La literatura se convierte en una forma de vida para los escritores,
por tal razón, las obras están sujetas a las leyes del mercado, y el sustento del escritor depende de la aceptación que aquellas tengan entre los lectores. Muchos escritores tratan de recoger en archivo literario cuadros populares, escenas de la vida cotidiana, antiguos y rutinarios modos de ser de la gente del común; lo que en algunos aspectos suele llamarse “folklórico” y en otros costumbrismo. El anhelo de observación del cambio social y de los procesos psicológicos individuales lleva a los realistas a utilizar para la creación literaria el método de las ciencias naturales. Busca en todo la exactitud documental: en el decorado, en las costumbres, en el lenguaje, pues estaban convencidos de que la misión del escritor radica en la observación detenida y en la recreación de la realidad, porque su éxito es la equivalencia que consigue entre arte y realidad. En esta medida, las novelas realistas proyectan hechos naturales, verificables y lógicos. Predomina ahora un lector burgués que busca reconocerse en los personajes y asuntos de ficción, por lo que las preocupaciones y los ambientes de estas clases medias pasan a ser un tema literario central. En el siglo XIX, como consecuencia de las clases medias urbanas y de la extensión de la enseñanza, aparece un público lector más numeroso. El autor afronta la realidad en lugar de huir de ella, la retrata tal como aparece. Cobra especial importancia la novela, puesto que a través de ella se intenta criticar la sociedad desde dentro. Se eliminan y depuran elementos como la relevancia de la imaginación y, como consecuencia, el lugar que tenía la fantasía; se abandona la evocación de tiempos pasados. Los personajes ya no son tan apasionados.
EL GÉNERO REY DEL REALISMO: LA NOVELA
En vista de que a la literatura realista le preocupa la realidad y
para lograr reflejarla debe realizar una descripción minuciosa y un interés particular por el análisis de los comportamientos humanos en sociedad, la novela se manifiesta como su vehículo más propicio. Los escritores sean proveedores de información fidedigna sobre las clases menos favorecidas, lo cual en cierto sentido los pondría al servicio de los burgueses que, dicho sea de paso, son los mayores consumidores de la literatura en esta época. Dentro de la clase burguesa existen individuos que siguen orientados hacia los valores de uso, y que por ello se autoimaginan, convirtiéndose en “individuos problemáticos”, que consideran su trabajo no como un valor de cambio, sino como algo inherente a su propia personalidad, y que les pertenece de algún modo, lo que da a su trabajo un caracter creador. La novela realista basa su estructura en tres grandes elementos: primero, el individuo problemático (orientado hacia valores auténticos) que posee cierto grado de degradación; segundo, la búsqueda degradada de dichos valores, y tercero, la realidad que actúa como mediatizadora, impidiendo al héroe su encuentro con un mundo de valores auténticos.