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1972

Managua
Nicaragua, S. A.

El turista llega al país en avión o barco de Somoza y se aloja en uno de los


hoteles que Somoza tiene en la capital. El turista está cansado, y se echa a
dormir sobre cama y colchón fabricados-por Somoza. Al despertar, desayuna
un café Presto, propiedad de Somoza, con leche de vacas de Somoza y azúcar
cosechada en una de sus fincas y refinada en uno de sus ingenios. Enciende un
fósforo de la empresa Momotombo, de Somoza, y prueba un cigarrillo de la
Tabacalera Nicaragüense, que Somoza posee en sociedad con la British-
American Tobacco Company.
El turista sale a la calle, cambia dinero en un banco de Somoza y en la esquina
compra el diario somocista «Novedades». Leer «Novedades» es una
imposible proeza, de modo que arroja el diario a la basura que mañana, al
amanecer, será recogida por un camión Mercedes importado por Somoza.
El turista sube a un autobús de la empresa Cóndor, de Somoza:, que lo llevará
hasta la boca del volcán Masaya, Yendo hacia el penacho de fuego va viendo,
por la ventanilla, los barrios de latas y charcas donde malvive la baratísima
mano de obra que Somoza usa. El turista regresa al anochecer. Bebe un ron
destilado por So-moza, con hielo de su compañía Polar, y después come carne
de una de sus terneras., pasada a cuchillo en uno de sus mataderos, con arroz
de una de sus arroceras y ensalada que adereza con aceite Corona, que es de
Somoza y de la United Brands.
Media hora después de medianoche, revienta el terremoto. Quizás el turista
sea uno de los doce mil muertos. Si no va a parar a alguna tosa común,
descansará en paz dentro de un ataúd de la empresa funeraria de Somoza,
envuelto en un sudario de la textil El Porvenir, que también pertenece a
Somoza.

GALEANO, Eduardo, Memoria del fuego III. El siglo del viento, México, siglo XXI, 1986.

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