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INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN CONDUCTUALES

La orientación conductual no busca agrupar las conductas bajo etiquetas. Más bien su
intención es determinar que déficits o excesos conductuales presenta el sujeto con
respecto a las normas sociales importantes en el momento. La clasificación se vuelve
así más sencilla y fácil de manejar para llevar a cabo el tratamiento adecuado..

Esto no sucede en la corriente conductual que es precisamente la evaluación lo que


dirige el tratamiento. La relación entre la evaluación y el tratamiento es directa.
Cuando logramos determinar en función de qué variables ocurre una conducta. La
modificación de esta variable es la solución al problema. Por supuesto que el problema
no es tan sencillo, ya que en ocasiones no es posible modificar o determinar una
variable. A veces la variable no es externa sino más bien interna o una interacción de
ambas. Sin embargo, una buena evaluación determinará la consecución de los
objetivos de la terapia.

Entrevista Conductual

Existen diversos formatos de entrevista conductual (Kanfer y Phillips 1976; Kanfer y


Saslow 1969; Kanfer y Grim 1977; Lazarus, 1971; Golfried y Davison 1976). Una de
las primeras formulaciones de entrevista conductual fue la hecha por Kanfer y Sastow
(1969). Ellos formulan una guía de entrevista que debe cubrir los siguientes aspectos:

1) Análisis inicial de la situación problema.

2) Aclaración de la situación problema (incluyendo un análisis de antecedentes y


consecuentes externos e internos).

3) Análisis motivacional.

4) Análisis de desarrollo.

5) Análisis de autocontrol.

6) Análisis de relaciones sociales.

7) Análisis del ambiente social, cultural y físico.

Esta guía de entrevista cubre en general un análisis más o menos completo por medio
del cual es posible hacer una decisión terapéutica. Cubre tanto el ambiente interno
como el externo del sujeto. En un trabajo posterior, Kanfer y Grim (1977) actualizan
esta guía de entrevista tratando de cubrir una gama más amplia de elementos de los
cuales se mostrará un cuadro esquemático:

1. Déficit de Conducta.

a) Base inadecuada del conocimiento para la guía de la conducta.

b) Fracaso en conductas sociales aceptables debido a un déficit de habilidades.

c) Inhabilidad de controlar las influencias del ambiente y su propia conducta por medio
de respuestas autodirectivas.
d) Deficiencias en autoreforzarmiento.

e) Déficit en el monitoreo de su propia conducta.

f) Inhabilidad para alterar respuestas en situaciones de conflicto.

g) Repertorio limitado de conducta debido a un rango restringido de reforzadores.

h) Déficit en conductas cognitivas y/o motoras necesarias para cumplir las demandas
de la vida diaria.

II. Excesos de Conducta.

a) Ansiedad condicionada inapropiada a objetos o eventos.

b) Excesiva actividad de auto-observación.

III. Problemas en el Control de Estímulos Ambientales.

a) Respuestas afectivas a objetos estímulo o eventos dirigidos a malestar subjetivo o


conducta inaceptable.

b) Fracaso en ofrecer apoyo u oportunidades de conducta apropiada en ambientes


diferentes.

c) Fracaso en satisfacer demandas o responsabilidades ambientales surgidas de una


deficiente organización del tiempo.

IV. Control Inapropiado de Estímulos autogenerados.

a) Autodescripción que sirve como señal para conductas dirigidas a resultados


negativos.

b) Actividad verbal/simbólica que sirve de señal a la conducta inapropiada.

c) Fracaso en la etiquetación de señales internas.

V. Arreglo Inapropiado de Contingencias.

a) Fracaso del medio para apoyar conductas apropiadas.

b) Mantenimiento ambiental de conducta indeseable.

c) Uso excesivo de reforzamiento positivo para conductas deseables.

d) Reforzamiento independiente de la respuesta.

Como puede observarse este esquema es más amplio y explícito que el anterior.
Considera tanto al ambiente como al sujeto. Es decir, tanto los estímulos que pueden
provocar una respuesta inadecuada, como las respuestas internas y externas del
sujeto.

Confiabilidad en la Entrevista.
Cabe preguntarnos en el caso de la entrevista si lo que nos está diciendo el paciente
realmente es verdad. ¿En qué medida podemos confiar en el reporte del paciente) y
¿Cómo estamos seguros que lo que reporta es exacto? Para poder resolver estas
preguntas es necesario plantear dos aspectos: 1) fuentes de confiabilidad de la
entrevista y; 2) formas de detección de datos no válidos. Estos dos aspectos serán
discutidos en una forma muy breve.

Linehan (1977) dice que la confianza en la información obtenida durante la entrevista


descansa en dos suposiciones: que el cliente es capaz de observar y reportar con
exactitud su propia conducta, ambiente y contingencias ambiente-conducta; y que
reporta estos eventos con exactitud durante la entrevista.

Partimos del supuesto que el cliente acude al consultorio porque tiene un problema de
tipo psicológico y conductual. Para poder resolver este problema acude con un
psicólogo al cual le va a pagar por sus servicios. Es difícil que una persona le pague al
psicólogo solo para que este escuche mentiras sobre su problema. Luego entonces el
paciente está motivado a decirlo al psicólogo su problema para que éste se lo
resuelva. El psicólogo debe tener habilidad suficiente para hacer preguntas que no
confundan al paciente o que propicien ambigüedad. Las preguntas deben de ser
directas y claras. Cuando el psicólogo se sienta confundido en un punto, debe
plantearlo al paciente para resolverlo. Si el paciente no logra aclarar el punto, el
psicólogo tratará de hacer que el paciente describa en términos operacionales su
conducta.

Existen varias razones por las cuales, a pesar de que el paciente está motivado a
contar su problema, no lo hace en forma veraz. Una de las razones es la desconfianza
hacia el psicólogo. Es posible que, además, tenga pena del evento y no se sienta
capaz de reportarlo. Para esto, el psicólogo debe tener la habilidad de provocar
confianza en el paciente. Es posible firmar un contrato de confidencialidad para mayor
tranquilidad de su cliente. Otra posible razón puede ser el hecho de que el sujeto
piense que ciertos detalles no son importantes o relevantes con respecto a su
problema. Aún cuando haya observado con exactitud sus detalles, es factible que los
olvide en el momento porque le parecieron fútiles. Para esto el psicólogo debe explorar
con detenimiento estos posibles detalles no descritos por el paciente. Una forma de
realizar esto, es ejecutando un juego de papeles de la situación y registrar los
pensamientos de paciente durante la dinámica o inmediatamente después. Otra forma
es hacer que el cliente imagine la situación y que reporte los pensamientos
concurrentes.

Existen diversas formas de confiabilizar los datos obtenidos durante la entrevista. Una
forma sencilla de hacer esto es consultar con sus familiares o amigos acerca del
informe del paciente. Sin embargo, esto no siempre es posible. Otra forma de
confiabilización es hacer preguntas sobre un mismo tema y posteriormente volver a
realizarlas utilizando otras palabras. También podemos relacionar todos los datos
obtenidos y poder encontrar algunas incoherencias o detalles que no concuerden entre
sí. Debemos aclarar estas incoherencias hasta lograr estar satisfechos sobre la
veracidad de los datos.
Un método que casi todo psicólogo utiliza intencionalmente o no, es observar los
cambios en los tonos de voz y de expresión facial del paciente. Aquí suponemos que
cuando algún tema trae una carga emocional, ésta afecta principalmente el tono de
voz. Por ejemplo cuando estamos haciendo preguntas de rutina, es posible que el
paciente hable fluidamente, pero al hacerle cierta pregunta se acabe su fluidez,
aunque posteriormente intente recuperarla. Aquí podemos sospechar dos cosas, o que
dijo una mentira o que le emocionó hablar sobre el tema. Por cualquiera de las dos
razones debemos explorar ese punto.

Métodos Directos.

Durante el auge de la terapia de la conducta ocurrida a finales de la década de los 60’s


y principios de los 70’s, se generaron una gran cantidad de métodos de evaluación
directos. Estos métodos de evaluación generalmente se realizan con la observación
directa de la conducta del sujeto, ya sea en su ambiente natural o en una situación
simulada. Usualmente se realizan utilizando papel y lápiz anotando la ocurrencia o no
ocurrencia de la conducta. Tenemos, por ejemplo, dentro de los registros
observacionales: el registro continuo, de duración, por intervalos, muestreo de tiempo
y de actividades planeadas. Estos registros no se describirán ya que son muy
conocidos y resultaría tedioso, es mejor referirse a las fuentes bibliográficas (por
ejemplo, Vance Hall, 1973).

Los registros directos tienen implicaciones metodológicas muy importantes que es


necesario tomarse en cuenta. Tenemos principalmente dos aspectos: la confiabilidad y
la validez. La confiabilidad se refiere a que dos observaciones reporten que
determinada conducta ocurre, así como el número de veces, por separado. Es decir,
que si un registrador dice que observó que una determinada conducta ocurrió 15
veces en un intervalo de tiempo de 1 minuto; también otro registrador, haciendo su
observación independientemente reporte los mismos datos o casi los mismos datos.
La confiabilidad es el punto clave de los registros directos, ya que un registro con una
baja confiabilidad resulta de poca utilidad.

La validez se refiere a que lo que nosotros queremos medir sea realmente lo que
queremos medir. Es decir, que el registro sea "válido". Puede suceder que nuestro
registro sea confiable pero no válido. Es por eso que debemos prestar atención a
estos dos aspectos metodológicos de los registros.

Medidas de Automonitoreo.

El autoregistro o automonitoreo consiste en que el paciente, por medio de un


instrumento evaluativo, registra su propia conducta. Este tipo de registro surge como
una interesante alternativa a la tecnología de evaluación. Sabemos que hay conductas
que son muy difíciles de registrar en situaciones análogas dentro del consultorio. El
automonitoreo da una buena alternativa a este problema. Nelson (1977), dice que un
instrumento de autoevaluación, el terapeuta y el cliente intentan conjuntamente
identificar las conductas meta que sean modificadas; y la segunda es cuando, una vez
que se han identificado estas conductas, el automonitoreo puede servir
proporcionando datos que funjan como una medida dependiente en casos clínicos o
proyectos de investigación evaluando la eficacia de un programa de intervención.
Uno de los factores que debe de tomarse en cuenta en el caso del automonitoreo es la
reactividad. En casi todas las formas de evaluación existe cierta reactividad. En casi
todas las formas de evaluación existe cierta reactividad; sin embargo, la forma de
evaluación que más reactividad produce es el automonitoreo. Esta alta reactividad
resulta lógica, ya que es el individuo el registrador de su propia conducta. Al ser su
propio registrador, se da cuenta de si ocurre o no su conducta y con qué frecuencia.
Es decir, existe una retroalimentación inmediata que puede inhibir o desinhibir la
conducta.

Mediciones Análogas.

Dentro del consultorio tenemos poca oportunidad de observar y registrar la conducta


de los pacientes. Los registros directos en la situación natural son muy útiles y
confiables pero poco prácticos, además de que consumen mucho tiempo. Para esto, el
clínico cuenta con otro elemento de los registros directos: las mediciones análogas.
Éstas se refieren a aquellos registros que realizamos en un ambiente controlado. Se
pueden realizar en el consultorio y utilizar uno o varios observadores. También se
pueden, si la situación lo permite, grabar un vídeo para su registro y análisis
posteriores.

Los registros análogos tienen algunas ventajas que cabe mencionar. Por ejemplo,
permiten el control experimental produciendo de esta manera la validez interna de un
experimento particular. Además, en ocasiones, el problema psicológico es muy
complejo para ser estudiado directamente. En este tipo de registros partimos del
supuesto que el sujeto emitirá la misma conducta o casi la misma en el consultorio que
en la vida real. Es posible que ésta no suceda así; sin embargo, de lo que sí podemos
estar seguros es si el sujeto posee o no la habilidad dentro del repertorio conductual.

Los métodos análogos utilizados en psicología clínica son amplios. Tenemos la


medición de fobias en que se simula la situación u objeto fóbico en forma controlada;
por ejemplo, se le presenta una serpiente viva y registramos la conducta del paciente.
Uno de los métodos más utilizado dentro de ésta categoría es el juego de papeles. En
este caso, se le plantea al paciente una situación actuando el terapeuta en el papel de
la persona que le perturba. Se le pide que dé la respuesta que daría en la situación
real.

El juego de papeles es una herramienta muy útil que tiene a su alcance el clínico.
Permite tomar muchas medidas en una diversidad de situaciones simuladas. Su uso
más extendido ha sido en la medición y el entrenamiento de respuestas sociales.
Éstas respuestas dadas en una situación interpersonal son generadas en una multitud
de contextos. Éstos van desde la interacción esposo-esposa, madre-hija, empleado-
jefe, hasta la interacción conferencista-auditorio. para realizar estas simulaciones se
pueden utilizar a confederados del terapeuta para que actúen y den la respuesta ante
el paciente. Generalmente se le pide a éste que describa la situación que le provoca
angustia. El terapeuta le ayuda a definir e identificar los estímulos relevantes.
Tomando en cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los estímulos
relevantes. Tomando en cuenta esta descripción se simula la situación enfatizando los
estímulos relevantes. El paciente retroalimenta al terapeuta sobre su actuación
informándole sobre lo exacto o inexacto de la situación con relación a la realidad. A su
vez, el terapeuta puede hacer registros directos de papel y lápiz, o tener a su
disposición registradores entrenados que pueden estar ocultos tras una cámara de
Gessel para mayor control.

Existen, además, cuestionarios preestablecidos en los cuales se utiliza el método


análogo de evaluación. Tenemos por ejemplo el elaborado por McFall y Marston
(1970). Se utiliza una grabadora que va planteando las situaciones al paciente. Éste
debe responder como si estuviera en la situación real. De esta forma, el terapeuta
tiene tiempo para hacer observaciones y registros que también ya están
predeterminadas tomando diversos componentes de la conducta asertiva.

Así, los métodos análogos pueden ser utilizados por le terapeuta en forma improvisada
o en forma estructurada. El terapeuta debe decidir el usar una u otra dependiendo de
la situación y de las ventajas que proporcione el instrumento de medida en ese
momento. Por ejemplo, cuando el paciente se presenta por primera vez a terapia y el
psicólogo sospecha algún problema específico, puede utilizar la forma improvisada de
la evaluación análoga. Posteriormente, ya identificado el problema, puede usar la
forma estructurada para realizar una evaluación más detenida y profunda.

Métodos Indirectos.

Los métodos indirectos se utilizan en la terapia como una forma de evaluación


alternativas cuando no es posible la observación directa. Existen conductas las cuales
no presenta el sujeto en una situación análoga. Por ejemplo, no puede fumar todos los
cigarrillos que consume durante un día delante del terapeuta; o es muy difícil y
embarazoso hacer el acto sexual dentro del consultorio. De los métodos indirectos
tenemos principalmente los cuestionarios y los inventarios (Ostrander, Weinfurt,
Yarnold y August, 1998)

Cuestionarios e Inventarios.

Podríamos diferenciar un cuestionario de un inventario por la especificidad de ambos.


Es decir, el cuestionario es más general y aunque puede tocar puntos específicos, la
idea es conocer en forma amplia el o los problemas del paciente. En cambio el
inventario es más específico. Ya definido el problema, se intenta dilucidarlo y
explorarlo con más detalle. Sin embargo, no existe un concepto de ambos
instrumentos de medición que sean aceptados en su totalidad en la literatura
conductual, por lo que no parecería raro encontrar a alguien que difiriera con estos
conceptos.

El cuestionario y el inventario tienen la ventaja de que se le pueden dar al paciente


para que éste los resuelva. De esta forma, se puede obtener información valiosa con
una mínima pérdida de tiempo por parte del terapeuta. También tiene la ventaja de
que, como ya están elaborados, la información es sistemática por lo que resulta más
fácil analizarlo. La principal ventaja de los inventarios radica precisamente en su
especificidad. De esta forma el terapeuta puede hacer un análisis rápido más o menos
detallado del problema.
Entre las desventajas que encontramos tenemos que en ocasiones el paciente no
entiende con exactitud la pregunta y su respuesta puede ser confusa sobre todo en
preguntas abiertas. Esto puede deberse a dos cosas; es posible que la pregunta esté
mal redactada y esto provoque la confusión; o el paciente tiene una escolaridad muy
baja para comprender la pregunta. En cualquier forma, el terapeuta tiene analizar los
datos y corroborar las respuestas que le hayan parecido confusas. Esto no sucede con
los inventarios ya que en general contienen una escala para contestar y las preguntas
son cerradas, lo que no se presta a ambigüedades.

Existen críticas hacia los cuestionarios e inventarios por parte de los psicómetras ya
que no se utilizan métodos estadísticos para validar los instrumentos. Hay una
reacción negativa de los psicólogos conductuales en contra del uso de estadística en
las pruebas. Esta reacción ha llegado a tal grado que el rechazo ha sido total. Es
posible que esta reacción sea más temperamental que racional. El mal uso y el abuso
de la estadística llevaron a esta reacción. Seguramente en el futuro, se utilizará más
estadística para reforzar la confiabilidad y validez de inventarios y cuestionarios.

Existe una variedad casi infinita de cuestionarios e inventarios (Cautela y Upper, 1976;
Walls, Werner, Bacon y Zane, 1977). Esto hace posible escoger cómodamente el
cuestionario e inventario que más se adapte a nuestras necesidades del momento.
Una desventaja que siempre ocurre cuando las fuentes originales están inglés, es la
adaptación de éstas a las características e idiosincrasia de nuestro país. Esto nos
hace pensar que es necesario generar tecnología e investigación conductual para no
tener que importarlas.

BIBLIOGRAFÍA

Bryant R.A., Harvey A.G., y Dang S.T. (1998) Assessing acute stress disorder:
psychometric of a structures clinical interview. Psychological Assessment, 10, (3), 215-
220.

Cautela J.R. y Upper D. (1975) The process of individual behavior therapy. En M.


Hersen, R.M. Eisler y P.M. Miller (eds.) Progress in Behavior Modification, Vol. I.
Nueva York: Academic Press.

Lazarus A.A. (1971) Behavior Therapy and Beyond. Nueva York: McGraw-Hill.

Linehan M.M. (1977) Issues in Behavioral Interviewing. En J.D. Cone y R.P. Hawkins
(Eds.) Behavioral Assessment: New Directions in Clinical Psychology. Nueva York:
Brunner/Mazel.

McFall R. M. Y Marston A.R. (1970) An experimental investigation of behavior


rehearsal in assertive training. Journal of Abnormal Psychology, 76, 295-303.

Nelson R.O. (1977) Methodological Issues in Assessment Vial Self-Monitoring. En J.D.


Cone y R.P. Hawkins (Eds.) Behavioral Assessment: New Directions in Clinical
Psychology. Nueva York: Brunner/Mazel.

http://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/numerodos/laevaluacioncondu
ctual.html

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