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UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

Revisión bibliográfica
“Trastorno del espectro Autista,
Evaluación y Tratamiento”

INTEGRANTES:

ESTEFANÍA ÁGUILA
MARÍA FRANCISCA CABEZAS
ALLAN JARA
SAVKA PARRA

DOCENTE:
MARCELA MALDONADO

Ciudad Universitaria, 17 de Abril de 2017


Una temática de especial relevancia dentro del diagnóstico y evaluación psicológica infantil, es
el Trastorno del espectro autista (TEA), que se incluye dentro de los Trastornos del
neurodesarrollo (TND) a partir del DSM 5. El Trastorno del espectro autista incluye tanto al
autismo sindrómico e idiopático, el síndrome de asperger y el trastorno no especificado del
desarrollo. El TEA, ha tenido un aumento considerable en cuanto a su prevalencia, pues se
estima que el número de niños diagnosticados con autismo ha crecido de 0,8 casos por cada
1.000 en el año 1995, hasta 11 casos por 1.000, en niños de edad escolar en el año 2007 Kogan,
et al. (como se citó en Alcantud,2013), en consecuencia, el autismo se ha vuelto un tema de suma
importancia para psicólogos y profesionales de la salud mental, debido además, a su
heterogeneidad, complejidad, y al coste económico, emocional, organizativo de los tratamientos.

El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección del neurodesarrollo, caracterizada por
una tríada de síntomas observables que aparecen durante los tres primeros años de vida.
Consiste en una afectación en el desarrollo del lenguaje, conductas estereotipadas asociadas a
intereses repetitivos y restringidos, y trastorno en la interacción social. Rapin & Katzman
(como se citó en Idiazábal, 2007). Si bien existe una gran variabilidad de manifestaciones
conductuales en los niños con autismo, debido a las diferencias individuales y al grado en que
se encuentran implicadas las redes neuronales, Alessandri, Mundy & Tuchman (como se citó
en Idiazábal, 2007), los niños con TEA denotan deficiencias cognitivas significativas en la
atención conjunta, en la modulación de la alerta y en el procesamiento cortical auditivo,
además de poseer fallas en la orientación involuntaria, en el procesamiento del lenguaje y un
patrón disarmónico de inteligencia.

Algunos de los síntomas que poseen los niños con TEA podrían explicarse debido a fallas en
los procesos atencionales, Taylor & Baldeweg (como se citó en Idiazábal, 2007) éstos actúan
de forma inapropiada ante estímulos que son significativos desde el punto de vista social pero a
la vez, físicamente complejos, lo denota que los niños con autismo presenten dificultades para
centrar la atención en la información socialmente relevante. Muchas de las disfunciones
sociales que se observan precozmente en el autismo, como la atención conjunta, el contacto
ocular, la respuesta a la exhibición de las emociones y el reconocimiento facial, implican a la
capacidad de atender a éstas y de procesar su información.
Las exploraciones neurofisiológicas, como los potenciales evocados cognitivos (PEC) que
permiten monitorizar los procesos cerebrales, han puesto de manifiesto que los niños con
autismo tienen dificultades para codificar y representar los elementos sensoriales de los
estímulos físicos complejos, pero no así para los estímulos simples. Un déficit de este tipo
situaría a los niños con TEA en una mayor desventaja a la hora de procesar los signos de la
comunicación social, como las expresiones faciales o el lenguaje. (Idiazábal, 2007).

Inicialmente, la teoría de la mente y de la metarrepresentación (1985), propone la existencia de


un déficit cognitivo en los niños autismo, relacionando de este modo, las posibles alteraciones
neurológicas con las múltiples manifestaciones conductuales. El modelo expone un mecanismo
para comprender el comportamiento social; si una persona estuviera ciega ante la existencia de
los estados mentales el mundo social le parecería caótico y confuso (Alcantud, 2013). Más
tarde, la teoría de coherencia central (1989) estudia las dificultades encontradas en el Trastorno
del espectro autista que no pueden ser explicadas desde la Teoría de la mente. Desde este
enfoque, las personas con autismo tienen dificultades para elaborar interpretaciones
comprensivas de las situaciones mediante la lectura de las intenciones de los demás; esto indica
la existencia de un problema anterior a la metarrepresentación: el de la integración de aspectos
de una situación en un conjunto coherente. (Alcantud, 2013).

En relación a la evaluación de dicho trastorno, existen numerosos tipos de herramientas para


evaluar los síntomas de TEA; entre ellas se encuentran las entrevistas, pruebas de observación,
cuestionarios y escalas de valoración para padres y/o profesores (u otros profesionales). Las
pruebas de observación permiten al profesional calificado evaluar de manera directa los
diferentes síntomas de TEA, éstas pueden complementarse con cuestionarios y entrevistas a
padres. (Alcantud, 2013).

Entre las escalas mejor valoradas por los profesionales especializados en el TEA se encuentran
el ADI-R y el ADOS-G, Filipeck (como se citó en Alcantud, 2013). La entrevista diagnóstica
de autismo revisada (ADIR), es una entrevista semiestructurada que evalúa los síntomas del
autismo definidos tanto por el DSM 5 como por el CIE-10. Recoge información sobre los
antecedentes de la persona evaluada, la aparición de los primeros síntomas y los elementos
básicos sobre su desarrollo, centrándose en las dificultades sociales, conflictos en lenguaje y la
comunicación, además de la presencia de conductas e intereses restringidos y repetitivos.

Por su parte, el ADOS-G consiste en un protocolo de observación estandarizado creado para


evaluar las dificultades sociales y comunicativas propias del autismo en un rango desde el
segundo año a la vida adulta Lord & Cols (como se citó en Alcantud, 2013). Plantea una serie
de actividades, semiestructuradas, que están diseñadas para generar diferentes comportamientos
sociales, comunicativos y simbólicos, así como también inducir ciertas conductas atípicas. La
herramienta evalúa cinco áreas: déficits en interacción social recíproca, dificultades
comunicativas y de lenguaje, imaginación y creatividad, presencia de conductas e intereses
repetitivos y restringidos y otros comportamientos atípicos.

La intervención se entiende como un proceso activo participativo, que debe contemplar


soluciones relacionadas al contexto de cada paciente, tomando en cuenta su entorno familiar y
su red social. Dentro de este marco de acción es que la intervención temprana en las familias
con un niño con TEA es de suma importancia y abarca diversas áreas para apoyar el desarrollo
óptimo del niño/a, entre estas una educación personalizada, que responda a las propias
características y necesidades de estas familias. fomentar las propias habilidades comunicativas
y sociales del niños, siendo así un mayor aporte en relación a herramientas para su
desenvolvimiento fuera del hogar de contención, fortalecer la adaptación del niño a los cambios
y flexibilizar su conducta y pensamiento, además de brindar apoyo, acompañamiento a la
familia para enfrentar las diversas dificultades presentes a lo largo de la vida del niño con TEA
resulta primordial (Alcantud, 2013).
Críticas

Uno de los problemas con el cual nos encontramos al realizar esta revisión bibliográfica, es que
existen ciertas dificultades a la hora de evaluar y diagnosticar a las personas con TEA. Aunque
todas las pruebas de evaluación de síntomas aportan información relevante que puede ayudar a
realizar un diagnóstico, debemos ser conscientes de que no todas son válidas para ser
empleadas como herramienta eficiente. (Alcantud, 2013).

Los sistemas de clasificación estándar actuales (CIE-10 y DSM-IV) son muy amplios y por lo
que en ocasiones, profesionales difieren al aplicar estos criterios. El término "autismo" se usa
de variadas formas, ya que existe un solapamiento entre todos los subgrupos presentados por la
CIE-10 y el DSM-IV. Asimismo existen muchas personas a las que se les puede aplicar más de
un diagnóstico dentro de dicho espectro, lo cual demuestra grandes dificultades metodológicas,
y una falta de descripción de aspectos básicos de la intervención como el número de sesiones,
técnicas y actividades realizadas, nivel de generalización de los resultados, etc. Otro problema
adicional es que muchas de las publicaciones se realizan sobre estudios con pocos sujetos, o con
una escasa metodología científica, utilizando en algunos casos, evaluaciones cualitativas
levemente contrastadas, lo que dificulta las revisiones. Actualmente, la comunidad científica
se cuestiona cómo es posible que un trastorno de estas características aún no pueda ser
diagnosticado de manera fiable antes de los tres años, lo que se produce en parte, debido a la
complejidad del trastorno, ya que estos, pueden tener diversas etiologías y los síntomas iniciales
pueden mostrar gran variabilidad clínica, tanto en expresión como en gravedad. (Alcantud,
2013).

También, es necesario establecer la importancia que tiene la detección temprana del diagnóstico
y la individualización de las intervenciones en los niños con TEA. Para esto, el programa de
trabajo tiene que ser específico para cada paciente, ya que cada persona posee características
orgásmicas propias, lo cual moldea el grado de afectación de trastorno y el nivel de
funcionamiento interpersonal. Siendo esto tan importante, no siempre es tomado en
consideración, muchas veces los profesionales aplican programas estandarizados, ahorrando
recursos, creatividad y dedicación, lo que termina afectando considerablemente los resultados
esperados sobre las intervenciones y programas de tratamiento. (Alcantud, 2013).

Adicionalmente, cabe plantearse la idea de cómo incluir al niño con TEA en la comunidad
escolar, en un entorno normalizado y con apoyos especializados, pero conviviendo con
compañeros que tengan un desarrollo promedio. Una inclusión correcta fomentaría la educación
de la comunidad sobre este tipo de trastorno, lo que a su vez, disminuiría la estigmatización de
esta población que trae consecuencias a corto y largo plazo.

Por último, el impacto que genera en las familias tener un miembro con TEA no es menor.
Existe un gran coste económico en los tratamientos requeridos y una necesidad de apoyo y
preocupación especial que se prolongará prácticamente durante toda la vida. Asegurar el
bienestar, tanto del cuidador como del paciente, será un reto importante para la investigación y
el desarrollo de servicios en los próximos años.
Referencias

Alcantud, F. (Ed) (2013). Trastornos del espectro autista. Detección, diagnóstico e


intervención temprana. Madrid: Ediciones Pirámide.

Choto, M. C. (2007). Autismo infantil: el estado de la cuestión. Revista de Ciencias Sociales,


(116).

Idiazábal, M., & Boque, E. (2007). Procesamiento cognitivo en los trastornos del espectro
autista. Rev Neurol, 44(2), 49-51.

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