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Flujos de trabajo en audiovisual

Por Simón Vialás Fernández


Publicado el 21 de enero de 2014 en: mosaic.uoc.edu

Uno de los aspectos fundamentales en la producción audiovisual es la utilización de flujos de


trabajo, podemos describirlos como el conjunto de aspectos operacionales de una actividad de
trabajo que definen cómo se estructuran las tareas, cómo se realizan, cuál es su orden correlativo,
cómo se sincronizan, cómo fluye la información generada a través de cada una de las tareas y cómo
se hace el seguimiento para su consecución. Los flujos de trabajo sirven para automatizar
secuencias de acciones, actividades o tareas necesarias para la ejecución de un proceso, en este caso
la producción audiovisual. Una de las piezas clave para construir un flujo de trabajo son las
herramientas que encontramos a nuestra disposición. El conocimiento exhaustivo de éstas y de su
funcionamiento, así como de cada una de las tareas que componen el flujo, aportará la posibilidad
de intervenir sobre él para modificarlo, adaptarlo a nuestras posibilidades y optimizarlo a los
recursos disponibles.

Elegir o diseñar un flujo de trabajo para una producción audiovisual requiere responder a una serie
de cuestiones relativas a la obra que se quiere realizar. Hay que pensar no solo en cada una de las
etapas, sino en cómo se interrelacionan entre sí para tener una visión completa del proceso que
abarque desde la preproducción hasta la distribución. La elección de las herramientas con las que se
va a realizar una pieza audiovisual es un momento delicado ya que afectará y en algunos casos
determinará una serie de cuestiones técnicas. Por ello es necesario tener en consideración desde los
primeros momentos algunos aspectos técnicos que debemos definir y mantenerlos ya que afectarán
al proceso completo. A partir de este momento tendremos que decidir la cámara, los códecs y la
resolución que utilizaremos, también necesitamos definir un número aproximado de horas de
material grabado y aspectos relacionados con la posproducción tanto de audio como de vídeo. Para
definir todas estas cuestiones debemos tener en cuenta un factor fundamental, cuál es la estrategia
de distribución.

Elegir o diseñar un flujo de trabajo para una producción


audiovisual requiere responder a una serie de cuestiones relativas
a la obra que se quiere realizar

Todas las decisiones que tomemos con respecto a estas cuestiones técnicas, afectarán de manera
significativa a la velocidad de trabajo o a los recursos requeridos para procesar la información. Esto
es fundamental ya que afecta directamente en la duración de la fase de montaje en la que influyen
factores como la cámara, los codecs o la logística de rodaje ya que dependiendo de éstos, en
algunos casos se podrán concatenar rodaje y montaje. Hay infinitas preguntas diferentes en cada
producción. Cada problema que surge en un flujo de trabajo es una pregunta que el diseñador del
flujo no ha respondido o que no se ha planteado con antelación.

http://mosaic.uoc.edu/2014/01/21/flujos-de-trabajo-en-audiovisual/
Sin embargo, los flujos de trabajo no solo se aplican en cuestiones técnicas, si imaginamos el
conjunto de áreas en la producción audiovisual como nodos interconectados, se pueden distinguir
dos tipos de flujos de trabajo, uno determinado por el desarrollo de la propia producción y que da
unidad al trabajo de todos los nodos de la manera mas óptima. El segundo flujo se realiza de forma
individualizada dentro de cada nodo por cada usuario, operario, artesano o creador de la tarea
correspondiente al nodo. Cada persona tiene sus usos y costumbres, sus técnicas y herramientas
predilectas y cada uno es responsable de ampliar sus conocimientos y apropiarse de éstas, es decir,
hacerlas propias para desarrollar un ‘método propio’ que puede evolucionar si la persona que está
detrás lo va depurando a lo largo del tiempo.

Un profesional del audiovisual debe ser capaz de amoldarse a cualquier flujo de trabajo, para ello
debe conocerlo y analizar sus particularidades para poder adaptarse y optimizarlo con los recursos
disponibles. Pero también debe acostumbrarse a estudiar y diseñar sus propios flujos de trabajo.
Cuando uno adopta un flujo de trabajo prediseñado, es su responsabilidad estudiarlo en profundidad
para responder a las preguntas adecuadas sobre su producto, para no caer en los peligros de una
mala elección de flujo.

Un profesional del audiovisual debe ser capaz de amoldarse a


cualquier flujo de trabajo, para ello debe conocerlo y analizar sus
particularidades para poder adaptarse y optimizarlo con los
recursos disponibles

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A continuación realizaremos un análisis de ejemplos de problemas frecuentes causados por un mal
flujo de trabajo. Frecuentemente nos encontramos con situaciones en las que, en principio, estamos
limitados por los recursos. Un ejemplo lo podemos encontrar en la fase de montaje cuando
comprobamos que el ordenador que estamos utilizando funciona con lentitud. A partir de esta
situación la respuesta más habitual sería que el ordenador no tiene la suficiente potencia para
procesar la información. A pesar de tener presente los requerimientos que implica trabajar en HD, es
importante tener claro que esta situación no es únicamente un problema del ordenador, ya que
podemos adaptar el flujo de información a su capacidad de procesado. Si el ordenador no es capaz
de reproducir fluidamente HD pero si puede trabajar de un modo estable con videos en 720,
llegamos a la conclusión de que trabajando conesta resolución nos ahorramos un tiempo
considerable en el procesado, además es suficiente si su distribución va a ser a través de internet. En
el caso de que necesitásemos obtener una mayor resolución, siempre podremos trabajar a la que
nuestro ordenador lo permita y posteriormente relinkarlo y exportarlo a la máxima resolución. El
modo en que nos relacionamos y operamos con la tecnología del audiovisual repercute en el modo
en que las otras personas reciben. De algún modo esa relación entre el creador y la tecnología que
ha utilizado para crear su obra se ven representados.

Es importante observar y definir las relaciones que mantenemos con la tecnología y particularmente
en el caso del audiovisual, ya que esta afecta al aspecto y repercute en el modo en el que otras
personas perciben los contenidos que hemos creado. En ocasiones nos encontramos videos que se
han grabado con muy pocos medios técnicos y que sin embargo lucen por su calidad, esos pequeños
matices que hacen un contenido ‘diferente’ son los que se pueden aportar a través de algunos ajustes
en determinados nodos del flujo global. Ante la potencia y capacidad técnica de la tecnología
debemos situarnos en una posición que nos ayude a encontrar un equilibrio entre necesidades y
recursos, esto lo podemos conseguir a través de la optimización de los flujos de trabajo.

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Un ejemplo de cómo podemos optimizar el flujo de trabajo lo podemos encontrar en el codec
MJPEG que contiene una secuencia de JPEGs empaquetada en un archivo de vídeo, y gracias a ello
permite un uso más eficiente de la memoria del ordenador. Al no realizar una gran compresión, la
decodificación es ligera y puede realizarla la mayoría de tarjetas gráficas, por tanto no requiere de
uso de la CPU, quedando libre para mantener la latencia de la reproducción y la velocidad en la
aplicación de efectos o transformaciones. No obstante, genera un tamaño mucho mayor de archivos,
cientos de gigas de archivos intermedios que van desde los originales al máster final. Por tanto en
lugar de utilizar un ordenador muy potente, podemos alterar nuestro flujo para utilizar otro que no
lo sea tanto aunque necesitemos más espacio en nuestros discos duros. En el caso de que escojamos
grabar en RAW es fundamental tener presente que el flujo se complica debido a la necesidad de
trabajar con varios archivos intermedios y en este sentido se debe tener muy presente cómo se va a
archivar todo este material y también hacer un cálculo estimado del volumen de memoria que
necesitaremos, 15 minutos de vídeo del negativo digital en RAW pesan 64Gb.

Pongamos otro ejemplo, hemos rodado un documental con una cámara de muy alta calidad y la
hemos aprovechado al máximo. Tenemos el montaje listo, pero es imprescindible pasar por talonaje
para corregir algunos errores de fotografía. Para ello necesitamos un potente hardware que solo está
disponible en un estudio de pos-producción al que solo tenemos acceso a través de un colega que
trabaja en uno, pero que no tiene tiempo para hacernos un hueco. El documental envejece
rápidamente y corremos el riesgo de que pierda su interés, es demasiado frecuente encontrarnos con
este tipo de situaciones en las que estos errores de planificación que están directamente relacionados
con los flujos de trabajo.
Los flujos de trabajo no sólo afectan a la relación que
mantenemos con la tecnología, también influyen en otros aspectos
como las vías de comunicación entre las diferentes personas que
integran el equipo
Frente a tareas concretas de una producción tener un mapa general de nuestro flujo de trabajo para
Planificar y optimizar los recursos. Los flujos de trabajo no sólo afectan a la relación que
mantenemos con la tecnología, también influyen en otros aspectos como las vías de comunicación
entre las diferentes personas que integran el equipo. El trabajo colectivo requiere necesariamente de
flujos de trabajo y en el caso de proyectos más horizontales y colaborativos es fundamental la
adaptación y definición de responsabilidades de cada persona, de los márgenes en los que se
desarrolla la creatividad de cada integrante y de cómo se pueda integrar al resultado final. Si
nuestros flujos contemplan este tipo de situaciones, podremos sacar partido de los aportes de cada
persona y de cada recurso disponible siempre que lo hayamos previsto con antelación. Teniendo
esto en cuenta es importante mantener un equilibrio entre los equipamientos y las personas. Realizar
contenidos puede contribuir a la consolidación de equipos y flujos de trabajo y esta es una de las
grandes potencialidades de los modelos colaborativos, que no obstante, requieren de un esfuerzo,
compromiso y respeto constante por parte de todos los implicados, desde el director hasta el público
co-financiador pasando hasta por el último chico de los cafés.

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