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La Pincoya

Al regresar la Huenchula, a casa de sus padres, en donde dejara bajo


sus cuidados a su tierna hija, durmiendo en unalapa; comprobó que
debido a la curiosidad de sus mayores, la niña se había transformado en
agua cristalina. Invadida por el llanto y la desesperación, cogió la vasija
y corrió desesperada hacia la playa, a vaciar suavemente su contenido
en las aguas del mar. Y avanzando hacia el interior, se perdió en las
profundidades del océano, en busca de su esposo el Millalobo.

Entre sollozos y llantos, le relató lo acontecido. Apenas hubo de


terminado de pronunciar la última frase de su historia, vio acercarse
hacia ella, una delicada barca semejante a una lapa, llevando en su
interior a su desaparecida hija; convertida ahora, en una hermosa
joven, a quien dio el nombre de Pincoya. Las múltiples variedades de
peces y mariscos, que el Millalobo, ofrece generoso al pueblo chilote, las
siembras, en mares y playas, por intermedio de las maravillosas y
fecundas manos de su hija predilecta, la Pincoya. Adolescente muy
hermosa, de larga cabellera dorada, de encanto y dulzura
incomparables. Sale desde las profundidades del mar, semi vestida con
un traje de algas, a danzar a las playas. Cuando realiza su delicado baile
mirando hacia el mar, significa que en esas playas y mares abundarán
los peces y mariscos; en cambio si lo hace con el rostro vuelto hacia la
tierra, indica a los pobladores que para la temporada venidera, los
mencionados productos escasearán y por tal motivo, será menester salir
en su búsqueda a playas y mares lejanos. No obstante, cuando la
escasez, en ciertas regiones se prolonga por largo tiempo, por ausencia
de la Pincoya, es posible hacerla volver, y con ella, la abundancia, por
intermedio de una ceremonia especial. Cuando los chilotes, eternos
vagabundos del mar, naufragan, siempre encuentran junto a ellos a la
candorosa Pincoya, que acude pronto a su auxilio. Si por razones
superiores, no logra su propósito de salvarlos, ayudada por sus
hermanos La Sirena y el Pincoy, transporta con ternura los cuerpos de
los chilotes muertos hasta el Caleuche, en donde ellos revivirán como
tripulantes del barco fantasma y a una nueva existencia de eterna
felicidad. Seguramente, por esta razón, los chilotes jamás temen al mar
embravecido, a pesar que la mayoría de ellos no sabe nadar. El espíritu
de la Pincoya, creado por su imaginación, al velar siempre por ellos, les
infunde plena confianza, durante sus arriesgadas faenas por los océanos
del mundo. (Publicación del Dr. Bernardo Quintana Mansilla, “Chiloé
Mitológico”).

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