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Lápices de color

Cuando dibujamos con lápices de color hay que seguir ciertas recomendaciones.
1ª.- Debido a que el borrado de los trazos del lápiz de color es poco satisfactorio, porque
generalmente la goma deja marcas en el papel, es muy conveniente conocer el efecto que
produce la superposición de trazos de diferente color, por ello es aconsejable que se utilice
siempre un papel auxiliar para las pruebas de color antes de aplicarlos sobre el dibujo
definitivo. Los lápices de calidad elevada son más fáciles de borrar que los de baja calidad.
Se puede obtener una amplísima gama de colores por superposición de capas de
diferentes colores, pero es bueno disponer de un buen surtido de tonos antes de empezar.
Aunque la mayoría de los colores se pueden reproducir con los tres colores primarios, para
ahorrar trabajo y para no castigar el papel con excesivas mezclas, es aconsejable utilizar al
menos una docena de lápices de colores puros que cubra las gamas básicas de cálidos,
fríos, etc.

2ª.- Cuando se comienza el dibujo los trazos deben ser muy suaves, sin “apretar” el papel,
porque si tapamos en exceso sus poros tendremos dos problemas: dificultamos el borrado si
fuese necesario y sobre todo, impedirnos superponer capas de otro color. Si dibujamos
presionando mucho el lápiz, el resultado es que la zona dibujada queda cubierta por la cera,
goma arábiga o resina que lleva como aglomerante, lo que la convertirá en una pátina
resbaladiza que impide el agarre del nuevo trazo. Si se quiere conseguir un color más denso
hay que aplicar capa sobre capa pero siempre con la misma presión suave.
3ª.- Debido a que la mezcla de colores no es matérica sino óptica, y por lo tanto un lápiz de
color blanco no tapará otro color aplicado anteriormente, es inevitable hacer lo que se llama
“reserva de blancos”, que son esas zonas que finalmente serán de colores muy claros o
totalmente blancas, y por lo tanto el papel debe dejarse sin pintar. Es decir que un color
obtenido por mezcla de otros no podrá ser más claro que los colores que se aplicaron. Esto
significa que no se debe improvisar, sino que debemos tener los tonos ya pensados antes de
comenzar, porque sobre un color oscuro no podremos aplicar colores claros. Así pues, lo
mejor es trabajar empezando con claros y superponiendo los más oscuros.

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Existen diferentes técnicas para dibujar con lápices de colores. Las más usuales son la lineal
y la tonal, pero también se utiliza el blanqueado, el matizado,
el frotagge, el grattage y el esgrafiado.
La técnica lineal consiste en dibujar basándose en el trazo,
de manera que para conseguir diferentes valores tonales,
desde claros a oscuros, se trazan grupos de finas líneas
paralelas y superposiciones de líneas cruzadas, que reciben
el nombre de tramas. Aumentando la densidad de la trama se
obtienen los valores más oscuros, y con este recurso
podemos crear volúmenes:
Además las tramas se
utilizan también para
obtener efectos de color por superposición de líneas
partiendo de colores ya disponibles en lápices.
Los tres primeros ejemplos son rayados de diagonales
paralelas de un solo color, amarillo, rojo y azul, en
trazos finos y juntos. Los rayados 4, 5 y 6 son rayados
de amarillo y rojo, amarillo y azul, y rojo y azul con
huecos del blanco del papel. Los rayados 7, 8 y 9
están compuestos por diagonales de amarillo y rojo,
rojo claro y rojo oscuro, y azul claro y azul oscuro sin
dejar espacios en blanco. Los achurados 10, 11 y 12
son rayados cruzados compuestos por diagonales
paralelas en sentido opuesto de rojo sobre amarillo,
azul sobre amarillo y rojo sobre azul. Conviene que
estos trazos sean “algo” rectos y paralelos, pero no demasiado perfectos, pues darían la
impresión de dibujo técnico, impersonal.

Ejemplo de técnica
lineal a muy
pequeños trazos,
para simular el pelaje
del perro. El fondo
también está hecho
a trazos pequeños
para no perder la
unicidad de
ejecución del
conjunto.

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EJERCICIO DE DIBUJO A LÍNEAS
Partimos de unas piezas sencillas, como estas 2 peras. Comenzaremos haciendo un dibujo
con lápiz grafito, procurando que los trazos sean muy suaves para no dejar marcas en el
papel (luego al cubrirlas de color quedarían como surcos sin rellenar que estropearían el
dibujo). Utilizar el grafito para el dibujo base se debe a que es más fácil de borrar para
corregir las líneas de tanteo que no se ajusten al modelo. Los lápices de color, al contener
cera o resinas, son más difíciles de borrar por eso no son convenientes en esta primera fase.
Para los que no tengan mucha práctica y les resulte difícil dibujar estas peras, recomiendo
que las vean como si
contuviesen círculos dentro
de su contorno, tal como
aparecen en la foto, que nos
ayudarán a construir la
forma exterior de las peras.
No es necesario que sean
círculos perfectos, sino que
los trazamos a mano alzada y por simple tanteo, ya que
son orientativos y luego se borrarán.
Cuanto antes, borramos
esas líneas auxiliares y
el propio contorno,
sustituyendo el grafito
por el color que
predomine en esas
zonas, por ejemplo el
verde claro.

A continuación con color amarillo claro


aplicamos una suave capa de color dejando el
blanco del papel en reserva en aquellas zonas
que serán cubiertas de rojo. Esta primera capa
debe ser muy suave para que el color verde que
vamos a superponer se adhiera sin problemas.

Con rojo claro cubrimos la zona que habíamos


dejamos en reserva con trazos paralelos pero
cortos, que sigan la curvatura de la pera. Esto
produce la impresión óptica de volumen que es lo
que se pretende. Los trazos de rojo pueden invadir
la zona de amarillo según convenga de acuerdo con
el modelo, en este caso en el lado izquierdo de la
pera de la izquierda. El contorno de la parte superior
de la pera de la derecha lo redibujamos con rojo ya que en ese lado predomina el rojo, y
también los rabitos o pequeñas ramas de sus extremos.

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Con amarillo y rojo, pero en tonos más oscuros,
reforzamos los colores para que la textura de las
peras aparente más consistencia y materialidad ya
que en el paso anterior todavía se veían demasiado
“transparentes” y esbozadas.

Con verde oscuro completamos los tres matices


con lo que las peras adquieren ya un aspecto más
natural, y luego acentuamos las sombras con color
violeta azulado para aumentar el contraste tonal y
el efecto de volumen.
Finalmente con color marrón muy oscuro coloreamos los pedúnculos y profundizamos algo
más las sombras en la zona de contacto de las peras entre sí. Y para terminar este ejercicio,
sobre una base de amarillo para armonizar el conjunto, dibujamos la sombra de las peras
reflejada sobre la mesa con el violeta.

EN RESUMEN,
La técnica tonal, que es la más utilizada, consiste en la creación de “manchas”, en las que
no se percibe el trazo, ya que usando normalmente la punta redondeada del lápiz, y a trazos
suaves y muy juntos, se consigue un efecto de fundido.

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La técnica del blanqueado es una derivada de la tonal. Se pretende conseguir el efecto del
dibujo a pastel, así que se aplica sobre todo el dibujo intensamente el lápiz blanco o crema
claro, que “apastela” el color, lo aclara y hace desaparecer los trazos individuales,
fundiéndolos en una mancha. También se elimina el efecto del granulado del papel
produciendo una textura aparente más
uniforme, pulida o “bruñida”. Está
especialmente indicada para objetos de
superficie dura y brillante, como esta
taza de loza.

La
técnica del matizado es otra variante del dibujo lineal y
también del tonal, sobre cualquiera de ellos se aplica
alcohol con un pincel o bastoncillo de algodón, y al diluirse
ligeramente el trazo o la mancha, el efecto resultante es
similar al que produce el lápiz soluble. Generalmente se
utiliza como técnica mixta combinado con el dibujo a líneas.

La técnica del frotagge consiste en colocar el papel


sobre una superficie rugosa, como por ejemplo una
tabla de madera con sus vetas muy marcadas: frotando
el lápiz sobre el papel se reproduce la textura de la
madera o del material que hayamos colocado debajo.

La técnica del esgrafiado consiste en marcar previamente en


el papel las líneas que deseamos que queden blancas o muy
claras. Es conveniente partir de un dibujo previo sobre un
papel muy fino, como el de seda, que superpondremos al del
trabajo definitivo. Con un bolígrafo seco, o con un punzón de
punta redondeada, o incluso con un lápiz de mina dura,
repasamos las líneas del primer dibujo, presionando sólo lo
suficiente para que quede reproducido sobre el papel inferior
gracias a las hendiduras o surcos producidos. Al aplicar el
color a manchas o con técnica tonal, en los surcos no entrará
el pigmento y aparecerá un dibujo de líneas blancas o del color del papel utilizado.
También puede obtenerse un resultado
parecido si se aplica color blanco en
determinadas zonas, en las que luego se
incorporarán tonos oscuros. A base de
raspar este segundo tono con algún tipo de
cuchilla, podremos trazar líneas finas y
precisas de un tono mucho más claro que el
que las rodea, efecto imposible de conseguir
si aplicáramos el blanco en segundo lugar.

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