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DE LA INDEPENDENCIA A LA POST-GUERRA

Víctor-jacinto Flecha

1. El Proceso de la Independencia

Antecedentes inmediatos

La expedición británica de Buenos Aires en 1806 y 1807 para cuya defensa


fueron convocadas fuerzas militares paraguayas permitió que la oficialidad
paraguaya tuviera la ocasión de interrelacionarse con la oficialidad rioplatense y
sobre todo, interiorizarse de la problemática política de esta parte del continente.
La oficialidad y tropa paraguaya -que no era otra cosa que ciudadanos obligados
"a prestar armas" a su costa y coste, era esencialmente representativo de la
comunidad paraguaya - sociedad que siempre estuvo enclaustrada en la "isla
rodeada de tierra" que era el Paraguay colonial- tuvo la oportunidad de
proyectarse hacia lo que sucedía en la Europa post-revolución francesa.

La invasión de Napoleón Bonaparte, en 1808, a la península ibérica causó la


primera gran conmoción en las colonias españolas. La Corte portuguesa fue
obligada a retirarse a Río de Janeiro y al ser obligado Fernando VII a abdicar a
favor del hermano de Napoleón, la Princesa Carlota Joaquina, hermana de
Fernando VII y esposa de Juan VI de Portugal, ya con residencia en el Brasil,
aspiró rápidamente convertirse en la heredera de la Corona Española en el sur del
continente.

La deposición del Virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, por el
Cabildo de Buenos Aires el 25 de mayo de 1810 y la constitución de la Junta
Provincial del Río de la Plata para gobernar en nombre de Fernando VII. Desde
esa fecha, Buenos Aires intentó asumir el liderazgo de todas las demás
provincias.

El 29 de mayo la Junta de Buenos Aires invitó al Paraguay a adherir a la


revolución a través de un enviado de origen paraguayo, el coronel José Espínola
y Peña, muy desprestigiado en la sociedad paraguaya por actuaciones políticas
anteriores. Desde el inicio tuvo una actuación poco feliz, al llegar a la ciudad de
Pilar, en Ñeembucú, obligó al Cabildo de esa localidad a reconocer y jurar a la
Junta de Buenos Aires. Esto malquistó aún más a los paraguayos y despertó todos
los recelos que desde siempre tuvieron contra Buenos Aires. Al final tuvo que
salir huyendo de la Provincia.
El 24 de junio de 1810 se reunió un Cabildo abierto de Asunción para responder
a Buenos Aires y analizar la situación de la Provincia en las circunstancias. El
alcalde de Primer voto, José Gaspar Rodríguez de Francia, sorprendió con un
discurso radical, en que planteaba que "la única cuestión que debe discutirse en
esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es: cómo debemos defender y
mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos
Aires y contra Brasil; cómo debemos mantener la paz interna, como debemos
fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del
Paraguay; en suma, que forma de gobierno debemos adoptar para el Paraguay.".
Sin embargo, la magna Asamblea acordó proceder en reconocer y jurar al
Consejo de la Regencia y el de "guardar armoniosa y fraternal amistad con la
Junta de Buenos Aires y formar una Junta de Guerra para estudiar la defensa de
la Provincia". De esa forma "al suspenderse todo reconocimiento de superioridad
de la Junta de Buenos Aires, se había diferido la solución del asunto a la
voluntad del Rey, expresándose los más fraternales sentimientos hacia aquella
autoridad. (...) La actitud de Paraguay aparecía así exenta de toda hostilidad
como una consecuencia de la situación del Virreinato. Pero en el fondo era
inspirada por una profunda desconfianza de Buenos Aires"1 y al resolverse la
inmediata organización de la defensa de la Provincia en que supuesta y
públicamente se señalaba a Portugal, sin embargo, como lo apunta Fulgencio R.
Moreno, en realidad se tenía en cuenta los peligros provenientes de las
Provincias del sur.

El 30 de Julio, en cumplimiento de la Resolución del Cabildo Abierto, el


Gobernador Intendente y Capitán General Bernardo Velasco y Huidobro llamó al
alistamiento de todos los "ciudadanos y habitantes sin distinción para cuando la
Patria los necesitase". Al mismo tiempo constituyó una Junta de Guerra,
transformó el Colegio Seminario en cuartel. En tanto desde Buenos Aires seguían
llegando oficios de la Junta para que el Paraguay envíe sus diputados para el
Congreso General. El 18 de Agosto la Junta de Buenos Aires se dirigió a las tres
principales autoridades de la provincia, al Gobernador, el Cabildo y el obispo,
increpándoles por su mala voluntad hacia Buenos Aires y se les pedía "por última
vez, que se una a la Capital, que deje obrar al Pueblo libremente, que reconozca
la dependencia establecida por las leyes y que promueva la remisión del
Diputado para la celebración del Congreso, que debe tranquilizar a estas
Provincias (...) Si V.S. persiste, agregaba, en su pertinencia será responsable ante
Dios y el Rey y de los males que preparan".

El Paraguay seguía organizándose activamente para una posible defensa. Fue

1
Moreno. Fulgencio R. Ensayos sobre la Historia Nacional, Editorial El Lector,
Asunción, 1996, Pág. 40
comisionado el joven estanciero, Fulgencio Yegros, teniente de Caballería, para
que eligiera hombres de su propia estancia, que fueran de su absoluta confianza
como para organizar con ellos una pequeña escolta con miembros de valentía
demostrada para recorrer con ellos las orillas del norte del Paraná, en la región de
Ñeembucú, y "que mandase a los pobladores que tengan ganados vacunos y
equinos retirarlos en lugares lejanos para que los invasores no pudieren
aprovecharlos". Yegros descubrió, durante su misión, preparativos de invasión
por parte de la Provincia de Corrientes que esperaba apoyo de Buenos Aires.

Todas las tentativas diplomáticas, hasta ese momento, como las amenazas de la
Junta de Buenos Aires fracasaron ante la terquedad paraguaya de no dejarse
avasallar por los porteños. Los paraguayos no dejaban de declarar, ante todas
presiones porteñas no querían cambiar de cadenas, "de España a Buenos Aires".
En vista de eso, a fines de setiembre de 1810, a un vocal de la Junta de Buenos
Aires, Manuel Belgrado, se le encomendó partir hacia Paraguay. Este salió de
Buenos Aires con una dotación de un centenar de hombres, en su mayoría
oficiales, y se dirigió hacia el Paraguay. En diciembre de ese mismo año comenzó
la invasión al Paraguay con una dotación de alrededor de 1000 hombres. Ante
esa situación, criollos y españoles se aprestaron a la defensa de la Provincia.
Jamás el sentimiento popular se había manifestado con tanta uniformidad y
energía como en esa explosión inesperada. Tal es así que respondieron al llamado
del gobernador 6000 hombres aunque no existía otra posibilidad que para armar
500 hombres. Pero quedaba el recurso de las lanzas y los garrotes, armas que los
criollos manejaban con maestría. El gobernador constituyó su ejército de modo
que la infantería, con mejor armamento, se constituyó exclusivamente con
españoles y la caballería con los milicianos criollos, "sin instrucción ni disciplina
ninguna" con malas y pocas armas blancas.

El gobernador Bernardo Velasco había proyectado dejar paso libre al enemigo


hasta llevarlo a un territorio más propicio para la defensa paraguaya. Los
informes de Belgrano a la Junta Superior Gubernativa de Buenos Aires se
refieren a que el mandó imprimir manifiestos en idioma guaraní para ser
distribuidos entre la población paraguaya de las comunidades por las que pudiera
ir pasando. Lo único que encontró en su camino fueron aldeas abandonas.
Después de haber traspasado los territorios de Itapúa y Misiones y cuando
comenzó a internarse en la localidad de Paraguarí, a escasos 80 kilómetros de
Asunción, fue donde le esperaron las fuerzas paraguayas.

Velasco organizó la defensa en tres divisiones del ejército. Una división dirigida
por el Inspector General de Armas, coronel Pedro de Gracia, en el centro, donde
se colocó igualmente la infantería española. Para sostener la artillería se ubicaron
las divisiones a cargo de los criollas coronel Juan Manuel Gamarra y Manuel
Atanasio Cavañas con un cañón y la caballería criolla. Estuvieron tres días los
dos ejércitos enemigos observándose y el tercer día, 19 de enero, los dos ejércitos
decidieron atacar. Las fuerzas paraguayas que iban en camino para sorprender al
ejército argentino son sorprendidas, a su vez, por el ataque argentino. Una media
hora de lucha y la infantería española, la mejor armada se desbandó y se puso en
fuga con sus jefes a la cabeza. Velasco, quien dejó hasta el uniforme en el campo
de batalla para no ser reconocido, huyó hacia las cordilleras de Altos.

Embebidos por el triunfo, al amanecer, la caballería enemiga avanzaron hasta la


ciudad de Paraguarí en donde se entregaron al saqueo. Las otras divisiones
comandadas por Cabañas y Gamarra reaccionan rápidamente y a pesar de la
huida de su jefe, el gobernador Velasco, contra atacaron y lograron un rotundo
éxito. El ejército argentino inició su retirada, el mismo día, hacia el río Tacuary,
en el sur, por la misma ruta por la que ingresaron.

Conocida la derrota en Asunción, los españoles se embarcaron en buques barcos


surtos en el puerto en tanto que los criollos invadían los cuarteles en búsqueda de
armas para defender la ciudad.

El general Belgrano se situó en la margen izquierda del río Tacuary, en un cerro,


que le podía servir de castillo, en un sitio donde a la derecha le protegía un
bosque virgen, de una espesura impenetrable, al otro costado una planicie
horizontal, pantanosa. Apenas cruzó el río se le había incorporado 400 hombres
de caballería e infantería. Contaba además con 3000 cabezas de ganado, 40
carretas, un carro de municiones, 1500 caballos y numerosa boyada. Belgrano se
llegó a sentir tan seguro que inclusive prescindió de las fuerzas que comandada
su lugarteniente Rocamora, que estaba en Itapúa, y se desprendió de 100 hombres
armados, que al mando del capitán Pedriel, que se dirigieron a ocupar Candelaria,
un pueblo al otro lado del Paraná. Allí, en la margen izquierda, Belgrano,
fortificado, se puso a esperar los refuerzos prometidos de Buenos Aires para
continuar la campaña.

El coronel Cabañas que comandaba las fuerzas paraguayas al llegar al río


Tebicuary, a la otra orilla donde estaba ubicado Belgrano, comprendió lo
impugnable que significaba intentar atacar por el atajo del río, ya que sería
barrido por al batería y los fusileros de la orilla opuesta. Entonces, ideó un
movimiento envolvente para atacarlo por la retaguardia, por donde no le pudieran
esperar. Este mismo movimiento se haría famoso, con el nombre de "corralito" en
la guerra del Chaco con Bolivia en el siglo XX.

Hizo recorrer la margen superior del rio Tacuary que estaba cubierta por un
espeso bosque franjeado por pantanos para encontrar un punto que pudiera
construir un puente para el paso de las fuerzas. A cinco kilómetros del lugar
donde estaban acampados, frente al ejército enemigo, a pesar de las enormes
dificultades construyeron el puente por donde atravesaron 1000 hombres, seis
piezas de artillería bajo el mando superior de Cabañas y divida en secciones que
comandaban Gamarra, Yegros y Urdapilleta. De esta forma comenzaba otra
etapa más difícil por la barrera natural de la margen del río, empleándose en este
paso, tres horas de rudo trabajo para abrir un sendero a machete y sable en la
enmarañada espesura del bosque. Al amanecer los paraguayos habían transpuesto
ya el monte y se dirigían hacia el campo enemigo, atravesando nuevamente un
inmenso pajonal y pantanos, que fue preciso romper sables, pues "era tan elevado
que montado a un hombre a caballo no se distinguía por ningún costado",
recordaba un testigo, posteriormente.

Gamarra organizó sus fuerzas de ataque de la siguiente manera, en el centro una


fracción de artillería al mando del capitán Antonio Zavala protegida por la tercera
compañía al mando de García, a la izquierda otra fracción de artillería al mando
del coronel Miguel Feliú protegida por primera compañía al mando del capitán
Pedro Juan Caballero y la 4º compañía a cargo José Mariano Recalde, a la
derecha el resto de al artillería a cargo del alférez Francisco Guerrero, defendida
por la 2º Compañía bajo el mando del capitán Antonio Tomás Yegros y por la
infantería de Blás José Rojas. Los lanceros de la vanguardia, colocados
convenientemente, quedaban siempre bajo el mando del capitán Fulgencio
Yegros y el resto de la caballería a las órdenes de Gamarra.

La batalla se inició con el ataque de artillería que había quedado en la orilla


opuesta al comando de Belgrano. Botes cañoneros subían por el río Tebecuary
amenazando su flanco izquierdo. El ataque por el flanco derecho fue defendido
por dos compañías de infantería, dos cañones, treinta granaderos y la caballería
de la patria.

Los porteños ubicados en las islas boscosas se aseguraron un buen sitio desde
donde disparar sus cañones sin ser vistos. La batalla duró por espacios de varias
horas sin que los paraguayos pudieran avanzar. De pronto la caballería se lanzó
sobre las islas boscosas con una ferocidad que dejó atónito a los porteños quienes
a pesar de estar bien pertrechados de armas no pudieron resistir el embate de los
paraguayos hasta el punto fueron capturados sus propios cañones y la lucha
cuerpo a cuerpo no duró mucho. Los jefes y soldados huyeron despavoridamente.
El general Machaín a cuyo cargo estaban esas tropas se rindió con 130 hombres,
seis oficiales y todas las armas.

Belgrano intentó resistir cañoneando el avance paraguayo pero el ejército


paraguayo continuaba con serenidad. Hizo un nuevo intento de ataque moviendo
a toda su artillería y caballería pero la respuesta paraguaya hizo que los porteños
se replegaran hacia el cerro a la costa del río, donde levantaron la bandera de
rendición. Era más del medio día del 9 de marzo de 1811. Hacía más de 12 horas
que el ejército paraguayo estaba de pie, desde que comenzaron su movimiento en
la otra ribera del río, con más de seis horas de marcha forzada por pantanos y
bosques impenetrables.

La capitulación de Belgrano ante Cabañas de retirarse al día siguiente, con todos


los honores y con todos sus armamentos, no fue del agrado de los demás jefes.
Belgrano aprovecho la benignidad paraguaya para explicar mejor el carácter de
su misión, en el sentido de la concordia y la unión de Paraguay con las demás
Provincias.
Cabañas, en su magnanimidad, no asumió los perjuicios económicos, además de
las vidas humanas, que significó esta invasión al Paraguay. En vez de pedir
indemnización por esas calamidades dejó salir al derrotado con honores de
victorioso. El Cabildo de Asunción censuró esta actitud de Cabañas.
La Revolución de mayo de 1811

En la misma medida que Buenos Aires pretendía atraer a la provincia paraguaya


también la Princesa Carlota Joaquina intentaba lo mismo para la corona lusitana.
Emisarios portugueses se avecindaron a Asunción desde el mes de enero para
buscar concertar acuerdos con el gobernador y con representantes del bando
español enquistados en el cabildo de Asunción. El gobernador no descartaba esa
ayuda para enfrentar al acoso de Buenos Aires.

De hecho, casi todo el gobierno colonial estaba en manos de españoles quedando


afuera los criollos paraguayos. La posición asumida por los españoles durante la
invasión porteña que contrastó vivamente con la valentía y la decisión mostrada
por los paraguayos a defender la provincia fueron elementos fundamentales para
el salto cualitativo del paso de la conciencia de pertenencia nacional a la captura
del poder territorial para que los paraguayos mismos gerenciaran el gobierno.

En esta coyuntura emergen una serie de denuncias y procesos sobre diferentes


complots en diferentes puntos del territorio nacional. Analizando esos
acontecimientos se puede definir tres corrientes políticas, de acuerdo a su
comportamiento al debate de la independencia de España. Los españolistas,
defensores del status quo y que se manifiestan como delatores de los diversos
sectores que estaban complotando. El sector unitario, que deseaba la
emancipación de España pero propugnaba la unidad con Buenos Aires, y la
patriota, que deseaba la independencia plena de la provincia del Paraguay y de
todo poder extraño.

El complot que al final desembocaría en los sucesos del 14 y 15 mayo venía


gestándose en los meses posteriores a la batalla de Tacuary. Hacia la segunda
quincena de abril y la primera de mayo los trabajos subversivos se fueron
consolidando. Los cuarteles de Asunción, Concepción, Yaguarón, Itapúa fueron
los focos principales.

El núcleo civil de la capital, era en realidad, oficiales desmovilizados. Los


mismos, jóvenes entre 20 y 27 años, se reunía en la casa de Juan Francisco
Recalde, que hoy todavía subsiste en el micro centro de la ciudad, Los
principales complotados eran Pedro Juan Cavallero, Antonio Tomás Yegros,
Juan Bautista Rivarola quienes intervinieron directamente en las batallas contra
los porteños. Como jefe militar de la sublevación era el Teniente Coronel
Fulgencio Yegros, estanciero de Quyquyó, de una familia patricia, quien desde la
edad de 20 años venía sirviendo en el ejército, formó parte en 1806 de le ejército
paraguayo enviado a Buenos Aires para expulsar a los ingleses y que por su
brillante actuación en las batallas de Paraguarí y Tacuary en 1811 fue ascendido
a Teniente Coronel y se le confió el cargo de Gobernador de Misiones con
asiento en Itapúa.

Los patriotas paraguayos en pleno proceso de conspiración, tenían la sospecha


que el gobernador Velasco y los españoles estaban negociando con los lusitanos
para reconocer a Doña Carlota Joaquina como legítima sucesora de la corona y
dominio de España.

La aparición en Itapúa del Teniente de Dragones José de Abreu, quien portaba


una nota del general Souza para Velasco en la cual le informaba que disponía de
1.500 soldados listos para marchar en su auxilio, confirmaba la sospecha del
pedido del gobernador. Fulgencio Yegros advirtió el peligro de la misión de
Abreu y lo detuvo, pidiendo luego órdenes al gobernador quien le ordenó que lo
dejase pasar. El 9 de mayo llegó a Asunción el emisario portugués para negociar
las condiciones del apoyo portugués al ejército realista. Su llegada fue tildada por
los españoles como un "don del cielo". De hecho, el 11 de mayo, el Cabildo
resolvió aceptar el ofrecimiento de Portugal de poner a la provincia bajo la
protección de la princesa. En esa misma sesión, que fue cerrada, se habló de los
preparativos de una "vasta conspiración" y se decidieron tomar medidas para
escarmentar a los complotados.

Los revolucionarios también estaban informados paso a paso la marcha de las


negociaciones con Portugal. Se despachó un chasque a Fulgencio Yegros para
que ahogase a Abreu en el río Paraná pero éste postergó su viaje.

El plan inicial concebía una sublevación sincronizada de Fulgencio Yegros en


Itapúa y Blas José Rojas de Aranda, en Corrientes, quienes debían apresar y
desarmar a los españoles de esas dos poblaciones y encaminarse hacia Asunción
en donde actuarían los conjurados de Asunción. Pero en la mañana del 14 de
mayo, el síndico procurador del Cabildo Antonio Fernández advirtió a su
pariente y amigo Ignacio Iturbe sobre el peligro que se cernía sobre los
conspiradores y éste transmitió a Pedro Juan Cavallero, lo que precipitó los
acontecimientos sin esperar la llegada de Yegros.

Un repiqueteo de campanas de la Catedral, a las 10 de la noche, fue la señal


convenida por los revolucionarios que la acción comenzaba. El capitán Pedro
Juan Cavallero y el alférez Vicente Ignacio Iturbe ocuparon los cuarteles de la
Plaza y del Colegio. Fueron liberados los presos políticos, alcanzando todos
juntos a un centenar de personas. Se clausuraron las puertas de los cuarteles.
Velasco en ese mismo momento estaba ofreciendo una recepción al teniente
Abreu en la "Casa de los gobernadores" en la que asistía capitulares y militares
españoles.

Proclamado Caballero como jefe de la Revolución y controlados los más


importantes puestos militares de Asunción en la madrugada del 15 Vicente
Ignacio Iturbe es portador de una nota de intimación del Cuartel General Rebelde
al Gobernador. "(...) en atención a que la provincia está cierta de que habiéndola
defendido a costa de sangre de sus vidas y de sus haberes del enemigo que la
atacó, ahora se va a entregar a una potencia extranjera que no la defendió con el
pequeño auxilio, que es la potencia portuguesa; este cuartel de acuerdo con los
oficiales patricios y demás soldados no pueden menos que defenderla con los
mayores esfuerzos y para el efecto pide lo siguiente" que se entregue al cuartel
de la Plaza todo el armamento; que el gobernador siga en su gobierno pero
asociados con dos diputados que nombrará el cuartel; que posteriormente se
tratará y establecerá la forma y modo de gobierno que convenga a la Provincia;
que clausure la casa capitular; que ningún barco se mueva de los puertos; que no
salgan de la ciudad "los portugueses que ahora a poco han entrado en ésta con
diputación clandestina".

El gobernador intentó ganar tiempo dando una respuesta ambigua para que
tuviera tiempo el cuerpo miñones, compuesto por españoles, poder actuar pero
éstos al intentar cercar el cuartel de la plaza recibieron como respuesta un tiroteo
que los obligó a huir. Al amanecer los revolucionarios pasaron a la ofensiva. 80
soldados arrastrando 6 cañones de los cuales 2 fueron colocados frente a las casas
de los gobernadores y los otros en las bocacalles. Numerosos pobladores se
unieron a los militares. Iturbe se presentó en Palacio exigiendo una respuesta
clara y terminante, amenazando de los contrarios disparar con los cañones. El
gobernador y el Cabildo quedaron prácticamente sin ningún apoyo por lo
manifestó que "no quería derramamiento de sangre y no tenía inconveniente en
entregar el bastón de mando". Ante esto explotó un gran júbilo e inmediatamente
se difundió un bando estableciendo las 9 horas toque de queda y otro ordenando
la recolección de todo el armamento que poseía la población.

El 16 de mayo se constituyó el gobierno provisorio, el cual se conformó con el


nombramiento del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia y el capitán Juan Baleriano
Zevallos para gobernar conjuntamente con el gobernador Velasco, "hasta que el
cuartel con los demás vecinos de la provincia arregle forma de gobierno"

Al mismo tiempo que el movimiento revolucionario explotaba en la capital,


Itapúa y Corrientes eran también teatro de acontecimientos nuevos. El 16 de
mayo -de acuerdo con el plan general de la revolución- el jefe de las fuerzas
paraguayas que ocupaban Corrientes se sublevó, apresó a todos los europeos, los
desarmó y los embarcó. Fulgencio Yegros por su parte detuvo en Itapúa a 115
europeos, y se apoderó de todas las embarcaciones. El 18 de mayo Fulgencio
Yegros, el verdadero jefe de la revolución, recibió la noticia del golpe del 14 de
mayo y enseguida se puso en camino que tras cubrir en tres días la distancia que
separa Itapúa de la capital, llegó el día 21 de mayo, siendo recibido por una
manifestación popular y se entonó un Tedeum en la Catedral.

El efecto inmediato del 14 y 15 de mayo fue la convocación para un Congreso el


17 de mayo a través de un Bando. Días después Blas José de Rojas, jefe de la
ciudad de Corrientes, interceptó una carta del oficial español Carlos Genovés,
quien fuera el que condujo a los oficiales prisioneros de Paraguarí y Tacuary a
Montevideo, a Velasco. Solicitaba al Gobernador redoblar sus comunicaciones
con los portugueses pidiéndoles que atacasen por el norte y el Paraná. Esta carta
probaba definitivamente la connivencia de Velasco con los portugueses. El 8 de
junio fue apartado definitivamente del gobierno.

El 17 de junio de 1811 se reunió 300 figuras de mayor relieve de toda la


Provincia. Presidieron la magna reunión los miembros del gobierno provisorio
Gaspar Rodríguez de Francia y el capitán Zeballos quienes en su discurso
inaugural dieron cuentas de los sucesos del 14 y 15 de mayo y leyeron los tres
manifiestos publicados por ese gobierno, el del 17 de mayo, dos días después del
triunfo revolucionario, otro el del 30 de mayo y el del 9 de junio de 1911. Estos
documentos tenían el sello de la filosofía política y social del iluminismo.

El primer documento, guardado hoy en el Archivo Nacional, decía que "Hasta


aquí hemos vivido humillados, abatidos, degradados y hecho objeto del desprecio
por el orgullo del despotismo de los que nos mandaban (...) Al fin ha pasado esos
desgraciados tiempos de opresión y tiranía. La oscuridad en que yacíamos ha
desaparecido y una brillante aurora empieza a descubrirse sobre nuestro
horizonte. La provincia del Paraguay volviendo del letargo de la esclavitud ha
reconocido y recobrado sus derechos."

Al inicio de la sesión del siguiente día, Mariano Antonio Molas, en


representación de los sectores de patriotas radicales, expuso ante la Asamblea los
ejes fundamentales a ser debatidos: posición paraguaya ante Buenos Aires y la
forma de gobierno que iba a tener el Paraguay.

"Que esta Provincia no solo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con
la ciudad de Buenos Aires y demás Provincias confederadas, sino que también se
una con ellas para el efecto de formar una sociedad fundada en principio de
justicia, de equidad y de igualdad, bajo las declaraciones siguientes: Primero, que
mientras no se forme el Congreso General esta provincia se gobernará por sí
misma sin que la Excelentísima Junta de Buenos Ayres pueda disponer y ejercer
jurisdicción sobre su forma de gobierno...". De hecho, estaba planteando una
unión estados independientes en igualdad de derechos, relaciones equitativas y
justas. Fue la única Provincia del Virreynato del Plata que planteaba de manera
explícita que no admitía preeminencia de Buenos Aires en la conformación de un
estado confederado.
En cuanto a la forma de gobierno propuso la separación definitiva de Velasco del
gobierno y que éste sea reemplazado por una Junta. Por último pidió que se
resolviese la suspensión de todo reconocimiento de cortes o del Consejo de
Regencia hasta la reunión del congreso general del Virreinato.

Francisco Haedo, representante de los españolistas pidió, por su parte, la


reposición de Velasco en el gobierno. Llevado a votación las dos mociones 290
participantes apoyaron el voto de Molas quedando elegida la Junta propuesta.

El Congreso eligió la Junta Gubernativa de la Provincia del Paraguay, como


presidente al Coronel Fulgencio Yegros, líder militar y como vocales el Dr.
Gaspar Rodríguez de Francia, el líder civil, abogado, el más instruido de la
época, el Capitán Cavallero, quien dirigió la sublevación de mayo en Asunción,
el Presbítero Francisco Xavier Bogarín, del sector eclesial y don Fernando de la
Mora, abogado del sector comercial. El gobierno se componía así de todo un
abanico de sectores que expresaban su unidad en la revolución. A esta Junta le
tocó gobernar desde junio de 1811 hasta octubre de 1813.

El congreso asimismo aprobó la moción de que se reservara todos los cargos


políticos, civiles y militares y el de Hacienda a los "naturales o nacidos en esta
Provincia". Se hizo excepción con el español Juan Valeriano de Zevallos, quien
había sido parte del gobierno que fenecía y luego fue nombrado en el cargo en el
Cabildo de Asunción.

El congreso declaró abolido el estanco del tabaco y se decidió asimismo que el


Paraguay dejaría de pagar los impuestos de sisas y arbitrios. En cambio se creó
un impuesto a la yerba, que anteriormente se pagaba en Buenos Aires, a ser
pagados en Asunción para costear la conformación de un ejército profesional.

Recuadro Nº 1
Gaspar Rodríguez de Francia. Un largo camino hacia el poder

José Gaspar Rodríguez de Francia nació en Asunción el 6 de enero de 1766. Su padre era de
origen portugués, probablemente brasileño. Desde su llegada al Paraguay, prestó servicios en
el ejército y también desarrolló actividades mercantiles. Su madre (María Josefa Yegros y
Ledesma) estaba emparentada con las familias más aristocráticas de la ciudad. Tanto el
origen del padre como el de la madre son datos esenciales para comprender la posición de
Francia en la sociedad Asuncena. Si bien por una parte estaba vinculado a la aristocracia, por
otra, siempre tuvo que luchar contra el estigma de mulato que le endilgaban sus enemigos
políticos en una sociedad dominada por los prejuicios de casta y en la que la pureza de sangre
era un criterio fundamental para el acceso a la actividad pública.

La posición de la familia también se manifestó en el hecho de que Francia recibiera educación


superior. Después de haber asistido a la escuela elemental de su ciudad, se trasladó a la
Universidad de Córdoba. Allí estudió primero en el Colegio Monserrat, del que fue expulsado
por problemas disciplinarios, y luego continuó sus estudios en calidad de manteísta (alumno
externo). En 1785 adquirió el título de Doctor en Teología y regresó a Asunción, donde la
posesión del título era muy importante en vista de la escasez reinante de académicos. Siembre
se ha enfatizado la cultura de Francia en comparación con la de otros caudillos de su tiempo y
también se repite una y otra vez que su biblioteca, que contenía unos trescientos volúmenes,
era el mayor tesoro cultural del Paraguay.

A pesar de su formación teológica, Francia no quiso dedicarse a la carrera eclesiástica e


intentó ejercer la docencia en el Seminario de San Carlos, actividad en la que tuvo problemas
por su actitud anticlerical. Llevó a cabo un pleito por la ocupación de una cátedra y, luego de
haber ganado, decidió retirarse en 1792. Entonces se dedicó a la práctica de la abogacía, lo
que era posible porque, en el Paraguay, la falta de abogados le permitía actuar como jurista a
cualquiera que tuviese educación superior. En 1798 intentó por primera vez entrar en la arena
política pero fracasó ante la estructura de poderes del cabildo, que por entonces estaba
dominada por los españoles peninsulares. En 1808, en cambio, la situación internacional y sus
repercusiones en la política del Virreinato del Río de la Plata harían posible que Francia
fuese elegido como alcalde de primer voto.

Sandra Carreras. El Camino solitario de José Gaspar Rodríguez de Francia hacia una Arcadia Sudamericana en
Pensiero e Azione del Dr. Francia, Aspetti di Direito Pubblico. Consiglio Nazionale delle Ricerche Progetto Italia-
America Latina, Roma Settembre 1991.

El nuevo Gobierno

El nuevo gobierno emergido de este Congreso se enfrentó desde el mismo


momento de su constitución con dos problemas graves, uno, en lo externo, la
política anexionista de Buenos Aires, y en lo interno, la agresiva posición de los
españoles que no admitían haber perdido el poder y sus privilegios.

El 20 de julio de 1811, a un mes del Congreso, la Junta Superior Gubernativa del


Paraguay envió una Nota-correspondencia en la que expresaba lo resuelto en el
Congreso referido a la Confederación con Buenos Aires, que la Provincia del
Paraguay por "si misma y a esfuerzos de su propia resolución, se ha constituido
en libertad y en pleno goce de sus derechos; pero se engañaría cualquiera que
llegase a imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno y hacer
dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada habría adelantado, ni
reportado otro fruto de sus sacrificios, que el cambiar unas cadenas por otras y
mudar de amo". De esta manera, el Paraguay planteaba de manera meridiana la
voluntad de su independencia y declaraba que todo trato con Buenos Aires se
haría como paso previo del reconocimiento de la independencia paraguaya.

El 28 de agosto respondió la Junta Superior Gubernativa de Buenos Aires


reconociendo la independencia paraguaya. Una delegación compuesta por
Manuel Belgrano y Vicente Anastacio de Echeverría en representación del
gobierno porteño se avecinó, en octubre, a Asunción. Esta delegación firmó un
Tratado, el 12 de octubre de 1811, que ratificaba la independencia paraguaya,
"Por consecuencia de la independencia en que queda esta provincia del Paraguay
de la de Buenos Aires, conforme a lo convenido en la citada contestación oficial
del 28 de agosto último, tampoco la Exma. Junta pondrá reparo en el
cumplimiento y ejecución de las demás liberaciones, tomadas por esta del
Paraguay en Junta General" (art. 5º).

El mismo Tratado reconoció viejas reivindicaciones paraguayas como la


extinción del estanco del tabaco, el derecho de alcabala, el peso de sisa y arbitrio
que cobraba el puerto de Buenos Aires por cada tercio de yerba que exportaba
Paraguay. Sin embargo, un articulado secreto autorizó a Buenos Aires, en caso de
necesidad de "fijar un moderado" impuesto sobre los productos paraguayos.

Recuadro Nº2
El ideario de Mayo

El 6 de enero de 1812 fue lanzado un manifiesto firmado por Fulgencio Yegros, Pedro Juan
Caballero y Fernando de la Mora, que pudiera resumir el ideario de un sector de los hombres
de mayo con excepción de Francia. En lo político proclamaba la vigencia de los derechos del
hombre y del ciudadano, explicaba la necesidad de una Constitución para el Paraguay y
lanzaba la tesis de una gran federación hemisférica, fundada en la libertad económica y la
fraternidad americana; y en el plano socioeconómico auspiciaba la extensión de la propiedad
privada al mayor número de personas, el librecambismo, la libertad económica globalizada y
el comercio irrestricto dentro del país y con todos los pueblos del mundo.

Manuel Pesoa, La revolución de mayo de 1811, en Cuaderno Conmemorativo de la Independencia Nacional, Vice-
presidencia de la República, 1998, pág. 110

Conflictos de Francia con la Junta Superior Gubernativa

José Gaspar de Francia, cuyo paradigma fue muy diferente al de los demás
próceres de mayo -quien ya había planteado ideas muy radicales en el Cabildo
abierto del 24 de junio de 1810, según todas las versiones tenía un carácter
autoritario por lo que de manera casi permanente tuvo conflictos con uno u otro
miembro de la Junta Superior Gubernativa- había encontrado la manera de
manifestar su descontento retirándose, de tanto en tanto, del seno del gobierno.

La Junta Superior Gubernativa estaba compuesta por representantes de sectores


que jugaron un rol en el proceso revolucionario. Por supuesto que cada sector
suponía intereses diferentes y hay veces contrapuestos en lo que respecta a la
tarea superior del gobierno, la independencia del país. El primero de agosto de
1811 Francia se retiró del Gobierno y se refugió en una quinta cercana de
Asunción como protesta a la injerencia militar en los asuntos del estado. Francia
era el encargado de los asuntos internacionales, delegado electo para el futuro
Congreso General a realizarse en Buenos Aires por lo que su retiro causó un
impacto muy grande dentro de la propia Junta y sectores de poder. Su regreso
fue solicitado por la mayoría de los miembros de la Junta y por el máximo poder
militar, el Comandante de los Cuarteles, Antonio Tomás Yegros, quien le
escribiera el 6 de agosto de 1811. Su vuelta fue negociada por Francia de tal
forma que la Iglesia perdió su miembro dentro de la Junta y él regresó el 3 de
setiembre para volver a retirarse el 15 de diciembre, luego de haber negociado el
Tratado de Amistad con Buenos Aires, en octubre. Su retiro, esta vez, fue
directamente debido al no acatamiento militar a la autoridad civil de la Junta.
Francia desde su retiro comenzó acumulando fuerzas con un trabajo sistemático
con la clase de chacreros. Durante el año 1812 una sucesión de hechos referidos a
lo que hacía a la situación paraguaya dentro de un complejo proceso de lucha
entre el centralismo porteño y el deseo de independencia de otras provincias que
conformaron el antiguo virreynato del Plata. Los intereses de los sectores
importadores-exportadores se veían seriamente perjudicados por la política
independentista paraguaya a tal punto que comenzaron a presionar fuertemente al
gobierno paraguayo. El apresamiento de buques mercantes por los porteños,
dominantes en una de las costas y españoles que gobernaban en Montevideo, en
la otra costa y el cobro nuevamente de las contribuciones obligatorias e
impuestos que fueron dejados de lado por el Tratado de julio de 1811
demandaban de conocimientos y oficios en las relaciones internacionales que
ninguno los de la Junta poseían permitió el regreso de Francia al gobierno pero
de manera concertada con el poder militar. En adelante ningún decreto u orden
tendría validez legal sin que estuviera refrendado por Yegros, Caballeros y
Francia con lo que se dejaba casi sin ningún poder a los otros dos miembros de la
Junta que alguna forma representaba a los importadores-exportadores. Asimismo,
Francia obligó a los dos miembros militares que desde ese día, en más, las
fuerzas armadas serían divididas en dos, tanto en hombres como en armamentos,
uno responderían a los jefes militares y el otro directamente de Francia. Con ello
solucionaba la preeminencia militar en el gobierno.

El Congreso de 1813. Proclamación de la República.

El gobierno porteño envió su secretario de Junta, Nicolás de Herrera, con el fin


de convencer de que el Paraguay debía enviar representantes a la Asamblea
General convocada para realizarse en Buenos Aires. La Junta Superior
Gubernativa convocó a un Congreso General con el objetivo de dar respuesta a
Buenos Aires. Pero bien, pudiera decirse, que la Convocatoria fue una estrategia
de Francia para imponer sus ideas independentistas, por un lado y por el otro, el
de ir asegurando sus espacios de poder.

El Congreso General inauguró sus sesiones del 30 de setiembre de 1813, recibió


a Herrera, quien en su discurso arguyó la conveniencia de la unión de Paraguay
con Buenos Aires, sin que esta unión signifique el sometimiento a ella sino su
enriquecimiento en poco tiempo. Herrera, desconociendo la sicología paraguaya
y la aversión que tenía el paraguayo hacia las prepotencias y las pretensiones
porteñas, amenazó al Congreso de que si no avenían a la Unión, el Paraguay sería
considerado enemigo y que como tal no podría resistir a las fuerzas de las
Provincias Unidas. El Congreso lo expulsó del recinto de las deliberaciones y
determinó que Nicolás de Herrera trate con el nuevo gobierno que iba a
establecerse

El congreso reunido anuló el tratado con Buenos Aires de 1811, rehusó a enviar
delegados al Congreso Constitucional del Río de la Plata y declaró la
Independencia de la República del Paraguay

El Paraguay se constituyó en REPUBLICA, siendo el primer país de la región


que adoptaba esta forma de estado y como gobierno adoptó el Consulado
constituido por dos cónsules que se turnarían en el poder por período de cuatro
meses. El Congreso, asimismo, constituyó el sello de armas y dictó un
reglamento de Gobierno Provisorio, hasta que una Asamblea Nacional
Constituyente sancionase la Constitución de la República.

El 12 de Octubre de 1813 el Congreso General reunido proclamó la República y


constituyó el Consulado con un civil y un militar, siendo los titulares,
respectivamente, Gaspar Rodríguez de Francia y Fulgencio Yegros.

2. Las primeras décadas de vida independiente

La declaración de la Independencia paraguaya y al dar carácter republicano a su


gobierno profundizó la inquietud de los españoles que vivían en Paraguay. Si
bien, era un sector minoritario comparado con los criollos, no obstante poderoso
en el plano económico. La política de independencia absoluta no solo frente a
España sino de Buenos Aires ha perjudicado los intereses españoles, la mayoría
de los mismos se dedicaban al comercio de importación-exportación y al trabar
Buenos Aires el comercio con Paraguay como castigo a su rebeldía y su deseo de
independencia perjudicaba en grandes los intereses españoles.

El Consulado se vio en la necesidad de implementar una serie de medidas contra


los españoles, quienes no se sentían derrotados y mostraban ostensiblemente
"descomedimientos y desatenciones, el aire insultante con que se manifiestan sus
pronósticos de restablecer con nuestro exterminio, la esclavitud de la Provincia",
como dice un auto gubernamental. Una de las primeras medidas del Consulado
fue mandar levantar un censo de españoles e inclusive se intentó su
extrañamiento del país para "darles el destino más conveniente en las
circunstancias con el objeto de asegurar la quietud general".

Asimismo se prohibió el casamiento de los europeos con "mujeres americanas


conocida y reputada por española en lo público" y solamente lo podían hacer con
negras e indias. Tampoco podían ser padrinos de bautismos o casamientos. Estas
prohibiciones apuntaban directamente al menoscabo social.

Aparentemente estas series de medidas fueron manifiestamente resistidas por los


españoles o por los menos estuvieron en tren de conformar alguna resistencia
entre ellos por cuanto el Comandante Militar de Concepción lanzó un Bando, el
16 de julio de 1814, en que ordena que "ningún europeo sin excepción alguna se
atreva a hablar contra el Supremo Gobierno de esta República, directa o
indirectamente, soltando expresiones ofensivas y burlescas contra los que
adopten el sistema de libertad política, ni se junten a confabulaciones
sospechosas unos con otros, sino que cada uno al toque de oraciones debe
recogerse (...) bajo pena de que será expulsado y confiscados sus bienes".

Otro hecho, también de carácter político fue el rompimiento de relaciones entre el


gobierno de Buenos Aires y el oriental José Artigas, líder independentista del
Uruguay. Mientras se desarrollaba las luchas de Independencia en las antiguas
provincias de los Virreynatos del Plata y del Perú en la banda Oriental del
Uruguay los españoles habían enclavado su valuarte. Los patriotas orientales
buscaron el apoyo de Buenos Aires para su lucha que comenzó el 28 de febrero
de 1811 con el grito de Asensio. Los patriotas uruguayos reconocieron su
subordinación a la Junta de Buenos Aires que les facilitaba un respaldo. Cuando
Artigas estaba a punto de derrotar a las fuerzas de Montevideo, Buenos Aires
firma un entendimiento con el los realistas de Montevideo. Artigas se vio
obligado a un éxodo hacia tierra adentro. En 1813 Artigas envió sus delegados al
Congreso del año XIII pero éstos no fueron reconocidos por su posición
federalista en contraposición unitaria y centralista de Buenos Aires.

En esas circunstancias se produjo la rebeldía de Artigas quien abandona el sitio


de Montevideo. Artigas intentó convencer a los cónsules a practicar una política
de concertación contra Buenos Aires, pero el gobierno paraguayo prefirió una
neutralidad en este asunto. Sin embargo, la posibilidad de que el Paraguay
recupere toda la región de las antiguas Misiones entusiasmó a sectores militares
quienes se mostraron abiertamente en pro de una confederación con Artigas. El
Comandante de la división de Misiones, Vicente Antonio Matiauda, señaló a los
cónsules que era "el momento de la acción y la ocasión favorable de tomar el
resto de Misiones con que nos brinda Artigas (...) Si Ahora no lo hacemos
avanzar nuestros límites hasta donde nos haga cuenta". Al final, a pesar de estas
presiones, el gobierno paraguayo mantuvo su política de equidistancia y
neutralidad.

Si bien la titularidad del gobierno era rotativa entre los dos cónsules, la
indolencia de Yegros hizo que Francia manejara él solo el poder y no dejó de
aprovechar la oportunidad para continuar con su trabajo de ganar adeptos con las
clases criollas más desposeídas. En los últimos meses de su gobierno planteaba
directamente a sus partidarios de la necesidad de que el nuevo Congreso, a
reunirse ese año, cambiara de forma de gobierno del consulado a uno individual.

Congreso de 1814. La Dictadura Temporal de Francia

Durante el último consulado Francia fue construyendo rápidamente su ascensión


al poder unipersonal. El militar Fulgencio Yegros, hombre más bien pusilánime
sin apetencias políticas, más dedicado a la poesía y a las juergas bullangueras de
los militares, le dejó hacer. Existieron opositores al proyecto francista, incluido
algunos héroes militares de la independencia como Pedro Juan Caballero, Ignacio
Iturbe, Juan Manuel Gamarra, pero era Yegros quien tenía el mando de tropas y
él no hizo nada.

El 3 de octubre se inaugura el Congreso y el 4 comenzó las deliberaciones


perfilándose, desde ya, que el tema fundamental a discutir sería la forma de
gobierno a adoptar, si se continuaba con el consulado o, por el contrario, se
instauraba un gobierno unipersonal.

Los delgados fueron en su mayoría campesinos favorables a Francia, quien fue


elegido Presidente de la Asamblea. Pero a pesar de esa mayoría campesina nadie
pudiera asegura que la moción del gobierno unipersonal pudiera salir triunfante,
Francia, entonces, levantó la primera sesión. Al otro día, el Congreso fue rodeado
por fuerzas militares adictas a Francia como "homenaje" al Congreso pero al
mismo tiempo como "medida persuasiva" a tal punto que "se resolvió por
aclamación pública de la generalidad del Congreso, a excepción de uno u otro
individuo disidente, que el mando y el gobierno de la República que hasta el
presente ha estado en los dos Cónsules quede reunido y concentrado en el
ciudadano José Gaspar de Francia, con el título de Dictador Supremo de la
República, con el mismo tratamiento del gobierno antecedente, por el tiempo de
cinco años...", según resa en el Acto del Congreso.

La Magna reunión, asimismo, resolvió que los próximos Congresos se efectuaran


en el mes de mayo y que el próximo sería realizado en mayo de 1816. También
disminuyeron el número a 250 representantes, por lo costos que supone la
movilización de tantas personas.

El año en que Francia inició su gobierno unipersonal, como Supremo Dictador,


se enfrentó a varios problemas que hacían al aseguramiento de la independencia
paraguaya. Uno de sus decretos de 1815 hendía en el propio corazón de la
dependencia española, al nacionalizar a la Iglesia católica librándolo de "toda
interferencia o ejercicio de jurisdicción de los Prelados, o de Autoridades
extrañas de otros países" y declarándola "libres y absueltas de toda obediencia y
enteramente independientes de la autoridad de los Provinciales, Capítulos y
Visitadores generales de otros Estados, Provincias o Gobiernos". También fue
desposeyendo de cargos a religiosos españoles. Asimismo, se abolió la
institución de la inquisición.

Ese mismo año, Francia, tuvo que enfrentar el peligro de una invasión proyectada
por Artigas, quien al promocionar la creación de una confederación entre
Paraguay, la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos y la Provincia de Río Grande
do Sul en contra del gobierno de Buenos Aires, quería que Paraguay acepte esa
idea. La inflexible posición de neutralidad mantenida por Francia molestó de
sobre manera a Artigas, quien comenzó a hostigar al Paraguay, interrumpiendo el
comercio paraguayo en Corrientes, saqueando embarques de yerba y otras
anomalías, lo que obligó a Francia romper con Artigas y preparar la defensa ante
una posible invasión. Por suerte, la invasión de portugueses a la Banda oriental
obligó a Artigas a retirarse hacia esos lares para prestar defensa.

Ese mismo año convalidó un Decreto de 1812 en que se prohibía la salida de


moneda metálica del Paraguay y creó un impuesto del 8 por ciento de todo lo que
se comerciase en el interior del país. Una leva forzosa de vecinos e indios para
obras públicas, especialmente la creación y el mantenimiento de caminos, fue
instrumentada.

La dictadura perpetua

El 30 de mayo de 1816 se inauguró el Congreso Nacional con 150 diputados,


"basta cotejar la lista de asistentes de ambas asambleas para comprender como
había declinado el espíritu democrático", dice el historiador Julio César Chavez.

"A diferencia del Congreso de 1814, los militares no jugaron rol de significación
en la Asamblea de 1816, porque para esa fecha ni un solo oficial que había
vencido a Belgrano o derrocado al Gobernador Velasco permanecía en el
ejército. No existía sino una oposición de "muestra" contra el nuevo régimen",
constata el historiador norteamericano Alam White. En esas condiciones el
Congreso declara que "En atención a la plena confianza que justamente ha
merecido del pueblo el Ciudadano José Gaspar de Francia, se le declara y
establece Dictador Perpetuo de la República, durante su vida con calidad de ser
sin exemplar". Asimismo, este congreso abandona la idea de la reunión anual de
los Congresos y declara que el "Congreso General tendrá la República cada vez,
cuando el Dictador halle necesario", con lo que nunca más el Dictador perpetuo
lo "halló necesario" durante toda su vida hasta su muerte, el 20 de setiembre de
1840.

Francia al lograr la centralidad total del poder en sus manos comenzó el proceso
de construcción de un sistema político-económico y social que durante los siglos
XIX y XX fue analizado y discutido en disímiles y contradictorias
visualizaciones en interpretaciones que van desde una dictadura atroz y
reaccionaria hasta un avanzado sistema sociopolítico sin parangón en la historia.

La ignota china o la perla solitaria del sur

Paraguay, más que nunca, se convirtió, durante la dictadura perpetua de Gaspar


de Francia, en una "isla rodeada de tierra", al decir del escritor paraguayo
Augusto Roa Bastos, donde nunca fondeaba un buque. El cierre de fronteras, la
prohibición de entrar y salir del territorio paraguayo hizo del Paraguay de esos
años, en un objeto de análisis y curiosidad. Los informes de los diplomáticos de
Buenos Aires y Río de Janeiro no obviaban el tema, al contrario, le dedicaban
páginas y páginas. Tampoco los viajeros ni los grandes escritores de ambos
lados del continente dejaron de nombrar este caso atípico, en el continente.
Decenas de libros se publicaron en Europa en la misma época de la dictadura.
Pero habría de convenir que el cierre de fronteras y el aislamiento del país no
solo fue un capricho del Supremo Dictador sino resultado de un entramado
político de sus vecinos que querían subvertir la independencia del Paraguay.

El Paraguay ha sufrido siempre su posición geográfica, metido en el centro del


continente, comunicado con el mar solamente a través de la conjunción de los
ríos Paraguay-Paraná-el Plata. Durante la colonia estuvo atrapado por un
enmarañado sistema de impuestos para sus productos solo liberados al final de
ella. En la época de Independencia, en el único momento que el gobierno porteño
se abrió para dejar de percibir esos impuestos fue en el Tratado de junio de 1811,
que en verdad se cumplió muy poco.

En 1813 tras el fracaso de la Misión Herrera a lograr la anexión paraguaya a la


confederación Argentina, el gobierno porteño volvió a aplicar con todo rigor
fuertes impuestos a la yerba y el tabaco, dos de los productos de exportación más
importante del Paraguay. De esta manera se estableció el primer eslabón de la
cadena de opresión económica impuesta por Buenos Aires a nuestro país, que
duraría hasta la caída de Rosas, en el año 1852.

Pero al bloqueo de nuestro país no solo se abocaron los porteños, sino cuantos
cuadillos y gobernantes se enseñoreaban a lo largo de las costas del río Paraná,
medio e inferior. Artigas saqueó, en varias oportunidades, buques paraguayos en
Corrientes o detenido por varios meses la circulación de los mismos. Todos estos
actos tenían como objetivo principal la asfixia económica del Paraguay con el fin
de obligar al gobierno paraguayo su capitulación independentista pero también
no dejaban de ser, en su gran mayoría, actos de piratería.

Los porteños no estuvieron nunca dispuestos a reconocer la independencia


paraguaya. Los peligros acechaban permanentemente al Paraguay. Juan Martin
Pueyrredon, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
ordenó el bloqueo del comercio paraguayo en enero de 1817 y despachó a Juan
Baltasar Vargas al Paraguay para levantar a las clases altas en revuelta, con el
objetivo de conquistar el Paraguay, Artigas se lo impide. Lo que no quiere decir
que las elites políticas no pudieran estar de acuerdo con ese tipo de revueltas por
cuanto el alejamiento político y el estancamiento del comercio perjudicaban
enormemente sus intereses.

En 1820 José Gervacio Artigas, derrotado y traicionado se acercó a la frontera


paraguaya para solicitar asilo, que le fue concedido. Francisco Ramirez, el
antiguo lugarteniente de Artigas y luego de la derrota artiguista jefe de esas
tropas, intentó invadir el Paraguay, en noviembre. En respuesta a esos peligros, el
gobierno paraguayo se refugió en sus fronteras. Desde 1824 hasta la muerte del
Supremo Dictador el Paraguay se aisló casi por completo. Francia no intervino en
ninguna guerra americana. No contestaba a las misivas que los gobiernos le
envían. Nada. Envuelto en el anillo del silencio y la lejanía impidió que la
inestabilidad política, las guerras civiles que asolaron otras tierras se
enseñorearan en Paraguay. Claro que su precio fue una recia dictadura.

La Suprema dictadura Perpetua

Si bien es cierto que la el título de Supremo Dictador pudiera venir de la Roma


antigua, que en casos extremos utilizaba esta forma de figura, lo cierto es que
esta dictadura tiene más semejanza con el absolutismo moderno como forma
contrapuesta al modelo republicano democrático liberal instaurado con las
revoluciones americana y francesa, su característica fundamental es la división y
contrapeso de poderes.

Aquí el Supremo Poder era ejercido por una sola persona, de por vida, sin ningún
mínimo contrapeso a su voluntad. El Congreso jamás fue convocado desde que
fuera instaurada la dictadura perpetua ni aún en los momentos más difíciles de
peligros de invasiones o posibles guerras. Francia ejerció el control absoluto
sobre todos los aspectos del manejo del Estado, sean éstos esenciales o nimios.
Francia personalmente se encargaba del mando de las tropas, vigilaba los
ejercicios de instrucción, dirigía las operaciones militares, se ocupaba de la
contabilidad y de las finanzas del Estado, controlaba el tráfico comercial, fijaba
los sueldos de los empleados estatales, planificaba y vigilaba la ejecución de las
obras públicas y, por último, como lo demuestra los enormes folios del Archivo
nacional de Asunción, dictaba una correspondencia interminable que lo mantenía
en comunicación permanente con los comandantes de los cuarteles en la zonas
rurales. La burocracia del gobierno central era prácticamente inexistente: no
había ni congreso, ni ministros, ni tribunal supremo de justicia. La mera
posibilidad de que un solo individuo fuese capaz de controlar todo el aparato
administrativo habla a las claras de la simplicidad del mismo y de las reducidas
dimensiones del nuevo Estado. El hecho de que excluyendo al propio Francia,
prácticamente nadie dispusiese de una mínima cuota de poder pudo haber
contribuido al sostenimiento del régimen.

Es claro que el sistema de poder absoluto de Francia no se conformó de una sola


vez sino fue fruto de un largo proceso. Desde la asunción del cargo de gobierno
en la mañana del 15 de mayo hasta 1821 no fue sino la historia de las sucesivas
derrotas que infringía a sus enemigos y la ampliación de su poder. El poder
descansaba en la proto-burguesía comercial, especialmente en manos de los
españoles y algunos criollos muy ricos, en los estancieros y yerbateros, que en su
mayoría eran criollos y dos instituciones ejercían ese poder, cada uno de acuerdo
a su forma, el ejército y la Iglesia Católica. La independencia absoluta postulada
por Francia ingresaba en profunda contradicción con los intereses de los
exportadores-importadores, por lo que lo fue exterminando, como grupo
económico-social, a través de persecuciones, fuertes impuestos, cambio de
libertad por donaciones exorbitantes al fisco, etcétera. Venció al ejército
tradicional con un nuevo ejército que solo respondía a su jefatura.

Independizó y paraguayizó la iglesia rompiendo los lazos con el sistema


internacional de la Iglesia Católica para luego, suprimir las hermandades
religiosas, en junio de 1820 y en agosto de ese mismo año abolir el fuero
eclesiástico. El 30 de diciembre de 1824 secularizó a los monasterios y confiscó
sus tierras. En esa misma fecha decretó la abolición del Cabildo de Asunción, por
cierto ya sin ningún poder, pero sin embargo, era rémora de algún otro poder que
no fuera el suyo.

En 1820 con el descubrimiento de un supuesto complot exterminó la última


resistencia. La llegada de un emisario de Buenos Aires, Valta Vargas, enviado
por el director Juan Martín de Pueyrredon a fin de buscar concitar una revolución
en favor de Buenos Aires, aprovechándose del descontento de las grandes
familias paraguayas.

Un complot para asesinar al dictador el viernes santo de 1820 fue descubierto el


28 de marzo de ese año por la confesión hecha por unos de los complotados
quien es obligado por el sacerdote a denunciar el acto de magnicidio. Un testigo
de la época dicía que Francia mandó prender a todos a quienes el confesante
había denunciado, entre ellos su antiguo colega Don Fulgencio Yegros; al mismo
tiempo hizo doblar las guardias de la capital y anduvo personalmente de patrulla
por las calles varias noches seguidas. Impartió órdenes sus comandantes del
campo que ejercieran la más severa vigilancia para contrarrestar el complot.

Recuadro Nº 3
Francia después de la conspiración de 1820

"Esta conspiración le hizo a Francia mucho más inaccesible: desde entonces no


veía más que traidores y conspiradores en cuantos querían acercársele.
Desgraciado el hombre que encontraba a su paso, pues su pena inmediata era una
cárcel o un presidio: el dictador todo lo castigaba, tanto el accidente más leve,
como la falta menos prevista; en términos que habiéndose un día espantado su
caballo porque vio en la calle un tonel viejo, mandó prender al dueño de la casa
ante cuya puerta estaba el tonel. Como las declaraciones del delator le dieron a
conocer que los conjurados habían decidido asesinarle cuando saldría a pasearse,
le pareció que las calles angostas y tortuosas de la ciudad, bien así como los
naranjos que en ellas había, eran a propósito para facilitar semejante intento, por
lo mismo las mandó derribar, y cortar la mayor parte de los árboles sin ninguna
consideración a la sombra que proporcionaban, tan útil en medio de las arenas
ardientes de la capital; hizo derribar las fachadas de casas y casas enteras, tanto
para abrir nuevas calles como para ensanchar las antiguas: pero pronto observó
que, para formar la ciudad con alguna regularidad, necesitaba un plan, y como no
lo había fijado, desaprobó el empleado que había hecho ejecutar aquellas
demoliciones, y precisó a los propietarios a levantar de nuevo las fachadas que
había mandado derribar (...) Por lo que respeta a los conjurados, por el momento
se limitó a retenerlos presos, y confiscar sus bienes, pero mandó arrasar la casa en
donde habían tenido sus reuniones"

Rengger, Johan Rudolf. "Ensayo Histórico" en Rengger, Rudolf; Carlyle,


Thomas y Demersay, Alfred "El Doctor Francia", El Lector, 1987, págs. 59-61.

Un año después de este supuesto complot fue descubierta una también supuesta
carta del caudillo oriental Ramirez, que en ese tiempo ya había falleciso y a
quienes estaba supuestamente dirigida, estaban desde hacía un año en prisión.
Esta hipotética misiva fue el pretexto de mandar fusilar a unas decenas de
patriotas de la primera hora de la independencia y mantuvo en prisión a
demasíadas gente. Algunos solo lograrían su libertad a su muerte en setiembre de
1840. Después de esta historia no se ha conocido otra represión. La resistencia
interna había desaparecido.
Recuadro Nº4
Fulgencio Yegros

El 17 de Julio de 1821 fue pasado por las armas, al pie del solitario naranjo que
se alzaba en un baldío contiguo al edificio del cabildo, el brigadier Fulgencio
Yegros, uno de los próceres de la independencia del Paraguay, tras de haber sido
bárbaramente flagelado en la "Cámara de la Verdad". Se dice que José Gaspar de
Francia presenció con glacial impasibilidad, desde la galería exterior de la Casa
de los Gobernadores, la ejecución de aquel gallardo militar y romántico
abanderado de la libertad, con cuya familia se hallaba emparentada la suya con
vínculos de sangre, pues madre del Dictador Perpetuo fue doña María Joséfa
Fabiana Velasco y Yegros. Antes había cargado con sus propias manos los
fusiles y escogido los tiradores por razones de economía, sólo debían emplearse
tres proyectiles por reo. No hay noticias de que fuera pena de la vida excederse
en la ración de pólvora, pero a buen seguro respondería el culpable ante El
Supremo por su falta de puntería. Tampoco hay memoria de que los reos fueran
confortados con los auxilios de la santa religión y la bendición papal; don José
Gaspar no era pródigo de facilitar pasaportes, ni siquiera a quienes emprendían el
viaje sin retorno.

La feroz represión alcanzó asimismo a otros próceres, ejecutados, confinados o


encarcelados; en aquellos buenos o malos tiempos, no se había inventado aún el
destierro como arma expeditiva y relativamente piadosa de la represión política.
Pedro Juan Cavallero, con la pagana elegancia de un patricio romano, prefirió
quitarse la vida en su celda, luego de garabatear en la pared una apocalíptica
frase (...) Entretanto apenas si daban abasto todas las herrerías de Asunción para
forjar los trescientos pares de grillos que demandaban las exigencias del caso.
Francia y nadie más fue -todo en uno- querellante, juez de instrucción, agente del
ministerio fiscal, magistrado de sentencia sin apelación posible, carcelero,
inquisidor y verdugo del proceso incoado a los patriotas. Designar defensor
hubiera sido pérdida de tiempo.

Arturo Bray. Hombres y épocas del Paraguay

La economía del régimen

La economía paraguaya estaba basaba desde el tiempo de la colonia en la


explotación y el comercio de la yerba mate. En 1816 las exportaciones
ascendieron a 391.233 pesos, de los cuales el 74,10% correspondía a la yerba
mate y el 21,21% al tabaco. La producción de yerba mate se sotenía através de un
complicado sistema que en el que intervenían desde el exportador-capitalista
hasta el "conchavado" para extraer y elaborar la yerba mate en los impenetrables
bosques. El tabaco, en cambio, lo producía el pequeño agricultor. Tanto el
tabaco como la yerva han funcioando en algunas épocas como moneda de
cambio.

En 1839 el total exportado era de 26.165 pesos, la participación de la yerba del


53,12% y la del tabaco del 29,68%. Estas cifras confirman la noticia repetida
hasta el cansancio de que durante el gobierno de Francia el comercio exterior
disminuyó en forma notable. La disminución del tráfico comercial combinada
con ciertas medidas del gobierno provocó una relativa diversificación económica,
muy notoria en el rubro de la producción textil y de alimentos.

Es indudable que la economía de la época de Francia no dependía solamente de


su actividad comercial, que estaba centrada en el estado, sino en la perspectiva de
una producción autosuficiente, tanto en la producción de bienes y servicios sino
de comestibles.
Como consecuencia de las confiscaciones hechas a la Iglesia y a los enemigos del
régimen, el Estado disponía de una enorme cantidad de tierras. Casi todo el
territorio era del estado. Sin embargo estas tierras no fueron distribuidas a los
campesinos para su producción sino que les fueron alquiladas. De esta forma no
formaba una clase social de campesinos libres, sino siempre dependiente del
estado.

Las que no fueron adjudicadas de ese modo, eran explotadas directamente por el
Estado, bajo la denominación de Estancias de la Patria. Se dedicaba
fundamentalmente a la cría de ganado, pero también producían trigo, algodón,
tabaco y yerba. Gran parte de los suministros del ejército provenían de estas
explotaciones.
El mejor resumen de la administración económica del Dr. Francia es acumulación
lograda por el Estado que en 1918 contaba con 91.876 pesos y en 1840, con
385.430. Si se tiene en cuenta que durante esos años las deudas de los nuevos
estados latinoamericanos no hacían sino crecer continuamente, resulta evidente el
hecho de que el Paraguay de Francia no solo en lo político había seguido un
camino muy distinto al de las demás repúblicas hispanoamericanas sino que lo
económico como social también lo fué.

2.2. La apertura de Carlos Antonio López

A la muerte de José Gaspar Rodríguez produjo un vacío de poder. La máxima


representación de ese poder absoluto había muerto y el sistema no preveía
sucesores ni continuadores. La persona del dictador era la substancia misma del
poder, desaparecido éste nadie podía reemplazarlo ni en la representación ni en el
ejercicio absoluto de ese poder. Por un tiempo se desató una crisis de
gobernabilidad. El mismo día de la muerte, el 20 de setiembre de 1840, muchos
de los más cercanos al Dictador se sintieron sus herederos. Policarpo Patiño, el
fiel de hechos del dictador intentó ocupar el vacío dejado por el dictador pero al
mismo tiempo el Juez ordinario Manuel Antoñio Ortíz también pretendió lo
mismo. Al final los comandantes de los cuarteles de Asunción definieron la
situación conformando una Junta Provisional, presidida por el Alcalde Ortiz y los
comandantes de los cuatro cuarteles de Asunción, quedando como secretario de
esa Junta, Patiño. La Junta debía convocar, en la brevedad, un Congreso pero la
Junta comenzó a mostrarse remisa a dicha convocación por lo que el 22 de enero
un golpe militar comandada por el sargento Romualdo Duré destituyó a la Junta e
instauró un triunvirato integrado por José Medina, José Gabriel Benítez y José
Domingo Ocampos.

Para ese entonces se había acercado a Asunción, desde su auto confinamiento en


su establecimiento, Carlos Antonio López, un abogado que a principios de la
dictadura se había retirado a su establecimiento ganadero en Villa del Rosario.
Desde su propiedad en Trinidad siguió atentamente el curso de los
acontecimientos.

López, que tenía una educación excepcional en relación de los otras personas
cercanas al poder, comprendió muy rápidamente que si buscaba lograr espacioes
de poder debía aliarse aliarse con algún militar. López logró entablar relaciones
con el subteniente Mariano Roque Alonso del Cuartel de San Francisco. Si bien
el nuevo gobierno convocó a un Congreso para el 19 de abril en Asunción, López
indujo al subteniente Alonso a realizar un golpe de estado el 9 de febrero de 1841
para derrocar al triunvirato en el ejercicio del poder. Como resultado directo de
ese golpe se creó la Comandancia General de Armas, siendo ungido para el cargo
Alonso y como secretario de ese nuevo gobierno provisional, Carlos Antonio
López. Este se destaca no solo por sus luces, que contrastaba grandemente con la
opacidad de los militares y otros funcionarios de gobierno, sino por una
capacidad política poco común. El nuevo gobierno adelantó la fecha de la
realización del Congreso para el 12 de marzo de 1841. López desarrolló una
actividad política como para lograr que ese Congreso lo tuviera en cuenta y sin
duda que lo tuvo.

El Congreso de 1841

El Congreso reunido en Asunción, en el Templo de San Francisco, bajo la


presidencia de López, quien desde ese puesto podía controlar el desarrollo del
Congreso si se éste se avenía a un proceder no acorde a sus planes. "Al iniciarse
la sesión, dice Julio César Chavez, el diputado por Barrero Grande y prócer de
Mayo, Juan Bautista Rivarola, pidió se diese fin al personalismo y se dictase una
constitución cuyo proyecto presentó. Carlos Antonio López, desde la presidencia
de la asamblea se opuso manifestando que no era el momento apropiado y que lo
que el país necesitaba era un poder fuerte. Al mismo tiempo el batallón que
prestaba guardia de honor comenzó a hacer evoluciones alarmantes, por lo cual
Rivarola y sus partidarios tuvieron que ceder".

El Congreso decidió crear un nuevo gobierno cívico-militar. Se volvió a la forma


de consulado, como 1813, siendo el nominado como cónsul militar a Mariano
Roque Alonso y como cónsul civil Carlos Antonio López por tres años. Se
autorizó la iniciación de relaciones con los países vecinos y se dispuso la
formación del cuerpo Municipal.

Existe consenso entre todos los historiadores y testigos presenciales que Alonso
se ocupó solamente de lo militar mientras que López fue el verdadero
gobernante, quien implementó una serie de medidas conducentes a una tendencia
modernizadora en el aspecto económico y aboliendo las prácticas más bárbaras
de la dictadura francista como la pena de tormento y la confiscación de bienes.
Sin embargo, en octubre es confinado de por vida, Marino Antonio Molas,una de
las inteligencias del país y ex-congresista de 1813, prisionero de Francia por más
de veinte años.

López auspició, como medida urgente de su gobierno, la creación de una


Academia Literaria, primer instituto de enseñanza secundaria de la época, que fue
inaugurada el 9 de febrero de 1842 con la asistencia de 149 alumno. Por la misma
fecha dispuso la reconstrucción de la Catedral y otras iglesias con miras,
evidente, de ganarse el apoyo de la Iglesia Católica.

La apertura hacia otras naciones

La política porteña y de otros países ribereños que obligaron al Paraguay a


encerrarse dentro de sus fronteras no había variado en mucho en lo que hacía al
gobierno de Juan Manuel Rosas, en Buenos Aires.

López sabía que esa lucha de reconocimiento de la Independencia paraguaya por


el gobierno argentino pasaba por el reconocimiento de otras naciones más
poderosas que la Argentina. Por lo que necesitaba de una Declaración Oficial de
Independencia del Paraguay. El Congreso de 1813 había declarado la República,
asumiendo la independencia paraguaya, pero no existió un documento oficial, un
texto fundamental que se refierea a la Declaración de la Independencia. La
Argentina seguía teniendo al Paraguay como "Provincia del Paraguay". Los
Cónsules convocaron a un Congreso Extraordinario para "renovar y ratificar" de
modo solemne la Declaración de la Independencia para el 25 de noviembre de
1842 "Nuestra Independencia de hecho es la base fundamental de nuestras
libertades, y adonde debe sostenerse para siempre el edificio político de nuestra
asociación republicana. Es tiempo que entre los astros de nuestra libertad se
registre un monumento eterno en que (la) declaréis explícitamente (...) La
República, entera la reclama con entusiasmo, y es justo satisfacerla, declarando
solemnemente la independencia de nuestra República del Paraguay", decía la
convocatoria para el Congreso.

La Declaración oficial aprobada por el Congreso dice que "La República del
Paraguay en el río de la Plata es para siempre de hecho y derecho una nación
libre e independiente de todo poder extraño. (...) Nunca jamás será el patrimonio
de una persona o familia." La misma declaración estableció la obligatoriedad de
los juramentos de las autoridades a defender la independencia e integridad de la
República. Asimismo fueron aprobados la bandera, sellos y demás símbolos de
la nación paraguaya.

Este Congreso en realidad respondió a la urgente necesidad de organizar el


estado. Aprobado el acta de independencia se trató de la organización judicial,
especificando jueces y fijando fueros y procedimientos. Asimismo se proclamó
"libres los vientres de las esclavas" desde el 1º de enero de 1843. Los libertos
servirían a sus patrones hasta la edad de 25 años para luego ser libres de toda
propiedad.

La lucha por el reconocimiento de nuestra independencia

En tanto que se organizaba el nuevo Estado no se dejaba de lado la movilización


del Estado para el logro del reconocimiento de la l aindependencia. La
declaración de Independencia fue enviada a los gobiernos de Buenos Aires,
Brasil, Chile, Bolivia, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y el Vaticano. El
primer país en reconocer la independencia paraguaya fue Bolivia cuya
Convención Nacional reunida en Sucre en junio de 1843 decretó que "La Nación
boliviana reconoce la Independencia y Soberanía de la República del Paraguay y
la felicita por su pronunciamiento registrada en acta del 25 de noviembre de
1842". En tanto que las negociaciones con el gobierno porteño no dieron iguales
resultados. Por largos meses las negociaciones fueron negativas para la
independencia del Paraguay. Recién la Argentina reconocería la independencia
de Paraguay después de la caída del dictador Juan Manuel Rosas, en 1852,
mientras otros estados latinoamericanos y europeos fueron reconociendo la
independencia paraguaya.

En octubre de 1842 un enviado confidencial de la Reina de Inglaterra llegó al


Paraguay. Robert Gordon, primer attaché de la legación británica en Río de
Janeiro, quien realizó su largo viaje acompañado por dos compatriotas suyos, vía
Uruguaya y Misiones por no serles permitido un viaje por el río Paraná pese que
a un pedido especial del ministro británico en Buenos Aires. Si bien la misión de
Gordon no revestió carácter oficial tenía la tarea de relevar datos sobre el
Paraguay para el Gobierno de su Majestad con miras a un relacionamiento
diplomático posterior. El gobierno no se resolvió a concretar tratados
comerciales, por considerarlos aún extemporáneos y por dudar que Gordón
trajese representación oficial. Un año más tarde, como respuesta a la
correspondencia enviada a su Majestad Británica, conteniendo al Declaración de
la Independencia paraguaya, el Ministro Plenipotenciario Británico se
congratulaba al gobierno paraguayo por la ratificación de su independencia. En
1845 el representante británico en Montevideo prometía el envío de un ministro
representante a Asunción.

Diferentes negociaciones con Francia, Austria, El Vaticano, Cerdeña y otros


países europeos conllevaron a la declaración de la Independencia paraguaya por
esos países. En cambio, a pesar de los diferentes esfuerzos, solamente después de
la caída de la dictadura de Juan Manuel Rosas, en la Argentina, que comenzó a
dar sus frutos. En 1853 todavía no hubo ningún representante extranjero, sin
embargo fueron llegando enviados especiales para el reconocimiento de la
Independencia y firmas de Tratados. El 4 de enero de 1853 el representante de su
Majestad Británica reconocía solemnemente al Paraguay. Lo mismo habrían
posteriormente el Reino de Cerdeña, de Francia, y los Estados Unidos de
América. Con estos reconocimientos y con la firma de Tratados de libre
navegación de los ríos, Paraguay rompió su aislamiento e inauguró una nueva
etapa como República Independiente.

Un gran avance para avanzar en la apertura paraguaya al mundo internacional fue


la misión paraguaya a Europa, encabezada por Francisco Solano López, como
Ministro Plenipotenciario ante las naciones europeas. Llevaba como misión
especial la de agradecer a cada una de las potencias el reconocimiento de la
independencia de Paraguay, ratificar Tratados y de contratar técnicos, adquirir
buques y maquinarias industriales. Fue Inglaterra la que más se benefició con las
compras y la contratación de técnicos.

En Inglaterra fue recibido por la Reina, en Francia por Napoleón III, en Cerdeña
por el Rey Victor Manuel III, por Secretario de Estado del Vaticano. Con el
único país con que no puso concretar relacionamiento fue con España. Esta visita
también fue el inicio de la apertura de representaciones paraguayas en Europa y
del envío de representaciones consulares a Asunción.

Es así que después de la muerte del dictador Rosas, en 1952, que los esfuerzos de
López se fue haciendo realidad. Ya en 1845 se había propuesto lograr la libre
navegación de los ríos y la Paz, mediante Tratados de amistad-comercio como
parte de su Programa de Gobierno, que en diciembre de 1845 anunció desde "El
Paraguayo Independiente". Si Francia, salvaguardando la Independencia nacional
se vio obligado a cerrar toda comunicación con el exterior, López con el mismo
propósito lo abre y busca denodadamente romper el aislamiento. Para tal efecto
en mayo de 1845 decretó la igualdad con otros Estado, la libertad de ingresar al
país y de comerciar. Con relación a los extranjeros: exención del servicio militar,
libertad de cultos, libre disposición de bienes. En 1844 el Brasil reconoció la
Independencia Paraguaya y el Uruguay en 1845. El reconocimiento de Argentina
de la Independencia del Paraguay y la firma en junio de 1852 de un tratado de
navegación y límites con la Argentina se constituye en el salto cualitativo del
proceso de apertura y de la implementación de una política de "progreso"
planteada por López para el Paraguay.

La formulación de la forma del estado

El 13 de marzo de 1.844 se inauguró el Congreso General en Asunción, capital


de la República con la asistencia de 300 diputados. Este Congreso aprobó una la
"Ley de Administración Política del Estado, conocida como “Constitución de
1844” presentada por López. Esa Ley cambiaba la forma del gobierno paraguayo
pasando a ser el titular un presidente de la República, elegido por el Congreso
por diez años. Asimismo López hizo aprobar un Consejo de Estado. Fueron
elegidos Carlos Antonio López, presidente de la República y como miembros del
Consejo, un prelado diocesano Pbro. Marcos Antonio Maíz, el Juez superior de
apelaciones, J.J. Alvarenga, el juez de los civil y tres Ciudadanos, Mariano
Roque Alonso, H. Quiñonez y Juan Manuel Alverez. Si bien este Consejo, no
era un Consejo de Estado propiamente dicho pero servía a los efectos
demostrativos externos. La emergencia de la institución de secretarios de Estados
aparecerá recién en 1855. Hasta esa fecha todo el sistema organizativo y
ejecutivo del Poder Ejecutivo estaba concentrada en López.

De hecho, el gobierno de López, si bien desechaba el aislamiento internacional y


planteaba una política más distendida no dejaba de ser un gobierno fuerte donde
la libertad individual y los derechos políticos estaban muy sesgados. La
administración de Carlos Antonio López, durante los 22 años de su permanencia
tuvo diferentes momentos. En una primera etapa, se caracterizó por el de asegurar
la independencia paraguaya y el de obtener la libre navegación de los ríos. En un
segundo momento, la de crear las bases de un progreso sustentable. Así en su
mensaje de 1854 decía, el primero después del reconocimiento argentino de
nuestra independencia y del aseguramiento del libre tránsito de los ríos Paraguay
y Paraná que "El futuro de la República es más halagüeño y lisonjero. El riesgo, y
los males de una invasión han desaparecido: una esperanza muy fundada de larga
paz, y tranquilidad ha sucedido a la inquietud general: los trabajos comienzan a
tomar actividad y extensión: nuestro río es surcado por numerosas
embarcaciones, nuestros puertos animados por un movimiento, que estimula a
nuevos trabajos...".
Asimismo, en el mismo mensaje de 1854, exponía, frente los primeros escarceos
de oposición paraguaya, manifestada sobre todo entre la gente exiliada en la
Argentina, que el sistema político paraguayo respondía a las características
propias del Estado paraguayo, que saliendo de una larga dictadura y encierro,
necesitaba de una período de ensayar instituciones nuevas sin cambios radicales
que pudieran perjudicar todo el proceso. "Entre el despotismo y la tiranía de un
lado, que detesta todo hombre de corazón bien puesto y de cabeza fría, y entre
una libertad racional que civiliza, morigera y hacer prosperar los Pueblos, hay un
abismo; todos los pueblos que ha querido saltar ese abismo de un salto y pasar
repentinamente de una extremo a otro han caído en él. Ese abismo se pasa a pie
firme, y sin temor de precipitarse en él, si se tiene la precaución de llenarlo poco
a poco, y gradualmente" por lo el gobierno paraguayo tomó "...todas las
instituciones que han formado durante el período que ha ejercido el poder no
podían considrarse sino como privisorias, como expedientes de ensayos para
empezar a reguilarrizar de algún modo el orden adminsitrativo hasta ver lo que la
esperiencia ha mostrare de perjudicialo útil...".

Carlos Antonio López estaba convencido que las calamidades políticas en las
demás repúblicas sudamericanas se debía a la aplicación de un deseo
"inmoderado de libertad". En todas ellas "apresuraron a establecer
Constituciones, "teoricamente perfectas (...) basadas sobre los principios más
luminosos y encierran las ideas más elevadas, justas y liberales; todas otorgan a
sus ciudadanos amplios e importantes derechos políticos; todas garanten los
derechos primordiales del hombre, su libertad, su propiedad, su seguridad, y su
igualdad ante la ley; todas están marcadas con el sello de permanencia e
inmutabilidad; todas han debilitado la autoridad y, creyendo hacer difícil el
despotismo, no han hecho más que facilitar la anarquía. Ninguna de esa nuevas
Repúblicas han escapado a un despotismo, más o menos frecuentes". Por lo que
la gradualidad impuesta por el Estado paraguayo ha demostrado ser la más
eficiente herramienta política para el progreso, seguía sosteniendo en su mensaje
de 1854.

El Progreso y no la libertad es el axioma de López

Para López el progreso estaba emparentado con el desarrollo de las "artes,


ciencias e industria". Debido a la falta de preparación del pueblo para enfrentar
los nuevos desafíos del progreso se debía aprovechar las experiencias europeas,
por ende, admitir la tecnología y sus operadores, es decir extranjeros. (en un país
muy desconfiado de lo "extranjero"). En 1854, asegurada de alguna manera la
independencia del país, López en su mensaje al Congreso se refirió al "progreso
del país". La "libertad civilizadora" estaba fundamentada en los "derechos civiles
de la nación" de "una nación autosuficiente y progresista". Es decir el Progreso
no estaba asentado sobre la libertad individual sino en la de la nación dentro del
conglomerado internacional.

López tenía confianza que "la seguridad y confianza que inspiran los hábitos y
caráter del pueblo apraguayo (...) atraerían irrestiblemente capitales artesanos,
hombres industriosos, agricultores inteligentes que extenderán y aumentarán la
riqueza pública, porque todos encontrán facilidad de adquirir en un país tan feroz
y tan nuevo; todos tendrán seguridad de conservar y certeza de transmitir lo que
hubieran adquirido.", según reza el mismo mensaje.

Pero asimismo creía que el ciudadano paraguayo, si bien poseían ésos hábitos, no
poseían la iniciativa como para liderar el proceso. "Si en algunos países casi todo
lo hace el espiritu público de empresas y asociación", en cambio en el Paraguay
"...hay que esperarlo todo de la acción de los gobiernos, que por lo mismo son
Gejes y Guías de la Nación" por lo que para ese fin resultaba necesario "un poder
fuerte, ilustrado y prudente".

En ese sentido, el gobierno lopista, suplantó la ausencia de una burguesía como


estamento social y el Estado ocupó su lugar. En 1855, Carlos A. López aceleró el
progreso transformador del Paraguay a través de la contratación de técnicos
extranjeros, del trabajo público obligatorio. Dos hechos contradicctorios, la
contratación de la mejor tecnoclogía y los obreros extranjeros, en cambio
obligaba a los paraguayos a servicios gratuitos como el del trabajo público
obligatorio.

Una resumen panorámico de la época dice que un gran número de técnicos


europeos -en su mayoría ingleses- colaboraban en el desarrollo nacional.
Ingenieros, arquitectos, médicos, farmacéuticos, marinos y militares cumplían
una labor intensa. La capital cambió de aspecto y se construyeron muchos
edificios públicos y privados. Durante el gobierno de López aparecieron varias
diarios como el "Semanario", el "Eco del Paraguay", o revistas como "Aurora" y
por orden del gobierno se publicaron varios libros relativos a la historia
paraguaya. La enseñanza estaba "en general biena tendida por institutos oficiales
y colegios privados". Fueron enviados jòvenes becarios para cursar estudios
superiores y técnicos.

En el valle de Ybycuí, en 1850, al pie de la Cordillera, con el arribo del ingeniero


fundidor Henrry Godwin, se creó la primera fundición de Hierro del Paraguay, la
cual posteriormente se convertiría en un complejo industrial de respetable
envergadura para la época. Se instaló el ferrocarril, uno de los primeros en
sudamérica, que recorría unos 74 kilometros de extensión con intensión de seguir
construyendo rieles, ya de fabricación nacional, hasta llegar a la frontera con la
Argentina. Se adquirieron una flota de barcos de ultramar y de río. Se instalaron
astilleros de donde salieron buques para satisfacer la creciente demanda. Se
crearon escuelas superiores.

Al final del gobierno de Carlos Antonio López hubo muchos cambios en la


República desde la muerte del dictador Francia. La historia tradicional el
gobierno de López fue de un acelerado proceso de desarrollo nacional. Un gran
salto. La nueva historiografía con una visión más crítica plantea el análisis desde
otra perspectiva. En ese sentido, la antropóloga Bratislava Susnick plantea que
"es inegable el progreso material del Paraguay bajo el gobierno de C.A. Lópz,
siendo éste abiertamente estatizado; el progreso era esencialmente un
"transpalante -"adquisición de máquinas y hombres"-. con una definida
proyección de formar una república "civilizada", un país poderoso en su
independcia socioeconómica y un estado de prestigio sociopolítico en el exterior.
López -y sus consejoros extranjeros-, no creía que el pueblo fuera capacitado
para gobernarse, debiendo pasar previamente por una "emancipación
regeneradora".

2.4. La presidencia de Francisco Solano López

En la madrugada del 10 de setiembre de 1862 a consecuencia de una prostatítis


crónica y de la gota que padecía, falleció el Presidente Carlos Antonio López.
Asumiendo la presidencia, el Vice-Presidente de la República, Francico Solano
López, quien fuera nombrado su sucesor por el propio Carlos Antonio, su padre.

El 16 de octubre de 1862, por aclamación gneral del Congreso, se ratifica el


cargo de Presidente de la República por espacio de 10 años al Brigadier General
Francisco Solano López, si bien existió una pequeña oposición que deseaba
nombrar al hermano de Francisco, Benigno López. Al asumir el gobierno en un
Manifiesto al Pueblo Francisco Solano López expuso los lineamientos de su
gobierno en el que señalaba que "El patriotismo y la unión de todos los
habitantes de la nación me dejan esperar que la República del Paraguay
consumirá, un día, la obra de su regeneración política". Según Susnick, el ideario
de esta regeneración política significaba para López construir un país de prestigio
internacional, "la tercera fase del Paraguay Independiente trazado por los
gobernantes autocrátas". El hecho de ser militar cooperó de alguna manera en el
crecimiento de las fuerzas armadas y la posibilidad de ir construyendo en el
pueblo ese fantatismo hacia su persona que durante la guerra su figura se
transformará en la patria misma.

En la misma medida que el Paraguay se iba abriendo al mundo y la llegada de


técnicas y costumbres europeas también llegaban ideas liberales que al final hizo
nacer y crecer una oposición al sistema autocrático de gobierno. La oposición
que ya se venía manifestando en las clases altas y en el extranjero no mermaron
con el nombramiento de Solano Lópz, al contrario, se agudizaron por conflictos
emergentes dentro de la misma familia López. El 4 de diciembre de 1862 se
descubrió un plan subversivo y son apresados el Padre Fidel Maíz y el Presidente
de la Suprema Corte, a quienes se los condena a cinco años de prisión y sufrió
penas de confinamiento Benigno López, por "sus ideas liberales". En los años
siguientes aumentará esta oposición con el inicio de la guerra.

2.3. El problema de Límites con Brasil y Argentina

Las permanente contradicciones entre los países del Plata herederos del viejo
virreynato entre ellos mismos debido a la política absorvente del gobierno
porteño, que no recocía otra independencia que no sea el lo tenga como centro,
por un lado y por el otro el viejo, expansionismo portugués primero, brasileño
después. Indudablemente que intereses extraregionales como los ingleses,
franceses y americanos no dejaban de dejar su impronta en las sucesivas
escaramuzas, guerras regionales, enfrentamientos entre unitarios y conferederales
en la Argentina. A más de las diferentes alianzas caudillistas entre los diferentes
estados o países que componían la región del Río de la Plata.

Las relaciones entre el Paraguay, la Argentina y el Brasil ya estaban tensas desde


antes de la muerte de Don Carlos. El 6 de abril de 1862 vencía el plazo fijado por
el Acuerdo Berges-Paranhos para determinar los límites. El Brasil estaba muy
agresivo en la penetración de nordeste paraguayo, zona muy rica en yerbales. El
problema se agudizó aún más con la llegada al poder del partido liberal que tenía
una concepción de convertir al Brasil en una potencia y nada predispuesto a
negociar con López por el carácter del régimen que encabezaba. En cambio los
conservadores, quienes estuvieron en el gobierno anteriormente, tenían mayor
predisposición a una conciliación.

Por otro lado, las cuestiones de límites con la Argentina tampoco dejaban de
inquietar. El vieja contradicción de los límites entre el Paraguay y Misiones y el
Chaco se potencializó desde Buenos Aires, a través de la prensa, que explotaba
las contradicciones idelógicas entre el liberalismo porteño y la autocracia
paraguaya pero cuyo fín subterráneo era el temor que el Paraguay alimentara con
su ejemplo las contradicciones entre las provincias y el centro que era Buenos
Aires.

En cuanto a la Banda Oriental del Uruguay su propio proceso de independencia


estuvo muy entrelazada con Buenos Aires y su independencia de alguna forma
fue una independencia de España, Buenos Aires y el Brasil. Unitarios y federales
artentinos y blancos y colorados uruguayos cruzaron muchas veces el río para
combatir en la otra banda. Los unitarios se consideraban aliados con los blancos
uruguayos como los colorados con los Federales. El caudillo oriental Venancio
Flores, había combatido al lado de Mitre contra urquiza. Cuando mitre retornó al
poder en Buenos Aires, Flres reclamó su apoyo para derribar al gobierno
uruguayo. El gobierno uruguayo reclamó la intervención del gobierno paraguayo,
frente a lo que suponía una reconstrucción del Verreynato del Plata desde Buenos
Aires.

En un primer momento el Paraguay mantuvo su neutralidad para luego pasar a


pedir explicaciones a la Argentina, sin que en ningún momento le fuera
respondido. Una mediación ofrecida por López fue rechazada por Argentina, lo
que agudizó aún más las tensiones entre los gobiernos argentino y paraguayo, sin
que por ello pasara a mayores.

La intervención brasileña a favor de Flores en la guerra civil entre blancos y


colorados fue la chispa que incendió la guerra de la Triple Alianza. Una
escaramuza entre fuerzas leales al gobierno y fuerzas brasileñas a favor de Flores
en la frontera entre Uruguay y Rio Grande do Sul dió inicio a una escalada de
presiones por parte del Brasil. Este tipo de escaramuzas eran muy comunes en
ambas fronteras por parte de ambas fuerzas. Nunca había pasado nada hasta
ahora. Sin embargo, el partido liberal brasileño buscó este pretexto para desatar
una campaña primero para luego enviar un comisionado al Uruguay exigiendo
reivindicaciones que atentaban la soberanía del país. Esta exigiencia venía
acompañada por la presencia del ejército en la frontera y una cuadrilla de buques
de guerra en las aguas rioplatenses. Fracasó una intermediación efectuada por el
ministro de Ingleterra, el canciller argentino y el emisario brasileño Saraiva y
entonces éste presentó el 14 de agosto de 1864 un ultimatum al gobierno
uruguayo de seis días en las que debían cumplir con todas las exigencias. Pasadas
ese plazo "el ejército y la escuadra imperial pasarían a dar garantìas a los
brasileños y ejercer las represalias en caso necesario". Posterioremente las
fuerzas brasileñas intervieron directamente en la guerra civil entre colorados y
blancos en favor del Flores, del partido colorado.

El 30 de agosto de 1864 el Gobierno paraguayo al conocer el ultimatum se


dirigió al gobierno brasileño planteando que "considerará cualqueir ocupación
del territorio oriental por fuerzas imperiales(...) cono atentario al equilibrio de los
Estados del Plata, que interesa a la República del Paraguay como garantía de su
seguridad, paz y porsperidad". El gobierno brasileño, a su vez, planteó como
respuesta que "ninguna consideración le hará deternerse en el empeño de la
sagrada misión que le incumbe de proteger la vida, la honra y la propiedad de los
súbditos de su magestad el emperador".

El 10 de noviembre atracó en costas de Asunción el buque brasileño Marqés de


Olinda, trayendo la noticia de la intervención brasileña en el Uruguay. El mismo
buque transportaba al nuevo gobernador del estado de mato Groso. El gobierno
paraguayo mandó apresar el buque y comunicó al gobierno brasileño el
rompimiento de relaciones y la prohibición de de navegación de buques de
bandera brasileña por aguas paraguayas. Así se dió inicio a la más terrible guerra
que asoló suelo americano en el siglo pasado.

Se dice, aunque no existe documentación que lo avale que unas de las


ultimas palabras que dijo Don Carlos Antonio López antes de morir fue
dirigiéndose a sucesor Francisco Solano "Hay muchas cuestiones pendientes a
ventilarse, pero no trate de resolverlas con la espada, sino con la pluma,
principalmente con el Brasil". Efectivamente, existían en la época tensiones
muy fuertes que se necesitaba de un equilibrio absoluto si buscaba conservar la
independencia paraguaya y salvanguar el proceso de desarrollo que se estaba
gestando en el país. Si bien el Paraguay iniciaba, como hemos visto, el proceso
de modernización, solo una ínfima parte del país y de los sectores sociales se
hallaban incluidos en esa modernización. Se debía esperar un tiempo aún como
para desafiar a otros países si se quisiera construir y mantener una hegamonía
regional.Y López, hijo del presidente, en donde sus deseos siempre eran casi
órdenes a ser cumplidas, no le ayudaban para tener la paciencia de la espera.

3. La Guerra de la Triple alianza

La guerra llamada de la Triple Alianza o la "guerra grande" como se la conoce en


la memoria popular por cuanto que fue una guerra no de soldados sino de la
población paraguaya entera. Mujeres, niños y ancianos participaron de ella no
solo como retaguardia productiva sino como combatientes.

Es como la defensa de la Patria fuera la condensación más material de todo ese


sentido de pertenencia nacional. Muy pocos pueblos latinoamericanos de la
época tenía tan clara conciencia de su pertenencia a su patria. En muy pocos
pueblos de la américa se había dado un fenómeno de esta naturaleza en que la
valentía, el corage y la decisión de morir por una causa en que los actores
sociales en general consideraban patriota.

Su caudillo, el mariscal Francisco Solano López, independientemente de su


carácter autoritario, como lo eran todos sus homologos de la época, supo aunar
en su persona la condensación de la representación de la Patria. Tenía un carácter
fuerte, costumbrado a mandar y a ser obedecido. A pesar de su formación
cultural, formación atestiguada por todos los embajadores de la época y sus
allegados principales, y de sus permamentes lecturas no le daba carácter
democrático. Presumiblemente las necesidades de la guerra lo hizo más
autoritario de lo que pudiera ser en tiempos de paz. Su gobierno fue casi toda la
guerra.

La guerra se inició en diciembre de 1864 y terminó el 1º de marzo de 1870 con la


muerte en batalla de Solano López, Presidente de la República del Paraguay y
comandante de su Ejército. En los 38 mes que duró la contienda mucho más de la
mitad de ese tiempo no fue más que una lucha de supervivencia heroica. Más de
un siglo después la memoria colectiva se refiere a la guerra como si hubiera sido
ayer. El Paraguay quedó petrificado en esa experiencia colectiva atroz.

Las campañas defensivas:

El Paraguay enclavado en medio del continente con amplias fronteras con el


Brasil y la Argentina pero las mismas eran boscosas e impenetrables, sin ninguna
ciudad importante para ser ocupada. El poder se ejercía desde Río de Janeiro,
dond estaba la corte y en Buenos Aires, capital de la República Argentina.
Quedaba el río como único pulmón comunicador.

A Francisco Solano López le pareció mejor estrategia ocupar la región de Matto


Grosso en Brasil antes de ir a ayudar a los Uruguayos que estaban acorralados
por las fuerzas Imperiales. El presidente Solano López tomó por sorpresa a los
brasileños al mandar dos expediciones el 23 de Diciembre del 1864, compuesta
de 3.200 hombres. Una de las expediciones fue fluvial, al mando del Coronel
Vicente Barrios y otra terrestre al mando del Coronel Isidoro Resquín. A pesar de
que esta ofensiva fue exitosa y López se ganó las presillas de Mariscal. Matto
Grosso no era el escenario principal de la guerra, aún cuando el región era
summante rica, sino ésta debía ser el sur, hacia el Uruguay.

Dada como victoria la expedición al Matto Grosso, Mariscal López decidió que
su próximo paso era ir a salvar a los uruguayos de los brasileños. Para ello tenía
que atravesar el territorio de Misiones, que justamente estaba en litigio con la
Argentina. López pidió permiso a la Argentina y Mitre se lo negó porque ya el
Imperio brasileño ya le había pedido a Mitre permiso para hacerle un bloqueo al
Paraguay. En las dos instancias Mitre afirmo su neutralidad y le negó permiso a
los dos.

Por un malentendido diplomático (o por falta de diplomacia) el Mariscal López


dio por hecha la triple alianza cuando aun no existía. El 13 de abril del año 1865,
el Mariscal López mandó una flota paraguaya a invadir las ciudades de
Corrientes y Misiones, comenzando las hostilidades con Argentina. Al día
siguiente 3.000 soldados de infantería, y 800 de caballería se adueñaron de las
ciudades. Al enterarse el gobierno de Mitre le declaro guerra al Paraguay o por
lo menos públicamente. De hecho ya había salido una declaración de guerra
hacia Paraguay el 8 de Abril, pero uso la excusa de la ocupación de Corrientes
para hacer conocer su nuevo estado político hacia el Paraguay.

El 1° de mayo se firmó un Tratado secreto conocido por la Triple Alianza entre el


Imperio del Brasil, la República Argentina y el Uruguay, cuyo nuevo gobierno
fue hechura del Brasil. Este tratado era "ofensiva y defensiva en la guerra
promovida por el gobierno del Paraguay". El mismo Tratado definía que la
Argentina y el Brasil impondrán los límites que cree nesario al Paraguay, además
de los costos de la guerra correría por parte del Paraguay, El Tratado fue secreto
pero logró publicarse en Inglaterra. El Tratado causó protestas de varios
gobiernos europeos por la "iniquidad de su contenido".

Con la firma secreta del Tratado se implementó una coordinación pública entre
los tres países beligerantes. La escuadra brasileña pudo, al fin, el bloqueo fluvial.
Para destrabar dicho bloqueo,
el 11 de junio del 1865 el Mariscal ordenó al Capitán Pedro Meza, que realizase
un ataque a las fuerzas brasileñas que estaban a 15 Km. del sur de Corrientes
enfrente del Riachuelo. La posibilidad de éxito de la flota paraguay era contando
con el factor sorpresa. Una avería retrasó el ataque por tres horas. Entonces, los
brasileños se apercibieron del ataque y reaccionaron con todas su fuerzas,
derrotando a las paraguayas. Esta derrota significó para el Paraguay el
fortalecimiento del bloqueo y su aislamiento permanente hasta el fin de la guerra.
El Paraguay ya quedaba con esta derrota maniata a su propia suerte, encalvado en
el interior del país.

Campaña de uruguayana

La segunda campaña que el Mariscal López tenia prevista era hacia el Uruguay.
En mayo del 1865, partió desde Encarnación un ejército de 10,000 comandados
por el teniente Coronel Antonio de la Cruz Estigarribia. En la orilla occidental
del río Uruguay esta asentada la milicia imperial al mando del mayor Ansunçao.
Estigarribia despachó una columna de 400 hombres dirigida por el capitán José
López con la orden de impedir el avance de aquellas tropas. El subordinado
cumplió la misión, pero quedó desconectado del grueso del ejercito, ocasión que
fue aprovechada por los brasileños, quienes embistieron de improviso, frente a la
localidad de Mbutuy. Pese a superioridad numérica, los atacantes fueron
derrotados, quedando los paraguayos, dueños del campo de batalla.

Siendo victoriosas las tropas paraguayas se le ordeno a Estigarribia que siguiera


su avance. En su avance, Estigarribia llego hasta Uruguayana, los órdenes eran
de mantener y defender su posición, tarea que no era nada fácil dado a que,
primero, las fuerzas de Estigarribia estaban desconectadas del comando del
ejercito paraguayo por al menos 500 km. Segundo, porque no podía conseguir
respaldo, y tercero los aliados tenían control del río Uruguay. En Uruguayana, se
encontraron las tropas de Estigarribia, con las del mayor Pablo Duarte a quien
también se lo envió para la ofensiva paraguaya. El 17 de Agosto unas fuerzas
aliadas que llegaban a unos 11.000 soldados y 32 cañones chocaron con las
escasas fuerzas de Duarte, que apenas llegaban a 2.900 hombres aptos para
luchar. Lo inexplicable es que mientras el mayor Duarte peleaba, el coronel
Estigarribia, miraba como espectador del otro lado del río mientras sus
compatriotas caían. Derrotadas las fuerzas de Duarte, 20.000 brasileños,
argentinos, y uruguayos acorralaron las tropas de Estigarribia. El 19 de
Septiembre se rindió el coronel Estigarribia, de esa forma cayeron prisioneros
5.000 paraguayos. De esos 5.000 la mayoría fueron vendidos como esclavos, y
los otros forzados a pelear en contra de su patria. En ese entonces fracasa
rotundamente la ofensiva paraguaya.

La campaña defensiva

Batalla de Corrales

López ante estas derrotas concentra todas las tropas dentro del territorio
paraguayo. Las tropas aliadas estaban asentadas al otro lado del río, por dos
meses ambas fuerzas se miraron a través del espejo del río. Las tropas
paraguayas efectuaban pequeños ataques a las fuerzas aliadas, cruzando el río por
canoas, que resultaron bien efectivas. Esta relativa paz duro hasta el 31 de enero
cuando una columna de 1.000 paraguayos al mando de los tenientes Celestino
Prieto y Saturnino Viveros cruzaron el río y fueron encarados por 4.000 soldados
argentinos. Aún cuando haciendo un cálculo matemático eran un paraguayo por
cada cuatro argentinos, las tropas paraguayas lucharon dos días de combate
arduo. Cuando se aclaro el humo de la pólvora y los sobrevivientes lloraban por
la memoria de sus compatriotas que lucharon con tanto valor, "la victoria
paraguaya ondeaba en su bandera tricolor que flameaba como nunca".

Dos meses después de esta derrota, el 16 de abril de 1866, las fuerzas aliadas
desembarcaron, por primera vez en territorio paraguayo. Instalaron su
campamento al sur de estero bellaco. Entonces, López abandona Itapirú y se
retira a Humaita, una fortificación que era conocida como inepugnable.

El 2 de mayo, López intenta una ofensiva para romper el círuclo y ordena al


General Díaz que ataque a los aliados con 4.800 hombres. Este asalto repentino
comenzó con mucho éxito, las tropas paraguayas se apoderan de armamentos y
banderas. Con la adrenalina de la victoria todavía presente en la sangre de, el
Coronel José Eduvigis Díaz, persiguió a las tropas aliadas. Pero, esta vez los
aliados demostraron la certeza de su artillería al poner fuera de combate a la
mayoría de las fuerzas guaraníes. Después de este triunfo las tropas aliadas
tomaron la localidad de Tuyuty, cuya posición geográfica le daba mayores
posibildiades de defensa.

Las fuerzas aliadas iban cercando en anillo. Desde Tuyty las feurzas liadas se
desplazaron hacia sitios estratégicos bien calculados. San Solanao, Tayy, Villa
del Pilar, una de las importantes ciudades puertos del sur. Humaitá y las fuerzas
paraguayas quedaron rodeados por un vasto semicirculo.

López intenta recuperar Tuyuty y su estrategia consistió en atacar de frente con


tres columnas y mandar otra columna a atacar por la retaguardia. Pero la
retaguardia debía ser atacada al amanecer el 24 de mayo de 1866 para
aprovecharse del factor sorpresa y producir en el campamento una desorientación
quede bería ser aprovechada por el grueso de las otras tres columnas. El plan
salió mal. Las fuerzas que debían atacar de sorpresa llegaron al mediodía. Aún
así al iniarse la embestida por las otras columnas, las tropas aliadas perdieron
muchas de sus trincheras, pero las posiciones centrales fueron defendidas por 120
cañones los cuales fueron demasiado para las fuerzas paraguayas. Al anochecer,
tendido en el campo de batalla del Tuyuty estaban la mayoría del mejor ejercito
paraguayo.

La divulgación del Tratado Secreto de la Triple Alianza

El 11 de agosto de 1886 el Semanario publicó el texto íntegro del Tratado


Secreto de la Triple Alianza, divulgado por el Parlamento Británico, gracias a la
imprudencia del uruguayo Carlos de Castro -uno de los signatario- que lo dio a
conocder confidencialmente al representante inglés en Montevideo. Juan Bautista
Alberdi, el prócer argentino, aliado a la causa paraguaya, que vivía su exilio en
Europa, tradujo al castellano y al francés el Tratado y lo publicó con un
comentario. Distribuido profusamente en Europa y América causó indiganción en
varios gobiernos. Perú, Chile, Ecuador, Bolivia y Colombia hicieron protestas
oficiales. El Congreso de los Estados Unidos de América publicitó una
resolución de condena. Sin embargo y a pesar de las simpatías que pudieran
despertar la causa paraguaya, ésta se encontraba enclaustrada en su territorio, sin
posiblidad de comunicación rápida que pudiera sacar ventajas de esa protestas.
En cambio Argentina y Brasil movieron los hilos de su cancillería para dejar en
punto muerto esas críticas. Desde ahí Paraguay quedó a la deriva de su fuerza y
de su suerte.

Conferencia de Yayaity Corá

El 3 de setiembre de 1866 López intentó un arreglo e envitó al General Mitre,


presidente de la República argentina y Comanandate de las fuerzas aliadas a una
entrevista en Yataity Corá. El Acta de dicha conferencia, en que conversaron
solos López y Mitre, dice que López argumentó a Mitre que se debía buscar
medios conciliatorios e igualmente honorables para todos los beligerantes, que la
sangre hasta ahí derramada puede considerse suficiente. El General Mitre se
limitó a escuchar. Otros testimonios se refieren a que López quiso convencer a
Mitre que la Argentina no debía estar en guerra con el Paraguay y aliado al
Brasil, permamente enemigo de los pueblos del sur.

La batalla de Curupayty

Diez días después el ejército paraguayo obtenía la mayor victoria de toda la


guerra. Ocho mil hombres, de la mejor gente, de las fuerzas aliadas quedaron en
el campo de batalla. Las bajas paraguayas no llegaron a cien. La acción comenzó
con el bombardeo de la escuadra brasileña y de la artillería de tierra tratando de
dstruir las fortificaciones paraguayas. Sin embargo el bombardeó duró toda la
mañana sin ser alacanzadas las fortificaciones. El campo, al frente de las propias
fortificaciones era un campo llena de tacuaras puntigudas enterradas en
profundos pozos disimulados por cesped. Los caballos de la caballería caían sin
césar. A las cuartro de la tarde el campo de batalla estaba lleno de cadáveres.
Hasta muchos días después los cuervos sobrevolaban sobre ese campo repleto de
cadaveres.

La victoria de Curupayty paralizó a todas las fuerzas aliadas por más de un año y
recrudeció el malestar popular argentina frente a la guerra. El presidente Mitre
tuvo que regresar a Buenos Aires para hacer frente a las sublevaciones populares
en varias provincias. El uruguayo Flores, su guerra civil intestina desencadenó la
intervención brasileña en el Uruguay, también tuvo que regresar a Montevideo
con su contingente armado, siendo asesinado a los pocos días en Montevideo.

Caída de Humaitá

El 19 de febrero de 1868 se llevó a cabo el paso del temido e inegpunable


fortificación de Humanitá sobre el Río Paraguay. Humaitá fue atacaba por agua y
tierra. La escuadra pasó integralmente sin sufrir daño alguno. Tres buques de
guarra llegaron a Asunción el 22 de febrero y la bombardearon. La ciduad se
había desploblado. Nadie quedó en su límites.

López en Humanitá estaba totalmente rodeado por agua y tierra. Su posición era
insostenible. En la medianoche del 22 de marzo de 1868 todo el ejército pasó en
canoas al Chaco. Solo 3000 hombres quedaron en Humaitá con la orden de
resistir hasta que se construyera las fortificaciones en la línea del Tebicuary.
Campañas de la resistencia.

De Humaitá López se trasladó a San Fernando a través del Cacho, cruzando dos
veces el río Paraguay. En San Fernando se descubrió un supuesto complot contra
su vida y de junio a diciembre de 1868 fueron fusilados y lanceado cerca de 400
personas, entre ellas varios generales, héroes de la guerra, obispos y otras
personaldiades civiles. Se habla de un entendimiento con el enemigo para
asesinar a López como condición de un acuerdo de paz.

San Fernando ya se inciaba la agonía que significaba las campañas de la


resistencia. Había muy pocoa posibilidad de triunfo militar. Ya el ejército
paraguayo estaba extinguido. Comenzaba la hambruna que luego se hará terrible.
Del ejercito que comenzó la campaña solo restaba 10.000 soldados, la mayoría
ancianos y niños de 10 a 13 años. La fortificación sobre el Pikisyry parecía
inepugnable pero las fuerzas aliadas hicieron el mismo camino de López por el
Chaco y lo volvió a acorrlar por la retaguardia. Lópz debía adentrse hacia el
interior pero no lo hace. Se inció la resistencia heroica con la batalla de Lomas
Valentinas. El combate duró siete días. El jercito paraguayo se companía en su
mayoría por mujeres, niños, ancianos hambrientos. El 24 de diciembre, día de la
noche buena, el comando aliado dio unplazo de 12 horas a López para rendirse.
López responde que el soldado paraguayo "se abre una ancha tumba en su patria
antes que verla ni siquiera humillada.." El 26 los restos del ejército paraguayo
fueron masacrados.

López acomañados por sólo 25 hombres se retira por un claro del círculo que le
rodeaba y se dirigió a Cerro León donde organizó un nuevo ejército. En
Agnosturas se rendieron 900 mujeres que fueron violadas por las fuerzas aliadas.
Asunción es ocupada y saqueada el 5 de enero de 1869. En tanto Lópz reorganizó
un ejército de 12.000 hombres. A pesar que a toda luz la victoria era de los
aliados los apraguayos todavía resistían. La ciudad de Piribebuy fue copnstituida
como la tercera capital de la resistencia. El 12 de agosto fue atacada por 25 000
hombres. La ciduad fue defendia con heroicidad por 1600 hombres y mujeres. El
asalto final se luchó cuerpo a cuerpo y fue muerto en combate un general
brasileño por lo que el comdandante de esas fuerzas ordenó incendiar el hospital
de sangre de la localidad.

Los aliados periguieron al resto del fantasmal ejercito que se vatía en retirada. En
los campos de Rubio Ñú, el 16 de agosto fueron inmolados 3000 niños entre 13 y
14 años que combatían como soldados.

Recuadro N 5
La retirada
Cerro Corá.

López después de estos sucesivos desastres iba adentrandose en la selva. Entre


fusilamientos por acusaciones de intento de asesinato y el hambre que los
acosaba. la única alimentación consitía en las frutas que recogían de los bosques
y alguna que otra pieza que podían recoger con la mano o con cuchillos. El 14 de
febrero López llegó al lugar que sería su última batalla. Cerro Corá era un sitio
rodeado por montañas. Su nombre en guarnaí significa cerranía cerrada en
círculo. Este anfiteatro solo ofrecía dos entradas. López llegó a Cerro Corá con
268 hombres, incluyendo jefes y oficiales.

Recuadro Nº 6
López en Cerro Corá

En Cerro Corá se comió de todo, desde el correaje de los cañones y los morriones
de cuero, hasta raíces, langostas y frutas veneosas. Y todos hubieran acabado por
perecersi los indios gauraníes de la región noi les hubieran proporcionado
algunos alimentos y si los brasileños no hubiesen llegado tan pronto.

Las tortas de harina de cogollo de palma eran el más regalado manjar de la mesa
del Mariscal López que, después de haber sacrificado hasta el pequeño montado
de uno de sus hijos, hubo de participar de las más duras privaciones de su
ejército.

Durante las largas veladas nocturnas solía rodearse de sus jefes y oficiales,
disertando, con su deslumbradora elocuencia, sobre los más épicos episodios de
nuestra historia. (...) Y durante el día recorría sus líneas a caballo desafiando los
ardores de la canícula, consolando a los que agonizaban y llevando a todos el
aliento de su energía y la fe su indomable patriotismo.

En aquellos momentos ya nada le restaba, ya no era sino "el sonámbulo de un


sueño desvanecido", el fantasma de un gigante, sobreviviéndose a sí mismo, pra
asitir al epílogo cruel de su tragedia.

Juan E. O'Leary. El Mariscal Solano López. Asunción, 1921, pág. 332/3.

Muerte de López. El fin de la guerra.


En la mañana del 1º de marzo de 1870 López fue atacado en Cerro Corá por la
fuerzas imperiales. López nada pudo hacer frente a sus escuálidos hombres. La
mayoría de los fuerzas brasileñas se imponía. López es rodeado por jinetes a
orillas del Aquidaban -niguï. Se exigieron rendición. López se avlanza sobre
ellos espada en manos. Un lanzazo le destroza las entrañas y un espada le corta la
frente. Bañado en sangre todavía resistía cuando es auxiliado por sus
lugartenientes, quiienes les psoibilita adentrarse en el bosque. Caído del caballo
se lo recuesta sobre la barranca del pequeño río. "En aquel postrero instante, dice
O'Leary, de su vida, desvanecido su poder, abandonado a su suerte, se le acercó
el alfçérez Victoriano Silva, implorádnsole que le concediera el señalado honor
de morir en su defensa. López le agredeció y regalándole su látigo, le ordenó que
se alejara".

El general Correa de Cámara, jefe de las fuerzas brasileñas, le imitmó rendición.


López respondió: Muero con mi Patria con la espada en la mano. Correa ordena a
un soldado que lo desarme. El moribundo todavía peleaba y se deshace del que lo
ataca. Un soldado le da un tiro de gracia. Muere Francisco Solano López. Pero
también en Cerro Corá lucnado muere todos sus acompañantes, desde un hijo
suyop, el coronel López hasta el octogenario vice-presidente Sánchez.
El paraguay vencido y aniquilado. El proyecto de un destino manifiesto de país
independiente y respetado, quedó ahí esa mañana.

El estado Nacional (1811-1870). Conclusiones

El Estado emergido con la Revolución de la Independencia condensará el sentido


de pertenencia nacional de los paraguayos, cuya visión se conformándo, como
hemos visto, desde la mestiza socieda colonial. Es decir, la atmósfera de lo
"nacional" tomó una ideología que reforzara justamente esa pertenencia a una
comunidad civil, frente a la permanete amenaza anexionista de sus vecinos
mayores.

El sistema socio-económico emergido con la dictadura de José Gaspar


Rodríguez de Francia, a pesar de los cambios que se evidenciarán en los casi 60
años de su existencia, se podría caracterizar por una real autarquía política y una
estructura de desarrollo atónomo en lo económico, enmarcado, hacia sus finales,
por una forma de capitalismo incipiente de estado, con prohibición absoluta de
inversión extranjera en el país.

La liquidación de la incipiente burguesía comercial por Francia, al nacionalizar


todas sus riquezas y convetir al estado en el artífice de todo el desarrollo
económico y comercial, monopolizando todo el comercio interno como externo,
inhibió toda posibilidad de otro tipo de desarrollo que no fuera el diseñado por el
estado. A su muerte (1840) le sucederá Carlos Antonio López, quien ejercerá la
presidencia de la República también hasta su muerte en 1862. Este seguirá la
huella de su antecesor pero con una apertura modernizante en la estructura
económica más no en lo político. El estado, como siempre, será el gestor
fundamental de los cambios estructurales económicos, con la implantación de
grandes proyectos de desarrollo. Su hijo Francisco Solano le sucederá en el
cargo, ya cuando una incipiente burguesía nacía bajo los faldones del estado.
Comienza a manifestarse este proceso de incipiente desarrollo capitalista, se verá
truncado por la guerra de la Triple Alianza (1864-1870) donde será derrotado el
estado nacional.

4. La Reconstrucción del país

El 1o. de enero de 1869, 14 meses antes que el Presidente López sucumbiera


junto a los restos de se ejército, las fuerzas aliadas ocuparon asunción.

"Las fuerzas argentinas, mandadas por el General Emilio Mitre,


acamperon en los alrededores, y las brasileñas, posesionadas de la ciudad, se
entregaron al más implacable saqueo y devastación. Ni las legaciones, ni
consulados, no los sepulcros, ni las iglesias fueron respetados. La tarea
destructura prosiguió varios días. Durante la noche, las casas de fácil
combustión, incendiadas después de ser saqueadas, y grandes fotagas
alimentadas por los muebles sin valor y por puertas y ventanas, alumbraron
el cortejo de vehículos que transportaban hasta los buques los frutos del
saqueo. Las embarcaciones zarparon hacia Buenos Aires y Río de Janeiro
repletas de objetos de valor ..."

Esta piratería marcaría el inicio de un sistemático saqueo económico y de


dominación a que los vencedores sometieron al Paraguay por muchas décadas.

Junto a los vencedores, también, irá emergiendo una minúscula "clase


política", compuesta por los exiliados recién llegados y los antiguos lopistas -
opositores de última hora, diplomáticos y becarios de retorno al país y viejos
funcionarios y oficiales, rendidos o capturados, en el interior- que prontamente se
verá agudizadas sus contradicciones naturales movidos por intereses de los
Aliados, quienes vehiculizarán las querellas intestinas.

La cancillería brasileña, al contrario al de la Argentina, desde antes del fin de


la guerra tenía un plan elaborado para cuando terminara la guerra. Como primera
"movida" suya, envía a uno de los más profundos conocedores de la política del
Plata, el que luego sería uno de los artífices del expansionismo brasileño
contemporáneo, Da Silva Paranhos, Vizconde de Río Branco.
Este una vez en Asunción y después de un detenido estudio de los hombres
políticos se decide respaldar al grupo dirigido por Cándido Bareiro, antiguo
diplomático de López. A la vez logra que la mayoría de los paraguayos residentes
en Asunción firmaron un acta, redactada por él, constituyendo una Comisión
especial encargada de gestionar ante los gobiernos aliados la organización de un
gobierno.

El 2 de junio de 1869 se firma, en Buenos Aires, el protocolo por el cual los


aliados otorgan su autorización para la Constitución de un Gobierno Provisional.
Este debía reconocer al conformarse el "Tratado de la Triple Alianza" (1865) y
proceder sus actos de gobierno en "perfecto acuerdo" con los aliados hasta la
terminación de la guerra. Ciento treinta ciudadanos, asumiendo la representación
de la fantasmal población, se reunieron el 22 de julio de 1869 en Asunción, bajo
la presidencia de Paranhos y del comisionado argentino José Roque Pérez, para
deliberar sobre la organización del Gobierno Provisorio. Esta Asamblea dedició
constituir, no sin problemas, un triunvirato a gusto de los Aliados, integrado por
Cirilo Antonio Rivarola, Carlos Loizaga y José Díaz de Bedoya. Con la
aquiescencia de los mismo plenipotenciarios este gobierno asume públicamente
el 15 de agosto de 1869.

Sociedad civil

Pequeños grupos de mujeres, de niños y de ancianos, esparcidos por


los campos y por los bosques, fue el saldo que dejó al Paraguay la guerra de
la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay). Esos grupos dispersos
eran el blanco de los asaltos de los bandidos y de las incursiones de las
fieras. Día a día las familias formaron grupos mayores y los grupos se
unieron a otros en los asientos de los antiguos pueblos y villas en ruinas.

Esta vívida descripción, que lo hace Pastore, de la situación paraguaya al término


de la guerra, nos grafica de manera elocuente el retroceso de esa sociedad. De la
población, estimada entes de la guerra en carca de las 800.000 almas,
sobrevivieron solamente unas doscientas mil, de las cuales sólo 68.379 eran de
sexo masculino, casi la mitad eran niños. La ocupación productiva de este grupo
humano en su gran mayoría fue, en los primeros tiempos, tan sólo la recolección.
Posteriormente, tras un proceso de asentamiento, se dedica a la agricultura. Para
el cultivo se vuelven a utilizar las antiguas herramientas de madera de la cultura
neolítica guaraní. La productividad del trabajo apenas alcanzaba para el
sosteniemiento del propio trabajador. La Memoria del Ministerio de Hacienda del
Gobierno Provisorio elevada al Congreso Nacional el 24 de noviembre de 1870,
decía que el pueblo había sido "reducido a la triste situación de mendigo, sin
casa, sin hogar, sin familia y exámine hasta para poder tener la mano al
transeúnte implorando su caridad" añadiendo que sin el recurso del ferrocarril
estatal la gran mayoría "hubieran tal vez perecido, abandanas por los campos sin
medio de movilidad". La población se encontraba "sin tener un banco en que
sentanrse ni una mesa en donde poder legislar". Este será el medio social en el
cual emergía el nuevo Estado paraguayo.

El carácter catastrófico de la guerra es remitido -por cierto estudiosos, a la


"Guerra del desierto" en la Argentina, llevada a cabo en nombre de la
"civilización". En aquella se utilizó la misma ideología en aras de la expansión de
la frontera del sistema capitalista liderado por Gran Bretaña. Así, la extinción de
la gran mayoría de la población civil (3/4 parte de la población) implicaría la
extinción de la ideología nacional mediante el exterminio de los propios sujetos
portadores de la misma.

4.1. La convención Nacional Constituyente de 1870

El gobierno provisorio, cumpliendo con una de sus tareas fundamentales, llama


a elecciones para la formación de una Asamblea constituyente con el fin de dotar
al nuevo estado de una carta orgánica constitutiva (Constitución Nacional). El 3
de julio de 1870, se efectuaron los comicios, que al final no fue a nivel nacional
sino sólo en algunos pueblos, debido a que "algunos departamentos (estaban)
vacíos y otros con muy escasa población". Se elegigieron 42 representantes por
aproximadamente unas 3.500 personas (1 representantre por cada 833 personas).

La Asamblea Nacional constituyente inició sus sesiones el 15 de agosto de


1870, siendo mayoría en ella el sector compuesto por los exiliados y opositores al
régimen anterior. Ellos darán, a diferencia de la anterior Constitución de corte
autoritario, un sello absolutamente liberal a la nueva Carta Magna. Esta fue
promulgada el 25 de noviembre de 1870. En ella se declaraba, por primera vez en
el Paraguay, los derechos del hombre, consangrando las libertades fundamentales
como la de navegar, de prensa, de reunión, de comerciar, de trabajar, de ejercer
industria , de reuníon, de ascociación, de religión , igualdad ante la ley, de votar,
de admisión a puesto público. Se establecia la responsabilidad de las autoridades
y podían éstas ser juzgadas. El Estado quedaba organizado en tres poderes en
perfecto equilibrio.

En la sesión del 31 de agosto la Magna Convención, debido a la renuncia de


dos de los triunviratos, resolvio, creyendo que en ella residía la voluntad popular
y por ende, el poder, nombrar como Presidente de la República a uno de sus
miembros, el Dr. Facundo Machaín, quien debía de ocupar el cargo a la mañana
siguiente. Pero esa misma noche una sublevación orquestada por las fuerzas
aliadas dejó sin efecto la medida. La Asamblea tuvo que reconocer que la
soberanía no se hallaba en sus manos sino en las fuerzas de ocupación. Este
golpe inició lo que será una tradición para el recambio de presidentes del país
durante décadas.

Recuadro Nº6
La reconstrucción nacional

En la década del setenta, al culminar la guerra comienza el ambicioso proyecto de


reconstrucción Nacional. Este proyecto, si bien incoherente y vacilante, tanto por
la corrupción como por las divisiones políticas internas y el escaso poder de
implementación de un Estado en proceso de reconstitución, se basaba en dos
grandes factores, la inmigración (importación de brazos europeos) y los capitales
extranjeros (empréstitos e inversiones directas). Los “inmensos recursos
naturales del país” y el “carácter liberal del régimen político” habrían de ser
motivos suficientes para convencer a los financistas extranjeros de que
presentasen cuantiosos capitales al Estado paraguayo, de manera a que éste
dispusiese de fondos con el que reorganizarse y concretar proyectos de
infraestructura que ayudasen a la expansión agrícola producida por el impacto de
la inmigración. Paralelamente, emprendedores empresarios extranjeros se
apresurarían a introducir capitales y tecnología al país, con el que ayudar a
diversificar la estructura productiva y romper la dependencia comercial cuasi
absoluta que el Paraguay arrastraba desde los tiempos coloniales con respecto a
la yerba mate y los mercados rioplatenses. Pero el espectacular negociado de
bonos emitidos en Londres, para lo único que contribuyó fue para acrecentar
fortunas personales y para que se sucedieran en el Paraguay una serie de intentos
revolucionarios destinados más que a un proyecto político a acceder rápidamente
al control de las arcas del Estado. Con respecto a la inmigración el proceso fue
prácticamente catastrófico y podemos afirmar que cerca del ochenta por ciento
del cultivo agrícola establecido por estos grupos (que es un ínfimo número con
respecto a los que fracasaron en la colonización) fue de carácter de
autoabastecimiento y de comercialización regional, con lo cual se integraban al
mismo tipo de actividad productiva de los núcleos poblacionales nativos.
Durante varias décadas la superficie cultivada en el país fue infinitamente
inferior a la lograda en la pre-guerra.
Herken Krauer, Juan Carlos. “La Revolución liberal de 1904 en el Paraguay: El
trasfondo socio-económico y la perspectiva británica”. En Pasado y Presente
de la Realidad Social Paraguaya, Volumen I, Historia Social. CEPES,
Asunción.1995)
El tratado de límites y el retiro de las
Fuerzas Aliadas.

La cuestión de la reorganización del Estado Paraguayo conllevaba


necesariamente algunos elementos de soberanía y por ende, la posibilidad de
construir un poder político que pueda servir de interlocutor válido para la firma
de la Paz y la delimitación de los límites. De ahí que el elemento más neto que
surge en la reunión de los signatarios del Tratado de la Triple Alianza, en 1869,
para analizar el pedido de los paraguayos a constituirse en un ente político, haya
sido el de los límites. El Brasil consideraba que el futuro gobierno paraguayo
debía aceptar "desde luego las condiciones de paz determinadas por el Tratado de
la Triple Alianza (1o. de mayo de 1865), en tanto que la Argentina,temerosa de
que esta paz estuviera instrumentada por el Brasil, sostenía que la "victoria no
daba el derecho a las Naciones Aliadas de considerar como suyos los límites
señalados en el Tratado".

Al fin llegan a un acuerdo (protocolo del 2 de junio/69, donde aceptaron la


formación de un gobierno provisorio paraguayo) sobre la base de no pueden "hoy
exigir de aquél, gobierno, que nosotros hemos nombrado, la celebración de
tratados que comprometen los derechos e intereses permanentes del país..."
entonces recién una vez constituído un gobierno constitucional podrían derimir
los límites.

De ahí, la tarea fundamental del nuevo gobierno (hechura aliada, a pesar de las
elecciones formales) era la de llamar a una Asamblea Constituyente.

Días después de dictarse la nueva Constitución y elegido el presidente de la


república se reunen los aliados, en Buenos Aires, para tratar el tema de los
límites. (diciembre 1870-enero 1871).

Si en 1869 el Brasil pedía el extricto cumpliemiento del Tratado de la Alianza


en materia de límites con el Parguay ahora alegaba "que el Paraguay tiene
derecho a ser oído en la materia", en tanto que la Argentina reclamaba todo el
Chaco Paraguayo. Sin llegar a un acuerdo se suspende la reuníon a pedido de
Argentina pero el Brasil sale convencido de alaborar su propio plan para un
arreglo por separado.

En este sentido, el Brasil nombró al Baron de Categipe como nuevo Ministro


Plenipotenciario, quien llegó a Asunción en setiembre de 1871, para proseguir las
negociaciones de Paz. El Barón de Cotegipe logró insinuar y convencer a los
hombres públicos que podrían tener el apoyo brasileño contra las pretenciones
argentinas. En noviembre de ese mismo año se realizó una nueva reunión de los
pleniponteciarios de la Alianza llegando del Brasil con apoyo uruguayo con su
tesis del que el Paraguay tenía derecho a discutir sus "títulos y derechos" con
cada país por separado.

Demás está decir que las discusiones de los límites entre el Paraguay y los
paises aliados conllevó consigo una sempiterna inestabilidad política manejada y
estructurada a través de los intereses contradictorios de las potencias aliadas.. Es
así que se sucedieron crisis y cambios ministeriales o sublevaciones armadas de
grupos momentáneamente opositores. El representante del Brasil revió, en 1871,
su apoyo a Rivarola y comenzó a cortejar a otro antiguo soldado de López, Juan
Bautista Gill. Con una hábil maniobra, digitada desde la embajada del Brasil,
éste logró crear una crisis entre el Presidente Rivarola y el legislativo. El
Presidente disolvió la Asamblea Nacional y se llamó a nuevas elecciones para
dicho cuerpo legislativo, prometiéndo además que renunciaría apenas se
constituyese éste. Rivarola descontaba de que no sería aceptada su renuncia. Pero
elegida la nueva Asamblea Nacional, siendo elevado como Presidente del
Senado, Juan Bautista Gill, la renuncia presidencial fue aceptada siendo
reemplazado por el vice-presidente, Salvador Jovellanos, alguien que llega así al
poder presidencial pero sin ningún poder fáctico. Ya que el verdadero hombre
fuerte de la situación no es otro que Gill, quien cuenta con la confianza y el
apoyo del Brasil.

De este forma la embajada del Brasil tiene las manos libres como para
pergueñar el Tratado definitivo de Paz y la fijacioón de los límites entre ambos
países. La firma se produce a principios de 1872 y los límites fijados no son otros
que los que figuraban en el Tratado de la Triple Alianza. Paraguay pierde su zona
más rica en yerbales, más allá del Río Apa.

La Argentina, frente al Tratado por separado del Brasil con el Paraguay,


incorpora muto-propio, todo el Chaco a su territorio. Las contradicciones entre el
Brasil y la Argentina llegan a ser tan fuertes que se habla inclusive de una guerra.
Al final se solucionó el entredicho con un acuerdo en noviembre de 1872, en que
el Brasil se comprometió a cooperar a que la Argentina y el Paraguay llegaran a
un "acuerdo amigable" y que los ejércitos aliados evacuarían el Paraguay a tres
meses después de los Tratados definitivos de Paz.

En tanto el hombre fuerte del régimen y hombre de confianza del Brasil, Juan
Bautista Gill, desde su puesto de Pte. del Senado arremetía contra el Ministro del
Interior, Benigno Ferreira, joven de 26 años, formado en el exterior, miembro de
la Legión Paraguaya y luego oficial del ejército argentino durante la guerra, por
considerarlo un elemento argentinista. Ferreira logra desarticualr el plan de Gill a
suplantarlo a él y vence a éste de forma tal que lo obliga al exilio, en marzo de
1872. Al año siguiente se firma el Tratado de Paz con Uruguay, restándo
solamente pendiente el problema de límites con la Argentina.

El Brasil, temeroso de quedarse sin apoyo dentro del gobierno, mueve sus hilos
a través de los viejos funcionarios y ex-oficiales de López, quienes a través de
pequeños levantamientos caudillescos del interior, van logrando cambio de
gabinetes, como los de marzo y de abril de 1872. En 1873 se produce una guerra
civil comandada por Bernardino Caballero y Cándido Bareiro, las más
presitigiosas figuras del anterior régimen. Después de una lucha sin cuertel
Ferreira logró vencer a las fuerzas sublevadas. Pero al año siguiente otra guerra
civil, apoyada y financiada por brasileños, permitió el ingreso de Gill y la
modificación del gobierno. Bareiro y Caballero, también antiguos soldados de
López a igual que Gill, fueron parte del nuevo gobierno en tanto que Ferreira
quedó fuera de él y se alejó definitivamente del país, por espacio de más treinta
años. De esta forma quedó fuera del gobierno el último intransigente defensor de
los derechos territoriales paraguayos frente a la Argentina. Tanto el Brasil como
la Argentina apoyaron el retiro de Ferreira.

Desde 1874, la hegemonía brasileña fue completa. Su representante diplomática


se manejaba como un pro-cónsul. Con apoyo brasileño, Gill asumió la
presidencia el 25 de noviembre de 1874. Pero, éste, al lograr asumir el gobierno
cayó en cuenta que el Brasil dificultaría cualquier arreglo de paz con la
Argentina, porque ello suponía el reitro de sus fuerzas de ocupación.

En octubre de 1875, Gill reestructuró su gobierno con personalidades más


cercanas a la Argentina e inició conversaciones secretas con ese país con el fin de
lograr la firma del Tratado de Paz. La legación brasileña, por ello, llegó a
sostener y apoyar varios levantamientos y conspiraciones que no tuvieron éxito.
Después de varios intentos frustrados de lograr la Paz con la Argentina, se firmó
finalmente ésta el 3 de febrero de 1876. Paraguay logró defender parte del
territorio del Chaco hasta el río Pilcomayo y por medio del arbitraje la ciudad
occidental de Villa Occidental, frente a Asunción. El día 22 de junio de 1876
abandonaron finalmente los últimos restos de las fuerzas imperiales brasileñas.
En su conmemoración el Congreso Nacional decreta fiesta nacional en lo
sucesivo.

La era de Bernardino Caballero. Hegemonía de los ex-lopiztas y la


construcción del orden oligárquico.

El 25 de noviembre de 1870 fue inaugurado el primer período presidencial


con Cirilo Antonio Rivarola, hombre del Brasil, quien pudo mantenerse en el
frágil poder, no sin enfrentar varias crisis políticas y revueltas hasta el 1871. Le
sucedió el vice-presidente Salvador Jovellanos hasta 1874, quien a su vez tuvo
que enfrentar varias sublevaciones,( todas digitadas por las fuerzas de ocupación)
hasta que al final fue derrocado por el Gral. Bernardino Caballero, antiguo
soldado de López y Ministro del Interior. Desde esta fecha todos los presidentes
de la República, Juan Bautista Gill, (1874/1877), Higinio Uriarte (1877/1878),
Cándido Bareiro (1878/1880), son antiguos colaboradores de López. De esta
forma desaparecen del escenario político todos los antiguos ex-opositores del
régimen de López y ex-aliados de las fuerzas de la Triple Alianza. La ascensión
al poder de los antiguos funcionarios y soldados de López tenía mucho que ver
con los conflictivo tratados de paz y a las demarcaciones de límites. Los Aliados
sabían muy bien que no se negocia con antiguos aliados sino con los vencidos.
Los primeros podían exigir mayor respeto hacia la patria derrotada en tanto que
los segundos a ser parte de esa derrota no le cabía ninguna resistencia.

El hecho mismo de los aliados hayan sostenido la emergencia política de los


comprometidos con el anterior régimen podría tener dos explicaciones. En primer
lugar, después de una guerra exitosa uno no negocia en forma favorable sino
actúa como verdadero vencedor. Los ex-opositores al régimen de López,
actuaron y se sintieron siempre, como partícipes de "la cruzada libertadora" del
Paraguay, es decir, con derecho natural a discutir de igual a igual con los
vencedores. Entonces resulta natural que uno negocie con los vencidos. En
segundo lugar, uno necesita negociar con el núcleo que de alguna forma tenga el
"consensus" de la población. En ese sentido, los exiliados, en su gran mayoría
jóvenes formados en el exterior, estaban lejos de ser reconocidos por la exigua
población sobreviviente, como sus posibles "representantes".

Indudablemente la guerra "nacionalizó" aún más al país, en el sentido de


interrelacionar a poblaciones de diversas regiones y pueblos en un "corpus"
único. De allí que los viejos "ex-oficiales y jefes" del ejército vencido tendrían
mayor "consensus" y despertarían una mayor solidaridad "política" de parte del
pueblo también vencido. Entonces resultaría lógico que ese pueblo diera su
"representación" al grupo que de alguna forma surgía de su misma "cultura", su
mismo idioma y forma de expresarse. Esta hipótesis podría confirmarse viendo la
estabilidad política, después de la hegemonía lograda por los ex-combatientes.

Las potencias aliadas dejaron de "influir" en los levantamientos después de que


los vencidos admitieran realmente su derrota y acomodarse a los deseos del
vencedor. Por otro lado, los Aliados necesitaban que el grupo firmante de esa
derrota tuviera alguna representación de la población misma.

La festejada evacuaciópn del ejercito brasileño de Asunción y el Fallo arbitral


del Pte. norteamericano, Rutenmfol Hayes, en 1877, en la que paraguay
recuperaba el territorio chaqueño frente a Asunción, con lo que concluía la guerra
de la Triple Alianza, en su aspecto formal. Sobre el Paraguay pesaba una enorme
deuda por gastos de guerra al Brasil, la Argentina y el Uruguay, que incidiría
sobre el país, en cuanto a su crédito externo y como chantaje económico de los
países vencedores. Sumado a todo esto, las deudas de las empréstitos del Estado
paraguayo en Londres de 1872 y 1873, que por otra parte llegaron en parte
mínima a las arcas del estado, fogocitados por los mismos gestionadores de
Londres.
La situación económica creada con la la salida de 3.500 contingentes del
ejército brasileño fue catastófica. Ya que ese sector, en ese momento, constituía
el sector más dinámico del mercado interno paraguayo. El gobierno paraguayo,
presionado por sus acreedores, puso en subasta hasta los edificios públicos.

En el orden político, a pesar de la creciente hegemonía de los ex-lopiztas,


todavía encontraba resistencia en algunos hombres-símbolos, como el ex-
presidente Rivarola, escondido por los bosques tratando denodadamente de
combinar sublevaciones, también otros como el Comandante Molas o Goigurú,
seguidos de cerca por la policía paraguaya. Y en el exilio se movían
personalidades como el ex-ministro Ferreira, el ex-presidente Jovellanos.

En este contexto se produjo el 12 de abril de 1877 el asesinato en plena calle


del presidente Gill. El gobierno decretó a raíz de ese acontecimiento el estado de
sitio y se procesó una represión generalizada, ya no sólo contra los alzados, sino
a toda posible oposición. Como epilógo de esta trama, sera la matanza cometida
por fuerzas del orden público en la cárcel contra todos los prisioneros políticos,
entre ellos al Dr. Facundo Machaín, una de las personalidades políticas mas
resaltante de la década del 70. En noviembre de 1877 asumió la presidencia
Cándido Bareiro, el jefe histórico de los ex-lopiztas. Su gabinete fue plenanmente
con hombres de su partido. Y al poco tiempo es asesinado en plena calle, poco
después ser anmistiado, el ex-presidente Rivarola. Con su muerte finiquitó todo
movimiento opositor y la hegemonía político de los partidarios de Bareiro será
completa. Sin embargo, poco tiempo después éste fallece de una extraña
enfermedad al tiempo, que golpe de estado de por medio, asumió la presidencia
su ministro del Interior, el Gral. Bernardino Caballero. Actor importante durante
la guerra, hecho que le permite perfeccionar el caudillismo como sistema, ya que
era conocido por población sobreviente a la hecatombe. Un fino engranaje de
padrinos-ahijados-amigos-conocidos entetejerá la endeble estabilización y los
recambios políticos, sin que ninguno de los preceptos de la nueva constitución
nacional, de ideología liberal, pasara realmente a la práctica política. Un
autoritarismo gradativo que iba desde los caudillos nacionales ("la clase
presidenciable") hasta los zonales pasando por los regionales, componía el
sistema. La hegemonía, de los llamados generales de la guerra, será total y
absoluta hasta principios de la década de los '90, en que se inicia otro proceso
más civilista.

La fundación de los partidos liberal y colorado..

La década del 80 será la de una hegemonía total del caballerismo,


desapareciéndo casi, los sectores opositores, que de hecho los había, más no
organizados y cohesionados.
La venta masiva de las tierras públicas y los yerbales, 1883, 1885, 1886, mejoró
en algo la endémica situación financiera del estado, pero al mismo tiempo
finiquitó con el proyecto anterior del estado, basado esencialmente sobre un
desarrollo campesino de pequeños propietarios. Para ello, se había iniciado,
desde la década anterior una política migratoria de ciudadanos europeos. La
misma tuvo un profundo fracaso, en un primer momento, para luego tener cierto
repunte a los fines de la década de los '80. Ahora, con la nueva política, en
cambio, dejó a la inmensa mayoría de la población campesina, sin tierras. Al
mismo tiempo posibilitó ampliamente, por los bajos precios y las condiciones de
compra, el ingreso masivo del capital extranjero especulativo y la transformación
de la clase política en clase dominante.

Dentro de ese contexto iba conformando, sobre todo, una oposición dentro de los
sectores juveniles. Unas elecciones para diputados y senadores será la chispa que
empuje a la formación de dos nuevos partidos políticos. En la ciudad de
Villarica, la segunda en importancia en el país de aquél entonces, se presentaron
dos jóvenes de los que deseaban cambio a las candidaturas de senador y
diputado. Estos jóvenes lograron atraer a la mayoría del electorado que optaban
de esa manera por el cambio. La policía intervino las elecciones para dar el
triunfo a los oficialistas y apresaron a todos los dirigentes opositores.

Este atropello a las libertades públicas fue rápidamente contestado por la


juventud estudiantil e intelectual con la formación de un Centro Democrático
capaz de defender ideas liberales y derechos consagrados en la Constitución
Nacional. El 10 de julio de 1887 se fundó en Asunción el club político llamado
"Centro Democrático".Este nombre fue sustituido posterioremnte por la
Convención partidaria reunida en Asunción en 1894 por el del Partido Liberal.

El oficialismo acusó el peligro que podía constituir la fundación de un partido


opositor. En agosto de ese mismo año se realizaron las primeras reuniciones
tendientes a la formación de un partido que pudiera defender al gobierno. El 11
de setiembre en el Teatro Olimpo de Asunción se frundó la "Asociación Nacional
Republicana (Partido Colorado). Su primer presidente fue Bernardino Caballero
y su mentor el ex-antilopista, José Segundo Decoud.

La presencia de estas dos agrupaciones políticas será una constante en todo el


período posterior. Las mismas se enfrentarán en ocaciones mediante golpes y
guerras civiles y en menos ocaciones en una participación electoral.

5. Paraguay a finales del siglo XIX

Cuando en 1890 asumió a la presidencia Juan G. González, quien respondiendo


a las demandas más democráticas inició un proceso de apertura política y un
intento de modernizar el estado. Esta política presidencial posibilitó la
renovación y rejuvecimiento de los agentes políticos aunque la vieja estructura
caudillista todavía manejaba resortes poderosos del poder. Es así que un golpe de
estado, digitado por Caballero, depuso a Gonzáles en 1894. El período
presidencial fue completado por Marcos Morígino. Sin embargo, el golpe no
pudo detener las fuerzas de cambio de una sociedad que de alguna forma se había
restablecido y que iniciaba procesualmente a ingresar en el funcionamiento del
sistema económico pergueñado desde la venta de las tierras públicas. El nuevo
modelo exigía otros parámetros políticos alternativos al imperante impuesto por
los viejos caudillos. La lucha entre el tradicionalismo y el modernismo se daba
dentro de las mismas fuerzas gubernamentales dando posibilidad de esa forma
que el sector modernizante pudiera acceder al gobierno. El triunfo electoral de
los sectores aperturistas del oficialismo lleva a la presidencia de la República al
Gral. Juan B. Egusquiza, un antiguo miembro de la Legión Paraguaya. Este
inicia un gobierno aperturista y logra que un sector de la oposición liberal (el
cívico) participe en el Poder Legislativo y ocupen, sus miembros, cargos
oficiales.

La política modernizadora continua en el período posterior, con la Presidencia


del Dr. Emilio Aceval, quien es derrocado, por esa razón, por Caballero, en
1902. Este golpe de estado demostró que era imposible el cambio dentro de la
propia estructura gubernamental y los sectores modernizantes buscaron otro
medio, el de la "revolución". En 1904, una guerra civil orquestada por el opositor
Partido Liberal, tuvo la posibilidad de aglutinar en su seno a toda una generación,
incluida algunos de los connotados hijos de los caudillos tradicionales, como el
caso del hijo del ex-presidente Escobar. El triunfo de los sublevados, supuso el
fracaso de los sectores modernizantes de la Asociación Nacional Republicana de
reestructurar el estado, por un lado y por el otro, el fin de la hegemonía colorada
que pasaba ahora al Partido Liberal.

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