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~ FON O

ARC 1N1EGAS TE e A AL DE l\ N A DE e O LO ~1 B 1 A
5794

LO IRR~M~DIAQL~
TEATRO 95
N.0 95 POR

.
LORE NZO M \RROQ:J IN Y ] OSE M ARIA RIVAS GROOT

BOGOTA
BOITORIAL MINERVA, S .A.
1936

©Biblioteca Nacional de Colombia


819L10TEC:A N"CI.NAL DE COlOMSIA
F '.l'! ltQ

et!ll"MA"i Y~ .. - eot_illil ARCINIEGillil~

©Biblioteca Nacional de Colombia


BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

/ LO IRR~M~DI AQLY
POR

LORENZO MARROQUIN, y J . M. RIVAS .GROOT,


/1

©Biblioteca Nacional de Colombia


SELECCION SAMPER ORTEGA DE

LITERATURA COLOMBIANA

PUBLICACIONES DEL

MINISTERIO DE EDUCACIOf'... . NACIONAl

©Biblioteca Nacional de Colombia


D01 LORENZO MARROQ UIN

En el volumen 15 de esta Selección se con.-.


signaron los datos biográficos de D. José Ma-
ría Rivas Groot, quien escribió en colabora-
ción con D. Lorenzo Marroquín el drama que
en seguida se reproduce , y la conocida ~ela
"Pax . Por esto nos limitaremo s a· dar' aquJ
algunas pocas noticias sobre la personalid ad
literaria de D. Lorenzo, hijo del autor de La
Perrilla » y hermano de monseñor José Ma-
nuel Marroquín , quien también figura en esta
colección de autores colombian os, en el vo-
ILunen 79.
Don Lorenzo nació en Bogotá el 8 de marzo
de 1856 y murió en Londres el 3 de septiembr e
de 1918 En la Academia Colombian a ocupó
la silla de don José María Samper, la cuaL
muerto Marroquín , le fue otorgada a don To-
más Rueda Vargas. Además de «Pax », novela
de la que hizo una extensa crítica gramatica l
.el señor Suárez, es autor de los siguientes fo-
lletos . · artículos, según lista de Cejador y
F rauca en su «Historia de la lengua y litera-

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tura castellanas»· «Ocho días en Grecia, 1884


(Repertorio Colombiano) . Estudio sobre el poe-
m a de l Cid, Bogotá, 1897 (En Revista Nacio-
nal. Fue premiado en 1881). Peregrinacion es
al santuario de Lourdes. 1897 (ibid) El juicio
fi nal de Miguel Angel, 1897 (ibid.). La Cose-
cha, poema, Bogotá, 1897. Las cosas en su pun-
to, (ibid.), 1898. Los misioneros (ibid.), 1903.
El Renacimiento . (Discurso en homenaje de
León X I l 1), (ibid.), 1903. El Canal de Panamá,
(ibid). 1903. El doctor Puracé, comedia, 1903.
El dos de noviembre, poesías, 1904 (En el Nue-
vo Tiempo Literario). Lo irremediable, drama,
1905 (con José Rivas Groot). Pax, novela,
(ibid.), 1907. Chartres, 1910. Cartagena la H e-
roica, drama. El Libro del Ce!itenario (con
Emiliano Isaza), 191 O. Centenario de Ricaurte,
1913. Los P recursores, 1914. Elogio de Rafael
P amba, 1914 (En Anuario A~ademia Colom-
biana, tomo I I I.) Dictadura de la incapacidad,
artículos políticos. Chantilly, Reims, Verdum,
191 8».
Pero si se analiza esta larga lista, la obra
literaria de N!arroquín viene a quedar redu-
cida a un volumen , a lo sumo, de ensayos,
donde cabrían su «Estudio sobre el poema del
Cid », «Centenario de Ricaurte » y «Elogio de
Rafael Pombo »; a la novela Pax y a otro vo-
lumen de teatro, con El doctor Puracé, Lo l rre-
mediable y Cartagena la Heroica, y en el cual
podrían agregarse La soberanía del dolor, que

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 7

Cejador no menciona y que nosotros recorda-


mos haber «montado » en familia, bajo la di-
rección del propio don Lorenzo, en Y erbabuena,
la hacienda tradicional de los Marroquines ,
hacia 1914 ; y Y o, de que tampoco tuvo noticia
el erudito clérigo español, y que fue, allá por
1908, un estruendoso fracaso, a pesar de haber
sido puesta en escena por la excelente compa-
ñía de Paco Fuentes . Con todo, el público ig-
nora otro género en que tanto don Lorenzo co-
mo don Manuel, su padre, fueron verdaderos
maestros : el de la comedia casera. es decir, es-
crita para ser representada en familia, durante
las tradicionales vacaciones de diciembre en
los latifundios de Yerbabuena o de El Chicó,
en los días de la novena del Niño Dios o de
cumpleaños de los padres . En este género los
dos Marroquines , padre e hijo, escribieron pre-
ciosas bagatelas, animadas de auténtico chis-
te bogotano, que fueron puestas en escena,
con gracia y donosura que ya no se estilan, por
ellos'"mismos, y las hijas de don Manuel, doña
Inés_y doña María, o sus sobrinas Sáiz Osorios,
o sus amigos. Los preparativos y ensayos de
tales comedias servían de pretexto para los
bailes, ~tertulias ·.~y refrescos que tanto contri-
buyeron a alegrar los diciembres de antaño .
Para ·1a representació n, se cubría el patio con
toldos que f suministraba el ejército o alguna
empresa industrial, y familiares y vecinos acu-
dían , llevando cada cual su asiento, a reir y

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aplaudir, entablar amoríos y amistades, a re-


zar la novena y a cenar ajiaco y bizcochos ri-
quísimos hechos por las niñas de la casa. En
nuestra biblioteca privada conservamos ma-
nuscritos de esa clase de comedias, que para
nosotros guardan un encanto especial, porque,
dada la vieja amistad de nuestra familia con
los Sáiz, Marroquines y Osarios. estamos en
capacidad de entender gracejos y aluciones
que a un público extraño nada dicen, y porque
muerto ya don Manuel y casadas sus hijas, pu-
dimos admirar tales comedias puestas en es-
cena por éstas o por los nietos del autor de «El
Moro»
Sin embargo, don Lorenzo no pasará a la his-
toria literaria sino por su novela Pax, que es
la expresión de una época y una etapa carac-
terísticas y definidas de la novela bogotana.
Gómez Restrepo la ha juzgado así: -~ Marro­
quín, hombre de aristocráticas costumbres san-
tafereñas, ha pintado muy bien ciertos nobles
aspectos del alma bogotana y ha vengado, con
la duradera venganza del arte, a la nobleza
pobre, vencida por la violencia de brutal ad-
venedizo, en cuadros como Rosas de Castilla,
que es una preciosa página de descripción se-
lecta y de noble psicología. Hay en Pax perso-
najes, o más bien dicho retratos, trazados con
pincel firme y riqueza de colorido, y escenas,
como la de cierta venta, a donde coinciden,
como en la del Quijote, una porción de dispare-

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 9

jas personalidades que están trazadas con ha-


bilidad de novelista picaresco. Hay en Pax de-
masiadas cosas ; hay personajes que ofrecen
poca semejanza con la realidad. El estilo a ve-
ces tiene gran vigor, sobre todo en la parte
descriptiva: pero abunda en descuidos e inco-
rrecciones, que puso de patente una crítica
doctísima en el Análisis gramatical de Pax.
Pero con todo, es obra representativa, nacio-
nal, reveladora de grande ingenio ».
Cuando la Alcaldía de Bogotá sometió a la
consideración de la Academia de Historia la
conveniencia de echar a tierra por estorboso
y por feo el monumento levantado a Ricaurte
en la calle 43, nosotros fuim os de opinión que
se le respetase como un testimonio de lo que
era el sentido estético bogotano en 1914. Ra-
zón muy semejante podríamos alegar ahora
para justificar la reproducción de Lo 1rreme-
diable. Para nuestra actual sensibilidad, mu-
cho más refinada, más apta para la emoción
de la sugerencia que para la instintiva reacción
ante lo brutalmente doloroso; para nuestra
sensibilidad pulida, por decirlo así, en la es-
cuela del cine, donde el arte dramático ha su-
frido mutaciones fundamentales; para nuestra
sensibilidad de post-guerra , de gentes que en-
tendemos a Geraldy, de hombres que hemos
aprendido a avalorar la línea y el detalle acaso
por la razón de que esta vida contemporánea
tiene que ser mirada panorámicamente, por-

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lO BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

que el vértigo de su fuga no nos da tiempo pa-


ra más; para esta clase de sensibilidad 1936,
decimos. Lo 1rremediable resulta casi ridículo
de puro trágico , o mejor dicho. por la forma
en que lo trágico de la vida está expresado allí.
P ero nuestro propósito con respecto a la sec-
ción de teatro colombiano ha sido el de histo-
riar su desarrollo. El género no ha tenido en
Colombia fecundidad ni fortuna, por las razo-
nes que se expresan en la nota preliminar del
volumen 98 de esta Selección . Y así, lo intere-
sante es señalar con jalones característicos la
evolución que dicho género ha venido sufrien-
do desde Vargas Tejada, primer comediógrafo
republicano, hasta Jorge Zalamea, exponente
el más vigoroso de la últí'm a generación.
Con Vargas Teja da y F ernández Madrid
nace acá una escena influída por los grandes
trágicos franceses de los siglos XVI y XVII ,
de perdurable influjo en todos los países, y que,
muerto con Calderón de la Barca el teatro del
siglo de oro, tan típico y tan español. se impo-
ne en España al siglo siguiente, pese al buen
sentido de don Leandro F ernández de Moratín,
apoyándose en la muleta que le dio Luzán con
su Poética, y gracias a Montiano, Alvarez de
Cienfuegos y aun al mismo Quintana. Mas en
breve nos convencímos de que semejante ca-
misa nos venía muy holgada, y, con un senti-
do más lógico y familiar , enderezámos, con
Sáenz Echeverría y José Manuel Lleras, por

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 11

el sendero menos arduo del sainete. Cierto que


lo propio hacían en España, al lado de los neo-
clásicos que se enfrentaron al romanticismo,
los restauradores de don Ramón de la Cruz y
los zarzuelistas que por entonces imprimieron
tanta vitalidad a ese género: Pina y Lumbreras,
Olona, el comediógrafo Ventura de la Vega,
Camprodón y Luis Mariano de Larra.
Después los mosaicos, no contentos con pin-
tar en sus cuadros de costumbres, invaden la
escena también con sus regocijados tipos pa-
rroquiales , y es don José María Samper quien
mayores lauros cosecha con K Un Alcalde a la
antigua », la obra sobresaliente de la nueva
tendencia.
Sin embargo, en el fondo de nuestra menta-
lidad chibcha-española el dolor aletea constan-
temente : nos gusta zarandearlo siempre que
hay ocasión : de aquí nuestras costumbres, tan
diferentes de las de otros pueblos, con respec-
to a los duelos familiares ; de aquí las lúgubres
manifestaciones del sentimiento religioso, la
morbosa curiosidad por los crímenes de sangre,
la afición a los toros. De aquí el que nuestras
más célebres obras literarias siempre se inspi-
ren en los aspectos tristes, jamás en los risue-
ños, de la existencia. El costumbrismo escéni-
co tenía, pues, que morir, y murió, hablando
a grandes rasgos, a manos de don Lorenzo Ma-
rroquín, cabecilla de esa nueva dramaturgia
de fines del siglo que buscó otra vez el dolor

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como motivo artístico: pero en Lo Irremedia-


ble se enlazan la quejumbrosa tendencia an-
cestral de que arriba se habla y el ya moribun-
do costumbrismo, que aun se refleja en esa
obra, bien que ya desposeído de la gracia que
le habían impreso los mosaicos .
Y aquí termina una etapa de la evolución
del teatro colombiano, y se inicia otra de que
en su lugar se hablará. Por tal razón hemos co-
locado entre las dos, a manera de línea divi-
soria, las traducciones teatrales de Roberto
Me. Douall y Víctor Caro.

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LO IRREMEDIABLE
POR

LORENZO MARROQUIN

JOSE MARIA RIVAS GROOT

Drama en tres actos y en prosa,


estrenado en el Teatro de Colón
de Bogotá, el13 de mayo de 190).

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PERSONAJES

DoÑA DoLORES (mad re de G onzal o).


AMALIA (novi a de Gonz alo) .
DoÑA AuRA (espo sa de Tapia ) .
GoNZALO AviLA .
CARLOS ALBERTO (herm ano de Amal ia) .
FRANCISCO LOBO .
ÜSVALDO.
GASPAR TAPIA.
MARTI EZ MELENDEZ .
ISAAC j ACOBSEN.
FRANK PEÑEYRO .
PEDRO (sirvi ente) .
jEFE DE POLICIA.
Dos GUARDIAS.

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ACTO 1

Sala de estudio en casa de Gonzalo;


un escritorio; libros ; periódicos ; obras
de arte. Es de noche .

ESCENA I

Doña Dolores en un sillón leyendo


periódicos; Gonzalo escribiendo, medi-
ta ; luégo un criado .

DOÑA DOLORES

(Después de un silencio)

Gonzalo, ¿has leído El Grafófono?

GONZALO

Sí, madre (distraído) . Permíteme un momen-


to (sigue escribiendo, consulta algunos libros del
estante) .

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DOÑA DOLORES
No te interrumpo, hijo .... ¿Se te va la ins-
piración, como cuando hacías versos?

GONZALO
(! nterrumpiéndose)
Al contrario, madre. . . . Esta prosa, estas
arideces de la estadística. la sequedad de las
finanzas necesitan de tu compañía; me hace
falta el aroma de tu cariño. . . . (sigue escri-
biendo).
DOÑA DOLORES
Se hace justicia a mi Gonzalo (lee)· « ues-
tro ministro de finanzas, don Gonzalo Avila, el
conocido literato que en el ministerio de la edu-
cación nacional desarrolló un plan universita-
rio que ha merecido la unánime aprobación de
las cámaras, ha planteado ahora un sistema de
armonía y progreso en el ministerio de finan-
zas. Sólo hace un mes que tiene esa cartera, y
su plan, fundado en los principios de la ciencia
económica, está dando los más benéficos re-
sultados ».... (interrumpiéndose). Pero, escú-
cha, hijo, escúcha.

GONZALO
(D esde su mesa)
Exageraciones. . . . benevolencia. . . . Martí-

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 17

nez Meléndez es conmigo muy amable : me


muestra mucho afecto . . . . (lee en u.na obra) .
Veamos : el conde W olowski dice algo sobre es-
/ d e '). . . . . L·d/on d e '.) . . . . ¡aqw/1.....
to . . . . ¿d on
«Las naciones incipientes no pueden adelantar
mientras no establezcan sobre base firme su
crédito exterior. El crédito engendra capital,
movimiento, riquezas, inmigración, progreso .. .
No debe ahorrarse esfuerzo para restablecer el
crédito de una nación ». . . . Esto, esto era lo
que yo buscaba .
DOÑA DOLORES

¿Exageraciones? . . . . Antes dicen poco . ...


Pero lo que más me gusta es este último elogio
(lee) «En su rápida carrera política, en medio
de las agitaciones de la vida pública, en que
naufragan tantas reputaciones, en vano la ma-
levolencia pretendería arrojar el lodo de la ca-
lumnia sobre el manto de armiño de esa repu-
tación inmaculada . En vano las sierpes de la
envidia ... . » (se acerca , leyendo, hacia Gonzalo),
«las sierpes de la envidia .. . . » (le toma a Gon-
zalo la cabeza entre las manos, lo besa en la frente) .

GONZALO
(Volviendo la cabeza)

Madrecita, ¿qué leías? . . . . «¿Las sierpes de


la envidia?». . . . No hay tales sierpes, ni tal

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18 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

lodo, ni tal envidia .... Frases de periódico ....


La humanidad es mejor de Jo que se la pinta en
las novelas y en los dramas . . .. (recitando con
entusiasmo) :

¡Oh, humanidad, tan pronta al sacrificio,


puede mancharte el vicio
y ofuscarte el error; pero eres buena!

DOÑA DOLORES

Que así sea, hijo mío . . . . que sigan todos


respetando tus esfuerzos, tu talento, tu recti-
tud .... Sí, sí, que la humanidad, esa humani-
dad tan buena, tan pronta al sacrificio, siga
respetando tu honra. . . . porque si no fuera
así . . ..
GONZALO

Si no fuera así ... .

DOÑA DOLORES

Yo. pura y simplemente, me moriría de pena.

GONZALO

Míra, madre (con entusiasmo) , tengo ahor8


una idea mejor que todo eso : un proyecto que
hará feliz a la patria. a esta pobre patria que
ocupa el primer Jugar en mi corazón.

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MARRO QUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 19

DOÑA DOLORES

¿El primer lugar? . . . . ¿Y Amalia? . . . .

GONZALO

También, también , el primer lugar . . . . Y


sobre todo tú , madrecita , tú el primer lugar . .. .

DOÑA DOLORES

Sí, tres primeros luga res . . . . Comprend o :


tres amores d istintos, todos tres puros, todos
tres generosos .... Pero, hijo mío, ¿sabes si te
pagarán de un mismo modo ? Cuando te aban-
done esa patria, cuando no agradezca tus des-
velos, la idolatría con que le si rves. entonces te
quedaremos Amalia y yo. . . . y si ella te aban-
donara . . . . te quedaría . ...

GONZALO
(Arrojándo se en sus brazos)

Me quedarías tú, madre . . . .

DOÑA DOLORES

Sabes, hijo, que en medio de tantos aplau-


sos, en medio de los triunfos ruidosos, a veces
siento . . . . ¿te lo diré ?. . . . siento miedo. Qui-
siera verte en tu antigua vida, lejos del ruido,

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20 lliBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

en el silencio de tu estudio, consagrado a tus


trabajos literarios. . . . la fama, sí, la gloria,
pero una gloria más tranquila. Me gusta más
verte en la quietud de tu gabinete, acompaña-
do por tus libros, alumbrado por la suave luz
de tu lámpara, que no entre el vaivén de la
multitud, alumbrado por ese resplandor de
gloria política que tiene para mí algo como res-
plandores de incendio.
GONZALO

Tú sabes mis primeras vacilaciones, el temor,


la tristeza con que me despedí de mis libros
queridos .... de mis versos .... ¡Ah! mi pobre
poema truncado. . . . Pero me han llamado, se
creyó que yo podía ser útil, y no había de dar
una muestra de egoísmo diciéndole a la patria:
«¿Deberes? Contigo no los tengo ~ .... No:
¡cómo! mis abuelos sacrificaron todo por fun-
dar esta nación; mi padre derrochó su fortuna
por seguir esa obra, y yo. . . . ¿habría de de-
clarar que esa sangre ardiente se había enfria-
do en mis venas? ¡Cómo! .... Ellos hicieron la
nación, conquistaron el suelo palmo a palmo,
y cuando a mí se me llama, en una hora de zo-
zobra, a levantar su honor, a engrandecer su
nombre, yo había de contestar, olvidando el
pasado, renegando del presente, dudando del
porvenir;: «¡No sé lo que es patria! »

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l\IARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 21

DOÑA DOLORES
(Tras una pausa)
r Las sierpes de la envidia ......
GONZALO

Oye, madrecita, yo te prometo que al rea-


lizar esta nueva idea, este plan que tengo aho-
ra, me retiro para siempre de la política. Sí,
mi lámpara, mis libros, tú, Amalia . ...
DOÑA DOLORES

¿Y cuál es ese proyecto? ¿Tardarás mucho


en realiz-arlo?
GONZALO

Cuestión de semanas. El arreglo de la deuda


extranjera . . . . El pago de los intereses atra-
sados por años y años . . . . La honra del país
restablecida. . . . Es el complemento de un plan
armónico : he arreglado la deuda interior ; aho-
ra, el crédito en el extranjero. Pero es un se-
creto hasta el momento mismo en que se pa-
gue a los acreedores. . . . Sí, a los acreedores,
a los que han esperado tantos y tantos años ...
Ellos, sí, ellos deben recibir el pago. . . . Un
secreto, madre. . . . si alguien lo supiera, sur-
giría la especulación, se improvisarían fortu-
nas, se frustraría este gran pensamiento, se

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22 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

dudaría de la buena fe con que procede la


nación.

DOÑA DOLORES

¿Y qué te falta para realizar eso . . . . tu se-


creto . . . . tu plan. . . . tu pensamiento? ... .

GO ZALO

La decisión del presidente. Ha vacilado, du-


da todavía ; pero confío en que aprobará mi
idea . . . . ¿Ves, madre? T odo lo tengo listo . . . .
E l decreto mismo . . . . aquí está redactado ... .
Una breve explicación, el fundamento legal .. .
Míra (toma un papel de la mesa) .

DOÑA DOLORES

Acába, acába pronto, para que puedas con-


sagrarte a lo otro . . . . a tu novia . . . . Sólo
faltan ocho días para tu matrimonio. Piénsa
en eso . . . . no le agradará a ella, en la luna de
miel, verte así. distraído, meditabundo ; hasta
sentiría celos . ... celos de Leroy-Beaulieu y del
conde ... . (coge el volumen) el conde Wolows-
ki. . .. ¿Será celosa Amalia? No, no : es la per-
fección . . . . ¡Qué acierto, hijo! Amalia lo reú-
ne todo : lo primero, una gran virtud ; lo segun-
do, tan hermosa ; luégo, tan inteligente, y por
último, y aunque sea lo último, ¿por qué no?

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MARROQUIN y RIV AS-LO IRREMEDIABLE 23

una gran fortuna. Sólo el hermano me causa


recelos . . . .
GONZALO

¿Carlos Alberto? . . . . Es verdad. . . . Es un


carácter contradictorio. . . . un atolondrado ...
¿no es ese el término?. . . . que procede por
arranques . . . .
DOÑA DOLORES

Es singular : Jo tiene todo y le falta todo ... .


inteligencia, gran corazón, el don de simpatía .. .

GONZALO

Capaz de los más generosos arranque ..

DOÑA DOLORES

Y de las acciones más deplorables.

GONZALO

Es un hijo pródigo . . . . un derrochador de


sentimientos y de dineros .. . . una mezcla, un
caos . . . . una contradicción viviente.

DOÑA DOLORES

Su carácter me hace recordar aquello que


me leías anoche en el Fígaro.

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24 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMDi. \

GONZALO

¡Ah! sí .... el comandante Anastay . .. . el


famoso proceso: un joven de gran corazón, que
juega en el regimiento, no puede pagar, y para
satisfacer la deuda, roba y mata a su .t ía . . ..

DOÑA DOLORES

Llevándose de la caja-es un escrupuloso de


conciencia-lo estrictamente necesario para
pagar la deuda . . . . sí, la deuda de honor ... .
Eso, según él, era el colmo de la delicadeza.

GONZALO

Volviendo a Carlos Alberto: yo espero influir


en él, cuando ya tengamos la intimidad de dos
hermanos. Será fácil llevarlo, alejarlo de sus
clubs, de sus derroches. . . . haremos que apro-
veche su talento, su viveza, su corazón, bueno
en el fondo .... Es un tesoro cubierto de lo-
do. . . . Y a verás, madre. es un corazón fresco,
capaz de una reacción generosa ~ . . . Además,
sus buenos sentimientos arrojan luz sobre los
puntos sombríos.

DOÑA DOLORES

Hijo, no puedo razonar contigo: las mujeres


tenemos más adivinación que razonamientos ...

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 25

Pero tú lo sabes : todos los sentimientos se en-


lazan, y si hay un sentimiento dañado , ese per-
vierte todos los demás. En materia de honor
no hay claroscuro.
GONZALO
(M ira el reloj)
Es extraño : tardan él y Amalia. . . . queda-
ron en venir esta noche a que arregláramos la
lista de los convidados a nuestro matrimonio.
A propósito, Carlos Alberto quiere que venga
Francisco Lobo.
DOÑA DOLORES

¡Lobo! ¿tu enemigo mortal? .... Yo no ten-


dría valor para darle la mano.
GONZALO
Lobo, sí . . . . El desea reconciliarse conmi-
go. . . . sería una ocasión . Tú lo sabes, no ten-
go odios activos, y no quiero tenerlos pasivos ...
SIRVIENTE
(Entrando)
Una carta, señor.

DOÑA DOLORES
Míra : el sobre de palacio.

118Ll.~..JI. NACleNAL CE COLOMBIA


F" ' •o
·"'-'-".&"4 Y !" •• • •<-A ARCINIE&~

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26 BIDLIOT ECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO
(Leyendo )
Es del presiden te. Acepta m1 proyecto . . ..
Se salvará el crédito de la nación . . . . El cré-
dito es riqueza . . . (pone la carta sobre el escri-
torio). . . . Hemos logrado llevar en absoluta
reserva este asunto. Sólo lo sabe el presiden te,
tan deferente conmigo , tan noble, tan preocu-
pado en el engrande cimiento de este país ....
Ahora lo importan te es llamar al represen tante
de los tenedore s de bonos de la deuda exte-
rior, para que comuniq ue inmediat amente la
la noticia al comité de Viena, sin que algún
tercero compre los bonos y se aprovech e del
esfuerzo del gobierno . Sólo los acreedor es de-
ben ser los beneficiados .... ¡Pedro! (al criado) ...
Lléva esta tarjeta al señor Jacobsen. . . . Ya
sabes dónde . . . Otra cosa · mañana tempran o
vas a casa de la florista y le dices que dentro
de ocho dí~ . además del ramo de novia , nece-
sito todas las flores del jardín . . . . todas . . ..
(sale el criado) .
ESCENA 11
DICHOS, CARLOS ALBERTO Y AMALIA
(Se saludan afectuosamente)
GO ZALO
Tardaba n ustedes. . . . Todo lo bueno se ha-
ce desear.

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 27

AMALIA
Culpa mía . . . . no . . . . Carlos Alberto ....
ya saben ustedes . las grandes ocupaciones : los
amigos, el Automóvil-club ....
CARLOS ALBERTO
A1ea culpa . . . . Pero, díganme ustedes . ¿po-
día yo faltar? Figúrense : me elegían esta noche
presidente del Auto .... (a Gonzalo) . ¿Me de-
cías que acabas de recibir el retrato de Amalia,
que habías encargado a París.,
GONZALO
Sí un gran retrato . . . . pintado por Bastlen-
Lepage, una obra de a rte (mirando a Amalia) .
inferior al modelo, es verdad . . . Tú, que eres
un experto y un diletante, gozarás con la fac-
tura ¡qué nobleza en la actitud, qué expresión
tan dulce · tan intensa en la mirada! Una ar-
monía de colores en que descansa la vista y re-
posa el alma.
CARLOS ALBERTO

¿Un Bastien-Lepage auténtico?

GONZALO

Auténtico, firmado. Vén, verás con tus pro-


pios ojos.

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28 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

CARLOS ALBERTO

¡Gocé tanto con sus cuadros en París! Dejan


la sensación de un sueño, sí, de un sueño vago,
interrumpido demasiado pronto en el mundo
ideal de los recuerdos felices . . . . (Salen por la
puerta lateral).
DOÑA DOLORES
(Que ha estado conversando en voz baja con
Amalia)
Adivína de quién hablábamos Gonzalo y yo
hace un instante.
AMALlA
(Sonriendo)
¡Ah! señora .. .. ¿Adivinar? .. .. Si no pue-
do. . . . es decir, sí; pero .. ..
DOÑA DOLORES

¿Muy difícil? Comprendiste : de ti. ¿Y sabes


lo que le decía? También lo estás adivinando :
le decía que ha tenido un acierto perfecto, que
había dado una prueba más de su talento . .. .
de su gran corazón, sobre todo . . . . ¡Y te quie-
re tanto!
AMALIA

¡Yo me siento tan feliz!. . . . No sé si haga

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 29

mal en decirlo .... pero por fin he realizado mi


sueño. . . . . ese sueño que concebimos todas,
vagamente, es cierto, y sin podérnoslo explicar
sino cuando llega así. . . . tan cerca, el matri-
monio. Todas, cuando llega la época dichosa
del primer baile- con usted tengo tanta con-
fianza como si fuera ya su hija- no tenemos
sino un pensamiento : el matrimonio. Es una
curiosidad más entre tántas curiosidades nués-
tras. Y nos soñamos un hombre joven, elegan-
te, talentoso, medio romántico ; deseamos que
sea fuerte, que sea una virtud, una gloria, un
ejemplo . . . . Y o, por lo menos, desde que salí
del colegio, así lo deseaba . . . . Y ¿dónde, dón-
de está él? me preguntaba . . . . Veía nuestra
hora de las confidencias. . . . todos me fastidia-
ban más o menos : -« Señorita ... . ¿un val-
se? » -« Amalia, ¿una copa de champaña?-->
-« Amalia, ¡está usted ravissante! » . . . . Eran
excelentes partidos, como decimos : gran posi-
ción, gran fortuna, todo, todo lo que se quiera;
sí, pero ellos no eran el del sueño . Porque lo
importante para mí no era ser rica, no era do-
minar, no era brillar, no era excederlas a todas;
lo importante, lo único : ser dichosa . .. .

DOÑA DOLORES
¿Y hoy? . ...
A MALlA

¡Hoy sí, hoy soy feliz, tan feliz! ....

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30 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

DOÑA DOLORES

De manera que tu ideal, tu caballero andan-


te, tu sueño . . . . ¿es mi Gonzalo? Gracias,
Amalia . . . . Vamos a ser muy dichosas.

AMALlA

En mi vida un poco apartada- vida de huér-


fana- he pensado algo, he soñado mucho, me
he analizado un poco a mí misma : sé que mi
fuerza debe estar en otro ; siento la necesidad
de que alguien me domine, pero que sea un
hombre a quien pueda entrega r, p rimero toda
mi estimación, y luégo todo mi cariño.

DOÑA DOLORES

Sí, Amalia, él representará para ti la dicha ,


porque es el bien.
A MALlA

Hoy siento mi corazón dividido en dos afec-


tos . ... ¿dividido? no; aquí se reúnen dos afec-
tos. . . . Alberto y Gonzalo . . . . Alberto que
ha sido para mí más que un hermano, un pro-
tector fuerte, un consejero, con el cariño más
intenso, más lleno de ternuras y delicadezas .. .
Mi vida me parece hoy formarse de dos partes :
Alberto es todo mi pasado. Gonzalo es todo mi
porvenir .... Y quiero yo ser el lazo de unión

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 31

entre esas dos épocas, entre esas dos vidas, en-


tre esos dos corazones. (Entran Gonzalo y Al-
berto)

CARLOS ALBERTO

Tenías razón ... . una obra maestra .. . . ¡Qué


armonía, qué relación tan bien sentida entre
el esplendor de las telas y el brillo de la carna-
ción fresca y rosada!

DOÑA DOLORES

Pero vamos . . . . Sigan ustedes a mi cuarto ...


Haremos la lista . . . . Precisamente, Amalia,
dí me : ¿crees que debemos con idar a Lobo?
(Se dirigen conversando hacia la puerta lateral).

AMALlA
(Con sorpresa)

¿A Lobo? (Vuélvese hacia Gonzalo) . ¿Por qué


no fue usted hoy a casa, Gonzalo 1

GO ZALO

Tan ocupado estos días .... He hecho un


gran sacrificio . . . . La política, esa política que
usted aborrece tanto . . . . (a Alberto, que le si-
gue) . Y tú vas a hacer otro sacrificio sin fumar
este rato . . . . Si quieres, quédate ahí . . . . ¿Ci-

©Biblioteca Nacional de Colombia


32 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

garrillos? Míra, creo que en aquella mesa ....


(las señoras salen) .

CARLOS ALBERTO
(A Gonzalo, tocándole el hombro)

Vuélve, tengo que hablarte ....

GO ZALO

¿Un secreto de estado? pones una cara tan


grave . ...
AMALIA
(Desde la puerta)

Gonzalo, te estamos esperando ; Gonzalo.

GO ZALO
(A Carlos Alberto)

uelvo al momento (sale por la puerta la-


teral) .
ESCENA III

CARLOS ALBERTO SOLO


(Se pasea agitado)

¡Nada' el mal paso andarlo pronto .... Pero


¡qué trago tan amargo!. .. . Hay que decírselo
todo a Gonzalo. . . . El secreto de estado ....

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 33

sí, del mal estado de nuestra fortuna ....


¿. 1uéstra? no: la de Amalia. Quise provocar
una entrevista ahora , pero no me atreví. Haré
otra intentona; y pronto, así en dos palabras:
4: Amigo, yo recibí de mis padres una fortuna;
he derrochado todo lo mío. . . . lo que es muy
bien hecho, entre paréntesis . . . . y también
he dilapidado la de Amalia, lo cual me parece
abominable... . . . ¿Qué dirá Gonzalo? . . . . Aquí
va a haber una escena ; me dirá, y con mucha
razón : c¿Fue así, amigo mío, como usted co-
rrespondió a tan ilimitada confianza, como
custodió el sagrado depósito, como cumplió
con la voluntad de un padre moribundo, co-
mo . . . . etcétera, etcétera .. , y yo tendré que
oírlo, tendré que callar (con gravedad). doblegar
la cabeza . . . . ¡Quién pudiera rescatar estas
locuras con mi sangre ... . ¡Ah! y el baccarat,
ese maldito baccarat tan ingrato! le he gastado
mi capital y lo mejor de mi vida . . . . y cuando
estoy en un apuro . . . . ¡nada! . . . . ¡El bacca-
raU Voy a dejar para siempre ese maldito jue-
go . . . . ingrato . .. . Voy a dejarlo .... por el
poker . . . . En estos conflictos de honor, en es-
tos lances tan duros, a veces no queda sino una
solución, como en las grandes novelas (se lleva
la mano a la sien). ¡Pum! Se salva el honor y se
saldó la cuenta. Hay horas en que quisiéramos
desaparecer, en que necesitamos creer en la
nada y arrojarnos a ese abismo, a ese vacío
eterno.

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34 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ESCENA IV

CARLOS ALBERTO Y GONZALO

GONZALO
(Entrando)

¿Un secreto de estado? ....

CARLOS ALBERTO

¿El secreto de estado? . . . . sí, sí, pero sién-


tate (vacila).
GONZALO

Me lo anunciaste con tal reserva . . . . frun-


ciendo el ceño de tal modo . . . . ¿Algo de polí-
tica?. . . . ¿Una guerra, una conspiración? Há-
bla , amigo.
CARLOS ALBERTO

¿Guerra . . . . conspiración . ... ? No, no tan-


to. . . . Digo mal, algo más grave, mucho más
grave, para mí, para ti . . . .

GONZALO
¿Para los dos?
CARLOS ALBERTO
Una gran falta . . . . no sé cómo decirte ... .

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 35

GONZALO

¿Una falta? .... ¿Mía .... ? ¿De quién?


CARLOS ALBERTO

¿Falta tuya? ¡Vaya! ¡Si tú eres impecable!. ..


Te envidio, en medio de mis locuras. . . . No,
una falta mía, una gran falta . . .. Y debo con-
fesártela de llano en plano . .. .
GONZALO

Vamos, dí. . . . Si para eso son los amigos.


¡Hábla! ¿no serás pronto mi hermano? Si entre
nosotros no hay confianza . ...
CARLOS ALBERTO

Es que yo no sé si perdonaría . . . . no : yo no
perdonaría al que me hubiera derrochado mi
fortuna. . . . ¡La fortuna! . . . . el dinero. . . . es
decir, todo ; el dinero es todo en esta vida .. . .
GONZALO
(Levantándose)

El dinero. . . . ¿qué dices? ¿el dinero?. . . . la


flor del fango .... ese fuego fatuo hacia el cual,
entre sombras, corren todos salvando precipi-
cios, cruzando lodazales, hollando los cadáve-
res de los rezagados, de los débiles, de los ven-

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36 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

cidos:de la vida. El trabajo, una virtud, una


fuerza .... Pero el dinero, el oro .... ¿sabes? ...
Míra estos libros. . . . Los grandes economistas
sueñan con una edad de oro. . . . sin oro; una
edad en que desaparece el metal codiciado, en
que no se oirá el retintín de los doblones .... la
única música que entiende y que escucha con
amor la codicia . Un gran día en que ya se idea-
liza, se purifica el oro. . . . Gran día aquel en
que el oro estéril se verá reemplazado por el
crédito, que es la verdad, que es la honradez,
que es la fe .... El oro, el mejor de los esclavos,
el peor de los amos .... Pero, dejando los libros,
vamos a la historia. . . . ¿La falta . . . . tu fal-
ta? ....

CARlOS ALBERTO
(Con resolución)

Debo empezar implorando tu perdón ... .


En dos palabras· yo he sido el tutor de Amalia .. .
Recibí una gran fortuna . . . . n depósito ... .

GO ZALO
Sagrado ....

CARLOS ALBERTO

Sí, sagrado: eso me decía yo .... Y tú lo ves,


no he sido un santo: lo he perdido ....

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MARROQUIN y RIV AS-LO IRREMEDIABLE 37

GO ZALO

Comprendo : los negocios no siempre salen


bien ; hay malas épocas . . . . cálculos errados ...
CARLOS ALBERTO

No . nada de negocios, nada de cálculos. Li-


sa y llanamente, el juego . .. . lo he perdido al
juego . . . . (un silencio) .

GO ZALO

Después de eso . . . .
CARLOS ALBERTO

Después de eso. . . . tú dirás lo que quieras ...


Amalia no tiene la dote que el público le supo-
ne : no tiene nada. 1

GONZALO

Conociendo ya tu secreto, debo hacerte una


exigencia . ...

CARLOS ALBERTO
(Sobresaltado)
¿Una exigencia? Te lo he dicho a tiempo ...
ocho días antes del matrimonio.

©Biblioteca Nacional de Colombia


38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO

Me lo has dicho a tiempo ; y por eso te hago


una sola exigencia, una sola ; pero imprescin-
dible . ...

CARLOS ALBERTO
(Levantándose)

¿Una exigencia? . . . . Tienes derecho. . . . (con


ironía) ya adivino .. . .

GONZALO

Sí, que Amalia nada sepa. Estoy seguro de


que nada le has revelado.

CARLOS ALBERTO

Nada: siempre he esperado una vuelta ....


de la fortuna .

GONZALO

Es menester que al entrar aquí dentro de


ocho días, ella crea que llega con todo el pres-
tigio, no sólo de la virtud y de la hermosura,
sino también de la fortuna . Es menester que
por esa alma tan pura y tan altiva no cruce ni
una sombra de humillación . . . . Y para ti, una
penitencia, la condición de mi perdón.

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-10 IRREMEDIABLE 39

CARLOS ALBERTO

¿Cuál? ¿Que me aleje, que huya de aquí? .. .

GONZALO

No : que abandones esa vida de disipación ,


en que enlodas un carácter que tiene grandes
arranques. . . . en que manchas un nombre que
va a ligarse con el mío ; un nombre que lleva-
rán mis hijos.
CARLOS ALBERTO

Te lo prometo. Esta noche misma aquí me


lo estaba prometiendo ; dejaré el baccarat . .. .
para siempre . . ..
GONZALO

¿Lo prometes? ¿De veras?. . . . Bien, sin re-


ticencias mentales .. ..
ESCENA V

DICHOS Y AMALIA

A MALlA

Vén, Gonzalo. Necesitamos acabar de dis-


cutir la lista .. .. (observándolos) . Pero ¿qué tie-
nen ustedes?. . . . Les veo una cara. . . . Sobre
todo Carlos Alberto. . . . Pero no debo pregun-
tarlo .. . .

BlBLIGTE<:A NACIONAL OE CO~OMBIJ'


FON. O
et!IP'tMAN y . Aftr'I - -A ARCl~I.E6AS"
©Biblioteca Nacional de Colombia
40 BIBLIOTECA ALDEANA DFJ COLOMBIA

GONZALO

La política. . . . misterios de la política.


CARLOS ALBERTO

Sí, un secreto político .. .. La política es así .. .


AMALIA

¿La política? Bien: cuando yo sea tu mujer


me contarás todos tus secretos. ¿Lo prometes?
GONZALO

Sí, todos los secretos . . . . los de la política,


se entiende. . . . Vamos, Amalia. (Salen él y
Amalia por la puerta lateral).
ESCENA VI

CARLOS ALBERTO SOLO ; LUEGO FRA K

¡Qué generoso, qué abnegado, qué noble! ...


pero ¡qué insolente' ¿Darme lecciones, con ese
aire protector, imponerme penitencias, en ese
tono paternal y benévolo? . . . . ¿Humillarme
con su desprendimiento ? .. . . Pero no : le paga-
ré hasta el último centavo. Y o no recibo dádi-
vas de nadie . ... Entregaré la dote . . . . ¿Có-
mo? .... Todavía es posible una vuelta de la
suerte. . . . ¡El baccarat tiene tan gratas sor-

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MARROQUIN y RIVAS- LO IRREMEDIABLE 41

presas! . . . . Un mes , dos meses, cuatro, siete


de perder . . . . al octavo, al octavo vuelve la
suerte .... Pero no : es un punto de honor : ten-
go empeñad a mi palabra .. .. No más baccarat ...
Pero queda el poker . . . . Sobre el poker nada
he prometid o : mi honra queda libre por ese
lado ... . ¡Ah! el poker .... y después de siete
meses de pérdida, no tiene duda : ganancia in-
falible!. . . . Después de las siete vacas flacas,
las siete vacas gordas. . . . (hace ademán de ba-
rajar y repartir cartas). ¡Flis, flas .... Dos car-
tas buenas ... . al doblete .... otras buenas ...
y otras. ¡Qué suerte! . . . . Y todos los del auto,
maravill ados . . . . '< Pero si este Carlos Alber-
to. . . . ¡qué suerte' .... » Y me le presento a
Gonzalo : «Amigo, aquello fue una broma. Aquí
está la dote de Amalia» (buscand o cigarrillo s).
Decidida mente, me estoy volviendo virtuoso ...
Esto de rozarse úno con los Catones . ... Hace
una hora que no fumo. . . . ¿Dónde estarán los
cigarrillos? (va al escr itor io) . Una carta ... . Ni
ojo en carta ni mano en plata . . .. es una regla
de honor . . . . Pero no en materia de política ...
la política es así ... . Esta es una carta del pre-
sidente .... la cosa cambia (lee con descuido, y
deja el papel) . Vamos, ¿qué me importa la po-
lítica? ¡Los cigarrillos!. . . . (Encuent ra otro pa-
pel) . ¿Esto otro? (lee) «Decreto por el cual se
restablec e el crédito exterioP . . . . ¡Hombre!,
si dieran uno para restablec er el mío . . . . Esto
es interesan te : pagan lo atrasado ; subirán los

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42 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

bonos. . . . (mira en torno, coge La carta del pre-


sidente) . . . . ¡Ah! comprarlos a tiempo (sacude
la carta). ¡Esta, ésta era la carta que me reser-
vaba la suerte! . . . . Este es el verdadero po-
ker . . . . Sobre este juego nada he prometido ...
mi honor queda a salvo (recitando con júbilo)
«Decreto por el cual se restablece el crédito
exterior e interior de Carlos Alberto Duarte»...
Estamos en el último mes de pérdida . . . . Te-
nía que venirme alguna carta buena. (Entra el
banquero F rank por el foro)

FRANK

t. El señor ministro? .. ..

CARLOS ALBERTO

No está (deja los papeles); pero como si es-


tuviera. Llega usted a tiempo, mi querido
F rank. Si yo creyera en las casualidades de las
novelas, diría que estamos en uno de los mejo-
res capítulos . . . . Lo necesitaba a usted ....
FRANK

¿Casualidad? no : usted sabe que me honro


con las relaciones del señor ministro. Además,
yo debía venir a felicitarlo, como lo harán esta
noche otros amigos. ¡Ah! es un verdadero hom-
bre de estado.

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MARRO QUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 43

CARLOS ALBERTO

Necesitaba verlo a usted, amable banquero


(con misterio, en voz baja) . ¿Quiere usted du-
plicar su fortuna y la mía?
FRANK

En eso vivo yo pensando. . . . Es decir ....


CARLOS ALBERTO

En duplicar la mía? ¡Alma generosa!. ...


Entendido, la suya ; pero ahora puede usted
pensar en la mía y en la suya . . . . Me explico :
hay que comprar hoy mismo bonos de la deuda
exterior, hasta donde usted lo pueda . . . . Su-
birán, y mucho ....
FRA K

¿Tiene usted seguridad? ¿Piensa el gobierno


decretar el pago de los intereses o del capital? .. .

CARLOS ALBERTO

¿Seguridad? Completa.
FRANK

¿Completa? ¿Es decir, que usted y el señor


ministro. . . . han hablado?

©Biblioteca Nacional de Colombia


44 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

CARLOS ALBERTO

No hemos hablado. . . . Pero lo sé . . . . Co-


sas de la política .... no me pregunte más . . ..

FRANK

Un momento ....

CARLOS ALBERTO

No hay tiempo que perder.

FRANK

¿Es cosa decidida? (A cercándose con curiosi-


dad) . ¿Es algo muy en fi rme? .. . . El futu ro
cuñado de usted . . ..

CARLOS ALBERTO
(Impaciente)

¡Oh! mi querido Frank .... usted , que es el


hombre de los golpes de bolsa, ¿vacila ahora ,
cuando yo manifiesto tal certidumbre? (Con
decisión) . En fin, yo expongo toda mi fortuna ,
pues nuestro negocio será en compañía . Y si
usted no quiere .... no faltará quien aprove-
che este lance . . . . esta carta que nos hace el
juego.

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 40

FRANK

Sí, comprendo. . . . Sí (reflexionando aparte),


tiene por qué saberlo . . . . y me habla con tal
seguridad . . . . (A Carlos Alberto). ¿Pero Ja-
cobsen nada sabe?

CARLOS ALBERTO

Nada . . . . Debemos verlo ahora y concluir


el asunto en dos palabras.

FRANK
(Decidiéndose)
Acepto.
CARLOS ALBERTO

Adelante usted la negociación . . . . Yo no


figuro.
ESCENA VII
LOS MISMOS, JACOBSE Y LUEGO GONZALO

JACOBSEN

¿Monsieur le ministre .?. ... He recibido una


tarjeta llamándome.
FRANK
(Aparte)

Y a lo llamaban . Ha sido una suerte mi veni-

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46 BIDLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

da. (A j acobsen, mientras Carlos Alberto per-


manece lejos , hojeando un libro) . ¿Cómo está,
señor J acobsen? Y su negociación sobre la deu-
da exterior ¿adelant a algo?
JACOBSEN

Va muy lentamen te. Desearía regresar pron-


to a Viena.
FRANK

En estos países nada marcha, nada prospe-


ra, excepto las revoluciones.
JACOBSEN

Es verdad, y mis comitent es me urgen para


que concluya este arreglo de la deuda.
FRANK

Y usted , como represen tante de los tenedo-


res de bonos, ¿quisiera comprar me algunos
que yo tengo?

JACOBSEN

¿Compra r? Usted sabe cómo está esa deu-


da . . . . Diez años sin pagar los intereses . . . . En
la bolsa europea se cotizan con gran descuen-
to. Más bien le vendería .. . .

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 47

FRANK

A bajo precio, a grandes plazos ....

JACOBSEN

Estoy autorizado para vender al 1O por 100,


pagando por quintas partes en dos años. Pro-
puesta definitiva.

FRANK

¿Definitiva?
JACOBSEN

Definitiva: a prendre ou a laisser .


FRA K

Aceptado. Aquí tengo mi libreta. (Se sienta


ante una mesa, que no es el escritorio del minis-
tro, y escribe). Aquí tiene usted el primer con-
tado (le da un cheque) .

JACOBSEN

Negocio concluído.

FRANK

Negocio concluído.

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48 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

JACOBSEN

Tenemos tiempo . . . . Con perdón, señor (a


Carlos Alberto, que se pasea alejado de ellos, pero
observándolos). Una pequeña minuta de la ope-
ración; firmemos . (Firman ; guarda el papel
Frank . Todo esto en otra mesa). (A Carlos Al-
berto) . Deseo ver al señor ministro ; me ha lla-
mado ...
CARLOS ALBERTO
(Acercándos e)

Y a vendrá ; preparativos de matrimonio.


Los ministros también se casan . . . Si usted
prefiere verlo mañana . . . . o más bien, después
del matrimonio . ...
jACOBSEN
He recibido la invitación ; será una hermosa
fiesta . . . . Un matrimonio muy igual : el mi-
nistro, una notabilidad ; ella, una de las seño-
ritas más distinguidas, más intelectuales, y
una fortuna (mira a Alberto) . . . . una gran
fortuna .
CARLOS ALBERTO

Una sólida fortuna (aparentando modestia) ,


su patrimonio puesto bajo mi honor ....

GONZALO
(Por puerta lateral entra, saluda)

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 49

Señores, amigos. . . . (Se acerca al escritorio,


guarda con cuidado los papeles). ¡Ah! señor Ja-
cobsen, deseo que hablemos.

CARLOS ALBERTO
(Aparte, alarmado)

Y yo no .... · siempre llevándome la voz con-


traria. Hay que separarlos. . . . Vendría una
tempestad .... (A Frank y a ]acobsen). Ha-
blábamos de mi hermana .... Está aquí, en el
salón contiguo. Voy a tener el honor de presen-
tarla a ustedes. . . . (A Gonzalo, en voz baja).
Tengo que darte una buena noticia. Espérame.
He cometido una falta. (A los otros) . Vamos,
señores. Apres vous. (Salen por puerta lateral
Carlos Alberto, Frank y }acobsen)
ESCENA VIII

GONZALO, Y LUEGO CARLOS ALBERTO

GO ZALO
(Solo)

i. Quién entiende a este hombre, a este atur-


dido". . . . «Una buena noticia : he cometido
una falta ». . . . ¡Sea como sea, con la noticia
que me dio, me ha hecho más feliz!. . . . Es pa-
ra mí una dicha recibirla así, sin esa gran for-
tuna de que todos hablan; sentirla más débil,

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50 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

más digna de mi protección .... Y yo centupli-


caré mis esfuerzos para que ella nada sospe-
che y de nada carezca ; para que encuentre to-
dos los refinamientos en que ha vivido.

CARLOS ALBERTO
(Entrando)

Sí, te decía: una buena noticia . ...


GO ZALO
Buena nottcta : «cometiste una falta ». o
me des tales noticias, amigo.

CARLOS ALBERTO

Por partes; la noticia : te has ganado una


fortuna. La falta : te he engañado. Amalia tie-
ne toda su fortuna. . . . Y o quería probarte,
observar tu desprendimiento . . . . A un hom-
bre que desprecia el dinero, que declama con-
tra el oro, era galante darle una ocasión para
probar su sinceridad, como lo has hecho. Es-
toy orgulloso de ti , y tú debes estarlo igual-
mente. Te confieso que eres el hombre más
desinteresado ....
GONZALO
(Con disgusto)
Y tú un cómico consumado . . . . un Coque-
lín, con perdón tuyo. . . . Fingiste el afán, la

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 51

angustia a maravilla . . . . Te perdono; pero


otra penitencia . . . . me prometes. . . . por tu
honor. . . . y por el mío. . . . me prometes .. ..

CARLOS ALBERTO

¿Dejar el poker? También el poker, que no


lo había ofrecido.
GONZALO
(Gravemente)
Me prometes evitar esas pruebas de mi ca-
rácter : a hombres como yo no se les somete a
esas pruebas. . . . Y óyeme : una gota de men-
tira basta para enturbiar un océano de verdad .
Ahora no sé lo que me pasa . . . . ¿Te chanceas
ahora? ¿Te chanceabas antes? En fin, poco
importa . . . . Pero sí me interesa que en ade-
lante reine entre nosotros la seriedad, la sen-
cillez. . . . nada de golpes escénicos ....

CARLOS ALBERTO

Sí, sí, mucha gravedad, mucha solemnidad


(se presenta Tapia por el fondo) , como el señor
Tapia .. . . ahí lo tienes . . .. Olvidaba decirte
y no es golpe escénico-que viene también
Lobo ; quiere reconciliarse contigo . . . . Ven-
drán otros amigos a felicitarte por tu matri-
monio y por tu triunfo: el poeta Osvaldo, el
periodista Martínez Meléndez . . . .

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52 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ESCENA IX

DICHOS, T APIA Y DO- A AURA ; DESPUES LOBO

TAPIA
(Que es sordo)
Señor ministro, hemos querido venir con
Aura a saludarlo a usted y a mi señora Dolo-
res . Ustedes saben, he comprado el periódico
la Honradez Acrisolada . Yo haré escribir al-
gún elogio.
GONZALO
(Adelantán dose)
¡Cuánto gusto!. . . . (a doña Aura la saluda
y la conduce por puerta lateral) . Señora ....
¡cuánto honor! En aquella sala encontrará us-
ted a mi madre (sale doña Aura) .

LOBO
(Entra , receloso, por el foro)
Señores . . ..
CARLOS ALBERTO
(Yendo a su encuentro)
Y usted, señor don Francisco, una grata im-
presión, una grata sorpresa . . . . Pero siga us-
ted . . . . siéntese usted . . . . ¿Antiguos adver-
sarios? o haga usted mención de eso.

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 53

TAPIA

Pues yo quería . . . . ¡Ah! ya se saludaron


ustedes. . . . Y o deseaba una reconciliación;
entre dos enemigos es cosa santa. . . . En mi
calidad de vicepresidente de la Filantropía bi-
lateral, yo deseaba que el señor Lobo, que es
uno de los miembros más operarios, se recon-
ciliara con usted. . . . Y no crea que él me lo
pidió. . . . no, señor . . . . ni es porque él lo vea
a usted en el poder . . . . y le tenga miedo ....
después de tantos ataques como él le ha hecho
(desazón en Lobo) en el Trueno Popular, aunque,
eso sí, sin firmar nada. . . . lo cual prueba que
no lo ofendió . . . . así . . . . directamente ....
LOBO
¡Ah, señor Tapia, nada de reminiscencias! ...
Todo ha concluído.
GONZALO
(Con efusión)
Déme usted su mano, señor Lobo. Y o tengo
adversarios, pero no enemigos ... .
TAPIA
¡Ah! las manos .... ¡Qué bello es esto! ....
Pero, no ; no basta . . . . El reglamento de la
Filantropía bilateral pide algo más. . . . Un
abrazo .... ¡Ah! Esto es bellísimo. Esto es

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54 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

muy tierno. (Saca el pañuelo, se enjuga las lá-


grimas) Solamente donde se ha fundado la
Filantropía bilateral se pueden ver escenas tan
conmovedoras.
CARLOS ALBERTO

¿Cómo van sus cafetales?. . . . ¿El gran tra-


piche de vapor? . . ..
TAPIA

¿La señora? . . . . ¡Muy bien! Gracias .. ..


(Comprendiendo). ¡Ah! ¿el trapiche? ya está
montado, muele muchísimo .. . .
GONZALO

¿Cómo ha estado la señora?


TAPIA
(Sordo)
Bien . . . . Oigo que muele muchísimo . . ..
Eso me escriben, aunque no lo he visto. Lo he
dejado todo desde que me nombraron en mi
provincia para el congreso . Ahora sí se nombra
a los hombres honrados . . . . Y a conocen us-
tedes mi carácter : no puedo ver a los que se
toman el sudor del pueblo. Una vez en mi
provincia sorprendí a un defraudador de las
rentas municipales ; en mi indignación, con
una mano lo cogí del cuello, y con la otra .. . .
le escupí la cara. . . . (Yendo a Carlos Alberto) .. .

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 55

¿Y usted, amigo, siempre tan inconstante, sin


un plan fijo, sin aprovechar sus grandes facul-
tades? (En tono de broma) .... ¿Siempre así
tan versátil? ... .
CARLOS ALBERTO

¿Yo? .. .. Tengo un plan fijo, como usted


dice : hacer hoy lo que hacía ayer . . . . No soy
un hombre versátil ... .
(Entran por el fondo Martínez Meléndez y
Osvaldo, éste recitando sin notar en dónde se en-
cuentra)
OSVALDO
(Recitando)
Cruzaron soslayosamente los arenales
como una fuga hebraica de muertos ideales . . ..
Llenaron los espacios con vociferaciones
que desentumecieron. . . . (S e interrumpe) .
¡Ah r buenas noches, señor don Gonzalo . ...
Carlos Alberto . . . . señor Tapia.
GONZALO
Gracias, gracias, amigo Meléndez; deseaba
verlo . . . . Ese editorial . . . . Pero me abruma
usted. . . . Ese artículo no tiene sino un defec-
to: se excede usted en el elogio.
MARTINEZ
Don Gonzalo, justicia . . . . nada más que

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56 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

justicia ; es que usted conserva inmaculado su


manto de armiño.
TAPIA
justicia, sí, pura justicia . ... Yo casi nunca
leo; pero me gustó el artículo. Ministros como
el señor es lo que necesitamos los hombres de
trabajo . . . . (Va a la puerta lateral y llama) .
Vén, Aura; vengan ustedes. Acompáñenme a
felicitarlo ....
ESCE A X
DICHOS Y DO- A AURA, DO- A DOLORES , AI\.1ALIA,
JACOBSEN, FRA K

DOÑA AURA
(Entrando)
Sí, vamos ; mi esposo tiene preparada una
sorpresa.
TAPIA

Oigan ustedes. (A los que entran) . Vengan.


acompáñenme a felicitarlo . . . . Yo, como vice-
presidente de la Filantropía bilateral , he resuel-
to hacerle una ovación. . . . y mis resoluciones
son inquebrantables . ... (A Aura) . ¿Qué dice
el señor ministro?
DOÑA AURA

No dice nada . . ..

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lVIARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 57

TAPIA
Bien, muy bien, eso es muy tierno ....
OSVALDO

Y o le he dedicado unos versos. Si ustedes


permiten ....
GONZALO
(A } acobsen)
ecesito hablar con usted ....
CARLOS ALBERTO
(l nterrvmpiéndolos)
Oiga usted, señor J acobsen ; venga a oír unos
versos muy interesantes . . . . (Y se interpone
entre J acobsen y Gonzalo)
JACOBSEN
¿Versos? . . . . Y o no entiendo bien ....
CARLOS ALBERTO
A la verdad yo tampoco. Pero eso es lo me-
jor que tienen. Oiga . Recite usted, amigo Os-
valdo ....
GONZALO
Lea usted. . . . Yo también perpetré algu-
nos. . . . aunque no de esta nueva escuela.

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58 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

TAPIA
(Con la trompetilla)
¿Versos? . . . Escuchemos. Y o nunca he po-
dido hacerlo~ . ... Me dicen que me falta oído ...
CARLOS ALBERTO
Los de esta nueva escuela usted podría ha-
cerlos: no se requiere oído.
DOÑA AURA
Le rogamos, don Osvaldo ....
AMALIA
Sí, le suplicamos.
OSVALDO
«Rimas dionisíacas ».- De mi libro, Helenos.
P ara el señor ministro de finanzas .
Estaba el griego Pajos sentado frente a P ajos,
cuando unos verdes grifos de las islas de Grafos
emergieron de pronto del ático H lesponto . . . .
y con vuelo hierático como del A k eronto . .. .

TAPIA
(Con afán, soplando la trompetilla)
Esto está dañado. . . . Oigo las palabras. Oi-
go, pero no entiendo .. . .

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABL~ 59

OSVALDO

Cruzaron soslayosamente los arenales


como una fuga hebraica de muertos ideales,
llenaron los espacios con vociferaciones
que desentumecieron a los glaucos tritones . . . .
TAPIA
Decididamente, esta trompetilla está daña-
da. . . . Palabras, palabras, pero no cojo los
pensamientos.
CARLOS ALBERTO
(Con ironía)
Señor, nada más claro . . . .
TAPIA

Como usted disponga. Bueno. Entiendo per-


fectamente.
FRA K

Yo llevo aquí la voz de la alta banca . En


nombre de ella lo felicito por la corrección con
que usted procede, don Gonzalo. ¡Quién dijera
que usted, un literato, conociera la estadística
tan a fondo! ... . Y la corrección .. .. Nadie se
ha atrevido a lanzar contra usted una sospecha.
¡Vivimos en casa de cristal!
GONZALO
Gracias. Me abruman ustedes . . ..

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60 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

LOBO

Si la felicitación de un antiguo adversario


algo significa, le presento la mía con todo en-
tusiasmo .. . .
GO ZALO

¿Un antiguo adversario? Y a no hablamos


de eso, ¿verdad? Pero la felicitación de usted
tiene para mí un valor especial.
TAPIA

¿Conque conversan ustedes?. . . . Me ale-


gro mucho .. .. como amigos... ¡Ah! la amis-
tad . . . . es una hermosa cosa . ...
JACOBSE

Aunque extranjero, permítome presentarle


mis cumplidos por el arreglo que usted ha pues-
to en la cosa pública ... .
GONZALO
Muy agradecido . . . . Venga usted, deseo que
hablemos.
CARLOS ALBERTO
(Al verlos juntos, dice aparte, alarmado)
Van a hablar. :Hum! . . . Se dañaría la suer-
te. . . . No, en ef séptimo mes, cartas buenas ...
Pero lo mejor sería eclipsamos ... . Frank, va-
mos al club ....

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 61

FRANK

(.Una partida de poker'


CARLOS ALBERTO

Vamos, sí, una partida de poker . . . . Pero


no de baccarat. He empeñado mi palabra. Es
cuestión de honor. Vamos . . . . (Salen por el
foro Frank y Alberto, sin ser notados).

(Fórmanse tres grupos distintos: las


señoras en el fondo; a un lado Gonzalo
y )acobsen · al otro, los restantes, que
murmuran dirigiendo miradas hacia
Gonzalo) .
DOÑA AURA
(A Amalia)

Mi esposo, que es tan entusiasta, tan adora-


dor de don Gonzalo, ha preparado una sorpre-
sa .. .. Un meeting, ahora mismo, de la Filan-
tropía bilateral. con discursos y música . . . .
GONZALO
(A )acobsen)

Al fln hablamos: el gobierno pagará la deuda


extranJera . . .. He querido que usted lo sepa
antes que nadie. Ponga un cable a los acreedo-
res. Así evitaremos las especulaciones .

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62 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

JACOBSEN
¡Ah ! señor .. . . ¡Cuánto agradezco! (Con iro-
nía). Es mucha delicadeza la suya, mucha hon-
radez la del gobierno. . . . Pero ¿sólo usted lo
sabe? ....
TAPIA
(A Lobo)
Todo un ministro, la honradez en persona.
(Forma grupo aparte con Lobo, Osvaldo y Melén-
dez, y continúan conversando con cierto misterio)
LOBO
(En voz baja)
Un mm1stro . . . . un poco fatuo.... ¿La
honradez? . . . . Démos!e tiempo al tiempo . .
Herradura que suena . . . .
OSVALDO
(En voz baja)
!\Jo discuto su honradez . . . . Pero sus ver-
sos. . . . ¡Bah! versos claros, que se entienden
a primera lectura ; no sugieren nada . . . . Y se
mofa de la nueva escuela . . . . Es un pedante .. .
1ARTJ EZ

n ingrato : hace un mes que lo estoy elo-


giando, y se limita a apretones de manos ....

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MARROQUIN y RIVAS -LO IRREMEDIABLE 63

Nada tangible . . . . No sabe lo que vale el cuar-


to poder .. ..
TAPIA
(Que ha oído mal)

¿El ministro? Tiene las tres grandes condi-


ciones : valor, inteligencia, honradez y erudi-
ción ... .
LOBO

Son cuatro .. . . ¡Pero vaya! ¿Qué vale todo


esto? P oca cosa ... . Todo eso está ya clasifi-
cado y avaluad o, como en una tarifa. . . . ¿El
valor? Medio peso por día , que es el sueldo del
soldado, pronto siempre a la muerte . ¿La inte-
ligencia? Cincue nta pesos al mes, que es el pre-
cio de un buen depend iente. ¿La honrade z?
Por cien pesos mensuale se encuen tra un hon-
rado cajero. . . Ahora , (.la erudición? Vale lo
que cuesta un Larousse, que lo en eña todo
GO, ZALO
(A jacobse n)
Esto restablecerá el crédito del país .. .. To-
do lo cual nos facilita un emprés tito.
JACOBSE
(A Gonzalo, con ironía)
El señor ministr o conoce lo negocios como
nad ie. . . . Admiro su habilid ad .. ..

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64 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

LOBO
(En reserva, a Tapia, Osvaldo y Meléndez)
¡Ah! si ustedes supieran qué pequeños nos
ve, cómo nos desprecia. . . . ¿No lo observaron
ustedes? .. . . Recibe nuestros homenajes co-
mo un tributo. . . . En (m, esperemos .· El co-
loso se derrumbará. . . . ¿Coloso? No, no vale
nada. . . . Por eso siempre lo he fustigado por
la prensa . (Entra doña Dolores y observa con re-
celo el grupo en que habla Lobo)
GONZALO

(Dirigiéndose ul grupP de las señoras , que se


han asomado al balcón) . ¿Qué me cuenta usted,
señora? . . . . Una ovación . . . . ¿Un meeting
ahora? . . . . Nada merezco . . . . Exageraciones
ele mi buen amigo el señor Tapia . ¡Tan entu-
siasta, tan generoso!.. .. (Va al balcón) . Sí,
oigo ya el tumulto . ... Allí vienen con antor-
chas.
.JACOBSEN
(Separándose de Gonzalo, va al grupo de
Lobo y demás)
Es un hombre hábil. . . . Me anuncia el pa-
go de los bonos cuando ya me los han compra-
do. . . . Sí, aquí mismo, esta noche ....
LOBO

Oigan ustedes. . . . Pero fíjense ustedes en

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 65

lo que dice J acobsen . . . . Aquí mismo, esta


noche . . . . Una especulación, una infamia ...
\A Meléndez). ¿Qué dice la prensa, el cuarto
poder? .... (A Osvaldo). ¿No tiembla tu lira,
Juvenal? (A }acobsen) . Cuénteles usted, ami-
go, ¡un peculado inmundo! (Separándose, dice
aparte) . ¿Escándalo? No, no lo creo ; pero,
¿quién desaprovecha esta ocasión suprema?
GONZALO
(Desde el balcón)
Vean ustedes, señores. Hermoso espectácu-
lo .... Y a llegan .... Vén, madre. (A doña Do-
lores, que sigue de lejos , con asomb;o, la murmu-
ración contra Gonzalo) .
TAPIA
(Clamando)
j Al f¡ 11 po l'ItiCO
. 1. . . . .
TODOS
(En grupo aparte)
¡Ah! Infamia. . . . Podredumbr e. . . . Ya lo
decíamos.
AMALlA
(En el balcón, enternecida)
Pero, mire usted, doña Dolores. ¿Por qué
permanece usted ahí? ¿No viene usted? Si to-
do esto es por Gonzalo.

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66 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO
(A doña Dolores)
Míra, madre, todo esto es para ti . . . . (En
voz baja) . Ya lo ves . . . . tus temores . ... ¡Si
estos hombres son buenos! La humanida d es
buena . . . . (Se oyen por el balcón algunas acla-
maciones que se van acercando)
LOBO
(Al oído de Tapia)
¿Pero no oye usted la revelación de .J acob-
sen? ¡Ah, una infamia ; un escándalo! ....
MARTJNEZ
(Jdem)
Un negociado de estafa.
OSVALDO
(Id .)
Una mancha gris en la conciencia .. . .
TAPIA
(Escuchand o)
Sí, ya oigo: este país está perdido ... .
LOBO
(A Tapia)
Un abuso de confianza .

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 67

MARTINEZ
(/dem)
Un robo en despoblado.
OSVALDO
(ldem)
,
El eclipse de una pureza . ... La agoma de
lo blanco ..
TAPIA

Oigo ; ¿pero quién?


LOBO

¿Quién? Usted, que es el hombre del senti-


do común, ¿no comprende? . . .. (Señala a Gon-
zalo, que forma grupo en el balc6n con doña
Dolores, Amalia y Aura)
TAPIA

Y a comprendo . . . ¡Ah! este país está per-


dido . . . . Las cosas que yo he visto en este
mundo. . . . n0 las he visto en ninguna otra
parte.
DOÑA AlJRA
(En el balc6n)
¡Sí, los conozco a todos! ... . Vea usted, don
Gonzalo. . . . Son los miembros de la Filantro-

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68 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

pía bilateral. ¡Qué tierno es Tapia! Esto, señor


ministro , se debe ante todo a mi esposo.
GONZALO

Gracias, gracias ....


LOBO
(Aparte a los de su grupo)
¿Pero permane cen ustedes inactivos ? (A Ta-
pia) Usted, el gerente de la H onradez acrisola-
da , ¿no cumplirá con sus deberes?
TAPIA

Sí, sí, y sin demora . . . . Mañana mismo lo


denuncio a los cuatro vientos.
MARTINEZ

Y si él se lanza, yo hago un artículo tremen-


do . Y a me viene el título ¡Abajo caretas!
OSVALDO

Y yo un canto titulado Némesis . . . .


TAPIA

Mañana mismo lo acuso ante las cámaras ...


LOBO

¿Y el periódico?

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MARROQUIN y RIVAS- LO IRREMEDIABLE 69

TAPlA
Es verdad . . . . Usted sabe que no escribo :
pero pagaré bien un artículo de tres colum-
nas ....
OSVALDO
Le romperemos los pies de barro a la estatua
de Nabucod onosor . . . . Entre paréntesis : no
se dice ya Nabucodonosor, sino Nabucad ana-
sar.
TAPlA
(Con horror)
¡Navegamos en el cráter de un volcán!
LOBO
(Aparte)
¡Lo tengo!. . . . Son las primeras chispas, la
primera llamarad a. ¡Voy a acumula r tal com-
bustible, que sea imposible contener el incen·
dio!
VOCES
(Que llegan de juera, bajo el balcón)
¡Viva! .. . . ¡Viva el ministro , el hombre in-
maculado!
GONZALO
Gracias. (Viene del balcón hacia Tapia y los
otros) Pero ¿permanecen ustedes ahí? . . . . Me

©Biblioteca Nacional de Colombia


70 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

han abrumado. Esto es excesivo. . . Y o, que


nunca busqué estas ovaciones. . . . Vengan us-
tedes, nos presentaremos todos en el balcón.
LOBO
(Aparte a Osvaldo)
. 1. presentarnos con e' l ....
¡J a, Ja
TAPIA
(Atreviéndose , se adelanta hacia Gonzalo)
Señor ministro, retiro mis felicitaciones .
lARTI EZ

No salgo al balcón . He cogido un resfrío ....


(Con ironía) A menos que usted me preste «su
manto de armiño:..
OSVALDO

Las musas no comulgan en las cavernas de


Mammon .. (Se oye la música : el diálogo muy
vivo)
GO ZALO

¿Qué es esto, señores? ... .


TAPIA
(Animándose)
¡Protesto en nombre de la Honradez acriso-
lada!

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MARROQUIN y RIVAS - LO IRREMEDIABLE 71

GO ZALO
¿Qué dice?. . . . Una explicación. . . . ¡La
exijo!
TAPIA

Yo no sé nada, no me consta nada. . . . Pero


cuando la opinión pública. . . . ¡Ah! la indig-
nación me ahoga.
LOBO
(Aparte a }acobsen)
Hable usted, ya ve que Tapia tiene valor ...
JACOBSEN
(Adelantándose)
Inútil callar. señores. Se ha ideado una ope-
ración para enriquecerse a expensas de mis co-
mitentes. Yo publicaré esto en Viena . .. .
MARTINEZ
(Con afectada ironía)
Señor ministro, está demostrada la compe-
tencia de usted, su habilidad para las finan-
zas. . . . Huelgan los comentarios.
OSVALDO
Política gris. . . . Finanzas grises ... .

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72 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMB IA

DOÑA AURA
(En el balcón)
¡Qué hermosa música! ¡Esto se debe a mi es-
poso!
TAPIA
(Con la trompetilla )
¿Qué es lo que se oye? ¡Ah! música . . . . No,
nada de música. (Corre al balcón) Chist. . .
señores . . . . (Cesa la música)
VOCES
(De juéra)
¡Viva el ministro!
TAPIA
(Grita)
No, no . . . . Retírense en orden . . ..
A.MALIA

¿Que' es es t o ?.... . ¡Que/ con fus1on


•/ f.. .. . ¡Es-
to es horrible!
DO-A DOLORES

jAh, mis presentimi entos!


TAPIA
(Volviendo al grupo de Lobo y otros)
¿El señor (señala a Gonzalo) ha pedido una

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIV AS-LO IRREMEDIABLE 7~

explicación? ¡Magnífico! Yo estoy indignado ...


pero, ¿contra quién debo indignarm e?
JACOBSE
Voy a exponer el caso . Haremo~ la luz ....
LOBO
(I nierponiéndo.se)
¡Basta!. . . . ¡Basta!. ... Retirémon os, se-
ñores. . . . Y o me alejo ....
MARTI EZ

Huelgan los comentari os. (Toma a T apw del


brazo) Yo me retiro.
TAPIA

¿Qué proponen? ¿Retiramo s? Sí. ... yo no


quiero oír nada ; me basta con lo que he oído ...
(Se van alejando hacia el foro)
OSVALDO

Se manchan los lirios inviolados . . . . Me re-


tiro a mi torre de marfil. (Se dirigen los cuatro
hacia la puerta, y se forman dos grupos · de un
lado doña Dolores, Amalia y Gonzalo : del otro
los demás , en la puerta del fondo)
GONZALO
(Hacia ellos)
Señores .... ¡La luz!

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74 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

LOBO Y LOS OTROS


(Alzan los brazos con indzgnaczón)
¡Basta!
GONZALO
(Permanece en su sitw)
¡Ah! no qu1eren la luz . .. . Tienen ojos, pero
no quieren ver . ... La luz . . . . 'na nueva luz
ilumina ahora esta escena. \ 'eo las fieras , an-
tes encadenadas en la sombra, que van en-
trando al circo . . .. que asoman las cabezas
achatadas, que avanzan por la arena a devo-
rar la presa ... (Señala a Lobo) La ambtción
impotente. ... (A .vfelénd.ez) La impaciencia
voluble . . . . (A Osraldo) La vanidad veneno-
sa .. . . (A Tapia) La necedad impulsiva . . .
¡Las fiera ! Se romperán las garras, se mella-
rán los dientes contra el broquel de mi concien-
cia. . . . -ladre, los venceré tengo la espada
de mi cólera, que antes no había esgnmido . ...
(TELO. RAPIDO)

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~l<\.RROQU~ y RIVAS -LO IRRE~IEDIABLE 75

ACTO II
Cuarto de doña Dolores . Casa de
Gonzalo .
ESCENA 1
DO:'JA DOLORES , U. CRIADO, LUEGO A~fALIA

CRIADO
(Entra cargado de papeles)
. unca habían traído tantos como ahora .
Deben de estar interesantes. Todos en la calle
se los disputan. Ahí están (los pone sobre la me-
sa) • 1i eñora , aquí los pongo.
DO: A DOLORES

(Entra desfalleciente. Se recuesta en una silla,


coge un diario , lee)
El trueno popular . . . . 1 A. bajo caretas! . .. .
·Como centinelas avan::ado del honor nacio-
nal, como celo os guardianes del tesoro del
pueblo, cumplimos con el penoso deber de de-
nunciar ante la opinión sen ata del paí un gra-
ve atentado, y arrancamos la máscara que cu-
bre a un concusionario .. » (Se interrumpe)
Esto era lo que yo quería evitar . . Por esto
había hecho llamar a Lobo anoche. Ya es tar-
de. . . 1Con qué facilidad un insensato prende
un incendio, y qué difícil es extinguir las !la-

et!i'tM AN y • " • ARClNlt. A~


©Biblioteca Nacional de Colombia
76 BIBLIOT~A ALDEA A DE COLOMBIA

mas que avanzan devorándolo todo! (Al cria-


do) Pedro, ¿entrecra te la carta que te di ano-
che.
PEDRO

Sí, mi sei"tora . pero muy tarde. Fut a ca-


sa del eñor Lobo. Había alido a la imprenta
del Trueno popular Corrí allá Tampoco ha-
bía alido. Por fin. en la imprenta de El Grafó-
fono, a las cuatro de la mañana Estaba en
manga de camisa, dándole él m1 mo vuelta a
la máquina, por falta de peón • 1e ofrecieron
pagarme bien i •o . . . . . ro e ofrece nada,
mi eñora (Sale)
AMALl
(Entrando)
¡Ah' eñora, ¡qué noche tan horn le!
DO.-. DOLORES
(Abrazándola)
¡Hija de mi alma!
A. i Ll

1 1esto es un sueño, una adilla!. . . A. •er


tan felices, tan contentos, risas, aplausos .
Ho ·, todo amargura. tri te::a. agonía . La
veo a usted pálida, demacrada . . . Me vine
porque la soledad me mata .. 'ecesitaba \ier a
usted hablar, compartir la pena. hacer algo ...

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIV AS- LO IRRE~fEDIABLE 77

• 1e levanté, alí a la ventana Estaba con la


frente ardorosa, apoyada en los cri tales . . ..
• 1e decía que todo era un mal sueño, que na-
da había ucedido que todo sonreía como ayer.
Pero unos grito me volvieron a la realidad ...
Los periódico . . El nombre de Gon:alo lan-
:ado por las calles comu el de un delincuente .
E preciso luchar
oo:- A DOLORES
(Con lenLLtud)

,Luchar! . . . Luchar con ellos . . Armas


desiguales . . . . 'o conoces la energías ine -
rerada de la em tdia, la actividad de la difa-
mación . ·o ab lo que me cuenta e
criado . . . Lubo, el hombre débil , pere:c1 o.
que nunca luchó en el trabajo viril, que e le-
\'anta al medio día . . . . Pues él, hoy a la ma-
drugada , con frenesí, aba vuelta a la máqui-
na que vomitaba este p ri6dico ....
A~ fALlA

(Coge un periódico, lo lee)

La honradez acrisolada cEI cnm n de


anoche . . . La ciedad se p1erde. avegarno
en el cráter de un \·olcán Un alto per na-
Je .. :. (Lo arroja , toma otro) El Grafófono ...
, El derrumbe de una fama . . . teses h e
que la pren a tributa inmere idos elogio a
don onza lo A ila ... Retirarno todo lo di-

©Biblioteca Nacional de Colombia


78 BIBLIOTECA ALDEAl A DE COLOMBIA

cho. en vista de recientes y bochorn os acon-


tecimientos . . . . ólo queda hoy el esqueleto
de un político, de un poeta y de un financista ... »
oo:- A DOLORE

Hija, déja. . . . o te tortures. ·. o ves que


para eso nos han en dado 1 papeles 1 ~ · ·o ve
que de esa uerte cumples u dese . satisfa-
ces sus odios? Ellos no pueden herir a Gon::alo
en su fama, no pueden conmoverlo en su con-
ciencia . . . . Pero saben que sí pueden traer
la angu tia. el dolor a nue tr cora:ones. (Se
let anta y contempla el retrato de Gon:alo) ~tí­
ralo : e u retrato, en la primera comunión ...
Esa serenidad, esa dul:ura. qu no ha perdido
al trav' de lo año . . . 'o sabía él qué amar-
gura le reservaba el rvenir .... ¡, h! yo í.
yo pe haba algo: aquel día, entre la nub~
del in ien , e 1tre los aromas de la flore \
el perfume de la inocencia. al estrecharlo coñ-
tra mi cora:ón , al a r u cabecita rubia , lo
compnmt en mi bra:o co:1 angustia. como
queri n o de n i rlo de enemigo in vi ibles ...
Y en una me:cla indefinible de alegría y de
tri te:a , le estreché la abe:a entre mi mano
temblorosa . lo cubrí e • lo inundé de
lágrima '
A~1 LIA
(Leyendo otro peri6d.ico)
·Ah! si sto no diera encono daría risa ... .

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MARROQ J~ y RI\ AS-LO ffiRE~fEDIABLE i9

n periódico de caricatura , Las Castañuelas ...


(Lee) cUn áulico a esino e dice que ano-
che en una ronda que h i:o la policía en ca a de
un alto per naje público, sorprendió a éste
en una gran falsificación de bonos extranjeros.
Al verse sorprendido el Gon::alo del cuento,
con un revólver ma tó tres agentes . e di-
ce que ya está en la cárcel La policía invest i-
ga lo hecho ) otro . . . . _ otro ....
otro . . . . (Los arroja suce.~iva m ente)
00.- ' A DOL RES

Hija . te uplico .. . déja con que tú mis-


ma te tort uras.
A MALlA

¿Pero por qué es todo esto' Es preci que


me lo digan , que me lo expliquen .... )o com-
prendo que el hijo que ve ultraj a do a un padre
tdme vengan:a de la afrenta; que el que \ t.: la
misena en su casa por las arterías de un ene-
rmgo ... C·-nprendo que e agite, que luche,
que ombata ue e cebe on odio en su ad-
\ er ario . . Pero este odio con Gon::alo ....
1 •o lo cono::co, tan bueno, tan compasi\ o,
tan conmovido con la de gracia ajena 1 él
no hace mal a nadie . . . . i lo vemos go::ar con
la fama , con la gloria ajena. tributar los elo-
gio con entusiasmo, v tender la mano a uan-
to re uerían u apÓyo, u aplau o, su dine-
ro ... í yo quiero que me e.·pliquen, que me

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80 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

descifren el enigma que me revelen el miste-


rio . . . . He querido que Carlos Alberto me lo
explique. . . . pero él . . . . sólo dos palabras ...
y salió precipitadamente. Estoy segura que
estará tratando de defender a Gonzalo .. ..
Carlos Alberto es así. . . . lo conocemos, algo
ligero . . . . pero es un hombre de valor ....
¡Ah! que me expliquen el misterio ....

DOÑA DOLORES

El misterio . . . . de la envidia, de las pasio-


nes sordas y oscuras que se agitaban en torno
de mi Gonzalo . . . . Un misterio . . . . Tú no
ves, no adivinas, no comprendes estas cosas ...
¡Ah! mis presentimientos .... Sí, yo lo adivi-
naba . . . . ¿Lo adivinaba? . . . . No, lo sabía .
¡Lo he visto tantas veces! Ese Lobo dando él
mismo vuelta a la rueda de la máquina es la
imagen viva de la calumnia . . . . Una maqui-
naria que se mueve, que gira, que coge en su
rodaje complicado una punta del manto, y
luégo un brazo, y después el cuerpo, y aprieta,
desangra el corazón, rompe los huesos y tritu-
ra el cráneo! . . . . Y o he querido detener a tiem-
po esa maquinaria infernal . . . . pero es tarde :
el nombre de Gonzalo, de tu Gonzalo, Amalia,
ese nombre ayer puro, que nadie se atrevía a
tocar, mañana, desgarrado, volará a los vien-
tos hech0 jirones ....

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MARROQUIN y RIV AS-LO IRREMEDIABLE 81

AMALlA

Pero todavía . . .. ¿Me dice usted que los ha


llamado? ¿Que usted va a hablarles ? . . . . Y o
también les hablaré, les suplicaré . . . . Me
siento con valor, con fuerzas . . . . En un día la
adversid ad, el dolor, la desesperación dan una
madurez prematu ra .... Usted, yo, rogare-
mos . . . . Lograrem os conmover! es, decirles
cuánto sufrimos . . . . y ellos ... .
DOÑA DOLORES

¿Qué te prometes, pobre Amalia? De los de-


más algo espero. . . . de Lobo, poca cosa : ayer
tenía el dolor de aplaudir a Gonzalo ; hoy ya
tiene el placer de compade cerlo . . . . Para Lo-
bo la felicidad ajena es como si se la hubieran
arrebata do a él mismo .
AMALIA

Yo lo espero todo. Si ellos nos escuchan, ve-


rán que Gonzalo es inocente , verán nuestras
lágrimas . . . . Sabrán cuánto padecemos ....
Deshará n lo hecho .. . . ¡Oh! qué dicha. Todo,
todo pasará como pasaron ya las sombras de
esta noche horrenda , y volverá el sol, nuestro
sol, a son reírnos . . ..
DOÑA DOLORES

Es lo irreparab le En los pantanos de los

©Biblioteca Nacional de Colombia


82 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

trópicos hay serpientes que muerden, y aun-


que no maten, dejan una herida que siempre
sangra, una llaga incurable.
ESCENA II
DO- A DOLORES, AMALIA, TAPIA

PEDRO
(En la puerta)
El señor Tapia .
DO;' A DOLORES
(Con interés)
¡Que siga!.... ¡Ah!, señor Tapia . Excuse
usted si lo he molestado .. . .
TAPIA
(Entrando)
¿Molestarme? Al contrario : si en algo podía
servir. . . . Ln hombre como ·o, siempre dis-
puesto a toda obra buena . . . . Además, el re-
glamento de la Filantropía bilateral me lo im-
pone. . . . Hablemo , señora : ustedes desea-
rán . . ..
AMALIA

Que usted se persuada de la honradez de Gon


:a lo. . . . El no sabe que lo hemos llamado ;

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 83

pero nosotras, en fin . . . deseamos que usted


no lo deje atacar en su periódico.
TAPIA

Y o soy propietario, pero no redactor de La


Honradez Acrisolada .
AMALIA

Pero usted puede hacer que lo defiendan ...


¡Que esperen! Si supiera usted cuánto sufri-
mos. . . . Que no hablen, al menos. . . ¿Qué sa-
be usted, qué le consta en contra de Gonzalo?
TAPIA

¿Que' se'?. ¿Que' me consta ?. . . . . p ero, ¿por


qué había de constarme algo? Y o he oído de-
cir. . . . Eso es todo. . . . Pero, ¿con qué dere-
cho dudo yo de lo que otros afirman? Díganme
ustedes · ¿con qué derecho ?
DO-A DOLORES

Señor· usted es un hombre de buena fe. Han


sorprendido su confianza . . . .
TAPIA

¿Buena fe? ¿Confianza? (Protestando) . ...


¡Ah! yo soy un hombre de mucha penetración,
de excesiva malicia (Con solemnidad).

©Biblioteca Nacional de Colombia


84 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

DOÑA DOLORES

Espere, usted, señor . . . . no defienda usted


a Gonzalo .. .. pero no le ataque.

TAPIA

Bien. Jo hay inconveniente. Me comprome-


to a esperar : yo soy el hombre de las huenas
mtenciones. Pero advierto honradamente : hov,
en la sesión matinal, presenté una acusaci6n
en la cámara . . . . Claro, no haré más . . . . pero
pasó a una comisión ....

DO;- A DOLORES

¡Ah! el terrible engranaje ....


AMAL!

¡Qué horror, qué desesperación! ¡Ay, qué


angustia' (Llora) .
TAPIA
(Conmovido)

Señorita . . . . ·por qué se empeña usted en


conmoverme, en hacerme sufrir?. . . (Saca el
pañuelo) . . . . Porque o tengo corazón, seño-
rita . . . . To puedo ver sus lágrimas . . . . (Se
enjuga los ojos) . Por algo oy yo vicepresiden-
te de la Ftlantropía bilateral . . . Pero no llore

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 85

usted . . . . Y o le prometo . . . . Toda tiene re-


medio . . . . Toda se arregla , todo se remedia ...
DOÑA DOLORES
¡Ah! ¡Es lo irremediable!

ESCENA III
DICHOS , MARTI EZ Y OSVALDO

1ARTI EZ
Al llamamiento de una dama como usted,
no podía excusarme ... .
OSVALDO
yo, aunque hay horas grises ....
DO- A DOLORES

A la penetrac10n de u tedes no puede ocul-


tarse el objeto del llamamiento.
TAPIA

Me encuentran ustedes conmovido. . . Gon-


zalo es inocente . . . . Debemos esperar . . . . Lo
he prometido . . . . y cuando un hombre como
yo promete así una ·cosa . . . . (Solemne).
MARTI EZ

Para mí todo esto ha sido muy penoso .. ..

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86 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

El sacerdocio de la prensa impone dolorosos


deberes. . . . Es una misión amarga ....
DO-A DOLORES
El periodista es un sacerdote, pero no un
verdugo. . . . Dice usted bien: una misión .. . .
dolorosos deberes. . . pero para servir a la _ino-
cencia , no a la mentira . . . .
MARTI EZ

• 'o a la mentira ... ólo deseamos una in-


vestigación.
A.\1ALIA

, í, una investigación. . . Eso e lo que él


desea. ¡que se esclare:ca todo!... . La luz .. . .
¿:,¡o lo o 'eron ustedes anoche El clamaba a í:
¡la lu:::t ¡Que se encuentre al delincuente, que
e le ca tigue!
DO:':\ DOLOR E

alió Gonzalo mu ' temprano a hacer bus-


car a F rank. . . . Todo e esclarecerá.
AMALIA

Y al delincuente, al responsable .. .. ¡Ah! sí,


a él, perseguirlo.. . . 1Por él sufrimos tanto! ..
OSYALDO

Hasta ahora no ha ' constancia de nada, es

©Biblioteca Nacional de Colombia


.MARROQUIN y RIV AS- LO IRREMEDIABLE 87

verdad... . (A Amalia) Pero no llore usted.


:,lis ner ios, al verla así, vibran como las cuer-
das del arpa septicorde . ...
MALlA

Usted, señor " tÍartínez Meléndez. nuestro


amigo de tantos años . ... ¿cómo podría olvi-
dar el afecto que Gon=alo le ha profesado . . ..
el empeño que él tomó en que usted lu=ca sus
aptitudes?. . . . Anoche, anoche mismo habla-
ba de usted con entusia mo, con cariño .. ..
.\1ARTJ, EZ
(VacLlante)
B1en, señora : no aldrán nuevo artículo ...
pero el de hoy ·a se fue por el correo. debo ad-
vertirlo . . . ece ito hablar con Gonzalo . . .
El me explicará. . amos a la oficina. a us-
pender el editorial de mañana . . . Volvere-
mos al momento.
TAPIA

o · también al periódico. . . í, yo no es-


cribo, pero que no le reciban allí nada a Lobo ...
Y a ven: yo procedo con honradez. . . porque
la honradez, señorita, es la norma de un hom-
bre de mi temple.
AMALIA

Gracias, gracias. Ustedes on tan buenos ....


(S alen ellos) .

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88 BffiLIOTECA ALDEA TA DE COL0:\1BI .\

ESCE. 1A IV
DO-;A DOLORES, :-.fALlA, LOBO

DO:' A DOLORE
(Con abatimiento)
¡Era tarde' (Apoya la frente entre las manos)
¡Era tarde! . . . . Ellos mism , arrepentidos,
no pueden contener el mal que han hecho
(Levanta la cabeza). ¡Dios m1 ericordioso. Di
calumniado, apiádate de ro ntro ; in píra a
esto hombres. ház que re·pla de:ca la ino-
•, d
• 1
cenc1a .\
.. . . . , -..p1a ate d e :111.
, 1 • . • ; •o, na d a
para mí sáh·a la honra de mi hijo, y en cam-
bio, Señor, tóma mi vida! ....
LOBO
(Entrando )
eñora, el llamamiento Je u ted . . . . mi de-
eo de complacerla . . . . Ante todo, mil perdo-
nes i anoche se me escapó alguna frase ...
P ero al alir de aquí reflexioné . . . . . t arre-
pentí de lo dicho. Procuré calmar a Tapia , que
es un impul ivo ....
A~fALIA

,Cuánto le agradecemos! Entonces usted


drá a~'Udamo~ a defender a Gonzalo . . .
LOBO

Cuanto ustedes quieran. (Aparte) Esto ha ·

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQtJ~ y RIVAS - LO IRRE~IEDIABLE 80

que abreviarlo . . . ( lto) Pero no podré mu-


cho· ustedes aben que .:o poco me me:clo en
política, que no e cribo . . . . Pero he procura-
do contenerlos . . con ener a las fiera .
como decía Gon:::alo ... Sobre todo a Tapia.
el impul ivo . . . . y a O Ya ido: porque esos
poetas . ..
oo;"' A DOLORES
(Levantándose)
¡Ah! señor Lobo . .. . Gracia . . . Promete
usted demasiado. (Aparte a Amalia) Tiempo
perdido . . . . o hay que creerle. Tanta fa! ía
me cau a indignación . . . o podré contener-
me . . . . Como mejor puedo ervirle a Gonzalo
es yéndome de aquí (Sale por un lado)

ESCEI A V
t\ f LJ , LOBO, L EGO C RLO LBER TO
LOBO

Adió , eñorita . . . . me retiro .. ..


. fALlA
(Con afá n.)
ro e vaya usted. na palabra . . . Una
palabra, señor Lobo . . . . Quiero que u ted me
prometa que defenderá a Gonzalo . . . . Y quie-
ro que usted me explique el crimen que se ha-
ya cometido, porque yo no veo, no compren-

©Biblioteca Nacional de Colombia


90 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

do . . . . ni comprendo ni veo por qué lo atacan,


por qué lo aborrecen de ese modo . . . . Si él es
tan generoso, tan recto, tan noble amigo ....
Si a nadie le ha hecho mal .. ..
LOBO
Pero yo no lo niego . ...
AMALIA

Entonces . . . . ¡Ah! no sólo por él, señor, no


sólo por él, sino por ella, por doña Dolores ....
¿No la vio usted así, muda, resignada, llevan-
do su dolor con cristiana entereza? . . . . ¡Ah!
pero lleva la muerte en el alma. . . . no lo dude
usted . . . . Y yo. . . . compadézcame usted a
mí también . . . . Ayer tenía un horizonte de
paz, de dicha, de amor tranquilo . . . . hoy ....
ya lo ve usted . . . . yo también me muero de
angustia . . . . Por nosotras, señor, por nos-
otras . . . . no por él, si es que el odio ha de ser
inmutable . . . . Pero por dos pobres mujeres
enloquecidas . . . . tan débiles para la lucha,
anonadadas por el sufrimiento.
LOBO
Pero si yo no sé nada . . . . pero si yo no he
leído nada ....
AMALIA

¡Ah! y esos periódicos . . . . Ese montón de

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO lRREMEDIABLE 91

horrores que he leído, que me aturden, que me


torturan. . . . ¿Será usted el único que lo ig-
nora? . . . . ¡Ah 1 no. . . . Dígame usted la ver-
dad . . . . Prefiero la verdad . . . . toda, toda . .. .
Dígame que ha odiado a Gonzalo, que lo abo-
rrece todavía , que usted mismo lo ha ataca-
do . . . . pero dígame, también con la miE"ma
franqueza, con la misma ingenuidad , que en
adelante, desde ahora, desde este momento,
usted será su amigo, su defensor . . . . Promé-
talo usted . . . . Por compasión a ella, por com-
pasión a mí, por estas lágrimas ; se lo suplico .. .
así . . . . de rodillas.
CARLOS ALBERTO
(Entrando. Con sorpresa al ver la actitud de
Amalia)
/
L evantate, /
1evantate. . . . ¿Que' es esto '). ....
¿Qué pasa aquí, Lobo? (A Amalia, con dureza)
Esas lágrimas . . .. ¿tú? ... . Retírate .. .. (Sua-
vizando el adem6n) Amalia pobre Amalia ....
déjanos . . . . (Le besa la mano) . Anda, Mignon.
ánda . . . . (La conduce hasta la puerta lateral.
Sale Amalia)
LOBO
Me apena todo esto . . . . Siento infinito ... .
Excúseme usted. . . . Estoy tan ocupado .. . .
Adiós (Se apresura a salir).

©Biblioteca Nacional de Colombia


92 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBiA

CARLOS ALBERTO
(Con sarcasmo, atajándolo)
¿Ocupadísimo? . . . . No me sorprende .. ,
No. ¿Se va a acabar el mundo? . . . . Quédese
usted . . . . Hace horas que lo busco . . . . y al
hacerlo, he seguido sus pasos. Lo felicito ....
Usted se vuelve un hombre virtuoso : la activi-
dad en persona. Contra pereza, diligencia ...
Corre, sopla aquí, vuela allá, escribe, discute,
persuade, y hasta imprime . . . . Y no desdeña
ni la rueda de la máquina .... (Hace el ademán
de dar vuelta a la rueda).
LOBO
¿Yo?
CARLOS ALBERTO
Usted, amigo, usted. . . . Tenga al menos el
valor de sus acciones. ¿Cree usted salvar el ho-
nor nacional, defender el tesoro, volver por los
sacros fueros de la justicia, etc., etc. Pues ha-
ga usted todo eso, tan hermoso, tan grande, a
la luz del día, sacando el pecho, diciendo a la
faz de todos, frente a frente de Gonzalo: ~ Yo
tengo esa gloria».
LOBO
¿Gloria? . . . . Si yo no busco gloria ....
CARLOS ALBERTO
Hablemos con franqueza, como dos hombres

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 93

corridos . . . . Yo. . . . vamos. . . . no soy un


modelo de virtudes . . . . pero cuanto hago, lo
hago con un objeto útil. .. . Pero esto . . . . ¿pa-
ra qué lo hace usted? ¿Qué gana usted así,
prácticamente, con la deshonra de Gonzalo? ...
LOBO

Eso digo yo ... . ¿qué interés podía tener ?...


Pero si yo no ... .
CARLOS ALB E RTO

Evasivas, no . . . . Planteemos la cuestión ...


¿Qué gana un hombre al calumniar a otro'···
(.Recuerda usted a Shakespeare? El que roba
dinero comete una infamia. . . queda un va-
cío en la caja ; pero ese dinero pasa a llenar las
cajas del que lo ha robado . En tanto que si al-
guien . . . . no me refiero a usted . . . . esto es
enteramente impersonal . . . . si alguien roba
la honra ajena, le quita algo que vale .... sí,
que vale más que el dinero , y éso que se roba
en nada enriquece al ladrón de honras . . . . En
nada, sobre todo cuando no busca ni la gloria
del hecho ....
LOBO

Los que estamos . . . . Oigo mal, los que están


en esta obra de reivindicación social, creen te-
ner una labor santa, creen cumplir una misión
sagrada . . . . Palabras textuales de nuestro ami-
go Meléndez. . . . Yo lo comprendo así, un sa-

©Biblioteca Nacional de Colombia


94 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

cerdocio lleno de penalidades. Porque ese dolor


de doña Dolores, esas lágrimas de Amalia, to-
do eso es dolor para el que ejerce el sacerdo-
cio. . . . Es un martirio .. ..
CARLOS ALBERTO
Martirio . . . . Sacerdocio . . . . ¿Quiénes son
los sacerdotes? ¿Quiénes son los mártires? ... .
Decírselo a ellas, a estas pobres mujeres que
no saben del mundo. . . . pase. Decírselo al
pueblo, que es honrado y sencillo . . . . ¡sea! . ...
pero a mí . . . . a mí, que conozco a todos esos
sacerdotes. . . . a esos mártires . . . . a esos un-
gidos ....
LOBO
Sí, una misión santa, pero un martirio ocul-
to. . . . tanto más meritorio cuanto más desco-
nocido . . . . Usted mismo lo vilipendia . . ..
CARLOS ALBERTO

Hay corazones rectos, almas nobles, altas


inteligencias que desempeñan en la prensa esa
misión, lo sé . . . . yo, que lo he probado todo,
que he probado el fruto del árbol del bien y
del mal. Pero, concretando, ahora, en este ca-
so, tquiénes atacan a Gonzalo? ... . Yo lo veo :
es una sinfonía, pero una sola mano toca el te-
clado .... Un mártir . . .. un sacerdote . .. . No
retroceda usted , Lobo . . . . Nadie nos oye . . . .

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 95

no hablaré en voz alta . . . . (Con resolución,


acercándosele) Usted es el sacerdote, usted el
mártir, usted el ungido ....
LOBO
u ng1'do .. . . / . '.) .. . .
¿M art1r No . ... ¿pero
usted?
CARLOS ALBERTO
¿Yo?
LOBO
Sí, usted . . .. Vamos . . . .
CARLOS ALBERTO
Convengo. . . . Pero nada oculto, y además,
no empuño el cetro de la justicia . . . . Mis vi-
cios . . . . son malos . . . . en fin , son vicios . .. .
pero hago mal sólo a mí mismo ....
LOBO
Entonces, ¿con qué autoridad censura usted
a otros? . ... ¿Me censura usted a mí mismo? .. .
CARLOS ALBERTO
Con la autoridad del que todo lo sabe ... .
La vida que llevo tiene esa ventaja ... . esa . . .
la única. . . . Conozco el personal de la infa-
mia. . . . Podría hacer directorio general per-
fecto, de los hipócritas, con sus casas, número
de la puerta. . . . y número de fechorías . . ..

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96 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

LOBO
(Defendiéndose, retrocede)
La vida privada es un santuario . . . . Pero,
en fin, si usted me acosa, le abro de par en par
las puertas ....
CARLOS ALBERTO

No; su vida pública . . . . tan pública como


puede serlo aquella escritura falsificada en que
usted tuvo parte . . . . Una viveza, dirá usted .... .
Veamos, veamos otra viveza . . . Consultaré
mi diccionario biográfico . . . . (Reflexiona) . ...
Permítame . . . . ¿No vive usted rondando por
los ministerios- sin que jamás haya podido ser
ministro--ronda ndo para saber cuándo va a
salir un decreto y comprar con engaño a me-
nos precio las órdenes de pago de los infelices ...
Vivezas .... habilidad . . . . ¿Y es usted el juez
de Gonzalo?
LOBO
¿Pero todo eso acaso es un delito? Si lo fue-
~

ra, se me acusana . ...


CARLOS ALBERTO
Es algo peor : una infamia. . . . Porque ahí
abusa usted de los infelices, de los pequeños,
de los que tienen hambre ....
LOBO

No tolero más .... Usted está fuera de sí ...

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 97

CARLOS ALBERTO

Lo que usted censura, lo que le ha hecho co-


rrer hoy a todas las oficinas, rasgar sus vesti-
duras con horror, es del mismo género .... pe-
ro que no se ha realizado. . . . El decreto no se
dio. . . . todo está en el mismo pie que antes ...
Ni un centavo ha salido de la tesorería.
LOBO

Gracias a los que dieron la campanad a ....


Pero no discutamos ahora .. . . (Con ironía, ir-
guiéndose). Bien hace usted en defender a su
futuro hermano. . . . Lo disculpo. . . . disculpo
que usted haya querido humillarme, doblegar-
me hasta la tierra con grandes amenazas y
con revelaciones de meras futilezas. . . . Pue-
do levantar la frente ....
CARLOS ALBERTO

Levantar la frente. . . . ¿No basta aquello?


¡Ah! mi repertorio es inagotable. Si tengo un
Larou.sse en la cabeza ....
LOBO

¿Pretende usted todavía?


CARLOS ALBERTO

Pretendo ....

©Biblioteca Nacional de Colombia


98 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

LOBO

¿Saber algo más? . . . . (Enérgicamente) . Con


toda mi altivez, con todo mi orgullo, protesto.
CARLOS ALBERTO

Mi querido sacerdote : mi amable ungido ... .


Pretendo saber algo más. . . . ¿lo quiere usted?
¿Me reta a que lo diga? (M ira en torno) . Oiga
usted . (Se le acerca, le habla al oído).
LOBO
(Retrocede, espantado, con las manos en la
cabeza)
¡Ah!
CARLOS ALBERTO

¡Oh! ungido, sacerdote . . . . noble mártir .. . .


inmaculado Lobo : a usted debía nombrarlo
Tapia, como redactor de la Honradez Acrisola-
da. . . . Sí, me siento movido a ponerle en los
hombros (( la túnica de armiño» de Meléndez
y en esas manos puras clos lirios inviolados;
de Osvaldo ....
LOBO

¿Quién pudo decírselo? .. . . . Lo han enga-


ñado . ...
CARLOS ALBERTO

No importa. Lo supe en secreto y en secreto


quedará . . . . Además, yo no difamo .. . .

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MARROQUIN y RIVAS-Lo · IRREMEDIABLE 99

LOBO
(Humildemente)
Mi estimado amigo. . . . mi buen Carlos Al-
berto . . . . usted , aunque se precia de sus fal-
tas, es un hombre bueno . . . . De usted nada
digo . . . . ¡Qué diferencia con Gonzalo! . . . . Y
de él mismo, si no fuera porque hay pruebas .. .
CARLOS ALBERTO
¿Pruebas?
LOBO

Desgraciadamente hay testigos que declara-


rán mañana ante la comisión investigadora ...
CARLOS ALBER1 O
¿Testigos?
LOBO

Sí, testigos que le oyeron a él proponer el ne-


gocio . .. . que lo vieron todo, todo .
CARLOS ALBERTO

¿Testigos? . . . . Testigos falsos . . . .


LOBO

¿Cómo lo afirma usted? . . . . ¿Cómo podría


usted desvanecer esas dudas? . . . . Usted mis-
mo podría ignorar lo que ellos sostienen.

©Biblioteca Nacional de Colombia


100 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

CARLOS ALBERTO

Y o sé todo lo que hubo. . . . Y o sé que son


testigos falsos . . . . Y o . ...
LOBO

Permítame dudarlo... Admiro sus esfuer-


zos. . . . pero usted no arrancará esa convic-
ción del ánimo de los jueces. Gonzalo quedará
convicto, aunque no confeso. Existe, por des-
gracia, la prueba irrefutable. . . . Usted mismo
se doblegará ante la evidencia.
CARLOS ALBERTO
(Con exaltación, paseándose)
¡Oh, la infamia! ¡Oh, la última infamia! ....
LOBO

Hay detalles completos .. ..


CARLOS ALBERTO

No puede haberlos . . . . ¡Farsa, comedia,


mentira! ....
LOBO

En vano se exalta usted . ... Gonzalo es un


tartufo y lo ha engañado a usted . . . . me ha
engañado a mí. . . . al mundo entero .. ..

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MARROQUIN y RIVAS-LO ffiREMEDIABLE. 101

CARLOS ALBERTO
(Con exaltación creciente)
¿Pormenores .... ? ¿pruebas .... ? ¿testigos ... ?
i Infames!. ... Oiga usted: yo lo sé todo, yo sé
quién es el culpable.
LOBO

¿Usted? (Con ironía) . Usted lo sabe, usted


lo conoce .... ¿y por amor a un extraño deja-
ría sacrificar a un inocente. . . . a su propio
hermano?. . . . Y a usted ve, nadie lo creería ...
Yo me permito no creerle .... Usted nada sa-
be .... ¿El culpable? Ya ve usted, lo reto a que
me lo diga. . . . (Un silencio. Carlos Alberto se
para frente a Lobo).
CARLOS ALBERTO

¿El culpable?
LOBO

Sí . . .. vamos .... el culpable ....


CARLOS ALBERTO
(Con exaltación)
¡Yo!
LOBO
(Aparte)
Lo creo como si lo viera. (A Carlos Alberto).
¿Usted? Vamos, hermoso rasgo. . . . Bello re-

BI9LIGT!!Cl\ NACiei'IIAL 01:: C

©Biblioteca Nacional de Colombia


102 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
curso. . . . pero algo gastado. . . . Usted, el
inocente impetuoso, se ofrece generosamente
para salvar al criminal calculador . . . . Recurso
dramático . . . . Pero, supon"iendo que sea .. . .
que fuera cierto. . . . eso agravaría la suerte de
Gonzalo . . . . Si es la verdad, guarde usted el
secreto. . . . yo lo guardaré. . . . lo guardaré.
CARLOS ALBERTO

¿Secreto por secreto? . . . . No . . . . yo le pi-


do, le ruego, le ordeno que lo diga, que lo di-
vulgue por la ciudad entera. . . . Y usted es
maestro en la tarea ... .
AMALIA
(En la puerta lateral, con afán)
¡Oh, qué angustia! . . . . Carlos Alberto . . . .
vén . . . . Un accidente. ¡Doña Dolores se muere!
CARLOS ALBERTO

¡Voy . . . . al punto! (Salen Carlos Alberto y


Amalia por puerta lateral).
ESCENA VI
LOBO SOLO, LUEGO TAPIA, OSVALDO Y MARTINEZ
MELENDEZ

LOBO

No lo dudo : está en su carácter. . . . fue Car-

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 103

los Alberto . .. . Una jugada más .... Sin du-


da sorprendió el decreto y jugó su carta . .. .
Por fortuna, nadie le creerá, y yo nada revela-
ré. Además, el mecanismo ya está andando :
todas las prensas han echado a volar la noti-
cia; la cámara adelanta la acusación contra
Gonzalo; todos los clubs se disputan con pla-
cer el suceso del día, agigantan los pormeno-
res . . . . Este loco de Carlos Alberto no podrá
detener el impulso de la máquina . . . . Tarde
se arrepiente, tarde arroja los dineros de Ju-
das . . . . Por si alguien flaquea, tengo prepara-
do un meeting de la Filantropía bilateral . ...
¡Ah! Gonzalo, no te escaparás. . . . El inmacu-
lado, el renombrado . . . . Así, así quería yo ver-
te. . . . así, al cabo de los años . . . . Tu dicha,
tu hogar, tu honra, tu gloria, todo se derrum-
ba, todo se deshace, todo se desmorona entre
mis manos! (Va a salir, entran por el fondo Ta-
pia, Osvaldo y Martínez Meléndez) .
LOBO
¡Ustedes aquí!
TAPIA

Sí. . . . hay que remediar el mal que se ha


hecho. . . . No hay pruebas contra Gonzalo.
Yo me he conmovido. Hice suspender un ar-
tículo. . . . Y, óiganlo ustedes (con falsa solem-
nidad), cuando yo suspendo en mi periódico un
artículo. . . . no vuelvo atrás, porque soy lo
que se llama un carácter!

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104 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
OSVALDO

Mis nervios vibraron con esa voz femenina,


cuando suplicaba la aparición blanca. No hay
pruebas contra el poeta gris . ...
MARTINEZ

Basta con lo hecho; lo demás toca a la cá-


mara: ella averiguará si el manto de armiño
de la inocencia ....
LOBO
(Aparte a Martínez)

¿Lo ha pensado usted? ¿Cree fácil retroce-


der? Inténtelo. . . . Está bien : mañana queda
libre Gonzalo, inocente, compadecido, con la
aureola del martirio y el poder del ministerio ...
¿Y qué será entonces de usted?. . . . Un hom-
bre perdido, muerto en la política. . . . Usted
ha jugado el todo por el todo .... El o usted ...
Escoja.
MARTINEZ
(Después de vacilar)

Adelante. . . . Nadie retroceda. . . . (A Os-


valdo). Tu poema Némesis, contra el ministro,
está ya en pruebas. . . . ¡Tan hermoso!. . . . El
fruto de una noche de fiebre .... ¡Cómo gana
en la edición!

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MARROQUIN y RIVAS- LO IRREMEDIABLE 105
LOBO
(A Osvaldo, que vacila)

¿Tan satisfecho tú con la gloria de tu émulo,


con la honra de Gonzalo? (! rónico). Te felicito
por tanta abnegación : eclípsate para que él
brille.
OSVALDO

Es verdad . . . . pero yo . . . . en fin . . . . mi


promesa hecha a Amalia . ...
LOBO
(! rónico)
Abnegado poeta : ¿ves perdido a tu rival , y
te empeñas en resucitarlo? Te admiro : eres un
astro, y vas a eclipsarte para que otro se eleve
de nuevo en el horizonte. Córre, rómpe tu
poema Némesis , y cuando veas mañana a Gon-
zalo arrebatando los aplausos de Jos hombres,
entonces te arrepentirás con un remordimiento
tardío. (A todos). Su rehabilitación es nuestra
pérdida. Además, nos mueve, no un sentimien-
to de envidia, sino un espíritu de estricta jus-
ticia. Los jóvenes no deben subir con tal pron-
titud : a tan acelerado ascenso correspondía
una rápida caída. Las estrellas volantes surgen
de improviso, cruzan el firmamento, pero en
rápida curva descienden al ocaso, se hunden
en la sombra. Ese joven ha violado los dere-

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106 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

chos y las leyes de la naturaleza; mirad mis ca-


nas; ¡cuántos años hace que me agito, que lu-
cho, y aun no llego a esa altura que él me ha
arrebatado!. . .. Ya lo veis, yo no defiendo si-
no los fueros de la verdad, los derechos y las le-
yes del orden universal. los preceptos de la na-
turaleza . . . . ¿Está al borde del precipicio?
¡Acabemos de lanzarlo al abismo!
OSVALDO
(Reflexiona y se decide)
Lo publicaré. . . . ¿Continúa la lucha? .. . .
Pues yo siempre con usted . .. .
TAPIA
(Que no ha oído bien)
¿Qué dicen? .... Mi resolución es volverme
atrás. . . . y en esta otra resolución sí perma-
nezco inquebrantab le (Lobo Y Martínez M e-
léndez se colocan a ambos lados de Tapia , le gri-
tan al oído, mientras van alejándose hacia el foro)
LOBO
¡Hay testigos!
TAPIA,
¿Testigos?
MARTINEZ
Irrecusables.
TAPIA
¡Ah! irrecusables.

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLB 107

LOBO
Pruebas.
TAPIA
¿Pruebas?
MARTINEZ

Indiscutibles .. ..
TAPIA

¡Ah! indiscutibles . ...


LOBO
Pormenores .. ..
TAPIA
¿Pormenores?
MARTINEZ
Terribles ....
TAPIA

¡Ah! terribles ....


LOBO

Maquinaciones .. ..
TAPIA

¿Maquinaciones?
MARTINEZ

Abominables ... .

©Biblioteca Nacional de Colombia


108 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

TAPIA

¡Oh, con que abominables! (Van empuján-


dolo hacia la puerta. Las últimas frases entre
bastidores).

ESCENA VII

AMALI Y C RLOS ALBERTO


(Por puerta lateral)

A lALIA

Ya ha vuelto del síncope .... Pero vé a bus-


car a Gonzalo. . . . ¡Me parece tan grave!
CARLOS ALBERTO

¡Qué desgracia!. ... Míra, ·o so' un hombre


corrido; pero me destroza el cora:ón er llo-
rar a esa anciana. . . . ¡Qué desgarrador es ver
sufrir así a esa madre!
A 1ALIA

¡Ah! y no poder remediar eso .... Yo prefe-


riría verla sollozar en vo: alta, gritar, desaho-
gar su dolor, maldecir al culpable .... pero ese
silencio me aterra. Es un dolor reconcentrado
que devora su cuerpo enflaquecido, que la co-
rroe como el fuego_ de un volcán ....

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-L O IRRE~1EDIABLE 109
CARLOS ALBERTO

¿Maldecir al culpable, dijiste? ¿Culpable? ...


Acaso será sólo un desdichado. ¿Maldecido? ...
No sabemos en qué momento de suprema an-
gustia se hallara ese. . . . ese hombre. No sa-
bemos si ese desdichado ... .
A~1ALIA

(Con extrañeza)

¿Desdichado? ....
CARLOS ALBERTO

i ese desdichado no sintiera una terrible re-


pugnancia al cometer acción semejante ....
;Oh! mi pobre hermana, tú eres santa, tú eres
inocente, tú no conoces la ida· no sabes que
en ella hay un terrible encadenam iento de ac-
ciones, de faltas, que an llevando a un hom-
bre de caída en caída, de precipicio en preci-
picio
A...\1ALIA

No, no comprendo ....


CARLOS ALBERTO

¿Y qué sabemos? in duda ese hombre no


pensó, no sospechó jamás que esa acción, esa ...

©Biblioteca Nacional de Colombia


110 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

jugada, llegará a descubrirse y a ser un arma


que recogerían los enemigos de Gonzalo.
AMALIA
Pero hoy, al ver cómo sufrimos . ·por qué no
revela su falta, por qué no sal a a Gonzalo?
CARLOS ALBERTO
Acaso espera .... Acaso su espíritu esté en
horrible lucha. . . . Temerá, quizás, compro-
meter otro nombre, envolver en su deshonra
el nombre de un sér querido . . . . hacer impo-
sible la felicidad de otra alma, truncar otra
existencia ....
AMALIA
¡Cómo defiendes al desdichado! .. .. ¿Tú sos-
pechas .... ? ¿Algún amigo tuyo .. . . ? Díme ...
¡Ah! que hable. . . . Hábla tú, hermano mío:
sálva a Gonzalo; sálvalo ....
CARLOS ALBERTO
¿Yo .... ?
AMALIA
Sí, tú adivinas . .. .
CARLOS ALBERTO
No, no me instes, no me hagas hablar ... .
Compadezco, sí, al culpable.. . . Comprendo,
imagino su angustia, su desesperación ; no quie-
ro que tú lo maldigas . . . . Tal vez ese hombre,

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQU~ y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 111

a esta hora, en este instante horrible, ante su


propia deshonra, ante la deshonra que espera
a los suyos, y ante la que él ve caer sobre esta
casa. . . . (porque acaso él adivine, acaso vea
el infortunio que aquí reina) .... entre ese la-
berinto de desgracias, no halle él. . . . sino un
camino : el que conduce a la muerte . . . . ¡Ah!
maldecirle .... No, no le maldigas tú, Amalia.
AMALIA

¡Que hablara!. . . . Que viniera aquí y viera


este dolor; sí, es seguro que él confesaría, ante
ese dolor, ante la imagen de la desolación y de
la muerte. . . . ¿Tú no adivinas. . . . quién?
CARLOS ALBERTO
Yo .... no, no adivino ....
At<.f.ALIA

Si yo adivinara quién es, yo lo traería, le


haría er estas lágrimas mudas, esa agonía si-
lenciosa, esa vida que se va hora por hora . ...
Yo lo pondría frente a frente de esa anciana y
le pediría que dijera la erdad .... Sí, le su-
plicaría, con lágrimas en los ojos, con estas lá-
grimas de angustia que ves ahora ....
CARLOS ALBERTO
(Aparte)
¡Oh, desesperación!

©Biblioteca Nacional de Colombia


112 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
AMALIA

(Sorpr endien do el ademá n angustioso de


Carlos Alberto)

¿Qué .... ¿Sospechas? Adivinas. Sí, esa de-


tensa, esa compasión. . . . Dímelo, le rogare-
mos; yo le imploraré ....
CARLOS ALBERTO

perdo narás al infame. . . . infame, no ...


~Y
al desdichado ?
AMALlA

Sí, pero que habla ra. . . . la verda d. . . . to-


da la verdad. ¡Ah, qué felicidad! La luz, la re-
dención, la vida de esa anciana, la a legría de
mi Gonzalo.· ...
CARLOS ALBERTO

¿Y no maldecirías al miserable?
AMALIA

¿Acaso lo sé .... ? (Observándolo). Pero, ¿por


qué miras de ese modo? .... (Con sospecha y
alarm a). ¿Qué piensas? ¿Qué vas a decirme? ...
(Paus a, sobresalto). ¡Ah! qué idea. . . . ¡Qué
idea la que ha pasado por mi mente!

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 113

CARLOS ALBERTO

¿Qué has pensado?. . . . ¿Qué has sospecha-


do?. . . . Adivinas. . . . que el desgraciado, el
miserable ....
A MALlA

¡Ah, qué horror!. ... ¡Qué idea!. ... (Lo mira


y retrocede con espanto). No, no hables. . . . Eso,
eso que está en tus labios, eso que está en tu
cabeza, no lo digas, no quiero oírlo. . . . (Una
pausa. Se miran. Amalia avanza hacia Carlos
Alberto, y exclama con terror). ¡Tú!.... (Se
desploma en un sill6n sollozando. Carlos Alber-
to la mira tm instante y sale cabizbajo).
ESCENA VIII
AMALIA SOLA

¡Ah!. . . . esto, que era mi única idea, mi su-


premo anhelo, la clave de mi dicha, descubrir
la verdad. . . . es ahora mi supremo dolor. En-
tre estas sombras de muerte, yo iba a tientas
buscando la luz .... y cuando la encuentro, esa
luz deslumbradora es un rayo que me mata ...
¡Oh, vergüenza! Hemos traído a este hogar el
dolor y la infamia. Debo huír de Gonzalo; nues-
tra unión es ya imposible; Gonzalo verá siem-
pre en mí a la hermana del culpable. . . . Al
menos debemos conservar la altivez de la des-
gracia. Todo ha concluído. ¡Ah! mi Carlos Al-

©Biblioteca Nacional de Colombia


11 4 BIBLIOTECA ALDEANA DE ·c oLOMBIA

berto. . . . ¡Ah! mi Gonzalo . . . . Alberto re-


presenta para mí la alegría de mi hogar, los
arrullos de mi niñez, los recuerdos de mi vida ...
El otro, las esperanzas de una nueva dicha,
las alegrías entrevista s de un nuevo horizon-
te .. . . El uno, todo mi pasado; el otro, todo
mi porvenir. . . . Y o soñé con unir esos dos
afectos, que ligados forman toda mi existencia .. .
Y hoy, de pronto, son dos enemigos que se
combaten en mi pensamiento .. .. (Se cubre la
cara, solloza). ¡Todo ha concluído!
ESCENA IX

GONZALO Y AMALIA; LUEGO UN CRIADO

GONZALO
(Entrando por el foro)

¡Madre! ¡Madre!
AMALfA
(Enjugando de prisa el llanto)

Gonzalo ....
GONZALO

¡Oh, qué día! ... . ¡Qué lucha!. .. . Toda la


mañana buscando el rastro de esa verdad que
me huye. . . . El banquero F rank se ha escapa-

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 115

do. He dirigido telegramas en todas direccio-


nes. . . Detenerlo. . . . arrancarle una confe-
sión . . . . ¡Oh, la verdad, qué triunfo! .... y
a él, al infame, al traidor, castigarlo con todo
el peso de la justicia . .. . (Amalia se estremece).
Pero, ¿por qué me miras con espanto? ... .
¿Por qué retrocedes? .... Te cubres la cara ... .
¡Mi madre! Alberto me dijo ....
AMALlA
(Alarmada)

¿Qué te dijo Alberto?


GONZALO

Que mi madre ....


AMALIA

¡Ah, sí, vamos a verla . (Lo acompaña hasta


la puerta lateral. Sale Gonzalo. Ella retrocede).
¡Ah! no puedo acompañarlo. Descubriría mi
secreto: leería ese nombre escrito e11 mi fren-
te; se me escaparía la confesión. . . . (Se sienta,
abrumada). ¡Alberto!.... ¡Gonzalo!.... (Se
oyen rumores lejanos; va al balcón) . ¿Qué es
aquello?. . . . Vienen grupos. . . . Lobo se mue-
ve entre ellos .... ¡Avanzan!. ... Se ven agi-
tados por la cólera. . . . ¡Ah! las fieras ... .
Gonzalo lo decía . . . . las fieras del circo ... .

©Biblioteca Nacional de Colombia


116 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO
(Entrando)
¡Ah! mi madre . ... ¡Mi pobre madre! Ella
me lo había anunciado: ¡se morirá! . .. . ¿Al-
berto? .. . .
AMALIA
(Con sobresalto)
¡Alberto!. . . . ¿Qué decías?
GONZALO

¿Alberto fue a buscar médico?


AMALIA
(Respirando)
Sí. Alberto salió a traerlo.
GONZALO

Pero, no ; éste es un mal en el alma . . . . Sólo


la verdad la salvaría. Si yo supiera .. . . cómo ...
quién . . .. ¡Un nombre! . . .. Y yo arrojaría ese
nombre a los calumniadores. . . . a esos justi-
cieros. . . . a esas hienas que escarban en
los cementerios de las reputaciones, y ellos se
lanzarían sobre ese nombre, como sobre ~una
presa . . . . Y nosotros, libres. . . . libres de es-
tas mallas que nos envuelven, que nos opri-

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 117

men, que nos ahogan. . . . Amalia. . . . ¿no


piensas qué dicha sería tener en nuestro poder
ese nombre?. . . . Sería nuestra felicidad ....
¡Oh, qué alegría!. ...
AMALIA
(Aparte)

¡Oh, qué angustia!. ..•.


GONZALO

Pero, ¿por qué no crees que sería una fortu-


na encontrar el secreto, la palabra del enigma?
l.Por qué te doblegas, por qué retuerces los
brazos con angustia?
AMALIA

¡Ah! ese nombre . ...


GONZALO

Pero, ¿qué sabes? Dímelo. Tú sabes algo ....


AMALIA
(Esquivando la mirada de Gonzalo)
¿Yo? ....
GONZALO

Sí, Amalia: yo sé leer en tus ojos .... ¿Qué


me ocultas? .... ¡Hábla!

©Biblioteca Nacional de Colombia


11 8 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

AMALIA

¿Qué podría yo saber?. . . . (Balbuciendo) ...


Tú . ... yo . . . . en fin .... yo no sé nada ... .
GONZALO
¿Nada? ....
AMALIA
¿Qué piensas?
GONZALO

Tú, ¿un secreto para mí? .. ..


AMALlA
¿Qué secreto?
GONZALO
El gran secreto. . . . Mi salvación . . . . ¿Y
callas? ....
AMALlA
(Sollozando)
¡Gonzalo mío!
GONZALO
¿Será posible? Guárda, guárda tu secreto;
me salvará mi inocencia. Tengo amigos pode-
rosos. . . . y el pueblo, que tantas veces me ha
aplaudido ... .
PEDRO
(Entrando)
Una carta, señor.. . . (Se retira).

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 119

GONZALO

Una carta (lee el sobrescrito) . ¡Ah! sí: debe


de ser la contestación a mi renuncia, que en-
vié esta mañana. (Lee y exclama con amargura)
¡Aceptada, aceptada! . . . . (Se doblega, vuelve a
levantarse) . No importa : seguiré luchando, solo,
en mitad de la arena.
(Se oyen gritos de «meeting» al pie
del balcón, y continúa el vocerío du-
rante la escena) .
VOCES

¡Muera! ¡Muera el traidor!. . . . ¡Muera el


infame!
GONZALO
(A Amalia)
¿No lo ves, Amalia? ¿No lo oyes? Dáme, dá-
me ese nombre para arrojarlo a la multitud . .. .
Por mí, por ti, por esas lágrimas.
AMALlA
(Con desesperación)
No puedo ....
GONZALO

¿No puedes? . ... ¿Tú, tú lo sabes? . .. .

©Biblioteca Nacional de Colombia


120 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

¿Quién se interpone entre nosotros?. . . . ¿Qué


amor hay superior al amor nuéstro?

AMALIA

¡Piedad, Gonzalo, no puedo más .... no me


martirices! ....
GONZALO

¿Quién, quién me disputa tu corazón? ¡Ah!


si fuera ....
AMALIA
Si fuera ....
GONZALO

Si fuera. . . . ¡Qué horror! Acaso. . . . ya


adivino ....
AMALIA

¡Oh, qué afrenta! ¡Perdónalo! ¡Perdóname! ...

GONZALO

¡Es él .... Alberto! (Corre al balcón, colérico).


Sí, yo lanzaré ese nombre . . . . la verdad! ....
¡Mi honor!. . . . (Llega al balcón, va a hablar,
oye un sollozo de Amalia, que ha caído en un si-
llón. Gonzalo se contiene de pronto). ¡Mi honor!. ..
¡Mi amor!. . . . ¡Conflicto horrendo entre mi
amor y mi honra!. . . . (Retrocede y se acerca

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 121

a Amalia, le toma las manos con ternura). ¿Per-


donarte.., . . . . ·P
1 ob re ange
/ 1 mto..
/ ' . . . ·P
1 er d/
o-
name tú, Amalia! Te he torturado. Bien hacías
en callar . . .. Y yo, cruel, yo, implacable, te
he martirizado. . . . Te doblegas. . . . te des-
mayas. . . . A qut,/ aqut/ sob re mt. corazon
/ ....
Si el mundo me abandona, tú quedas para mí;
si tantos me odian, me basta tu amor. . . . Si
todos dudan de mí, me sobra la certidumbre
que tú tienes de mi inocencia . . . . ¡Dulce amor
mío! (Redoblan los clamores en la calle).
VOCES

¡Muera el infame!
ESCENA X

OICHOS Y DOÑA DOLORES


DOÑA DOLORES

(Pálida , moribunda, con el cabello


suelto, entra por puerta lateral; ade-
lanta apoyándose en los muebles, mira
con ojos extraviados).
¡Ah!
GONZALO
(A Amalia)

Una súplica, Amalia, en esta hora terrible . . .


Es la prueba de amor que te pido . . . . Que ca-

©Biblioteca Nacional de Colombia


122 BIBLIOTECA ALDEANA DE. COLOMBIA

lles ese nombre . . .. ¿Lo prometes? Jamás, ja-


más pronunciarlo. . . . (Amalia afirma en si-
lencio. Redobla el clamoreo, estallan algunas vi-
drieras).

GONZALO
(En voz más alta, que oye doña Dolores)

Nada me importa el odio, nada la duda . .. .


nada esos lobos que aúllan allá abajo. . . . ¡Me
queda tu fe, me queda tu amor, tu corazón;
me quedas tú, Amalia!
DOÑA DOLORES
(Lanzándose hacia Gonzalo, lo abraza y exclama
con ternura)

¿Y yo, tu madre, ingrato? ....

ESCENA XI

DICHOS, UN JEFE DE POLICIA Y DOS


GENDARMES

(Se presentan dos gendarmes con


un jefe de policía en la puerta del
foro).

GENDARME

¿Don Gonzalo Avil a?

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS- LO IRREMEDIABLE 123
GONZALO

Soy yo.
GENDARME

En nombre de la ley, queda usted preso ... .


AMALlA

¿Qué sucede? ¡Si esto es imposible, si él es


inocente!
GENDARME
(A Gonzalo)

Síganos usted .
AMALIA

Si yo sé que es inocente. . . . yo. . . . Un mo-


mento, por piedad. Escúche n ustedes. Si yo
lo sé todo. . . . Un instante. . . . El culpable
es ... .
GONZALO
(Con imperio)
¡Amalia !.. .. ¿qué dices? ¿qué puedes sa-
ber? (A media voz) ¡Ah! tu promesa .... ¡Ca-
llarás!
DOÑA DOLORES
' ....
M 1. Gonza 1o. . . . ¡H..IJO mto r .

©Biblioteca Nacional de Colombia


124 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO
(Lanzándose hacia doña Dolores)
Madre, tengo la certidumb re del triunfo ... .
Y es indispensable que tú participes de esa
fe . ... Volveré aclamado por los mismos que
hoy piden mi martirio: esas piedras con que
quisieran lapidarme serán mi pedestal maña-
na. . . . Fe, madre; fe en Dios y en tu hijo.
DOÑA DOLORES

Hijo, todo lo espero de tu inocencia y del


tiempo .... Pero el tiempo .... ¡cuánto será!. ..
GONZALO

Tu bendición ....
DOÑA DOLORES
(Extendiendo las manos)
Mi bendición. (Sollozando le toma la cabeza,
le estrecha, le da un beso en la frente).
GONZALO
(/ rguiéndose)
Ahora me siento invencible. (A los guardias).
¡Vamos! (Se dirige a la puerta).

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-1.0 IRREMEDIABLE 125
AMALIA

Si es inocente . . . . Si yo sé .. ..
GONZALO
(Extiende el brazo, impone silencio)

¡Amalia!. . . .
DOÑA DOLORES

¡Hijo mío! (Gonzalo, que iba a salir, se vuelve,


se lanza de nuevo en los brazos de su madre; fór-
mase un grupo en que sollozan los tres, abraza-
dos; luégo Gonzalo deja a su madre en brazos de
Amalia, y se aleja) .
DOÑA DOLORES
(Sollozando mientras sale Gonzalo)

¡Piedad! ¡Misericordia! . . . . Si es la alegría


de mi vejez. . . . Un abrazo más . . . . uno .. . .
¡el último! . ... (Ca e desfallecida) . Con él se va
mi corazon/ . . . . ¡se va 1a vt"d a .....
1

(CAE EL TELON)

©Biblioteca Nacional de Colombia


126 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ACTO III
Casa de Gonzalo. Salón. Puerta en
el foro; a la derecha, dos puertas; a
la izquierda balcón.

ESCENA 1
AMALIA VA Y VIENE CAMINANDO PASO. DOÑA
DOLORES DORMIDA EN UN SILLON. AMALIA ARRE-
GLA LOS ALMOHADONES DE DOÑA DOLORES.
LUEGO UN CRIADO.

A MALlA
(Acercá ndose a la silla)
Por fin, duerme .... (La observa). Su sueño,
tranquilo. . . . al cabo de ocho días de agita-
ción, de insomnio, de fiebre. . . . Duerme: el
médico, que acaba de salir, es lo que ha pres-
crito : esperanza y sueño.

DOÑA DOLORES
(Soñando)

Gonzalo ....

AMALIA

Habla. . . . no, ha vuelto a dormir ....

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 127
PEDRO
(Por puerta del foro)

Señorita .. . .
AMALIA

¡Chist! .... ¿Qué traes?


PEDRO
(Con un ramo que entrega, y se retira)

Estas flores . . ..
AMALIA

¡Flores! . ... ¡Ah! lo olvidaba. Hoy era el


día feliz de nuestro matrimonio. No ha habido
tiempo de advertir a la florista. . . . Flores . .. .
(Las coloca en una mesa) . Me causan horror ... .
Ellas vienen a hacerme sentir, con nueva pe-
na, que mi dicha está truncada . . . . No se han
abierto para mí ; su aroma debe embalsamar
estancias donde hay risas, contento.... Flo-
res. . . . para otras. . . . ¡para mí sólo espinas!
DOÑA DOLORES •
(En sueños)

Gonzalo. . . . Amalia . ...

©Biblioteca Nacional de Colombia


128 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

AMALIA
(Volviendo a doña Dolores)

¿Despierta? ¿Duerme?. . . . Está soñando ...


En el sueño mismo, la tortura.
DOÑA DOLORES
(En voz baja, soñando)

¡Al fin . . . . libre. . . . libre!


AMALIA

¿Para qué forjamos ilusiones? La realidad


será más terrible. . . . El corazón me dice que
condenarán a Gonzalo. . . . Ahora mismo lo
estarán juzgando . . . . El no hará uso del re-
curso supremo: no ha pronunciado, no pronun-
ciará el nombre de Alberto.
PEDRO
(Entra muy paso)
Señorita. . . . otras flores .. ..
AMALIA

Paso .. .. ¿qué dices? (Con ansiedad). ¿Quién


las envía? (Recibe un ramo de azahares) . ¡Ah!
el ramo de novia. . . . que él había ordenado
para hoy. . . . Déjalo ahí, no tocaré eso ....

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 129

Pedro, óye: si alguien viene, que éntre pronto.


Doña Dolores se ha hecho pasar a esta sala pa-
ra recibir noticias. La ansiedad la devora ....
(Pedro sale).
(Amalia va hacia doña Dolores, la observa,
vuelve hacia el ramo, faucinada).
DOÑA DOLORES

Gonzalo. . . . esos jueces ....


AMALIA
(Sorprendida, se mira de nuevo al espejo)
¡Qué pálida! Esos azahares menos pálidos
que yo. . . . parezco una muerta. (Arroja el ra-
mo). Este ramo de azahares, este era el ramo
que yo veía en sueños con una alegría mezcla-
da de pudor y de recelo. Estas eran las flores
que se abrían en la aurora de una nueva pri-
mavera. . . . Hoy su perfume se parece el aro-
ma de las flores cuyas raíces se enredan en el
corazón de los muertos ....
ESCENA II
DICHOS Y CARLOS ALBERTO

CARLOS ALBERTO
(Entra por el foro)
Tengo fiebre .... Se va a jugar la última
partida.

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130 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
AMALlA
(Corriendo a él)

Alberto, díme, cuén tame . ... ¿Qué hay, qué


pasa ? . . . . ¿Lo juzga n?
CARLOS ALBERTO

La ciuda d toda está conmovida. Hier ven


las calles. . . . el inmenso salón , lleno. . . . Las
barra s se agita n. . . . much edum bre . . . . tu-
mult o. . . . clamoreo. . . . los dos bandos con-
trario s. . . . ¡a sal vario! ¡a perderlo!. . . . Mo-
mentos de borrasca. . . . momentos de silen-
cio. . . . una cruel expe ctati va . . . . remolino
humano, que choca, se revuelve entre los mu-
ros . . . . Los jueces, agitados, cuchichean ; Lo-
bo ronda en los pasillos, silbando en todos los
oídos, como una serpiente. . . . Todo bullicio,
desorden, incer tidum bre. . . . Sólo él, en el
centro, frío, en calma . . . . el único tranq uilo ..
un rayo de sol, pene trand o en el recinto, llega-
ba a iluminarlo .. . . y él, la frente erguida, se-
rena, como rodeada de una aureola . .. .
AMALIA

¡Ah! ¡qué hermoso! ¿Y habló? Cuén tame . ..


.
a ca/ba . . . . ¿Qu e/ h.IZO . . . . . ¿ e VlO ..•..
? T ?

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIV AS-LO ffiREMEDIABLE 131
CARLOS ALBERTO

Yo, mirando, confundido entre la multitud .. .


Hubo un instante en que él volvió los ojos ... .
como si adivinara que yo. . . . nuestras mira-
das se cruzaron . . . . sonrió, sus ojos se hume-
decieron. . . . No pude resistir. . . . me sentí
flaquear . . . . yo que ante nada tiemblo ....
Huí : esa mirada. . . . ¿lo comprendes?. . . . era
para ti, Amalia.
AMALIA

Pero ¿lo condenarán? ¿qué piensas? ¿qué


presientes? . . ..
CARLOS ALBERTO

Nada temas: quedará absuelto. . . . quedará


libre . . . . ¡Ah! tú y él felices. . . . los dos, los
inocentes ....
AMALIA

Los tres . . . . contigo . . . . mi Alberto, ¿no


es verdad? . . . . Y con ella (mira a doña Dolo-
res). ¡Ah! quién sabe, ella . ... Pero díme, ¿por
qué confías? . . . . Díme, asegúra mi esperan-
za .. . . libre .... ¡ah! la felicidad. . . . ¡al fin!. ..
CARLOS ALBERTO

Espéra .... sí, quiero verte sonreír así. (Apar-

©Biblioteca Nacional de Colombia


132 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

te). Yo jugaré la última carta. (Alto). Que otra


vez la alegría ilumine esas pupilas oscurecidas
por el llanto. . . . (Aparte, con amargura) . Yo
no veré esa dicha.

DOÑA DOLORES
(En sueños)

Gonzalo, mi Gonzalo . . . . libre al fin. . . . a


mis brazos .. . . (Se agita, se despierta). ¿Qué?
¿quién? . . . . ¿Y Gonzalo? . . . . ¿dónde, dónde
está? Si estaba aquí, libre .... (Llama) ¡Gon-
zalo! .... ¡Ah! no .. .. un sueño .... ¡el terri-
ble despertar! ¡Qué dulce, no, qué horrendo
sueño, pues tiene este despertar espantoso!

AMALIA

Señora.... ¿está usted mejor?


DOÑA DOLORES

¿Yo? sí .... no sé .... (Se incorpora). Bien,


muy bien .. . . pobre Amalia . ... (Se doblega).
No : todo vacila todo gira en tomo mío ....
¿Quién está ahí? . . . . Alberto está ahí, y no
está mi Gonzalo. . . . ¿Qué ha sucedido? ¿Con-
denado ya? ¿Para siempre separados? . . . . ¡La
verdad, Amalia, la verdad!

©Biblioteca Nacional de Colombia


MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 133

AMALlA
Esperemos.... Vea usted, yo espero, yo
confío .... ¡Valor!
DOÑA DOLORES
Valor no me ha faltado . .. . pero falta esto .. .
la vida. . . . quiero verlo, oírlo, abrazarlo . .. .
la última vez. . . . (Amalia y doña Dolores se
abrazan llorando).
DOÑA DOLORES
Esperemos, sí, esperemos. . . . Espéra tú.
Amalia. La vida todavía se extiende ante tus
pasos . . . . (Viendo el ramo). ¿Estas flores? ....
Las tuyas . . . . Mañana las pondrás sobre tu
pecho. . . . y después irás con él a regarlas so-
bre mi sepultura . . . .
AMALIA
(Angustiada)
Delira usted, señora . . . . si está usted me-
jor. Conserve la esperanza que le dejó Gonza-
lo . . . . Es preciso que cuando él venga la en-
cuentre animosa, llena de valor y de alegría ...
CARLOS ALBERTO
(Aparte)
Esto es horrible, no puedo verlo. . . . ¡Este
es mi castigo!

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134 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ESCENA III
DICHOS, OSV ALDO

OSVALDO
(Ent rando)
Alberto. . . . perdónenos ....
ALBERTO Y AMALIA

¿Qué pasa?. . . . ¿Y el juicio?


OSVALDO

Y o estaba ahí. . . . lo vi levantarse. . . . em-


pezó a hablar. . . . con lentitud, con calma ....
Una atmósfera hostil en torno. . . . Se fue le-
vantando su palabra . . . . la palabra, ese don
divino, el verbo. . . . la elocuencia. . . . eso
que nosotros los poetas, los que vibramos co-
mo una red de nervios ....
AMALIA
(1m paciente)
¿Habló? .... él. ... ¿y dijo .... dijo? ....
Y después ... .
DOÑA DOLORES

Hable. . . . siento que la vida vuelve ....

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 135

OSVALDO

Habló. . . . Se iba levantando su palabra,


que extendiéndose por el salón, rebotaba en
los muros, y en poderosa armonía iba cauti-
vando, conmoviendo, convenciendo, arras-
trando a los espectadores . . . . Yo mismo, yo,
que vibro. . . . Aquello iba a la razón, al senti-
miento, y los espíritus y los corazones se do-
blegaban, se agitaban, se movían a su impul-
so, como las olas que el huracán agita, revuel-
ve, aplana y levanta con su aliento poderoso.
CARLOS ALBERTO

Pero, en fin . ... el resultado . . . . ¿el triunfo?


DOÑA DOLORES

¡Ah! ¡hijo mío!. .. . (A Osvaldo) . Siga usted .. .


dígame que ha triunfado . . . . devuélvame us-
ted la vida... . la dicha (desfallecida). ¡Ah!
¡la dicha también mata!
AMALIA
(A Osvaldo)
¡Qué bueno es usted! Continúe .. . .
OSVALDO

¿El final? ¡Ah! eso es lento .. .. Iba a hablar

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136 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

el fiscal ... . el acusador .... ~o sé, oero te-


nía un aspecto siniestro, mientras revolvía sus
papeles. . . . ~o quise esperqr. En pos de la
hora gri~, quise venir aquí a traer la flor blan-
ca de la esperanza.

ESCEN A IV
D ICHOS Y MARTINEZ MELENDEZ, QUE ENTRA,
DESCONCERTADO Y VAC ILANTE

MARTINEZ
(Entrando)
Jamás pensé; (a Osvaldo) escúcha ....
AMALIA

¿Viene usted de allá?


DOÑA DOLORES

Hable usted, señor. . . . ¿el triunfo? ¿por


que/ no v1ene
. '.) . . . . pronto, que yo 1o vea . ...
Y a viene, ¿no es verdad?
CARLOS ALBERTO

¿El fiscal concluyó? . ... Pero ¿por qué no


habla usted? . . . . Ese silencio ....

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 137
MARTINEZ
(A Alberto)

Todo mal. . . . No sé, pero presiento ....


Jamás pude prever que las cosas llegaran a ese
punto .... Era mi amigo .... yo me aparté de
él. . . . lo combatí . . . . pero ahora, al verlo, al
escuchar el tono elocuente de su voz, y al oír
cómo vibra el acento de su inocencia, y más
que todo, al ver el odio en torno suyo, el cla-
moreo feroz de tantos a quienes ha servido, al
escuchar las frases del acusador, ese odio le-
gal, ese anhelo por acumular pormenores y
agigantar el proceso, por apresar al acusado
entre sus garras . . . . ¡ah! he vuelto a admirar
a Gonzalo. . . . y al verlo así perdido ....
AMALIA
(Lanzándose hacia él)

¿Perdido, dice usted? ....


CARLOS ALBERTO

¿Condenado?
MARTINEZ
(Vacilando)

No .... ¿lo dije? Yo no sé .... aun no . . . .


Cuando calló el fiscal, reinó un silencio de
muerte. . . . una atmósfera glacial . . . . Flota-

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138 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

ba allí, se cernía un mal presagio. . . . Y yo he


venido. . . . ¿Me perdonan ustedes? usted,
Amalia, ¿en nombre de Gonzalo? .... (A doña
Dolores) . ¡Ah! señora, usted perdone ....

DOÑA DOLORES
(Desfalleciente)
Mi perdón. . . . como cristiana . . . . Pero
cuánto mal nos ha hecho. . . . ¡Ah! esto es lo
irreparable .... Reciba usted .. . . (cayendo en
los cojines) reciba el perdón de un alma que
ya . . . . se aleja de este mundo ....

CARLOS ALBERTO
(Después de ver a doña Dolores)
Los momentos valen siglos. . . . (A Martí-
nez, en voz baja) . Van a dictar el fallo .... Lo
temo todo: escuche usted. (Lo lleva aparte; sa-
ca una carta). Lleve usted esto al tribunal. . ..
Reparar el mal. . . . Si están encerrados, pene-
tre, rompa las puertas.... ¡Vuele!

MARTINEZ Y OSVALDO

¡Al instante! (Salen Martínez y Osvaldo).

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MARROQUIN y RIVAS-LO ffiREMEDIABLE 139
ESCENA V

DOÑA DOLORES, AMALIA Y CARLOS ALBERTO

CARLOS ALBERTO
(Aparte)

Ahora yo .. . . mi viaje. (Saca la cartera, rom-


pe algunos papeles, se pasea agitado, sale por
una puerta lateral).
AMALlA

¿Se siente usted mejor? (Una pausa).


DOÑA DOLORES

Sí. . . . pero frío . . . . yo sé lo que es . . . . No


te asustes. . . . (Durante toda la escena habla
con voz muy dulce, que va apagándose, y en que
se revela su resignación a la muerte).
A MALlA

La fiebre ha pasado; pero tiene usted las


manos yertas.
DOÑA DOLORES

Amalia . . . . acércate. . . . ahí. . . . más cer-


ca de mí .... (Amalia se arrodilla al pie). Ama-
Ha, hija mía ... . quiérelo mucho. . . . ¿me pro-

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140 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

metes amarlo mucho? .... Hazlo feliz. . . . ¿Fe-


liz? . . . . No puede ser. . . . ¡Ah! sin mí ....

AMALIA

Pero. . . . ¿por qué· habla usted de ese modo?

DOÑA DOLORES

Haz que recele del mundo . . . . Es tan con-


fiado. . . . Y ahora. . . . mí ra . . . . en esa me-
sa . . . . ahí. . . . su retrato . . tráemelo . ...
(Viéndolo). ¡Ah! míralo . . . . de niño . ... en su
primera comunión . . . . míralo . . . . sonriendo ...
no conocía la vida . . . . T óma, guárda este re-
trato . . . . tú . . . . (Lo va a entregar y lo toma de
nuevo). No, dámelo, aquí . . . . sobre mis la-
bios. . . . Si no lo veo . . . . si todo está ya en
sombra. . . . (Lo coge a tientas) .

AMALlA

Señora, él ahora vendrá . . ..


DOÑA DOLORES

No, no vendrá. . . . (Buscando a tientas la


cabeza de Amalia). ¿Estás ahí? . . . . más cer-
ca. . . . díle. . . . dí! e, que para él fue mi último
pensamiento. . . . mi última palabra ... .

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MARROQUIN y RIVAS-LO 'IRREMEDIABLE 141
AMALIA

¡Si esto es horrible! .... Si usted vivirá ....


(sollozando).
DOÑA DOLORES

Díle, díle. . . . que perdone . . . . que yo ve-


laré por él. . . . desde el cielo. . . . y que allá lo
espero. . . . lo espero. . . . y allá nos reunire-
mos . . . . para siempre. . . . felices . .. .
AMALIA

Pero ¿por qué esos pensamientos? .. . . Fe-


lices aquí, los tres . ... aquí en la tierra.
DOÑA DOLORES

Es tarde. . . . Escúchame . . . . ¿Me oyes to-


davía? . . . . T ráe . . . . tráeme sus cartas ... .
Ahí en una caja . . . . Las reconoces en que tie-
nen los borrones de mis lágrimas. . . . Esas pa-
ra tí . . . . no, para mí . . . . T ráelas . . . . Cuando
yo muera . . . . las pondrás entre el ataúd, jun-
to a mi cabeza . . . . ¿Me oyes? .. .. Me entie-
rras con ellas ... .
AMALlA
(Llorando)

No puedo. . . . no puedo más . . . . me aho-

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142 BIBLIOTECA ALDEANA DE' COLOMBIA

go. . . . (Va a Carlos Alberto, que entra y se acer-


ca). Míra, míra. . . . es el fin. . . . es el fin ....
¡Y Gonzalo tan lejos!

ESCENA VI

DICHOS Y LOBO

LOBO
(Se presenta en la puerta)
Señoras . . . . (Una pausa; Carlos Alberto y
Amalia se lanzan hacia él) .
CARLOS ALBERT O

¡Aquí! .... ¡Se atreve usted! .... (Mostran-


do a doña Dolores). ¡Mire usted su obra! (Doña
Dolores va expirando y muere).
A MALlA
(Que al entrar Lobo, se ha levantado a escuchar
las frases de Alberto, vuelve de puntillas hacia
doña Dolores. La observa un instante, de lejos;
cree que está dormida; vuelve hacia Alberto)
Ahora. . . . duerme de nuevo; ¡qué quietud !
¡qué sueño tan tranqui lo! ¡Tiene tánta necesi-
dad de descanso! (Se retira en silencio).

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 143

LOBO
(Adelantándose)

Si yo no soy ave de mal agüero . . . . Vengo


a felicitarlos . . ..
AMALIA

¿Absuelto? (Lanzándose hacia él) .


LOBO
Absuelto ....
CARLOS ALBERTO

Sí, ya debíamos suponerlo, con la presencia


de usted . . . . Gonzalo libre . . . . Lobo, Lobo
(con ironía), la obra del miedo . . . . Pero acér-
quese, cuénteme.
LOBO

Los jueces, ya reunidos, deliberando . Llega


un telegrama : el banquero F rank preso : su de-
claración favorable a Gonzalo, adversa a us-
t ed . .. . (Co n intenci6n) . ¿Qué dice usted, Al-
berto?
CARLOS ALBERTO

Es la verdad.

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144 BIBLIOTECA ALDEA! A DE COLO~IBIA

LOBO

Yo guar ' iempre e e reto. . . . pero us-


ted mi mo. . . . . un tiempo llegaron la decla-
ración del banquero _. la carta de usted en ue
se con es único. . . . r pon able. . . . La ab-
solución. . . . Y to os. . . . yo, el primero, e
entien e .... ¡todos a lamámo a Gon=alo! Y
ya viene entre la multitu · yo me antici-
pé. . . . lleno e go=o .
. f. LI
(Amalia, alboro: da, en constant mot imient ,
reparte su atención entre el bal ón, bsena l lle-
gada de Con: lo, y la m:ersacLón de Alberto y
Lobo. A teces, de puntilla , e llega h cia doña
Dvlores y la obsena d lejos).

Ya viene libre.... ¡. h! ¡ ué
C. RLO ALBERT
(Aparte, a Lobo)

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1\IARROQLT\' y RI\ AS-LO ffiRE:\lEDL\BLE 145

prodigio, a . . . Pero no te crea grande. To;


eres com ' el microbio, pequeño, invisible, pero
que die:ma, que a:ota, que destru) e a una
ciudad entera.
A. fALlA
(:\1 irando a doña Dolores, de lejos)
Duerme. ¡Qué tranquilo sueño!
LOBO

Pero usted también ....


CARLOS ALBERTO

Yo sé a cuánto al an:a mi culpa. He ido


contra mí testiiTO, tri unal, y cum liré: la ~ ~..:n­
tencia. Yo, me alejo ara siempre. Lo que e -
tamos acostumbra o a jugar nu tra fortuna
a una sola carta, di poncmo de nuestra c. ·is-
tencia en un olo instante.
LOBO
(Espantado)

Está usted páli o; ·qué piensa 1


w\RLO ALB ·RTO

i supieras lo que ~ to r en and • estarías


más páli o que yo. (Le mu cr).
:>lra un retól

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146 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
LOBO

¡Ah! perdón ....


CARLOS ALBERTO

No, no temas .... ¿Matarte? Fácil recurso


para un final de acto .... No; tú vivirás, con-
tinuarás esa vida de impotencia y de envidia,
martirizado hora por hora con tu propia ba-
jeza. . . . Vivirás como el reptil, que arras-
trándose en el fango del pantano, mirando con
envidia la estrella, se retuerce, se lanza a mor-
der en el charco el reflejo del lucero .... y su-
fre, y agoniza al ver cómo, una y cien veces, al
aquietarse el agua, vuelven a brillar allí los
destellos del astro . . . . Has truncado la dicha
de Gonzalo: víve, víve para tu castigo, súfre,
conduélete. . . . porque se alzan en el horizon-
te otras estrellas. . . . suben al cenit. . . . y bri-
llan a millares.
LOBO

Déjeme usted .... (Se dirige hacia doña Do-


lores). Señora ... .
CARLOS ALBERTO
(Deteniéndolo)
No .... no te acerques a ella .... Aléjate ....
Respéta la agonía del mártir. ... Tu pequeñez

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 147

está mal donde impera la majestad de la muer-


te. (Lo empuja hacia la puerta). ¡Fuéra! (Sale
Lobo).

ESCENA VII

DICHOS, MENOS LOBO

CARLOS ALBERTO
(Una pausa . Carlos Alberto, ·vacilante, se acerca
a doña Dolores)

Señora . . . . su mano. . . . que yo la bese . ...


No; yo tampoco debo acercarme . . . . de le-
jos . .. . ¡perdóneme! (A Amalia) Y tú también,
tus manos . . . . un beso en ellas. . . . Adiós, el
último ....
A MALlA
(Sobresaltada)

¡Qué! ¡Te alejas!


CARLOS ALBERTO
(Vacilando)

Es verdad . . . . No, cállate .... Ya vuelvo .. .


(Se retira mientras Amalia se inclina sobre do-
ña Dolores. Alberto va al balcón, mira) ¡Ah! ya
vienen. . . . es Gonzalo . . . . La multitud lo

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148 BIBLIOTECA ALDEANA Dt; COLOMBIA

aclama. . . . (En voz baja) ¡Adiós, adiós, Gon-


zalo!. . . . (Retrocede con temor de que Amalia lo
observe. Se acerca a una puerta lateral, se de-
tiene, duda, y mirando a Amalia, exclama a
media voz) ¡Amalia, adiós! (Entra, cierra la
puerta. Un momento después se oye un tiro) .
A MALlA
(Con terror)
¡Qué he oído! ¡Alberto!. . . . ¡Ah! no, estoy
nerviosa. ¡Qué idea tan horrible ha cruzado
por mi espíritu!. . . . Si Alberto intentara ....
¿irse? .... no, lo otro, ese otro viaje . ... (Se
levanta, busca con afán) . ... ¡Tenía una mirada
tan triste! ¡Su arrepentimiento!. . . . Será tan
bueno en adelante. . . . (Llega a la puerta que
está cerrada, se acerca y llama paso) ¿Alberto? ...
¡Ah! ¡Qué pensamiento! .... No, no (empuja,
abre; observa con zozobra), Alberto, ¿no me
oyes?. . . . Está oscuro, cerró la ventana ... .
Alberto, ya viene Gonzalo, libre, ¿no oyes? . .. .
¡Libre! . . .. Pero, ¿por qué no respondes? ... .
Si estoy viéndote. (Vacila, va a entrar, retroce-
de) ¡Alberto! .... ¡Alberto!. . . . (Entra y lanza
un alarido) ¡Ah! .. .. ¡Hermano mío! . .. . (Sale
con una mano teñida en sangre, retrocediendo
lentamente con la mirada fija en el cadáver, de
pronto se mira la mano) Su sangre. . . . ¡Muerto!

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MARROQUIN y RIVAS -LO IRREMEDIABLE 149

ESCENA VI II

DICHOS, GONZALO, TAPIA, OSVALDO, MARTIN EZ

GONZALO
(En la puerta del fondo, mira hacia afuera)

;Gracias, nobles amigos, gracias! ¡Nunca es


tarde!. . . . Todo ha pasado como pasa un mal
sueño. . . . Esos días de amargu ra no dejan en
mi corazón ni una sombra de resentim iento ...
;Gracias! .... La multitu d generosa me aclama
allí; y aquí, en mi hogar, me esperan la dicha,
la paz, el 8mor. . . . (Adelantándose) ¡Madre ,
Amalia, Alberto! .... ¡Oh, la dicha incontr asta-
ble, infinita! . . . . (Lanzán dose hacia Amalia )
¡Amalia!
AMALIA

¡Gonzalo! . . . . (Corre hacia él y de pronto se


detiene).
GONZALO

¡Amalia, Amalia mía!. . . . (Se precipit a a


abrazarla).
AMALIA
(Retrocede, mira en torno con extravío)

No, no debo. . . . Gonzalo.

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150 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA

GONZALO

Amalia, ¿por qué? ....


AMALlA
(Vacila, retrocede, señala hacia Alberto)
No .... no puedo .... Míra, míra: ¡muer-
' ...
t o.. M~tra su sangre. . . . N uestra umon
·~ es
imposible. Su sombra se interpone ..
GONZALO

Estás loca. (Se acerca con angustia al lugar


donde está Alberto; observa y retrocede con espan-
to) ¡Horror! .... ¡Alberto!. . . . (Queda ahí, ab-
sorto, mirando el cadáver de Alberto).
OSVALDO
(Que se ha detenido en el fondo, avanza con Tapia
y Martínez hacia el sill6n de doña Dolores)

¡Qué triunfo!
MARTINEZ
(Avanzando)

¡Qué elocuencia!

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MARROQUIN y RIVAS-LO IRREMEDIABLE 151

TAPIA

¡Qué reivindicación! (Se detienen de pronto,


sobrecogidos, al notar que doña Dolores ha muer-
to) ¡Chist!

GONZALO
(Se dirige hacia doña Dolores, rodeada ya de
var íos que han entrado)

¡Madre!. . . . tú no me huyes .... Madrecita,


mírame, vencedor, libre, aclamado! (Se acerca)
;Yo, tu Gonzalo!
VARIOS

;Silencio!. . . . (Se van arrodillando en si-


lencio).
GONZALO

Madre, me quedas tú . . . . (Se llega, se arro-


dilla al lado, le toma las manos, le levanta la ca-
beza) .... Madre .. .. ¿No me oyes? . . . . (Con
angustia) ;Madre! (Con sorpresa y supremo do-
lor) ;Madre!. . . . ¡Ah! ¡muerta!. . . . ;También
me la han quitado!

FIN DEL DRAMA

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INDICE

Págs .

Don Lorenzo Marroquín y don Jo é taría Ri\'as


Groot . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Lo irremediable, drama en tres actos por don Lo-


renzo Marroquín y don J M Rivas Groot... . 13

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BI"BLIO~C::A. NACI8"14L 02 COlOMBIA
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