útiles del mundo empresarial a
nuestro proceso de toma de decisiones.

Servir juntos a Dios es algo estimulante. Para empezar, «somos colaboradores de Dios» (1 Co. 3:9). Nos
llama a trabajar juntos con Él (2 Co. 6:1). Nuestra común lealtad hacia Él forma la base de nuestras
relaciones de trabajo. ¡Esto es sensacional!

Como somos humanos, aportamos al liderazgo nuestros diferentes puntos de vista, prejuicios y
debilidades. Por supuesto, también contribuimos compartiendo nuestras experiencias y nuestra visión.
Vamos a examinar a un grupo de líderes mientras trabaja.

Digamos que hay dos o tres que provienen del mundo de los negocios. Serán partidarios de buenos
procedimientos empresariales y estarán dispuestos a introducir un toque profesional en la organización
cristiana. A su lado hay un par de visionarios. Son personas con ideas creativas. Tienen grandes sueños
para la iglesia, pero en ocasiones no tienen los pies en la tierra. Después se encuentra el tipo
pensador/filósofo, que pide una "razón de ser" para cada decisión. Finalmente, están los líderes
afectuosos y solícitos, siempre pensando en las personas en vez de en lo que se hace.

Si hay un respeto mutuo y una aceptación de los dones y condiciones de los demás, este equipo de
líderes puede enriquecer el ministerio de su iglesia. Pero si se tratan unos a otros como rivales e
insisten en su propia forma de planificar, se producirá el caos y la división. La obra de Dios se paralizará.

FUNDAMENTOS BÍBLICOS
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Es extremadamente útil buscar las palabras «unos y otros» en una concordancia, anotando el verbo o
acción que las precede.

Empezamos con el mandato de Cristo de amarnos unos a otros (Jn. 13:34, 35). No es una opción; es el
encargo que Él nos da. Esta declaración se repite en 1 Juan 4:10, 11. Debemos amarnos unos a otros
como Dios nos amó en Cristo. Ésta es la base para trabajar juntos.

Amar a nuestros compañeros líderes es desear lo mejor para ellos. Y esto tiene asombrosas
implicaciones. Si los miembros del equipo están dispuestos a buscar lo mejor para los otros, ejercerán
sus responsabilidades de liderazgo en una atmósfera de comprensión mutua y aceptación. En nuestra
lista de textos con las palabras «unos a otros» también se nos advierte que no hagamos ciertas cosas.
He aquí algunas: Si nos amamos unos a otros, NO debemos:

Juzgarnos más los unos a los otros (Ro. 14:13).

Mordernos (es decir, herirnos) unos a otros (Gá. 5:15).

Mentir los unos a los otros (Col. 3:9)

Murmurar los unos de los otros (Stg. 4:11).

Quejarnos unos contra otros (Stg. 5:9).

Positivamente, el amor intenta edificar a las personas. Esta meta se consigue por medio de:

Recibirse los unos a los otros (Ro. 15:17).

Servirse por amor los unos a los otros (Gá. 5:13).

Someterse unos a otros (Ef. 5:21; ver 1 Pe.5:5).

Soportarse y perdonarse unos a otros (Col. 3:13).

Enseñarse o exhortarse unos a otros (Col. 3:16).

Alentarse los unos a los otros (1 Ts. 4:18).

Hospedarse los unos a los otros (1 Pe. 4:9).

Orar unos por otros (Stg. 5:16).


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Al estudiar estos textos y aplicar cada exhortación a nuestras relaciones con los compañeros,
descubriremos mayor armonía en el equipo de líderes, lo que también repercutirá en nuestra
comunidad cristiana. Al servir juntos a Dios también debemos tener en mente otro conmovedor
llamamiento: "Y considerémonos unos a otros para estimulamos al amor y a las buenas obras...
exhortándonos" (He. 10:24, 25).

Después de considerar estos principios bíblicos para trabajar juntos, vamos a fijarnos en algunos
aspectos prácticos del liderazgo corporativo.

CUESTIONES ORGANIZATIVAS

En una pequeña congregación o comunicad cristiana, la organización es relativamente sencilla. Como el


grupo es pequeño, es bastante fácil impartir visión y compartir las responsabilidades entre los
miembros. Si hay cuestiones o problemas, éstos pueden ser rápidamente resueltos.

En una comunidad de más de sesenta personas, necesitamos establecer estructuras mayores y mejorar
los canales de comunicación. Las diversas actividades realizadas por los diferentes grupos de líderes o
comités deben ser coordinadas e integradas en la planificación y en los objetivos globales de la iglesia.
El equipo de líderes deberá presentar objetivos claros e indicar la dirección en la que debería marchar
la iglesia. Entonces se creará una red de comunicaciones, pero no sin esfuerzo.

A menos que estemos dispuestos a permitir que un hombre —el pastor— lo organice y dirija todo, los
líderes deberán orar y planificar juntos. Los miembros deben ser movilizados para que el servicio sea
efectivo. El equipo o comité está, por lo general, dotado de la autoridad para llevar la responsabilidad
en nombre de toda la congregación. El equipo de líderes hace un seguimiento de los procesos y se
enfrenta a los diferentes problemas que aparecen. Pero continuamente trata de desafiar a toda la
congregación a mantener las prioridades de Dios.

Los líderes deben ser hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, de fe y sabiduría. Estas cualidades
esenciales son vitales para el liderazgo espiritual pero, al mismo tiempo, para realizar su misión deben
aprender a tomar decisiones juntos. Y esto requiere planificación y una cierta dosis de habilidad
administrativa. Los líderes deben saber qué hay que hacer y considerar quién debe hacerlo y cuándo.

El equipo de líderes debería dedicar tiempo a estudiar los planes y a pensar en el futuro. No harán ellos
todos los trabajos. Los trabajadores sabios siempre delegan para que más personas puedan participar
en la obra de Dios.
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Leyendo libros sobre dirección de empresas, inevitablemente encontramos una buena sección sobre el
tema de la delegación. Ésta es un área del liderazgo con frecuencia poco considerada por algunos
líderes cristianos bien intencionados. Trabajan hasta matarse y al final se desploman por puro
agotamiento físico y nervioso. No se dan cuenta de que alcanzan este terrible estado porque no han
delegado trabajo en otros.

DELEGAR

Moisés tuvo este problema. Tomó sobre sí la terrible tarea de juzgar las disputas entre los israelitas. Era
un juez competente y su pueblo se dirigía a él buscando justicia. Durante todo el día el pueblo lo
rodeaba, esperando que juzgara sus disputas (Éx. 18:13) ¡Y Moisés casi se desplomó por agotamiento
nervioso!

Su suegro, Jetro, lo rescató. Este hombre sabio le hizo ver el pobre uso que estaba haciendo de su
tiempo y energía. Si Moisés insistía en hacer todo el trabajo él mismo, los problemas de su pueblo lo
aplastarían (vv. 17, 18). Jetro dijo a Moisés: "Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de
virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por
jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo por ti; y todo asunto
grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la
llevarán ellos contigo" (vv. 21, 22).

Delegar daría buenos resultados y la carga de Moisés sería más ligera (v. 22). Compartir sus
responsabilidades administrativas no iba a representar merma en su cargo como representante de Dios
y líder. Moisés continuaría representando a su pueblo ante Dios y enseñándole las leyes y decretos de
Dios (vv. 19, 20).

Ted Engstrom, en su libro The Making of a Christian Leader (Creando un líder cristiano) menciona los
beneficios de delegar.

Varios son los derivados de una mejor comprensión y relación entre los líderes y sus seguidores. Las
personas a las que se les da la oportunidad de desarrollar sus talentos y habilidades latentes trabajan
más satisfechas, lo que a su vez mejora su estado de ánimo. Al mismo tiempo, delegar alivia las
presiones sobre el líder, liberándolo para pensar y planificar la estrategia (Engstrom 1976:136-40).
Engstrom continúa señalando seis principios básicos del arte de delegar.
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1. Seleccionar los trabajos a delegar y organizarlos para poder hacerlo.

2. Elegir la persona adecuada para el trabajo.

3. Preparar y motivar a la persona delegada para realizar la tarea.

4. Dar la tarea asegurándose la plena comprensión de ésta.

5. Animar a actuar con independencia.

6. Mantener una supervisión: nunca soltar las riendas.

Concluye con estas palabras. "No olvides nunca que una delegación efectiva ayuda a progresar, da
buenos ánimos e inspira la iniciativa. La prueba final de un líder es que deja tras de sí a otros hombres
convencidos que continuarán la obra".

¿POR QUÉ NO DELEGAMOS?

¿Por qué algunos de nosotros tenemos tanto temor a delegar trabajo en otros?

En primer lugar, tememos que otros no puedan hacer el trabajo tan bien como nosotros mismos. Nos
asusta pensar en la posibilidad de que nos fallen. Pero si concretamos lo que hay que hacer y
asignamos responsabilidades específicas a otras personas, ellas harán el trabajo. Cierto es que
debemos explicarles la tarea a realizar con claridad y, en algunos casos, entrenarlas para ella. Pero esto
produce un alto rendimiento. Más personas participarán en la obra. John R. Mott, el conocido
misionero y hombre de estado solía decir: "Prefiero dejar que diez hombres hagan el trabajo que hacer
el trabajo de diez hombres".

En segundo lugar, no delegamos porque tenemos miedo de perder el control. Algunos de nosotros nos
volvemos bastante ansiosos e inseguros cuando otros deben tomar decisiones y dirigir. Creemos que
nos han quitado la capacidad de tomar decisiones. En la obra cristiana necesitamos aprender a confiar
en otros. Además, no perdemos el control puesto que, si somos sabios al delegar, todavía
92

mantendremos nuestra supervisión. Los que han recibido una tarea específica deben responder ante
nosotros.

¿PODEMOS APRENDER DEL MUNDO EMPRESARIAL?

¿Deben los líderes cristianos tomar modelos de liderazgo extraídos del mundo empresarial? Sí, siempre
que éstos hayan sido cuidadosamente sopesados y santificados. Los autores de libros y manuales
empresariales proponen sus principios y comparten su visión en base a su investigación y a las
experiencias de los que dirigen grandes empresas. Si bien admiramos sus objetivos de excelencia y
eficiencia, nunca debemos dejar que éstos se conviertan en fines.

Queremos hacer un buen trabajo porque así damos gloria a Dios. Por supuesto, podemos aprender
mucho de planificación por objetivos, control presupuestario, eficiencia organizativa, cómo medir lo
conseguido y motivar a los empleados. Sin embargo, hay diferencias fundamentales. Las grandes
empresas cuentan con un ejército de empleados bien entrenados. Las iglesias, en general, con
voluntarios a tiempo parcial. En el mundo empresarial hay, por lo general, una cadena de mando; los
ejecutivos dan órdenes que deben ser obedecidas. Pero en el servicio cristiano debemos inspirar, influir
y motivar a nuestros compañeros cristianos. No podemos ordenarles como si fueran subordinados. La
mayoría de las iglesias y organizaciones cristianas tienen fondos y recursos limitados y no pueden
permitirse el apoyo de procesadores de texto, computadoras y hábiles secretarias. Así que necesitamos
adaptar los principios y procedimientos empresariales a nuestra situación particular. Como
mayordomos de Dios debemos intentar hacer el mejor uso posible de los recursos humanos y
materiales disponibles.

TRABAJANDO JUNTOS:

UN PROCESO DE DECISIÓN EN COMÚN (COOPERATIVA).

Personalmente he usado mucho un proceso que facilita tomar decisiones en común. Este proceso está
compuesto por seis componentes básicos o pasos, que son los siguientes:

OBJETIVO: resumir en una frase, y claramente, la meta u objetivo principal.

RECURSOS: hacer una lista de los recursos humanos, financieros y materiales para realizar el objetivo.
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PLANIFICACIÓN: planificar es decidir, por adelantado, qué se debe hacer, por qué, dónde, cuándo,
quién debe hacerlo y cómo.

COMUNICACIÓN: comunicar la información a los otros líderes y a los miembros para que sean
conscientes del objetivo. Compartir los planes propuestos. Informar a cada persona de sus
responsabilidades específicas. Hacer descripciones (preferentemente por escrito) de las tareas a
realizar, para que todos los implicados conozcan claramente sus deberes.

ACCIÓN: poner el plan en movimiento trabajando en las tareas asignadas. Esto sólo debe hacerse
cuando ya todo el equipo ha seguido los pasos anteriores. Puede ser necesario que el presidente
supervise los progresos y atienda los problemas de organización.

EVALUACIÓN: el equipo de líderes pasa revista a todo el programa de actividades. ¿Qué cosas fueron
bien? ¿Cuáles no y por qué? Si fuera a repetirse un programa similar, ¿qué se repetiría y qué se
omitiría? ¿Se han descubierto nuevas capacidades de liderazgo entre los que han participado en la
actividad?

Este proceso es de gran valor en la toma de decisiones por parte de un grupo de líderes. Su efectividad
descansa en la disposición de todos los miembros a someterse a su disciplina. En demasiadas ocasiones
un grupo de líderes tiene sólo una vaga idea de lo que debe hacerse. Hacen planes apresurados, pasan
a la acción y, antes de que sepan lo que ha pasado, ya se ha roto la comunicación. Participan en las
actividades y no tienen claras sus responsabilidades ni saben ante quién tienen que rendir cuentas.
Tampoco cómo encaja su tarea en todo el proyecto. Hay duplicaciones y traslapos en algunas áreas,
mientras que otras tareas apenas reciben atención. Los ánimos comienzan a caldearse y existe
frustración. Los líderes empiezan a echarse las culpas unos a otros y una negra nube cubre todo el
proyecto.

Ahora bien, para que funcione este proceso, los líderes deben practicarlo constantemente. Deben
seguir, meticulosamente, los seis pasos. En ocasiones, cuando dirijo seminarios sobre organización del
liderazgo, divido a los participantes en pequeños equipos de seis o siete miembros. Deben
familiarizarse por sí mismos con los seis pasos del proceso de decisión. Después les muestro ocho o
nueve objetos y les pido que reúnan diez unidades de cada uno en el menor tiempo posible. Cada
unidad debe ser etiquetada cuidadosamente. Si estas prácticas se hacen al aire libre, utilizo diferentes
tipos de hojas y piedras. El equipo que sigue fielmente los seis pasos es, normalmente, el ganador.
Después dejo que durante veinte minutos los diferentes equipos analicen su actuación y valoren su
éxito o fracaso.
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En el siguiente ejercicio, pido a los mismos equipos que reúnan el doble de unidades de los mismos
objetos en la mitad de tiempo. Lo asombroso es que ahora la mayoría de los equipos logran alcanzar
este nuevo objetivo. Han aprendido con la experiencia la importancia de la organización. También han
aprendido la importancia de establecer objetivos claros, planificar cuidadosamente, hacer el mejor uso
posible de sus recursos humanos y materiales, realizar buenas descripciones de las tareas a realizar y
revisar sus esfuerzos.

Vamos a utilizar este proceso para planificar una campaña evangelística que va a realizar su iglesia
local. El comité está formado por nueve personas y usted es una de ellas. Los únicos «obreros a tiempo
completo» son el pastor y el secretario de la iglesia. La región considerada tiene seis mil habitantes y
los miembros de la congregación son ciento cincuenta. ¿Cómo planificaría una acción evangelística que
tuviera como resultado que algunos de sus vecinos se convirtieran y se integraran en su iglesia?

Puede cerrar ahora la revista y apuntar lo que usted haría, pero asegúrese de seguir los seis pasos:
objetivos, recursos, planificación, comunicación, acción, evaluación.

He aquí un ejemplo de cómo una iglesia local planeó esta campaña de evangelización:

OBJETIVO: compartir las buenas nuevas de Jesucristo en la región considerada, de manera que la
mayoría de las personas escuchen las pretensiones de Cristo y que al menos veinte de ellas le
entreguen sus vidas. La campaña evangelística se concentrará en nueve días, incluyendo los fines de
semana.

RECURSOS: lista de recursos humanos. ¿Cuántos cristianos pueden compartir su fe con otros? ¿De
cuántos hogares cristianos disponemos para reuniones informales, por ejemplo, alrededor de una taza
de café? ¿Qué lugares céntricos —por ejemplo, la iglesia— podrían ser usados para las reuniones
evangelísticas masivas?

PRESUPUESTO: estimación de la cantidad necesaria para cubrir los gastos de publicidad, etcétera. ¿Hay
cristianos en la iglesia que podrían capacitar a otros para la evangelización o hay que pensar en
recursos externos?

PLANIFICACIÓN: preparar un bosquejo de programa para la campaña. Por ejemplo: dos cultos
dominicales especiales; reuniones de evangelización los sábados por la tarde; reuniones especiales
para hombres, mujeres y niños; reuniones informales; evangelización personal. Establecer las fechas
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adecuadas. Proponer posibles conferenciantes. Sugerir responsables de entrenar a otras personas para
evangelizar y personas encargadas de la publicidad.

COMUNICACIÓN:

Primera etapa: asegurarse de que todos los líderes estén familiarizados y plenamente comprometidos
con esta acción evangelística. Dar descripciones de las tareas a realizar a las personas
correspondientes. Cada descripción debe ayudar a la persona a responder a dos preguntas básicas: ¿De
qué soy responsable? y ¿Ante quién soy responsable?

Segunda etapa: los líderes deben compartir el objetivo y la visión de esta campaña evangelística con los
miembros de la congregación. Solicitar oración, recursos financieros y apoyo de las personas. Dar una
clara información del programa de entrenamiento y de cómo cada miembro podría participar.

ACCIÓN: antes de que lleguen los nueve días de evangelización intensiva, los miembros tendrían que
invitar a sus vecinos, compartiendo su fe con ellos.

Deben organizarse reuniones especiales de oración y hacer visitas casa por casa, entregando en cada
hogar una porción de los evangelios o folletos evangelísticos.

Los responsables de la publicidad deben conseguir que los periódicos y emisoras locales den cuenta de
las reuniones especiales.

El conferenciante invitado debe ser presentado.

El pastor, junto con los consejeros laicos, deben estar a la disposición de los que muestran interés. Los
folletos y el material para hacer el seguimiento deben estar disponibles. Los responsables de los
detalles prácticos (por ejemplo, preparativos de las reuniones, sistema de sonido) deben repasarlos
para evitar problemas de última hora.

EVALUACIÓN:
96

Después del acontecimiento, el comité debe revisar todo el programa en una reunión especial.

¿Cuántos hogares se visitaron? ¿Cuál fue la respuesta espiritual de la congregación? ¿Cómo podría
hacerse el seguimiento? ¿Podrían movilizarse dos o tres equipos para visitar a los "invitados"? ¿Y las
conversiones? ¿Cuántos dieron testimonio de su fe? ¿Cómo van a ser pastoreados? ¿Cómo podría toda
la iglesia aprovechar la situación creada tras los nueve días de reuniones especiales? ¿Qué dones y
capacidades se han detectado y en qué miembros? ¿Cómo podrían desarrollarse más?

Por supuesto, sería de mucha utilidad que los resultados se recopilaran y pusieran a disposición del
siguiente equipo que tuviera que planear una campaña de evangelización. Así, el nuevo comité podría
usar lo que sus predecesores hayan descubierto. En su libro Managing Our Work (Administrando
Nuestro Trabajo), el Dr. John Alexander hace este acertado comentario: "Si queremos que nuestros
compañeros se sientan miembros de un mismo equipo, uno de los indicadores de que nuestras
comunidades gozan de buena salud será nuestra tendencia a usar los pronombres nosotros y nuestros
—en lugar de vosotros, vuestros, ellos y suyo— al referirnos a la organización. Una señal de peligro se
enciende cuando un compañero utiliza el plural vosotros y ellos en lugar de nosotros y nuestro"
(Alexander 1975:65, 66).

Trabajar juntos debe ser una demostración de que nos pertenecemos unos a otros y de nuestro mutuo
compromiso de servir al mismo Señor. Esto producirá solidaridad y compañerismo.

LA PUREZA EN EL LIDERAZGO

Uno no necesita sino encender el televisor durante algunos minutos para sentir la presión de la
agobiante sexualidad de nuestros días. Y la mayor parte de la represión es brutal. Un aburrido recorrido
por los canales de televisión al mediodía muestra invariablemente a una pareja envuelta bajo las
sábanas de la cama y mucha monotonía sensualista. Pero la presión se ha vuelto cada vez más
ingeniosa, especialmente si su propósito es vender.

La Iglesia no ha escapado tampoco, pues muchos en la iglesia de hoy se han marchitado bajo el calor de
la sensualidad. La Revista Liderazgo realizó una encuesta entre un millar de pastores. Los pastores
respon-dieron que 12% de ellos habían cometido adulterio estando en el ministerio—¡uno de cada
ocho pastores!—y 23% había hecho algo que ellos consideraban sexualmente impropio. Por otra parte,
la revista Cristianismo hoy hizo una encuesta entre un millar de sus suscriptores que no eran pastores y
descubrió que la cifra entre éstos era casi el doble: el 23% dijo que había tenido relaciones sexuales
extramaritales y el 45% indicó que habían hecho algo que ellos consideraban sexualmente impropio.
¡Uno de cada cuatro hombres cristianos son infieles y casi la mitad de ellos se han comportado
indecorosamente!
97

Esto nos lleva a una conclusión ineludible: la iglesia evangélica contemporánea es, en términos
generales, "corintia" en esencia. Es una iglesia cocida a fuego lento en los jugos derretidos de su propia
sensualidad, y por eso:

• No es extraño que la Iglesia haya perdido su interés por la santidad.

• No es extraño que sea tan floja para disciplinar a sus hijos.

• No es extraño que el mundo le reste importancia como algo que está fuera de lugar.

• No es extraño que muchos de sus hijos la rechacen.

• No es extraño que haya perdido su poder en muchos hogares, y que el Islam y otras falsas religiones
estén logrando tantos convertidos.

La sensualidad es sobradamente el mayor obstáculo a la santidad entre los hombres hoy, y está
haciendo estragos en la Iglesia. La santidad y la sensualidad se exclu-yen mutuamente y los que han
caído en las garras de la sensualidad no podrán más elevarse a la santidad mientras se encuentren bajo
su agotador dominio. Si vamos a "ejercitarnos para la piedad (cf. 1 Ti 4.7) debemos comenzar con la
disciplina de la pureza. ¡Tiene que haber algún celo santo, algún esfuerzo santo!

LAS LECCIONES SACADAS DE UN REY CAÍDO

¿A dónde debemos mirar en busca de ayuda? El ejemplo más aleccionador que encontramos en toda la
Palabra de Dios es la experiencia del rey David, tal como aparece narrado en 2 Samuel 11.

Una vida en la cúspide

David se encuentra en la cúspide de su brillante carrera. Desde su niñez, había sido un amante
apasionado de Dios y poseía una enorme integridad de alma, como lo atestiguaron las palabras del
profeta Samuel cuando lo ungió como rey: "El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón" (1 S 16.7). A Dios le agradó lo que vio. ¡A Dios le agradó el corazón de David!

Su corazón era valeroso, como quedó evidenciado al enfrentarse a Goliat y responder a la temible
retórica del gigante con unas cuantas palabras atrevidas, de su propia cosecha, y luego arremeter a
fondo contra Goliat, dándole en medio de la cabeza.

Era un persona desbordante de alegría, entusiasmo y confianza, y rebosaba de un carisma irresistible.


Era el poeta, el dulce salmista de Israel, tan en comunicación con Dios y consigo mismo que sus salmos
siguen tocando hoy las fibras del corazón del hombre. Bajo su liderazgo todo Israel estaba unido. David
difícilmente parecía ser un candidato para el fracaso moral. Pero el rey era vulnerable, ya que había
debilidades definitivas en su conducta que lo dejaron a merced del fracaso.

SU INSENSIBILIZACIÓN

Los problemas empiezan cuando toma más concubinas y mujeres de Jerusalén (2 S 5.13). ¡Debemos
notar, y notar bien, que el que David tomara más mujeres era pecado! La Ley estableció las normas
para los reyes hebreos (Dt 17), les ordenaba abstenerse de tres cosas: 1) tener muchos caballos, 2)
tomar muchas mujeres, y 3) acumular mucha plata y oro (cf. vv. 14-17). David cumplió bien con lo
98

primero y lo último, pero fracasó totalmente en cuanto a lo segundo por hacerse deliberadamente de
un numeroso harén.

En la vida de David se había enraizado una progresiva insensibilización al pecado, con el consiguiente
descenso de santidad. La colección de esposas de David aunque era «legal» y no se consideraba
adulterio en la cultura de su época, sin embargo, era pecado. Tales excesos lo insen-sibilizaron al
llamamiento de Dios, como también al peligro y a las consecuencias de la caída. Esa insensibización lo
convirtió en presa fácil del pecado funesto de su vida.

Es la sensualidad "legal" y la condescendencia con lo culturalmente aceptable lo que nos llevará a la


ruina. Las prolongadas horas de mirar indiscriminadamente la tele-visión, es uno de los grandes
culpables de esta insensibilización.

SU RELAJACIÓN EN CUANTO A DISCIPLINA

El segundo error en la conducta de David, fue la relajación de los rigores y de la disciplina que siempre
había sido parte de su vida activa. David se encontraba en la mitad de su vida, con aproximadamente
cincuenta años de edad, y sus campañas militares habían tenido tanto éxito que no era necesario que
él personalmente saliera a combatir. Por tanto, con toda razón le dio el trabajo de acabar con el
enemigo a su competente general, Joab, y luego se fue a descansar. El problema era que la relajación
se extendió a su vida moral. Es difícil mantener la disciplina interior cuando uno se relaja así. David se
volvió inmediatamente vulnerable.

David no sospechaba que algo insólito iba a ocurrir ese desgraciado día primaveral. Aprendamos la
lección que hay aquí. Precisamente cuando pensamos estar totalmente a salvo, cuando sentimos que
no hay ninguna necesidad de mantenernos alertas para continuar ocupándonos de nuestra integridad
interior y para disciplinarnos en la santidad, ¡es cuando se presenta la tentación!

Su obsesión (2 S 11.1-3)

El rey se paseaba para mirar a su ciudad al final de la tarde. Mientras miraba, sus ojos vieron la figura
de una mujer extraordinariamente her-mosa que se bañaba sin ningún pudor. En cuanto a lo hermoso
que era, el hebreo es explícito: la mujer era "muy hermosa" (v. 2). Era joven, estaba en la flor de la vida,
y las sombras del crepúsculo la hacían aun más seductora. El rey la miró ... y continuó mirándola.
Después de la primera mirada David debió haber dirigido la vista en la otra dirección y debió haberse
retirado a sus habitaciones, pero no lo hizo. Su mirada se convirtió en una mirada fija pecaminosa y
después en una mirada ardiente y libidinosa. En ese momento, David se convirtió en un viejo verde y
lujurioso, apoderándose de él una obsesión lasciva que tenía que satisfacer.

Dietrich Bonhoeffer hizo la observación de que, cuando la lujuria toma control de la persona, "en ese
momento Dios ... deja de ser real ... Satanás no nos llena de odio contra Dios, sino que nos hace olvidar
a Dios". ¡Qué gran sabiduría hay en esta afirmación! Cuando estamos dominados por la lujuria, la
realidad de Dios se desvanece.

SU RACIONALIZACIÓN

De su obsesión fatal, el rey David descendió al escalón siguien-te: la racionalización.


99

Cuando sus intenciones se hicieron evidentes a sus subalternos, uno de ellos trató de disuadirlo,
diciéndole: Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Pero David no iba a permitir quedar
desairado, de modo que una fuerte racionalización se produjo en su mente.

Su degradación (adulterio, engaño, asesinato)

La progresiva insensibilización, relajación, obsesión y racio-nalización de David lo llevaron a uno de los


fracasos más grandes de la historia, y a su degradación. (véase 2 S 11.4-5). David no se percató que
había dado un paso en falso en el precipicio y que se estaba viniendo abajo; que la realidad vendría
pronto, que llegaría rápidamente al fondo.

Todos estamos familiarizados con la ruin conducta de David, que lo convirtió en un asesino y en un
taimado calculador, decidiendo la muerte de Urías para ocultar su pecado con Betsabé. Baste con decir
que en esos momentos de la vida del rey, Urías, con todo y estar borracho, era mejor persona que
David estando éste sobrio! (v. 13)

Un año después, David se arrepentiría tras la incisiva acusación del profeta Natán. Pero las tristes
consecuencias no podría deshacerse. Como se ha señalado con frecuencia:

Fue la violación del décimo mandamiento (codiciar la mujer de su prójimo) lo que llevó a David a
cometer adulterio, violando así el séptimo mandamiento.

Luego, a fin de robarle la mujer a su prójimo (violando, por tanto, el octavo mandamiento) cometió un
asesinato y violó el sexto mandamiento.

Violó el noveno mandamiento hablando falso testimonio contra su hermano.

Todo esto trajo deshonra a sus padres, violando así el quinto mandamiento.

De esta manera, David violó todos los mandamientos que se refieren a amar al prójimo como a uno
mismo (los mandamientos cinco al diez). Y al hacerlo, deshonró también a Dios violando, en realidad,
los primeros cuatro mandamientos.

El reinado de David se fue en picada a partir de ese momento, a pesar de su encomiable


arrepentimiento.

Se le murió el bebé.

Su bella hija, Tamar, fue violada por su medio hermano Amnón.

Amnón fue asesinado por Absalón, hermano de padre y madre de Tamar. Absalón llegó a odiar tanto a
su padre David por su bajeza moral que encabezó una rebelión contra él con el apoyo de Ahitofel, el
ofendido abuelo de Betsabé.

El reinado de David perdió la aprobación de Dios. Su trono jamás recobró su estabilidad pasada.

Debemos aceptar que David jamás habría dado más que una mirada fugaz a Betsabé si hubiera podido
vislum-brar los desastrosos resul-tados de su pecado. Creo de todo corazón que serían muy pocos los
hombres—si es que hubiera alguno— que se apartarían de la Palabra de Dios si pudieran ver lo que eso
les acarrearía.
100

La historia de la catastrófica caída del rey David ha sido dada por Dios y debe tomarse seriamente por
la Iglesia en esta "época corintia" como una advertencia a la patología de los factores humanos que
conducen al derrumbamiento moral:

• La insensibilización que se produce por la mundanalidad tradicional de la cultura.

• El síndrome fatal que se produce por la relajación moral de la disciplina.

• Los efectos ofuscantes de la obsesión sensualista.

• Y la racionalización con la que tratan de justificarse los que están dominados por la lujuria.

En el caso de David, el ciclo incluyó además adulterio, engaño, degradación familiar y decadencia
nacional. La patología es evidente, como también lo son los terribles efectos de la sensualidad; y ambos
tienen el propósito no sólo de enseñarnos, sino además de amedrentarnos ¡para que ahuyentemos de
una buena vez la sensualidad de nosotros!

LA VOLUNTAD DE DIOS:

Pureza sexual

A veces hay personas, que se consideran cristianas, que sencillamente no creen lo que estoy diciendo
en cuanto a la pureza sexual. Pablo nos hace un llamado a la pureza sexual (1 Ts. 4.3-8).

Si la lectura de este pasaje no es lo bastante convincente en cuanto a la ética bíblica, debemos


comprender que se basa en Levítico 19.2. Un mandamiento dado dentro de un contexto de
advertencias en contra de los extravíos sexuales. También deseo señalar que en 1 Tesalonicenses se
nos llama a evitar la inmoralidad sexual y tres veces se nos pide ser "santos". Desechar esto es pecar
contra el Espíritu Santo—la presencia viva de Dios—como claramente lo dice el pasaje citado.

Como dice el erudito en Nuevo Testamento, León Morris:

El hombre que lleva a cabo un acto de impureza sexual no está únicamente violando un código moral
humano, ni siquiera pecando sólo contra el Dios que en algún momento del pasado le dio el don del
Espíritu Santo. Está pecando contra el Dios que está presente en ese momento; contra Aquel que
continuamente da el Espíritu. Todo acto de impureza es un acto de aborrecimiento contra el don del
Espíritu Santo dado por Dios desde el mismo momento que ese don es brindado.... Este pecado sólo es
visto como lo que realmente es, cuando se ve como una preferencia por la impureza antes que por el
Espíritu que es santo.

Por consiguiente, para un cristiano rechazar esta enseñanza en cuanto a la pureza sexual es rechazar a
Dios, ¡y esto puede indicar una fe falsa!

LA DISCIPLINA DE LA PUREZA

Si en realidad somos cristianos, es un imperativo que vivamos con pureza y santidad en medio de
nuestra cultura corintia. Debemos vivir más allá de las horripilantes estadísticas o la Iglesia está cada
vez más fuera de lugar e impotente, y nuestros hijos la abandonarán. La Iglesia no puede tener ningún
tipo de poder si no es una iglesia pura.
101

Eso exige que vivamos la afirmación de Pablo: "Ejercítate para la piedad." Es decir, ¡debemos
esforzarnos por la santidad!

RESPONSABILIDAD MORAL ANTE LOS DEMÁS

Nuestro entrenamiento comienza con algo tan importante como la disciplina de ser responsable
moralmente ante los demás. Esto se hará con cualquiera que regularmente le pedirá a usted CUENTA
DE SU VIDA MORAL, HACIÉNDOLE PREGUNTAS DIRECTAS Y FRANCAS.

LA ORACIÓN

Junto con esto, está la disciplina de la oración. Ore diaria y concretamente por su pureza sexual
personal. Ore por la pureza sexual de sus amigos también.

LA MEMORIZACIÓN

Luego, llénese de la Palabra de Dios mediante la disciplina de la memorización. Nuestro Señor dio el
ejemplo por excelencia al rechazar las tentaciones de Satanás, utilizando cuatro citas precisas de
pasajes del Antiguo Testamento (cf. Mt 4.1-11).

LA MENTE

La disciplina de la mente es, por supuesto, uno de los retos más formidables. Las Escrituras presen-tan,
por lo general, a la disciplina de la mente como la disciplina de los ojos. Es imposible que usted
mantenga una mente pura si todo el tiempo no discrimina lo que ve en televisión. En una semana usted
verá más asesinatos, adulterios y perversiones que todo lo leído por nuestros abuelos a largo de toda
su existencia.

Aquí es donde se hace necesaria la acción más radical (véase Mc 9.47). ¡Ningún hombre que permita
que la podredumbre de ciertos canales de televisión, de videos para adultos y de las diversas revistas
de pornografía inunden su hogar y su mente, escapará de la concupiscencia!

Job nos ha dejado orientación para los días que vivimos: "Este compromiso establecí con mis ojos: No
mirar lujuriosamente a ninguna mujer" (Job 31.1, La Biblia al Día). ¿Cómo cree usted que viviría Job en
nuestra cultura actual? Él entendió la sabiduría de Proverbios 6.27: "¿Tomará el hombre fuego en su
seno sin que sus vestidos ardan?" El compromiso de Job prohibía una segunda mirada. Eso significa
tratar a las mujeres con dignidad, mirándolas con respeto. Si la forma de vestir o el comportamiento de
una mujer es perturbador, mírela a los ojos, no en ningún otro lugar; ¡y aléjese lo más rápidamente que
pueda!

La mente abarca también la lengua porque, con la "abundancia del corazón habla la boca" (Mt 12.34).
Pablo es más específico (Ef 5.3-4). Significa que no debe haber humor sexual, ni chistes de mal gusto, ni
vulgaridades, a los cuales están tan propensos muchos cristianos para probar que no están "fuera de
onda".

LOS LÍMITES
102

Ponga límite alrededor de su vida, sobre todo si trabaja con mujeres. Evite la intimidad verbal con las
mujeres, a no ser con SU esposa. No le revele intimidades a otra mujer, ni la inunde con sus problemas
personales. La inti-midad es una gran necesidad en la vida de la mayoría de las personas, y hablar de
asuntos personales, especialmente de los problemas propios, puede llenar la necesidad de intimidad
que tiene la otra persona, despertando su deseo de más intimidad. Muchas relaciones extramaritales
comenzaron de esa manera.

Hablando ahora a nivel práctico, no toque a las mujeres. No las trate con el afecto informal con que
trata a las mujeres de su familia. Son muchos los desastres que comenzaron con un toque fraternal o
paternal, que se convirtió después en un hombro com-prensivo. Usted puede aun tener que correr el
riesgo de ser erróneamente considerado como "distante" o "frío" por algunas mujeres.

Siempre que usted coma o viaje con alguna mujer, hágase acom-pañar por una tercera persona. Esto
puede ser incómodo, pero brindará la oportunidad de explicar sus razones, lo cual, en la mayoría de los
casos le ganará respeto en vez de censura. Muchas de sus colegas de trabajo se sentirán así más
cómodas en su trato profesional con usted.

Nunca coquetee, ni siquiera en broma. El flirteo es intrínsecamente halagador. Usted puede pensar que
resulta simpático, pero eso a menudo despierta en la mujer deseos no correspondidos.

LA REALIDAD

Sea realista en cuanto a su sexualidad. ¡No sucumba a la vana prédica gnóstica de que usted es un
cristiano lleno del Espíritu Santo que "nunca haría cosa semejante". Recuerdo muy bien a un hombre
que con suma indignación tronaba que él estaba a salvo del pecado sexual. ¡Pero cayó pocos meses
después! Enfrente la verdad. ¡Así como cayó el rey David usted también puede caer!

EL TEMOR A DIOS

Por último, está la disciplina del temor a Dios. Esto fue lo que ayudó a José a rechazar las tentaciones
de la esposa de Potifar. ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" (Gn 39.9).

La presión de nuestra cultura nos oprime con sus obsesiones y sus racionalizaciones sexuales, y muchos
en la iglesia de Cristo han cedido bajo su peso, tal y como lo demuestran las estadísticas. Para no ser
parte de esas estadísticas hay que esforzarse disciplinadamente. ¿Somos hombres de verdad? ¿Somos
hombres de Dios? ¡Quiera Dios que así sea!

R. Kent Hughes es pastor en Wheaton, Ill., Estados Unidos, además es conferencista y autor de varios
libros.
Este artículo ha sido extraído del libro Disciplinas de un hombre piadoso. Editorial Vida. Usado con
permiso.

SANTIDAD EN TIEMPOS DE INJUSTICIAS


103

Cuando se instala en su corazón el deseo de venganza, también se abre el camino del perdón. El
testimonio de un pastor de cómo gozando la gracia divina pudo descubrir el gozo de perdonar a los que
fueron injustos con él.

"Cuando se instala en su corazón el deseo de venganza, también se abre el camino del perdón"

Tenía en mis manos una durísima carta de un matrimonio que criticaba la situación del grupo de
jóvenes. El contenido era carnal y no demostraba verdadera comprensión de todos los contenidos de la
situación, pero aún no había hallado, como pastor, el tiempo para encontrarme con ellos y escucharlos.

Cuando me puse de pie para predicar, el siguiente domingo, sentía una notable ausencia de gracia en
mi corazón. Pequeños destellos de resentimiento punzaban mi espíritu. Hice algunos comentarios leves
en la introducción que provocaron sonrisas en todos los presentes todos, excepto el matrimonio que
había enviado la carta. Mientras la congregación se reía, ellos estaban sentados en una de las primeras
filas, de brazos cruzados y rostro duro, con los ojos llenos de reprobación. Cuando hube terminado el
sermón, me sentía físicamente deteriorado y espiritualmente desgastado. Mi falta de perdón
rápidamente se estaba convirtiendo en amargura y rencor.

Mi tendencia a no perdonar cuando otros me han hecho algún mal me ha obligado a pensar
cuidadosamente en los pasos que debo tomar para restaurar mi relación con Dios y con mis ofensores.

DEBO RECONOCER MIS PUNTOS DÉBILES

La mayoría de las personas tiende a adquirir cierta sensibilidad cuando ha sido golpeada varias veces.
En este caso, la carta que recibí de esta familia era solamente una de las muchas maneras en que me
habían criticado. Su actitud en esta oportunidad, tan falta de gracia, fue la gota que colmó el vaso.
Sentía que ellos no tenían ningún interés en demostrar siquiera una mínima cuota de comprensión
hacia los demás.

Como algunos de los peores conflictos en el ministerio justamente los he experimentado con personas
que yo consideraba carentes de gracia y comprensión, mi tendencia ante este tipo de situaciones es
reaccionar con ira. Rápidamente me siento provocado por personas cuya mejor habilidad es la de
señalar los errores en los demás.

Sin embargo, en la medida en que he aprendido a reconocer mis propias debilidades también he
encontrado que puedo controlar mejor el tipo de respuesta que tengo en estas situaciones. Entonces,
el desafío, para mí, es recibir del Espíritu Santo gracia y perdón para estos santos, en lugar de
contraatacar con ira, resentimiento y amargura.

DEBO RESISTIRME A MI PRIMER IMPULSO

Cuando leo sobre las vidas de personas que esconden en el saco una pistola para vengarse de un jefe
que fue injusto con ellos, o de alguien que coloca una bomba en un edificio lleno de personas
inocentes, a menudo me pregunto: "¿Cómo podría alguien hacer semejante acción? Las personas
normales no se comportan de esa manera." No obstante, yo también he tenido toda clase de
pensamientos malignos hacia las personas que me han hecho mal. Creo que esto revela cuál es el
próximo paso en el proceso de perdón: reconocer que, si las circunstancias se dieran, yo podría ser el
104

autor de un acto de violenta retribución contra los que me han hecho mal. De hecho, si no perdono a
una persona comienzo a tener fantasías en mi mente con las maneras en que puedo castigarla.

Luego de una devastadora confrontación con una familia de la iglesia, donde me habían resistido en
prácticamente todos los temas relacionados al ministerio, comencé a pensar: "Si Dios no visita sobre
ellos una pronta retribución, yo voy a acelerar los tiempos." Pensé en la posibilidad de denunciarlos
frente al organismo de recaudación impositiva por prácticas deshonestas que conocía en ellos.
Imaginaba que los atormentaba pasando por las madrugadas por delante de su casa en mi carro, con la
radio a todo volumen, la mano sobre la bocina y los faros dirigidos hacia sus dormitorios.

Cuando compartí estos viles secretos con un amigo, me miró atónito y preguntó: "¿Realmente te
animarías a hacer esa clase de cosas?" "Seguro —le repliqué—, como probablemente lo haría cualquier
persona que cede frente a la tentación de vengarse, en lugar de asumir el desafío de perdonar."

Me acuerdo de la observación que hizo Jaime Broderick del Papa Paulo VI: "Jamás olvidaba una ofensa
y esa era una de sus debilidades más agudas. Quizás lograba enterrar, por un tiempo, la experiencia
vivida. Uno siempre tenía la impresión, sin embargo, de que había marcado cuidadosamente el lugar
donde había realizado el entierro."

La única manera con que evito este tipo de actitudes es frenando cualquier fantasía de venganza que
pueda cruzarse por mi mente.

DEBO RECONOCER QUE SOY PROPENSO AL PECADO

En Deuteronomio 32.35 Dios instruye al pueblo, por medio de Moisés: "Mía es la venganza y la
retribución; a su tiempo el pie de ellos resbalará, porque el día de su calamidad está cerca, ya se
apresura lo que les está preparado." Mi obsesión con la venganza revela un intento de mi parte de
tener voz y voto en el juicio de Dios. Esto solamente agrava el conflicto, irrita el recuerdo de lo
acontecido y produce mayor dolor. Es como si se le permitiera a uno de los involucrados en una disputa
legal que participe en el juicio y la sentencia de la otra persona. No se puede hacer justicia cuando uno
de los culpables intenta juzgar al otro. Es necesario que yo reconozca mi culpabilidad, pues mi
comportamiento no siempre se ha revestido de santidad. Esto puede ser duro para mí, pero es la
verdad.

Una vez utilicé una carta para ilustrar lo incorrecto que es criticar cuando uno no conoce todos los
detalles de un asunto. Durante el sermón leí porciones del texto, el cual elevaba acusaciones y
realizaba afirmaciones basadas en un informe incorrecto. Luego aclaré a la congregación los verdaderos
detalles de la situación y por supuesto, los hechos demostraban claramente cómo los que me habían
criticado estaban errados en sus conclusiones.

En ese momento sentí que la congregación se ponía de mi lado, pues veían que el crítico era solo una
persona insensible y negativa. De un solo tiro había podido ilustrar un principio bíblico y corregir a
quien se me oponía.

A la semana siguiente recibí una segunda carta de este hombre, en la cual me informaba de que él y su
familia se retiraban de la congregación. Me pedía que no los llamara, ni que tuviera contacto alguno
con ellos. Aun cuando me había tomado todos los recaudos para no revelar, durante el sermón, la
105

identidad de la persona que me había escrito la carta, ellos sabían a quien me refería. Yo, por mi parte,
no les había dejado ninguna otra opción que la salida de la congregación.

Ante todo esto, tengo ahora muy claro que no importa cuán profundamente me sienta atacado, ni
cuán tentado me sienta de enfrentar a mis oponentes, el púlpito no es el lugar para hacerlo, pues me
ofrece una desequilibrada ventaja, la cual con frecuencia acaba en una presentación subjetiva de mi
perspectiva de la realidad, sin darle la oportunidad a los otros de expresar su respuesta a mis
comentarios. Por tanto, he encontrado que la mejor manera de resistirme a esta tentación es
ofreciendo perdón en privado.

DEBO PERDONAR UNO A LA VEZ

Me encantaría poder decir que he encontrado la fórmula para perdonar efectivamente cada vez que
me ofenden, pero no es así. El perdón no es algo que pueda hacerse de una sola vez. La duración del
proceso de perdón normalmente es proporcional a la profundidad del dolor que he experimentado.

El perdón es más como escribir un libro que una carta. Cuando escribo una carta, vuelco mis
pensamientos sobre una hoja, la coloco en un sobre, lo sello y lo envío. Escribir un libro, en cambio, es
más parecido a un interminable ciclo de escribir y volver a escribir.

Cuando los conflictos son menores, normalmente los puedo manejar según el espíritu de 1 Pedro 4.8:
"Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de
pecados." Cuando la ofensa es severa, sin embargo, el proceso de perdón también puede ser igual de
severo.

La experiencia más difícil que he tenido en el ministerio —me despidieron de una congregación— ¡me
enseñó más acerca del perdón de lo que yo estaba interesado en saber! Ese proceso completo tardó
más de dos años.

En esa oportunidad, me pareció que el proceso en cuestión estaba completo apenas unos meses
después del incidente. Entonces llevé el asunto al Señor en oración y le dije que quería perdonar a
aquellos que sentía eran responsables por mi despido. Hasta elaboré una lista con sus nombres. El
perdón parecía traerle a mi vida la libertad que buscaba.

Una semanas más tarde, sin embargo, me topé con uno de mis opositores en un restaurante de la
ciudad. Luego de terminar el desayuno que compartía con un amigo, nos acercamos a la mesa de esta
persona para intercambiar un breve pero cálido saludo. Cuando salimos del lugar, mi amigo me dijo:
"Realmente te vi relajado al hablar con Esteban. Supongo que has podido superar todo lo que viviste en
la iglesia con él."

"¡Sí! —respondí confiado—. Todo aquello está superado. Es hora de avanzar hacia cosas nuevas."
Durante el resto del día, no obstante, a cada instante volvía a mi mente el nombre, el rostro y las
acciones de Esteban. No encontraba la forma de deshacerme de estos pensamientos. El viejo
resentimiento era tan fuerte y real como siempre, y esto golpeó duramente mi sentido de equilibrio
espiritual.

Yo pensé que ya había realizado el proceso de perdonar a aquellos que eran responsables de mi
desastre. ¿Por qué estaba volviendo a reaccionar de esta manera? "Señor, ¿no es suficiente con tomar
106

el asunto y envolverlo fuerte en un paquete, escribiendo por fuera PERDONADO?". Evidentemente esto
no era suficiente, aún debía perdonar a los ocho individuos que habían sido parte de aquel conflicto. Yo
había pensado que sería posible perdonarlos en conjunto, mas descubrí que debía perdonarlos uno por
uno.

El proceso duró muchos meses. Cada vez que fantaseaba con alguna de las personas, identificaba
claramente mis sentimientos en mi mente hacia ella. Algunas veces requería de varios días para
identificar claramente los sentimientos en juego. Finalmente, sin embargo, podía describir no
solamente las impresiones sino también las razones por las cuales las experimentaba. Descubrí que en
el sencillo acto de orar por alguien, aun cuando lo sentía vacío y artificial, se abría mi corazón hacia la
otra persona.

En otra oportunidad, Dios fue creativo en la manera que utilizó para mostrarme la próxima persona
que debía perdonar. Estaba yo en un mercado, buscando pasta dentífrica y crema de afeitar, cuando vi,
de reojo, otra de las parejas que habían participado en mi despido. Mi primera reacción fue a
esconderme detrás de algunos estantes. ¡No fui lo suficientemente veloz, sin embargo! Ya me habían
visto y me estaban saludando. Luego de un breve intercambio de palabras seguimos cada uno por su
camino.

De inmediato supe quiénes eran las próximas personas que necesitaba perdonar.

DEBO HABLARLE A OTROS DE LA PERSONA

En ese proceso de perdonar, mucho me ayudó hablar con otros acerca de quienes me agraviaron.
Recuerdo cómo conversaba con un amigo sobre una persona que me había resistido y de esta manera
me veía obligado a hablar bien del otro.

Lo que descubrí es que realmente no importaba si la otra persona conocía o no a la persona que debía
perdonar. Al hablar positivamente del otro me sentía impulsado hacia la reconciliación; las buenas
palabras que pronunciaban mis labios comenzaban a afectar las actitudes de mi corazón. La facilidad
con la que me expresaba también se convirtieron en un medidor de mi perdón. Cuánto más fácil me
era hablar bien del otro, más avanzado veía que estaba en el proceso de perdonar.

DEBO ACUDIR AL SEÑOR EN ORACIÓN

El paso final que me ayudó a perdonar, fue reunir mis sentimientos y pensamientos para presentarlos
al Señor en oración. En ocasiones los escribía en un papel y luego se los leía al Señor y en otras, le
hablada directamente a Dios de lo que había identificado en mi mente. En todo caso, confesar mis
pensamientos y sentimientos negativos me permitía pedirle al Señor que me perdonara por mi propio
pecado. Luego, con su ayuda, pude avanzar y extender ese perdón a otros.

Debo destacar que esta prolongada experiencia con el perdón me permitió entender cuán
profundamente afecta mi habilidad de perdonar a otros el que yo haya experimentado el perdón de
Dios.

Una historia cuenta de un viajante que, con la ayuda de un guía, atravesaba las junglas de Malasia.
Llegaron a un río ancho, pero no muy profundo. Se sumergieron en el agua y lo atravesaron a pie.
Cuando salieron del otro lado, el viajante descubrió que unas cuantas sanguijuelas se había adherido a
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su cuerpo. Su primera reacción fue el de arrancárselas pero el guía lo detuvo, advirtiéndole que
solamente conseguiría dejar parte de las sanguijuelas en su cuerpo y que casi con seguridad obtendría
una infección. La mejor manera de quitarlas, explicaba el guía, sería un baño de inmersión en un
bálsamo tibio. El líquido haría que las sanguijuelas soltaran solas el cuerpo del hombre.

Cuando yo me siento profundamente herido por otra persona, no puedo simplemente arrancar la
herida de mi alma, esperando que la amargura, la malicia y el rencor desaparezcan, pues el
resentimiento quedará incrustado en mi corazón. La única manera en que verdaderamente puedo
librarme de la ofensa y perdonar a los demás es tomando un baño de inmersión en el bálsamo del
perdón de Dios hacia mi persona. Cuando finalmente llego a entender cuán profundo es el amor de
Dios en Cristo Jesús, el perdonar a otros fluye libremente.

ADIOS A UN PASTORADO

Cada pastor necesita comprender que puede planear cómo terminar con una etapa de su ministerio: la
puede concluir de una manera optimista, positiva y redentora, o de un modo pesimista, destructivo y
antagónico. De él depende la elección, y vivirá con ella por el resto de su vida.

Los pastores son los más sorprendidos en descubrir que, cuando llega el momento de dejar una
congregación, no saben cómo despedirse. Muchos consideran que esas últimas semanas son vacías y
sin sentido. Algunos aun han "tirado por la borda" la buena tarea efectuada durante años debido al
comportamiento inapropiado en el momento de dejar la comunidad. Las congregaciones muchas veces
son de poca ayuda, pues a los miembros también les resulta difícil despedirse.

Siendo el pastor quien toma la decisión de dejar un lugar, él debería tomar también la iniciativa para
que las últimas semanas fueran lo más efectivas posibles. El pastor tendría que dar una mirada franca a
su rol y preguntarse cómo afectará su retiro a cada miembro de la congregación. Algunos se sentirán
rechazados, otros amenazados porque han dependido de él como fuente principal de amor y estímulo
—él estuvo involucrado en los aspectos importantes de las vidas de sus feligreses y eso ahora se va a
interrumpir. Algunos se sentirán culpables y hasta vagamente responsables de su partida.

El pastor debería reconocer que, en algunos casos, la congregación se puede sentir rechazada y, a su
vez, puede rechazarlo a él. Si ella piensa que el pastor se retira para ir a trabajar a campos más grandes
y mejores, ¿qué clase de recompensa a su lealtad es esa? Significaría que ella es de menor importancia
que la otra. Perder a un pastor es como recibir un juicio negativo de sí misma; es difícil que la
congregación no sea crítica sobre la partida.
108

El pastor puede asegurar a la congregación su importancia y singularidad. Él no debe hacer


comparaciones y tendría que ayudar a sus feligreses a hacer lo mismo; esto le permitiría hablar sobre la
misión de esa congregación y sobre lo que significa la voluntad de Dios en la vida del cristiano y de la
iglesia.

Durante las últimas semanas de su ministerio, el pastor debería también procurar sanear las relaciones
de tirantez que pudieran existir con algunos miembros que tengan sentimientos negativos hacia él. Esa
categoría generalmente incluye a gente antagónica contra toda autoridad, aunque no necesariamente
hacia el pastor como persona. Tal vez como el pastor ya no es visto más como la autoridad, el miembro
antagónico se sienta libre para establecer otro tipo de relación.

Cada congregación incluye también a gente independiente que precisa ayuda pastoral, pero que no lo
quiere admitir. Estas personas generalmente cargan con responsabilidades pesadas y ocupan cargos
solitarios en su iglesia, hogar, trabajo y vida cívica. Quizá una y otra vez hayan rechazado las propuestas
amistosas del pastor, pero en las últimas semanas de su pastorado estas relaciones pueden llegar a
consolidarse. Cuando un pastor acepta un nuevo cargo, entonces tiene algo en común con esas
personas independientes.

A menudo se pasa por alto la despedida debida a los niños de una congregación. Muchos de ellos no
comprenden por qué los hijos del pastor, que son sus amigos, deben mudarse. Tampoco comprenden
por qué este hombre, que ha sido su pastor y líder de escuela bíblica durante las vacaciones, ahora los
va a dejar. El pastor y su familia debieran visitar la escuela dominical, y sentarse a conversar con los
niños sobre por qué se van. Él puede explicarles el significado de la voluntad de Dios y así situarse en el
rol de pastor-amigo, haciendo que la situación sea más fácil para el próximo pastor.

Es importante también terminar correctamente con el ministerio de consejería. Por lo general, el


pastor sabe que se va a trasladar por lo menos con un mes de anticipación. Él tiene un compromiso con
las personas a quienes aconseja y debe hacer todo lo que esté a su alcance para estimular su
crecimiento durante las últimas sesiones. Algunas de estas personas quizá se abran y conversen sobre
temas que nunca antes sintieron libertad para enfrentar. El pastor debe también recomendar que estas
personas vayan a otros consejeros.

El traslado muchas veces resulta difícil para los hijos. El pastor y su esposa deberían orar para que sus
niños evolucionen como resultado del cambio. También deberían pedir que la experiencia aumente la
comprensión de sus hijos sobre lo que significa trabajar para el Señor de tiempo completo. Quizá en
algún momento libre de interrupciones, como puede ser después de la cena, cada miembro de la
familia pueda hablar sobre el tema del traslado a su manera, ya sea con alegría, emoción, tristeza,
aflicción, etc. Todas estas emociones son respuestas naturales al cambio. La razón por la que un niño
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siente algo es más importante que el sentimiento en sí. Los padres también deberían compartir con
ellos sus propios pensamientos sobre el tema.

Las actividades comunes de la familia, al margen de la actuación pública, pueden preparar igualmente
al pastor y a su familia para la mudanza. Estas incluyen el despedirse no solamente de personas sino
también de lugares importantes, por ejemplo: la escuela a la que los niños han asistido, el hospital
donde nació uno de los hijos, y la iglesia donde la familia se ha congregado y trabajado. Mientras
visitan estos lugares pueden pensar en los buenos momentos que disfrutaron allí.

De especial atención deberían ser la casa y el jardín donde la familia ha vivido. Durante las semanas
previas a la mudanza se deben enfatizar la importancia de los dormitorios de los niños, la cocina de la
esposa y el estudio u oficina del pastor. Un último toque al césped del jardín y el disfrutar de la sombra
del árbol favorito pueden ayudar a infundir un sentimiento de gratitud y bienestar.

Es obvio que el pastor no podrá realizar todo esto antes de retirarse de un pastorado; sólo podrá hacer
algunas cosas. Lo importante es que se retire sabiendo que ha demostrado valentía en un momento
crucial para su propia vida, la vida de su familia y la de la iglesia. Necesita sentirse capaz de poder decir:
"He tomado la iniciativa de dejar las relaciones de la mejor manera posible. Todos sabemos que ya no
soy el pastor, pero sabemos que somos amigos". Cada pastor necesita comprender que puede planear
cómo terminar con una etapa de su ministerio: la puede concluir de una manera optimista, positiva y
redentora, o de un modo pesimista, destructivo y antagónico. De él depende la elección, y vivirá con
ella por el resto de su vida.

UN BUEN FINAL

Terminar bien no significa alcanzar la perfección, sino como Pablo, proseguir hasta el final para que
cuando éste llegue, nos encontremos aún creciendo en amor e intimidad con Cristo. Los autores
compararon escritos sobre los muchos líderes que estudiaron, tanto de los que han terminado bien
como de los que no han terminado bien. Los que terminaron bien parecen haber tenido algunas
características similares y a los que no terminaron bien les faltaban esas mismas características. Estas
cinco características son estudiadas en el artículo.

El apóstol Pablo estaba obsesionado en tener un buen final. Veía la vida como una carrera. Al
encontrarse con sus amados ancianos de Éfeso por última vez dijo: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni
estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que
recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hch. 20:24). Pablo
estaba tan motivado por terminar bien, que desafiaba a los creyentes Corintios a: "Correr (la carrera)
de tal manera que obtengan el premio… No… corriendo como a la ventura" (1 Co. 9:24-26). Disciplinaba
su cuerpo a hacer lo que debía hacer no a lo que deseaba, "no sea que habiendo sido heraldo para
110

otros, yo mismo venga a ser eliminado" (v. 27). Qué gozo invadió su corazón, cuando testificó al final de
su vida: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Ti. 4:7).

¿Qué fue lo que motivó al Apóstol Pablo a proseguir hasta el final? Quizá el mismo motivo que incitó a
Daniel y sus tres compañeros, Sadrac, Mesac y Abednego a fijar sus ojos en Dios y ser suyos hasta el
final, sin importar las consecuencias. O a David, José, los apóstoles, Bernabé, Jorge Müller, Billy Graham
y miles de seguidores de Cristo cuyos nombres quizá sean conocidos por unos pocos, pero que han
influido en la vida de los que los conocieron.

Terminar bien no significa alcanzar la perfección, sino como Pablo, proseguir hasta el final para que
cuando éste llegue, nos encontremos aún creciendo en amor e intimidad con Cristo, dándole a
conocer, viviendo como sus discípulos y amando a las personas que Dios pone en nuestro camino,
procurando hacer siempre Su voluntad.

Hemos comparado escritos sobre los muchos líderes que hemos estudiado, tanto de los que han
terminado bien como de los que no han terminado bien. Los que terminaron bien parecen haber tenido
algunas características similares y a los que no terminaron bien les faltaban esas mismas características.

Cinco características de quienes llegan bien al final de la carrera

1. TENÍAN UNA PERSPECTIVA QUE LES PERMITIÓ MANTENER UN CLARO OBJETIVO.

La perspectiva se destaca como característica de todo buen líder y de quienes terminan bien la carrera.
Dicha perspectiva incluye ver el contexto más amplio de la circunstancia presente, poder relacionar lo
que está sucediendo con el panorama a largo plazo. Con una perspectiva clara y adecuada uno puede
centrar su atención en lo importante o prioritario. Sin esa perspectiva uno puede perder de vista el
objetivo.

Un amigo mío en la universidad acostumbraba comprar rompecabezas y organizar equipos de


competencia para ver quién podía ordenarlos más rápidamente. Los equipos llegaron a ser bastante
buenos. Un día desparramaron los pedazos del rompecabezas sobre el piso sin dejar que los equipos
vieran la figura de la caja. Sin un modelo que los ayudara a organizar las piezas, la confusión era total.

La perspectiva es como la fotografía o el dibujo en la caja de rompecabezas. Sin una meta clara en
nuestra vida la tendencia será no canalizar las energías y caer en la mediocridad, haciendo un poco de
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todo, no siendo eficaces en nada. Aquellos con influencia en su mundo son aquellos que pueden
concentrar esfuerzos y atención en áreas apropiadas y pueden mantener esa actitud.

El apóstol Pablo demuestra el efecto recíproco que tienen la perspectiva y la mirada concentrada en la
meta. En Filipenses 1.12-19 Pablo se enteró de que algunas personas que supieron de su encarcelación
estaban predicando sobre Cristo por motivos de rivalidad, maldad y ambición. Él se pudo haber
enojado y recomendado a los cristianos que se lo impidieran, pero el enfoque de su ministerio era
llevar a los gentiles a Cristo (Gá. 2.7).

Su perspectiva le recordaba que la salvación de Dios viene a través del nombre de Jesucristo, no a
través de una presentación o de la motivación del presentador… y Dios estaba utilizando sus
situaciones difíciles (cárcel, entre otras) para extender el evangelio a las comunidades gentiles, ese era
su enfoque.

La perspectiva viene a través de la experiencia y de la meditación en la presencia de Dios. Asaf, el


escritor del Salmo 73, se desanimaba al ver que los malos prosperaban y que él no era recompensado
en sus esfuerzos por mantenerse puro. "Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta
que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos" (vv. 16-17). La verdadera perspectiva
viene de la Palabra de Dios y su presencia.

Cuando comenzamos a entender cuáles son las prioridades de Cristo y las aplicamos a nuestra vida,
podemos entonces centrar nuestro objetivo en lo correcto. Simplemente requiere tiempo conocer a
Cristo y su Palabra, permitiendo que Su mente invada nuestra mente. Un mentor que reúne estas
cualidades es de gran valor para tal fin.

2. DISFRUTABAN DE INTIMIDAD CON CRISTO Y EXPERIMENTABAN CONTINUA RENOVACIÓN INTERIOR.

La intimidad con Cristo es la substancia de nuestro ser interior. Salomón, el rey de Israel, escribió en
Proverbios: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (4.23). El poder
para guiar y ministrar viene de la vida interior. Este era el área de enfoque de la vida del apóstol Pablo:
Conocer a Cristo íntimamente (Fil. 3.10). La consideraba una práctica de por vida que necesitaba
múltiples llenamientos.

En Juan 14.21 Cristo nos asegura que si obedecemos los mandamientos de Dios, el Padre y Cristo nos
amarán y nos revelarán más de sí mismos. Mateo 11.28-30 nos invita a unirnos en yugo con Cristo, a
obedecerle y trabajar en unión con Él y, por lo tanto, a aprender de Él. Cuando era niño trabajé todo un
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día con mi padre en un duro trabajo de reparación. Estábamos solos los dos, pensando, excavando,
transpirando, conversando para reparar una cañería y válvula de agua. A través de esa experiencia
aprendí más que nunca antes de él. Nos "unimos juntos en yugo".

Al pasar tiempo con Cristo, tratando de vivir en obediencia y ministrando a sus ovejas juntamente con
Él (Jn. 21.15-17, Mt. 25.40), habrá tal intimidad con Él que cada área de nuestra vida se verá afectada.
La integridad y el carácter semejantes a Cristo serán parte de nosotros al tiempo que permitimos al
Espíritu Santo tomar posesión de nuestra vida y al tiempo que experimentamos una continua
comunión con Él.

Cuando notamos falta de integridad en nuestra vida exterior, hay un síntoma claro de falta de
integridad en la vida interior que nadie percibe. Y cuando hay falta de integridad, no hay poder
espiritual, confianza, libertad ni transparencia. El secreto de la integridad interior es intimidad con
Cristo.

La mayoría de los líderes que hemos estudiado, que no terminaron bien, fallaron en su vida interior. Su
integridad se deterioró y tomaron malas decisiones. Al concientizarse del creciente abismo entre la
verdad y la vida en su ser interior y al temer ser descubiertos, se apartaron de la comunión que más
necesitaban… y de la comunión con Cristo.

Hace varios años conocí a un anciano hermano que gozaba de intimidad con Cristo por vivir en
integridad, haciendo evidente el fruto del Espíritu (Gá. 5.22-23) y pasión por la gloria de Cristo.
Mientras oraba con él percibí en mi corazón la presencia de Cristo y la familiaridad que disfrutaba con
Él. Le pregunté acerca de su relación con el Señor Jesús y cómo se había desarrollado. «Todo comenzó
a cambiar cuando me entregué a lo que dice Mateo 22.37-39: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

Su desafío me motivó a buscar esa intimidad a un nivel más profundo. ¿Ha tratado usted de cumplir
ese mandamiento? Jesucristo lo hizo en Su amor por Dios el Padre. Mire a Su vida:

Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc. 22.42).

Porque yo hago siempre lo que le agrada (Jn. 8.29).


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Pero le conozco, y guardo Su palabra (Jn. 8.55).

Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a
esta hora. Padre, glorifica tu nombre (Jn. 12.27-28).

Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo
que he de decir, y de lo que he de hablar (Jn. 12.49).

Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que hiciese (Jn. 17.4).

Mete tu espada en la vaina, la copa que el Padre me ha dado. ¿no la he de beber? (Jn. 18.11).

Estos versículos revelan una total rendición a Su voluntad, un impulso por agradarle, una confianza
plena… una pasión para la gloria de Dios. Jesús vivía en armonía con Él porque le conocía, le confiaba
todo y pasaba tiempo con Él. Usted puede decir: "Él es Jesús, yo nunca podría hacer eso", o puede
comenzar a practicarlo y Dios le dará poder para realizarlo. Nosotros se lo podemos asegurar.

3. ERAN DISCIPLINADOS EN LAS ÁREAS IMPORTANTES DE LA VIDA.

La disciplina no se destacó en todas las áreas de aquellos que terminaron bien, pero sí en las áreas
importantes y aun éstas variaban. Por ejemplo, algunos fueron disciplinados en su oración y estudio
bíblico, pero no en su dieta. Algunos eran disciplinados con sus planes pero desorganizados con su
puntualidad. Y así seguía… pero cada uno demostró disciplina en las áreas importantes.

El diccionario define la disciplina como un "entrenamiento que produce control propio, carácter o
método y eficiencia". Para tener un buen final debemos tener dominio propio y canalizar la energía en
una dirección específica. Nancy Moyer, experta en trabajar con niños talentosos dijo: «No hay nada
más frustrante que observar a niños talentosos derrochar los bienes que Dios les dio. Muy pocos niños
con talento (o aun adultos) alcanzan su potencial por una simple razón: falta de disciplina.

Para desarrollar nuestros dones, habilidades y destrezas y que lleguen a ser verdaderos valores para
lograr las metas de la vida, se necesita disciplina. ¿En qué áreas? En aquellas que son importantes para
lograr un buen fin.
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Cuando los misioneros van a trabajar entre gente de otra cultura, generalmente se rigen por lo que
dice 1 Corintios 9.19-23 para adaptarse al medio ambiente y ajustarse al de aquellos a quienes están
tratando de alcanzar. En este pasaje Pablo enfatiza que la meta es "ganar a tantos como sea posible".
Por lo tanto, dice "a todos me he hecho de todo" o a los legalistas secularizados, débiles, fuertes o a
quien fuere. Dijo "esto hago por causa del evangelio".

Como supervisor de misioneros, me di cuenta de que muchos luchaban con el estilo de vida ya que
caían en abusos propios de la cultura de que eran parte o se sentían tentados a hacerlo. Un misionero
de trabajo muy fecundo, un hombre que parecía vivir con bastante libertad y parecía espiritualmente
fuerte en medio de quienes vivían contrariamente al evangelio, me compartió su secreto: "Hay que
poner en práctica los últimos cuatro versículos de 1 Corintios 9".

Como ya dijimos en 1 Corintios 9.24-27, Pablo enfatiza la importancia de la perseverancia y la


concentración… con disciplina. Los versículos 25 y 27 lo demuestran: "Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene, ellos a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible…
golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre no siendo que habiendo sido heraldo para otros, yo
mismo venga a ser eliminado". Pablo está hablando de disciplina y dominio propio. Si cedemos en
nuestra forma de vida, debemos ser consistentes en la disciplina interior o podríamos llegar a ser
descalificados o no terminar la carrera.

¿Cuáles son las tres áreas que usted considera importantes para su vida interior y para su crecimiento
espiritual? ¿Qué es lo que alimenta su intimidad con Cristo? Quizá necesite disciplinarse en estas áreas.
No la disciplina por amor a la disciplina, ya que esto pronto se convertiría en legalismo y dureza; más
bien disciplina por el bien de la intimidad… por amor al crecimiento… por amor al ministerio… por amor
a Cristo. La disciplina en las áreas adecuadas para hacer lo correcto contribuirá al crecimiento y lo
capacitará para responder a la gracia de Dios y Su Espíritu en plenitud.

4. MANTENÍAN UNA ACTITUD DE APRENDIZAJE POSITIVA DURANTE TODA SU VIDA.

La mayoría de la gente deja de aprender a la edad de cuarenta años. Con esto queremos decir que no
se empeñan más en adquirir sabiduría, entendimiento y experiencia para mejorar su capacidad de
crecimiento y contribución para los demás. La mayoría simplemente se queda con lo que ya sabe; pero
los que llegan a un buen final mantienen una actitud positiva de aprendizaje durante toda su vida.

Muchas personas, especialmente los líderes, se estancan. Están satisfechos con lo que son y lo que
saben. Esto generalmente ocurre después de haber adquirido lo suficiente para estar confortables o
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cuando pueden prever un futuro relativamente seguro. Pero esto contradice el principio bíblico de
mayordomía.

Hemos observado que Dios a menudo desafía providencialmente a los creyentes a dar los pasos
necesarios para llevar a cabo sus propósitos para Su gloria. Algunos no están conscientes de la situación
hasta que Dios a través de las circunstancias los estimula a crecer. Como mayordomos somos
responsables de incrementar lo que Dios nos dio.

El mantener una perspectiva clara nos ayudará a identificar lo que precisamos aprender para continuar
creciendo y proseguir apuntando a nuestra meta. La amistad con personas que valoran seguir
aprendiendo es provechosa y de ayuda. Exponerse a situaciones nuevas o variadas, estimulará nuestra
necesidad de aprender.

La madre de Pablo tiene ochenta y cinco años y siempre está leyendo algún libro, aprendiendo más
sobre nutrición (es su hobby), y hablando con la gente acerca de sus vidas. Una vez fue invitada a asistir
a un estudio bíblico para personas mayores. Luego se unió a un estudio bíblico de mujeres jóvenes para
el cual había que prepararse de antemano. Le pregunté por qué no se había quedado con el grupo de
personas mayores. Ella respondió: "Oh, ellos eran muy amorosos, pero querían hablar siempre de las
mismas cosas. Yo quiero aprender cosas nuevas". Así lo hace y va a terminar bien.

5. SE RELACIONABAN CON PERSONAS QUE INFLUENCIABAN SU VIDA PARA BIEN, ASÍ TAMBIÉN COMO
CON MENTORES CAPACITADOS.

Cada líder que hemos estudiado o analizado estuvo rodeado de buenos amigos y mentores durante su
vida. Por lo tanto, es importante destacar que tener colegas y mentores cercanos nos ayudará y
animará en las otras cuatro áreas para tener un buen final.

Por ejemplo:

Los mentores proveen orientación para las decisiones importantes de la vida.

Los mentores están conscientes de la necesidad de experiencias de renovación y pueden ayudar a


discernirlas.

Los mentores pueden detectar y prevenir malos hábitos y el caer en la tentación del abuso de poder y
autoridad.
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Los colegas y mentores pueden ser de estímulo y ayudarnos a ser responsables en lo personal y en
nuestra diaria relación con Cristo.

Los colegas y mentores ayudan a desarrollar disciplinas correctas y nuevas perspectivas.

Los colegas y mentores modelan los valores y actitudes positivas de aprendizaje.

Los mentores pueden señalar el estancamiento y estimular el aprendizaje.

El Doctor Roberto Clinton es profesor de liderazgo en la Escuela de Misiones Mundiales en el Seminario


Teológico Fuller en California. Se especializa en estudios de liderazgo. Como antecedente a sus
contribuciones en el estudio y desarrollo de liderazgo, ha investigado extensamente las vidas de más de
600 líderes pasados y presentes.

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